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Antropología Filosófica
Cátedra: José Fliguer Junio 2014
Hobbes:
El hombre forma parte de la naturaleza y se comporta, corporal y psíquicamente, como
se comportan todos los cuerpos de la naturaleza: en un movimiento continuo fundado en
las leyes del movimiento. No existe, en este sentido, nada que no sea corpóreo y por lo
tanto no existe distinción entre res cogitans y res extensa, sino un materialismo apoyado
en las sensaciones, esto es, en la capacidad de ser afectado en los sentidos por el mundo
que nos rodea y del cual formamos parte, de acuerdo a las leyes de la física que ahora
incluye al hombre (la física no es ciencia separada del hombre como podría ser para
Galileo o Descartes). Si existe una sustancia que piensa es porque piensa con el cuerpo,
sin prescindir de él. La sensación es el nexo que nos une con la naturaleza. Materialismo
y mecanicismo irreductible. Así, el sujeto se manifiesta, como dijimos, a partir de la
sensación pero también de la imaginación y las pasiones. La primera como un caso de
sensación “que decae”, esto es, en constante proceso de debilitamiento, solo sustentable
por la ley de inercia. La segunda explicable solo por un cuerpo dotado de sensibilidad
(contrariamente a Descartes donde el alma jugaba un papel activo en conjunción con la
teoría de los espíritus animales) que mecánicamente se mueve voluntaria o
involuntariamente teniendo como fuente el corazón.. La mente sola no crea nada. Este
naturalismo hace que toda explicación del hombre sea a través de la ciencias que se
ocupan de los minerales, las plantas y los animales.
Hobbes intenta crear una ciencia política a partir de una antropología negativa: el
hombre es esencialmente egoísta. Racionalizar el egoísmo es el objetivo de la
construcción de un Estado. La convivencia en sociedad no puede justificarse
históricamente por la propia “condición natural” del hombre. Somos parte de la
naturaleza y naturalmente vivimos juntos pero es necesario establecer reglas de
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Locke
Locke adhería a la teoría corpuscular que se estaba desarrollando en su época: el
hombre y el mundo está constituido por partículas cuyas cualidades nos son
desconocidas (cualidades primarias). Asimismo las percepciones de nuestros sentidos
son recepcionadas secundariamente constituyendo un nuevo tipo de cualidad ya sin
mediaciones pero que Locke intuye que informan cierta noticia referida a las primarias
y por lo tanto a la posibilidad no comprobable de existencia de objetos (escepticismo).
A las cualidades secundarias accedemos por cierto impulso y potencia que las primarias
generan. Mentalmente todas estas partículas las traducimos en ideas simples que nuestra
mente recepciona por experiencia siempre de manera original (noción de tabula rasa) y
con cuyo contenido es capaz de producir otras ideas (complejas) constituyéndose así
una mente de base atomística con posibilidad de producir ideas abstractas. Cuando se
habla de ideas abstractas, tal como lo hace Locke, se habla de ideas cuya producción es
factible de dos maneras: a) abstrayendo, de un cuerpo complejo en cualidades o modos,
lo que queda luego de separar estas cualidades o modos del objeto percibido; b)
abstrayendo cualidades o modos comunes a varios objetos definiendo así una idea
autónoma que expresa aquello en que las cualidades o modos de los objetos participan.
Locke va a sostener que las ideas abstractas cobran “realidad” en el lenguaje, como
signo de aquello que representan. El mecanismo a partir del cual una idea abstracta se
encarna en el lenguaje, esto es, produce un signo, es la maduración y la adquisición del
hábito en su uso por parte del adulto mayor racional. Este signo parecería que posee un
contenido puramente mental y que expresa la diferencia específica que nos separa de las
bestias: las bestias son incapaces de producir ideas abstractas y por ende de poseer un
lenguaje que signifique. Según Locke el proceso de adquisición de ideas abstractas es
arduo y complejo. Caso contrario se utilizarían como recurso desde la niñez. Locke
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Hume
Así como en Hobbes y el Locke el interés sobre qué es el hombre no impedía mirar de
reojo la evolución de las ciencias naturales incluso para tomar prestadas categorías de
análisis, supuestos o el lenguaje, en Hume vemos el esfuerzo decidido por fijar una
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“ciencia del hombre” cuya premisa principal es la existencia de una naturaleza humana
basada en el entendimiento y las pasiones.
Respecto al entendimiento Hume propone una radicalización de la tesis empirista: toda
idea debe tener una impresión en los sentidos cuya única fuente es la experiencia. A
cada concepto, a cada noción se le exigirá, como credencial habilitante, una impresión.
Todas las críticas a las nociones de sustancia e identidad personal están basadas en qué
impresión explica o fundamenta la existencia de tales nociones. Más aún: el principio de
causalidad mismo (conexión necesaria entre una causa y un efecto) debe someterse a
este exámen y explicar a qué impresión corresponde darle fundamento. Con la
impugnación del principio de causalidad llega a sostener la tesis de la suspensión de la
existencia del mundo para imponerse, como programa, indagar sobre sus condiciones de
posibilidad. Que el mundo tengo cierta presencia constante o que determinados hechos
sean esperables después de tales otros, se explican por la experiencia y, con el paso del
tiempo, el hábito: en el momento cero de cualquier evento no tenemos manera de
predecir sus efectos.
La psicología humana se basa en su principio de asociación de ideas simples (similitud,
contigüidad, causa-efecto) para cuyo fundamento no tuvo respuestas. Algunos
intérpretes se animan a definirla por analogía a la ley física de atracción gravitatoria.
La preocupación por las condiciones de posibilidad de la existencia del mundo, con su
consiguiente suspensión, definen el pensamiento de Hume como un fenomenismo, esto
es, solo a través de las facultades de la mente podemos organizar lo que percibimos en
nuestros sentidos, pero como no podemos justificar la existencia de un correlato
objetivo de cada impresión en nuestra mente queda excluida cualquier noción de
representación (al estilo Locke, para quien había un correlato objetivo real más allá que
el mismo nos sea inaccesible).
El yo como identidad personal sufre el mismo análisis y crítica: desde el punto de vista
gnoseológico no existe una impresión correspondiente a un yo (mío) que pueda
fundamentar cierta continuidad en el tiempo. Somos un haz de percepciones múltiples y
cambiantes que aparecen y desaparecen como los actores actuando en el escenario de un
teatro por lo tanto lo menos parecido a un sustancia (ficción).
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Ahora bien, respecto a las pasiones debemos decir que se explican por una impresión no
originaria sino secundaria. Y Hume aquí define un cambio importante porque para las
pasiones cobrará relevancia la continuidad de ideas e impresiones pero en una
conciencia íntima lo cual indica la existencia de un punto de referencia inexistente en el
“yo gnoseológico”. Las principales pasiones son el orgullo y la humildad que tienen una
causa secundaria en la fama, esto es, la opinión de los demás que, a su vez, tiene como
raíz la simpatía, fundamento de la sociabilidad.
Finalmente, el sujeto moral en Hume es, contrariamente al del entendimiento, optimista,
el hombre es concebido como virtuoso ya que del ser (escéptico) no puede derivarse el
deber-ser.
Exponga los principales ejes del debate entre Chomsky y Foucault alrededor del
concepto de naturaleza humana. Fundamente una opinión propia sobre el debate.
Chomsky toma como excluyente la facultad del lenguaje como característica distintiva
del hombre y ubica en este punto la noción de “naturaleza humana”. Esta característica
es meta-histórica, esto es, intemporal o invariante. La describe como aquello que facilita
o fundamenta la emergencia de una lengua local en un momento de la maduración de
los niños, y que explosiona de manera geométrica e inconmensurable respecto a la poca
o escasa información de que dispone el pequeño hasta el momento de esa experiencia.
A este proceso Chomsky lo denomina creativo, esto es, la actualización de un potencial
que llama innato, constitutivo de la estructura psíquica del individuo y que aflora
manifestando un infinito rango de acciones, conexiones y relaciones de pensamientos a
través del lenguaje.
Foucault rechaza la noción de naturaleza humana poniendo acento en los procesos
históricos (modos de producción, instituciones educativas, médicas, carcelarias,
estatales en general) que determinan el sentido de los actos, cosmovisiones, modos de
pensar y conductas del hombre que cambian a lo largo del tiempo. La noción de
naturaleza siempre está circunscripta a (o es un producto de) una relación de poder
contingente sustentada por una trama discursiva de exclusiones (externas o internas al
propio discurso) y condiciones de su utilización restrictivas para acceder al
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3 Resulta confuso el uso de las nociones de bíos y zoé que hace Lem.
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