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Agradecer y dedicar es lo único que me nace al haber terminado este trabajo de tesis. Pienso que este
aporte a lo que llamamos conocimiento, pequeño y personal, no es solo fruto de mi trabajo, sino
también del de muchos que me apoyaron a lo largo de este tiempo.
La disciplina de la comunicación me ha enseñado que las palabras muchas veces quedan cortas y que
los recuerdos son frágiles, por lo que me excuso por las omisiones injustas que pueda hacer.
Quiero agradecer en primer lugar a Dios quien me regaló la vida y este mundo aún por construir.
Gracias por regalarme la posibilidad de haber visto todo aquello que hoy llenan mis recuerdos y
sueños.
Gracias a mi familia por el apoyo constante, por creer en mí y por estar siempre a mi lado. Gracias
papá por haberme enseñado que vale la pena jugarse por valores y que en la vida uno puede crecer
sin dejar de creer. Gracias mamá por su sonrisa siempre optimista, por las conversaciones y el
cariño. En especial por su lectura, grabaciones y transcripciones. Gracias a mi hermana Pilar por su
preocupación, su cariño y disposición siempre abierta.
Gracias a Beatriz, que es quien me hace feliz. Gracias por tu amor y ternura. Gracias por los
desvelos y la compañía. Gracias por el jardín de flores y tu sonrisa que ilumina mis noches.
Quiero agradecer a mis Tatas y Abuela por su ejemplo de vida, por contarme como era el país que
ellos vivieron. Gracias especiales a mi abuelo Joaquín, que desde lo alto me sigue enseñando lo
importante de ver desde el corazón.
Este trabajo no habría sido posible sin el apoyo permanente, la ayuda, el cariño y la confianza de José
Miguel de la Cruz. Gracias amigo y hermano por todos estos años juntos, por la paciencia y la
perseverancia.
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Gracias a la Maestra. A Pavella Coppola, por su mirada de la comunicación llena de amor y
filosofía. Gracias por guiar este proceso y hacer de él una reflexión profunda.
Muchas gracias también a Mónica Herrera. Por haber creado la Escuela, por darle ese sello
particular, por su confianza y por soñar juntos. Gracias a todos los Maestros y Profesores que a lo
largo de mi carrera me dieron pinceladas de conocimiento.
Gracias por el apoyo de los amigos: mis compañeros de curso, los de la licenciatura, a la Nicole, a
Diego y al Centro de Alumnos, a los de Chile 2000 y a los que estuvieron en la Cumbre de Río.
Gracias especiales a la Berni y a Guati, por los textos transcritos y a Marmota y Pía, por todo el
cariño y apoyo permanente.
Gracias a los 4Fantásticos, a Frederick y a Baldomero. Gracias a las locuras, los proyectos, los
cortometrajes y la audacia. Gracias por esa cuota de creatividad, talento y humor que los hace
especiales.
Muchas gracias a Calenda Maia, Música y Teatro Medieval. Gracias por la paciencia, el apoyo, la
comprensión, la música y el teatro. Gracias por aprender juntos la importancia de la primavera de
los primeros días de Mayo.
Gracias a los actores de la Compañía teatro Ictus, a los que a partir del testimonio hicieron historia
común. Gracias a Nissim Sharim y la Baby Salas, por el cariño y la disposición. Gracias Claudio Di
Girolamo por tu locura y genialidad de artista y el cariño familiar.
Gracias a María de la Luz Hurtado por todo el valiosísimo material. Gracias por contribuir al
teatro de Chile desde la investigación. Gracias a Jaime Ferrer por aportarme con los libretos de las
obras de Ictus.
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Gracias a Nelson Brodt y los compañeros actores. Gracias por enseñarme que el teatro puede ser una
ventana hacia la felicidad. Gracias por el trabajo y las cientos de funciones juntos.
Quiero dedicar y agradecer este trabajo a Andrés Pérez, maestro y amigo. Gracias por esa mirada
brillante y la pasión por el teatro. Gracias por ese silencio final de la Negra Ester, lleno de cueca y
baile.
Dedico este estudio a los cientos de Detenidos Desaparecidos. Que su memoria en nuestra vida como
pueblo, nos haga repetir, con la mirada en el futuro, un Nunca Más, fuerte y sostenido.
Quiero, por último, que este escrito sea un homenaje a Roberto Parada y su hijo, José Manuel.
Gracias por el ejemplo, el amor a la vida y los seres humanos. Gracias por gritar, con su ejemplo, que
la muerte, una vez más, fue devorada por la vida.
Que este trabajo sea un cúmulo de Sueños y Esperanzas para nuestro Chile y para todo aquel que lo
lea... sólo con eso, habrá cumplido su objetivo...
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Índice
CAPÍTULOS PÁGINAS
Relevancia 008
Objetivos 011
¾ Generales 011
¾ Específicos 011
Problematización 012
Delimitación 015
Metodología 019
Citas y Notas 022
¾ Ictus 088
Organización y Estructura del Ictus 091
1. Lo General 091
2. Funcionamiento Social y Económico 092
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• Subjetividad: Receptora de lo Social 114
• Propósito Ideológico 115
• Creación Artística: Expresión de la Ideología de Grupo 116
• Ideología de Grupo: Teatro Humanista y Favorecedora Des. Personal 116
• Ideología de Grupo: Teatro Nacional Crítico 117
• Definiciones Teatrales 119
a) Teatro Ingerente en la Contingencia Histórica 119
b) Teatro Develador y Editor de Conductas 119
c) Teatro Generador de Conciencia y Estimulador del Cambio 120
d) Teatro Panfletario 121
e) Búsqueda de un Lenguaje Nacional 122
2. Metodología de Creación Teatral 123
• Estilo de Producción 123
a) Organización del Trabajo 124
b) Actitud Creativa 124
o El Arte: una Pregunta Permanente 125
o Capacidades Personales y Teatrales 126
• Metodología de Creación Colectiva 126
• Búsqueda de Materia Prima 127
a) Descubrimiento Personal 127
b) Ejercicios de Improvisación 128
c) Conciencia Crítica 129
d) Acumulación del Material 129
e) Compenetración Actor – Material 129
• Elaboración Artística del Material 130
a) Dirección y Puesta en Escena 131
b) Característica de la Estructura Dramática 132
o Relación entre la Esfera Social y la Personal 132
o Relación Dialogante y Cuestionamiento Crítico con el Público 133
La Emoción 133
El Humor Contacto / Función del Humor 134
o Retroalimentación por la Intervención del Público 137
o Reflexiones Generales sobre el Método de Creación Colectiva 138
Citas y Notas 140
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2. Lo que está en el Aire 158
• El Miedo: Constructor de Verdades 159
La Memoria Prohibida de Chile 164
1. Memoria a partir de Ictus 164
2. El Futuro 168
Citas y Notas 170
Conclusiones 171
Fuentes 178
Fuentes Bibliográficas 178
Fuentes Cybergráficas 180
Filosofía 180
Derechos Humanos 180
Teatro 180
Anexos 181
Copia del documento desclasificado de la CIA 182
Entrevista a Claudio Di Girolamo 183
Entrevista a Nissim Sharim 193
Libreto de la Obra Primavera con una Esquina Rota 200
Libreto de la Obra Lo que está en el Aire 240
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Relevancia
Ahora bien, entiendo que en esta parte del trabajo debo referirme a la
relevancia del estudio como legado personal para lo que entendemos por
conocimiento y no como terapia personal.
Nuestro país tiende a dejar en el olvido los hechos que duelen y producen
miedo. De esta forma, la historia oficial se construye de manera parcelada y
fragmentaria al momento de intentar subirnos al carro del devenir social. Esto se
ve de manera tangible si observamos la forma en que nuestra sociedad enfrenta
los desafíos que este mundo globalizado nos impone, dejando de lado nuestra
historia reciente, y en especial, y en una actitud que llamaría permanente,
olvidando y restando importancia a la experiencia histórica y testimonial personal.
Es por esto que este estudio permitirá revisar de qué manera se construye
la Memoria desde la acción de un presente, articulado en un discurso colectivo. Es
por esto, que el investigar acerca de cómo el presente se transforma en hecho
testimonial que constituye memoria histórica, a partir de una creación teatral que
logra desarrollar un discurso político y cultural (como es el caso de la Compañía
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Teatro Ictus), es algo diferente a lo ya realizado, pero por sobre todas las cosas,
nos puede entregar herramientas que nos ayuden a cuidar nuestra identidad de
país, rescatando y revalorizando nuestro pasado y presente, para proyectarnos
hacia un futuro más humano, desde la perspectiva personal, que en el testimonio,
se hace colectiva, aportando una visión compleja e interrelacionada de nuestras
experiencias históricas y humanas.
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La experiencia de la Compañía Teatro Ictus, en este sentido, se suma a la
de muchas compañías latinoamericanas que, recibiendo el legado europeo, lo
acondicionan, desde sus particularidades, hasta transformarse en vehículos de
comunicación social.
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Objetivos
¾ Generales
¾ Específicos
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Problematización
La historia nos permite observar el rol social que las expresiones artísticas
han adoptado en las distintas sociedades y civilizaciones. No en vano los griegos
situaron al teatro como una disciplina social primordial para su desarrollo como
civilización. Ese desarrollo está estrechamente ligado a la necesidad de
permanecer y trascender que los hombres y mujeres depositamos en nuestros
actos como parte de una cultura.
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La significación del acto humano de reunirse y su necesidad implícita es, sin
duda, otro aspecto a enunciar. Esta dimensión social de la reunión, en el caso
específico de las personas que asistieron a las obras del teatro Ictus, se mezcla
con la afinidad que dicho público específico encuentra tanto en el relato político
que encierran las obras de Ictus, como en la estética que estas proponen. Este
punto permitirá, para futuros estudios, determinar el tipo de público y la
significación, dentro del contexto político de la época, que tuvo el consumo de
relatos artísticos de este tipo.
14
relato cotidiano y cómo ese relato cotidiano cobra vida y significación al ser
evidenciado por la experiencia teatral.
15
Delimitación
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en los medios como un problema tradicional no resuelto de los chilenos ante su
devenir.
17
importancia que adquiere el arte y el teatro en lo específico, cuando los medios de
comunicación se ven limitados en el ejercicio de sus funciones.
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militares con niveles de censura y violencia similares, donde su teatro también
contribuyó a la discusión y denuncia de la realidad que les tocó, por lo que esta
perspectiva chilena también podría ser un aporte a la discusión latinoamericana
del tema de la memoria.
19
Metodología
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que se analizarán, se pueda abrir el abanico de posibilidades conclusivas que
permitan establecer nuevos horizontes especulativos de investigación.
Por último, habría que señalar que todos los conceptos utilizados en dicho
marco conceptual, como también los del teórico, estarán constantemente
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entrelazados y serán reutilizados a fin de estructurar de manera profunda el
presente estudio reflexivo.
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Citas y Notas
(por orden de aparición)
23
Marco Conceptual
24
El separar el concepto de hombre al de persona, solo por motivos analíticos
y con el fin de revalorar el peso de la palabra, tiene además un origen histórico. En
la antigua Roma, los juristas consideraban a los esclavos como hombres, no como
personas. Cabría por tanto interpretar que la ampliación del término persona a la
concepción de hombre (y por lo tanto al término asignado a los esclavos y
bárbaros) que los antiguos romanos poseían, sería el resultado de un proceso
vinculado a la liberación, al menos teórica, de los esclavos (o de los bárbaros) y no
como un mero concepto abstracto, mental, intemporal.
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reconocida en el plano jurídico por las más diversas constituciones, incluida la
nuestra, así como por la Carta de las Naciones Unidas.
Hernán Vidal (2) nos recalca esta concepción de persona y nos invita a
hacer el enlace con la concepción colectiva del ser. Él entiende a la persona
26
Gustavo Bueno retrae en su ensayo (3) El Mito de la Cultura (Pág. 226). Taylor
señala:
De esta manera incluimos, no sólo las diferentes capas en las que se sitúa
a sus diferentes componentes (la del sujeto o intra somática, la social o ínter
somática y la material o extra somática), sino también a las diferentes esferas o
círculos de cultura en sentido etnográfico (cultura mapuche, por ejemplo).
Sin embargo, el término cultura, tiene diversos matices dados por una vasta
gama de escuelas y corrientes del pensamiento. En tal sentido, junto con
comprender la definición anterior, y tomándola más particularmente, pondré, una
clarificación conceptual de tipo circunscrita.
27
el mejor modo del que disponemos para determinar la «tabla de valores»
por la que se rige la sociedad correspondiente”. (op. cit. Pág. 226).
Hemos dicho que la cultura está teñida por un contexto cultural, el cual, en
el caso latinoamericano, y tomando la reflexión de Alejo Carpentier, son la
acumulación de estratos de cultura hispano – greco - mediterránea, sobre los
precolombinos y negros, por lo que son un acceso a la universalidad cultural, a
través del lenguaje poético, de los símbolos más auténticos que surgen de la
correlación entre su espacio ecológico y la experiencia vivida en sus contextos
históricos específicos. Para Hernán Vidal,
28
contextuales que han moldeado nuestra manera de enfrentar la cultura. Nuestra
historia continental desde la conquista ha estado marcada por la necesidad de los
dominadores de producir un fenómeno de aculturación cuyo fin era poder otorgar
una dignidad de persona que se había perdido. Sin duda, y tal como lo señala
Hernán Vidal,
y es por esto que, por ejemplo, nuestras ciudades no tienen un estilo occidental
europeo definido. Y es precisamente esa carencia de estilo definido la que genera
una oposición fuerte de los creadores hacia los estilos tradicionales, generando
una visión rupturista de los esquemas establecidos. Con el tiempo, esos desafíos
a los estilos existentes se fueron haciendo estilos ya que el no – estilo, se
convierte asimismo en estilo propio.
29
nación, donde los estilos políticos se funden con las características particulares de
nuestros pueblos, forjando así, una estructura nueva, pero a la vez poco definida.
Este concepto tiene una estrecha relación con la historia. De hecho, durante
las décadas que suceden a la Segunda Guerra Mundial y en función
(probablemente) de las profundas reorganizaciones políticas y étnicas que
tuvieron lugar en su transcurso, es claro observar un incremento asombroso de
usos de la idea de identidad (hasta entonces reservada a los tratados de lógica o
de ontología) en el contexto de las reivindicaciones de fronteras, o de autonomías
nacionales, regionales o culturales. En este contexto, la idea de identidad tenderá
a ser referida, ya no a las razas (término que luego del drama revelado por los
campos nazis de exterminio se hacía por decir lo menos, impresentable), ni
siquiera a las etnias (concepto que adquirió una concepción diferente referido
también al drama de la guerra), sino a las culturas. En las décadas sucesivas
abundaron los escritos sobre identidad nacional, en muchos de los cuales se
establece como concepto subyacente, el que la expresión identidad cultural, en su
sentido ideológico, va referida no a una parte de la cultura, sino al todo de esa
cultura, pero no tomada en la universalidad de su extensión (cultura humana) sino
en tanto está distribuida en esferas o círculos de cultura (naciones, pueblos, etc.).
Gustavo Bueno (3) nos ayuda a comprender este concepto al señalar que
cuando nos referimos, por ejemplo, a la identidad cultural de Chile, pareciéramos
estar
“ante unas extrañas raíces o troncos que parecen dotados de una suerte
de eterna fecundidad según pautas perennes cuyo valor ontológico
parece garantizado por el hecho mismo de su identidad. Al hablar de
identidad de una cultura se está pidiendo la preservación de su pureza
30
prístina y virginal, que se nos presenta como incondicionalmente valiosa
y digna de ser conservada a toda costa y en toda su pureza. (...) Cuando
se habla de «identidad cultural» de un pueblo se utiliza una idea de
identidad analítica y sustancial: lo que se postula sería el reconocimiento
del proceso mediante el cual tendría lugar la identidad sustancial de un
mismo pueblo que, en el curso continuo de sus generaciones, ha
logrado mantener (o «reproducir») la misma cultura (misma en sentido
sustancial y esencial) reconociéndose como el mismo pueblo a través
precisamente de la invariancia histórica de su cultura, convertida en
patrimonio o sustancia de la vida de ese pueblo”. (Bueno, op. cit. Pág.
157 – 161)
Ahora bien, el reivindicar la identidad cultural de Chile, no tiene que ver con
reivindicar Chile. Debe existir una razón ontológica (relacionada con el origen del
hombre de aquel pueblo) que exista de por sí. Además esta reivindicación no se
debe buscar por hacer presente su realidad, sino para expresar la voluntad de
mantener su sustancia a lo largo del tiempo.
31
espirituales y materiales necesarios para neutralizar a los oponentes;
esbozar la institucionalidad encargada de sostener ese orden ideal;
construir un Universo de símbolos y metáforas para alelar retóricamente
al apoyo de la empresa e inducir a la población que la encarne" (Pág.17)
32
“el miedo, en tanto mecanismo represivo abierto o encubierto, posee un
alto grado de eficiencia, contribuye en forma activa a la paralización de
las diversas esferas que conforman la sociedad y, debido a su
flexibilidad, es capaz de invadir sectores tradicionalmente considerados
pertenecientes a la esfera privada de la vida ciudadana”. (Pág. 36)
Esta estética implícita del acto artístico, y en especial, del teatro, está
contextualizada por lo que llamaremos ceremonia. Entendemos que los ritos que
acompañan las obras de arte en general tienen una lógica, la que no es objeto de
cuestionamiento. Sin embargo, cada representación estética del ser humano que
muestre su interior se desarrolla en una ritualidad caracterizada por una
ceremonia.
33
Nuevamente Vidal nos regala una riquísima reflexión en torno a la
concepción de lo ritual en su libro Política Cultural de la Memoria Histórica (4)
cuando nos dice que
34
Este comprender del arte escénico como visión de una ceremonia, nos
permitirá identificar el valor ritual de las representaciones escénicas del teatro
Ictus. Y es esa ritualidad la que en el contexto social y político de la represión en el
Chile de los ’70 y ’80 adquiere una característica que, incluso dentro de las
restricciones que el acto ceremonial involucra, posee una enorme capacidad y
poder libertario expresado a partir de lo cotidiano, entendiendo por cotidianeidad el
continuo espacio temporal de prácticas privadas e íntimas donde individuos y
colectivos de la sociedad civil viven sus existencias. Contiene rutinas, prácticas
con normas y regulaciones oficiales y sociales como la costumbre, tradición y uso.
Todas estas prácticas rituales y ceremoniales tienen larga data y raigambre,
llegando a establecerse profundos vínculos atávicos en su configuración,
constituyendo diversas categorías culturales, como el sentido común, la moda, los
tabúes, las identidades, el inconsciente colectivo de memoria histórica,
materializadas en el tiempo y espacio.
35
“Esto significa que sólo podré considerar libres a aquellos actos míos de
los cuales me considero causa (o me hago responsable); para lo cual
será imprescindible que hayan sido proyectados (planeados,
programados) como episodios de un proceso global. (...) Sólo cuando
me comprometo con mis actos y a mis actos los veo como eslabones
necesarios en la concatenación del proceso del hacerse mi propia
personalidad (cuando el finis operis de todos esos actos pueda ser
identificado con el finis operantis global de la persona), entonces puedo
ver a mis actos como libres, dentro de la conciencia de mi propia
necesidad”. (Pág. 250 y 252)
36
callejero, las redes no convencionales de sociabilidad, y el mediático periodístico,
con su particular recogida de datos. Estos temas son mantenidos en la agenda
pública por un lapso para que el colectivo los procese y signifique. Así es como se
transforman en símbolos y pasan a ser material retórico de mayor peso y proceso
institucional en busca de una definición de significados según las conveniencias
puestas en juego por distintos grupos sociales. Ese movimiento que puede
modelar esquemas oficiales de todo tipo se llama drama social para la
antropología simbólica.
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teatro, no pertenece a ninguna raza, período o cultura en particular, sino al ser
humano en su conjunto. Entendemos, por tanto, el teatro como una forma de
lenguaje por medio del cual, originalmente, el mundo fenoménico es imitado y
celebrado. Esta forma de lenguaje, que subyace inequívocamente en lo más
profundo del rito, ha sido patrimonio común a todos los hombres - si bien con
diferencias de grado - desde que el hombre existe. El brujo que imita un ciervo, en
una escena pintada sobre la pared de la caverna es sin duda el primer indicio que
poseemos y es ese carácter mágico del brujo que, representando a partir del
lenguaje más próximo que posee (su cuerpo y la naturaleza), inyecta a su
comunidad con un elemento comunicador.
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espectador o público, no solo identificarse con lo expresado, sino incluso sentirse
parte de aquello.
Me refiero a la memoria entendida como esa parte noble del alma individual
y colectiva, que asegura su propia identidad cultural. Es la memoria asumida la
que se convierte en sanación, fuente de vida de un pueblo.
La memoria es descrita por San Agustín, como el alma del alma. Y es esa
memoria, la que todo pueblo debe cuidar ya que sin memoria no hay historia.
39
Por esto, la memoria colectiva es una construcción cultural, política y social.
Lo que va quedando grabado en la memoria incentiva la meditación, facilita el
encuentro con el otro. Y esa construcción social, se realiza, se hace cuerpo, con
cada una de las historias y vivencias personales y mínimas.
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Citas y Notas
(por orden de aparición)
(1) Bueno, Gustavo, “El Sentido de la vida, seis lecturas de Filosofía Moral”,
Ed. Pentalfa, Oviedo, España, 1996
(2) Vidal, Hernán, “Poética de la Población Marginal, Fundamentos
Materialistas para una Historiografía Estítica”,
(3) Bueno, Gustavo, “El Mito de la Cultura, Ensayo de una Filosofía
Materialista de la Cultura”, Ed. Prensa Ibérica, Barcelona, España, 1996
(4) Vidal, Hernán, “Política Cultural de la Memoria Histórica”, Mosquito
Comunicaciones, Sgto. del Nuevo Extremo, 1997
(5) Kassai, Soledad, “Creación Colectiva, Teatro Chileno en los 80`s”,
Disertación de Titulación de Doctorado en Filosofía, Universidad de
Augsburg, Alemania, 1992
(6) Bueno, Gustavo, “Ensayo de una Teoría Antropológica de las
Ceremonias”, El Basilisco 16
(7) Stabili, María Rosaria, Discurso al recibir la Orden al Mérito Gabriela
Mistral, otorgada por el Ministerio de Educación, Santiago, Chile, 10 de
enero de 2002
41
Marco Teórico
Preliminar
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Desarrollo
A partir de los años ‘50, el país - como muchos en América Latina - presenció
la inserción de su política interna en la lucha entre superpotencias llamada guerra
fría, que por su carga de intereses e ideologías opuestas, implicaba en sí misma una
polarización. Al comienzo, el efecto en Chile fue escaso, pero, a partir de 1959, con
la Revolución Cubana, el impacto de esta influencia golpeó muy fuertemente el alma
nacional. La experiencia revolucionaria en Cuba, pretendía resolver los problemas
que a su juicio eran comunes de Latinoamérica, derivados de la existencia de
dictaduras militares y de serios desniveles económicos y sociales. Dicho
acontecimiento rebasó las fronteras del país en el cual se daba, y vino a ser un
episodio de la guerra fría y a oponer en toda Latinoamérica los conceptos de
insurgencia cubano-soviética versus la contrainsurgencia norteamericana, -con sus
respectivos aliados locales-, constituyendo una forma extrema de polarización social
a nivel mundial.
43
productiva (sólo las exportaciones de cobre constituían el 70%) y con una fuerte
recesión (una capacidad ociosa del 30%).
44
ocupación de las universidades católicas de Santiago y Valparaíso, en un intento
por democratizar el ambiente universitario, culminó con una gigantesca marcha
nacional a Santiago, encendiendo los ánimos estudiantiles.
45
En plena campaña electoral se llevó a cabo el primer Paro General
campesino en la historia de Chile, y 55 días antes de las elecciones se realiza una
huelga nacional masiva convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
46
llamado track one, "primer camino"); y después, ya fracasado este intento, la
desestabilización económica del nuevo Gobierno (track two, "segundo camino"). Esta
estrategia internacional de EE.UU. quedó al descubierto tras la desclasificación de
los archivos secretos de la CIA (Central Intelligence Agency). (2)
47
Este documento grafica de qué manera las relaciones entre los sectores
políticos se basaban en la desconfianza, articulada desde la emoción del miedo; el
temor a que el proyecto del otro fuera una amenaza para el propio.
Según los líderes de la UP, el triunfo en las elecciones abría “una vía al
socialismo en libertad, pluralismo y democracia”. En palabras de Allende, era la
posibilidad de marchar hacia un socialismo con empanadas y vino tinto. Para la
intelectualidad izquierdista, (3) “el proyecto político de la UP se propuso cambiar
los parámetros estructurales del desarrollo capitalista iniciando un desarrollo de
nuevo tipo de carácter socialista que no sacrificaba el sistema democrático sino
por el contrario ampliaba aún más la democracia”. (op. cit. Págs. 110-111)
48
Respecto de la reforma agraria, el Presidente Allende aceleró el
cumplimiento de la ley llegando a completar en menos de tres años el 65% de
todos los predios expropiados.
49
1970, así como el comportamiento post 11 de Septiembre de la mayor parte de los
dirigentes derechistas y de sus bases, parecen señalar que un porcentaje apreciable
de ellos, propendía a una solución violenta. Lo mismo, a menor escala, puede
decirse de sectores centristas (DC).
50
“la burguesía aún no tiene la cohesión suficiente para intentar una
contrarrevolución armada”, y dado que el aparato jurídico-administrativo
había hecho crisis, urgía “una gigantesca movilización de masas con el
objeto de controlar el aparato productivo, y prepararlo para el
enfrentamiento militar entre clases”. (4)
51
Ante el sabotaje económico generalizado, partidarios de Gobierno ocupan
las industrias y tierras, y se multiplican los Cordones Industriales, agrupaciones de
fábricas manejadas por obreros que pretendían ser la vanguardia de los
trabajadores en el cambio social.
52
En Enero del 73, buscando calmar los ánimos, el Gobierno informa que
restituirá a sus dueños, las fábricas ocupadas durante el paro de Octubre, y
reducirá al mínimo, las empresas que se expropiarían. Estas medidas produjeron
graves quiebres internos en la izquierda, de hecho, los cordones industriales no
acatan la decisión del Ejecutivo y el descontrol aumenta a niveles nunca vistos.
53
fuerzas “golpistas”. El peligro de una división al interno de las FF.AA. se empieza a
vislumbrar, pudiendo transformar el clima de guerra civil, en guerra efectiva. Es
sabido que no hay guerra civil si se enfrentan sólo civiles, pues éstos carecen de los
elementos bélicos necesarios para elevar el simple choque armado a la categoría de
guerra. Esta exige la presencia, en cada bando, de cuerpos considerables de las
Fuerzas Armadas y de Orden, vale decir, de soldados profesionales. Lo que exige
que tales fuerzas se dividan.
54
destrucción de la persona moral de los adversarios alcanzó límites nunca vistos, y
se recurrió para ello a todas las armas.
55
Chile, ese “país pequeño” del que el Presidente Allende había hablado ante
la Asamblea General de la Naciones Unidas, no sería nunca más el mismo.
Desde las primeras horas del día 11 de Septiembre, los mensajes de los
mandos militares se hacían escuchar a través de bandos, los que intentaban
normar y legitimar las tareas iniciales de destrucción de la institucionalidad
democrática, la represión a los partidarios del Gobierno derrocado, la
normalización del funcionamiento económico y la consolidación del liderazgo
político militar del General Pinochet. Para esto, sin duda, se requería
necesariamente de una ideología y de una institucionalidad que sirviera como
legitimación y guía para los militares y los grupos civiles en torno a la Junta Militar
y como mecanismo de información a la sociedad ocupada.
En esta primera etapa los bandos militares serán los que asegurarán esta
triple función, ideológico - programática, normativo - institucional e informativo -
propagandística.
56
diversas órdenes e instrucciones, o en forma implícita a través de la mayor parte
de los bandos.
57
por el solo lapso en que las circunstancias lo exijan, apoyado en la
evidencia del sentir de la gran mayoría nacional. Es en virtud de ello que
las normas que se dicten en cumplimiento de esta misión son legítimas y
obligatorias para todos”.
En primer lugar, la auto atribución por parte de las Fuerzas Armadas de una
misión y tarea por encima del Estado que queda sometida a sus propias
determinaciones.
58
dimensión de generar una institucionalidad en la que el país es un territorio
ocupado, que se gobierna por mecanismos militares, tanto materiales como
simbólicos y comunicacionales. Por otro lado, la ampliación de la crisis y de la
situación de amenaza a todos los aspectos de la vida social, lo que permite
legitimar acciones en todos esos campos y extender indefinidamente el tiempo de
emergencia, guerra o crisis, y de esta forma, producir la conversión de un
Gobierno Militar en un régimen dictatorial.
En esta perspectiva, los bandos actúan a la vez como Constitución, ley, y/o
norma de conducta, sin que deban someterse a procedimientos largos de
tramitación y consulta. Son la expresión de la voluntad inmediata del poder y se
pueden aplicar en tanto éste lo disponga. Hay aquí una relación de forma y fondo:
se define una situación, se dice qué hay que hacer, pero sobre todo se dice que
hay alguien que tendrá la atribución de juzgar y evaluar esa conducta junto a la
materialidad de la orden y la norma. Esto resulta central para graficar la ineludible
noción controladora que pueden adquirir los mandos militares y sus estrategias a
la hora de ejercer poder.
Ahora bien, tal vez, la función más interesante para interpretar un discurso
ideológico de los bandos es la de tipo propagandístico - informativo. En efecto, no
sólo hay que intentar darse y dar un mínimo sentido o llenar un enorme vacío
institucional. También hay que estar renovando el llamado a los partidarios,
interpretando situaciones, informando a la gente, advirtiendo y amenazando. El
bando es el instrumento de comunicación de la Junta hacia los militares, sus
seguidores, sus enemigos y la sociedad en general en la primera etapa del
Gobierno Militar.
En este sentido, hay que señalar dos dimensiones de esta función. Por un
lado, el conjunto de los bandos apunta a crear un clima emocional psico - social
que haga más vulnerable y manipulable a la población. Por otro lado, la función
informativa es siempre propagandística, es decir, no pretende dar cuenta de una
59
realidad sino interpretarla a partir de la creencia e ideología de quien la interpreta.
Por eso los bandos entregan ciertas informaciones, pero ocultan otras, ya sea
tergiversándolas, o negándolas.
60
Cruz Roja Internacional estima que unas 7,000 personas se encuentran recluidas
en este lugar al 22 de Septiembre de 1973. Entre Septiembre y Diciembre de
1973, otros centros de detención provisionales se establecieron en estadios y
regimientos militares a lo largo del país, entre los que destaca el Estadio Chile.
Además, los militares abrieron varios campos de concentración en áreas aisladas
tales como Pisagua, Chacabuco, Isla Dawson y otros.
61
Empiezan a saberse los primeros horrores y es de esta forma como la
Iglesia Católica pide a la Junta de Gobierno que respete los derechos de sus
opositores, aconsejándole que proceda con cautela, que mantenga los logros
alcanzados por la clase obrera y que se devuelva lo más pronto posible a la
institucionalidad democrática. La declaración, emitida por el Comité Permanente
del Episcopado, provocó un fuerte rechazo de parte de la junta y de los sectores
políticos de derecha.
62
Años más tarde se demostraría que el Plan Z era sólo un elemento de
propaganda. El terror, de esta manera, empezaba a estructurarse como una
estrategia, para ser aplicada, no solo a los vencidos, sino también como una
herramienta de mantención del apoyo de los vencedores.
63
defensa de los derechos humanos. Se plantea “atender las necesidades de
aquellos chilenos que, debido al los últimos acontecimientos políticos, se
encuentren en grave situación económica o de desmedro personal”. El Comité,
precursor de la Vicaría de la Solidaridad, se propone proteger la vida de los
perseguidos por el régimen militar, buscar la liberación de los presos políticos y
ayudar al creciente número de exonerados.
64
El día 24 del mismo mes, la Iglesia Católica identifica las condiciones
necesarias para una verdadera reconciliación, a través de su informe Chile, ¿País
de Hermanos?, en el marco del Año Santo Chileno. Para la Iglesia es necesario un
retorno al estado constitucional y un respeto incondicional por los derechos
básicos del ser humano. El informe además rechaza la pobreza y desempleo
existentes en el país, los que se han agudizado con las medidas económicas
tomadas por el régimen.
Pero no solo desde el interior del país se elevan las voces de condena al
régimen militar. En Junio del mismo año, la Organización Internacional del Trabajo
condena al Gobierno de Chile, motivando así el retiro de la delegación chilena.
También en Junio, el régimen declara que a partir del 26 del mismo mes,
todos los poderes ejecutivos yacen en el Presidente de la Junta, General Augusto
Pinochet. Por decreto ley Nº 527, la junta legaliza la separación de los poderes
del estado, dando al Presidente atribuciones especiales. Se establece que la Junta
ejercerá los poderes constitutivo, legislativo y ejecutivo.
65
Estados de Excepción, el que permite dictarlos frente a amenaza potencial,
pudiendo ser permanentes y decretarse no sólo cuando existen fuerzas
organizadas sino también cuando estas demuestran “la voluntad de organizarse”.
66
El rechazo de la comunidad internacional hacia el Gobierno de la junta
militar crece año a año. El Gobierno australiano, en Enero de 1975, decide detener
los embarques de trigo a Chile, en protesta por la situación de los derechos
humanos. De igual forma, y por la misma razón, el Gobierno inglés decide
condicionar la renegociación de la deuda externa chilena, mientras los sindicatos
ingleses resuelven suspender la fabricación de aviones para Chile.
67
El poder desmedido de la Junta de Gobierno se hace sentir con fuerza en
Diciembre, cuando amplía su poder para suspender publicaciones u otros medios
de comunicación, por hasta seis días, si estima que ellos están “distorsionando la
realidad o creando alarma pública”. El Colegio de Periodistas y otros organismos
de prensa protestan ante las nuevas atribuciones.
68
Pese a todas las disposiciones que hacían impensable la publicación de
medios contrarios al Gobierno Militar, el día 30 de Julio de este mismo año, la
revista Apsi comienza su circulación, iniciando así lo que sería una reaparición
gradual de la prensa opositora.
El Gobierno Militar empezó a sentirse cada vez más solo, cuando ese
mismo mes el Gobierno de los Estados Unidos aprobó la Enmienda Kennedy, que
prohibía la ayuda militar a Chile. El país que, desde sus inicios, había apoyado
moral y materialmente al Gobierno Militar, empezaba a cerrarle ciertas puertas.
69
bando, apoyado en disposiciones de los Estados de Emergencia, establece que
las nuevas publicaciones quedan sujetas a autorización y censura previa.
70
El escrutinio final de la consulta arrojó un 75% de apoyo al Gobierno, un
20% de apoyo a la ONU, y un 5% de votos Nulos. La votación se realiza sin las
más mínimas garantías de equidad: entre otras cosas, no existen registros de
votantes, los que habían sido incinerados después del golpe y, según Americas
Watch, la consulta se llevó a cabo en un clima de
71
abarcando así todo el período de Estado de Sitio. La ley beneficia a los autores
materiales de crímenes, sus cómplices y encubridores. De esta forma, todos los
crímenes contra los derechos humanos quedarían amnistiados, a excepción del
atentado a Letelier. El Ministro del Interior, Sergio Fernández, describe este hecho
como “el comienzo de la reconciliación nacional”.
72
de denuncias o querellas formuladas ante la justicia chilena, por malos
tratos”. (9)
“se debe presumir que fueron detenidos por las fuerzas de seguridad del
Gobierno (...) hemos llegado a la conclusión de que el Gobierno no
conducirá una investigación en profundidad sobre lo acontecido (…)
sentimos decir que también hemos llegado a concluir que muchos, sino
todos los desaparecidos, han muerto fuera de los marcos de la ley”. (8)
73
York para recibir el premio. Pese a la distinción, el Cardenal pidió la renuncia del
sacerdote Cristián Precht, entonces vicario de la solidaridad. Según Precht, la
petición se habría producido frente al creciente poder de la Vicaría:
74
conmemorar el Día del Trabajo. El evento conmemorativo es considerado un éxito,
juntando unos 3,000 participantes.
75
un acto en el Teatro Caupolicán de Santiago (actual Monumental), encabezado
por el ex - Presidente Eduardo Frei Montalva.
Los resultados del plebiscito del 11 de Septiembre son de un 67% del voto
a favor y un 30% en contra de la nueva Constitución, otorgándole legitimidad al
régimen y sus planes de transición hacia la democracia. De acuerdo con la nueva
Constitución, el General Pinochet comenzaba un nuevo período de ocho años de
presidencia. La Constitución también aseguró el férreo control de futuros
Gobiernos civiles elegidos, hasta más allá del año 2000, al entregar a Pinochet y
a la derecha política, una representación desproporcionada en el Congreso, a
través de los senadores designados.
76
La permanente impunidad y la sensación de aquí no ha pasado nada que
acompañaron la nueva constitución trajo rápidamente sus efectos. El 28 de Marzo
de ese año, líderes del Partido Comunista anuncian su apoyo a la “lucha armada”
contra el régimen. La nueva política de Rebelión de Masas es una reacción al
plebiscito constitucional puesto que éste, se considera, cierra todas las posibles
vías hacia la democracia al institucionalizar el Gobierno por tantos años.
77
El día 11 de Mayo, se realizó la Primera Protesta Nacional como resultado
de un largo proceso de intrépida resistencia al régimen. Organizada
principalmente por la Confederación de Trabajadores del Cobre, contó con el
apoyo de varios grupos políticos. La magnitud y diversidad de la protesta nacional
sorprendió al Gobierno y a sus propios organizadores. El régimen respondió con
un gran despliegue de militares especialmente en las poblaciones periféricas de
Santiago. Dos personas murieron baleadas, hubo 50 heridos y 600 detenciones.
El día 10 de Agosto de ese año, Sergio Onofre Jarpa juraba como Ministro
del Interior y al día siguiente se realizó la Cuarta Protesta Nacional, la más dura y
mortífera de todas las realizadas. El ejército desplegó 18.000 efectivos en
Santiago a pesar del plan de apertura política programado por el nuevo Ministro.
78
elecciones libres. Sin embargo, en Octubre, y durante una gira a provincias, el
General Pinochet descarta cualquier cambio a la Constitución, tras lo cual la
Alianza Democrática suspende sus conversaciones con el Gobierno Militar.
79
Ese mes de Noviembre, la Alianza Democrática convoca a un acto en el
Parque O´Higgins que es considerado uno de los más masivos con una
concurrencia de unas 500,000 personas.
Pese a lo anterior y luego del masivo acto del día internacional del trabajo
(250,000 personas) en el Parque O’Higgins, un grupo de abogados presentó una
querella contra el General Pinochet, acusándolo de manejos corruptos en relación
a su propiedad de Melocotón. Aseguraron tener documentos que implicaban a
Pinochet en la compra de 13 hectáreas de propiedad del Fisco, al precio de $
585,000.-, por las que previamente se pagaron tres millones de pesos.
80
Al día siguiente, el Gobierno Militar elabora una nómina de 5,000 chilenos
que tienen prohibido el acceso a su patria. El listado fue distribuido a empresas de
aerolíneas con la orden de no venderle pasajes a estas personas.
81
El 4 de Mayo de 1986, se creó la Asamblea de la Civilidad, mecanismo de
concertación de la oposición al régimen a través de organizaciones sociales. Así
lograban coincidir la Alianza Democrática y el MDP, distanciados en materia
política. Este es el antecedente más directo de lo que se conocería después como
Concertación de Partidos por la Democracia.
82
comandos del FPMR dispararon hacia la comitiva. El chofer de Pinochet logró
maniobrar el vehículo para sacarlo del lugar. Sin embargo, cinco guardaespaldas
murieron y otros diez quedaron seriamente heridos. Más tarde los participantes de
lo que el FPMR llamó Operación siglo XX abandonaban tres autos con armas en
las afueras de Santiago, mientras fuerzas de seguridad realizan una intensiva
búsqueda en la ciudad. El Estado de Sitio se reinstauró mientras la CNI condujo
una serie de redadas. El régimen refuerza sus políticas represivas y desencadena
una serie de violentas represalias. En efecto, al día siguiente al atentado, el
autodenominado Comando 11 de Septiembre, en lo que se llamara la Operación
Venganza ‘Ojo por Ojo’ ultimó a cuatro dirigentes opositores, entre los que se
encontraba el periodista José Carrasco.
83
objeto de sofocar serios disturbios, que más tarde serían adjudicados a la CNI. El
gas llegaría hasta el podio donde estaba el Papa. Tras insistir en continuar con la
misa, en medio de incidentes, habló fuerte, diciendo: “El Amor es más Fuerte”.
84
El día 2 de Febrero de 1988 se formó la Concertación por el No, que
incorporaba al Partido Demócrata Cristiano, el Partido Socialista, el PPD, y los
diferentes grupos radicales. El Partido Comunista no forma parte de esta alianza.
El 16 de Junio de 1988 la Concertación crea una estructura directiva nombrando al
dirigente demócrata cristiano Patricio Aylwin como vocero.
85
Al año siguiente, en Diciembre de 1989, Patricio Aylwin fue elegido
presidente de Chile, en la primera elección democrática en 16 años de régimen
militar. La Concertación de Partidos por la Democracia, liderada por Aylwin,
ganaba 72 de los 120 asientos en la Cámara de Diputados. En el Senado, sin
embargo, no alcanzó a lograr la absoluta mayoría, captando 22 de los 38 asientos
debido a la cláusula constitucional que permitió a Pinochet y otros miembros de su
Gobierno designar a nueve senadores.
86
Citas y Notas
(por orden de aparición)
87
(8) Información proporcionada por
http://www.derechoschile.com/espanol/crono2.htm
(9) Notas Diplomáticas Nº 514 y 550, del 11 y 20 de Junio de 1979, del
Gobierno de Chile a la Organización de Estados Americanos, Archivo del
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile
(10) Revista Qué Pasa en Internet,
http://www.quepasa.cl/sitios/especiales/aniversario/pais/frases2.htm
88
¾ Ictus
Tras haber hecho este pequeño viaje por nuestra historia más reciente, a fin
de insertarnos en el contexto histórico, social y político que nos enmarca en este
estudio, es que corresponde adentrarnos en las motivaciones y el devenir de la
compañía teatro Ictus.
Sin embargo, para poder entender esta vinculación entre discurso estético,
testimonio y memoria histórica, debemos adentrarnos en lo que fue la existencia
del teatro Ictus en el período señalado, el Chile de los ‘70 y ’80.
89
Es en este período histórico del arte chileno, donde se puede observar una
fuerte tendencia hacia la atomización que se expresa en la desvinculación tanto a
nivel de la práctica creativa en sí, como del intercambio reflexivo entre los grupos
creadores. Lo que sucede es que la actividad reflexiva, que sin duda, es un
quehacer de la creación, se restringe en su difusión al circuito más estrecho de las
relaciones interpersonales de los realizadores, primando la institución del maestro,
la que lleva necesariamente a una elitización de la práctica creativa.
90
Este proceso de fetichización incide obviamente en la preservación cultural,
ya que la obra creativa pierde el peso significativo y la trascendencia al no estar
inmersa en el contexto social e histórico que le ve nacer.
91
sus planteamientos éticos, estéticos, metodológicos, como una manera de
preservar la memoria histórica de Chile.
En esta parte del presente trabajo revisaré las concepciones y métodos que
fundan la actividad creativa del teatro desarrollado por Ictus, su disposición
ideológica, la que sin duda, por tratarse de un grupo humano, es fruto tanto de su
aporte personal como de su inserción en corrientes y tradiciones culturales más
amplias.
1. Lo General
92
A lo largo de su historia, Ictus ha visto pasar a diversas personalidades del
mundo artístico chileno tales como Claudio Di Girolamo, Nissim Sharim, Delfina
Guzmán, Cristián García – Huidobro, Jorge Gajardo, Maité Fernández, Alejandro
Castillo, Elsa Poblete, Claudia Di Girolamo, Marco Antonio de la Parra, Roberto
Parada, José Manuel Salcedo, entre otros.
El caso del Ictus ilustra bien esta realidad. Bajo distintas modalidades
orgánicas, primero aficionado (hasta 1962), y luego profesional, esta compañía
teatral ha logrado una estabilidad y continuidad operativa permanente. Ello le ha
permitido:
93
Captar un público definido que les ha apoyado en forma permanente
y decidida
94
insuperables. De allí que una preocupación básica de la compañía sea su
financiamiento.
Junto con esto, Nissim hace una referencia entre el problema del
financiamiento teatral y las condiciones estructurales de la economía y la sociedad
chilena. Frente a esto, señala que
95
indirecta no es posible sostener económicamente la actividad teatral, en especial
en aquellas compañías que pretenden seguir una línea experimental contrapuesta
a una lógica estrictamente comercial.
“la gama de recursos que se podían obtener para hacer teatro iba más
allá de la simple taquilla. No teníamos que recurrir a obras taquilleras o
comerciales como otros grupos independientes para obtener los
recursos para hacer teatro. Los obteníamos en forma paralela,
96
golpeando puertas aquí, o golpeando puertas allá, rogando, suplicando,
etc”. (op. cit. Pág. 5)
Ahora bien, este período de la existencia del Ictus donde la televisión era un
elemento primordial a la hora de obtener los recursos necesarios para hacer
teatro, se complementaba con otros tales como la subvención que otorgaba
anualmente el Estado a las compañías independientes, fuera de la exención de
impuestos a la venta de entrada. El primero de éstos beneficios terminó, en 1973,
con el golpe de estado y el cambio de Gobierno.
A partir de esa fecha, sin tener acceso a la televisión salvo una breve
temporada en 1975, y finiquitada la subvención estatal, el grupo se financió casi
exclusivamente gracias a la taquilla, debido a la gran afluencia de público que
asistía a sus espectáculos, y más tarde, a la ayuda de cooperación internacional.
97
En ese sentido es que Sharim señalaba en esa época que
Ahora bien, y siguiendo con este análisis de la compañía teatro Ictus que
nos permita hacer una relación entre su creación, su testimonio y la memoria
histórica de Chile, cabe hacer un pequeño acento en la relación entre la compañía
y su público. En este sentido y más allá de la variedad y efectividad de los
mecanismos de financiamiento puestos en práctica por el grupo, la clave de su
mantención y desarrollo como institución, parece radicar en dos factores decisivos.
Lo primero, es la extracción socioeconómica de sus componentes y del grueso de
su público: el sector socioeconómico medio y medio – alto. Y sobre todo los
estrechos vínculos orgánicos que se han establecido entre ambos, no sólo
económicos, sino también ideológicos y políticos, en especial en el período que he
escogido como marco histórico.
98
La ideología de Ictus se parecía mucho a la de ese sector político, a finales
de los ’60, y por un tiempo pasó a ser sinónimo de la denominada promoción
popular, pero fue una coincidencia coyuntural que luego se terminó con el proceso
de radicalización política que experimentó el país y el grupo, a principios de los
‘70.
99
entre público y compañía establece un referente no solo histórico, es decir no solo
como parte del conocimiento de los hechos inmóviles de una nación, sino por el
contrario, se establece como referente de libertad social e individual y su discurso,
el discurso de esa relación, pasa a dar fuerza al discurso personal y colectivo,
estamos en presencia de un testimonio y por tanto de una experiencia que
construye memoria histórica.
100
“¿es posible hacer teatro popular en el marco de una institucionalidad
burguesa?”. (...) “El problema es complejo, porque no se trata solamente
de ubicar la sala en uno u otro sector de la ciudad, porque los sectores
populares no van al teatro. Y tampoco es por un puro problema de falta
de plata o de educación, porque resulta que ese mismo público va a otro
tipo de espectáculos artísticos, incluso más caros o ubicados en salas
más lejanas. Pero como la principal función de un teatro es que sus
obras se vean, como comunicadores, tenemos que garantizar que
nuestro mensaje llegue a un número lo más amplio posible de
receptores y nos preocupamos de lograrlo con las limitaciones
anteriores”. (op. cit. Pág. 8)
Esta intención de poder aportar una visión de mundo que, debido a sus
fundamentos teatrales, y por tanto estéticos y éticos, pueda ser representativa de
realidades más amplias que las contenidas, ya sea en determinados sectores
sociales, como en los diversos sectores políticos, es sin duda una aspiración
101
trascendente y de enorme testimonio. Vemos presente una voluntad que va más
allá de un compromiso estrictamente teatral, o mejor aún, vemos que el
compromiso teatral que existía en la Polis griega, se hace presente, pero ya no en
la representación de lo cotidiano solamente, sino, y a partir de eso, de una
concepción amplia de la realidad.
102
Antecedentes Históricos de Ictus.
1. Los Inicios
El teatro Ictus nació en 1955 como una escisión del tercer año de actuación
del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica (TUC), cuyo profesor jefe era el
director Germán Becker. Rechazaban, sin tener muy claro los motivos ni las
alternativas, la política de producción teatral de la entidad universitaria.
2. El Desarrollo
103
Tal como lo señala uno de sus integrantes, tres son las etapas principales
que ha seguido su trayectoria. Cada una de ellas representa la respuesta a una
necesidad concreta.
104
“embrión público que sería en definitiva el público del Ictus”. (op. cit.
Pág. 11)
La falta de línea clara en esa época era notable. Nissim Sharim señala que
“si dirigía una obra Celedón, el Ictus era uno y sí dirigía George Eliot,
otro. Si se llamaba un director invitado, un tercero, nada que ver uno con
otro, a pesar de que la línea de selección de obras se mantenía más o
menos estable. En suma la continuidad del teatro, estaba en manos de
los directores administrativos y no tanto de los artísticos”. (op. cit. Pág.
12)
105
“nació la necesidad de empezar a rodearnos de gente que nos
asesorara y la necesidad de que nosotros mismos, los directores,
tomáramos con más seriedad nuestra actividad que siempre siguió
mixta, administrativa y artística. Había que asumir la responsabilidad de
hacer teatro todos lo días de manera organizada”. (op. cit. Pág. 12)
Esto último, que podría parecer a primera vista, como algo negativo, tuvo
cierta importancia en la cohesión interna del grupo, pero por sobre todo, resultó
ser uno de los motivos para fundar una opción artística que después se asumirá
de modo consciente, y que dará origen a la dirección y creación colectiva de las
obras.
Continúa Di Girolamo,
“de todas las personas que han pasado por el Ictus, y que pudieron
haber ocupado ese rol de director artístico, a pesar de la influencia
decisiva de algunos de ellos como Jaime Celedón, Jorge Díaz, Nissim
Sharim, no había nadie que, en ese momento al menos, tuviera la
capacidad de poner en escena una obra, solo. Entonces fue la carencia
lo que produjo la posibilidad de interrelacionarnos estrechamente, y
seguir siendo un grupo. Esto se ha mantenido siempre a pesar de las
deserciones, Díaz, Celedón, Varela y Salcedo”. Sin embargo, “en la
consolidación y desarrollo de la línea artística del grupo fue decisiva la
presencia del dramaturgo Jorge Díaz. Gran parte de su producción
dramatúrgica, considerada una de las más renovadoras del ámbito
teatral nacional de los últimos años, fue creada y dada a conocer en el
Ictus”. (op. cit. Pág. 13)
106
De la experiencia de teatro con Jorge Díaz, que culmina con el montaje de
Introducción al Elefante y otras Zoologías, en 1968, el grupo extrajo muchos de los
elementos en que se basaría posteriormente su propia búsqueda expresiva. Por
una parte, la creación colectiva, y, por otra, la experimentación de las formas de
construcción dramáticas y de recursos expresivos como el humor.
“lo importante fue que aportó una manera de expresión que rompía
ciertos esquemas que en Chile se consideraban tabú. El estilo, la
estructura dramática de sus obras, constituyó una ruptura total, frente a
los cánones de los grandes académicos del teatro Chileno”. (op. cit. Pág.
14)
107
Elefante... y una obra anterior Libertad, Libertad, reflejaban, por primera vez, en
sus temáticas los problemas contingentes que vivían extensas capas sociales de
las naciones latinoamericanas. Y es aquí donde la labor de Ictus comienza a ser
claramente constructora de testimonio de memoria histórica.
“Desde ese momento siempre ha estado tratando de ser fiel a lo que nos
sugería el momento histórico. Eso y un teatro de la contingencia tal
como yo lo entiendo es la misma cosa. No un registro sociológico de lo
que está pasando sino que dejar que lo que está pasando en un
momento determinado, informe tu punto de vista artístico y tu manera de
ser”,
108
mediar la existencia de un equipo humano homogéneo, unido por una experiencia
artística común, y más o menos prolongada.
109
En plena temporada de exhibición de Tres Noches de un Sábado, se
produce en Chile el Golpe Militar. A partir de este momento, la experimentación
teatral del grupo se va a desenvolver en un contexto económico – cultural y socio -
político completamente modificado.
110
que veían afectados sus derechos individuales y sociales con la implantación del
régimen militar.
111
La creación colectiva, el testimonio de un relato personal, que se hacía
colectivo en la sala de teatro, y la manera en que éste se transformaba en aporte a
la memoria histórica, es lo que analizaré a partir de este momento.
“Ictus nació y vivirá mientras pueda mostrar por medio del teatro que
nuestra generación cree en una posibilidad de cambio. Las obras que
aquí presentamos ahondarán en los problemas vivenciales del hombre,
porque en la medida que nos reconozcamos podremos mejorarnos”. (2)
112
Con posterioridad se expondrán las definiciones propiamente teatrales que
forman su creación y el tipo de teatro en que éstos se vuelcan.
• Propósito Existencial
113
• Expresión Teatral: Expresión Personal de un Ser Social
“me pasa lo mismo que cuando a uno le preguntan para qué vivo. Es
muy difícil responder eso, al margen del mismo proceso de la existencia.
Yo me explico la vida en la medida que la vivo. Yo solo me puedo
explicar la actividad teatral en la medida que la vivo plenamente. Sí me
preocupa como ser viviente y por tanto como hombre de teatro, dejar
huella, hacer algunas cosas. A mí me gustaría tener una incidencia
social e histórica. Que el trabajo mío se inserte en un contexto histórico,
y sirva para algo y para alguien. Que sirva en el sentido de mi propia
orientación vital. Si yo tengo principios ideológicos o doctrinarios,
también los tengo en el teatro. La vía que yo elijo para darle cause a
esto es la vía teatral”. (op. cit. Pág. 21)
114
impida proyectarme en la trascendencia. ¿Qué arriesgo?, que mi
subjetividad sea tan pobre que no interese a nadie. No existe nadie tan
subjetivo que no tenga contacto con los demás seres humanos. La
subjetividad es un motor para hacer arte. Asumirme en toda mi
subjetividad que es mi punto de vista sobre las cosas” (op. cit. Pág. 22)
115
estás recogiendo elementos del inconsciente colectivo. Después de
procesarlo, de acuerdo a ciertos métodos lo devuelve al medio. Por lo
tanto las posibilidades de que exista una identidad en este
descubrimiento, entre el emisor y el receptor, son muy grandes”. (op. cit.
Pág. 22-23)
Sorprende la claridad que expresan los miembros del Ictus frente al tema de
la subjetividad y cómo esta se entrelaza, como diría Maturana, en una red de
multiversos (multiplicación de universos personales), generando de esta manera,
subjetividades compartidas.
• Propósito Ideológico
116
• Creación Artística: Expresión de la Ideología de Grupo
117
esa militancia me ayuda a mí, a crecer, a superarme, a auto criticarme”.
(op. cit. Pág. 24)
Por último y reforzando este punto, Claudio Di Girolamo nos afirma que
“la causa del Ictus es la realidad Chilena. Esa es la gran causa: mi país.
Por supuesto que entiendo que mi país es Latinoamericano, que más
allá está Europa, y más allá está Asia. Parte de aquí, pero abriendo un
abanico de posibilidades de perspectiva”. (op. cit. Pág. 25)
118
“que el quehacer ideológico hoy día en Chile, es clarísimo cuando ves
que en éste país un gran núcleo de personas acepta las barbaridades
que se han aceptado. Que maten gente, que exilien gente, que torturen
gente, que excluyan gente, que echen a la cama a la gente a una hora
determinada, que haya una moralina sexual, una beatería en todo, etc.”.
(op. cit. Pág. 25)
Ahora bien, cuando nos proponemos reflejar la realidad estamos sin duda
ante un dilema bastante complejo: ¿que realidad reflejar? ¿La que se impone o la
que se vive en lo cotidiano de la vida mínima y personal? Me parece que es esa
vida mínima y personal la que al hacerse testimonio, se hace reflejo de la realidad
más amplia. En esto, el ejemplo que pone Delfina Guzmán es sumamente
ilustrativo:
119
hablan de Reforma Agraria, ni del desabastecimiento, ni del
imperialismo, en plena época de la UP, recoge un rasgo relevante en su
tiempo. Y la obra se convierte en un éxito de dos años, lo que revela que
era un problema social, que aquello era sentido por la gente como algo
importante”. (op. cit. Pág. 25)
• Definiciones Teatrales
“uno es un ser ingerente. Los pequeños resortes que uno toca producen
efectos sociales. Y la forma para tocar los resortes es común, los
propósitos generales también. Yo no trato de hacer un legado para la
posteridad, sino de comunicarme con los seres humanos que tengo al
frente. Si además trasciende en el tiempo: fantástico, tanto mejor”. (op.
cit. Pág. 26)
120
teatro aspiró tanto a detectar esas limitaciones, como a descubrir y proveer una
vía de superación, a partir de una edición de conductas nuevas. Dichas conductas
buscaban romper con la norma social o conductual dominante, generando con ello
una ampliación de las posibilidades de pensamiento y acción en esa contingencia.
De esta forma cumple un rol de innovación social.
Para Sharim lo importante en este aspecto, tiene que ver con la manera en
que
121
con el público que va a nuestra sala, porque le planteamos: mira, a mí
me pasa esto, ¿a ti te pasa igual o no? Eso quiero decirle al público.
Decirle también que como dice la canción, codo a codo somos más que
dos. En la sala se produce una comunicación que va más allá de las
180 personas consideradas individualmente. Se produce un momento
cualitativo superior, un pensamiento y un sentimiento colectivo. Quiero
ayudar a ser más, a entender que cresta es lo que pasó y está pasando,
porqué estoy así. Quiero que los problemas míos sean de los demás y
al revés. Queremos lograr que el público se atreva a romper esquemas,
a perder el miedo a hacer cosas. A mí me da miedo el miedo que tiene
la gente para abrir las nuevas posibilidades de acción y de
pensamiento”. (op. cit. Pág. 27 - 28)
El inconsciente colectivo del que nos habla Di Girolamo, es sin duda, ese
meta - relato colectivo que, a partir de la comunicación establecida entre los
actores y el público, traspasa la formalidad teatral, convirtiéndose en una
conversación a partir de lo cotidiano. Ese “¿qué te pasa a ti?” implícito en las
obras del Ictus permite, entre otras cosas y dentro del contexto socio - político de
la época, provocar sentimientos de comunidad, vencer la soledad y el miedo, y por
sobre todo, aporta al reconocimiento de historias colectivas.
d) Teatro Panfletario
122
“el arte tiene un canal específico, por donde se expresa la ideología. No
basta con tener ideología en general: debe saber verterse artísticamente
en una obra. Una de las particularidades que tiene la ideología en el arte
escénico, es que debe expresarse a través de la acción y conciencia
posible de los personajes. Por ejemplo, si en Pedro, Juan y Diego
cuando el capataz pone horas extraordinarias, sin remuneración, yo
hubiese reclamado panfletariamente mi derecho a reaccionar
ideológicamente como personaje, habría hecho un discurso: que la
explotación..., etc., etc. Y ahí se habría acabado la obra. Si uno
reflexiona y aplica, con un carácter artístico la ideología, tu sabes que el
personaje, se va a chupar [introversión]. Por eso tengo que explorar, ver
lo que pasa a mi alrededor, y eso expresarlo en la obra. Lo otro, lo que
yo quisiera decir en una situación dada, parece correcto
ideológicamente, pero paradojalmente es voluntarismo. Aplicado a un
plano político, puede dar resultado. Aplicado a un planto estético,
transforma las obras en panfleto”. (op. cit. Pág. 29)
123
Brecht, por ejemplo, hizo su teatro en Alemania con una cultura de siglos
en que la gente estaba acostumbrada a ver 10 horas seguidas de
óperas de Wagner, entonces ese público aguantó cualquier cosa. Pero
nosotros no, que somos disgregados, que queremos saber altiro [de
inmediato] qué va a pasar, si nos gusta y atrae o no lo que estamos
viendo. Entonces no podemos llegar y explicar aquí estos postulados,
que pueden ser correctos en otros contextos. Por eso nos preocupa
ubicar cual es la forma dramática más adecuada a nuestra idiosincrasia,
para hacer un teatro cuyos temas, problemáticas y métodos sean
chilenos, surgidos de nuestra realidad”. (op. cit. Pág. 29 - 30)
• Estilo de Producción
124
a) Organización del Trabajo
A nivel del proceso de creación, este hecho tiene por consecuencia el que
los socios, miembros más antiguos, forman un comité creativo, al que se integra
un dramaturgo invitado. Él está encargado de dar la línea artística y metodológica
que oriente, y sancione en último término el producto resultante de la creación
colectiva. En el acto de la creación colectiva propiamente tal, participan todos los
miembros del grupo, socios y contratados, aunque en ocasiones los actores que
realizan roles menores se integran cuando la obra ya está elaborada.
b) Actitud Creativa
125
o El Arte: una Pregunta Permanente
Guzmán continúa:
126
Ictus se concibe a sí mismo como una entidad creativa en permanente
proceso, que incluso admite en su interior, el caos. Se va constituyendo
a pedacitos, en base a la progresiva acumulación de las experiencias
previas y de una permanente reflexión y revisión de la propia práctica”.
(op. cit. Pág. 32 - 33)
127
Para lograr lo anterior, la metodología empleada por el Ictus, contempla dos
fases claramente delimitadas que se dan sucesivamente en el tiempo:
a) Descubrimiento Personal
128
que responden a un marco ideológico o cultural diferente a los de los integrantes
del grupo, por ejemplo los antagonistas en el plano ideológico, personajes
populares y de plano socio-cultural diferentes a los de los actores en cuestión.
b) Ejercicios de Improvisación
El estímulo, para que aflore y se exprese el nivel anterior son los ejercicios
de improvisación, realizados por uno o más actores, en los que se dramatizan los
vómitos. En un comienzo son sencillos, expresan sensaciones, planteamientos de
una situación, relación o conflicto básico. Cuando uno de ellos toma una buena
veta, se desarrolla y complejiza con el aporte crítico del resto del equipo. Esta
improvisación se asume sin preconcepciones, con espíritu de juego.
129
ahí. Entonces frente a esta realidad editas una serie de conductas, a
veces que ni tu mismo conoces. Empiezan a aparecer miles de
expresiones de una realidad; es una realidad más real”. (op. cit. Pág. 35)
c) Conciencia Crítica
130
publico y la relación que a partir del testimonio se establece. Es una
responsabilidad mayor que la tradicional responsabilidad profesional, ya que tiene
estricta relación con la vivencia colectiva y social, y con un mensaje sociopolítico
que, dentro del contexto nacional, era muy trascendente.
Luego del proceso antes descrito, se pasa a dar la forma final a la obra. En
primer lugar y mediante el descubrimiento de la lógica o del punto de vista básico
que surge del material recopilado, éste articula la estructura de la obra que se
define en torno al acaecer objetivo o situación dramática objetiva que en ella
ocurre. La estructura formulada determina la selección, combinación y
enriquecimiento del material disponible, realizándose una proposición de obra.
131
a) Dirección y Puesta en Escena
132
b) Característica de la Estructura Dramática
Esta concepción del entorno social tiene una relación estrecha con el
paradigma desde el cual el Ictus realizó su quehacer. Sharim al respecto dice que
133
La aproximación multifacética de la realidad se manifiesta en el trabajo de
estructurar las obras de Ictus, el que está basado en secuencias de acción, ya que
de esta manera, la obra parte desde la complejidad del hombre integral. Este
punto de partida supone que la aproximación a la reflexión e interpretación de la
realidad no se realiza desde una sola perspectiva determinada, lo que no se
opone a que la obra posea una estructura básica única.
Uno de los principales objetivos teatrales del Ictus es ejercer una función
crítica y de transformación, no sólo de conciencia, sino que de práctica existencial
entre sus espectadores. Asimismo la compañía valora fuertemente la
intercomunicación con el público de manera de incorporarlo tanto emocional como
intelectualmente en el quehacer teatral vital que plantea la obra. Por esta razón,
una preocupación central del grupo es desarrollar formas del lenguaje teatral que
permitan establecer este contacto y provocar estas transformaciones en el público
receptor.
La Emoción
134
reflexión quizás, pero a veces he actuado con mayor autenticidad y
también con mayor eficacia. Ahora bien, esa emoción no se utiliza para
provocar alienación como en las telenovelas: tiene una orientación bien
definida ideológicamente”. (op. cit. Pág. 45)
Una de las mejores definiciones sobre el humor es tal vez la que los
mismos integrantes del Ictus han dado. Dicen que es el suero para meter el virus.
“mi definición del humor es el humor contacto, donde el humor quita toda
defensa al individuo. Por un lado éste va al teatro en forma dialéctica
para que lo desenmascaren, pero cuando llega muy a fondo se cierra.
Entonces la única forma de abrir esa defensa, es la risa, la risa, la risa.
Un tipo que se está riendo está indefenso: tú le pegas un puñete y lo
tumbas al suelo. Y si esa risa surge del proceso de identificación que
estableces con los personajes inmersos en situaciones dadas, tú te ríes
de tus limitaciones, reconociéndolas como tuyas. Ahí hay un principio de
modificación, porque las asumes”.(op. cit. Pág. 46)
135
La estructura del humor, en el caso del Ictus, se define como un humor
situacional que responde a la misma lógica que la estructura general de las obras.
Como lo señala Delfina Guzmán
“el humor del Ictus, es un humor que se plantea a partir de una puesta
en escena. O sea, de la constitución y análisis de la situación. En
cambio el otro humor, el típico de Vaudeville, parte del personaje y de lo
que éste dice, de los chistes que cuenta. El humor situacional significa
que se establece una oposición, una contradicción, entre la subjetividad
y el acaecer objetivo, de lo que tú sientes como real y lo que la realidad
es. Contradicción que no es buscada para producir comicidad, sino que
se produce al margen de la voluntad de los personajes: o porque el
choque es concreto, material”. (op. cit. Pág. 46)
Lo que parece más difícil, sin duda, es poder enfrentar la realidad de las
décadas ’70 y ’80 con un planteamiento de humor arriba de un escenario. Nissim
Sharim explica a ese respecto que, para él,
“todas las situaciones, hasta las más crueles y trágicas, pueden ser
manifestadas como tales y tratadas mediante el humor. En la
Introducción al Elefante se oponía reiteradamente la situación de la
tortura que se le aplicaban a unos gallos [personas] que gritaban y
sufrían como locos, con la discusión exquisita de un grupo de
intelectuales de izquierda, discutiendo la táctica a seguir. Era muy
cómico el contraste, pero también tremendo, lo que contiene un principio
crítico y generador de conciencia”. (op. cit. Pág. 47)
“El humor también surge de la relación con el público porque este pone
en juego su conocimiento y vivencia de la contingencia social. Este
elemento afloró profundamente durante esos años en que se estableció
una verdadera comunicación en clave, de asociaciones metafóricas, que
apuntaban a caracterizar o develar situaciones típicas del momento,
cargadas de ideología. Y el público, al identificar la clave por descubrir la
136
relación, se ríe. Es una risa colectiva, llena de complicidad: que se
transforma en un fenómeno social”. (op. cit. Pág. 47)
Por otra parte, y siguiendo la lógica de Sharim, vemos que de esta manera,
se desmitifican las normas sociales, y con ello, también, se introduce una
conciencia crítica y una posibilidad de modificación de la conducta social.
137
posibilidades de cambiar aquello que no nos gusta. Este proceso ocurre, en el
caso de Ictus, a nivel social. Claudio Di Girolamo dice que
“Nos reíamos de las normas sociales que dicen esto hay que hacerlo
así. (...) Las normas tratan de aparecer muy objetivas y resulta que
nosotros descubrimos que las normas sociales reales son subjetivas. Al
poner en evidencia las distintas normas de cada individuo, se enfrenta
directamente, y diría yo, en forma espontánea, con las otras relaciones
sociales quedando estas al descubierto”. (op. cit. Pág. 48)
En definitiva, vemos que los miembros del Ictus enfatizan que el elemento
humor en sus obras se logra y lo descubren gracias a una profunda y constante
actitud de juego escénico durante las improvisaciones. En síntesis, el humor en el
Ictus es usado para provocar una relación de estímulo constante al receptor que
por una parte le abre las defensas protectoras que se pone ante la autocrítica y
por otra, permite desenmascarar y desmitificar normas sociales de
comportamiento e interpretación de la realidad. Esto corre paralelo en secuencias
en que prima el elemento de identificación emocional. Así se va aplicando
alternadamente uno u otro elemento provocando e involucrando al receptor en un
juego de permanente relajación - tensión.
138
“lo importante es lo que se hace día a día en la experiencia con el
retorno del público, porque el teatro se hace en dos patas [fases]: el
teatro no es para adentro. La modificación que el público ejerce en la
obra no ha sido profundizada suficientemente. El receptor entrega a la
obra incluso lo que el mismo comunicador no ha notado. Por eso las
funciones de preestreno constituyen una invitación al público para incidir
en la obra”. (op. cit. Pág. 49)
139
cumpliendo una función determinante dentro del conjunto, que aporta
determinadas cosas. Pero sólo en la medida en que estas cosas se
conjugan en forma armónica hay complejidad. De manera que estas
cosas o son iguales o son tan demasiado distintas que llegan a ser ya no
dialécticas sino que contrarias. Entonces se produce el desastre más
grande. Es por tanto fundamental [esa complejidad], en el resultado
artístico y creativo de la obra en composición homogénea del grupo
creativo y de elementos con alto desarrollo profesional y humano”. (op.
cit. Pág. 51)
140
Citas y Notas
(por orden de aparición)
141
¾ Relato, Testimonio y Memoria
Para esto he escogido dos obras realizadas por el Ictus en los años 1984 y
’85 respectivamente, Primavera con una Esquina Rota y Lo que está en el Aire. A
partir de ellas, y tras hacer un breve resumen de sus argumentos y de las
características de los personajes más relevantes, iniciaré mi reflexión final sobre la
memoria histórica y la manera en que estas obras traspasaron el muro de la
ficción, mezclándose con la realidad y tiñendo, de esta forma, la vida de cierta
porción de nuestra sociedad nacional.
142
La historia socio – política de nuestro país contribuye además a escoger
estas obras por la significación que adquieren por la presencia dentro de sus
respectivos elencos del notable actor nacional, Roberto Parada, quién, en medio
de Primavera con una Esquina Rota, donde interpretaba al padre de un preso
político, recibe la atroz noticia de que su hijo, José Manuel Parada, militante
comunista y trabajador de la Vicaría de la Solidaridad, era encontrado muerto
degollado en un camino periférico de Santiago.
• Argumento
143
de ambos, influyen en el cambio de la relación, bajo la característica de ser
situaciones que se viven en lo personal y no en conjunto, ya que Santiago se
aferra con fuerza a su amor por Graciela, pese a la tortura y brutalidad vivida en la
cárcel, y esta, fiel al inicio de la obra, se ve cada vez más afectada por la ausencia
del marido: se siente abandonada, con conciencia de que no se trata de una
situación voluntaria, pero con elementos – soledad, tristeza, abandono,
desesperanza - que la hacen cambiar y alejarse de su marido. Se viven momentos
de íntimos recuerdos de la pareja que evocan la última estación veraniega vivida
junto a otras parejas de amigos antes de la separación y previa a la intervención
militar uruguaya. En la ausencia de Santiago, Beatriz, la hija de ambos, forma
parte importante de las reflexiones en torno al tema del exilio, la patria, la familia,
la pareja y el desarrollo, que se ven expresadas en sus diálogos de niña de 9
años, con su abuelo Rafael, su madre y Lidia, pareja de Rafael.
144
• Personajes
145
poder hacer ya mucho más por variar su estado vital. Es la fe del alma del
pueblo que ve en el futuro una salida, sin fecha, pero posible.
• Argumento
146
secuestran con la complicidad de una de las azafatas del vuelo de Soto, quien a
su vez es impedido por ella de reaccionar. Ante esto, el profesor decide no viajar y
se dirige de inmediato a la oficina del abogado Benzi para estampar una denuncia.
Benzi, quien había sido compañero de estudios y amigo de Farías, extrañamente,
y con una ironía descalificadora, no le da mucho crédito a las declaraciones del
profesor. Luego de esto, Soto decide irse a la casa de Salcedo, otro ex alumno,
con quién compartía una pasión especial por la música. Este último, lo recibe en
medio de una fuerte depresión que lo invita a suicidarse a raíz de una mala
relación de pareja con su mujer, Cecilia.
147
desconocidos. Este hecho produce la total destrucción interna de Salcedo, quien
afirma una y otra vez que, pese a todo, ama a su mujer.
• Personajes
148
Salcedo: Amigo de Soto, angustiado por las penurias económicas y
afectivas, está próximo al suicidio, pero es rescatado momentáneamente
por Soto, que le solicita ayuda. Hombre atribulado que representa la
imposibilidad de salir adelante en un sistema social aplastante. Representa
la búsqueda de los valores románticos de la vida, como el amor. De frágil
estado psicológico y emotivo, ve en su relación amorosa, la única razón de
vida. Proyecta una permanente sensación de fracaso.
149
Relato Social y Correlato Personal
150
lo anterior, se hace presente un lugar de articulación imaginaria, en que todos
estos elementos se relacionan ideológica y dialécticamente entre sí, un lugar de
articulación utópica, espacio mítico de representación de aspiraciones todavía no
cumplidas, pero idealizado en un deber ser.
151
Y esto por el hecho de que conceder la identidad de persona también
significa reconocer a individuos y grupos sociales, la capacidad y la legitimidad
para habitar material y espiritualmente, tanto el territorio nacional, como el tener
acceso y participar en el universo simbólico hegemónico vigente. Con ello los
individuos y los grupos comparten, demandan, exigen y obligan a un
comportamiento afín con la dignidad de ser personas. Y ese derecho perdido por
el relato colectivo de la época quiere ser revertido a partir de ese testimonio
cargado de memoria histórica.
152
que tomado por Ictus, desarrollado en el método de creación colectiva y puesto
sobre un escenario, logra refundirse en un relato social que habla, sin decirlo, de
la crisis económica y del PEM, (Plan de Empleo Mínimo).
Pero ese relato social y colectivo, tal como el relato personal, no se limita a
la anécdota o al dato muerto, sino que se apropia de carácter, de vivencia sobre el
escenario, y refleja el problema compartido entre personajes y personas. En este
caso, la dignidad del trabajo.
Sin duda que cuando la historia es vista desde la perspectiva del hecho
personal y vivo, la observación de Benavente y el trabajo del Ictus adquiere
categoría de recolección y reproducción de aquel relato personal y constructor de
historia.
153
Testimonio: El Homenaje que construye Historia
“se demostró que pese a todos los pesares podía existir [un espacio
cultural en Chile]. Eso yo creo que fue fundamental y segundo, que se
demostró que el teatro contestatario no tenía que ser necesariamente
panfletario y podía mantener su jerarquía artística incólume, que yo creo
que fue el caso del Ictus... podemos habernos equivocado en más de
alguna obra pero en general yo creo que el nivel artístico de aquella
época no fue inferior al que vino antes o al que vino después. Al
contrario, yo creo que en algunos momentos fue superior”. (3)
154
meramente literarios. Era la realidad que imponía sus temas como una necesidad
expresiva de los teatristas, lo que sin duda expresa la función determinante que
posee la vida ante discusiones netamente elitistas y academicistas. Una vez más,
la realidad sobrepasa la tendencia racionalista y la supuesta debilidad del discurso
abstracto, determinando la complejidad dialéctica y sistémica que proporciona el
sustento de la vida. El drama humano sobrepasa el escenario de escritorio y la
realidad se vuelca compleja hacia los que en ella viven.
155
Es esa realidad cotidiana, ese relato personal pero socialmente extendido,
el que se presenta como testimonio en la sala La Comedia en Primavera con una
Esquina Rota.
“Se empieza a dar Primavera con una Esquina Rota en la sala y llega el
loco Bushman y me dice que apareció el cuerpo de José Manuel...
Roberto estaba en la obra, entre el primero y segundo acto, y yo bajé a
hablar con Roberto, que ya se lo esperaba, y Bushman sale a escena y
dice que Claudio Di Girolamo quiere hablar con ustedes, (...) y me tocó
a mí darle la noticia al público. Roberto pidió seguir haciendo la obra. El
último acto fue llorado y todo el público aplaudió cerrado. Y don Roberto
dedica la obra a su hijo asesinado... los otros días fueron maravillosos
porque el público llegaba con claveles rojos, y después de la obra,
subían todos al escenario y le entregaban los claveles a don Roberto”.
(1)
La realidad se hacía más fuerte, increíble y, casi, más ficticia que la propia
ficción. Y es que la comunicación rompía todos los canales. No debía explicarse
156
nada, no había que decir nada. Era la esencia del ser humano comunicador que, a
partir del dolor, la muerte y la resurrección en la voluntad de don Roberto de
continuar, se hacía presente con su fuerza avasalladora y plena.
Es esa misma comunicación la que muchas veces nos hace entender sin
que se explique, amar sin verbalizar... Es tal vez la vuelta a ese estado en que el
lenguaje es uno con el ser humano.
157
donde el relato personal de Rafael, el personaje, era ahora, el de Roberto Parada
y el de Chile, representado en el público. El terreno de la ficción era ya sólo una
excusa para contar la realidad. A este respecto, Carlos Genovese, miembro del
Ictus en aquella época, (2) señala que
158
2. Lo que está en el Aire
Poco tiempo después, al volver de una gira a Uruguay con Lo que está en
el Aire y al caer enfermo Parada, se reformuló totalmente la obra ante la
imposibilidad de contar con el protagonista original, optando esta vez por una
protagonista femenina (Delfina Guzmán).
159
Genovese cuenta que
“…nos dimos cuenta que Roberto Parada era irremplazable en ese rol.
De alguna manera extraña, la obra tenía en él uno de sus pilares
fundamentales y para el espectador su figura sobre el escenario
sobrepasaba con creces la de un simple actor que representaba un
papel. Su rol era testimonial y lo extra - artístico, concluimos recién
entonces, jugaba un papel fundamental en la percepción que el público
tenía del espectáculo.” (op. cit. Pág. 103)
160
vivir. Levantarse con miedo era como normal. (...) Y ahí nos dimos
cuenta que el miedo, más la desconfianza que sembraba el régimen,
producía soledad, y el miedo más soledad es imposible de aguantar. Y
el miedo nosotros lo aguantamos porque estábamos juntos, entonces lo
grupal se afianzó. (...) Tu empiezas a ver que ese subterráneo [la sala
La Comedia, que queda en un subterráneo] es como las catacumbas de
los cristianos, donde llegaban con miedo y se iban con esperanzas. (...)
Pero estuvimos todo el tiempo con miedo”. (1)
“después del asesinato del hijo de Roberto, nos llamaron [por teléfono]
durante varias semanas todas las noches a las 2 o 3 de la mañana... A
varios de nosotros nos llamaban diciendo: degüello, degüello, degüello.
Todo eso nos dio mucho susto”, (3)
161
Esta división social establece una relación unidireccional de la aplicación
del miedo, donde los agentes del estado, aplican el terror a las capas medias de la
sociedad. De esta manera se establecen los siguientes escenarios:
Ese miedo real, cotidiano, del Chile de esos años, es el que queda
plasmado en los personajes de la obra. Nuevamente tenemos que la historia
mínima, el relato personal de los ciudadanos se funde en un relato testimonial que
en la relación comunicacional, se hace social, contribuyendo, de manera urgente a
la preservación, construcción y desarrollo de la memoria histórica.
En Elisa Soto, opera el miedo negando los hechos contados por su padre,
lo que la homologa con los miles de cómplices que aceptaron el sistema de
terror impuesto con su silencio.
Enrique Salcedo opta, o siempre lo ha hecho, por la no - acción como
forma de mantenerse en la seguridad y como prefiguración de la negación
de hechos.
162
Marcelo Benzi ocupa el miedo porque sirve a sus propósitos de mantener
privilegios y no ser reprimido.
El miedo de Elisa y Marcelo es el de la burguesía temerosa de perder sus
privilegios y de flaquear ante el control de su situación social.
El caso de Elisa, por ejemplo, es la expresión del miedo que no deja ver y
trastoca la realidad y con esto la verdad. En efecto, durante la obra, ella no cree
nada de lo que su padre le dice e incluido lo que está frente a sí es transformado
en su mente, de manera de protegerse del miedo que ello provoca. Prefiere creer
en la noticia que aparece en el diario al día siguiente, que relata una historia
absolutamente diferente a lo que ella misma vivió.
163
Esa visión temerosa de la verdad, aplastada por el miedo es la que hizo que
miles de chilenos no asumieran el drama de los derechos humanos hasta ya
avanzada la década de los ’90. Simplemente no quisieron ver, ni saber, la verdad,
por miedo.
La pregunta de fondo en este punto es, sin duda, la misma que Pilatos le
hiciera a Cristo en el juicio del Sanedrín: ¿Cuál verdad? ¿tu verdad o mi verdad?
164
La Memoria Prohibida de Chile
Es probable que el lector de este trabajo que haya leído el libro Chile: La
Memoria Prohibida, note la coincidencia del título del presente capítulo. Lo que
sucede es que en mi historia personal, dicho libro significó un claro gesto de
valentía, donde los autores, con la audacia y la insolencia de quién extiende las
manos abiertas frente a un fusil, recogieron el relato testimonial de muchos,
transformándolo en libro, como herramienta comunicacional escrita, colaborando
de esta forma a preservar la memoria histórica prohibida de nuestro país.
165
Es tal vez esa condición de espacio de libertad la que le otorga el primer
rango testimonial en esta, nuestra historia. Pero es claro que la condición de ser
un lugar de reunión no otorga la condición de aporte a la memoria histórica.
166
historia de la abstracción del país. (...) El pueblo en su más amplia
acepción no es un estamento, una clase determinada social, sino que es
el pueblo, somos todos pueblo. En ese aspecto creo que la memoria
común tiene sentido”
Esa concepción del pueblo que tiene su vida es solo abarcable desde las
ciencias sociales, ya que estamos hablando de una visión emotiva de la vida y de
la historia.
Lo anterior, desde otros paradigmas, sin duda sonaría hasta esotérico. Sin
embargo, sabemos que la comunicación es, en el entendido que el ser humano,
también es. Y precisamente esa porción emotiva del pueblo es la que conforma el
alma del alma que nos señalaba San Agustín.
Por todo esto es que al abarcar 20 años de nuestra historia, tal vez el
período más oscuro y dramático, y estudiar la vida del Ictus en ese contexto,
también nos estamos adentrando en la historia del pueblo de Chile.
167
comunicándola, asumiéndola y acogiéndola con la esperanza que las futuras
generaciones puedan aprender de esto para evitar los mismos errores.
Junto con esto, la idea de conocer ese espacio de tiempo nacional nos hace
entender la temática y la forma en que Ictus desarrolló su quehacer. Nos hace
entender la fuerza testimonial del drama de Roberto Parada, ya que, sólo a partir
de lo que él como actor, como persona y como hombre, y la compañía, como
ideología e identidad, fueron, podemos entender ese homenaje testimonial a José
Manuel, concretado al continuar la obra, más allá del dolor y el horror. Pese a
esto, no es solo la decisión que refleja fortaleza interior de los protagonistas de
esa historia la que explica ese testimonio. Es también un deber que viene de ese
ser parte del pueblo. Es ese sentido de responsabilidad con el futuro el que hizo
que la compañía teatro Ictus viviera su existencia teatral, y por tanto personal,
dedicada a re – crear los relatos personales – colectivos para aportar a la
preservación de la memoria, esa memoria prohibida.
168
2. El Futuro
Una sociedad no puede construirse eso sí, por una parte de ella que nunca
olvida y por otra que nunca recuerda. La memoria que sirve al desarrollo de un
pueblo es aquella que ayuda a entender el pasado, a asumirlo con sus errores y
en sus culpas, y que, por esa vía, crea las condiciones para una reconciliación
verdadera. El recuerdo de las atrocidades cometidas es un antídoto para que ellas
no vuelvan a ocurrir.
“¡Pero nada será igual a la prehistoria del 73…! (...) La nueva sociedad
no será levantada por los veteranos como yo… ni siquiera por la gente
madura, pero todavía joven (...) ¡Somos sobrevivientes, claro! Pero
169
también heridos y contusos… ¿Será levantada por los hoy niños como
mi nieta? No lo sé… Quizás los hacedores de esa patria pendular y
peculiar sean los que hoy son niños pero siguen en el país… no los
muchachitos y muchachitas que llevarán en la retina nieves de Oslo,
atardeceres del mediterráneo, pirámides de Teotihuacán, las motonetas
de la vía Appia o los cielos negros del invierno Sueco. (...) A lo sumo,
puede que ayuden, que comuniquen lo aprendido, que pregunten lo
desaprendido, que intenten adaptarse y bregar… pero quienes forjarán
ese nuevo y peculiar país del mediato futuro, esa patria que es todavía
un enigma… serán los púberes de hoy, los que estuvieron y están allí,
los que desde una óptica infantil, pero nada amnésica, vieron buena
parte de las duras refriegas. Y vieron cómo otros adolescentes eran
acribillados como enemigos y vieron cómo se llevaron a sus padres y a
sus tíos… hasta a sus madres y sus abuelos y sólo mucho más tarde
volvían a verlos, pero detrás de unas rejas… o desde lejos… o también
desde una proximidad hecha de incomunicación y lejanía… y vieron
llorar y lloraron ellos mismos junto a ataúdes que estaba prohibido
abrir… ¡y vieron cómo se vino el silencio atronador en las esquinas…! y
las tijeras en el cabello y en el diálogo… y eso sí… mucho rock y flippers
y traga-monedas para hacerlos olvidar lo inolvidable… No sé cómo ni
cuándo… pero creo que esos niños serán la vanguardia de una patria
realista… y nosotros, los veteranos (…) les ayudaremos a recordar lo
que vieron y también lo que no vieron”. (4)
170
Citas y Notas
(por orden de aparición)
171
Conclusiones
172
El discurso comunicacional del Gobierno Militar estableció un soporte de
sociedad que podemos calificar de enferma ya que excluyó de la condición
de persona humana a grandes sectores sociales, banalizó la muerte y creó
los mecanismos necesarios para justificar dicho modelo social.
La compañía teatro Ictus, frente al contexto socio – político del país, a partir
de 1973, opta por quedarse en Chile y desarrollar su labor de teatro
contingente y contestatario, situándose como parte de ese grupo de
iniciativas que, en la búsqueda de un teatro de identidad nacional, trabajó
rescatando, a partir de su experiencia creativa, sus planteamientos éticos,
estéticos y metodológicos. Esto, que puede interpretarse sólo como una
constatación, no lo es si concebimos la historia como la suma de muchas
historias personales, ya que la labor de Ictus, al haber sido fruto de esa
opción propia de la libertad intrínseca del ser humano, aportó a la historia
personal de muchos, y por lo tanto a la historia colectiva.
173
El acto de hacer teatro y de asistir al teatro, en el Ictus de las décadas
tratadas en este trabajo, se transformó en una forma de hacer catarsis y de
liberación. Desde una perspectiva comunicacional, es importante notar esta
vinculación entre emisores y receptores. Cuando este diálogo entre público
y compañía establece un referente no solo histórico, es decir no solo como
parte del conocimiento de los hechos inmóviles de una nación, sino por el
contrario, se establece como referente de libertad social e individual y su
discurso, el discurso de esa relación, pasa a dar fuerza al discurso personal
y colectivo, estamos en presencia de un testimonio y por tanto de una
experiencia que construye memoria histórica.
174
escénico entre actor y público, plantea la existencia de una realidad aparte
a la que se vive; por un lado se asiste a una función de teatro o se actúa
para un público, y por otro, se es parte de una historia distinta a la
cotidiana. De esta forma el teatro, al representar la realidad (o cualquier
realidad), la recrea, e involucrando activamente de esa nueva realidad a
quienes participan de ella, ya sea arriba del escenario o en las butacas. Esa
coexistencia es la que, en determinados momentos, provoca la fusión entre
realidad y ficción, y para todos los involucrados en ese acto
comunicacional, aquel relato testimonial, se constituye en memoria común.
175
la comunicación, y en este caso, del teatro, estamos contribuyendo a la
preservación de la memoria histórica.
176
que las futuras generaciones puedan aprender de esto para evitar los
mismos errores. Generar esperanzas en un país que tuvo como motor de
su historia de dos décadas la presencia del miedo, implica necesariamente
poner la mirada en el futuro. Sin embargo, un pueblo que no reconoce su
pasado y que no preserva su memoria, es un pueblo que no puede tener
futuro. El recuerdo de las atrocidades cometidas es un antídoto para que
ellas no vuelvan a ocurrir.
177
Interrogantes para Futuros Estudios
178
Fuentes
Fuentes Bibliográficas
179
Prats González, Carlos, Memorias: Testimonio de un Soldado, 4ª
Edición, Editorial Pehuén, Santiago, Chile, 1996
Stanislavskij, Konstantin, Un Actor se prepara, Ed. Constancia, México,
1953
Vidal, Hernán, Poética de la Población Marginal, Fundamentos
Materialistas para una Historiografía Estítica,
Vidal, Hernán, Política Cultural de la Memoria Histórica, Mosquito
Comunicaciones, Santiago del Nuevo Extremo, 1997
Vohierty, Frederick, La vida de Ayer, Editorial Altas Cumbres, San José,
Costa Rica, 1958
180
Fuentes Cybergráficas
Filosofía:
Derechos Humanos:
Teatro:
181
Anexos
182
183
Entrevista Nº 1
Estoy haciendo una tesis un poco distinta a las investigaciones que se han hecho
hasta ahora sobre el teatro Ictus, en relación a que, concentrándome básicamente
en los 70 y en los 80, he elaborado el supuesto que el Teatro Ictus, a partir de la
creación colectiva, genera un lenguaje ético – político, cuyo discurso se establece
como un testimonio que contribuye a la memoria histórica de Chile. Ese es el
supuesto que estoy desarrollando. Por eso he estado investigando todo lo que fue
la dictadura, el contexto socio - político... Y por eso he querido conversar contigo.
¿Por qué después del Golpe de Estado, el Ictus continúa su labor desde la
denuncia?
Ahí hubo un factor nuevo que se viene a sobreponer a los factores que existían
de antes. Antes, la denuncia era social. En cuestionarnos la cuestión, se
cuestionaron muchas cosas que estaban instaladas en la sociedad desde la
televisión, desde la práctica de la democracia... pasa ya a una cosa mucho más
fuerte donde no solamente se empieza con lo social y lo político en general, si no
crea una nueva situación que viene, y donde la denuncia ya es una denuncia
frente a cosas no tan específicas, sino sutil, más básica como las libertades
básicas del ser humano. La denuncia se hace más fuerte, toma otro rumbo, diría
yo, donde hay toda una idea, de que puede haber sido una democracia de mierda,
pero era nuestra democracia.
Se sigue con la denuncia pero con un nuevo factor, donde la represión misma te
impide hablar tan claramente como era antes. Me acuerdo que por el año 77-78
cuando fuimos por primera vez a Caracas, nosotros elaboramos una frase que
decía “aprendimos a decir sin decir y no decir, diciendo”. Eso te obliga a una
reflexión mucho mayor no solamente por problemas de seguridad personal, sino
que por problemas ya estéticos mismos. Nos obliga a buscar una forma de
denuncia que no es la denuncia directa, no es el panfleto político, no es la cosa de
los últimos momentos antes del golpe, sino que te empieza a exigir una mayor
investigación, incluso sobre tu sentido del arte de denunciar. Incluso yo plantee,
que hay algo que es muy importante que es la esperanza que hay que mantener
viva. Como denunciar, anunciando algunas cosas. Como decir... mira, estábamos
pésimos: más jodidos estábamos, más cantábamos “Gracias a la vida”. Había
una cosa como de humor negro, donde ya se hizo más fuerte la premisa, donde
se decía que el humor era “el suero mejor para matar el virus”. El humor deja
desprovisto de defensa al sujeto que está al frente tuyo y cuando lo tienes sin
defensas le mandas el combo.
184
El humor derriba prejuicios, la risa derrumba todo. Yo me acuerdo que mucho
después que me salí del Ictus, el año 86, cuando empecé a hacer giras con los
“Payasos de la Esperanza” en poblaciones, en la peor represión que hubo... y sin
embargo, se iban de discurso los compañeros, agradeciendo especialmente el
haberles devuelto la risa.
La denuncia tomó el carácter de denuncia a través del humor y las pocas veces
que el Ictus se puso un poco “tonto grave” no llegó a la gente. Habíamos
acostumbrado a nuestra gente a una especie de “coa”, era un lenguaje que
teníamos entre nosotros, había una suerte de conspiración conjunta, de
complicidad entre espectadores y actores y dramaturgos, donde nosotros
habíamos logrado el dialogo real con la audiencia, con los espectadores, que
significaba que estaban siempre a la espera de la clave que permitía leer toda la
obra.
185
elegir la más válida, la más convincente, conveniente, de la que tenía más carne
de la cual agarrarse después para construir y desde ahí se partía directamente.
El método era: una vez encontrado el tema, el camino, era no dar nada por
descartado hasta el último momento, todo podía servir y una vez que se ponía en
escena la maraña funcionaba en una forma implacable. Una de las ultimas obras
en que yo estuve, tuve que ver como traspasar de un texto que tenía 200 páginas
a las 60 páginas que debe tener una obra de hora, hora y media y entonces era
lucha a muerte porque el que había dado la idea de una escena o de la relación
entre los personajes, defendía su escena, pero de repente uno decía, pero no esto
no sirve para el total de la obra. Ahí, es donde uno tiene que empezar a ser muy
selectivo y muy riguroso porque o si no empieza uno a alargarse y a complacerse
en lo que definitiva no te lleva a lo esencial. Ahí se estableció una posible relación
entre el texto y la actuación. Una cosa que ha pasado desapercibida en la historia
del Ictus, pero creo que es fundamental, es que nosotros partimos de la base que
no habían personajes, habían situaciones, que la situación hace los personajes.
De hecho tú eres un personaje hablando conmigo, en tu casa eres otra persona...
entonces tu tienes la posibilidad de jugar con un personaje, por ejemplo el avaro
verlo en su momento de mayor generosidad y agarrar al avaro de Moliere de la
única chispita de generosidad que tiene y partir de ahí una visión absolutamente
diferente, recalcando la característica avarienta del avaro. La situación límite te
lleva a una conducta inédita. Eso te da más espesor y más amplitud a los
personajes. No son caracteres, entendido como cosa que empieza de un lado, y
termina en otro y fin en sí mismo, sino que son caracteres, suerte de amebas, que
al estar en contacto con el otro se juntan y empiezan a enredarse de tal manera
que tú encuentras facetas absolutamente desconocidas de un personaje que
querías conocer. Como se puede agarrar cualquier obra y decir aquí hay una
visión que no se ha hecho y esa es la fascinación del teatro, que te permite que
cada obra pueda ser diferente a través de una época. Nunca se acabe la
posibilidad de mirar una obra.
Facilitador, pero para ciertos actores, por eso se habló en un tiempo de actores
Ictus, porque estaban acostumbrados a ese sistema... Yo me acuerdo que cuando
empecé a dirigir a Roberto Parada... un gran actor, pero era imposible tirarlo en
eso, “por dónde entro, qué tengo que decir, está bien el volumen”... Esos actores
en la cocinería de la obra o se amalgamaban o morían en la pelea no más. Pero
era facilitador para la gente nueva, gente que venía con un dejo de rebeldía de las
escuelas ortodoxas, entonces venían dispuestos a probar todo.
186
Yo te diría una cosa. La posibilidad de hacer algo en adaptaciones de obras
empezó con “La Manivela”, en el año 75, que fue la última que hicimos en el canal
de La Católica de Valparaíso, donde empezamos a adaptar cuentos de Cortázar,
cuentos de Benedetti, porque ahí se afianzaba en algo más concreto, uno tenía la
suerte de tener más defensa.
Del punto de vista de la dramaturgia misma del Ictus, creo que fue una
dramaturgia muy especial siempre. Del punto de vista de la temática y del
tratamiento de la temática. Yo creo que el Ictus perdió su capacidad de asombro,
de sacudir, cuando empezó a tratar de racionalizar demasiado lo que estaba
haciendo. Uno tiene que tener la suficiente racionalidad para ordenar el caos
interior, pero demasiado orden mata también. Demasiado orden te lleva a la rutina,
a la receta. La receta Ictus te lleva al “gag” de repente, actores muy capaces de
tener empatía con el público, un gesto, la mueca, la complicidad buscada a través
de lo elíptico con el espectador, pero son todas recetas de cocinería. En sí son
válidas o no válidas según el tema que tú tomas, según el ritmo de la obra, según
la capacidad tuya. Dramatizar la vida diaria... Nosotros tomamos nuestra
inspiración en la vida diaria. Yo me acuerdo que en “Pedro Juan y Diego” empezó
de la observación de David Benavente, que un día pasando por la Kennedy dijo,
“chucha de qué se están riendo estos gallos si están cagados de hambre y los
tipos se cagaban de la risa, unos gallos que estaban haciendo el PEM”. Se acercó
y empezó a oír las cosas más raras, más surrealistas. La observación directa, la
realidad, siempre enriqueció al Ictus. Y como éramos una especie de tentáculos
que íbamos a todas partes, llegó el momento que yo no iba a fiestas, no iba a
reuniones porque era una distorsión profesional tremenda.
Le inculcamos a los actores siempre observar y observar. La realidad siempre es
más rica que la ficción.
Ahí es donde se plantea una cosa bien especial. El Aleph se va, empieza la
persecución, gente que no puede volver, etc... Los viajes fuera de Chile nos
sirvieron muchísimo. Del año 79 para adelante nosotros empezamos a salir a los
festivales mundiales e internacionales y ahí uno se daba cuenta primero, en qué
nivel estaba, porque cuando tú tienes un público cautivo en el fondo, que de
antemano sabe lo que quiere oír, lo que quiere ver, en el fondo quería conspirar
contigo, quería ser tu cómplice; llegamos a tal grado de complicidad que hubo una
reunión de los teatros independientes por ahí por los años 78, de ver si hacíamos
o no hacíamos intermedio en las obras, porque la única forma en que la gente
pudiera ser cómplice, pasarte papelitos, era en el intermedio. Era necesario el
espacio de libertad que te daba el intermedio, se daba una cierta catarsis. Esa
cosa tan simple, te da una línea estética que tu no buscas y la encuentras en esa
cosa tan chica...la duración de las escenas, el ritmo de la obra, los cortes, los
cambios de luces... Tu ibas acumulando una serie de experiencias que nosotros al
salir nos dimos cuenta dónde estábamos parados. Lo peor que puede pasar
estando en dictadura es que empiezas a sentirte el hoyo del queque y a lo mejor
eres pésimo teatrista, porque la gente son cómplices, no son solo espectadores,
187
ay! del que hablaba mal del Ictus, porque era el único espacio de libertad que
tenía en ese momento para poder sentirse en cierta medida ciudadano de Chile.
Sí, pero ahí es dónde cuando quisieron cerrar el Ictus, nuestro mayor defensor fue
Jaime Guzmán, uno de los hombres más inteligentes que hemos conocido. Llega
un momento en el cual en el Diego Portales, se habla que se quiere cerrar el Ictus.
Nos citan a reunión con la DINACOS, y entra Jaime Guzmán, y hace un speach,
“creemos que el Ictus afuera va a ser una espina, porque va a ser igual que los
Quilapayún, que los Inti, y miren el daño que están haciendo a la imagen de
Chile... adentro lo exhibimos como espacio de libertad”. De hecho desde aquel
momento empezaron a llamar desde el Ministerio del Interior. “Queremos cuatro
entradas, cinco entradas”, venían puros gringos, gente de Europa, sus invitados
eran gente así, para decir ¿de qué se quejan?...
Tuvimos nosotros un problema ético porque le estábamos haciendo un favor a la
dictadura; cerramos y nos vamos...y ahí salió la obra “Cuántos años tiene un día”
porque el problema era quedarse o irse... Ahí hubo la decisión grupal de
quedarnos y trabajar en Chile.
Se empieza a dar “Primavera con una Esquina Rota” en la sala y llega el loco
Bushman y me dice que aparece el cuerpo de José Manuel... Roberto estaba en la
obra entre el primero y segundo acto, y yo bajé a hablar con Roberto, que ya se lo
esperaba y Bushman sale a escena y dice que Claudio Di Girolamo quiere hablar
con ustedes, al público... y me tocó a mí darle la noticia al público, Roberto pidió
seguir haciendo la obra, el último acto fue llorado y todo el público aplaude
cerrado, y don Roberto dedica la obra a su hijo asesinado....los otros días fue
maravilloso porque el público llegaba con claveles rojos, y después de la obra
subían todos al escenario y le entregaban los claveles a don Roberto.
Es ahí, tal vez, la parte más importante para mí en la tesis; es ahí donde el
acto artístico se transforma en testimonio no solo del actor sino también del
público....
Se logra por fin el matrimonio público - actor, escenario - sala. La empatía total... y
no era solo compasión. Para nosotros era muy importante no “usar” esto para
dormirnos en los laureles, nos preguntábamos ¿dura tanto la obra porque es
buena, o porque Roberto es un símbolo? Hay que aceptar esas cosas... las idas
para afuera servían también para eso, para ver exactamente dónde estábamos,
para compararte con otros; si bien había siempre una complacencia de parte de la
crítica porque teníamos la dictadura, pero tú veías debajo de los otros. Y entre
nosotros sirvió harto porque nosotros nos considerábamos mucho menos de lo
que realmente éramos en ese momento como teatro latinoamericano...
188
¿Cómo fue su relación con el miedo, cómo vivieron con el miedo, cómo
convivieron con el miedo?
La convivencia con el miedo es un acto de toda la vida, pero ahí era más evidente.
Muchas veces uno tiene vergüenza de tener miedo y ahí todo el país tenía miedo;
entonces mal de mucho, consuelo de tontos. Como el miedo era tan colectivo uno
empezó a sentirlo no como vergüenza, sino que como una suerte de mochila con
la cual hay que vivir. Levantarse con miedo era como normal. Los mecanismos
nuestros para vencer el miedo, para positivizar el miedo, para que ese miedo no
nos paralizara, y ahí nos dimos cuenta que el miedo, más la desconfianza que
sembraba el régimen, producía soledad, y el miedo más soledad es imposible de
aguantar, y el miedo nosotros lo aguantamos porque estábamos juntos, entonces
lo grupal se afianzó. De repente llegaba gente para que yo la maquillara para salir
del país, de repente llegaba la Hermanita de Jesús con minifalda, regia, con la
boca pintada, con su bolsa artesanal con dentro el traje de monja. Te van a matar
porque van a creer que eres una puta disfrazada de monja y no al revés. Tu
empiezas a ver que ese subterráneo es como las catacumbas de los cristianos,
donde llegaban con miedo y se iban con esperanzas, además nos quitaban el
miedo a nosotros mismos. Al estar ellos allá y estar con gente que se atrevía,
porque a veces habían pacos arriba pidiendo carnet antes de entrar, sin embargo
la gente le mostraba el carnet de identidad y no les importaba nada, entonces eso
fue mucho heroísmo por parte de los otros, eso de no sentirse solo nos ayudó a
vencer el miedo. Pero estuvimos todo el tiempo con miedo. Nos hablábamos a
pura clave porque no sabíamos si estaban intervenidos los teléfonos...tanto es así
que el propio Pinochet a través de Carlos Camus le dijo: “dígale a Claudio Di
Girolamo que tenga cuidado porque sé perfectamente lo que está haciendo”. Si lo
manda decir no va a hacer nada, pensé y Vittorio debe haber trabajado harto para
que no hicieran nada. De todas maneras ese mismo miedo que uno sentía se le
iba cuando se sentía acompañado.
En “Lindo País Esquina con Vista al Mar” que termina con la Canción de la
Alegría, el 90% de las funciones terminaba con la gente tomada de las manos de
pie cantando... Ahí es donde uno se pone valiente. Sin el público tan fiel y
receptivo nosotros nos habríamos deshecho.
Similar, te diría el fenómeno del “Teatro Abierto” de Argentina, eso fue donde se
juntaron varias compañías y empezaron a pelear con la dictadura. Pero no hubo
grupo tan emblemático. En el primer festival mundial de Caracas, estaban los
cubanos y tenían una delicadeza con nosotros al no querer comprometernos...
Nosotros también sentíamos que al estar afuera teníamos una gran caja de
resonancia adentro, y estábamos más seguros dentro. Nos dimos cuenta de una
cosa bien fundamental; al comienzo fue la represión brutal, pero después, la idea
de tomar lo de Benedetti, “Lo que está en el Aire”, al final la represión era muy
selectiva, podíamos estar hablando entre los dos, te llama tu secretaria, sales y no
vuelves más.
189
Al final la CNI era mucho peor que la DINA. Al final un tipo que no llegaba en la
noche, altiro recurso de amparo. La única defensa que tiene es dar una apariencia
de normalidad a su vida, lograr una normalidad dentro de la anormalidad más
absoluta. Lo mismo que cuando bombardeaban en Roma, en la guerra, toda la
noche... En la mañana te lavabas cagado de sueño y partías al colegio sabiendo
que sonaba la alarma... a los refugios... volvías a la casa y seguía todos los días lo
mismo.
(Interrumpiendo) No existe país sin memoria popular... Eso fue la primera cosa
que nosotros dijimos: aquí somos, para bien o para mal, depositarios de una cierta
memoria que hay que mantenerla... una memoria que es mas anterior a la Unidad
Popular, del Chile democrático, de lo que era vivir en democracia y, de hecho,
nosotros tuvimos muchos seguidores de los hijos de la dictadura, gente que era
muy chica.
190
El 76 yo tenía 4 años...
En ese sentido, los temas que el Ictus escogía... ¿tu podrías dar un listado
de temas esenciales dentro de la preservación de la memoria común?
191
sin tú poder manejar al público. Entonces tú vez... los clásicos humoristas de la
Quinta Vergara empiezan bien y termina ya que lo echan a patadas del escenario
porque se empieza a emborrachar escénicamente, porque el público te modifica.
Pero al mismo tiempo el efecto modificador del público, nosotros siempre
tomamos en cuenta eso, para bien y para mal. Porque al reaccionar de
determinada forma el público frente a una situación trágica, una situación cómica,
te obliga a ti a entrar en diálogo diferente todos los días, entonces tú no puedes
caer en la rutina, cada día el público es diferente. No hay una serie de funciones,
son todas distintas, no hay una sumatoria. Frente al humor cada uno reacciona de
diferente forma.
¿De qué sirve hoy en día una reconstrucción de memoria histórica, una
memoria histórica que parte de un testimonio? La diferencia en relación a la
historia misma es que la historia es una sucesión de hechos muertos, en
cambio cuando el testimonio se transforma en construcción de realidad y al
mismo tiempo de memoria histórica es parte de la historia y por lo tanto es
movimiento. ¿Qué sentido tiene eso con un país que ha cambiado tanto en
30 años?
Chile ha cambiado tanto en 30 años pero no más que otros países del mundo y, te
diría, que hay países que han cambiado más. Yo diría que los cambios, más que
la memoria histórica, el cambio fundamental que se está experimentando hoy día,
tiene sus raíces en la globalización, no en lo que pasó antes o pasó después.
Porque creo que la globalización, un monstruo tan temido y amado a la vez. Los
cambios del país son ineludibles. No es lo mismo tratar de mantener a la fuerza o
volver a la situación anterior que mantener la memoria común. La memoria común
es dinámica, es una sucesión de hechos, es una cadena, no es un eslabón solo.
Creo que nosotros pudimos hacer algo en el sentido de expresar que no había
que remitirse solo a la muerte de Allende, a la Unidad Popular, que había que
remitirse al país democrático de 150 años de democracia, que tuvo también sus
bemoles, con Portales, con Ibáñez, con Balmaceda. Creo que nosotros ayudamos
a revisar al país no a través de la historia oficial sino que a través de la historia del
pueblo del país. Es tan importante para mí analizar lo que es la vida de Pedro
Juan y Diego como la vida de algún personaje famoso de Chile. Nosotros dijimos
el pueblo también tiene su vida, en el fondo la expresión Chile no existe, necesita
un conjunto de ciudadanos, de gente que tiene su apellido su hoja biográfica, etc.
que conforma al país y la historia común es la historia de la gente, no la historia de
la abstracción del país y de hecho, Villalobos, uno de los últimos libros que tiene
dice Historia del Pueblo de Chile, y no Historia de Chile. El pueblo en su más
amplia acepción... no es un estamento, una clase determinada social, sino que es
el pueblo, somos todos pueblo. En ese aspecto creo que la memoria común tiene
sentido solamente en ese aspecto, por eso hablo de la memoria no de la memoria
histórica. La memoria histórica puede decir una lista de fecha con hechos; me
interesa a mí la generación de esos hechos, la consecuencia de esos hechos en la
gente común y corriente, en todos nosotros; me interesa más que alguien que me
relate la historia de la dictadura, que me relate por qué la dictadura influyó en la
generación joven que no quiere votar ni meterse en política. El análisis histórico, si
192
tú tomas en cuenta como parámetro de juicio la memoria común, es totalmente
diferente a la historia oficial. La memoria común es además una memoria muy
especial, seamos honestos, porque la memoria común pasa por el filtro de
individualidades, entonces al final no sabes cuánto de tu historia biográfica es una
realidad o un invento tuyo. El historiador como científico trata de sacar lo emotivo y
dejar exclusivamente lo objetivo, entonces empieza a contar anécdotas y no
historias, no cuentos. La historia común es esa historia que te ayuda a centrar tu
atención en los hechos verdaderamente importantes de tu vida, los sucesos tienen
que ver con tu vida íntima, con tu vida interior.
¿Tu coincidirías conmigo que en ese sentido el Teatro Ictus se metió en ese
tema?
Sí. Se metió en la vida misma de la gente. Imagínate llegar a una obra como
“Pedro Juan y Diego”, una obra emblemática, acerca del PEM, de la situación
social de la época a través de tres huevones que están ahí tirados en un hoyo. El
arte es esa obsesión del artista de desentrañar la vida misma, porque o si no, son
los bufones de Corte, los lacayos de los Reyes, que pintan y hacen teatro para los
Reyes, no sé... son la gente que pertenecen al mundo de la Marie Rose Mc Gille,
de la Julita Astaburuaga...que es legítimo, pero es otro mundo el que me interesa.
Es decir, tu vida no es plena porque saliste 50 veces en la revista Caras, o tenga
buena o mala crítica tu obra. Uno no es lo que dicen, sino lo que hace. Para
investigar quién es, que en el arte es la cosa más importante, tienes que ver lo que
hace.
Empezamos con el video porque nos penaba la TV. Hay un vuelco enorme en el
Ictus en el año 69 cuando se mete en TV. Tu agarras un público mucho más
popular, mucho más masivo que quiere ver a sus ídolos en vivo y en directo.
Claro, y eso significó también mayor éxito y mayor necesidad de hacer obras que
duraran más, de hecho “Tres Noches de un Sábado” duró más de dos años en
cartelera.
Llegar al video fue tratar de hacer una televisión no oficial, una televisión diferente,
una televisión que yo llamé alterativa. No alternativa, porque alteraba realmente el
sistema televisivo que era cualitativo y no cuantitativo; nunca nos importó el
reating, ni el people meater...
193
Entrevista Nº 2
Estoy haciendo un trabajo de Tesis que tiene que ver con el período de los ‘70 y
los ‘80 de la compañía teatro Ictus y en él estoy formulando el siguiente supuesto:
que a partir de la creación colectiva el teatro Ictus elabora un discurso estético –
político, que a partir de un testimonio y con la relación con el público, establecen
un aporte en lo que se refiere a la memoria histórica de Chile. He investigado todo
el contexto histórico político de la época y hemos visto la historia de Ictus en su
conjunto. Pero hay algunos capítulos puntuales que quiero ir preguntándote para
que así me puedas ayudar.
¿Por qué después del Golpe de Estado, el Ictus continúa su labor desde la
denuncia?
Nosotros después del Golpe tuvimos muchas reuniones para reflexionar en torno a
qué es lo que íbamos a hacer. Se barajaron múltiples posibilidades, desde volver
al teatro clásico o hacer obras que no tuvieran demasiadas alusiones metafóricas
a la contingencia chilena y concluimos que nosotros teníamos que seguir haciendo
lo que sabíamos hacer, que era la creación colectiva. Y la creación colectiva, y yo
en particular, y creo que todo el teatro en general, si se hace con honduras o si se
intenta hacer con hondura es el reflejo de lo que los artistas de alguna u otra forma
sienten, les conmueve y necesitan decir y por lo tanto en la creación colectiva se
fue estructurando no solo una manera de trabajar sino que al mismo tiempo se fue
acentuando esa idea de que los artistas necesitamos decir lo que necesitamos
decir y en ese momento lo que nos salía de las entrañas era lo que hicimos.
Mucho más que una deliberada actitud basada en concepciones políticas o en
conductas ideológicas, que por cierto muchos de nosotros las teníamos, pero el
factor que nos unificaba era lo que uno internamente sentía frente a lo que estaba
ocurriendo en Chile.
Así es. Fue un trabajo que no constituyó una tremenda innovación porque agudizó
algunas cosas que eran consustanciales a la esencia del modo de hacer teatro.
Esto que te estoy diciendo de sacar de adentro de sí mismo todas tus necesidades
expresivas es una modalidad que también la creación basada en obras de autores
o no creación colectiva, creación individual, también existe.
194
¿Hay algún fundamento teórico teatral para su labor social de denuncia?
¿Siguieron a alguien? ¿Hubo una base Brechtiana, por ejemplo?
No. Nosotros sin seguir a nadie en particular, hemos seguido a todos. A todos los
que nos pueden aportar. Y en ese sentido nunca hemos hecho antinómias entre
Brecht, Stanislavskij, Platovski, y otras tendencias... Siempre hemos tomado de
cada uno de ellos, aquello que más se ajustaba y adaptaba a las características
de nuestro trabajo. De manera que no hubo ningún paradigma personal ni
colectivo detrás.
Como un tema muy delicado porque en esa época no existía censura propiamente
tal, pero si tú te equivocabas te podía costar la cárcel, el exilio y muchas veces
hasta tu propia vida. Las amenazas eran fuertes ,violentas y nosotros tomábamos
algunas precauciones pero, las que se podían tomar. Entonces existía una
situación paradojal de que no había censura pero la censura que existía en los
hechos, la censura que estaba implícita, era mucho más potente que cualquier
norma que se hubiese establecido y escrito.
Pero en ese sentido hay un tema que subyace, que es el tema del miedo.
Porque evidentemente que hacer arte, hacer teatro, en un clima de tensión
como el clima de la dictadura donde como tú dices uno no sabe si lo va
hacer mal o bien, genera miedo y el miedo genera parálisis, ¿cómo lo
combatieron?
195
quedaron muy encantados con la obra, hasta el extremo que nos dijeron no corten
nada porque los vamos a defender y la verdad es que nos defendieron. Y nunca
tuvimos problemas con esa obra e incluso supimos que se había discutido en las
altas esferas de la dictadura de aquélla época en el Diego Portales y según
algunos rumores hasta habríamos sido defendidos por Jaime Guzmán, pero eso
no me consta.
Más allá de ese caso específico, ¿trataron de ocupar los medios para
legitimarse, más allá que su legitimación esté dada por el público y su
trabajo en escena?
Nosotros sí, siempre intentamos ganarnos a los medios en la medida que podía
ser. Siempre era muy difícil. Yo te aclararía dos cosas: una, que tuvimos siempre
una actitud hostil de algunos medios que trataban de disfrazar su hostilidad a
través de reflexiones artísticas... entonces hacíamos una obra que era bastante
buena y decían que era bastante mala. Me acuerdo cuando hicimos “Cuántos
Años tiene un Día” de haber leído críticas de gente que decía que era una obra
inoportuna y trataban de encontrarle el matiz artístico negativo. Por otra parte,
ciertas esferas del Gobierno de la Dictadura intentaron utilizarnos a nosotros como
un elemento de relaciones públicas... Yo no sé si fue de instancias superiores,
pero yo recuerdo haber recibido diplomáticos uruguayos de aquélla época que
habían sido invitados al teatro por algún ministro de la Dictadura y ellos no
entendían cómo los habían mandado a ver esta obra que decía que todo lo que
estaba ocurriendo aquí era terrible y ahí nos dimos cuenta que en la medida que
ellos no nos habían metido preso, ni nos habían clausurado, estaban tratando de
utilizarnos de esta otra manera.
Ahora bien, no cabe duda que la apuesta del Gobierno Militar era que por
ser un recinto tan pequeño como la sala La Comedia el alcance de una
obra del Ictus no podía ser tan dañina como para producir una
transformación social. me imagino que, en cierta manera, en la discusión
que ustedes tenían en aquella época, era uno de los temas que estaba
pendiente....
Así es, más aún, ellos pensaban que era peor clausurarnos. El eco que iba a
despertar en términos internacionales iba a ser mucho más grande, que si ellos
permitían que esto siguiera por la razón que tú acabas de dar: los teatros
convocan a pocas personas y aunque tuvieras lleno todos los días del año te
podían ver 30 o 50 mil espectadores como máximo
Yo creo que hubo un error de ellos que fue considerar que los artistas éramos
impotentes social y políticamente y la verdad es que si bien no habiendo jugado un
tremendo papel en la terminación de la dictadura yo creo que algún papel
jugamos, que alguna importancia tuvo lo que hicimos nosotros y varios otros
artistas. Tuvimos una experiencia muy interesante de un sacerdote que daba el
196
material audio visual que nosotros mandábamos, y en el Sur, en Punta Arenas
creo que fue, que hubo una tremenda marcha por ahí por los años 82-83, en que
este sacerdote nos atribuía gran parte de la incentivación a los programas que él
había exhibido de nosotros... puede que haya exagerado, pero que alguna
importancia tuvo, la tuvo.
Yo diría que fue al revés, eso se relacionó con el miedo de una forma paradojal.
Fue un estímulo como para desafiar el miedo y esto de que nos llamaran a
nosotros después del asesinato del hijo de Roberto, nos llamaran durante varias
semanas todas las noches a las 2 o 3 de la mañana... A varios de nosotros nos
llamaban diciendo: degüello, degüello, degüello. Todo eso nos dio mucho susto,
yo conseguí incluso protección policial, entable un recurso de protección en la
Corte de Apelaciones, en que para mi sorpresa, me lo aprobaron y estuve con
protección policial varias semanas, porque me habían tirado una bomba casera. Y
eso como que nos obligó más a no doblar la oreja...
¿Y eso fue un estímulo para que la obra siguiente fuera “Lo que está en el
Aire”?
197
estaba pasando en el escenario era tanto o más real que lo que había pasado en
la realidad. La línea divisoria entre la ficción y la realidad se había borrado. Yo ya
no sabía si me estaba hablando a mí y él no sabía si me estaba hablando a mí, al
personaje de la obra o a su hijo José Manuel y fue muy impresionante porque
hicimos la obra con más verdad que nunca y con esa calidez del público a la que
tú haces mención cuando dices que había complicidad, con una calidez, en un
acto de sanación colectiva. Ha sido uno de los momentos más impresionantes de
mi vida de actor.
Esa es una expresión que yo debo haber usado en algún momento y tiene que ver
con esto que estamos hablando recién. Si en el momento en que Roberto Parada
me hablaba a mí como a su hijo preso en la obra, la gente en lugar de expresar su
emoción a través de múltiples pequeños gestos, se hubiesen producido risas, o
hubiera habido algún tipo que hubiera expresado alguna grosería, o que hubiera
pifiado, hay un efecto modificador indudable en lo que uno está haciendo. El tono
con que se dicen y hacen las cosas en el escenario habría cambiado.
Eso siempre ocurre: hay una relación muy estrecha entre público y actor.
pero ustedes ese efecto ¿lo analizaban concientemente como parte de su
método de trabajo?
Claro. Todos los teatros, cual más cual menos, consideran ese aspecto. Ahora
cómo lo consideran, en qué grado, si es una consideración simplemente de
carácter comercial, si es una consideración artística, ese es otro cuento.
¿Podría ese efecto modificador del público darse vuelta? ¿decir que hay un
efecto modificador de los actores hacia el público o la sociedad? En ese
sentido ¿Ictus logró en esa época generar un cambio en la gente, en la
percepción de la realidad cotidiana que les tocaba vivir, básicamente
porque ustedes de la realidad cotidiana de cada uno sacaban los
argumentos que permitían hacer la creación colectiva?
Yo creo que es como tú dices, pero uno no se atreve a decir eso porque es
pretencioso decir que uno logró modificar conductas del público. Hay una imagen
que revela muy bien lo que yo creo que pasó: había gente que llegaba al teatro y
preguntaba si estaba siendo fotografiada, filmada, porque creían que los iban a
llevar presos. ¿De dónde arrancaba esta creencia? es que encontraban allí, una
atmósfera, unas discusiones, la revelación de unos problemas, de unos
sentimientos, de una comunicación que subiendo la escalera y saliendo a la calle
no existía. Entonces se encontraban con un mundo de “Alicia en el País de las
Maravillas”, en donde la discusión era libre, donde los sentimientos se podían
expresar, donde se podía llorar a un desaparecido y se podía denunciar una
arbitrariedad, cosa que no se podía hacer arriba, en la calle. Entonces desde ese
punto de vista claro que algo pasó, claro que la gente volvió a reencontrarse con lo
que le era consustancial, por lo menos para un grupo importante de gente de la
198
sociedad chilena. Yo hasta ahí llegaría, no iría más allá, como decir que el grupo
Ictus, el fenómeno teatral, logró desequilibrar el régimen de la dictadura... yo no
diría eso, pero sí alguna contribución hubo.
Esa es una pregunta que te contesto personalmente más que a nombre del grupo
porque no sé si esto representaría a la gente que estaba en ese momento con
nosotros. Yo sentía mucha afinidad con una compañía argentina, que
desgraciadamente duró poco tiempo, que se llamaba “Gente de Teatro”, que
dirigía David Stider, que está muerto, donde estaba Federico Luppi, Juan Carlos
Llene, la .....Ross, la Norma Leandro, la Bárbara Mujica, actores de esa categoría,
que tenían una técnica y un modo de expresión donde yo me sentía con mucha
afinidad con ellos. Habían muchas compañías que admirábamos, muchos grupos,
pero así afinidad de modalidad de actuación, no me atrevo a decir...yo admiraba
mucho a Peter Brook, por todo lo que hacía, pero hacía cosas como irse al África y
contratar 10 actores negros, 50 franceses, 22 ingleses y armaba ....en su
imaginario artístico, en su modo de armar cosas, uno se sentía identificado
aunque no asimilaba lo que él hacía porque uno no era capaz de hacer ese tipo de
cosas.
Creo que tuvo mucha influencia, primero porque se demostró que pese a todos los
pesares podía existir. Eso yo creo que fue fundamental y segundo, que se
demostró que el teatro contestatario no tenía que ser necesariamente panfletario y
podía mantener su jerarquía artística incólume, que yo creo que fue el caso del
Ictus... podemos habernos equivocado en más de alguna obra pero en general yo
creo que el nivel artístico de aquella época no fue inferior al que vino antes o al
que vino después. Al contrario yo creo que en algunos momentos fue superior.
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pero que tenía niveles artísticos y que se llamó “Yo acuso”..Eso tenía calidad y
perdura hasta el día de hoy mucho más que algunas de sus novelas.
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Ictus
Primavera con una Esquina Rota
1984
Acto I
Al apagarse las luces de la sala se oye el tema de Piazzola…
A los pocos instantes se enciende lentamente la luz del escenario. Este consta de una
tarima al fondo con tres peldaños que la comunican con el escenario. Sobre ella, casi
como dos nichos, los huecos de los camastros de la cárcel. Todo el escenario es negro y
las distintas secuencias o escenas se articularan en base a efectos de luz y a elementos
mínimos de utilería de escena. En primer plano, al lado derecho del público, se ve a Don
Rafael, con los ojos vendados, sentado en una mecedora y en actitud de oír la música.
Después de unos segundos se oye acercarse, hasta hacerse igualmente, el ruido de un
helicóptero. Por el costado izquierdo, en la tarima, aparece Graciela. Está en estado
avanzado de gravidez. Se queda parada, a la expectativa, tensa, mirando hacia arriba. En
seguida baja, se acerca a Don Rafael, lo abraza y lo besa y sale por el lateral. Los
parlamentos que siguen se le oirán de entre bastidores. La música baja a un nivel que
haga audibles los parlamentos.
201
RAFAEL: ¡Seis meses y once días sometido a este maldito régimen de dos
cigarrillos diarios!
GRACIELA: Hay que preocuparse por la salud, pues…
RAFAEL: Sí, sí… por la salud y la libertad!
Graciela vuelve a entrar trayendo un carrito con implementos para las curaciones de los
ojos de Don Rafael (riñón, gotario, venda limpia, paño blanco). Durante los siguiente
parlamentos realizará las acciones pertinentes a la curación.
GRACIELA: Bueno, claro… es más completo… y, además, fue consigna de
Artigas.
RAFAEL: ¿Cómo sabes tú eso?
GRACIELA: Querido Rafael, después de todos estos años viviendo con Santiago,
una se hace experta en Artigas.
RAFAEL: Cierto… siempre ha sido su debilidad… Bueno… y ¿has sabido algo
de él?
GRACIELA: Se me ocurre que no está en Montevideo, porque hablé con Rolando
y me dijo que la próxima semana tendríamos noticias de él…
(Ruido fuerte de helicóptero.)
GRACIELA: ¡A cerrar los ojos!
RAFAEL: ¡Ay, sí, cerrar los ojos! Cómo quisiera cerrarlos y abrirlos después
con la tardía lucidez que traen los años, pero con la vitalidad que ya no tengo…
GRACIELA: ¡Eso sí que no, eso sí que no mi querido suegro. Tanto tiempo
viviendo con nosotros y esta es la primera vez que le escucho una metáfora en
este estilo…
RAFAEL: ¿En qué estilo?
GRACIELA: En la línea de la depresión poética de izquierda.
RAFAEL: No, no, no… depresión no… algo de poesía tal vez… simplemente
escucho música y me propongo imágenes…
GRACIELA: ¿Qué imágenes?
RAFAEL: Desde el accidente, desde que el doctor me puso la venda yo mismo
invento y recluto una realidad que no veo.
GRACIELA: ¿Ah, sí? A ver, por ejemplo…
RAFAEL: Por ejemplo, antes de que tú llegaras había creado un caballo verde
bajo la lluvia. Por supuesto que no me atreví a ordenarle que trotara o que
galopara…
GRACIELA: ¿Y por qué? ¿Por qué?
RAFAEL: Bueno, las órdenes del médico son que las pupilas no se abran, no
se muevan… y yo no podía saber si las pupilas inmovilizadas iban a sentir o no la
tentación de seguir el galope del caballo verde.
GRACIELA: ¡Ah, era por eso! (Risas)
De pronto Graciela se lleva las manos al vientre
GRACIELA: ¡Ayayay, ayayay!
RAFAEL: ¿Qué pasa? ¿Se está moviendo mucho?
GRACIELA: Sí, ¡mucho!
RAFAEL: ¿Estamos en la semana, me parece?
GRACIELA: Estamos…
RAFAEL: Bueno, y al fin ¿qué nombre le van a poner?
GRACIELA: Santiago Rafael.
202
RAFAEL: Pero, ¿y si es mujer?
GRACIELA: ¿Si es mujer? A ver, si es mujer… si es mujer Beatriz.
RAFAEL: Muy bien… Beatriz Herrera… lindo nombre… Además, las Beatrices
producen amores grandes…
(Sonido de timbre, tres veces) Graciela se para expectante.
GRACIELA: ¿Santiago? ¿Qué pasa… Santiago? ¿Pero cómo… por qué llegaste
ahora?
De pronto, por el lateral izquierda público entra Santiago. Viene trayendo una maleta. Se
abraza con Graciela. El helicóptero ha vuelto y su ruido es ensordecedor. En la próxima
escena prácticamente no se oirá ningún parlamento. Después de unos momentos entra
Rolando, trayendo otra maleta que deja al centro del escenario. Habla con Graciela y sale
por el lateral derecho. Graciela toma a Don Rafael, lo ayuda a levantarse y sale con el del
escenario. Por parlantes de la sala comienzan a escucharse los bandos militares.
Santiago y Rolando empiezan febrilmente un vaivén entre escenario y bastidores
acarreando libros. Rolando ha traído un bidón con parafina y lo ha llevado detrás de
bastidores. Durante toda esta secuencia comenzara a salir humo desde bastidores que ira
llenando paulatinamente todo el escenario. Graciela, Santiago y Rolando han formado
una cadena y se van pasando libros hasta que terminan los bandos militares. Comunicado
de las fuerzas armadas al pueblo de la republica oriente del Uruguay:
1º Declárase disuelta la Cámara de Senadores y la Cámara de
Representantes;
2º Créase un Consejo de Estado integrado por los miembros que
oportunamente se designarán, con las siguientes atribuciones:
a) Desempeñar independientemente las funciones específicas de la
Asamblea General;
b) Controlar la gestión del Poder Ejecutivo relacionada con el respecto
de los derechos individuales de la persona humana; por la sujeción de dicho poder
a las normas constitucionales y legales;
c) Elaborar un ante-proyecto de reforma constitucional que reafirme los
fundamentales principios democráticos y representativos al ser oportunamente
plebiscitado por el cuerpo electoral;
3º Prohíbese la divulgación por la prensa oral, escrita o televisada de todo tipo
de información, comentario o grabación que directa o indirectamente mencione o
se refiera a lo dispuesto por el presente decreto, atribuyendo propósitos
dictatoriales al Poder Ejecutivo o pueda perturbar la tranquilidad y el orden público;
4º Facultase a las Fuerzas Armadas y policiales a adoptar las medidas
necesarias para asegurar la prestación ininterrumpida de los servicios esenciales.
Banda militar que se funde con música Piazzola. Durante medio minuto queda flotando el
humo en el escenario. Las luces se van apagando paulatinamente. A los pocos instantes
se enciende de nuevo el escenario. Entra Beatriz arrastrando un coche lleno de muñecas.
Trae también varios papeles grandes con dibujos y una pizarra. Ordena las muñecas
frente a ella en semi-círculo, se sienta y les habla como profesora. A medida que define
las estaciones, muestra los dibujos pertinentes. Asimismo, con el juego de palabras, las
escribirá en la pizarra y se las mostrará a las muñecas.
BEATRIZ: Yo soy Beatriz Herrera… Yo vivo aquí en México, pero soy uruguaya;
tengo nueve años y soy la nueva profesora de ustedes; así es que todas me
tienen que hacer caso; la que se porte mal quedará castigada, sin recreo y sin
colación ¿ya? La clase de hoy es sobre las estaciones… Las estaciones son, por
203
lo menos, tres: Invierno, Primavera y Verano. El Invierno es famoso por las
bufandas y la nieve; cuando los viejitos y las viejitas tiemblan en Invierno se dice
que tiritan… ¡No Pepita, yo no tirito, porque soy una niña y no una viejita! Mi
abuelo Rafael dice que se va a retirar a sus cuarteles de invierno; yo no sé por qué
no se retira a cuarteles de verano; tengo la impresión de que en los otros va a
tiritar, porque es bastante anciano. ¡No, Trote, jamás hay que decir viejo, sino
anciano! El otro día un niño me dijo que su abuela era una vieja de mierda; yo le
corregí de inmediato; en todo caso, debe decirse anciana de mierda.
Otra estación importante es la Primavera. A mí mamá no le gusta la
primavera, porque fue en esta estación que aprehendieron a mi papá. Aprendieron
sin h es como ir a la escuela; pero con h es como ir a la policía. A mi papá lo
aprehendieron con h. Como era primavera estaba con un pulóver verde.
El Verano es la campeona de las estaciones porque hay sol y sin embargo,
no hay clases. En el Verano las únicas que tiritan son las estrellas. En el Verano
los prófugos van a la playa porque en traje de baño nadie los reconoce. Graciela,
es decir mi mami, porfía y porfía que hay una cuarta estación llamada Elotoño; yo
le digo que puede ser, pero que yo nunca la he visto. Graciela dice que en Elotoño
hay gran abundancia de hojas secas; siempre es bueno que haya gran
abundancia de algo, aunque sea en Elotoño. El Elotoño es la más misteriosa de
las estaciones, porque no hace ni frío ni calor; entonces, uno no sabe qué ropa
ponerse; debe ser por eso que yo nunca sé cuándo estoy en el Elotoño: si no hace
frío, pienso que es verano; y si no hace calor, pienso que es invierno. Y resulta
que era el Elotoño. Donde está mi papá llegó justo ahora el Elotoño y él me
escribió que está muy contento, porque las hojas secas pasan por entre los
barrotes y él se imagina que son cartitas mías.
Graciela, Graciela! ¡Graciela!
GRACIELA: Beatriz… cuántas veces te tengo que repetir; te lo digo todos los días
y no quieres entender…
(Entra Graciela) Tú sabes Beatriz que a mí no me gusta que me digas Graciela!
BEATRIZ: ¿Por qué no? ¿No es tu nombre?
GRACIELA: ¡Claro que es mi nombre! Pero yo prefiero que me digas mamá.
BEATRIZ: Está bien… pero no entiendo… tú no me dices hija, sino Beatriz…
GRACIELA: Eso es otra cosa ¿Qué es lo que quieres?
BEATRIZ: (mostrándole el dibujo) ¡El Elotoño! Ayer en la clase me peleé con la
Lucila.
GRACIELA: ¡Ah!
BEATRIZ: ¿No te interesa?
GRACIELA: Bueno, siempre te peleas con la Lucila… supongo que esa es la
forma que tienen ustedes dos de quererse, porque son amigas ¿no?
BEATRIZ: Somos… pero otras veces me peleo casi como un juego… ayer fue
en serio.
GRACIELA: ¿Qué pasó?
BEATRIZ: Habló del papá…
GRACIELA: ¿Qué dijo?
BEATRIZ: Dijo que si mi papá está preso debe ser un delincuente…
GRACIELA: ¿Y tú qué le contestaste?
204
BEATRIZ: Yo le dije que no, que era un preso político: pero después pensé que
no sabía bien qué era eso; siempre lo oigo, pero nunca sé bien qué es.
GRACIELA: ¿Y por eso te peleaste?
BEATRIZ: Por eso… y además de que dijo que el padre dice que los exiliados
políticos le vienen a quitar el trabajo a la gente del país.
GRACIELA: ¿Y tú qué le contestaste?
BEATRIZ: Ahí no supone qué decirle y le di un golpe…
GRACIELA: ¡Muy bien pues Beatriz, muy bien! ¡Así el papá de la Lucila podrá
decir que los hijos de los exiliados le pegan a su hija!
BEATRIZ: en realidad fue sólo un golpecito… pero ella reaccionó como si la
hubiera matado…
GRACIELA: Estuvo muy mal hecho, Beatriz, muy mal hecho.
BEATRIZ: Me imagino que sí, pero ¿qué es lo que iba a hacer?
GRACIELA: Pero también es cierto que el papá de la Lucila no debería decir esas
cosas. El, sobre todo, debería comprendernos mejor.
BEATRIZ: ¿Por qué él, sobre todo?
GRACIELA: No, porque él es un hombre con cultura política.
BEATRIZ: ¿Y tú, eres una mujer con cultura política?
GRACIELA: (se ríe) Un poco…, pero me falta, me falta mucho…
BEATRIZ: ¿Te falta para qué?
GRACIELA: Bueno, para ser como tu papá, por ejemplo…
BEATRIZ: ¿Y mi papá está preso por culpa de su cultura política?
GRACIELA: No Beatriz, no exactamente por eso, más bien, más bien por hechos
políticos…
BEATRIZ: ¿Quieres decir que mató a alguien?
GRACIELA: ¡No niñita! ¡No mató a nadie! Hay otros, otros hechos políticos… Y
mira la hora que es. Ya deberías estar en cama… anda a acostarte.
BEATRIZ: Buenas noches, Graciela…
GRACIELA: Dame un beso… buenas noches mi amor.
BEATRIZ: Buenas noches (Sale)
(Desde bastidores) ¡Graciela!
GRACIELA: ¡Cuántas veces, Beatriz, te tengo que decir, no me digas Graciela!
¡Dime mamá! (Sale.)
Se apaga el sector de Graciela y se ilumina el sector cárcel. Ruido de sirena, pitos, voces
de mando “¡cuerpo a tierra!”. En los camastros están durmiendo Santiago Herrera y
Rubén Rosselli. A las voces de mando saltan al suelo y se tienden en el de boca y con las
manos en la nuca. Ruido de cerrojo. Entra un guardia con una linterna. Con movimientos
rápidos saca las colchonetas de los camastros y las tira hacia afuera. Sale. Entra el
Sargento seguido por el guardia.
SARGENTO: ¡Cuerpo arriba!
CABO: ¡Media vuelta!
El guardia pone a los presos de pie contra los camastros y los allana.
SARGENTO: Estoy buscando correspondencia clandestina, porque arriba se
enteraron de que está entrando y saliendo mucha carta de aquí sin pasar por la
censura y me están jodiendo a mí; pero si encuentro algo los que van a quedar
jodidos de verdad van a ser ustedes ¿entendieron?
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CABO: (del bolsillo del pantalón de Santiago saca un papel doblado y se lo entrega al
sargento) ¡Aquí hay una carta!
SARGENTO: ¿es suya esta carta, Herrera?
SANTIAGO: Sí, Sargento…
SARGENTO: Así es que quería sacarla a la mala, Herrera… ¿Sabes cómo se
llama eso?
SANTIAGO: No…
SARGENTO: Correspondencia clandestina…
SANTIAGO: No, no la presenté a la censura, Sargento, simplemente porque no la
había terminado… eso es todo.
SARGENTO: ¿Será cierto eso? A ver Herrera, lea esa carta.
SANTIAGO: Es muy personal…
SARGENTO: ¡Ah! ¿Muy personal? Entonces léala usted Rosselli. (Se la pasa.)
ROSSELLI: Hay muy poca luz aquí, Sargento, no puedo leer…
SARGENTO: ¡Lee, mierda! (El guardia golpea a Rosselli que cae al suelo. Santiago
recupera la carta y comienza a leer.)
SARGENTO: ¡No escucho, Herrera!
SANTIAGO: (alzando la voz) Graciela, mi amor…
SARGENTO: ¡Más fuerte, Herrera!
SANTIAGO: Esta noche estoy solo; mi compañero está en la Enfermería… A
veces es bueno estar solo; puedo reflexionar mejor. Dirás que cuatro años, cinco
meses y catorce días son demasiado tiempo para reflexionar… y es cierto… pero
no son demasiado tiempo para pensar en ti… Hace dos meses que aquí no
entregan las cartas; de manera que no sé nada de ti, de Beatricita ni del viejo.
Saber de ustedes, saber de ti, mi amor, es lo único que realmente me ayuda a
mantenerme cuerdo. Pensar que es posible recuperar tus brazos, tu boca, tu pelo,
tu cuerpo, tus piernas, Graciela, mi amor. Tus piernas que son para mí la única
prueba irrefutable de que Dios existe. Sin embargo, tengo que organizar mis
imágenes, porque si no todas se concentran en tu cuerpo; en tú y yo haciendo el
amor… y eso no siempre me hace bien. ¿Te das cuenta lo que te extraño,
Graciela? Pese a mi capacidad de adaptación —que no es poca— esta es una de
las faltas a las que ni mi ánimo ni mi cuerpo se han acostumbrado, al menos hasta
ahora. ¿Llegaré a acostumbrarme? No lo creo… ¿Y tú, Graciela…? ¿Tú te
acostumbraste?
SARGENTO: Siga…
SANTIAGO: Eso es todo, Sargento…
SARGENTO: ¡Esta carta queda requisada! ¡Cuerpo a tierra! Se van a quedar así
hasta que yo los mande buscar ¿entendido?
(Sale. Los dos presos se quedan tendidos en el suelo con las manos en la nuca.)
RUBEN: ¿Qué es lo que quieren, Santiago?
SANTIAGO: Están tratando de volvernos locos, Rubén… Ya nos lo dijo el Director
del Penal antes de que tú llegaras… “no nos atrevimos a liquidarlos a todos
cuando tuvimos la oportunidad y en el futuro tendremos que soltarlos… así es que
tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda para volverlos locos…”.
RUBEN: ¡Qué carajo!
206
SANTIAGO: Pero son ellos los que han aprovechado el tiempo para volverse
locos, Rubén… Ellos han sido becados en la zona del Canal de Panamá para
recibirse de dementes…
RUBEN: No tenemos ninguna esperanza, entonces, Santiago…
SANTIAGO: Hay que permanecer cuerdos aquí, Rubén; ¡más que aferrarse a las
esperanzas hay que aferrarse a la cordura!
RUBEN: ¡Qué hijos de puta!
SANTIAGO: ¡Tenemos que dosificar los odios, Rubén; dosificarlos
prudentemente! Los odios vivifican y estimulan cuando es uno el que los gobierna;
desajustan y destruyen cuando ellos nos manejan a nosotros…
RUBEN: ¿Y si nos matan, Santiago…?
SANTIAGO: No, eso también hay que desmitificarlo, Rubén, porque ese es el
único argumento contundente que ellos esgrimen… la muerte. Hay que
convencerse, compañero, que después de todo no es tan jodido morir, si uno se
muere bien, si uno se muere sin recelos contra uno mismo.
GUARDIA: ¡Herrera, Rosselli! ¡Cuerpo arriba! ¡Al patio, trote, mar! ¡Un, dos, un
dos, un dos…! (Pito)
Salen al trote los dos presos. Se oscurece la cárcel y se prende la zona delantera del
escenario (risas). Entra Lidia arrastrando una gran jaba que contiene una mecedora. Por
el otro costado entran don Rafael y Rolando.
RAFAEL: ¿Qué pasa Rolando? ¡Es hora de descansar! ¡Es tardísimo!
ROLANDO: No… si estamos empezando la noche…
RAFAEL: No seas loco (Ríe)…
ROLANDO: No, pero cómo… (Ríe)
RAFAEL: No, no, ya es hora de ir a dormir; además, te has tomado un barril…
LIDIA: Cuando usted llegó Rolando tenía los ojos bien grandes; ahora los
tiene chiquititos…
ROLANDO: Voy a ir a mirar al espejo si es verdad (Sale).
(Desde bastidores) ¡Ah, putas las ojeras que tengo! (Ríe, vuelve a entrar)
RAFAEL: ¡A dormir mi amigo, a dormir!
ROLANDO: Don Rafael, mire, yo le traje embalada su mecedora desde el
Uruguay y ahora soy yo el que se la va a desembalar; después me voy
¿conforme?
RAFAEL: Bueno… pero esto puede esperar…
ROLANDO: No, no puede esperar… ¡el pueblo no puede esperar! ¡El pueblo no
debe esperar! Don Rafael, mire, yo le voy a decir un secreto que le tengo
guardado y después me voy ¿de acuerdo?
RAFAEL: De acuerdo… (Ríe) ¡De acuerdo!
ROLANDO: ¡Putas las ojeras que tengo!
LIDIA: ¡Sí…! (Ríe)
ROLANDO: Me las merezco por tanto trago… (Ríe) He aquí el arcano, Don
Rafael, como se diría en difícil, dígame ¿por qué de vez en cuando uno se agarra
una tranca de padre y señor mío y después entre mona y mona, uno se mantiene
sobrio y casi abstemio…?
RAFAEL: ¡Pero eso te ha pasado siempre a ti, pues (Ríe)!
ROLANDO: ¡Será que las saudades dependen de las lunas!
LIDIA: ¡Sí… claro…! (Ríe)
207
ROLANDO: Pero después de todo yo prefiero ser un borracho conocido que un
alcohólico anónimo… a mí me hinchan las pelotas los alcohólicos anónimos, Don
Rafael…
RAFAEL: ¡A mí también! (Ríe)
ROLANDO: Uno chupa de acuerdo a sus propias necesidades, y no de acuerdo a
los principios de los puritanos inmaculados: ¡Campaña moralista contra el whisky y
el tinto de cada crepúsculo! ¡pero a favor del Napalm de cada aurora! ¡Son jodidas
estas jabas… no dejan salir los muebles…!
RAFAEL: Lidia, trae un poco de café, por favor…
LIDIA: ¿Usted también quiere, Rolando?
RAFAEL: Para todos…
ROLANDO: ¿Qué me van a dar, por qué me van a dar café a mí, ah? Eso quiero
averiguar yo… ¡Está mujer es fantástica, Rafael! ¡Se da cuenta si fuera uruguaya!
¡Hace tres días que estoy aquí y ya soy amigo de un país llamado Lidia! (Sale)
RAFAEL: Se puede decir que ya estás lidiando…
ROLANDO: ¡Ah mierda que estoy arrugado… putas las ojeras que tengo! (Vuelve
a entrar) Si pudiera echarle la culpa al imperialismo… (risas) Pero no… testigo
solito a la luz del candil. ¡Jodido el exilio! ¿no Don Rafael?
RAFAEL: ¡Ay, sí… jodido es, pues…!
ROLANDO: Oiga dígame ¿por qué usa bastón usted ahora?
RAFAEL: ¡Ah! porque ya tengo 67 años…
ROLANDO: Sí, pero allá no lo usaba, pues…
RAFAEL: Allá tampoco usábamos guayaberas ¿no?
ROLANDO: Allá hacía menos calor ¿no?
RAFAEL: Allá había menos sorpresas…
ROLANDO: A ver ¿qué quiere decir con eso?
RAFAEL: ¡Ah…! que en el exilio los asombros pueden ser muchos y muy
lindos, pero terminan por cansar… uno puede tener mucha fuerza, pero también
se agota… uno se cansa Rolando… se cansa…
ROLANDO: Oratunganes…
RAFAEL: ¿Qué cosa?
ROLANDO: Nos jodieron… oratunganes los llamaba Silvio cuando nos
juntábamos los cuatros en las vacaciones a arreglar el mundo: Silvio, Manolo,
Santiago y yo… si ni siquiera son gorilas, decía… apenas son orangutanes y,
además, orates; resumiendo, oratunganes…
RAFAEL: (Ríe) oratunganes…
ROLANDO: Eran lindos esos tiempos, Don Rafael, los tiempos de la República…
RAFAEL: Sí, los tiempos de la República…
ROLANDO: Nos juntábamos los cuatro en las vacaciones, a arreglar el mundo:
Silvio, Manolo, Santiago y yo… y créame que casi, casi lo arreglábamos… Silvio,
en su tremenda ingenuidad; él decía que no quería la violencia… decía que él era
incapaz de empuñar un arma… y, sin embargo, la empuñó… también la
empuñaron contra él y es por eso que está ahora sepultado en el panteón de su
suegro, que siguen teniendo mucha plata, aunque estén tristes. Y Manolo…
cáustico y mordaz, juraba que los oratunganes sólo podían ganar por secretaría,
pero que nunca conquistarían al pueblo; ahora, exiliado desde hace siete años en
Gottemburgo, esperando que alguien le explique por qué lo dejó la Tita; esperando
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que le devuelvan a su pueblo, a su mujer, a sus hijos… Y Santiago… Santiago era
un archivo, era el mateo; sabía de todo: filosofía, marxismo, filatelia, botánica,
poesía y fútbol… recordaba todo… desde le último taponazo de Petrone hasta la
admiración que sentía por Obdulio Varela que le agachaba el moño al mismísimo
Mono Gambeta… Santiago… un vencedor real, metido en esa cárcel de mierda…
LIDIA: Rolando, por favor…
RAFAEL: (grita) ¡Cállate de una vez, Rolando! (Va a la jaba y saca la mecedora
con la ayuda de lidia) ¿Alcanzaste a verlo antes de salir?
ROLANDO: Bueno sí, sólo cinco minutos… me recordó que le trajera la
mecedora…
RAFAEL: En la última carta que le escribió a Graciela se queja de que hace
tiempo que no le escribo…
ROLANDO: Sí… me lo dijo.
RAFAEL: No le he escrito, porque no sé qué decirle… Y ¿qué le voy a decir?
¿Qué debí aconsejarlo mejor? ¿Qué cada vez que despierto en la noche pienso
que lo pueden estar martirizando, torturando? ¿Qué cada vez que imagino que le
aplican la picana eléctrica en los testículos, siento un dolor real en los míos? ¿O
qué me siento culpable de ser sobreviviente de un genocidio? ¿Ah? No le escribo
porque no sé qué decirle… prefiero no escribirle estupideces… (Sale)
ROLANDO: (a Lidia) ¿Dónde está Graciela? Me acaban de soltar de la cárcel en
el Uruguay… ahora ya llevo aquí tres días de exilio en México y todavía no
consigo verla. ¿Qué es lo que pasa con Graciela digo yo?
LIDIA: No sé Rolando, yo no conozco a Graciela, todavía.
ROLANDO: ¡Ah… ¿cómo? usted no vive aquí, entonces…!
LIDIA: ¡No, Rolando, yo no vivo aquí!
ROLANDO: Ah… usted… ah…
(Lidia sale con la jaba vacía)
RAFAEL: (volviendo) Disculpa, Rolando…
ROLANDO: Rafael, Santiago le mandó esta carta para usted. Pero es sólo para
usted… (saca de su bolsillo una carta y se la entrega a Don Rafael.)
RAFAEL: ¿Por qué…?
ROLANDO: No sé, yo no conozco el contenido de la carta, pero me dijo que
cuando usted la leyera se iba a dar cuenta por qué… Bien, ahora sí que me voy.
Créame que ha sido una alegría inmensa haberlo podido abrazar…
RAFAEL. Para mí también muchacho… para mí también…
ROLANDO: Dígale a Lidia que por favor me perdone… ¡Hey, Rafael! dígale que
¡por favor me perdone!
RAFAEL: ¡No te preocupes hombre…!
(Rolando sale. Don Rafael se sienta en la mecedora y abre la carta.)
LIDIA: (volviendo) ¿Se fue?
RAFAEL: Sí. Me pidió que lo disculparas.
LIDIA: ¡Putas, las ojeras que tienes…! (Ambos se ríen)
RAFAEL: Siéntate… quiero leerte esta carta…
LIDIA: ¿De Santiago?
RAFAEL: Sí…
Montevideo, Septiembre de 1980.
Querido viejo:
209
Esta carta es una oportunidad única que seguramente nunca se volverá a
repetir. Figúrate si tendré confianza en este correo para decirte todas las
imprudencias que vas a leer. A alguien tengo que hacerle señas desde este
páramo y a quién sino a ti…
(De pronto Don Rafael deja de leer.)
LIDIA. ¿Qué pasa?
RAFAEL: No, no es nada…
LIDIA: Mejor me voy a mi casa…
RAFAEL: No, por favor, esta noche quédate aquí…
LIDIA: Entonces, me voy a dormir…
RAFAEL: Está bien…
LIDIA: Te espero arriba… (Sale)
Don Rafael sigue sentado. Se oye por audio el latir de un corazón en crescendo. Funde
con sirena y ruido de lluvia, mientras se apagan lentamente las luces. Oscuro. En el
oscuro se oye el comienzo del siguiente dialogo:
ROLANDO: ¡Qué domingo desagradable! No me puedo acostumbrar con este
viento…
GRACIELA: A mí me gusta el viento… me ayuda a borrar cosas…
Se prende la luz en el escenario. Se ve a Beatricita sentada en el suelo con un gran
álbum en el cual esta pegando varias fotografías. El dialogo telefónico sigue sin que se
vean los personajes de Graciela y Rolando. En el sector de la cárcel, tenuemente
iluminado se ve la silueta de Santiago, leyendo.
ROLANDO: ¿Sí? ¿A borrar qué cosas?
GRACIELA: Bueno, cosas que quiero borrar…
ROLANDO: (asomándose por el lateral izquierdo con el auricular de un teléfono) No…
¡Yo no me puedo acostumbrar! ¡Llevo más de dos meses aquí y te digo que no me
puedo acostumbrar! Eso confirma mis sospechas ¿ah?
GRACIELA: ¿Qué sospechas?
ROLANDO: Que también existen las nostalgias climáticas… (Ríe) ¿Y cómo
estás?
GRACIELA: ¿Yo?
ROLANDO: Sí…
GRACIELA: Bueno… digamos bien…
ROLANDO: ¿Hay alguna novedad…?
GRACIELA: Carta de Santiago…
ROLANDO: ¿Ah, sí? ¿Qué cuenta Santiago?
GRACIELA: ¡Ninguna novedad!
ROLANDO: Ah, ah, y ¡qué quieres! cuando uno está preso no puede ser muy
original, pues…
GRACIELA: Un momentito, Rolando… (entra Graciela en bata con el teléfono y una
taza de té en la mano.)
ROLANDO: ¡Graciela!
BEATRIZ: ¡Graciela…!
GRACIELA: ¿Qué quieres Beatriz? Un momentito Rolando…
BEATRIZ: (mostrando una foto) ¿Quién es esta señora?
GRACIELA: A ver, déjame ver… es tu tía Ana, la hermana de tu abuelo Rafael…
tía abuela tuya, Beatriz…
210
BEATRIZ: (mostrando otra foto) Ah… ¿Y éste?
GRACIELA: Perdona, Rolando… ese es Emilio, el hijo de tu tía Ana, primo de tu
papá…
BEATRIZ: (muestra otra foto) ¿Y esto?
GRACIELA: Eso… disculpa Rolando…
ROLANDO: Sí…
GRACIELA: Ese es tu papá y Emilio… los dos en el campo; los dos primos…
tenían la edad tuya.
BEATRIZ: ¿Dónde está el tío Emilio ahora? ¿En Uruguay?
GRACIELA: No, murió…
BEATRIZ: ¿De qué murió?
GRACIELA: No sé… Sí, Rolando, dime…
ROLANDO: Oye ¿están viendo fotografías con la Beatricita?
GRACIELA: Sí, en eso estábamos… tratando de hacer un álbum…
ROLANDO: Me gusta la vitalidad de la Beatriz…
GRACIELA: Bueno, supongo que la mayor vitalidad le viene de su padre ¿no?
ROLANDO: No… si también le viene de ti… lo que pasa es que últimamente
estás un tanto deprimida. A propósito, te haga una proposición…
GRACIELA: ¿Semi honesta?
ROLANDO: Semi honesta…
GRACIELA: ¿Quieres ir al cine?
ROLANDO: La película es buena…
LOS DOS: ¿Dónde nos juntamos?
LOS DOS: En Dieciocho con Ejido…
ROLANDO: ¡Así habría sido en el Uruguay! ¡Qué lindo, ¿no?!
GRACIELA: No… Rolando, no.
ROLANDO: ¡Eres bien rara… sí, eres bien rara… porque al comienzo cuando
llegué me costó más de diez días que aceptaras verme y ahora, después de dos
meses, sólo aceptas verme en tu casa y/o en estas largas conversaciones
telefónicas…
GRACIELA: Perdón, Rolando…
ROLANDO: Significa que no vamos a tener más comunicación que ésta…
GRACIELA: Perdona, Rolando, perdona… Beatriz, tienes que ir a acostarte, te lo
estoy diciendo hace tanto rato… mira la hora que es; ¡ya, ya, a acostarte!
BEATRIZ: Pero, déjame hablar un ratito con el tío Rolando…
GRACIELA: Rolando, Beatriz va a hablar un minutito contigo.
BEATRIZ: ¿Aló, tío Rolando?
ROLANDO: Sí… ¿qué hay Beatriz?
BEATRIZ: Cuéntame lo del zoológico…
ROLANDO: Bueno, ya, el sábado te llevo ¿ya?
BEATRIZ: No, el de aquí no… a los monos de aquí me los conozco de memoria
y también a sus esposas y a sus hijos… tú me ibas a contar cómo son allá…
ROLANDO: ¿Quienes?
BEATRIZ: Los monos de mis sueños, tío Rolando…
ROLANDO: Bueno… pero si todos los monos son iguales, pues Beatriz…
BEATRIZ: No tío Rolando, los monos con los que yo sueño son los de Villa
Dolores y son distintos porque son ¡uruguayos!
211
ROLANDO: Ya, ya, el sábado te cuento ¿ya?
BEATRIZ: ¿Me lo prometes?
ROLANDO: Sí, ahora llama a tu mamá, por favor.
BEATRIZ: Bueno, chao tío Rolando…
ROLANDO: Chao…
GRACIELA: Ya, Beatriz, lleva todo esto a tu pieza y deja todo ordenado, todo…
buenas noches… dame un beso, mi amor, buenas noches…
BEATRIZ: Buenas noches Graciela…
GRACIELA: Sí Rolando…
ROLANDO: Sí, dime qué hay con mi proposición…
GRACIELA: ¿Qué proposición?
ROLANDO: La de ir al cine, por supuesto…
GRACIELA: No, no, no Rolando…
ROLANDO: ¿Por qué no?
GRACIELA: Rolando, dime una cosa ¿tú has andado alguna vez en tren con otra
persona, sentados frente a frente y cada uno mirando el paisaje por su propia
ventanilla?
ROLANDO: Sí, sí, he andado, sí… ¿por qué?
GRACIELA: Bueno, no sé, tú sabes que a mi siempre me ha encantado andar en
tren, desde chica… Yo nunca leo en el tren porque me gusta mirar el paisaje…
ROLANDO: ¡Claro…! ¿y?
GRACIELA: ¿Sabes por qué? Porque cuando voy mirando hacia adelante siento
que el paisaje viene hacia mí y me siento optimista… qué sé yo…
ROLANDO: ¿Y cuando vas mirando hacia tras…?
GRACIELA: Cuando voy mirando hacia tras siento que el paisaje se diluye, se va,
se muere… y me deprimo, realmente me deprimo…
ROLANDO: ¿Y cómo va sentada ahora la señora?
GRACIELA: No, Rolando, no hagas broma… estoy hablando muy en serio…
¿sabes tú qué vi muy claramente el otro día cuando estuve releyendo las cartas
de Santiago…?
ROLANDO: ¿Sí? ¿y?
GRACIELA: El está en la cárcel y cada carta que escribe es como si la vida
viniera a su encuentro… en cambio, yo que estoy —digamos— en libertad…
ROLANDO: Graciela…
GRACIELA: …Siento que todo se va…
BEATRIZ: (desde bastidores) ¡Graciela… una cucaracha!
GRACIELA: ¿Qué pasa? ¿qué pasa?
BEATRIZ: … una cucaracha!
GRACIELA: ¿Dónde hay una cucaracha… dónde?
ROLANDO: Se me está cortando la comunicación…
BEATRIZ: … una cucaracha, Graciela!
GRACIELA: ¡Espérate, espérate… no hagas nada! (recoge sus cosas y sale)
ROLANDO: Se me está cortando… se me terminaron… ¿aló, aló, Graciela…
aló…? ¡Ah! país de mierda ¡la puta que lo parió!
(Sale) se oscurece la escena y se ilumina tenuemente la zona de la cárcel. Santiago esta
sentado en su camastro. Su cara esta iluminada por una raya de luz.
212
SANTIAGO: Esta noche te voy a escribir, Graciela, porque hay luna… y la luna
siempre me trae tu recuerdo, es como un bálsamo… además que ilumina, aunque
sea precariamente, el papel y eso no deja de tener su importancia, porque a esta
hora no tenemos luz eléctrica… bueno, durante los primeros años no teníamos ni
siquiera luna, así que no me quejo… Siempre hay alguien que está peor, como
concluía Esopo —o aún peorísimo, como concluyo yo—. El hecho, Graciela, es
que esta tarde estuve rememorando largamente los veranos en Solís. Era lindo el
ranchito (Ríe) y tan cerca de la playa… yo me acuerdo cómo se te humedecían los
ojos verdes cuando en los atardeceres volvíamos caminando despacito y en
silencio, abrazados, y en la palma de mi mano derecha yo sentía la piel de tu
cintura desnuda que se erizaba, seguramente porque ya empezaba a correr un
anticipo de la brisa nochera… y, entonces, había que apurarse para llegar al
ranchito, ponerse los pulloveres, prepararse una grapita con limón, unos
churrascos con huevos… (Ríe), besarnos un poco… no mucho, porque lo mejor
venía después… (ruido de olas del mar, gaviotas; campanillas de bicicletas). Se prende
la luz total del escenario y del pasillo por donde se ve entrar a Celia a pie y a Rolando
montado en una bicicleta. Ambos suben al escenario. Rolando deja la bicicleta a un
costado y saca una bolsa que tiene colgada del manubrio.
SANTIAGO: ¡Graciela, Graciela, llegaron! (Sale por un lateral) (risas)
ROLANDO: Oye, tú que eres bien desconfiada ¿ah? Desconfiada de mí que soy
el campeón de 400 metros valla…
CELIA: Sí, pero sin bicicleta… (Ríe)
(Entra Graciela trayendo dos pisos de playa, toallas y un canasto.)
GRACIELA: Santiago, ya llegaron a buscarnos… amor.
CELIA: No me quise dejar matar por este loco.
GRACIELA: Cualquier día te van a pasar un parte por exceso de velocidad…
CELIA: Siii…
ROLANDO: Lo que pasa es que Celia viene muy apurada… imagínate que su
dueño, amo y señor la está esperando en la playa…
CELIA: Ah… Peor es no tener perro que le ladre…
GRACIELA: (Ríe)
CELIA: Oye Graciela ¿y tu amo y señor no está listo todavía?
GRACIELA: ¡Santiago, ya llegaron a buscarnos! ¡Apúrate! Te están esperando a
ti… Oye, y Manolo y Silvio?
CELIA: Mira… Manolo y Silvio quedaron en la carnicería y Tita con Pedro se
fueron a la playa con los niños… Oye, a propósito de Tita…
GRACIELA: ¿Qué pasó?
CELIA: Tenemos novedades…
GRACIELA: ¿Qué pasó?
CELIA: ¡Tita está esperando…!
GRACIELA: No… ¿cómo te voy a creer? ¿Cómo te voy a creer?
CELIA: (Ríe)
ROLANDO: (mostrando la bolsa que trae) ¡Graciela! ¡Escucha Graciela…! Conseguí
endivies…
GRACIELA: Ya, llévalos a la cocina…
CELIA: En castellano se dice endivias…
ROLANDO: Lo siento… a mí me gusta decirlo en el idioma original: endivies (sale)
213
(risas)
GRACIELA: ¿Y qué dice Manolo?
CELIA: ¡Ay, no, pero si Tita no se animó a contarle todavía…! ¿no ves que
Manolo tan nervioso? Y ya serían cinco… no dejaría de ser… Lo que es Pedro
siempre quiso una familia numerosa ¿no ves que ellos eran diez hermanos? ¿Te
das cuenta no? Diez colegios, diez pares de zapatos, diez bocas, diez camas…
¡ah!
GRACIELA: Ya somos tres millones de uruguayos ¿ah? Y espacio hay…
CELIA: …Y comida tendría que haber… según dicen los arregladores del
mundo que allá se quedaron arreglándolo en la carnicería… ¿Se dan cuenta no?
Esos dos en la carnicería… van a traer cualquier cosa…
GRACIELA: …Agosto, Septiembre, Octubre… sería Octubre, sería para
primavera…
CELIA: Los míos nacieron en invierno… todos, todos…
ROLANDO: (vuelve con un recipiente en el que esta limpiando las endivias) ¡Qué
casualidad! ¿ah?
GRACIELA: ¿Viste? (Ríen)
CELIA. Oye Graciela…
GRACIELA: ¿Qué?
CELIA: …y tú ¿cuándo te vas a decidir?
ROLANDO: Oye, no le has dicho nunca a Santiago que Marx tuvo nueve hijos?
GRACIELA: No… ¡Se lo voy a decir! Celia, preparemos algo, algunos sandwiches
para llevar a la playa…
CELIA: Vamos… (Sale)
GRACIELA: …mientras los compañeros se preparan para los próximos juegos
olímpicos de Moscú… ¡Apúrate Santiago! ¡A ver si le sacas un poco de trote a ese
remolón…! (Dirigiéndose a rolando) (sacándole el recipiente con las endivias) ¡No te
comas toda la endivia, si es para todo el mundo! ¡Apúrate Santiago! (Sale)
ROLANDO: ¡Vamos Santiago! (aplaude) ¡Arriba!
SANTIAGO: El duque de Endives en persona. ¡Hola duque! ¿Cómo te va?
ROLANDO: Abdominales…
SANTIAGO: Abdominales…?
ROLANDO: Abdominales…
SANTIAGO: Aquí, entonces, con mi cojincito (pone un cojín en el suelo). Se sientan
ambos en el suelo frente a frente, se toman de las muñecas y realizan los ejercicios
durante todo el dialogo que sigue.
ROLANDO: Las piernas estiradas…
SANTIAGO: ¿Usted cumplió su misión, compañero?
ROLANDO: Primero el ejercicio y después la información correspondiente… Eso,
atrás, atrás… un, dos…
SANTIAGO: ¿Trajiste el regalo o no?
ROLANDO: Sí, lo compré… tres, cuatro, cinco…
SANTIAGO: ¿Es lindo?
ROLANDO: Lindo… seis… siete…
SANTIAGO: Está linda la flaca ¿ah? (Ríe)
ROLANDO: ¡Ah, no sé…! ¡De eso no opino yo…!
SANTIAGO: ¿Por qué?
214
ROLANDO: Yo no opino de las dueñas ni de las esclavas…
SANTIAGO: ¿Qué quieres decir con eso?
ROLANDO: Quiero decir que yo no opino de las esposas de mis amigos…
SANTIAGO: ¿Por qué dueñas o esclavas?
ROLANDO: Porque en eso las habéis convertido vosotros los machistas,
leninistas…
SANTIAGO: ¡ah… claro! ¡Tú con tus tangos y tus minas, siempre mariposeando…
no puedes tener…
ROLANDO: ¡Estira las piernas! ¡Estira las piernas!
SANTIAGO: …otra concepción acerca de la pareja, pues viejo! La verdad es que
en el fondo lo que pasa es que no te interesa la pareja, porque eres un soltero
empedernido…
ROLANDO: Soltero empedernido… caballero tronado, duque en desgracia,
lumpen elegante…
SANTIAGO: El duque de Endives, en dos palabras…
ROLANDO: Para servirle a usted y a su señora…
SANTIAGO: Eso se lo dijiste una vez al gerente del banco y te convirtió en ex-
cajero…
ROLANDO: Sí… (ríen)
SANTIAGO: Tus relaciones con las mujeres siempre han sido claritas, viejo ¿no?;
con datos y propósitos claros como el agua ¿no es así?
ROLANDO: Así es, transparente como el H2O, para ser más científico…
SANTIAGO: Una sola estructura para mantenerse invicto, viejito, relaciones
provisionales…
ROLANDO: Atrás…
SANTIAGO: Porque siempre has encontrado mujeres que aceptan tus reglas del
juego desde el primer pique… ¿no?
ROLANDO: Atrás… sí… y mujeres bien mujeres…
SANTIAGO: Y que luego se esfuman con un cordial, ¡chau y santas pascuas! ¿no
es cierto?
ROLANDO: ¡Santas pascuas! No seas tramposo… estira las piernas…
SANTIAGO: Bueno, yo lo felicito a usted compañero por la brillante
fundamentación de su propio machismo leninismo…
(Corta los ejercicios y le tiende la mano a Rolando, que se la estrecha siguiendo la broma)
ROLANDO: Muchas gracias, compañero… ¡que le sirva!
SANTIAGO: ¿Me quiere entregar el regalo que le compramos a Graciela, por
favor?
ROLANDO: ¡Encantado! ¿Oye, te acuerdas que tu mamá siempre nos regalaba a
todos cajitas de música?
SANTIAGO: Siii… linda viejita, la vieja… (tararea)
ROLANDO: ¡Qué linda la vieja, …nunca se cansaba de escuchar la Primavera de
Vivaldi…
(Va a la bicicleta y saca de la parrilla trasera un paquete que entrega a Santiago. Este lo
abre y saca una cajita de música.)
SANTIAGO: (Ríe) Esta es la misma que vimos… ¿no?
ROLANDO: Por supuesto…
SANTIAGO: (abriendo la caja) Pero no toca nada…
215
ROLANDO: ¡Dale cuerda, pelotudo! ¿Se la vas a mostrar ahora?
SANTIAGO: Claro, ahora mismo…
ROLANDO: No, no, no se te ocurra, es poco estratégico…
GRACIELA: (entrando con Celia. Trae una radio a pila que esta sonando) ¡Santiago,
espérese, una novedad que trajo Celia… escuchen, atención… una novedad!
(Santiago alcanza rápidamente a esconder la cajita en uno de los canastos que están en
el suelo.)
GRACIELA: ¡Señores, con ustedes, Carlos Puebla!
(Risas. Todos entonan la canción)
“Yo del inglés conozco poca cosa,
pues solamente hablo el español,
pero entiendo a los pueblos cuando dicen:
yanqui ¡go home!”
(Santiago baila con Graciela)
ROLANDO: ¡Epa!
(Campanillas de bicicletas. Llegan Manolo y Silvio en bicicleta por el pasillo. Suben al
escenario) (continua la música.)
ROLANDO: ¡Eso! ¡Qué bien se ven, qué bien se ven! Esto es un baile, ¿no?
MANOLO: Graciela ven un poquito que Silvio quiere bailar contigo… ven, ven…
(se acerca a Santiago y cuchichea con él. Después va a la radio y la apaga.) ¡Oye, para,
para… Se acabó el veraneo, se acabó este paseo, nos volvemos a Montevideo
inmediatamente…
GRACIELA: ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
MANOLO: ¿No te das cuenta como está este pobre ser humano? Míralo,
pobrecito… fiebre no tiene, ¿ah? Está un poquito acalorado, pero fiebre no tiene.
El diagnóstico es el siguiente: este tipo está absolutamente loco…
CELIA: A ver ¿por qué?
MANOLO: Porque Silvio me acaba de decir que este compañero piensa
declararle la guerra las FF.AA. de la República Oriental del Uruguay! ¡Miren qué
pelotudo! (risas fuertes)
SANTIAGO: (a Silvio) Yo lo único que te di fue una visión personal y panorámica
de la realidad nacional…
MANOLO: Y otros ensayos…
GRACIELA: Ya, ya, ya, déjense de tonteras, a ver Silvio cuenta de qué se trata!
¡A ver, qué pasa!
SILVIO: Que te lo explique Santiago, Graciela, porque yo no pude dormir en
toda la noche…
GRACIELA: ¿Santiago?
ROLANDO: ¡Ay, qué misterio! Están haciendo fracción los compañeros… (todos
se sientan juntos en semicírculo.)
SANTIAGO: ¡Nooo Rolando! ¡Qué fracción! Si lo único que le dije a Silvio fue que
había que cambiar algunas reglas del juego… eso es todo!
SILVIO: Oye no fue solamente eso Santiago… ahora explica exactamente lo
que me dijiste anoche… (todos hablan.)
SANTIAGO: Estuvimos conversando anoche con Silvio y simplemente le dije que
la gente que tenía el poder y la plata aquí en el Uruguay no la iba a soltar de puro
generosos… porque ¡claro, pues compañeros! esta no es la burguesía
216
escandinava que sacrifica una parte de sus dividendos para poder sobrevivir,
pues; aquí, los burgueses, viejito, van a apelar a la milicada… aunque la milicada
se los coma a todos después…
ROLANDO: ¿Estás vendiendo futuro, Santiago…?
SANTIAGO: ¿Qué quieres decir con esa cosa tan esotérica, Rolando?
ROLANDO. Quiero decir: ¿estás anunciando la posibilidad de una dictadura
militar, aquí en el Uruguay…?
GRACIELA: Ahhhh! ¡por favor!
SANTIAGO: Mira viejo querido, aquí en el Uruguay no ha habido dictadura militar
porque la burguesía no la ha necesitado… Cuando la necesite —y pierdan
cuidado que ahora la va a necesitar— no van a vacilar un instante, viejito… nos
van a golpear como si fuéramos vulgares guatemaltecos!
SILVIO: ¡Santiago, por favor! Este es un país democrático! y, además, la
clase obrera está organizada, mi viejo!
CELIA: Bien, bien, bien… (aplaude)
SANTIAGO: ¡Van a liquidar a la clase obrera, y a las organizaciones sindicales,
van a disolver los partidos políticos, nos van a hacer mierda, viejo; no nos van a
dejar respirar!
MANOLO: ¿Y hay que callarse la boca entonces?
SANTIAGO: ¡Cómo que va haber que callarse la boca! Hay que darles la pelea en
otra cancha que no sea la del mero debate político!
ROLANDO: ¿Cuál es la otra cancha, la guerrilla, el foquismo, la insurrección
armada…?
SANTIAGO: No sé, no sé, no puedo saberlo todo yo… ¡La que sea necesaria!
GRACIELA: Y tú… ¿vas a tomar las armas Santiago?
SANTIAGO: Lo único que sé es que hay que pelearles el partido mijita… hay que
hacerles goles…
GRACIELA: ¡Contésteme!
SANTIAGO: …aunque sea desde la media cancha…
GRACIELA. ¿Viste Celia? No me contesta…
SANTIAGO: Hay que amargarles en serio la propiedad y los privilegios… hay que
quitarles el poder real, viejo! Si no, no hay cambio de estructuras… hay meras
transacciones, no más…
MANOLO: ¡Lógico! ¿Y eso te parece tan descabellado Silvio? ¡Perdóname! ¡Yo
estoy absolutamente de acuerdo con Santiago, absolutamente de acuerdo! Es
más, yo creo que ahora mismo deberíamos tomar las armas!
SILVIO: Yo rechazo la violencia, compañeros! ¡Yo sería incapaz de empuñar
un arma! Además, las FF.AA. en este país son constitucionalistas, no se van a
embarcar así como así en una aventura golpista!
MANOLO: ¡Qué tierno! … ¡Por favor, Silvio, no seas ingenuo!
ROLANDO: Oye, perdóname, Manolo, ¿tú crees que nosotros por la fuerza
vamos a lanzar la burguesía del poder…?
MANOLO: ¿Te contesto en serio?
ROLANDO: Sí…
MANOLO: Yo pienso que no… porque estos tipos van a recurrir a la milicada, el
gran poder armado, su última y fundamental reserva… y estos tipos nos van a
217
agarrar, nos van a meter presos, nos van a torturar, nos van a hacer mierda… Lo
acaba de decir Santiago ¿no?
ROLANDO: Bueno… y ¿entonces?
MANOLO: Entonces… ¡nada!
GRACIELA: ¡Ay, Manolo!! ¡Cómo nada!
MANOLO: Nada en lo inmediato, pues mijita… ellos van a ganar, pero su
victoria será a lo Pirro; es decir, van a ganar y no hallarán qué hacer con el trofeo,
porque van a ganar en los papeles, van a ganar por secretaría; pero nuestro
sacrificio, entonces, no será inútil, porque ellos van a perder al pueblo… van a
perder al pueblo definitivamente y nunca más en la historia volverán a recuperarlo
¡nunca más en la historia! ¡Sí, señor! (Aplausos.)
SANTIAGO: Esto último lo agregaste tú. Yo no he hecho ningún planteamiento de
tipo moral…
MANOLO: Ah… ¿Y yo estoy haciendo un planteamiento de tipo moral?
SANTIAGO: Claro… tú estás hablando de los sacrificios y demases… Yo, si me
metiera en una gresca como esta, por ejemplo, Silvio, si yo tuviera que empuñar
un arma —como dices tú…
SILVIO: ¿Sí?
SANTIAGO: … a mí no me interesaría ser un vencedor moral, lo que yo quiero es
ser un vencedor real, viejo; ¿para qué me sirven los triunfos morales si va a seguir
existiendo la explotación, el latifundio y todos los oprobios que uno conoce? ¿Para
qué quiero ser un vencedor moral?
MANOLO: Oye Santiago, si eso es fantástico… si a todos nos gustaría ser
vencedores reales ¿no? ¡El asunto, viejo, no es querer; el asunto es poder!
SILVIO: Yo creo que el asunto no es querer ni poder… el asunto es joder!
GRACIELA: (Ríe)
MANOLO: Oye viejito! Tú no te quieres convencer que en este país, con estos
gorilas, el asunto va en serio ¿ah?
SILVIO: ¡Oratunganes, viejito!
GRACIELA: ¿Qué dijiste? ¿Qué es eso?
SILVIO: Ni siquiera son gorilas, apenas orangutanes y, además, orates;
resumiendo: ¡oratunganes! (Risas, aplausos)
MANOLO: ¡Oye, este tipo no tiene idea de dialéctica, pero ahora acertó! (Risas)
ROLANDO: Oye Manolo, ¿tú crees que sabes mucho de dialéctica…?
MANOLO: ¿Cómo no voy a saber de dialéctica…?
ROLANDO: (a Santiago) Él dice que sabe mucho de dialéctica… ¡póngalo a
prueba…!
SANTIAGO: (a Manolo) ¿Tú sabes de dialéctica…?
MANOLO: Pero, por supuesto, pues!
SANTIAGO: Hay dos hombres que están frente a un baño… uno está sucio y el
otro está limpio… ¿cuál de los dos se baña?
MANOLO: El sucio, obviamente…!
SANTIAGO: ¡Falso, señor, se baña el limpio, porque está acostumbrado; el sucio
no tiene costumbre…!
ROLANDO: A ver Silvio, dos hombres frente a un baño, uno sucio y otro limpio
¿cuál de los dos se baña?
SILVIO: ¡El limpio, ya lo dijo Santiago!
218
ROLANDO: ¡falso, el sucio, porque lo necesita y el limpio no! (Risas)
SANTIAGO: A ver Celia, rápidamente, dos hombres frente a un baño, uno sucio,
otro limpio ¿cuál de los dos se baña?
CELIA: Ninguno…
SANTIAGO: ¡Falso! Se bañan los dos; el limpio, porque está acostumbrado y el
sucio porque lo necesita.
TODOS: ¡Bien!
ROLANDO: A ver, Graciela, dos hombres frente a un baño, uno sucio y otro
limpio ¿cuál de los dos se baña?
GRACIELA: Los dos… los dos…
ROLANDO: ¡Falso! ¡Ninguno! Uno porque no lo necesita y el otro, porque no está
acostumbrado…
CELIA: ¡Ah! Este es un enredo y yo no entiendo ninguna cosa!
SANTIAGO: ¡Esa es la dialéctica! (Risas) algunos hacen ademán de irse. Santiago los
para y saca la cajita del canasto. Se la entrega a Graciela.
SANTIAGO: Esta es una ocasión especial. Yo tengo una sorpresa para Graciela
que yo quisiera compartir con los compañeros, si Graciela no tiene ningún
inconveniente…
MANOLO: Graciela no tiene ningún inconveniente. (Todos se ríen.)
SANTIAGO: Graciela esto es para ti…
GRACIELA: ¿Qué es esto…?
SANTIAGO: Es un regalo mío para ti…
GRACIELA: ¿Por qué?
SANTIAGO: Porque sí, porque te quiero…
ROLANDO: (canta) Porque te quiero a ti, porque te quiero, cerré mi…
GRACIELA: A ver, a ver, a ver… ¿y por qué hoy en especial?
SANTIAGO: Porque hoy es un día especial… hoy es el último día de vacaciones
en Solís ¿no es cierto?
GRACIELA: Supongo que no va a ser la última vez que vengamos a Solís ¿no es
cierto?
SANTIAGO: No sé, no sé, pero ábrelo, ábrelo, porque te va a gustar…
Graciela abre la cajita y se oye la música de la internacional (risas, aplausos) (Santiago
besa a Graciela.)
TODOS: (cantan) Por la Internacional…
Agrupémonos todos, en la lucha final
y se alcen los pueblos con valor
por la Internacional!
Santiago besa a Graciela y vuelve al ámbito de la cárcel. Sube a su camarote y termina
en la misma posición del comienzo de la escena. Mientras tanto, los otros, cantando,
hacen abandono del escenario. La luz se apaga lentamente.
Sigue oyéndose la música de la cajita.
En el oscuro empieza a oírse la voz de la Beatricita repitiendo su lección de francés. La
luz se enciende y vemos en primer plano a Beatricita sentada con un osito entre sus
brazos y leyendo en un cuaderno. En la pared hay un dibujo de un paisaje que en grandes
letras dice: Solís. Beatriz cierra la cajita, cesa la música.
BEATRIZ: La mer, le soleil, le ciel, la lune, les oiseaux…
CELIA: (desde afuera) ¡Beatricita! ¡Hace rato que la llamo a acostarse!
BEATRIZ: ¡Primero ayúdame con mi lección de francés Celia!
219
CELIA: ¡Ay, mijita! pero si repasamos tres veces ya en la tarde la lección de
francés…
BEATRIZ: Ultima vez, Celia…
CELIA: Ay mijita… bueno, última vez ¿ah?
BEATRIZ: Ya…
CELIA: Mi mamá se llama Graciela…
BEATRIZ: Ma mere s’appelle Graciela…
CELIA: Mi papá se llama Santiago…
BEATRIZ: Mon pere s’appelle Santiago…
CELIA: Mi abuelo se llama Rafael…
BEATRIZ: Mon grand-pere s’appelle Rafael…
CELIA: (entrando) Mi abuela se llamaba Mercedes…
BEATRIZ: Ma grande-mere s’appelait Mercedes…
CELIA: ¡Muy bien! ¡Ahora a dormir, Beatricita!
BEATRIZ: ¿Cómo era mi abuela Mercedes? ¿La conociste, Celia?
CELIA: ¡Ay, Beatricita! ¡No la conocí!
BEATRIZ: Pero algo te deben haber contado…
CELIA: Bueno, claro… tu papá me decía que era una mujer muy dulce y muy
silenciosa…
BEATRIZ: ¿Y qué más…?
CELIA: Desmesuradamente mesurada ¿y? que amaba la música y que le
encantaba oír “La Primavera” de Vivaldi.
BEATRIZ: Le printemps, L’automme, L’Hiver, L’Ete, L’Ete a Solis est tres jolie. Il
y a des bois, des arbres, la mer, les oiseaux, le ciel, le soleil et la lune.
CELIA: ¡muy bien Beatricita, pero ahora se va a dormir, porque va a llegar su
mamá y nos va a retar a las dos!
BEATRIZ: ¿y por qué se ha demorado tanto Graciela en llegar?
CELIA: Porque tenía mucho que hacer en la oficina Beatricita. ¡Vamos a
acostarnos!
BEATRIZ: ¡Ay, yo no me quiero ir a acostar hasta que no llegue Graciela!
CELIA: (Ríe) ¡Ay Beatricita…! Bueno…
(La recuesta en su regazo) Acuéstese un ratito aquí…
Se enciende el otro costado del escenario y aparece Lidia. Saca de entre bastidores una
maquina de escribir. Coloca papel en ella y se sienta en actitud de comenzar a escribir.
LIDIA: ¿Rafael…?
RAFAEL: ¿Sí?
LIDIA: ya ven… está listo todo para escribir la carta.
RAFAEL: No, no, no, por favor… ¡ahora no!
LIDIA: ¿Cómo no? ¿Cuándo, entonces?
RAFAEL: ¡Ay! No sé… mañana…
(Sale Lidia) (por el otro costado aparece Graciela. Viene en tenida de calle.)
GRACIELA: ¡Celia! ¡Celia! ¡Llegué…!
CELIA: No, no, Graciela, shh…!
GRACIELA: Celia, llegué, llegué…!
CELIA: ¡Graciela, cállate, cállate, que recién se quedó dormida!
GRACIELA: ¿Y por qué no la llevaste a dormir a su cama?
CELIA: ¡No quiso acostarse, mientras no llegarás tú!
220
GRACIELA: Ahhhh! ¡No me digas que la Beatricita me estuvo registrando mis
cosas! ¡Celia, de dónde sacó eso (indicando la cajita de música.)!
CELIA: ¿Pero, qué quieres que hiciera en tanto rato la pobrecita? Además,
es la edad ¿no? ¡Es una luz la chiquilla! Estuvimos hablando de Solís; mira lo que
te hizo (le muestra el dibujo de Solís.) (Graciela recoge la cajita de música y la abre.)
(Música: la internacional.)
CELIA: ¿Te acuerdas de Solís, Graciela? Ese Uruguay de olitas suaves…
¿quién nos iba a decir lo que vendría después?
GRACIELA: (cierra la cajita y se la pasa a Celia.) ¡Toma Celia, quédate con ella! Te
la regalo…
CELIA: ¿Me estás dando la cajita de Solís?
GRACIELA: Por Dios… sí, te la estoy dando…
CELIA: ¿Por qué, qué pasa? ¿Es que ya no aguantas una separación tan
larga? Si no quieres, no me contestes…
GRACIELA: No es que no quiera contestarte, Celia… lo que pasa es que no
tengo respuestas a tus preguntas…
CELIA: ¿No sabes cómo te sientes?
GRACIELA: Sí… me siento asustada, desorientada, insegura…
CELIA: Bueno… eso es lógico, ¿no?
GRACIELA: Sí, es lógico, pero no es tan lógico cuando trato de contestar tu
segunda pregunta… eso de cómo aguantas la separación… la aguanto, ¿me
entiendes? La aguanto… demasiado simplemente, y eso no es normal…
CELIA: ¡No te entiendo, Graciela!
GRACIELA: Celia, tú sabes lo buena pareja que fuimos siempre Santiago y yo,
identificados en todo… los dos siempre estuvimos en lo mismo… ¿Tú te puedes
imaginar cómo yo me sentí cuando se lo llevaron preso? Creí que no iba poder
soportarlo… tú no te puedes imaginar cómo lo necesité en los primeros tiempos…
CELIA: Y ahora no…!
GRACIELA: ¡La cosa no es fácil, Celia! Yo lo sigo queriendo… ¡cómo no lo voy a
querer! Me parece horrible, horrible que esté preso…
CELIA: Bueno, pero ¡entonces Graciela…!
GRACIELA: El problema es que la cárcel ha transformado a Santiago en otra
persona… lo encuentro más tierno… Y a mí el exilio me ha transformado en una
mujer distinta… Me cuesta confesarlo, me cuesta confesármelo, pero… ¡yo cada
vez lo necesito menos!
CELIA: ¡Graciela!
GRACIELA: él me escribe, Celia, diciéndome que se pasa añorando mi cuerpo…
en cambio yo… y eso hace que me sienta culpable ¿entiendes? No sé, la verdad
es que no sé qué diablos me pasa…
CELIA: Yo creo que hay una explicación…
GRACIELA: No Celia… no hay otro hombre…
CELIA: ¿De verdad?
GRACIELA: Al menos, no todavía…
CELIA: ¡Todavía!…
GRACIELA: Celia, el hecho de que yo no necesite el cuerpo de Santiago no
quiere decir que el mío esté inerte. Hace cinco años que no hago el amor con
nadie. ¿No te parece una exageración?
221
CELIA: ¡No sé…!
GRACIELA: ¡No claro…! A ti el golpe te mantuvo muy poco tiempo separada de
Pedro… pero tú te imaginas lo que hubiera ocurrido, lo que te hubiera pasado si
hubieran pasado cinco largos años sin verlo, sin tocarlo, sin ser vista ni tocada por
él?
CELIA: No… ni quiero saberlo…!
GRACIELA: Pero a mí no me queda más remedio… y te aseguro que no es
fácil…
CELIA: Bueno… y no has pensado decírselo de a poco, en cada carta…
GRACIELA: ¡Me da mucho miedo…!
CELIA: ¿De qué…?
GRACIELA: No sé… de destruirlo… de destruirme… ¡qué sé yo! ¡Beatriz: Beatriz:
despierta…! ¡vamos a tu cama! ¡Vamos, vamos!
BEATRIZ: ¿Hola, Graciela?
GRACIELA: Hola, hola, vamos a tu cama, ya…
BEATRIZ: ¿Regálame la cajita? ¿Regálame la cajita…?
GRACIELA: ¡Tómala, tómala, ya, vamos a acostarnos Beatriz, apúrate! ya, ya…
(Levanta a Beatricita y con Celia comienzan a abandonar el escenario) (oscuro). (se
enciende el otro costado del escenario. Allí vemos sentados a Lidia con su maquina de
escribir y a Don Rafael, vendado, que esta dictando.)
RAFAEL: Me siento un poco perdido… he tenido que ponerme la maldita venda
otra vez, creo que ya te lo había contado. Después del accidente de 1973 en la
universidad (pon accidente entre comillas), me vuelve el antiguo riesgo y debo
recurrir por unos días al vendaje. Quiero ser realista, flexible, quiero ser amplio,
contemporáneo, pero no puedo negarte que esta ceguera temporal me desajusta y
me irrita más de la cuenta. Aparte. No he visto a Graciela últimamente, pero he
hablado por teléfono con ella…
BEATRIZ: (entrando. Trae un cuaderno y un lápiz.) ¡Abuelo… abuelo…!
RAFAEL: … y sé que está bien…
BEATRIZ: Abuelo… ¿cómo se escribe el singular de rascacielos? (Se sienta en
el suelo con el cuaderno abierto.)
RAFAEL: Bueno… el singular de rascacielos se escribe con s y el plural
también; pasa lo mismo que con escarbadientes…
BEATRIZ: ¿Y por qué, abuelo?
LIDIA: Porque hay muchas palabras que no tienen plural, Beatricita…
BEATRIZ: ¿cómo abuelo?
RAFAEL: Así, por ejemplo, hay ayeres y mañanas, pero no hay hoyes…
BEATRIZ: ¿Y por qué, abuelo?
RAFAEL: Ah… son algunos de los misterios de las palabras…
BEATRIZ: ¿Las palabras son misteriosas…?
RAFAEL: Sí… muy misteriosas, hijita…
BEATRIZ: ¿Por qué?
RAFAEL: Porque a veces sirven para entender y a veces sirven para no
entender…
LIDIA: Beatricita, toma ¿quieres un chocolate…?
(Beatriz saca de una caja y come.)¿Están ricos?
BEATRIZ: Más o menos… Abuelo…
222
RAFAEL: No ya, mijita, por favor… Sigamos… Mi nieta, que como segunda
prioridad es también tu hija…
BEATRIZ: Te voy a leer la carta que le escribí al papá… escucha abuelo ¿ya?
escucha…
RAFAEL: ¡Bueno… bueno, bueno…! A ver…
BEATRIZ: Querido papá (Lidia sigue escribiendo a maquina.) Los rascacielos son
edificios con muchísimos baños… ¡escucha, Lidia…!
LIDIA: ¡Ay, perdón! (Deja de escribir.)
BEATRIZ: …eso tiene la ventaja de que miles de gentes pueden hacer pichí al
mismo tiempo… Los rascacielos poseen además otras ventajas; por ejemplo,
tienen ascensores con mareos… los ascensores con mareos son muy modernos.
Graciela, o sea mi mami, trabaja en un rascacielos… Una vez me llevó a su oficina
y fue la única vez que hice pichí en un rascacielos. ¡Es fantástico! Cuando hay un
apagón en los ascensores de rascacielos ¡cunde el pánico!
RAFAEL: (ríe)
BEATRIZ: En mi clase cuando llega la hora del recreo ¡cunde la alegría!
RAFAEL: El verbo cundir es un hermoso verbo ¿no?
BEATRIZ: Sí… y misterioso…
RAFAEL: Si… ¿por qué?
BEATRIZ: Porque no se puede decir, por ejemplo, yo cundo, tú cundes, él
cunde…
RAFAEL: Ah… lo que pasa es que es misterioso y además intransitivo, pues…
BEATRIZ: ¡Claro… intransitivo…! En las sombras de los rascacielos cunden las
caras serias y la gente que pide limosna… En las sombras de los árboles cunden
los pastitos y los bichitos de San Antonio… Yo pienso que allá, donde estás tú
papá, a última hora de la tarde debe cundir la tristeza… A mi me gustaría mucho
que tú papá, pudieras, por ejemplo, visitar el rascacielos donde trabaja Graciela…
o sea mi mami. Firma, tu hija, Beatriz Herrera.
LIDIA: ¡Qué lindo!
BEATRIZ: ¿Te gustó, abuelo? ¿Te gustó?
RAFAEL: Sí hijita… muy linda…
LIDIA: Muy linda.
BEATRIZ: ¿Le gustó, Lidia?
LIDIA: Lindo, lindo… Beatriz, en el escritorio hay unos sobres… anda y pon
la carta adentro…
BEATRIZ: Ya… (toma la caja de chocolates y sale.)
LIDIA: Sigamos…
RAFAEL: Bueno… sigamos…
LIDIA: Mi nieta, que como segunda prioridad…
RAFAEL: Mi nieta, que como segunda prioridad es también tu hija… (Don
Rafael se queda un rato sin hablar.)
LIDIA: ¿Qué pasa…?
RAFAEL: Bueno… tengo ganas de fumar, Lidia, dame un cigarrillo…
LIDIA: No, no, no va a empezar con eso de nuevo…
RAFAEL: ¡Dame un cigarrillo, por favor!
LIDIA: ¡No Rafael, no te voy a dar ningún cigarrillo!
RAFAEL: ¡Necesito un cigarrillo, carajo! (Se para muy alterado.)
223
LIDIA: ¿Beatriz… encontraste un sobre?
BEATRIZ: No, no los encuentro…
LIDIA: A ver… yo te voy a ayudar…
(Toma la maquina de escribir y sale. Don Rafael queda parado. Apoyado en su bastón y
vendado. Las luces se apagan.)
(fuerte se oye el ruido del corazón por los parlantes.)
En la oscuridad aparecen dos linternas. La acción que sigue se hará en el más absoluto
silencio. Dos sombras bajan de una escalera, se hacen señales mutuas con las linternas.
Realizan una rápida acción de búsqueda a nivel del suelo. Aparece una tercera sombra.
Después de hacerse unas señales las dos primeras salen de escena. Queda una sola
linterna. El que la lleva parece haber notado algo extraño, ya que realiza una búsqueda
más minuciosa hasta que descubre, en el suelo, algo que atrae su atención.
Inmediatamente se esconde y apaga la linterna. Se abre la puerta de una trampa desde el
suelo, aparece, iluminada por una linterna una sombra sujetando una pistola en su mano.
Sigilosamente sale y cierra la puerta. La otra sombra se abalanza sobre ella y comienza
un forcejeo.
EMILIO: ¡Suelta eso…! ¡Manos en la nuca…! ¡Date vuelta…! ¡Santiago!
SANTIAGO: ¿Qué? ¿Qué?
EMILIO: Así que ahora andas con estos carajos
SANTIAGO: ¡Emilio! ¡Emilio, tú con la policía!
EMILIO: ¡Camina! ¡Camina!
(Desde bastidores, señales de linternas.)
EMILIO: ¡Tírate al suelo! (Grita) ¡Ya voy, sigan ustedes! ¿Cuánto tiempo hace
que estás escondido en este fondeadero, Santiago?
SANTIAGO: Una semana…
EMILIO: ¡Ponte de pié! ¡Manos en la nuca!
SANTIAGO: ¿Me vas a matar, Emilio? ¿A mí, a tu primo? ¿Emilio?
(Alarga los brazos para que Emilio lo espose. Cuando este se acerca lo agarra y empieza
a forcejear. La linterna de Emilio queda hacia el público, encandilándolo. Los forcejeos
terminan. Se apaga la linterna. Ruido de sirenas. En el oscuro se oye la voz de Santiago.)
Paulatinamente se prenden distintos puntos del escenario. Vemos a Don Rafael parado,
apoyado en su bastón. Santiago, sentado en su camastro y en el suelo, tendido, el cuerpo
sin vida de Emilio que viste uniforme de comando antiterrorista.
Toda la iluminación deberá entregar una sensación de irrealidad.
Santiago, durante un monólogo, bajara desde la cárcel hacia el escenario, tratando de
comunicarse con Don Rafael.
SANTIAGO: Querido viejo, esta carta es una oportunidad única… Imagínate viejo,
la confianza que tendré en este correo que me atrevo a escribirte las imprudencias
que vas a leer… A alguien tengo que hacerle señas desde este páramo, y a quién
sino a ti. ¿Sabes cuál ha sido siempre la principal argumentación de mi abogado?
Que yo nunca maté a nadie… pues sí, viejo, maté. Esa noche maté a Emilio, a tu
sobrino, al hijo de la tía Ana… nadie lo sabe: ni la policía, ni Graciela, ni mis
compañeros, ni el abogado, ni nadie. Nunca los diarios publicaron la noticia de ese
mini operativo frustrado. Ni el nombre de Emilio apareció mencionado como una
de las nobles víctimas de la subversión asesina. Un año después, cuando nos
agarraron en la redada de Villa Muñoz, me sometieron a cientos de interrogatorios,
me deshicieron a golpes, pero nunca me preguntaron por Emilio. ¿Por qué no
dieron cuenta de ese hecho? ¡Jamás lo sabré! Y ¿por qué te lo cuento a ti…? Y
¿por qué te lo cuento, ahora, después de tanto tiempo? Te lo cuento, viejo, porque
224
nunca me he podido librar de esa acción que para mí fue obligada. Es mi única
muerte. ¡Qué ironía! ¡Yo que estuve en más de un enfrentamiento y, sin embargo,
ésta es mi única muerte! Y el primo no se me borra viejo. Ni se me borran mis
manos crispadas apretándole el cuello. Sueño con él. Pero nunca en el acto de
matarlo. No son pesadillas. Sueño con un pasado lejanísimo cuando ambos
éramos niños y jugábamos al fútbol en un campito que quedaba detrás de la
Iglesia. O cuando durante las vacaciones, a la hora de la siesta nos íbamos al
prado y mientras ustedes, los adultos, dormían, nosotros nos sentíamos
particularmente libres y nos tendíamos en el césped, o en el colchón de hojas y
divagábamos, haciendo proyectos en los cuales íbamos a estar siempre juntos y a
viajar, pero en barco porque al avión le teníamos miedo. Y él iba a ser ingeniero
porque me gusta la regla de tres compuesta, decía; y yo iba a ser músico, porque
me gustaba tocar la cumparcita en una peineta envuelta en papel celofán. Y
teníamos fijada la frontera de los catorce años para escaparnos de su casa y mi
casa e iniciar el tomo de aventuras que tantas veces habíamos construido
oralmente!
Ese es el Emilio con el que yo sueño, viejo… y por eso no son pesadillas…
la pesadilla viene después cuando despierto y entonces veo mis manos crispadas
apretándole el cuello que ya no era suave y finito como cuando teníamos ocho o
nueve años…
Muchas veces aquí en el penal salió a relucir el nombre de Emilio… nadie
sabe que era mi primo, pero todos coinciden en señalar que se había
transformado en un verdugo, en uno de esos canallas que gozaba metiéndole al
preso la picana eléctrica en el culo o en los testículos; y aunque algunos conocen
que él ya murió hace algún tiempo, todos ignoran en qué circunstancias… ¡Y yo
no aclaro nada viejo, cuando alguien comenta que ojalá no haya muerto de muerte
natural, que ojalá le hayan machacado el cerebro a ese hijo de puta, sádico de
mierda…! y otros calificativos igualmente elogiosos…
Como ves, viejo, no es precisamente un sentimiento de culpa el que me
ocasiona este desasosiego, sino que más bien pensar que aquella madrugada, de
alguna manera yo mismo acogoté mi propia infancia… O tal vez, recordar la
mirada de confianza que él tenía cuando yo le estiré mis puños juntos para que
me esposara las muñecas; o quizás pensar ahora que él en aquella oportunidad
me habló susurrando por alguna razón, quizás porque pensó que yo no estaba
solo: o quizás, porque a él también se le vino de repente todo ese pasado en
común, con nuestras divagaciones sobre el césped o el colchón de hojas… y eso
lo desconcertó y lo dejó inerte… o quizás porque a él no le asaltaron tan
rápidamente como a mí las profundas diferencias ideológica que ahora nos
enfrentaban en una guerra sin cuartel y sin primos… Pero yo nunca había matado
a nadie, viejo. Y esta muerte creo que me marcó para siempre. Y me siento ruin,
viejo, porque lo maté —como te diría— de una manera innoble… usando y
abusando de su estupor que era, si quiero ser sincero, un estupor afectivo…
Porque aunque ahora sé que se había convertido en un canalla, en un tipo sádico,
siniestro y sin escrúpulos y porque aunque todos dicen ahora —y yo mismo me
digo— que bien muerto está… lo cierto es que cuando yo le apreté el cuello con
mis manos crispadas, yo ignoraba todo eso y… y lo maté, sencillamente, para
sobrevivir, viejo… a él que había divagado conmigo sobre el césped en un colchón
225
de hojas y había hecho proyectos comunes de escapadas de su casa y de mi casa
y de viajes en barco, porque al avión le teníamos miedo…
(Don Rafael se para y se adelanta a primer plano, se saca la venda; se sienta. Después
de unos instantes Santiago se acerca y se sienta frente a él.)
SANTIAGO: A Graciela no se lo cuento ni se lo contaré porque no lo entendería.
Me diría… ¡hiciste bien, un verdugo menos! O me diría… ¡cómo pudiste hacerle
eso a Emilio, tu primo… y no es ni una cosa ni la otra… ¿me entiendes?! Yo sé
que no me podrás contestar por una vía tan digna de confianza como esta, viejo…
y que tendrás que recurrir a la vía normal, que pasa indefectiblemente por la
censura carcelaria… pero me vas a contestar ¿no es cierto, viejo? entonces,
tendremos que remitirnos a dos respuestas posibles: aunque ambos sabemos la
diferencia de matices que puede haber entre una y otra, pero… me vas a
contestar… Si tú entiendes… —no te digo si aceptas o si lo justificas— pero si tú
entiendes la situación… entonces arréglatelas para escribirme dos líneas antes del
saludo final la palabra “entiendo”. En cambio si consideras que he cometido algo
abyecto o inadmisible… entonces arréglatelas para poner dos líneas antes del
saludo final las palabras “no entiendo”… ¿Está claro, viejo? ¿No te vas a
olvidar…? Gracias… (hace ademán de pararse, Don Rafael, lo detiene con un gesto.)
RAFAEL: Mi nieta, que como segunda prioridad es también tu hija… linda y
despabilada como siempre… está estudiando francés ¿qué te parece? Cuando
viene a verme, a veces me pone al día con su última lección franchuta… pero
debo estar un poco tardo de oídos… o quizás de memoria… los años no pasan en
vano, ya que a duras penas entiendo, cuando me dice con el barnizado acento de
la Alliance alguno de los cuentos de Puerrault. Te quiere… tu padre.
(Se para y se aleja) Chau hijo, chau… (antes de salir agrega:) ¡Lidia, Lidia! (Sale.)
(Santiago se para y empieza a caminar hacia el sector cárcel. Las luces se apagan
lentamente, mientras se oye, detrás de bastidores, el llanto de Beatriz y los retos de
Graciela.) (cuando vuelve la luz al escenario, ha desaparecido el cuerpo de Emilio. Entra
lentamente rolando mientras siguen el llanto y los retos. Se pasea evidentemente
desagradado por la situación.)
GRACIELA: ¡Por favor, cállate Beatriz! ¡Por favor, te digo que te calles! ¡Pasaste
la calle con luz roja, porque yo te vi y ahora estás mintiendo…! ¡Dime la verdad!
BEATRIZ: ¡No Graciela… habían puesto la luz amarilla!
GRACIELA: ¡No habían puesto la luz amarilla, porque yo estaba mirando…! ¡No
me mientas…!
BEATRIZ: (llora.)
GRACIELA: Te voy a pegar, Beatriz… ¡toma ahí tienes…! ¡Y te vas a quedar
encerrada toda la tarde…! ¡Te vas a quedar encerrada porque no quieres decir la
verdad…! Y la verdad es que pasaste la calle con luz roja…!
BEATRIZ: ¡No pasé con luz roja! (Llora)
GRACIELA: ¡Sí, sí, ahí te vas a quedar toda la tarde…! ¡Y se acabó! ¡Se acabó y
se acabó…!
BEATRIZ: (llora desconsoladamente.) (entra Graciela con dos vasos de agua.)
GRACIELA: Ahí tienes Rolando, te traje agua mineral…
ROLANDO: Graciela, la niña está llorando…
GRACIELA: ¡Yo también lloro, Rolando…!
226
ROLANDO: Bueno… pero no es para tanto ¿no? No alcanzó a cruzar la calle…
ella dice que recién le habían dado la luz amarilla…
GRACIELA: ¡Cruzó la calle con luz roja, porque yo la vi Rolando… yo la vi…
BEATRIZ: ¡Me pegaste una cachetada! (Llora)
GRACIELA: ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!
ROLANDO: Está diciendo que le pegaste una cachetada…
GRACIELA: ¡Apenas le toqué la cara con la mano…!
ROLANDO: ¡Bueno, ya! Lo que sea… no importa ¿por qué no me pasas la llave y
yo le voy a abrir?
GRACIELA: Claro… ¿Y mi responsabilidad? ¿Y si le pasa algo? ¿Qué va a decir
Santiago? Tú crees que Santiago se merece una cosa así? ¿Crees que a
Santiago más encima hay que pisotearlo en el suelo? A ver contéstame, pues,
contesta…
ROLANDO: ¿Cuándo te vas a confesar a ti misma…?
GRACIELA: ¿Qué cosa?
ROLANDO: ¡No sé qué, pero es evidente que hay algo que tú no quieres
admitirte ¿no?!
GRACIELA: ¡Por favor, Rolando, por favor! ¡No empieces con ese tonito paternal,
por favor!
ROLANDO: Graciela, te conozco desde hace muchos años, te conozco desde
antes que Santiago…
GRACIELA: Y supongo que eso te da derecho a empujarme, a insultarme, a
enredarme ¿no es cierto?
ROLANDO: ¡Sé que te sientes mal!
GRACIELA: ¡Me siento muy mal y yo no necesito refuerzos!
ROLANDO: ¿De qué se trata?
GRACIELA: Se trata de Santiago…
ROLANDO: Ah, sí ¿qué pasa con Santiago?
GRACIELA: ¡Con Santiago no pasa nada, Rolando! ¡Santiago no me ha hecho
nada… nada más que caer preso…! ¿Se puede hacer algo peor? ¡Cayó preso, me
abandonó!
ROLANDO: Oye Graciela, no te abandonó, se lo llevaron…
GRACIELA: ¡Ya sé que se lo llevaron… ¡pero yo siento que me abandonó! ¡Yo sé
que eso no te cabe a ti en la tu cabeza racionalizadora!
ROLANDO: ¡Ahhh! Graciela… ¡tú no le puedes reprochar eso a Santiago!
GRACIELA: ¡Yo no le reprocho nada! ¡Yo no le reprocho absolutamente nada!
¡Sólo sé que yo no lo necesito!
ROLANDO: ¿Pero no eran tan buena pareja ustedes?
GRACIELA: ¡Excelente!
ROLANDO: Bueno… ¿y entonces?
GRACIELA: Bueno… y qué. ¡Entonces, nada! ¿Tú crees, Rolando, que si yo
tuviera claras las cosas estaría conversando contigo en este momento? Lo que
pasa es que la cárcel ha transformado a Santiago en un hombre distinto… y a mí
el exilio me ha transformado en una mujer diferente! Me siento más pobre, más
seca… ¡y no quiero seguir así!
ROLANDO: Graciela ¿hay algo en las cartas de Santiago con lo que tú no estés
conforme… algo que te haya dicho que tú no estés de acuerdo?
227
GRACIELA: No, no, nada… Santiago es un hombre excelente, sensible,
inteligente, buen compañero, mejor marido, hoy es casi un héroe… Yo estuve muy
enamorada de él… él sigue estando enamorado de mí, ¡pero yo no lo necesito!
Como puedes ver la loca soy yo…
ROLANDO: No, no Graciela… tú eres una mujer linda, tierna, inteligente… A lo
mejor tú necesitas una retribución sentimental que Santiago no te puede dar por
carta… ni mucho menos por correspondencia censurada…!
GRACIELA: ¡A lo mejor… a lo mejor! ¡A lo mejor!
ROLANDO: Graciela… ¿Te puedo hacer una pregunta bien indiscreta?
GRACIELA: ¡Hazla, Rolando, hazla…!
ROLANDO: ¿Tú sueñas con otros hombres…? Sueños amorosos…
GRACIELA: ¿Tú te refieres a soñar despierta o a soñar dormida?
ROLANDO: ¡Ambas cosas!
GRACIELA: Cuando estoy dormida no sueño con nadie…
ROLANDO: ¿Y cuando estás despierta…?
GRACIELA: Cuando estoy despierta… cuando estoy despierta sí sueño… Te vas
a reír… ¡Sueño contigo! (Hay una pausa larga.)
ROLANDO: Graciela ¡no juegues con fuego porque uno no es de hierro!
GRACIELA: ¡Por favor, Rolando, no hagas bromas…! ¡Esto es tremendamente
grave para mí!
ROLANDO: ¡Perdón, perdón…! Es la sorpresa ¿sabes? Es una lástima que no te
pueda decir que no digas locuras, porque en tus ojos veo que hablas terriblemente
en serio… También es una lástima que no te pueda decir que conmigo la cosa no
va porque, conmigo la cosa va!
GRACIELA: ¡Yo no puedo seguir engañando a mí misma! ¡Yo sé muy bien todo lo
que le debo a Santiago! Pero esta convicción no es un seguro vitalicio contra el
desapego conyugal…
ROLANDO: Graciela… tomémoslo con serenidad ¿ya? ¡Tomémoslo como si
Santiago estuviera presente en este diálogo, porque él es una parte indescartable
en esta historia! ¿Ya? ¡Tomémoslo como si Santiago de veras pudiera
comprenderlo…! ¡Comprendiéndolo en primer término, nosotros!
(Rolando se acerca a Graciela, le toma el rostro entre sus manos y la besa suavemente
en la mejilla. Graciela le entrega la llave de la pieza de Beatriz. Después de un instante,
Rolando sale.) (Graciela se sienta, toma un vaso y bebe su contenido a grandes sorbos.
Aparece por un costado Beatricita en actitud compungida, muy suavemente dice:
BEATRIZ: Graciela, no pase con luz roja…
(Entra la música.) (Graciela le extiende su mano. Beatriz se abalanza llorando en sus
brazos. Graciela la abraza. A los pocos instantes entra Rolando. Se queda a un costado,
distante. Graciela levanta su rostro y lo mira fijamente. La luz se apaga lentamente y la
música sube.) (fin del primer acto.)
228
ACTO II
Al oscurecerse la luz de la sala se oye por parlante el comunicado oficial de los últimos
cómputos de los votos emitidos en el plebiscito de Noviembre de 1980 en la Republica
Oriental del Uruguay, y que da cuenta de la victoria del “no” por cerca del 60%.
Se enciende la luz del primer plano del escenario y vemos tres gendarmes sentados
frente a una pequeña mesita, jugando a los naipes. Tras breves instantes se comienza a
oír por parlantes el ruido de cucharas golpeando metal, y gritos de: “se va a acabar… la
dictadura militar… y va a caer… y va a caer”.
Se ilumina la zona de la celda y vemos a Santiago y su compañero de celda, de pie arriba
del camastro superior, golpeando furiosamente en sus platos de metal y gritando las
mismas consignas que salen por los parlantes.
De improviso uno de los gendarmes, el Sargento Montelongo, se para y toma un
micrófono que cuelga al costado del escenario, lo enciende y su voz se oye a través de
todos los parlantes de la sala. Por debajo siguen los gritos todo el tiempo.
Montelongo: ¡Atención, cabo de Guardia, saque de la celda 52 a Herrera y
Rosselli y de la 54 a Gutiérrez y a Castillo y los encierra en la celda de castigo!
El Sargento vuelve a sentarse e intenta reanudar el juego. Al mismo tiempo en el sector
de la celda se oyen pitazos, ordenes y ruidos de cerrojo al abrirse. Irrumpen dos guardias
armados de metralleta, conminan a Santiago y Rosselli a bajarse del camastro. Les
colocan unas capuchas negras en la cabeza y los empujan hacia afuera. Todos salen.
Sin embargo, los gritos siguen y aumentan de intensidad. Al rato Montelongo tira con
gesto de fastidio los naipes en la mesa y, parándose, da una orden a los dos gendarmes.
Estos se paran y se llevan rápidamente la mesa y los taburetes. El sargento vuelve a
tomar el micrófono:
Montelongo: ¡Atención! ¡Atención a la Galería H! ¡Les habla el Sargento
Montelongo para informarles que sea cual sea el resultado del plebiscito, aquí no
ha cambiado nada… ustedes siguen bajo mi autoridad y, por lo tanto, les digo que
quedan suspendidas las visitas y quedan sin correspondencia hasta nueva
orden…!
(Se ha ido produciendo paulatinamente el oscuro. Se ilumina otro costado del escenario y
aparece Don Rafael con un gran dibujo en las manos que coloca en la pared. Es un dibujo
infantil que representa simbólicamente la victoria del “no”. Lo pega en la pared al mismo
tiempo que dice, dirigiéndose hacia afuera:
RAFAEL: ¿Encontraste el pegamento?
GRACIELA: (entrando, trae un trocito de papel engomado. El siguiente diálogo se
desarrolla mientras pega otros dibujos en la pared.) Sí, Rafael, aquí está…
RAFAEL: Ay, bueno, ¿en qué quedamos? es sólo eso o hay algo más…
GRACIELA: Bueno, al principio Rafael… al principio era solamente eso… el
alejamiento, mi alejamiento… tratar de descartar una futura relación conyugal con
Santiago…
RAFAEL: … ¿y ahora?
GRACIELA: Bueno, ahora… ahora es distinto Rafael… creo que estoy
empezando a enamorarme…
RAFAEL: ¡Ya, ya, ya…!
GRACIELA: Dije… dije, creo…
RAFAEL: Bien Graciela… si dices que estás empezando… es porque ya te
enamoraste…
GRACIELA: No, no, no Rafael… no estoy segura, no estoy segura… además,
usted lo… usted lo conoce… es Rolando…
229
RAFAEL: (da un respingo. Al rato pregunta) ¿Y él…?
GRACIELA: (llora) Para él también es bastante duro… usted sabe lo amigos que
fueron con Santiago…
RAFAEL: Te la buscaste bien difícil ¿no?
GRACIELA: demasiado difícil…
RAFAEL: ¿Y qué piensas hacer? ¿Le escribiste ya a Santiago? (Pausa) ¿Le
escribiste a Santiago?
GRACIELA: No sé qué hacer, Rafael, no sé qué hacer… por eso vine a hablar
con usted. Por un lado Santiago me sigue escribiendo cartas muy enamoradas y
yo sé que es sincero; pero, por otro lado yo me siento muy mal tratando de
contestarle en el mismo tono y también pensar que estando allá en la cárcel —
sobre todo ahora que tienen una buena posibilidad de salir— reciba una carta mía
diciendo que no quiero ser más su mujer y que más encima estoy enamorada de
su mejor amigo…
RAFAEL: Sí… creo que sería una crueldad inútil! Para él allí donde está, tú y
Beatriz son sus razones de vida.
GRACIELA: ¿Y usted…?
RAFAEL: Eso es otra cosa… yo soy su padre… los padres vienen de regalo,
nadie los elige… la mujer y los hijos —en cambio— se adquieren por un acto de
voluntad, por decisión propia… para él tú y Beatriz son su único futuro… él piensa
que pronto se reunirá con ustedes y todo recomenzará…
GRACIELA: Sí, eso es lo que él piensa, Rafael… pero qué piensa usted…
RAFAEL: Si él no estuviera preso, todo esto sería triste pero más normal…
¡Nunca es buena la ruptura de una pareja! Pero, a veces, una continuidad forzada
puede ser peor…
GRACIELA: ¡Entonces… Rafael, entonces…!
RAFAEL: No, no, no; meterse en la vida de los demás es siempre una
imprudencia…
GRACIELA: Usted es el padre de Santiago, Rafael…
RAFAEL: Sí, y tú también eres un poco mi hija…
GRACIELA: Perdón, perdón… siempre lo he sentido así…
RAFAEL: Bueno ¿ves tú? por eso es más complicado…
(Graciela sale.)
(desde bastidores se oye la voz de Lidia que grita):
LIDIA: Rafael, Rafael… ¡No, no! ¡No, no, no! ¡No, no! por mi
Uruguay… (entra Lidia y lo abraza. Trae una botella de champaña.) (Ríe) ¿Qué pasa?
RAFAEL: Perdona… es que no estoy solo…
LIDIA: ¡Ah! perdón… interrumpo…
RAFAEL: Pero no es una presencia que deba preocuparte… (llamando)
¡Graciela! (Entra Graciela) Esta es Lidia, mi compañera. Graciela, mi nuera…
LIDIA: ¡Hola, mucho gusto, Graciela! ¿Cómo estás?
(Pausa. Graciela se queda mirando, hay una situación tensa.)
RAFAEL: Bueno… sí, estoy viejo… ¡pero no para tanto! ¿Te sorprende?
GRACIELA. Sí me sorprende un poco, pero la verdad es que me alegro, me
alegro mucho… ¿Quiere que le diga Rafael? También me da un poco de
vergüenza…
RAFAEL: ¿Y por qué te da vergüenza?
230
GRACIELA: No sé, uno siempre pasa tan preocupada de sus propios problemas
que ni siquiera se da cuenta de que los demás también tienen los suyos ¿no?
RAFAEL: ¡Ah! ¡Lidia no es exactamente un problema! ¡Claro que al lado mío
es una niña… y eso sí podría ser un problema… en realidad somos buenos
compañeros… no sabemos cuánto tiempo durará esto, pero, por el momento nos
hace bien a los dos. Por mi parte puedo decirte que me ayuda a sentirme menos
inseguro, más optimista, con más ganas de seguir viviendo… Bueno, me parece
que tú habías venido a celebrar nuestro triunfo…
LIDIA: Voy a traer unas copas… (sale.)
RAFAEL: Prepara algo…
GRACIELA: ¿Y yo? ¿Qué hago, Rafael, qué hago?
RAFAEL: Mira Graciela, yo sería partidario de que por el momento no le
escribieras a Santiago sobre el tema… o sea, que sigas simulando… ya sé que
eso hace que te sientas mal, pero entiende que tú estás libre y tienes otros
motivos de interés y afecto… El sólo tiene cuatro paredes y unos cuantos barrotes
y ahora apenas una esperanza de salir. Decirle la verdad sería destruirlo después
que ha sobrevivido a tantas calamidades… Mira, cuando salga podrás decírselo
con todas sus letras y enfrentar toda su amargura; cuando eso ocurra, podrás
decirle que fui yo quien te aconsejó el silencio; al principio llorará y pensará que el
mundo se le viene abajo, pero ya no estará entre cuatro paredes y detrás de unos
barrotes y tendrá, igual que tú, otros motivos de interés y de afecto… No sé… esa
es mi opinión… tú me la pediste…
GRACIELA: Creo que tienes razón… creo que es lo más sensato…
RAFAEL: Comprendo que ninguna solución es aceptable y ¿sabes tú por qué?
GRACIELA: ¿Por qué?
RAFAEL: Porque lo único verdaderamente inaceptable es la situación que está
viviendo Santiago…
GRACIELA: (llora.)
RAFAEL: Bueno… pero las cosas pueden cambiar, pues…! Así como hoy no lo
necesitas… mañana puedes volver a necesitarlo…!
GRACIELA: (llora) Usted me cree muy inestable ¿no es cierto? (Sale llorando. Se
cruza con Lidia que viene entrando.)
LIDIA: Graciela… ¿Qué pasa? ¿Rafael, qué pasa? ¿qué pasa, Rafael?
RAFAEL: ¡Ah! Cuando esos verdugos torturan a un hombre… —lo maten o
no— martirizan también, aunque no los encierren, aunque los dejen
desamparados y atónitos en su casa violada… a su mujer, a su padre, a sus hijos,
a su vida entera de relaciones. Cuando revientan a un militante como fue el caso
de Santiago y arrojan a su familia al exilio involuntario… ¡desgarran el tiempo!
¡Trastocan la historia!… no sólo para ese mínimo clan, sino que corrompen los
cimientos de toda la sociedad! ¡Graciela! ¡Graciela! (sale.)
(Lidia queda sola en escena mirando absorta los dibujos que Don Rafael ha ido
arrancando de la pared durante su perorata)
(Se enciende otro costado del escenario. Beatriz se esta columpiando.)
BEATRIZ: ¿Tío Rolando?
ROLANDO: (desde bastidores) ¿Ah?
BEATRIZ: ¿Cuál es mi patria?
ROLANDO: ¡Cuidado, Beatriz! El Uruguay, pues… ¡Cuidado!
231
BEATRIZ: Yo sé que es la tuya… ¿pero y la mía…? Yo que me vine aquí desde
chiquitita… ¿cuál es la mía?
ROLANDO: (entrando, trae una revisa que tratara de leer durante la escena.) Bueno…
ahí hay algunos problemas… hay algunas personas… sobre todo hay algunos
niños que tienen dos patrias: la titular y la suplente… como en el fútbol
¿entiendes?
BEATRIZ: Y, entonces, ¿cuál es mi patria titular?
ROLANDO: ¡El Uruguay, por supuesto!
BEATRIZ: Y entonces ¿por qué no me acuerdo nada de mi patria titular?
ROLANDO: Bueno…
BEATRIZ: Y, ¿en cambio, sé muchas cosas de mi patria suplente?
ROLANDO: Porque faltas hace mucho tiempo…
BEATRIZ: ¿Y por qué falto, por qué no puedo vivir en mi patria titular?
ROLANDO: Porque hay problemas… hay cosas injustas, Beatriz…
BEATRIZ: ¿Es por la cárcel de mi papá?
ROLANDO: Sí… claro… y también por otras cosas injustas…
BEATRIZ: Ahora te toca a ti, tío Rolando…
ROLANDO: No… después… después…
(Vuelve a entrar Graciela en el otro costado del escenario. Esta mas calmada;
suavemente se dirige a Lidia que sigue mirando los dibujos. Al otro costado Beatriz sigue
columpiándose y Rolando leyendo.)
GRACIELA: Los hizo Beatriz, mi hija, para celebrar el resultado del plebiscito…
LIDIA: ¡Muy inteligente la Beatricita! ¡Y muy linda! ¡Ganaron, Graciela! ¿Qué
lindo, no? ¡Ganaron!
GRACIELA: Sí… ganamos…
LIDIA: ¡Vamos a tomar algo, ven, vamos a celebrar!
(Salen las dos. En ese costado se apaga la luz. La acción sigue con Rolando y Beatriz.)
BEATRIZ: ¿Tío Rolando?
ROLANDO: Ya…
BEATRIZ: ¿Es muy fea la cárcel de mi papá?
ROLANDO: Más o menos…
BEATRIZ: Pero. tú tienes que saber tío Rolando… Graciela dice que tú también
estuviste allá…
ROLANDO: ¿Graciela te contó eso?
BEATRIZ: Sí… ¿y es cierto que desde la celda se ve el cielo?
ROLANDO: Sí, claro que sí…
BEATRIZ: A lo mejor dices que sí para que Graciela y yo no lloremos…
ROLANDO: ¡Ahhh! ¡No Beatriz! ¡Te juro que se ve el cielo!
BEATRIZ: Tú quieres mucho a mi papá ¿no es cierto tío Rolando?
ROLANDO: Mucho…
BEATRIZ: ¿A quién quieres más… a mi papá o a mi mamá?
ROLANDO: Ehhh… vamos Beatriz, vamos…
BEATRIZ: ¿No me vas a contestar, tío Rolando?
ROLANDO: Sí, te voy a contestar, pero ahora no ¡vamos!
(Salen los dos. Cambio de luz. Música.)
(entra Graciela por otro costado del escenario. Esta cubierta solamente por una camisa de
hombre muy amplia que le llega a medio muslo. Se adelanta hacia el centro del escenario
232
y se mira en un espejo imaginario que esta entre bastidores. Al poco rato baja la música y
entra Rolando en actitud de sonámbulo, con un cojín en la cabeza. Viste solamente
pantalones.)
ROLANDO: ¡Shhh! No me despiertes, que estoy soñando…
GRACIELA: ¿Con quién estás soñando?
ROLANDO: Con una mujer…
GRACIELA: ¿Y cómo es?
ROLANDO: ¡Linda! Y además me está diciendo una cosa muy importante…
GRACIELA: ¿Qué te está diciendo?
ROLANDO: Me está diciendo que cuando está despierta… sueña conmigo…
GRACIELA: ¡Cuidado! ¡Vuelva a acostarse! ¡Compañero aquí está su cama!
¡Aquí está su cama! ¡Venga! ¡Venga! Acuéstese…
ROLANDO: ¿Dónde?
GRACIELA: Aquí… ahí está su cama…
ROLANDO: ¡Ya…! (Ríe)
(Graciela lo acuesta en el suelo, se queda su lado, arrodillada. Cierra los ojos y suspira.)
GRACIELA: ¡Ahhh!
ROLANDO: ¿Qué pasa?
GRACIELA: ¡Shhh! No me despiertes… estoy… estoy soñando… Tú sabes que
yo sueño despierta…
ROLANDO: ¿Con quién?
GRACIELA: Con un pecho a medias velludo…
ROLANDO: ¡Ahhh! (Mirándose el pecho.)
GRACIELA: Con un hombro macizo…
ROLANDO: ¡Ahhh…!
GRACIELA: Con un ombligo extraño —como de niño— que me mira con ojo de
asombro… Con una cicatriz profunda en la cadera hecha en cierto cuartel —que él
nunca menciona—. Con un sexo mágico —ahora en reposo después de tanta
brega… Con unos testículos desiguales… el izquierdo caído… después de tanta
máquina en ese cuartel sin nombre… Con dos piernas bien labradas, como de
corredor de 400 metros valla, que en otro tiempo fue… Con dos pies grandes y
toscos, con dedos largos, un poco torcidos, y una uña que está a punto de
encarnarse… (se incorpora y vuelve a mirarse al espejo.) ¿Sabes que nunca…
¡Nunca! había sentido mi cuerpo tanto como ahora…! ¡Nunca le había sacado
tanto partido no solamente físico, sino espiritual a un acto que —después de
todo— no tiene tantas variantes ¿no? ¡Nunca me había puesto la ropa de un
hombre… ni siquiera la de Santiago! (Rolando se ha parado y la ha abrazado. Los dos
están frente al espejo.) Pero esta plenitud no me autoriza para hacer
comparaciones… no quiero agraviar el recuerdo de Santiago, ni siquiera el
recuerdo de su cuerpo… no tengo derecho a opacar su imagen…
ROLANDO: ¡Por favor, Graciela, no comiences… ¿ya?!
GRACIELA: No, porque cuando hacíamos el amor con Santiago, Rolando,
éramos más jóvenes y más inexpertos, más urgidos…
ROLANDO: ¡Por favor, Graciela, no sigas, no conviertas todo esto en un enredo,
¿ya?!
GRACIELA: ¿Cómo? ¿Esto se ha convertido en un enredo?
ROLANDO: Cuando comienzas con el tema no es precisamente una fiesta ¿no?
233
GRACIELA: ¡Ah! Lo nuestro es opaco para ti… ¡Estás arrepentido…!
ROLANDO: ¡No he dicho eso, ni estoy arrepentido…!
GRACIELA: Pero lo das a entender. No lo dices y, sin embargo, lo estás diciendo.
¿Tú crees que yo no me lo digo?
ROLANDO: Lo único opaco para mí es que no hayamos podido comunicárselo a
Santiago. Pero lo demás, no. Yo te quiero de veras y eso no es opaco.
GRACIELA: Es demasiado para Santiago. Enterarse de una cosa así, estando
entre cuatro paredes. Yo sé muy bien todo lo que le debo a Santiago y sé que la
palabra lealtad no es solamente una palabra…
ROLANDO: ¡Graciela, no comiences de nuevo. Tú y yo sabemos la historia
completita… ¿a quién se la vas a contar, entonces? El es tu marido y yo soy su
amigo y además es un gran tipo, pero no podemos seguir jugando al ping-pong de
la conciencia…!
GRACIELA: ¡Claro! porque esto se ha convertido en un enredo, en algo opaco y
tú estás arrepentido…
ROLANDO: Hemos encontrado algo que nos importa mucho y, por lo tanto,
vamos a seguir juntos con todos los problemas y desajustes que ello va a
implicar… Los capítulos próximos van a ser duros… tú lo sabes y yo lo sé… Pero,
vamos a seguir juntos, entonces dejemos el tema de Santiago para cuando un día
él esté en condiciones de saberlo y de adaptarse a la nueva realidad.
GRACIELA: Yo lo único que dije es que cuando hacíamos el amor con Santiago
éramos más jóvenes, más inexpertos, más urgidos…
ROLANDO: Tú decidiste no decirle nada… Yo no estoy seguro de que sea lo
mejor…
GRACIELA: Porque es demasiado para Santiago enterarse de una cosa así entre
cuatro paredes…
ROLANDO: Y lo acepto. Pero si, pese a todo, tú sigues respetando a Santiago y
yo lo sigo respetando, no podemos seguir hablando obsesivamente de él cada vez
que hacemos el amor… Tú seguirás pensado y yo seguiré pensando, pero cada
uno por su cuenta y riesgo…
GRACIELA: Yo sé muy bien lo que le debo a Santiago y también sé que la
palabra lealtad no es solamente una palabra…
ROLANDO: El simple hecho de no macerar el tema con palabras que se repiten,
se gastan y nos gastan, ese simple silencio nos ayudará…
GRACIELA: (llora.)
ROLANDO: Ese simple silencio nos ayudará, nos ayudará a amarnos como
verdaderamente somos… no como tendríamos la frágil obligación de ser… (sale.)
(Música. A los pocos instantes vuelve a entrar. Graciela se echa entre sus brazos y
ambos permanecen abrazados durante largo tiempo. De pronto Rolando se desprende y
suavemente conduce a Graciela fuera del escenario.)
(Las luces se apagan lentamente. Se encienden en otro costado del escenario. Entra,
corriendo Beatriz en camisa de dormir. Esta descalza. Llega a primer plano y se acuclilla
contra un bastidor. Viene llorosa. Desde bastidores se oye la voz de Lidia llamando):
LIDIA: ¡Beatriz! ¡Beatriz!, ¿dónde estás?
(Entra Lidia, esta en bata de levantarse y zapatillas. Descubre a Beatriz.)
LIDIA: ¡Beatriz! ¡Es muy tarde, tu deberías estar durmiendo!
BEATRIZ: No tengo sueño…
234
LIDIA: ¿Qué pasa, Beatriz?
BEATRIZ: No quiero ir a acostarme hasta que alguien me diga lo que es la
amnistía…
LIDIA: Ven… yo te voy a explicar, ven… ven… ven. Pero, te vas a dormir…
Mira… la amnistía… la amnistía es el olvido de los delitos políticos… es perdonar
al preso político…
BEATRIZ: Entonces, ¿quiere decir que a mi papá le van a dar la amnistía?
LIDIA: Bueno… puede ser Beatriz, pero… mira… puede ser también que el
general que puso preso político a tu papá tenga buena memoria y no se olvide de
nada…
BEATRIZ: No Lidia… es que mi papá es tan bueno que a lo mejor el general
que lo puso preso político una noche hace la vista gorda y sin decirle nada le deje
la puerta sin llave para que él salga calladito y se tome un taxi para ir al aeropuerto
para venir a vernos a Graciela y a mí… (llora.)
LIDIA: Ya… ven, vamos a dormir!
BEATRIZ: No… yo quiero saber que va a pasar cuando venga la amnistía…
LIDIA: Mira… cuando venga la amnistía va a haber una gran fiesta en todo
el país…
BEATRIZ: ¿Qué más…?
LIDIA: ¡Vamos a bailar tango…!
BEATRIZ: Tío Rolando dice que los tangos son música triste, que la gente baila
cuando está alegre para volver a ponerse triste…
LIDIA: Mira Beatriz, cuando llegue la amnistía se van a acabar las tablas de
multiplicar…
BEATRIZ: ¿Sobre todo la del ocho y la del nueve…?
LIDIA: (Ríe) Sobre todo la del ocho y la del nueve… Se van a acabar… sí…
BEATRIZ: ¿Y van a llegar aviones y buques completísimos de turistas que van
a llegar a ver la amnistía?
LIDIA: Sí… llenos de turistas…
BEATRIZ: Y ¿qué más?
LIDIA: ¿Y qué más…? Va a haber una gran vacación que se va a
desparramar por todo, por todo el país…
BEATRIZ: ¿Y vamos a estar un año entero con mi papá hablando de la
amnistía?
LIDIA: Un año entero…
BEATRIZ: ¿Sabes… sabes Lidia? Que a lo mejor, cuando venga la amnistía,
capaz que Graciela le diga al tío Rolando: ¡Bueno, chao!
LIDIA: ¡Vamos a dormir! ¿ya? ¡Es muy tarde! ¡A dormir!
(Lidia levanta a Beatriz y sale con ella de la mano.)
Se apaga la luz en esa zona del escenario, al mismo tiempo que se oyen ruidos de
cadenas y rejas al abrirse. Se ilumina la zona de la cárcel. Rosselli esta recostado en el
camastro superior. Entra un guardia seguido por Santiago; este trae en sus manos ropa
de civil. (una chaqueta, un par de pantalones, un suéter de cuello subido, un par de
zapatos y calcetines). Viste buzo de preso. Rosselli baja del camastro y abraza a
Santiago. Luego enrolla la colchoneta de su camastro y sale. El guardia hace otro tanto
con la otra colchoneta y sale. Santiago se queda solo y comienza desvestirse. Se saca el
buzo y las alpargatas. Hace un bulto con ellos y lo sostiene un momento en sus manos.
235
SANTIAGO: Tanto odio, tanto odio, pero nunca nos perdimos en él —¡Nunca!—
Tira fuera del escenario la ropa que acaba de sacarse. (música) lentamente, en una
suerte de rito, comienza a vestirse. Su actitud es la de alguien que se ve por primera vez
a sí mismo. Goza con cada prenda que se pone. La palpa, la mira. Termina poniéndose
los calcetines y los zapatos. Se incorpora, saca del camastro una maleta chica y mirando
de frente, dice en voz alta:
SANTIAGO: ¡Cinco años, cuatro meses y dos días… y todavía existo…!
(La música funde con ruido fuerte de avión despegando.)
SANTIAGO: ¡Señores… estoy volando…!
Hay cambio en la atmósfera de las luces. Todo se hace casi irreal. Santiago baja los
escalones que separan la cárcel del resto del escenario. Se adelanta con su maleta en la
mano hasta llegar a primer plano. Deposita la maleta en el suelo y se sienta en ella. Saca
un cigarrillo y lo enciende. La música baja en fade. Silencio. Desde el fondo de la sala
avanza Don Rafael apoyado en su bastón. Se adelanta hasta llegar donde esta Santiago.
Éste le ofrece el cigarrillo. Don Rafael lo toma y se sienta a cierta distancia de Santiago.
Santiago se dirige a él:
SANTIAGO: ¡Viejo, viejo…! Cuando yo llegue nos vamos a sentar una tarde
entera a charlar, vamos a hablar horas y horas… Yo quiero saber todo lo que tú
aprendiste durante estos cinco años y quiero que tú sepas lo que yo he aprendido
durante estos cinco años. Yo sé que pensamos distinto en muchos planos, viejo,
pero conocer nuestras diferencias es también una manera de acortarlas… ¿no te
parece, viejo? Viejo… cuando yo llegue ¿sabes lo primero que voy a hacer?
Artículo primero: voy a besar a Graciela… Artículo segundo: voy a besar a
denuevo a Graciela y voy a besar a Beatricita… Artículo tercero: Me voy a
plantear la operación franqueza… ¿qué es lo que quiero tener?: Primero, me voy a
comprar un reloj (Ríe); después quiero un bolígrafo… uno de esos que funcione…
después quiero tener una mesa de ping-pong, con red y todo… ¡qué vergüenza,
no? como la que teníamos en Solís, cuando jugábamos con los compañeros, con
Silvio, Manolo, con Rolando, el duque de Endives ¿te acuerdas? ¡Ah! y eso sí
viejo… ¡yo quiero recuperar mi primavera! ¡No importa en qué estado calamitoso
esté… pero después de estos cinco años de invierno nadie me va a robar mi
primavera, aunque tenga una esquina rota! A lo mejor la rompió la nueva Graciela
distante… la de las últimas cartas… pero eso es una locura ¿no es cierto, viejo?
Ella va a esta conmigo en el aeropuerto esperándome con la Beatricita… y todo va
a comenzar de nuevo… ¡va a ser una fiesta! ¿No es así, viejo? Viejo… fue en
Buenos Aires, antes de que naciera la Beatricita… un día que caminábamos por
Lavalle en Buenos Aires, caminábamos muy juntitos para aprovechar el único
paraguas que teníamos, mientras toda la porteñada salía de los cines… ahí fue
cuando Graciela me dijo que le resultaría inimaginable no tenerme… Y habrá que
volver al Uruguay algún día ¿no es cierto? aunque el Uruguay también tenga una
esquina rota. Viejo, yo no me arrepiento de nada de lo que hice, pero si para
recuperar mi primavera tengo que recomenzar desde cero, estoy dispuesto a
comenzar de cero tanto aquí como allá… ¿Tú estás de acuerdo, viejo? ¿Estás de
acuerdo en lo que te digo?
(Hay una pausa larga.)
RAFAEL. Mira Santiago… reorganizarse en el exilio no es, como algunas
veces se dice, volver a empezar desde cero, sino desde —qué sé yo— menos
cuatro, menos veinte o menos cien… los implacables abrieron en aquella sociedad
236
un enorme paréntesis… que seguramente se cerrará algún día… cuando ya nadie
sea capaz de retomar el hilo de la antigua oración… habrá que empezar a tejer
otra… ¡pero nada será igual a la prehistoria del 73…! Para mejor o para peor… no
estoy seguro… como también estoy seguro de si podré habituarme, si algún día
regreso, a ese país distinto que se está gestando en la trastienda de lo
prohibido… ¡Es probable que el desexilio sea tan duro como el exilio! La nueva
sociedad no será levantada por los veteranos como yo… ni siquiera por la gente
madura, pero todavía joven como tú, Rolando o Graciela… ¡Somos sobrevivientes,
claro! Pero también heridos y contusos… ¿Será levantada por los hoy niños como
mi nieta? No lo sé… Quizás los hacedores de esa patria pendular y peculiar…
sean los que hoy son niños pero siguen en el país… no los muchachitos y
muchachitas que llevarán en la retina nieves de Oslo, atardeceres del
mediterráneo, pirámides de Teotihuacán, las motonetas de la vía Appia o los
cielos negros del invierno Sueco; tampoco los muchachitos y muchachitas que
conservarán en la memoria los niños mendigos de la Alameda, a los drogadictos
del quartier Latin, la borrachera consumista de Caracas, el Tejerazo de Madrid… o
las algaradas neo-nazis del milagro alemán… a lo sumo, puede que ayuden, que
comuniquen lo aprendido, que pregunten lo desaprendido, que intenten adaptarse
y bregar… pero quienes forjarán ese nuevo y peculiar país del mediato futuro, esa
patria que es todavía un enigma… serán los púberes de hoy, los que estuvieron y
están allí, los que desde una óptica infantil, pero nada amnésica vieron buena
parte de las duras refriegas. Y vieron cómo otros adolescentes eran acribillados
como enemigos y vieron cómo se llevaron a sus padres y a sus tíos… hasta a sus
madres y sus abuelos y sólo mucho más tarde volvían a verlos, pero detrás de
unas rejas… o desde lejos… o también desde una proximidad hecha de
incomunicación y lejanía… y vieron llorar y lloraron ellos mismos junto a ataúdes
que estaba prohibido abrir… ¡y vieron cómo se vino el silencio atronador en las
esquinas…! y las tijeras en el cabello y en el diálogo… y eso sí… mucho rock y
flippers y traga-monedas para hacerlos olvidar lo inolvidable… No sé cómo ni
cuándo… pero creo que esos niños serán la vanguardia de una patria realista… y
nosotros, los veteranos… nosotros las carrozas, como dicen los gallegos…
bueno… los que para entonces todavía estemos lúcidos… las carrozas que
todavía rodemos, nosotros les ayudaremos a recordar lo que vieron y también lo
que no vieron…
(Por los parlantes, se oye ruido de muchedumbre seguido por una voz de locutora que
anuncia la llegada y salida de aviones.)
VOZ: Su atención, por favor… KLM anuncia la continuación de su vuelo 502
procedente de Montevideo y con destino a Los Ángeles, con escalas en Santiago,
Lima y Ciudad de México… Se ruega a los pasajeros en tránsito pasar a embarcar
por la puerta Nº 18, con su tarjeta de embarque en la mano… Muchas gracias.
(Santiago se incorpora, toma su maleta y sale por el pasillo central.)
Your attention, please… KLM anunced…
(Sigue la misma locución en ingles.) (cambia la luz del escenario. Don Rafael se incorpora
y coloca dos taburetes que están pegados a un bastidor en primer plano a un costado del
escenario. Entra corriendo Beatriz. Don Rafael se sienta.)
BEATRIZ: Abuelo ¿el avión de mi papá es el que viene atrasado?
RAFAEL: Sí hijita, por lo menos media hora…
237
BEATRIZ: Aquí la gente bosteza tanto como en las escuelas, abuelo…
RAFAEL: Es que se cansa…
BEATRIZ: ¿de qué?
RAFAEL: ¡De esperar… supongo…!
BEATRIZ: Aquí no hay cucarachas…
RAFAEL: No… no…
BEATRIZ: En mi casa si hay cucarachas… claro que debe ser porque no es
aeropuerto…
GRACIELA: (entrando) ¡Beatriz… Beatriz: Beatriz, ven! (Beatriz sale corriendo) Está
tan nerviosa, tan inquieta… no para de moverse… (se sienta al lado de Rafael)
Rafael… ¿usted cree…?
RAFAEL: (parándose rápidamente) Voy a ver a esta niñita… (sale.) (por el otro
costado entra Rolando.)
ROLANDO: Me voy a ir, Graciela… me voy a ir… no sé a dónde… pero me voy a
ir… ¿Qué hago aquí, dime, qué hago aquí? (Se sienta al lado de Graciela) ¿Qué
hago cuando Santiago llegue… y te abrace a ti y a Beatricita como sus razones
para seguir viviendo…? Graciela, por favor… ¡qué hago! ¿A dónde miro, dónde
pongo las manos? ¿Qué hago cuando abrace a Don Rafael…? pero sobre todo
¡qué carajos hago cuando me abrace a mí! y me diga sonriendo… ¡Rolando, qué
bueno que estés aquí, venía justamente pensando en ti en el avión… Es hora de
rejuntar el viejo clan…! Por favor, Graciela, dime qué hago, cómo lo convenzo de
que nada de esto fue premeditado… que todo se fue haciendo sólo… y que
nuestra vieja y gran amistad fue precisamente el caldo de cultivo para este
acercamiento que en definitiva se transformó en amor… y eso es lo bueno… eso
es lo que nos justifica a ti y a mí… pero es también lo jodido…
(Entra Rafael con Beatriz.)
RAFAEL: Rolando… dame un cigarrillo…
(Beatriz aprovecha para arrancarse de nuevo fuera del escenario.)
GRACIELA: ¡Rafael… es el segundo cigarrillo que se fuma en el Aeropuerto…!
RAFAEL: ¿Me he fumado dos cigarrillos, Rolando?
ROLANDO: Sí, me parece que sí…
RAFAEL: No me di cuenta…
(Graciela le saca el cigarrillo y sale del escenario para botarlo. Vuelve a entrar Beatriz
corriendo.)
BEATRIZ: Las azafatas caminan juntas para no perderse… ¿ah? Los esposos
de las azafatas se llaman pilotos… ¿no es cierto?
RAFAEL: A veces…
BEATRIZ: ¿Cómo que a veces…? ¿Se llaman o no se llaman pilotos?
RAFAEL: Se llaman pilotos…
BEATRIZ: Fíjate abuelo que yo tengo una amiguita que se roba el papel
higiénico de los baños del Aeropuerto…
RAFAEL: ¿Sí… por qué?
(Vuelve a entrar Graciela)
BEATRIZ: ¡Porque dice que es más suave…! Las personas que llegan a los
Aeropuertos son muy abrazadores… siempre les traen regalos a sus hijitas… pero
ahora que va a llegar mi papá yo sé que no me va a traer ningún regalo porque
238
estuvo preso político durante cinco años… pero nos va a dar un abrazo tan
grande, tan grande… que se va a sentir ¡hasta el Uruguay!
RAFAEL: ¡Mire, mijita…! ¡Quédate al lado del tío Rolando, por favor…!
VOZ: Su atención, por favor, KLM anuncia la llegada de su vuelo 502 procedente
de Montevideo, Buenos Aires, Santiago de Chile y Lima…
RAFAEL: ¡Llegó…!
BEATRIZ: ¿El avión del papá, abuelo? ¡Vamos, Graciela!
(Sale corriendo seguida por Don Rafael.)
VOZ: Este vuelo continuará a Los Ángeles dentro de un lapso de 45 minutos,
aproximadamente…! Muchas gracias… Your attention, please, KLM announced…
(Vuelve a entrar Don Rafael y se dirige a Graciela y Rolando que se han quedado
sentados, en silencio.)
RAFAEL: Graciela… ¿Rolando…?
ROLANDO: Sí…
(Don Rafael vuelve a salir.)
ROLANDO: ¡Ahora viene…!
GRACIELA. Sí Rolando… viene… viene y estoy contenta…
ROLANDO: ¿Si estás contenta significa que estás arrepentida de lo otro?
GRACIELA. No Rolando… contenta significa contenta, nada más… estoy
contenta de que por fin esté libre, que bien se lo merece… y contenta porque por
fin se lo podré decir…
ROLANDO: ¿Se lo dirás…?
GRACIELA: Sí, Rolando, se lo diré… se lo diré… soy mucho más fuerte de lo que
tú crees…
ROLANDO: ¡Puta vida…! Que el tipo salga después de tantos años… y que lo
espere esto… quiero decir que lo esperemos nosotros con esta nueva… ¿Cómo
se lo vas a decir?
GRACIELA: No sé, no sé…
ROLANDO: ¿Quieres que le hablemos los dos?
GRACIELA: No Rolando… no sé qué es lo que le voy a decir, pero sí lo haré… y
lo que sí sé es que quiero decírselo a solas… ¡Tengo ese derecho, ¿no?! (Llora.)
ROLANDO: Sí, tienes todo el derecho… pero entonces, ¿por qué lloras…?
GRACIELA: Porque tienes razón…
ROLANDO: ¿En qué?
GRACIELA: En eso que dijiste…
ROLANDO: ¿Qué cosa?
GRACIELA: (llora) ¡Puta vida!… Vamos…
(Graciela sale. Rolando se queda sentado algunos instantes, al fin se incorpora.
Lentamente se coloca su impermeable, mientras por parlantes se oye, fuerte, el sonido de
un avión aterrizando. Rolando sale. Hay cambio de luces que vuelve a producir una
atmósfera de irrealidad, mientras se oye la voz de la locutora del aeropuerto):
VOZ: KLM anuncia la prosecución de su vuelo 502 con destino a Los Ángeles,
California. Se ruega a los señores pasajeros pasar a embarcar por la puerta Nº 28.
Muchas gracias… KLM announced…
Por la tarima superior ha aparecido Graciela, busca con la mirada hacia la sala.
Lentamente comienza a bajar los peldaños que la separan de la parte inferior del
escenario. Entra la música de Piazzola que se mantendrá hasta el final. Se ilumina
tenuemente el pasillo y se ve a Santiago avanzando lentamente con su maleta en la
239
mano. Sube al escenario. Se detiene a cierta distancia de Graciela. Deposita la maleta en
el suelo. Avanza un paso y Graciela se precipita, corriendo, entre sus brazos. Se
estrechan en un abrazo largo y tenso. Por la tarima superior aparece Don Rafael que trae
de la mano a Beatriz. Graciela le hace señas a Beatriz para que se acerque. Ella
corriendo se echa en los brazos de Santiago que la levanta del suelo, besándola. Al poco
rato Santiago se percata de la presencia de Don Rafael y lo abraza efusivamente.
Graciela llora, agarrada de Beatriz. Todos se acercan unos a otros y se estrechan en un
gran abrazo común.
Entra Rolando y se queda a prudente distancia; de pronto Santiago lo ve, se desprende
del abrazo de los suyos e, incrédulo y feliz, se acerca a Rolando; riendo, le abre los
brazos y Rolando se le acerca hasta que los dos quedan juntos. Se abrazan mientras
bajan las luces y se produce el oscuro con los últimos compases de la música.
FIN
240
Ictus
Lo que está en el aire
1985
La escenografía debe diferenciar dos espacios: uno donde transcurre la acción presente y
otro donde transcurre la acción atemporal, al que hemos denominado «la antesala». La
acción presente se desarrolla en un aeropuerto, en un policlínico, en la oficina del
abogado Benzi y en el living de la casa de Salcedo.
Acto I
(En la oscuridad se escucha un fuerte y prolongado redoble de timbales. La luz empieza a
caer gradualmente sobre la antesala. Hay allí dos hombres de frente al público, cuya
actitud y vestimenta deben sugerir su calidad de implacables. La imagen de ambos debe
permanecer un instante considerable en la retina del espectador, tanto tiempo como sea
necesario para producir una sensación de incomodidad. A los pocos segundos se ilumina
el pasillo con una luz fría y vemos transitar por él a una azafata que lleva seis frazadas de
lanilla como las que se reparten en los vuelos comerciales. Cuando llega donde los dos
hombres, uno de ellos levanta la trampa mientras el otro sujeta las frazadas de la azafata.
Ella desciende y ambos hombres la siguen. A medida que estos personajes van
desapareciendo, se encienden las luces del resto del escenario. Entra el profesor
Exequiel Soto con una maleta y se ubica, estático, en actitud de espera. A los pocos
instantes entra Elisa y se ubica en igual actitud cerca de él. Después entra una serie de
pasajeros con impermeables y maletines de mano y se ubican también en actitud de
espera. Los timbales siguen sonando. Aparece ahora un carrito que se asemeja a un
kiosco rodante que es empujado por alguien que, al comienzo, no se ve. De detrás de
dicho carrito emerge la misma azafata que se ha visto ingresar por el pasillo. Cuando ella
habla, decrece el sonido de los timbales)
241
SOTO: Elisa, yo quiero saber…
ELISA: Tiene que llamarnos primero de Madrid, el jueves a las ocho de la
noche, y después de Frankfurt, el jueves siguiente, también a las ocho. Jueves,
jueves; ocho, ocho. Así no se le olvida.
SOTO: ¿Por qué me mintió usted?
ELISA: ¡¿Qué?!
SOTO: ¿Por qué me dijo que iba a venir conmigo si nunca pensó hacerlo?
ELISA: ¡Papá! ¿No vio que hasta tenía el pasaje?
SOTO: ¡Y para qué lo devolvió!
ELISA: Ya le dije, pues, papá. Le llegan los socios de Brasil. No puedo dejar
solo a Marcelo.
SOTO: ¡Y qué tiene que ver usted con los socios de Brasil!
ELISA: Vienen con sus señoras, papá. Yo tengo que atenderlas.
SOTO: ¡Qué negocios más raros éstos que se hacen con señoras! ¡Qué
manera tan rara de vivir!
ELISA: Usted es muy anticuado, papá. Ahora las platas se manejan de otra
manera.
SOTO: Marcelo no está manejando ninguna plata, es la plata la que lo está
manejando a él.
ELISA: Tanto lo maneja que le regaló este viaje. Y usted, ¡a echarlo todo a
perder! Hace tres días que no nos habla. Su nieta ya se dio cuenta. «¿Por qué
anda así el abuelito?», me preguntó. «Está muy asustado por el vuelo», tuve que
decirle. ¡Y lo que le hizo a Marcelo, papá! ¡No haber aceptado que viniera al
aeropuerto! ¿Qué quiere lograr usted con todo esto? ¿Que pelee con Marcelo?
¿Que él se vaya? ¿Que nos separemos? Usted me va a volver loca, papá. ¡Si ya
no doy más! ¡Mire cómo tengo mis nervios!
SOTO: Qué distinta a tu mamá. Ella era tan tranquila, tan serena, tan digna.
ELISA: (A punto de llorar) Cuando llamen su vuelo, tiene que ir con su pasaje
al mesón ocho. No se separe de su maleta. Que lo pase bien, papá. Este viaje era
el sueño de su vida.
SOTO: (La abraza) No te pongas así. A la vuelta tendré más cuidado.
ELISA: ¿A la vuelta?
SOTO: Sí, a la vuelta. (Elisa llora) ¿Por qué lloras?
ELISA: Por nada, papá. Que se divierta (Lo besa y sale. Soto se ha quedado en
el aeropuerto mirando para todos lados como pollo en corral ajeno. Emilio Farías, un
pasajero de unos cuarenta años que ha reconocido a Soto en el momento en que éste se
despedía de Elisa, se dirige al extremo inferior derecho del escenario y se oculta de Soto
mirando las revistas del kiosco. Soto lo llama desde el extremo superior derecho del
escenario cuando advierte que Farías ha dejado su maleta junto al asiento)
SOTO: ¡Eh! ¡Señor! ¡Su maleta! (Farías se vuelve. Soto lo reconoce) ¡Farías!
¡Su maleta! ¡No la vaya a perder!
FARÍAS: Perdón. Mi nombre es Díaz.
SOTO: (Confundido) Su maleta, señor Díaz. No se separe nunca de su
maleta. Puede ser peligroso… (Lo observa con detención) ¿Díaz, me dijo?
FARÍAS: Beltrán Díaz. ¿Nos conocemos?
SOTO: Usted fue mi alumno en el Instituto. ¿No me recuerda?
242
FARÍAS: (Es evidente que lo recuerda. Mira la maleta que Soto ha bajado) Claro
que lo recuerdo, profesor. ¡Sus clases de música! ¡Cómo las iba a olvidar! Lo que
pasa es que al principio no lo reconocí.
SOTO: Los años me han cambiado. Y parece que estoy perdiendo la
memoria.
FARÍAS: Supongo que más me ha cambiado a mí. Y su memoria me
sorprende. Yo no era de sus mejores alumnos.
SOTO: Uno se acuerda no sólo de los mejores, sino también de los peores.
(Ríen) ¿Qué año?
FARÍAS: (Luego de calcular) 1965. Sexto A.
SOTO: ¿Y qué hace ahora?
FARÍAS: Viajo, pues, profesor. Igual que usted, según parece.
SOTO: ¿Y adónde va? A lo mejor nos toca viajar juntos.
FARÍAS: Cuénteme. ¿Adónde va usted?
SOTO: A Europa, hombre. A conocer Salzburgo, Bonn. El museo de
Beethoven. La Scala de Milán… ¡Cómo me voy a morir sin ver esas cosas, pues!
(Toma a Farías del brazo e inician un paseo en primer plano) Yo jubilé hace tres años.
El año pasado enviudé. Ahora vivo con mi hija, su esposo y mi nieta. Ellos me
regalaron el pasaje. ¿Y usted, Farías… Díaz, quiero decir… ¿adónde va? (Se
escucha el anuncio de un vuelo)
SOTO: ¿Dijeron Madrid?
FARÍAS: No, no. ¿A qué hora sale su avión?
SOTO: A las 9,40.
FARÍAS: Falta mucho, no se preocupe. ¿Cuánto tiempo piensa quedarse en
Europa, señor Soto?
SOTO: Trece días. En verdad son quince, si se cuentan los dos días de
vuelo. Y no son días perdidos, si considera que desde el avión voy a ver la
cordillera, el Atlántico, los amaneceres en la altura.
FARÍAS: ¿Es la primera vez que vuela?
SOTO: Sí, la primera. (Pausa) ¡Así es que no se había olvidado de mis
clases!
FARÍAS: ¡Cómo se le ocurre, profesor!
SOTO: A ver si es cierto. (Tararea distintas melodías que Farías identifica,
aunque no en todos los casos, pues a veces se equivoca. Mientras se desarrolla este
juego, se empieza a escuchar suavemente el ruido de timbales. Aparecen los dos
Hombres anteriormente descritos y la Azafata. Su intención evidente es cercar a Farías de
una manera disimulada. Uno de los Hombres se acerca a Farías, lo toma de un brazo e
inicia con él un paseo hacia un costado del escenario. Al mismo tiempo, la Azafata toma a
Soto de un brazo e inicia un paseo con él hacia el extremo opuesto. El otro Hombre
permanece en el centro del escenario como eje del movimiento pendular que realizan
ambas parejas. Los diálogos son paralelos)
HOMBRE 1: Acompáñenos, señor Farías. Tenemos que solucionar un pequeño
problema.
FARÍAS: Mi nombre es Díaz.
HOMBRE 2: Ése es el problema ¿Me permite su pasaporte? (Farías se lo entrega)
HOMBRE 1: (Toma el pasaporte y lo guarda en su bolsillo) No se ponga nervioso y
acompáñenos.
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HOMBRE 2: Lo va a pasar mejor si colabora. (Lo toma del brazo, sin violencia) Lo
mejor es que venga con nosotros.
SOTO: ¿Hay algún problema?
FARÍAS: Muéstreme la orden de detención.
HOMBRE 2: (Sacando sorpresivamente una pistola y encañonándolo) Ésta no es una
detención, Farías. Sólo queremos conversar con usted. No perdamos tiempo.
HOMBRE 1: Acompáñenos. (Toma el maletín de Farías que estaba junto a su asiento.
El Hombre 1 hunde disimuladamente su pistola en los riñones de Farías. El Hombre 2
cubre la operación de su acompañante y ambos se van empujando a Farías hacia afuera.
Farías se vuelve con gran dificultad y alcanza a decir:)
FARÍAS: ¡Avísele a mi mujer, señor Soto! (Los hombres se alejan llevándose a
Farías. Soto queda atónito y cuando reacciona se dirige hacia el lugar por donde se
llevaron a Farías. En ese momento, la Azafata saca también su pistola y encañona sin
disimulo)
AZAFATA: Es mejor que no se meta en esto, señor. (Aumenta el ruido de timbales)
Buenos días. ¿Me dice su nombre, por favor?
SOTO: Exequiel Soto. (La Azafata busca en una lista. Encuentra el apellido Soto
y hace un visto bueno)
AZAFATA: En nombre de nuestra Compañía, le doy la bienvenida y le haré
entrega de algunos obsequios… (La Azafata saca de su maletín de vuelo una muñeca,
un pequeño «necesaire», un encendedor. Soto los recibe sorprendido)
SOTO: Muchas gracias.
AZAFATA: Señor Soto, ¿necesita algo especial durante el vuelo?
SOTO: ¿Algo especial? No… Creo que no…
AZAFATA: ¿Tiene problemas con la presión?
SOTO: Algo, pero tomo unas tabletas.
AZAFATA: ¿Es necesario que le recuerde el horario para tomar sus remedios?
Puedo despertarlo en la noche.
SOTO: (Inquieto) Señorita, parece que mi amigo tiene alguna dificultad.
AZAFATA: ¿El señor hace dieta?
SOTO: ¿Perdón?
AZAFATA: Pregunté si hace alguna dieta.
SOTO: Sí, dieta, sí… Señorita, ¿qué pasa con mi amigo?
AZAFATA: ¡Es mejor que no se meta en esto, señor! (Guardando rápidamente la
pistola, se dirige hacia la puerta de embarque y desde allí llama) Se ruega a los señores
pasajeros de Pacific Airlines, pasar a embarcar por la puerta número ocho con su
tarjeta de embarque en la mano. (Los pasajeros la siguen. Una vez en la puerta de
embarque, los pasajeros forman fila y ella los va recibiendo) Buen viaje, señor… (Ella
misma recibe las tarjetas de embarque y repite frases protocolares) Hasta la vista,
señor. Buen viaje, señora. Que le vaya bien, señor. Gracias. Buen viaje.
Igualmente, señora. A usted, señor. Buen viaje. (El ruido de timbales sigue creciendo
al punto que casi no se oyen las últimas palabras. Soto se ha ido retirando al extremo
opuesto del escenario. La Azafata, lo mira fijamente)
AZAFATA: Señor Exequiel Soto Contreras, último llamado a embarcar; señor
Exequiel Soto Contreras, último llamado a embarcar… (Mientras ella continúa
repitiendo el llamado, Soto ha seguido alejándose. La luz va saliendo en fade out y
concentrándose en la Azafata, quien queda sola en la escena, hasta el apagón total. En la
oscuridad se escucha el ruido estridente de una piedra que hace añicos los vidrios de una
244
ventana y que pone fin al sonido de timbales. En ese momento se escucha el llanto de
varias guaguas. El escenario se ilumina gradualmente y vemos a Julia con delantal blanco
de doctora y estetoscopio, que se agacha, recoge la piedra, lee el mensaje que viene
amarrado a ella y sale corriendo por un lateral. Se ilumina otra zona donde se encuentran
varias personas, con guaguas en los brazos, sentadas en una banca. Todas estas
personas realizan estilizadamente, la acción de limpiar de vidrios sus ropas y su entorno.
Vuelven a escucharse los timbales. Entran a la antesala los dos Hombres y permanecen
frente al público en idéntica actitud de vigilancia que al comienzo. En la otra zona, Cecilia,
otra doctora, tranquiliza a las personas con guaguas, diciéndoles:)
CECILIA: Calma… Calma… Fue sólo una piedra… No pasa nada. No pasa
nada. (Julia entra a la antesala, pasa por entre los dos Hombres, se adelanta y se
arrodilla frente al público. Habla como dirigiéndose a alguien caído)
JULIA: No ha pasado nada. (Pausa) Entraste a mi casa y luego en mi vida
como una sombra, silencioso y oscuro como el miedo. Fue una noche de verano.
Yo acababa de volver a casa con mi novio, que de repente se puso muy serio,
nervioso. «Tengo que pedirte algo», me dijo. Y me rogó que te escondiera en mi
casa. De esa sombra silenciosa salió la única luz que he conocido, cuando
empecé a escucharte, a velar desde mi pieza, atenta, tu sueño más tranquilo que
el mío; a recordar durante el día tu sonrisa, el remolino de tus gestos ansiosos, tu
mirada. Durante cinco años cumplí con el ritual obligado: cuidé mi apariencia de
mujer sola, solterona retraída que hace abortar con actitud cortante la cercanía de
otros hombres… Noches solitarias, atenta a las veredas calladas, escuchando el
ruido imaginario de tus pasos, de otros pasos, tus mensajes sobre la almohada,
tus despedidas de papel, tantas veces, tantas, y siempre otra partida, y otra, para
sumar reencuentros angustiados, días y noches de compañía excluyente… A la
casa no podía venir nadie, no debían verte… tampoco podían vernos juntos en un
parque, en un café. (Pausa) La primera vez que te fuiste sentí que una noche sin
miedo era también una noche sin tu compañía. Y cuando volviste comprendí que
también se puede extrañar ese miedo si alguien lo padece contigo y lo oculta y te
acaricia y habla fuerte o sube la música para que no escuches el sonido del temor,
la sirena del radiopatrullas, la frenada del auto que se detiene en tu puerta o
simplemente los pasos del vecino en la escalera. Y entonces, cuando los pasos se
perdían, cuando el taxi se ponía nuevamente en marcha, cuando la sirena dejaba
de oírse, entonces con una sonrisa nerviosa que apenas ocultaba tu inquietud, me
decías: «¿Ves, tontita?, no ha pasado nada.» (Pausa) Cuando te fuiste, Emilio, creí
que por fin había llegado la posibilidad de separar de un solo tajo el miedo del
amor. (Junto con las últimas palabras de Julia, se ve aparecer a Emilio desde la
oscuridad, cargando unos tarros de pintura y una escalera, dispuesto a continuar pintando
esa pieza. Suena el timbre. Julia va a la puerta. Emilio, con un gesto, la detiene)
EMILIO: Shiiiit… ¡No abras! ¡No abras!
JULIA: ¿Quién es?
EMILIO: Antonio. (Suena nuevamente el timbre)
JULIA: ¿Estás seguro?
EMILIO: Sí. ¡Pero espera, no abras! (El timbre vuelve a sonar dos veces. Emilio y
Julia esperan en silencio, controlando el aliento)
EMILIO: Se fue, pero va a volver. Tengo que hablar contigo, Julia.
JULIA: ¿Qué pasa?
EMILIO: No quiero irme… No quiero… ¡No quiero irme!
245
JULIO: ¿Venían a buscarte, entonces?
EMILIO: Sí, ya me consiguieron un pasaporte. ¡Pero no quiero irme!
JULIA: Eso lo hemos hablado noches enteras, Emilio. ¿No te das cuenta de
que ya no puedo más?
EMILIO: Yo quiero quedarme contigo, Julia.
JULIA: No es por mí que te quedas. No me mientas, no te cuentes cuentos.
EMILIO: (Después de una pausa) Es verdad. Tengo miedo.
JULIA: ¡De qué, por el amor de Dios! ¡Explícame!
EMILIO: De estar solo, sin ti, sin nadie. Recorrer ciudades en las que nada,
absolutamente nada, despierta un recuerdo, una añoranza, un afecto.
JULIA: Emilio, escúchame. Estoy cansada. Estoy deshecha. Estoy ya medio
muerta. Tengo treinta y cuatro años y soy una mujer vieja. ¡No puedo ayudarte!
¡No puedo!
EMILIO: Pero yo te quiero y no te voy a dejar de querer nunca… ¡Si al cabo
de algunos años luz vuelvo a verte, te voy a seguir queriendo…!
JULIA: ¿Por qué me obligas a esto?… ¿Por qué me obligas a echarte?…
¿Por qué me obligas a ser cruel…?
EMILIO: Lo único que te estoy pidiendo es que me ayudes… ¿Ni eso puedo
esperar de ti?
JULIA: No me hagas sentirme así… ¡Emilio, por Dios, no me hagas sentirme
así! ¡Seca… Egoísta…! ¡Estéril! Tengo miedo de no poder querer nunca más a
nadie… ¿No entiendes? ¿No entiendes que esto también ha sido un horror para
mí…? ¡Por favor…! ¡Por favor, ándate…! (Se escucha tres veces el timbre y al mismo
tiempo el llanto de las guaguas. Julia avanza hacia el primer plano, tapándose los oídos
con ambas manos. Emilio toma la maleta y camina hacia la puerta. Sale. Aparece Cecilia)
JULIA: ¡Noooo…! ¡No puede ser…!
CECILIA: Se asustaron. No hay forma de hacerles callar. (Repara en el estado
de Julia) ¿Qué te pasa? (Julia le pasa el mensaje)
CECILIA: «Ya tenemos a Emilio Farías. La próxima serás tú.» ¿Quién es Emilio
Farías?
JULIA: Mi compañero.
CECILIA: (Sin entender) ¡¿Qué?!
JULIA: Mi marido.
CECILIA: Tienes que esconderte. Ven conmigo.
JULIA: ¿Dónde?
CECILIA: A la casa de mis padres. (Apagón. En la oscuridad se escucha rezar el
rosario y el ruido de una máquina de escribir. Cuando se ilumina la escena, vemos al
Procurador del abogado Benzi escribiendo y atendiendo el teléfono. En otro plano está
Soto sentado junto a su maleta y con el impermeable sobre sus rodillas. Benzi se
desplaza nervioso. Hay tres monjas rezando el rosario)
BENZI: Bueno, profesor. Ahora que estamos tranquilos, usted me va a
explicar exactamente lo que pasó, porque lo que me dijo por teléfono, para serle
franco, me dejó bastante confundido. Cuénteme todo desde el comienzo.
SOTO: Bien, Benzi. Yo llegué al aeropuerto aproximadamente a las nueve
de la mañana. Tenía que tomar el avión que…
BENZI: Sí, eso ya está claro. ¿Qué pasó en el aeropuerto?
246
SOTO: Bueno, después de que mi hija me dejó, me encontré con Emilio
Farías, que al comienzo no me reconoció, y que después, para mi sorpresa, me
dijo que no se llamaba Farías, sino Beltrán Díaz.
BENZI: ¡Ah! Se encontró con Emilio Farías, que le dijo que no se llamaba
Emilio Farías, sino Beltrán Díaz. (Divertido)
SOTO: Sí, así fue.
PROCURADOR: (Hablando por teléfono) ¿Aló? Sí. Llame dentro de una hora, por
favor. El abogado me pidió que no lo interrumpiera.
BENZI: Continúe, profesor.
SOTO: Bueno, nos empezamos a pasear con Farías, que también esperaba
su vuelo.
BENZI: ¿Vuelo para adónde?
SOTO: Vuelo para… para… ¡Bah! No me dijo.
BENZI: No le dijo.
PROCURADOR: (Al teléfono) ¿Aló? Oficina del abogado Benzi.
BENZI: ¿Y de qué conversaron?
SOTO: Recordamos las clases de música. Jugamos al reconocimiento de las
melodías. En eso estábamos cuando se acercaron dos hombres y tomaron del
brazo a Farías.
BENZI: ¿De un brazo?
SOTO: No. De ambos brazos.
BENZI: ¿Con violencia o sin violencia? Eso es muy importante.
SOTO: En realidad, al comienzo fue sin violencia.
BENZI: ¿Y usted qué hizo?
SOTO: Yo me quedé un poco aparte, porque en ese mismo momento una
azafata me tomó del brazo y me condujo en sentido opuesto al que llevaban a
Farías.
BENZI: ¿Con violencia o sin violencia?
SOTO: Sin violencia, al contrario, con mucha amabilidad. Me dijo que la
compañía deseaba darme la bienvenida y me obsequió un estuche con dentífrico,
cepillo de dientes, un encendedor y una muñeca. Parecía una muchacha muy
simpática.
BENZI: Aparte de los obsequios, ¿le preguntó algo?
SOTO: Sí. Me preguntó si tenía que tomar algún remedio durante el vuelo.
Le dije que sí y que los tenía todos en el bolso de mano.
BENZI: ¡Ah! ¿Usted toma varios remedios?
SOTO: Sí, claro, a mi edad…
BENZI: ¿Y usted escuchó lo que le dijeron a Farías cuando lo abordaron?
SOTO: Las primeras frases sí.
BENZI: ¿Era violento el tono?
SOTO: No. Yo diría que era más bien amable, aunque un poco cortante.
BENZI: ¿Amable o cortante?
SOTO: Amable y cortante.
BENZI: Amable y cortante. (Pausa) ¿Y qué le dijeron?
SOTO: Que tenían un pequeño problema respecto a su nombre.
BENZI: Bueno, eso es lógico. Usted tiene el mismo problema.
SOTO: ¿Cómo?
247
BENZI: Claro. ¿Se llama Farías o Díaz?
SOTO: Farías.
BENZI: Pero él dice que se llama Díaz.
SOTO: Sí, pues. En realidad, él me dijo que se llamaba Díaz.
BENZI: Profesor, perdóneme la pregunta. ¿Cuánto tiempo hace que no ve a
Farías?
SOTO: ¡Huy! No sé. Muchos años.
BENZI: ¿Y qué pasó después, profesor?
SOTO: Bueno, después vi que uno de los hombres sacó una pistola, se la
puso a Farías en las costillas y se lo llevaron.
BENZI: ¿Y usted qué hizo?
SOTO: Yo lo llamé en el mismo instante en que él se dio vuelta y me gritó
que le avisara a su mujer.
BENZI: ¿Por qué usted conoce a su mujer?
SOTO: No. No la conozco. No sé quién pueda ser.
BENZI: ¿Y cómo le va a avisar?
SOTO: Supongo que él pensó que podría buscarla con ayuda de la guía de
teléfonos.
BENZI: ¿Y por cuál nombre la va a buscar? ¿Por Díaz o por Farías? Dígame,
profesor. ¿Quién más vio todo esto?
SOTO: Bueno, desde luego estaba la azafata a mi lado.
BENZI: ¿Cuál azafata?
SOTO: La que me hizo los regalos.
BENZI: ¿Y qué hizo ella?
SOTO: Me apuntó con una pistola.
BENZI: ¿Quién?
SOTO: La azafata.
BENZI: ¿La misma que le hizo los regalos?
SOTO: Exactamente.
BENZI: ¿Y no había nadie más?
SOTO: Sí, claro. Estaba lleno de gente.
BENZI: ¿Y qué hizo toda esa gente?
SOTO: Los que viajaban tomaron el avión y los demás supongo que se
fueron a sus casas.
BENZI: ¡La misma azafata! Primero le hace un obsequio y luego quiere
matarlo. ¿De qué línea era?
SOTO: ¿Cómo puedo saberlo?
BENZI: ¿Puede describir su uniforme, señor Soto?
SOTO: No. ¡Era azul! Sí, creo que era azul. ¡Esos trajes son todos iguales!
BENZI: En verdad no. Son todos distintos. Se usan precisamente para
diferenciarse. Está bien, una azafata. (Benzi hace una pausa, se pasea, entona la
melodía de uno de los conciertos brandemburgueses de Bach) ¿Qué es esto, profesor?
SOTO: La suite «Música del agua», de Haendel. (Benzi se detiene, sorprendido
al comienzo, luego regocijado)
BENZI: Lo pillé, profesor. Es la «Pequeña Serenata Nocturna», de Mozart.
(Lo toma del brazo con un movimiento que se debe identificar con el de la Azafata y lo
conduce hacia la salida) Hágame caso, profesor. Usted está un poco confundido. Ha
248
tenido un día muy agitado. Váyase a su casa, descanse un poco, medite,
reflexione, duerma bien esta noche y mañana, si aún cree que hay que denunciar
la comisión de algún delito, dígale a Elisa que me llame. (Benzi acompaña a Soto
hasta la puerta y, luego de despedirse, vuelve a su escritorio, visiblemente confundido.
Después de un momento, toma el citófono)
BENZI: Señor Álvarez, dígales a las madres que sólo podré atenderlas
mañana. Sí. A las once. (Sale. El Procurador acerca a las monjas, quienes, lo escuchan
mientras empiezan a sonar los timbales. El diálogo entre el Procurador y las monjas
tendrá el mismo tono que el rosario que antes ellas rezaban. En la zona correspondiente
ya se ha constituido la antesala con el sonido de los timbales y la aparición de los dos
Hombres. Benzi ingresa a la antesala).
BENZI: Don Exequiel Soto no conocía la historia de las palomas. Para él yo
soy el ex alumno que le ayudó a llenar las lagunitas de imposiciones y el abogado
de su hija. El viejo creía que la relación con Farías no pasaba de ser la de dos ex
compañeros de curso. Claro, él no sabía lo de Bucarest. (Pausa) Ya éramos ex
alumnos de Soto cuando coincidimos con Farías en ese viaje al Festival Mundial
de la Juventud. Llegamos a Bucarest luego de atravesar una Europa que
mostraba todavía las heridas abiertas por la guerra. Una noche, mientras
mirábamos las ruinas dejadas por los bombardeos, Farías me dijo: «Quién iba a
pensar que después de compartir el mismo banco del Instituto íbamos a compartir
también una pieza en Berlín, tan lejos de la esquina de Arturo Prat con la
Alameda, del Indianápolis y del viejo Soto y su tocadiscos destartalado». Y
compartimos luego otras piezas de internado en Sofía; en Moscú, frente al Parque
Gorki; y en Belgrado; y los paseos en barco por el Danubio y las vinerías
subterráneas de Bucarest y el mismo asiento en el estadio de Bucarest la tarde en
que liberamos las palomas. Cuando terminó la espartaquiada, la cancha se llenó
de niños con jaulas pequeñas mientras los bombarderos escribían en el cielo la
palabra «paz» en todas las lenguas del planeta. En la tribuna, los delegados
teníamos también una pequeña jaula con una paloma que debíamos soltar cuando
los niños lo hicieran. Farías me pidió que tomara mi paloma. «¿Sientes? —me
preguntó, atento a los latidos de la suya.— Hicimos este largo viaje para sentir
cómo palpita una paloma cuando presiente la libertad.» A veces despierto a
medianoche sintiendo que ese plumaje tibio y asustado late aún entre mis manos.
(Las últimas palabras de Benzi se funden con música de Mahler a medida que decrece la
luz. Cuando vuelve a iluminarse el escenario, se ve ahora a Salcedo paseando
nerviosamente y dirigiendo miradas furtivas y preocupadas hacia lo que debe sugerirse
con los dormitorios de su casa. De pronto interrumpe el paseo, corre hacia el equipo
estéreo, aumenta el volumen y va rápidamente a sentarse, fingiendo estar concentrado en
la música. Junto al aparato hay varios discos en el suelo. A los pocos instantes aparece
Cecilia, quien se dirige resueltamente hacia el mueble de pared, lo abre y busca en su
interior, primero con sorpresa y, luego, con inquietud creciente. De pronto se detiene y
mira fijamente a Salcedo. Él finge no registrar su mirada. Cecilia vuelve al dormitorio como
siguiendo un pensamiento. Salcedo tararea la música que está escuchando. A los pocos
instantes vuelve Cecilia con su cartera, busca en su interior y finalmente la vuelve en el
suelo mirando fijamente a Salcedo. Éste no registra su mirada. Cecilia sale y vuelve con
una maleta. Se dirige al estéreo y apaga la música)
CECILIA: ¿No tienes nada que decirme?
SALCEDO: ¿De qué?
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CECILIA: (A punto de llorar) De nada. Adiós. (Toma la maleta)
SALCEDO: ¿No vas a esperar que llegue la niña? ¿No te vas a despedir de ella?
CECILIA: La niña se va conmigo. Mi papá fue a buscarla al colegio. (Sale.
Salcedo va al estéreo y lo enciende a gran intensidad de volumen. Luego sale
rápidamente hacia la cocina. El paso de una acción a la otra debe estar marcado por un
quiebre profundo que lo hace pasar de la serenidad simulada a una desesperación real.
Suena el timbre. Salcedo va a abrir. En la puerta está Soto. El comienzo del diálogo que
sigue está acallado por la música)
SALCEDO: ¡Profesor! ¡Qué sorpresa! ¿Qué lo trae por aquí? Pase, pase.
SOTO: Perdone que lo moleste, Salcedo, pero no me siento bien. Tengo que
tomar una de estas tabletas. (Saca un remedio del impermeable) ¿Me da un vaso de
agua, por favor?
SALCEDO: ¿No le haría mejor un whiskicito, profesor?
SOTO: Bueno, mal no me va a hacer, ¿no es cierto? (Salcedo va a la cocina.
Antes de salir, apaga el estéreo. Desde la cocina le grita:)
SALCEDO: ¿Usted no tenía que viajar hoy día, profesor?
SOTO: Venga, Salcedo. Venga a sentarse, por favor, que necesito contarle
algo.
SALCEDO: (Desde la cocina) Primero relájese, profesor. ¿Se siente mejor?
SOTO: La cabeza me da vueltas. Si no es la presión, es que me estoy
volviendo loco.
SALCEDO: ¿Qué dice, profesor? No haga esos chistes.
SOTO: Parece que estoy empezando a imaginar cosas, Salcedo.
SALCEDO: ¿A imaginar qué cosas?
SOTO: Escúcheme, por favor. Ponga mucha atención a lo que le voy a
contar. Esta mañana en el aeropuerto, después de que mi hija me dejó, ¿adivine
con quién me encontré…? (Durante toda la secuencia que sigue, Soto hablará
ininterrumpidamente a Salcedo, como si éste estuviera en la cocina, contándole todo lo
ocurrido en el aeropuerto. Este relato bajará de intensidad cuando Salcedo inicie su
monólogo. Junto con el sonido de timbales, se ve a los dos hombres del comienzo
ingresar en la antesala, zona a la cual entra unos instantes después el propio Salcedo)
SALCEDO: Se iba tantas veces, que nunca imaginé que se pudiera ir para
siempre. (Pausa) El día que el profesor Soto llegó a contarme que la vida de Farías
estaba en peligro, yo había tomado la decisión de matarme. (Pausa) Las tabletas
estaban en la cocina y la botella de whisky que abrí para ofrecerle un trago era lo
que tenía para tomarme las tabletas. (Pausa) No sé de dónde salió el último resto
de fuerza que me permitió tenderle la mano. (Canta un lied de Mahler. De pronto, deja
de cantar y sin transición:) Estaba cansado de la herida que Cecilia y yo nos
empecinábamos en mantener abierta. De ese amor que fui matando con mis
fantasías y fracasos. Estaba cansado de sus fugas, del juego sin sentido en que
ella quería creer; irse unos días, volver con alguna esperanza e instalarse otro
tiempo en la rutina de la espera. Estaba cansado de mis manos inútiles, de mi
sexo que llegó a ser impotente con ella, de esas noches silenciosas, de la falta de
un susurro, de un quejido, de un grito que nos uniera en el encuentro. Sin
embargo yo la quería, y la quiero, yo quiero a mi mujer, no puede irse, no puede,
yo quiero a mi mujer, yo la quiero. (Salcedo vuelve a la cocina y trae una botella de
whisky y dos vasos en una bandeja que también contiene el frasco de tabletas con las
que pensaba suicidarse. Obviamente se le quedaron allí)
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SOTO: Y entonces, me vine para acá, pues. ¿Qué le parece? (Pone su frasco
de tabletas sobre la bandeja. Al hacerlo, registra el otro frasco) ¿Este remedio es suyo?
SALCEDO: (Nerviosa y apresuradamente) Ah sí… sí, claro… (Se lo guarda en el
bolsillo)
SOTO: Y ¿qué le parece, pues?
SALCEDO: Bien. Me parece muy bien.
SOTO: ¿Qué es lo que le parece bien, Salcedo? ¡¿Usted puede creer que
confundí a Haendel con Mozart?!
SALCEDO: ¿Usted, profesor? (Va a la cocina a buscar hielo) ¡Increíble! (Vuelve) ¿Y
usted puede creer que esta mañana me sentí tan deprimido que tuve que ponerme
el terno azul que me presta mi cuñado para ir a los conciertos? Me fui al centro a
recorrer la ciudad como si fuera un millonario, miré vitrinas sintiendo que lo que
deseara podía ser mío, y para darme un gran gusto me gasté la plata del mes en
discos que acababan de llegar. ¡Maravillas, profesor! ¿Usted puede creer que la
depresión desapareció de inmediato?
SOTO: ¡Increíble! (Ambos están bebiendo sin medida, pero no se emborracharán)
SALCEDO: ¡Salud!
SOTO: ¿Y usted puede creer que la misma azafata que me hizo los regalos,
me puso una pistola en las costillas? ¿Y que nadie dijo nada cuando los hombres
se llevaron a Farías?
SALCEDO: ¡Increíble!
SOTO: ¿Y creerá usted, Salcedo, que ahora no puedo volver a mi casa?
SALCEDO: ¿Por qué?
SOTO: ¿Y qué les digo a mi hija y a mi yerno?
SALCEDO: Les dice simplemente la verdad.
SOTO: No me van a creer. Usted no los conoce, Salcedo. Mi yerno me pagó
el viaje porque querían librarse de mí. Me consideran un estorbo.
SALCEDO: No diga eso, profesor…
SOTO: Cuando sepan que no tomé el avión, me van a decir lo mismo que
me dijo Benzi, que me estoy imaginando cosas, y me van a embarcar en el primer
vuelo que salga. ¡Jamás me van a creer, Salcedo!
SALCEDO: No será para tanto…
SOTO: ¿Y, usted cree, Salcedo?
SALCEDO: Yo sí…, claro… ¿Claro que le dijo que se llamaba Díaz, no…?
SOTO: No ve, pues, Salcedo, ¡si ni usted me cree…! (Deja el vaso y se
levanta) Lo mejor será que me busque un buen hotelito para dormir un poco y
mañana enfrento a mi familia…
SALCEDO: ¿Y por qué no se queda esta noche aquí, profesor…?
SOTO: No, hombre, no quisiera abusar de su generosidad y gentileza…
SALCEDO: No, profesor, no es por generosidad. Es por necesidad…
SOTO: ¿Qué quiere decir?
SALCEDO: ¿Creería usted que cuando llegó a esta casa, yo estaba a punto de
suicidarme? (Saca las tabletas y se las exhibe a la distancia)
SOTO: ¡¿Qué…?! (Después de una pausa, Salcedo se echa a reír) ¡No hagas
esas bromas, hombre, por Dios!
SALCEDO: Aloje aquí, profesor. No gaste su plata. ¡Mire lo que vamos a
escuchar esta noche! (Le muestra un álbum recién abierto) ¿Qué le parece?
251
SOTO: ¡Mahler! ¡Todas las sinfonías! ¡Qué maravilla! La versión de…
SALCEDO: La compré esta mañana, profesor. Acaba de llegar. ¿Escuchémoslo?
SOTO: Bueno, entonces deje que me ponga cómodo. Me quedo aquí esta
noche. (Luego de sacarse el impermeable) Oiga, Salcedo, ¿por qué no me guarda
estos dólares? No quiero andar con tanta plata. Póngalos en algún lugar seguro.
(Salcedo toma el dinero y, sin darle importancia, lo pone en el cajón del mueble de pared
donde Cecilia buscó al comienzo de la escena. De inmediato se dirige al estéreo. Va a
poner la música, cuando irrumpe Cecilia, furiosa)
CECILIA: (Pasándole un cheque a Salcedo) ¡Pagaste el colegio de tu hija con un
cheque sin fondos!
SALCEDO: (Mirando el cheque) No puede ser. Esto es un error. Espérame un
segundo que lo vamos a arreglar de inmediato. Profesor, ¿usted se acuerda de
Cecilia, no es cierto…? Cecilia, el Profesor Soto… (Se saludan parcamente)
Profesor, venga por aquí, por favor… quiero que escuche los discos. (Lo lleva
adonde está el estéreo y le pone los audífonos. Regresa a la zona en que está Cecilia)
SALCEDO: ¿Cómo se te ocurre hablarme así delante del señor Soto? Un mínimo
de delicadeza y respeto sería algo deseable, ¿no te parece…?
CECILIA: Mi papá fue a buscar a la niña y la directora le devolvió tu cheque
protestado. Todavía estaba trémulo cuando llegó a la casa. ¡Delicadeza!
SALCEDO: Eso del cheque lo vamos a arreglar de inmediato. Un olvido es una
falla perdonable. Cuando tenía el dinero, olvidé hacer el depósito, y después,
bueno, después olvidé que había pagado la escuela con ese cheque, eso es todo.
CECILIA: (Niega con la cabeza, con gesto de impotencia) Mi papá pagó los cuatro
meses que debías. Iban a echar a la niña del colegio.
SALCEDO: Dile a tu papá que mañana, a las doce en punto, estaré en su oficina
con el dinero.
CECILIA: ¡Ni un solo día! Si un solo día hubieras asumido la responsabilidad
de mantener tu casa. ¡Pero no! ¡No sólo no aportas nada, sino que ahora has
llegado hasta el punto de sacarme la plata que tenía para la semana!
SALCEDO: ¡Ah, no! Eso no lo puedo aceptar. ¡Estás llegando muy lejos! (Va al
cajón del mueble de pared y retira el sobre que le ha pasado Soto. Cuenta los billetes)
Aquí tienes. Son quinientos dólares. Cámbialos tú misma y paga lo que haya que
pagar. (Cecilia guarda los billetes en el sobre luego de comprobar que existen. Guarda el
sobre en su cartera y sale precipitadamente, sin mirar a Salcedo)
SALCEDO: (Llamándolo) ¡Profesor, venga para acá! (Soto se saca los audífonos y
va donde Salcedo. Al sacarse los audífonos, suena a todo volumen la música que
escuchaba. Soto y Salcedo se sientan juntos y escuchan extasiados durante largo rato.
Una vez que termina el disco, Salcedo se levanta, solemne:)
SALCEDO: ¡Así es que su propia hija no le creería! ¡Profesor, usted se queda
aquí hasta que aclaremos el secuestro de Farías!
SOTO: Yo sabía, Salcedo, que usted era la única persona en quien yo podía
confiar. (Salcedo toma la maleta de Soto y sale con ella)
SOTO: (Hablando hacia adentro) Pero, Salcedo… No puede ser… Mi hija cree
que estoy en Europa.
SALCEDO: (Desde adentro) ¡Mejor, profesor, ella no tiene por qué saber que
usted está aquí…!
252
SOTO: (Después de una pausa, sin recuperarse del asombro que le provoca la
proposición de Salcedo) No… No es posible… Es absurdo…
SALCEDO: (Entrando) ¿Por qué absurdo?
SOTO: Se supone que yo tenía que llamarla por teléfono… primero desde
Madrid y luego desde Frankfurt…
SALCEDO: (Mirando su reloj) Son las 9 de la noche. Las cuatro en España. Usted
acaba de llegar a Madrid, profesor. (Toma el teléfono) Usted va a hablar cuando le
pase el fono. Dígame el número.
SOTO: 223-71-87 ¿Y qué les digo, Salcedo?
SALCEDO: (Discando) Que hay muy buen tiempo; que el hotel es de primera,
frente al Museo del Prado; que se ha sentido muy bien y que esta noche lo llevan
a un «colmao» a ver bailar flamenco. (Con acento español) Un momento, por favor,
aquí Hotel Valencia de Madrid, una llamada para usted, no cuelgue. (A Soto)
¡Hable ahora!
SOTO: ¿Aló, hija? Si, bien. (Grita) ¡Digo que bien! ¡¿Qué?! (A Salcedo) ¿Que
qué comí?
SALCEDO: Bacalao a la vizcaína. Eso nada más. Acaba de llegar.
SOTO: Bacalao. Acabo de llegar. (Pausa) Sí, con ducha. (Pausa) Da a la
calle. (Pausa) Sí. (A Salcedo) ¿Que qué almorcé en el avión, Salcedo?
SALCEDO: Pollo en bandeja de plástico.
SOTO: Un pollo que parecía de plástico. (Le sonríe a Salcedo, empezando a
disfrutar del juego) ¿Que cómo está el tiempo en Madrid? ¿Hace calor?
SALCEDO: Sí. Mucho calor.
SOTO: Sí. Mucho calor. (A Salcedo) ¿Que qué se ve por la ventana?
SALCEDO: La calle, autos, ¡invéntele!
SOTO: La calle, autos, un parque muy lindo… Ah! ¡Se ve el Museo del
Prado! (Pausa) ¡Eso! ¿Cómo está Anita? (Durante las últimas réplicas ha entrado,
desde el fondo del escenario, la Azafata. Escucha la conversación telefónica sin ser
advertida por Soto y Salcedo. Empieza a apagarse la luz de la escena)
253
Acto II
(El living de la casa de Salcedo. Se escucha el concierto para violín de Beethoven.
Soto termina de vestirse y mira el reloj. Luego se sienta en la cama y observa los
regalos de la Azafata. En ese momento entra Salcedo, en pijama, encañonado por
la Azafata)
254
SOTO: ¿Entra en su casa, come huevos fritos, se ducha, entra con usted en
mi pieza y, sin embargo, no la conoce?
SALCEDO: Si usted no me hubiera hablado de esa mujer, no podría creer lo que
está pasando.
SOTO: ¿Me quiere decir, como Benzi, que he imaginado a esa mujer?
SALCEDO: Yo no he dicho eso. Pero usted no tiene por qué suponer que yo la
invité a mi casa. Y no hable tan fuerte. Puede volver en cualquier momento.
SOTO: Si usted no la conoce, habría que hacer una denuncia.
SALCEDO: ¿Dónde?
SOTO: A los Carabineros.
SALCEDO: ¿Cree usted que eso nos ayuda?
SOTO: Salcedo, no lo entiendo. Una persona entra en su casa, se come sus
huevos, se ducha, lo amenaza con una pistola y usted me pregunta si hacer una
denuncia nos ayuda. ¡Llame de inmediato a Carabineros!
SALCEDO: Esa mujer está aquí por usted, profesor.
SOTO: Si es así, con mayor razón. ¿Dónde está el teléfono? (Salcedo sale y
vuelve consternado)
SALCEDO: El cable del teléfono está cortado. (Soto toma su impermeable y se
apresta a salir)
SOTO: ¡Vamos! ¡Hay que hacer la denuncia de inmediato!
SALCEDO: No se puede salir, profesor.
SOTO: ¿Por qué no se puede salir?
SALCEDO: ¿No oyó lo que dijo? Esa mujer puede volver.
SOTO: Sí. Y con los hombres que secuestraron a Farías. Yo salgo a hacer la
denuncia de todas maneras. ¡Vístase y vamos! (Entra Julia)
JULIA: ¿Quién es el enfermo?
SALCEDO: Aquí no hay nadie enfermo.
JULIA: (A Soto) Pero su hija me dijo que usted estaba enfermo.
SOTO: ¿Qué hija?
JULIA: La señorita azafata.
SOTO: ¡¿La azafata?! ¿Dónde está?
JULIA: En la puerta de calle, supongo. Ella me abrió.
SALCEDO: ¿Ella le pidió que viniera a atender a un enfermo en mi casa?
JULIA: No.
SOTO: ¿Quién le pidió?
JULIA: Una colega. ¿Esto es Los Diamelos 474?
SALCEDO: Sí. ¿Cómo se llama esa colega?
JULIA: Cecilia Sanguinetti.
SALCEDO: ¿Cecilia?
JULIA: ¿La conoce?
SALCEDO: Por supuesto. Es mi mujer. Lo que no entiendo es por qué la mandó
a mi casa, y a ver a un enfermo. ¿Dónde está ella?
JULIA: Me llamó desde Valparaíso. Por eso no pudo venir ella misma.
SALCEDO: ¿De Valparaíso? ¿Y le pidió que viniera a ver un enfermo? Esto es
rarísimo. ¡Lo más extraño que me ha pasado en mi vida!
JULIA: A mí también. Lo mejor es que me vaya.
SOTO: Yo salgo con usted. Hay que ir a la comisaría.
255
JULIA: ¿A la comisaría? ¿Y para qué?
SOTO: Esa mujer que dijo ser hija mía se ha tomado esta casa, nos
amenazó con una pistola, y a mí por segunda vez.
JULIA: ¿Con una pistola?
SOTO: Vamos, en el camino le cuento. ¡Vístase, Salcedo, y vamos! (Salcedo
sale. Soto va a la puerta y retrocede, atónito. Entra Elisa seguida de Benzi)
ELISA: ¡Papá, usted no tiene derecho! No nos puede hacer esto a Marcelo y
a mí. ¡Usted no puede! ¿Por qué se quedó? ¿Si no quería hacer el viaje, por qué
no nos dijo? ¿Por qué no se fue para la casa? ¿Qué hace aquí?… ¿Quién le
inventó esa llamada de España? ¿Era usted, no es cierto?… ¿No se siente bien,
papá? ¿Qué es eso que le contó al señor Benzi? ¿De dónde sacó ese cuento del
secuestro?… ¿Con quién habló antes de ir donde el señor Benzi?… (A Salcedo)
¿Usted también fue al aeropuerto? ¿Cómo llegó mi papá aquí? ¿Por qué no me
avisó usted, si él no podía? ¿Cuánto tiempo pensaba tener a mi papá en su casa?
¿Con qué derecho? ¿Por qué?
SOTO: No hagas tantas preguntas, hija, por favor.
ELISA: ¿Dónde tiene todas sus cosas? ¿Y los quinientos dólares que le
dimos?
SALCEDO: Cálmese, Elisa. Todas las cosas de su papá están aquí. Su papá fue
testigo de un secuestro en el aeropuerto. Y se iba a quedar aquí esta noche
porque mañana los dos íbamos a tratar de aclarar ese asunto.
ELISA: ¡Qué asunto! Si el abogado ya me contó todo.
BENZI: Mire, señor Salcedo. Los asuntos que llegan a mi estudio se toman
con la seriedad que corresponde. Después que don Exequiel se fue de mi oficina,
me constituí con el notario Rafael Fernández en el aeropuerto. Una vez
practicados los procedimientos de rigor frente a las autoridades pertinentes,
hemos levantado un acta que contiene las declaraciones juradas de muchos
testigos —vendedores, portaequipajes y personal del aeropuerto— y de esas
autoridades, certificando que en el día de ayer no ocurrió hecho irregular alguno
en ese lugar. (Le entrega un acta a Soto) Ésta es el acta del notario, para su
tranquilidad, señor Soto.
SOTO: (Luego de una pausa, abrumado) Es increíble, doctora, pero parece que
había un enfermo en esta casa, después de todo. (A Benzi) Confundí a Mozart con
Haendel…
BENZI: Efectivamente. Dijo que la «Pequeña Serenata Nocturna» de Mozart
era la suite «Música del Agua», de Haendel.
SOTO: (A Salcedo) Me comí unos huevos, me duché, puse sus discos, todo
esto sin darme cuenta.
SALCEDO: Eso ya lo discutimos, profesor…
SOTO: (A Elisa) Y a usted, hija, la llamé de Madrid sin darme cuenta de que
no había salido de Santiago…
ELISA: ¡¿Me está retando a mí por algo que hizo usted?!
SOTO: (A Julia) Y ahora resulta que con este papel basta para demostrar que
yo no vi el secuestro de mi ex alumno. Muy bien. (Pausa. A Benzi) Es cierto que no
sólo estoy perdiendo el oído, sino también la memoria. (A Salcedo) Es posible que
me haya comido unos huevos y haya puesto el tocadiscos sonámbulo. (A Elisa) Es
verdad que quise engañarte con esa llamada de Madrid. Tenía miedo. (A Salcedo)
256
Pero dígales, Salcedo ¿Estuvo aquí una azafata que lo amenazó con una pistola?
¿Sí o no? (Reacción sorprendida de Elisa y Benzi)
SALCEDO: Sí. (Elisa y Benzi están ahora consternados. Elisa intenta precipitarse
sobre Salcedo. Benzi la retiene de un brazo y ríe para distender la situación)
BENZI: (A Elisa) Le está llevando el amén, ¿no se da cuenta? No diga nada.
SOTO: (A Julia) Dígales, doctora, por favor… ¿Quién le abrió la puerta.
JULIA: Una azafata. (Aumenta la consternación de Elisa y Benzi)
BENZI: A nosotros no nos abrió una azafata.
ELISA: ¡¿Una azafata de nuevo?! ¡¿Aquí?! ¡¿Y con una pistola?!
JULIA: Yo no he dicho que la haya visto con una pistola.
ELISA: ¿Quién es esta gente, papá? ¿En qué anda metido? ¿Para qué lo
están usando? ¡Tome sus cosas y vámonos inmediatamente a la casa! (A Benzi)
¿Los conoces tú?
BENZI: No. Créame que no los conozco.
ELISA: (A Salcedo) ¿Dónde están las cosas de mi papá? (Tomando a Soto de
un brazo) ¡Vámonos!
SOTO: (Liberándose de Elisa y gritando) ¡¡¡Yo vi esta mañana el secuestro de
Emilio Farías!!!
JULIA: ¡¡¿¿Qué??!! (Entra la Azafata con un carrito, como es habitual en los
vuelos)
AZAFATA: ¿Té, café o jugo de naranja? (En el carrito hay bebidas y frazadas. Con
la entrada de la Azafata, se escucha un redoble de timbales creciente, de modo que se
oyen sólo los primeros parlamentos y luego, cuando ella sale, se verá a los personajes
discutiendo, mostrándose las frazadas, aceptándolas o lanzándolas al suelo, hasta que
todos terminan acostándose en el suelo, tapándose con las frazadas)
ELISA: ¡¿Qué significa esto, Alberto?!
BENZI: ¡No entiendo!
JULIA: Yo no necesito una frazada. ¡Yo quiero irme!
SOTO: ¡No podemos salir de aquí, ya se lo dije!
SALCEDO: ¿Y esa música?
SOTO: ¿No le dije, Salcedo? ¡Yo no puse la música!
ELISA: ¡Papá, traiga su maleta y llame a esa azafata!
BENZI: ¡Cálmate, Elisa, por favor! ¡Tratemos de entender lo que pasa!
JULIA: (Tirando la frazada al suelo) ¡Yo no necesito esto, yo quiero irme! (Este
diálogo, como se dijo, es tapado por el ruido de los timbales y los personajes quedan
acostados en el suelo. Se apaga la luz allí y se enciende en la antesala, donde ya están
los dos Hombres. Los timbales continúan sonando. A los pocos instantes, se ve aparecer
a Cecilia vestida con un delantal blanco de médico)
CECILIA: A las siete y veinte tomaré el bus para volver a mi casa. Cuando
llegue a mi paradero, notaré que un hombre se baja tras de mí. Me alcanzará justo
en la mitad del puente. Notaré, entonces, que tiene su mano izquierda dentro del
bolsillo, como si llevara un arma. Me dirá: «Haz como si nada pasara.» Lo miraré a
la cara: será un hombre de contextura normal, un metro setenta y cinco de
estatura, pelo negro, liso, de tez morena, pálida, nariz recta, de más o menos
treinta y cinco años. Yo trataré de huir y luego gritaré: «Mi nombre es…», pero el
hombre me tapará la boca con su mano y me hará girar hasta que quede mirando
hacia el estero. Notaré con desesperación que no pasa ningún auto por el puente.
257
Sentiré la llegada de otro sujeto que se ubicará a mi espalda y que gritará:
«¡Apúrate, apúrate!». Un vehículo de color azul metálico se aproximará a gran
velocidad. Yo intentaré forcejear, pero entre los dos hombres me tirarán dentro del
auto. Quedaré boca abajo, en la parte posterior, y notaré que no pudieron cerrar
bien la puerta. Sentiré que me tiran algo de lana en la cabeza y me daré cuenta de
que en el asiento de atrás viajan tres sujetos. El vehículo transitará varias veces
por caminos de tierra y pavimento y, en tres ocasiones, el chofer y su
acompañante se bajarán para conversar en voz baja. Luego el vehículo proseguirá
su marcha. Entonces, los sujetos a mi derecha tratarán de levantarme el vestido;
yo me defenderé. El hombre de mi izquierda me dirá: «Tranquila, tranquila… ya va
a pasar… todo pasa.» Entonces, abrirá las puertas laterales. Aterrada, me aferraré
a las piernas de uno de los sujetos. El vehículo se detendrá. Los hombres se
bajarán. Me arrastrarán a tirones desde los pies y me dejarán de espaldas con las
piernas colgando hacia afuera. Entonces, uno de ellos me violará. Otro dirá:
«Ahora me toca a mí.» Tratarán de rasgarme la falda, pero no podrán hacerlo,
porque yo forcejearé. Se romperá el vestido, quedaré desnuda. Me pintarán con
una pintura roja la espalda, las piernas, los brazos, el pecho, el estómago. Me
obligarán a caminar y sentiré espinas en los pies. Sólo llevaré puesta la venda. Me
la sacarán. Me ordenarán que cierre los ojos. Sentiré que me pintan la cara.
Mientras harán esto me preguntarán dónde escondí a Julia, y luego, mucho más
tarde, me arrastrarán de nuevo hasta el auto, me lanzarán a la parte de atrás,
boca abajo, y me colocarán un teléfono pegado a la cara. Entonces llamaré a Julia
para decirle que vaya a mi casa a ver a un enfermo. Dirán: «Ella va a pensar que
es una clave.» Después de la llamada me sacarán del auto. Me obligarán a
hincarme. ¡Me golpearán, me patearán, en la espalda, en la cabeza, en el vientre!
Me pegarán… me patearán. Me matarán…! (Apagón total en fade out. En fade in
vuelve la luz a la zona en que se encuentra todo el grupo, ahora con Cecilia agregada,
que yace en el suelo, sin sentido, y que está siendo examinada por Julia. Todos los
demás la rodean).
SALCEDO: ¿Qué tiene?… ¿Es grave, doctora?… ¿Es grave?
JULIA: Espérese… Espérese… Le voy a tomar el pulso… Tengo que
examinarla… (Hay un silencio expectante. Nadie habla mientras Julia la examina)
SALCEDO: ¿Y, doctora?… ¿Es grave?
JULIA: Creo que sí.
SALCEDO: ¡¿Qué está haciendo, por Dios?!
JULIA: Estoy verificando sus signos vitales.
ELISA: (A Soto) ¿Quién es?
BENZI: ¿Cómo llegó aquí? ¿Alguien estaba despierto? ¿Alguien la vio?
JULIA: Yo la sentí. La tiraron como si fuera un estropajo. Habría que
hospitalizarla.
SALCEDO: (Con furor descontrolado) ¡Carajos! ¡Por qué no dan la cara! ¡Quién ha
hecho esto!… ¿Por qué?… ¡Contesten! ¡Abran! ¡Déjennos salir!… ¡Alguien dé la
cara! ¡Hay que llevarla al hospital! ¡Se va a morir! ¡Ésta es mi casa! ¿Con qué
derecho!… ¡Animales!… ¡Animales!… ¡Animales!
BENZI: (Tratando de aplacarlo) ¡Contrólese!… ¡Contrólese!… ¡Por favor,
hombre! ¡Yo lo comprendo, pero hay que estar tranquilo para poder actuar!
258
SALCEDO: ¡Actuar! (Ríe con ira) ¿Actuar, dijo? ¿Y qué piensa hacer? ¿Volar las
paredes? ¿Pegarles a los guardias?
BENZI: ¿Qué guardias?
SALCEDO: ¡Váyase a la mierda!
BENZI: Yo lo entiendo… No quiero molestarlo… Pero tiene que
tranquilizarse. Si no, no salvaremos a su señora ni a nadie… ¿Me entiende?
Tenemos que definir exactamente en qué situación nos encontramos.
SALCEDO: (Se deja caer al suelo) ¿Por qué?… ¿Por qué le hicieron esto?…
¿Quién?…
BENZI: Vamos por parte. Su señora trabaja, ¿no es cierto?
SALCEDO: Sí. Es médico.
BENZI: ¿Tenía alguna relación con el señor Farías?
SALCEDO: Ninguna.
BENZI: ¿Alguna militancia política?
SALCEDO: Tampoco.
ELISA: ¡Qué atroz!
BENZI: Es evidente que aquí hay un gran malentendido. Posiblemente
estamos todos aquí a raíz del secuestro o detención de Farías. Pero ni Elisa ni
Cecilia ni Salcedo ni yo tenemos nada que ver con ese hecho. Desgraciadamente
el profesor insiste en que vio el secuestro. Y la doctora, bueno… No la conozco…
SALCEDO: (A Julia) ¿Usted es médico?
JULIA: Por supuesto.
SALCEDO: ¿Por qué me dijo que ella estaba en Valparaíso?
JULIA: Porque cuando ella me llamó, me dijo eso.
SALCEDO: Pero no estaba en Valparaíso. Estaba aquí, medio muerta. Es usted
la que está mintiendo. (A los otros) Todos la escuchamos mentir. Esta mujer tiene
algo que ver con nuestro encierro.
JULIA: Yo trabajo con su mujer en el policlínico. Me pidió que alojara anoche
con ella en la casa de sus padres. Quería hablar conmigo. Pero no llegó. Me llamó
desde Valparaíso para pedirme que viniera para acá a ver un enfermo.
SALCEDO: Usted está mintiendo. ¿Dónde viven los padres de Cecilia?
JULIA: En República 150. ¡Y déjese de pelear conmigo. Hay que sacar a
Cecilia de aquí!
SALCEDO: (Gritando hacia afuera, como enloquecido) ¡Hay que llevar a mi mujer a
un hospital!… ¡Por favor! ¡Ayúdenme!… ¡No diremos nunca nada!… Les doy lo
que quieran… ¡Si hay que pagar algo!… ¡Les doy todo lo que hay en esta
casa!… ¡Todo se lo doy!
SOTO: Ofrézcales mis dólares.
ELISA: ¡Papá!
SALCEDO: ¡Déjennos salir!… Les doy lo que quieran… ¡Miren! Mis discos…
(Toma el álbum con las sinfonías de Gustav Mahler) ¡Mahler!… ¡Las siete sinfonías!
(Canta algo de Mahler: Soto se acerca paternal) ¡Mahler! ¡Si esto es un tesoro! ¡Es lo
más valioso que tengo! Se lo doy… Se lo doy sin problema… ¡Mahler! Dígales
usted, profesor, si es o no un tesoro… (Soto avanza con Salcedo hacia la salida,
abrazándolo con gesto protector) ¡Dígales, profesor! ¡Hábleles de Mahler! Para que
me crean…
259
SOTO: El músico austriaco Gustav Mahler nació en Kalischt, Bohemia, el 7
de julio de 1860. (Salcedo sale) A los 10 años dio su primer recital de piano, su
música es producto de una tremenda sensibilidad de anticipación y la expresión de
unos sentimientos, sensaciones y emociones que correspondieron a hechos
acaecidos con posterioridad a su tiempo, pero que de alguna manera ya «estaban
en el aire». Por eso Leonard Bernstein ha dicho de Mahler: «Que su tiempo ha
llegado sólo después de cincuenta, sesenta, setenta años de holocaustos
mundiales; de simultáneo avance de la democracia, unido a nuestra creciente
impotencia para eliminar las guerras, de magnificación de los nacionalismos y de
intensiva resistencia a la igualdad social; sólo después de haber experimentado
todo esto a través de los vapores de Aushwitz, de las junglas asoladas del Viet-
Nam, de Hungría y Checoslovaquia, del asesinato de Dallas, de la plaga del
macarthismo, de la carrera de armamentos; sólo después de todo esto, podemos
finalmente escuchar la música y entender que él ya había soñado todo eso…» (Ha
comenzado el sonido de los timbales. Hace ya unos instantes, en la antesala han
aparecido los dos Hombres. Ahora aparece Salcedo, quien se ubica entre ambos)
SALCEDO: Se iba tantas veces que nunca imaginé que se pudiera ir para
siempre… El día en que el profesor Soto llegó a contarme que la vida de Farías
estaba en peligro, yo había tomado la decisión de matarme… Sin embargo, yo la
quiero… Yo quiero a mi mujer… No puede irse… No puede… Yo quiero a mi
mujer… Yo la quiero… (El sonido de los timbales aumenta mientras Salcedo comienza
a salir por la platea. Salcedo inicia su salida por la platea. El profesor, mirándolo ahora y
quebrando la cuarta pared, continúa:)
SOTO: Gustav Mahler murió en Viena el 18 de mayo de 1911. Poco antes de
su muerte, tenía grandes dificultades para respirar, por lo que tuvieron que darle
oxígeno. Miró a todos con ojos asombrados, sonrió y dijo por dos veces: «Mozart,
Mozart». A medianoche, en medio de una tempestad, cesó el estertor de la
muerte. Mahler había emprendido el viaje definitivo. Al día siguiente su cuerpo fue
depositado en el Cementerio de Grizing, sin ningún tipo de ceremonia. Unos días
antes había dicho a su mujer Alma: «Que en la tumba sólo figure mi nombre,
Mahler; los que vengan a verme sabrán que allí estoy yo; los demás no necesitan
saberlo…» (Apagón en fade out. Soto se pasea nervioso. Elisa, Benzi y Julia están aún
arropados con sus frazadas. Entra la Azafata con el carro, en el que hay ahora bandejas
de desayuno y las reparte)
BENZI: (Mostrándole a la Azafata un papel) Señorita, ésta es una proposición:
1. Nosotros aceptamos que ustedes procedan a interrogarnos, incluso
individual y secretamente, sobre las materias que deseen aclarar.
2. Declaramos no haber sido objeto de malos tratos durante el tiempo que
ha durado nuestra retención, y haber sido convenientemente alimentados.
3. Una vez practicados los interrogatorios, aquellas personas que no tengan
responsabilidad frente a los hechos que se investigan deberán ser puestas en
libertad y autorizadas para volver a sus respectivos domicilios. (La Azafata lo mira,
sonríe y sigue repartiendo bandejas)
ELISA: Papá, tiene que comer algo (Le pasa la bandeja. Habla hacia fuera) ¿Me
trae otra bandeja, por favor, señorita?
BENZI: (Pasándole su bandeja) Toma la mía, Elisa.
ELISA: ¿Y tú?
260
BENZI: No te preocupes. Aquí hay otra. (A Julia) Señora, ¿de veras no se va
a servir?
JULIA: Yo no voy a comer.
SOTO: ¡Yo tampoco voy a comer! ¡Quiero saber dónde está Salcedo!
¡Quiero saber cómo está Cecilia! ¡Quiero saber por qué nos tienen aquí! ¡Quiero
saber quién es esa azafata!
ELISA: Por lo menos, tómese los remedios, papá.
SOTO: ¡Tampoco voy a tomar remedios!
JULIA: (A Benzi) ¡Quién lo ha autorizado a proponer esa barbaridad! ¡Qué es
eso de que no hemos sido objeto de malos tratos! ¡Yo, como doctora, declararé
que Cecilia estaba grave!
BENZI: Nosotros no sabemos quién la maltrató.
ELISA: Además, eso pasó en la calle.
BENZI: Claro. Usted dijo que vio cuando la dejaron, pero no podemos
asegurar que hayan sido nuestros captores.
ELISA: A nosotros no nos ha pasado nada. Y seguramente ellos están
atendiendo a esa señorita.
JULIA: O la están interrogando. Yo creo que se adelantaron a su
proposición, abogado. En lugar de hacer componendas ridículas, tenemos que
encarar todos juntos a la azafata la próxima vez que aparezca.
BENZI: Eso es exactamente lo que no hay que hacer. Hay que ser táctico y
realista. Si declaramos que no hemos sido maltratados, no sólo firmamos una
declaración absolutamente verdadera, sino que adelantamos una concesión
indispensable para que acepten la propuesta de los interrogatorios. No se puede
pretender un diálogo armónico si partimos haciendo exigencias que ellos no están
en condiciones de conceder. Yo creo que la proposición tendrá una buena
acogida.
ELISA: Yo firmo inmediatamente. Lo que dice Alberto es la única palabra
clara en medio de este enredo.
JULIA: ¡Qué pretende usted! ¿Nosotros vamos a pedir que nos interroguen?
¿Individual y secretamente? ¿Para que nos torturen? ¿Y que nadie lo sepa?
ELISA: ¿Tortura? ¿Qué tortura? ¿Es comunista usted?
SOTO: ¿Doctora, usted cree que a Cecilia y Salcedo…?
JULIA: No sé. Es posible.
ELISA: ¡Como pueden pensar una cosa así! Esa muchacha debe estar en el
hospital y su marido acompañándola, como es lógico.
BENZI: Lo peor es entrar en el camino de las suposiciones. (A Julia) Un
interrogatorio es la única instancia que nos permitirá a cada uno de nosotros
demostrar que no tenemos nada que ver con Emilio Farías y su problema.
JULIA: ¡Así es que es eso lo que van a decir en los interrogatorios!
¿Ninguno de ustedes tiene nada que ver con Emilio Farías?
ELISA: Yo jamás he visto a ese caballero. Farías, Díaz, ésa es la confusión
que tiene mi papá con toda esa historia del aeropuerto. La tontería mía fue dejarlo
solo.
JULIA: (interrumpiendo) ¿Y usted tampoco, señor Benzi? (Pausa) ¿No conoce
a Emilio Farías?
261
BENZI: Conocerlo, sí. Fuimos compañeros de colegio. Fuimos alumnos del
profesor Soto.
JULIA: ¿Y después nunca más lo volvió a ver?
BENZI: No. Que yo recuerde, no.
JULIA: ¿Y en la universidad?
BENZI: Ah, claro. En la universidad, casualmente.
JULIA: ¿Y nunca lo vio en la Federación de Estudiantes?
BENZI: Ah, sí, en la FECH. Por supuesto, nos divisábamos.
JULIA: ¿Se divisaban o se reunían puntualmente los lunes, antes del
Directorio? (Pausa) Tenga cuidado, Benzi. En el interrogatorio que usted propone
pueden preguntarle por esas reuniones de los lunes.
BENZI: ¿Quién es usted?
JULIA: Yo soy la mujer de Emilio Farías. (Largo silencio)
ELISA: Usted no tiene derecho a hacernos esto. Durante horas nos ocultó
algo que todos necesitábamos saber.
JULIA: Ayer recibí este anónimo. (Saca un papel y se lo extiende a Elisa. Elisa
no lo toma. Soto se acerca, toma el anónimo y lo lee)
SOTO: «Tenemos a Emilio Farías. La próxima serás tú.»
ELISA: Eso aclara por qué está usted aquí, y por qué no quiso decir quién
era, pero no explica el error que se ha cometido conmigo. No explica por qué me
tiene aquí retenida. Y todo esto lo voy a aclarar cuando me interroguen. Por eso
yo apruebo la proposición de Alberto. ¡Yo necesito que me interroguen! ¿Me
entiende, papá? ¡Firme! ¡Firme rápido para que nos interroguen luego y podamos
volver a la casa! ¡Marcelo no tiene idea dónde estoy!
JULIA. (A Elisa) ¿Y usted cree que no arriesga nada en un interrogatorio?
ELISA: ¡No, gracias a Dios, nada!
JULIA: ¿Usted sabe lo que es una clave?
ELISA: Por supuesto. ¿Qué tiene que ver conmigo eso?
JULIA: ¿No se da cuenta de que si una persona la llama por teléfono desde
Santiago y le dice que está en Madrid, eso puede ser interpretado como una
clave?
ELISA: ¡Eso es ridículo!
BENZI: (Acercándose a Soto) ¿Va a firmar, señor Soto?
SOTO: (Que se ha quedado en silencio mirando a Julia, muy impresionado, le
devuelve a Benzi el papel por toda respuesta. Se acerca a Julia) Lo último que me pidió
Emilio fue que le avisara…
JULIA: Gracias… muchas gracias… (Soto la abraza y la besa. En ese momento
se escucha una quebrazón de vidrios estridente, idéntica a la del primer acto en el
policlínico. Julia levanta sus brazos. Empiezan a sonar los timbales. Ingresan a la
antesala los dos Hombres)
JULIA: (Gritando) ¡No! ¡No! ¡No! (Sale corriendo espantada y abandona la
escena. Benzi y Soto se agachan y recogen piedras. Elisa está parada en el centro,
desconcertada)
ELISA: ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? (Entra la Azafata con un carrito con revistas)
BENZI: ¡No pasa nada! ¡No pasa nada! (La Azafata ofrece diarios y revistas y
los tres en silencio escogen los suyos. Mientras, en la zona de la antesala se ve entrar a
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Julia que se arrodilla entre los dos Hombres. La Azafata toma las tres frazadas de los que
ya han salido y se va)
JULIA: ¡No pasa nada! ¡No pasa nada! Entraste en mi casa y luego en mi
vida, como una sombra, silencioso y oscuro como el miedo… (Abandona la antesala
y sale por la platea. Siempre con sonido de timbales. Soto tiene el diario en la mano)
SOTO: (Leyendo) «Un extremista resultó muerto y un funcionario de
seguridad, gravemente herido, en un enfrentamiento ocurrido anoche en el
domicilio del primero. Emilio Beltrán Farías Díaz, de 42 años, resistió la acción
policial, a consecuencia de lo cual falleció. En su vivienda se encontró abundante
propaganda subversiva, armas y diversos tipos de explosivos. (Mientras Soto lee la
noticia, Julia sale por la platea. Se escucha redoble de timbales. Soto, luego de leer, le
pasa el diario a Benzi. Benzi lee la noticia y se lo entrega a Elisa)
ELISA: (Después de leer) ¿Ve, papá? ¿Ve como ha estado todo el tiempo
confundido? ¿Ve que no hubo secuestro en el aeropuerto? Si su ex alumno murió
anteayer en su casa, no podía haber estado ayer en el aeropuerto.
SOTO: ¿Usted cree de verdad lo que me está diciendo, hija?
ELISA: ¡Pero claro, si está en el diario! ¡Cómo van a inventar una cosa así!
(Le pasa el diario a Benzi)
BENZI: (Mirando en el diario la foto de Farías) Era seis meses menor que yo.
Celebrábamos su cumpleaños en mi casa y el mío en la suya. (Deja el diario. Lo
toma Elisa)
SOTO: ¿Y usted, Benzi? ¿Cuándo dejó de verlo?
BENZI: En rigor, nunca. (Pausa) La primera discusión realmente áspera la
tuvimos en Bucarest. Una noche, al salir de una vinería, se nos acercó un niño
descalzo a pedirnos unas monedas. Yo hice un comentario sobre el hecho, pero
Emilio quiso ignorarlo. Me dijo que el niño había advertido que éramos extranjeros
y que por eso nos pedía. «Por último —insistió— esto no es lo más importante que
hemos visto en el viaje». Acepté que no era lo más importante que habíamos
visto, pero para mí, que entonces buscaba con desesperación el paraíso, fue en
todo caso lo más desolador. «Desde las ruinas de la guerra, empieza a nacer lo
nuevo —me decía—. No exijas que haya desde el alba zapatos para todos.»
SOTO: ¿Pero quién era Farías? ¿Qué hacía realmente? En el aeropuerto
me dijo que hacía clases de biología.
BENZI: Si, es posible. Era médico.
ELISA: (Leyendo el diario) «Agente extremista formado desde muy joven en el
extranjero, en la década del sesenta logró infiltrarse en la dirección del movimiento
universitario.»
SOTO: ¿Logró infiltrarse?
BENZI: Fue elegido Presidente de la FECH. Y con una gran votación.
ELISA: «Después del pronunciamiento militar, fueron descubiertas varias
clínicas clandestinas que funcionaron bajo la dirección del extremista Farías.»
(Benzi saca el documento que contiene su proposición y lo rompe serenamente)
ELISA: ¿Qué estás haciendo, Alberto? ¿Te volviste loco? ¡Yo quiero que me
interroguen! ¡Yo no tengo nada que ver con esto! ¡No tengo nada que ver con
historias de secuestros, clínicas clandestinas y enfrentamientos armados! Ahora
entiendo por qué sospechan de las dos doctoras y del dueño de casa. Esto es una
clínica clandestina. Y la acaban de descubrir, por eso nadie puede salir de aquí.
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BENZI: Ésta es la casa de Luis Salcedo. Y nosotros estamos secuestrados.
ELISA: Tú eres un mentiroso. ¿De qué estás hablando ahora? ¿Quién es el
que ve visiones? ¿Mi padre en el aeropuerto o tú en esta clínica? Dijiste que
Emilio Farías era un invento de mi padre, que estaba viejo y que se imaginaba
cosas. Y ahora resulta que no sólo lo conocías, sino que ha sido tu amigo de
siempre. ¿Por qué aceptaste que yo viniera para acá? ¿Acaso no sabías lo que
podía pasar? ¡Y ahora dices que estamos secuestrados! ¿Cuál es la verdad?
¿Cuál es la mentira? ¡No estamos secuestrados! ¡Y ésta es una clínica
clandestina! Y yo exijo que me interroguen. (Benzi toma las bandejas del desayuno,
que están intactas. Toma una taza y se la acerca a Elisa)
BENZI: (Pasándosela) Cálmate.
ELISA: No quiero café. Necesito que me interroguen. Ésta es una clínica
clandestina. A la señora de Salcedo le hicieron un aborto, por eso estaba tan
grave. Y por eso se la llevaron. Y la otra doctora fue la que se lo hizo, por eso a
las dos se las llevaron presas. ¡Yo necesito que me interroguen! ¡Necesito,
necesito, necesito! (Elisa, después de su tremenda exaltación, ha quedado exhausta y
paralizada. Atónita observa la serena acción de su padre y Benzi, quienes se han sentado
a tomar desayuno intentando recuperar la normalidad perdida. Ahora sólo se escuchan
los ruidos de las tazas y los sonidos naturales correspondientes a la acción de comer.
Elisa comienza a llorar. La escena se prolongará todo lo necesario hasta que ambos
hombres terminen de desayunar)
BENZI: Nos juntábamos a tomar once en el Café Santos. Pero una vez que
pasamos a tomar desayuno, después de una trasnochada, sabiendo que no nos
quedaba ni un cobre, tuvimos que hacer «perro muerto». Sorteamos para saber el
orden de las salidas. Emilio salió primero y yo quedé último. Llamé al mozo y le
dije: «No me siento bien. Necesito tomar aire. Vuelvo luego.» (Hace un gesto como
diciendo que se escapó y se ríe. Después de una pausa:) Nos gustaba el olor del café.
La panera repleta de pan dulce y de tostadas. Las bolitas de mantequilla dura que
nos recordaban los juegos del colegio. Uno ponía un montoncito aquí y lo ofrecía.
Los demás tenían que tirar al montoncito. Si le pegaban, se lo ganaban y si no le
pegaban, perdían su bolita. ¡Qué lindo es vivir, profesor! (Hay un silencio. Benzi
termina de desayunar. Dobla la servilleta, se pone tranquilamente de pie y dice:)
«Necesito tomar aire.» (Empieza un suave redoble de timbales) «Vuelvo luego.»
SOTO: (Se para, lo abraza y le tararea la «Pequeña Serenata Nocturna») ¿Qué es
esto, Benzi?
BENZI: La «Pequeña Serenata Nocturna», de Mozart…
SOTO: ¿Y esto? (Tararea Haendel)
BENZI: La suite «Música del Agua», de Haendel…
SOTO: ¿Ve como ya no me confundo, Benzi…? (Benzi sonríe. Se pone el
abrigo en los hombros y sale. Elisa, que ha estado en un rincón tapándose la cara con las
manos, advierte de pronto la ausencia de Benzi)
ELISA: ¿Dónde está Alberto?
SOTO: Se lo llevaron… (Antes que Elisa alcance a replicar, entra la Azafata.
Empieza a recoger todo: la frazada, las bandejas, etc. Y lo coloca en su carrito. Mientras
la Azafata hace eso en completo silencio, se ve ingresar a Benzi en la zona de la antesala
donde ya están los dos Hombres)
BENZI: ¿Don Exequiel Soto no conocía la historia de las palomas? (Pausa) A
veces despierto a medianoche sintiendo que ese plumaje tibio y asustado late aún
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entre mis manos. (Benzi sale por la platea, mientras aumentan los redobles de los
timbales. En la otra zona, sale la Azafata llevándose el carrito con todo lo que recogió.
Quedan Soto y Elisa en silencio)
SOTO: Elisa… ¿Por qué no te atreviste a decirme la verdad? Yo sé que me
habían regalado ese viaje porque ustedes habían decidido que a mi regreso ya no
podría vivir con ustedes. Lo que no sabes es que yo tampoco quería seguir
viviendo contigo, pero yo tampoco fui capaz de decirte la verdad. (Pausa) ¡Me
habría gustado conocer más a Farías! ¿Te acuerdas de cuando te leí a Nietzsche?
¿Te acuerdas de la teoría del eterno retorno? El tiempo, lo único infinito contiene,
necesariamente, la eterna repetición de lo que muere. ¡Si al cabo de algunos años
luz encuentro a Farías, trataré de quebrar esa rutina! Le diré que cumplí su
encargo; que le avisé a su mujer. Le contaré lo que nos pasó a todos. Y a él,
también le entonaré la «Pequeña Serenata Nocturna»… a ver si se acuerda (La
entona y sonríe con picardía) Mozart no muere con el tiempo. (Al ver a Elisa con las
manos en la cabeza) Ya sé que no me estás escuchando, hija… Está bien. Uno
tiene derecho a escuchar la voz que viene de adentro, sobre todo en los minutos
finales. (Entra la Azafata con un carrito con diarios y revistas. Idéntico al del inicio. Elisa
devuelve el diario que tenía consigo y saca uno nuevo. La Azafata sale, dejando el carrito.
Durante el diálogo que sigue, entran todos los personajes al escenario y se ubican en
idénticas posiciones a las que tenían al comienzo de la obra)
ELISA: ¿Tiene sus tabletas, papá?
SOTO: Sí.
ELISA: ¿Y no se las va a tomar?
SOTO: No.
ELISA: ¡Ay! ¡Por Dios, papá! ¡No me ponga nerviosa! ¿Tiene ahí el pasaje?
SOTO: Sí, aquí.
ELISA: ¿Y el pasaporte?
SOTO: También.
ELISA: ¿No se le olvida nada?
SOTO: Nada. Mire, hija, lo que yo quiero decirle…
ELISA: Escúcheme a mí, papá: No se olvide de que…
SOTO: ¿Por qué me mintió usted?
ELISA: ¡¿Qué?!
SOTO: ¿Por qué me dijo que viajaría conmigo, si no pensaba hacerlo? (La
luz empieza a apagarse, junto con las voces que continúan con el diálogo de la primera
escena, hasta que sobreviene la oscuridad total)
FIN
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