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Resumen
Este artículo examina el intento de Leo Strauss de rehabilitar la filosofía política
clásica (en particular la de Platón) contra las implicaciones totalitarias del histori-
cismo y el positivismo. Se argumenta que esta rehabilitación se basa en una pre-
misa falsa: el supuesto de una ciencia política que sólo posee una elite intelectual a
la que compete determinar el bien común con independencia de todo proceso deli-
berativo democrático. Desde esta perspectiva, la filosofía de Leo Strauss aparece
ante todo como la fundamentación de una concepción autoritaria de la política.
Palabras clave: Leo Strauss, ley natural, autoridad, racionalidad política.
Abstract
This paper analyses Leo Strauss’s restitution of classical political philosophy
(particularly Plato’s political philosophy) as an attemtp to overcome the totalitarian
implications of positivism and historicism. The paper argues that this restitution is
based on the false premise of a political knowledge which only an intellectual elite
would possess, and which would allow such elite to define the common good
independently of democratic deliberation. From this point of view, Leo Strauss’s
political philosophy seems to be a foundation of political authoritarianism.
Key words: Leo Strauss, natural law, authority, political rationality.
Leo Strauss defendió entre los años 50 y 70 del siglo XX una nueva forma
de objetivismo en filosofía política2. Su obra responde al fenómeno polí-
tico más importante de su época: el totalitarismo. La apelación a un con-
junto de principios políticos «naturales», es decir, independientes de toda
convención humana, debía subsanar las implicaciones totalitarias del pen-
samiento político anterior a la segunda guerra mundial. Pues Strauss parte
de la convicción de que, con independencia de otras causas empíricas de
naturaleza sociológica o económica, hay dos rasgos del pensamiento polí-
tico del siglo XIX que contribuyeron a liquidar los regímenes liberales
europeos y a sustituirlos por regímenes totalitarios. Estos dos rasgos son
el positivismo y el historicismo3.
Las ciencias sociales son positivistas en la medida en que adoptan al
menos un rasgo metodológico de la ciencia natural moderna, a saber: la
distinción entre hechos y valores, y se comprenden a sí mismas como
ciencias «axiológicamente neutrales» en el sentido de Max Weber. Al acep-
tar dicha distinción, las ciencias sociales se privan de antemano de la capa-
cidad de enjuiciar desde un punto de vista normativo la realidad social.
Renuncian, por tanto, a dar una respuesta vinculante a la que, a juicio de
Strauss, es la pregunta específica de la filosofía política: la pregunta por el
mejor régimen político. El positivismo hace de las ciencias naturales el
paradigma de la racionalidad tout court y cercena toda posibilidad de
abordar las cuestiones políticas normativas desde una perspectiva racional
y vinculante. De otro lado, el historicismo puede interpretarse como una
reacción al positivismo que, paradójicamente, conduce por su propia lógi-
ca a las mismas conclusiones de éste. Frente a la Ilustración racionalista, el
historicismo vuelve la mirada hacia la historia, las costumbres y las insti-
tuciones tradicionales, en un esfuerzo por hallar los principios políticos
adecuados al Volksgeist de cada comunidad y a su forma particular de con-
vivencia. Pero el historicismo consecuente debe renunciar a formular
cualquier principio político cuya validez pretenda trascender su contexto
histórico particular. De modo que el historicismo no idolatra la racionali-
dad de las ciencias de la naturaleza, pero comparte con el positivismo una
consecuencia fatal para la filosofía política: también niega la posibilidad de
dar una respuesta vinculante a la cuestión política fundamental.
2. Una primera versión de este escrito fue presentada en el congreso Third Annual Confe-
rence in Political Theory, celebrado en la Universidad Metropolitana de Manchester (Rei-
no Unido) en septiembre de 2006.
3. L. Strauss, Natural Right and History, Chicago, University of Chicago Press, 1965, cap. I.
6. Sobre esto, cf. L. Strauss, Natural Right and History, op. cit., cap. V.
10. Para la concepción deliberativa y procedimental de la democracia, cf. sobre todo J. Ha-
bermas, Facticidad y validez, Madrid 2000, caps. III, VII y VIII, así como el ensayo «La
soberanía popular como procedimiento», contenido en el mismo volumen.
11. Cf. L. Strauss, Natural Right and History, op. cit., cap. V.
ley natural o del bien político objetivo, hay que abandonar las opiniones de
«la mayoría» y ascender a la contemplación de las Ideas. Strauss hace suya
exactamente esta misma posición. Pero existe una diferencia esencial entre
Platón y su discípulo del siglo XX. En efecto, Platón no se limitó a recha-
zar la democracia y a reivindicar un régimen aristocrático sobre la base de
la oposición entre dóxa y epistéme. Además de esto, creyó poder determi-
nar con la certidumbre de una ciencia cuál habría de ser la configuración
institucional del régimen político ideal. No es otro el sentido de los libros
de la República en los que Platón describe en detalle su Estado ideal, y que
prosiguen y concretan las consideraciones propiamente epistemológicas de
esos otros y muy conocidos pasajes sobre la caverna o sobre el ascenso
hacia la contemplación de la Idea del Bien a través de la dialéctica. En cam-
bio, Strauss no sólo no recoge la concreción institucional del Estado plató-
nico (pues algo tal sería, naturalmente, una extravagancia en el siglo XX),
sino que tampoco desarrolla en ninguna parte un programa político con-
creto. Dicho de otro modo: Leo Strauss no nos dice nunca (a diferencia de
Platón) cuáles son esas leyes naturales objetivas que sólo el filósofo políti-
co es capaz de hallar. Únicamente nos dice que, en cualquier caso, su cono-
cimiento sólo puede ser asunto de unos pocos. Así, su filosofía retiene del
modelo platónico la aplicación al campo político de la distinción entre dóxa
y epistéme; retiene también la correspondiente concepción elitista de la
sabiduría política, e incluso la defensa de un régimen aristocrático que ya
no extrae su legitimidad del consentimiento de los ciudadanos, sino de la
privilegiada sabiduría de los gobernantes. Pero en ningún sitio concreta
Strauss el contenido de esa sabiduría, que él mismo debería poseer.
Este silencio no sólo difiere de Platón, sino que es, además, sospecho-
so. La filosofía política de Platón se construye sobre la experiencia del fra-
caso de la democracia ateniense, sobre la imposibilidad de establecer una
organización política justa únicamente sobre las bases de la comunicación
y la persuasión. Platón no ve en la pluralidad de opiniones que concurren
en la esfera pública de los regímenes democráticos la condición de posibi-
lidad de la formación discursiva de una voluntad política común. Más bien
compara las opiniones políticas con las ocurrencias que sostienen, respec-
to de cualquier asunto científico, quienes no dominan una ciencia. La plu-
ralidad de opiniones aparece, pues, como el contexto idóneo para el sur-
gimiento de la demagogia, o para que la argumentación racional se vea
desplazada por la persuasión retórica y, finalmente, por la arbitrariedad y
la violencia. Platón quiso evitar esta deriva de la democracia hacia la vio-
lencia introduciendo el supuesto de una epistéme política, de una ciencia
de los asuntos humanos que siguiese el modelo de la geometría. Debía ser
12. H. Arendt, «¿Qué es la autoridad?», en: Entre el pasado y el futuro, Barcelona, Península,
2003, pp. 176-183.
13. L. Strauss, Persecution and the art of writing, Chicago, University of Chicago Press, 1988.
14. Cf. sobre esto S. B. Drury, Leo Strauss and the American right, New York, St. Martin’s
Press, 1999.
15. Tanto el comentario de Strauss como la recensión de Kojève se encuentran publicados
en castellano en L. Strauss, Sobre la tiranía, Madrid, Encuentro, 2005. Sobre la cuestión
de la autoridad, cf. también A. Kojève, La notion de l’autorité, Paris, Gallimard, 2004.
16. L. Strauss, Sobre la tiranía, op. cit., p. 117.
23. L. Strauss, «Liberal education and responsibility», en: Liberalism: Ancient and Modern,
p. 12.
24. L. Strauss, «De nuevo sobre el Hierón de Jenofonte», en: Sobre la tiranía, op. cit., p. 251.
25. L. Strauss, Sobre la tiranía, p. 241.
28. A. Norton, Leo Strauss and the Politics of American Empire, New Haven, Yale Uni-
versity Press, 2004.