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Matar, sellar y abandonar pozos


22/04/2010 in Contaminación, Nacional

Por Walter Duer.- El taponamiento y abandono (P&A) de pozos petroleros es un tema


cada vez más presente entre las empresas del sector, debido al avance de las
regulaciones y al creciente cuidado del medio ambiente que se exige a las compañías
de petróleo y gas. ¿Cuáles son los procedimientos correctos antes de abandonar un
pozo y cuáles los principales desafíos para llevar a cabo esta tarea?

El proceso de taponamiento y abandono (P&A, plugging and abandonment, por sus


siglas en inglés) de un pozo petrolero envejecido o no rentable representa un verdadero
desafío en la actualidad para las compañías del sector. Primero, porque las regulaciones
se han vuelto más rígidas en una buena parte de países (aunque los controles posteriores
siguen fallando mayormente en la región). Luego, porque los ojos de las organizaciones
ecologistas están puestos sobre esta actividad. Y, por último, porque muchas compañías
se encuentran con un número muy alto de pozos abandonados en otras épocas, sobre los
que no pesa ninguna medida de seguridad, y que requieren tareas de reabandono.

Un caso reciente, en ese sentido, se dio en una escuela de la ciudad de Comodoro


Rivadavia, en la provincia de Chubut, Argentina. El pozo se encontraba debajo del hall
central e impedía, entre otras cosas, la construcción del gimnasio. YPF, en conjunto con
la empresa de servicios San Antonio, se ocupó de las tareas. Según datos de la
Secretaría de Hidrocarburos de la provincia, hay 5300 pozos abandonados en su
territorio, muchos de los cuales no han recibido el tratamiento adecuado para su
taponamiento, ya que fueron trabajos previos a la resolución de 1996 que reglamentó la
actividad.

Si bien hay divergencias en el marco legal entre país y país, en líneas generales se llama
“pozo abandonado” aquel que está inactivo y sobre el cual, por razones técnicas o
financieras, no se harán tareas de explotación. El abandono puede ser temporal. En esos
casos, se emplean tapones de fondo y cementación que evitan la actividad del pozo,
aunque con los mecanismos establecidos para una posible reactivación en el futuro.
Pero también puede ser definitivo, instancia en la que la empresa responsable debe
aplicar cemento sobre la capa que producía petróleo, con el fin de crear un sello total.
Los propósitos de este taponamiento implican prevenir que los fluidos salgan de la zona
de inyección hacia fuentes subterráneas de agua potable, evitar el movimiento de
líquido desde la superficie hacia el fondo del pozo y hacia las mismas fuentes y proteger
los recursos naturales en la zona inferior al punto de inyección del pozo.

Más que una capa de cemento

A lo largo de los años se ha trabajado con cemento portland para realizar los sellados,
por ser duradero, confiable y, además, económico. Sin embargo, con los años las
empresas debieron volcarse hacia alternativas de cementos más flexibles, puesto que se
demostró que determinadas situaciones, como fluctuaciones muy bruscas de
temperatura o de presión, atentaban contra la integridad de la adherencia del cemento.
Las tareas de preparación resultan fundamentales para el éxito en el proceso de
abandono. Incluyen un análisis detallado de la geología de la zona de influencia del
pozo, así como de sus características. Este paso no siempre es sencillo: suele ser común
que la documentación de los trabajos iniciales o del ciclo de vida del pozo se haya
perdido. Luego se procede a la limpieza de la tubería de producción y a la cementación
propiamente dicha. También se realiza una cementación secundaria, que es el proceso
de forzamiento de la lechada de cemento en el pozo, para generar el tapón. La operación
consiste en colocar una columna de cemento en un hoyo abierto o revestido. El tiempo
de fraguado después de la colocación de un tapón varía de 8 a 72 horas, según el uso de
aceleradores o el tipo de pozo.

La planificación de la cementación debe tener en cuenta información sobre referencia de


pozos vecinos, geometría del hoyo (forma, diámetro) y la historia geológica (por
ejemplo, si existieron problemas durante la perforación y tipo de conflictos). Uno de los
elementos de costo más importantes para las petroleras puede ser, no obstante, el
desmantelamiento de la plataforma: cañerías, tuberías, instalaciones, infraestructura. La
planificación de este paso debe incluir también el destino de las piezas retiradas: si serán
trasladadas a otro pozo, comercializadas como chatarra o dispuestas como residuos, en
cuyo caso deberán recibir el tratamiento debido.

El cemento flexible

Las compañías que brindan servicios de abandono y taponamiento de pozos son


numerosas (Knight Well Services, Tacker, Basic Energy Services, por citar sólo
algunas). En el caso de Schlumberger, destaca el hecho de que ha trabajado muy
fuertemente en investigación y desarrollo para la creación de cementos flexibles. Uno
de los resultantes de esa tarea es FlexStone, un sistema de sellado apoyado en
tecnologías avanzadas con propiedades mecánicas que hacen correspondencia con la
tensión de fondo. El cemento se ajusta a los cambios que puedan ocurrir durante la
perforación, la producción y los procesos de abandono, de forma tal que permite
establecer un aislamiento zonal durante todo el ciclo de vida del pozo.

Un detalle: el trabajo en el pozo debe contemplar, desde su mismo diseño, que algún día
puede ser abandonado. Por ejemplo, la calidad con que fueron hechas las cementaciones
primarias, que consisten en cementar los revestidores del pozo para restringir el
movimiento de fluido entre las formaciones productoras y el confinamiento de los
estratos acuíferos, así como para adherir y fijar la sarta al revestimiento, entre otras
cosas, es un elemento esencial en el éxito de taponamiento y abandono, ya que cuando
se realiza de manera deficiente, repercute en la eficiencia del sellado final.

Respecto de los métodos de aplicación de cemento para un taponamiento, los más


comunes son el de cuchara vertedora (bailer), el de tapón equilibrado y el de obturación.
El bailer transporta el cemento con un cable. Una de sus ventajas consiste en que
permite llegar rápido al fondo del pozo, pero también tiene sus inconvenientes, como
enviar poco cemento con cada pasada, por lo que no es el método más conveniente
cuando se trata de tapones gruesos. En el de tapón equilibrado, el cemento se vierte a
través de una tubería. Si bien resulta económico, entre otras cosas porque no requiere de
equipamiento especial, el riesgo de que el cemento se contamine en el proceso es
bastante alto. El de obturación, por su parte, consiste en un taponamiento doble que
garantiza la calidad del cemento e impide que se desplace en exceso, pero resulta más
costoso.

¿De eso no se habla?

Uno de los datos llamativos que surgieron en la elaboración de este artículo es el de que
las petroleras no son, en líneas generales, muy amigas de dar declaraciones relacionadas
con sus planes y estrategias de abandono de pozos. “Se trata de un tema que les
preocupa mucho y que no siempre tienen bien resuelto”, declaró off the record un alto
directivo de una empresa de servicios que, en su portafolio, ofrece consultoría para
planificación de taponado.

Las principales barreras para las petroleras que quieren encarar un proyecto serio de
taponamiento de pozos, incluidos aquellos que dejaron de producir hace años y que
fueron dejados a su suerte, son el alto costo que esta operación requiere, las dificultades
de planificación (debido a la mencionada ausencia de documentación, en muchos casos)
y el hecho de que muchas ciudades han crecido alrededor de viejos yacimientos, por lo
que en la actualidad hay casas de familia o instituciones emplazadas sobre algún pozo
abandonado de manera precaria.

Más allá de todo esto, se ven trabajos de envergadura en la región. Por ejemplo, el que
viene desarrollando la mexicana Pemex, que realizó durante todo 2009 una fuerte tarea
de taponamiento de pozos en la zona noroeste, con el resultado de 132 instalaciones en
desuso selladas, ubicadas en los estados de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. “El
propósito es brindar mayor seguridad a la población, además de evitar daños al entorno
ecológico y cumplir con la normatividad vigente en materia de medio ambiente”,
declaró a la prensa de su país Genaro Elizondo Rosales, jefe de información y
relaciones públicas del Distrito Reynosa de la petrolera, quien afirmó, además, que
durante 2010 se trabajará en un número similar.

Del permiso a los controles

Prácticamente no quedan países en la región que no tengan regulado el procedimiento


para abandonar y sellar un pozo. En líneas generales, las empresas petroleras tienen que
pedir un permiso específico, advirtiendo que iniciarán las tareas de cierre. Por otra parte,
si existen pozos inactivos pero sobre los que no desean iniciar el proceso de abandono,
necesitan justificar el porqué. Eso debería disparar algún tipo de auditoría por parte del
ente regulador de cada país, que terminará en el establecimiento de plazos para que el
pozo esté efectivamente taponado.

La ley argentina, por ejemplo, establece que “cuatro años antes de expirar una
concesión de explotación, o al momento de producirse la reversión total o parcial de un
área de exploración, el concesionario o permisionario presentará a la Autoridad de
Aplicación, un estudio técnico-económico donde fundamente las razones por las cuales
no resulta conveniente el abandono definitivo o temporario, de cada uno de los pozos
inactivos existentes en el área a entregar”.

Hernán Scandizzo, del Observatorio Petrolero del Sur, una entidad de resistencia ante
las actividades petroleras, miembro de Oilwatch, se refiere específicamente a la
situación de Argentina e indica que “no vemos que desde el Estado se realice un
relevamiento de qué ocurre con los pozos abandonados, tampoco que se ponga esa
información para consulta de la población ni que se advierta sobre las obligaciones que
tienen las empresas a la hora de cerrar un pozo”. Para Scandizzo, “existen referencias de
pozos perforados en la década del treinta y que permanecen mal sellados hasta el
presente, como sucede en el paraje Ñirihuau Arriba, en la provincia de Río Negro”. El
mismo Scandizzo agrega: “Si bien se puede alegar que esas perforaciones fueron hechas
en otro momento, con otra tecnología y sin el conocimiento en materia ambiental que
hoy se tiene, sus consecuencias llegan al presente y no siempre las respuestas son
satisfactorias”.

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