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SPINOZA: LA IMAGINACIÓN Y EL ORIGEN DE

LAS PASIONES
Eder Fernando Sarmiento Díaz

Resumen:
El presente planea un recorrido por las obras Ética demostrada según el orden geométrico y
Tratado de la reforma del entendimiento, en las cuales nos detendremos en lo referido a la
imaginación. A partir de lo anterior, se busca comprender, no sólo lo que es la imaginación,
sino también analizar aquello que se sigue de ella y cómo se sigue, a saber, las pasiones. De
este objetivo general se plantean tres temáticas a tratar. En un primer momento, a modo de
introducción, se establecerá la distinción entre idea verdadera e imaginación, donde también
se hablará de los géneros de conocimiento. Luego, el tema a examinar son las afecciones del
cuerpo y el origen de la imaginación. Para finalizar, se expondrá cómo la imaginación da
origen a las pasiones. Lo anterior se verá complementado con la exposición de los juicios
que hace Spinoza, en estas obras, a la imaginación.

Palabras claves: Imaginación; imagen; pasiones; alma; idea verdadera.

Objetivos:
General: Realizar un estudio detallado de la categoría imaginación y lo que ella implica en
los textos Ética demostrada según el orden geométrico y Tratado de la reforma del
entendimiento, ambos del filósofo Baruch Spinoza.
Específico: Establecer la distinción entre idea verdadera e imaginación.
Específico: Determinar el origen de las imágenes y la imaginación.
Específico: Explicar por qué la imaginación es el origen de las pasiones.
A MODO DE INTRODUCCIÓN:
LA IDEA VERDADERA Y LA IMAGINACIÓN

Spinoza no fue el primero de los filósofos en hablar de la imaginación, no obstante, sus


postulados y el papel principal que le da a ésta, al determinarla origen de las pasiones, hace,
desde luego, que su estudio sea requerido de forma detallada. A lo largo de este trabajo se
busca exponer el origen de la imaginación, ligado a las afecciones corporales, y lo que de
ella se sigue, a saber, las pasiones. Como orden para cumplir con lo anterior, se estudiará
primero lo dicho al respecto el Tratado a la reforma del entendimiento y posteriormente en
la Ética demostrada según el orden geométrico (en adelante Ética), teniendo en cuenta la
cronología de la obra del filósofo. Además de este motivo, considero interesante el ejercicio
de iniciar con una definición de la imaginación, tal y como se hace en el TRE, para
posteriormente apreciar la dicha construcción de esa definición desde sus bases hasta sus
producciones (afectos), lo cual se evidencia en la Ética.

El objetivo general del Tratado a la reforma del entendimiento es la búsqueda del


fundamento para un método que permita, valga la redundancia, una reforma del
entendimiento de la sociedad y la guíe por el verdadero bien. Para llevar a cabo dicha reforma
es necesario curar el entendimiento, purificarlo; para ello, es requerido enumerar los modos
de percepción para afirmar o negar algo, según lo dice esta obra. En Ética, Spinoza retomará
esta idea y ordenará estas percepciones en géneros de conocimiento, lo cual proveerá un
mayor orden. El fin posterior, es, entre ellos, elegir el más adecuado para construir
conocimiento verdadero. A saber:
“Primero, a partir de cosas singulares que nos son representadas por los sentidos de forma
mutilada, confusa y sin orden al entendimiento; y por eso he solido calificar tales
percepciones de conocimiento por experiencia vaga. Segundo, a partir de signos, como, por
ejemplo, que al oír o leer ciertas palabras, recordamos las cosas y formamos de ellas algunas
ideas semejantes a aquellas con que solemos imaginarlas. A estos dos modos de contemplar
las cosas los llamaré en adelante conocimiento de primer género, opinión o imaginación.
Tercero, partir, en fin, de que tenemos nociones comunes e ideas adecuadas de las
propiedades de las cosas; y a éste le llamaré razón y conocimiento de segundo género.
Además de estos dos géneros de conocimiento existe, como mostraré a continuación, un
tercero, al que llamaremos ciencia intuitiva. Y este género de conocimiento procede de la
idea adecuada de la esencia formal de algunos atributos de Dios al conocimiento adecuado
de la esencia de las cosas” (E, II, XLe)

Bajo el anterior párrafo podemos empezar a tejer una definición de lo que es la imaginación
para el filósofo Holandés. No obstante, antes de ello es menester saber cómo se emplean los
dos últimos géneros del conocimiento, los cuales son los más adecuados. Ambos funcionan
a partir de la fuerza natural del entendimiento, forjando instrumentos básicos con los cuales
llegar a un entendimiento mayor. Dichos instrumentos son las ideas verdaderas (TRE, I, 30),
las cuales son aquellas que son conformes por lo ideado por ellas (E, I, VIa). El método,
entonces, consiste en entender qué es la idea verdadera y diferenciarla de los otros tipos de
percepciones.
Luego, es necesario distinguir la idea verdadera de las demás percepciones. Así, las ideas
ficticias, falsas y dudosas tienen su origen en la imaginación, es decir, “en ciertas sensaciones
fortuitas y aisladas que no surgen del poder de la mente sino de las causas externas, según
los movimientos que reciben de los cuerpos” (TRE, II, 84). De ahí que la imaginación solo
sea afectada por cosas singulares y corpóreas, idea en la cual recaeremos más adelante. Si se
quisiese definir de otra forma, puede entenderse como aquello que reviste al alma de
pasividad y que se diferencia del conocimiento. (TRE, II, 84).
Al hacer una definición de la imaginación, debe hablarse igualmente de palabras e imágenes.
Estas últimas tendrán un tratamiento especial adelante, por lo cual acá nos concentraremos
en las primeras. Las palabras forman parte de la imaginación. Los hombres están
acostumbrados a formar conceptos según el orden vago con que las palabras se asocian a la
memoria según cierta disposición. Las palabras son formaciones de lo que cree comprender
el vulgo, no son sino signos de las cosas en forma parcial, tal y como están en la imaginación.
(TRE, II, 89).

Las afecciones del cuerpo y el origen de la imaginación


En el acápite anterior se definieron ciertos aspectos de la imaginación, distinguiéndola de las
ideas verdaderas, encasillándola dentro del género de la experiencia vaga. También se
mencionó que la imaginación solo es afectada por cosas singulares y corpóreas, idea que
complementaremos acá.
El libro II de la Ética, titulado De la naturaleza y origen del alma, nos muestra una faceta
epistemológica de la filosofía del autor. Si bien, en el libro anterior había explicado su
ontología, la cual, groseramente, se puede enmarcar dentro de los conceptos de Substancia,
Atributo y modo, ahora se explicará qué es el hombre y bajo qué parámetros conoce. Vale
recordar, ante todo, que la filosofía espinosista concibe a Dios como la única substancia que
consta de infinitos atributos, de los cuales se siguen infinitos modos, que pueden ser finitos
o infinitos, así como mediatos o inmediatos. No obstante, el hombre (como sinécdoque de
humanidad) en cuanto modo finito, sólo conoce dos atributos, estos son, Extensión y
Pensamiento. Lo anterior no quiere decir que el hombre sea un ser dual, sino que, conforme
al monismo, el hombre es uno solo expresado bajo dos atributos distintos. El hombre en
cuanto Extensión tiene un cuerpo y en cuanto Pensamiento, la idea que constituye su cuerpo
es el alma. Igual, para sustentar este monismo, Spinoza plantea una doctrina, considerada por
sus comentaristas como paralelismo (E, II, VII), según ella, el orden y conexión de las cosas
es el mismo que el orden y conexión de las ideas, es decir, existe un correlato entre Extensión
y Pensamiento
A partir del el resumen anterior, y teniendo como circunstancia a un hombre único que
expresa dos atributos divinos, es necesario explicar cómo funciona el paralelismo, teniendo
de ejemplo a ese mismo hombre. Desde aquí podremos vislumbrar como de las afecciones
del cuerpo surge la imaginación.
Todo aquello que acaece en el cuerpo debe ser concebido por el alma humana (E, II, XII),
luego, cuanto más obra un cuerpo, más percibe su alma. Para saber qué diferencia a esta alma
humana de otras almas y poder conocer, de esta forma, la manera en que el hombre conoce,
hay que saber qué diferencia al cuerpo humano de otros cuerpos y qué lo hace común.
Todos los cuerpos convienen en ciertas cosas, a saber, expresan al atributo pensamiento y se
encuentran o en estado de movimiento o de reposo (E, II, XIIIa I), diferenciándose por la
velocidad de sus estados (se mueven con más o menos rapidez), mas no en razón de la
substancia (E, II, XIII lI). Los estados de los cuerpos y su rapidez son determinados por el
encuentro con otros cuerpos, por ende, entre sí los cuerpos se afectan (E, II, XIII lII). La
forma en la que un cuerpo es afectado depende tanto de su naturaleza como de la naturaleza
del cuerpo afectante, un solo cuerpo puede afectar a muchos de la misma forma y puede ser
afectado por muchos de formas distintas. Sin embargo, lo hasta acá dicho conviene para los
cuerpos simples, puesto que también hay cuerpos complejos, esto es, cuerpos que se
componen de otros guardando una relación de comunicación en sus movimientos (E, II,
XIIId). En cuanto a los cuerpos que componen un compuesto pueden ser duros, blandos o
fluidos, dependiendo de la facilidad que tienen para cambiar de sitio o convertirse en otra
figura (E, II, XIIIa III). De lo anterior se puede postular que: el cuerpo humano, al estar
compuesto de muchos otros cuerpos de distinta índole (duros, blandos, fluidos), puede ser
afectado de muchísimos modos por muchísimos cuerpos.
Así, a razón de este conocimiento del cuerpo, se puede convenir del alma (idea de ese cuerpo)
diversos postulados. Primero, en virtud del paralelismo, ésta es apta para percibir muchísimas
cosas y es más apta entre más formas está dispuesto el cuerpo (E, II, XIV). De forma anexa
a lo recién afirmado, la idea que constituye el alma humana está compuesta de diversas ideas
(E, II, XV). Asimismo, el alma percibe, además de la naturaleza de su cuerpo, el de muchos
otros cada que es afectada, luego, la idea que tenemos de los cuerpos exteriores revela, más
bien, la constitución de nuestro cuerpo (E, II, XVI).
Todo lo que el alma perciba a través del cuerpo será considerado como existente en acto,
hasta que el cuerpo sea afectado nuevamente y pueda excluir la anterior afección (E, II,
XVII). No así, el alma podrá considerar como presentes cuerpos exteriores que en algún
momento afectaron al cuerpo humano, por más que estos no estén presentes o ya no existan.
Esto se debe a que en su movimiento espontáneo, las partes del cuerpo chocan entre sí o con
otros cuerpos y se acomodan de diversa forma, coincidiendo en algunas ocasiones con alguna
que ya había provocado la afección de un cuerpo específico, lo cual hará que el alma lo
considere como presente cuantas veces esto ocurra (Boticci, 2010). Para lo anterior, Spinoza
plantea el siguiente ejemplo:
“Entendemos claramente cuál es la diferencia entre la idea, por ejemplo, de
Pedro, que constituye la esencia del alma del mismo Pedro, y la idea del propio Pedro,
que está en, otro hombre, digamos en Pablo. Pues aquélla explica directamente la
esencia del cuerpo del mismo Pedro, y no implica su existencia sino mientras Pedro
existe; en cambio, ésta indica la constitución del cuerpo de Pablo más bien que la
naturaleza de Pedro; y por eso, mientras persiste aquella constitución de Pablo, el
alma de Pablo contemplará a Pedro como si le estuviera presente, aunque no exista”
(E, II, XVII)
Pese a que ya se explica con esto la imaginación, no se puede dejar por fuera que, si un cuerpo
ha sido afectado por dos o más cuerpos al mismo tiempo, cuando más tarde imagine a uno
de ellos también imaginará a los otros (E, II, XVIII). De esto se entiende que la memoria es
cierta concatenación de ideas que implican la naturaleza de las cosas que estén fuera del
cuerpo humano. Dicha concatenación no es la misma para todos y depende de aquellos
cuerpos que hayan coincidido en la afección. Spinoza plantea el siguiente ejemplo muy
ilustrativo:
“Pues un soldado, por ejemplo, al ver en la arena las huellas de un caballo,
pasará al instante del pensamiento del caballo al del jinete, y de éste al de la guerra,
etc.; un campesino, en cambio, del pensamiento del caballo pasará al del arado, del
campo, etc. Y así, cada cual, según ha acostumbrado a unir y concatenar las imágenes
de las cosas de tal o cual manera, pasará de un pensamiento a este o a aquel otro.” (E,
II, XVIII)
Las afecciones del cuerpo cuyas ideas representan cosas que no presentes, serán denominadas
como imágenes. Toda vez que el alma considere así los cuerpos se encuentra imaginando.
Luego queda ya explicado, como se produce la imaginación. Al respecto de los juicios hacia
la actividad del alma de imaginar se hablará más adelante. Queda, entonces, entendido
aquello a lo que nos referíamos en la introducción al afirmar que la imaginación solo es
afectada por cosas singulares y corpóreas. De esta forma, si es afectado por más de una cosa
singular a la vez y luego se le presente otra hará uso de su memoria y así, concatenará estas
imágenes.

La imaginación y el origen de las pasiones


Explicado previamente el génesis de la imaginación, categoría central en este trabajo, es
ahora necesario explicar cómo las pasiones son producto de esta imaginación.
El libro III de la Ética, Naturaleza de los afectos y potencia del alma sobre ellos, da una
apertura a la explicación de los afectos y la potencia que tienen estos para que el hombre
pueda alcanzar una mayor perfección (es decir, realidad) o a una menor. Luego, para el fin
propuesto, a saber, explicar por qué la imaginación es el origen de las pasiones, es necesario
estudiar las definiciones dadas por el autor. Así, obramos cuando ocurre algo dentro o fuera
de nosotros de lo cual somos causa adecuada. Por contraparte, padecemos cuando algo ocurre
dentro o fuera de nosotros de lo cual somos causa inadecuada. Por su parte, los afectos son
las afecciones del cuerpo por las cuales se aumenta o disminuye la potencia de obrar de dicho
cuerpo, de esta forma, cuando somos causa adecuada de alguna afección, el afecto es acción,
para todo caso contrario, una pasión.
También es necesario explicar de forma muy breve las ideas adecuadas e inadecuadas, pues
ya se hizo lo propio con ideas verdaderas. Las adecuadas son aquellas que, en cuanto
comprendidas por sí mismas, tienen toda relación intrínseca con la idea verdadera, por lo
cual, para este caso se puede hacer un uso equivalente entre ambas, salvando lo ya dicho. Por
su parte las ideas inadecuadas son aquellas que no son conformes con lo ideado, sino que son
producto de una afección es decir, de la forma en que la parte de un cuerpo externo afecto a
una parte del mío. El alma conoce de forma inadecuada, excepto por las cosas en las que
convienen todos los cuerpos, lo cual, se explicó en el acápite anterior, y, con aquellas que se
puede ir construyendo más conocimientos adecuados (E, II, XXXIX). Con esto y la
explicación dada en la introducción, podemos comprender que cuando el alma tiene ideas
inadecuadas hace de ellas imágenes, debido a que se le atribuyen propiedades a la cosa que
no son de ella sino de la imaginación, haciendo presentes los cuerpos cuando estos no están.
Asimismo, todas las ideas inadecuadas son mutiladas, producto del primer género del
conocimiento, es decir, por experiencia vaga, lo cual tiene equivalencia con la imaginación
(Allendesalazar, 1988).
Nuestra alma obra necesariamente ciertas cosas en cuanto tiene ideas adecuadas, y en cuanto
tiene ideas inadecuadas, padece necesariamente ciertas cosas. El alma está sujeta a más
pasiones cuantas más ideas inadecuadas tiene y viceversa. Así, al padecer imaginamos.
Mientras el cuerpo humano se encuentre afectado por alguna pasión que implica la naturaleza
de un cuerpo exterior, el alma considerará ese cuerpo como presente. Siempre que imagina
el cuerpo humano está afectado por un modo que implica la naturaleza de un cuerpo externo
(E, III, XII). Por ende, toda pasión al implicar la naturaleza de un cuerpo exterior que no está
presente, es producto de una imaginación.
Al respecto, Spinoza seguirá hablando sobre cómo son producidos diversos afectos a partir
de la imaginación, es decir, de formas inadecuadas y por ende pasiones. No obstante, el
análisis de aquello que podemos imaginar y las pasiones que pueden surgir requeriría un
estudio detallado y complejo. Por ahora, se ha buscado responder al objetivo propuesto,
explicar porque la imaginación es el origen de las pasiones. Para finalizar, transcribo la
definición de tres afectos cualquiera, para en su misma definición encontrar pruebas de su
origen:
“6. El amor es la alegría acompañada de la idea de una causa exterior.”
“31. La vergüenza es la tristeza acompañada de la idea de alguna acción, que
imaginamos ser vituperada por otros.”
“32. El anhelo es el deseo o apetito de poseer una cosa, que es fomentado con su
recuerdo y, a la vez, es reprimido con el recuerdo de otras cosas que excluyen la existencia
de la cosa apetecida,” (E, III, D)
Como es constatable, las pasiones refieren al alma, en cuanto ésta tiene algo negativo, es
decir, no se explica por sí misma (E, III, III). Las anteriores definiciones son claras al
transcribir de forma implícita que las pasiones dependen de algo exterior que no está presente.

CONCLUSIÓN: SOBRE LOS JUICIOS A LA IMAGINACIÓN


A lo largo de las obras acá trabajadas, Spinoza se refiere a la imaginación de diversas formas,
ligándola al ámbito negativo y enjuiciándola de forma acremente (Kaminsky, 1990). Este es
el caso del Apéndice del Libro I, en el cual se trata como la imaginación conforma un sistema
que aspira representar la realidad, con gran coherencia interna. Así, al tener ideas mutiladas,
se concibe que todo tiene una finalidad y debe ser explotado en medida de ella (E, I, A).
Sin embargo, existen otras referencias con nos permiten inferir que el tratamiento peyorativo
dado a la imaginación en el Apéndice I, está más bien referido a la producción de imágenes
con un uso específico por parte de los hombres, más allá de la capacidad de razonar. Así en
la Prop XVII del Libro II de la Ética se esclarece que el alma no yerra por imaginar, no es
libre de hacerlo o no, lo hace por vicio. Sin embargo, sí yerra al no tener una idea que excluya
la existencia de las cosas que imagina.
Para finalizar, Kaminsky menciona que en el libro III, Spinoza reivindica la capacidad del
alma para obrar, teniendo en cuenta el alma siempre se esfuerza, al imaginar, por aumentar
su potencia de obrar y no de disminuirla, como se concibe en diversas proposiciones de esta
parte.
Si bien, el tema de la imaginación puede ser estudiado desde otras perspectivas, no obstante,
estas merecen un tratamiento meticuloso, lo cual equivale a un trabajo detallado al respecto.
Por ejemplo, veo cierto interés en las comparaciones posibles entre la imaginación aquí
tratada y los planteamientos actuales al respecto de los imaginarios sociales o colectivos, lo
cual, ayudaría a tener una idea vigente de la filosofía del neerlandés.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Allendesalazar, M. (1988). Spinoza: filosofía, pasiones y política. Madrid: Alianza Editorial
S.A.
Bottici, C. (2010). Más allá de la dialéctica de la Ilustración: Spinoza, sobre el mito y la
imaginación. Signos filosóficos, 12 (24), 1-22.
Kaminsky, G. (1990). Spinoza: la política de las pasiones. Buenos Aires: Gedisa Editorial
Spinoza, B. (1988). Tratado de la reforma del entendimiento. Madrid: Alianza Editorial.
Spinoza, B. (2017). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Alianza Editorial.

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