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Juan Sebastián Ocampo Murillo.

Análisis de caricatura.

MMXVII-I

1. El Escudo de la Regeneración

Autor: Alfredo Greñas

Publicación: El Zancudo

Año: 1890.

Ernst Renan en una conferencia dictada en la Sorbona durante 1882 adujo:

El hecho de la raza, capital en el origen, va, pues, progresivamente


perdiendo su importancia. La historia humana difiere esencialmente de la
zoología. La raza no lo es todo, como entre los roedores o los felinos, y no
se tiene el derecho de ir por el mundo, tentar el cráneo de las gentes y
después tomarlas por el cuello diciéndoles: “¡Tú eres de nuestra sangre; tú
nos perteneces!” Fuera de los caracteres antropológicos, existen la razón,
la justicia, lo verdadero, lo bello, que son idénticos para todos. Mirad que
esa política etnográfica no es segura. (p.5)

Partiendo de este supuesto, sería bastante inocuo pensar que el proyecto


Regenerador que se gestó en la década de 1880 en la escena nacional fue una
simple iniciativa de etnogénesis. Igual de preponderante que la raza, o las
predeterminaciones biológicas intrínsecas al ser, resultaron siendo elementos
cohesionadores que lograron atañer de manera homogénea un conjunto de
personas en un territorio: la lengua, la religión y la memoria histórica.

Cabe destacar, pues, que si bien hoy en día desde la hermenéutica de los textos
es posible inferir que el capital cultural que radicaba en las máximas y premisas
sobre las cuales se cimentó la nación (sus instituciones políticas, sus símbolos,
sus academias), era un monopolio de una élite de larga data (bien asentada por
una tradición patricia o por el ascenso social burgués), no hay que olvidar que el
espíritu de la época se sustentó en que estas formas de actuar ya
predeterminadas (acción cívica, civilizatoria) eran un patrimonio inherente al ser de
la nación en el tiempo. Es decir, no se debe caer en el reduccionismo de imaginar
a unas élites que ocupan los grandes fundamentos de su época de una manera
netamente instrumental, el convencimiento del telos de la historia y del devenir del
hombre pudo haber sido real. No en vano Groot adujo que:

¿Por quién estamos en América? .... No somos indios. Somos hijos de los
españoles y por ellos tenernos sociedades de que hemos podido hacer
República; por ellos tenemos ciudades con gente culta donde ahora
trescientos años no habia sino selvas habitada" por bárbaros; por ellos
tenemos puentes, caminos, colegios; ¡por ellos tu vimos hospitales para
pobres y casas! refugio para desvalidos. Estos sitios de la caridad cristiana
de los españoles no existen en nuestro tiempo~ porque tenían bastante de
qué subsistir. ¿Es ésta una paradoja? Piénselo el lector. (Groot, 1889,
p.XIII)

Este fragmento del preludio de la obra Historia eclesiástica y civil de la Nueva


Granada, evidencia que el desprecio hacia el indígena y hacia otras formas de
racionalidad no hispanas, no era un recelo hacia el impedimento racial, innato.
Más bien, fue una arremetida contra aquellos grupos humanos que, más allá de su
condición fisiológica, no asimilaron la vida civil y los valores ancestrales
provenientes de la Península Ibérica. La civitas Dei era posible en la tierra. El
orden era sinónimo de progreso material y moral.

La singularidad del indio y del negro podía y debía orbitar sobre la universalidad
de la nación. No resulta entonces extraño, entrever que Groot bebió de la filosofía
de la historia de principios del siglo XVIII de José Benigno Bosuet, para quien el
cristianismo era solo una manifestación racional de los signos de los tiempos.

En efecto, las grandes virtudes del espíritu nacional, se sujetaron a la unión casi
orgánica que se originó desde la solidaridad colectiva de haber compartido “un
largo pasado de esfuerzos, de sacrificios y de desvelos” (Renan, 1882, p.10). El
culto a los antepasados permitió erigir grandes genealogías nacionales que
delimitaron las categorías axiológicas inamovibles sobre las cuales se debían
hilvanar los comportamientos en el estado presente de cosas. Por ejemplo, Groot
escribió:

El ilustrísimo Arzobispo don fray Juan de José Barrios, viendo que por sus
predecesores no se había celebrado Sínodo Diocesano, y la urgente
necesidad que de ello habla para el establecimiento de leyes municipales
que arreglaran la disciplina eclesiástica y todo lo concerniente á la
conversión y civilización de los indios por los medios más justos y
caritativos, convocó y reunió Sínodo Episcopal, que abrió sus sesiones el
día de 'Pascua del Espíritu Santo del año de 1556. (p. 120).

La intelección que hizo el historiador decimonónico sobre el hecho del pasado, no


dio cuenta de algo fáctico, de un acontecimiento positivo, reflejó la mentalidad de
su época sustentada sobre ese afán de orden civil, de creación de identidad
religiosa, de civilización a través de la lengua y el credo, de la unión entre las
autoridades temporales y espirituales en algo que, aparentemente, fue solo algo
de consideración pretérita. La teleología tiene esa finalidad, ligar al pasado con el
presente y hacer unas proyecciones ideales. En términos de Miguel de Unamuno
sería algo así como eternizar un momento.

En concordancia con lo anterior, el período de la Regeneración que, formalmente


empezó en 1886, prometió orden, progreso espiritual y material, y un cese a todas
las atrocidades que habían traído las diversas guerras civiles durante el siglo XIX.
Un proyecto central fuerte se encargaría de edificar la identidad del territorio en
torno a instituciones, símbolos patrios, una educación confiada a la Iglesia por la
figura del Concordato con la Santa Sede, la regulación de un ejército y policía
nacional, y la recreación de la memoria colectiva a cargo de la Academia de
Historia. En el terreno del pensamiento, se evidencia en la obra de Miguel Antonio
Caro ese desprecio por el relativismo moral e intelectual:

El idealista se refugia en el yo, y el utilitarista, en el placer, modificación del


yo; y de ahí no salen. Esas mismas ideas, yo, placer, independientes de la
idea fundamental de Dios, de Dios por quien el yo existe, por quien el placer
se produce, sin el cual el yo y el placer nada significan; esas mismas ideas
así aisladas, anulados los objetos que representan se distancian y anulan
ellas mismas. Son círculos de ignorancia y contradicción. (Caro en Jaramillo
Uribe, p.459)

Es pues, que la negación de la mayoría de edad y del progreso no es tal. Sino


que, por el contrario, estas deben apelar a los valores inmóviles, eternos e
inmutables sobre los que se erige la civilización. El indio bueno, el negro bueno
son los que trabajan, los que pueden profesar “la verdadera fe”, los que hablan el
castellano, los que asisten a escuelas de artes y técnicas, los que hacen loa a
Dios mediante su trabajo, los que se someten al Estado. En fin, los que están
circunscritos a un proyecto moderno de nación.

Ahora bien, es evidente que el autor de la caricatura, Alfredo Greñas, emitió una
crítica a todo este anquilosado sistema de pensamiento y a esta forma de hacer y
vivir la política y la patria. El ave que se presenta en la parte superior del escudo
no es majestuosa, por el contrario, parece un animal de rapiña dispuesto a
devorar. Puede ser un reflejo fidedigno de los políticos que durante el siglo XIX no
dudaron en cambiar de bando al amaño de los intereses particulares. Ergo, no
representan ideales magnánimos, solo fines individuales que se escondían detrás
de la apariencia de los héroes de unos valores universales: bien común, libertad,
orden, entro otros.

Siguiendo esa línea de ideas, la leyenda que yace en las garras del animal de
rapiña reza: “Ni orden, ni libertad”. Nada que resulte muy sorprendente, teniendo
en cuenta medidas que se adoptaron durante la Regeneración como una gran
censura a la prensa, la negación de la participación de otros grupos en la esfera
política (incluso dentro de la misma coalición del partido conservador), el
monopolio educativo que descansaba en la mano de la Iglesia católica (que no
solo iba dirigido a la formulación de los programas educativos, sino al
nombramiento de profesores, y a la prohibición de libros y textos de toda clase).

Ahora bien, la figura que aparece en lugar de los cuernos de la abundancia me


resulta algo difusa. Puede ser una crítica al centralismo, que se veía como un
lastre para el progreso de las regiones en particular. Asimismo, puede estar
dirigido a la organización de una economía de carácter proteccionista que vio
como un atavismo al comercio y a la inversión extrajera. Sin embargo, he de
señalar que son conjeturas, por lo que me tomo la libertad de redactar este párrafo
en un lenguaje nada técnico.

Otro elemento que resalta a la vista, es la bandera nacional convertida en


harapos. Debe hacerse hincapié en que el proyecto llevado a cabo por Núñez y
Caro, tuvo como uno de sus asuntos principales sujetar hasta los lugares más
recónditos de la geografía nacional a este proyecto de ciudadanía y nación. Sería
válido aseverar que, a lo mejor, existieron grupos humanos bastante reacios a
esta iniciativa. Aún para 1887, San Ezequiel Moreno hablaba de bautizos en masa
en lo que se conoce hoy en día como los Llanos Orientales.

2. El monstruo de la Regeneración

Autor: Darío Gaitán

Año: 1898.

Para la reflexión sobre esta caricatura, será preciso iniciar con un texto de Miguel
Antonio Caro:

Libre, así para determinarse, tiene el hombre, sin embargo, alrededor de la


voluntad dos clases de principios motores: los instintivos o móviles y los
intelectuales o motivos. Cuando concurren los unos y los otros puede
acontecer una de dos cosas: o que aquéllos se sobrepongan por asalto y el
más fuerte arrastre nuestra naturaleza, lo cual puede acontecer iniciándose
o durante la deliberación; o que ésta mediante la voluntad determine la
acción, Este segundo caso supone la reducción de todas las fuerzas
concurrentes a una sola clase, a la de existencias ideales o motivos; porque
la pasión no existe en la región intelectual, ni puede caer bajo el dominio de
la razón sino en la forma de idea. (Caro en Jaramillo Uribe, p.461)

Esta afirmación lo que permite elucidar es que, evidentemente, la concepción


regeneradora no sólo se intentó inmiscuir en los grandes circuitos institucionales
de la alta esfera política, sino que, además, jugó un rol activo tratando de moldear
el modus operandi de las personas en la vida cotidiana.

Para Miguel Antonio Caro (a diferencia de los economistas políticos liberales), la


experiencia vivencial del ser humano no estaba delimitada por el mero ejercicio y
puesta en escena de la voluntad. Había unos ideales innegociables que acercaban
a la virtud suprema. Se podría inferir que es una vuelta a la visión socrática de la
ética.

El monstruo de la Regeneración es que vela, supervisa, y fiscaliza todos los


ámbitos de la vida.

3. Una coraza en vez de una corona

Autor: Alfredo Greñas

Publicación: El Barbero

Año: 1892.

Como ya se ha señalado anteriormente, una de las consignas del proyecto llevado


a cabo en 1886 fue una vuelta hacia los valores y las tradiciones propias de la
hispanidad. Se planteó como un mundo hermético, signado sobre una tradición
artificialmente formulada que realizó la retrospección hacia el legado colonial.

La corona que se le está imponiendo a Miguel Antonio Caro puede ser la


representación de esa venia que se rinde ante el pasado peninsular (el caso de
Lucas Alamán en México también es paradigmático en este aspecto y valdría la
pena reflexionarse en un trabajo comparativo). Asimismo, al otro lado del Atlántico,
la corona española estaba recrudeciendo su actitud conservadora, quizá como
reflejo de un temor que se fue gestando con la pérdida de sus últimos resquicios
imperiales.

Sin embargo, la corona no es de oro, no tiene incrustadas joyas, valor material


parece nulo. A le mejor ello hace alusión a las condiciones muy sui generis sobre
las que se intentaron implantar estos modelos hispanos: un territorio que no
necesariamente reflejaba opulencia material, ni si quiera de acercaba en la
práctica a los ideales que se habían planteado y sobre los cuales diseñó su carta
guía.

4. Independencia de Panamá

Autor: Dario Gaitán

Publicación: Mefistófeles

Año: 1904.

Esta imagen presenta una doble vía, en primer lugar, se ve a un gobierno central
ocupado en otros asuntos, probablemente atendiendo los problemas de una élite
capitalina que tenía como pretensión expandir sus formas de operar sobre los
demás centros urbanos del territorio nacional, ya desgastado por la cruenta guerra
de los mil días. Por otro lado, se ve la amenaza yanqui, que desde el siglo XIX
viene dando visos de una buena voluntad armada y cimentada en los principios de
la fuerza.

De un lado, una política nacional ya desgastada por los oprobios generados hacia
el interior. Que había visto las máximas expresiones de maldad y crueldad
después dela exclusión sistemática de varios agentes en el plano de la política, a
la cual el proceso de industrialización había agarrado ya cansada de los funestos
desenlaces que recorrieron las latitudes del territorio nacional. Por la otra esquina,
el Destino Manifiesto se presentó como el paradigma a seguir en materia de
liberad, modernización, industria, pero como un agente al que había que temer.
Colombia era mujer, una fémina de principios del siglo XX que necesitaba la tutela
paternalista de un hombre viril que demostraba su fuerza en el despliegue
irremediable de fuerzas militares, y de fuerzas económicas.

5. El sueño de un candidato

Autor: Alfredo Greñas

Publicación: El Zancudo

Año: 1891.
Para el análisis de esta imagen, vale la pena acercarse de primera mano a la obra
de Miguel Antonio Caro:

El de ayudar a la Academia madre en esta tarea provechosa, cooperando


con sus hermanas, fundadas ya o por fundar, a que conserve su hermosa
unidad, la lengua española en ambos continentes. Propónese, por tanto
nuestra academia estudiar el establecimiento y las vicisitudes del idioma en
la nación colombiana, y honrar la memoria de los varones insignes que en
ella lo cultivaron con decoro en épocas pasadas, ya fuesen venidos de la
península, ya nacidos en el país, redimiendo a un ingrato olvido las noticias
concernientes a sus vidas, que sea dable adquirir, no menos que sus
principales obras. Hasta donde alcancen sus facultades, ella desea ilustrar
la historia de la literatura patria, y cooperar a la formación de la biblioteca
completa de nuestros escritores ilustres. (Caro, 1953, pp.93-94)

La crítica que subyace a todo ese simbolismo que trae a colación elementos, por
así llamarlos, “arcaicos”, radica en señalar a esa recuperación de los valores
ancestrales como una forma de dominio y coerción que puede traducirse hasta en
violencia física. Miguel Antonio Caro es un rey cómodo, que ha implantado unas
formas de ver la vida que resultan “incómodas”, o “premodernas”. Caro vería en
Madrid y la Santa Sede a los pináculos de la civilización. A continuación se
evidenciará esto:

ARTICULO 1°. La Religión Católica, Apostólica y Romana, es la de


Colombia; los poderes públicos la reconocen como elemento esencial del
orden social, se obligan a protegerla y hacerla respetar, lo mismo que a sus
ministros, conservándola a la vez en el pleno goce de sus derechos y
prerrogativas. (Concordato, 1887)

6. La dualidad del Tío Sam

Autor: Pepe Gómez

Publicación: Bogotá cómico

Año: 1917.
De la crítica cultural a Estados Unidos, se pasa a un antiimperialismo ya
sea nacional o latinoamericano. En consecuencia, y por primera vez en la
historia latinoamericana, el nacionalismo logró, de alguna manera movilizar
a las masas. Este nacionalismo económico, (tal como se presenta por
primera vez en la revolución mexicana de 1910-1917), propaga la idea de
un Estado nacional-revolucionario. Así pues, el nacionalismo se transforma
en una ideología emancipadora. Partidos nacional-revolucionarios, pasan a
formar parte de sus más importantes propagandistas. Se trataba de
alcanzar una “segunda independencia nacional”; en otras palabras, a la
independencia política formal de comienzos del siglo XIX, debía seguir
ahora la independencia económica con respecto al imperialismo de Estados
Unidos, según se desprendía de esta nueva tendencia. (Morales Manzur,
2016, p.133)

Las naciones en América Latina intentaron crear economías nacionales fuertes


durante las dos primeras décadas del siglo XX. Esta iniciativa se llevó a cabo por
la consolidación de la industria, la proletarización de las ciudades (debido a la gran
masa que se movía desde las zonas rurales), la tecnificación del campo (en
Colombia el caso del café fue un aliciente para el movimiento de capital hacia
centros urbanos y comerciales y la nutrición de una incipiente industria), y, en fin,
la gradual conversión de la política en un fenómeno de masas.

La imagen muestra una cara del imperialismo amable, dispuesta a la inversión,


como cultora del nuevo carácter de la civilización occidental capitalista, sobre un
ideal burgués y liberal, se entiende muy bien con las élites que ya había tenido
coqueteos con la “Gran Manzana” desde el siglo XIX. Por la ora cara, se puede
observar a un Tío Sam tiránico, que oprime al campesino, que interviene
militarmente que, en territorio latinoamericano, lleva imponiendo dictadores de
opereta a gusto, que extrae recursos descaradamente.

7. Horizontes políticos

Autor: Pepe Gómez


Año: 1921.

Esta imagen se circunscribe al espacio temporal de la presidencia de Marco Fidel


Suárez. Es bien sabido que las políticas de relaciones exteriores por parte del
oriundo de Hatoviejo (hoy en día Bello), estaban dirigidas a brindarle una serie de
prerrogativas a los Estados Unidos, pues estos eran ejemplo de avance, de
modernidad, de industria y de ciencia y técnica puestas al servicio de a la
economía:

…el norte de nuestra política exterior debe estar allá, en esa poderosa
nación que más que ninguna otra ejerce decisiva atracción respecto de
todos los pueblos de América. Si nuestra conducta hubiera de tener un
lema que condensase esa aspiración y esa vigilancia, él podría ser respice
polum, es decir, no perdamos de vista nuestras relaciones con la gran
confederación del norte. (Suárez, 1955, p.163).

BIBLIOGRAFÍA:

Caro, Miguel Antonio (1952) Ideario hispánico. Bogotá: editorial Cosmos.

Groot, José Manuel. (1889) Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada.


Bogotá: casa editorial de M. Rivas.

Jaramillo Uribe, Jaime. (1996) El pensamiento colombiano en el siglo XIX. Bogotá:


editorial Planeta.

Morales Manzur, Juan Carlos. (2016) “El antiimperialismo latinoamericano y sus


aportes a las ideas de unidad continental”. En Espacio Abierto, vol. 25, núm.
1, enero-marzo, 2016, pp. 121-147 Universidad del Zulia Maracaibo,
Venezuela

Renan, Ernst. (1882) ¿Qué es una nación?. URL:


http://enp4.unam.mx/amc/libro_munioz_cota/libro/cap4/lec01_renanqueesu
nanacion.pdf Fecha de consulta: 5 de abril de 2017.

Suárez, Marco Fidel (1955) Doctrinas internacionales, Bogotá: Imprenta nacional

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