Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
“La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, aprobada el 20 de diciembre de 1993 por
la Asamblea General de Naciones Unidas constituye un punto de partida esencial al afirmar expresamente, en primer
lugar, que “la violencia contra la mujer constituye una violación de los derechos humanos y las libertades
fundamentales e impide total o parcialmente a la mujer gozar de dichos derechos y libertades”, equiparando
así los derechos de los hombres y las mujeres.
Asimismo, se señala en la Declaración, que “la violencia contra la mujer constituye una manifestación de
relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la
dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno
de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que
se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre”.
“La Declaración sobre la eliminación de la violencia sobre la mujer de 1993” establece:
Artículo 2: aprender definición
“Se entenderá que la violencia contra la mujer abarca los siguientes actos, aunque sin limitarse a ellos:
a) La violencia física, sexual y psicológica que se produzca en la familia, incluidos los malos tratos, el
abuso sexual de las niñas en el hogar, la violencia relacionada con la dote (precio que se pone a una mujer),
la violación por el marido, la mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales nocivas para la mujer,
los actos de violencia perpetrados por otros miembros de la familia y la violencia relacionada con la
explotación;
b) La violencia física, sexual y psicológica perpetrada dentro de la comunidad en general, inclusive la
violación, el abuso sexual, el acoso y la intimidación sexuales en el trabajo, en instituciones educacionales y
en otros lugares, la trata de mujeres y la prostitución forzada;
c) La violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.”
Hay tres dimensiones: familia, comunidad y Estado (que sea o no tolerada por el mismo; el estado tiene como
deber proteger los derechos fundamentales).
Artículo 4:
La Declaración de Naciones Unidas recoge otro principio esencial: la responsabilidad directa del Estado en la
erradicación de la violencia contra la mujer.
De esta manera, el Art. 4 establece, entre otros preceptos, que los Estados deben aplicar por todos los medios
apropiados y sin demora una política encaminada a eliminar la violencia contra la mujer. Con este fin, deberán” (entre
otras disposiciones):
c) Proceder con la debida diligencia a fin de prevenir, investigar y, conforme a la legislación nacional, castigar
todo acto de violencia contra la mujer, ya se trate de actos perpetrados por el Estado o por particulares;
d) Establecer, en la legislación nacional, sanciones penales, civiles, laborales y administrativas, para castigar y
reparar los agravios infligidos a las mujeres que sean objeto de violencia; debe darse a éstas acceso a los
mecanismos de la justicia y, con arreglo a lo dispuesto en la legislación nacional, a un resarcimiento justo y
eficaz por el daño que hayan padecido; los Estados deben además informar a las mujeres de sus derechos a
pedir reparación por medio de esos mecanismos;
e) Considerar la posibilidad de elaborar planes de acción nacionales para promover la protección de la mujer
contra toda forma de violencia.
Al mismo tiempo, el Convenio de Estambul afianza el carácter estructural de la violencia de género, al reconocer
en su Preámbulo que la violencia contra las mujeres es una manifestación de desequilibrio histórico entre la
mujer y el hombre que ha llevado a la dominación y a la discriminación de la mujer por el hombre, privando así a
la mujer de su plena emancipación;
Así como que la naturaleza estructural de la violencia contra las mujeres está basada en el género, y que la
violencia contra las mujeres es uno de los mecanismos sociales cruciales por los que se mantiene a las mujeres
en una posición de subordinación con respecto a los hombres;
Afirma, en definitiva, que las mujeres y niñas están más expuestas que los hombres a un riesgo elevado de
violencia basada en el género.
El Convenio del Consejo de Europa tiene la virtud de clarificar acertadamente el fenómeno de la violencia de género
y el de la violencia doméstica:
Por violencia doméstica cabe entender todos los actos de violencia física, sexual, psicológica o económica que
se producen en la familia o en el hogar o entre cónyuges o parejas de hecho antiguos o actuales,
independientemente de que el autor del delito comparta o haya compartido el mismo domicilio que la víctima. En
la violencia doméstica, por tanto, la víctima puede ser tanto el hombre como la mujer. Y según se desprende del
Convenio, también los niños, como víctimas directas o indirectas (al presenciar la violencia entre adultos). La
razón de la punición específica de estos hechos está en el deseo de evitar no sólo los concretos ataques contra
la integridad física, la vida o la libertad, sino la lesión de la integridad moral, la dignidad y el bienestar, que se
deriva de la producción de estos hechos en el ámbito familiar.
Por “violencia contra las mujeres” señala el artículo 3 del Convenio, se deberá entender una violación de los
derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres, y designará todos los actos de violencia
basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o sufrimientos de naturaleza física,
sexual, psicológica o económica, incluidas las amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación
arbitraria de libertad, en la vida pública o privada.
Por “violencia contra las mujeres por razones de género” se entenderá toda violencia contra una mujer
porque es una mujer o que afecte a las mujeres de manera desproporcionada.
CONCLUSIONES
La atención prestada al fenómeno de la violencia contra las mujeres y la plasmación de este interés en normas
internacionales y nacionales, ha permitido una correcta definición de los diversos aspectos enraizados en este tema.
La primera conclusión al respecto es que, aun con elementos comunes, es preciso diferenciar entre “violencia
contra las mujeres”, “violencia de género” y “violencia doméstica”.
La violencia contra las mujeres: La primera expresión es de carácter descriptivo: pone de manifiesto la
existencia de actos de violencia contra mujeres, incluyendo no sólo agresiones físicas, sino también psíquicas y
atentados contra la libertad y la libertad sexual.
La “violencia doméstica”, por su parte, es un fenómeno sólo en parte coincidente con la violencia de género:
o Por un lado, es un concepto más estrecho, ya que también cabe imaginar supuestos de violencia contra las
mujeres, calificables de violencia de género (por “género” se entenderán los roles o estereotipos que una
sociedad concreta considera propios de mujeres o de hombres), fuera del ámbito doméstico (agresiones
contra mujeres en conflictos armados).
o Por otro lado, puede ser más amplio en el sentido de que en la violencia doméstica las víctimas no sólo
pueden ser las mujeres, sino también los hombres y los niños.
La violencia de género queda definida esencialmente por un componente estructural, al considerarse como tal a
la ejercida en un contexto: manifestación de desequilibrio histórico entre la mujer y el hombre que ha llevado a la
dominación y a la discriminación de la mujer por el hombre.
La LO 1/2004 contra la Violencia de Género ha recogido la comprensión según la cual la violencia contra las
mujeres representa una violencia estructural fundada en patrones sociales de dominación masculina.
Sin embargo, no ha diferenciado correctamente el fenómeno de la delincuencia de género de la violencia
doméstica, ya que en su artículo 1 identifica la violencia de género con la violencia intrafamiliar, siendo necesario
diferenciar estas dos perspectivas.
Esta diferenciación hubiera contribuido a esclarecer que la protección de las mujeres es perfectamente
compatible con la protección de otros miembros de la relación familiar. Y que la protección diferenciada de las
mujeres se explica por razones de “género”: porque los ataques a las mujeres afectan de manera
desproporcionada y suelen tener en su base una situación de dominio del hombre sobre la mujer.
Esta diferenciación es también necesaria para entender el fenómeno que estudiamos. Como destacan AÑON
ROIG/ MESTRE i MESTRE, el concepto de “violencia de género” no puede ser entendido si nos quedamos con
una mirada superficial del problema: en los casos de agresiones a mujeres, a pesar de la mayor conciencia ante
el problema, se suelen explicar las razones de la violencia con expresiones del tipo: “mató a su mujer porque le
era infiel”, “porque le negó dinero para comprar droga”, “tras una discusión por los hijos”, “por celos”…
Si partimos de este enfoque, es fácil concluir: no tuvo que ver que fuera mujer, es que habían discutido, o estaba
celoso, enfermo… y el hecho del género no influyó en la agresión.
Sin embargo, aunque las causas indicadas son ciertas, también es cierto que nada de ello explica que una
persona mate a otra, sino es porque previamente una de ellas ha perdido el respeto más elemental a la dignidad
de la otra, ha dejado de reconocerla como un igual, como un ser humano con derechos inviolables.
2. LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y LA VIOLENCIA DOMÉSTICA COMO FORMAS DE DELINCUENCIA. LA
NECESIDAD DE UNA RESPUESTA ESPECÍFICA.
Establecida la diferenciación entre “violencia de género” y “violencia doméstica”, es preciso insistir en lo siguiente:
Estamos ante dos fenómenos distintos, pero en buena parte coincidentes. Cuando la violencia la ejerce el
hombre en el ámbito familiar, es un caso de “violencia doméstica”, pero también de “género”.
Cuando la violencia es ejercida por algún miembro de la familia sobre alguno de sus integrantes con mayor
vulnerabilidad estamos ante un caso de “violencia doméstica” pero no “violencia de género”
También se puede ejercer violencia contra la mujer fuera del ámbito familiar, y según las directrices
internacionales, también cabría hablar aquí de violencia de género, como una situación de violencia estructural
contra las mujeres (por ejemplo, las agresiones en conflictos armados, o en el contexto de otras agresiones al
margen del Derecho).
Modelo incluido tras la reforma de 2004 Ley Integral contra la Violencia de Género.
El modelo incluido en el CP tras incorporar las exigencias de la LO 1/2004 de Protección Integral contra la
Violencia de Género representa un paso más allá: reconoce una protección reforzada y especificada para los
supuestos de violencia contra las mujeres, junto a la previsión de la violencia doméstica.
Este modelo asume, según la exposición de motivos de la Ley, que la violencia de género es el símbolo más
brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad y que se trata de una violencia que se dirige sobre las
mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos
mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión. Apoyos como pensiones, los puntos de vista laboral,
civil… es una visión multidisciplinar.
No obstante, como a continuación comprobaremos, la previsión de la protección reforzada se extiende sobre todos
los miembros “vulnerables” de la unidad familiar.
3. LA LEY INTEGRAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
3.1. PRINCIPIOS RECTORES. LIMITACIÓN AL ÁMBITO DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES AFECTIVAS
La Ley 1/2004 intenta construir una protección integral contra la violencia de género.
Esta política también está presente en el Convenio de Estambul, del Consejo de Europa, que en su Art. 1
establece como objetivo concebir un marco global de políticas y medidas de protección contra la violencia
sobre las mujeres y la violencia de género.
Los principios rectores de este Ley están contenidos en la exposición de motivos de la misma:
Con este principio inicial la Ley recoge la política impulsada desde Naciones Unidas al reconocer la violencia de
género como un problema social basado en una situación estructural.
La ley lleva el fenómeno de la violencia de género en el ámbito de la relación de pareja y ejercida por el hombre
sobre la mujer, pero enfatiza en que sea un problema que afecte al ámbito privado, sino que se manifiesta de
forma más brutal en la desigualdad existente en la sociedad y se dirige contra las mujeres por el hecho de serlo.
Para el desempeño de estas funciones, la Ley determina aquellas en cada nivel del sistema:
La Educación Infantil desarrollara el aprendizaje en la resolución pacífica de conflictos.
La Educación Primaria además de desarrollar el aprendizaje para la resolución de conflictos hacer
comprender y respetar la igualdad entre sexo.
La Educación Secundaria Obligatoria contribuirá a desarrollar la capacidad para relacionarse con los
demás y conocer, valorar y respetar la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres.
El Bachillerato y la Formación Profesional contribuirán a desarrollar la capacidad para consolidar su
madurez personal, social y moral, que les permita valorar críticamente las desigualdades de sexo y fomentar
la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.
La Enseñanza para las personas adultas desarrollar actividades en la resolución pacífica de conflictos y
fomentar el respeto a la dignidad de las personas y a la igualdad entre hombres y mujeres.
Las Universidades incluirán y fomentarán en todos los ámbitos académicos la formación, docencia e
investigación en igualdad de género y no discriminación de forma transversal.
Otra medida que se adopta es el principio de escolarización inmediata de los hijos que se vean afectados por
un cambio de residencia derivada de actos de violencia de género.
Se impone también a las Administraciones educativas la obligación de velar para que en los materiales educativos
se eliminen los estereotipos sexistas o discriminatorios y para que fomenten el igual valor de hombres y
mujeres.
También como obligación para las Administraciones educativas la adopción de medidas para que en los planes de
formación inicial y permanente del profesorado se incluya una formación específica en materia de igualdad.
La Ley exige que los Consejos Escolares de los distintos centros adopten medidas educativas que fomenten la
igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.
También se exige que el Consejo Escolar del Estado se asegurare la representación del Instituto de la Mujer y de
las organizaciones que defiendan a las mujeres, Véase: http://www.mecd.gob.es/educacion/mc/cee/portada.html
Por último, se deja en manos de los servicios de inspección educativa el control del cumplimiento de los principios y
valores en el sistema educativo destinados a fomentar la igualdad real entre mujeres y hombres.
3.3. MEDIDAS DE SENSIBILIZACIÓN EN EL ÁMBITO DE LA PUBLICIDAD Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Se establecen medidas para defender la imagen de la mujer y perseguir la publicidad ilícita por utilizar de en forma
vejatoria o discriminatoria la imagen de la mujer.
En los términos que establece la Ley 34/1988 ley General de Publicidad que se persiga la publicidad ilícita a través
de los órganos: Delegación Especial del Gobierno contra la Violencia sobre la Mujer, el Instituto de la Mujer u órgano
equivalente de cada Comunidad Autónoma, el Ministerio Fiscal y las Asociaciones que tengan como objetivo la
defensa de los intereses de la mujer.
La Administración pública ha de promover acuerdos de autorregulación que junto con mecanismos de control
preventivo y de resolución extrajudicial de controversias, contribuyan al cumplimiento de la legislación publicitaria.
Por último, para los medios de comunicación se establecen dos obligaciones concretas:
Por un lado, ha de fomentar la igualdad entre hombre y mujer, evitando toda discriminación entre ellos.
Por otro, la difusión de informaciones relativas a la violencia sobre la mujer debe garantizar la defensa de los
derechos humanos, la libertad y dignidad de las mujeres víctimas de violencia y de sus hijos.
B. Atención social. Los Servicios Sociales, dependientes de Ayuntamientos y Comunidad Autónoma, deberán
conceder una atención multidisciplinar que implica:
a) Información a las víctimas.
b) Atención psicológica.
c) Apoyo social.
d) Seguimiento de las reclamaciones de los derechos de la mujer.
e) Apoyo educativo a la unidad familiar.
f) Formación preventiva en los valores de igualdad y la resolución no violenta de conflictos.
g) Apoyo a la formación e inserción laboral.
También tendrán derecho a la asistencia social integral a través de estos servicios sociales los menores que se
encuentren bajo la patria potestad o guarda y custodia de la persona agredida.
La Ley dispone que estas medidas estén financiadas económicamente tanto de la Administración General del
Estado como Comunidades Autónomas.
C. Asistencia Jurídica
Las mujeres víctimas de violencia de género que acrediten falta de recursos económicos tienen derecho a la
asistencia jurídica gratuita as como representación por abogado. ´
Este derecho lo tienen todos los ciudadanos que carecen de recursos, pero en el caso de la violencia de género:
Que tendrán el mismo letrado /letrada para todas las causas derivadas.
Que se concede de manera inmediata
Que se extiende este derecho a las personas, en caso de fallecer la mujer (a los hijos).
3.6. DERECHOS LABORALES Y PRESTACIONES DE LA SEGURIDAD SOCIAL
IMPORTANTE: Para este derecho es necesario contar con una orden judicial de protección de la víctima.
Excepcionalmente, será acreditado con el informe del Ministerio Fiscal que indique la existencia de indicios la
violencia hasta tanto se dicte la orden de protección.
Ley de Estatuto de los Trabajadores
En el la Ley de Estatuto de los Trabajadores la víctima tendrá derecho a la reducción o a la reordenación
de su tiempo de trabajo, a la movilidad geográfica, al cambio de centro de trabajo.
A la suspensión de la relación laboral con reserva de puesto de trabajo y la extinción del contrato de trabajo.
Los contratos de trabajo para sustituir a trabajadoras víctimas tendrán derecho a una bonificación del 100 por
100 de las cuotas empresariales a la Seguridad Social durante todo el período de suspensión.
Las ausencias o faltas de puntualidad al trabajo por la situación física o psicológica se considerarán
justificadas, sin perjuicio de que sean comunicadas por la trabajadora a la mayor brevedad.
Las trabajadoras por cuenta propia se les suspenderá la obligación de cotización durante 6 meses.
En el marco del Plan de Empleo se incluirá un programa de acción específico para las víctimas de violencia género.
Ver: R.D.1917/2008, por el que se regula el programa de inserción socio-laboral.
www.violenciagenero.msssi.gob.es/profesionalesInvestigacion/laboral/realDecreto/home.htm
Estas medidas se extienden también a las funcionarias, en el ámbito de su legislación específica.