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Integración Psicosomática

Francisco Zenteno

La cartografía de la mente del modelo holotrópico comprende interrelaciones complejas entre


las dimensiones que la componen, siendo posible la emergencia de contenidos
correspondientes a sus distintos niveles articulados bajo el sentido de una misma experiencia
holotrópica. El supuesto a la base que permite explicar esta multidimensionalidad de los
procesos es que los recuerdos de las experiencias tanto físicas como emocionales no se
encuentran almacenados de manera aislada y fragmentaria en el psiquismo humano, sino que
construyen tramas de complejas relaciones a modo de “constelaciones de recuerdos”
organizados en sistemas regidos por un patrón común denominados Condensed Experience
Systems (Sistemas de Experiencias Condesadas) o COEX. Así, cada sistema COEX
“contiene recuerdos cargados emocionalmente procedentes de diferentes períodos vitales
unidos por el denominador común de compartir la misma cualidad emocional o la misma
sensación física” (Grof, 1994; pág. 45), es decir, son constelaciones coherentes que aluden a
experiencias similares concretas. En el modo en que se articula la organización de estos
sistemas es posible observar que existe una integración o fusión entre los procesos del cuerpo
y los de la mente, o bien una integración psicosomática que se da de modo auténtico en el
organismo y que constituye la naturaleza esencial de todo proceso humano. A su vez en cada
COEX pueden distinguirse distintos niveles que tienen directa relación con los diferentes
períodos de la vida de una persona así como con los distintos niveles de la mente establecidos
en la cartografía. De acuerdo con Grof (1988) suele suceder en el marco de la Respiración
Holotrópica que la persona que experimenta transite desde contenidos biográficos hacia el
espectro perinatal, de acuerdo con el nivel de intensidad/profundidad del proceso respiratorio
y de las predisposiciones del sujeto. De igual modo, las experiencias transpersonales parecen
constituir la categoría experiencial más profunda y transformadora en términos vivenciales.

Las clásicas temáticas COEX son los recuerdos humillantes, degradantes o vergonzosos, las
experiencias de éxtasis y alegría, el rechazo, y las experiencias que amenazaron la estabilidad
vital. Ahora bien, para todas estas temáticas es posible establecer un correlato perinatal, y al
mismo tiempo una dimensión arquetípica transpersonal que las representa. La exhaustiva
descripción realizada de los paralelismos entre las matrices perinatales y los símbolos
arquetípicos que acompañan dichas experiencias refleja de modo muy concreto esta
característica dinámica. Sin embargo, y gracias a la particularidad de la dimensión perinatal
que la configura como bisagra entre lo biográfico y lo espiritual es que también se puede
establecer paralelismos experienciales entre la dimensión del inconsciente post natal y el
territorio perinatal. Lamentablemente no contamos con suficiente espacio como para
extendernos aquí, aunque de todos modos la mención de esta doble direccionalidad es
importante.

Por otro lado, a partir de observaciones clínicas en más de cuatro mil de sesiones en las que
se utilizó dietilamida de ácido lisérgico/LSD con propósitos terapéuticos primero, y a través
de otras miles experiencias en que se utilizó la Respiración Holotrópica después, Grof pudo
comprobar empíricamente la existencia de un criterio de emergencia de los contenidos
psicológicos durante los estados holotrópicos. Este criterio está regido por lo que él denominó
“el radar interior” (Grof, 2000), mecanismo o entidad a través de la cual se movilizan hacia
la consciencia aquellos contenidos del inconsciente con mayor relevancia psicológica, carga
emocional y mayores posibilidades de integración en la consciencia. Vale decir, durante el
curso de una experiencia holotrópica el material psicológico involucrado siempre resulta
adecuado para la persona que lo experiencia ya sea de acuerdo a sus capacidades como ante
sus necesidades psicológicamente más urgentes. Esto se corresponde con la teleología del
inconsciente descrita por Jung, la cual se manifiesta a través de los procesos de individuación
regulados por el sí mismo, como esa entidad que tiende hacia el equilibrio, la integración de
la psique y a la totalidad del individuo con propósitos claramente autosanadores. Las
implicancias disciplinares de esto redundan en la posibilidad de casi cualquier persona para
practicar la Respiración Holotrópica con relativa independencia de su diagnóstico
psicopatológico y, en segundo lugar, en la facilitación y agilización del proceso
psicoterapéutico, ya que desliga al terapeuta de la tarea de tener que decidir qué es lo
adecuado para tratar en el proceso y qué no lo es, suprimiendo en parte importante algunas
de las clásicas barreras ideológicas de la disciplina psicoterapéutica.
Más allá de estas representaciones inconscientes que encuentran en el cuerpo su
manifestación existen otros tipo de fenómenos que se ligan mas con un aspecto psicosomático
propiamente tal. Un aspecto bastante relevante y recurrente en las experiencias holotrópicas,
son los dolores corporales producto de tensiones musculares desencadenadas a partir del
constante ejercicio de hiperventilación. Estas manifestaciones no tienen que ver con meras
reacciones fisiológicas, si no que más bien se relacionan con complejas estructuras
psicosomáticas que normalmente contienen un significado determinado para la personas. A
veces estas estructuras representan una amplitud o intensificación de dolores crónicos o
síntomas que aparecen en momentos de tensión física o emocional, y otras veces tienen que
ver con viejos síntomas que se reactivan y que el individuo sufre desde su infancia, pubertad
o cualquier otra época de su vida. En palabras de Grof “lo que ocurre en este proceso es que
la respiración acelerada, durante un periodo prolongado de tiempo, cambia la química del
organismo de manera que las energías y emociones bloqueadas, asociadas con diferentes
recuerdos traumáticos, se liberan y están disponibles para una carga periférica y para ser
procesadas. Hace posible que los contenidos de recuerdos previamente reprimidos emerjan
a la conciencia y puedan ser integrados” (2002, pp.255).

Este fenómeno pone entonces un énfasis no menor en el rol que juega el cuerpo y sus
manifestaciones psicosomáticas en la estimulación y canalización del contenido inconsciente
emergente. Con esto se introduce una concepción bioenergética de la psique, de la cual se
desprende que ciertas emociones y representaciones específicas tienen una carga energética
que puede bloquearse en ciertas partes del cuerpo generando entonces tensiones musculares.
Esta concepción bioenergética es para nada nueva, más bien tiene su origen en la Teoría del
Carácter (1986) propuesta por el psicoanalista Wilhem Reich.

Conservando la tesis de Freud en relación a la importancia de los factores sexuales en la


etiología de las neurosis, Reich modificó sustancialmente la teoría psicoanalítica en la cual
se formó introduciendo un factor económico que hace referencia a la acumulación de
energías que predisponen al individuo para el desarrollo de sus síntomas y actitudes
neuróticas. Esta economía sexual o energética del individuo se refiere concretamente al
equilibrio que se establece entre la carga y descarga de energía. Los traumas originales y los
sentimientos sexuales que son reprimidos generan una carga energética, la cual si no es
evacuada y perdura en el cuerpo del sujeto, generaría tensiones musculares crónicas. De
este modo se originaría lo que Reich denominó como coraza o armadura muscular: esa
tensión muscular que cumple la función de protección en el individuo ante experiencias
dolorosas y amenazadoras por un lado, y emociones e impulsos internos reprimidos por otro.
De este modo, la supresión o represión de dichos contenidos en conjunto con una actitud
caracterológica serían la verdadera etiológica de la neurosis, en donde el síntoma constituiría
sólo una expresión externa de la tensión.

En términos económicos, la coraza o armadura muscular serviría para mantener la economía


energética del sujeto de manera equilibrada, puesto que sujeta de alguna manera la energía
que no puede descargarse. En este sentido Reich (1986) sostendrá que el individuo neurótico
mantiene su equilibrio acumulando su exceso energético en forma de tensión muscular,
limitando así la excitación sexual entre otras cosas. Por otra parte el individuo sano no estaría
sometido a esta limitación, por lo tanto su energía no se acumularía en la armadura muscular
y podría fluir libremente.

De acuerdo a lo expuesto anteriormente en relación a la liberación de contenidos reprimidos


en el inconsciente los autores pensamos que la Respiración Holotrópica es una herramienta
eficaz en la medida en que posibilita la expresión de emociones reprimidas a través de
insights, abreaccionas y catarsis, permitiendo un importante desbloqueo energético que
resulta en una desestructuración de la armadura corporal que a su vez redunda en un fluir
emocional y energético más libre y saludable.

Por otro lado Reich, introduce tempranamente en la psicología el importante papel que juegan
los procesos energéticos en la compresión del funcionamiento psicológico. Según esta
mirada, los contenidos psíquicos reprimidos, tanto emociones como sentimientos sexuales,
son vistos en términos energéticos y ocupan específicamente un lugar particular en nuestro
cuerpo, los músculos. Desde el punto de vista de los conceptos que se relacionan con la
Respiración Holotrópica, la contribución más importante de Reich tiene lugar en las áreas de
los procesos bioenergéticos y las correlaciones psicosomáticas que se encuentran a la bases
de los trastornos emocionales.
Dado el prolífero y complejo desarrollo de la obra reicheana, la cual no sólo se limitó al
análisis caracterológico propiamente tal, es que muchos de sus colaboradores prefirieron
seguir indagando en aquello que Reich pudo haber dejado inconcluso: la bioenergética. Entre
sus colaboradores más destacados se encuentra el doctor Alexander Lowen, quien fue unos
de sus más fieles seguidores en cuanto a la teoría del carácter. Lowen (1977) propone a raíz
de la concepción reicheana de la coraza muscular, que en realidad los sujetos organizamos
estructuras defensivas en distintas capas o niveles de complejidad que pueden diagramarse
como círculos concéntricos. En el nivel mas exterior de la personalidad se encontraría la capa
del ego constituida principalmente por las defensas psíquicas tales como la negación,
proyección, el reproche, la desconfianza, etc., A continuación y en dirección hacia el núcleo
del sujeto se encontraría la capa muscular donde se encuentran las tensiones musculares
crónicas que apoyan y justifican las defensas del ego, y al mismo tiempo protegen al
individuo contra la capa interior de los sentimientos reprimidos que no atreve a expresar.
Esta capa emocional estaría entonces compuesta por todas aquellas emociones reprimidas
tales como la cólera, pánico, terror, desesperación, tristeza, etc. Por último estaría en el
centro o corazón del cual emanaría el sentimiento de amar y ser amado.

Para este autor, el énfasis psicoterapéutico debe basarse en el trabajo corporal de la segunda
capa defensiva, es decir, la capa muscular, la cual es considerada como una bisagra o un
lugar de encuentro entre las capas primera y tercera. Según Lowen (1977) “parece lógico
ocuparse en las capas primera y tercera, que se complementan, puesto que la primera se
refiere a las defensas intelectuales, y la tercera a las emocionales. Pero esta amalgama es
difícil de lograr, porque la única conexión directa entre ambas es la capa de las tensiones
musculares.” (pp.116). En este sentido afirma Lowen que el trabajo sobre esta capa permite
pasar a la capa mental o emocional cuando sea necesario. De esta manera al tratar tensiones
musculares puede ayudar a un individuo a entender como su actitud psicológica está
condicionada por su armadura o rigidez corporal, de modo que cuando se estime conveniente
se pueden suprimir las emociones reprimidas movilizando los músculos contraídos que
refrenan la expresión. Finalmente en dicha liberación energética o expresividad encontramos
una arista fundamental para el trabajo psicoterapéutico de la Respiración Holotrópica.

Como bien se mencionó anteriormente, muchas experiencias conllevan tensiones musculares


que implican un trabajo corporal específico. Este consiste básicamente en movilizar energías
hacia una parte del cuerpo en particular, lo que requiere que “el respirador” se haga
consciente de dónde se focaliza el bloqueo o dolor. En el trabajo holotrópico se le suele pedir
al paciente que empuje con su cuerpo hacia la resistencia ofrecida por el facilitador, de modo
tal que la fuerza la realiza el propio paciente. A su vez, se le anima a encontrar una respuesta
espontánea a la situación, las cuales por lo general suelen ser gritos, llantos, sonidos de
animales, etc. Todas estas expresiones constituyen a su vez manifestaciones de liberación
energética y son interpretadas como el inicio del desbloqueo. En este sentido podemos
apreciar cómo los aportes hechos por Reich y sus colaboradores ofrecen un marco conceptual
propicio para interpretar parte del trabajo corporal que se llevan a cabo en los trabajos de
Respiración Holotrópicas. A su vez, si recordamos la premisa sobre la que se fundamenta
esta técnica (estimular material inconsciente, propiciando su liberación e integración), y si
consideramos que los procesos psíquicos reprimidos conllevan una carga energética a modo
de tensión muscular, podemos entender con claridad que el trabajo corporal en la Respiración
Holotrópica es más que nada una herramienta que posibilita una intervención segura y
efectiva sobre los procesos psicosomáticos que resultan problemáticos para el organismo.

Por otro lado, la respiración en sí misma como proceso biológico constituye un factor esencial
en la expresión y canalización de los contenidos psicológicos reprimidos (Lowen, 1977); ya
en los inicios de la terapia Reichiana y en el centro de la terapia bioenergética la respiración
profunda y continua eran entendidas como el principal canal mediante el cual se generan los
desbloqueos emocionales y las distensiones musculares. En el núcleo de las terapias
psicocorporales, la respiración es la causal del aumento energético corporal necesario para
desestructurar aquellas tensiones, corazas y armaduras que impiden el libre funcionamiento
de los sentimientos, emociones, y procesos psicológicos del organismo.

Por último, habiendo ya establecido el criterio respecto de la emergencia del material


inconsciente (COEX) y la dirección vivencial que ese criterio designa, al mismo tiempo que
hemos descrito el modo en que el cuerpo organiza tanto sus defensas como los mecanismos
de expresión de dichos contenidos inconscientes, resulta mucho más fácil entender las
posibilidades de integración de contenidos problemáticos para el organismo en el contexto
de la Respiración Holotrópica. Es por ello que nos atrevemos a relacionar éste proceso y las
características de la adolescencia y su ciclo de cierre que a continuación describiremos.

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