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La privación de libertad debe ser una medida excepcional, que en este asunto no
tiene justificación legítima la condena que se le impuso a Carlos Andrés y mucho
menos, la desproporcionada prisión preventiva.
Entonces, ¿qué razones privaron para negar a este humilde y joven trabajador el
beneficio de la ejecución condicional de la pena y ordenar su prisión preventiva?
No queda la menor duda que el interés que prevaleció fue, de una parte, castigar
injustamente la participación de un obrero en la lucha social, sin padrinos políticos
que recurran presurosos a su auxilio y de otra parte, mandar una inequívoca
advertencia contra las huelgas y la protesta social; es decir, una sentencia
ejemplarizante que pretende amedrentar a la ciudadanía, cada vez más
disconforme con las cosas que están pasando en este descarrilado país.
Desafortunadamente, la política criminal costarricense se viene decantando por un
uso excesivo de la prisión preventiva, reflejo de un Estado Policial que receta
cárcel y macana, como mecanismo reactivo de “resolución” de los conflictos
sociales que se van acumulando y agudizando en todo el territorio nacional, pero
que tarde o temprano serán incontenibles.
Manuel Hernández