Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Las líneas que anteceden este estudio sobre la gobernanza en el área metropolitana Bogotá–
Soacha tratarán de soportar desde el campo propio de la disciplina filosófica, los resultados de
investigación que son presentados. Y esto en virtud de dos propósitos: el primero de ellos, en
cuanto corresponde al filósofo la defensa de los verdaderos principios de las áreas particulares
del conocimiento (Dewan, L.); pero, de otra parte, toda vez que es pretensión de este apartado
sintonizarse con lo que Alejandro Llano (2017) esboza como una filosofía impura, filosofía que
«ha metido las manos en la fértil tierra de los problemas sociales, políticos, económicos y
culturales» (Llano, A. 2017, 26), a condición de ser conocimiento de la realidad (excéntrico y
trascendente) y no sólo conocimiento circular de su propio hacer (autorreferencial).
La perspectiva aquí esbozada, intuye que la crisis de gobernabilidad excede lo político (en
términos de funcionamiento y legitimación). Lo excede, lo supone, no lo restringe ni lo limita.
En su análisis, Llano se remonta al proyecto de la modernidad y su supuesto de la
controlabilidad, o control racional de la naturaleza y de la sociedad. Luego, a la noción de crisis
de gobernabilidad, se asocia, también, la otra de controlabilidad. La crisis de gobernabilidad es
una crisis del proyecto moderno, merced a sus externalidades, a sus técnicas ambivalentes. A
mayor complejidad más problemática aparece su gobernabilidad y más probable es la
producción de efectos secundarios disfuncionales (Llano, A. 2017, 38-39). Aquí es de señalar
que la complejidad se asocia a la noción de sistema, por lo que el contenido de la
gobernabilidad se trasluce en gobernabilidad de los sistemas.
La gobernanza del área metropolitana Bogotá–Soacha, sin aún haberla entrado a definir, en
tanto coordinación, por ejemplo, de las entidades municipales en cuestión, ¿qué tiene de
gobernabilidad, en el sentido que se intenta aquí desarrollar? ¿qué hay de complejidad, de
problemas de coordinación, de controlabilidad en tanto técnica ambivalente, de sistema, en
ella?
«La categoría del riesgo, pues, expresa el hecho de tener que tratar con la
incertidumbre, que, hoy día, más que superarse gracias a un plus de saber, parece
resultar de un plus de saber. A veces, este poder no-saber se esconde; a veces, ocupa
el centro de atención, se convierte en terrorífico escenario de negocios excelentes y
juegos de poder. Puede que, gracias al riesgo, la hybris de la controlabilidad gane
importancia, pero quizá también la sabiduría de la incertidumbre» (Beck, U., 2008, 22)
«el propio pensamiento humano […] siempre acaba por ocuparse sólo de sí mismo, ya
que oscila insalvablemente entre sus propias representaciones y unos hechos que no
son más que la reacción de la subjetividad ante los impulsos provenientes de un
contexto empírico, tanto natural como social» (Llano, A. 2007, 15)
Este análisis del exceso como productor de riesgos y de crisis, lo cifra Jacques Baudrillard
(2001) en su conceptualización de la excrecencia: «Ya no estamos en el crecimiento, estamos
en la excrecencia. Estamos en la sociedad de la proliferación, de lo que sigue creciendo sin
poder ser medido por sus propios fines. Lo excrecente es lo que se desarrolla de una manera
incontrolable, sin respeto a su propia definición, es aquello cuyos efectos se multiplican con la
desaparición de las causas. Es lo que lleva a un prodigioso atasco de los sistemas, aun
desarreglo por hipertelia, por exceso de funcionalidad, por saturación» (Baudrillard, J. 2001,
37). Y a esta concepción están sujetos la complejidad y la incertidumbre, en tanto categorías
de análisis del fenómeno de la gobernabilidad, de su crisis, de la ingobernabilidad.
«el cambio de ciclo al que tal vez estamos asistiendo tiene mucho que ver con la
extensión de la incertidumbre, lo que no necesariamente es una mala noticia si
aprendemos a manejar esa nueva lógica» (Solana, J. & Innerarity, D.)
El presente apartado responde al propósito de dar cuenta de una valoración crítica de las
ideologías a partir de la óptica de una ética de las virtudes, abierta conceptual y
operativamente a una visión humanista del desarrollo de las personas y de los pueblos.
Precisamente, se tratará de responder a interrogantes tales como: ¿Puede la cooperación
entre ciudades favorecer la competitividad regional y nacional? ¿Es a través de esta
competitividad regional que se logrará incrementar el crecimiento económico y fomentar la
calidad de vida de todos los ciudadanos? ¿Qué relaciones pueden postularse que median entre
la gobernanza y la cooperación regional?
En contraste, la analítica del astillamiento de la realidad se configura en: un espacio del déficit
de sentido por desconexión respecto al mundo vital; un espacio de la autorreferencialidad
funcional, escasamente poroso a las aportaciones de sentido provenientes del mundo vital;
ordenación caleidoscópica de la realidad cuyo sentido se torna huidizo; espacio de la entropía
social; el desvanecimiento de la posibilidad de la metáfora, por lo mismo, contaminación de
todas las disciplinas, metonimia total; dispersión e involución del valor; espacio de la
simulación en el que se confunde lo real con su modelo; hiperreal en tanto abolición de lo real
por elevación a la potencia del modelo, por hiperfidelidad macroscópica, por abolición de la
distancia entre lo real y su representación; lo excrecente, la saturación, la orbitalidad (Llano, A.
2017, 38, 50, 54, 55) (Baudrillard, J. 2001, 13, 14, 16, 35, 36, 38) (Baudrillard, J. 2014, 189, 190)
En este sentido, «la nueva sensibilidad ha afinado nuestra capacidad de percibir la vaciedad y
el extrañamiento de unas estructuras sociales segmentadas y desconectadas, tanto entre sí
como en relación con el “mundo de vida social”» (Llano, A. 2017, 55). Siendo así, ¿en qué
sentido las estructuras sociales, segmentadas y desconectadas, y el mundo vital pueden ser
llamados a unidad?
¿La politización de la vida es un proceso de sustitución metonímica por el cual el mundo vital
se ve constantemente interpelado, marginalizado y sustituido por los sucedáneos del
tecnosistema: política, mercado y medios de comunicación (poder, dinero e influencia)?
Combinación y sustitución es equivalente a metáfora y metonimia.
Para caracterizar ambas perspectivas analíticas recurriremos aquí a desarrollar las intuiciones
contenidas, a nuestro parecer, en el cuento Del rigor en la ciencia de Jorge Luis Borges, en
parte motivados como estamos por las conceptualizaciones de Baudrillard entorno a lo social
como simulacro. «Este cuento es la historia de un mapa. Pero es también otras historias: la
historia de la ciencia, la historia de la filosofía y la historia de la mirada que permite reconstruir
esas historias» (Zavala, L. 18):
... En aquel imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una
sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del imperio, toda una Provincia.
Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y los colegios de Cartógrafos
levantaron un Mapa del imperio, que tenía el tamaño del imperio y coincidía
puntualmente con él. Menos adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones
Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era inútil y no sin Impiedad lo
entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste
perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en
todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.
Suárez Miranda. Viajes de varones prudentes. Libro Cuarto. Cap XLV. Lérida, 1658.
La realidad que abordan ambas perspectivas analíticas (aquí apenas si esbozadas), coincide con
la de aquellas generaciones menos adictas al estudio de la cartografía, que podría pensarse y
se formulará en tono interrogativo, ¿se trata acaso del estudio de la realidad y de su unidad,
esto es, su sentido, toda vez ello fuera posible? Y es que, efectivamente, los estudios de
gobernabilidad, gobernanza y gubernamentalidad, adoptan la postura inicial de aquella
«dificultad que experimentamos para comprender el mundo y la sociedad» (Llano, A. 2017, 5)
y en la que reside «uno de los aspectos más sorprendentes de la cultura actual […] la dificultad
que los ciudadanos de algunos de los países más desarrollados experimentan a la hora de
captar la unidad de realidades y fenómenos que aparecen ante muchos como elementos
mutuamente desconectados» (Llano, A. 2017, 5).
Aquella perspectiva analítica que, siguiendo en ello a Llano (2017), hemos dado en caracterizar
como del astillamiento de la realidad, lo es, toda vez que lleva a su consumación, si se quiere,
las ruinas del Mapa. La historia de Borges es, en la medida que lo sea de la ciencia y de la
filosofía, la historia de una mirada que permite reconstruir el sentido, ya como fuga y déficit,
ya como búsqueda y reconstrucción de sus fuentes vitales. Esta historia, es, a su vez, la historia
del proyecto moderno y de su crisis, así como de la tradición que fue relegada.
En las ruinas del Mapa, asistimos a la «incapacidad de conexión y solidaridad» (Llano, A. 2017,
11) que Alejandro Llano caracteriza como la era de la desconexión. Intuición que puede
corroborarse en nuestras ciudades: «La ciudad ya no tiene habitantes, ya no tiene personas
que viven sus calles, sus espacios: el centro es un lugar para trabajar, para comprar, ir a la
oficina, pero no para vivir allí; la periferia es el lugar donde no se vive, sólo se duerme… La
ciudad ha perdido su vida» (Tonucci, F. 1998, 23). Con la desconexión viene la pérdida de la
ciudad como lugar de encuentro, donde el espacio público ya no nos ofrece contactos de baja
intensidad (como un corto intercambio de palabras, como una breve conversación con la
persona sentada a nuestro lado en un banco, como la charla con un niño en un autobús, como
mirar a alguien mientras trabaja y preguntarle un par de cosas). La importancia de estos
contactos reside en la posibilidad de «estar con otras personas, verlas y oírlas, y recibir
estímulos de ellas constituyen experiencias positivas, alternativas a estar solos» (Gehl, Jan.
2006, pp. 25). Y es aquí donde «el propio individuo está presente, participa en pequeña
medida, pero en definitiva participa» (Gehl, Jan. 2006, pp. 25).