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Camino a la canonización de Pablo VI y el estado de mi investigación.

Para ilustrar la vida de Pablo VI a groso modo acudimos a dos relatos:

Una monja de clausura le dice a la novicia: seis Papas. Indicándole a la joven que ella es
mucho mayor en edad, veterana en el monasterio y aparentemente conocedora a fondo
de la vida religiosa.

Un seminarista de 32 años con vasta experiencia laboral, espiritual y pastoral llega a una
parroquia de barriadas para cubrir al sacerdote que sale de vacaciones por un mes, y un
ministro vestido con alba y cíngulo de la misma comunidad le dice al candidato al
sacerdocio de termino: usted ve este cíngulo, hace treinta años que lo uso en este altar.

A este tipo de cosas tuvo que enfrentarse el futuro santo en cuestión a partir de su
decisión de ingresar al seminario hasta el día de su muerte como obispo de Roma,
sucesor de San Pedro y San Pablo. Por eso le llamamos el Mártir de la Iglesia.

40 años de su muerte.

El Papa Francisco en el Ángelus del Domingo 5 de agosto recordó que a esas horas,
hace 40 años Pablo VI agonizaba. Aun así se levanto a recibir al primer ministro italiano
y la eucaristía le celebro desde su cama con problemas de artrosis, respiratorios,
cardiovasculares otros tantos más que lo aquejaron durante su vida.

6 de agosto, fiesta de la Transfiguración del Señor del 1978 muere Giovanni Battista
Enrico Antonio Montini. Fecha clave en la vida de Pablo VI. El 6 de agosto de 1964
habia publicado su programa de gobierno: la encíclica Ecclesiam Suam. Su Iglesia. No
Iglesia propiedad del Papa, ni los obispos, ni los curas, ni de nadie. La Iglesia de
Jesucristo: Su Iglesia.

Anuncia que la Iglesia existe no para condenar a los demás, sino las malas acciones. Su
oficio es dialogar para anunciar a Jesucristo, acercarse a todos. No desde un pedestal,
sino de igual a igual. La Buena Noticia del Evangelio es su norte, y lo comunica a
todos, especialmente a quienes en otro tiempo hubo distancia e incluso agresión de parte
y parte:

Judíos, Musulmanes y todas las religiones.

Los cristianos de otras ramas con el sueño posible de la tan anhelada unidad en la
diversidad y

La mutua colaboración por el bien de todos con los hombres de buena voluntad.

Esta postura le acarreo un sin número de críticas, que en el pasado le habían costado su
destierro después de 20 años de laborar al lado del Papa Pio XI y Pio XII en la secretaria
de estado del Vaticano.

Simplemente seguía la línea de su antecesor, San Juan XXIII, quien le señaló como su
primer cardenal.
26 de septiembre es el día de su nacimiento y de su memoria a celebrar en la misa.

De familia de muy buena posición social, del norte de Italia, con mentalidad amplia del
mundo, intelectuales, abogados, médicos, periodistas, políticos. Segundo de tres
hermanos, perteneció a una familia que no les gustaban los extremos: ni ultraderechistas
ni marxistas. El equilibrio moderado del centro: libertad y responsabilidad.

La débil salud de Giovanni Battista.

Siempre fue muy enfermizo. Paradójico que experimentara el llamado a la vocación


sacerdotal de manera muy marcada en su primera comunión. Fascinado por el encuentro
con Jesucristo en el sacramento eucarístico.

Destacar que asumir el reto, un joven con todas las comodidades, un ambiente familiar
dedicado en exclusividad a los tres hermanos. Una madre disponible para ellos a toda
hora, junto a padre que le rodeaban de lo mejor de la intelectualidad de su época. Las
figuras de mayor incidencia social visitaban con frecuencia la casa de los Montini, era
una verdadera vocación.

Pero la salud del joven no pudo resistir el frio del seminario, la austeridad de la pequeña
habitación asignada, las comidas limitadas y un ambiente poco familiar. Si destaco
sobremanera en la práctica espiritual y en el ámbito académico lo que le valió junto a la
petición de sus padres, grandes colaboradores de la Iglesia Diocesana de Brescia, el
poder realizar los estudios en su propia casa.

Al tiempo de la ordenación sacerdotal el equipo del seminario envío un informe al


Obispo descartando por motivos de salud el visto bueno para Giovanni Batista. El
Obispo dijo: Vamos a ordenarlo, si muere, será sacerdote en el cielo.

Tres doctorados cursó el débil neopresbitero. Cosa habitual entre los ambientes
familiares y sociales de donde provenía Montini.

Intento de cumplir las misiones a las que fue destinado fuera de su zona de confort y
que no pudo afrontar por mucho tiempo, si dejando huellas de laboriosidad y dedicación
en cada una de ellas.

Intensa vida apostólica y laboral de vuelta a Roma. Pocas horas de sueño, largas horas
de trabajos varios como profesor, conciliario, presbiterio y subalterno de superiores que
no le miraban con tan buenos ojos, le daban grandes cargas de asignaciones a cumplir y
querían mantenerle a distancia por su postura avanzada para aquella época de estudio
incesante, apertura a mentalidad del la mundo moderno y su manifiesta fidelidad a las
tres palomas blancas de la fe católica:

La Eucaristía,

La Virgen María y

El Papa.
Todo esto a pesar de que su propio cuerpo no le ayudaba mucho.

Al final del camino ocurrió con Montini aquello lo de los dos párrocos jesuitas: El
primero de mayor edad, evangelizo mucho y el sucesor fue un gran administrador quien
critico mucho a su hermano de congregación religiosa por la forma en que condujo
aquella parroquia. Al cabo de los años mueren ambos con poco tiempo de diferencia, y
ambos están enterrados uno al lado del otro en el cementerio de Manresa.

Montini nunca se refirió de una manera despectiva o censurando a quienes le


precedieron en los servicios de las diversas secretarias del Vaticano, nunca expreso
inconformidad con sus superiores y con aquellos que públicamente le eran adversos.
Siendo Papa visitaba con frecuencia incluso sus sepulcros, y en el caso del cardenal
Pizzardo, uno de sus antiguos superiores oraba perdonándolo y pidiendo que
intercediera por él en la hora de su muerte.

El que entra Papa al conclave sale cardenal.

El cardenal Ratti, Pio XI, el cardenal Pacelli, Pio XII, el cardenal Montini, Pablo VI y el
cardenal Ratizinger, Benedicto XVI estaban señalados como favoritos antes de entrar al
conclave por su idoneidad para conducir la Iglesia en momentos determinados.

Esta máxima cardenalicia no siempre ha sido una constante. Primero hemos de decir
que todos los Papas desde el siglo XIX ha sido hombres destacados. A diferencia de
otros siglos, la obra de los Papas de este periodo a la fecha les hace candidatos a todos
ellos a los altares.

Destacamos esto porque es una constante ya que en el mundo de antigua tradición


católica Latinoamérica, en épocas en que la Iglesia Romana era preponderante, hoy en
día no es así. Ya las estadísticas en todas partes indican que la práctica sacramental es
desproporcional a la tasa poblacional y la realidad es que ya no existe en familias de
costumbres religiosas católicas, miembros de dicha familia que no sean evangélicos. Ya
lo tiempos de hegemonía y fatuo han pasado para el triunfalismo religioso.

Los trapos sucios se lavan en casa, antes que los restrieguen en la cara por no lavarlos a
tiempo. Pero se cuelgan en el patio para que les dé el sol, se airee bien la ropa y se le
quiten las arrugas. Sabiduría popular y campesina, nos advierte la manera de tratar los
actuales problemas intraeclesiales.

Lo dicho no exceptúa a Montini que por su apertura a la modernidad tuvo que ser
enviado a Milán, una de las diócesis más importantes del mundo. Nueve años de
arzobispo, y sin ser nombrado cardenal como era costumbre tanto para su rango en el
Vaticano como para la sede que fue asignado.

Ordenado obispo en la misma basílica de San Pedro por el decano del colegio de
cardenales Tisserant, ceremonia seguida por Pio XII desde cerca.
Misión por toda la arquidiócesis de San Ambrosio y San Carlos Borromeo, involucrada
toda la Iglesia en dicha actividad, Papa, cardenales, obispos y todo el mundo de la
cultura.

Construcción de 153 parroquias, especialmente para los sectores populares que asistían
a un crecimiento sin control ni regulación por parte de las autoridades milanesas de las
zonas periféricas de aquella gran urbe. Un verdadero drama el crecimiento de los
tugurios en que vivía la mayor parte de la población de una de las zonas más prosperas
de Italia.

Acompañamiento frecuente y cercano a los presos, los enfermos, los damnificados, los
inmigrantes, los proletarios y otros pobres celebrando con ellos el 25 de diciembre y
otras fechas destacadas de la fe cristiana. Su empeño era la construcción de viviendas
para estas personas infelices y las condiciones laborales más humanas en una ciudad de
alta gama empresarial pero deplorable condiciones salariales y laborales para los
obreros.

Visita y cercanía al mundo de la cultura, la educación, la industria, universidades,


parroquias, conventos, monasterios, monumentos, deportes y seminarios. Su tiempo lo
dedicaba en gran medida a inspeccionar y estar cerca de sus sacerdotes, sus seminaristas
y religioso, mejorar las condiciones en que vivían y laboraban, así como el
involucramiento de toda la sociedad en el desarrollo social de los ambientes.

Todo lo anterior le valió de manera despectiva ser llamado el Arzobispo Rojo.

Camino a la cruz del Papado.

San Juan XXIII le envía a misiones a África, Estados Unidos y Brasil. Ya como joven
secretario del Papa había realizado misiones nada sencillas a lo largo de Europa. De
manera que descubre la necesidad de la cercanía de los pastores de la Iglesia con el
pueblo y su situación actualizada de primera mano.

La etapa preparatoria e inicial del Concilio Vaticano II fue para el cardenal Montini la
cristalización universal de aquello que él venía realizando en su arquidiócesis:

La liturgia actualizada como pedía Pio XII en la encíclica Mediator Dei, celebración del
Triduo Pascual que introdujo dicho Papa, la celebración de partes de la Misa en lengua
vernácula sin excluir jamás el Latín de las oraciones centrales y el aumento de manera
más que notoria de la iniciación cristiana de miles y miles de niños jóvenes en los
sacramentos, así como la participación de todos los bautizados en la confesión y
comunión dominical.

La formación catequética, homiletica y teológica era su prioridad bajo el Espíritu de


caridad. Era su premisa de reflexión como maestro de la fe. Nunca usaba otro recurso
que no fuera la caridad evangélica más tradicional.
Llevar a todos a profundizar el amor a Jesucristo, a la Iglesia y al Papa. En ningún
momento se pudo captar un comentario en contra de algún prelado de la Iglesia y de sus
instituciones de parte de Montini. Siempre evadía a la prensa a la hora en que quería
hacer noticia sensacionalista de su no ascensión cardenalicia y pasadas situaciones
vividas al interior del Vaticano, en una época en que la crítica contra lo católico romano
iba creciendo.

Tanto en la formación personal como en el crecimiento espiritual, la actualización y los


retiros fueron fundamentales, por no decir sagrados, en el tiempo personal de Pablo VI.
El hito del año laboral del pastor eran estas dos actividades junto al contacto más
cercano que se podía tener en aquella época con los familiares y amigos: las cartas o
epistolario montiniano, que se cuentan por miles y que hoy son de inmensa valía y
ardua investigación. Entre estas cartas destacar las cientos de ellas con el Padre
Roncalli, futuro San Juan XXII.

A viva voz fue la elección del cardenal Montini en el conclave tras la muerte del Papa
Roncalli. Elegido para realizar, concluir y aplicar el Concilio Vaticano II. ¿De qué
manera lo hizo? Después de la segunda sesión del Concilio y antes de la tercera, antes
de publicar su programa de gobierno realiza el signo de ser:

Primer Papa viajero fuera de Europa de la historia a los continentes. Primer Papa que
visita el mundo musulmán en medio oriente, Jordania y Tierra Santa, con los judíos, y
se encuentra con los hermanos ortodoxos, sus pastores, por primera vez abrazos y
reconciliados después de mil años de mutua excomunión. Besa la tierra cada vez que
baja del avión para bendecir el lugar.

En el mismo 1964, pero en Diciembre visita la india, encuentro con el mundo de las
religiones más antiguas de la humanidad. Entre los tantos signos y gestos que realizaba
destacamos la donación del vehículo en que se transportaba para ser vendido y usado
dicho dinero para las obras de caridad de la hoy Santa Teresa de Calcuta con quien se
encuentra.

En 1965 viaja a New york a la ONU, habla a la asamblea pidiendo la paz. Por eso es
llamado el Papa de la Paz porque detestaba la guerra. No podía soportar el sufrimiento
que generaba. La violencia bajo ningún aspecto entraba en sus cánones mentales y
existenciales. La eliminación de los ejércitos del Vaticano fue signo de ello. Celebra
como Papa la primera misa en América en el Yankie Stadium y vuelve al Concilio para
orientar la constitución pastoral de la Iglesia en el mundo moderno: Gaudium et Spes.

En el 1968 viaja a Colombia, preside el CELAM en la Segunda Conferencia del


Episcopado Latinoamericano y del Caribe, y advierte que la violencia y la lucha de
clases no es la manera de alcanzar la liberación, sino el evangelio de Jesucristo en su
Iglesia. Los signos de eliminar los cortejos de la procesión papal, la Tiara o triple
corona papal y donar su venta para la asistencia a los pobres, la simplificación de las
vestiduras ordinarias, litúrgicas y el estilo de vida de los clérigos eran signos que Pablo
VI propuso unidos a la gran encíclica del mismo año del desarrollo de los pueblo
Populorum Pogressio eran las medios necesarios para alcanzar la paz social.

En este y muchos otros casos el Papa no fue escuchado como fue escuchado en el
Concilio cuando el asumió la autoridad que le correspondía. Después del Concilio busco
el Dialogo y el consenso, hecho este que dio espacio a contestaciones, desafíos y a
desobediencia a la autoridad papal. Todavía la humanidad está muy cruda ante la
madurez que exige el diálogo teológico, pero este es el camino de la cruz, el camino de
la transfiguración.

En 1969 viaja a África, canoniza los primeros santos mártires de dicho continente en
Uganda.

En 1970 viaja Oceanía. En Filipinas sufre un atentado de arma blanca en el aeropuerto


pero sufre solo heridas superficiales a manos de un demente que quería detenerlo por la
obra que realizaba el Papa del Dialogo Misionero. En Manilas en contra del deseo del
dictador Ferdinand Marcos y la famosa Imelda Marcos, se adentra el Papa Montini en
las barriadas más miserables de la capital oceánica con el mayor número de católicos.
Visita las casas de madera podridas infectadas por los mosquitos de las aguas contiguas
a dichas construcciones, la sobrepoblación hambrienta y recibe el cariño y el respecto de
los habitantes de aquel lugar.

Ya la salud no le permitió volver a viajar a pesar de repetidos intentos que albergo.


Operaciones, tratamientos médicos y el cuidado de sus más cercanos lo impidieron por
bien.

La última etapa de su vida estuvo marcada por duras críticas por parte de quienes no
aceptaban las reformas conciliares:

la norma de los 75 años para la renuncia de los obispos,

la creación y ordenamiento de las conferencias episcopales de obispos de cada país,

la declaración de santidad universal de todos los bautizados en el estado de vida


cristiano que asuman,

la dispensa de miles de miles de sacerdotes y religiosos de sus compromisos como


consagrados.

la creación del sínodo de obispos, órgano consultivo del Papa,

la reafirmación de la doctrina clásica del dogma cristiano: la creación, el pecado, la


existencia de Satanás, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, El Espíritu Santo, la Iglesia
y sus sacramentos, la centralidad del misterio eucarístico, la virginidad maternal de
María inmaculada asumpta, la penitencia, la comunión de los Santos, la resurrección y
la vida eterna,
el ejercicio del ecumenismo dirigido por el Papa y los pastores de la Iglesia, al igual que
el diálogo interreligioso y el saber humano inculturado.

Citamos el hecho de que el día en que Pablo VI presidio la primera misa de la historia
en lengua vernácula moderna, primera vez concelebrada con otros sacerdotes, en el
nuevo rito, tan afín a la forma celebrada en los primeros siglos de la Iglesia en Roma, y
tan cercano al mundo protestante, en la ciudad de Roma algunas personas que no
estaban de acuerdo con estas reformas echaron en las fuentes de la ciudad tinta roja,
tiñeron las aguas y escribieron hoy se ha cometido una abominación.

Con todo esto tuvo que lidiar de una manera elegante, sin contestaciones, sin
remordimientos y siempre sopesando todo con todo el tiempo que requirió el Papa de la
gran renovación de la Iglesia conciliar declarada irreversible por el emérito Papa
Benedicto XVI.

50 aniversario de la causa principal del martirio y los milagros que avalan la


canonización de Pablo VI.

Si se hacían cambios importantes era criticado el Papa del pueblo de Concesio por hacer
renovaciones consideradas de manera superficial como radicales, y si mantenía las
posturas tradiciones de la Iglesia de Roma era como un inmovilista.

Nunca se había visto de manera pública que cardenales como Tisserant criticaran al
Papa, desafíos como los realizados por la conferencia episcopal de todo un país con su
catecismo holandés que descartaba la aspectos de la revelación cristiana y suprimía la
apertura y preservación de la vida humana catalogándola de opcional o el caso del
arzobispo misionero en África francés ya jubilado de sus funciones pastorales, Marcel
Lefebvre, que había dedicado sus esfuerzos en la ancianidad a una fundación devocional
avalada por amplios recursos mercuriales provenientes de sectores franceses
ultraconservadores muy ligados a la inversiones de carácter colonialistas en dicho
continente.

La gran farsa es decir que la desobediencia del arzobispo misionero emérito era su
apego a la forma tridentina de celebrar la misa. Cuento chinos.

La gran realidad es que Pablo VI decreta la reforma institucional en el Vaticano y en


toda la Iglesia universal, revisión de libros, obras, supresión de cargos ya obsoletos y
procedimientos bancarios puestos al día. En el caso de Lefebvre se detecta una forma
autonómica del manejo de su obra. Se llamó a capítulo al prelado, quien utilizando todo
tipo de subterfugios no se quiso someter al escrutinio y resoluciones de la autoridad
pertinente.
La prueba de toque es que Marcel Lefebvre dio su placet, su aprobación a todos los 16
documentos vinculantes de la puesta al día durante el Concilio Vaticano II.

La ruptura y damnación a la Iglesia de Roma, buscando justificación en el apego


absolutista a la forma eclesial del tiempo de San Pio X, es una manera de mantener total
control de las formas estructurales y las finanzas de una organización sometida a
sectores de poderes influyentes.

La excomunión de la fraternidad San Pio X fue retirada por el Papa Emérito Benedicto
XVI. El equilibrio litúrgico, después de décadas de desconciertos y abusos litúrgicos
que avalaban la postura de dicha agrupación, se ha generalizado.

Las riquezas de celebrar la Eucaristía en rito ordinario, en cualquier lengua vernácula,


en rito extraordinario, ya sea tridentino, del rito de San Juan XXIII y en rito ordinario en
latín, siempre sujeto todo esto a las normas del obispo ordinario del lugar para el bien de
la comunidad celebrante no hacen más que alegrar y dar sentido a la vida del sacerdote
consagrado prioritariamente para presidir la celebración del misterio de la fe.

Estos hechos llevaron a San Juan Pablo II a seguir sus pasos con el Vaticano convertido
en un centro de encuentro con todas las religiones mundiales, el mundo de la cultura y
de los jefes de estado; con la figura cada vez más cercana y humana del Papa, el cual se
declara el pecador más grande la Iglesia y el más necesitado de Jesucristo y los demás.
En no pocas décadas atrás todo esto era impensado e incluso rechazado y suprimido
cabalmente. Estos hechos llevaron a San Juan Pablo II a seguir sus pasos con el
Vaticano convertido en un centro de encuentro con todas las religiones mundiales, el
mundo de la cultura y de los jefes de estado; con la figura cada vez más cercana y
humana del Papa, el cual se declara el pecador más grande la Iglesia y el más necesitado
de Jesucristo y los demás. En no pocas décadas atrás todo esto era impensado e incluso
rechazado y suprimido cabalmente. El Papa Polaco nunca permitió que su autoridad
fuera desafiada sin abandonar su carisma de masas y de pastor universal.

La piedra de toque del pontificado de Pablo VI, la causa de su agonía en 1968 fue la
cuestión del matrimonio, la familia y la apertura a la vida.

De manera paradójica, le ocurrió a un cura párroco en una barriada de su ciudad capital


en una misa de domingo que al mencionar a los participantes que los métodos
anticonceptivos y el no espaciar la concepción de los hijos por vías naturales que
plantea la Iglesia es pecado, la feligresía compuesta de padres e hijos que en su mayoría
llenaba el minúsculo y caluroso templo parroquial y que no había acudido al sacramento
del matrimonio hicieron caso omiso a tal anuncio.

A partir de ese momento inicio una campaña para motivar a las parejas a
sacramentalizar su unión. Al final de su estadía en aquel lugar puede decir que tuvo la
satisfacción de evangelizar y bendecir muchos matrimonios en una cultura en que
mencionarle matrimonio a muchas personas que como enseñarle la cruz al diablo.
Se ha reconocido en Pablo VI el carisma de la profecía al anunciar las consecuencias del
uso de métodos anticonceptivos en la intimidad matrimonial para impedir el nacimiento
de los frutos de la unión conyugal.

Se ha cumplido el vaticinio del Papa de la nueva teología. Los países de Europa,


Estados unidos y el resto del primer mundo desde la década de los 80s son países
envejecidos. No hay quien trabaje las tierras. No hay quien haga el trabajo de las
industrias. No hay quien cuide a los envejecientes.

La seguridad social y las pensiones no pueden ser abandonadas porque los mayores ya
están jubilados y no hay suficientes jóvenes que trabajen. Se encuentran con frecuencia
a los viejitos muertos después de dos días en sus viviendas porque los hijos están
distancia o no hay quien los visite y atienda, y sufren las grandes soledades.

No hay suficientes vocaciones sacerdotales y religiosas. No tienen hijos las parejas


jóvenes si es que alguna vez conforman un consorcio de vivienda en común.

Los hijos únicos o en pares carecen de la generosidad de aquellas personas que


crecieron entre familias de hijos numerosas en las que nadie llamaba propio a los
alimentos, vestimentas y artículos. Los vecinos ya no comparten porque solo cuidan lo
propio. Y el tercer mundo a partir de los 90s ha comenzado esta fatal experiencia de los
campos y pueblos abandonados por falta de habitantes. Sociedad de búsqueda de una
prosperidad como evangelio falsificado en el propio progreso está divorciado del
hermano cercano y la espiritualidad es una búsqueda de sentirse bien, expansionarse y
pasar un buen momento.

50 años que el aluvión de críticas desde lo interno de la Iglesia y la opinión publica


recayeron sobre el Papa al que la redujeron su mensaje a la condenación de la píldora
del tercer día y los profilácticos, cuando su verdadero anuncio fue el evangelio de la
vida, del progreso de los pueblos y de la alegría en medio de las dificultades.

El aborto, la eutanasia, lo inviolable del matrimonio y la familia, la dignidad humana, la


necesidad de la comunidad humana y la colaboración de la sociedad internacional de
manera solidaria eran la ética inalterable del Papa Pablo VI.

Los milagros a los que se han hecho acopio para su canonización precisamente tienen
que ver con embarazos a los que se recomendaban abortar, y con la profunda convicción
de los esposos cristianos y su suplica a la intercesión de Montini, consiguieron el
nacimiento de bebes en perfecta salud e integridad física para sus madres.

La rotura de membrana de la niña Andrea Zambrano durante el embarazado de la madre


Vanna Pinorato, propicio la tentación de abortar a la niña. No se veían posibilidades
médicas de supervivencia de madre e hija. El papa, Alberto Tagliaferro y Vanna
clamaron ante la imagen de Montini y decidieron dar continuidad al proceso hasta su
término natural con buenos resultados.
Esta es la buena noticia de la enciclica Humanae Vitae del 1968 de Pablo VI. Nuestros
congresistas no la conocen. No la han vivido. Otros países en América Latina cristiana
propician una legalización del aborto, la eutanasia y otras prácticas inhumanas contra la
vida.

En la Argentina los hermanos protestantes colman las calles principales en pacifica


manifestación para que no se apruebe en el país del Papa Francisco la ley del aborto.

Concluimos esta primera serie con un detalle que la República Dominicana no está al
tanto.

El Padre Luis Rosario, sacerdote Salesiano, dominicano, gran promotor de siempre del
respeto a la vida humana y la no legalización del aborto es uno de los dos únicos
sacerdotes dominicanos ordenados en el 1975 por el mismo Pablo VI, en la plaza de San
Pedro, en el marco del jubileo y el sínodo de la evangelización, futuro y próximo santo
de la Iglesia Católica junto al mártir Oscar Romero de América.

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