ENTRENADORES

VS
PROACTIVOS
ENTRENADORES
REACTIVOS Ricardo Zazo

Jürgen Klopp y Pep Guardiola (Foto: Imago).

“Lo mío es crear, no destruir.

Lo mío es cantar y contar.
Y al dolor, lo excluyo”
(De la canción “Confesionario
de papel” de Xhelazz, MC)
CLUBPERARNAU
C ada entrenador es un mundo. Cada
uno tiene sus manías, sus gustos,
sus filias y sus fobias. Todos los
entrenadores dudan, se informan, ana-
lizan y extraen conclusiones. A fin de
cuentas, el deporte implica conocer los
distintos parámetros que lo componen
para así poder mejorar.
El deporte también es arte, es gestión emo-
cional, dirección de grupos y sincroniza-
ción de ideas entre el cuerpo técnico y los
jugadores. Requiere, pues, de un ojo hábil
que sepa captar lo que está sucediendo.
Pero hay una variable que nunca cambia:
la pelota.
Aproximarse a la relación del equipo con el
balón es similar a la mariposa que, con sus
aleteos, desata tormentas al otro lado del
globo (la Teoría del Caos y el deporte son
primos hermanos). De esa decisión (qué
hacer con el balón) se traza la línea entre
la proactividad y la reactividad. Y eso, pa-
rafraseando a Robert Frost, hace toda la
diferencia.
Representación gráfica del “efecto mariposa”.
La proactividad, o el comportamiento
proactivo, hace referencia a todo acto que
anticipa situaciones y aparece decisiva-
mente antes de que se produzca dicha si-
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tuación. No espera el cambio, sino que lo
produce. Por el contrario, lo reactivo apa-
rece una vez que sucede la situación. Es,
por lo tanto, dependiente de la variable
que influye sobre su sistema. Y lo que más
influye en el deporte es la pelota.
La proactividad, o el
comportamiento proactivo,
hace referencia a todo acto que
anticipa situaciones y aparece
decisivamente antes de que se
produzca dicha situación. No espera
el cambio, sino que lo produce
En fútbol, los entrenadores se vuelven lo-
cos (o pierden salud, pelo y vida, según
las circunstancias) por saber cómo hacer
daño al rival. Sopesan sus posibilidades,
ven los pros y los contras y ejecutan su
plan. A veces sale bien y otras, no tanto.
Pero todo gira en torno al balón y a las po-
sibilidades de acción con él.
Cierto es que generalizar implica no ser del
todo exactos y que hay matices grises que
se pueden difuminar, pero si hay que hacer
una gran división entre entrenadores de
fútbol (en otros deportes colectivos como
el baloncesto, el balonmano o el voleibol, el
tiempo de posesión de la pelota está limi-
tado) sería entre aquellos entrenadores que
priorizan el uso del balón y aquellos que
priorizan el uso del espacio sin él.
QUÉ PRIORIZAR
Un equipo de fútbol no puede ser una má-
quina perfectamente engrasada que domi-
ne los cuatro momentos del juego (defen-
sa/ataque organizados y las transiciones),
CLUBPERARNAU
por lo que debe priorizar en cuál puede ser
efectivo. Si pensamos en equipos eminen-
temente ofensivos, recordaremos que en
pocas situaciones tuvieron que hacer uso
de una defensa organizada; si pensamos
en equipos basados en una gran estructu-
ra defensiva, nos será complicado recor-
dar aquellos momentos en los que sometió
al rival atrincherándolo en su campo. Toca,
pues, priorizar. Y esto es algo que el 100%
de los entrenadores hace. Y es absoluta-
mente lícito en función del potencial de su
plantilla y de las herramientas de las que
dispone. Pero los matices marcan toda la
diferencia.
Si buscamos dos referentes actuales en el
mundo de los entrenadores de fútbol que
distingan estos modelos son Pep Guardio-
la y Jürgen Klopp. Los equipos de Guar-
diola son proactivos, pues intentan crear,
a partir de la asociación con el balón, con-
textos e interacciones que les otorguen la
victoria. El alemán Klopp, en cambio, basa
la fuerza de sus equipos en reaccionar tras
el fallo del rival, penalizándolo a las prime-
ras de cambio. La eficacia distingue a los
dos, pero los caminos que recorren son
muy distintos.
LA TÉCNICA DEL SABLE DEL SAMURÁI
Pensemos en dos equipos perfectos en
lo suyo. Un equipo perfecto en la distri-
bución, cuya salida es limpia desde atrás,
los controles son increíbles, el volumen de
juego es alto y no falla un tiro al llegar a
portería. Enfrente, un equipo posicional-
mente insuperable, líneas muy juntas y
fuertes en los balones divididos, con con-
traataques fulminantes. Los dos son mo-
délicos en lo suyo. Pero el balón pertene-
ce solo a un equipo. Si el equipo proactivo
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hace todo bien, ganará por 1-0. Pero si co-
mete un error, el rival lo aprovechará. Con
lo cual, para que los equipos reactivos ga-
nen, se tiene que dar ese error. Dicho de
otra manera, en ese contexto perfecto del
que hablamos, si tu juego con balón es ex-
celso, ganarás. Y eso implica voluntarie-
dad por parte del entrenador para llevarlo
a buen puerto.
Ser un entrenador reactivo implica estar
por detrás en el curso de los acontecimien-
tos de un partido en un primer momento.
Solo cuando se comete el error contrario
las fuerzas se igualan. El fútbol es un de-
porte de errores, pero parece claro indicar
que no es lo mismo trabajar para evitar
errores que trabajar para forzar errores
del rival (siempre recordando que esto es
absolutamente teórico y que en la prácti-
ca todo se diluye). La técnica del sable del
samurái consiste en intentar establecer un
equilibrio perfecto entre defensa y ataque,
que sea impenetrable para el rival. Pero
¡cuidado!, cuando el sable está fuera de la
vaina es vulnerable. Se dice que el sable
está muerto…
El fútbol es un deporte de errores,
pero parece claro indicar que no
es lo mismo trabajar para evitar
errores que trabajar para forzar
errores del rival
Ocurre exactamente igual en fútbol. Tengo
el balón, manejo los registros para generar
volumen de juego, pero, ah… un pase hori-
zontal, una pérdida de balón…, los centra-
les abiertos…, gol… O por otro lado, defensa
férrea, robo el balón pero lo pierdo en mi
primer pase…, grieta en la estructura de-
fensiva…, gol…
CLUBPERARNAU
Para el primer ejemplo, piensen en los go-
les que suele recibir el Fútbol Club Barce-
lona cuando somete (o sometía) al rival.
La fatiga cognitiva al intentar abrir cerro-
jos en la defensa rival acaba por propiciar
contraataques adversarios. Como ejemplo
reactivo, piensen en los rivales que se en-
cierran contras las hordas culés y pierden
el primer pase (generalmente gracias a
Busquets), lo que desemboca en gol (gene-
ralmente, de Leo Messi).
Pero no solo el Barcelona es ejemplo de
equipo proactivo. Y no todos los equipos
proactivos son ganadores. Ser proactivo o
reactivo es una declaración de intenciones,
un modo de hacer las cosas, nunca un fin
en sí mismo. Paco Jémez es un entrenador
proactivo que ha saldado con abultadas
derrotas sus enfrentamientos con el Bar-
celona, por seguir con el ejemplo anterior.
Joaquín Caparrós, a pesar de ser reactivo
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en su propuesta, encajaba también varios
goles en contra, equiparando la visita al
Camp Nou con ir al dentista.
Ser proactivo o reactivo es una
declaración de intenciones, un
modo de hacer las cosas, nunca un
fin en sí mismo
Como dijimos anteriormente, ser proacti-
vo o reactivo es escoger un camino u otro
para llegar a la consecución de los obje-
tivos, ni más ni menos. Tampoco es una
cuestión de romanticismo, pues los en-
trenadores buscan, con los mimbres que
tienen, ser lo más eficientes posibles. No
hay romanticismo en las relaciones con el
balón que realiza el Manchester City, sino
unas ansias desmedidas por ganar. Lo
mismo puede decirse del resto de equipos.
Joaquín Caparrós y Paco Jémez (Foto: Getty Images).
CLUBPERARNAU
Todos quieren lograr el objetivo propuesto
y lo hacen de la manera más oportuna.
Diego Pablo Simeone suele ser atacado por
ello, pensando que el Atlético de Madrid tie-
ne que jugar de otro modo, como si la efecti-
vidad en la propuesta, llevando a los colcho-
neros a otro nivel en el panorama europeo,
no fuera suficiente. Algunos piensan, in-
crédulos, que debe jugar como los equipos
de Guardiola. Y no nos olvidemos de que si
Guardiola quiere que sus equipos jueguen
del (maravilloso) modo que lo hacen es por-
que tiene un único objetivo: ganar.
“ME QUIEREN PORQUE GANO”
Esta frase del entrenador de Santpedor
refleja el mayor pragmatismo del mundo.
Y él, animal competitivo, lo que busca es el
camino más efectivo para levantar títulos.
En el fútbol de élite, donde se pasa de la
gloria al más absoluto olvido en cuestión
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de días, ganar es el indicador principal del
que tiene razón.
Sin embargo, entenderemos que no todas
las propuestas son iguales y que valorar el
esfuerzo de lo logrado aunando belleza en
su intencionalidad añade un plus. A fin de
cuentas, los equipos que quedan grabados
por años en la retina de los aficionados son
aquellos que impactan emocionalmente
en su fuero interno. Porque el fútbol, más
allá del resultado, es entrañas, pasión y
emoción. Y si la línea entrenador-jugado-
res-club-afición es la misma, el estado de
felicidad se impone.
Los equipos que quedan grabados
por años en la retina de los
aficionados son aquellos que
impactan emocionalmente en su
fuero interno
Quique Setién y Marcelino García Toral (Foto: Carmen Ripollés / Marca).
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En el panorama actual, propuestas como “Aunque la halles pobre,

las que presentan Guardiola, Sarri, Qui- Ítaca no te ha engañado.
que Setién, Paco Jémez, Löw, Pellegrini y Así, sabio como te
otros tantos pueden ser englobadas como has vuelto, con tanta
proactivas porque buscan hacer daño al experiencia, entenderás
rival a través de la posesión del balón y
ya qué significan las
el uso de este de un modo eficaz. Simeo-
ne, Mourinho, Klopp, Benítez, Marcelino o
Ítacas” (Del poema “Ítaca”
Unai Emery son exponentes –diferentes de Constantino Cavafis)
cada uno de ellos– de entrenadores reac-
tivos que buscan hacer daño a través del
uso del espacio y el error rival. Ricardo Zazo.
-Entrenador-
Cargar con el sambenito de un modo de
@RichiZazo
proceder lleva a que se desvirtúe la esen-
cia de lo más elemental. Acuñar el término
tiki-taka fue llevar a la nada una intención
de agredir al rival a través de una sucesión
encadenada de pases. Y hablamos de agre-
dir, porque el pase relaciona a compañeros
y afecta a rivales: ese es su propósito. No
la nada por la nada.
Igual sucede cuando vemos sólidas estruc-
turas defensivas que manejan los regis-
tros por los que va el cauce de los partidos.
Centrales experimentados encerrados en
área propia creciendo como titanes y des-
pejando cada centro lateral. Muros infran-
queables que saben que agazapados son
más fuertes. Dos propuestas que tienen
como objetivo minar la resistencia rival.
Ganar es el fin que todo equipo busca. Ele-
gir la hoja de ruta por la que transitar mar-
cará distancia con el resto. Cada entrena-
dor deberá seleccionar sabiamente, pues
de ello dependerá su éxito o fracaso. Y una
vez iniciado ese proceso, todo irá mutando
indefectiblemente hasta llegar a otro nivel
superior de conciencia.
Y tú, entrenador, ¿qué camino eliges?