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UNIVERSIDAD ANDINA

“NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ”


FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

MORAL SOCIAL Y MORAL FUNDAMENTALS

CURSO:

TEORÍA Y PRÁCTICA DE VALORES

DOCENTE:

INTEGRANTES POR:

SEMESTRE:
II “B”

JULIACA - PERÚ

2018
ii

DEDICATORIA

Son las realidades que en general pueden ser


probadas, con lo que se incluye todo lo que
las normas jurídicas pueden establecer como
supuesto fáctico, del que se deriva una
consecuencia también jurídica.
iii

PRESENTACIÓN

EL comportamiento de una sociedad muestra de manera muy clara de


qué está hecha. Quiero decir que las prácticas de la gente, tanto las externas
como las familiares y las íntimas, son el equivalente de la verdadera moral de
las personas que conforman una sociedad. Sin embargo cualquiera puede
observar coches que ocupan esos espacios de los que descienden jóvenes
fuertes. ¿Cómo justifican su actuación?, con la placa. Ahora sí que vale
preguntarse si el espacio era para la placa o para las personas. Y no queda
otro comentario que el siguiente: los que utilizan así ese privilegio son
corruptos: han transformado algo bueno en su contrario.

Los actuales intentos de renovación de la ética teológica tienden a


mantener tanto los temas de la I-IIae, como el tratado sobre la conciencia. Este
último no ha perdido importancia con el abandono de los planteamientos
casuísticos; más bien ha ocurrido lo contrario. Además, la incorporación del
análisis de los fundamentos bíblicos y de los desarrollos históricos ha
enriquecido ulteriormente los programas. Con la ampliación cuantitativa de la
temática se ha dado también mayor espacio a las ciencias positivas. Sin
embargo, los mejores esfuerzos se han concentrado en la puesta al día -de
acuerdo con la actual sensibilidad cultural e histórica- de los conceptos
fundamentales ya afirmados en la tradición teológica católica. Ciertamente no
todos los intentos han resultado igualmente acertados.

.
iv

ÍNDICE
PORTADA.........................................................................................................I

DEDICATORIA...........................................................................................................................II

PRESENTACIÓN......................................................................................................iii

ÍNDICE...................................................................................................................... iv

REGLAS DE EXCLUSIÓN DE A LA PRUEBA Y A QUE TIPO O CLASE DE PRUEBA


SE APLICA ESTAS REGLAS DE EXCLUSIÓN Y SUS EXCEPCIONES.................1

1. REGLAS DE EXCLUSIÓN DE LA PRUEBA.....................................................1

1.1. DEFINICIÓN......................................................................................................1

1.2. ORIGEN............................................................................................................ 1

1.3. LA REGLA DE EXCLUSIÓN PROBATORIA. SU ALCANCE...........................4

1.4. FUNDAMENTOS SUSTANCIALES Y PROCESALES DE LA REGLA DE


EXCLUSIÓN............................................................................................................. 4

1.5. LA POLÉMICA SOBRE EL ALCANCE Y SU TRATAMIENTO DOCTRINARIO5

1.6. ALCANCE DE LA EXCLUSIÓN DE “PRUEBA ILÍCITA” Y/O “PRUEBA


PROHIBIDA” DE CARGO Y DE DESCARGO..........................................................5

2. A QUE TIPO O CLASE DE PRUEBA SE APLICA ESTAS REGLAS DE


EXCLUSIÓN Y SUS EXCEPCIONES.......................................................................6

2.1. DEFINICIÓN......................................................................................................6

2.2. LA REGLA DE LA BUENA FE..........................................................................8

2.3. LA PRUEBA PROHIBIDA Y LAS REGLAS DE EXCLUSIÓN...........................9

2.4. TEORÍAS DE LAS EXCEPCIONES A LAS REGLAS DE EXCLUSIÓN...........9

2.5. PRUEBA ILÍCITA Y EXCEPCIONES A LAS REGLAS DE EXCLUSIÓN..........11

2.6. LA PRUEBA ILÍCITAMENTE OBTENIDA (PROHIBIDA) EN LA


JURISPRUDENCIA DE LA CORTE SUPREMA.......................................................16

CONCLUSIONES......................................................................................................19

FUENTES DE INFORMACIÓN.................................................................................23
v

INTRODUCCIÓN

La moral social es la conciencia de lo que es bueno y de lo que es malo,


lo que puede hacerse y lo que no. Pero no necesariamente se refleja en
declaraciones sino en conductas. Digámoslo de otro modo: el 95 % de los
mexicanos se declara cristiano; el cristianismo tiene una propuesta ética
sumamente clara que no se presta a dudas (dudas las habrá sobre el dogma,
demostraciones del orden de lo sagrado, etcétera, pero no sobre la moralidad).
Ahora bien, un pueblo cristiano que se permite tantas corruptelas muestra
enorme fragilidad e incoherencia. Bueno, con eso contamos.

Exactamente igual que la dogmática, eminentemente positiva: ciencia de


las virtudes, movimiento sobrenatural hacia Dios, y no es un recetario práctico
de las costumbres cristianas.

Algunos autores decían: que la moral tendría por finalidad determinar


hasta qué punto podemos acercarnos al pecado sin pecar. Una comprensión
de este tipo se aleja de la moral propiamente cristiana.

En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia


de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya
voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole
que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita
aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en
cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado
personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del
hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el
recinto más íntimo de aquélla.
1

MORAL SOCIAL Y MORAL FUNDAMENTAL

1. MORAL SOCIAL

1.1. DEFINICIÓN

Es el grado en que las personas se conforman con los preceptos de la


moral establecida socialmente.(La mente es maravillosa, 2017)

La moral social está definida por lo que los moralistas y sociólogos


llaman los mores, en ella se implica la escala de valores que sirve de común
denominador a la mayoría del cuerpo social. Si no existe ese común
denominador caemos en la anomia más absoluta, lo que irrevocablemente
conduce a la desintegración de la sociedad, manifestación a su vez de un
proceso colectivo de desmoralización.

Las consideraciones anteriores creemos que son pertinentes para


enjuiciar algunos de los aspectos más negativos de nuestra actual situación. El
hecho de que la transición a la democracia se realizase mediante un proceso
de reforma política, que alejaba automáticamente toda tentación rupturista,
provocó la permanencia, en amplios sectores de población, de una moral
heredada del régimen anterior. En la dictadura franquista se imponía
imperiosamente una ética del éxito, ya que era muy peligroso destacarse
políticamente a menos de estar seguro del triunfo, pues el fracaso de cualquier
iniciativa de oposición acababa necesariamente en la persecución, en la
clandestinidad o, como mínimo, en la marginación social.

La pervivencia de esta ética social es lo que da sentido a la expresión


"franquismo sociológico", mediante la cual no hay que entender sólo -como se
ha hecho- el conjunto de intereses socioeconómicos y administrativos bajo los
que se hizo la transición, sino todo el depósito de actitudes y disposiciones
morales anclados en el cuerpo social a que nos estamos refiriendo.(El país,
2018)
2

1.2. PILARES FUNDAMENTALES

Esta moral social tiene tres pilares fundamentales: justicia, caridad, bien
común. La justicia es la disposición estable de nuestra voluntad que nos lleva a
respetar el derecho del prójimo. El derecho es un poder moral de obrar o de
poseer: es una manifestación de la personalidad (p. 213). Aquí el autor recoge
la división de la justicia en particular (que puede ser conmutativa, la única que
comprenden los espíritus simplistas, que desprecian por imprecisas y etéreas
los otros tipos de justicia, o distributiva o proporcional) y general, legal o social,
la cual determina el bien que corresponde a una sociedad en cuanto tal y “se la
llama comúnmente justicia social” (p. 216).

1.3. OBJETO DE LA MORAL SOCIAL

En ese sentido, la moral no es una disciplina que recoja una serie de


preceptos o normas que hay que cumplir con el objeto de no pecar, sino que es
un camino que nos conduce a nuestra identificación con Cristo, a nuestra
perfección. La vida moral es una respuesta al deseo que Dios tiene de plena
felicidad y perfección para toda persona: la moral, por tanto, no es una serie de
preceptos o normas sobre la bondad/maldad de una acción, sino una invitación
a la perfección, un camino que contiene “las reglas de conducta que llevan a la
bienaventuranza prometida”.

Se parte, por tanto, de que el ser humano es estructuralmente un “ser


moral”, es decir, aunque en ocasiones pueda comportarse inmoralmente no
cabe duda que en lo profundo de su ser está marcado un “quehacer” y una
tarea en aras a su “construcción”. El hombre se construye día a día, gracias a
su libertad, y es aquí donde aparece la moral. La moral se ocuparía de esa
construcción del hombre. Porque nos encontramos ante una libertad que no es
total, ya que la persona no se crea a sí misma completamente: el hombre
posee una naturaleza que ha de respetar, una “gramática” que tiene que
escuchar… El camino de la libertad nos llevará a respetar esa naturaleza en la
pregunta acerca de qué tipo de persona quiero construir…
3

En ese sentido, la moral es primariamente personal. Es cada hombre


quien ha de proyectar y quien ha de decidir lo que debe o no hacer. Pero hoy,
las ciencias sociales, nos dan cuenta de que la persona es esencialmente
interpersonal, es decir, vive en sociedad y es un ser social por naturaleza. No
es posible comprender a la persona fuera de un contexto social. La persona no
existe, existe “esta persona” marcada por esta estructura social. En cierta
medida, podemos decir que la sociedad concreta configura a la persona,
aunque también la persona puede configurar a la sociedad.

Se entiende así que, en esa pregunta que se hace la moral,


esencialmente entre la pregunta sobre ¿cómo vivir en sociedad? y ¿cómo ha
de ser la sociedad digna del hombre?

Nos encontraríamos así el objeto de la moral social. La dimensión social


es constitutiva del obrar humano: por eso, el hombre debe descubrir y respetar
esa ley a nivel social. En el fondo, existen unas normas morales inscritas en la
naturaleza del hombre y de la sociedad, perfeccionadas por la Revelación y la
vida sobrenatural, que exigen la defensa y promoción de determinados bienes
sociales. Esos bienes son los que buscará esclarecer la moral social.

Tradicionalmente ha habido una discusión sobre si el objeto de la moral


social son los comportamientos sociales de la persona o si son más bien las
instituciones sociales. Sin entrar a pormenorizar, podemos decir que el objeto
son ambas cosas: no sólo la conducta de los individuos, sus deberes en aras
de la bondad, perfección y salvación en su actuar político, económico o social,
sino también las estructuras sociales, es decir, la bondad de las estructuras e
instituciones que las personas crean y su relación con el bien común.
Podríamos desgranar el objeto de la moral social en tres campos:

 El ámbito de las acciones personales referidas a la vida


social

 El ámbito de las ideologías que marcan las relaciones de


las personas con las organizaciones sociales y políticas
4

 El ámbito de las instituciones políticas, culturales,


económicas que son el marco concreto en el que se lleva a cabo la
actividad humana (democracia, capitalismo, empresa, mercado...)

Podemos decir que la idea de una ética social es relativamente nueva,


aunque la dimensión social es innata a la fe cristiana. H. de Lubac, en su libro
Catolicismo. Aspectos sociales del dogma, decía que “nuestra religión presenta
un carácter eminentemente social que sería imposible desconocer sin
falsearla”. En primer lugar, surge de la Revolución francesa. En esta se
descubre, por primera vez, que el sistema social puede ser cambiado, que no
es determinista, que no responde a la voluntad divina. Se puede organizar la
sociedad de otra manera diferente a como se había hecho hasta ahora desde
el sistema de vasallaje.

Igualmente, las ciencias sociales de comienzos del XIX ayudan al


descubrimiento de la realidad de la sociedad y de los grupos sociales. La
sociología ha destacado que un grupo social no es sólo una suma de
individuos, sino que tiene su propia personalidad, es un ente real y diferente,
con su propia vida e historia. Manifiesta su existencia en las estructuras, en las
instituciones, en las representaciones colectivas...

Todas ellas ponen en evidencia la importancia de las estructuras


sociales. Todo esto comporta la superación de un planteamiento individualista
que durante tanto tiempo ha estado vigente. Los problemas de la ética social se
concentran fundamentalmente en las estructuras sociales.(Sáenz, (2015)

1.4. PRESUPUESTOS DE LA MORAL SOCIAL

La moral social, nos lleva a plantear dos presupuestos:

 La importancia de la antropología

Pero si la pregunta de la moral social es cómo ha de ser la sociedad


digna del hombre, en el fondo se nos está planteando qué tipo de hombre
quiero construir, qué hombre quiero promover… De ahí que nos hagamos
5

preguntas: ¿qué es el hombre: ser individual o ser social? ¿No existe una
antinomia entre interés personal e interés social, que hace imposible la vida
social? ¿cuáles son las dimensiones fundamentales del ser humano si no
quiere renunciar a su propia dignidad? ¿puede una ciudad sobrevivir sin
referencias fundamentales, sin relación con la eternidad, negando al hombre
una respuesta a los interrogantes más profundos?.

Por ello, para responder a los retos de la moral social tendremos que
partir de una determinada antropología. Esa evolución se ve perfectamente en
la DSI: partió de los problemas de la sociedad, vio que eran problemáticas
internacionales y ahora se ha situado en una perspectiva antropológica (que en
definitiva es la problemática moral actual). Esa antropología está en la base de
todo comportamiento social, como ha recordado CV 75 al afirmar que la
“cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica”.
Detrás de todo comportamiento social se esconde una concepción del hombre:
optar por la libre empresa o por la economía planificada, por un educación
esencialmente técnica o más bien humanista, por un sistema de seguridad
social o por otro más liberal... Podríamos decir que la antropología hace de
puente entre la ética individual y la ética social.

La antropología desde la que nosotros partiremos será una antropología


marcadamente personalista. Esta consiste en considerar al hombre como un
ser abierto. En palabras de Flecha: “ante lo otro, el hombre puede comportarse
como un explotador o como un señor responsable. Ante los otros puede actuar
como un tirano o como un hermano. Ante el Absolutamente Otro, el hombre
puede vivir como un esclavo o como un hijo. El señorío, la fraternidad y la
filiación resumen la antropología cristiana”.

Es decir, partimos del ser humano como persona, con sus referencias
fundamentales de dignidad inviolable y de sociabilidad como nota esencial
(entra en relación con otros no accidentalmente o por conveniencia), desde su
consideración como valor en sí mismo, como fin y no como medio. El punto de
partida de la moral cristiana es siempre la persona, como sujeto y fin de toda la
actividad social; es el sujeto activo y responsable de la acción y de la vida
6

social. Se trata, pues, de mirar a la persona humana en lo que es y debe llegar


a ser según su propia naturaleza social y en su vocación teologal.

Pero también se trata de mirar a la sociedad como ámbito de desarrollo y


liberación de la persona. Esta antropología ha subrayado la importancia del
diálogo interpersonal. El yo no existe como tal si no se encuentra de forma
responsorial y responsable con un tú. El yo y el tú, una vez encontrados, se
transcienden en un nosotros, es decir, surge la comunión y la comunidad.
Podríamos decir que el cristianismo está revelando su convicción fuerte de que
el ser humano es fundamentalmente una “persona solidaria”.

Esto significa que la dimensión social no es algo extraño al ser humano,


sino algo que lo constituye íntimamente y, por tanto, no se oponen sino que se
armonizan perfectamente (en este sentido es muy interesante la noción de bien
común que supera esta contradicción que subsiste en otras antropologías).
Fuera de lo social no es concebible la persona humana. La sociabilidad, no
menos que la individualidad, define a la persona. El destino humano se hace
posible en el destino de los otros. En palabras de Häring: “la comunidad es la
única que permite al hombre realizar su individualidad y personalidad con toda
perfección”.

Este personalismo comunitario o solidario, del que partimos, porque la


moral, en el fondo, no es otra cosa sino el paso de lo indicativo al imperativo o
vivir de acuerdo con la propia identidad, desencadena un conjunto de principios
sociales (solidaridad, subsidiaridad… ) y también el reconocimiento de los
grandes valores (verdad, justicia, igualdad…) sobre los que se articula la vida
social.

En resumen: la dignidad de la persona y la comprensión de la sociedad


como comunidad de personas (no como mera sociedad utilitarista, que es muy
distinto): estas son las claves de las que partimos. En este equilibrio se evitan
las dos tentaciones a las que estamos sumidos los seres humanos: insistir en
la individualidad frente a la comunidad o en resaltar la comunidad frente a la
7

individualidad. Hay que preguntarse por la responsabilidad de la persona frente


a la sociedad y de la sociedad con relación a la persona.

 La interdisciplinariedad

La ética social supone el conocimiento de la realidad social. A ella le


cabe una labor de discernimiento: ver lo que se adecua o no para un mejor
desarrollo de la persona. Si se pretende actuar sobre la realidad, y no quedarse
en el mero campo de los principios, será necesario conocer sus leyes. Las
leyes de la realidad nos las aportan las ciencias sociales: la sociología, la
economía, la política. Por eso, la importancia de conocer y acercarse a los
datos que ellas nos aportan, desde el reconocimiento a su legítima autonomía.
La ética social no tiene precompresiones, o prejuicios, sino que asume su datos
y los integra en su reflexión (ver, juzgar, actuar). Se pregunta: entre todas las
posibilidades de futuro, ¿cuál preferir que favorezca al tipo de hombre que
queremos construir?.(Sáenz, (2015)

1.5. FUENTES DE LA MORAL SOCIAL

La vida social no es sólo un ámbito de los cristianos. En ella se unen


creyentes y no creyentes. ¿Tiene el cristianismo una visión específicamente
cristiana de la realidad social? ¿Implica la fe un proyecto social cristiano
propio? Es la pregunta sobre la especificidad de la moral cristiana que es
tratado con amplitud en la moral fundamental.

En el ámbito social no parece que las valoraciones y normas morales


que el creyente elabora a la luz de la fe sean sustancialmente diversas a las
elaboradas a la luz de la razón, porque nos situamos en el campo de la ley
natural (no tanto de las virtudes teologales). Benedicto XVI ha insistido mucho
en esa tarea de unir fe y razón. La tarea de la fe sería precisamente purificar la
razón. Por tanto, el carácter específico de la moral social no está en los
contenidos, está más bien en el ámbito de las motivaciones y las actitudes que
impulsan a actuar, en el campo de lo trascendental, es decir, de la cosmovisión.
No se trata tanto de unos contenidos normativos distintos de los contenidos de
8

una ética social auténticamente humana, se trata de la orientación y de las


actitudes de fondo. Por eso, se podría decir con cierta cautela (pues siempre
hay que reconocer la novedad del hecho cristiano desde el punto de vista
antropológico, axiológico y normativo) que el ethos social cristiano no es una
alternativa a la racionalidad ética de lo humano. No caben por tanto tentaciones
de “retirarse en un ghetto” o de “colonialismo imperialista”. Más bien nos
encontraríamos en el campo de la metaética: lo que subyace a ella.

1. Fundamentalmente de la Revelación

OT 16 ha recordado la importancia de nutrirse en la reflexión teológica,


también en la moral, de la Sagrada Escritura. Pero nos encontramos con varias
dificultades a la hora de acercarnos a la SE: en primer lugar, la Biblia parece no
preocuparse mucho de los problemas sociales, sobre todo el NT. Parece que
se dirige fundamentalmente a la persona singular, cosa normal por el análisis
social que se hacía en su tiempo. No existe una preocupación por el cambio de
estructuras. En segundo lugar, en la SE no aparecen realidades que son
actuales: la democracia, el mercado, los sistemas económicos... Imposible
también porque no aparecían. En tercer lugar, no podemos acercarnos a la SE
en busca de recetas políticas, económicas y sociales, pues caeríamos en un
fundamentalismo.

¿Qué encontramos entonces en la SE? Podríamos decir que, a pesar de


todo, en ella encontramos una contante interpelación por la justicia en nuestro
mundo: “Jesús pasó por este mundo haciendo el bien. Escuchando con
disponibilidad la Palabra de Dios en la Iglesia, se despierta «la caridad y la
justicia para todos, sobre todo para los pobres»” (VD 103). Nos muestra la
urgencia por la justicia. Además, podríamos decir que en ella encontramos una
serie de principios que revolucionarán las estructuras cuando estas se
organicen desde ellos. Lo vemos en el ejemplo de la esclavitud: Pablo no se
cuestiona la esclavitud de Onésimo frente a Filemón: pero aplicar el principio
de la fraternidad, como le pide, a esta estructura social la revoluciona desde
dentro. ¿Cuál son esos principios que encontramos en la SE?
9

1. Ante todo una visión de Dios: la SE es la revelación de Dios, no


un código ético.

2. Una visión del ser humano: el ser humano es el único ser de la


creación con el que Dios ha entablado una relación privilegiada, según se
describe en RH.

3. En la SE se nos presenta un horizonte para la humanidad: la


construcción del Reino. El horizonte escatológico es acicate para una mayor
responsabilidad social. “Se equivocan los cristianos que, pretextando que no
tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que
pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe
es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas
según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error
de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente del
todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos
actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El
divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como
uno de los más graves errores de nuestra época” (GS 43).

4. En la SE encontramos un espíritu: un espíritu que nos ayuda a


superar el peligro del legalismo.

2. LA RAZÓN ES LA SEGUNDA FUENTE DE LA MORAL SOCIAL

Si aspiramos a que nuestro discurso ético tenga también validez para


quienes no comporten nuestra fe, o al menos nos permita dialogar con ellos, no
podemos basarnos únicamente en la Escritura. Necesitamos emplear
argumentos de razón. Se habla entonces del derecho natural. Este es el
conjunto de exigencias éticas que son independientes de cualquier sistema de
pensamiento, porque resultan inherentes a las cosas mismas. En el fondo es
percibir que todos, en cierta medida, pueden distinguir y conocer qué es el bien
y qué es el mal. No en vano, el principio fundamental del derecho natural se
enuncia así: “Haz el bien y evita el mal”.
10

Sobre el derecho natural a lo largo de la historia ha habido mucha


polémica, quizás por una mala comprensión del concepto. Muchas veces se
han considerado de derecho natural, es decir, de exigencias de la naturaleza,
todo aquello a lo que estamos acostumbrados. Por ejemplo, era de derecho
natural la esclavitud o la inferioridad de la mujer al hombre... Esa concepción
del derecho natural llevaba a dos peligros: absolutizar la propia cultura en
detrimento de las otras (es decir, creer que lo suyo es lo bueno frente a lo de
los otros que es antinatural) y el segundo peligro era acabar legitimando como
pertenecientes al orden natural de las cosas también los contravalores a los
que estamos acostumbrados.(Flecha, 2015)

3. LA TRADICIÓN Y EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA ES LA


TERCERA FUENTE DE LA MORAL SOCIAL.

Muchos confunden DSI con moral social. La DSI es una fuente de la


Moral social. No se pueden identificar: la moral social es mucho más amplia y
tiene en cuenta otras aportaciones que pueden venir bien al ethos cristiano.

1.6. ESPECIFICIDAD DE LA MORAL SOCIAL

¿Es distinta la moral social de la moral personal? A primera vista


podríamos decir que no, que mantiene el mismo estilo y formas de la moral
personal, pero enseguida vislumbramos otro estilo y formas que la hacen ser
más atrayente y, sobre todo, más capaz de entrar en diálogo con el mundo
plural en el que vivimos.

En el magisterio social se suelen distinguir, como veremos, tres niveles:


“principios de reflexión, normas de juicio y directrices de acción” (OA 4). Es el
paso de los principios teóricos a los juicios y los compromisos transformadores.
Como los temas son tan complejos y, a veces, tan cambiantes, el magisterio de
la Iglesia no pretende pronunciarse hasta el último detalle o imponer unas
directrices concretas: lo que busca es iluminar la conciencia para que el
creyente sea el que haga el necesario discernimiento y oriente su vida desde el
valor sagrado de la libertad. Por eso, en la moral social se encuentra un
11

pluralismo legítimo (aunque no ilimitado) a la hora de los diferentes


compromisos en el mundo (OA 50). En cambio, en el ámbito de la moral sexual
el magisterio es mucho más rotundo, sin distinguir niveles y predominando
normas y directrices que marcan la licitud e ilicitud de los actos. Esta es la
opinión de J-Y Calvez que invita a una reforma de la moral personal con vistas
a poderse situar más evangélicamente en un mundo donde se reclama tanto la
autonomía.(Flecha, 2015)

2. MORAL FUNDAMENTAL

2.1. DEFINICIÓN

Es la aplicación del discurso liberador de Dios sin salirse de los


parámetros de una recta doctrina y de un camino que nos conducirá a la
verdad. La Teología moral actual está obligada, no llamada, a vencer los
grandes problemas de la sociedad y sobre todo de la ciencia profana que trata
de excluir a la teología de la moral pretendiendo crear una moral autónoma.
(Milsud, 1996, p. 33)

2.2. EL ESTUDIO Y LA ENSEÑANZA DE LA MORAL FUNDAMENTAL, HOY.

Pocos periodos de la historia de la ética teológica han visto, como el


nuestro, una producción tan numerosa como variada de manuales de Moral
Fundamental. El fenómeno ha sido ya objeto de estudio detallado. Todos los
autores, sin distinción de escuelas, afirman colocarse en la línea del
movimiento de renovación de la moral iniciado hace más de un siglo, y al que el
Concilio Vaticano II dio un impulso decisivo. En las páginas que siguen me
propongo examinar en qué medida y de qué manera se han de afrontar en esta
disciplina dos quehaceres con los que debe medirse cualquier intento serio de
renovación de la ética teológica. Me refiero a la necesidad de estructurar un
discurso ético que ofrezca respuestas apropiadas a las incertidumbres que
sesgan una sociedad secularizada; así como a la exigencia de elaborar un
paradigma ético que privilegie el proprium de la moral cristiana, su específica y
original identidad.(Carrasco, 2017)
12

CONCLUSIONES
13

Es el grado en que las personas se conforman con los preceptos de la


moral establecida socialmente. La moral social está definida por lo que los
moralistas y sociólogos llaman los mores, en ella se implica la escala de
valores que sirve de común denominador a la mayoría del cuerpo social.

Esta moral social tiene tres pilares fundamentales: justicia, caridad, bien
común. La moral se ocuparía de esa construcción del hombre. Pero hoy, las
ciencias sociales, nos dan cuenta de que la persona es esencialmente
interpersonal, es decir, vive en sociedad y es un ser social por naturaleza. La
persona no existe, existe “esta persona” marcada por esta estructura social.

Nos encontraríamos así el objeto de la moral social. La dimensión social


es constitutiva del obrar humano: por eso, el hombre debe descubrir y respetar
esa ley a nivel social. En el fondo, existen unas normas morales inscritas en la
naturaleza del hombre y de la sociedad, perfeccionadas por la Revelación y la
vida sobrenatural, que exigen la defensa y promoción de determinados bienes
sociales. Esos bienes son los que buscará esclarecer la moral social.

Podemos decir que la idea de una ética social es relativamente nueva,


aunque la dimensión social es innata a la fe cristiana. Los problemas de la ética
social se concentran fundamentalmente en las estructuras sociales.

La moral social, nos lleva a plantear dos presupuestos: La importancia


de la antropología: Pero si la pregunta de la moral social es cómo ha de ser la
sociedad digna del hombre, en el fondo se nos está planteando qué tipo de
hombre quiero construir, qué hombre quiero promover…

Una visión del ser humano: el ser humano es el único ser de la creación
con el que Dios ha entablado una relación privilegiada, según se describe en
RH. El horizonte escatológico es acicate para una mayor responsabilidad
social. Por ejemplo, era de derecho natural la esclavitud o la inferioridad de la
mujer al hombre.

¿Es distinta la moral social de la moral personal? A primera vista


podríamos decir que no, que mantiene el mismo estilo y formas de la moral
14

personal, pero enseguida vislumbramos otro estilo y formas que la hacen ser
más atrayente y, sobre todo, más capaz de entrar en diálogo con el mundo
plural en el que vivimos. La Teología moral actual está obligada, no llamada, a
vencer los grandes problemas de la sociedad y sobre todo de la ciencia profana
que trata de excluir a la teología de la moral pretendiendo crear una moral
autónoma.

Actual está obligada, no llamada, a vencer los grandes problemas de la


sociedad y sobre todo de la ciencia profana que trata de excluir a la teología de
la moral pretendiendo crear una moral autónoma.

El fenómeno ha sido ya objeto de estudio detallado. Todos los autores,


sin distinción de escuelas, afirman colocarse en la línea del movimiento de
renovación de la moral iniciado hace más de un siglo.

FUENTES DE INFORMACIÓN
15

Carrasco De P. I. (2017). El estudio y la enseñanza de la moral fundamental,


hoy. Recuperado de file:///C:/Users/MICROSFT/Downloads/14927-
43805-1-PB%20(2).pdf

El país (2018). La moral social de la democracia. Recuperado de


https://elpais.com/diario/1982/04/20/espana/388101603_850215.html

Flecha J. R. (2015). Moral Social. La vida en comunidad: Fundamentos de la


moral social cristiana (23-42). Recuperado de
https://es.scribd.com/document/283308325/1-Fundamentos-Moral-Social

Hurtado A. (2014). Moral social. P. 2013. Recuperado de


https://www.redalyc.org/pdf/1770/177021336011.pdf

Hurtado A. (2014). Moral social. P. 2016. Recuperado de


https://www.redalyc.org/pdf/1770/177021336011.pdf

La mente es maravillosa (2017). ¿Cómo puede contribuir la moralidad social a


normalizar la violencia?. Recuperado de
https://lamenteesmaravillosa.com/moralidad-social-respecto-la-violencia/

Milsud T. (1996). Moral fundamental. CELAM. Bogotá. 1996. P. 33. Recuperado


de http://moralfundamental.blogspot.com/2007/08/concepto-moral-
fundamental.html

Sáenz R. A. (2015). Fundamentos Moral Social. 01 de octubre. Recuperado de


https://es.scribd.com/document/283308325/1-Fundamentos-Moral-Social

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