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CAPITULO 1 Modernidad y pasividad cognitiva en la formaci6n técnica del profesorado la presente obra trata del pensamiento del profesorado. Sin embargo, Para considerar dicha cuestién, deberemos plantear primero el escena rio en lo concerniente a la cultura, a la historia de las ideas. De este mo- do, el estudio de Ia forma de pensar del profesorado es el estudio del contexto cultural y de las relaciones de poder, en otras palabras, de la politica. Con demasiada frecuencia, tales estudios sobre el pensamiento del profesorado ofrecen poco mas que taxonomfas abstractas, © materias teoricas, para ser aprendidas por los estudiantes en los programas de for- macin de educadores. Mi intenci6n en el presente trabajo es contextua- lizar el pensamiento del profesorado, examinar las fuerzas sociales ¢ his- ‘Gricas que le han dado forma y analizar quién gana y quién pierde cuando dicho pensamiento se define de tal o cual modo. Dicha historiza- cin proporcionara la base para liberarse de tales constrenimientos, Es- {a liberaci6n permitira, a su vez, que el profesorado alcance las perspec- tivas que lo capaciten para conceptualizar de nuevo su profesiOn, de for- ma consecuente con los ideales de la democracia y con la’ propia dignidad de dicha profesi6n. Tal reconceptualizaci6n se vera, a la vez, alimentada y extendida por nuevas formas de pensamiento prictico, que trascenderin las limitaciones de las «perspectivas: cientificas tradicio- nales, n NACIA UNA HEVISION CRITICA DEL FENSAMIENTO: DOCENTE EL ADVENIMIENTO DE LA MODERNIDAD Durante la Edad Media, la ciencia se basaba en una sintesis aristotéli tomista entre fe y raz6n. El objetivo principal de dicha sintesis consist en la comprensi6n de la naturaleza y de los fenémenos naturales. Sin ‘embargo, cuando la peste negra asol6 Europa y acabé con casi una cuar- ta parte de su poblacién se hizo evidente para muchos que la visién medieval era inadecuada. Bajo la presién de acontecimientos tan catas- tr6ficos, los estudiosos occidentales comenzaron a plantearse una nueva forma de percibir el mundo natural, una forma que les permitiera com- prender y controlar el mundo externo (Fosnot, 1988: 2; Kincheloe, Steinberg y Tippins, 1992; Leshan y Margenau, 1982: 30-31), Con el advenimiento de la Revoluci6n Cientifica o Era de la Raz6n en los siglos xvi y xv, Ia naturaleza iba a ser controlada, :puesta al servicio del hombre y esclavizada- (Capra, 1982: 56). Dicho control se basaba en la separacién epistemolégica entre el conocedor y lo conocido. Segiin tal dicotomia el perceptor humano no ocupa espacio alguno en el cos- mos conocido, y al existir fuera de Ia historia, conoce el mundo de forma objetiva. Desde este planteamiento, el conocedor esti libre de cualquier opinion, perspectiva 0 valor. Operando objetivamente (sin interferen- cias), el conocedor designa la misién neutral de la ciencia: la aplicaci6n de la raz6n abstracta al conocimiento del entorno natural. La raz6n indi- 66 a los pioneros de la ciencia que es mis facil comprender los fen6- menos complejos del mundo cuando se reducen a sus partes constitu- yentes, y a continuacién se reagrupan segtin las leyes de causa y efecto (Kincheloe, 1991: 27; Mahoney y Lyddon, 1988: 192). Todo ello tuvo lugar en el contexto de la separaci6n entre mente y materia de René Descartes, con su spienso, luego exist». Esta visiGn con- dujo a una concepci6n del mundo en forma de sistema mecinico, divi- dido en dos reinos distintos: un mundo interno de sensaciones y un mundo objetivo compuesto de fenémenos naturales. Sobre la base del dualismo cartesiano, los cientificos argumentaron que las leyes de los sistemas sociales y fisicos podian ser objetivamente desveladas por investigadores que trabajaran al margen de la percepci6n humana, sin conexi6n alguna con el acto de la percepeién. EI mundo interno de la mente y el mundo fisico -segtin Descartes- quedaban por siempre sepa- rados y nuca podrfan ser considerados uno como parte del otro (Lavine, 1984; 125; Lowe, 1982: 163; Kincheloe, 1991: 27). Comprendemos ahora pero no lo hubiéramos podido comprender entonces- que semejante division entre mente y materia iba a tener profundas y desafortunadas 2 consecuencias. controlar el mundo -exterior, mejoraba la capacidad de la ciencia para tatar problemas tales como la peste. Sin embargo, la sociedad occiden- tal fracas6 parcialmente en su infento de comprender nuestra propia conciencia, nuestra “experiencia interior (Leshan y Margenau, 1982: 31), Sir Isaac Newton extendio las teorias de Descartes con su descripcion de espacio y tiempo como absolutos inmutables, independientes del contexto. Clarificando el concepto de causa y efecto, Newton estableci el principio, fundamental para la modernidad, de que el futuro de cual- quier aspecto de todo sistema, podia ser predicho con certeza absoluta, siempre que su condicion pudiera ser comprendida con todo detalle y se utilizaran para ello los instrumentos adecuados de medici6n. Asi, el concepto cartesianonewtoniano de la modernidad cientifica quedaba establecido con su centralizaci6n, su concentraci6n, su acumulaci6n, su eficacia y su fragmentacién, Lo mas grande se convertia en lo mejor, a medida que la visién dualista reforzaba la expansion patriarcal raciona: lista, y el orden politico se unia al deseo de poder y conquista. Tal vision de las cosas tendrfa como consecuencias la pérdida de espiritualidad y la deshumanizaci6n, al centrar su atencién en aspectos distintos de la santidad de la humanidad (Fosnot, 1988: 3), Junto con Sir Francis Bacon, quien estableci6 la supremacia de la taz6n sobre la imaginaci6n, Descartes y Newton sentaron las bases que iban a permitir a la ciencia y a la tecnologia cambiar el mundo. El comer- cio aument6, crecié el nacionalismo, el trabajo humano comenz6 a medirse en términos de productividad, la naturaleza fue dominada, y la civilizacin europea desarrollé el poder de conquista hasta unos extre- mos nunca antes imaginados. La ascensin de la moderna fue seguida de cerca por el declive de a religion y la espiritualidad. La obse- sin por el progreso proporcionaba nuevos valores y objetivos, que venian a ocupar el vacio dejado por la pérdida de la fe teligiosa. Incluso ‘culos familiares se diluian, a medida que el nuevo orden afirma- at su alianza con cuestiones impersonales, tales como el comercio, la industria y la burocracia (Aronowitz y Giroux, 1991: 57; Bohm y Peat, 1987: 109-110). La racionalidad quedaba deificada; alrededor del pan. e6n cientifico se desarrollaba el credo de la modernidad: el mundo era racional (logocéntrico) y no habria mas que un significado para este tér- mino. Todo fenomeno natural quedaba circunscrito dentro del marco de esta racionalidad monolitica, tanto si se estudiaba It pélvora, como el motor, los suenos, o la ensefanza (Kincheloe, Steinberg y Tippins, 1992),

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