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Reseñas

El mundo. Una guía para principiantesJuan Antonio Martínez de la Fe , 08/10/2012

Ficha Técnica

Título: El mundo. Una guía para principiantes


Autor: Göran Therborn
Edita: Alianza Editorial
Año edición: 2012
Traducción: María Teresa Casado Rodríguez
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 356
ISBN: 978-84-206-7384-4
Precio: 24 euros

Este libro puede figurar perfectamente como libro de referencia; y no solo para principiantes,
como señala su autor en el subtítulo, sino, también, para cualquier persona interesada en tener a
mano una perspectiva de la realidad en que vivimos. Therborn apunta que escribe para “aquellos
de nosotros que aún no saben lo que quieren saber, que no saben todo lo que necesitan saber
acerca del mal, el bien y la salvación de este mundo”; pero, pensamos que los posibles lectores
pueden ser muchos más. ¿Por qué? Pues porque en la obra encontraremos “un mapa geológico
sociocultural del mundo, un esbozo de la orientación de las principales fuerzas conductoras de la
sociedad humana y una especificación de cómo operan hoy día en el mundo, una descripción del
estado actual del mundo con sus principales actores (…) Se trata de un mundo de poderes
emergentes y culturas remergentes, y no solo de mercados globales; de un mundo de
posibilidades alternativas y de diferentes cursos de vida”.

Para el autor, la sociedad humana y la historia de la humanidad solo se pueden comprender desde
sus contradicciones. Y hay que tratar de entender este mundo en que vivimos. Therborn nos
propone una ruta sumamente interesante, una escala ascendente que cuenta con cuatro mojones.
Son, justamente, las cuatro partes de que se compone su obra.
Primer paso. Vivimos en un mundo humano común, globalizado; ahora bien, hay que reconocer
que el elemento humano común no necesariamente implica homogeneidad o igualdad. Para su
comprensión, se impone tener presente su diversidad y su desigualdad. A tal fin, necesitamos
tener una noción de por qué somos quienes somos, de dónde proceden nuestras características,
nuestro conocimiento o nuestra ignorancia.

Segundo paso. Preguntarnos por qué nosotros y otros actuamos del modo en que lo hacemos.
Argumentará que hay cinco fuerzas irreductibles impulsoras que constituyen la dinámica del
mundo; aunque no agoten la condición humana, sin embargo, sí propulsan el mundo social.

Tercer paso. Considerar que existe un escenario mundial geopolítico, geoeconómico y mediático.
Se trata de centrarse en el pequeño conjunto de grandes jugadores colectivos que dominan el
campo del poder mundial.

Cuarto paso. Existe un curso de vida humano que es nuestro tiempo finito sobre la tierra. Y hay
siete mil millones de formas de este curso, determinado por diferentes edades, desafíos, ritos de
paso característicos, etc. Y este curso de vida y sus posibilidades en diferentes partes del planeta y
en diferentes medios socioculturales es susceptible de comprensión y análisis.

Llegados a esta cima, el autor, en sus conclusiones, evalúa por qué hemos llegado adonde estamos
y trata de aclararnos, de alguna manera, hacia dónde vamos.

Abordamos la primera parte: ¿Por qué somos quienes somos? Geología sociocultural del mundo de
hoy.

Se impone tener presente que descendemos de diferentes culturas y experiencias históricas y,


para comprender el mundo de la humanidad, el mejor enfoque es el de la geología
social. Therborn nos propone tres grandes estratos en la formación social humana. El más antiguo
es de las civilizaciones, le sigue el que denomina de las globalizaciones y culmina la estratigrafía
social la modernidad, el mundo moderno. Dice: “Somos lo que somos debido a la civilización y el
sistema familia-sexo-género en el que hemos crecido, a nuestra ubicación en las sucesivas olas
históricas de globalización, apiladas una encima de otra y, finalmente, debido a la experiencia de
nuestra sociedad en las luchas a favor y en contra de la modernidad”.

El análisis del autor se inicia con las civilizaciones. Identifica él cinco civilizaciones antiguas
principales de importancia perdurable: la civilización sínica, la mayor de todas, desarrollada y
centrada en China; la civilización índica, la del valle del Indo, desaparecida hace unos cuatro mil
años; la civilización de Asia Occidental, nacida en la península arábiga con las ciudades sagradas
del islam , La Meca y Medina; la civilización europea, constituida sobre una doble base: la
antigüedad politeísta pagana y la religión cristiana monoteísta; y la civilización africana
subsahariana, de tradición oral, sin textos canónicos, una familia de culturas sin núcleo histórico,
sin una única religión ni una lengua clásica. Varias páginas dedica el autor a describirnos cada una
de estas civilizaciones, confeccionando una apretada y sólida síntesis de sus características
fundamentales.

A continuación, Therborn se detiene en los sistemas de familia, sexo y género, que derivan de las
cinco civilizaciones principales, constituyendo su elemento central y el más persistente a través de
los siglos e, incluso, milenios. En su estudio sobre la familia, ha descubierto siete sistemas que
siguen vigentes y que, pese a haber cambiado, no han convergido. Los va desgranando en el libro:
la familia confuciana del Este Asiático, la familia hindú del Sur de Asia, la familia islámica del Norte
de África/Este Asiático, la familia europea-cristiana, el conjunto de sistemas de familia africano
subsahariano, el modelo de familia (religiosamente pluralista) del Sudeste Asiático y la familia
criolla americana.

Las olas de globalización y sus sedimentos constituyen el objetivo del siguiente análisis. ¿Qué se
entiende por ola de globalización? Pues “una extensión, aceleración y/o intesificación de
importantes procesos sociales al menos de alcance e impacto continental, no necesariamente
planetario. Y una extensión, aceleración y/o intensificación que se puede delimitar en el tiempo”.
Piensa Therborn que, para la comprensión del mundo contemporáneo, se necesita tener en
cuenta, al menos, seis olas; podrían ser más, pero esas otras han dejado menos sedimentos
persistentes de historia humana.

¿Cuáles serían esas seis olas? La primera, la formación de las religiones mundiales y la
demarcación de las civilizaciones, en los siglos IV-VIII de nuestra era; en segundo lugar, el
colonialismo europeo desde el siglo XVI hasta principios del XVII, que se podría considerar la
primera ola planetaria literalmente global; en tercer lugar, la guerra mundial franco-británica,
1750-1815, y el nacimiento de una superpotencia europea; en realidad, dice el autor, se trató de
“una serie de guerras, cada una con sus propios motivos inmediatos, incluyendo, desde 1792, la
Revolución Francesa”, aunque básicamente fue una batalla entre las dos grandes potencias
imperiales del momento con el fin de obtener la hegemonía europea y global; en cuatro lugar, el
imperialismo generalizado y la creación del desarrollo y del subdesarrollo (1830-1918); a
continuación, en quinto lugar, la política globalizada, 1919/1941/1947-1989; finalmente, la sexta
ola es la globalización autoasumida y sus significados cambiantes, iniciada en 1990; es esta la que
ha dado su nombre a la globalización en la explosión conceptual que ha venido produciéndose
desde finales de la década de 1980.

“Actualmente, todos nosotros somos modernos. Pero nos hemos convertido en modernos de
maneras muy diferentes, formando otra capa más de nuestra constitución cultural”. Este apartado
es al que el autor denomina Caminos hacia la modernidad y su legado, intentando dar respuesta a
la pregunta de cuándo, dónde y cómo llegó a hacerse hegemónico el modernismo; lo crucial, en
todo caso, es la victoria de una concepción de la política orientada al futuro, como concentración
de una fuerza colectiva de la sociedad, característica del modernismo, aunque el avance de la
modernidad pueda ocurrir en diferentes momentos y en diferentes campos de la misma área
cultural.

El autor plantea las siguientes cuestiones: ¿cómo se generó la nueva política orientada hacia el
futuro?, ¿se impuso desde dentro de las sociedades o fue impuesta o importada desde el
exterior?, ¿quiénes representaron las fuerzas de lo nuevo?, ¿un nuevo estrato dentro de la
sociedad dada, una fuerza externa o una parte de la vieja elite interna?, ¿dónde estaban las
principales fuerzas y los Otros percibidos de la antimodernidad, de la autoridad tradicional de la
sumisión o de la barbarie?

Pues bien: para responder a tales preguntas, Therborn propone cuatro caminos hacia la
modernidad: la Europa internalista, el Nuevo Mundo y su alteridad, el trauma colonial: la
identificación con el agresor y la rebelión contra él, y las aperturas adaptativas y cierres de la
modernización reactiva; aunque también propone otros dos caminos híbridos: Rusia y China.

En su detallado estudio, el autor advierte de que estos caminos que detalla han dejado duraderas
consecuencias, aunque no sean ni eternas ni inalterables. Y, de nuevo, son cuatro los efectos
duraderos de tales caminos que él localiza: “Uno hace referencia a la concepción de la nación y su
relación con la lengua y la cultura; otro, a las nociones de gobierno y derechos políticos, cultura,
comportamiento, discurso, divisiones y organización políticos. El tercero se remite a las
consecuencias de la modernidad para la religión, la forma principal de la cultura premoderna. Y,
por último, los efectos en las relaciones sociales, en la autoridad, deferencia, desigualdad e
identidad colectiva”. Y, en el libro, pasa a desgranar más detalladamente estos conceptos, con lo
que culmina esta primera parte.

La segunda lleva por título Dinámica mundial: la evolución humana y sus conductores. La primera
parte nos ha dado el sustrato para analizar nuestra procedencia, un punto de partida, pero no nos
dice nada sobre una fuerza motriz o unas barreras que impidan el movimiento en alguna dirección.
Es lo que se estudia en esta segunda parte. Therborn considera que la evolución de la humanidad
es un proceso contingente y abierto, impulsado fundamentalmente por cinco campos de fuerzas,
cinco conductores:

1) El modo de vida, que cuenta con dos fuentes intrínsecas elementales, una que deriva de la
experiencias de aprendizaje vitales para ganarse la vida (y la capacidad cultural para transmitir a
las siguientes generaciones lo aprendido) y otra que se deriva del comercio e intercambio cultural.
Este planteamiento lo analiza en las páginas que titula Modos de vida: auges y caídas del
capitalismo y el resto.

2) La ecología de la población. Para el autor, la relación entre el tamaño de la población y la


estructura demográfica por edades en una región dada, constituye una fuerza básica de la historia
humana. Esta idea se desarrolla en el apartado La ecología de la población y el final de la
emancipación ecológica moderna.

3) Las luchas existenciales por el reconocimiento y el respeto. Debido a la política y la cultura, las
luchas humanas por el reconocimiento y el estatus han llegado a ser mucho más que peleas por
los varones o féminas más atractivos. Se organizan sociedades en ordenaciones jerárquicas
cargadas de simbolismo, castas, estamentos, clases, elites, etc., tema que se aborda en el
epígrafe La dinámica étnica, religiosa y sexual del reconocimiento y el respeto.
4) La política del poder colectivo y el aprendizaje. Desde la perspectiva de la dinámica social
humana, la característica fundamental de la política es la organización colectiva deliberada del
poder para alcanzar una meta determinada; en definitiva, es la fuerza que crea reinos, estados e
iglesias y, además, la resistencia a éstas. Todo ello ampliado en el apartado La política del poder
colectivo: apoteosis del Estado.

5) Por último, las orientaciones culturales, porque las culturas, aparte de almacenar y transmitir
conocimiento, nos proporcionan una arco de identidad mayor que el del parentesco y el grupo y
con guías para la acción en la forma de valores y normas. El apartado Cultura: el modernismo
globalizado, acelerado y refrenado amplía esta idea aquí expuesta.

Es la combinación de estas cinco fuerzas la que hace posible la evolución social, es decir, la
historia. Y es el momento de preguntarse cómo funcionan estas cinco variables de campo
dinámicas a escala global. A lo que el autor responde: “Actualmente, operan de tal modo que se
pueden identificar empíricamente tanto en los procesos globales como en los subglobales,
principalmente nacionales”.

Refiriéndose a los procesos globales, nos dice que se pueden subdividir en flujos, redes
institucionales y acción a escala global. Es a lo que dedica una serie de páginas, donde detalla sus
postulados, con documentación gráfica y lo hace recorriendo los siguientes
subepígrafes: Flujos, Nuevas pautas comerciales, El capital y el casino global, El
pueblo, Información y flujos culturales, Flujos de materia, Tinglados globales-nacionales y Acción
global.

En cuanto a los procesos nacionales pertinentes, determina los siguientes: la actuación (p.e., el
crecimiento económico, el desarrollo del Estado o los procesos culturales o existenciales), la
trayectoria de la población/medio ambiente (el crecimiento de la población, la estructura de la
edad, el peso o dominio de la población sobre el medio ambiente) y la política (despliegue del
poder colectivo, por ejemplo, de la distribución). En su análisis de este bloque es más parco el
autor, aunque no menos riguroso, deteniéndose en el subepígrafe Distribuciones: global, nacional
y subnacional.

La tercera parte se dedica a El escenario mundial actual. Un escenario que Therborn define como
un teatro en el que se representan muchas obras al mismo tiempo para las audiencias de todo el
mundo, en el que los actores son estados, alianzas públicas, corporaciones, políticos, futbolistas y
cantantes de pop. Su repertorio es amplio: político, económico, cultural, de deportes junto a otros
repertorios menores, irregulares aunque frecuentes, como son las catástrofes y desastres, y otros
aún algo más pequeños.

El autor se detiene y aborda únicamente los actores más destacados: sociales, económicos y
políticos. Y, antes de entrar en materia, analiza previamente el escenario, un escenario que tiene
un trasfondo histórico de geografía planetaria de conectores y separadores; así, contempla la
geografía, mares, ríos, cordilleras, etc.
Pasa luego a los grandes jugadores, comenzando por un flash en el primer subepígrafe dedicado
a El campo desigual de los estados nacionales; considera a las naciones por su población, por su
superficie, por el orden económico mundial (un orden, el de los grandes países, casi opuesto al
demográfico), por la prosperidad y la renta. El segundo subepígrafe versa sobre Las corporaciones,
en concreto, las capitalistas que operan a escala global, recogidas en dos listas destacadas: la
estadounidense Fortune Global 500, que ordena las corporaciones por sus ingresos, y la
británica Financial Times 500, que las ordena por su valor o capitalización de mercado.

Misiones y movimientos es el título del otro subepígrafe. En él, se explica que, en este escenario
mundial que se describe, hay otros muchos actores, entre los que se encuentran las
organizaciones internacionales, a las que califica de jugadores menores, con papeles pequeños y
especializados y una influencia limitada. Aunque enumera cuatro excepciones: la Iglesia Católica
por un lado, junto a la actividad misionera en la que se implican muchas organizaciones religiosas;
las otras dos son fuerzas de oposición al capitalismo globalizado: el Foro Social Mundial y la
Confederación Sindical Internacional. A todos ellos dedica un conciso análisis.

Nuestro tiempo en la tierra: cursos de vida es el título de la cuarta parte de la obra. Y comienza con
una premisa contundente: “A lo que todo ello –la historia, la dinámica y el escenario del mundo-
conduce es a la vida y la muerte humanas”. Todo lo expuesto hasta ahora en la obra, revela que
las estructuras sociales y las formaciones de geología cultural son cursos de vida vividos.

Es evidente que no se puede explicar los cursos de vida individuales, pero sí intentar dibujar un
mapa de los caminos que cada ser humano tiene ante sí en el mundo del siglo XXI. Este mapa
resultaría una proyección de tres cursos de vida. Primero: derivaría del curso de vida humana
genéticamente programado y socialmente transformado; comienza con el nacimiento y la infancia,
le siguen la adolescencia, la juventud y la edad adulta y se llega a un período de ritmo más
pausado, de declive gradual, que finaliza en la muerte.

En segundo lugar, las principales civilizaciones y sus sistemas de familia derivados o relacionados
proporcionan cursos de visa modales, siempre diferenciados por el género, la etnia y la clase.

Y, en tercer y último lugar, nuestros cursos vitales derivan de la dinámica mundial actual, de sus
fuerzas fundamentales.

A partir de aquí, el autor subrayará, en esta parte, una de las más extensas de la obra, los
itinerarios más importantes y frecuentes que se siguen, comenzando por el Nacimiento y
supervivencia, detallando la situación en diferentes partes del mundo y analizando la aparición de
los controles de natalidad, especialmente los ilegales, el infanticidio y el abandono postnatal,
concluyendo cómo la clase o la etnia pesan mucho en las posibilidades de supervivencia de la
infancia. Justamente así, Infancia, se titula el siguiente epígrafe. En él, advierte de las profundas
diferencias que ocupa esta parte de la vida en la escala demográfica de diferentes países o zonas.
Se detiene en los Progenitores, en el variable tamaño de las familias o la importancia que se da a
los abuelos en según qué naciones. Luego, se considera la escolarización y la sangrante lacra del
trabajo infantil.
Juventud: sexo y cultura constituye el siguiente epígrafe. ¿Qué es la juventud? ¿Cómo se la define?
Ligada en la historia social a términos sexuales, Therborn la define como “un período de libertad y
aventura, emancipado de la infancia y eximido de la responsabilidad adulta, pero en el que se
carece de los plenos poderes de la madurez”. Como rasgos destacados en amplias zonas, aparecen
una mayor presencia de los jóvenes en la política y la ampliación en los años de estudio. Por lo que
se refiere a la sexualidad, la analiza en los subepígrafes Una geografía sexual del mundo juvenil, La
amplitud de la sexualidad africana, Los modos asiáticos: control y/o discreción, Desigualdades
criollas y Las cuatro variantes “occidentales”, a saber La pauta europea noroccidental de la
primera experiencia sexual informal, La sombra sureuropea del hogar parental, La breve libertad
sexual de Europa del Este y El dualismo estadounidense entre el matrimonio y el no matrimonio.
Antes de llegar a la edad adulta, el autor se detiene en El matrimonio y el término de la juventud.

Y se llega, así, en la obra, a la Edad adulta. Dice Therborn: “La edad adulta suele implicar
fundamentalmente el derecho a establecer una nueva familia, lo que explica que antes hayamos
considerado el matrimonio como fin de la juventud, aunque el matrimonio en la Europa
Noroccidental nunca haya sido obligatorio y la revolución sexual reciente haya reducido su
importancia”. Y se pregunta: ¿a qué se enfrenta el humano adulto? A lo que responde que a dos
tareas básicas: encontrar y construir una morada y ganarse la vida. Lo que le da pie para
profundizar en el tema a través de los siguientes subepígrafes: Dónde vivir: la urbanización del
mundo, contraponiendo la vida urbana a la rural; Ganarse la vida. I: Clases de trabajo, con
interesantes tablas estadísticas para fundamentar sus afirmaciones; Formaciones de clase del
capitalismo del siglo XXI, deteniéndose en tres significados del concepto de clase: el centrado en la
cultura, con resultado de castas, el que hace referencia a la victimización, que subraya la
desigualdad en las diferentes opciones vitales, y el referido a la clase como fuerza social de ciertos
valores, prácticas y/o intereses, es decir, el concepto de “ir juntos”; Ganarse la vida. II: Los ricos y
los pobres, que arranca con estas líneas del autor: “Trabajar duro no es condición necesaria para
obtener unos ingresos decentes. Su renta depende de dónde haya nacido usted y de quién sea
hijo, de sus habilidades, del entorno de productividad en su puesto de trabajo y de la suerte.
Trabajar y ser pobre es el destino de muchos en este mundo”. Y analiza los extremos pobres-
superricos.

A continuación, viene el estudio de El entretenimiento adulto: ocio y consumo, donde el “estilo de


vida” es el punto central, con consideraciones tales como que los europeos occidentales tienen el
año laboral más corto, con 1.350 horas de promedio en Alemania, y que llega hasta las 2.302 horas
al año que realizan los coreanos, o el notable incremento del turismo. Y, antes de llegar al análisis
de la vejez, aborda La generación gobernante y la no gobernante, cuyo planteamiento surge del
siguiente párrafo: “En los estados y las sociedades modernas (…), los gobernantes son
normalmente adultos. Como de estos últimos hay relativamente pocos, la vida adulta es también
una división de gobernantes y no gobernantes y por tanto, dada su condición igual de adulto, un
factor de conflicto político. Es en el reino de los adultos donde confluyen claramente los
determinantes del mundo”.

Y llegamos, así, a La vejez, para la que las sociedades modernas presentan diferentes niveles de
respeto. A la vejez se llega con la Jubilación y pensiones; en las sociedades asalariadas actuales, la
jubilación constituye una importante frontera entre la edad adulta y la vejez; pese a ello, la
“tercera edad” constituye un lujo en algunas partes del mundo; a este subepígrafe dedica varias
páginas, con análisis como el de la participación masculina en la fuerza de trabajo entre el grupo
de edad de 65 o más años, o la pobreza relativa entre adultos y mayores. Lógicamente, con el
avance de la edad se incrementa la dependencia de los mayores, lo que obliga a Arreglos de
convivencia, entre los que hay cuatro alternativas: la familia, la caridad, el estado de bienestar y,
finalmente, para los pudientes, la compra de ayuda y asistencia.

Tras todo el amplio estudio en esta parte, Therborn nos propone Un curso de vida ideal para el
siglo XXI: nacer en Noroeste de Europa, escolarización pública de tipo finlandés, juventud de tipo
europeo noroccidental, boda en algún lugar de Asia, trabajo adulto duro pero muy gratificante en
una gran ciudad del Este de Asia, jubilación en Ginebra o Vancouver; y, para los cuidados de la
vejez, en Escandinavia. Con La muerte y después de la muerte, si se quiere ser venerado después
de morir, la mejor opción es China o Vietnam y, si se desea convertirse en espíritu ancestral
benévolo, las mayores probabilidades están África, Vietnam o China.

Para acabar su exposición, Göran Therborn nos aporta su conclusión: Cómo hemos llegado hasta
aquí y adónde vamos. Como respuesta a la primera cuestión, sobre cómo hemos llegado hasta
aquí, nos hace un resumen condensado de todo lo que ha expuesto en la obra. Más difícil es la
respuesta a la segunda pregunta: ¿Adónde vamos?

Para responderla, lo hace desde un doble cuestionamiento: ¿Seguirá siendo nuestra historia
relevante? Y ¿adónde nos lleva la dinámica mundial?

A la primera pregunta, la respuesta es clara y contundente para él: “la historia nos acompañará en
el futuro inmediato”. Pero, la enlaza con la segunda, hacia dónde soplan los vientos de la
dinámica. Nos propone cinco rúbricas, que, tras unas primeras líneas de planteamiento, desarrolla
a continuación con más detalle.
“Primero, podemos percibir el fin de la emancipación modernista de las estrictas constricciones
naturales que elevaron los parámetros de la ecología de la población humana. (…)

Segundo, en términos económicos, estamos viviendo en la estela -¿o en la suspensión?- de una


dialéctica sistémica marxiana del capitalismo y su colectivización tendencial de los medios de
producción y el fortalecimiento del trabajo. El conflicto de clases cotidiano del capitalismo y su
dialéctica siguen siendo una característica central de este siglo. (…)

Tercero, en el ámbito existencial, estamos presenciando un regreso al extinto pasado modernista


bajo la familia nuclear, el secularismo y el desarrollo, así como una afirmación de las cuestiones
existenciales en geopolítica. (…)

Cuarto, se está produciendo claramente un giro en el poder global geopolítico que está acabando
con la centralidad noratlántica, que ha durado un cuarto de milenio, un giro que hasta ahora está
ocurriendo pacíficamente, basado en la economía y la demografía más que en la violencia y el
poder militar. Están surgiendo nuevas formas de política, pero aún no se puede vislumbrar con
claridad su poder futuro. (…)

Por último, el modernismo cultural se está centrando de nuevo y reciclando. El posmodernismo


parece confinado a la izquierda-del-centro euroestadounidense. La centralización de la
comunicación de masas se está viendo desafiada por las masivas comunicaciones electrónicas
interpersonales”.

Es cuanto un académico cauteloso, como Therborn se define, puede decirnos del futuro; pero,
claro, no puede descartar otras perspectivas y otras futuras realidades, supuesta la contingencia e
incertidumbre que nos son inherentes. Para él, esos jóvenes radicales que apuestan por el eslogan
“otro mundo es posible”, no están equivocados ni son ingenuos. Muy al contrario, son la
esperanza del nuevo siglo “porque en verdad necesitamos otros mundo”, concluye.

Como no podía ser de otra forma, la obra finaliza con muchas páginas dedicadas a una extensa
bibliografía y a un utilísimo índice analítico y onomástico.

Desde luego, se trata de un libro de lectura fácil, no recargada con aparato crítico, pero no por ello
exenta de rigor científico. La profesión de docente del autor se manifiesta en la claridad expositiva
y en el desarrollo progresivo y ordenado de sus planteamientos; eso sí, marcados por una
perspectiva sociológica, propia de su especialidad, que aporta una amplitud de visión que, quizás,
desde otros ángulos, no habría sido tan extensa.

Índice

Prólogo: En el principio
Introducción: La humanidad y su mundo

Parte I. ¿Por qué somos quienes somos? Geología sociocultural del mundo de hoy

La roca de las civilizaciones


Sistemas de familia, sexo y género
Sedimentos de las seis olas de globalización
Caminos hacia la modernidad y su legado
Legados de las rutas a la modernidad
El destino moderno de las religiones
Ventanas de oportunidad

Parte II. Dinámica mundial: la evolución humana y sus conductores

Modos de vida: auges y caídas del capitalismo, y el resto


La ecología de la población y el final de la emancipación ecológica moderna
La dinámica étnica, religiosa y sexual del reconocimiento y el respeto
La política del poder colectivo: apoteosis del Estado
Cultura: el modernismo globalizado, acelerado y refrenado
Canales de operación
Procesos globales
Procesos nacionales

Parte III. El escenario mundial actual

Escenografía: el espacio mundial


Los grandes jugadores

Parte IV. Nuestro tiempo en la tierra: cursos de vida

Nacimiento y supervivencia
Infancia
Juventud: sexo y cultura
Edad adulta
La vejez
Un curso de vida ideal para el siglo XXI
La muerte y después de la muerte

Conclusión: Cómo hemos llegado hasta aquí y adónde vamos

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?


¿Adónde vamos?

Bibliografía
Índice analítico y onomástico

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