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REFLEXIÓN “AMAR LA VIDA”

Los monólogos de la protagonista invitan a una profunda reflexión sobre el impacto del
diagnóstico, la comunicación médico-paciente (a veces convertida en des-comunicación), el
aprendizaje del sufrimiento, la soledad, las paradojas de los tratamientos, la deshumanización
de la medicina actual, el exceso de pruebas diagnósticas, la falta de intimidad, el ensañamiento
terapéutico, la necesidad de cariño y bondad de los profesionales que le atienden. Es una dura
crítica al sistema sanitario y a sus profesionales, donde el personal de enfermería queda algo
mejor parado por su papel fundamental como cuidadores. Ella misma también hace autocrítica
de su vida, pues pensaba que cultivando exclusivamente la racionalidad podría salir adelante.
Se da cuenta que no es así, y concluye que lo importante que es la “inteligencia emocional”.
Descubre que el cultivar las emociones lejos de parecer “cursi”, se hace imprescindible. En esos
momentos se precisa esencia, sencillez, simplicidad. Es lo que realmente nos hace felices,
completos.

En cuanto al tratamiento, a nuestra protagonista sólo le queda una opción: quimioterapia


experimental y agresiva con numerosos e indeseables efectos secundarios. En un principio, tal
vez pudiera alargar su existencia, pero con una más que dudosa calidad de vida. Así se lo advierte
el médico, antes de inducirla a firmar el consentimiento informado.

Esta película se refleja, lo que ningún sanitario o investigador debe hacer con un paciente. Claro
ejemplo de uno de los principios de la bioética “No maleficencia:” Primum nom nocere”, lo
primero no hacer daño, actuar evitando cualquier daño al paciente. Ningún profesional sanitario
deberá utilizar sus conocimientos para ocasionar perjuicios al enfermo, el balance entre los
beneficios y los riesgos de cualquier actuación médica debe ser siempre a favor de los beneficios.

Si miramos la película desde la perspectiva de la protagonista, podemos observar el proceso que


sigue el personaje desde que le comunican su enfermedad hasta el desenlace. Dicho proceso se
ajusta a las fases psicológicas por las que pasan pacientes con enfermedades terminales, según
el modelo de Kübler-Ross (Negación, ira, negociación, depresión y aceptación).

Observamos la actitud y el perfil profesional del médico frente al personaje de la enfermera.


Ambos representan modelos de comunicación diferentes, incluso contrapuestos, así como en
conceptos del dolor, el médico utiliza muchos tecnicismos y entendibles y con una actitud fría,
frente a la enfermera que es una muestra de empatía en todo momento, no le pregunta si tiene
dolores, ya que da por hecho esos dolores. Se preocupa por ella en todo momento, actuada de
manera adecuada, empatizando y hablando con ella. Le explica las cosas que van ocurriendo a
Vivian, como la enfermedad se ha ido extendiendo. Le ofrece su apoyo y ayuda. Acude
periódicamente q ver como se encuentra y se ofrece para avisar a alguien de que está ahí, o que
si quiere comer algo. Es asertiva con la paciente. Además, muestra contacto con ella
acariciándole la mano. En alguna ocasión le dice que entiende que “lo que estas pasando es muy
duro”. Una escena en la que se ve la asertividad, el contacto con ella es comiéndose ambas un
helado, que Susi explica a Vivian la idea de ser reanimarle o no cuando su corazón deje de latir.
Le da la oportunidad de elegir y acepta sus decisiones.

La protagonista analiza su vida pasada desde el primer día que tiene conocimiento de su
enfermedad. Observando las escenas en las que hace flashback de su vida, las actitudes que
caracterizan sus actos y cómo a lo largo de la película va transformando la percepción de sí
misma.
A modo de conclusión, podemos resaltar que el trato al paciente sano o enfermo es un pilar
fundamental ya que muchas veces esto depende de su mejoría, debemos aplicar los principios
de la bioética ya que el personal de salud está para velar por la integridad y salud del paciente
mas no para experimentar con ellos ni hacer investigaciones experimentales que pongan en
riesgo su salud obteniendo beneficios propios con fines de lucro. Además, el personal de salud
debe aplicar la empatía, la inteligencia emocional y las habilidades sociales para trasmitirlas
mediante un trato óptimo al paciente. Recordemos que no basta con tener muchos
conocimientos en nuestro cerebro si no el saber trasmitirlos y aplicarlos en beneficencia de los
demás no para intereses propios.

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