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En este primer fascículo de esta nueva sección trataré a grosso modo los sistemas político-
económicos más celebres con la intención de introducir a todos los lectores y de diferenciar los
dos sistemas por antonomasia: Comunismo y Capitalismo. Considero pertinente que, antes de
explicar el funcionamiento del sistema, dedique unos párrafos a defenderlo y argumentar por
qué es el mejor en la actualidad.
Desde que el hombre es hombre, ha manejado los recursos disponibles, la tecnología y las
personas con el fin de generar los máximos beneficios al conjunto de los individuos existentes.
También el máximo bienestar. Como sucede en todos los ámbitos, el nacimiento de una teoría
prístina implica imperfección; ella, al principio, nunca llega a encajar en su totalidad con la
naturaleza humana. En consecuencia, irá evolucionando en el tiempo y en el espacio y, así, se
perfeccionará cada vez más. En otras palabras: una teoría humana no se amolda
completamente al hombre a priori, sino a posteriori.
Para comprender absolutamente todas las entregas de esta sección, debemos adentrarnos,
aunque sea superficialmente, en conceptos filosóficos. Existen dos variantes de teorías. Las
teorías que se idean de forma práctica, es decir, las que se amoldan en mayor medida a la
naturaleza del hombre y, además, éste es su objetivo primordial. El otro tipo de teorías son las
que se idean aisladamente del espacio y del tiempo; las que se piensan en términos absolutos.
Las que nacen desde una hoja completamente en blanco. En definitiva: a la hora de teorizar
podemos hacerlo en términos condicionados (ponderando las circunstancias) o en término
incondicionados (buscando una teoría ideal que, por definición, es irrealizable). Para generar
un mayor grado de comprensión esgrimiré el siguiente ejemplo. Los pintores realistas son los
que crean una obra de arte calcando la realidad; igual que hacen los ideólogos prácticos. Los
pintores surrealistas son los que crean un cuadro desde la nada, sin ayudarse de la realidad;
como hacen los ideólogos idealistas.
Sin embargo, hay un aspecto que puede perjudicar a los idealistas. Que, al no poder ponerse
en práctica, no puede perfeccionarse ni mucho menos evolucionar. Los cuadros realistas
pueden parangonarse con la realidad y, así, valorar el nivel del cuadro. En cambio, los
surrealistas no guardan ninguna relación con la realidad y, ello, hace muy difícil la valoración.
El Capitalismo podemos incluirlo en las teorías prácticas, que juegan con las variables actuales,
para organizar la sociedad de la mejor forma posible. Pone sobre la mesa los datos actuales y,
con ellos, se crea el sistema económico. Por este motivo, el Capitalismo puede llevarse a la
práctica.
Por otra parte, hay que tener en cuenta, siempre que se teoriza sobre sistemas económicos,
sin son aplicables o no y cuándo. De forma que, el teorizante, junto a su teoría, debe explicitar
las variables tiempo de aplicación y lugar. Es cierto que el porvenir es incierto; que el futuro es
impredecible; que, neurocientíficamente, el futuro se construye reorganizando retales del
pasado. De ahí que el espacio y el tiempo en el que se puedan aplicar las teorías
incondicionadas sean tan difíciles de descifrar. Pese a todo ello, Karl Marx se atrevió y afirmó
cuándo el comunismo se aplicaría y, por eso, hay que ovacionarlo. Eso es toda una proeza.
¡Qué futurólogo!
No obstante, esta posibilidad podría darse. De modo que no debemos obviar las palabras de
Marx: el Comunismo será una realidad en el cenit de la humanidad, cuando ella ni siquiera
necesite el Estado para su autoorganización y precedido por otros sistemas económicos. Lo
dicho: el hombre se adapta a la teoría, no al contrario.
Por otro lado, el sistema práctico más importante, el Capitalismo, tiene en cuenta todos y cada
uno de los aspectos humanos. De manera que también evolucionará con el hombre. Y, de
cumplirse el vaticinio de Marx, el Capitalismo pordría coincidir con el Comunismo. Este sistema
nace desde, por y para la sociedad. Por ejemplo, en el ensayo científico El gen egoísta
podemos corroborar como toda mente humana es egoísta por naturaleza, por muy altruista
que pueda parecer, y que eso es muy bueno. Hasta Teresa de Calcuta lo era. Los padres cuidan
a sus hijos porque eso les genera un beneficio personal, de lo contrario se sentirán mal:
egoísmo razonable. “Para saber decir yo te quiero, primero hay que saber decir yo” decía Ayn
Rand.