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Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Escuela Profesional de Derecho

CURSO: DERECHO PENAL

TEMA: TEORÍA DEL DELITO.

CICLO : IV

ESTUDIANTES:
- CALDERÓN MAZA, Yuri Wilfredo.
- MOLINA SOLIS, Benjamín
- MOLINA QUIÑONES, Enrique.
- ROJAS DIAZ, Luis.
- SANTILLAN HUMANTICA, José

HUARAZ -2018
HUARAZ-ANCASH-PERÚ
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................................1
1. TEORÍA DEL DELITO. .......................................................................................................................2
2. CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS. ....................................................................................................4
3. LA CONDUCTA ................................................................................................................................7
3.1 El aspecto positivo de la conducta o acto. ................................................................................7
3.2 El aspecto negativo u omisión. .................................................................................................7
3.3 Lugar y tiempo de la conducta. ................................................................................................8
3.4 La ausencia de conducta. .........................................................................................................8
4. LA TIPICIDAD Y SU AUSENCIA .........................................................................................................9
4.1 DEFINICIÓN DE TIPICIDAD. .....................................................................................................10
4.2 FUNCIÓN DE LA TIPICIDAD. ....................................................................................................10
5. ANTIJURICIDAD.............................................................................................................................11
5.1 DEFINICIÓN.............................................................................................................................11
5.2 DETERMINACIÓN DE LA ANTIJURICIDAD: ...............................................................................11
6. CULPABILIDAD ..............................................................................................................................19
6.1 CONCEPTO..............................................................................................................................19
6.2 ELEMENTOS DE LA CULPABILIDAD .........................................................................................20
7. IMPUTABILIDAD ...........................................................................................................................24
7.1 CONCEPTO ..............................................................................................................................25
7.2 SURGIMIENTO DE LA IMPUTABILIDAD ...................................................................................25
7.3.1 Teoría clásica ...................................................................................................................27
7.3.2 Teoría positivista .............................................................................................................28
7.3.3 Teoría de la intimidabilidad .............................................................................................29
7.3.4 Teoría de Von Liszt ..........................................................................................................29
7.3.5 Teoría de Gabriel Tarde ...................................................................................................29
7.3.6 Teoría que funda la imputabilidad en la peligrosidad......................................................30
7.4 CONDICIONES PARA LA ATENUACIÓN O EXENCIÓN DE LA IMPUTABILIDAD. .........................30
7.5.1 CONCEPTO .......................................................................................................................31
7.5.2 ELEMENTOS DE LA INIMPUTABILIDAD ............................................................................32
7.5.3 CRITERIOS REGULADORES DE LA INIMPUTABILIDAD .......................................................33
7.5.4 INIMPUTABILIDAD EN LA LEGISLACIÓN PERUANA ..........................................................35
8. CONDICIÓN OBJETIVA DE PUNIBILIDAD .......................................................................................37
8.1 FUNDAMENTO........................................................................................................................41
8.2 PRESENCIA EN LA TEORÍA GENERAL DEL DELITO ....................................................................44
8.3 CRITERIO DE IDENTIFICACIÓN ................................................................................................46
8.4 EXCUSAS ABSOLUTORIAS Y CONDICIONES OBJETIVAS DE PUNIBILIDAD ................................47
9. JURISPRUDENCIA. .........................................................................................................................48
10. OTROS ........................................................................................................................................53
CONCLUSIONES ................................................................................................................................60
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................................................................61
AGRADECIMIENTO

En primer lugar, agradecemos a la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo por

habernos aceptado ser parte de ella y abrirnos las puertas de su seno científico para poder

estudiar nuestras carreras.

Asimismo, agradecemos al Profesor GREGORIO A. GARRO PALACIOS por habernos

brindado la oportunidad de recurrir a su capacidad y pensamiento crítico, así como también

avernos tenido mucha paciencia para guiarnos durante todo el desarrollo de la monografía
INTRODUCCIÓN

Muchas son las cosas que en materia del tema tanto la justicia como la sociedad han tenido

no solo que estudiar, analizar y someter a distintos niveles de enjuiciamiento, esto debido a

que por nuestras calles y diferentes ciudades del mundo deambulan personas que tienen en

su haber desviaciones conductuales que lo apartan de razonamiento normal. Razones

diferentes han conducido a esas personas con desviaciones conductuales a expresarse y

comportarse en forma inaceptable ante la sociedad, como podrían ser el ausentismo de amor,

seguimiento paterno y materno durante los primeros años de vida, otros podrían ser,

incomprensión, maltratos, violación, agresión verbal y física. Estos ingredientes son un

componente destructivo de la formación de una mentalidad sana que pudiera garantizar

hombres y mujeres viables para un buen desenvolvimiento en la sociedad. Temas como:

delito y crimen, determinante de la conducta delincuente, psicológica de la víctima, la

penalización de los delitos, reacciones psicológicas de los reclusos, la penalización de los

delitos psicología criminal, diagnostico psicológico, son solo algunos de los temas que hemos

analizados a sugerencia del facilitador, con el propósito de enriquecer nuestro conocimiento

en materia de psicología jurídica como parte de nuestra carrera de derecho. Cada desviación

social viola normas ya establecidas, estas reciben nombre como: delitos, crimen, entre otros,

por esta razón cada sociedad procura reducir las desviaciones a la condición de infracción

que conllevan penas, multa o condena moral. Se puede afirmar que la conducta delincuente

es la interacción delos factores: aprendizaje, la predisposición individual y la reacción social

o identificación y la situación en que se produce el hecho delictivo.

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1. TEORÍA DEL DELITO.

Es de suma importancia para poder entender a la teoría del delito, el concepto que se tiene de

este el cual se deriva del significado de la palabra del verbo latino “delinquere” cuyo

significado se interpreta como la separación del buen camino, es decir es apartarse del

sendero de la ley.

El delito según Francesco carrara (1926) explica “como la infracción de la ley del

estado; promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, resultante de un acto

externo del hombre positivo o negativo, moralmente imputable y políticamente dañoso”. Esta

definición fue elaborada dentro de la escuela clásica donde el principal exponente de tal

escuela clásica fue Franceso carrara el cual entendía por delito como un ente jurídico el cual

por su esencia constituía necesariamente, en la violación del Derecho.

El delito según Gian Domenico Romagnosi (1791) explica “es la agresión al

bienestar, si queda impune destruiría a la sociedad. Para que no ocurra tal cosa, la sociedad

y el derecho deben eliminar la impunidad”.

El delito según Karl Binding, Ernst von Beling, Max Ernest Mayer, Edmundo Mezger

(1993) es “la acción u omisión voluntaria ticamente antijurídica y culpable”. Esta concepción

es desde un punto de vista dogmático.

El delito según Raffaél Garófalo (1885) explica “Es la lesión de los sentimientos

altruistas fundamentales de piedad y probidad en la medida media en que son poseídos por

la comunidad y en la medida media en que son indispensables para la adaptación del

individuo a la sociedad”. Esta definición dada corresponde a una concepción sociológica.

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El delito según el Art. 11° del código penal son las acciones u omisiones dolosas o culposas

penadas por la ley, y que para su respectivo estudio en el aspecto jurídico-sustancial se

requieren dos sistemas:

• El sistema unitario o totalizador: En este sistema el delito no puede dividirse, ya que

forma un todo orgánico, es decir un concepto indisoluble

• El sistema analítico o atomizador: En este sistema es posible dividir y estudiar al

delito, por sus elementos constitutivos sin olvidar que el delito constituye una unidad.

o Para Mezger y Cuello Colon: Explican que los elementos del delito son la

acción humana, antijurídica, típica, culpable y punible.

o Para Jiménez Azua: Es el acto típicamente antijurídico, culpable, sometido a

veces a condiciones objetivas de penalidad, imputable a un hombre sometido

a una sanción penal.

o Para la Dogmática Penal: Es una conducta típica antijurídica y culpable,

recogiendo las ideas de VON LISZT y BELING, los elementos del delito es

el comportamiento humano típicamente antijurídico y culpable, añadiéndose

la exigencia que sea punible.

Entonces tomando en cuenta las definiciones dadas del delito se define a la teoría del delito

de las dos siguientes maneras:

Como el instrumento conceptual el cual permite aclarar todas las cuestiones referentes al

hecho punible, como también sirve de garantía al momento de definir los presupuestos que

son capaces de calificar si un hecho es un delito o falta.

Como también se puede decir que la teoría del delito o también llamada teoría de la

imputación penal se encarga de establecer las características generales que debe tener una
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conducta para ser imputada como hecho punible, la cual nace de la ley, tiene como función

ser una garantía debido a que permite finalmente aplicar la pena y tiene como objeto de

estudio a todo aquello que da lugar a la aplicación de una pena o medida de seguridad.

La teoría del delito según Muños conde (2002) explica que “es un sistema de hipótesis que

exponen, a partir de una determinada tendencia dogmática, cuales son los elementos que

hacen posible o no la aplicación de una consecuencia jurídico penal a una acción humana.

2. CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS.

Según la legislación peruana son trece las clasificaciones del delito, las cuales son las

siguientes:

1. POR SU GRAVEDAD.

Se dividen en dos:

• El primero tripartito en donde se encuentran los crímenes, delitos y

contravenciones.

• El segundo bipartito en donde están los delitos y contravenciones.

2. POR LA ACCIÓN.

Se dividen en tres:

• Comisión: Es hacer lo que la normativa penal prohíbe.

• Omisión: Es no hacer lo que la normativa penal establece.

• Comisión por omisión: Es hacer lo que prohíbe la normativa penal.

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3. POR LA EJECUCIÓN.

• Instantáneo: La acción coincide con la consumación del mismo.

• Permanente: Es la acción posterior a si consumación.

• Continuado: Se caracteriza por la pluralidad de acciones.

• Flagrante: Cuando el agente es descubierto al acabar el hecho punible.

• Conexo o compuesto: Son cometidos en diferentes lugares y tiempos.

4. POR LAS CONSECUENCIAS DE LA ACCIÓN.

• Formal: se sanciona cuando se haya cumplido con los hechos que conducen a

los resultados o peligros.

• Material: se sanciona cuando el efecto que emite se encuentra separado por la

conducta desplegada en un tiempo y espacio.

5. POR LA CALIDAD DEL SUJETO.

• Impropio: La ejecuta cualquier persona.

• Propio: La ejecuta un sujeto con cualificación especial.

6. POR LA FORMA PROCESAL.

• Acción privada: Es cuando el daño repercute a personas en situaciones

particulares.

• Acción pública: Se da en delitos ubicados dentro del derecho penal nuclear.

• Acción pública a instancia de parte: Se da ante el pedido por parte ante el

ministerio público.

7. POR EL ELEMENTO SUBJETIVO.

• Doloso: Se da cuando existe conocimiento y voluntad.

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• Culposo Se da en aquellas actividades riesgosas que sobrepasan el marco de

la prudencia que ellas exigen.

8. POR LA RELACIÓN PSÍQUICA ENTRE EL SUJETO Y SU ACTO.

• Preterintencional y ultra intencional.

9. POR EL NUMERO DE PERSONAS.

• Individuales: Los realiza una persona.

• Colectivos: Los realiza más de una persona.

10. POR EL BIEN JURÍDICO VULNERADO.

• Simple: Se afecta un bien jurídico

• Complejo: se afecta más de un bien jurídico.

• Conexo: Los hechos están enlazados con otros tantos.

11. POR LA UNIDAD DEL ACTO Y LA PLURALIDAD DEL RESULTADO.

• Concurso ideal: Es la acción u omisión que vulnera varios bienes jurídicos.

• Concurso real: Es con varias acciones u omisiones que vulneran los bienes

jurídicos tutelados.

12. POR SU NATURALEZA INTRÍNSECA.

• Común: Son aquellos que vulneran los bienes jurídicos tutelados de cualquier

persona.

• Político: Son aquellos que afectan las organizaciones políticas y sociales del

estado.

• Social: Son aquellos que afectan la dirección o el sistema social y económico.

• Contra la humanidad: Son aquellos que vulneran los derechos más

prescindibles o esenciales de los humanos.


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13. POR EL DAÑO CAUSADO AL OBJETO DE LA LESIÓN.

• Lesión: Requiere la producción de un daño hacia el bien jurídico tutelado.

• Peligro: Requiere que surja un riesgo general a un bien jurídico tutelado.

3. LA CONDUCTA

Según HOSPERS John (1963) la conducta es el proceder volitivo descrito en el tipo, por lo

que el concepto jurídico penal de conducta es igual al concepto ontológico de conducta, si

éste se constituye por voluntad y un hacer algo, o una voluntad y un dejar de hacer algo, aquél

se configura con los mismos elementos. En atención a lo anterior, la voluntad y la actividad

causal definen a la acción, la voluntad y el desvalor de hacer algo en el tipo, a la omisión.

Para que exista un delito es forzoso que se promueva una conducta; por lo que ésta es el

elemento primordial del delito. Es el elemento primario de donde se deducen los demás. La

conducta puede ser de acción (es decir que se realiza) u omisión (dejar de hacer lo que se está

obligado a observar).

3.1 El aspecto positivo de la conducta o acto.

Residirá en un movimiento corporal voluntario, productor de un resultado, movimiento

humano.

3.2 El aspecto negativo u omisión.

Consistirá en la omisión voluntaria de movimiento corporal. Es no hacer voluntariamente,

teniendo el deber de observar lo que se debe mirar, ya que si no se hace se está faltando a un

deber que objetivamente se debe tener, ya que todo individuo que está en pleno uso de sus

facultades usa su moral para tal fin.

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3.3 Lugar y tiempo de la conducta.

Se da dentro de un lugar en específico o territorio determinado, dentro de un tiempo. Como

ya vimos la conducta puede ser de acción o de omisión, éstas son llevadas a cabo dentro de

los límites de un territorio y en el cual se encuentra vigente una ley; hablando dentro del

Distrito Federal se deberá de tomar en cuenta el tipo de conducta y el ilícito que se está

cometiendo, así de acuerdo al lugar por lo cual se deberá de tomar en cuenta el Código Penal,

que no es más que el catálogo de conductas que le son atribuibles a una persona que se

conduce de forma contraria a la ley. HOSPERS John (1963).

3.4 La ausencia de conducta.

Existe un acto involuntario, cuando no se puede determinar un vínculo entre el elemento

objetivo y el de voluntad de la conducta, y, al hablar de una ausencia de conducta,

necesariamente se habla de una falta de delito. A continuación, se expondrán los distintos

tipos de ausencia de conducta: Vis absoluta: sucede cuando un hombre emplea su fuerza

física contra otro, anulando su facultad de autodeterminación de movimiento corporal para

utilizarlo como medio o instrumento para lesionar un bien jurídico (fuerza física irresistible).

Por ejemplo, quien empuja a otro para romper el vidrio del aparador donde se exhiben relojes

costosos y apoderarse de ellos.  Vis mayor: sucede cuando el movimiento del hombre está

determinado por una “fuerza física irresistible de la naturaleza” (como el viento, un

terremoto, una tormenta, un aluvión). Por ejemplo, quien camina llevando un cuadro valioso

y a causa de un terremoto se tropieza y cae rompiendo el cuadro, el resultado de daño no es

atribuible a su conducta, dada su involuntariedad por la concurrencia de una fuerza física

irresistible proveniente de la naturaleza  Los movimientos reflejos: en estos supuestos el

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sujeto responde ante un estímulo externo sin que pueda controlar su reacción; como sucede

cuando el médico golpea al paciente con un pequeño martillo en la rodilla generando un

movimiento corporal, consistente en estirar la pierna, reacción que se debe a la estimulación

de los nervios motrices sin que haya existido influencia psíquica alguna (voluntad).  El

hipnotismo como causa de exclusión del resultado a la conducta: en los supuestos de hipnosis

el sujeto no está consciente de sus actos. Por ende, la conducta de quien está bajo la hipnosis

es involuntaria y queda excluida la imputación de cualquier resultado típico a la conducta.

Javier Villa Stein (2001).

4. LA TIPICIDAD Y SU AUSENCIA

Hemos insistido en que para la existencia del delito se requiere una conducta o hecho

humanos; mas no toda conducta o hecho son delictuosos; precisa, además, que sean típicos,

antijurídicos y culpables. La tipicidad es uno de los elementos esenciales del delito cuya

ausencia impide su configuración, habida cuenta de que nuestra Constitución Federal, en su

artículo 14, establece en forma expresa: "En los juicios del orden criminal queda prohibido

imponer, por simple analogía y aun por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada

por una ley exactamente aplicable al delito de que se trata"1, lo cual significa que no existe

delito sin tipicidad. No debe confundirse el tipo con la tipicidad. El tipo es la creación

legislativa, la descripción que el Estado hace de una conducta en los preceptos penales. La

tipicidad es la adecuación de una conducta concreta con la descripción legal formulada en

abstracto. Basta que el legislador suprima de la Ley Penal un para que el delito quede

excluido. Hay tipos muy completos, en los cuales se contienen todos elementos del delito,

como ocurre, por ejemplo, en el de allanamiento de morada, en donde es fácil advertir la

referencia típica a la culpabilidad, al aludir a los conceptos "con engaños", “furtivamente",


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etc. En este caso y en otros análogos, es correcto que el tipo consiste en la descripción legal

dé un delito. Sin embargo, en ocasiones la ley limita sea formular la conducta prohibida (u

ordenada, en los delitos omisivos); entonces no puede hablarse de descripción del delito, sino

de una parte de este. Lo invariable es la descripción del comportamiento antijurídico (a menos

que opere un factor de exclusión del injusto como la legítima defensa). Con razón el profesor

Mariano Jiménez Huerta, en su obra La Tipicidad, define el tipo como el injusto recogido y

descrito en la Ley Penal. En concreto: El tipo a veces es la descripción legal del delito y en

ocasiones, la descripción del elemento objetivo (comportamiento), como sucede en el

homicidio, pues según el Código, lo comete ^ que priva de la vida a otro". Celestino Porte-

Petit (1969).

4.1 DEFINICIÓN DE TIPICIDAD.

La tipicidad es el encuadramiento de una conducta con la descripción hecha en la ley: la

coincidencia del comportamiento con el descrito por el legislador. Es, en suma, la acuñación

o adecuación de un hecho a la hipótesis legislativa.

Para Celestino Porte Petit (1969) la tipicidad "Esla adecuación de la conducta al tipo,

que se resume en la fórmula nullum crimen sine tipo2. El tipo es, para muchos, la descripción

de una conducta desprovista de valoración; Javier Alba Muñoz lo considera: descripción

legal de la conducta y del resultado y, por ende, acción y resultado quedan comprendidos en

él.

4.2 FUNCIÓN DE LA TIPICIDAD.

Si admitimos que el tipo es la razón de ser de la antijuricidad, hemos de atribuirle un carácter

delimitador y de trascendental importancia en el Derecho liberal, por no haber delito sin tipo

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legal (nullum crimen sine lege, equivalente a nullum crimen sine tipo). La tipicidad

desempeña una función predominantemente descriptiva, que singulariza su valor en el

concierto de las características del delito y se relaciona con la anti juridicidad por concretarla

en el ámbito penal. La tipicidad no sólo es pieza técnica. Es, como secuela del principio

legalista, garantía de la libertad. Celestino Porte-Petit (1969).

5. ANTIJURICIDAD

5.1 DEFINICIÓN

La categoría de antijuricidad constituye el elemento del delito que termina de perfilar el

injusto penal la cual contiene una conducta de carácter de injusto penal no basta con que sea

típicamente relevante y que resulta necesario que cuente con un nivel de desvalor que permita

sustentar su contrarioridad al ordenamiento penal. Dado que la tipicidad de la conducta

adelante, por lo general y su antijuricidad, la utilidad dogmática de esta categoría se ha

encontrado fundamentalmente en las causas que niegan la antijuricidad penal de la conducta

típica.

5.2 DETERMINACIÓN DE LA ANTIJURICIDAD:

La antijuricidad se determinó primeramente en términos formales en el sentido de una

conducta típica era además antijurídica si contravenía una norma de prohibición o de

mandato, pero la antijuricidad en su lugar con la subsunción de la conducta concreta en el

tipo penal, la antijuricidad requerida que sea conducta no contase con una norma permisiva

que levantase excepcionalmente la prohibición o el mandato general

Las limitaciones de la concepción formal dieron pie a que esta se complemente con una

antijuricidad material siendo el propio VON LISZT el que abrió camino a esta distinción sólo
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debe constituir una infracción no permitida de la norma penal, desde el punto de vista de este

grupo una conducta es antijurídica si ha defraudado una expectativa normativa de conducta

esencial mediante una conducta típicamente relevante ya que en la antijuricidad y que la

conducta descansa en su sentido comunicativo de perturbación social y esta asú ves genera

también una perturbación social fundamentalmente genera el desvalor la acción aunque deba

reconocerse que la presencia y entidad del desvalor

I. Causas de justificación:

1) Concepto

Fundamento que hace mención del ordenamiento jurídico con la ayuda de la razón

de la renuncia a la protección penal ha pretendido encontrarse con un sector de la

doctrina en proceso de ponderación que reconoce la primacía de ciertos intereses

especiales frente a los bienes jurídicos lesionados o puestas en peligro y la

justificación ha resultado sin embargo, poco adecuado para englobar las distintas

causas de justificación reconocidas y se refiere a la injustificación de las teorías

unitarias ha llevado a que actualmente se asuma una fundamentación pluralista de

las causas de justificación del criterio de la ponderación se consideran otros

aspectos, para precisar quien resulta competente en ciertas situaciones de

conflicto y en qué medida lo es y concurrir a criterios normativos que responden

al sentido

La solución que se desprende de los criterios utilitaristas resulta, pero sin embargo

es incorrecto cuando el estado necesidad es agresivo eso es cuando una persona

en situación de necesidad agrede otra completamente al origen del conflicto. Por

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ejemplo, una persona entra en una vivienda ajena para guarecerse de unos

agresores que lo están persiguiendo, no obstante, hay que reconocer que la

competencia por un conflicto no se establece solo con base en criterio de

organización ya que en esta situación de peligro se manifiesta en el deber tolerar

la lesión de determinados bienes propios con la finalidad de salvaguardar otro de

mayor relevancia

2) Los aspectos objetivo y subjetivo en las causas de la justificación

La determinación de la existencia de una causa de justificación requiere tener en

cuenta tanto la faceta objetiva como subjetiva de la situación y bien cada causa

de justificación tiene sus propias justificaciones particulares basándose en sus

propios aspectos comunes que permiten comprender el significado general de la

justificación finalmente para termina esta parte cabe mencionar que los casos de

ejercicio de funciones públicas en donde requiera justificación en el plano

objetivo que estén presentes solamente los requisitos o indicios para poder ser

ejercidas como por ejemplo la facultad de determinación o el allanamiento de

domicilio por delito flagrante en cuestión de la decisión en aspectos de la

discrecionalidad judicial o policial no enervada la existencia del aspecto objetivo

de la situación de justificación y esto es son las causas que no pueden supeditarse

a la finalidad subjetiva del autor es absolutamente necesaria e irrelevante para la

imputación penal por parte de la sola la existencia objetiva de las condiciones de

una causa de justificación resulta suficiente para suprimir la imputación penal ya

que la defraudación de las expectativas normativas de conducta no se fundamenta

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en la simple lesión de algo valioso sino en la expresión de sentido ciudadano

frente a la norma

El error de las causas de justificación puede surgir también por valoraciones

defectuosas en la medida que el autor considera que las características de su

actuación se ajustan a las condiciones de la causa de justificación correspondiente

la doctrina penal trata de estos supuestos como error de prohibición indirecto lo

que significa ubicar este supuesto de error en el plano de la culpabilidad y en esta

opinión el error sobre el carácter permitido o prohibido del hecho debe ubicarse

en el mismo plano que el error de tipo aun cuando la regulación contenida en el

artículo 14 del CP parecería optar por tratar esto errores como errores de la

prohibición, pero en los supuestos de error sobre la causa de justificación y la

doctrina penal discute si cabe hacer la existencia adicional de un deber de

comprobación que obligaría al beneficiado bajo responsabilidad a verificar la

existencia efectiva de una situación justificante el parecer actualmente dominante

se opone a la exigencia de tal deber en tanto se confundiría la situación de

justificación con la constatación de la misma produciría soluciones

insatisfactorias en el caso de partícipes con procesos subjetivos de constatación

distintos y si la determinación del aspecto subjetivo de la causa de justificación

constituye también una imputación aunque con la pena prevista para el delito

culposo conforme a lo establecido en el artículo 14 y segundo párrafo del CP.

3) Efectos de las causas de justificación

La determinación de una causa de justificación en el caso concreto tiene el efecto

principal de levantar la imputación penal establecido a nivel de la tipicidad, pero


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in embargo esta constatación tiene otros efectos penalmente relevantes y como

se sabe hay que señalar que la existencia de una causa de justificación tiene

relevancia en la configuración de los criterios de imputación de responsabilidad

y si se determina una agresión y esta justificación de responsabilidad determina

una agresión justificada sobre el afectado por una causa de justificación recae en

un deber de tolerancia lo que le impedirá responder legítima frente a la restitución

de derechos que supone la actuación justificada de una conducta típica tiene

además el efecto de cerrar la posibilidad de castigar como partícipes a quienes

atribuyen a la materialización de la causa de justificación.

Estas causas de justificación tienen que tener relevancia en el plano de las

consecuencias jurídicas del delito que una medida de seguridad sólo podrá

imponerse si es que el hecho es inimputable peligroso constituye una conducta

típica y antijurídica ya que esta afirmación sin embargo no es del todo correcta

el deber de reparar se mantiene cuando el afecto por el salvamento tiene

simplemente un deber de tolerancia de la conducta típica.

II. De las causas de justificación en particular:

1) La legítima defensa.

La legítima defensa justifica la realización de una conducta típica por parte de

quien obra en defensa de bienes jurídicos propias o de terceros ante una agresión

ilegítima en la medida que la defensa se lleva a cabo para contrastar una agresión

responsablemente organizada por el agresor y la competencia por las afectaciones

que produjera el acto de defensa deberá recaer sobre el agresor ya que el

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fundamento del efecto justificante de la legítima defensa reposa en el derecho del

agredido a mantener su personalidad en el contexto especifico de la agresión en

el plano de la normatividad pura

La legítima defensa supone dos actos, en primer plano es el acto de organización

del agresor y en segundo plano tenemos el acto de organización de defensa, este

último acto de organización constituye a su vez una en la medida que pueda verse

como una afectación al agresor pero también tiene el acto de defensa que es de

interés personalmente relevante y si bien el acto de defensa constituye una

agresión a una persona y que el defensor no está obligado a reconocer al agresor

como ciudadano pues la agresión ilegítima de este último implicó una negación

de las relaciones de mutuo reconocimiento de la personalidad entre ambos y para

ello debe cumplir con cierto requisitos

Estas se ordenan en función a los actos de organización de los intervinientes en

esta situación de justificación, en cuanto al acto de organización del agresor se

exige que este sea ilegítimo y que no exista una provocación previa suficiente y

en cuanto al acto de defensa del agredido se requiere que los medios empleados

sean racionales para impedir o repeler la agresión estas son:

a. La agresión ilegítima.- consiste en la amenaza de un bien jurídico por parte

de una conducta humana no podrá calificar como agresión por lo tanto

será que no hay impedimento para que la agresión se realice también

mediante una omisión siempre que ésta sea penalmente relevante por

existir una posición de garantía como por ejemplo la madre que no

alimenta al niño, pero si bien el tenor de la ley no menciona la entidad de


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la agresión existe unanimidad en la doctrina penal al requerir que ésta sea

real y actual en cuanto a la realidad que la agresión debe tener existencia

en el mundo objetivo.

b. La falta de provocación suficiente. - esta consiste si la falta de provocación

consiste en una conducta antijurídica que apunta a que el provocado

reacciono para poder luego dañarle alegando una legítima defensa el

agresor no era competente por la situación de conflicto.

c. La racionalidad de la defensa. - este acto de defensa del que se defiende

debe ajustarse al criterio de la necesidad racional de defensa como lo

dispone el artículo 20 inciso 3 literal b del CP la cual puede hacerse con

algún instrumento o directamente por el autor y por esta razón la doctrina

penal no habla de medio necesario sino la de la defensa necesaria.

2. ¿Restricciones ético-sociales a la legítima defensa?

Se ha dicho que una de las alternativas de la legítima defensa necesaria no puede

ser la posibilidad. Desde la perspectiva del agredido que es el que acepta esta

exigencia de huir o aceptar una renuncia a su libertad por pura voluntad, pero en

concreto e menciona como casos en los que caben restricciones ético-sociales a

la legítima defensa y la agresión no culpable la agresión provocada

antijurídicamente la agresión irrelevante y la agresión enmarcada en relaciones

de garantía, señalando que en el caso de la agresión provocada antijurídicamente

ya se ha señalado que es una condición para que tenga lugar una situación de

legítima defensa

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Prosiguiendo con esta restricción si la agresión fue provocada previamente por

el agredido entonces la competencia por el conflicto recae sobre este último en

relación con la agresión irrelevante y si este hecho se puede calificar

jurídicamente como agresión irrelevante, se debe tomar en cuenta que en el caso

de que el agredido se defiende de manera legítima se convierte en cuidado por lo

tanto está obligado a una solidaridad mínima con el agresor conocido como la

institucionalidad de solidaridad que obliga al agredido a renunciar a bienes

susceptibles o de valor significante y lo mismo sucede en el caso de las agresiones

que se enmarcaron en relaciones de garantía y la racionalidad del medio de

defensa se modula en estos casos por el deber positivo de protección que existe

entre dos personas estrechamente emparentadas como es el caso de los esposos

o los padres con respecto a los hijos menores de edad. Pero en este mismo orden

de ideas se presenta un ejemplo en la cual la agresión proveniente de la esposa

surgida en una discusión material impondría al cónyuge agredido simplemente

un deber de elusión frente a la agresión ilegítima e incluso en algunos casos de

deber tolerar menoscabos leves antes de lesionar bienes

3. Requisitos de la puesta en peligro

El primer requisito para que un estado de necesidad de la existencia de una

situación de peligro de un bien jurídico el peligro puede ser de distinta

procedencia por la que la fuente puede ser la naturaleza jurídica y el

comportamiento incorrecto de otro, pero la doctrina penal es unánime al respecto

que los bienes susceptibles de estado de necesidad incluso como indica Roxin

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también podrían ser susceptibles de un estado de necesidad de los bienes de los

bienes jurídicos colectivos.

6. CULPABILIDAD

6.1 CONCEPTO

La Culpabilidad es la Situación en que se encuentra una persona imputable y responsable,

que pudiendo haberse conducido de una manera no lo hizo, por lo cual el juez le declara

merecedor de una pena. Es la situación en que se encuentra una persona imputable y

responsable. Es una relación de causalidad ética y psicológica entre un sujeto y su conducta.

La culpabilidad tiene dos formas: el dolo y la culpa. La primera es intención, la segunda,

negligencia. Ambas tienen por fundamento la voluntad del sujeto activo. Sin intención o sin

negligencia no hay culpabilidad, y sin ésta, no hay delito, por ser la culpabilidad elemento

del delito. Para ejemplificar tenemos:

• Matar a una persona con un disparo de arma de fuego

• Atropellar a un peatón y causarle la muerte

• Un knock-out mortal en el boxeo

En el primer caso se actúa con conocimiento y voluntad, esto es, con: intención, la conducta

es dolosa. En el segundo caso, es imprudencia, la conducta es culposa. En el tercer caso la

causa escapa al control del autor, la conducta se debe a un caso fortuito. Por eso la

culpabilidad es una situación. Aunque una persona mato a otro, no se puede considerar sus

conductas iguales en los tres casos.

P á g i n a 19 | 65
6.2 ELEMENTOS DE LA CULPABILIDAD

Para que haya culpabilidad tiene que presentarse los siguientes presupuestos o elementos de

la culpabilidad:

a. Imputabilidad

b. Dolo o culpa (formas de culpabilidad)

c. La exigibilidad de una conducta adecuada a la prohibición o imperatividad de la

norma.

a) IMPUTABILIDAD

Capacidad psíquica de una persona de comprender la antijuridicidad de su

conducta y de no adecuar la misma a esa comprensión. Se es imputable o no. No

hay términos medios.

Pero algunas veces un sujeto deja de ser imputable por las llamadas Causas De

Inimputabilidad (Situaciones que, si bien la conducta es típica y antijurídica,

hacen que no sea posible atribuir el acto realizado al sujeto por no concurrir en

él: salud mental, conciencia plena, suficiente inteligencia o madurez psíquica.

CP, 17, 5).

b) LA CULPABILIDAD ES EL LÍMITE DE LA RESPONSABILIDAD:

1. Responsabilidad Y Libre Albedrío: La responsabilidad - para los clásicos - es

el conjunto de las condiciones necesarias para que el hecho punible pueda y deba

ser atribuido a quien voluntariamente lo ejecutó.

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La responsabilidad descansa en el libre albedrío que es la facultad humana de

dirigir el pensamiento o la conducta según los dictados de la razón propia y de la

voluntad del individuo, sin determinismo superior ni sujeción a influencia del

prójimo o del mundo exterior.

2. La Responsabilidad Moral Y El Determinismo: ¿Puede el hombre elegir de

modo "libre" sin que esté determinado por causas externas? Si el hombre es un

ser de la naturaleza, no puede escapar a las leyes que la gobiernan, está

determinado por factores externos que provienen del ambiente físico y social que

influyen en los fenómenos psicológicos (p.ej., el medio ambiente, falta de trabajo,

o sea, un determinismo físico).

Las acciones del hombre dependen de un motivo (móvil), bajo este concepto el

actuar humano no es libre, está, también influenciado por factores internos o

subjetivos. (p.ej., la herencia, el temperamento, etc., o sea, un determinismo

subjetivo).

Para el materialismo dialéctico, está condicionada a la posibilidad material de

alcanzar o realizar uno de los motivos del conjunto que se presenta ante el

hombre. El hombre posee la noción de libertad sólo en la medida en que puede

satisfacer conscientemente sus necesidades.

Jurídicamente el determinismo social está sostenido por los positivistas, que

dicen: como el hombre está determinado, entonces es responsable sólo por el

hecho de vivir en sociedad (responsabilidad social).

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3. La Responsabilidad Moral Y El Indeterminismo: Los indeterministas fundan

su tesis en el libre albedrío, que tiene dos fases:

La conciencia. Esta da una experiencia íntima y directa de la libertad. Al ejecutar

un acto tenemos conciencia de que no hemos sido obligados por fuerza gravitante

en o fuera de nosotros. Escogemos libremente uno u otro camino. Esta

experiencia psíquica prueba que poseemos una conciencia de libertad. En ese

sentido la libre voluntad es un corolario de la conciencia.

Orden Moral. Para Kant la libertad es un postulado de la ley moral que es

obligatoria y universal (imperativo categórico). Ej., "sé justo", no hay condición

anterior para que sea imperativo categórico. Sin libre albedrío no habría

fundamento para el orden moral, la libertad se convierte en postulado que

depende exclusivamente de la razón. En sentido jurídico el libre albedrío, como

requisito de la imputabilidad, es la elección, entre el bien representado por la ley,

y el sentido de su mal implica su violación. Como el hombre tiene voluntad

inteligente y libre debe soportar las consecuencias establecidas por ley, puesto

que obró voluntariamente contra ellas.

-Para ambos criterios (determinismo y indeterminismo) el hombre responde por

el hecho cometido, por los motivos siguientes:

-Para la Teoría del Indeterminismo responde porque quiso el delito y queriéndolo

no lo evitó.

-Para la Teoría Del Determinismo el hombre responde por el hecho de vivir en

sociedad, tenga o no conciencia de su acto.

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4. El Libre Albedrio: Conciencia Y Ley Moral: El libre albedrío es la facultad

humana de dirigir el pensamiento o la conducta según los dictados de la razón

propia y de la voluntad del individuo, sin determinismo superior ni sujeción a

influencia del prójimo o del mundo exterior. Filosóficamente el libre albedrío no

es más que la libertad moral, y consiste en la facultad de elegir entre varios

motivos diferentes que se nos presenta en la vida.

5. Base De La Imputabilidad: Determinismo Y Responsabilidad Social. Si un

hombre esta fatalmente destinado a cometer delitos, entonces la sociedad está

igualmente destinada a defenderse (defensa social). En consecuencia, el Derecho

Penal tiene la función necesaria de defender a la sociedad de las acciones

socialmente dañosas, no de acciones inmorales o injustas.

6. El Estado Peligroso: Es la posibilidad de cometer un delito o vuelva a cometer

otro. Tiene origen en la temibilidad de Garófalo, temibilidad que consiste en una

perversidad constante y activa del delincuente y de la cantidad del mal previsto

que hay que temer por parte del mismo delincuente.

En un principio se pensó que podía substituir a los clásicos conceptos de

imputabilidad y responsabilidad, pero no fue así. Hoy se la expone para aplicarlo

a una categoría de delincuentes. El criterio de la peligrosidad, o sea, de la

proclividad al delito, no es suficiente para determinar si un sujeto es delincuente

o no. Mas, al contrario, la proclividad ha de servir para un tratamiento sólo

correctivo, no como base de la imputabilidad. Hoy ni siquiera se le puede aplicar

medidas correctivas a los llamados anteriormente "vagos, prostitutas y

alcohólicos".
P á g i n a 23 | 65
7. Base De La Responsabilidad: La imputabilidad es base de la responsabilidad.

Para que haya ésta, debe existir primero aquella, porque la imputabilidad se

refiere a la capacidad psíquica de una persona de comprender la antijuridicidad

de su conducta y de no adecuar la misma a esa comprensión. Capacidad que lo

lleva a responder por él, ante el poder social. La imputabilidad ya debe existir

antes del hecho, la Responsabilidad nace en el momento de ejecutarse el acto. Y

para que exista Culpabilidad deben ya existir las ambas anteriores.

7. IMPUTABILIDAD

Al vivir en un Estado de Derecho, el juez y legislador debe de tener en cuenta los derechos

fundamentales de la persona humana sin discriminación alguna a ninguna persona. Al vivir

en una sociedad, las normas de convivencia se hacen cada vez mayores debido a la

inviolabilidad de algunos derechos, siendo producto de ello la creación de las penas como

medios de prevención de delitos para que los hombres de una sociedad no violen ningún

derecho fundamental como a su vez cumple una función resocializadora con las personas

que delinquieron en algún momento de su vida para que estas, luego de permanecer en la

cárcel, reciban clases de distintas carreras técnicas para su readaptación a la sociedad.

La imputabilidad es de suma importancia en una sociedad. Así pues, un órgano jurisdiccional

emite en una sentencia penal, tres juicios importantes: En un primer momento debe

pronunciarse sobre la tipicidad de la conducta atribuida al procesado; luego, en base a la

evidencia existente se decide sobre la inocencia o culpabilidad del imputado y finalmente, si

se declaró la responsabilidad penal de éste, se deberá definir la calidad e intensidad de las

consecuencias jurídicas que se le aplicara, ya sea en condición de autor o partícipe de la

infracción penal cometida. Cabe resaltar, que para la imputación de un hecho a un sujeto
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determinado, se debe tener en cuenta su estado de conciencia y voluntad al momento de

cometer el acto; pues las causas por las que se le investigue serán diferente a cuando esté

consciente o padece de alguna enfermedad mental (esquizofrenia, epilepsia, histerismo) o se

encuentra bajo el influjo de sustancias tóxicas (alcohol, drogas, etc.)

7.1 CONCEPTO

La imputabilidad es uno de los elementos constitutivos del delito. Está conformada por un

conjunto de condiciones necesarias que el sujeto debe reunir en el momento de ejecutar una

acción antijurídica, para ser capaz de responder ante el orden jurídico por la acción que ha

cometido. Se es imputable cuando se posee la facultad de discernir entre la razón y la

conciencia, algunos autores la llaman “el carácter delictuoso de las acciones u omisiones y

la obligación penal de responder por esta conducta que puede provocar una falta o un delito”.

La Imputabilidad es el elemento esencial de la culpabilidad, y hasta podemos decir que es el

presupuesto necesario de la misma, por el sencillo raciocinio de que ahí donde no hay sujeto

imputable, tampoco hay culpabilidad posible y mucho menos, responsabilidad de carácter

penal. En otras palabras, la imputabilidad, es la capacidad de ser penalmente responsable ante

un hecho delictuoso.

7.2 SURGIMIENTO DE LA IMPUTABILIDAD

El delito nace con el hombre, ello se puede apreciar cuando en todas las leyendas de los

pueblos se hablan de delitos y penas; asimismo en los libros de civilizaciones antiguas, de

instituciones religiosas y en los códigos de sus tradiciones y costumbres. En ellos podemos

ver que se consideran tantos y tantos delitos y se escogen tantos y tantos castigos, mientras

sus soberanos, se vanaglorian de haber actuado correctamente administrando justicia. Así,

P á g i n a 25 | 65
encontramos un grande desenvolvimiento de grandes instituciones jurídicas cuando ni

siquiera se habían planteado los verdaderos problemas “El problema del derecho de castigar

y el de la imputabilidad”.

El Derecho Penal, tuvo un gran desenvolvimiento en Grecia, sin embargo, no se había

planteado en sí el problema de la imputabilidad, se castigaba por castigar: «porque el Estado

no podía quedar indefenso, porque así lo querían los dioses, entre otros». Platón construyó la

teoría de la imputabilidad, fundándola sobre la necesidad de la defensa social, y fundándola

no solo fuera del libre albedrío, sino también sobre el supuesto de que el malvado sea tal

involuntariamente, y que todos involuntariamente delinquen porque la maldad tiene su origen

en perversas disposiciones, en insuficiencias orgánicas debidos a alguna mala disposición del

cuerpo; así como en el ambiente que nos rodea. Por otro lado, Aristóteles, la construyó

fundándola sobre la necesidad de la defensa social y sobre la libre voluntad, más diciendo

esto, se refería a la voluntad como hecho interior. Aristóteles dice inesperadamente que la

base de la imputabilidad no está en los sentimientos ya adquiridos, sino en aquellos que se

adquieren.

La doctrina del libre albedrío viene ser la dominante en la Edad Media a través de las disputas

teológicas respecto a los efectos del pecado original, respecto a la predestinación y la

presciencia, respecto a la gracia y a la cooperación. Por este camino el libre albedrío viene a

ser el único sostén de la justicia penal y esto no tanto por la fe en el mismo, sino porque se

temía que sin el libre albedrio, llegaría a faltar a la pena toda justificación. El hombre ya se

había puesto fuera, por encima de la naturaleza. Más con la irrupción de las ciencias naturales

en el campo hasta entonces cercado de las ciencias morales, de las ciencias jurídicas, y de las

ciencias sociales, el grave problema ha adquirido un nuevo aspecto.

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Respecto a la imputabilidad, existen diversas opiniones, pero bien debemos estar agradecidos

a la necesidad política y al buen sentido común por los que el delito ha sido siempre castigado

y siempre se castiga. El problema de la imputabilidad, precisamente insertado en el problema

de la conciencia, de la voluntad y de la causalidad, se presenta siempre más arduo y más

amenazador. La ciencia nos dice que el delito es un fenómeno como todos los demás, que el

delito no se sustrae a las leyes universales de la causalidad, que el delito es el efecto de causas

determinadas. La conciencia, por el contrario, nos dice que el delito es el efecto de nuestra

voluntad, y que nos sentimos responsables precisamente porque nos sentimos libres. Al

parecer la verdad se encuentra entre ambos. El delito es más frecuente, cuando las ideas

morales son mudables y las relaciones sociales no son estables.

7.3 TEORÍAS DE LA IMPUTABILIDAD

7.3.1 Teoría clásica

Por aplicación rigurosa de los principios de la escuela clásica del Derecho Penal, el autor de

un delito no es pasible de las consecuencias del mismo sino cuando lo ha cometido en

condiciones que lo autoricen a considerarlo moralmente imputable. Carrera expresa que “el

juicio mediante el cual el magistrado imputa civilmente a un ciudadano una acción, declarada

ya antes por la ley como políticamente imputable, es el resultado de tres Juicios distintos:

a) Imputación Física: El magistrado encuentra en aquel individuo la causa material del

acto y le dice: Tú lo hiciste.

b) Imputación Moral: Encuentra que aquel individuo ejecutó el acto con voluntad

inteligente y le dice: Tú lo hiciste voluntariamente.

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c) Imputación Legal: Encuentra que el hecho está prohibido por la ley del estado y le

dice: Tú lo hiciste en contra de la ley

Es sólo como resultado de estas tres proposiciones que el magistrado puede decir al

ciudadano: Yo te imputo este hecho como delito. El presupuesto esencial de la imputabilidad

moral, es el libre albedrío. Para ser culpable según Marxwell, será necesario, no solamente

cometer una acción penada por la ley sino también haber querido conscientemente cometerla.

7.3.2 Teoría positivista

La escuela positiva opone al principio de la responsabilidad moral, el de la responsabilidad

legal o social. Ferri comienza por expresar que el postulado de la escuela clásica, está

desmentido por la fisio-psicología positiva y que de todos modos, es discutible en teoría y

peligroso en la práctica. La libertad de querer una cosa, más bien que otra, es a juicio suyo

una pura ilusión derivada del desconocimiento de los precedentes inmediatos, fisiológicos y

psíquicos, de nuestra deliberación volutiva. La suposición de una libertad volitiva está

impugna con dos leyes universales: la de la transformación de las fuerzas y la de causalidad

natural. A su vez establece que el análisis de proceso psicofisiológico de toda acción humana

pone de manifiesto que no existe una voluntad por sí estante y, por consiguiente, no se puede

concebir una libertad de arbitrio. Ferri expresa que tampoco puede negársele que, por el sólo

hecho de vivir en sociedad, el hombre es jurídicamente imputable por sus propias acciones,

desde que sólo en la sociedad es concebible y posible el derecho

A la afirmación del clasicismo penal de que el hombre es responsable de sus delitos porque,

y en cuanto es normalmente libre, se opone este principio de la responsabilidad legal, en cuya

virtud el hombre es imputable, y por tanto responsable porque vive en sociedad.

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7.3.3 Teoría de la intimidabilidad

Son imputables los sujetos capaces de intimidarse ante la amenaza de un mal, que la pena

debe representar. Esa teoría ha sido definida por el médico francés Dubuison, en una

monografía titulada “Theorié de la responsabilité”; para él, todos los hombres, siendo

intimidables, deben ser considerados como responsables de sus actos.

7.3.4 Teoría de Von Liszt

Dicho autor explica que sólo en cuanto a la capacidad de conducirse socialmente existe o se

supone, puede ser imputada, como culpable, la conducta social y que allí donde falta la

facultad de adaptación social, no tiene ningún sentido querer encontrar móviles de conducta

social en las motivaciones contenidas en la amenaza y en la ejecución de la pena. La

imputabilidad es definida por Liszt como la capacidad de realizar actos que lleven consigo

las consecuencias penales de la infracción.

7.3.5 Teoría de Gabriel Tarde

Este autor funda la responsabilidad en la identidad personal y en la semejanza social. La

imputabilidad ha de tener doble fundamento: en primer lugar, en identidad, que es una fuerza

patente y no en la libertad que es una fuerza latente. El acto de una persona le es imputable

porque le pertenece, porque es propio de su yo normal, porque hay perfecta identidad entre

este yo y el que fue causa del acto; el otro fundamento de la imputabilidad, se encuentra en

la similitud social, es decir el medio en que se desenvuelve. En otros términos: para que un

acto sea imputable debe existir la identidad personal del autor consigo mismo, antes y

después del delito y la similitud social con aquellos entre los cuales vive y obra y por los

cuales ha de ser juzgado.


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7.3.6 Teoría que funda la imputabilidad en la peligrosidad

Grispigni afirma que uno de los postulados del Derecho Penal debe concretarse así: ninguna

sanción sin peligrosidad del delincuente. Según Florián, la peligrosidad debe transportarse

del momento de la imputabilidad, que está bien para todos los autores o partícipes del delito,

al momento de la imputación y de la responsabilidad en el sentido de que la sanción criminal

debe y puede aplicarse solamente al delincuente que se manifieste inclinado a hacer otros

delitos, esto es, al delincuente en estado de peligrosidad. El hecho del delito no es suficiente,

aunque es índice y síntoma importantísimo de la peligrosidad misma.

7.4 CONDICIONES PARA LA ATENUACIÓN O EXENCIÓN DE LA


IMPUTABILIDAD.

Casi siempre se descubre una incongruencia entre el hecho cometido y el modo habitual del

sujeto, es decir que el hecho contrasta con el carácter bondadoso honorable, benévolo y hasta

pulcro del sujeto. Que haya ausencia total de móviles que puedan explicar racionalmente el

porqué de la comisión del delito y es que los sujetos que padecen de voluntad defectuosa, de

verdaderos estados patológicos que obran conociendo el mal que realizan, proceden sin una

finalidad práctica, sin buscar un provecho personal o una satisfacción de pasiones, y fines

que son comunes en los espíritus normales , es así que se comportan en forma absurda

convirtiendo en víctima de sus atentados a sus personas más queridas, tal es el caso de los

sádicos y los masoquistas.

En cuanto a los antecedentes familiares de estos sujetos, siempre se descubre que se trata de

un psicasténico; es decir, un débil de espíritu, un individuo de vida sexual viciosa o un ser

cargado de taras hereditarias que hacen de él un nemópata. En cuanto a la historia o proceso


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clínico del caso, el profesor Berger, psiquiatra alemán, ha dicho que en tales casos se trata de

verdaderos enfermos con definidos caracteres y cuyos síntomas se manifiestan tanto antes

como después de la comisión del hecho delictivo. Los síntomas característicos anteriores al

hecho son: angustia, sentimiento de contrición, palpitaciones aceleradas del corazón y sudor

frío, todo lo cual acusa en la esfera subjetiva del sujeto, que hay una lucha entre la voluntad

que se resiste y la obsesión que lo impulsa, hasta que finalmente vence la obsesión y la

voluntad del sujeto se descarga en el crimen. Los síntomas posteriores al hecho son: la

sensación de tranquilidad que inmediatamente de cometido el crimen experimenta el sujeto,

sintiendo un verdadero alivio; pero luego sobreviene un remordimiento con arrepentimiento

que aumenta en intensidad y lo apresura a dar aviso a alguien sobre lo cometido, es así que

espontáneamente se presenta a la policía para referir minuciosamente lo ocurrido y luego

descargarse en llanto. Cuando copulativamente concurren todos estos antecedentes y

circunstancias en el sujeto dado frente a un hecho delictivo, es incuestionable que tenemos a

considerar a estos sujetos como sujetos exentos a esta responsabilidad según el inciso 1 del

artículo 20 del Código Penal o con responsabilidad restringida conforme el artículo 21 del

mismo cuerpo legal. La rareza de estos casos recomienda mucha cautela en el análisis y en

el examen, para evitar criterios complacientes siempre funestos para la justicia.

7.5 INIMPUTABILIDAD

7.5.1 CONCEPTO

La inimputabilidad es uno de los temas más difíciles y exquisitos en el ámbito de las ciencias

penales. La mayor parte de las legislaciones consideran que existen cierto número de

individuos que por su especial situación (trastorno mental, sordomudez), deben recibir un

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trato diferente por parte de la ley al cometer un hecho legalmente descrito. A estos individuos

se los denomina "inimputables" y al fenómeno que los cobija "inimputabilidad".

Entendemos por inimputable quien, en el momento de ejecutar el hecho legalmente descrito,

no tuviera capacidad de comprender su ilicitud o determinarse de acuerdo con esa

comprensión por inmadurez sicológica o trastorno mental. Por lo tanto, podemos decir que

la inimputabilidad es " la incapacidad del sujeto para ser culpable; así son aspectos

determinantes del fenómeno que nos ocupa la falta del conocimiento de la ilicitud y la

alteración de voluntad, siempre y cuando concurran en el sujeto al momento de ejecutar el

hecho legalmente descrito". Toda anomalía a alteración que afecte a la inteligencia o a la

voluntad, así como cualquier estado temporal de anulación o perturbación de la conciencia

viciaran la imputabilidad por principio. En estos casos se toman "medidas de seguridad", que

pueden consistir en internamiento o en seguimiento y control ambulatorios, dependiendo de

la decisión del tribunal que juzga.

7.5.2 ELEMENTOS DE LA INIMPUTABILIDAD

La inimputabilidad tiene dos elementos, uno intelectivo y otro volitivo.

El elemento intelectivo consiste en la incapacidad de comprensión, que se sustenta en la

incapacidad de juzgar y valorar. La conciencia del acto no implica necesariamente

inimputabilidad, puede ocurrir que una persona se quite la vida, pero tal vez, no comprenda

su significación, tal es el caso del paranoico que mata a cualquiera que pasa por su lado

identificándolo como su perseguidor.

Por eso es capital diferenciar entre conocer y comprender. El primero es "darse cuenta"

mientras que el segundo está impregnado de contenido axiológico. La inimputabilidad como

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capacidad de comprender la ilicitud del acto y de obrar de acuerdo a esa comprensión. No es

suficiente conocer y comprender la ilicitud del acto para poder predicar la inimputabilidad.

El elemento volitivo, radica en que es probable que se presente una deficiencia en la voluntad

que hace que el sujeto para conocer y comprender la ilicitud del acto y no logre regular su

conducta.

7.5.3 CRITERIOS REGULADORES DE LA INIMPUTABILIDAD

Los sistemas penales suelen utilizar diferentes criterios para regular el problema de la

inimputabilidad atendiendo a la causa y los efectos. Los criterios más importantes son los

siguientes:

a. CRITERIO PSICOLÓGICO

Este es uno de los criterios que se refieren solo al efecto que la causa produce con respecto a

la compresión y a la voluntad, es decir que se fundamenta en el hecho que el inimputable no

comprende el significado de su comportamiento y por eso no es capaz de autorregularse. Por

ejemplo: El caso de los menores de edad, entendida como “edad” en sentido psicológico y

no cronológico".

Cuando en una legislación establece que para que exista la inimputabilidad es necesario que

haya tenido el efecto de impedir que el agente comprenda y dirija su acto, se puede estimar

que esta legislación ha adoptado el criterio psicológico. Resumiendo, lo que interesa en este

criterio es la incapacidad mental del sujeto de querer y entender.

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b. CRITERIO BIOLÓGICO

Este criterio se refiere a la causa por la cual el sujeto es inimputable, sin tomar en cuenta su

afecto. Se toma en cuenta el carácter orgánico físico del individuo. Este sistema es utilizado

por los códigos que consideran inimputables a quienes padecen intoxicación crónica siendo

este un fenómeno fisiológico. Nuestro Código Penal recoge este criterio en el artículo 20,

inciso 2.

c. CRITERIO PSIQUIÁTRICO

Este criterio basa la inimputabilidad en supuestos de anormalidad bio-psíquica identificados

clínicamente, es necesario que el sujeto sufra una enfermedad mental comprobada por un

examen médico legal. Ejemplo de este criterio es el Código Penal Napoleónico de 1810 que

dice en el artículo 64: "no hay crimen ni delito, cuando el sujeto se encuentra en estado de

demencia al tiempo de la acción, o cuando ha estado obligado por una fuerza a la cual no

haya podido resistir".

d. CRITERIO SOCIOLÓGICO

Es un criterio que toma en cuenta la personalidad del individuo en relación con el contexto

social y cultural en que transcurre su vida, de este modo se considera inimputable a quien no

logra adecuar su comportamiento al patrón socio-cultural dominante, porque procede de un

ambiente distinto. Generalmente en los estatutos penales que se fundamentan en este criterio,

se señala a los indígenas como inimputables.

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e. CRITERIO MIXTO

Todos los criterios hasta el momento son deficientes por sí solos por lo que para regular un

fenómeno tan complejo como esté las legislaciones modernas utilizan el criterio mixto, que

consiste en combinar los criterios anteriores.

Las fórmulas mixtas más comunes son:

• Psicológico – Psiquiátrica: Supone que el sujeto no es capaz de comprender su

conducta por motivos de alguna enfermedad mental.

• Biológico – Psiquiátrica: Tiene en consideración tanto las alteraciones fisiológicas

y orgánicas de las personas, como sus deficiencias mentales clínicamente

comprobadas. Ejemplos de este criterio los encontramos en las legislaciones que

consideran como inimputable a una persona que sufre una intoxicación crónica,

siempre y cuando la misma le haya ocasionado trastornos mentales.

• Bio – Psicológica: Además de tener en cuenta las bases biológicas de las personas,

también considera su capacidad de comprensión. Las legislaciones penales adoptan

frente a este fenómeno, un criterio eléctrico; utilizan formulas en las que se recogen

criterios puros y mixtos de acuerdo con la naturaleza de la causal de inimputabilidad.

7.5.4 INIMPUTABILIDAD EN LA LEGISLACIÓN PERUANA

Nuestra Legislación Peruana ha acogido un artículo especial sobre el tema presentado,

recogido en el artículo 20 de Código Penal Peruano

Código Penal Artículo 20 / Causas de Inimputabilidad:

Está exento de responsabilidad penal:


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1. El que, por anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o por sufrir alteraciones

en la percepción, que afectan gravemente su concepto de la realidad, no posea la facultad de

comprender el carácter delictuoso de su acto o para determinarse según esta comprensión;

2. El menor de 18 años.

3. El que obra en defensa de bienes jurídicos propios o de terceros, siempre que concurran

las circunstancias siguientes:

a) Agresión ilegítima;

b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla; y,

c) Falta de provocación suficiente de quien hace la defensa;

4. El que, ante un peligro actual e insuperable de otro modo, que amenace la vida, la

integridad corporal, la libertad u otro bien jurídico, realiza un hecho destinado a conjurar

dicho peligro de sí o de otro, siempre que concurran los siguientes requisitos:

a) Cuando de la apreciación de los bienes jurídicos en conflicto afectados y de la

intensidad del peligro que amenaza, el bien protegido resulta predominante sobre el

interés dañado; y

b) Cuando se emplee un medio adecuado para vencer el peligro;

5. El que, ante un peligro actual y no evitable de otro modo, que signifique una amenaza para

la vida, la integridad corporal o la libertad, realiza un hecho antijurídico para alejar el peligro

de sí mismo o de una persona con quien tiene estrecha vinculación.

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No procede esta exención si al agente pudo exigírsele que aceptase o soportase el peligro en

atención a las circunstancias; especialmente, si causó el peligro o estuviese obligado por una

particular relación jurídica.

6. El que obra por una fuerza física irresistible proveniente de un tercero o de la naturaleza.

7. El que obra compelido por miedo insuperable de un mal igual o mayor.

8. El que obra por disposición de la ley, en cumplimiento de un deber o en el ejercicio

legítimo de un derecho, oficio o cargo.

9. El que obra por orden obligatoria de autoridad competente, expedida en ejercicio de sus

funciones.

10. El que actúa con el consentimiento válido del titular de un bien jurídico de libre

disposición.

8. CONDICIÓN OBJETIVA DE PUNIBILIDAD

Es una de las cuestiones, por no decir categorías, más controvertidas de la teoría del delito,

en tanto su naturaleza, su sistemática o sus consecuencias. Las condiciones objetivas de

punibilidad, son hechos externos desvinculados de la acción típica, pero necesarios para que

pueda aplicarse la pena. La indagación de la condicionalidad objetiva puede llevar a

comprobar, por vía negativa, la falta de realización de ciertas condiciones de punibilidad, o

sea, la ausencia de condicionalidad efectiva.

El origen histórico de las condiciones de punibilidad se encuentra, según Alimena, en el

principio de estricta legalidad que exige no sólo la simple conformidad del hecho con el tipo

penal sino la efectiva lesión de los intereses tutelados. La condición objetiva de punibilidad

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representa, en un plano objetivo, un límite del ámbito de lo punible de una conducta perfecta

ya desde la tipicidad y el injusto como conducta de riesgo.

De lo antes mencionado, se puede decir que, si la punibilidad de un hecho es sometida a una

condición, el hecho no constituye delito antes de verificarse aquella. Para el caso peruano,

uno de los delitos aduaneros, como es el contrabando, no será considerado como tal, aun

cuando se tenga demostrado que el hecho de ingresar del extranjero o extraer del territorio

nacional mercancías constituye una conducta típica, antijurídica y culpable, si el monto de

aquéllas no es superior a las cinco unidades impositivas tributarias. Las condiciones entonces,

son aquellas que, siendo irrelevantes para el principio de culpabilidad, están verdaderamente

fundamentando el contenido del desvalor ético social del hecho.

Para Mapelli Caffarena, las condiciones intrínsecas, como se las entiende en Italia, califican

y actualizan las lesiones de los intereses tutelados por el delito; opinión que también es

compartida por Bricola, para quien, actualizan la ofensa de aquellos intereses que ya son

potencialmente realizados por el hecho en sentido estricto. Su presencia en la actualidad se

aceptaría con beneplácito en los grupos de infracciones que protegen intereses difusos y sobre

todo en los nuevos modelos de incriminación, cuya complejidad tecnológica dificulta

enormemente la determinación de los vínculos causales y psicológico, toda vez que ésta,

como se verá más adelante, tiene como elemento característico, desconocer la conexión

psicológica entre la circunstancia considerada como tal y la voluntad del autor.

Las posiciones contrarias a su aceptación dentro de la punibilidad, y con ello dentro de la

teoría del delito, son diversas como los fundamentos que las sustentan. Así, se dice que, en

cuanto a los delitos de peligro al ser combinados con una condición objetiva de punibilidad,

se presenta el caso que esta, la condición objetiva de punibilidad, elude la prueba de


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capacidad del acto de provocar una efectiva lesión en el caso concreto, pues en este tipo de

delitos con frecuencia se desconoce el mecanismo especifico que conduce a la verificación

del resultado dañoso. Que el intento de colocar las condiciones objetivas de punibilidad fuera

del delito y dentro de la punibilidad muestra un esfuerzo artificioso por mantener una visión

totalizadora del delito. También se argumenta en contra que existen dificultades de adaptar

las condiciones objetivas de punibilidad al esquema dogmático del Derecho Penal moderno

que parte del Injusto y la Culpabilidad como fundamento de la responsabilidad penal. Las

condiciones objetivas de punibilidad son ajenas a ambas categorías, lo que provoca, en

acertadas palabras de Tiedemmann el desconcierto y la frustración dogmática. Tiene como

particularidad su desconexión psicológica con el injusto. Vale decir, que la circunstancia

considerada como condición objetiva de punibilidad no se encuentra abarcada por el

conocimiento del sujeto agente o, dicho en otras palabras, no es abarcada por la actuación

culpable de este. Con ello no se hace otra cosa que aceptar, respecto a la condición objetiva

de punibilidad, que sus presupuestos y consecuencias reflejan una independencia incluso de

los propios fundamentos del contenido del injusto y la culpabilidad hasta el extremo que se

ha extendido un doble juicio en paralelo sin convergencia, el uno para el injusto culpable y

el otro para las condiciones objetivas de punibilidad.

De lo antes mencionado, en el intento de hacer encajar y hacer fácilmente reconducible, la

condición objetiva de punibilidad, en la dogmática penal, se propone la cuarta categoría en

la estructura tripartita del delito. Una cuarta categoría, al decir de sus detractores, heterogénea

y difusa, la punibilidad. En ese orden de ideas, se hace imposible determinar cuáles son sus

contenidos positivos y sólo pueden apuntarse negativamente aquello que las individualiza,

como es su desconexión del dolo y la culpa. De ello se llega a la conclusión que existe, en

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ella, una contradicción pues se pretende que un mismo elemento, que es ajeno a la

fundamentación del injusto, produzca su incremento o mitigación, en clara lesión del

principio de culpabilidad. Zaffaronni refiere: "a partir de la observación de que a veces no es

el delito el único requisito para que opere la penalidad (...), se llegó a afirmar que hay

condiciones objetivas de penalidad o punibilidad (...). Incluyeron en este rubro a elementos

del tipo objetivo que entendían que no debían ser alcanzados por el dolo y, según otros, ni

siquiera causados por el autor o por la conducta (...), cuya naturaleza pretenden que es

totalmente distinta de la de cualquier componente y que se caracteriza por su pura presencia

objetiva. (...) Tal como se las ha concebido, las llamadas, condiciones objetivas de

punibilidad se nos esfuman en una serie de elementos heterogéneos y la pretensión de su

existencia unitaria choca fuertemente con el principio de culpabilidad, porque afecta el

principio de que no hay delito si por lo menos no tienen la forma típica culposa. Ello obedece

a que se pretende que hay elementos objetivos de los que depende la punibilidad y que no

deben ser abarcados por el conocimiento o por la posibilidad de conocimiento. Ningún

problema hay en admitirlos cuando son meros requisitos de perseguibilidad del delito, porque

es algo que no hace al Derecho penal, sino al procesal penal, y que para nada ponen en juego

al principio de culpabilidad, pero en tanto se les otorgue carácter de Derecho penal de fondo,

se corre el riesgo, - en que caen los autores que les asignan este carácter- de extraer ciertos

elementos de los tipos objetivos y trasladarlos a este nivel, con lo cual burlan con una

estratagema el requisito fundamental de que sean abarcados por el conocimiento en el dolo

o por la posibilidad de conocimiento en la culpa. Suele sostenerse que hay tal violación del

principio de culpabilidad y no se cae en la responsabilidad objetiva, porque estas condiciones

servirían para restringir el campo de la culpabilidad sin fundamentar la pena. Y, en tanto se

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las use con ese objetivo no se les puede formular objeciones. El argumento a este nivel no es

sostenible, porque si la falta de las mismas da lugar a impunidad, eso significa que su

presencia también fundamenta la punición”. Posiciones más moderadas afirman que negarla

no va a hacer desaparecer de la estructura del delito ciertos elementos de dudoso compromiso

con los requisitos de imputación subjetiva, más bien manteniendo una diferenciación

conceptual será más fácil alcanzar su progresiva restricción.

8.1 FUNDAMENTO

Como en casi todas las cuestiones puntuales relativas a las condiciones, en relación con su

fundamento tampoco se ofrece un criterio pacíficamente aceptado, a pesar de que sólo

mediante un acuerdo en los fundamentos últimos por los que el legislador acudió a esta

técnica, sería posible un trato dogmático.

Son varios los fundamentos que se utilizan para justificar la existencia de las condiciones

objetivas de punibilidad más allá del injusto y la culpabilidad. Se tiene que la condición

objetiva de punibilidad encontraría su fundamento en el merecimiento de pena, por el cual

ésta, la pena, sólo se encontrará justificada cuando se trate de una reacción inevitable para

garantizar la paz jurídica; reacción inevitable que se producirá luego que, evaluada la

restricción del ámbito de lo punible (función de la condición objetiva de punibilidad), se

presente la circunstancia que es considerada como condición objetiva de punibilidad; sin

embargo, como bien dice Roxin "merecida es la pena que corresponde a la culpabilidad, y

por lo tanto, si la punibilidad depende del merecimiento, será la culpabilidad lo único que

desencadene la pena"; y no la condición objetiva de punibilidad, la que se contradice más

bien con este principio, descartándose con ello que su fundamento se encuentre en el

merecimiento de pena. El merecimiento de pena se determina esencialmente a partir de la


P á g i n a 41 | 65
valoración del daño social de una conducta. Conducta ésta que, como ya se dejó en claro,

está desconectada de la circunstancia considerada como condición objetiva de punibilidad.

Por otro lado, la necesidad de pena, por la cual ésta sólo será justificada si está destinada a

preservar el orden general, es decir, el punto de vista de la comunidad, daría fundamento a la

condición objetiva de punibilidad; sin embargo, tal fundamento, si tenemos en cuenta lo

dicho por Jakobs: "allí donde falta el merecimiento de pena falta también su necesidad", no

encontraría sustento.

¿Cuál es, entonces, el fundamento de las condiciones objetivas de punibilidad? ¿Es acaso un

criterio político criminal? Según Bustos Ramírez: "las condiciones objetivas de punibilidad

al caracterizarse por extender (y no sólo restringir) los ámbitos punitivos de forma objetiva

no se identifican con los criterios político criminales por los cuales se tiende a convertir el

sistema penal en un sistema abierto y conectado a la realidad social para evitar soluciones

injustas y desproporcionadas”. Si los criterios político-criminales determinaron en su día un

Derecho penal inspirado en el principio de culpabilidad, las condiciones son precisamente la

contra categoría que mantiene vigentes aspectos residuales del versari in re illicita. Por tanto,

aquéllas no podrán justificarse en razones de política criminal., sino todo lo contrario, en

simples necesidades de oportunidad.

Aunque resulta dudosa su naturaleza jurídica, es evidente que, al establecerse como límite de

punibilidad una determinada cantidad en los delitos de defraudación tributaria, como sucede

en el caso argentino, de forma que el dolo no tenga que abarcar esta circunstancia, el

legislador ha buscado la forma más eficaz y, a su vez, más represiva de las que ofrece el

Derecho penal y no por necesidades político criminales, sino político fiscales. Como bien

anota Mapelli, desde la perspectiva de su fundamentación, las condiciones, traducen

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exigencias de conveniencia y oportunidad política del legislador. En relación con esta última

cuestión el fundamento en razones de oportunidad y conveniencia puede significar un punto

de aclaración, ya que sólo la propia naturaleza del elemento o la formulación legal pueden

justificar que no sea necesario que el dolo abarque los elementos condicionantes o que sea

irrelevante el error sobre ellos.

Para corroborar ello se tiene que, ante la pregunta de Volk: cuando es inadecuado perseguir

fines penales: ¿se está adoptando una decisión político jurídica, dado que el castigo sería

pertinente en sí mismo y en principio, pero en definitiva no aparece oportuno por otras

razones, o se trata más bien de una decisión político criminal, dado que la renuncia a la pena

necesariamente tiene que ver con los fines de esa institución en la estructura del

funcionamiento de la sociedad? Roxin responde, en claro apoyo a la primera solución: "pues

el hecho de reconocer prioridad a otros fines del Estado frente a los del Derecho penal,

aunque es cierto que tiene algo que ver con la estructura de funcionamiento de la sociedad,

no obstante, aún no convierte a la renuncia a la pena en una decisión político criminal". Si se

reconoce que son finalidades extrapenales las que constituyen el principio de las condiciones

de punibilidad y de las causas de exculpación de la punibilidad, ¡estas no pueden tener nada

que ver con el merecimiento de pena; cuando el merecimiento de pena depende de

determinados criterios, que muchos encuadran en la cuarta categoría del delito, la verdad es

que los mismos pertenecen realmente al tipo, la antijuridicidad o la culpabilidad, y por tanto

deben sacarse de la categoría aquí empleada.

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8.2 PRESENCIA EN LA TEORÍA GENERAL DEL DELITO

Las condiciones objetivas de punibilidad han sido criticadas a partir del principio de

culpabilidad y de responsabilidad en dos aspectos, el primero sustentado por Kaufmann y el

segundo por Tiedemann.

• "La punibilidad presupone culpabilidad, es decir, reprochabilidad; y esta no puede

imputarse cuando la circunstancia de que se trata (y que se considera condición

objetiva de punibilidad) no ha sido dolosa ni culposamente abarcada”.

• "La culpabilidad debe ser probada y no presumida”.

Dos circunstancias que convierten los elementos condicionantes en una categoría ajena al

injusto y a la culpabilidad.

Por su parte Bemman y Zaffaronni coinciden en que las condiciones objetivas de punibilidad

infringen el principio de culpabilidad y, en consecuencia, niegan su existencia y (ellos) las

tratan como elementos del injusto. No sería así en el pensamiento de Stratenwerth, para quien,

la condición objetiva de punibilidad, constituye un requisito adicional que excede de la

realización culpable del delito. Visto así, las condiciones objetivas de punibilidad, impiden

sólo que toda acción típica, antijurídica y culpable sea punible y lo único que existe en ellas

es una renuncia puntual a la pena determinada por la culpabilidad. El principio de

culpabilidad es, por tanto, perfectamente compatible con ellas. Pero lo que sucede, en

realidad, es que la condición objetiva de punibilidad no sólo a veces implica una renuncia a

la pena, en el supuesto de su ausencia, sino que, además, en la mayoría de veces la

fundamenta con su presencia.

P á g i n a 44 | 65
En este punto, es necesario averiguar si las condiciones provocan la determinación de la

responsabilidad penal en base a criterios absolutamente objetivos. Ante ello, es sabido que

en Derecho penal siempre se exige una cierta relación causal y una imputación a título de

imprudencia, suficiente para afirmar una imputación objetiva; en las condiciones objetivas

de punibilidad, está ausente esa mínima causalidad. De manera que cuando un elemento

condicionante, soslayando las garantías de la imputación objetiva, sirve de fundamento para

determinar la responsabilidad penal, está lesionando algo más que el principio de presunción

de inocencia.

El principio de culpabilidad exige, como presupuesto, la imputación objetiva del resultado,

es decir, que sólo pueden imputarse aquellos resultados realizados por el propio riesgo o

peligro implícito de la acción. Por más que la conducta sea objetivamente peligrosa y entrañe

un riesgo de lesión para un bien jurídico, dicha lesión sólo puede imputarse culpablemente

cuando al menos ha sido consentida por el autor y cuando se constata, materialmente, el

incremento del riesgo en relación con un resultado que se encuentra dentro de la esfera de

protección de la norma. En las condiciones objetivas de punibilidad, ni puede afirmarse la

conexión causal ni mucho menos el consentimiento del autor. La ausencia de una conexión

subjetiva con el elemento condicionante no puede ser sustituida por la teoría de la aceptación

del riesgo (el autor asume el riesgo de la concurrencia del elemento condicionante). Luego,

todas las condiciones objetivas de punibilidad lesionarían el principio jurídico penal de la

culpabilidad al no estar abarcados por ésta. Por otro lado, las condiciones objetivas de

punibilidad son, en relación con la parte subjetiva del tipo de injusto, tipos incongruentes en

los que el plano objetivo sobrepasa el subjetivo. A la inversa de lo que sucede con los

elementos de tendencia interna trascendente.

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8.3 CRITERIO DE IDENTIFICACIÓN

En este punto cabe preguntarnos ¿cuál es ese instrumento eficaz para caracterizar, o

identificar, un elemento como condición objetiva de punibilidad? Sin duda que el criterio

gramatical no es el indicado para diferenciar las condiciones objetivas de punibilidad de otras

figuras legales, ya que, en la redacción del texto legal, el legislador se mueve con una

discrecionalidad enorme. Aceptar el criterio de la formulación legal como el único para

diferenciar las condiciones del resto de elementos del delito, implica renunciar a una

diferenciación sustancial en dicha figura y admitir una dudosa concordancia entre la

articulación sintáctica y la voluntad del legislador, voluntad ésta que, al fin y al cabo, está

revestida ya sea de una simpatía o antipatía nuestra. La valoración textual debe lógicamente

acompañarse de una valoración sistemática y material. El diagnostico formal es del todo

insuficiente para indagar la naturaleza condicional de ciertos elementos objetivos como la

condición objetiva de punibilidad. La interpretación textual o formal en combinación con

otras, que podrían eventualmente completar aquella, es un vehículo para la indagación.

Queda por saber qué se busca a través de la condición objetiva de punibilidad, o dicho, en

otros términos, cual de todas las posibles características es esencial y común a los elementos

condicionantes. Esta característica no puede ser el simple hecho de que el legislador haga

preceder dicho elemento de una expresión, sino de la irrelevancia de la imputación subjetiva.

Cuando, textualmente, el legislador haya vinculado psicológicamente la circunstancia en

cuestión con la voluntad del autor, deberemos excluirla de las condiciones objetivas por más

que la construcción literal del tipo sitúe aparentemente este elemento en una relación de

ajenidad respecto al hecho. Entonces, si luego de una correcta interpretación del delito, se

tiene que se ha excluido la relevancia de la relación volitiva entre el autor y una determinada

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conducta, una circunstancia o un resultado; estaremos ante una condición objetiva de

punibilidad. Y si, por el contrario, esa relación es exigida por el legislador, el elemento típico

en cuestión no puede incluirse en esa figura. Los criterios de pertenencia de las condiciones

objetivas de punibilidad se ven reducidos a la particularidad de constituir elementos ajenos a

la voluntad del autor, o mejor dicho, sólo existe una referencia cierta para saber si nos

encontramos ante una condición objetiva de punibilidad: la falta de significación penal de la

imputación subjetiva.

8.4 EXCUSAS ABSOLUTORIAS Y CONDICIONES OBJETIVAS DE


PUNIBILIDAD

Para Silvela, estas no se apoyan en que el acto sea en sí mismo legítimo, como sucede en las

causas de justificación, ni tampoco en que no aparezca un sujeto en condiciones de capacidad

para responder como acontece en las causas de no imputabilidad; sino más bien, aparece

fundada en motivos transitorios y de convivencia. Considera, el legislador, en efecto, más

útil tolerar el delito que castigarle aún conociendo que existe delito y que hay personas que

de él pueden responder. Son auténticas condiciones personales extrínsecas capaces de excluir

la aplicación efectiva de la pena frente a un hecho típico antijurídico y culpable por razones

de conveniencia político criminal.

Su diferencia radica en la naturaleza del factor condicionante, que en las excusas son siempre

motivos de índole personal como el parentesco. El carácter personal de estas aparece como

un criterio cierto para diferenciarlas de las condiciones objetivas de punibilidad. Éstas

constituyen un núcleo relativamente reducido que surgen en relación a la materia misma del

injusto, en consideraciones ligadas a los desvalores del acto y del resultado. Mientras las

excusas absolutorias excluyen la pena, las condiciones objetivas de punibilidad las

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condicionan. La presencia de las condiciones objetivas de punibilidad posibilita la

imposición del castigo, la concurrencia de la excusa absolutoria la excluye.

8.5 CONDICIONES OBJETIVAS DE PROCEDIBILIDAD Y CONDICIONES

OBJETIVAS DE PUNIBILIDAD

Mientras que en ausencia de las condiciones objetivas de punibilidad no se pune, en ausencia

de las de procedibilidad no se procede. La ausencia de una condición objetiva de

procedibilidad no tiene más efecto, con relación al delito, que impedir el procedimiento, pero

el hecho sigue siendo un ilícito penal y de actualizarse el presupuesto procesal podrá

perseguirse aun produciéndose con posterioridad al delito.

Delitala manifiesta que la condición de procedibilidad está constituida por actos jurídicos

propios exclusivamente destinados y coordinados para el procedimiento penal, mientras que

las condiciones jurídicas son hechos jurídicos. Gómez Orbaneja, compartiendo la opinión de

Schmidhäuser, menciona que "estaremos en presencia de una condición de procedibilidad

cuando el derecho hace depender la admisibilidad del proceso de una circunstancia de hecho

o del cumplimiento de un acto que no incide en la órbita de la acción delictiva, de algo que

ni condiciona ni corta fuera del proceso la relación causal entre la acción y su efecto jurídico,

la relación delito-pena”.

9. JURISPRUDENCIA.

a. Aplicación del principio de legalidad

EXP. Nº 08646-2005-PHC/TC
AREQUIPA
JHONNY FERNANDO
NARREA RAMOS
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SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 24 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y
Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Félix Palacios Aquize,


abogado de don Jhonny Fernando Narrea Ramos, contra la sentencia de la Primera Sala Penal
de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 110, su fecha 9 de agosto de 2005, que
declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 20 de julio de 2005 don Félix Palacios Aquize, abogado de don Jhonny
Fernando Narrea Ramos, interpone demanda de hábeas corpus contra los Vocales de la
Tercera Sala Penal de Corte Superior de Justicia de Arequipa, señores Fernández Ceballos,
Barrera Benavides y Zeballos Zeballos alegando la afectación de sus derechos
constitucionales a la presunción de inocencia, al debido proceso, a la tutela procesal efectiva
y a no ser procesado por hechos que no se encuentren previstos como delito. Expone que con
fecha 31 de mayo de 2005, el beneficiado fue intervenido en el inmueble de su propiedad por
la Policía Fiscal, incautándosele pertenencias de su colección privada de objetos
arqueológicos, incursión que no se encontraba dentro de los supuestos previstos en el artículo
2.9. de la Constitución dado que no había mandato judicial ni flagrante delito; que, sin
embargo, el Fiscal Provincial formuló denuncia penal por la supuesta comisión del delito
contra el patrimonio cultural de la Nación, por lo que se abrió en su contra un proceso penal
en el que se dictó mandato de detención, el mismo que, al ser apelado, fue confirmado por la
Sala emplazada, sin que ésta tuviera en cuenta el artículo 21º de la Constitución ni el artículo
7º de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, que permite propiedad privada de
los bienes culturales, así como su comercialización dentro del territorio nacional, a condición
de que se registren ante el Instituto Nacional de Cultura. Por estas razones, considera que el
proceso seguido contra el favorecido atenta contra sus derechos fundamentales.

Admitida a trámite la demanda se recibe la declaración del beneficiado (f. 9), así
como la declaración de los magistrados emplazados (fs. 67, 68 y 69); del mismo modo, se
incorporan al proceso fotocopias de los actuados correspondientes al proceso penal seguido
contra el demandante (fs. 14 a 63).

El Primer Juzgado Especializado en lo Penal de Arequipa, con fecha 21 de julio de


2005, declara infundada la demanda por considerar que la pretensión de autos se sustenta en
criterios de atipicidad, juridicidad e inculpabilidad, así como en causas de justificación.
Asimismo, a criterio del a quo, el análisis de la estructura del delito y de las causas de
justificación deben ser realizados al momento de pronunciarse sobre el fondo del proceso o
a través de los medios de defensa previstos en la legislación procesal ordinaria, no siendo la

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vía constitucional la idónea para enjuiciar las potestades coercitivas del Juez en materia
penal.

La recurrida revocando la apelada, declara improcedente la demanda, atendiendo a


que la responsabilidad del procesado se desvirtuará dentro del proceso conforme a los medios
probatorios que se actúen durante la investigación jurisdiccional, no advirtiéndose que el
proceso haya sido tramitado de manera irregular.

FUNDAMENTOS

1. El principio de legalidad penal ha sido consagrado en el artículo 2º, inciso 24, literal "d"
de la Constitución Política del Perú, según el cual "Nadie será procesado ni condenado
por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley,
de manera expresa e inequívoca, como infracción punible, ni sancionado con pena no
prevista en la ley”.

En la STC 0010-2002-AI/TC, este Tribunal sostuvo que el principio de legalidad exige


que por ley se establezcan los delitos, así como la delimitación previa y clara de las
conductas prohibidas. Como tal, garantiza la prohibición de la aplicación retroactiva de la
ley penal (lex praevia), la prohibición de la aplicación de otro derecho que no sea el escrito
(lex scripta), la prohibición de la analogía (lex stricta) y de cláusulas legales
indeterminadas (lex certa).

2. Este Tribunal considera que el principio de legalidad penal se configura también como
un derecho subjetivo constitucional de todos los ciudadanos. Como principio
constitucional, informa y limita los márgenes de actuación de los que dispone el Poder
Legislativo al momento de determinar cuáles son las conductas prohibidas, así como sus
respectivas sanciones. En tanto que en su dimensión de derecho subjetivo constitucional
garantiza a toda persona sometida a un proceso o procedimiento sancionatorio que lo
prohibido se encuentre previsto en una norma previa, estricta y escrita, y también que la
sanción se encuentre contemplada previamente en una norma jurídica.

3. Por tanto resulta igualmente claro que la dimensión subjetiva del derecho a la legalidad
penal no puede estar al margen del ámbito de los derechos protegidos por la justicia
constitucional frente a supuestos como la creación judicial de delitos o faltas y sus
correspondientes supuestos de agravación o, incluso, la aplicación de determinados tipos
penales a supuestos no contemplados en ellos. El derecho a la legalidad penal vincula
también a los jueces penales y su eventual violación posibilita obviamente su reparación
mediante este tipo de procesos de tutela de las libertades fundamentales.

4. Si bien el principio de legalidad penal, que protege el derecho a no ser sancionado por
supuestos no previstos en una norma jurídica, en tanto derecho subjetivo constitucional
debe ser pasible de protección en esta vía, el análisis que debe practicar la justicia
constitucional no es equiparable al que realiza un Juez penal. En efecto, como este
Tribunal lo ha señalado en diversas oportunidades, “[...] no puede acudirse al hábeas
corpus ni en él discutirse o ventilarse asuntos resueltos, como [lo] es la determinación de

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la responsabilidad criminal, que son de incumbencia exclusiva de la justicia penal. El
hábeas corpus es un proceso constitucional destinado a la protección de los derechos
reconocidos en la Constitución y no a revisar si el modo como se han resuelto las
controversias de orden penal es el más adecuado conforme a la legislación ordinaria. En
cambio, no puede decirse que el hábeas corpus sea improcedente para ventilar infracciones
a los derechos constitucionales procesales derivadas de una sentencia expedida en proceso
penal, cuando ella se haya dictado con desprecio o inobservancia de las garantías
judiciales mínimas que deben guardarse en toda actuación judicial, pues una interpretación
semejante terminaría, por un lado, por vaciar de contenido el derecho a la protección
jurisdiccional de los derechos y libertades fundamentales y, por otro, por promover que la
cláusula del derecho a la tutela jurisdiccional (efectiva) y el debido proceso no tengan
valor normativo” [cf. STC 1230-2002-HC/TC].

5. De modo análogo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mediante


resolución de fecha 13 de octubre de 2004, declarando inadmisible la petición presentada
por el recurrente (cf. petición Nº 369-2001 - Informe Nº 45/04), ha establecido:

“42. Al respecto, la CIDH ha sostenido desde su principal pronunciamiento en este


tema que la Comisión es competente para declarar admisible una petición y fallar
sobre su fundamento cuando ésta se refiere a una sentencia judicial nacional que ha
sido dictada al margen del debido proceso, o que aparentemente viola cualquier otro
derecho garantizado por la Convención. Si, en cambio, se limita a afirmar que el fallo
fue equivocado o injusto en sí mismo, la petición debe ser rechazada conforme a la
fórmula arriba expuesta. La función de la Comisión consiste en garantizar la
observancia de las obligaciones asumidas por los Estados partes de la Convención,
pero no puede hacer las veces de un tribunal de alzada para examinar supuestos
errores de derecho o de hecho que puedan haber cometido los tribunales nacionales
que hayan actuado dentro de los límites de su competencia”.

6. Es cierto que, como regla general, la tipificación penal y la subsunción de las conductas
ilícitas no son ni deberían ser objeto de revisión en estos procesos. Al fin y al cabo, ni la
justicia constitucional puede considerarse en forma análoga a la justicia penal, ni aquélla
resulta una tarea que entre en el ámbito de competencia de los jueces constitucionales.
Como nuevamente lo ha expresado su par español, mediante estos procesos se ha
“encomendado proteger los derechos fundamentales (...), conociendo de toda calificación
jurídica realizada por los tribunales ordinarios que viole o desconozca (...) derechos, pero
carece de aquel carácter en relación con procesos comunes que resuelvan derechos
intersubjetivos ajenos a los derechos fundamentales y que se pronuncien sobre cuestiones
de mera legalidad, al ser competencia exclusiva de los jueces y tribunales su interpretación
y decisión, fijación de los hechos y subsunción, así como la precisión de las consecuencias
jurídicas (...), aunque se apoyen en errores, equivocaciones o incorrecciones jurídicas o,
en definitiva, en la injusticia de las resoluciones, porque ello le convertiría [al Juez
constitucional] en órgano de control de la mera legalidad, ejerciendo funciones que no le
atribuye la Constitución” [cf. STC 104/1985].

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7. De ahí que solo excepcionalmente quepa efectuar un control constitucional sobre una
resolución judicial por afectación del principio de legalidad penal y, en concreto, en
aquellos casos en los que, al aplicar un tipo penal o imponer una sanción, el Juez penal se
aparte del tenor literal del precepto o cuando la aplicación de un determinado precepto
obedezca a pautas interpretativas manifiestamente extravagantes o irrazonables,
incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema material de valores. En
consecuencia, en la justicia ordinaria se establece la culpabilidad o inocencia del
imputado, determinando en el caso si se da el supuesto de hecho previsto en la norma y
sobre la base de consideraciones de orden penal, de acuerdo con la alternativa que ofrezca
la dogmática penal que se estime la más adecuada. En la justicia constitucional, en cambio,
se determina si la resolución judicial cuestionada afecta los derechos constitucionales.

8. En el caso de autos, la resolución impugnada (f. 5), emitida el 16 de junio de 2005, se


sustenta en los artículos 228º y 230º del Código Penal, los cuales sancionan la extracción
de bienes culturales de la Nación; en ese sentido, será materia del proceso penal determinar
el origen de los bienes encontrados en posesión del beneficiado, así como su procedencia
y, del mismo modo, determinar si es responsable o no de los ilícitos imputados. En
consecuencia, no se aprecia del contenido de la resolución impugnada, ni del contenido
del proceso penal seguido en contra del beneficiado, que dicho proceso se haya seguido
con afectación de las garantías procesales previstas en la Constitución, que se hayan
afectado los derechos fundamentales del mismo, ni que el procedimiento ordinario carezca
de sustento legal o sea irrazonable o arbitrario, razones suficientes para desestimar la
demanda de autos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le confiere
la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

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10. OTROS

ANÁLISIS DE EXPEDIENTE N.º 3354-2010-51


(Por el alumno: Yuri, CALDERÓN MAZA)
La sentencia trata del recurso de apelación interpuesto por el imputado Elvis Agapito
Sánchez Rodríguez, condenando como autor del delito contra la vida, el cuerpo y la salud,
en la modalidad de homicidio calificado con alevosía.
Elvis Agapito Sánchez Rodríguez, presentó recurso de apelación contra la sentencia
condenatoria, solicitando que se revoque la resolución impugnada y reformándola se
condene por el delito contra la vida, el cuerpo, y la salud, en la modalidad de homicidio por
emoción violenta, argumentando como agravio que no existen medios de prueba que
acrediten la alevosía.
Ahora veremos la diferencia entre homicidio calificado con alevosía y homicidio por
emoción violenta.
A) El homicidio perpetrado con alevosía, consiste en que el culpable para la ejecución
del delito emplee medios, modos o formas que tiendan directa o especialmente a
asegurarla, sin el riesgo que la víctima tenga posibilidad de defenderse, siendo
decisivo en la alevosía el aseguramiento de la ejecución del hecho y la ausencia de
riesgo ante la defensa por parte de la víctima, sin que se requiera un motivo
especial, pues basta que el sujeto busque la situación favorable, la conozca; y, la
aproveche o quiera aprovecharla.
B) Para que se configure el delito de homicidio por emoción violenta,
Se requiere dos presupuestos:
i. El intervalo de tiempo sucedido entre la provocación y el hecho; es decir,
que el delito tiene que cometerse en un lapso durante el cual el sujeto se
encuentra bajo el imperio de la emoción violenta, por lo que, no puede
transcurrir un largo espacio temporal entre el hecho provocante y su
reacción.
ii. El conocimiento previo por parte del autor del homicidio emocional; es
decir, que la emoción violenta debe desencadenarse por la aparición súbita
de una situación importante para el sujeto.
Así pues, el agente debe actuar en un estado de conmoción anímica repentina; esto es, bajo
un impulso afectivo desordenado y violento; en el que no se acepta la premeditación.
Elvis Agapito Sánchez Rodríguez, a argumentado como agravio que no existen medios de
prueba que acrediten la alevosía, si bien es cierto la pericia balística practicada a los
disparos en el cuerpo del occiso determina que hubieron cuatro disparos, empero, no se han
determinado el orden de los disparos, puesto que el recurrente sostiene que el primer
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disparo vino por delante y los demás en distintas partes del cuerpo, teniendo como móvil
del homicidio los celos debido a que la menor que acompañaba al occiso era la enamorada
del imputado, habiéndolos encontrado ese día manteniendo relaciones sexuales.
Pero en realidad Elvis Agapito Sánchez Rodríguez, actuó con alevosía, atacando a Hilder
Ismael Gastañadui Fernández, por la espalada, sin que pueda defenderse, pero a todo esto
es que actuó después de un largo tiempo, del cual no cumpliría con uno de los requisitos del
homicidio por emoción violenta.
CRITICA
Por lo tanto estoy de acuerdo con la decisión final de los juristas de que el imputado no ha
ofrecido medio probatorio para corroborar su defensa afirmativa de haber actuado bajo
emoción violenta en el resultado muerte del agraviado, provocado por el supuesto acto de
infidelidad de su enamorada, por consiguiente, debe descartarse la calificación jurídica de
homicidio por emoción violenta, más bien por el contrario, ha quedado suficientemente
acreditado la premeditación en la ejecución del delito, al haber el imputado utilizado un
instrumento letal y eficaz arma de fuego para la producción de la muerte, y, haber
empleado una forma tendiente directamente a asegurarla, al realizar cuatro disparos en
zonas vitales del cuerpo, sin el riesgo que la víctima tenga posibilidad de defenderse.
ANÁLISIS R. N. N.º 1377-2014 LIMA. INIMPUTABILIDAD POR GRAVE
ALTERACIÓN DE LA CONCIENCIA.
(Por el alumno: José Luis, SANTILLÁN HUMANTTICA)
Se produce en el distrito de san juan de Lurigancho en donde el agraviado es interceptado
por el encausado Víctor Alberto Cotaquispe Valerio donde junto al apodado como “pollo”
lo toman por la espalda cuando se encontraba al interior de una tienda y con un pico de
botella lo amenazan para que salga, llevándolo a casa Víctor Alberto donde lo despojaron
de su celular. Luego de cometido el acto delictivo la victima pone la denuncia en la
comisaría más cercana, luego en donde los efectivos policiales interceptan al imputado en
su casa. Donde ya en la tercera sala penal para procesos con reos en cárcel de la corte
superior de justicia de lima lo condenan al recurrente Cotaquispe Valerio como autor del
delito contra el patrimonio en la modalidad del roba agravado en perjuicio de don Edson
Ñáñez Pérez y se le impone doce años de pena privativa de libertad. Subsiguiente a esto la
defensa del encausado presenta el recurso de nulidad contra la sentencia que lo condena
usando los siguientes fundamentos que el acusado se encontraba en el estado de
inimputabilidad por grave alteración de la conciencia presentada por ingestión de
substancias como el alcohol ya que según la fórmula de Erick Widmark el encausado se
encontraba aproximadamente en el nivel de 2,74 g/l de alcohol por litro encontrándose en el
4.to periodo de la tabla de alcoholemia al cometer el hecho, estimando que los actos
cometidos por Víctor Alberto no son propias de la habitualidad en la ejecución de los
delitos, en el que el agente procura no ser ubicado después de perpetrado el ilícito, además
que se produjo la afectación del derecho de defensa debido a que el imputado no contó con
la asistencia de su abogado a escala preliminar. Debido a esto el supremo tribunal decide
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absolver al recurrente, pronunciando también con relación a la responsabilidad civil que
hubiera generado el imputado al agraviado este podrá reclamarlo en la vía pertinente.
Por último, como decisión se tiene la nulidad de la sentencia que condenó a Víctor Alberto
Cotaquispe Valerio ordenando su libertad y mandando que se ponga en conocimiento al
ministerio público.
DERECHO PENAL DEL ENEMIGO
(Por el alumno: Luis, ROJAS DIAZ)
El profesor Jakobs ha advertido que dentro del sistema social existen sujetos que
representan fuentes de peligro. Asimismo, indica que, en los casos de actuación del
Derecho penal en situaciones previas, se evidencia no sólo el adelantamiento del Derecho
penal frente al injusto, sino “tal vez” una desmedida intervención del Derecho penal. Una
situación que puede afectar el conocido planteamiento “cogitationes poenam nemo patitur”,
según el cual, el Derecho penal no puede ni debe intervenir en lo interno del sujeto.
FUNDAMENTOS
El profesor Jakobs utiliza el arsenal del Derecho penal liberal para construir lo que él ha
denominado “Derecho penal del enemigo”. Así, por ejemplo, sobre el criterio de persona,
desarrolla paralelamente el criterio de no persona. Para ello, recurre a algunos autores de la
filosofía moderna como Kant, Rosseau, Fichte, Hobbes y Locke; recordando de esta forma
que no es un tema marginal. Y, por otro lado, recurre al Derecho positivo alemán en cuanto
se refiere a la “lucha” en el ámbito de la criminalidad económica, terrorismo, criminalidad
organizada, delitos sexuales, criminalidad con drogas y conspiración para delinquir.
En su postulado, Jakobs sostiene, que sólo en el ámbito del Derecho penal del ciudadano, la
pena es coacción; coacción portadora de un significado, portadora de la respuesta al hecho -
el hecho como hecho de una persona racional que significa algo, y ese algo, es una
desautorización de la norma, un ataque a su vigencia. Y la pena, esta también significa
algo, significa que la afirmación del autor es irrelevante y que la norma sigue vigente sin
modificaciones, manteniéndose, por lo tanto, la configuración de la sociedad-.
Contrariamente, según el profesor Bonn, el Derecho penal tiene un desarrollo distinto en el
caso de los “enemigos”. Aquí, la premisa de Jakobs es: “El que pretende ser tratado como
persona debe dar a cambio una cierta garantía cognitiva de que se va a comportar como
persona. Si no existe esa garantía o incluso es negada expresamente, el Derecho penal pasa
a ser una reacción de la sociedad ante el hecho de uno de sus miembros a ser una reacción
contra un enemigo”.
Para Jakobs, ya no se trata del mantenimiento del orden de personas tras irritaciones
socialmente internas, sino que se trata del restablecimiento de unas condiciones del entorno
aceptables, por medio de la -sit venia verbo- neutralización de aquellos que no ofrecen una
garantía mínima cognitiva, la cual es necesaria para que a efectos prácticos, puedan ser
tratados actualmente como personas. Es verdad que el procedimiento para tratamiento de
los individuos hostiles está regulado jurídicamente, pero se trata de la regulación jurídica de
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una exclusión. Indagando en su verdadero concepto, el Derecho Penal de Enemigos es
entonces, una guerra, cuyo carácter limitado o total, depende también, de cuanto se tema al
enemigo”. En consecuencia, visto desde esta perspectiva, el planteamiento del Derecho
penal del enemigo desarrollado en las márgenes del Derecho penal, es un falso dilema
porque en realidad no hay nada de Derecho penal en él. Dicho en otras palabras, se presenta
el problema de la gran criminalidad en la sociedad moderna o de la criminalidad persistente
y se da como respuesta el Derecho penal del enemigo. Sin embargo, el contenido de la
respuesta -en concreto la de Jakobs- es cruda y de un pragmatismo tal, que no es posible
admitirla por las implicaciones que tiene: afección a la dignidad de la persona humana,
afección a derechos que vulneran la igualdad ante la ley, sobredimensionamiento del
Estado frente al ciudadano, exacerbación de los miedos e implementación de la tecnología
de la “seguridad cognitiva” a toda costa, marginación y Derecho penal de autor,
instrumentalización política del recurso penal y la posibilidad nunca cerrada que tales
prácticas se legitimen bajo un discurso teórico. Existe una actitud sesgada vinculada sólo y
únicamente a modelos centrales de juridicidad penal que deben imponerse sacrificando a
los “otros”.
En síntesis, existen ciudadanos para los cuáles, es necesario el Derecho penal clásico. las
garantías penales, procesales y penitenciarias deben ser óptimas. Este Derecho penal
reflejará identidad de la sociedad. Asimismo, también existen casos específicos de sujetos
alejados de la esfera del Derecho penal; a ellos, no se les puede tratar como personas, sino
como “no-personas”. A esas no-personas, no se les concede un Derecho penal de corte
liberal (Derecho penal del ciudadano); sino un Derecho propio de los enemigos, un
Derecho de guerra o una guerra refrenada. Dicho de otro modo, según Jakobs, en el seno de
la sociedad existen “enemigos”, que con su accionar se colocan al margen del sistema
social y del Estado. Ante ello, es lícito tratarlos de una forma diferente a como se trata a los
ciudadanos.
OBSERVACIONES
Respecto del fundamento filosófico de Jakobs, debemos señalar que, si bien la filosofía
moderna utiliza un lenguaje propio de la defensa extrema, esto es, utilización de soluciones
propias de la guerra como medios de defensa frente a sujetos que tienen conductas alejadas
del Derecho o contra el orden jurídico establecido -según ese sector de la Filosofía-, tales
personas están fuera del sistema civil.
De lo dicho, se sigue que el Derecho penal del enemigo tiene justificaciones y estas
dependerían del contexto en que debe desarrollarse la discusión. En este sentido, el
Derecho penal del enemigo, sólo puede darse dentro de un Derecho de sociedades
democráticas que reconocen y garantizan derechos y libertades fundamentales que
depositan el poder en auténticos Estados de Derecho. Esto es así, porque el modelo
democrático constitucional es el único que tiene las posibilidades materiales de negarlo o
admitirlo de refutarlo o relativizarlo o simplemente desaparecerlo, bajo cualquier
posibilidad el modelo democrático constitucional posee legitimidad en el análisis.

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¿PERSONAS ≠ NO PERSONAS = VIOLACIÓN DE DIGNIDAD HUMANA?
El primer límite infranqueable y reconocido por el Derecho Penal lo constituye la dignidad
de la persona humana. Como ya se señaló, es en un Estado de derecho, dónde la dignidad
de la persona humana constituye uno de los derechos fundamentales. Ello, viene avalado
por instrumentos jurídicos internacionales que no pueden ser soslayados dentro del
entendimiento del Derecho penal (Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano
de 1789; Convención Americana de Derechos Humanos; Pacto Internacional sobre
Derechos Civiles y Políticos). Es decir, existe un compromiso que reconoce una línea
inexpugnable que no permite la lesión del contenido de la dignidad humana.
Asimismo, gracias a la dignidad, el Estado de Derecho se dirige a proteger al ciudadano y
sus derechos innatos y adquiridos frente a eventuales abusos del poder político. Por ello, se
ha dicho que la dignidad humana, constituye no sólo la garantía negativa de que la persona
no va ser objeto de ofensas o humillaciones, sino que entraña también la afirmación
positiva del pleno desarrollo de la personalidad. En dicho sentido entonces, el Derecho
penal del enemigo, con sus postulados y repercusiones en la vida de los seres humanos, no
resulta coherente con el modelo descrito. El intento de declarar un estatuto para el
“enemigo” a través del Derecho penal (que no se sabe si realmente es Derecho penal u otra
cosa), en virtud que uno mantiene la vigencia de la norma y el otro “combate peligros” no
puede superar la valla de justificación del porqué del trato diferenciado o marginal contra
este.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y OTRAS GARANTÍAS PERSONALES
Si el ciudadano es destinatario natural de la norma, si el ciudadano realiza conductas y
responde por ellas, es porque existe un marco legal previo. El marco legal le asegura al
ciudadano la existencia de un orden jurídico preestablecido “un mundo sin sorpresas”. En
tal sentido, existe un aseguramiento cognitivo del proceder del sistema legal, en concreto,
del sistema punitivo. Sin embargo, respecto del enemigo –pese a que se establece el mismo
presupuesto-, se aniquilan los mecanismos de protección básicos, dejando una zona de
posible arbitrariedad estatal; por ejemplo: restricción de derechos procesales de los
imputados, cuestionamiento de la presunción de inocencia. En realidad, es muy difícil
sostener que se les juzga, dado que la culpabilidad queda “adelantada” y deja la impresión
que se les ajusticia; y esto es así porque sólo se ve una imagen, y esta es la de
“ENEMIGO”. Este no presenta lados buenos, es lo negativo, por lo cual despliega temor,
terror. Es más, el concepto de enemigo puede surgir en relación a poblaciones, con lo cual
desaparece el sujeto y con él, la responsabilidad por el hecho. Se es culpable porque se es
miembro de determinada población; por tanto, el “enemigo”, siempre es culpable.
Ahora bien, el discurso del Derecho penal del enemigo, no excluye de forma expresa ni
niega el principio de legalidad; en realidad lo necesita, le es útil para mostrar la apariencia
que estamos en un mundo jurídico sin conmociones y que el Derecho Penal del Enemigo es
una de sus partes. Pero lo cierto es que no ocurre así. El principio de legalidad no se
compatibiliza con el modelo del Derecho penal del enemigo pues el primero se caracteriza

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por afianzar el modelo garantista y el segundo por vaciarlo de contenido. De otro lado, la
pena no persigue la reinserción, sino la “neutralización” total del sujeto en cuanto sea
peligroso, es decir, reinserción y neutralización son términos que se niegan y que no pueden
subsistir bajo el mismo sistema. Esto significa, que la pena en los casos de los enemigos no
tiene ninguna función motivadora, ni siquiera estabilizadora, sólo cumple una función
formal; pero su contenido material y real, es la total desaparición del sujeto del entramado
social.
En síntesis, debe considerarse que, tanto la persona como la no-persona desarrollan
conductas en relación igualitaria frente a los tipos penales, pero el problema es, que unas
pasan a la bolsa del Derecho penal clásico o liberal y otros al Derecho penal del enemigo;
esto en virtud de la dicotomía “Persona = Ciudadano vs No Persona = Enemigo”. Así, es
este, uno de los motivos por el cual no resulta coherente ni clara la posición de un enemigo
respecto del ciudadano en la esfera del Derecho penal. Esta situación se explica en la
existencia de dos Derechos penales, donde uno de ellos pierde su silueta en cuanto su
estructura se encuentra ligada más a las reglas de la guerra y el otro en aquel que
conocemos como Derecho penal liberal.
CONCLUSIÓN
Como hemos podido observar, existe una preocupación real por revisar el modelo de
Derecho penal existente. Cabe pensar que, si el modelo liberal ha cumplido su ciclo o ha
sido rebasado o, en su defecto, ha sido traicionado por el legislador o la práctica judicial o
la doctrina. Es necesaria reconstruirla, sobre la base de una profundización de sus
postulados y la integración de nuevos componentes. Esto significaría un Derecho penal más
acorde con el mundo en que vivimos. Si se piensa que el mundo complejo requiere de
fórmulas nuevas, que es imposible seguir atado al “viejo” modelo, es necesario deslindar
posiciones, incluso la posición del penalista.
Coincido con la inclinación hacia el Derecho penal liberal, coherente, eficiente y útil,
dentro de un Estado de Derecho, pero, no aquél que por el transcurrir del tiempo y por su
repetición parece haber perdido su contenido; es necesario reconceptualizarlo y para ello
volver a sus raíces, no para endiosarlo, sino para redescubrirlo y darle nueva forma y
sentido. Creo, que orientarse a través del Derecho penal del enemigo no constituye una
salida propia del Derecho penal, sino una que no le corresponde, porque, por mucho que se
quiera, la estructura de dicha “argumentación” tanto por sus linderos filosóficos como por
las consecuencias parece ser que se guía más por una estructura normativa propia de la
guerra y ese no es el ámbito del Derecho penal. No es propiamente una decisión de política
criminal, sino sólo de política, donde en todo caso impera la razón de Estado por encima de
la razón jurídica.

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ANALISIS DE CASACION 436-2016 SAN MARTIN
(Por el alumno: Benjamín, MOLINA SOLIS)
El recurso de casación interpuesta por Viler Puerta Satalaya contra la sentencia de vista del
diecinueve de abril de dos mil dieciséis -fojas 02 Jet cuadernillo de asación-. Interviene
como ponente el señor Juez Supremo Pariona PASTRANA.
En las cueles se puede que tras la pena impuesta por violación sexual contra el señor Viler
Puerta satalaya joven de 19 años las cuales había participado supuesta mente del delito de
violación sexual por a ver inducido a la menor de iniciales A.M.S.M a fugarse de su hogar
con las finalidades de llevarla a su establecimiento.
Pues cuales declaraciones fueron rechazadas por el imputado, ya que el sostiene que fue
con el consentimiento de la menor, en las cuales ellos mantenían una relación sentimental
ya de mucho tempo, tales como da en las declaraciones la menor diciendo que él, la había
propuesto fugarse con el saliendo del colegio y la llevo a su domicilio en las cuales
mantenían relaciones sexuales constantemente y recalcando que si tenían una relación
sentimental. Es por eso que el imputado realiza el recurso de casación interpuesta ante la
corte suprema con el fin de que se evalué su pena y se reduzca ya que se dio un error de
tipo en su pena privativa de libertad las cuales se le niega una disminución de pena.
Teniendo en cuenta de las tantas clasificaciones que se realizan en torno a los delitos, a
efectos del caso a resolver, es importante distinguir a los delitos tipificados en nuestro
código Penal en dos grandes grupos: dolosos y culposos.
(Artículo1 del Código Penal). Los primeros son aquellos que para su comisión se requiere
conocimiento y voluntad de la acción; son la mayoría en nuestro Código Penal. En cambio,
los segundos son aquellas acciones peligrosas emprendidas sin ánimo de lesionar el bien
jurídico, pero que por falta che cuidado o diligencia debida causa una lesión efectiva. Es
necesario recalcar que conforme nuestro ordenamiento jurídico la acción del infractor
culposo es unible solo en los casos expresamente establecidos por la ley; era decir, se sigue
un sistema números clausus (artículo 12 del Código Penal). Considerando lo señalado se
debe indicar que los delitos cometidos contra la libertad sexual conforme con nuestra
regulación son de carácter doloso: es decir, son cometidos con conocimiento y voluntad de
cada elemento objetivo del tipo penal. Si se carece de conocimiento de alguno de estos
elementos se estaría frente a uno infracción penal de carácter culposa, la cual conforme a
nuestro Código en esta clase de delitos violación sexual no es típica, pues se reitera que
solo es típico en tanto exista dolo.
En conclusión, después de evaluar el caso se declaró fundada el recurso de casación
interpuesta por Viller, en las cuales se dio la razón que hubo un error de tipo ya que no
reunía las características necesarias para ser declarada delito de violación sexual tal y como
había sido interpuesta por las instancias inferiores a esta. Se declaro fundada y se archivó
sus cargos y se ordenó su inmediata libertad y que anulen sus antecedentes policiales y
judiciales interpuestas por dicha denuncia.

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CONCLUSIONES

• El delito es toda acción u omisión punible, cuyo incumplimiento trae una sanción y que

la clasificación de los delitos no es únicamente tomado como punto importante de manera

teórica, sino que el índole practico que tienen las clasificaciones de los delitos es

importante ya que con ellos es posible ubicar a los delitos dentro de los parámetros que

ordenan la persecución de los mismos, como la gravedad que la ley asigna, en cuanto a

consecuencias que se tiene dentro la sociedad las cuales asigna la ley.

• Como pudimos ver, la conducta del ser humano puede ser de dos formas (acción u

omisión) y éstas pueden ser reprochables para la sociedad, también vimos cómo se toman

en cuenta respecto del tiempo, modo y lugar de los hechos, que de igual manera esto nos

ayudará a valorar en el ejercicio de nuestra carrera como métodos de inducción para llegar

a una verdad absoluta, ya que como peritos en la materia es coadyuvante para allegarse a

la verdad, tomando en cuenta la existencia de la conducta (acción u omisión) y de acuerdo

a fin de estar apegado si hubo conducta o la ausencia de la misma.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Ed. San Marcos. Lima-Perú. 1997 pp. 68, 69

➢ Tiedemann. citado por Borja Mapelli Caffarena. Estudio Jurídico dogmático de las

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➢ Florencio Mixán Mass. Cuestión Previa, Cuestión Prejudicial, Excepciones. Ed.

BGL. 2ª. ed. Trujillo-Perú. 2000. pp. 24, 25

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la 2ª edición, Cárdenas, México D.F., 1998.

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Editorial Tecnos.

➢ Villa Stein Javier (2001), Derecho Penal Parte General, Lima, Editorial san marcos.

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