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La crisis del sector energético en México

El sector energético en México vive una profunda crisis que exige soluciones de fondo, para que sea una de las
palancas del dinámico desarrollo sustentable que requiere el país.
Las causas del deterioro del sector son múltiples, pero varias de ellas están vinculadas a la necesidad de resolver
problemas de corto plazo.
La problemática del sector energético en general está directamente vinculada con el desarrollo y la explotación del
petróleo, por lo que nos referiremos básicamente a este recurso.
Pemex ha ocupado un papel determinante en el financiamiento del gasto público del país en las últimas décadas.
En 2011 representó 37% de los ingresos federales. Ha sido también fundamental como generador de divisas. Esto
ha ocasionado que las presiones y restricciones administrativas sobre Pemex para cumplir con estos objetivos le
impidan desarrollar su enorme potencial. Las reservas probadas ascienden a 13 mil 800 millones de barriles de
petróleo crudo equivalente. Esto significa que se tienen reservas para poco más de diez años, horizonte reducido
cuando otros países petroleros cuentan con reservas para 25 años o más. Incluyendo las reservas probables y
posibles, éstas ascienden a 44 mil millones de barriles.
La producción de petróleo es de 2.5 millones de barriles diarios. Las perspectivas de incorporar como reservas
probadas los recursos de yacimientos marinos en aguas someras, así como en campos maduros permiten la
posibilidad de aumentar la producción en 1.7 millones de barriles diarios adicionales.
Asimismo está la prospectiva de los yacimientos en aguas profundas, en el Golfo de México, si bien este esfuerzo
conlleva la necesidad de invertir cerca de 70 mil millones de dólares para su desarrollo y la producción se vería
hasta después de 2018.
Desde la perspectiva de las reservas probadas México ocupa el lugar número 17 en el mundo. Es también el número
siete como productor de crudo y Pemex ocupa el cuarto lugar a escala internacional como empresa productora de
petróleo.
Sin embargo, recientes descubrimientos del gas shale y oil shale, recurso no convencional, representan un enorme
potencial.
México tendría la cuarta reserva mundial en la materia, sólo después de China, Estados Unidos y Argentina, con
60 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente, de los cuales 32 mil millones serían del llamado oil shale,
en yacimientos localizados en Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua y Veracruz.
Si bien existe una amplia discusión sobre los riesgos ambientales y la complejidad técnica, de ser explotables, el
desarrollo de estos recursos tendría enormes consecuencias en la geopolítica mundial.
En materia de refinación el país también enfrenta una severa crisis, ya que es necesario importar 51% de las gasolinas
que se consumen en México y la infraestructura del transporte y el almacenamiento es claramente insuficiente.
En el ámbito del gas también existe un importante atraso en materia de infraestructura. El rezago en petroquímica
es aún mayor. En materia de generación de electricidad menos de 1% es de origen sustentable, eólico y solar.
Se continúa dependiendo en buena medida de la generación de electricidad derivada de los hidrocarburos. De igual
forma, cabe señalar que la integración nacional de la industria al sector petrolero es de 22%, mucho menor de la que
existe en Brasil y Noruega.
En el pasado fue claramente mayor la participación de la industria y la ingeniería mexicanas en la industria petrolera
del país. A esta situación hay que añadir que las empresas del sector, Pemex y CFE tienen estructuras financieras
en grave crisis.
Pero una de las perspectivas básicas es la ambiental. El mundo vive sometido a una intensa presión en esta materia
por el cambio climático y el daño a la naturaleza, que en muchas áreas es ya irreversible.
La solución de la problemática pasa por la visión del sector energético en forma integral y coordinada con el resto
de las políticas públicas tanto de carácter económico, fiscal e industrial pero muy particularmente con el aspecto
ambiental.
Esto exige tener claridad de una visión del país que queremos construir en el mediano y largo plazos. La rectoría
del Estado del desarrollo nacional conlleva a la planeación del sector energético como un elemento fundamental
para la consecución de un dinámico desarrollo sustentable, que nos permita lograr un acelerado crecimiento
económico en el marco de la promoción de la equidad distributiva y del cuidado y restauración del ambiente.
La propiedad del recurso no está a discusión, sino la forma de utilizarlo mejor en beneficio de todos los mexicanos,
no sólo para financiar el gasto público sino como una palanca fundamental para el desarrollo del país, garantizando
la sustentabilidad de la vida de las futuras generaciones en México y cumpliendo con nuestras responsabilidades
internacionales en esta materia. Es necesaria la adecuación de la arquitectura institucional del sector.

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