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Vicisitudes de lo estético entre

modernidad y posmodernidad
Por Marcelo Córdoba
Docente de la Universidad Católica de Córdoba, Doctorando en Semiótica del Centro de Estudios Avanzados de
la Universidad Nacional de Córdoba.

Sumario: Summary:
Este artículo aborda el estatuto del arte a la luz del debate This article deals with the condition of art in the light of the
modernidad-posmodernidad. Consiste de una reflexión teó- modernity-postmodernity debate. It consists in a theoretical
rica cuyo hilo conductor es la pregunta por las posibilidades reflection led by the question about the present possibilities
actuales de un arte crítico o de resistencia. La primera sec- of a critical or resistance art. The first section outlines both
ción esboza tanto los rasgos estéticos distintivos del moder- modernism’s esthetical distinctive traits and the historical
nismo, cuanto el contexto histórico en que éste emergió. A context in which it emerged. It immediately presents post-
continuación se presenta el posmodernismo como un “nuevo modernism as a “new artistic paradigm” (Huyssen), defined
paradigma” artístico (Huyssen), definido por un nuevo marco by a new frame of mutual relationships between modernism,
de relaciones mutuas entre modernismo, vanguardia y cultura avant-garde and mass culture. The essential ambivalence of
de masas. Se destaca la ambivalencia constitutiva del pos- artistic postmodernism is pointed out through reference to
modernismo artístico a través de referencias a las posturas the views of Lyotard and Hal Foster. The next section ana-
de Lyotard y Hal Foster. En la siguiente sección se analizan lyzes the consequences in arts of what has been called the
las consecuencias para el arte de lo que se ha denominado “field undifferentiation” process, as a result of which proc-
el proceso de “indiferenciación de campos”, como resultado ess the economy has become juxtaposed to culture itself
del cual la economía ha llegado a yuxtaponerse con la cul- (Jameson). The final section nuances the thesis which states
tura (Jameson). En la sección final se matiza la tesis de la the total commoditization of art, being the latter’s dialectical
reificación mercantil total del arte, cuya naturaleza dialéctica nature underscored at the reception instance. To this effect,
es puesta en evidencia en la instancia de recepción. En este Habermas’ interpretation of Benjamin’s theory of postauratic
sentido, se recupera la interpretación que hace Habermas art is brought in in order to pose art reception as a potentially
de la teoría del arte postaurático de Benjamin, cuya meta es life-world enriching “experience”.
mostrar al arte como una “experiencia” potencialmente enri-
quecedora del mundo de la vida.

Descriptores: Describers:
Modernismo, Posmodernismo, Vanguardia, Cultura de ma- Modernism, Postmodernism, Avant-garde, Mass culture,
sas, Autonomía del arte Art’s autonomy

Página 417 / Córdoba, Marcelo, “Vicisitudes de lo estético entre


modernidad y posmodernidad” en La Trama de la
Comunicación, Volumen 13. UNR Editora, 2008
Modernismo y posmodernismo estéticos. simbolismo en poesía, y, de manera más amplia y ra-
En términos generales, el modernismo ha sido habi- dical, del esteticismo programático de l’art pour l’art.
tualmente definido por oposición al realismo. En su li- No obstante, Jay argumenta que el énfasis excluyente
bro Marxism and Modernism, Eugene Lunn ha destaca- en la abstracción de la forma pura, propio de críticos
do una serie de rasgos distintivos: 1) autoconsciencia como Clement Greenberg, adolece de unilateralidad y
estética o autorreflexividad—el medio artístico, y aun relega, en consecuencia, lo que podría llamarse “un
el propio proceso creativo, se convierten en el objeto potente impulso antiformalista del arte moderno”. Al
de la producción artística; 2) simultaneidad, yuxta- poner de relieve este contraimpulso, al cual asocia
posición o “montaje”—la obra de arte renuncia a su directamente con la noción de lo informe de Bataille,
presentación como totalidad orgánica, asumiendo de- Jay define el modernismo estético como un campo de
liberadamente una apariencia artificiosa y/o fragmen- fuerzas en tensión. Por cuanto de aquí se deriva una
taria a partir de la incorporación de elementos hetero- visión más diferenciada, la operación de Jay contribu-
géneos; 3) paradoja, ambigüedad e incertidumbre—se ye a una comprensión más precisa de la diversidad
abandona la pretensión de representar una realidad de las prácticas artísticas modernas. En particular,
plausible y coherentemente estructurada, adoptando permite dar cuenta de la distinción entre un alto mo-
en lugar de ello un contenido múltiple, caótico e inde- dernismo contraído a la exploración de los límites de
terminado; 4) “deshumanización” y eliminación del suje- la autorreferencialidad estética y una vanguardia cuyo
to individual autónomo—por un lado, el autor abjura de principal propósito, por el contrario, era la reunifica-
las prerrogativas de originalidad y creación individual ción del arte y la vida.
(se recuerda la invocación de Rimbaud: “Je est un au- En su célebre artículo “Modernidad y revolución”,
tre”), por el otro, en las propias obras se tiende a poner Perry Anderson constató la necesidad de una perio-
en cuestión la noción de un sujeto autotransparente e dización más precisa del modernismo3. En este senti-
idéntico a sí mismo (piénsese, por ejemplo, en el pro- do, procuró definir la coyuntura sociopolítica en cuyo
cedimiento del “flujo de conciencia” y en la exploración seno aquél se gestó y desarrolló, a horcajadas entre
de las determinaciones inconscientes de la subjetivi- las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del
dad por parte de los surrealistas). Según Lunn, estas XX. Anderson presenta, pues, el modernismo como
características delimitarían ese campo de prácticas un “campo cultural de fuerzas triangulado por tres co-
artísticas por lo demás heterogéneas y ambivalentes ordenadas decisivas”: 1) un academicismo altamente
al que se ha dado en llamar “modernismo”1. formalizado, cuyo peso se derivaba de la persistencia
Otro aspecto ampliamente destacado por los estu- del dominio político de clases aristocráticas o terra-
diosos del modernismo estético radica en «el triunfo tenientes, las cuales no obstante, en el terreno eco-
de la forma sobre el contenido, la apoteosis de la au- nómico, habían sido ya desplazadas por la burguesía
torreferencialidad sobre la representación o expresión urbana; 2) la conmoción del imaginario cultural pro-
de algo externo a la obra misma»2. Esta tendencia ha- ducida por la incipiente aparición de las innovaciones
cia la purificación y la apoteosis de la forma ha sido tecnológicas de la segunda revolución industrial—el
característica no sólo de la pintura abstracta, sino teléfono, la radio, el automóvil, la aviación, etc.; 3)
también del modernismo arquitectónico—piénsese un horizonte político caracterizado por la posibilidad
en su aversión hacia los ornamentos y en su empeño concreta de la revolución social.
por hacer derivar la función de la forma misma—, del La tradición del arte académico representaba, para
los artistas modernos, un polo de oposición contra el tura alta, las vanguardias recusaron enérgicamente la tes, había pasado a formar parte del arsenal propa- mo tuvo delante una cultura mediática plenamente
cual rebelarse, pero asimismo un acervo de recursos canonizada dicotomía alto/bajo. En este sentido, las gandístico concitado por la Guerra Fría. Así las cosas, desarrollada en términos tecnológicos y económicos
de los cuales apropiarse, bien que irónicamente. Los vanguardias históricas representaron un nuevo esta- ha de recordarse que, si bien atacaron la autonomía que dominaba el arte de integrar, divulgar y transfor-
nuevos inventos, cuya difusión era aún muy acotada, dio de lo moderno, caracterizado por su ambición de esteticista y la autorreferencialidad del alto modernis- mar en mercancía incluso los desafíos más serios»7.
estimularon la imaginación y la sensibilidad de una superar el arte a través de su reconciliación con una mo, las vanguardias históricas no constituyen sino un Esta situación elucida el rápido desplazamiento de las
serie de movimientos artísticos, los cuales habían praxis vital transformada. “nuevo estadio en el desarrollo de lo moderno”. Desde expresiones más críticas de los sesenta—happenings,
depositado en estas innovaciones no sólo sus aspi- El análisis y la interpretación de Huyssen también esta perspectiva, el posmodernismo de este período, minimalismo, conceptualismo—por parte del eclec-
raciones estéticas, sino inclusive sus esperanzas de apuntan a situar históricamente el modernismo. caracterizado por su expreso anhelo de zanjar el hiato ticismo historicista que comenzara a cobrar peso a
un cambio social, independientemente de cuál fuera Como ya se ha señalado a propósito del análisis de entre arte elevado y cultura de masas, “debe ser visto partir de principios de los setenta.
la orientación política de dicho cambio—futurismo, Anderson, en sus orígenes, el modernismo, además como el momento final de la vanguardia y no como la En su introducción a The Anti-Aesthetic—volumen pu-
constructivismo, etc. El horizonte político incierto, de definirse por su hostilidad hacia una cultura de ruptura que pretendió ser”. «Los exponentes de esta blicado en 1983 que jalona la autocomprensión artísti-
transido de turbulencia y descontento social, nutrió la masas mercantilizada, pretendió oponerse a las con- nueva sensibilidad—apunta Huyssen—se rebelaron ca y teórica del posmodernismo—Hal Foster subraya
oposición y el rechazo del orden establecido, rasgo venciones artísticas de un academicismo altamente contra el intrincamiento y ambigüedad del modernis- la necesidad de distinguir entre un posmodernismo de
distintivo de gran número de los movimientos de este codificado. En virtud de su autosuficiencia heroica, mo, volcándose en cambio al camp y a la cultura pop, “oposición” o “resistencia” y otro de “reacción”. En prin-
período—cuyo exponente más radicalizado fuera el las grandes obras modernistas rechazaron, no sólo la mientras que los críticos literarios impugnaban el ca- cipio, Foster advierte que el modernismo como prácti-
expresionismo alemán de entreguerras. En resumen, monotonía agobiante de una vida social reificada, sino non cristalizado y las prácticas interpretativas de la ca no ha fracasado; antes bien, en tanto tradición, ha
el modernismo estético floreció «en el espacio com- también el conformismo filisteo de la cultura oficial de nueva crítica y reclamaban para su propia escritura “ganado”. Desde luego, este triunfo no constituye sino
prendido entre un pasado clásico todavía usable, un la época. Como es sabido, el arte postimpresionista la creatividad, autonomía y presencia de la creación una victoria pírrica, por cuanto, al ser absorbido por la
presente técnico todavía inderterminado y un futuro se reveló escandaloso para los patrones estableci- original»6. cultura oficial, el modernismo parece, según la expre-
político todavía imprevisible. O, dicho de otra mane- dos del gusto estético. Con todo, conforme decrecía Frente a los desarrollos canónicos del modernismo sión del propio Habermas, “dominante pero muerto”.
ra, surgió en la intersección entre un orden dominante el potencial revulsivo de lo nuevo, las grandes obras estético—Adorno, Greenberg—, cuyo propósito fuera Así las cosas, “sólo excediéndolo sería posible salvar
semi-aristocrático, una economía capitalista semi-in- modernistas fueron rápidamente integradas al canon salvar la autonomía y la dignidad del arte elevado, el proyecto de lo moderno”. Frente a los modelos que
dustrializada y un movimiento obrero semi-emergente y a las instituciones de la cultura burguesa. De aquí Huyssen considera que desde la década del sesenta enarbolan el principio del “todo vale”, precipitándose
o semi-insurgente» 4. que las vanguardias históricas se articularan como hemos asistido a la conformación de un “nuevo para- en consecuencia a un saqueo inescrupuloso de tra-
Andreas Huyssen, por su parte, define el moder- movimientos artísticos orientados a impugnar sin digma”—el posmodernismo—, concebido ya no como diciones y estilos del pasado, Foster anuncia que los
nismo como una cultura “antagonista”. Ésta se habría más la “institución arte”—el conjunto de formaciones un corte o ruptura total con el estadio precedente, sino ensayos recopilados en el libro pretenden bosquejar
constituido a partir de una estrategia consciente de discursivas que regulan y sancionan las prácticas de más bien como un “nuevo marco de relaciones mutuas categorías y prácticas críticas, obstinadas en no abdi-
exclusión de, y hostilidad hacia, una cultura de masas producción, distribución y consumo de arte “legítimo”5. y configuraciones discursivas” entre el modernismo, car de la negación del mundo “tal como es”.
“crecientemente consumista y opresiva”. La distinción El anhelo de superar la esfera estética en una praxis la vanguardia y la cultura de masas. Con todo, este Este posmodernismo de resistencia ha de oponerse
categórica entre arte elevado y cultura de masas—lo vital liberada, se comprende, pues, a la luz de esta nuevo paradigma se halla lejos de presentar un aspec- no sólo a la cultura oficial del modernismo, sino tam-
que Huyssen llama la “Gan División”—sería, en este institucionalización de un modernismo domesticado. to homogéneo o unívoco. Si el arte norteamericano de bién a la “falsa normatividad” de un posmodernismo
sentido, constitutiva del alto modernismo. Ahora En términos de Huyssen, esto explicaría asimismo “la los sesenta, en su ataque a un modernismo cristaliza- reaccionario. Contra las estrategias conservadoras
bien, a partir del concepto de “vanguardia histórica” similitud y continuidad entre el posmodernismo norte- do y convertido en dogma por la cultura oficial, puede tendientes a deslindar la política de una cultura oposi-
de Peter Bürger, según el cual ésta se definiría por su americano y ciertas zonas de la vanguardia europea”. legítimamente describirse como una manifestación tora, y contra prácticas culturales regresivas, revesti-
ataque frontal a la “institución arte”, Huyssen propone Una vigorosa corriente subterránea de dadaísmo del ímpetu vanguardista, resulta sin embargo evidente das de funciones “terapéuticas” y hasta “cosméticas”,
diferenciar “modernismo” de “vanguardia” en función emergió en el agitado contexto social y político de los que esta disposición antagonista y crítica fue incapaz el posmodernismo de resistencia habría de asumir el
de sus actitudes divergentes de cara a la relación en- años sesenta, liberando corrosivas energías críticas de sobrevivir a su impulso inicial. «La primera vanguar- cuestionamiento de los códigos culturales y la puesta
tre arte elevado y cultura de masas. Contrariamente a contra un expresionismo abstracto que inopinada, y dia—distingue Huyssen—enfrentó a la industria cultu- en relieve de los nexos existentes entre cultura y po-
las nociones esteticistas de autosuficiencia de la cul- acaso inadvertidamente para sus máximos exponen- ral en su estadio inicial mientras que el posmodernis- lítica. Foster, pues, enfatiza: «En oposición (pero no

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solamente en oposición), un posmodernismo resis- lo que respecta al campo estético, Lyotard ya no de- producción de un efecto de realidad que facilita el re- opuesto a la del realismo: «La modernidad, cualquie-
tente se interesa por una deconstrucción crítica de la fine lo posmoderno por oposición a lo moderno, sino conocimiento de la identidad y el sentido por parte del ra sea la época de su origen, no se da jamás sin la
tradición, no por un pastiche instrumental de formas antes bien conectándolo a éste. Según Bürger10, esto público consumidor—de aquí su efecto “terapéutico”. ruptura de la creencia y sin el descubrimiento de lo
pop o pseudohistóricas, una crítica de los orígenes, obedecería a una estrategia intelectual de Lyotard, Asimismo, desde el punto de vista de la producción poco de realidad que llena la realidad, descubrimiento
no un retorno a éstos» 8. enderezada a diferenciar su propia posición estética artística, las convenciones del realismo no hacen sino asociado a la invención de otras realidades»11. Por lo
Es contra este posmodernismo “de formas pop o del “eclecticismo de consumo” que en el curso de la bloquear la cuestión en torno de la naturaleza del arte demás, este rechazo radical de las reglas y determi-
pseudohistóricas” contra el que también se rebela década del setenta avanzó en la hegemonización del y de la realidad implicada en éste. El realismo, pues, naciones aceptadas—rechazo comúnmente asociado
Lyotard. A la luz de su categorización de lo posmoder- posmodernismo artístico. situado siempre en una posición intermedia entre el a las vanguardias—deviene, en Lyotard, el rasgo dis-
no (fin de las metanarrativas), la reflexión estética de Estas tendencias se asocian estrechamente a los academicismo y el kitsch, promueve el conformismo tintivo del verdadero posmodernismo, esto es, aquél
Lyotard gravitó en torno a la cuestión de cómo conce- nombres de Charles Jencks y Robert Venturi en arqui- generalizado de aquellos que se niegan a reexaminar que pone el acento sobre “el acrecentamiento del ser
bir un arte resistente una vez que se ha abandonado tectura, y al programa de la transvanguardia italiana las reglas del arte. y el regocij o que resultan de la invención de nuevas
todo horizonte de emancipación. Lyotard reniega de en pintura. Éstas no serían sino manifestaciones de La alternativa al realismo propuesta por Lyotard reglas de juego”. Como consecuencia de ello, tal como
cualquier orientación hacia el pasado; todo intento una nueva práctica artística de carácter afirmativo, consiste en una revitalización del impulso experimen- lo destaca Anderson 12, en esta lógica la posmoderni-
de recuperar alguna forma de tradición es rechazado cuyo éxito como estrategia de mercado se compren- tal e innovador que caracterizó al modernismo. Esto dad artística deja de ser una categoría periódica para
como anatema. En un texto que analiza su filosofía de a la luz del propósito de amoldar el arte al “estado se asocia por su parte con la puesta en juego de la convertirse en un “principio perenne”: «Una obra no
del arte, Christa Bürger 9 sostiene que, para Lyotard, dado de la cultura”. Aunque su temprano abandono categoría de “lo sublime”. En Kant, lo sublime se dife- puede convertirse en moderna si, en principio, no es
el interminable proceso de “museificación de la cultu- de categorías centrales al pensamiento de izquierdas rencia de lo bello por cuanto provoca en el sujeto “un ya posmoderna. El posmodernismo así entendido no
ra” operado por el capitalismo sólo podría detenerse (crítica, moralidad, etc.) hubiera hecho previsible su placer que procede de la pena”, derivada a su vez del es el fin del modernismo sino su estado naciente, y
merced a una “destrucción radical de la memoria”. asociación con esta corriente afirmativa de posmo- conflicto entre “la facultad de concebir una cosa” y “la este estado es constante»13.
La condición posmoderna—en cuyo origen se halla, dernismo, Lyotard optó, en cambio, por inscribir lo pos- facultad de ‘presentar’ esta cosa”. El sentimiento de lo
como es sabido, la revolución de las tecnologías de moderno dentro del impulso experimental e innovador sublime surgiría ante el empeño de “presentar qué hay El destino de la autonomía del arte.
la información y la comunicación—reclama un nuevo del propio modernismo estético. Bürger aventura la de impresentable”, uno de cuyos posibles índices—en Como es sabido, Habermas suscribe y desarrolla la
arte de carácter “posthumanista”, acorde con la radi- hipótesis de que esta operación—engorrosa y proble- la interpretación que Lyotard hace de Kant—sería lo teoría de la modernidad de Max Weber. Según esta
cal puesta en cuestión de las nociones de “experien- mática, por cuanto tiende a desdibujar las distinciones informe, la ausencia de forma. La magnitud inconmen- línea de pensamiento, la modernidad se caracteriza
cia, memoria, trabajo, autonomía (o libertad), e incluso entre moderno y posmoderno y entre modernidad y surable de ciertos fenómenos naturales (en Kant) o la por la racionalización y el descentramiento de las
de ‘creación’”. Esta concepción de un arte en sincro- vanguardia—obedecería a la circunstancia de que la pintura no figurativa moderna (en Lyotard) constituyen visiones del mundo, proceso en cuyo despliegue his-
nía con los últimos desarrollos de la tecnociencia fue formación estética de Lyotard procedía de la experien- presentaciones negativas del infinito. Ante ellas, la tórico la razón sustantiva plasmada en concepciones
plasmada en el catálogo de Les Immatériaux (1984), cia del modernismo clásico. imaginación del sujeto experimentará su propia inca- religiosas o metafísicas se escinde en tres esferas cul-
exhibición organizada por Lyotard a pedido del gobier- Como quiera que sea, lo cierto es que Lyotard pre- pacidad para representar el Absoluto, como una abs- turales de valoración, a saber, la ciencia, la moralidad
no socialista francés. tende resolver estas dificultades estableciendo una tracción vacía, una evocación alusiva de aquello que y el arte. Conforme institucionalizan sus respectivas
Este es el marco en el que Lyotard desarrolla un con- distinción entre un posmodernismo “verdadero” y otro es impresentable. lógicas internas de validación, cada uno de estos do-
cepto de arte posmoderno por cierto idiosincrásico. “falso”, concibiendo a partir de ello el modernismo En este esfuerzo por presentar negativamente minios culturales deviene autónomo, dando lugar a la
Así pues, el colapso de las metanarrativas se refleja estético como un momento dentro del (verdadero) aquello que resiste toda representación, Lyotard re- formación en su seno de categorías de expertos “que
en el campo estético bajo la forma de un giro reflexivo posmodernismo. En este sentido, postula que la única conoce los axiomas de la vanguardia. Animadas por parecen ser más proclives a estas lógicas particulares
en las prácticas artísticas. Lyotard sostiene que las manera genuina de resistir el embate del eclecticis- un afán de subversión constante del sentido de las que el resto de los hombres”. Con todo, el proyecto
vanguardias, en tanto se definieron en función de la mo cínico y del populismo kitsch del universo mass- formas, su práctica artística bloquearía “el libre acuer- filosófico de la Ilustración—al cual Habermas conecta
pregunta acerca de la naturaleza del medio artístico mediático, consiste en un intransigente rechazo do de las facultades que produce el sentimiento de lo indisociablemente la modernidad—proyectó la inte-
(“¿qué es la pintura?”), anticiparon hasta cierto punto del realismo. El realismo artístico se define por su bello”, impidiendo así “la formación y estabilización gración de las producciones culturales especializadas
la reflexividad del arte posmoderno. De aquí que, en capacidad de fijar un referente, de lo que se sigue la del gusto”. Esta es precisamente una fuerza de signo en beneficio de una organización racional de la vida

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social cotidiana. y “utilidad” mantienen una enemistad creciente»17. de concebirse como su despliegue dialéctico hacia la en efecto, del rechazo heroico a una realidad negati-
En lo concerniente al arte, Habermas apunta que la Esta diferenciación fue estudiada en profundidad por coincidencia de institución y contenido. Este proceso va: «Un abismo, creado por el “no” radical pronunciado
categoría de Belleza y la esfera de objetos bellos se el mismo autor en su Teoría de la vanguardia, donde se habría verificado en el curso de la segunda mitad por el arte, separa el arte de la realidad, aunque esta
constituyeron en el Renacimiento, aunque no es sino indaga la trayectoria de la “institución arte” en tanto del siglo XIX, en sintonía con la consolidación del do- última sea interpretada»21. Si «la aspiración del arte
en el curso del siglo XVIII que «la literatura, las bellas que subsistema social. Aquí se postula la tesis de que minio político de la burguesía. Desde esta perspectiva, a la autonomía, su desvinculación de la Iglesia y del
artes y la música fueron institucionalizadas como acti- la plena diferenciación de los fenómenos artísticos pudo comprenderse el estadio precedente, el del Rea- Estado, sólo fue posible cuando la literatura, la pintura
vidades independientes de lo sagrado y de la corte»14. depende no sólo de “un grado relativamente alto de lismo, como un paradigma en que las obras particu- y la música se organizaron según los principios de la
Peter Bürger, por su parte, hace hincapié en que al racionalidad en la producción artística”, sino también, lares se regían por los procedimientos determinados economía de mercado»22, irónicamente esta vincula-
sustraer la literatura del ámbito del “divertissement cor- y por sobre todo, de la “libre disponibilidad de los por una época—en este caso, los que se sintetizaban ción dialéctica entre la autonomía del arte y la forma
tesano y la cultura de la representación”, la Ilustración medios artísticos”—esto es, la producción artística en el principio de una “aproximación creciente a la mercancía estableció el terreno donde surgió un arte
adoptó la noción de “utilidad práctica” como “principio en el marco de una esfera plenamente autónoma se descripción de la realidad”. resistente a la reificación capitalista.
rector de la producción y recepción literarias”15. Hacia caracterizaría por conceder al productor la libertad Así las cosas, una vez que se hubo consumado esa Esto se hace patente en la teoría estética de Adorno,
fines del siglo XVIII, no obstante, el progresivo avance de elegir sus procedimientos independientemente de coincidencia en la que “la temática pierde importancia en la que, como señala Bürger, el arte es eso “otro”
de un mercado del libro orientado hacia el logro de todo sistema de normas estilísticas, puesto que en es- en favor de una concentración siempre intensa de los que no puede consumarse en el mundo. Adorno, por
beneficios rápidos suscitó modificaciones relevantes tos sistemas particulares (por ejemplo, el clasicismo productores de arte sobre el medio mismo”, se des- cierto, había asimilado las críticas de las vanguardias
en la autocomprensión de artistas y literatos. francés) se reflejaba la subordinación del artista a las plegaron las condiciones de posibilidad histórica de la históricas contra las proposiciones del esteticismo;
Sandor Radnoti analiza estos cambios en función normas sociales más generales. “autocrítica” del arte articulada por las vanguardias. así y todo, su convicción de que el presupuesto de
de una “transformación radical de la estructura de la Bürger sostiene que las teorías estéticas de Kant y Esta autocrítica, cuya meta manifiesta era devolver el todo arte genuinamente crítico radicaba en su esta-
recepción artística”16. En este sentido, la formación de Schiller “parten del supuesto de una completa diferen- arte a la praxis vital, puso de manifiesto “la conexión tus autónomo, siempre se mantuvo inconmovible. Las
un “público” como entidad abstracta, cuyo principio de ciación del arte como esfera separada de la praxis vi- entre autonomía y carencia de función social”19. Se producciones del arte modernista, según él, se encon-
organización es idéntico al del mercado, estaría en el tal”. De aquí se sigue, en efecto, que hacia fines del si- comprende, pues, que esta instancia de plena di- traban “por encima de la controversia entre arte políti-
origen de la concepción moderna de un artista eman- glo XVIII se había completado ya la conformación de la ferenciación del subsistema artístico—esto es, la camente comprometido y l’art pour l’art”. Al entronizar
cipado de todo precepto ajeno a la esfera estética y “institución arte” en la sociedad burguesa. Ahora bien, vigencia irrestricta del principio de autonomía en la el principio de “lo nuevo”, el arte modernista “niega la
de un “concepto universal del arte”. Esta circunstancia no hemos de precipitarnos a identificar este proceso producción artística concreta—no se dio sino hasta la tradición en cuanto tal”, impidiendo de este modo su
se explicaría a partir de la interdependencia dialécti- con el logro de la autonomía del subsistema artístico. emergencia del modernismo estético. Bürger lo resu- integración en una totalidad social reificada.
ca entre una industria cultural de masas y una esfera Como subraya Bürger, «la autonomía se refiere aquí me de este modo: «Sólo en el momento en que los En esta férrea resistencia a ser subsumido por el cre-
artística autónoma, cuyos integrantes definirían sus al modo de función del subsistema social artístico: su contenidos pierden su carácter político y el arte desea ciente proceso de mercantilización de la cultura, ha de
prácticas a partir, precisamente, del rechazo intran- independencia (relativa) respecto a la pretensión de simplemente su arte, se hace posible la autocrítica del descifrarse su verdadero elemento de crítica social.
sigente de los mecanismos de mercado. La articula- aplicación social»18. En este punto resulta pertinente subsistema social artístico. Este estadio se alcanza al El modernismo surge, pues, como reacción y defensa
ción filosófica de aquel concepto universal del arte presentar una distinción que, a los efectos de cons- final del siglo XIX con el esteticismo»20. “contra la mercancía de arte reproducida técnicamen-
constituyó una de las principales líneas directrices truir la historia del subsistema artístico, para Bürger Ahora bien, cuando la producción artística de- te”. Esta posición defensiva se hace ostensible en la
del idealismo alemán. Así, Kant reivindica el schöner resulta crucial, a saber, la distinción entre la institución viene plenamente autónoma y el artista reniega de propia forma artística: el abandono de la representa-
Schein (bella apariencia) y la interesseloses Wohlge- arte y el contenido de las obras concretas. todo contenido político—deseando “simplemente su ción equivale en pintura a lo que fuera el desplaza-
fallen (complacencia desinteresada) como rasgos dis- Si bien el supuesto de la estética idealista es una arte”—, su gesto se reviste sin embargo de una sig- miento hacia la atonalidad en la nueva música. De aquí
tintivos del arte, mientras Schiller afirma que la inde- institución del arte autónomo completamente forma- nificación social irreductible. Quienes profesaron el que, en su Teoría estética, Adorno postula: «El doble
pendencia de cualquier objetivo externo es la fuente da, en este período, no obstante, todavía nos es dado credo esteticista se recluyeron voluntariamente en un carácter del arte, como autónomo y fait social, penetra
de “la santidad y la pureza del arte”. constatar una tensión constitutiva entre este marco universo de formas bellas, incontaminado por aquello inexorablemente la zona de su autonomía»23.
De aquí que, como sostiene Bürger, en «la sociedad institucional y el contenido de las obras particulares. que juzgaban como la vulgaridad rampante del reino Como es sabido, desde la perspectiva de Adorno,
burguesa desarrollada los conceptos de “autonomía” Para Bürger, con todo, la historia del arte burgués ha burgués de la mercancía. Este universo estético nacía, la gran amenaza que se cernía sobre el horizonte del

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arte moderno era su colonización por parte de la ló- del valor de uso, una sociedad en la cual, según la y la mercantilización hacia ámbitos de los que previa- esteticismo aristocratizante de personajes como Wil-
gica totalizadora del capitalismo monopolista, cuyas observación espléndidamente expresada por Guy De- mente se habían mantenido excluidas. El rasgo distin- de, Moore o el grupo de Bloomsbury, cuya aspiración
manifestaciones paradigmáticas eran tanto la propa- bord, “la imagen se ha convertido en la forma final de tivo de la actual coyuntura constituye, en efecto, esta a hacer de la propia vida una obra de arte se inspiraba
ganda fascista cuanto la industria cultural hollywoo- la reificación mercantil”»25. “indiferenciación de campos”, en función de la cual “la directamente en la caracterización del dandy de Bau-
dense. La relación del arte con lo social deviene, pues, Un rasgo distintivo de este nuevo estadio cultural economía llegó a superponerse con la cultura”, de tal delaire.
en buena medida problemática, por cuanto se define estriba en una radical pérdida del sentido de la his- modo que «todo, incluidas la producción de mercan- Con todo, Featherstone analiza un tercer sentido
por su “oposición” y su “negación determinada de una toricidad. La temporalidad posmoderna se definiría, cías y las altas finanzas especulativas, se ha vuelto en el que puede comprenderse la estetización de la
sociedad determinada”. Por ello, para Adorno: «La en efecto, tanto por la disolución de toda dimensión cultural; y la cultura también pasó a ser profundamente vida cotidiana. Éste referiría al “rápido flujo de signos
cultura burguesa sólo puede ser fiel al hombre escin- de futuro cuanto por la incapacidad de recuperar el económica u orientada hacia las mercancías»29. Se- e imágenes que saturan la trama de la vida cotidia-
diéndose de la praxis (por lo que es a la vez “menos” pasado histórico como referente—en este sentido, gún Jameson, esto explicaría los ataques críticos de na en las sociedades contemporáneas”. De aquí se
y “más” que la praxis)»24. Así las cosas, el virulento las tendencias historicistas en las artes contempo- los posmodernistas contra las anticuadas nociones sigue la centralidad de la cultura en la sociedad de
rechazo de Adorno al esfuerzo de las vanguardias por ráneas resultan engañosas, por cuanto su objeto no de la “autonomía de la obra de arte” y la “autonomía de consumo, sociedad cuyo dinamismo está en estrecha
reconciliar arte y praxis vital, resulta tanto más lúcido es la historia real, sino nuestras “representaciones lo estético”; en la actual situación, “el espacio cerrado dependencia de un paisaje mediático y una industria
cuanto, en retrospectiva, se constata que no fueron estereotípicas” de la misma. Jameson afirma que el de lo estético también queda abierto a su contexto”, publicitaria omnipresentes. Esta es, por cierto, la pre-
aquéllas las que consiguieron transformar la vida coti- “tiempo es hoy una función de la velocidad”, y lo que de ahora en más totalmente culturizado. Asistimos, misa a partir de la cual se han desarrollado los aná-
diana, sino más bien la industria cultural. surge entonces “es cierta concepción del cambio sin pues, a la saturación del espacio social por una cultura lisis de la “sociedad del espectáculo”, en cuyo seno
Independientemente de los propósitos de deslindar su opuesto”, en cuyo caso nos es dado constatar que de la imagen, cuyos parámetros estéticos—reproduc- se verificarían una “desrealización de la realidad” y
las prácticas de un posmodernismo de “resistencia”, “en lo posmoderno el tiempo se convirtió en cier- ción de “prácticas modestas y decorativas en que la una constante fascinación estética provocadas por el
así como del énfasis en el potencial democratizador to modo en espacio”26. Por cierto, en esta profunda belleza sensorial es el centro del asunto”—revelarían flujo ininterrumpido de imágenes desprovistas de todo
de la disolución de la canónica dicotomía cultural alto/ conmoción de nuestras representaciones del tiempo el vínculo dialéctico entre este proceso y la estructura referente tangible. Featherstone cita al Baudrillard de
bajo, lo cierto es que estos aspectos del análisis de y del espacio ha de verse una “dominante sistémica” de alta tecnología del capitalismo tardío. Simulations: «Y así el arte está por doquier, desde que
Adorno siguen vigentes, tanto más cuanto que el des- caracterizada por «una colonización de la realidad en Mike Featherstone30 apunta que este énfasis en la el artificio está en el mismo corazón de la realidad. Y
pliegue de la industria cultural parece haber entrado general por formas espaciales y visuales, que es a la “desdiferenciación de las esferas”—entre cuyas ma- así el arte está muerto, no sólo porque su trascen-
en una etapa más avanzada merced a la nueva revo- vez una mercantilización de esa misma realidad inten- nifestaciones particulares se halla la disolución de la dencia crítica ha desaparecido, sino porque la propia
lución en las tecnologías de la reproducción. Varios samente colonizada en una escala mundial»27. frontera entre arte y vida cotidiana y el colapso de la realidad, completamente impregnada por una estética
autores han procurado captar estas transformaciones En este contexto, Jameson sugiere que, si enfoca- dicotomía alto/bajo—es una constante en casi todas que es inseparable de su propia estructura, ha sido
cualitativas de la cultura, invocando a estos efectos mos nuestra atención en las producciones artísticas las definiciones del posmodernismo. A este propósito, confundida con su propia imagen»31.
categorías como la de “sociedad del espectáculo” o contemporáneas, no podremos dejar de comprobar la menciona las nociones de “pérdida de la historicidad” En su afán por destacar las continuidades entre pos-
de la “imagen”. En esta línea, resulta paradigmática renuncia del impulso modernista a una autotrascen- y “nostalgia del presente” (Jameson) e “implosión modernidad y modernidad, Featherstone afirma que
la tesis de Fredric Jameson, según la cual esta nueva dencia del arte. Esta vocación del arte modernista de del sentido” en una “hiperrealidad” de “simulacros” este predominio de la cultura de la imagen y de los
lógica cultural—esto es, el posmodernismo—respon- ir más allá de sí mismo es lo que Jameson denomina (Baudrillard). Featherstone alega que estas caracte- “regímenes figurales de significación” (Lash), repre-
dería a modificaciones objetivas en las pautas de “transestética”28, a saber, una pretensión a la verdad rizaciones dan cuenta de una notable tendencia a la senta ya un elemento central en los análisis de la ex-
funcionamiento del modo de producción capitalista, animada por el afán—en última instancia irrealizable— “estetización de la vida cotidiana” en las sociedades periencia urbana de fines del siglo XIX realizados por
determinadas a su vez por la colonización definitiva de dar forma al Absoluto. Esta aspiración a lo Sublime capitalistas avanzadas. Ahora bien, su argumentación Benjamin y Simmel. La fantasmagórica experiencia
de los enclaves precapitalistas que aún subsistían en es lo que habría caracterizado al alto modernismo, se orienta a demostrar que este proceso, antes que del flâneur, errando anónimamente por los flamantes
etapas anteriores. «Con bastante coherencia—alega por oposición a la reproducción de lo Bello dominante ser específico del posmodernismo, hundiría sus raí- templos consagrados al culto de la mercancía, prefi-
Jameson—, la cultura del simulacro se ha materializa- en la producción cultural de masas. ces en la propia etapa de apogeo de la modernidad. guraría nuestra actual inmersión en un universo en-
do en una sociedad que ha generalizado el valor de Así las cosas, una notable tendencia histórica de El autor evoca, en este sentido, tanto el anhelo van- rarecido de simulacros e imágenes. Dejando de lado
cambio hasta el punto de desvanecer todo recuerdo nuestro tiempo es la inusitada expansión de la cultura guardista de reconciliación entre arte y vida, cuanto el posibles polémicas en torno a continuidades y discon-

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tinuidades32, resulta innegable, como dice Huyssen, la na, proponga una recuperación del impulso modernis- edípica de sus insuficiencias represivas”), constituiría el materialismo histórico—al cual «no se le puede en-
necesidad de «un análisis crítico sin precedentes de la ta hacia lo Sublime como la única estrategia viable de según Jameson una rica misión para nuestra historici- casquetar cual cogulla monacal una concepción an-
estetización de la vida cotidiana que tuvo lugar en los resistencia a la reificación mercantil. «La imagen es dad, cuyo éxito podría ayudarnos «a recuperar cierto tievolucionista de la historia»46.
países occidentales durante la posguerra»33. la mercancía del presente, y por eso es vano esperar sentido del futuro, así como de las posibilidades de un Habermas argumenta, en efecto, que la crítica de-
de ella una negación de la lógica de la producción de cambio auténtico»42. sarrollada por Benjamin “se apresta a saltar sobre los
El final abierto de la experiencia estética. mercancías»38. En este contexto, “toda belleza es en- Como es sabido, una tal reelaboración del signifi- ‘ahora’ pasados con la finalidad de salvar potenciales
No resulta improcedente evocar aquí el principal pun- gañosa” puesto que, como nos advierte Huyssen: «En cado de lo moderno está en el centro de la reflexión semánticos” sedimentados en la tradición. En este
to de discordia entre Adorno y Benjamin: «La época de la era de la estética de la mercancía, el propio esteti- filosófica de Habermas. Según ha recordado Martin sentido, la teoría del arte de Benjamin es una “teoría
su reproductibilidad técnica—observó este último en cismo se ha vuelto cuestionable en cuanto estrategia Jay, en el seno de la Teoría Crítica han coexistido dos de la experiencia”: las “iluminaciones profanas” son
1936—desligó al arte de su fundamento cultual: y el de resistencia o hibernación»39. impulsos “reñidos sutilmente entre sí”, a saber, «la experiencias de un arte que “ha hecho saltar su en-
halo de su autonomía se extinguió para siempre»34. En este punto resultaría pertinente, pues, remitirnos experiencia estética como cifra prefigurativa de re- voltura aurática y se ha vuelto exotérico”, posibilitando
Para Adorno, por el contrario, la situación del arte a las reflexiones de Adorno en torno al proceso de dención y la autorreflexión racional como instrumento la readopción de una energía semántica liberada del
moderno se definía precisamente por el carácter “irre- “desestetización” de las obras, proceso operado por crítico en la lucha por alcanzar ese estado utópico»43. seno del mito, energía de la cual depende la capacidad
vocable” de su autonomía. En su recordada conferen- el arte moderno como respuesta al carácter constitu- Habermas, desde luego, siempre ha proyectado el humana de “investir al mundo de sentido”. Se observa
cia sobre “El autor como productor” (1934), Benjamin tivamente afirmativo de los productos de la industria proceso emancipatorio a partir de este último aspec- que esta teoría de la experiencia depende a su vez
definió el papel del artista o intelectual progresista en cultural. «Lo moderno—afirma Adorno—es arte por to. Con todo, en su artículo de 1972 “Crítica conscien- de una “teoría mimética” del lenguaje, según la cual
virtud de la asunción de su particular posición dentro la imitación de lo endurecido y de lo extraño, y así se ciadora o crítica salvadora”, plasmó un examen de la capa semántica más arcaica del lenguaje humano
de las relaciones de producción dominantes. Ilustra- hace elocuente; no por la negación de lo que ha que- las reflexiones estéticas de sus predecesores en la es la de lo expresivo. Esta capacidad expresiva—di-
ba su tesis a partir del caso de Brecht, quien acuñara dado mudo»40. El rasgo distintivo de la obra de arte Escuela de Frankfurt. En este sentido, despliega las rectamente heredada del lenguaje animal—es lo que
el concepto de “cambio funcional” (Unfunktionierung) moderna es la disonancia, su carácter intransigente- diferencias entre la crítica ideológica del carácter afir- permite “percibir y producir semejanzas no sensibles”,
para describir “la transformación de las formas y los mente refractario a reconciliar las contradicciones. Lo mativo de la cultura burguesa (Marcuse), la creencia y constituiría además un “potencial no acrecentable
instrumentos de producción” en beneficio de la lucha que aquí, sin embargo, plantearía otro interrogante es en el potencial redentor de las iluminaciones profanas de significados, con los que los hombres interpretan
de clases del proletariado. El autor no debía «abaste- la entronización adorniana de lo nuevo como principio derivadas de una recepción colectiva del arte desau- el mundo a la luz de sus necesidades generando así
cer el aparato de producción sin cambiarlo al mismo estético. ratizado (Benjamin), y el rechazo a la falsa supera- una red de correspondencias”. A lo largo de la historia
tiempo, en la medida de lo posible y de acuerdo con Este interrogante ha de situarse en el marco de una ción—tanto vanguardista cuanto industrial— del arte de la humanidad, este capital semántico se ha depo-
el socialismo»35. En nuestro tiempo, sin embargo, de las “antinomias de la posmodernidad” desarrolla- autónomo (Adorno). sitado en los productos que han logrado ser arrebata-
esta propuesta puede haberse vuelto problemática, das por Jameson, a saber, la de la persistencia de lo Habermas pondera detenidamente las respectivas dos al mito—“documentos de los actos pretéritos de
en tanto se ha modificado el papel desempeñado en Mismo a través de la Diferencia absoluta—de donde dificultades presentadas por cada una de estas po- liberación”—, pero que no obstante siempre corren el
el arte por las técnicas de reproducción. Como señala se seguiría, por lo demás, el descrédito de una genuina siciones: «Marcuse deja en blanco todo cuanto se riesgo de volver al seno de éste.
Huyssen, en la época de Benjamin «las técnicas de concepción del cambio y de la imaginación utópica. En refiere a las transformaciones vanguardistas del arte Toda vez que esta teoría de la experiencia sea
reproducción ponían en cuestión la tradición cultural un sistema cuya lógica temporal se ha hecho a todas burgués, que escapan a la posibilidad de una inter- “puesta al servicio” del materialismo histórico—y no a
burguesa; hoy, en cambio, confirman a todo nivel el luces idéntica a la de la moda, «el valor supremo de vención directa de la crítica ideológica»44; «Adorno la inversa—, no podemos dejar de reconocer sus mé-
mito del progreso tecnológico»36. lo Nuevo y la innovación, tal como la comprendieron sigue una estrategia de invernada, cuyas debilidades ritos. En definitiva, Habermas acaba reivindicando la
Como ya se ha mencionado, para Jameson la degra- tanto el modernismo como la modernización, se des- radican manifiestamente en su carácter defensivo»45; “crítica salvadora” de Benjamin, en tanto ésta permite
dación del arte a un nuevo status “culinario”, proceso vanece frente a una corriente constante de ímpetu y por su parte, en Benjamin, la “crítica redentora”, cuya articular un concepto comprensivo de emancipación,
caracterizado por un retorno de lo Bello y lo decora- variación que en algún límite exterior parece estable fuerza revolucionaria y conservadora apunta a sal- determinado no sólo por las nociones de bienestar y
tivo en la actual sociedad de la imagen, mantiene un e inmóvil»41. De aquí que elaborar una relación crea- var retrospectivamente “los ahora pasados”, resulta de libertad, sino también por el resguardo de una tradi-
vínculo dialéctico con la estructura de alta tecnología tiva con lo moderno (una relación “que no equivalga problemática por cuanto depende de una concepción ción de la que dependería la experiencia de la felicidad.
del capitalismo tardío37. De aquí que, en vena adornia- a un llamado nostálgico a volver a él ni una denuncia mesiánica de la historia, dudosamente conciliable con «La demanda de felicidad sólo puede ser satisfecha si

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no se seca la fuente de aquellos potenciales semán- cancía, se verifica un reduccionismo económico que capital este valor de uso, proporcionan un locus para 4. ANDERSON, P. “Modernidad y revolución” en Nicolás Ca-
ticos que necesitamos para interpretar el mundo a la iguala las relaciones de producción con lo producido, la lucha y la subversión»54. sullo (comp.) El debate modernidad-posmodernidad, Retórica,
luz de nuestras necesidades. Los bienes de la cultura el sistema de distribución con lo distribuido y la recep- Ferenc Fehér55 apuntó que uno de los rasgos distin- Buenos Aires, 2004, p. 116.
5. Cfr. BÜRGER, P. Teoría de la vanguardia, Peninsula, Barce-
son el botín que los dominadores llevan consigo en su ción del arte con el consumo de las mercancías»50. tivos de la posmodernidad es la “desacralización del
lona, 1991, p. 62.
marcha triunfal; de ahí que el proceso de la tradición Contra esta reducción dogmática del valor de uso del arte”. En un orden social desclasado, caracterizado 6. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo,
deba ser arrancado de las manos del mito»47. arte a su valor de cambio—equivocación imputada a la por “un encanallamiento general de las clases po- cultura de masas, posmodernismo, Adriana Hidalgo, Buenos
Según Huyssen, la prioridad de toda política cul- “teoría de la manipulación total”—, Huyssen reivindica seedoras”56, el arte se ha desembarazado definitiva- Aires, 2002, pp. 284-285.
tural crítica ha de ser la “transformación de la vida la naturaleza dialéctica del arte, haciendo hincapié en mente del halo con que antaño la burguesía lo había 7. Ibidem, p. 291.
cotidiana”. En este sentido, resulta vital «recuperar la instancia de su recepción: «En términos generales, convertido en un sustituto de la religión. Acaso estas 8. FOSTER, H. “Introducción al posmodernismo” en Hal Fos-
la tentativa de la vanguardia de interpelar y redirigir el consumo satisface necesidades, y aun cuando las aclaraciones nos ayuden a aceptar el hecho de que la ter (ed.), La posmodernidad, Kairós, Barcelona, 2002, p. 12.
aquellas experiencias humanas que no han sido toda- necesidades del hombre pueden ser asombrosamen- estética ha dejado de ser “un intersticio subversivo y 9. BÜRGER, C. “Modernity as posmodernity: Jean-François
Lyotard” en Scott Lash & Jonathan Friedman (eds.), Modernity
vía subsumidas en el capital o que han sido estimula- te distorsionadas, toda necesidad contiene siempre crítico en un mundo por lo demás instrumental”, sin por
& Identity, Blackwell, Oxford, 1998.
das pero no consumadas por éste»48. La experiencia un núcleo mayor o menor de autenticidad. La cuestión ello abdicar de los potenciales de resistencia pese a 10. Ibidem.
estética en particular—en virtud de su “competencia es cómo se emplea y se colma ese núcleo»51. todo existentes en los productos culturales. Acaso es- 11. LYOTARD, J. F. “Qué era la posmodernidad” en Nicolás
única para organizar la fantasía, las emociones y la Así las cosas, aun Jameson, quien sostiene la tesis tas aclaraciones, en efecto, nos permitan comprender Casullo (comp), El debate modernidad-posmodernidad, Op.
sensualidad”—ha de desempeñar un papel funda- de la colonización total de los enclaves precapitalistas las esperanzas alguna vez profesadas por Hal Foster, Cit., p. 70.
mental en pos de este cometido. En esta línea podría por la lógica de la mercancía, suscribió en su momento quien en su momento sugirió que, una vez eclipsada 12. ANDERSON, P. Los orígenes de la posmodernidad, Ana-
inscribirse la propuesta de Wellmer y Habermas de una visión más benigna y matizada de los productos la “criticalidad del espacio estético”, «la estrategia de grama, Barcelona, 2000.
orientar una recepción exotérica del arte hacia el enri- reificados de la cultura comercial de masas. En Sig- un Adorno, de “compromiso negativo” podría requerir 13. LYOTARD, J. F. “Qué era la posmodernidad” en Op. Cit.,
p. 72.
quecimiento del mundo de la vida. El carácter profano natures of the Visible, por caso, afirmaba que éstos revisión o rechazo, y habría que idear una nueva estra-
14. HABERMAS, J. “Modernidad: un proyecto incompleto” en
de esta experiencia estética alentaría su relación con «no pueden ser ideológicos sin ser al mismo tiempo tegia de interferencia (asociada con Gramsci)»57. Nicolás Casullo (comp), El debate modernidad-posmoderni-
los problemas de una situación de vida concreta, la también implícita o explícitamente utópicos; no pue- dad, Op. Cit., pp. 58-59.
cual resultaría iluminada bajo una nueva luz. «Así, la den manipular a menos que ofrezcan al público que 15. BÜRGER, P. Teoría de la vanguardia, Op. Cit..
experiencia estética—señala Habermas—no sólo pretenden manipular alguna pizca de contenido genui- 16. RADNOTI, S. “Cultura de masas” en Dialéctica de las
renueva la interpretación de las necesidades a cuya no a modo de soborno imaginario»52. En esta tensión formas. El pensamiento estético de la escuela de Budapest,
luz percibimos el mundo, sino que penetra todas nues- radica la especificidad de todo producto cultural, y es Península, Barcelona, 1987.
tras significaciones cognitivas y nuestras esperanzas a esto a lo que apunta Radnoti cuando asocia “la defi- 17. BÜRGER, P. “El significado de la Vanguardia” en Nicolás
Casullo (comp.), El debate modernidad-posmodernidad, Op.
normativas, cambiando el modo en que todos estos nición del valor de una obra de arte” con “la práctica de
Cit. p. 84.
momentos se refieren entre sí»49. su recepción”. Desde este punto de vista, en tanto la 18. BÜRGER, P. Teoría de la vanguardia, Op. Cit., p. 66.
Con todo, tal como se advierte en la precedente “realidad experiencial” de cualquier obra está, o pue- 19. Cosa que no sucede cuando los contenidos reflejan con-
cita de Huyssen, las esperanzas depositadas en el de ser, abierta, nos es dado reconocer “una actitud y Notas diciones externas al propio medio artístico: «La novela rea-
potencial transformador de la experiencia estética un impulso utópico” también en el “arte inferior”, toda 1. Citado en CALLINICOS, A. “Capítulo 1”, Contra el posmo- lista del siglo XIX todavía está al servicio de la autocompren-
dependen en cualquier caso de que la mercantiliza- vez que “incluso la producción en masa de cultura infe- dernismo, versión extraída de [www.elmundoalreves.org/ sión del burgués. La ficción es el medio para una reflexión
ción del arte—o en otros términos, su “desublimación rior intenta crear otros mundos”53. El énfasis dialéctico Book.do?id=18189]. sobre la situación del individuo burgués en la sociedad»,
2. JAY, M. “El modernismo y el abandono de la forma” en Cam- BÜRGER, P. ibidem, p. 70.
represiva”—no sea total. Es decir, se presupone la lo suministra, nuevamente, Huyssen: «Si los productos
pos de fuerza. Entre la historia intelectual y la crítica cultural, 20. Ibidem., p. 69.
persistencia de un enclave de autonomía donde arrai- culturales fueran enteramente mercancías y tuvieran Paidós, Buenos Aires, 2003, p. 273. 21. RADNOTI, S. “Cultura de masas” en Dialéctica de las for-
gue la producción y el consumo estéticos. Y ésta es, únicamente valor de cambio, ya no podrían siquiera 3. Este artículo constituye un comentario crítico del libro de mas, Op. Cit., p. 80.
por cierto, la posición de Huyssen, quien advierte: cumplir su función en los procesos de reproducción Marshall Berman All that is Solid Melts into the Air, publicado 22. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo,
«Allí donde el arte no es considerado sino como mer- ideológica. Sin embargo, dado que preservan para el en 1984. cultura de masas, posmodernismo, Op. Cit., p. 42.

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23. Citado en ibidem., p. 68. 44. HABERMAS, J. “Crítica conscienciadora o crítica salva-
24. Citado en ENTEL, A., LENARDUZI, V., GERZOVICH, D., dora” en Perfiles filosófico-políticos, Taurus, Madrid, 2000, p.
Escuela de Frankfurt. Razón, arte y libertad, Eudeba, Buenos 304.
Aires, 2000, p.175. 45. Ibidem., p. 313.
25. JAMESON, F. El posmodernismo o la lógica cultural del 46. Ibidem, p. 321.
capitalismo avanzado, Paidós, Barcelona, 1995, p. 45. 47. Ibidem, p. 329.
26. JAMESON, F. El giro cultural. Escritos seleccionados sobre 48. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo,
el posmodernismo 1983-1998, Manantial, Buenos Aires, 2002, cultura de masas, posmodernismo, Op. Cit., p.40.
Cap. 4. 49. HABERMAS, J. “Modernidad: un proyecto incompleto” en
27. Ibidem, p. 121. Nicolás Casullo (comp), El debate modernidad-posmoderni-
28. Jameson respalda esta posición en un pasaje de la Teoría dad, Op. Cit., p. 61.
estética de Adorno: «donde el arte se experimenta de manera 50. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo,
puramente estética, ni siquiera estéticamente logra experi- cultura de masas, posmodernismo, Op. Cit., p 263.
mentarse con plenitud» (citado en ibidem, p. 164). 51. Ibidem, p. 264.
29. Ibidem, p. 105. 52. Citado en ANDERSON, P., Los orígenes de la posmoder-
30. FEATHERSTONE, M. “Postmodernism and the aesthetici- nidad, Op. Cit., p. 180.
zation of everyday life” en Scott Lash & Jonathan Friedman 53. RADNOTI, S. “Cultura de masas” en Dialéctica de las for-
(eds.), Modernity & Identity, Op. Cit. mas, Op. Cit., pp. 102-103.
31. Ibidem, pp. 271-272. 54. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo,
32. Acaso la diferencia más relevante consista en que, mien- cultura de masas, posmodernismo, Op. Cit., p. 51.
tras en la cultura de consumo de la segunda mitad del siglo 55. FEHÉR, F. “La condición de la postmodernidad” en Agnes
XIX las imágenes operaban como signos cuyos referentes Heller y Ferenc Fehér, Políticas de la postmodernidad. Ensay-
eran las mercancías, en nuestro tiempo las imágenes se han os de crítica cultural, Península, Barcelona, 1998.
convertido en mercancías por derecho propio. 56. ANDERSON, P. Los orígenes de la posmodernidad, Op.
33. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo, Cit.
cultura de masas, posmodernismo, Op. Cit., pp. 274-275. 57. FOSTER, H. “Introducción al posmodernismo” en Hal Fos-
34. BENJAMIN, W. Discursos interrumpidos I. Filosofía del arte ter (ed.), La posmodernidad, Op. Cit., p. 17.
y de la historia, Taurus, Buenos Aires, 1982, p. 32.
35. BENJAMIN, W. Brecht: ensayos y conversaciones, Arca,
Montevideo, 1970, p. 86.
36. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo,
cultura de masas, posmodernismo, Op. Cit., p. 270.
37. JAMESON, F. El giro cultural. Escritos seleccionados sobre
el posmodernismo 1983-1998, Op. Cit., Cap. 6.
38. Ibidem, p. 178.
39. HUYSSEN, A. Después de la gran división. Modernismo,
cultura de masas, posmodernismo, Op. Cit., p. 362. Registro Bibliográfico
40. Citado en ENTEL, A., LENARDUZI, V., GERZOVICH, D., Córdoba, Marcelo
Escuela de Frankfurt. Razón, arte y libertad, Op. Cit., p.187. “Vicisitudes de lo estético entre modernidad y posmoderni-
41. JAMESON, F. El giro cultural. Escritos seleccionados sobre dad” en La Trama de la Comunicación, Volumen 13, Anuario del
el posmodernismo 1983-1998, Op. Cit., p. 87. Departamento de Comunicación. Facultad de Ciencia Política
42. Ibidem., p. 124 y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Ro-
43. JAY, M. “Habermas y el modernismo”, en aa.vv., Haber- sario. Rosario, Argentina. UNR Editora, 2008.
mas y la modernidad, Cátedra, Madrid, 2001, p. 195.

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