Sunteți pe pagina 1din 1

Apóstoles, Los Doce.

En los Evangelios sinópticos se dice que desde el principio de su ministerio Jesús llamó a algunas
personas, en número de doce, para instruirles de un modo especial con vistas a una misión (Mc. 3:14). El llamamiento
de los doce apóstoles se describe casi con las mismas palabras en los sinópticos (Mt. 10:1-4; Mc. 3:13-19; Lc. 6:12-16),
lo cual indica que son literariamente dependientes. El Evangelio de Juan, si bien menciona varias veces a «los doce», en
ningún momento de su redacción recoge la lista de sus nombres, aunque Aquila

algunos de ellos son citados en diversas partes de su texto por acontecimientos puntuales referidos a cada uno de ellos,
pero sin darles el título de «apóstoles». Juan presupone que los lectores conocen el grupo tradicional de los doce, que
se presentan como los elegidos por el mismo Jesús y de los cuales hay uno que lo traicionará (6:70-71). Conoce de
nombre a ocho por lo menos de sus componentes: Simón, Andrés, Natanael, Tomás, Santiago, Judas de Santiago y Judas
Iscariote (1:35-51; 6:5; 12:21-22; 14:22; 21:1-2).
El número doce no es caprichoso, sino que guarda relación con las doce tribus de Israel, con sus cabezas representativas,
los Patriarcas. Por ello podemos decir que la elección de doce apóstoles, cuales padres de respectivas familias futuras,
tiene un sentido escatológico claro. Representan a las doce tribus del nuevo Israel que se sentarán en el banquete del
final de los tiempos para juzgar a las doce tribus del viejo Israel (Mt. 19:28). La elección de un duodécimo apóstol en
sustitución del caído Judas aparece indispensable para que se descubra en la Iglesia naciente la figura del nuevo Israel
(Hch. 1:15-26). Los Doce son para siempre el fundamento de la Iglesia: «El muro de la ciudad tenía doce hiladas, y sobre
ellas los nombres de los doce apóstoles del cordero» (Ap. 21:14, cf. Ef. 2:20). Su especial significación dentro de la
institución apostólica del primitivo cristianismo estriba en que ellos representan el eslabón entre el Jesús histórico y la
Iglesia que se va constituyendo; en haber sido los primeros que recibieron la misión autoritativa y en ser, además, los
testigos privilegiados de la salvación de Dios en Cristo.
El NT ofrece muy pocas noticias de los doce apóstoles y su actividad, exceptuando Pedro, Juan y Santiago el Menor. Lo
que sabemos de ellos es debido en gran parte a tradiciones orales del siglo II recogidas en sus respectivas historias
eclesiásticas por Eusebio, Hegesipo, Nicéforo y otros.
Según Hch. 8:1, parece ser que los Doce permanecieron en Jerusalén y actuaron solamente en Palestina (Hch. 8-11), a
excepción de Pedro, de quien se dice expresamente que marchó «a otro lugar» (Hch. 12:17). El resto desaparece del
horizonte de la historia (Hch. 16:4) después de ser mencionados con ocasión del llamado Concilio de Jerusalén (Hch. 15).

S-ar putea să vă placă și