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Una monja de clausura le dice a la novicia: seis Papas. Indicándole a la joven que ella es
mucho mayor en edad, veterana en el monasterio y aparentemente conocedora a fondo
de la vida religiosa.
Un seminarista de 32 años con vasta experiencia laboral, espiritual y pastoral llega a una
parroquia de barriadas para cubrir al sacerdote que sale de vacaciones por un mes, y un
ministro vestido con alba y cíngulo de la misma comunidad le dice al candidato al
sacerdocio de termino: usted ve este cíngulo, hace treinta años que lo uso en este altar.
A este tipo de cosas tuvo que enfrentarse el futuro santo en cuestión a partir de su
decisión de ingresar al seminario hasta el día de su muerte como obispo de Roma,
sucesor de San Pedro y San Pablo. Por eso le llamamos el Mártir de la Iglesia.
40 años de su muerte.
El Papa Francisco en el Ángelus del Domingo 5 de agosto recordó que a esas horas,
hace 40 años Pablo VI agonizaba. Aun así se levanto a recibir al primer ministro italiano
y la eucaristía le celebro desde su cama con problemas de artrosis, respiratorios,
cardiovasculares otros tantos más que lo aquejaron durante su vida.
6 de agosto, fiesta de la Transfiguración del Señor del 1978 muere Giovanni Battista
Enrico Antonio Montini. Fecha clave en la vida de Pablo VI. El 6 de agosto de 1964
habia publicado su programa de gobierno: la encíclica Ecclesiam Suam. Su Iglesia. No
Iglesia propiedad del Papa, ni los obispos, ni los curas, ni de nadie. La Iglesia de
Jesucristo: Su Iglesia.
Anuncia que la Iglesia existe no para condenar a los demás, sino las malas acciones. Su
oficio es dialogar para anunciar a Jesucristo, acercarse a todos. No desde un pedestal,
sino de igual a igual. La Buena Noticia del Evangelio es su norte, y lo comunica a
todos, especialmente a quienes en otro tiempo hubo distancia e incluso agresión de parte
y parte:
Los cristianos de otras ramas con el sueño posible de la tan anhelada unidad en la
diversidad y
La mutua colaboración por el bien de todos con los hombres de buena voluntad.
Esta postura le acarreo un sin número de críticas, que en el pasado le habían costado su
destierro después de 20 años de laborar al lado del Papa Pio XI y Pio XII en la secretaria
de estado del Vaticano.
Simplemente seguía la línea de su antecesor, San Juan XXIII, quien le señaló como su
primer cardenal.
26 de septiembre es el día de su nacimiento y de su memoria a celebrar en la misa.
De familia de muy buena posición social, del norte de Italia, con mentalidad amplia del
mundo, intelectuales, abogados, médicos, periodistas, políticos. Segundo de tres
hermanos, perteneció a una familia que no les gustaban los extremos: ni ultraderechistas
ni marxistas. El equilibrio moderado del centro: libertad y responsabilidad.
Destacar que asumir el reto, un joven con todas las comodidades, un ambiente familiar
dedicado en exclusividad a los tres hermanos. Una madre disponible para ellos a toda
hora, junto a padre que le rodeaban de lo mejor de la intelectualidad de su época. Las
figuras de mayor incidencia social visitaban con frecuencia la casa de los Montini, era
una verdadera vocación.
Pero la salud del joven no pudo resistir el frio del seminario, la austeridad de la pequeña
habitación asignada, las comidas limitadas y un ambiente poco familiar. Si destaco
sobremanera en la práctica espiritual y en el ámbito académico lo que le valió junto a la
petición de sus padres, grandes colaboradores de la Iglesia Diocesana de Brescia, el
poder realizar los estudios en su propia casa.
Tres doctorados cursó el débil neopresbitero. Cosa habitual entre los ambientes
familiares y sociales de donde provenía Montini.
Intento de cumplir las misiones a las que fue destinado fuera de su zona de confort y
que no pudo afrontar por mucho tiempo, si dejando huellas de laboriosidad y dedicación
en cada una de ellas.
Intensa vida apostólica y laboral de vuelta a Roma. Pocas horas de sueño, largas horas
de trabajos varios como profesor, conciliario, presbiterio y subalterno de superiores que
no le miraban con tan buenos ojos, le daban grandes cargas de asignaciones a cumplir y
querían mantenerle a distancia por su postura avanzada para aquella época de estudio
incesante, apertura a mentalidad del la mundo moderno y su manifiesta fidelidad a las
tres palomas blancas de la fe católica:
La Eucaristía,
La Virgen María y
El Papa.
Todo esto a pesar de que su propio cuerpo no le ayudaba mucho.
Al final del camino ocurrió con Montini aquello lo de los dos párrocos jesuitas: El
primero de mayor edad, evangelizo mucho y el sucesor fue un gran administrador quien
critico mucho a su hermano de congregación religiosa por la forma en que condujo
aquella parroquia. Al cabo de los años mueren ambos con poco tiempo de diferencia, y
ambos están enterrados uno al lado del otro en el cementerio de Manresa.
El cardenal Ratti, Pio XI, el cardenal Pacelli, Pio XII, el cardenal Montini, Pablo VI y el
cardenal Ratizinger, Benedicto XVI estaban señalados como favoritos antes de entrar al
conclave por su idoneidad para conducir la Iglesia en momentos determinados.
Esta máxima cardenalicia no siempre ha sido una constante. Primero hemos de decir
que todos los Papas desde el siglo XIX ha sido hombres destacados. A diferencia de
otros siglos, la obra de los Papas de este periodo a la fecha les hace candidatos a todos
ellos a los altares.
Los trapos sucios se lavan en casa, antes que los restrieguen en la cara por no lavarlos a
tiempo. Pero se cuelgan en el patio para que les dé el sol, se airee bien la ropa y se le
quiten las arrugas. Sabiduría popular y campesina, nos advierte la manera de tratar los
actuales problemas intraeclesiales.
Lo dicho no exceptúa a Montini que por su apertura a la modernidad tuvo que ser
enviado a Milán, una de las diócesis más importantes del mundo. Nueve años de
arzobispo, y sin ser nombrado cardenal como era costumbre tanto para su rango en el
Vaticano como para la sede que fue asignado.
Ordenado obispo en la misma basílica de San Pedro por el decano del colegio de
cardenales Tisserant, ceremonia seguida por Pio XII desde cerca.
Misión por toda la arquidiócesis de San Ambrosio y San Carlos Borromeo, involucrada
toda la Iglesia en dicha actividad, Papa, cardenales, obispos y todo el mundo de la
cultura.
Construcción de 153 parroquias, especialmente para los sectores populares que asistían
a un crecimiento sin control ni regulación por parte de las autoridades milanesas de las
zonas periféricas de aquella gran urbe. Un verdadero drama el crecimiento de los
tugurios en que vivía la mayor parte de la población de una de las zonas más prosperas
de Italia.
Acompañamiento frecuente y cercano a los presos, los enfermos, los damnificados, los
inmigrantes, los proletarios y otros pobres celebrando con ellos el 25 de diciembre y
otras fechas destacadas de la fe cristiana. Su empeño era la construcción de viviendas
para estas personas infelices y las condiciones laborales más humanas en una ciudad de
alta gama empresarial pero deplorable condiciones salariales y laborales para los
obreros.
San Juan XXIII le envía a misiones a África, Estados Unidos y Brasil. Ya como joven
secretario del Papa había realizado misiones nada sencillas a lo largo de Europa. De
manera que descubre la necesidad de la cercanía de los pastores de la Iglesia con el
pueblo y su situación actualizada de primera mano.
La etapa preparatoria e inicial del Concilio Vaticano II fue para el cardenal Montini la
cristalización universal de aquello que él venía realizando en su arquidiócesis:
La liturgia actualizada como pedía Pio XII en la encíclica Mediator Dei, celebración del
Triduo Pascual que introdujo dicho Papa, la celebración de partes de la Misa en lengua
vernácula sin excluir jamás el Latín de las oraciones centrales y el aumento de manera
más que notoria de la iniciación cristiana de miles y miles de niños jóvenes en los
sacramentos, así como la participación de todos los bautizados en la confesión y
comunión dominical.
A viva voz fue la elección del cardenal Montini en el conclave tras la muerte del Papa
Roncalli. Elegido para realizar, concluir y aplicar el Concilio Vaticano II. ¿De qué
manera lo hizo? Después de la segunda sesión del Concilio y antes de la tercera, antes
de publicar su programa de gobierno realiza el signo de ser:
Primer Papa viajero fuera de Europa de la historia a los continentes. Primer Papa que
visita el mundo musulmán en medio oriente, Jordania y Tierra Santa, con los judíos, y
se encuentra con los hermanos ortodoxos, sus pastores, por primera vez abrazos y
reconciliados después de mil años de mutua excomunión. Besa la tierra cada vez que
baja del avión para bendecir el lugar.
En el mismo 1964, pero en Diciembre visita la india, encuentro con el mundo de las
religiones más antiguas de la humanidad. Entre los tantos signos y gestos que realizaba
destacamos la donación del vehículo en que se transportaba para ser vendido y usado
dicho dinero para las obras de caridad de la hoy Santa Teresa de Calcuta con quien se
encuentra.
En 1965 viaja a New york a la ONU, habla a la asamblea pidiendo la paz. Por eso es
llamado el Papa de la Paz porque detestaba la guerra. No podía soportar el sufrimiento
que generaba. La violencia bajo ningún aspecto entraba en sus cánones mentales y
existenciales. La eliminación de los ejércitos del Vaticano fue signo de ello. Celebra
como Papa la primera misa en América en el Yankie Stadium y vuelve al Concilio para
orientar la constitución pastoral de la Iglesia en el mundo moderno: Gaudium et Spes.
En este y muchos otros casos el Papa no fue escuchado como fue escuchado en el
Concilio cuando el asumió la autoridad que le correspondía. Después del Concilio busco
el Dialogo y el consenso, hecho este que dio espacio a contestaciones, desafíos y a
desobediencia a la autoridad papal. Todavía la humanidad está muy cruda ante la
madurez que exige el diálogo teológico, pero este es el camino de la cruz, el camino de
la transfiguración.
En 1969 viaja a África, canoniza los primeros santos mártires de dicho continente en
Uganda.
La última etapa de su vida estuvo marcada por duras críticas por parte de quienes no
aceptaban las reformas conciliares:
Citamos el hecho de que el día en que Pablo VI presidio la primera misa de la historia
en lengua vernácula moderna, primera vez concelebrada con otros sacerdotes, en el
nuevo rito, tan afín a la forma celebrada en los primeros siglos de la Iglesia en Roma, y
tan cercano al mundo protestante, en la ciudad de Roma algunas personas que no
estaban de acuerdo con estas reformas echaron en las fuentes de la ciudad tinta roja,
tiñeron las aguas y escribieron hoy se ha cometido una abominación.
Con todo esto tuvo que lidiar de una manera elegante, sin contestaciones, sin
remordimientos y siempre sopesando todo con todo el tiempo que requirió el Papa de la
gran renovación de la Iglesia conciliar declarada irreversible por el emérito Papa
Benedicto XVI.
Si se hacían cambios importantes era criticado el Papa del pueblo de Concesio por hacer
renovaciones consideradas de manera superficial como radicales, y si mantenía las
posturas tradiciones de la Iglesia de Roma era como un inmovilista.
Nunca se había visto de manera pública que cardenales como Tisserant criticaran al
Papa, desafíos como los realizados por la conferencia episcopal de todo un país con su
catecismo holandés que descartaba la aspectos de la revelación cristiana y suprimía la
apertura y preservación de la vida humana catalogándola de opcional o el caso del
arzobispo misionero en África francés ya jubilado de sus funciones pastorales, Marcel
Lefebvre, que había dedicado sus esfuerzos en la ancianidad a una fundación devocional
avalada por amplios recursos mercuriales provenientes de sectores franceses
ultraconservadores muy ligados a la inversiones de carácter colonialistas en dicho
continente.
La gran farsa es decir que la desobediencia del arzobispo misionero emérito era su
apego a la forma tridentina de celebrar la misa. Cuento chinos.
La excomunión de la fraternidad San Pio X fue retirada por el Papa Emérito Benedicto
XVI. El equilibrio litúrgico, después de décadas de desconciertos y abusos litúrgicos
que avalaban la postura de dicha agrupación, se ha generalizado.
Estos hechos llevaron a San Juan Pablo II a seguir sus pasos con el Vaticano convertido
en un centro de encuentro con todas las religiones mundiales, el mundo de la cultura y
de los jefes de estado; con la figura cada vez más cercana y humana del Papa, el cual se
declara el pecador más grande la Iglesia y el más necesitado de Jesucristo y los demás.
En no pocas décadas atrás todo esto era impensado e incluso rechazado y suprimido
cabalmente. Estos hechos llevaron a San Juan Pablo II a seguir sus pasos con el
Vaticano convertido en un centro de encuentro con todas las religiones mundiales, el
mundo de la cultura y de los jefes de estado; con la figura cada vez más cercana y
humana del Papa, el cual se declara el pecador más grande la Iglesia y el más necesitado
de Jesucristo y los demás. En no pocas décadas atrás todo esto era impensado e incluso
rechazado y suprimido cabalmente. El Papa Polaco nunca permitió que su autoridad
fuera desafiada sin abandonar su carisma de masas y de pastor universal.
La piedra de toque del pontificado de Pablo VI, la causa de su agonía en 1968 fue la
cuestión del matrimonio, la familia y la apertura a la vida.
A partir de ese momento inicio una campaña para motivar a las parejas a
sacramentalizar su unión. Al final de su estadía en aquel lugar puede decir que tuvo la
satisfacción de evangelizar y bendecir muchos matrimonios en una cultura en que
mencionarle matrimonio a muchas personas que como enseñarle la cruz al diablo.
Se ha reconocido en Pablo VI el carisma de la profecía al anunciar las consecuencias del
uso de métodos anticonceptivos en la intimidad matrimonial para impedir el nacimiento
de los frutos de la unión conyugal.
La seguridad social y las pensiones no pueden ser abandonadas porque los mayores ya
están jubilados y no hay suficientes jóvenes que trabajen. Se encuentran con frecuencia
a los viejitos muertos después de dos días en sus viviendas porque los hijos están
distancia o no hay quien los visite y atienda, y sufren las grandes soledades.
Los milagros a los que se han hecho acopio para su canonización precisamente tienen
que ver con embarazos a los que se recomendaban abortar, y con la profunda convicción
de los esposos cristianos y su suplica a la intercesión de Montini, consiguieron el
nacimiento de bebes en perfecta salud e integridad física para sus madres.
Concluimos esta primera serie con un detalle que la República Dominicana no está al
tanto.
El Padre Luis Rosario, sacerdote Salesiano, dominicano, gran promotor de siempre del
respeto a la vida humana y la no legalización del aborto es uno de los dos únicos
sacerdotes dominicanos ordenados en el 1975 por el mismo Pablo VI, en la plaza de San
Pedro, en el marco del jubileo y el sínodo de la evangelización, futuro y próximo santo
de la Iglesia Católica junto al mártir Oscar Romero de América.