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El Antiguo Testamento: Un
Comentario sobre Su Historia y
Literatura
TOMOS III
Por
CARROLL GILLIS
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VENEZUELA: Apartado 152, Valencia 2001-A
© Copyright 1960, Carroll Gillis
Derechos en español asignados a Casa Bautista de Publicaciones, 1986.
Segunda Edición © copyright 1991, Casa Bautista de Publicaciones.
Todos los derechos reservados.
Clasificación decimal Dewey: 221.6
Temas: 1. Biblia. A.T. Crítica, interpretación.
2. Biblia. A.T. Comentarios.
Tomo III, ISBN: 0-311-03083-1
Tomo III, C.B.P. 03083
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TOMO III
HISTORIA PARALELA DE JUDA E ISRAEL
LIBROS COMENTADOS:
JOEL, JONAS, AMOS, OSEAS, ISAIAS, MIQUEAS
y partes de
I y II REYES, II CRONICAS
con la
BIBLIOGRAFIA
CONTENIDO DEL TERCER TOMO
BOSQUEJO ANALITICO DEL TERCER TOMO
INTRODUCCION GENERAL
LIBRO III. HISTORIA PARALELA DE JUDA E ISRAEL
INTRODUCCION, DIVISION DEL REINO
I. EPOCA DE ROBOAM
II. EPOCA DE ASA
III. EPOCA DE JOSAFAT
A. PRINCIPIO DEL REINADO DE JOSAFAT
B. MINISTERIO DE ELIAS
C. MINISTERIO DE ELISEO
IV. EPOCA DE JEHU, REY DE ISRAEL
A. REINADO DE JEHU, REY DE ISRAEL
B. LA PROFECIA Y SU INTERPRETACION
C. ORIGEN DE LAS IDEAS ACERCA DEL REY (MESIAS) Y DEL REINO
D. PROFECIA DE JOEL
E. ULTIMO PERIODO DE LA EPOCA DE JEHU
V. EPOCA DE JEROBOAM, REY DE ISRAEL
A. REINADO DE JEROBOAM II
B. PROFECIA DE JONAS
C. REINADO DE UZIAS (AZARIAS), REY DE JUDA
D. PROFECIA DE AMOS
E. PROFECIA DE OSEAS
F. FIN DE LA EPOCA DE JEROBOAM II
VI. EPOCA DE LA DECLINACION DE ISRAEL
(I) ANARQUIA EN ISRAEL
(II) PROFECIA DE ISAIAS
(III) EPOCA DE ACAZ, REY DE JUDA
(IV) PROFECIA DE MIQUEAS
(V) EZEQUIAS Y LA CAIDA DE ISRAEL
TABLA DE CRONOLOGIA
BIBLIOGRAFIA
DEDICATORIA
A mis ex alumnos
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BOSQUEJO ANALITICO DEL TERCER TOMO


INTRODUCCION GENERAL
LIBRO III. HISTORIA PARALELA DE JUDA E ISRAEL. (Desde la división del reino
hasta la caída de Samaria). 931–722 a. de J. C.
1 R. 12:1–22:54. 2 Cr. 10:1–31:21.
2 R. 1:1–18:7a, 9–12. (1 Cr. 5:25, 26).
Joel 1:1–3:21
Jon. 1:1–4:11.
Am. 1:1–9:15.
Os. 1:1–14:9.
Is. 1:1–66:24.
Miq. 1:1–7:20.

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INTRODUCCION, DIVISION DEL REINO
1. Causas que provocaron la división del reino.
i. Fusión con las tribus nativas.
ii. Aislamiento del pueblo en tiempo de los jueces.
iii. Rivalidad entre Judá y Efraim.
a. La primogenitura entre los hijos de Jacob.
b. Tiempo de los jueces.
c. Reinado de Saúl.
d. Reinado de David.
e. Reinado de Salomón.
f. Reinado de Roboam.
iv. Pecado de Salomón.
2. Identificación de las tribus que se separaron.

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).
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3. La división del reino como factor en la caída de la nación hebrea.


I. EPOCA DE ROBOAM. (Desde la ascensión de Roboam hasta la muerte de Abías). 931–911
a. de J.C.
1. R. 12:1–14:18. 2 Cr. 10:1–13:20a.
14:21–15:8a. 13:21–14:1a.
1. Principio del reinado de Roboam sobre Judá.
1 R. 12:1–19, 21–24. 2 Cr. 10:1–11:4.
2. Principio del reinado de Jeroboam I sobre Israel. 931 a. de J.C.
1 R. 12:20, 25–33.
3. Primera parte del reinado de Roboam.
2 Cr. 11:5–23.
4. Jeroboam, rey de Israel, y los profetas.
1 R. 13:1–14:18.
5. Ultima parte del reinado de Roboam.
1 R. 14:21–31; 15:6. 2 Cr. 12:1–16.
6. Reinado de Abías en Judá. 914–911 a. de J.C.
1 R. 15:1–5, 7, 8a. 2 Cr. 13:1–20a, 21, 22.
14:1a.
II. EPOCA DE ASA. (Desde la ascensión de Asa hasta su muerte). 911–871 a. de J.C.
1 R. 14:19, 20. 2 Cr. 13:20b.
15:8b–16:34. 14:1b–17:1.
1. Principio del reinado de Asa, rey de Judá.
1 R. 15:8b–11. 2 Cr. 14:1b–8.
2. Reinado de Nadab sobre Israel.
1 R. 14:19, 20; 2 Cr. 13:20b.
15:25, 26.
3. Principio del reinado de Baasa.
1 R. 15:27–31, 33, 34.
4. Invasión de Judá por Zera cusita (c. 900 a. de J.C.).
2 Cr. 14:9–15.
5. El profeta Azarías.
1 R. 15:12–15. 2 Cr. 15:1–18.
6. Guerra entre Asa y Baasa.
1 R. 15:17–22, 16, 32. 2 Cr. 15:19.
16:1–10.
7. Fin del reinado de Baasa.
1 R. 16:1–6a.
8. Reinado de Ela.
1 R. 16:6b–10.
9. Reinado de Zimri.
1 R. 16:11–15.

c. cerca, o cerca de (en fechas).


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10. Reinado de Omri sobre Israel.


1 R. 16:16–28a.
11. Ascensión de Acab al trono de Israel.
1 R. 16:28b–34.
12. Fin del reinado de Asa.
1 R. 15:23, 24. 2 Cr. 16:11–17:1.
III. EPOCA DE JOSAFAT. (Desde la ascensión de Josafat hasta el ungimiento de Jehú). 871–
842 a. de J.C.
1 R. 17:1–22:54. 2 Cr. 17:2–22:6.

2 R. 1:1–8:29; 9:29.
A. PRINCIPIO DEL REINADO DE JOSAFAT.
1 R. 22:41–47. 2 Cr. 20:31–33.

17:2–6.
1. Ascensión de Josafat al trono de Judá.
1 R. 22:41, 22. 2 Cr. 20:31.
2. Reformas religiosas y políticas de Josafat.
1 R. 22:43–47. 2 Cr. 20:32, 33.
3. Fortalecimiento del reino por Josafat.
2 Cr. 17:2–6.
B. MINISTERIO DE ELIAS.
1 R. 17:1–22:40. 2 Cr. 17:7–20:30.
22:48–50, 52–54. 17:35–37.
1. Principio del ministerio de Elías.
1 R. 17:1–24.
2. Situación religiosa y económica del reinado de Josafat.
2 Cr. 17:7–18:1a.
3. Encuentro de Elías con los profetas de Baal.
1 R. 18:1–19:21.
4. Guerra de Acab con Siria.
1 R. 20:1–43; 22:1.
5. Incidente de Acab y la viña de Nabot. 853 a. de J.C.
1 R. 21:1–29.
6. Alianza de Josafat con Acab, y la guerra con Siria.
1 R. 22:2–40. 2 Cr. 18:1b–34.
7. Ascensión de Ocozías al trono de Israel.
1 R. 22:52–54.
8. Reformas de Josafat a instigación de Jehú profeta.
2 Cr. 19:1–11.
9. Rebelión de Moab contra Israel.
2 R. 1:1; 3:4, 5.
10. Invasión de Judá por los moabitas, los ammonitas, y los idumeos.
2 Cr. 20:1–30.
11. Alianza comercial entre Ocozías y Josafat.
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1 R. 22:48–50. 2 Cr. 20:35–37.


12. Fin del reinado de Ocozías.
2 R. 1:2–18.
13. Ascensión de Joram al trono de Israel.
2 R. 3:1–3.
14. Arrebatamiento de Elías en un carro de fuego. C. 851 a. de J.C.
2 R. 2:1–25.
C. MINISTERIO DE ELISEO.

1 R. 22:51.

2 R. 3:6–8:29. 2 Cr. 20:34.


9:29. 21:1–22:6.
1. Tentativa de Israel a recobrar a Moab.
2 R. 3:6–27.
2. Una serie de obras milagrosas de Eliseo.
2 R. 4:1–6:7.
3. Reinado de Joram, rey de Judá.
2 R. 8:16–22. 2 Cr. 20:34.
1 R. 22:51. 21:1–17.
4. Guerra con Siria y sitio de Samaria.
2 R. 6:8–7:20.
5. Devolución a la sunamita de sus propiedades.
2 R. 8:1–6.
6. Ultima parte del reinado de Joram, rey de Judá.
2 R. 8:7–15, 23, 24. 2 Cr. 21:18–20.
7. Principio del reinado de Ocozías, hijo de Joram.
2 R. 8:25–29. 2 R. 9:29. 2 Cr. 22:1–6.
IV. EPOCA DE JEHU, REY DE ISRAEL. (Desde el ungimiento de Jehú hasta la muerte de
Joás, rey de Israel). 842–785 a. de J.C.
2 R. 9:1–28, 30–37. 2 Cr. 22:7–25:24.

10:1–14:16.

Joel 1:1–3:21.
A. REINADO DE JEHU, REY DE ISRAEL.
2 R. 9:1–28, 30–37. 2 Cr. 22:7–24:5.

10:1–33.

11:1–12:5.
1. Rebelión de Jehú y destrucción de la casa de Acab.
2 R. 9:1–28. 2 Cr. 22:7–9a.
9:30–10:17.
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2. Destrucción del culto de Baal.


2 R. 10:18–28.
3. Carácter de Jehú, rey de Judá.
2 R. 10:29–31.
4. Usurpación de Atalia en Judá.
2 R. 11:1–3. 2 Cr. 22:9b–12.
5. Reveses militares de Jehú.
2 R. 10:32, 33.
6. Reinado de Joás, rey de Judá.
2 R. 11:4–12:5. 2 Cr. 23:1–24:5.
B. LA PROFECIA Y SU INTERPRETACION.
1. Dificultades en la interpretación de las profecías.
i. Difícil por cuanto se ha relacionado con ciertas escuelas, o tendencias teológicas.
ii. Difícil por cuanto varios acontecimientos en épocas distintas pueden señalarse a veces como
el cumplimiento de la misma profecía.
iii. Difícil por cuanto una profecía a veces está expresada en términos metafóricos.
iv. Difícil por cuanto los mismos profetas no daban los detalles de los acontecimientos
señalados.
v. Difícil por cuanto estamos lejos del ambiente histórico en el cual fueron pronunciadas las
profecías.
2. Carácter del profeta como tal.
i. Palabras que describen al profeta de la Biblia.
a. Vidente.
b. Profeta.
ii. Palabras que denotan “profecía.”
a. Visión.
b. Profecía.
3. Método de interpretar las profecías.
i. Averiguar primero cuál es la situación histórica en que el profeta vivió.
ii. Tener en cuenta que los profetas no veían en toda su plenitud el cumplimiento de lo que
profetizaban.
iii. Tener como ejemplo el método de interpretación que han empleado los escritores de la
Biblia.
iv. Tener en cuenta que muchas profecías tenían una relación con algún acontecimiento del
tiempo en que fueron pronunciados, o pasado, así como futuro.
v. Tener en cuenta que el Israel espiritual en el reino teocrático del AT es el mismo que el Israel
espiritual en el NT.
vi. Conclusión.
C. ORIGEN DE LAS IDEAS ACERCA DEL REY (MESIAS) Y DEL REINO.
1. Origen del concepto hebreo del reino teocrático.
2. Origen del concepto hebreo del rey mesiánico.
D. PROFECIA DE JOEL.
Joel 1:1–3:21.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JOEL.
Joel 1:1–3:21.
1. Nombre y vida personal.
2. Tiempos y fecha.
3. Ocasión para la Profecía de Joel.
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4. Estilo de la Profecía de Joel.


5. Interpretación de la Profecía de Joel.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JOEL.
Título. 1:1.
1. La plaga de langostas. 1:2–20.
2. Profecía de juicio sobre el pueblo de Dios. 2:1–17.
3. Profecías de bendiciones futuras sobre el pueblo de Dios. 2:18–3:21.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JOEL.
Joel 1:1–3:21.
E. ULTIMO PERIODO DE LA EPOCA DE JEHU.
2 R. 10:34–36. 2 Cr. 24:6–25:24.

12:6–14:16.
1. Fin del reinado de Jehú.
2 R. 10:34–36.
2. Reinado de Joacaz, rey de Israel.
2 R. 13:1–7.
3. Desarrollo del reinado de Joás, rey de Judá.
2 R. 12:6–18. 2 Cr. 24:6–24.
4. Reinado de Joás, rey de Israel.
2 R. 13:8–11, 22, 23.
5. Reinado de Amasías, rey de Judá.
2 R. 14:1–7. 2 Cr. 25:1–4.
12:19–21. 24:25–27.
6. Profecías de Eliseo a Joás, rey de Israel.
2 R. 13:14–21, 24, 25.
7. Campaña de Amasías contra Edom.
2 Cr. 25:5–16.
8. Ultimos días de Joás, rey de Israel.
2 R. 14:8–14. 2 Cr. 25:17–24.
13:12, 13.

2 R. 14:15, 16.
V. EPOCA DE JEROBOAM, REY DE ISRAEL. (Desde la subida al trono de Jeroboam II
hasta la muerte de su hijo). 785–748 a. de J.C.
2 R. 14:17–15:5. 2 Cr. 25:25–26:21.
15:8–12, 32, 33. 27:1, 8.
Jon. 1:1–4:11.
Am. 1:1–9:15.
Os. 1:1–14:9.
A. REINADO DE JEROBOAM II.
2 R. 14:23–27.
B. PROFECIA DE JONAS.
Jon. 1:1–4:11.
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(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JONAS.


Jon. 1:1–4:11.
1. Nombre y parentela del profeta.
2. Vida y ministerio de Jonás.
3. Motivo de la huída del profeta.
4. Carácter de Jonás como profeta.
5. Historicidad de la Profecía de Jonás.
6. Autor y fecha de la Profecía de Jonás.
7. Lecciones de la Profecía de Jonás.
8. Propósito de la Profecía de Jonás.
9. Análisis de la Profecía de Jonás.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JONAS.
Jon. 1:1–4:11.
1. Llamamiento de Jonás y su huída. 1:1–16.
2. Permanencia de Jonás en el vientre del pez. 2:1–11.
3. Predicación de Jonás en Nínive. 3:1–10.
4. Enojo del profeta. 4:1–11.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JONAS.
Jon. 1:1–4:11.
C. REINADO DE UZIAS (AZARIAS), REY DE JUDA.
2 R. 14:17–22. 2 Cr. 25:25–26:15.

15:1–4.
1. Ultimos días de Amasías, rey de Judá.
2 R. 14:17–20. 2 Cr. 25:25–28.
2. Reinado de Uzías solo en Jerusalén.
2 R. 14:21; 15:1, 2. 2 Cr. 26:1, 3.
3. Carácter y obra de Uzías.
2 R. 14:22; 15:3, 4. 2 Cr. 26:2, 4–15.
D. PROFECIA DE AMOS.
Am. 1:1–9:15.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE AMOS.
Am. 1:1–9:15.
1. Vida y ministerio del profeta Amós.
i. Nombre y parentesco.
ii. Pueblo natal.
iii. Oficio.
iv. Preparación de Amós para su ministerio.
v. Llamamiento y carácter del profeta Amós.
vi. Lugar de actuación del profeta Amós.
2. Los tiempos de Amós.
i. Reyes contemporáneos.
ii. Prosperidad de Israel bajo Jeroboam II.
iii. Corrupción moral de Israel.
iv. Condenación de las injusticias en Israel por Amós.
v. La sombra de Asiria.
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3. Fecha de la Profecía de Amós.


4. Estilo de la Profecía de Amós.
5. Análisis de la Profecía de Amós.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE AMOS.
Am. 1:1–9:15.
Sobrescrito. 1:1.
1. Profecías contra las naciones de Palestina. 1:2–2:16.
2. Profecías de juicios sobre Israel. 3:1–6:14.
3. Visiones de juicio sobre Israel. 7:1–9:10.
4. Conclusión: Promesa de la restauración de Israel. 9:11–15.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE AMOS.
Am. 1:1–9:15.
E. PROFECIA DE OSEAS.
Os. 1:1–14:9.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE OSEAS.
Os. 1:1–14:9.
1. Nombre del profeta.
2. Tiempos de Oseas y fecha de su profecía.
i. Tiempos de Oseas.
ii. Fecha del profeta Oseas y de su obra.
3. Historia de la vida de Oseas.
4. Interpretación de la Profecía de Oseas.
i. Interpretación alegórica.
ii. Interpretación literal.
a. Que la mujer del cap. 3 no es la misma que Gomer.
b. Que la mujer era pura cuando Oseas la tomó.
c. Que la mujer ya había caído cuando Oseas la tomó.
5. Carácter y estilo de la Profecía de Oseas.
6. Tema de la Profecía de Oseas.
7. Análisis de la Profecía de Oseas.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE OSEAS.
Os. 1:1–14:9.
Sobrescrito 1:1.
[A] HISTORIA DE LA FAMILIA DE OSEAS, CON SU APLICACION ALEGORICA A LA NACION DE
ISRAEL. 1:2–3:5.
1. Casamiento de Oseas y nacimiento de los hijos, y simbolismo. 1:2–11.
2. Regreso de la esposa de Oseas a su vida de adulterio: aplicación alegórica a la nación. 2:1–
23.
3. Búsqueda de la mujer infiel por el esposo: Cuadro alegórico de las relaciones entre Dios e
Israel. 3:1–5.
[B] APOSTASIA DE ISRAEL. 4:1–14:8.
1. Descripción de la corrupción moral de Israel con la correspondiente destrucción venidera.
4:1–5:14.
2. El efecto corrector de la disciplina de Jehová. 5:15–6:11.
3. Nueva descripción de la corrupción de Israel. 7:1–8:14.
4. Castigo de Israel. 9:1–17.
5. La idolatría del pueblo y su destierro. 10:1–15.
6. El gran amor de Jehová que no puede desechar eternamente a su pueblo. 11:1–11.
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7. Jacob como ejemplo de inspiración a Israel. 12:1–15.


8. Destrucción a causa de la idolatría, seguida por la salvación. 13:1–14:8.
Conclusión de la Profecía de Oseas: Rectitud de los caminos de Jehová. 14:9.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE OSEAS.
Os. 1:1–14:9.
F. FIN DE LA EPOCA DE JEROBOAM II.
2 R. 14:28, 29. 2 Cr. 26:16–21.
15:5, 8–12. 27:1, 8.

32, 33.
1. Muerte de Jeroboam II.
2 R. 14:28, 29a.
2. Ascensión de Zacarías al trono de Israel.
2 R. 14:29b; 15:8–12.
3. Lepra de Uzías (Azarías), y regencia de Joatam.
2 R. 15:5, 32, 33. 2 Cr. 26:16–21.
27:1, 8.
VI. EPOCA DE LA DECLINACION DE ISRAEL. (Desde el fin de la dinastía de Jehú hasta
la destrucción de Samaria). 748–722 a. de J.C.

2 R. 15:6, 7, 13–31, 34–38.

16:1–20. (1 Cr. 5:25, 26).


17:1–41. 2 Cr. 26:22, 23.
18:1–7a, 9–12. 27:2–7, 9.

28:1–31:21.

Is. 1:1–66:24.
Miq. 1:1–7:20.
(I) ANARQUIA EN ISRAEL. 748–735 a. de J.C.
2 R. 15:13–28. (1 Cr. 5:26a).
16:2a. 2 Cr. 28:1a.

(Os. 4:1–14:9).
1. Reinado de un mes de Sallum en Samaria.
2 R. 15:13–16.
2. Ascensión de Menahén al trono de Israel (748 a. de J.C.).
2 R. 15:17, 18.
3. Correinado de Acaz con Joatam su padre.
2 R. 16:2a. 2 Cr. 28:1a.
4. Actuación posterior del profeta Oseas.
(Os. 4:1–14:9).
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5. Pago de tributo a Teglatfalasar III por Menahén (c. de 738).


2 R. 15:19, 20. (1 Cr. 5:26a).
6. Muerte de Menahén.
2 R. 15:21, 22a.
7. Reinado de Pecaya, hijo de Menahén.
2 R. 15:22b–26.
8. Ascensión de Peca como rey de Israel.
2 R. 15:27, 28.
(II) PROFECIA DE ISAIAS.
Is. 1:1–66:24.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE ISAIAS.
Is. 1:1–66:24.
1. Nombre de Isaías.
2. Parentesco de Isaías.
3. Familia de Isaías.
4. Ministerio en general de Isaías.
5. Relación de Isaías con los reyes contemporáneos.
i. Uzías (Azarías).
ii. Joatam.
iii. Acaz.
iv. Ezequías.
v. Manasés.
6. Muerte de Isaías.
7. Arreglo Cronológico de la Profecía de Isaías.
8. Unidad de la Profecía de Isaías.
9. Estilo y carácter de la Profecía de Isaías.
10. Análisis general de la Profecía de Isaías.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE ISAIAS.
Is. 1:1–66:24.
(A) PROFECIA INTRODUCTORIA DIRIGIDA AL PUEBLO DE DIOS. 1:1–31.
Sobrescrito 1:1.
1. Exhortación al pueblo. 1:2–9.
2. Invalidez de los ritos y ceremonias sin una correcta actitud espiritual. 1:10–15.
3. Mandamiento para que se conviertan, con una promesa y una amenaza. 1:16–20.
4. Condición pecaminosa del pueblo. 1:21–23.
5. Consecuencia inevitable de rechazar la oferta de perdón. 1:24–31.
(B) PROFECIA EN CONTRA DE JUDA Y JERUSALEN. 2:1–4:6.
Sobrescrito. 2:1.
1. Profecía referente a las glorias del reino. 2:2–4.
2. Condición actual del reino. 2:5–9.
3. El gran día de Jehová. 2:10–4:1.
4. Segunda profecía de la gloria futura del reino de Dios. 4:2–6.
(C) PROFECIA CON RESPECTO AL PECADO DEL PUEBLO Y SU CASTIGO. 5:1–30.
1. Parábola de la viña infructuosa y su destrucción. 5:1–7.
2. Siete ayes en contra de los pecadores. 5:8–23.
3. Descripción del castigo que ha de seguir. 5:24–30.
(D) LLAMAMIENTO DEL PROFETA. 6:1–13.
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1. Visión del profeta. 6:1–4.


2. Confesión del pecado. 6:5.
3. Limpiamiento espiritual. 6:6, 7.
4. Comisión y consagración del profeta. 6:8–13.
(E) PROFECIAS RELACIONADAS CON LA GUERRA CON SIRIA E ISRAEL. (734 a. de J.C.). 7:1–12:6.
1. Invasión de Judá por Siria e Israel. 7:1–25.
2. Promesa de la destrucción y de la salvación. 8:1–9:7.
3. Destrucción de Samaria. 9:8–10:4.
4. Destrucción de Asiria y salvación del pueblo de Dios. 10:5–12:6.
(F) PROFECIAS EN CONTRA DE LAS NACIONES EXTRANJERAS. 13:1–23:18.
1. Primera profecía contra Babilonia (después de 701 a. de J.C.). 13:1–14:23.
2. Profecía contra Asiria (727–22 a. de J.C.). 14:24–27.
3. Profecía contra los filisteos (727–22 a. de J.C.). 14:28–32.
4. Profecía contra Moab (727–22 a. de J.C.). 15:1–16:14.
5. Profecía contra Damasco e Israel (734 a. de J.C.). 17:1–14.
6. Profecía contra Etiopía (711 a. de J.C.). 18:1–7.
7. Profecía contra Egipto (711 a. de J.C.). 19:1–25.
8. Profecía contra Egipto y Etiopía (711 a. de J.C.). 20:1–6.
9. Profecía contra Babilonia (711 a. de J.C.). 21:1–10.
10. Profecía contra Edom (711 a. de J.C.). 21:11, 12.
11. Profecía contra Arabía (711 a. de J.C.). 21:13–17.
12. Profecía contra Jerusalén (701 a. de J.C.). 22:1–14.
13. Paréntesis: Profecía contra Sebna. primer ministro. (701 a. de J.C.). 22:15–25.
14. Profecía contra Fenicia (711 a. de J.C.). 23:1–18.
(G) JUICIOS GENERALES SOBRE TODOS LOS PUEBLOS (después de 701 a. de J. C). 24:1–27:13.
1. Juicios sobre Israel. 24:1–23.
2. Plegaria de alabanza a Jehová. 25:1–12.
3. Salmo del pueblo de Dios manifestando su confianza en su país. 26:1–21.
4. Libertad del pueblo de Dios de sus opresores. 27:1–13.
(H) PROFECIAS EN CUANTO A SION Y EN CONTRA DE SUS ENEMIGOS. 28:1–35:10.
1. Caída de Efraim y de Judá (727–22 a. de J.C.). 28:1–29.
2. Profecía del castigo de Jerusalén (703–01 a. de J.C.). 29:1–24.
3. Profecía contra la alianza con Egipto (703–01 a. de J.C.). 30:1–31:9.
4. Cuadro de la tranquilidad después del juicio (703–01 a. de J.C.). 32:1–20.
5. Profecía contra los asirios (701 a. de J.C.). 33:1–24.
6. Profecía del juicio final (después de 701 a. de J.C.). 34:1–17.
7. Redención del pueblo de Dios y vuelta del cautiverio. 35:1–10.
(J) RELATOS HISTORICOS DEL REINADO DE EZEQUIAS. 36:1–39:8.
1. Invasión de Senaquerib y salvación del pueblo (701 a. de J.C.). 36:1–37:38.
2. Enfermedad y curación de Ezequías (714 a. de J.C.). 38:1–22.
3. Embajada de Babilonia (713 a. de J.C.). 39:1–8.
(K) PROFECIAS EN CUANTO AL SIERVO DE JEHOVA Y LA RESTAURACION DE ISRAEL, 40:1–66:24.
[A] RESTAURACION DE ISRAEL A SU TIERRA. 40:1–48:22.
1. Consolación de Israel. 40:1–31.
2. Obra de Dios en la historia. 41:1–29.
3. El Mesías, el Siervo de Jehová. 42:1–25.
4. Jehová: Formador y Redentor de Israel. 43:1–44:5.
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5. Burla a los ídolos falsos. 44:6–23.


6. Ciro, el ungido de Jehová. 44:24–45:25.
7. Destrucción de los ídolos de Babilonia. 46:1–13.
8. Caída de Babilonia. 47:1–15.
9. Liberación de Israel del cautiverio babilónico. 48:1–22.
[B] SALVACION POR MEDIO DEL SIERVO DE JEHOVA. 49:1–55:13.
1. Presentación del Siervo de Jehová para quitar la desesperación de Sión. 49:1–50:3.
2. Sufrimientos del Siervo de Jehová. 50:4–11.
3. Consolación a Israel. 51:1–16.
4. Regreso del cautiverio. 51:17–52:12.
5. Nuevo cuadro de los sufrimientos del Siervo de Jehová. 52:13–53:12.
6. Bendición de Sión por la obra del Siervo. 54:1–17.
7. Invitación universal a la participación en la salvación. 55:1–13.
[C] PROFECIAS SOBRE LA RESTAURACION DE ISRAEL Y LA DESTRUCCION DE SUS ENEMIGOS.
56:1–66:24.
1. Bendiciones derivadas de la observancia del pacto sobre la congregación y sobre los parias.
56:1–8.
2. Condenación de los falsos pastores. 56:9–57:21.
3. El culto falso condenado y el verdadero encomiado. 58:1–14.
4. Obstáculos allanados para la restauración de Israel. 59:1–21.
5. Gloria de Jerusalén en la restauración. 60:1–22.
6. Comisión del Siervo de Jehová y gloria de su obra. 61:1–11.
7. Segura gloria futura de Sión. 62:1–12.
8. Destrucción de Edom, tipo de las naciones paganas. 63:1–6.
9. Oración del pueblo pidiendo perdón. 63:7–64:12.
10. Tratamiento que Jehová dará a los justos y a los impíos. 65:1–25.
11. Bendición de Israel y destrucción de los escépticos. 66:1–24.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE ISAIAS
Is. 1:1–66:24.
(III) EPOCA DE ACAZ, REY DE JUDA.
2 R. 15:6, 7, 29–31. 2 Cr. 26:22, 23.

15:34–38.

16:1, 2b–18. 27:2–7, 9.


17:1, 2. 28:1b–25.

(1 Cr. 5:25, 26).

(Is. 1:1–12:6).
(17:1–14).
(Miq. 1:1).
1. Principio del ministerio de Isaías (735 a. de J.C.).
(Is. 1:1–6:13).
2. Muerte de Uzías, rey de Judá, y reinado de Joatam y Acaz.
2 R. 15:6, 7. 2 Cr. 26:22, 23.
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3. Resumen del reinado de Joatam.


2 R. 15:34, 35. 2 Cr. 27:2–6.
4. Principio del ministerio de Miqueas (734 a. de J.C.).
(Miq. 1:1).
5. Muerte de Joatam.
2 R. 15:36, 38a. 2 Cr. 27:7. 9a.
6. Principio del reinado de Acaz y como único rey en Jerusalén.
2 R. 15:38b. 2 Cr. 27:9b.
16:1, 2b–4. 28:1b–4.
7. Invasiones de los sirios.
2 R. 15:37.
8. Invasión de Judá por Siria e Israel (734 a. de J.C.).
2 R. 16:5, 6. (Is. 7:1, 2). 2 Cr. 28:5–8.
9. Profecías de Isaías relacionadas con la guerra con Siria e Israel (734 a. de J.C.).
(Is. 7:1–12:6).
(17:1–14).
10. Liberación de los judíos cautivos en Samaría.
2 Cr. 28:9–15.
11. Acaz solicita ayuda a Teglatfalasar.
2 R. 16:7, 8. 2 Cr. 28:16.
12. Invasiones idumeas y filisteas.
2 Cr. 28:17–19.
13. Expedición militar de Teglatfalasar.
2 R. 16:9; 15:29; (1 Cr. 5:25, 26).
16:10a. (2 Cr. 28:20, 21).
14. Introducción en Judá de la idolatría siríaca.
2 R. 16:10b–18. 2 Cr. 28:22–25.
15. Asesinato de Peca por Oseas.
2 R. 15:30, 31.
16. Ascensión de Oseas al trono de Israel.
2 R. 17:1, 2.
(IV) PROFECIA DE MIQEUAS
Miq. 1:1–7:20.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE MIQUEAS
Miq. 1:1–7:20.
1. Nombre, familia, e identificación del profeta.
2. Epoca de Miqueas.
3. Contenido de la Profecía de Miqueas.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE MIQUEAS
Miq. 1:1–7:20.
Sobrescrito. 1:1.
1. Un discurso amenazante a Samaria y a Jerusalén. 1:2–3:12.
2. Promesa de la restauración. 4:1–5:15.
3. Pleito de Jehová con Israel. 6:1–7:20.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE MIQUEAS
Miq. 1:1–7:20.
(V) EZEQUIAS Y LA CAIDA DE ISRAEL
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2 R. 16:19, 20. 2 Cr. 28:26–31:21.

17:3–41.

18:l–7a, 9–12.

(Is. 14:24–16:14).
(28:1–29).
1. Principio del reinado de Ezequías.
2 R. 16:19, 20. 2 Cr. 28:26–31:21.
18:1–7a.
2. Profecías de Isaías en contra de las naciones extranjeras (727–22 a. de J.C.).
(Is. 14:24–16:14).
(28:1–29).
3. Caída de Isreal.
2 R. 17:3–41.
18:9–12.

INTRODUCCION GENERAL
Para encontrar exposiciones en detalle de los temas relacionados con la obra, pueden
consultarse la Introducción General del Tomo I y la del Tomo II.

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LIBRO III
HISTORIA PARALELA DE JUDA E ISRAEL
(Desde la división del reino hasta la caída de Samaría)
931–722 a. de J.C.

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
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1 R. 12:1–22:54. 2 Cr. 10:1–31:21.


2 R. 1:1–18:7a, 9–12. (1 Cr. 5:25, 26).
Joel 1:1–3:21.
Jon. 1:1–4:11.
Am. 1:1–9:15.
Os. 1:1–14:9.
Is. 1:1–66:24.
Miq. 1:1–7:20.
El tercer tomo (Libro III) trata de la historia y literatura de la nación hebrea desde el tiempo
de Roboam, época en que el país se dividió en dos partes, hasta la disolución de Israel
septentrional con la caída de su capital Samaria.
En este período, que abarca más de doscientos años (931–722 a. de J.C), vivieron algunos de
los hombres más grandes de la historia de la nación hebrea: Asa, Josafat, Amasías, y
Ezequías, reyes que se sentaron sobre el trono de David en Jerusalén. El reino septentrional
de Israel tuvo algunos reyes que se destacaron por su capacidad y energía, como Jeroboam I,
Jehú, Jeroboam II, y otros, o por su maldad, como Acab y Jezabel, pero que no se
distinguieron por su buen carácter.
Entre los hombres de Dios que figuraron en este período están: Elías, Eliseo, Amós y Oseas,
en el reino del norte. En el sur profetizaron Joel, Isaías, y Miqueas, así como otros profetas
que no transcribieron sus mensajes, sino que sólo los entregaron al pueblo oralmente.
La historia política de este período es doble, siendo la historia de dos naciones enteramente
separadas: el reino septentrional de Israel, compuesto de diez tribus y media, y el reino
meridional de Judá, de una tribu y media. A pesar de que existía esta división política, vemos
que la cultura, el idioma, y la religión, siguieron siendo los mismos; la religión fue
representada en los grandes hombres de Dios, como Elías en el norte, y Joel e Isaías en el
sur.
Jeroboam I, el primer rey de Israel, no quiso que fuera así, e instituyó centros de culto en Dan
(en el extremo norte de su país) y en Betel (en el sur), con los becerros de oro que allí puso.
Pero parece que aún siguió siendo un culto corrompido de Jehová, y por esto hubo en Israel
verdaderos profetas de Jehová, como Elías y Eliseo. Durante el período de la historia de Israel
septentrional, es evidente que el verdadero conflicto no fue entre el culto de Jehová y el de
los becerros, sino que fue entre el culto de Jehová y el de Baal, dios de los antiguos cananeos
y de los fenicios.
Durante los 209 años de su historia, el reino septentrional de Israel tuvo 19 reyes, que
pertenecieron a 9 dinastías, o familias. También en el reino meridional de Judá, durante los
345 años de su historia (931–586 a. de J.C., que se discute en los libros III y IV), hubo 19
reyes, todos de la dinastía, o familia, de David.
El Libro III, como ya se ha dicho, comenta la historia paralela de Judá e Israel desde la
división del reino (931) hasta la caída de Samaria (722), pero lo hace según los relatos
paralelos de los libros de Reyes y Crónicas, de acuerdo a una armonía original de estos libros
con los libros proféticos. Los pasajes bíblicos que se comentan en el Libro III se indican al
principio de este capítulo. Estudiaremos el carácter de los reyes que ocuparon los tronos de
Israel y de Judá, los profetas que actuaron en el escenario religioso, la condición de la vida
religiosa del pueblo, los libros proféticos que fueron escritos en este período y la relación de
éstos con la historia. Se señalan también las relaciones entre los reinos de Israel y de Judá, y
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los vínculos entre ellos y las naciones vecinas. Se incluyen algunas notas arqueológicas y se
explica la significación de ciertos pasajes difíciles de los libros históricos y proféticos.
El bosquejo se desarrolla de acuerdo a la serie de épocas, las cuales toman su nombre del rey
más importante de cada período, o de alguna característica saliente de la época. Por el hecho
de que los autores bíblicos mezclan la historia de Judá e Israel, como necesariamente lo
tuvieron que hacer, al dar una exposición paralela de la historia de ambas naciones, es
imposible dividir el bosquejo según los reinados de cada rey de Judá y de Israel.
A continuación se da el resumen del bosquejo de las épocas principales de la Historia Paralela
de Judá e Israel:
INTRODUCCION, DIVISION DEL REINO.
I. EPOCA DE ROBOAM.
II. EPOCA DE ASA.
III. EPOCA DE JOSAFAT.
IV. EPOCA DE JEHU, REY DE ISRAEL.
V. EPOCA DE JEROBOAM, REY DE ISRAEL.
VI. EPOCA DE LA DECLINACION DE ISRAEL.
INTRODUCCION
DIVISON DEL REINO
Nos será interesante observar cómo la nación hebrea, que en tiempos de Saúl, David, y
Salomón, presentaba al mundo un frente enteramente unido, llegó a dividirse, después de la
muerte del último rey que se menciona, en dos naciones distintas.
En este capítulo introductorio expondré algunas de las causas por las cuales se verificó dicha
división. Identificaré también las tribus que se separaron, hasta donde esto puede
determinarse. Finalmente haré notar el importante factor de la división de la nación, en la
destrucción de la teocracia: la caída de Samaría (capital del norte) en 722; la destrucción de
Jerusalén (capital del sur) en 586 a. de J.C.
1. Causas que provocaron la división del reino
Ya he referido en los Tomos I y II el hecho de que desde épocas muy remotas existía entre
el pueblo israelita una tendencia hacia la división. En la exposición que sigue se comentará
nuevamente esta tendencia.
La separación del pueblo en dos naciones, en el tiempo de Roboam, no fue, pues, una nueva
cosa, sino que representaba un sentir general ya conocido entre el pueblo. Enumero varios
motivos que ayudarán a explicar el cisma.
i. Fusión con las tribus nativas
Uno de los motivos que causó la separación del pueblo en dos naciones distintas fue la fusión
con las tribus nativas de Canaán. La admisión de tribus paganas de las distintas regiones de
Palestina, con sus costumbres características, contribuyó a formar el carácter distintivo de
cada tribu israelita, dando como resultado que la tribu meridional de Judá se diferenciara
tanto en cultura y en punto de vista religioso que las tribus septentrionales. (Comp. Kent,
History of the Hebrew People: The Divided Kingdom, pág. 17.)
ii. Aislamiento del pueblo en el tiempo de los jueces
En el tiempo de los jueces, hubo muy poco espíritu de unidad entre el pueblo. Aquel fuerte
sentimiento de unidad que existió entre el pueblo israelita cuando se encontraba en Egipto, y
después en el período de migraciones por el desierto, desapareció una vez que la nación se
esparció por la tierra de Canaán. No habiendo medios fáciles de comunicación, y siendo el
pueblo agricultor e independiente, fue fácil que las tribus se adaptasen a una vida aislada,
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relacionándose muy poco unas con otras. Además, la topografía de Palestina con sus
montañas, sus regiones accidentadas, sus ríos y desiertos, acrecentaron el aislamiento de las
tribus.
Sólo cuando algún enemigo los atacaba y los dominaba, se aliaban las diferentes tribus del
país que eran amenazadas, para resistir al enemigo. Así que, siempre después de una crisis,
hubo cierta unidad nacional (o a lo menos, regional), por algún tiempo. Tales unificaciones
del pueblo se verificaron en las épocas de Barac, de Gedeón, de Jefté, de Samsón, y de otros
de los renombrados jueces del período.
iii. Rivalidad entre Judá y Efraim
Es probable que una de las causas principales que contribuyó a la secesión que se efectuó a
la muerte de Salomón, fue la rivalidad que siempre había existido entre las dos tribus más
fuertes: la de Judá y la de Efraim. Estas eran las tribus que siempre habían dominado la
nación, la primera en el sur, y la segunda en el norte.
Estudiaremos ahora el desarrollo de esta rivalidad, que culminó tan desastrosamente en la
división del reino cuando Roboam sucedió a Salomón en el trono de Israel:
a. La primogenitura entre los hijos de Jacob
Tanto la tribu de Judá como la de Efraim tenían antecedentes históricos que los respaldaban
al pretender la autoridad de la nación, basándose en la bendición que dio Jacob a sus doce
hijos.
Parece que a Judá le fue dada la primogenitura espiritual por su padre Jacob, y a José la
primogenitura material (véanse las notas sobre Gén. 48:5, 7, Tomo I, pág. 241 y sig.). De los
dos hijos de José, Efraim fue el que tuvo la preeminencia (Gén. 48:13, 17–19).
b. Tiempo de los jueces
Ya he hecho referencia al estado de aislamiento y desunión que existían entre el pueblo
hebreo durante la época de los jueces. Fue en este período, el primero que los hebreos pasaban
en su tierra, cuando la característica de desunión se dejó ver de una manera muy marcada,
para cristalizarse después en la división del reino.
Aunque no se nota en el período de los jueces ningún conflicto entre las dos tribus
predominantes (Judá y Efraim), sí sabemos que crecía la rivalidad con el aumento de la
influencia de Efraim en el norte, y la afirmación de la posición de Judá en el sur.
c. Reinado de Saúl
La unión que Saúl consiguió al principio de su reinado sobre Israel, se debió en gran parte a
un estado de guerra que prevalecía; esto le dio el apoyo de todo el pueblo que unió sus
esfuerzos para resistir al enemigo. Esta historia se relata en 1 Sam. 11:1–11.
d. Reinado de David
Después de la muerte de Saúl, que temporalmente había conseguido la unión de la nación
bajo su autoridad, el reino se dividió en dos, según la división natural que vamos comentando.
Judá se fue con David, e Israel se fue con el hijo de Saúl, Is-boset. Fue sólo hasta después de
varios años de lucha que David pudo unir bajo su dominio a todas las tribus, unión que se
efectuó cuando Is-boset fue asesinado.
El país volvió a dividirse durante el reinado de David, cuando Absalom, el hijo predilecto de
David, se rebeló. Judá apoyó al joven príncipe, mientras que las tribus del norte
permanecieron fieles a David. Después de que el joven Absalom fue muerto y la contienda
terminó, nuevamente surgió la rivalidad entre Efraim y Judá, y estalló la guerra civil. Pero

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


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esta vez Judá apoyó a David, e Israel le fue contrario. Véase el relato en 2 Sam. 19:43 y sigs.
Después de una lucha amarga, Joab, el general de las fuerzas de David, pudo aplastar la
rebelión. Por la pronta acción de su comandante en jefe, David consiguió otra vez la unión
de su reino, y gobernó en paz en Jerusalén.
e. Reinado de Salomón
Cuando comenzó el reinado de Salomón, hijo de David, la autoridad real fue firmemente
establecida sobre toda la nación. El pueblo estaba en paz y su situación económica era
próspera. Por esto, el pueblo estaba satisfecho con el gobierno. Pero a la muerte del rey, las
condiciones favorables habían cambiado mucho, como se verá en el párrafo siguiente.
f. Reinado de Roboam
La situación económica del país al fin del reinado de Salomón, era muy distinta de lo que
había sido al principio. El pueblo estaba agobiado con el peso de los impuestos excesivos, y
con los trabajos forzados que tuvieron que efectuar para realizar las grandes obras públicas
de Salomón, que fueron llevadas a cabo mediante la opresión del pueblo.
Esto se deja entrever en la petición que los hombres de Israel, una vez muerto Salomón,
enviaron a Roboam, hijo de Salomón, por medio de Jeroboam, a quien le había sido
prometido el reino por el profeta Ahías (1 Reyes 11:29–40). La petición de Jeroboam, hecha
en nombre del pueblo, fue la siguiente: “Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora tú
disminuye algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre
nosotros, y te serviremos” (1 Reyes 12:4; 2 Crón. 10:4). La respuesta negativa de Roboam a
esta justa petición después de haber consultado con los consejeros de su corte, es bien
conocida.
Esta entrevista entre Roboam y los emisarios de las tribus del norte produjo la crisis. La vida
de los israelitas había llegado a ser ardua bajo el gobierno de un rey que había procedido de
la tribu de Judá (Salomón). Los hombres del norte creían que un rey que fuera de la región
norteña les tendría más consideración.
La tribu de Efraim era la que más influencia ejercía en el norte, y el adalid de esta tribu era
Jeroboam. Después de la desagradable entrevista con Roboam, los dirigentes israelitas,
grandemente disgustados, eligieron rey a Jeroboam.
Desde ese momento hasta la caída de Samaria, capital del reino del norte en 722 a. de J.C.,
la historia política de Israel septentrional sigue un curso apartado de la de Judá.
iv. Pecado de Salomón
Hemos considerado algunas de las causas políticas, sociales y topográficas que ocasionaron
la división del reino, y ahora veremos que la religión tuvo una parte muy importante en el
cisma.
La causa religiosa de la división fue la decadencia espiritual de Salomón. Su decadencia
moral y espiritual fueron las que lo llevaron a la idolatría, la cual fue la causante que el rey
perdiese una gran parte de su reino, o más bien, que ésta fuera quitada a su hijo Roboam.
La predicción de la división del reino le fue comunicada a Jeroboam, un oficial de Salomón
en sus obras públicas, por el profeta Ahías silonita, como ya se ha dicho (1 Reyes 11:29–40).
El profeta declaró enfáticamente que por el pecado de la idolatría en el cual había caído
Salomón, tenía que ser castigado.
La división del reino es considerada, pues, como un castigo por el pecado, así como una
consecuencia natural por ciertas tendencias que desde el principio se hallan en la historia del
pueblo hebreo.

sigs. siguiente versículo, o siguiente páginas.


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2. Identificación de las tribus que se separaron


Ciertas cosas que dijo el profeta Ahías en su entrevista con Jeroboam, al prometerle una parte
del reino de Salomón, suscitan otro problema. Ahías declara que diez tribus han de ser
entregadas a Roboam, mientras que sólo una tribu quedaría con el descendiente de David que
se sentaría sobre su trono (1 Reyes 11:30–32, 35, 36).
¿Qué tribus fueron éstas? ¿Cómo entendieron los hebreos la división del reino según las
tribus?
La interpretación que da el historiador judío Josefo de las palabras de Ahías dice como sigue:
“Esta es la voluntad de Dios: El partirá el dominio de Salomón, y dará una tribu, con lo que
está junto a ella, a su hijo, por la promesa hecha a David para su descendencia, y dará las diez
tribus a tí” (Ant. VIII. vii. 7).
Todavía queda el problema de que había doce tribus en Israel, y sin embargo, tanto Josefo
como el escritor sagrado que transmitió las palabras del profeta Ahías, se refieren sólo a once
tribus.
La explicación del problema parece aclararse con lo siguiente: La ciudad de Jerusalén estaba
dentro de los límites de la tribu de Benjamín. Es evidente, pues, que una parte de la tribu de
Benjamín se incluía dentro de los límites del reino meridional de Judá, quedando la otra parte
en el reino septentrional de Israel. Así que Betel que estaba en Benjamín, fue también el lugar
donde Jeroboam estableció el culto del becerro de oro en el sur de su reino, mientras que Dan
fue el lugar en el norte. Así que es probable que Ahías no tuvo en cuenta la tribu de Benjamín,
al hablar de diez tribus para Jeroboam. Con esta parte de Benjamín, eran once las tribus que
había en el norte.
Al mismo tiempo, hallamos mucha divergencia entre las listas de las tribus que en diferentes
partes de la Biblia se presentan, debido a que ciertas tribus, por su debilidad, desaparecieron
muy al principio de la vida nacional de los hebreos.
Así, en la lista de 1 Crón. 27:16–22, no se menciona la tribu de Aser. En 1 Crón. 2:3–8:40, y
en la lista del Apoc. 7:5–8, no se refiere a la tribu de Dan. En la lista de Moisés en Deut.
33:1–29, no se indica a la tribu de Simeón (aunque sí aparece en Deut. 27:12). Estas
omisiones de los nombres de ciertas tribus se deben, con toda probabilidad, a que ellas fueron
absorbidas en otras tribus, paganas o israelitas: Aser fue absorbida en las tribus cananeas y
en Fenicia; la tribu de Dan se fusionó con las tribus cananeas y con Filistea; Simeón llegó a
formar parte de la tribu de Judá. Véase la exposición sobre estas tribus en el capítulo sobre
Las Tribus de Israel en la Tierra de Canaán, Tomo II. En las listas de tribus que se dan en
la Biblia, los nombres de José o de Leví toman el lugar de alguna que otra de las tribus
desaparecidas, para completar el número de doce; o, si no, sólo once nombres figuran en las
listas.
Por estas divergencias entre las listas, nos resulta difícil saber en cuáles tribus pensaba el
profeta Ahías, al dar su comunicación a Jeroboam sobre la disposición del reino de Salomón.
3. La división del reino como factor en la caída de la nación hebrea
La división del reino en dos partes fue un factor importante en la subsecuente caída de la
nación. La división produjo la desunión y la debilidad, haciendo que los israelitas quedasen
expuestos a ser una fácil presa para los países vecinos. Si hubiesen permanecido unidos,
quizás hubieran podido resistir los ataques de los enemigos poderosos, que hostigaron a
ambas naciones, y finalmente trajeron la disolución, primero de Israel, en 722 a. de J.C., y
por último de Judá, en 586 a. de J.C.

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.


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Fue rara la vez en que ambas naciones pudieron cooperar juntas en contra de un enemigo
común; al contrario, era más frecuente que lucharan entre sí, combatiendo israelita contra
israelita, contra todo designio de Dios, y en contra de las tradiciones nacionales, que decían
que eran de la misma raza y de la misma religión, y debían ser amigos y hermanos, y no
enemigos. Con estas constantes guerras se debilitaron, y aunque técnicamente no fueron
guerras civiles (por tratarse de dos naciones que en política eran diferentes), en la práctica
resultaron ser así. Con este aniquilamiento de hombres y materiales, les fue difícil resistir al
verdadero extranjero cuando éste dio el golpe al país.
Al fin se extinguieron ambas naciones: Israel septentrional para ya no ser restaurada jamás
como una nación independiente, y Judá que volvió a su país después de un largo período de
sufrimientos en el cautiverio.
Y en esto el escritor sagrado ve la mano de Dios, que castigaba el pecado del pueblo, con el
fin de hacer de ellos una nación que más conviniera al propósito divino, que miraba adelante
hacia la realización de la redención de todo el mundo; pero esta redención sólo podía
efectuarse por medio de una nación libre de la idolatría, celosa de la ley de Dios, y que
presentara un ambiente favorable para el desarrollo de la esperanza mesiánica y el
desenvolvimiento de la personalidad que había de cumplir esta esperanza: Jesús.
Así que los hebreos pecaron y por esto fueron al cautiverio, siendo su pecado una de las
causas principales en la división del reino, que es el tema del presente capítulo. En el
cautiverio fueron purificados y volvieron a su tierra las personas más consagradas de la
nación, que con celo y con sabiduría espiritual restablecieron el gobierno en Jerusalén, dando
así un paso más en el adelanto de los propósitos de la providencia de Dios en el mundo.
I. EPOCA DE ROBOAM
(Desde la ascensión de Roboam hasta la muerte de Abías)
931–911 a. de J.C.
1 R. 12:1–14:18.2 Cr. 10:1–13:20a.
14:21–15:8a. 13:21–14:1a.
Este período de la historia de los reinos de Judá e Israel recibe su nombre del hijo de Salomón,
Roboam, que quizás es la figura principal de la época. Este período se extiende desde la
ascensión de Roboam al trono de su padre hasta la muerte de su hijo Abías, o sea, desde 931
hasta 911 a. de J.C. Se estudia también el reino de Jeroboam en el reino del norte.
Ninguno de los tres reyes que figuran en la historia de esta época, Roboam y Abías en el
reino del sur, y Jeroboam en el reino del norte, llevaron una vida moral digna. La propensión
general en sus reinados fue hacia la idolatría y la maldad. En efecto, el nombre de Jeroboam
llegó a ser sinónimo de maldad en todas las épocas posteriores.
1. Principio del reinado de Roboam sobre Judá
1 R. 12:1–19, 21–24. 2 Cr. 10:1–11:4.
Roboam reinó diecisiete años sobre el trono de David en Jerusalén. Su falta de juicio se
destaca en este pasaje.
i. Ascensión de Roboam
1 R. 12:1. 2 Cr. 10:1.
Véanse Gén. 12:6, 7; 33:18–20; Jos. 8:30–35; 24:1; Juec 9:1. Referentes a Siquem como un
lugar de importancia política y religiosa. Fue evidentemente un lugar de reunión de las tribus
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del norte, y Roboam va allí para recibir el voto de lealtad que aparentemente ellos le han de
prestar.
ii. Petición para que se rebajen los impuestos
1 R. 12:2–5. 2 Cr. 10:2–5.
El hecho de que los adalides de Israel llamaron a Jeroboam indica que sabían que él había
sido ungido para ser rey y comprueba que ellos ya concebían un plan de rebelión en contra
de Roboam. La petición para la rebaja de los impuestos no fue más que una excusa para
buscar la ocasión para rebelarse.
iii. Consejos de los ancianos y los jóvenes a Roboam
1 R. 12:6–11. 2 Cr. 10:6–11.
Roboam primero consulta con los ancianos que habían sido consejeros de su padre. Ellos,
conocedores evidentemente de la lamentable opresión que el pueblo había sufrido bajo
Salomón, aconsejan una política benigna. En cambio, los jóvenes que se habían criado con
Roboam, y que estaban destinados a ayudarle a formar su gabinete, aconsejan la dureza. Esta
actitud no era ni justa ni juiciosa: las quejas del pueblo eran justas puesto que el gigantesco
programa de edificación de Salomón había agotado los recursos del pueblo; además, dada la
predisposición del pueblo a la rebelión, los consejos de los jóvenes tendían a incitarlo a
sublevarse en seguida.
iv. Dura contestación del rey al pueblo
1 R. 12:12–15. 2 Cr. 10:12–15.
Ya que nosotros sabemos que la situación de Roboam con sus súbditos era precaria, nos
puede sorprender que el nuevo rey contestara tan duramente a la petición de Jeroboam y su
gente. Pero Roboam estaba evidentemente envanecido con la ilusión de que la grandeza de
Salomón había pasado a él, sin considerar que esta grandeza ocultaba una debilidad que
provenía del descontento general que había en el pueblo. El descontento del pueblo era
causado justamente por los impuestos cuya disminución ahora pedían los israelitas, y para
dominar este descontento se requería una política de tacto que el nuevo rey desconocía o no
quería ejercer.
El escritor bíblico explica la necedad del rey con las palabras: Era ordenación de Jehová. En
la Providencia de Dios, convenía a sus grandes propósitos para la nación que la división se
verificase. Los propósitos de la redención habían de ser cumplidos mediante el reino del sur.
Cuando el reino del norte cayó en 722 a. de J.C., dejando al reino del sur solo, no se afectó
en nada el plan de la redención. A pesar de esto, no se disculpa la necia contestación de
Roboam.
v. Rebelión de Israel
1 R. 12:16–19. 2 Cr. 10:16–19.
Se efectúa la división del reino, e Israel se vuelve a sus ciudades del norte, separándose para
nunca más unirse con Judá. El autor sagrado hace excepción de ciertos israelitas que vivían
en el sur, y que naturalmente eran súbditos de Roboam: Reinó Roboam sobre los hijos de
Israel que moraban en las ciudades de Judá. (Comp. Keil, Rawlinson, y Barnes.)
Desde este capítulo, el autor de Reyes emplea el término Israel con referencia al reino
septentrional, y el término Judá en relación con el reino meridional.
vi. Profecía de Semaya
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1 R. 12:21–24. 2 Cr. 11:1–4.


La tribu de Benjamín se adhiere a Judá, a pesar de que estaba más relacionada con Efraim
que con Judá. El hecho de que la ciudad capital de David, Salomón, y Roboam (Jerusalén)
estaba, en parte, dentro de los límites de Benjamín, causa que los benjamitas sientan ahora
cierta lealtad hacia el reino del sur.
El profeta Semaya no se menciona más en Reyes (V. 2 C. 12:5–8). El advierte al rey Roboam
que no debe tratar de aplastar la rebelión, porque Jehová ha dicho: Este negocio yo lo he
hecho, referente a su pérdida de las tribus del norte.
2. Principio del reinado de Jeroboam I sobre Israel. 931 a. de J.C.
1 R. 12:20, 25–33.
A pesar de que Jeroboam había sido comisionado por un profeta de Jehová, él no se comportó
de acuerdo con su elevada posición, sino que llegó a ser recordado por su gran maldad.
i. Ascención de Jeroboam
1 R. 12:20.
La expresión: Sino sólo la tribu de Judá, no es absoluta. Véase el capítulo sobre la División
del Reino, 2, Identidad de las tribus que se separaron.
ii. Inauguración del culto de los becerros
1 R. 12:25–33.
La primera cosa que hizo Jeroboam fue reforzar sus fortificaciones. Mientras hacía esta obra
habitó en Siquem, aunque después se fue a vivir a Tirsa (comp. 1 R. 14:17; 15:21).
Jeroboam reconoció la fuerza política de la religión. Temiendo que esta fuerza pudiera
vincular a los israelitas con sus hermanos en el sur, él instituyó dos centros de culto, uno en
el norte, en Dan, y otro en el sur, en Betel. Ambas ciudades habían sido desde tiempos
antiguos lugares sagrados, Betel en la época de Abraham (Gén. 12:8) y Jacob (Gén. 35:1–7),
y Dan en el período de los jueces (Juec. 18:27–31). De esta forma Jeroboam quiso separar a
los israelitas de Judá, no solamente del vínculo político sino del religioso.
Los becerros de oro que Jeroboam puso como objetos de adoración parecen haber sido una
representación de Jehová, y no eran ídolos paganos (comp. Barnes, Barry, etc.). Se infringe,
pues, el segundo mandamiento, pero no el primero. La palabra dioses en la expresión He aquí
tus dioses, oh Israel, es Elohim, plural en forma, y generalmente se traduce Dios. Así debe
ser aquí, y así se traduce en Bover-Cantera y Nácar-Colunga.
La fiesta de los tabernáculos era celebrada en Judá en el mes séptimo, pero Jeroboam hizo
que se celebrara la misma fiesta en el mes octavo, cambio que él había inventado de su
corazón (v. 33).
3. Primera parte del reinado de Roboam
2 Cr. 11:5–23.
i. Fortificación de Judá por Roboam
2 Cr. 11:5–12.
Con el fin de proteger su posición, Roboam fortificó ciudades en Judá y Benjamín. Su ciudad
capital fue Jerusalén siguiendo el ejemplo de David y Salomón.
ii. Defección de muchos israelitas que se van a Judá
2 Cr. 11:13–17.

V. véase; véanse.
comp. compárese; compárense.
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Jeroboam no había empleado a levitas y a sacerdotes aarónicos en el servicio de su nuevo


culto de becerros, porque seguramente él sabía que no querrían servir. Los levitas y
sacerdotes emigraron a Judá, aquí podían sentirse más seguros, tomando parte en el verdadero
culto del templo de Jerusalén, y recibiendo los diezmos y ofrendas del pueblo para su sostén.
Muchos israelitas fueron a Jerusalén para tomar parte en las fiestas religiosas anuales (v. 16),
y se quedaron allí después para vivir, contribuyendo así a fortificar espiritualmente a la
nación meridional. Esta condición de solidaridad a la religión de Jehová continuó durante
tres años, pero luego la infidelidad religiosa trajo su consecuente decaimiento, con el castigo
político de la invasión de Sisac, faraón egipcio (véase después).
iii. Familia de Roboam
2 Cr. 11:18–23.
En paréntesis tenemos aquí una descripción de la vida personal de Roboam. Tuvo muchas
esposas y concubinas, y de ellas muchos hijos. Con éstos obró con juicio mandándolos a
diferentes partes de su reino, para que su concentración en la capital no originase un complot
contra del rey.
Es probable que el v. 23 se refiere a la adquisición de esposas para sus hijos (y así entienden
Elmslie, Keil, etc.): “Y les procuró una multitud de mujeres” (VM).
4. Jeroboam, rey de Israel, y los profetas
1 R. 13:1–14:18.
Por la inclinación hacia la idolatría de Jeroboam I, era natural que sus relaciones con los
profetas de Jehová no fuesen buenas. En este pasaje el historiador sagrado nos presenta este
hecho.
i. Amonestación a Jeroboam por el profeta de Judá
1 R. 13:1–34.
No es ésta la única ocasión en que Dios mandó un profeta meridional al reino septentrional.
Tenemos otro ejemplo en el ministerio de Amós.
a. Profecía de la destrucción del altar
1 R. 13:1–6.
El varón de Dios que había sido enviado a Israel con el fin de reprender a Jeroboam, encontró
al rey en el acto de servir como sumo sacerdote en la religión que él había fundado. Al clamor
del profeta el altar se hizo pedazos, cayendo las cenizas al suelo, y cuando el rey extendió la
mano para ordenar que prendieran al profeta, la mano se le secó. Jeroboam, reconociendo
inmediatamente que la señal había venido de Jehová, pidió que su mano fuese restaurada. El
profeta oró, y la mano recuperó su normalidad.
La profecía acerca del nacimiento de Josías, y el rompimiento del altar de Jeroboam por este
rey de Judá, se cumplió literalmente. Josías destruyó el altar cuando hizo su gran reforma (2
R. 23:15).
b. Desobediencia y muerte del varón de Dios
1 R. 13:7–24.
El relato de la desobediencia y muerte del varón de Dios tiene interés por su tristeza y por
los problemas morales que ofrece, como se señalará después.
El profeta, después de haber rehusado la invitación para comer con el rey, según el
mandamiento expreso de Dios, cedió a la invitación que le hizo otro profeta, y desobedeció
al mandato divino.

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


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Puede preguntarse, ¿por qué prohibió Dios tal cosa? Probablemente porque el mezclar las
obligaciones sociales con la sagrada obligación moral, de amonestar severamente al pagano
rey con el mensaje, podía hacer que disminuyera el efecto benéfico que se deseaba que el
mensaje produjera sobre el rey Jeroboam: Dios quería el arrepentimiento del rey y no su
destrucción. Barnes sugiere que la comida del rey era carne ofrecida como sacrificio, y comer
indicaría tomar parte en el culto idólatra.
El profeta fue después tentado por un viejo profeta de Israel que lo invitó a comer. El viejo
profeta venció las objeciones del profeta de Judá con una mentira: Que un ángel de Dios le
había instruído a invitarlo. ¿Qué cosa lo instó a cometer tal crimen? Quizás fue el deseo de
manifestar la hospitalidad, o de compartir el prestigio que el profeta de Judá había ganado en
el palacio. Terry sugiere que pudo haber sido por celos, ya que el profeta de Judá invadía un
terreno que el otro pensaba que era el suyo: Al invitarlo por celos esperaba que si su rival
aceptaba moriría por desobedecer, lo que efectivamente se verificó. Esta explicación parece
ser la mejor. Si es así, podemos imaginarnos con qué alegría él le dijo al profeta desobediente
un poco después, Por cuanto has sido rebelde …, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus
padres (vs. 21, 22).
Los profetas eran humanos, y por tanto estaban sujetos a cometer errores. Esto no quiere
decir que no estuviesen capacitados para anunciar las verdades espirituales. Dios a menudo
se ha valido de hombres débiles para comunicar sus revelaciones. Véase la nota sobre Balaam
(Núm. 22:1–24:25, Tomo I, pág. 368).
Con respecto a la severidad del juicio con que fue castigado el profeta de Judá, dice
Rawlinson, “Primero, el pecado, o sea, la desobediencia a ciertos mandamientos positivos de
Dios, era un pecado que requería en este tiempo un castigo ejemplar. Puesto que era
exactamente el mismo pecado en que Jeroboam y sus adherentes habían caído; y segundo, la
muerte temporal no es uno de los castigos más duros de Dios …”
c. Entierro del profeta de Judá
1 R. 13:25–32.
El viejo profeta honró a su colega de Judá, al hacerlo enterrar. De la petición que él hizo a
sus hijos de que cuando muriese quería descansar junto al profeta de Judá, podemos deducir
quizás que él se arrepintió o a lo menos se avergonzó de lo que había hecho.
d. Jeroboam continúa en pecado
1 R. 13:33, 34.
Jeroboam, a pesar de las amonestaciones del profeta de Judá, siguió en su mal camino. El
punto más grave de su pecado parece ser en que hacía sacerdotes a los que él quería, sin
considerar que éstos no eran de la línea genealógica de Aarón.
ii. Consulta de Jeroboam a Ahías
1 R. 14:1–18.
Es interesante que cuando Jeroboam tuvo una aflicción verdadera, la enfermedad de su hijo
Abías, envió a su mujer a consultar, no a los sacerdotes de la religión que él había instituído,
sino al profeta de Jehová, el mismo que hacía años le había predicho que sería rey (1 R.
11:29–40).
a. Consulta de la esposa de Jeroboam con Ahías
1 R. 14:1–4.
Temiendo que el profeta Ahías lo reconocería si él iba, Jeroboam envió a su esposa disfrazada
y con un obsequio para que fuera a consultar al profeta que vivía en Silo, antiguo lugar
sagrado donde el tabernáculo reposó durante casi cuatro siglos.
b. Profecía de la destrucción de la dinastía de Jeroboam
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1 R. 14:5–16.
Por intuición divina, Ahías reconoció a la esposa del rey, y le declara su verdadera identidad.
Después de recordar la posición de responsabilidad a la cual Jeroboam había sido elevado
por Jehová, señala sus pecados, profetiza la destrucción de su casa por uno que tomará su
trono. Luego le dice que su hijo morirá, y termina prediciendo el cautiverio de Israel.
c. Cumplimiento de la profecía de Ahías
1 R. 14:17, 18.
De acuerdo a la palabra del profeta, el hijo del rey murió, y así empezó a cumplirse la amarga
serie de anuncios que Ahías había predicho con respecto a Jeroboam y su reino.
5. Ultima parte del reinado de Roboam
1 R. 14:21–31; 15:6. 2 Cr. 12:1–16.
i. Pecado de Roboam y Judá
1 R. 14:22–24. 2 Cr. 12:1.
Como ya se ha señalado, sólo tres años había pasado Roboam en el trono cuando abandonó
la religión de Jehová (2 C. 11:17), y con él, todo Judá. En este pasaje se da una descripción
de los muchos vicios y de la idolatría del pueblo.
ii. Invasión de Sisac, faraón egipcio 926 a. de J.C.
1 R. 14:25–28. 2 Cr. 12:2–12.
Nota arqueológica. En el muro meridional del gran templo de Amón, en Karnak, Egipto, hay
una escultura que representa la campaña de Sisac en Palestina. Se mencionan unos 156
lugares capturados en esta expedición. Una figura grande que representa a Sisac conduce a
varios grupos de cautivos atados con sogas. Cada uno tiene un escudo que lleva el nombre
de una ciudad de Palestina. En el cuadro Sisac los amenaza con una vara (Price, The
Monuments and the Old Testament, pág. 264 y sig.).
Sólo un año había pasado el rey en la idolatría cuando vino el castigo, porque en el quinto
año del reinado de Roboam, Sisac invadió a Palestina y sitió a Jerusalén, y la tomó. El profeta
que explicó al rey de Judá la causa de su fracaso fue Semaya. La amonestación del profeta
fue oída, y el rey y sus aconsejadores se humillaron. Este arrepentimiento hizo que
disminuyera el castigo: Aunque el egipcio se llevó los tesoros del templo, no despojó a
Roboam del reino.
iii. Resumen del reinado de Roboam
1 R. 14:21, 29–31; 15:6. 2 Cr. 12:13–16.
a. Período de su reinado
1 R. 14:21. 2 Cr. 12:13.
El reinado de Roboam duró diecisiete años, desde 931 hasta 914 a. de J.C. La madre de
Roboam era ammonita, y Salomón edificó templos para los ídolos que ella adoraba (1 R.
11:1, 5, 7). Quizás en este hecho podemos ver algo que nos explica la inclinación de Roboam
hacia la idolatría.
b. Referencias a otras fuentes históricas
1 R. 14:29. 2 Cr. 12:15a.
El libro Crónicas de los reyes de Judá no es nuestro libro canónico de Crónicas, que
probablemente fue escrito como en el año 300 a. de J.C. De los libros de Semeías profeta, y
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de Iddo vidente, no se sabe nada. El pasaje enseña que los escritores sagrados tenían fuentes
literarias de las cuales sacaban sus datos.
c. Guerra con Israel
1 R. 14:30; 15:6. 2 Cr. 12:15b.
Semaya el profeta había prohibido la expedición que Roboam quiso hacer para suprimir la
revolución de Jeroboam. Pero una guerra constante de frontera parece haber continuado
durante su reinado.
d. Vida pecaminosa de Roboam
2 Cr. 12:14.
Ya se ha comentado la vida idólatra e inicua del rey de Judá. Aquí lo afirma el autor bíblico
en el párrafo en que da el resumen de la vida de Roboam.
e. Muerte de Roboam y ascensión de su hijo
1 R. 14:31. 2 Cr. 12:16.
Muere Roboam en el año 914 a. de J.C., siendo sepultado en Jerusalén, y en su lugar sube su
hijo, Abías.
6. Reinado de Abías en Judá. 914–911 a. de J.C.
1 R. 15:1–5, 7, 8a. 2 Cr. 13:1–20a, 21, 22; 14:1a.
Aunque el reinado de Abías fue breve, y relativamente sin importancia, el autor de Crónicas
dedica considerable espacio al acontecimiento de mayor importancia en su reinado: la guerra
entre Abías y Jeroboam I, rey de Israel.
i. Ascensión de Abías
1 R. 15:1, 2. 2 Cr. 13:1, 2a.
Abías subió al trono en el año dieciocho de Jeroboam I.
La madre de Abías era hija de Abisalom, es decir, nieta de Absalom. En el relato de Crónicas
se dice que era hija de Uriel. La explicación probable es que la hija de Absalom, (hijo
predilecto de David), que se llamaba Tamar, se casó con Uriel, siendo su hija Maacha
(Michaia), la cual llegó a ser esposa de Roboam (comp. Keil, Baehr, Josefo: Ant., VIII x. 1).
ii. Carácter de Abías
1 R. 15:3–5.
El mal carácter de Abías no nos sorprende, en vista del carácter de su padre, y sus
antecedentes ammonitas. El escritor sagrado se siente bajo la necesidad de explicar por qué
esta mala familia no es echada por sus pecados, estando su explicación basada en el hecho
de la promesa que Dios hizo a David, de que tendría una descendencia perpetua sobre el trono
en Jerusalén.
iii. Guerra entre Abías y Jeroboam
1 R. 15:7b. 2 Cr. 13:2b-20a.
Aunque Abías no era bueno, y su carácter es descrito en la Biblia como malo, él invocó el
nombre de Jehová en el momento crítico de su guerra contra Jeroboam. Cuando el rey
israelita tendió una emboscada a Abías, y éste vio que estaba en peligro de perecer, llamó en
su auxilio a Jehová, y fue librado de la amenaza, a pesar de que Jeroboam tenía dos veces
más soldados. Después ganó una gran victoria, y llegó hasta conquistar varias ciudades del
sur de Israel, incluso Betel. El dominio de Abías en Betel fue sólo provisional y momentáneo,
pero de esta manera impidió que Jeroboam lo molestase más durante su vida.
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Una alianza de sal (v. 5) significaba una alianza segura: La sal era un elemento
imprescindible en las comidas, y aquéllos que la comían juntos eran amigos perpetuos, lo
que dio origen al dicho, “Hay sal entre nosotros” (comp. Elmslie, y Curtis).
iv. Familia de Abías
2 Cr. 13:21.
Abías, como sus predecesores, tuvo muchas esposas y muchos hijos.
v. Muerte de Abías
1 R. 15:7a, 8a. 2 Cr. 13:22; 14:1a.
La muerte de Abías ocurrió en el año 911 a. de J.C. Su nombre se escribe en el libro de Reyes
como Abiam.
II. EPOCA DE ASA
(Desde la ascensión de Asa hasta su muerte)
911–871 a. de J.C.
1 R. 14:19, 20. 2 Cr. 13:20b.
15:8b–16:34. 14:1b–17:1.
El reinado de Asa duró unos cuarenta años. En este período se incluye la historia de los
reinados del norte y del sur, la última parte del reinado de Jeroboam I, y los reinados de
Nadab, Baasa, Ela, Zimri, Omri, y el principio del reinado de Acab. Asa fue un rey justo y el
relato que se da en Crónicas y que ilustra su piedad es más extenso que el de Reyes. Las
relaciones de este rey con el reino del norte se registran en detalle.
1. Principio del reinado de Asa, rey de Judá
1 R. 15:8b–11. 2 Cr. 14:1b–8.
i. Ascensión de Asa
1 R. 15:8b–10. 2 Cr. 14:1b.
Asa, hijo de Abías, subió al trono de Jerusalén en el año 911 a. de J.C. Esto correspondía con
el año veinte de Jeroboam I en el norte. Su reinado empezó con diez años de paz.
La afirmación de que Maacha era madre de Asa probablemente quiere decir que era su abuela
(véase nota sobre la Ascensión de Abías, 1 R. 15:1, 2).
ii. Carácter de Asa, y reformas
1 R. 15:11. 2 Cr. 14:2–5.
El concepto del autor de Reyes sobre el carácter de Asa es que hizo lo recto. El libro de
Crónicas describe en detalle las distintas reformas que llevó a cabo el rey de Judá.
iii. Fortificaciones de Asa
2 Cr. 14:6–8.
Asa tuvo diez años de paz al principio de su reinado, y estos años los ocupó en la construcción
de fortalezas para el tiempo cuando fuese amenazado por sus enemigos.
2. Reinado de Nadab sobre Israel
1 R. 14:19, 20; 15:25, 26. 2 Cr. 13:20b.
i. Muerte de Jeroboam I
1 R. 14:19, 20a. 2 Cr. 13:20b.
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La muerte de Jeroboam, después de una larga vida de corrupción e idolatría, ocurrió en 910
a. de J.C. Reinó veintidos años. El libro de las historias de los reyes de Israel mencionado
aquí no debe ser confundido con nuestro libro canónico de Reyes.
ii. Ascensión de Nadab
1 R. 14:20b; 15:25.
Jeroboam I fue seguido por su hijo Nadab, quien ascendió al trono del reino septentrional en
910 a. de J.C. Esto correspondió al segundo año de Asa, rey de Judá. El reinado de Nadab
duró sólo dos años.
iii. Carácter de Nadab
1 R. 15:26.
El hijo de Jeroboam I dio el mismo testimonio que su padre: e hizo lo malo, con todo lo que
esto implica en vicios y en idolatría.
3. Principio del reinado de Baasa
1 R. 15:27–31, 33, 34.
i. Asesinato de Nadab por Baasa
1 R. 15:27–31.
En el tercer año de Asa, rey de Judá, o sea, en 909 a. de J.C., Baasa asesinó a Nadab, hijo de
Jeroboam. Después de haber asesinado al rey, Baasa ordenó que se mataran a todos sus
parientes. De esta manera se cumplió la profecía de Ahías tocante a la destrucción de la
familia de Jeroboam.
Así se inició la serie de conspiraciones y regicidios que perturbaron la larga historia de Israel,
de modo que nueve dinastías seguidas ocuparon el trono durante los 209 años en que el reino
existió.
ii. Ascensión de Baasa al trono de Israel
1 R. 15:33, 34.
Habiendo barrido la simiente del rey, Baasa facilitó su ascensión al trono de Israel. Con el
acto sangriento del regicidio, empezó su largo reinado de corrupción. Su autoridad duró
veinticuatro años, desde 909 hasta 886 a. de J.C. Estableció su ciudad capital en Tirsa.
4. Invasión de Judá por Zera cusita (c. 900 a. de J.C.)
2 Cr. 14:9–15.
Cusita (VM) aquí podría referirse a Etiopía. Zera podría ser Osorkón I o II, faraón de Egipto
de la dinastía vigésima segunda, (comp. Curtis; Keil; DEHA, artículo Egipto.) Brugsch, cit.
en Zoeckler, lo toma como un rey etíope, no egipcio, teoría que Zeockler acepta. Elmslie lo
cree un cusita de Cus, en Arabia. La primera opinión es la que más aceptación tiene.
El ejército de un millón que el autor bíblico atribuye a Zera es mucho mayor que cualquier
fuerza militar que el rey de Judá podría haber levantado. El valor religioso del relato resalta
en que Asa apeló a Jehová por ayuda, siendo su petición oída y la victoria concedida.
5. El profeta Azarías
1 R. 15:12–15. 2 Cr. 15:1–18.
El profeta Azarías era uno de aquella muchedumbre de profetas de Israel y de Judá, muchos
de ellos sin nombres, cuyos mensajes se conservan en fragmentos en los libros históricos,

c. cerca, o cerca de (en fechas).


DEHA Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.
cit. citado.
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pero que, como los profetas posteriores, no escribieron largos tratados que llegaron a ser
incorporados entre los escritos canónicos.
i. Encuentro de Azarías con Asa
2 Cr. 15:1–7.
Obed, padre de Azarías, se escribe mejor Oded (con la VM). Su identificación por algunos
comentadores antiguos con el profeta Iddo no tiene un fundamento seguro.
Esta profecía es comparada con Os. 3:4, 5 por algunos autores, y es interpretada como futura
(y así la entienden Keil, Zoeckler, FTA, y otros). Terry lo relaciona con el período de los
jueces (comp. Rawlinson). Es mejor pensar que el pasaje se refiere a toda la historia de la
nación hasta el momento (y así piensa Curtis).
El profeta recuerda al rey que en muchas épocas del pasado, el pueblo, por su pecado, se
había retirado de la gracia de Dios, y las calamidades que sufrieron por esta causa. Les enseña
también que si buscan a Dios, y si se esfuerzan, y no permiten desfallecer sus manos, Dios
estará con ellos.
ii. Resultado de las palabras de Azarías: Reforma
1 R. 15:12–15. 2 Cr. 15:8–18.
Como resultado de la advertencia del profeta, el rey Asa hizo una reforma, limpiando la tierra
de inmoralidad y corrupción, y quitando las fuentes de idolatría.
Como se ha señalado antes (1 R. 15:1, 2, 15:8b–10, y notas), Maacha fue probablemente su
abuela. Y puesto que ocupó el lugar de reina madre, su influencia debe haber sido grande.
Siendo ammonita, había sido criada en una religión pagana, la de Moloc. En Canaán erigió
un ídolo de su religión nativa, en un bosque, es decir, para Asera (comp. la VM). Véase la
nota de Ex. 34:13, Tomo I, pág. 301.
Los altos eran los santuarios consagrados para el culto de Jehová, aunque eran ilegales,
siendo el único lugar verdadero el templo de Jerusalén. Al principio de su reinado Asa hizo
un esfuerzo para quitarlos (2 C. 14:4, 5). Quizás en el intervalo que había transcurrido, éstos
habían sido restaurados, y perduraban aún después de la gran reforma que produjo la
advertencia de Azarías.
6. Guerra entre Asa y Baasa
1 R. 15:17–22, 16, 32. 2 Cr. 15:19; 16:1–10.
i. Fortificación de Ramá por Baasa
1 R. 15:17–22, 16, 32. 2 Cr. 15:19; 16:1–6.
La ciudad de Ramá se identifica probablemente con Er-Ram, que estaba a unos ocho
kilómetros al norte de Jerusalén. Temiendo el poderío que esta fortaleza daría a Baasa, Asa
mandó un regalo que provenía de los tesoros del templo y del palacio a Ben-hadad, rey de
Siria, buscando alianza con él. Al saber Baasa que Asa se había aliado con Siria, dejó de
edificar a Ramá, y retiró sus fuerzas a Tirsa. Entonces Asa destruyó las fortificaciones de
Ramá y con el material fortificó a dos ciudades suyas que estaban sobre el límite entre Judá
e Israel, a Geba y Mizpa. La guerra civil persistió durante todo el tiempo de Asa y Baasa.
ii. Reprensión de Asa por el profeta Hanani
2 Cr. 16:7–10.
El profeta Hanani reprendió a Asa por haber solicitado la alianza con Ben-hadad, en vez de
haber confiado en Jehová. A pesar de que el rey de Judá había sabido depender de Jehová en

FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.


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los días difíciles de la invasión cusita, le faltó la fe cuando se vio amenazado por el rey
israelita. Al ser amonestado por el vidente, el rey lo echó a la cárcel. Su irritación se extendió
a tal extremo que aun oprimió al pueblo en este tiempo.
7. Fin del reinado de Baasa
1 R. 16:1–6a.
i. Profecía de Jehú de la destrucción de la casa de Baasa
1 R. 16:1–4.
El profeta Jehú fue hijo de Hanani, y tenía el mismo espíritu valiente que su padre. Jehú se
presentó al rey israelita y anunció la destrucción de su casa.
ii. Muerte de Baasa
1 R. 16:5, 6a.
Después de un reinado de venticuatro años, Baasa murió en 886 a. de J.C., siendo sucedido
en el trono por su hijo.
8. Reinado de Ela
1 R. 16:6b–10.
El reinado de Ela sólo duró dos años. En el año segundo (885) fue muerto por Zimri, de
acuerdo a la profecía de Jehú.
9. Reinado de Zimri
1 R. 16:11–15.
Los siete días que duró el reinado de Zimri fueron ocupados en el exterminio de la simiente
de Baasa y Ela. Así fue raída la casa de Baasa, como Jehú había anunciado.
10. Reinado de Omri sobre Israel
1 R. 16:16–28a.
i. Omri declarado rey por el pueblo
1 R. 16:16.
Aunque Zimri se había declarado rey, y se estableció en Tirsa, ciudad capital de Israel, esto
no fue del agrado del pueblo, que levantó a Omri, general del ejército, a la autoridad real.
ii. Muerte de Zimri
1 R. 16:17–20.
Omri, con el ejército que tenía a su mando, puso sitio a Tirsa, y la tomó. Viendo Zimri que
su causa estaba perdida, se encerró en el palacio y le puso fuego, muriendo entre las llamas.
iii. Guerra civil entre Omri y Tibni
1 R. 16:21, 22.
Omri no conquistó inmediatamente el dominio total en su nuevo reino, sino que a sus
ambiciones se opuso Tibni, que logró el apoyo de la mitad del pueblo. El breve reinado de
Zimri empezó en el año veintisiete de Asa (1 R. 16:15), y el reinado de Omri, después de su
dominio de Tibni, empezo en el año treinta y uno de Asa (1 R. 16:23), pues la guerra civil
duró cuatro años.
iv. Reinado de Omri solo
1 R. 16:23–28a.
Omri venció a Zimri en el año 885 a. de J.C. Logró dominar a Tibni en 881, cuando se sentó
sin disputa sobre el trono. Su reinado duró doce años, en los que se incluyen los cuatro años
de guerra civil.
Aunque el autor sagrado dedica poco espacio a Omri, éste fue una persona importante en el
escenario internacional. El poco interés del escritor en Omri se explica en que no hubo
grandes héroes espirituales en su tiempo, como Elías y Eliseo en tiempo de Acab su hijo.
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Omri es mencionado en la Piedra Moabita como opresor de Moab. También en los


monumentos asirios la tierra de Israel es llamada “tierra de Omri.”
Después de haber tenido a Tirsa como su capital durante seis años, Omri edificó una ciudad
que llamó Samaria, y que después de esto hasta el fin de la historia de Israel fue la ciudad
capital.
Omri es comparado por el autor bíblico con Jeroboam I, por la maldad de su carácter.
11. Ascensión de Acab al trono de Israel
1 R. 16:28b–34.
Acab, hijo de Omri, ascendió al trono de Israel en el año 874 a. de J.C., y reinó veintidós
años en Samaria.
El nombre de Acab después llegó a ser sinónimo de todo lo malo que había en Israel,
juntamente con el nombre de su esposa, Jezabel. Aún en el día de hoy, el nombre Jezabel es
usado como término para describir a las mujeres perversas. Jezabel era fenicia y Acab
construyó en Israel un ídolo de Baal, dios fenicio, el que puso en un templo dedicado a Baal
en Samaria. Allí adoró no sólo Jezabel, sino Acab mismo, causando gran escándalo en la
nación.
Fue en los días de Acab cuando se reedificó la ciudad de Jericó. Esto fue hecho en contra de
la advertencia de Josué, que profetizó que el que reconstruyera la ciudad sufriría la muerte
de su primogénito y del hijo menor (véase la nota sobre Jos. 6:26, en el Tomo II). Esto se
cumplió en la vida de Hiel, quien fue el que hizo reedificar la ciudad (v. 34).
12. Fin del reinado de Asa
1 R. 15:23, 24. 2 Cr. 16:11–17:1.
Aquí termina el largo reinado de Asa. Aunque este rey hizo algunas reformas, y en general
fue un buen rey, de vez en cuando el autor sagrado llama la atención a algún error cometido
por el soberano. En su vejez se enfermó, y el autor señala que no buscó a Jehová, sino a los
médicos. Debe entenderse que aquí no se condena la acción del rey al someterse al
tratamiento de médicos, sino en el hecho de que dejó de confiar en Jehová y dependió sólo
del tratamiento médico (y así entiende Keil). Zoeckler dice, “En este pasaje se expresa una
confianza supersticiosa en los médicos, pero no se opone al derecho de hacer uso de la ayuda
médica, especialmente en casos de enfermedad; muy lejos de esto, el no buscar al Señor
puede ser considerado como el no buscar a los sacerdotes de Israel que eran, como los
sacerdotes en Egipto, los verdaderos médicos.”
Asa reinó cuarenta y un años, desde 911 hasta 871 a. de J.C. Ocupó su lugar en el trono
Josafat, su hijo.
III. EPOCA DE JOSAFAT
(Desde la ascensión de Josafat hasta el ungimiento de Jehú)
871–842 a. de J.C.
1 R. 17:1–22:54. 2 Cr. 17:2–22:6.

2 R. 1:1–8:29; 9:29.
La época de Josafat empieza con la ascensión al trono de Judá de este buen rey, y termina
con el ungimiento de Jehú para ser rey en el norte. Duró desde 871 hasta 842 a. de J.C.

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
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Aunque fue un período breve, puede llamarse la época de gloria espiritual del reino del norte,
pero no porque la vida moral de los israelitas haya sido elevada, sino porque fue en este
tiempo cuando florecieron los dos grandes adalides espirituales Elías y Eliseo en el reino
septentrional de Israel.
En el sur, la autoridad de un rey bueno (Josafat) pudo guardar, hasta cierto punto, la buena
moral del pueblo durante los veinticinco años de su reinado. En el norte, una serie de reyes
malos (Acab, Ocozías, y Joram) produjo una condición pésima a la ya confusa situación
religiosa. Si todavía no era suficiente el culto idólatra de los becerros de oro, la introducción
del culto de Baal por Acab y Jezabel rebajó aún más el nivel moral del pueblo.
Dividimos la exposición de la época de Josafat en tres partes, a saber:
A. PRINCIPIO DEL REINADO DE JOSAFAT.
B. MINISTERIO DE ELIAS.
C. MINISTERIO DE ELISEO.
A. PRINCIPIO DEL REINADO DE JOSAFAT
1 R. 22:41–47. 2 Cr. 20:31–33.

17:2–6.
Ahora empezamos el estudio de la vida de uno de los mejores reyes de Judá, que mayormente
tuvo la aprobación de Dios y de sus profetas. Fue un rey bueno, aunque débil en ciertos
sentidos, como se señalará después.
1. Ascensión de Josafat al trono de Judá
1 R. 22:41, 42. 2 Cr. 20:31.
El principio del reinado de Josafat corresponde con el cuarto año de Acab. Josafat reinó
veinticinco años, desde 871 a. de J.C. hasta 846.
El lector habrá notado cuán a menudo se menciona el nombre de la madre de un rey. Esto se
debe a que la reina madre ejercía gran influencia en la política de la corte.
2. Reformas religiosas y políticas de Josafat
1 R. 22:43–47. 2 Cr. 20:32, 33.
La descripción que se da aquí de Josafat es que fue haciendo lo recto en los ojos de Jehová,
como Asa su padre. Hizo ciertas reformas morales, aunque dejó los altos, los lugares ilícitos
en que se hacía el culto de Jehová.
Se apartó Josafat de la política de su padre, que había guardado enemistad con Israel, en que
hizo paz con Acab. Quizás la debilidad que demostró (cuando casó a su hijo con una hija de
Jezabel, y cuando tomó parte con Acab en la guerra contra Siria) se debió a este deseo de
mantener la paz, deseo que tuvo su origen en el sentimiento de la inferioridad militar de Judá
ante Israel.
3. Fortalecimiento del reino por Josafat
2 Cr. 17:2–6.
Las ciudades que Josafat fortaleció fueron ciudades que habían sido tomadas por Abías (2
Crón. 13:19), y retenidas por Asa (2 Crón. 15:8), (comp. Terry, Elmslie). De esta forma el
rev de Judá puso la base para la paz entre él y Acab.

comp. compárese; compárense.


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Josafat mostró su semejanza con David en que no abrazó el culto de Baal. Es evidente que
hizo un esfuerzo por quitar los altos (v. 6), aunque no con todo éxito (2 Crón. 20:33) (comp.
Elmslie). También quitó los bosques, las imágenes de madera de la diosa fenicia y cananea,
Asera, o Astarte.
A medida que la rectitud y justicia del rey se pusieron de manifiesto, creció su fama y
popularidad en la tierra, y recibió muchos regalos valiosos. (Así se debe interpretar, y no con
referencia a los impuestos regulares: comp. Keil.)
B. MINISTERIO DE ELIAS
1 R. 17:1–22:40, 48–50, 52–54.2 Cr. 17:7–20:30, 35–37.

2 R. 1:1–3:5.
La segunda parte de la EPOCA DE JOSAFAT tiene como su protagonista principal al gran
profeta de Jehová, Elías. Este hombre es el que resalta en este período como fuerza espiritual
y política en el reino del norte, el de Israel, aunque su influencia se extendió también al del
sur. Siendo Josafat un rey bueno, y Acab y sus hijos malos, era natural que el profeta de Dios
dirigiera sus mayores esfuerzos para el mejoramiento de la vida moral en el norte, donde el
culto de los becerros de oro, y el de Baal, rebajaban el nivel espiritual del pueblo.
1. Principio del ministerio de Elías
1 R. 17:1–24.
i. Primer anuncio de Elías
1 R. 17:1–7.
Elías era habitante de Galaad, en el este de Palestina. El profeta recibió su sobrenombre
Thisbita (VM: “tesbita”) del nombre de la ciudad Tisbe, lugar desconocido. Después de
anunciar que no llovería durante algunos años, el profeta se retiró, por orden de Jehová, al
arroyo de Cherith (Carit), donde se escondió. Esto fue una medida de precaución porque el
rey le hubiese dado muerte si lo hubiera encontrado.
Cambiando las vocales de la palabra hebrea que se traduce cuervos (vs. 4, 6), que no fueron
escritas por el autor bíblico, sino que fueron agregadas muchos siglos después de Cristo, la
palabra puede ser traducida árabes. Barnes y Dummelow han adoptado esta traducción, pero
la mayor parte de los eruditos aceptan la traducción cuervos (Skinner, Baehr, Keil,
Rawlinson, Terry, Jamieson, etc.). A. Clarke cita y aprueba el testimonio de Jerónimo al
respecto, “Orbim, accolae villae in finibus Arabum, Eliae dederunt alimenta” (“Los orbines,
habitantes de un pueblo en los confines de los árabes, alimentaron a Elías”.) Sin embargo, no
se conoce tal ciudad ni tal pueblo.
Elías permaneció cerca del arroyo de Carit hasta que éste se secó y cuando nuevamente
escuchó la palabra de Jehová, descrita en el párrafo siguiente.
El ministerio de Elías principió c. de 869 a. de J.C.
ii. Morada de Elías en Sarepta
1 R. 17:8–16.
Sarepta era una aldea en Fenicia, sobre el mar, entre Tiro y Sidón. A este lugar fue mandado
Elías por orden de Jehová. Cuando llegó el profeta al pueblo, se encontró con una viuda que
estaba recogiendo palitos para hacer con ellos un fuego, a fin de cocer una pequeña torta que
ella haría con un puñado de harina y un poco de aceite que era lo último que le quedaba en

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


c. cerca, o cerca de (en fechas).
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casa. Para probarla, el profeta le dijo que si primero preparaba para él una pequeña torta y se
la traía, después habría harina y aceite para que preparase una para ella y su hijo
prometiéndole que mientras durase el hambre en la tierra, no le faltaría a ella ni al hijo, si
hacía al profeta esta gracia. La mujer hizo conforme a lo dicho por el profeta, y se cumplió
la promesa de éste.
Algunos han creído, por cuanto la mujer le dijo a Elías, Vive Jehová Dios tuyo, que ella era
israelita (y así cree Baehr), pero es probable que ella haya sido pagana que reconoce en este
hombre, quizás por su vestido, a un profeta del Dios de Israel (y así interpretan Rawlinson,
Terry, etc.).
iii. Resurrección del hijo de la viuda
1 R. 17:17–24.
Después de haber habitado Elías un tiempo en casa de la viuda, el hijo de ésta murió, y ella,
desesperada por esta calamidad, dice al profeta, ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios?, con
lo cual quiere decir, ¿Qué tenemos nosotros en común? En esta lamentación hay una protesta
que significa que si el mismo espíritu hubiese estado entre ellos, esta tragedia no hubiera
ocurrido, y hay el deseo expresado de que hubiese sido mejor que no se hubieran encontrado
él y ella; en esto y en lo que dice después (¿has venido a mí para traer en memoria mis
iniquidades?) hay una confesión de su pecado y un reconocimiento de que éste es la barrera
que separa al profeta de ella. La mujer, como era común entre la mayor parte de la gente de
aquellos días, ve en su pecado el origen de su calamidad.
En las palabras que el profeta eleva a Dios en su petición (¿aun a la viuda en cuya casa yo
estoy hospedado has afligido, matándole su hijo?) no debemos ver una acusación, sino una
gran simpatía con la angustia de la madre. Keil parafrasea, “Tú, O Señor, mi Dios, según tu
gracia y justicia, no puedes dejar en muerte al hijo de esta viuda.” Luego el profeta se
extendió tres veces sobre el cuerpo del difunto, pidiendo a Jehová que le restaurase el alma.
Baehr sugiere que esta acción fue con el propósito de dar calor al cuerpo y así ayudar a su
revivificación, pero es mejor creer que fue más bien una acción simbólica y espiritual, como
el toque de Jesús cuando sanaba (y con esto concuerdan Keil, y Rawlinson). En contestación
a la oración del profeta, la vida del joven le fue devuelta y paz y fe reinaron otra vez en el
hogar de la viuda.
2. Situación religiosa y económica del reinado de Josafat
2 Cr. 17:7–18:1a.
i. Programa de enseñanza de la ley de Jehová
2 Cr. 17:7–19.
Josafat no solamente hizo ciertas reformas, sino que también inició un programa definitivo
de enseñanza de la ley de Jehová entre el pueblo. Esta obra de enseñanza fue confiada a
ciertos príncipes de rango, que no eran levitas, y de quienes no se sabe más que los nombres,
y a los levitas y a los sacerdotes. Llevando copias de la ley de Dios, éstos salieron por todo
el país de Judá para instruir al pueblo en la ley.
ii. Situación económica de Josafat
2 Cr. 18:1a.
Las riquezas a que el autor bíblico alude aquí, y al poderío militar a que ya nos hemos
referido, fueron un motivo poderoso por lo cual el rey Acab deseaba la alianza que se
menciona en la segunda parte de este versículo (2 C. 18:1b), alianza que no se concluyó sino
hasta mucho después (852 a. de J. C.).
3. Encuentro de Elías con los profetas de Baal
1 R. 18:1–19:21.
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Quizás el acontecimiento más saliente de la vida de Elías es su encuentro con los sacerdotes
de Baal, que en este pasaje se relata.
i. Mandamiento a Elías para que se presente a Acab
1 R. 18:1–6.
El tercer año que menciona el autor bíblico ha de ser contado, no del tiempo cuando empezó
el hambre, sino del principio de la morada de Elías en Sarepta (Keil, etc.). Fue en este tiempo
cuando Jehová ordenó a su profeta que saliese de su retiro, y que fuese a anunciar al rey que
iba a llover, y que el hambre terminaría.
La sequía había llegado a ser tan grave que ni siquiera el rey tenía forraje para los animales
en la caballería real. Para salvar a sus animales, el rey organizó una expedición para buscar
en los rincones del país algún vestigio de grama que hubiese quedado. Dividió al país en dos
partes, recorriendo una parte él, y la otra su mayordomo, Abdías.
Abdías fue un hombre devoto que había permanecido leal al culto de Jehová, siendo prueba
de su devoción el hecho de que había escondido y protegido a cien profetas de Jehová,
probablemente de los “hijos de los profetas” que con frecuencia se mencionan.
ii. Aparecimiento de Elías a Abdías
1 R. 18:7–16a.
Fue dado a Abdías el que fuera el primero en ver a Elías. El profeta manda al mayordomo a
que vaya a informar a Acab que él ha encontrado a Elías. El mayordomo le recuerda que
Acab lo ha buscado en todas partes sin éxito, y expresa su temor de que, cuando él regrese
de haber informado a su amo, el profeta haya otra vez desaparecido. Después de recibir del
profeta la promesa de que no se ocultará nuevamente, el mayordomo sale a buscar a Acab.
iii. Encuentro de Elías con Acab
1 R. 18:16b–19.
Cuando el rey israelita ve a Elías, lo acusa de alborotar a Israel. El profeta lo niega, echando
en cara del rey la misma acusación, amonestándolo también por su adoración a los baales.
Luego Elías lo desafía a un encuentro entre la religión de Jehová y la de Baal, mandándole
que junte a todo el pueblo en el monte Carmelo, con los cuatrocientos cincuenta profetas de
Baal, y los cuatrocientos profetas de los bosques, es decir, de Astarte, la consorte de Baal.
iv. Victoria de Jehová sobre Baal
1 R. 18:20–40.
Ante todo el pueblo Elías pronuncia su desafío, Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en
pos de él. El pueblo no contesta. Parece que la doble lealtad que profesaba el rey, a Jehová y
Baal, había afectado al pueblo, y éste prefiere esperar a ver el resultado de la contienda.
La prueba que Elías propuso fue sencillamente la de pedir fuego del cielo para que quemara
la ofrenda que se ponía sobre el altar. Si los profetas de Baal creían en la posibilidad de que
el fuego celestial consumiría las ofrendas, no se sabe, pero el pueblo aceptó la prueba, y ellos
no tuvieron otro recurso que cumplir con su parte. Quizás ellos creían que ni Jehová
respondería a la petición de Elías, ni Baal a la de ellos. De todos modos, pasaron medio día
rogando inútilmente a Baal, llegando hasta hacerse daño con cuchillos, y andando y saltando
en frenesí fanático alrededor del altar.
Viendo Elías que no lograban éxito los profetas falsos, se valió de la ironía y del sarcasmo,
diciéndoles, Quizá está conversando … acaso duerme …
Habiendo fracasado los profetas de Baal, Elías levantó el altar de Jehová que estaba
derribado, usando doce piedras que representaban las tribus de Israel e hizo una zanja
alrededor del altar. En ésta, y sobre el altar, el profeta hizo derramar agua, sacada ésta quizás
de alguna fuente artesiana del monte Carmelo. Luego, al llegar la hora del sacrificio diario
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(que era elevado en la mañana y en la tarde), Elías hizo su petición a Jehová, e


inmediatamente descendió fuego de Dios (un rayo) y lo consumió todo, no solamente la
ofrenda sino las piedras del altar y hasta el agua. Es un hecho consabido que la electricidad
puede consumir el agua, separándola en sus dos elementos el hidrógeno y el oxígeno.
Viendo el pueblo el triunfo del profeta de Jehová, clamó su confesión Jehová es el Dios. En
seguida Elías hizo prender a los profetas de Baal y Astarte, los hizo llevar al arroyo de Cisón,
y los hizo degollar. Es probable que Elías mismo no fue quien personalmente llevó a cabo
esta ejecución, sino que había bastante apoyo entre el pueblo, furibundo y entusiasmado por
el notable milagro que había sido hecho.
v. Llegada de la lluvia
1 R. 18:41–46.
Las lluvias en Palestina vienen del oeste y del suroeste (Barnes), de modo que Elías va a
buscar en el oeste la nube que ha de terminar con la sequía y el hambre. Así se colma el
triunfo de Jehová en este día, en que a palabra de su profeta descienden las lluvias que otra
vez han de hacer fértil la tierra.
Elías, para honrar al rey, se pone entre los siervos de él para correr en frente de su carro. Con
esto el profeta se propone allanar enteramente la brecha que ha existido entre él y la autoridad
real.
vi. Escape de Elías a Judá
1 R. 19:1–3.
Aunque Acab parece que fue convencido por la demostración del poder de Jehová, Jezabel
no lo fue. Al oír lo que había pasado, ella jura dar muerte al profeta. El profeta, sabiendo el
poder de esta mujer furibunda y cruel, huyó al reino del sur, llegando a parar en Beer-seba,
una ciudad en el límite meridional de Judá.
vii. Visión de Elías
1 R. 19:4–14.
Después de llegar a Beer-seba, Elías caminó primero un día en el desierto, luego fue a Horeb,
o sea, al monte Sinaí. La distancia desde Beer-seba hasta Yébel Musa (Sinaí) es de 275
kilómetros. Este viaje lo hizo Elías en cuarenta días. Probablemente no se dirigió
directamente al monte, sino que vagó de un lugar a otro, con el objeto de ocultarse y por
consiguiente no se apresuró a llegar a su destino.
Fue en Horeb donde tuvo una visión que lo animó a continuar su obra de profeta. El
pesimismo lo invadía, porque le parecía que luchaba solo. Después del torbellino y del
terremoto y del fuego, oyó la voz suave y delicada de Jehová. Entonces el profeta expresó lo
solo que se sentía. El creía que él era el único en Israel que adoraba al verdadero Dios.
viii. Nueva comisión de Elías
1 R. 19:15–18.
Elías recibe ahora tres comisiones: Ungir a Hazael en lugar de Ben-hadad, como rey de Siria,
a Jehú en vez de Acab, como rey de Israel, y a Eliseo para que tome su propio lugar como
profeta de Israel. El retorno de Acab al culto de Baal, a pesar de que ha visto el poder de
Jehová que se manifestó, es motivo de que sea rechazado como rey de Israel. Hazael, más
guerrero que Ben-hadad, sería el instrumento de venganza de Dios sobre el pueblo
corrompido de Israel, y Jehú había de serlo sobre la casa de Acab. Quizás por temor, Elías
no cumplió con la segunda y la tercera de estas tres comisiones (véase la nota sobre 2 R. 9:1–
10); pero fueron cumplidas por Eliseo después que Elías ascendió al cielo en un carro de
fuego.
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Para dar seguridad al corazón de su profeta, Jehová le dijo, (traducción literal): He hecho
quedar en Israel siete mil, todas rodillas que no se han doblado a Baal, y toda boca que no
le ha besado. Así ve el profeta que Jehová tiene abundantes fieles en Israel.
ix. Ungimiento de Eliseo
1 R. 19:19–21.
La vida del gran profeta se acerca a su fin, y le toca ungir a un sucesor que ha de cumplir con
tareas que él no terminó en su largo ministerio. El joven Eliseo, después de haber sido
escogido por el viejo profeta para que lo siga, pide únicamente que se le conceda la
oportunidad para cumplir con la obligación moral de despedirse de sus padres, luego ofrece
un sacrificio a Jehová, y sigue a su nuevo maestro espiritual.
4. Guerra de Acab con Siria
1 R. 20:1–43; 22:1.
Esta campaña entre Israel y Siria la podemos fechar en 856–55 a. de J.C.
i. El desafío de Ben-hadad, rey de Siria
1 R. 20:1–12.
Habiendo puesto sitio Ben-hadad, rey de Siria, a Samaria, pide la rendición de la ciudad y un
reconocimiento de parte del rey israelita de que sus cosas valiosas pertenecen a Ben-hadad.
Acab, esperando sin duda que los sirios se irán accede a la petición del rey, siempre que esto
no signifique la entrega de nada en efectivo al sirio. Cuando Ben-hadad se propone entrar en
la ciudad a buscar y llevar las cosas pedidas, entonces el rey israelita, con el apoyo de sus
aconsejadores, no consiente. Aun así, su negación se dice en términos más bien aplacadores,
y él se dirige a los mensajeros de Ben-hadad con la frase, Decid al rey mi señor.
Al recibir noticias de la negación de Acab, Ben-hadad vuelve a mandarle un mensaje, esta
vez en términos amenazadores. Acab entonces contesta irónicamente, No se alabe el que se
ciñe, como el que ya se desciñe (v. 11), con lo cual él quería decir: Quien se gloría es el que
ha luchado en batalla, y la ha ganado.
ii. Mensaje de aliento del profeta de Dios
1 R. 20:13, 14.
Un profeta desconocido de Jehová llega ahora ante Acab para predecirle la victoria. Acab,
sin duda por la profecía favorable que trae el varón de Dios, cree el mensaje y pregunta acerca
del medio que ha de ser empleado para obtener la victoria. El profeta le contesta que la
victoria ha de ser ganada por mano de los siervos de los gobernadores de las provincias, es
decir, de las tribus de Israel, quienes se han refugiado en Samaria por el peligro del ejército
sirio. El profeta le dice además que no debe esperar a que Ben-hadad empiece la batalla, sino
que él mismo debe iniciar el conflicto. Puesto que las fuerzas de Acab eran insignificantes,
el hecho de salir de la ciudad protegida con el fin de atacar al enemigo era un acto de fe.
iii. La batalla
1 R. 20:15–22.
El ejército de Ben-hadad ya había puesto sitio a la ciudad, y sus tiendas estaban cerca de los
muros de ella. En el momento cuando Acab inició la batalla, Ben-hadad y sus soldados
estaban descansando en sus tiendas por el calor del día, y bebiendo y emborrachándose.
Acab se vale ahora de una estratagema: Manda el pequeño destacamento de 232 hombres,
los siervos de sus gobernadores, primero. Ben-hadad da orden de que se capturen a los
hombres que han salido, y mientras sus hombres se ocupan en tomarlos vivos, éstos dan
buena cuenta de sí mismos, matando a sus adversarios. En la confusión resultante, Acab envía
de la ciudad a su pequeño ejército de siete mil hombres, y los sirios son puestos en fuga
desordenada.
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Después de la victoria, otra vez se presenta el profeta ante el rey israelita, aconsejando que
Acab se fortalezca, puesto que dentro del año volverá nuevamente Ben-hadad para renovar
el ataque.
iv. Preparación de los sirios para otra batalla
1 R. 20:23–25.
Los sirios se apegan a la antigua superstición de que cada dios tenía su propia esfera de acción
y, creyendo que el Dios de Israel era Dios de las montañas, ellos se proponen pelear otra vez
con los israelitas pero en lugares llanos donde, según ellos, Jehová no tendría poder. Como
precaución depusieron a los reyes vasallos que habían servido con Ben-hadad en la primera
batalla. En su lugar nombraron capitanes, probablemente nativos de Damasco, de cuya lealtad
era más fácil depender en los momentos críticos de la guerra.
v. Batalla en Afec. (855 a. de J.C.)
1 R. 20:26–29.
Afec era una ciudad en la llanura de Jezreel, no lejos de Endor. En esta región los dos ejércitos
se reunieron para luchar. Durante siete días estuvieron allí, y después de éstos se efectuó la
batalla. La batalla fue ganada por los israelitas, que dieron muerte a muchos sirios y pusieron
en fuga a los demás. Así comprendieron que el Dios de Israel no sólo tenía soberanía en un
lugar sino en todos.
vi. Acab perdona a Ben-hadad
1 R. 20:30–34.
Huyendo Ben-hadad de la persecución del ejército israelita, se refugió en la ciudad cercana
de Afec. A consejo de los que estaban con él, el rey sirio se rindió a Acab, esperando
encontrar clemencia. Su esperanza se justificó y Acab le perdonó la vida, haciendo con él
una alianza. Como fruto de su victoria, Acab recibió la devolución de ciertas ciudades que
en otro tiempo habían sido cedidas a Siria, y además, el derecho para establecer mercados en
Damasco para la venta de mercadería israelita.
La acción de Acab al dejar en libertad a Ben-hadad fue una debilidad, y un error por las
consecuencias posteriores que podrían venir. Un motivo que posiblemente guió al rey
israelita se comenta después (Sección vii).
vii. Denuncia de la política débil de Acab por un profeta
1 R. 20:35–43.
La acción simbólica del profeta de Dios que se relata en este pasaje es típica de los profetas
hebreos.
El profeta pide a un compañero, por palabra de Dios, es decir, por revelación de Dios, que
lo golpee. El compañero se rehusa, y por desobedecer a lo que claramente era un mandato
divino el hombre es devorado por un león. El segundo hombre a quien el profeta hace su
extraña petición accede y hiere y maltrata al profeta quien después se va al camino por donde
ha de pasar el rey de Israel, y a semejanza de Natán, consigue que el rey israelita se condene
a sí mismo.
Para realizar su propósito, el profeta inventa una parábola que cuenta al rey: se confió a mi
cuidado un cautivo con la condición de que si se escapaba pagaría con mi vida por la de él y
el preso se me ha escapado. A lo que el rey responde: Esa será tu sentencia: tú la has
pronunciado. Entonces el profeta devuelve la sentencia al rey mismo, diciéndole que, por
cuanto él ha dejado ir libre a Ben-hadad, esto causará su muerte y la destrucción de su pueblo.
La acción del profeta en hacer que lo hirieran había de mostrar gráficamente al rey lo que él
había de esperar del rey sirio por haberlo dejado ir en libertad.
Triste y enojado, Acab volvió de su triunfo a Samaria.
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viii. Tres años de paz entre Siria e Israel


1 R. 22:1.
Sigue ahora un período de tres años de paz entre Siria e Israel (855–853 a. de J.C.). Sin duda
Ben-hadad utilizó estos tres años en recuperar las pérdidas sufridas en las dos batallas
desastrosas en Israel. No debe pensarse que él haya sentido ninguna gratitud hacia Acab; al
contrario, el odio que debe haber sentido por Acab debe haberse acrecentado por el fracaso
que éste le había hecho sufrir. Esto se comprueba en que, pasados estos tres años de paz, otra
vez estalló la guerra entre él y Acab (1 Reyes 22:2–40).
Un acontecimiento que no se narra en la Biblia y que sucedió durante estos años de paz que
se comentan aquí, fue el envío de parte de Acab de tropas a una batalla con Asiria. El rey de
Asiria durante este tiempo era Salmanasar III, quien reinó entre 860–825 a. de J.C. En esta
batalla participaron destacamentos de sirios, israelitas, ammonitas, y de tropas de Capadocia,
Fenicia, y Arabia, todos aliados en contra de la fuerte nación Asiria. Los detalles de esta
batalla se encuentran en una inscripción asiria (citada en Price, Monuments and the Old
Testament, pág. 269 y sig.). Esta batalla se verificó en Karkar, en 854–53 a. de J.C.
Muchos comentaristas creen que Acab perdonó a Ben-hadad por causa de la constante
amenaza de Asiria, y con el fin de aliarse con él en contra de Asiria. Si fue así, y aunque en
esto se revelaría un buen ojo previsor para la política internacional, iría sin embargo, en
contra de la política característica de los hebreos, que habían de confiar en Dios y no en
alianzas políticas con países extranjeros.
5. Incidente de Acab y la viña de Nabot. 853 a. de J.C.
1 R. 21:1–29.
i. Petición de Acab a Nabot por su viña
1 R. 21:1–3.
Acab deseaba mucho una viña que estaba cerca de su palacio en Jezreel (parece que el rey
israelita dividió su tiempo entre Samaría y Jezreel). Esta viña perteneció a Nabot, ciudadano
de Jezreel. Acab le ofreció otra viña mejor, o dinero en efectivo, como pago por la viña.
Nabot se negó a aceptar la oferta por razones religiosas. Aunque era permitido vender una
propiedad bajo las provisiones de la ley del jubileo, según la cual volvía a su dueño en el año
del jubileo (Lev. 25:23–28; Núm. 36:7 y sig.), no era permitido vender para siempre una
propiedad, y esto parece que era lo que Acab quería.
ii. Asesinato de Nabot
1 R. 21:4–15.
Aunque la muerte de Nabot fue realizada por medios legales, no deja de ser por eso un
asesinato.
La negación de Nabot a vender a Acab su terreno afectó al rey en tal forma que ni siquiera
quería comer, y su tristeza era manifiesta a todos. Jezabel, al ver el abatimiento de su esposo,
se encargó de arreglar las cosas. Escribió a los ancianos de Jezreel ordenándoles que buscasen
a dos hombres perversos, para que levantaran acusaciones falsas en contra de Nabot, una de
traición contra el rey, y otra de blasfemia contra Dios. Así hicieron los ancianos del pueblo;
y Nabot fue acusado, y apedreado.
iii. Reprensión de Acab por Elías
1 R. 21:16–26.
Al saber Acab que Nabot había muerto, se dirigió a Jezreel para apoderarse de la viña que,
por la naturaleza de los supuestos crímenes que había cometido su dueño, había de ser

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


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confiscada por el rey. En el camino, Elías salió al encuentro de Acab quien traía un mensaje
condenatorio de Jehová. El profeta anunció al rey que, en el mismo lugar donde los perros
habían lamido la sangre de Nabot, lamerían la del rey. Acab, disgustado por la reprensión del
profeta, le dijo: ¿Me has hallado, enemigo mío? A lo que Elías contestó afirmativamente
diciéndole que era por causa de sus pecados por lo que había venido. Entonces anunció al rey
la destrucción de la casa de éste, así como la muerte violenta de su esposa.
iv. Arrepentimiento de Acab
1 R. 21:27–29.
Ante el pronto arrepentimiento del rey, el profeta le anunció que los males profetizados
acerca de él y su casa ocurrirían durante el reinado de su hijo.
6. Alianza de Josafat con Acab, y la guerra con Siria
1 R. 22:2–40. 2 Cr. 18:1b–34.
Podemos fechar los incidentes de este capítulo en 852 a. de J.C. Suceden después de los años
de paz descritos en 1 R. 22:1.
i. Visita de Josafat a Acab en Samaria
1 R. 22:2–4. 2 Cr. 18:1b–3.
A fin de hacer alianza con Acab, Josafat hizo casar a su hijo Joram con Atalia, hija de Acab,
la que fue la base para su cooperación en esta camapaña contra Ben-hadad, rey de Siria. En
este pasaje tenemos la conferencia que los dos reyes hebreos sostuvieron, en la cual Josafat
se pone de acuerdo en actuar juntamente con Acab en su guerra con Siria.
ii. Consulta con los falsos profetas
1 R. 22:5–12. 2 Cr. 18:4–11.
Los profetas que Acab consultó no eran profetas de Baal o Astarte, como los que Elías hizo
matar en el monte Carmelo, sino que eran profetas del culto idólatra de los becerros de oro
de Betel y Dan. Todos estos profetizaron bien para Acab. Josafat no reconoció a estos
profetas, que decían eran profetas de Jehová pero que estaban entregados al culto idólatra de
los becerros en Dan y Betel, por lo cual el rey de Judá preguntó si no había un profeta a quien
pudiera consultarse pero que representara el verdadero culto de Jehová, como este había sido
observado antiguamente en Israel, y como todavía se celebraba en Judá (comp. Keil).
Acab admitió que había un profeta de Jehová, un tal Micaya (Micheas), confesando luego el
rey israelita que él lo aborrecía, por cuanto nunca profetizaba bien tocante a los proyectos del
rey. A pesar de esto, Josafat dijo al rey israelita que lo mandara llamar.
Mientras los siervos del rey buscaban a Micaya, los profetas de los becerros continuaron
anunciando su mensaje de bien. Uno de ellos, llamado Sedequías, se había hecho unos
cuernos de hierro que llevaba, diciendo que el rey israelita con ellos acornearía a las fuerzas
de Siria.
iii. Consulta con Micaya
1 R. 22:13–28. 2 Cr. 18:12–27.
El mensajero que había ido a buscar a Micaya le informó que los otros profetas habían
anunciado bien para el rey, y lo aconsejó a hacer lo mismo. La respuesta de Micaya era típica
de un profeta de Jehová: Lo que Jehová me hablare, eso diré.
Las palabras que Micaya pronunció cuando llegó a la presencia del rey: Sube, que serás
prosperado, eran irónicas, y Acab las interpretó así. En seguida pidió que el profeta le dijera
la verdad.
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Micaya se valió de la visión para expresar lo que deseaba. Dijo al rey que había visto a todo
Israel como ovejas que no tienen pastor. Acab entendió que hablaba de su propia muerte y,
dirigiéndose a Josafat, le hizo notar que era como él había previsto, que el profeta de Jehová
no predeciría ningún bien de él.
Nuevamente habló el profeta valiéndose de la visión. Esta vez había visto a Jehová sentado
en consejo celestial, siendo el motivo de sus deliberaciones la manera como haría subir a
Acab a Ramot-Galaad. Después de varias sugestiones, que no fueron aceptadas, una triunfó:
poner mentira en boca de los profetas. Para concluir Micaya dijo: Jehová ha puesto espíritu
de mentira en la boca de todos estos tus profetas. Después de una pequeña controversia entre
Micaya y Sedequías, en que ambos mutuamente se maltrataron, Acab ordenó que Micaya
fuese apresado y sometido a un régimen de pan y agua, hasta que él volviera en paz.
iv. Batalla en Ramot-Galaad
1 R. 22:29–40. 2 Cr. 18:28–34.
Podría preguntarse por qué fue Josafat a la batalla después del anuncio del desastre que había
profetizado Micaya. Ha de recordarse que él había dado su palabra al rey israelita, y
probablemente no quiso retirarla. Además, el profeta no había dicho nada malo en cuanto a
Josafat, así que el rey de Judá no tenía nada que temer.
Acab propuso a Josafat que llevase su ropa real y que él se disfrazaría, lo que muestra una
poca de fe de que el profeta había dicho la verdad. Además muestra una astucia característica
en el rey israelita, mientras que la aceptación de Josafat de esta propuesta delata falta de
sabiduría. En efecto, este arreglo en cuanto al vestido casi hizo perder la vida a Josafat porque
los siervos de Ben-hadad habían recibido órdenes de buscar únicamente al rey israelita, y
Josafat era el único que llevaba ropa real. Sabiendo que era un blanco seguro por su ropa real,
Josafat clamó dando a conocer su verdadera identidad, y los sirios desistieron de atacarlo.
El ardid de Acab no tuvo éxito, porque en la lluvia de flechas que cayó sobre el campo de
batalla, él resultó herido gravemente. Al sentirse herido dio orden a su carretero para que lo
sacara del campo de batalla, y murió al atardecer.
Cuando el carro de Acab fue lavado después de la batalla, los perros lamieron la sangre,
justamente como Elías había profetizado (1 R. 21:19). Le sucedió en el trono Ocozías su hijo.
7. Ascensión de Ocozías al trono de Israel
1 R. 22:52–54.
El reinado de Ocozías duró dos años (852–851 a. de J.C.). Su carácter fue malo, siendo
idólatra, adorador de Baal, como lo había sido su madre Jezabel.
8. Reformas de Josafat a instigación de Jehú profeta
2 Cr. 19:1–11.
i. Reprensión a Josafat por su alianza con Acab
2 Cr. 19:1–3.
Jehú el profeta debe haber estado ya muy anciano en este tiempo. Su padre había sido profeta
en el tiempo de Asa (2 C. 16:7), y él había ejercido su ministerio durante el reinado de Baasa
(1 R. 16:1). Desde aquel tiempo dos reyes habían ocupado el trono de Israel: Omri, que reinó
doce años, y Acab, cuyo reinado duró veintidós años. Ahora viene Jehú a reconvenir a Josafat
diciéndole que hizo mal al aliarse con Acab. Al mismo tiempo el profeta da reconocimiento
a Josafat por las cosas buenas que ha hecho.
ii. Reformas de Josafat
2 Cr. 19:4–11.
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Josafat recorrió toda su tierra desde el límite meridional (Beer-seba) hasta el límite
septentrional (el monte de Efraim) instando al pueblo a que apoyara la religión de Jehová,
quitando los centros de idolatría que existían. Probablemente esta reforma fue instigada como
consecuencia de la reprensión que Jehú dio a Josafat. Aunque el rey no podía deshacer el
pasado, rompiendo la alianza con Acab, sí podía conseguir una mayor atención al culto de
Jehová.
Para llevar a cabo la reforma religiosa, Josafat organizó el sistema judicial del país,
nombrando jueces en todas las ciudades importantes. Que la reforma judicial tenía motivos
religiosos es indicado en el hecho de que el concilio supremo que el rey nombró en Jerusalén
estaba compuesto de levitas y sacerdotes, además de los padres de familias, es decir, los
ancianos que según la costumbre que había regido desde tiempos remotos, habían gobernado
en las tribus (Ex. 18:21 y sig.; Deut. 1:15 y sig.). Puesto que puso a sacerdotes y levitas en la
capital, es probable que también los nombró en todo el país para que cooperaran con los
ancianos de las tribus. Es evidente que el rey no sólo quería abolir completamente el culto
idólatra y el culto ilícito a Jehová en los diversos lugares, sino que también procuró que se
hiciera justicia en los juicios, y que la vida del pueblo fuera moralmente buena.
9. Rebelión de Moab contra Israel
2 R. 1:1; 3:4, 5.
Durante la época de Omri y Acab, Moab había sido sujeto al reino septentrional de Israel.
Cuando Acab murió, Mesa, rey de Moab, se valió de esto para rebelarse en contra de Israel
(852 a. de J.C.).
El relato bíblico es corroborado en este punto por un documento histórico de importancia
transcendental llamado la Piedra Moabita. Es una piedra de basalto negro-azul, de 60
centímetros de ancho, 120 de alto, y 36 de grueso. Tiene una inscripción de 34 líneas en letra
fenicia. Fue encontrada en Dibón por un misionero, F. Klein, en agosto de 1868. El señor
Klein copió unas palabras, y quiso comprar la piedra para el museo de Berlín. Después de un
año de trato, llegó a un acuerdo con las autoridades locales de que la piedra había de
entregársele por la suma de 400 dólares.
Mientras tanto, los residentes franceses de Jerusalén lo supieron, sacaron unas impresiones
en papel de la piedra, y ofrecieron 1800 dólares. Los árabes entonces creyeron que tenían
algo de mucho valor, e hicieron la piedra pedazos con fuego y agua, y éstos los repartieron
entre ellos para usarlos como amuletos. Poco tiempo después, el Sr. Clermont-Ganneau pudo
reunir los pedazos, y utilizando las impresiones que anteriormente habían sido sacadas, pudo
restaurar la piedra, que ahora se halla en el museo de Londres.
La inscripción en esta piedra corresponde a los relatos de 2 Reyes 1:1; 3:4, 5. Es un relato de
Mesa, rey de Moab, tocante a su liberación del yugo de Omri y Acab, reyes de Israel. El había
estado pagando un tributo anual de cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones.
Al morir Acab, Mesa ya no quiso pagar este tributo. En esta inscripción, él da un relato
detallado de las ciudades de Israel que conquistó, y de las fortificaciones que hizo para
protegerse de los ejércitos israelitas. El atribuye su éxito y victoria al favor de su dios Cemos
(Chemos) en cuyo honor dedicó esta piedra. Según 2 Reyes 3:27, él hizo un holocausto de su
primogénito, lo que causó un gran disgusto entre los ejércitos combinados israelitas y judíos,
ofrenda que era típica de los moabitas que celebraban sus cultos con sacrificios humanos.
Puede verse una traducción de este documento en Price, The Monuments and the Old
Testament, pág. 277 y sig., y Barton, Archaeology and the Bible, pág. 460 y sig.
10. Invasión de Judá por los moabitas, los ammonitas, y los idumeos
2 Cr. 20:1–30.
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Después de que los moabitas arrasaron el reino de Israel su ambición los empujó a atacar el
reino de Judá. En este pasaje leemos de una invasión de los moabitas, con sus aliados
ammonitas e idumeos, a la tierra de Judá. Esta invasión se verificó en 851 a. de J.C.
i. Oración de Josafat
2 Cr. 20:1–13.
Las noticias de la invasión fueron llevadas a Josafat por fugitivos que habían escapado del
enemigo, y que anunciaron el lugar de donde provenía la invasión: de la otra parte de la mar,
es decir, el mar Muerto, y de la Siria, donde debe leerse Edom, con Keil, Ball, etc. Véase v.
10. Entre Aram (traducido Siria) y Edom, en el texto original sin vocales, todas las letras
menos una son iguales, y es fácil confundir la “d” en Edom con la “r” en Aram. En-gadí
estaba junto al mar Muerto, en la costa occidental, a unos 35 kilómetros al sudeste de
Jerusalén.
Al saber Josafat de la invasión, hizo pregonar ayuno en toda la tierra, y emisarios de las
ciudades de Judá se reunieron en Jerusalén. Josafat, en convocación pública, se humilló
delante de Jehová, y oró: Recordó la potencia de Jehová, con sus hazañas en el pasado en
situaciones semejantes, especialmente en echar a los enemigos de Israel de Canaán para dar
entrada a su pueblo Israel. Señaló luego que venían los enemigos tradicionales de Judá, a
quienes Jehová no los había dejado destruir en tiempo de Josué cuando venían de los años de
errar por el desierto, y que ahora amenazaban a Judá con la destrucción. Terminó el rey
reconociendo que en su país no había fuerzas para resistir a los enemigos que los
amenazaban, y pidió a Dios que él los juzgara.
ii. Mensaje de aliento del profeta Jahaziel
2 Cr. 20:14–19.
Del profeta Jahaziel, que dio un mensaje de aliento a Josafat, no se sabe nada. Su nombre
quiere decir Dios da visiones. El profeta anuncia que esta batalla es de Dios, y que ellos
ganarán una victoria sin hacer nada. Josafat y el pueblo aceptan con fe la palabra del hombre
de Dios y adoran a Jehová. Termina la ceremonia con cantos del gran coro del templo.
iii. Salida del ejército al desierto
2 Cr. 20:20, 21.
En la mañana el ejército marchó al desierto de Tecoa, una aldea muy antigua a diez
kilómetros al sur de Belén. Mientras pasaba el ejército, Josafat pronunciaba un mensaje de
fe y de confianza al pueblo, y el gran coro cantaba las glorias de Jehová.
iv. Caída de los enemigos en las emboscadas
2 Cr. 20:22–26.
Traduce más literalmente la VM, “Jehová puso emboscadas contra los hijos de Ammón.”
Quiénes eran los que estaban en las emboscadas, no se sabe. Algunos comentadores creen
que eran mensajeros celestiales. Pero la descripción aquí no corresponde a las de las fuerzas
celestiales que apoyaron al pueblo en otras ocasiones (comp. 2 Reyes 6:17; 19:35). Elmslie
cree que eran habitantes nativos de Judá que, además de la acción del ejército principal de
Jerusalén, tomaban la iniciativa en sorprender y atacar al enemigo. Me inclino a la
interpretación expresada en Cipriano de Valera, de que las fuerzas invasoras cayeron en
emboscadas que ellos mismos habían puesto para recibir al ejército israelita. De todos modos,
en la confusión resultante, los ammonitas y los moabitas se pusieron en contra de los
idumeos, y se destruyeron mutuamente.
Las fuerzas de Josafat después despojaron a sus enemigos caídos y se juntaron en el valle de
Beracah, voz que signica bendición. Al oeste de Tecoa hay hoy día un uadi Bereikut, que
probablemente se identifica con el valle de Beracah de este pasaje.
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v. Regreso triunfal a Jerusalén


2 Cr. 20:27–30.
Josafat con su ejército volvió en triunfo a Jerusalén, en medio del gozo general del pueblo
agradecido a Jehová por la victoria que él le había proporcionado. Esta victoria sobrenatural
dio como resultado una época de paz con los pueblos vecinos, por cuanto éstos temieron
hacer la guerra en contra de Judá.
11. Alianza comercial entre Ocozías y Josafat
1 R. 22:48–50. 2 Cr. 20:35–37.
Las aparentes contradicciones entre las narraciones de Reyes y Crónicas desaparecen con
una debida explicación de cada pasaje. La traducción de la VM de 1 R. 22:48 (C. de V.:
22:49) es la correcta, “Josafat hizo naves de Tarsis.” Puesto que estas naves habían de
utilizarse en el comercio con Tarsis, en España, eran denominadas flota de Tarsis. Fueron
construídas en Ezión-geber, en el mar Bermejo, y aquí también fueron destruídas. Además
de sus viajes regulares a Tarsis, parece que Josafat tenía el propósito de mandarlas a Ofir,
cuya ubicación no se sabe. Puede parecer extraño que tanto Salomón como Josafat hicieron
construir naves en Ezión-geber para el comercio con España. No es probable que ellos
esperasen transportarlas por el estrecho de Suez hasta el Mediterráneo. Lo probable es que
ya entonces se conocía la ruta a España por el Cabo de Buena Esperanza, y que esta ruta era
menos peligrosa por los piratas y las flotas de poderíos hostiles que infestaban el
Mediterráneo, especialmente por los fenicios que en este tiempo eran grandes navegantes, y
que no eran amigos de Judá.
La destrucción de la nueva flota de Josafat provino del hecho de haber trabado alianza con
Ocozías, rey de Israel. Después de la condenación de esta alianza por el profeta Eliezer,
Josafat la repudió, y ya no permitió que los israelitas fuesen con sus marineros en las naves,
pero esto no salvó su flota.
12. Fin del reinado de Ocozías
2 R. 1:2–18.
i. Accidente de Ocozías
2 R. 1:2–16.
El accidente de Ocozías, y su muerte ocurrida poco después, sucedió en 851 a. de J.C.
Las ventanas de las casas orientales estaban protegidas con celosías o enrejados de madera
que no permitían que entraran los pájaros de día y los murciélagos de noche, pero que sí
dejaban pasar la luz y el aire. En invierno además de los enrejados se colgaban velos o
cortinas que aunque dejaban pasar la luz no dejaban penetrar el frío.
Ocozías se encontraba en la cámara alta de su casa y probablemente para ver mejor algo se
apoyó en la celosía de la ventana la cual no resistió su peso y cediendo se quebró y Ocozías
cayó hasta el suelo golpeándose seriamente.
Ocozías queriendo saber si se aliviaría de los golpes de la caída envió a sus siervos a consultar
a Baal-zebub (dios de las moscas), dios de los filisteos. Se ha sugerido que la ida y venida de
las moscas en relación con el tiempo parece haber dado a los antiguos la idea de que la mosca
podía profetizar el tiempo, de modo que este dios podía predecir el porvenir (véase Keil). Por
esta razón Ocozías mandó a sus siervos a averiguar si sanaría de su enfermedad. Cuando
éstos iban se encontraron en el camino con Elías, quien les profetizó la muerte del rey por
haberlos éste enviado a consultar un dios pagano cuando había Dios en Israel.

V. véase; véanse.
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Ocozías mandó tres grupos de cincuenta hombres cada uno al mando de capitanes para que
fueran a prender a Elias. Los primeros dos grupos fueron exterminados, pero el capitán del
tercer grupo se arrodilló ante Elías pidiéndole que le perdonase la vida. Elías, instruído por
el ángel de Jehová, acompañó al capitán a la presencia del rey y entregó personalmente a
Ocozías el mensaje de su muerte.
ii. Muerte de Ocozías
2 R. 1:17, 18.
La muerte de Ocozías sucedió de acuerdo a la palabra de Elías, y en su lugar reinó su hermano
Joram (851 a. de J.C.), porque Ocozías no tenía hijo.
13. Ascensión de Joram al trono de Israel
2 R. 3:1–3.
Joram, hermano de Ocozías, ascendió al trono de Israel en el año 851 a. de J.C., que
correspondía al año dieciocho de Josafat en Judá. Aunque su vida, en general, fue mala, se
apartó en algo del camino de Acab y Jezabel en que quitó las imágenes de Baal de la tierra.
14. Ascensión de Elías en un carro de fuego. C. 851 a. de J.C.
2 R. 2:1–25.
Gilgal, que se menciona aquí, no podría ser el lugar del mismo nombre entre Jericó y el
Jordán (Jos. 4:19; 5:10), porque Elías y Eliseo bajaron desde allí y vinieron a Betel, y luego
fueron a Jericó y el Jordán (comp. Keil, Baehr, etc.). Probablemente debe haber sido un lugar
que estaba en las montañas cerca de Betel (como en Deut. 11:30), al sudoeste de Silo, llamado
hoy día Jiljilia.
El versículo 3 revela que tanto Eliseo como Elías sabían que éste había de ser arrebatado
aquel día, aunque Elías no sabía que su joven compañero había recibido esta revelación de
Dios. Por humildad Elías instó a Eliseo a que se quedara atrás. El joven profeta, queriendo
estar hasta el último momento con el anciano, probablemente con el fin de que le diera alguna
bendición especial, juró que no lo dejaría. Cuando los otros hijos de los profetas preguntaron
a Eliseo si sabía que su amo sería arrebatado ese día, él respondió, callad, lo que indica que
conocía el sentimiento de Elías en el asunto. Todos los jóvenes profetas habían recibido una
revelación de Jehová tocante a la ascensión de Elías, y querían presenciar el suceso. Esto
tenía el propósito de fortalecer su fe. La ruta que seguía Elías no había sido tomada
accidentalmente: en Gilgal, en Betel y en Jericó estaban las escuelas de los profetas que Elías
había fundado, y las quería visitar antes de su partida.
Al llegar al Jordán Elías y Eliseo, el viejo profeta hirió las aguas con su manto, y éstas se
dividieron permitiendo a los dos atravesar el río sin mojarse. Habiendo llegado al otro lado
del río, Elías concedió a su joven compañero una petición que éste le hizo. Eliseo pidió “las
dos partes” del espíritu de Elías. Esto no se refiere a un poder más grande que el de Elías, ni
a un espíritu más evangélico que el de Elías, como algunos han supuesto, sino es una alusión
a la ley de Deut. 21:17, en que al hijo primogénito le es concedida una doble porción de la
herencia del padre (y así interpretan Barnes, Keil, Terry, etc.). Elías dice que esto es una cosa
difícil, más porque no era suyo dárselo, sino de Dios, pero agrega que si el joven lo ve
trasladarse, entonces le será concedida su petición, lo que era como dejarlo en manos de Dios.
Mientras hablaban Elías y Eliseo, llegó un carro de fuego del cielo que llevó al anciano
profeta, dejando a Eliseo solo. Eliseo luego clama, Padre mío, padre mío, carro de Israel y
su gente de a caballo: El reconoció que el poder de Jehová, que así se manifestaba en la vida
de Elías, era la verdadera fuerza militar de Israel. En señal de tristeza, Eliseo rompió sus
vestidos.
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Luego Eliseo tomó el manto de Elías y con él hirió las aguas del Jordán que de inmediato se
apartaron para que él pasara al otro lado. Así se demostraba que el espíritu y el poder de Elías
habían reposado sobre él. Los jóvenes profetas lo reconocieron así, y fueron a arrodillarse
delante de Eliseo, testificando así su sumisión a su nuevo señor espiritual.
Los jóvenes profetas, con menos fe quizás que Eliseo, querían mandar a buscar a Elías,
suponiendo que tal vez su cuerpo sería echado sobre alguna montaña. Eliseo primero resistió
su petición, pero cuando ellos persistieron, él permitió que mandasen a buscarlo. Pero la
búsqueda fue infructuosa.
Una nueva prueba del poder de Eliseo se dio en seguida. La ciudad de Jericó estaba asentada
en un buen lugar, pero las aguas no eran buenas. Eliseo mandó que se le trajera una botija
(vasija) nueva en la cual debían poner sal. Luego la echó en el manantial, mientras atribuyó
a Jehová la acción de sanar las aguas. Desde ese momento las aguas fueron buenas.
Después, al ir el profeta Eliseo hacia Betel, le salieron al encuentro algunos niños que se
burlaron de él, diciéndole calvo. El profeta los maldijo en nombre de Jehová, y salieron del
bosque dos osos que despedazaron a los muchachos. No es probable que Eliseo haya sido
calvo, sino que se había raído la cabeza, en señal de luto por la muerte de Elías. Aunque esto
era prohibido en la ley mosaica, los profetas no siempre observaban la ley al pie de la letra.
Betel era uno de los centros del culto de los becerros de oro, y así era un lugar en donde se
odiaba especialmente a los profetas verdaderos de Jehová. Es probable que Eliseo haya sido
bien conocido en esta ciudad, que también era uno de los lugares donde Elías había
establecido una escuela de profetas. La actitud de estos niños representaba bien el espíritu
que prevalecía entre sus mayores en la ciudad. La acción de maldecir a estos niños no debe
considerarse como un acto de Elías sino como uno de Dios. La lección que enseña el escritor
sagrado con su narración es que el pueblo debía aprender a tener respeto para con Jehová,
manifestado en su respeto para el ministro que lo representaba.
C. MINISTERIO DE ELISEO
1 R. 22:51.

2 R. 3:6–8:29. 2 Cr. 20:34.


9:29. 21:1–22:6.
Eliseo fue uno de los profetas más grandes de Israel. Así como Elías, fue profeta del reino
septentrional de Israel. Pero se relacionó más que Elías, con el reino meridional de Judá.
Quizás esto fue por cuanto una gran parte de su ministerio correspondió al período después
de la muerte de Josafat cuando reinaban el hijo y el nieto de éste, ambos hombres infieles e
impíos. Los tiempos de impiedad eran los que requerían más la voz de un buen profeta de
Dios.
Hay muchas similaridades entre Eliseo y Elías, tanto en la personalidad como en el ministerio
de estos dos profetas. Es muy cierto que el manto de Elías cayó sobre los hombros de su
ayudante y sucesor, compartiendo éste el espíritu de su amo. Puede señalarse que aquellos
rasgos de debilidad y de timidez que a veces exhibía Elías, no los manifestaba Eliseo. Parece
que de veras las “dos partes” del espíritu de Elías reposaron sobre él, como él mismo había
pedido (2 Reyes 2:9). De todos modos ambos hombres eran ejemplos supremos de la gracia
de Dios, y en sus vidas y en sus ministerios ampliamente desempeñaron la comisión que
Jehová había confiado en sus manos.
1. Tentativa de Israel para recobrar a Moab
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2 R. 3:6–27.
Cuando Moab se rebeló en contra de Israel después de la muerte de Acab (852 a. de J.C.), no
se hizo ninguna tentativa inmediata para recuperarla. Probablemente Ocozías estaba
demasiado preocupado con su enfermedad, que fue el resultado de un accidente. Pero al subir
su hermano Joram al trono (851 a. de J.C.), éste comenzó de inmediato la organización de
una campaña con esto en vista, pidiendo la ayuda de los reyes de Judá y de Idumea.
i. Campaña de los tres reyes para recuperar a Moab
2 R. 3:6–10.
Joram, después de inspeccionar a Israel, invitó a Josafat, rey de Judá, para que le ayudara en
su campaña contra Moab. Puesto que iban a atacar a Moab por la ruta del sur del mar Muerto,
solicitaron también la cooperación de los idumeos, que sin duda temían la creciente potencia
militar de Moab, librado ya del yugo de Israel. Al llegar los tres ejércitos a las regiones
desiertas al sur del mar Muerto, les faltó el agua. Joram, que se había criado en un ambiente
de infidelidad, fue el primero en quejarse de la providencia divina, y afirmó que Jehová los
había conducido allí para que fuesen entregados a los moabitas.
ii. Profecía de Eliseo
2 R. 3:11–19.
El fiel Josafat, frente al desastre que los amenazaba, preguntó si no había algún profeta de
Jehová a quien pudiesen consultar en la emergencia, y le informaron que allí estaba Eliseo,
el que daba agua a manos a Elías, expresión que denota que él estaba con Elías en carácter
de compañero y ayudante. Es probable que Eliseo no estaba dentro del campamento del
ejército, sino que lo había seguido de cerca para estar al alcance del rey en caso de que Josafat
quisiera consultarle; quizás estaba allí por revelación de Jehová.
Los tres reyes mostraron su respeto para con Eliseo en que fueron a consultarle, en vez de
pedirle que él viniera a ellos. Eliseo aprovechó esta oportunidad para reprender a Joram.
Aunque este rey había abolido los ídolos de su padre, no había terminado con el culto idólatra
de Jehová en Betel y Dan. Repitió también al profeta Joram su queja de que Jehová procuraba
su muerte en el desierto. Eliseo le replicó que si no fuera por Josafat, él no se habría
entrevistado con el rey de Israel.
Eliseo entonces, para preparar su espíritu para profetizar, pidió música, probablemente
porque su alma estaba perturbada por la presencia del idólatra Joram. Es evidente que los
profetas acostumbraban utilizar instrumentos de música para ayudarles en el anuncio de sus
dichos proféticos (1 Sam. 10:5). Cuando cayó Eliseo en un éxtasis, recibió el mensaje de
Dios.
El profeta luego mandó que se cavaran pozos en el lecho seco del arroyo, diciéndoles que,
aunque no verían la lluvia, estos pozos se llenarían de agua. Además, los moabitas serían
entregados en sus manos.
iii. Derrota de Moab
2 R. 3:20–24.
En la mañana, a la hora del sacrificio matutino, de repente vino una corriente de agua
fluyendo por el arroyo, (evidentemente causada por una lluvia lejana que no vieron), y llenó
la tierra, siendo retenida en los pozos que habían hecho. Mirando los moabitas desde lejos,
la luz del sol reflejada sobre la superficie de las aguas parecía roja como sangre. Pensando
equivocadamente que los ejércitos aliados de Israel, de Judá y de Edom luchaban entre sí, los

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
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moabitas salieron al ataque. Pero cuando llegaron al campamento, las fuerzas hebreas e
idumeas los resistieron. La sorpresa fue suficiente para desbaratar el ataque mal organizado
de Moab, y los moabitas huyeron en desorden, siendo heridos y vencidos.
iv. Asolamiento de las ciudades moabitas
2 R. 3:25, 26.
Las fuerzas de Israel, de Judá, y de Edom persiguieron a los fugitivos y asolaron las ciudades.
Luego destruyeron los campos cultivados, con piedras, cegando los pozos y las fuentes de la
misma manera, y talaron los árboles buenos, lo que fue un desastre para Moab. Viendo los
estragos que se hacían en su país, el rey moabita salió de su ciudad con una fuerza de
setecientos hombres, pensando atacar al rey de Idumea (que sin duda era el más débil entre
los tres reyes), y así, con la captura de éste, provocar la confusión en el ejército. Pero su
esfuerzo fue en vano.
v. Ofrecimiento en holocausto del primogónito del rey moabita
2 R. 3:27.
En su aflicción, el rey moabita ofreció en holocausto a su hijo primogénito, no al Dios de
Israel, sino a su propio dios, Cemos. La VM traduce aquí, “Y hubo grande indignación contra
Israel”, pero es mejor la interpretación de Cipriano de Valera, Y hubo grande enojo en Israel
(o sobre Israel), y así traducen Terry, Keil, Barnes, etc. Barnes entiende que la referencia
aquí es “a la ira de Jehová que se manifestaba en diversas calamidades”. Keil explica: “Los
que sitiaban a la ciudad sentían la ira de Dios, que habían traído con ellos porque ocasionaban
un sacrificio humano …, o dentro de sí en sus conciencias o por alguna manifestación
externa, de modo que abandonaron el sitio y la conquista de la ciudad.” Es mejor interpretar
que los sitiadores sintieron un disgusto tan grande por la abominación que habían presenciado
que en señal de desprecio abandonaron el ataque, y regresaron para su país (y así entiende
Terry).
2. Una serie de obras milagrosas de Eliseo
2 R. 4:1–6:7.
Eliseo fue uno de los más grandes profetas israelitas, y es enteramente natural que mucho
espacio fuese dedicado al relato de sus obras. En esta parte tenemos la historia de algunas de
las hazañas que le dieron fama y que hicieron que su nombre fuese recordado por las
generaciones posteriores.
i. Aumento del aceite en los vasos
2 R. 4:1–7.
Una mujer que había sido esposa de uno de los hijos de los profetas fue la que recibió la
bendición de Dios en esta ocasión. Su esposo antes de morir había contraído ciertas deudas.
Parece que sus acreedores, teniendo cierto esperanza de cobrar estas deudas mientras vivía
el esposo, dejaron a la familia en paz. Ahora, desaparecida esta esperanza, se valieron de una
cláusula de la ley que les permitía tomar en servidumbre a los hijos de la viuda para liquidar
la deuda. (Comp. Ex. 21:2, 5, 6, 7, 8 y notas, en Tomo I pág. 289 y sig.; Lev. 25:39.) La
mujer expresando lo justo que había sido su difunto esposo, pidió la ayuda del profeta.
Eliseo, al enterarse de que la mujer no tenía nada en su casa sino una botija de aceite, le dijo
que fuera a pedir prestado a sus vecinos todos los recipientes que pudiera conseguir y que los
llenara con el aceite de la botija. Esto debía hacerse en secreto, porque era mejor que las

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


sig. siguiente versículo, o siguiente página.
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noticias de una obra de esta clase no se divulgaran en toda la comarca, para evitar que todos
vinieran a Eliseo pidiendo ayuda semejante.
La mujer hizo como el profeta le mandó. Es interesante notar que la bendición que recibiría
correspondería a su actividad al tratar de conseguir muchos recipientes para llenarlos de
aceite.
Al informar la mujer al profeta que todos los recipientes estaban llenos de aceite, éste le dijo
que vendiera el aceite, y que con el dinero que recibiera, pagara a los acreedores, habiendo
de vivir ella del dinero que le sobrara después de pagar lo que debía.
ii. Alojamiento de Eliseo en casa de la mujer sunamita
2 R. 4:8–10.
Sunem estaba dentro de los límites de Isacar (Jos. 19:18), y estaba ubicada en el límite
septentrional de la llanura de Esdraelón, no lejos de Jezreel. La sunamita es llamada aquí una
mujer principal, lo que ha de entenderse en el sentido de que era una mujer rica (Barnes,
Terry). El deseo natural de una persona religiosa para ayudar a un ministro de Dios instó a
esta mujer a proveer para Eliseo un lugar de alojamiento. Pidió la mujer a su esposo que
construyera una cámara “sobre la pared” (VM), es decir, una pieza o cuarto sobre la azotea,
junto a la pared, considerada como la habitación escogida de la casa. Probablemente tenía
una escalera exterior para conveniencia del profeta, para que pudiera ir y venir sin tocar en
la puerta de enfrente.
iii. El profeta predice el nacimiento de un hijo a la sunamita
2 R. 4:11–17.
Cierto día cuando el profeta estaba en la casa de la sunamita, mandó a su siervo Giezi a que
llamase a la mujer. Al presentarse, el profeta le dijo que si había alguna cosa que ella deseaba
que él hiciera por ella y le sugirió que él podía interceder ante el rey (en caso de que tuviera
alguna dificultad en que necesitara la intervención del rey). Esto implica que Eliseo tenía
mucha influencia en el rey, que en este tiempo era Joram. Ella respondió, Yo habito en medio
de mi pueblo, lo que indica paz y seguridad.
Habiendo la mujer rehusado toda recompensa, el profeta consultó con su siervo Giezi quien
llamó a la atención de Eliseo el hecho de que la mujer no tenía hijo, y que su esposo era viejo.
Otra vez fue llamada la mujer, y el profeta le dijo que a este tiempo según el tiempo de la
vida, abrazarás un hijo, es decir, al mismo tiempo el año siguiente, en el curso de la
naturaleza.
Aunque la mujer apenas creyó la palabra de Eliseo, así sucedió.
iv. Muerte del hijo de la sunamita
2 R. 4:18–37.
Cuando el hijo de la sunamita ya había crecido, es decir, de tal edad que podía salir solo, fue
al campo en donde trabajaban los segadores con su padre. Era tiempo de verano, y hacía
mucho calor. Parece que el niño sufrió una insolación. El padre pensando que no era nada
serio lo envió con un criado a su madre. Al mediodía el niño murió. Llevándolo al aposento
del profeta, la madre lo dejó sobre su cama y cerrando la puerta, fue a buscar al profeta.
La sunamita pidió a su esposo que mandase con ella a un criado, y que le facilitase un asna
para el viaje. En el corrompido Israel, el culto de Jehová estaba desorganizado, y parece que
el pueblo prefería consultar a los profetas en vez de los sacerdotes. Las consultas a los
profetas se hacían sólo en días especiales: sábados, nueva luna, etc. En medio de la
desorganización religiosa que existía, no se esperaba que uno consultara a un profeta en un
día ordinario. Por eso el esposo se sorprendió de que su esposa quisiera consultar al profeta
en un día que no era día ceremonial.
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Enalbardada el asna, la mujer instruyó al criado que no perdonara al animal, tanto era el apuro
que tenía para llegar a su destino.
La sunamita fue a buscar al profeta al monte Carmelo, que estaba a unos treinta y dos
kilómetros de Sunem, distancia que probablemente recorrió en unas cuantas horas,
considerando la urgencia con que iba. Es probable que Eliseo había establecido en el Monte
Carmelo una de sus moradas. Sin duda las tenía en distintos centros, así como Samuel tenía
un circuito de varias ciudades las cuales recorría para juzgar al pueblo.
Eliseo vio desde lejos a la sunamita que venía, y mandó a su criado a que fuera a recibirla.
Ella, al ser saludada, contestó, Paz, no queriendo revelar al criado su gran dolor. De cosas
que se dicen después de este hombre (5:20–27), es de dudar que él inspirase confianza en la
sunamita. Aun cuando llegó a la presencia del profeta, no dijo en seguida la causa de su
venida, sino que se postró y le asió los pies. Por la acción de Giezi al procurar quitarla, es
evidente que esto no era según la costumbre. Sin tener la penetración espiritual de su amo,
Giezi no vio que el alma de la mujer estaba dolorida, y que no era momento para obligarla a
observar las reglas ordinarias.
Eliseo comprendió el dolor de la mujer, aunque aún no sabía el motivo. La sunamita no tardó
en explicar su presencia, aun cuando lo hizo con una alusión en vez de una afirmación directa.
Recordó que Eliseo le había prometido un hijo, y que ella le dijo en aquella ocasión que no
se burlase de ella. Con esto el gran profeta comprendió lo que había pasado, y entendió que
el niño había muerto.
El profeta primero confió la misión de resurrección a su siervo. Con Giezi mandó su bordón,
es decir, su bastón, instándole que no saludara a nadie en el camino ni que contestara a los
saludos. Esto fue seguramente porque su misión requería prisa y los elaborados y largos
saludos orientales le harían perder tiempo. Giezi se fue, pero cuando la mujer rehusó a
abandonar al profeta, éste también emprendió el viaje hacia Sunem.
El siervo aplicó el bordón como Eliseo le había mandado, pero sin éxito. Varias explicaciones
han sido sugeridas para explicar por qué Eliseo mandó a Giezi con su bordón, especialmente
en vista del fracaso de éste. Barnes ve en el envío del bordón sólo un símbolo del propósito
del profeta de ir él mismo. Keil sugiere que el profeta quería mostrarles que “el poder para
obrar milagros no se relacionaba en ninguna manera mágica consigo mismo ni con su bastón,
sino que los milagros eran obras de omnipotencia divina que se hacían por la fe y la oración”.
Rawlinson sugiere que quizás el profeta quería mitigar el dolor de la mujer mostrándole que
algo se hacía para el niño. Se ha sugerido que la mujer no tenía confianza en Giezi, y por esto
él no pudo hacer nada (Seb. Smith, citado en Baehr), o que él no tenía el carácter (idea
mencionada por Terry) o que no tenía la fe (Grotius, citado por Baehr) para hacer esta obra.
De todos modos el siervo no tuvo éxito, y cuando Eliseo llegó a la casa, vio que el niño estaba
muerto. Entró solo en la pieza, oró, y luego se echó sobre el niño, calentando así el cuerpo
muerto del niño con su propio cuerpo, y puso su boca sobre la del niño, para que su soplo
entrara en los pulmones del otro. Así cooperó la gracia divina con los medios naturales en la
resurrección del niño muerto.
La fe de la sunamita fue recompensada en que, a los pocos minutos, el profeta entregó en sus
brazos a su hijo sano.
v. Sanamiento de la olla de potaje venenoso
2 R. 4:38–44.
Véase la nota de 2:1–25 sobre Gilgal.
En Gilgal había una escuela de los profetas. El hambre excesiva fue la causa de que uno de
los jóvenes profetas saliese al campo a buscar comida silvestre. En vista de esto, Eliseo
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mandó a un criado, quizás Giezi, quizás otro, a que preparase para los profetas un potaje en
una olla grande.
El joven profeta encontró en el campo una “vid silvestre” (VM), o mejor con Bover-Cantera,
“cepa silvestre”. De ésta recogió calabazas silvestres, que se identifica con Citrullus
Colocynthis (Barnes). (Bover-Cantera: “coloquíntidas campestres”; Rand: “Coloquíntida”;
DSB: artículo Calabacera.) La coloquíntida se parece a una naranja, es muy laxante, y en
cantidad puede ser venenosa (Keil). Cuando comían, la amargura les hizo sospechar que el
potaje era venenoso. Eliseo echó un poco de harina en la olla, y luego pudieron comer de
ella.
Cuando comían ellos, llegó alguien con una ofrenda para el profeta. Aunque era poca cosa
para cien hombres, por orden de Eliseo se sirvieron todos, aun sobrándoles.
vi. Curación de la lepra de Naamán el sirio
2 R. 5:1–27.
Josefo nos dice que el que hirió a Acab en la batalla con Siria fue Naamán (Ant. VIII, xv. 5),
aunque este autor no relata la historia de la curación de su lepra.
Habiendo sido afligido Naamán con la lepra, fue aconsejado por una joven cautiva israelita
de su casa, que seguía fiel a Jehová, a que fuese al profeta de Samaria para ser sanado. El
general siguió su consejo y fue a Israel, llevando consigo una suma considerable de dinero
para recompensa: Diez talentos de plata: el talento equivale a tres mil siclos (A. R. S.
Kennedy, en HDB, art. Weights and Measures), así que llevaba aproximadamente 400
kilogramos de plata (véase nota sobre el valor del siclo en Gén. 23:15, 16, Tomo I, pág. 203).
De oro traía seis mil piezas, o sea, siclos, que serían dos talentos. Este oro tendría el peso de
70 kilogramos. Estas figuras son relativas, puesto que las pesas varían mucho entre una época
y otra, así como su valor de compra.
El rey de Israel, Joram, era tan poco entendido en los asuntos espirituales de su país que,
cuando Naamán se presentó delante de él con las cartas del rey de Siria, él rasgó sus vestidos,
no pensando que había un profeta en su reino que podía curar al leproso; creía más bien que
el rey sirio buscaba una causa de guerra con él.
Eliseo, al saber lo que pasaba, envió palabra al rey que Naamán pasara por su casa en Samaria
(parece que allí tenía una, así como en otros lugares donde habitaba). Al venir Naamán, el
profeta no salió a saludarle, sino que mandó a un mensajero. Esto fue con el propósito de
humillar el orgullo del general sirio. El mensaje decía que fuera a lavarse en el Jordán.
Naamán se fue enojado, porque el profeta no lo había tratado como él pensaba. Le parecía
que para hacer esto habría podido lavarse en ríos de Siria que (con orgullo nacional) decía
eran mejores que los de Israel. El río Abana se identifica ahora con el Barada, y el Pharphar
sería el Awaj. Al retirarse Naamán, sus criados le decían que si el profeta le hubiera pedido
una cosa difícil, él la hubiera hecho, cuanto más cuando le pedía una cosa tan fácil, ¿por qué
pues no la hacía? El general, que parece haber sido un hombre juicioso, hizo como le decían
y cumplió el mandato de Eliseo, y sanó.
Naamán viene nuevamente a la casa de Eliseo en esta ocasión para darle las gracias y
ofrecerle una recompensa, confesando a la vez su nueva fe en el Dios de Israel. Eliseo rehusó
la recompensa, porque quería enseñarle que la gracia de Dios es gratuita. En relación con su

DSB W. W. Rand, Diccionario de la Santa Biblia.


Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.
HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.
art. artículo.
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conversión, Naamán hace aclaración respecto a su fidelidad a Dios: la obligación que su


posición le imponía, de aparecer con el rey en el culto oficial de Rimmón, llamado también
en las inscripciones Hadad, siendo hallado en esta forma en el nombre Ben-hadad que
adoptaron muchos reyes sirios. Era el dios de la tempestad, y destruidor, así como dios de la
lluvia, siendo en esta capacidad un dios benéfico (Barnes).
Eliseo no hizo ningún comentario sobre el curso de acción que expuso Naamán, sino que
únicamente le dijo unas palabras de despedida, Vete en paz, dejando así a la conciencia del
sirio su futura conducta.
La acción de Giezi en seguir a Naamán pidiendo una parte de la recompensa rehusada por su
amo fue mala porque hizo perder la enseñanza de Eliseo sobre la libre gracia de Dios, y por
esto recibió una pena severa. Desde este tiempo parece que no ministraba a Eliseo, aunque
más tarde fue llamado “criado del varón de Dios” (8:4), un epíteto que sin duda adhirió a él
aún después que fue despedido.
vii. Milagro del hacha
2 R. 6:1–7.
El milagro del hacha y el de la curación de Naamán se relacionan en que ambos tienen que
ver con el Jordán. Al mismo tiempo hay mucha diferencia entre los dos individuos que
recibieron la gracia de Dios: Naamán era una figura importante en su tierra, y además era
muy rico; el pobre trabajador no tenía posición social, y sus posesiones eran tan pocas que la
pérdida del hacha era una calamidad. Así Dios bendice a los hombres de toda posición social.
El propósito por el cual los profetas cortaban madera era el de edificar en Jericó una casa más
grande para la escuela de profetas. Los hijos de los profetas pidieron a su amo que los
acompañara, sin duda para que la bendición de su presencia les ayudara en la obra sagrada
que hacían. Fue en esta obra cuando uno de los que cortaban un árbol perdió el hacha en el
agua, siéndole esto más triste porque el hacha era prestada. Eliseo cortó un palo, lo echó en
el agua, e hizo nadar el hierro.
3. Reinado de Joram, rey de Judá
1 R. 22:51. 2 Cr. 20:34.
2 R. 8:16–22. 21:1–17.
i. Ascensión de Joram al correinato con su padre
2 R. 8:16, 17.
Durante tres o cuatro años Joram correinó con su padre Josafat. Ascendió al trono de Judá en
el año 849 a. de J.C., mientras que la muerte de su padre no se verificó hasta 846. Su reinado
solo en Judá (desde 846) coincidió con el año quinto de Joram, rey de Israel, que era su
cuñado. Su reinado duró ocho años.
ii. Muerte de Josafat y reinado de Joram solo sobre Judá
1 R. 22:51. 2 Cr. 20:34.
2 R. 8:18, 19. 21:1–7.
Cuando Josafat murió en 846 a. de J.C., su hijo Joram siguió reinando solo en Jerusalén. La
vida de Joram fue mala, porque tenía por esposa a Atalia, una hija de Jezabel. La maldad de
Joram llegó a tal extremo que fue lo suficiente para poder haber ocasionado que el reino le
hubiera sido quitado, pero le fue dejado, nos dice el escritor bíblico, por amor de David su
siervo.
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Aunque Joram era el primogénito, y por esto le fue dado el reino de su padre, no se sentía
muy seguro en su posición, por lo cual hizo matar a todos sus hermanos.
iii. Rebelión de Idumea
2 R. 8:20–22. 2 Cr. 21:8–10.
Desde los días de David los idumeos habían estado sujetos a Judá. Durante el reinado de
Josafat hicieron una tentativa para rebelarse, pero fracasaron (2 Crón. 20:10–23). Con la
muerte de Josafat hicieron un esfuerzo nuevo para librarse. Joram juntó un ejército y fue al
sur para aplastar la rebelión. De noche se encontró rodeado por las fuerzas idumeas. Pudo
salir de este apuro, pero el pueblo huyó a sus estancias, es decir, el pueblo judío. No pudiendo
Joram ganar una victoria definitiva, los idumeos consiguieron su libertad.
Una referencia es hecha aquí a la rebelión de la ciudad de Libna, una ciudad real de los
cananeos que había sojuzgado Josué. Esta ciudad estaba en el sudoeste de Palestina, cerca
del término de los filisteos. Keil sugiere que esta rebelión coincidió con una invasión de los
filisteos que se comenta después (2 Crón. 21:16, 17).
iv. Carta póstuma del profeta Elías
2 Cr. 21:11–15.
Ya hemos comentado el traslado de Elías al cielo. ¿Cómo pues tenemos una carta de Elías al
rey Joram? Terry sugiere que el escritor del libro de los Reyes quería poner en conjunto los
relatos de los hechos de Eliseo, puso pues primero el relato del traslado de Elías, aunque esto
no sucedió hasta después de la muerte de Josafat (y así entiende Rawlinson). Es mejor creer
que Elías previó la vida mala de Joram, hijo de Josafat, y su efecto desastroso en el rey y en
su pueblo, y que escribió una carta respecto a esto antes del traslado, confiando ésta en manos
de Eliseo o de algún otro para que fuera entregada años después al rey Joram (y así cree Keil).
Esta conclusión es favorecida por el hecho de que este mensaje literario de Elías se llama
más bien “escrito” (VM) y no “carta” (comp. Zoeckler). Esta es la única referencia a Elías
en Crónicas, lo que es natural porque éste era profeta del norte, y Crónicas trata mayormente
del reino del sur.
v. Invasión de los filisteos y árabes
2 Cr. 21:16, 17.
Como consecuencia de los pecados de Joram, vinieron los filisteos y los árabes a invadir a
Judá. Desolaron a la tierra, llevando a la cautividad a sus esposas y a sus hijos, a excepción
de Joacaz (otra forma del nombre Ocozías), que era el menor. Esta invasión se efectuó cerca
de 846–845 a. de J.C.
4. Guerra con Siria y sitio de Samaria
2 R. 6:8–7:20.
Nuevamente se renuevan las relaciones belicosas entre Israel y Siria. Podemos fechar esta
guerra entre 846 y 843 a. de J.C.
i. Comunicación de Eliseo sobre los planes de Siria
2 R. 6:8–12.
El rey de Siria, Ben-hadad, habiendo hecho consultas con sus consejeros, puso su
campamento en cierto lugar, esperando así tomar por sorpresa a las fuerzas israelitas. El rey
Joram, siendo notificado por Eliseo de los planes sirios, envió al lugar donde acampaban los
sirios, no para pelear contra ellos, sino para investigar si los dichos de Eliseo eran ciertos
(Terry), y guardóse de allí, es decir, cuidó de no caer en la trampa que los sirios le habían

comp. compárese; compárense.


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tendido. Esto sucedió no una vez ni dos, es decir, vez tras vez el rey sirio le tendió trampas,
pero cada vez los planes de éste le fueron revelados a Joram por el profeta de Dios. Al final
el rey sirio empezó a sospechar que había algún traidor en su campamento, hasta que uno de
sus hombres informó que la causa era Eliseo, que revelaba a Joram los planes sirios.
Probablemente el hecho se había divulgado por todo Israel, y este hombre lo supo de algún
israelita.
ii. Esfuerzo del rey de Siria para capturar a Eliseo
2 R. 6:13–17.
Ben-hadad ahora trazó planes para capturar a Eliseo. Averiguó primero que éste estaba en
Dotán, un lugar a dieciséis kilómetros al norte de Samaria. Luego envió a un ejército allí y
cercó a la ciudad. El siervo de Eliseo (que seguramente no era Giezi), al ver la mañana
siguiente a las fuerzas enemigas que rodeaban a la ciudad se desesperó. Inmediatamente
Eliseo lo confortó pidiendo a Dios que dejara ver a su criado a las fuerzas celestiales que los
apoyaban: todo el monte estaba lleno de caballería y de carros de fuego.
iii. Herida de los sirios con ceguera
2 R. 6:18–20.
Algunos autores siguen a Josefo (Ant. IX. iv. 3) que creyó que Eliseo fue al campamento sirio
(y así entienden Ball, y Baehr), pero la traducción de Cip. de Val. parece ser la correcta: Los
Siros descendieron a él (y así entienden Terry, Keil, la VM, Nácar-Colunga, Bover-Cantera,
etc.). Cuando los enemigos llegaron para tomarlo, Eliseo oró a Jehová, y fueron heridos con
la ceguera. El profeta ofreció conducirlos al hombre que buscáis. Luego los condujo a
Samaria, y a la presencia del rey Joram. Cuando les fue restaurada la vista, hallaron que
estaban presos dentro de Samaria.
iv. Liberación de los sirios
2 R. 6:21–23.
Joram quiso matar a estos enemigos que habían sido entregados en sus manos tan fácilmente.
La pregunta de Eliseo, ¿herirías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco?
ha de tomarse como una afirmación: el rey israelita no había de matar a éstos que habían sido
entregados en sus manos por el profeta, sino sólo a los que él mismo había tomado (y así
entienden Keil, Terry, Rawlinson, Bover-Cantera, Nácar-Colunga, etc.). Así que dieron
comida a estos hombres, y los enviaron a su país.
Después de esto no enviaron los sirios grupos de guerrilleros a Israel para hostigar al país.
Esto no impidió una guerra general un tiempo después, como se describe en los siguientes
párrafos.
v. Sitio de Samaria
2 R. 6:24, 25.
Estallando nuevamente la guerra entre Siria e Israel, vino Ben-hadad con un gran ejército y
puso sitio a Samaria, capital de Joram. Hubo gran hambre en la ciudad, a tal extremo que aun
una cabeza de un asno se vendía en ochenta piezas (siclos) de plata, que sería 900 gramos
(véase nota de Gén. 23:15, 16, Tomo I, pág. 203), y la cuarta de un cabo de estiércol de
palomas, o sea, un medio litro por cinco piezas de plata. El asno era inmundo, y la cabeza de
un animal no era comida, por lo cual vemos la necesidad del pueblo. El estiércol podía haber
sido usado como combustible, o esta expresión puede representar alguna comida inferior,
como los árabes llaman a la herba Alcali, estiércol de gorrión (Keil). Es posible también que
la expresión sea literal; el pueblo comía aun los propios hijos, y no es imposible tampoco que

Cip. de Val. Biblia, la Versión Reina-Valera.


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comieran estiércol, como hicieron en el sitio de Jerusalén por los romanos (Josefo, Guerra,
V. xiii. 7).
vi. El canibalismo
2 R. 6:26–30.
Cuando Joram pasaba sobre el muro de la ciudad, probablemente para animar a los soldados
estacionados en los muros, una mujer en la calle o sobre la azotea de una casa cerca, le pidió
la salvación. El rey le respondió que sólo en Jehová había salud, que él no podía llenar los
alfolíes y los lagares, que ya estaban limpios de comida desde hacía tiempo, los que
únicamente Jehová podía llenar. Luego la mujer contó su historia repugnante: Ella había
hecho un acuerdo con otra mujer que comerían su hijo un día, y el día siguiente el de su
vecina. Así habían hecho, luego la vecina escondió el hijo suyo. Hasta tal extremo de bajeza
habían llegado, justamente como había profetizado Moisés (Deut. 28:53). Frente a este relato
horroroso, el rey rasgó su ropa, revelando así que por debajo llevaba saco, signo de su
humillación.
vii. Amenaza al profeta Eliseo
2 R. 6:31–33.
Aunque el rey llevaba saco, es evidente que no había verdadero arrepentimiento en su
corazón. En vez de culparse a sí mismo por sus pecados, y el hambre resultante, culpó al
profeta de Dios, pensando en su desesperación que éste era la causa, o más probablemente
que éste tenía el poder para quitar el hambre y no lo hacía. Así que juró la muerte de Eliseo,
y mandó un mensajero para prender al profeta.
Eliseo estaba tranquilamente en su casa (en Samaria), y con él consultaban los ancianos, los
adalides de la ciudad, lo que muestra el gran prestigio del profeta. Probablemente trataban de
la condición lastimosa de la ciudad. Aún antes de que llegase el mensajero, Eliseo previó su
venida y con qué propósito venía, y anunció, referente a Joram, ¿No habéis visto cómo este
hijo del homicida (hijo de Acab, y Jezabel) me envía a quitar la cabeza? Eliseo luego mandó
que se cerrasen las puertas, porque ya veía que venía Joram tras el mensajero para retirar la
orden que tan precipitadamente había dado. El relato es muy condensado, y hemos de saber
que Joram llegó al mismo tiempo que el mensajero, y es él quien dijo (v. 33), Ciertamente
este mal de Jehová viene (véanse 7:2, 17, y comp. Keil, Terry, Ball, etc.). En vez de culpar
al profeta, y hacerle degollar, el rey echó la responsabilidad sobre Jehová. ¿Para qué tengo
de esperar más a Jehová?, es decir, (según Ball), ¿por qué espero para rendirme a los sirios?,
o, según Rawlinson, ¿por qué busco yo tratar bien con Jehová guardándote más en vida? Es
mejor ver un elemento de fe en lo dicho por Joram: es como si dijera, hemos pecado de tal
forma que ya no puedo esperar la salvación de Jehová (y así lo entiende Terry; comp. Keil).
viii. Promesa del fin del sitio
2 R. 7:1, 2.
El arrepentimiento del rey (véase el último párrafo) trajo un resultado favorable. El profeta
anunció el fin del hambre, dando ciertos hechos concretos sobre los precios que habían de
regir a la mañana: el seah de flor de harina un siclo, es decir, trece y medio litros en once o
doce gramos, y dos seah de cebada un siclo, es decir veintisiete litros en la misma suma.
Un cortesano que acompañaba al rey expresó su duda en que esto aconteciera. El profeta le
dijo que sus ojos lo verían, pero él no comería de él.
ix. Descubrimiento hecho por leprosos del campamento sirio abandonado
2 R. 7:3–7.

V. véase; véanse.
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Las noticias del fracaso de los sirios profetizado por Eliseo llegaron primero a un pequeño
grupo de leprosos.
Los leprosos vivían aislados de la vida del pueblo, siendo excluídos de la ciudad y viviendo
fuera de los muros de ella. Estando en una condición moribunda por el hambre, uno de ellos
enunció un argumento que en la lógica se califica como dilema, en que el resultado de dos
alternativas es el mismo: Si quedaban en ese lugar, morirían; si iban a la ciudad, igualmente
morirían. Quedaba otro curso de acción que podía resultar en la muerte o en la vida: Si iban
al campamento de los sirios, éstos podían matarlos o podían dejarlos en vida. Así que se
decidieron seguir este curso que ofrecía una posibilidad de vivir: fueron al campamento de
los sirios.
Al llegar los leprosos al campamento sirio, lo encontraron abandonado. Los sirios habían
oído un ruido como de un gran ejército y, pensando que el rey Joram había conseguido aliados
en los egipcios y los heteos, huyeron todos, dejando en el sitio del campamento todas sus
posesiones.
x. Noticias del fracaso sirio llevadas a Samaria
2 R. 7:8–15.
Los leprosos hambrientos entraron inmediatamente en el campamento sirio, se alimentaron
con buena comida, hallaron plata y oro y los escondieron, y luego decidieron informar en
Samaria de la catástrofe siríaca. Así hicieron, dando voces a las puertas de la ciudad, desde
donde oyeron los centinelas. Tan extraña nueva, aunque increíble, había de ser llevada
debidamente al palacio del rey. Joram sospechó en seguida que era una trampa, creyendo que
los sirios habían abandonado el campamento con el propósito de hacer salir a los israelitas
de su ciudad fortificada, y que entonces saldrían de sus lugares de escondite y los atacarían
con el fin de aniquilarlos. Se sugirió luego que se mandasen jinetes en los cinco únicos
caballos que quedaban en la ciudad, después del hambre, para ver si era cierto lo que habían
informado los leprosos.
xi. Saqueo del campamento sirio
2 R. 7:16–20.
Cuando se confirmó la palabra de los leprosos, salió el pueblo para saquear el campamento
sirio.
Así se cumplió la promesa de Eliseo, y se vendió comida en el mercado de la ciudad al precio
que él había dicho (véase 2 R. 7:1). También se verificó la profecía que él había hecho con
respecto al oficial de Joram, que murió atropellado por el pueblo que salía en masa para
buscar comida.
5. Devolución a la sunamita de sus propiedades
2 R. 8:1–6.
La referencia en este pasaje a la profecía tocante al hambre, hecha a la sunamita por Eliseo,
es incidental aquí, e introduce el tema principal: El relato por Giezi de las obras maravillosas
de Eliseo, con el resultado de que las tierras de la mujer le fueron devueltas. La profecía del
hambre de siete años antecedió a la curación de Naamán, y probablemente corresponde este
hambre al que se menciona en 4:38 (comp. Terry, Keil, etc.). Traduciríamos pues el primer
versículo, Y habló Eliseo a aquella mujer, etc.
De acuerdo a la palabra de Eliseo, la sunamita salió de Israel y fue a vivir en la tierra de los
filisteos, donde permaneció durante siete años. Mientras estaba fuera del país, otros ocuparon
sus tierras, y cuando volvió a su ciudad no pudo conseguir la restitución de ellas. Fue pues al
rey para presentar su causa y pedir la devolución de sus tierras.
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Cuando ella se presentó al rey, Giezi, el ex siervo de Eliseo, estaba allí contando los hechos
maravillosos de Eliseo. Era un momento favorable para su petición, porque Giezi había
contado también el hecho de la resurrección de su hijo, y cuando la vio, la señaló para que el
rey supiera que era ella. Esto hizo que Joram se interesara en el caso, y dio un fallo favorable
a la petición de la sunamita. Mandó con ella un oficial de su corte (heb., saris que podía ser
eunuco o no) que tenía autoridad para restaurar a la mujer sus propiedades, con los frutos de
éstas durante los siete años que ella había estado ausente.
6. Ultima parte del reinado de Joram, rey de Judá
2 R. 8:7–15, 23, 24. 2 Cr. 21:18–20.
i. Enfermedad de Joram, rey de Judá
2 Cr. 21:18.
Se enfermó Joram, rey de Judá, de una enfermedad de las entrañas, de la cual no podía
curarse. Esta enfermedad duró dos años (2 C. 21:19): podemos fechar el principio de ella en
843 a. de J.C., y su muerte ocurrió en 842.
ii. Profecía de Eliseo a Hazael
2 R. 8:7–15.
En este pasaje el ministerio de Eliseo llega a ser internacional. El se dirigió a Damasco,
ciudad capital de Siria, sin duda para realizar los propósitos que luego se describen, y en
cumplimiento de una comisión hecha hacía mucho tiempo a Elías (1 R. 19:15).
Ben-hadad, rey de Siria, estaba enfermo. Al saber él que Eliseo venía hacia la ciudad, mandó
a Hazael, un ministro suyo, con una recompensa para el profeta, con una pregunta respecto a
su salud. Aunque este obsequio era llevado en cuarenta camellos y era sin duda considerable,
probablemente no era tan grande como podría parecer, por la costumbre oriental de hacer
mucha ostentación, poniendo en cuarenta camellos lo que podía ser llevado en diez (comp.
Terry, Keil, etc.).
Al oír la pregunta de Ben-hadad, si él había de sanar de su enfermedad, Eliseo contestó a
Hazael que le dijera, Seguramente vivirás, es decir, la enfermedad no era para muerte. Luego
agregó unas palabras que no estaban incluídas en el mensaje para el rey, Empero Jehová me
ha mostrado que él ha de morir ciertamente. Aunque la enfermedad no era tan seria como
para ocasionar la muerte, el discernimiento del profeta preveía que Hazael había de asesinar
a su amo (comp. Barnes y otros).
Después de comunicar su mensaje a Hazael, Eliseo rompió a llorar. Cuando el sirio le pidió
la razón para su dolor, el profeta le dijo que lloraba por los males que Hazael había de hacer
a Israel. Hazael fingió sorprenderse por tal descripción de su carácter y su futura conducta, y
Eliseo le dijo claramente que él había de ser rey de Siria. Por referencias posteriores sabemos
que este rey se portó exactamente así hacia Israel (10:32, 33; 13:3 y sig.).
Al volver Hazael a su amo, le entregó el mensaje que Eliseo le había confiado, diciéndole
que se había de sanar. Al día siguiente Hazael tomó un paño mojado y lo puso sobre el rostro
de Ben-hadad hasta que lo sofocó, y murió.
iii. Muerte de Joram, rey de Judá
2 R. 8:23, 24. 2 Cr. 21:19, 20.
Después de ocho años de reinar en Jerusalén, y dos años de enfermedad, murió Joram, rey de
Judá, en 842 a. de J.C. Su muerte fue sin ser deseado, es decir, sin que el pueblo la sintiese
(Terry). No le hizo quema su pueblo, pasaje que se refiere, no a la cremación, sino a la quema
de las especias, como solían hacer a la muerte de los reyes (comp. Elmslie, sobre 2 C. 16:14;
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Jer. 34:5). Aunque lo enterraron en Jerusalén, no lo pusieron en los sepulcros reservados para
los reyes, a causa de su vida inicua.
En su lugar reinó su hijo, Ocozías.
7. Principio del reinado de Ocozías, hijo de Joram
2 R. 8:25–29. 2 R. 9:29. 2 Cr. 22:1–6.
i. Ascensión de Ocozías al trono de Judá
2 R. 8:25–27. 2 R. 9:29. 2 Cr. 22:1–4.
La ascensión de Ocozías al trono de Judá se verificó en el año 842 a. de J.C. Su ascensión al
trono de Judá correspondió con el año doce de Joram, rey de Israel. Tenía veintidos años
cuando empezó a reinar. La afirmación en Crónicas de que tenía cuarenta y dos años se debe
al error de un copista, la confusión entre dos letras hebreas similares, la kaf, cuyo valor
numérico era veinte, y la mem, que valía cuarenta. Puesto que su padre Joram tenía cuarenta
años cuando murió, la edad de veintidós años para el hijo es la correcta. (Comp. Keil, Terry,
Baehr, etc.) Joram tenía dieciocho años cuando nació Ocozías. Puesto que tenía otros hijos
mayores (2 C. 21:7 y nota), se habría casado muy joven. Por el sistema de concubinato
existente, no es necesario que éstos fuesen hijos de Atalia, la reina, ni que fuesen mucho
mayores que Ocozías (comp. Keil).
El nombre de la madre de Ocozías era Atalia, llamada aquí hija de Omri, aunque era la nieta.
Esto es natural en vista de que Omri era el que principió esta dinastía, y que era muy malo,
(comp. Ball), o que hija es un término relativo en el hebreo, equivaliendo muchas veces a
descendiente (comp. Dummelow). Se dice también que era yerno de la casa de Achab, pasaje
que Terry explica en sentido de que él, como su padre, se habría casado con una descendiente
de Omri; es mejor entender la palabra hebrea jathán, traducida aquí yerno, como pariente
(Gesenius), porque no hay evidencia del casamiento que supone Terry. Este pasaje refuerza
la idea de que Ocozías se comportaba de acuerdo al espíritu de la casa de Omri, en lo que era
aconsejado por su madre, Atalia.
ii. Cooperación de Ocozías con Joram, rey de Israel, en la guerra contra Siria
2 R. 8:28.
Siendo Joram rey de Israel, y el tío de Ocozías, rey de Judá, y habiendo entre ellos vínculo
de parentesco, era natural que Ocozías fuese con Joram a la guerra contra Siria, enemigo
común de ellos, como había hecho su abuelo Josafat. Este conflicto se verificó en Ramot-
galaad, ciudad importante de Israel al este del Jordán, una ciudad de refugio, cuyo sitio no se
identifica con certidumbre. En esta batalla Joram, rey de Israel, fue herido.
iii. Retiramiento de Joram a Jezreel
2 R. 8:29. 2 Cr. 22:6.
Habiendo sido Joram, rey de Israel, herido por los sirios (según Josefo, por una flecha tirada
por uno de los sirios: Ant. IX. vi. 1), se retiró a la ciudad de Jezreel, donde tenía un palacio
(1 R. 21:1–3, y nota), para curarse de sus heridas. Dejó a Jehú en capacidad de general para
vigilar la situación en Ramot-galaad, que había podido quitar a los sirios (Josefo, id.). En
Jezreel le visitó su sobrino Ocozías, como su abuelo Josafat había visitado a Acab mucho
antes (1 R. 22:2).
Así se preparaban las circunstancias para la rebelión de Jehú y el asesinato de Joram y de su
aliado y pariente Ocozías, rey de Judá, terminando así con la oposición que pudiera suscitar
en ambos reinos. Los detalles de esto se comentarán después.
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Nota. La narración de Crónicas parece dar la idea de que Ocozías fue herido y se retiró a
Jezreel para curarse de sus heridas, pero el pasaje paralelo en Reyes claramente muestra que
es Joram, idea que es más claramente expresada en la traducción de la VM de 2 C. 22:6. La
referencia a Azarías en este pasaje debe ser Ocozías (comp. Elmslie).
IV. EPOCA DE JEHU, REY DE ISRAEL
(Desde el ungimiento de Jehú hasta la muerte de Joás, rey de Israel). 842–785 a. de J.C.
2 R. 9:1–28, 30–37. 2 Cr. 22:7–25:24.

10:1–14:16.

Joel 1:1–3:21.
La época de Jehú, rey de Israel, duró unos cincuenta y siete años, empezando con el
ungimiento de Jehú en 842 a. de J.C. y terminando con la muerte de su nieto Joás en 785.
Reinó Jehú veintiocho años, su hijo Joacaz diecisiete años, y su nieto Joás dieciseis,
correinando el último mencionado dos años con su padre. Con su impiedad rebajó aún más
el nivel moral del pueblo Israel.
En el reino meridional de Judá ocupaban el trono Joás, que reinó cuarenta años, y Amasías,
cuyo reinado duró veintinueve años. La última parte del reinado de Amasías correspondió
con el reinado de Jeroboam, hijo de Joás, en Israel. Aunque la vida de Joás, rey de Judá, era
buena mientras vivía bajo el tutelaje del sumo sacerdote Joiada, después de la muerte de éste,
fue tras la idolatría. La vida de Amasías fue mayormente buena, aunque no fue siempre
juicioso en su política con Israel.
En este período actuaba Eliseo hasta el reinado de Joás en Israel. Poco se relata de su
ministerio en este período. En Judá se mencionan varios profetas. En este período podemos
incluir la profecía de Joel, que era profeta del sur.
En este período el poderío de Asiria sigue creciendo, y Jehú tuvo que mandar tributo a
Salmanasar III, como se comentará después.
Podemos dividir la exposición de la historia de este período en las siguientes partes:
A. REINADO DE JEHU, REY DE ISRAEL.
B. LA PROFECIA Y SU INTERPRETACION.
C. ORIGEN DE LAS IDEAS ACERCA DEL REY (MESIAS) Y DEL REINO.
D. PROFECIA DE JOEL.
E. ULTIMO PERIODO DE LA EPOCA DE JEHU.
A. REINADO DE JEHU, REY DE ISRAEL
2 R. 9:1–28, 30–37. 2 Cr. 22:7–24:5.

10:1–33.

11:1–12:5.
Siendo ungido Jehú rey de Israel por disposición del profeta de Jehová, al principio de su
reinado hizo bien en destruir el culto de Baal, valiéndole esto el privilegio de tener su

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
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descendencia sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación. Pero siguió con el culto de
los becerros de Jehová y anduvo en los pecados de Jeroboam (2 R. 10:29–31), por lo cual la
vida moral del pueblo de Israel decayó durante su reinado.
1. Rebelión de Jehú y destrucción de la casa de Acab
2 R. 9:1–28. 2 Cr. 22:7–9a.

9:30–10:17.
i. Ungimiento de Jehú para ser rey de Israel
2 R. 9:1–10.
Estando Elías en Horeb, recibió una comisión para ungir a Hazael como rey de Siria, y a Jehú
como rey de Israel (1 R. 19:15, 16). Quizás no cumplió con estas comisiones por debilidad,
como sugiero en mis notas sobre 1 R. 19:15–18. Ya que el cumplimiento de las comisiones
habría terminado inmediatamente con el reinado de Acab, es posible que el arrepentimiento
de este rey cuando el profeta Elías lo reprendió por su parte en el asesinato de Nabot (1 R.
21:27–29) haya causado la postergación de la destrucción de su casa, y así la demora en el
cumplimiento de las comisiones de Elías (comp. Barnes).
Ahora, después de muchos años, ha llegado el momento para el cumplimiento de las
comisiones de Elías. Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas (según Raschid1 citado
por Ball, era Jonás), y a él comisionó para ungir a Jehú. De Jehú no se sabe nada. Aquí se
dice que era hijo de Josafat, que no sería el rey de Judá del mismo nombre, sino un hijo de
Nimsi. Quizás no fue Eliseo mismo porque era bien conocido, y su presencia en Ramot-
galaad habría suscitado sospechas en algún amigo del rey de que una rebelión amenazaba, y
éste hubiera llevado noticias a Joram que yacía enfermo en Jezreel. La rapidez y el cuidado
con que el ungimiento había de ser hecho (v. 3) apoya esta idea.
El joven profeta fue a Ramot-galaad, donde Jehú como general vigilaba la ciudad recién
capturada. Llamó a Jehú, que comía con los oficiales del ejército, y en secreto lo ungió,
dándole a la vez la comisión de exterminar la casa de Acab.
ii. Conjuración de Jehú en contra de Joram, rey de Israel
2 R. 9:11–14.
Habiendo entrado nuevamente Jehú en presencia de sus compañeros, les reveló cuál había
sido el mensaje del profeta. En seguida lo proclamaron rey y lo sentaron sobre un trono. Esto
se verificó en el año 842 a. de J.C.
iii. Jehú mata a Joram
2 R. 9:15–26.
Jehú, después de asegurar que nadie escapase de Ramot-galaad para ir a Joram a darle noticias
de la rebelión, fue con una compañía de soldados a Jezreel. El atalaya de la ciudad, que
vigilaba desde la torre el acercamiento de la banda de soldados, dio la nueva inmediatamente
a Joram. Siendo tiempo de guerra, se tenía una vigilancia estricta sobre la venida de tropas
no identificadas. El rey mandó luego mensajeros para inquirir el carácter y el propósito de
los que venían.
La pregunta que el rey puso en boca del mensajero, ¿Hay paz?, era la forma acostumbrada
de saludo, pero en este caso tenía un significado especial, puesto que desde la dirección de
donde venía la banda podían llegar noticias de algún desastre en Ramot-galaad. Al llegar el

comp. compárese; compárense.


1
Véase Tomo I, pág. 326, nota de pie.
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mensajero a presencia de Jehú, hizo la pregunta que el rey le había dicho, a la que contestó
Jehú, ¿Qué tienes tú que ver con la paz? Así le dio Jehú una contestación ambigua, sin definir
su verdadero propósito. Al mensajero le ordenó luego que lo siguiese a él, una orden que era
respaldada seguramente con alguna amenaza que hizo que el mensajero lo obedeciese.
En la torre de atalayar, el centinela vio que el mensajero seguía con la tropa. Observó también
en la furiosa marcha del carro de su adalid algo que le hizo reconocer a Jehú. Probablemente
Jehú tenía fama de manejar sus caballos como un loco.
Joram, ansioso por la situación en Ramot-galaad, no esperó más. Dio orden que su carro
fuese uncido, y fue acompañado en otro carro por su sobrino Ocozías, a encontrar a Jehú.
¿Hay paz? preguntó Joram, al llegar a donde podía ser oído por su general. ¿Qué paz, con
las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías? contestó Jehú, referente a
la idolatría de Jezabel, con la cual iba a menudo la hechicería. Joram entonces se dio cuenta
de la amenaza de Jehú, volvió su carro, y huyó, gritando a Ocozías la sencilla palabra,
¡Traición! Pero no pudo escapar el rey israelita. Jehú flechó su arco y lo hirió con una saeta
en el corazón, y cayó muerto en su carro.
Jehú mandó luego que el cuerpo de Joram fuese echado en el huerto de Nabot que Acab su
padre había quitado a su amo, recordando así la profecía que había sido hecha cuando él era
uno de los hombres que acompañaban a Acab.
iv. Muerte de Ocozías, rey de Judá
2 R. 9:27, 28. 2 Cr. 22:7, 9a.
Los dos relatos en Reyes y en Crónicas sobre la muerte de Ocozías son un poco confusos.
Podemos reconstruir la narración en la siguiente forma: Ocozías huyó por el camino de la
casa del huerto, entendido por algunos referente a una casa de verano edificada en el huerto
real que había sido de Nabot; pero mejor es no traducir la palabra hebrea, y entenderla como
el nombre de un lugar, Bet-hagán, (con la Septuaginta), que se supone haber estado sobre
Jezreel y Samaria (y así entiende Terry). Ocozías se escondió en Samaria (Crónicas) donde
fue hallado por los hombres de Jehú. Estos lo trajeron a su amo, quien mandó que lo matasen.
Lo hirieron, pues, a la subida de Gur, junto a Ibleam. El sitio de este lugar no se conoce,
pero probablemente estaba cerca de Meguido. Parece que el rey de Judá no murió en seguida,
sino que pudo escapar a Meguido, donde murió. Combinando nuevamente los dos relatos,
sacamos la impresión de que fue enterrado por los hombres de Jehú (Crónicas), y después
desenterrado por sus siervos que lo llevaron a Jerusalén, donde fue sepultado (Reyes).
(Comp. Keil.)
v. Muerte de Jezabel por orden de Jehú
2 R. 9:30–37.
Después de haber dado muerte a los dos reyes, Jehú fue a Jezreel. Allí estaba Jezabel, la reina
madre. Cuando ella oyó lo que había pasado (comp. la VM.), se preparó como una reina,
pintando los ojos, no con alcohol como dice C. de V., sino con un ungünto de antimonio y
cinc (comp. la VM, Ball, etc.), se pintó las cejas y las pestañas para hacerlas negras. Puso
también la tiara real sobre su cabeza. Es probable que su motivo fue para intimidar a Jehú
con una impresión de su realeza, y así hacerle creer que, ya que estaba muerto su hijo, ella
gobernaba, (comp. la acción de su hija, Atalia, en el sur: 11:1). Irónicamente le dijo entonces
a Jehú, ¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su señor? Así Jezabel recordó el caso de Zimri

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


C. de V., Versión española de Cipriano de Valera de la
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que mató a Baasa, rey de Israel, siendo él muerto siete días después en el incendio del palacio
de Baasa en Tirsa que él mismo quemó, cuando éste estaba rodeado por las tropas de Omri
(1 R. 16:11–20). Esto también lo dijo la reina madre con el propósito de hacer que Jehú
desistiese del curso de acción que seguía.
Pero Jehú no había de ser intimado, aun por la fiera que lo miraba desde la ventana del
palacio. Gritó, ¿Quién es conmigo? De inmediato aparecieron dos o tres eunucos de los que
guardaban el harén del rey. Sin duda habían oído lo que había hecho Jehú. Esto, agregado al
odio que sin duda sentían hacia la cruel reina madre, hizo que en seguida se declarasen a
favor del usurpador. Cuando Jehú les ordenó que la echasen abajo, obedecieron, y arrojaron
a Jezabel desde la ventana hasta el patio. Su sangre salpicó la pared y los caballos. Quizás
por el susto que éstos recibieron, o por intento de Jehú, se desbocaron y la hollaron.
Jehú luego se posesionó del palacio y en señal de su autoridad, dio un banquete a la mesa del
rey difunto. Después de haber comido bien, el general se acordó del cuerpo de Jezabel que
habían dejado donde cayó. Dio orden de que fuese sepultada, que es hija del rey (de Et-baal,
rey de Sidón, en Fenicia), pues merecía ser sepultada en honor de su posición aunque no por
su persona. Jehú, como todos los que tienen autoridad, quería que se respetase la autoridad.
Pero cuando sus siervos llegaron al lugar donde habían dejado el cuerpo de la reina madre,
hallaron que los perros, que andaban en las calles de las ciudades orientales como animales
salvajes, sin ser cuidados o alimentados, la habían comido, no quedando nada de ella sino la
calavera, los pies y las palmas de las manos. Así murió horrorosamente la que había sido la
reina orgullosa de Acab, princesa de maldad y de idolatría, enemiga de Jehová y de sus
profetas, siendo su muerte un cumplimiento literal de la profecía.
vi. Destrucción de la casa de Acab
2 R. 10:1–11.
Puesto que una de las comisiones de Jehú fue destruir a la casa de Acab, Jehú prosiguió a
realizar este proyecto. Escribió cartas a los ancianos de Samaría y Jezreel, dos ciudades donde
Joram había tenido palacios, y a los ayos de los hijos de Acab, desafiándoles a poner sobre
el trono de Israel a uno de los hijos de Acab. Estos temieron al recibir las cartas, porque les
parecía que la hazaña de Jehú en dar muerte a dos reyes hacía de él un adversario temible.
Mandaron palabra a Jehú, pues, avisándoles que lo reconocían como su señor. Jehú les envió
a decir entonces que le entregasen las cabezas de los hijos de Acab. Las autoridades de
Samaría degollaron entonces a setenta de los descendientes de Acab y llevaron las cabezas
en canastas a Jezreel.
Jehú mandó que las cabezas fuesen puestas en dos montones a la puerta de la ciudad. Al salir
de la ciudad la mañana siguiente, dijo al pueblo, Vosotros sois justos, con lo cual buscaba
congraciarse con el pueblo quitándoles a ellos la culpa por el crimen cometido. Reconoció
luego su responsabilidad en fomentar la rebelión, Yo he conspirado contra mi señor, y lo he
muerto. Luego fingió no tener conocimiento de la causa de la matanza de los descendientes
de Acab: ¿Mas quién ha muerto a todos estos?
vii. Muerte de los príncipes de la casa real de Judá
2 R. 10:12–14. 2 C. 22:8.
Al ir Jehú hacia Samaria, se encontró con cuarenta y dos de los parientes de Ocozías, que
había sido rey en Judá, y que venían a saludar a la familia real de Israel. Al parecer las noticias
de los acontecimientos sucedidos en el reino del norte no habían llegado a sus oídos. Puesto
que estos hombres eran también de la descendencia de Acab (por Atalia, hija de Jezabel),
eran incluídos dentro de la esfera de la comisión de exterminio de Jehú. Los juntó a todos, y
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los degolló. El propósito de Jehú al tomarlos vivos antes de matarlos fue para que ninguno
se escapara. Si hubiese procedido a darles muerte al verlos, probablemente algunos hubieran
escapado.
viii. Unión de Jonadab con Jehú
2 R. 10:15, 16.
Jonadab era de la tribu de los cineos (1 Crón. 2:55), que habían acompañado a Moisés en el
desierto. De ellos eran Jetro y Hobab, suegro y cuñado de Moisés. Véanse Núm. 10:29; y
nota de Juec. 1:16 en el Tomo II. Jonadab fue el que inició la orden de los recabitas (Jer.
35:6). Recomendó a su familia y descendientes una vida sencilla de nómadas, que vivieran
en tiendas y se abstuvieran del vino, y que siguieran la vida simple de sus antepasados. La
fidelidad de Jonadab al culto de Jehová era bien conocida en Israel. Para Jehú sería de gran
ventaja conseguir el apoyo de este hombre. Además, le era de gran interés saber la opinión
de Jonadab en cuanto al programa de sangriento exterminio que él llevaba a cabo.
Al encontrarse Jehú con Jonadab en el camino, le dijo el nuevo rey, ¿Es recto tu corazón,
como el mío es recto con el tuyo? Esto fue como preguntar al patriarca si éste simpatizaba
con Jehú en su proyecto de juicio, proyecto que él creía le había sido comisionado por Jehová.
Cuando Jonadab respondió que sí, ambos se estrecharon la mano, y Jehú le hizo subir en su
carro. Verás mi celo por Jehová, continuó Jehú, con lo cual se refería a la destrucción del
culto de Baal que pensaba hacer en Samaria, y de los que quedaban de la casa de Acab.
ix. Destrucción del resto de la casa de Acab
2 R. 10:17.
Al llegar Jehú a Samaria, buscó a los de la casa de Acab que aún vivían, y les dio muerte,
obedeciendo así la palabra que le había sido dada por medio del profeta que lo ungió.
2. Destrucción del culto de Baal
2 R. 10:18–28.
La mente astuta de Jehú había trazado un plan con el cual podría destruir a todos los
adoradores de Baal. Lanzó una proclamación de que él iba a ser adorador de Baal, aún más
fiel que el mismo Acab. Anunció una gran reunión de culto en el templo de Baal. Así procuró
que todos los fieles de este dios pagano se juntasen en el templo. Cuidó que ningún servidor
de Jehová se hallase en la reunión.
Luego, con Jonadab, él también fue al templo. Es probable que había revelado ya a este siervo
de Jehová lo que pensaba hacer, de otra forma Jonadab no lo habría acompañado. Después
del holocausto, Jehú dio orden de que todos los que estaban en el templo fuesen muertos.
Después de la matanza, hizo quemar las imágenes de Baal y la estatua principal que estaba
en el templo, y derribaron el templo. Así extirparon definitiva y finalmente el culto de Baal
en Israel.
3. Carácter de Jehú, rey de Judá
2 R. 10:29–31.
Aun cuando Jehú había hecho una reforma tan grande, extinguiendo el culto de Baal, no
destruyó el culto de los becerros de Jehová. Tampoco se cuidó de observar la ley de Jehová.
Por el bien que había hecho, recibió la aprobación de Jehová y la promesa de que de su
descendencia habría rey en Israel hasta la cuarta generación. Probablemente fueron los
defectos de su carácter los que impidieron que descendientes de él se sentasen en el trono
permanentemente.
4. Usurpación de Atalia en Judá
2 R. 11:1–3. 2 Cr. 22:9b-12.
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Atalia era la hija de Jezabel que se había casado con Joram, hijo de Josafat. Al morir Joram,
su hijo, Ocozías, subió al trono. Este fue muerto por Jehú. Cuando Atalia lo supo, decidió
usurpar el trono y reinar ella. Realizó su propósito dando muerte a toda la simiente real,
pudiendo escapar de su mano un solo hijo de Ocozías que se llamaba Joás. Este fue salvado
por Josaba (Josabet), una hija de Joram y hermana de Ocozías (que podía o no ser hija de
Atalia), que lo hizo ocultar en el templo durante seis años. Allí estuvo bajo la protección del
sumo sacerdote, Joiada, que era esposo de Josaba.
Así llevó a cabo Atalia una revolución sangrienta de la cual ella salió como reina de Judá,
aunque no legítima, porque no era descendiente de David, y se había apoderado del trono
ilícitamente.
5. Reveses militares de Jehú
2 R. 10:32, 33.
i. Tributo a Asiria
En las inscripciones asirias, aunque no en la Biblia, hay una referencia a un triunfo de
Salmanasar III, rey de Asiria, sobre Hazael de Siria, acontecimiento que fechamos en 842 a.
de J.C. En el mismo año Jehú, evidentemente sintiéndose amenazado, o quizás en respuesta
a una amenaza directa del rey asirio, mandó tributo a Salmanasar. (Véase Rawlinson,
Cuneiform Inscriptions of Western Asia, III, 5, No. 6, cit. en Barton, Archaelogy and the
Bible, pág. 459.) En esta inscripción, Jehú es llamado “hijo de Omri”. Los asirios no siempre
distinguían bien entre las distintas dinastías de los numerosos países del occidente que ellos
de vez en cuando invadían, y Omri era quizás el rey israelita más famoso de todos los
tiempos, a lo menos su nombre aparece con frecuencia en sus inscripciones.
ii. Limitación de los territorios de Israel
2 R. 10:32, 33.
La devastación de la tierra de Israel por Hazael, rey de Siria, que había sido prevista por
Eliseo, ahora se cumplió. Hazael quitó a Jehú todo el territorio oriental de Israel, al este del
Jordán, que incluía las posesiones de las tribus de Manasés, Gad, y Rubén, que abarcaba las
antiguas regiones de Basán y Galaad. Esto lo podemos fechar en 836 a. de J.C.
6. Reinado de Joás, rey de Judá
2 R. 11:4–12:5. 2 Cr. 23:1–24:5.
Joás reinó en Judá durante cuarenta años. La primera parte de su reinado fue efectuada bajo
la influencia del sumo sacerdote Joiada, que lo puso en el trono, por lo cual el rey se comportó
bien, de acuerdo a la ley de Jehová. Después de la muerte de Joiada, Joás degeneró y permitió
muchos abusos en su reino, lo que ocasionó la reprensión de un profeta, Zacarías, y las
invasiones de los sirios bajo Hazael.
i. Coronación de Joás como rey de Judá
2 R. 11:4–12. 2 Cr. 23:1–11.
El país estuvo bajo la dominación de la cruel Atalia durante seis años. Al séptimo año Joiada,
el sumo socerdote, fomentó una rebelión. Juntó a oficiales del ejército, en quienes él sin duda
reconocía un descontento con el gobierno de Atalia, y los introdujo en el templo, donde les
mostró al niño Joás, a quien él había guardado secretamente durante seis años. Habiéndose
asegurado de la lealtad de éstos, les trazó el plan que tenía para derrotar el gobierno ilícito de

No. Número.
cit. citado.
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Atalia. Con éstos habían de cooperar los levitas (Crónicas), a quienes siempre tocaba el
defender la honra de Jehová, la cual era manchada por los hechos de Atalia, hija de Jezabel.
Los guardas reales eran divididos en tres velas de ocho horas cada una. Los que estaban de
centinela en el palacio el día del sábado, habían de apoderarse del edificio real. De estos
guardas, una tercera parte se quedaría en el palacio, mientras que las otras dos terceras irían
a dos puertas de la ciudad para guardarlas. Los otros guardas, los que salían el sábado, habían
de ir al templo para guardar al joven príncipe. Los guardas, que probablemente llevaban
armas ligeras, fueron equipados con armas que habían sido de David, y que estaban en el
templo.
Llegado el momento señalado para que estallara la rebelión, se pusieron en orden los
soldados, sacó Joiada al niño Joás de su lugar de escondite, puso sobre la cabeza de éste la
corona real y el testimonio (probablemente algún documento que especificaba cuál era el
orden de la descendencia real: Barnes), y lo anunció como rey.
ii. Muerte de Atalia
2 R. 11:13–16. 2 Cr. 23:12–15.
Oyendo Atalia el tumulto que había en la ciudad, con la temeridad que había caracterizado a
su madre Jezabel, se dirigió y entró en el mismo templo. Probablemente pensaba aplastar la
rebelión con alguna muestra de coraje y de realeza. A la vez rasgaba sus vestidos, en signo
de indignación, y gritaba, ¡Traición, traición! Los guardas habían permitido que Atalia
entrase en el templo (parece que iba sola, sin que nadie le acompañase), pero ahora Joiada
mandó que ella fuese tomada y llevada fuera del templo para ser muerta. No era apropiado
que esta pagana fuese muerta en el sagrado recinto del templo. Así que los soldados la
llevaron hasta el palacio y allí le dieron muerte.
iii. Pacto entre Jehová y el rey y su pueblo
2 R. 11:17–20. 2 Cr. 23:16–21.
En el mismo acto se celebró una alianza entre Jehová y el rey y su pueblo, sin duda una
reafirmación del propósito de todos para servir a Jehová y guardar su ley. Derribaron el
templo de Baal, así como los altares, y destrozaron las imágenes. Luego dieron muerte a los
sacerdotes de Baal.
Entonces reconstruyeron los servicios del templo de acuerdo a la ley (sin duda según un plan
ya trazado por Joiada para que fuese hecho con toda prontitud). Después de poner una guardia
en el templo para que no hubiera ningún estorbo por los partidarios de Baal, se fueron al
palacio para sentar a Joás sobre el trono de sus antepasados.
Todo fue llevado a cabo con tanta facilidad que no hubo ningún desorden en la ciudad. En
todas partes hubo grande regocijo y alegría de parte del pueblo, cansado ya de los excesos de
la reina madre Atalia, usurpadora dei trono.
iv. Características del reinado de Joás, rey de Judá
2 R. 11:21–12:5. 2 Cr. 24:1–5.
El reinado de Joás empezó en 836 a. de J.C. El joven rey no tenía más que siete años. Aunque
el joven rey hizo bien, aconsejado siempre por Joiada, sumo sacerdote, el autor bíblico nota
una falta: Los altos no se quitaron. Estos eran lugares fuera de Jerusalén donde el pueblo
acostumbraba adorar a Jehová. Desde el punto de vista de una pura observancia de la ley de
Jehová, esto no era permisible, porque sólo un lugar era indicado como centro lícito del culto
de Jehová. Puesto que el culto que se celebraba en estos lugares era hecho de acuerdo a
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principios buenos, y era libre de la idolatría, es evidente que muchos de los reyes de Judá
respetaban las costumbres que se habían iniciado, y dejaban estos lugares de culto.
Desde el comienzo del reinado de Joás, el joven rey concibió la idea de hacer reparaciones
al templo, que era ya un edificio vetusto, habiendo sido construído durante el reinado de
Salomón, más de cien años antes. El rey mandó entonces que se comenzara el recogimiento
del dinero y de los materiales. La obra de reparaciones no fue llevada a cabo hasta el año
veintitrés del reinado de Joás. Probablemente la demora fue debida a que los Levitas no
pusieron diligencia: por la falta de interés de los que eran encargados de esta recolección en
su debido cumplimiento, la obra no fue empezada hasta mucho después de su iniciación. La
descripción de la reparación del templo se halla después.
B. LA PROFECIA Y SU INTERPRETACION
Una de las partes más interesantes y a la vez más difíciles de las Sagradas Escrituras es la
profecía. Los profetas eran hombres de Dios que vivieron en la época entre Samuel y
Malaquías y que pronunciaron sus mensajes ardientes de juicio y recompensa, pecado y
justicia, amor y misericordia. Hubo profetas antes de Samuel (como Moisés), y también en
la época del Nuevo Testamento hubo profetas (como Agabo). Pero la gran época de los
profetas puede señalarse como la que empezó con Samuel y terminó con Malaquías. Estos
hombres fueron inspirados por el Espíritu de Dios para pronunciar sus críticas de la época en
que vivieron, y además las decisiones de Dios en cuanto a la futura suerte de su pueblo.
Los profetas desempeñaron un papel único e individual en la historia del reino de Dios. Eran
los lógicos sucesores de los jueces que en una época anterior habían servido a Dios y a la
generación en que vivieron (véase la Introducción al Libro de los Jueces, en el Tomo II).
Perseguidos, abandonados, odiados pero respetados, asesinados, encarcelados, estos hombres
severos y poco amables en su carácter puritano y consagrado, fueron fieles a la misión
encargada en sus manos por Jehová. Conscientes de las faltas del pueblo, tenían el corazón
inflamado y ardiente por el mensaje. La pronunciación del mensaje podía ocasionar, no la
rendición de la voluntad del pueblo de Dios, sino una rebelión mavor, con la persecución del
varón de Dios que se atrevía a criticarlos. Los profetas estaban dispuestos, sin embargo, a
derramar la última gota de sangre que cursaba por sus venas para transmitir el sagrado oráculo
que a sus atentos oídos había comunicado el Espíritu de Dios. Estos hombres resaltan entre
todos los héroes de la religión en toda época, y se distinguen por las características de la
sinceridad, de la fidelidad, y de la tenacidad a la verdad que en sus vidas exhibían.
En todas las épocas de la historia de la religión verdadera, y en todas las etapas de su
revelación, Dios se ha valido de hombres para hacer conocer su voluntad y sus propósitos a
los hombres, se ha servido de corazones puros y sensibles, de naturalezas que se rendían a la
presión suave de su Espíritu. En una época, se comunicaba con el pueblo por medio de los
patriarcas. En otra época se revelaba a los hombres por los grandes caudillos y estadistas,
Moisés y Josué. En otro período se dirigía a la nación escogida por medio de los jueces.
Después se valía de los profetas, luego habló por su Hijo y por los apóstoles. Finalmente ha
empleado durante los siglos a los predicadores y los misioneros, quienes, con el evangelio ya
perfeccionado, habiendo sido éste forjado por los héroes inspirados del pasado, han ido
anunciando las buenas nuevas del amor de Dios y la salvación del pecador.
En el estudio que ahora proponemos hacer, pensaremos especialmente en el mensaje de los
hombres que ejercieron su ministerio en la época del Reino Dividido y después de la caída
de Israel y que por breve tiempo continuaron después de la restauración del pueblo de Dios
a su tierra. Tampoco en este capítulo pensaremos en el contenido de aquel mensaje. En la
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discusión de cada profecía que se presenta en el curso de esta obra, habrá bastante
oportunidad de pensar en los profetas como individuos y en el mensaje que cada uno entregó
al mundo. En este capítulo lo que nos interesa es la interpretación del mensaje del profeta, o
sea, los métodos y los principios que nos han de guiar en la comprensión de los dichos
proféticos.
La interpretación de las profecías constituye una parte de la hermenéutica en general, ya que
los profetas empleaban las figuras retóricas que caracterizaban a otros escritores bíblicos, y
a los autores en general, con pocas excepciones. Pero las profecías, por su carácter intrínsico,
necesitan de algunas indicaciones especiales para su mejor entendimiento.
Primero señalaremos algunas razones para la dificultad de este estudio, que a la vez aclarará
algo el modo de hacer frente a su interpretación.
1. Dificultades en la interpretación de las profecías
La interpretación de las profecías bíblicas acarrea ciertas dificultades que no se hallan en
otros escritos.
i. Difícil por cuanto se ha relacionado con ciertas escuelas, o tendencias teológicas
La dificultad que resalta aquí viene cuando un pasaje profético se interpreta de acuerdo con
algún sistema teológico. Se toma una doctrina de la teología ya formada y se emplea ésta
para la interpretación de un pasaje bíblico. Ninguna atención es prestada por estos intérpretes
al contexto, o al fondo histórico del pasaje profético, sino que se le interpreta de acuerdo a la
doctrina ya hecha.
El método de interpretación que ajusta un pasaje a una doctrina teológica ya ideada, no puede
ser un principio correcto de la hermenéutica. El método evangélico debe ser la formación de
la doctrina sobre la base de la enseñanza de la Biblia. Empezando con la doctrina formada y
empleando ésta para la resolución de una dificultad hermenéutica, es proceder al revés.
¿Cómo es, pues, que a veces se puede llegar a una interpretación correcta de algún pasaje
mediante el empleo de una doctrina o principio teológico? Hay que confesar que a veces la
doctrina nos ayuda. ¿Cuándo nos ayuda? Nos ayuda cuando la doctrina es verdadera, o
cuando encierra en sí una verdad. Empezando con una verdad como base para la
interpretación, se puede llegar a conclusiones verídicas. Pero la falacia resulta, en este
sistema de interpretación, en que la doctrina puede ser falsa, o equivocada. Uno no puede
estar seguro siempre que su teología sea correcta, o que el principio teológico que emplea en
la interpretación sea verdadero, o que represente fielmente a la Biblia. Por lo tanto, como
sistema de interpretación, el teológico no puede servirnos infaliblemente.
Sería mucho más correcto empezar con la fuente de la doctrina, o sea, la misma Biblia, y
comparar algún pasaje de ella con otros pasajes del mismo libro, para encontrar la resolución
de las dificultades que impiden su interpretación, explicando un trozo desconocido o mal
entendido con otro conocido y comprendido. Así estamos sobre tierra firme, ya que es uno
de los métodos más comunes en la práctica de la hermenéutica, tan conocido y usado que a
veces lo hacemos sin pensar. Así tomamos un pasaje difícil (difícil por su ambigüedad, o
brevedad, o por otra razón), y llegamos a comprenderlo mediante una comparación con él de
otro pasaje del mismo autor bíblico en que se trata el mismo tema, donde éste ha sido
expuesto más ampliamente y de una forma más clara. Esto se basa sobre el principio de que
generalmente un autor es consecuente consigo mismo, y si es inteligente y sincero (lo que
siempre hallamos en los autores bíblicos), expresará las mismas opiniones en una parte de su
escrito como en otra parte.
No solamente es de utilidad en la interpretación al comparar un pasaje difícil de un autor con
otro pasaje del mismo autor, sino que es de valor cotejar el escrito de un autor bíblico con el
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de otro, facilitando esto muchas veces la interpretación del trozo difícil. La Biblia es
eminentemente consecuente consigo misma. En la Biblia, aun cuando encontramos cierta
variación de estilo, de las formas de expresión, de vocabulario, de retórica, etc., hallamos una
doctrina unifificada, que trata del mismo tema, que en general presenta las mismas ideas
religiosas, etc. Por ejemplo, en la Biblia hallamos las ideas del arrepentimiento, de la ley
moral, de la unidad de Dios y su carácter monoteísta, de su odio al pecado, del castigo del
pecador, de la redención, etc. En la presentación de estas ideas se puede observar desarrollo
en los detalles y en la culminación de su revelación. Cuando comparamos un pasaje bíblico
con otro, en la interpretación, el principio de la revelación progresiva debe ser tenido en
cuenta (véase el capítulo sobre La Biblia como Revelación de Dios, en el Tomo I), pero las
ideas son las mismas en toda la Biblia.
La comparación de los pasajes bíblicos con otros en la misma Biblia ayudará su
interpretación, y no la dificultará, como ocurre muchas veces en la aplicación de principios
teológicos a la exégesis de la Biblia.
ii. Difícil por cuanto varios acontecimientos en épocas distintas pueden señalarse a veces
como el cumplimiento de la misma profecía
No se puede siempre señalar cierto acontecimiento histórico que parece ser un cumplimiento
de cierta profecía y decir infaliblemente que en esto se cumple aquella profecía. A veces
existen dos o más acontecimientos históricos que pudieran ser, por su semejanza al suceso
descrito por el escritor sagrado, su cumplimiento. Muchas veces el intérprete tiene que
contentarse con presentar varios cumplimientos posibles, y limitarse a señalar uno de ellos
como el más probable, sin ser dogmático.
Además, una predicción a veces señala más de un incidente de la historia: uno contemporáneo
al cual el profeta señala directamente, y uno futuro, del que es típico el dicho profético. La
profecía es pues repetidora, pudiendo referirse a una cosa futura en una época y otra en otra,
como la referencia en Daniel a la abominación de asolamiento (Dan. 9:27), que cita Jesús
(Mt. 24:15; Mc. 13:14), que en Daniel se refiere al asolamiento del templo por Antíoco
Epífanes y su ejército, y que por Jesús es tomada como referente a un incidente paralelo en
su generación: la desolación del templo por los ejércitos romanos bajo el general Tito en el
año 70 de la era cristiana. Ambas referencias son correctas, e ilustran bien el carácter
repetidor de la profecía.
Este principio del carácter repetidor de la profecía, que he presentado en el último párrafo,
es descrito por B. O. Herring con la palabra perspectiva (en inglés, perspective): “Debemos
recordar que el significado y el valor de los mensajes proféticos no fue enteramente agotado
por la época en que fueron dados. Esta característica de la profecía hebrea ha sido expresada
con el término perspectiva. Así el panorama que veo desde mi ventana se desarrolla en un
cuadro de calzadas y arbustos y árboles y aves que vuelan. Más allá hay otros árboles y casas
y gente y automóviles que pasan por la carretera. Más lejos aún veo las cuestas y el horizonte,
el cielo azul, las nubes, y de vez en cuando un aeroplano …”
Sigue Herring: “Los eruditos nos han recordado con toda corrección que en el cuadro
profético las alturas más bajas y más cercanas tocan las más altas y más remotas. Solamente
cuando emergen en la historia, puede ser claramente demostrado que entre ellas hay un
intervalo … Cada dicho profético es, en un sentido, el producto de una época. No obstante,
cada uno da un testimonio no sólo para aquella época sino para todas las épocas” (Studies in
the Prophets, pág. 26 y sig.)
iii. Difícil por cuanto una profecía a veces esté expresada en términos metafóricos
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Además de la dificultad que la interpretación de la profecía halla por el carácter único y


especial de la profecía bíblica, en la literatura humana, se agrega la del entendimiento
correcto de las figuras, elemento que siempre ofrece dificultades en toda obra literaria. Los
profetas empleaban parábolas, alegorías, símiles, metáforas, apocalíptica, etc. Además, no es
siempre fácil decidir si los profetas hablaban literal o figuradamente. Aquí el juicio del
intérprete tiene que ser adiestrado en la interpretación de las figuras literarias. En esto nos
ayuda un libro como el de Coll y Vehí, Elementos de Literatura, Capítulo III, De las Figuras,
o el libro de Terry, Hermenéutica Bíblica.
iv. Difícil por cuanto los mismos profetas no daban los detalles de los acontecimientos
señalados
A veces los profetas daban solamente los rasgos generales de algún acontecimiento señalado,
no presentando los detalles de dicho suceso. Por esto era preciso que un acontecimiento que
había sido señalado sólo vagamente por la voz profética, llegase a suceder en la historia, antes
de que los apóstoles de la era del Nuevo Testamento se dieran cuenta de la relación entre la
profecía y su cumplimiento. Comp. Jn. 12:16: “Estas cosas no las entendieron sus discípulos
de primero: empero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas
estaban escritas de él, y que le hicieron estas cosas.” (Véase también Jn. 2:17.)
Muchas veces una profecía mesiánica era pasada por alto por los judíos del tiempo de Cristo,
y no era considerada como mesiánica por ellos. Tampoco fue entendida por los apóstoles
sino hasta mucho después de su verificación en la vida del Maestro.
En realidad, sólo una parte de las profecías del Antiguo Testamento son comentadas y citadas
en el Nuevo Testamento. Muchas profecías tuvieron su verificación en el período antes del
cautiverio, algunas durante el cautiverio, otras en el período de la restauración del cautiverio,
algunas durante el período interbíblico, otras en la vida del Señor Jesús, mientras que otras
se cumplieron después, y algunas todavía tienen que cumplirse. Otras no se cumplieron, ni
se cumplirán jamás por cuanto se presentaron como amenaza: arrepentido aquél de quien se
profetizaba un desastre, no hubo razón para su cumplimiento; véase la profecía dicha por
Jonás tocante a la destrucción de Nínive, que no se cumplió cuando la ciudad se arrepintió.
“De aquí a cuarenta días Nínive será destruída,” anunció Jonás (Jon. 3:4), pero pasados los
cuarenta días, la ciudad quedaba en pie, porque se había arrepentido.
Como se ha señalado en el último párrafo, en la interpretación de un sinúmero de profecías,
no tenemos la ayuda de los escritores del Nuevo Testamento en cuanto a su cumplimiento.
Pero sí que tenemos el ejemplo de éstos en la interpretación de muchas profecías que son
citadas y explicadas en las páginas del Nuevo Testamento. Estas interpretaciones nos sirven
de modelo de cómo debemos proceder nosotros en la interpretación de la profecía, en general,
y de estos modelos podemos deducir ciertos principios de la interpretación profética que nos
han de ser de mucho valor (como después se demostrará en detalle en la última parte de este
capítulo).
v. Difícil por cuanto estamos lejos del ambiente histórico en el cual fueron pronunciadas
las profecías
La interpretación de las profecías de la Biblia también resulta difícil porque nosotros estamos
lejos de la época profética, y muchas veces ignoramos los datos históricos esenciales para su
interpretación. Todo escrito tiene que ser considerado en relación con la época histórica en
que se originó. Aun un escrito que tratase de una época anterior (como un libro histórico), o
posterior (como un libro profético, que predice el porvenir), tiene indefectiblemente que
reflejar las ideas religiosas, las tendencias filosóficas, las hazañas científicas, los
movimientos políticos, y el ambiente histórico en que vive su autor. Para comprender la
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Profecía de Isaías, tenemos que conocer la historia de su día. A veces es la falta de este
conocimiento lo que imposibilita la comprensión de un pasaje dado en su profecía. De esto
se hablará más detallada y positivamente después.
2. Carácter del profeta como tal
En esta parte trataremos el carácter del profeta como tal.
i. Palabras que describen al profeta de la Biblia
Hay en el Antiguo Testamento ciertas palabras que describen al profeta de Jehová, que
aparecen con frecuencia, cuya explicación nos ha de ayudar en la comprensión de su persona
y su obra.
a. Vidente
La primera palabra española que consideraremos, y que aparece en la Biblia referente al
hombre que declaraba la voluntad de Dios a los hombres, es vidente. Esta palabra traduce
dos palabras hebreas: roeh, y jozeh. Ambas palabras significan la misma cosa, y se han
traducido correctamente al español con vidente.
La palabra roeh es empleada doce veces en el Antiguo Testamento. Ocho veces se refiere a
Samuel, y dos a Hanani (2 Crón. 16:7–10), una con referencia a Sadoc (2 S. 15:27), y una en
general. La palabra jozeh es más común. Se usa en 2 Sam. 24:11; 2 Reyes 17:13; Amós 7:12;
a menudo se emplea en los Crónicas (libros que afectaban términos anticuados): De Gad se
emplea en 1 C. 21:9; y 2 C. 29:25; de Iddo en 2 C. 9:29 y 12:15; de Jehú en 2 C. 19:2; de
Asaf en 2 C. 29:30; de Hemán en 1 C. 25:5; de Jedutún en 2 C. 35:15. Cinco veces se halla
en referencia general a videntes.
Los videntes recibían este nombre por cuanto veían visiones. A veces las palabras rech y
jozeh se emplean en sentido de naví, profeta: Is. 29:10; 30:10; 2 C. 33:17, 18; Miq. 3:7 (donde
se traduce en C. de V. “profetas”).
b. Profeta
Una segunda palabra que se usa para denominar el mensajero de Dios es profeta. Esta palabra
española traduce una palabra hebrea naví, que es de origen y significado indeterminado. Se
relaciona probablemente con el verbo navá (Gesenius), hervir, y de ahí derramar palabras
bajo la inspiración divina. El naví era el que pronunció un mensaje inspirado por Dios. Era
también el embajador e intérprete de Dios. La palabra neviá, profetiza, o esposa de profeta,
se deriva de naví.
ii. Palabras que denotan “profecía”
Dos palabras se emplean para denotar una profecía dicha por el hombre de Dios.
a. Visión
Una palabra hebrea que se refiere a la profecía es jazón, visión (Dan. 8:1; 9:24; 1 Sam. 3:1;
1 C. 17:15; Is. 1:1; Ab. 1; Nah. 1:1). Se deriva esta palabra de jazah, ver, mirar. Esta es la
palabra más antigua y común en sentido de visión, o profecía.
b. Profecía
La palabra hebrea nevuah, traducida profecía, es el término que se usa en la época posterior
de la historia hebrea. La hallamos en 2 C. 9:29; 15:8; Neh. 6:12; etc.
3. Método de interpretar las profecías
Propondré ahora algunos principios que nos han de guiar en la exposición de las profecías,
los que facilitarán las dificultades comentadas en la primera parte de este capítulo.
i. Averiguar primero cuál es la situación histórica en que el profeta vivió

V. véase; véanse.
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En relación con la investigación de la situación histórica de un profeta, se han de averiguar


los siguientes datos: El año en que fue pronunciada la profecía, quiénes eran los enemigos
del país, quiénes los aliados, cuál era la fuerza e influencia de éstos, su relación con Israel en
todas las épocas, algo de su historia, de sus ideales, de su civilización, y de su religión. Es
bueno comparar los monumentos y las inscripciones que han dejado estos enemigos y aliados
con la historia bíblica cuando se puede. Del ambiente histórico del cual haya salido la
profecía pueden obtenerse muchos datos que iluminarán algún pasaje obscuro de los libros
proféticos. Esto es cierto por cuanto los profetas eran hombres que tenían una visión muy
amplia, que conocían la situación internacional, y que tenían en cuenta las naciones
extranjeras al hacer sus anuncios proféticos.
ii. Tener en cuenta que los profetas no veían en toda su plenitud el cumplimiento de lo que
profetizaban
Esto quiere decir que, aun cuando los profetas veían mucho acerca del porvenir, no lo veían
todo, y no comprendían en toda su plenitud el cumplimiento de lo que iban diciendo, lo que
vale decir que esto no les había sido revelado por Jehová que les entregó el mensaje profético.
Así, aunque Isaías profetizó la venida del Mesías, no anunció los detalles de la obra de la
redención que éste había de realizar.
Sólo con el tiempo se revelaban los detalles de la aplicación de los dichos proféticos. (Véase
el capítulo sobre La Biblia como Revelación de Dios, en la Introducción a la Biblia, Tomo
I.)
iii. Tener como ejemplo el método de interpretación que han empleado los escritores de
la Biblia
Nos ha de guiar en la interpretación, el ejemplo de los escritores bíblicos, que también se han
ocupado de la aplicación de los dichos proféticos a los acontecimientos que sucedían en el
día en que vivían. Estúdiense los siguientes pasajes: Mc. 12:10, 11, que se relaciona con Sal.
118:22, 23; Mc. 12:36, una cita de Sal. 110:1; Mc. 14:27, cita de Zac. 13:7; Lc. 4:17, cita de
Is. 61:1, 2; Lc. 7:27, cita de Mal. 3:1; Jn. 2:17, cita de Sal. 69:9; Jn. 12:15, cita de Zac. 9:9;
Jn. 12:38, cita de Is. 53:1; Jn. 12:40, cita de Is. 6:10; y muchos más.
iv. Tener en cuenta que muchas profecías tenían una relación con algún acontecimiento
del tiempo en que fueron pronunciadas, o pasado, así como futuro
El carácter doble de muchas profecías es consabido. Un dicho profético se refiere a algún
suceso, o cosa, en la época del profeta, o en el pasado, antes de su día, y luego, se refiere
típicamente a algo futuro. En Oseas 11:1, se dice: “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé,
y de Egipto llamé a mi hijo.” Oseas se refería aquí primeramente a la salida del pueblo de
Israel de Egipto, como el contexto aquí demuestra (en Ex. 4:23, el pueblo Israel es llamado
“hijo” de Dios). Típicamente el pasaje se refiere a la venida de Jesús de Egipto, como Mateo
señala (Mt. 2:15): el Mesías era el gran representante del pueblo de Israel, y en él se cumplían
muchas de las esperanzas más altas de la raza; muchos pasajes que tenían un significado
contemporáneo en la época del profeta que los escribió, también tienen una relación
mesiánica. Abundantes ejemplos de la contemporaneidad de la profecía se señalarán en las
notas que incluyo después en esta obra.
v. Tener en cuenta que el Israel espiritual en el reino teocrático del AT es el mismo que el
Israel espiritual en el NT
El Israel espiritual en el Antiguo Testamento tiene su continuación en el Israel espiritual en
el Nuevo Testamento, es decir, en el Cristianismo. Las profecías que se relacionan con el
pueblo de Dios en el Antiguo Testamento muchas veces se extienden y abarcan no sólo éste
sino al pueblo cristiano también. Muchas profecías que empiezan hablando de la restauración
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de Israel de la cautividad, terminan hablando del Israel espiritual del Cristianismo. Los
profetas miraban hacia el futuro y, hablando del porvenir glorioso del pueblo de Dios después
de la restauración, se extendían hasta el reino mesiánico para su cumplimiento. Así, Isaías
hablaba mucho en la última parte de su profecía tocante a la restauración de Israel del
cautiverio. Pero en este contexto hay también predicciones del reino mesiánico y del Mesías,
como Is. 61:1 y sig. Los profetas predecían mucho, pero presentaban las cosas
contemporáneas con la exactitud científica del historiador que escribe la historia pasada.
vi. Conclusión
En conclusión, podemos decir que, a excepción de los principios especiales que rigen la
interpretación de las profecías, éstas se interpretan de acuerdo con los principios generales
de la hermenéutica, como éstos han sido expuestos en el capítulo sobre la Interpretación de
la Biblia, en la Introducción a la Biblia. Tomo I.
C. ORIGEN DE LAS IDEAS ACERCA DEL REY (MESIAS) Y DEL REINO
Las dos ideas características de la teología de los escritores judíos de los diez siglos antes de
Cristo son las del rey, el ungido (Mesías) de Jehová, y su reino.
1. Origen del concepto hebreo del reino teocrático
La idea del reino tenía su base en el reino teocrático que todo judío patriótico había aprendido
a amar en aquellos siglos. Especialmente en aquellos días cuando el sol de la gloria de David
parecía pronto a ponerse, en aquellos días cuando la sombra del poderío de Asiria y de
Babilonia abrazaba al reino.
Los profetas preveían que también los israelitas, por sus pecados, serían tratados como otros
pueblos lo habían sido por los conquistadores, o sea, serían transportados a otras tierras. Esta
fue la política predilecta de los conquistadores, que abatían a una nación y destruían sus
instituciones religiosas y políticas que le daban su cohesión como nación.
Pero también preveían los profetas que, en la providencia de Dios, su pueblo se volvería a su
tierra, y que se establecería otra vez el reino. Ellos esperaban y profetizaban que este reino
sería eterno, que ya no volvería a su anterior idolatría, y que el rey que Dios mandaría, el
Mesías, reinaría eternamente sobre su pueblo.
2. Origen del concepto hebreo del rey mesiánico
El concepto hebreo del rey mesiánico fue uno que naturalmente tuvo su origen en el otro
concepto del reino. Un reino necesita un rey.
Pero hay otra base para el concepto del rey mesiánico (el Rey-Mesías) que profetizaban los
profetas. En la historia de Israel desde los tiempos más remotos, aun en los tiempos de los
patriarcas, Dios obraba mediante un hombre. En toda época, cuando había de dar un paso
más Dios en su programa de revelación, cuando tenía que libertar a su pueblo de las naciones
circunvecinas que los oprimían, se valía Dios de un hombre. En los tiempos de los patriarcas,
Dios salvó a la raza por Noé. Luego escogió a su pueblo y comunicó sus propósitos eternos
con respecto a ellos a Abraham, a Isaac, y a Jacob. En la crisis económica y en el hambre que
amenazaba terminar con el mundo y con la raza escogida, levantó Dios a José, sabio,
consagrado, capaz, el hombre del momento. Llegado el momento para libertar a su pueblo de
la esclavitud de Egipto, e introducirlo en la Tierra de la Promisión, apareció Moisés, y
después Josué, quienes en esta época salvaron al pueblo, y a la vez con fidelidad ministraban
ante Jehová, recibiendo el mensaje tocante a la voluntad que comunicaban al pueblo, y
conservando las antiguas tradiciones y promesas de Israel. En los tiempos de los jueces,
aparecían Gedeón, Jefté, Samsón, Samuel, y otros, que servían a Dios en sus generaciones.

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


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Entre todos los héroes de Israel, no había otro que se comparase con David, príncipe de Dios,
cantor de dulces salmos, gran guerrero, protector del arca de Jehová, y salvador del pueblo
escogido de sus enemigos.
Así que los profetas, cuando buscaban el medio que emplearía Dios para salvar a su pueblo,
siempre pensaban en un hombre. En la época del reino teocrático cuando la mayor parte de
las profecías mesiánicas tuvieron su origen, pensaban naturalmente en un gran rey como
salvador, un rey que había de ser el rey eterno, semejante a David, el rey que había de
terminar con la opresión del pueblo, que había de establecer para Israel un lugar especial
entre las otras naciones. El término que describía al rey era ungido, palabra que traduce la
voz hebrea maschíaj, que se usa muchas veces con respecto a los reyes de Judá e Israel. De
este término se deriva la palabra Mesías, que equivale al griego christós, ungido, que en
nuestro idioma es Cristo.
D. PROFECIA DE JOEL
Joel 1:1–3:21.
La Profecía de Joel, aunque breve, ha sido de sumo interés a los estudiantes de la Biblia. Una
porción del segundo capítulo fue citada por Pedro el día de Pentecostés, y ha sido usada esta
profecía por los predicadores del evangelio durante todas las épocas.
Joel es el profeta quien profetizó el advenimiento del Consolador, el que sucedería al Mesías
para desarrollar la obra que él empezó en el Reino de Dios y en los corazones de los hombres.
En esto tuvo Joel una distinción peculiar y distintiva entre los profetas del Antiguo
Testamento.
Se desarrolla la exposición de la Profecía de Joel bajo tres temas:
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JOEL.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JOEL.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JOEL.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JOEL
Joel 1:1–3:21.
Joel es el segundo en orden bíblico de los profetas Menores (de acuerdo al orden en que
figuran en nuestra Biblia). Es posible, sin embargo, que fue el primero de los profetas cuyos
escritos tenemos.
1. Nombre y vida personal
El nombre de Joel probablemente significa Jehová es Dios.
Tenemos pocos datos acerca del profeta y su familia, en efecto, solamente aquéllos que se
desprenden del libro mismo. En el título de la Profecía se dice que era hijo de Petuel, de quien
nada se conoce. No hay otras referencias a su familia. Se ha supuesto que fuera del orden
sacerdotal, pero, como dice Pidge, sus referencias a los sacerdotes muestran que él no era de
este grupo. La idea de Epifanio de que era de la tribu de Rubén (cit. en Pidge) no tiene
fundamento.
Joel era profeta de Judá, y su ministerio era en Jerusalén. No hay referencias al reino
septentrional de Israel.
2. Tiempos y fecha
Existe mucha diferencia de opinión en cuanto a la época en la cual vivió el profeta Joel. No
hay, como la hay en Amós y otros, referencia alguna a los reinados de los reyes que
gobernaban en el norte y en el sur. Algunos eruditos han puesto el ministerio de Joel en el
reinado de Joás, rey de Judá, y otros lo han fechado en la época de la caída de Jerusalén (586
a. de J.C.) o después. Una fecha después de la cautividad la adoptan Driver, Horton (entre
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444–360 a. de J.C.), Bewer, Dummelow (c. 500), Watson (400 a. de J.C.), Wardle, (cuarto
siglo), Pfeiffer (c. de 350 a. de J.C.), y otros. Angus y Green ponen el libro entre los reinados
de Joás y Uzías.
La opinión más probable es que la Profecía de Joel tuvo su origen en el reinado de Joás, rey
de Judá entre 836–799 a. de J.C. Esta opinión es sostenida por Warren, Raven, Henderson,
Orelli, y otros. Podemos fechar la profecía durante la primera parte del reinado de Joás (836–
814) cuando este rey estaba bajo la influencia del sumo sacerdote Joiada.
Deducimos la conclusión sobre una fecha temprana para Joel de varios datos que salen de la
misma profecía:
Primero, hay ciertas referencias a la política internacional, que apoyan la idea de una fecha
temprana. Hay referencias a los fenicios, a los idumeos, a los filisteos, y a los egipcios como
enemigos de Judá. Esto corresponde a lo que sabemos de la primera parte del reinado de Joás.
En 814 a. de J.C. hubo una invasión importante de los sirios bajo Hazael que capturaron a
Jerusalén (2 Crón. 24:23, 24). La falta de una referencia a los sirios en la Profecía indica que
ésta apareció antes de dicha invasión. Tampoco hay referencia en la Profecía de Joel a los
asirios, babilonios, o caldeos. Estos no figuraron en la política de Judá hasta mucho más
tarde. Después de la época de Amós (c. de 760 a. de J.C.), Siria, Asiria, Babilonia, y Caldea
tuvieron mucho que ver con los gobiernos de Judá, y les fue concedido un lugar prominente
en la literatura profética.
En el período antes de Amós, no tenemos referencia alguna a una acción hostil de Egipto
después de Sisac (en 926 a. de J.C., según 1 R. 14:25–27), pero sí de los feniceos (Joel 3:4)
y de los filisteos (id.), y de los idumeos (Am. 1:9). En 2 Crón. 21:16, 17 tenemos un informe
sobre una poderosa invasión de fuerzas filisteas durante el reinado de Joram, hijo de Josafat.
Amos hace referencia a la hostilidad de los filisteos, y especialmente a la venta de esclavos
judíos en Idumea, asociándose también los filisteos con ellos en el tráfico de esclavos (Am.
1:6–9). Todo parece apoyar la idea de que la Profecía de Joel tuvo su origen en la época de
Joás.
Además, favorece la teoría de una fecha durante el reinado de Joás la situación religiosa muy
buena que existía en la primera parte de su reinado, mientras todavía vivía Joiada, el sumo
sacerdote que había apoyado la causa de Joás, y que lo había puesto sobre el trono de Judá.
No se mencionan en el libro las prácticas idólatras. El culto de Jehová se celebraba sin
interrupción, la religión de Jehová florecía.
La otra alternativa a la fecha temprana sería una fecha muy posterior, después de la cautividad
(586–536), cuando ya no tenía que ver con la política internacional los tres grandes poderíos
Asiria, Caldea, y Siria, habiendo sido reemplazados por Persia. Pero en contra de esto está el
hecho de que en el libro no hay ningún reflejo de los problemas políticos que molestaban a
Esdras y Nehemías en la época después del destierro, especialmente con los samaritanos en
la época de la reedificación de los muros de Jerusalén.
Fijamos pues el período de 836–814 a. de J.C. como la época más probable para la
pronunciación de la Profecía de Joel.
3. Ocasión para la Profecía de Joel
La ocasión para la Profecía de Joel fue una terrible plaga de langostas y una sequía excesiva.
La tierra de Palestina ya se había acostumbrado a tales azotes, pero éstos fueron
especialmente severos. El profeta los tomó como simbólicos de una calamidad peor que había
de experimentar el país después: la destrucción de sus habitantes por las hordas de ejércitos

c. cerca, o cerca de (en fechas).


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enemigos que venían para ejecutar el justo juicio de Dios por el pecado del pueblo. La
semejanza de la langosta, en su efecto devastador al ejército humano que igual a la langosta,
nada deja tras sí, llamó la atención del profeta, y él hizo una comparación entre estas dos
cosas en su obra. Pero esta primera calamidad es una de una larga serie, cada una más severa
que la anterior. A causa de las otras calamidades que habían de seguir, Joel llamó al pueblo
al ayuno y al arrepentimiento, y a la humillación de sí mismo delante de Dios.
En el Apocalipsis también se emplea la figura de la langosta, donde se destaca su semejanza
a los ejércitos invasores (Apoc. 9:1–11). Allí también este símbolo representa la destrucción
(la del Imperio Romano, perseguidor de las iglesias en el tiempo de Juan).
4. Estilo de la Profecía de Joel
El estilo de Joel es brillante, y es marcado por pureza y suavidad. Su lenguaje es hermoso y
pulido, y su dicción es clásica. Es distinguido también por su elegancia y fluidez. Es casi
poético en la perfección de sus oraciones. No hay transiciones abruptas. Los paralelismos
son correctos y elegantes. Como dice Henderson, “En estilo Joel es preeminente entre los
profetas hebreos” (The Book of the Twelve Minor Prophets, pág. 88).
5. Interpretación de la Profecía de Joel
Hay una diferencia de opinión entre los intérpretes en cuanto a la interpretación de la plaga
de langostas, si se trata de un acontecimiento literal e histórico al cual hace referencia el
profeta, o si él la imagina para fines literarios. Dado lo común de esta clase de plaga y la
claridad con que se describe en el libro, es más natural creer que tenemos una narración
literal. El profeta vivía en una época cuando hacía poco que se había efectuado una invasión
de langostas, y que el pueblo a quien él se dirigía al pronunciar estas palabras todavía
experimentaba los tristes resultados de ésta. Si no hubiera sido así, el mensaje del profeta
hubiese perdido una gran parte de su poder sobre su auditorio, y hubiera sido débil en su
influencia para encaminarlos de nuevo en la senda de la rectitud.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JOEL
Joel 1:1–3:21
Título.
1:1
1. La plaga de langostas.
1:2–20.
i. La gravedad de la plaga.
1:2–4.
ii. La devastación de la plaga.
1:5–12.
iii. Mandamiento a los sacerdotes para que se humillasen.
1:13, 14.
iv. El día de Jehová.
1:15.
v. Los efectos desastrosos de la plaga.
1:16–20.
2. Profecía de juicio sobre el pueblo de Dios.
2:1–17.
i. Simbolismo de la langosta: Venida de los invasores.
2:1–11.
ii. Súplica de Jehová al pueblo para que se arrepintiese.
2:12–14.
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iii. Convocación al pueblo al ayuno y a la oración.


2:15–17.
3. Profecías de bendiciones futuras sobre el pueblo de Dios.
2:18–3:21.
i. Promesa de bendición y de restauración.
2:18–27.
ii. Promesa de bendiciones espirituales, incluso el descenso del Espíritu.
2:28–32.
iii. Juicio de Jehová sobre todas las naciones.
3:1–17.
a. Reunión de las naciones para ser juzgadas.
3:1, 2a.
b. Razones para el juicio de estas naciones.
3:2b–6.
c. Vuelta de Judá del cautiverio, y cautividad de las naciones paganas.
3:7, 8.
d. Incitación de Jehová a las naciones para las guerras, y para la destrucción.
3:9–12.
e. Figura de la hoz y del lagar: El juicio de Dios.
3:13, 14.
f. La protección de Dios sobre su pueblo.
3:15–17.
iv. Las bendiciones futuras del pueblo de Dios.
3:18–21.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JOEL
Joel 1:1–3:21.
1:2–4. La gravedad de la plaga de langostas
El lenguaje de este pasaje hace resaltar lo terrible del juicio de Dios: así como fue terrible la
destrucción hecha por las langostas, asimismo sería la de los ejércitos enemigos (2:1–11).
1:4. Lo que quedó de la oruga comió la langosta … el pulgón … el revoltón …: No es claro
si el autor hace referencia a langostas en diferentes etapas de desarrollo (como creen Clarke,
y Orelli), o a distintas clases de langostas (como interpreta Fausset), o a enjambres sucesivos
de langostas (como entienden Horton, Bewer, Warren, Henderson, y Driver), o si se refiere
a distintos insectos. Pidge toma los términos como poéticos referentes a la naturaleza voraz
de las langostas. Es preciso hacer notar que muchas veces las antiguas palabras hebreas
referentes a criaturas del reino de la naturaleza son incomprensibles hoy día. Creo que la
tercera opinión mencionada es la mejor.
1:5. Despertad, borrachos, y llorad, etc.: Tan terrible era la plaga que a los borrachos les
faltaba vino.
1:6. Gente subió a mi tierra: Esta expresión es usada figuradamente (la personificación, o
prosopopeya) con respecto a la langosta, en que éstas ilustran los ejércitos que luego han de
venir (2:1–11).
1:8. Llora tú como moza vestida de saco por el marido de su juventud: El amor de la joven
esposa para con el esposo perdido en su juventud, y su desconsuelo, se usan como ilustración
de la pena del pueblo frente a la destrucción, la de la langosta como típica de la de los
ejércitos.
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1:9. Pereció el presente y la libación de la casa de Jehová: La falta de los frutos de la tierra
en tiempo de la langosta causó el cese de las ofrendas, lo que era una tristeza para los
sacerdotes y un signo de la desesperación del pueblo. Aún en el sitio de Jerusalén por los
romanos, los sacrificios se continuaban hasta el último momento (según Driver).
1:10–12. Efecto de la sequía
Los labradores y el pueblo en general dejaron de gozar de la vida a causa de la pérdida de la
cosecha. Enlutóse la tierra: Personificación de la tierra para resaltar el dolor del pueblo.
1:13, 14. Mandamiento a los sacerdotes a que se humillen.
El profeta manda ahora a los sacerdotes a que se humillen delante de Dios y a que digan al
pueblo que haga lo mismo. Por cuanto ya no recibían las ofrendas del pueblo, los sacerdotes
tenían que reconocer en esto una prueba del enojo de Dios con ellos, y debían humillarse
delante de Dios y pregonar ayuno al pueblo, convocándolos con el fin de clamar a Dios por
su ayuda.
1:15. El día de Jehová
El profeta Joel introduce ahora su tema, el Día de Jehová. La llegada de éste había de ser con
destrucción, una destrucción sugerida a su mente por la devastación de las langostas. Los
profetas miraban adelante hacia un gran día de juicio sobre la tierra. Las calamidades que
sucedían eran siempre sugestivas de las del día de Jehová, aunque siempre menores en efecto
e importancia. Este concepto de un gran día de juicio llenaba la teología profética. Los
profetas lo usaban continuamente para instar a su auditorio al arrepentimiento.
Muchos de los profetas anunciaban un día de juicio de Jehová, el que no era el mismo en
toda época. Así la destrucción de Samaría y del reino septentrional de Israel era un día de
Jehová. La destrucción de Jerusalén en 586 era un día aún más importante de Jehová, siendo
esto típico de otro día en una generación posterior, como la destrucción de Jerusalén en el
año 70 de la era cristiana anunciada por Jesús en Mc. 13:2 y sig. Este era típico del fin del
mundo, como se ve en un estudio detenido de este pasaje en Marcos. Todo esto se debe al
carácter repetidor de la profecía comentado en el capítulo sobre La Profecía y su
Interpretación, 1. ii.
Así el cristianismo ha heredado este concepto, y nosotros tenemos que mirar adelante hacia
un gran día de juicio que se llama en el Nuevo Testamento el día del Señor (1 Tes. 5:2),
siendo Señor aquí una traducción del griego kurios, que en la Septuaginta se empleaba como
equivalente de Jehová. También Pablo lo llamó día de Jesucristo (Filip. 1:6) y día de Cristo
(Filip. 2:16). Esperamos ver cumplido este día cuando Cristo vuelva a esta tierra.
1:16. ¿No es quitado el mantenimiento …?: La comida (VM, Bover-Cantera, etc.). ¿ … el
placer de la casa de nuestro Dios?: Referente a las fiestas anuales (Henderson, Bewer, etc.),
especialmente las grandes fiestas de la cosecha, que no podían ser celebradas cuando no había
comida.
2:1. Tocad trompeta en Sión: Sión era en la época más antigua equivalente a la ciudadela de
los jebuseos (2 Sam. 5:6–9), que en este mismo pasaje se identifica con la ciudad de
Jerusalén. Estaba sobre la loma que corría al sur del templo. Comp. Masterman, ISBE, art.
Zion. En los profetas que vivían antes del destierro, la palabra Sión parece ser usada con
referencia a la cuesta del templo (Is. 4:5; 8:18; Jer. 31:6; Miq. 4:7). En la parte de la Profecía

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.
ISBE International Standard Bible Encyclopedia.
art. artículo.
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de Isaías que trata de la restauración hallamos la palabra Sión usada en sentido equivalente
al reino teocrático de Israel (Is. 46:13; 51:16). Pero es probable que en estos pasajes tenemos
a la ciudad tomada como en todo refiriéndose a la nación (por la figura de sinécdoque), puesto
que en general en esta parte de Isaías Sión equivale a Jerusalén (40:9; 41:27; 52:1, 2; 64:10;
etc.).
2:2. Día de tinieblas: El día de Jehová; véase nota de 1:15.
2:4. Su parecer, como parecer de caballos: Nuevamente se refiere a la langosta: en algo se
parece al caballo. En italiano se llama cavallette, y en alemán Heupferd (caballo de heno).
Así la langosta bien prefiguraba a la caballería invasora.
2:5. Como estruendo de carros saltarán: Las nubes de langostas hacen mucho ruido.
2:7–9. Como hombres de guerra, etc.: Joel resalta aquellas características de las langostas
que se asemejan a los ejércitos que más tarde desolarían la tierra, y que el profeta prevé como
el instrumento de juicio que ha de emplear Jehová. Véase la nota del 2:20.
2:10. El sol y la luna se oscurecerán, etc.: Esto es lenguaje figurado (apocalíptico), y no ha
de tomarse literalmente. Véase la nota sobre 2:28–32.
2:12–14. Convertíos a mí, etc.: La oportunidad de arrepentirse aún se presenta; más tarde
Jeremías no presentó tal plazo de arrepentimiento, sino que señaló una segura destrucción.
2:14. Dejará bendición tras de él, presente y liberación: Con el perdón y la restauración de
los frutos de la tierra, nuevamente podrían ofrecer sacrificios aceptos a Dios.
2:16. Juntad los viejos, congregad los niños, etc.: La universalidad del aparecimiento del
pueblo ante Dios resalta en que las personas menos esperadas en una reunión de este carácter,
allí aparecerán.
2:20. Haré alejar de vosotros al del aquilón: Es decir, a la langosta, que venía del norte.
Aunque Joel no nombra directamente en su obra a los asirios y los caldeos, éstos venían del
norte, y fueron éstos mismos los que al final destruyeron a Israel y a Judá.
2:21. Tierra, no temas; alégrate y gózate: Prosopopeya.
2:27. Y mi pueblo nunca jamás será avergonzado: Se incluye en esto el reino mesiánico, o
sea, el reino de Dios. Los profetas presentan el reino mesiánico como teniendo su principio
en la restauración del cautiverio, y extendiéndose así hasta el fin del mundo, sin hacer la
división exacta que hacemos nosotros entre una “antigua dispensación y una nueva”. Esta
división es más bien teórica que real, por cuanto la historia del pueblo teocrático de Dios en
el Antiguo Testamento, y el Reino de Dios en el Nuevo Testamento, ha sido continua, y es
una y la misma cosa. La caída del reino de Judá en 586 a. de J.C., no afectó el progreso (ni
la existencia) del reino espiritual de Dios entre su pueblo.
2:28–32. Promesa de bendiciones espirituales
El profeta ve como una característica de la era mesiánica una intensa y universal
manifestación de la presencia espiritual de Dios entre su pueblo. Pedro, en su gran sermón el
día de Pentecostés, aplicó este pasaje al descenso del Espíritu que había sucedido ese día. Las
expresiones vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros viejos … vuestros mancebos … los
siervos … las siervos (vs. 28, 29) sirven para resaltar el hecho de la universalidad del don del
Espíritu: lo recibiría toda clase de persona, sin distinción de edad o rango social.
Pero, con las bendiciones a los hijos de Dios en el reino mesiánico, vendrían juicios sobre
los enemigos (vs. 30, 31): Daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
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columnas de humo. El sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre, etc.: Aquí tenemos
figuras apocalípticas, que no han de tomarse literalmente.
La apocalíptica es parecida a la parábola, a la alegoría, y a la fábula, en que el hilo de la
narración de éstas no es lo importante, sino la lección espiritual o moral que con ellas se
enseña. Difieren en algo la una de la otra: La parábola es una extensión del símil, la alegoría
es una extensión de la metáfora, y la fábula es una extensión de la personificación, o
prosopopeya. La parábola y la alegoría tienen su verificación en la esfera de la naturaleza,
mientras que la narración de la fábula, en que animales y cosas inanimadas actúan como
personas humanas, es contraria a la naturaleza. La apocalíptica es como la fábula en que sus
figuras son contrarias a la experiencia y a la naturaleza, muchas veces grotescas en carácter,
como se ve en Joel, Zacarías, Ezequiel, Daniel, Marcos, cap. 13, y el Apocalipsis. Ningún
intérprete pensaría que, en la fábula de Joatam (Juec. 9:7–20), el autor sagrado quisiese
decirnos que los árboles realmente hablaban; estamos acostumbrados a las fábulas y
fácilmente las entendemos. La apocalíptica es una característica de la literatura hebrea, es
ajena a nuestra experiencia y cultura, y algunos intérpretes hierran interpretándola
literalmente. Algunos pasajes apocalípticos son parabólicos en carácter, en que enseñan una
lección general; otros son alegóricos en carácter, cada detalle teniendo un significado
espiritual; su clasificación queda al juicio del intérprete. Pero, igual a la fábula, el hilo de la
narración o la descripción no es literal, sino simbólico, representando una lección espiritual,
o una profecía en esferas espirituales, morales, sociales, o políticas.
En este pasaje (2:30, 31) tenemos descripciones hiperbólicas y apocalípticas de cataclismos
cosmológicos que representan catástrofes en el orden espiritual, social, y político. Comparan
con lo que el Señor Jesús dice de la destrucción de Jerusalén, y del fin del mundo, y de su
segundo advenimiento, en su último discurso escatalógico (Mc. 13:24, 25), y representan el
juicio final sobre el mundo: antes que venga el día … de Jehová (2:31), cuando viene Jesús
para terminar con este mundo e inaugurar el próximo (Mc. 13:26).
2:32. Y será que cualquiera que invocare el nombre de Jehová, será salvo: La oportunidad
universal y fácil de salvación en la época mesiánica resalta aquí, siendo necesario solamente
el invocar el nombre de Jehová (comp. Rom. 10:13). Esta salvación se ofrece en el monte de
Sión y en Jerusalem, lo que se refiere, por sinécdoque, al pueblo de Dios. Nosotros lo vemos
cumplido en la predicación del evangelio en el Reino de Dios (comp. el uso figurado de
Jerusalén por Pablo en Gál. 4:26, y la nota sobre Joel 2:1).
3:1, 2a. Reunión de las naciones para ser juzgadas.
El profeta ve el juicio general como verificación en la época que empieza con la restauración
del cautiverio, sin tener en cuenta el largo intervalo de tiempo que había de separar estos dos
grandes acontecimientos. Léase la nota sobre 2:27.
Juntaré todas las gantes, y harélas descender al valle de Josaphat, y allí entraré en juicio
con ellos: La palabra Josaphat significa Jehová juzga, o ha juzgado. El valle de Josafat ha
sido identificado por algunos (Fausset, y otros) con aquél por el cual fluye el arroyo Cedrón,
entre Jerusalén y el monte de los Olivos. Según una opinión, el nombre valle de Josafat se
refiere al lugar donde Josafat derrotó a los ejércitos combinados de Ammón, Moab, y Edom
(2 Crón. 20:23–26), y allí se llama valle de Beraca (y así creen Elmslie, nota sobre 2 Crón.
20:26, y Orelli). Es probable que la expresión es metafórica, no refiriéndose a ningún valle
literal, siendo escogido el nombre porque su sentido corresponde con el pensamiento que

comp. compárese; compárense.


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Joel quiere expresar (y así creen, en general, Clarke, Rand en artículo Josafat en su
Diccionario de la Santa Biblia, Wardle, Dummelow, Horton, y Warren).
3:2b–6. Razones para el juicio de estas naciones.
En este pasaje se da una serie de acusaciones de Jehová en contra de las naciones que
oprimieron a su pueblo. Los pueblos que se mencionan eran los enemigos del pueblo de Dios
en aquella época, y son típicos de todos los enemigos de Dios en toda época, que han de ser
juzgados al fin del mundo.
3:3. Echaron suertes sobre mi pueblo: Esto fue con el fin de decidir cuáles de los presos
pertenecían a cada soldado. A los niños dieron por una ramera: Tan comunes eran los presos,
y tan barato su precio en venta como esclavo, que uno lo cambiaba por una ramera, o quizás
lo daba como pago por una ramera. También vendieron las niñas por vino para beber,
cambiando así una niña por el vino con que se emborrachaban. Todo esto ilustra el desprecio
que los enemigos sentían por los israelitas, lo que hace resaltar el castigo que después habrían
de recibir.
3:4. Tiro y Sidón: Fenicia. Palestina: Los filisteos.
3:5. Porque habéis llevado mi plata y mi oro: Los tesoros de los israelitas fueron llevados
por sus enemigos.
3:6. Y vendisteis los hijos de Judá, etc.: El tráfico en esclavos israelitas.
3:7, 8. Los levantaré yo del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre vuestra
cabeza: y venderé vuestros hijos y vuestras hijas en la mano de los hijos de Judá, etc.: En
distintas épocas los conquistadores devolvieron a cautivos judíos a su patria, como en el
tiempo de Ciro, y Alejandro Magno. Asimismo, en diferentes épocas las naciones vecinas de
Judá estuvieron sujetas a ella, especialmente en tiempo de los macabeos.
Los Sabeos eran una nación fuerte del sudoeste de Arabia, que negociaban con muchos
países.
3:9–12. Profecía de guerra entre las naciones.
La destrucción de las naciones extranjeras había de ser llevada a cabo mediante la guerra, y
ésta entre ellas mismas. Esta guerra sería incitada por Jehová mismo, y sería el medio de su
juicio sobre ellas. Su destrucción y caída sería típica del juicio final al fin del mundo.
3:13. Echad la hoz, porque la mies está ya madura … el lagar está lleno …: La hoz, la mies,
y el lagar, con su sugestión de madurez y cosecha, representan la madurez del juicio de Dios.
El zumo de la uva en el lagar recuerda la sangre y representa el juicio de Dios. (Comp. Is.
17:5, 6; 63:1, 2; Lam. 1:15; Apoc. 14:14–20.) Venid, descended; porque el lagar está lleno:
Para hollar la uva en el lagar, había que descender a la fosa en que el lagar estaba hecho.
3:14. Muchos pueblas en el valle de la decisión: Esta frase es equivalente a valle de josafat,
o sea valle donde Jehová juzga (Pidge). Ha sido interpretada mal muchas veces,
especialmente en sermones. Es más bien la decisión de Dios en cuanto a los pueblos, y no la
decisión de ellos en cuanto a él. No es que ellos tengan que decidir nada, porque el tiempo
de la decisión para ellos ha pasado, sino que esperan la decisión de Dios con respecto a ellos
(y así lo entienden Henderson, Pidge, Horton, y otros).
3:15. El sol y la luna se oscurecerán: Este pasaje es apocalíptico, como en 2:28–32, cuya
nota véase. Dice Henderson: “Un modo figurado de representar la deposición de los caudillos
políticos del mundo.”
3:16. Jehová bramará desde Sión: Como Rey del reino teocrático, Jehová ejercerá su poderío
desde Jerusalén, ciudad capital de los judíos. El pasaje sugiere cierto éxito de los ejércitos
judíos en contra de sus enemigos, como sucedió en tiempo de los macabeos (comp.
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Henderson). Como dice Warren, “El éxito temporal de los judíos, en su conflicto futuro con
sus enemigos, se funde en el triunfo final de Dios en el día del juicio.”
3:17. Conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios: Por la evidencia del poder de Jehová, los
hebreos se convencerían que él es Dios. Y Extraños no pasarán más por ella: La palabra
pasarán sería mejor traducida invadirán; el poder de los enemigos para dominar al pueblo
de Dios sería terminado.
3:18. Y será en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, etc.: Lenguaje figurado,
común en el Antiguo Testamento, para representar gran fertilidad. Saldrá una fuente de la
casa de Jehová, y regará el valle de Sittim: Algunos (como Pidge, y Orelli) creen que el valle
de Sittim se refiere al valle del Cedrón, al este de Jerusalén, que corre hacia el mar Muerto.
Sittim se refiere a las acacias, un árbol que florece en lugares secos. Es probable que la frase
valle de Sittim se emplea en sentido figurado con referencia a los lugares áridos, para destacar
la gran fertilidad que la tierra tendría después del cautiverio (y así piensan Henderson,
Fausset, Driver, etc.). No ha de tomarse tampoco como una profecía literal, sino que el
profeta se expresa así para resaltar la bendición de Dios.
3:19. Egipto será destruído: Aunque Egipto ha existido como nación, ha perdido su antigua
gloria, y casi siempre, desde los tiempos antes de Cristo ha estado sujeto a otro país. Edom
será vuelto en asolado desierto: Este país ha desaparecido completamente.
La destrucción de estos países es típica de la de todas las naciones hostiles a Dios, que ha de
verificarse al fin del mundo.
3:20. Mas Judá para siempre será habitada, y Jerusalem en generación y generación: Este
versículo es como muchos otros del mismo tipo, que no han tenido un cumplimiento literal,
por lo cual deben ser tomados espiritualmente. Se refiere a la eternidad del pueblo de Dios y
la seguridad de su posición en el universo.
Al estudiar las profecías, especialmente aquéllas que se refieren a la situación futura del
pueblo de Dios, encontraremos el cumplimiento completo de muchas de ellas, no en el
sistema teocrático de Israel, sino en el reino espiritual de Jesucristo. Véanse la nota de 2:27,
y la discusión en el capítulo sobre La Profecía y su Interpretación, 1. ii. En la interpretación
de las profecías, es difícil, muchas veces, distinguir entre las que se refieren directamente a
una y otra cosa. Hay profecías que claramente se refieren a los días después del destierro,
hay otras que se refieren claramente al reino de Dios, y hay algunas que no se puede estar
seguro en cuanto a su referencia. Además, existe cierta clase de profecías que se refieren a la
consumación del reino de Dios, que todavía no han tenido su cumplimiento.
3:21. Y limpiaré la sangre de los que no limpié: Este dicho ofrece cierta dificultad. Pidge lo
interpeta, “Castigando Jehová a los que habían dado muerte (a los judíos), dará a entender
que considera a su pueblo inocente de violencia y crimen” (y así lo entiende Driver, y otros).
Henderson lo entiende referente al limpiamiento de la impureza del pueblo de Dios:
“Considerará sa sangre como inocente, que no he considerado como inocente, es decir,
perdonaré a los que he considerado como inocente, es decir, perdonaré a los que he tratado
como culpables” (y así lo entienden Fausset, Orelli, y otros). Creo que esta segunda
interpretación es la mejor.
Y Jehová morará en Sión: Referente a la morada eterna de Dios entre su pueblo, base de su
esperanza por el perdón y la redención, y de su confianza en la victoria final.
E. ULTIMO PERIODO DE LA EPOCA DE JEHU
2 R. 10:34–36. 2 Cr. 24:6–25:24.
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12:6–14:16.
Se acerca a su fin la larga e importante época de Jehú, rey de Israel. En el norte, en este
capítulo, tenemos los últimos días de Jehú, el reinado de su hijo Joacaz, de su nieto Joás, y el
correinado con Joás de su biznieto, el poderoso Jeroboam II. En el sur reinaron Joás, y su
hijo Amasías. Fue en este período cuando se terminó el ministerio del anciano profeta Eliseo,
con su consejo final a Joás, rey de Israel, y su muerte. Es un período que se caracteriza por
el avivamiento religioso en el sur, en su principio, seguido por el decaimiento después de la
muerte de Joiada, sumo sacerdote bajo Joás. Amasías, aunque no un hombre sumamente
religioso, guardó un nivel espiritual y moral comparativamente bueno. En el norte, a
excepción en que Joás respetó la palabra de Eliseo, cuando el rey israelita no exhibió una
proporción muy grande de fe, el ambiente religioso era malo, como siempre.
1. Fin del reinado de Jehú
2 R. 10:34–36.
Se termina el reinado de Jehú con la muerte de éste, el que había sido ungido por el mensajero
del profeta Eliseo, y que había terminado con la línea impía de Acab. Su reinado terminó en
el año 814 a. de J.C.
Como se ha señalado antes, la referencia a las crónicas de los reyes de Israel, no es al libro
canónico en nuestra Biblia.
2. Reinado de Joacaz, rey de Israel
2 R. 13:1–7.
i. Ascensión de Joacaz al trono de Israel
2 R. 13:1.
Con la muerte de su padre Jehú en 814 a. de J.C., subió al trono de Israel Joacaz,
correspondiendo esto con el año veintitrés de Joás, rey de Judá.
ii. Mal carácter de Joacaz
2 R. 13:2, 3.
Joacaz era un rey malo que desagradó a Jehová, por lo cual sus ejércitos fueron vencidos por
Hazael, rey de Siria, y llegó a ser tributario de él. Su fracaso en la guerra se atribuye a su mal
carácter.
iii. Arrepentimiento de Joacaz, y liberación de la dominación extranjera
2 R. 13:4–7.
Viendo que su situación con los sirios era mala, Joacaz se arrepintió y oró por la liberación.
Esta le fue concedida, y Joacaz escapó a la dominación siríaca. No por esto cambió su manera
de vivir, sino que siguió sus costumbres de antes, viviendo de acuerdo al ejemplo de
Jeroboam I, dejando también el bosque, santuario de la diosa pagana del amor, Astarte. Esto
lo hizo Joacaz, a pesar de la liberación extraordinaria que había sido realizada cuando él no
tenía sino un vestigio del ejército que en tiempos anteriores había tenido.
3. Desarrollo del reinado de Joás, rey de Judá
2 R. 12:6–18. 2 Cr. 24:6–24.
¡Cuánto bien hace a un hombre la influencia de un consejero bueno! Este principio se ilustra
en la vida de Joás, que hizo grandes y buenas cosas mientras vivía Joiada, pero que se
degeneró cuando su tutor murió.
i. Reparación del templo (814 a. de J.C.)
2 R. 12:6–16. 2 Cr. 24:6–14.
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Durante veintitrés años se había demorado la reparación del templo, en gran parte por el
letargo de los levitas, de quienes dependía la recolección del material, como se ha señalado
antes. Puesto que los sacerdotes habían recibido durante años el dinero para la reparación del
templo, y no habían realizado la obra, ahora el rey les quitó a ellos el privilegio de cobrarlo
(2 R. 12:6–8). Desde ahora el gobierno se ocupa de recibir el dinero del pueblo, y de hacer
las reparaciones del templo.
El autor de Crónicas nos da en paréntesis una explicación del por qué de la condición mala
del templo (24:7): fue por la destrucción y saqueo efectuado por Atalia y sus ministros, los
cuales habían utilizado su riqueza para hermosear y enriquecer el templo de Baal que ella
patrocinaba.
Con el nuevo sistema que aseguraba la utilización de sus presentes en la obra de reparación,
el pueblo traía con alegría sus dones, echándolos en un recipiente que había en el templo y
que había sido provisto por Joiada a dirección del rey. Cuando se llenaba de dinero el estuche,
lo llevaban los levitas al magistrado que había nombrado el rey, quien atendía a su contenido.
El magistrado entregaba después el dinero a los que se encargaban del trabajo. Estos, por lo
sagrado de la obra, lo hacían tan fielmente que no era necesario tomarles cuenta de la forma
en que gastaban el dinero. Después de terminar la obra de reparación, se fabricaron vasos y
recipientes que habían de sustituir a los que había robado Atalia. Así se devolvió el templo a
su anterior gloria.
Durante todo este tiempo, las ofrendas ordinarias (por el delito, y el dinero por los pecados)
seguían destinadas a su finalidad acostumbrada: el sostén de los sacerdotes. Ofrendas
extraordinarias y voluntarias eran las que contribuían a la reparación del templo.
ii. Muerte de Joiada y caída moral de Joás
2 Cr. 24:15–19.
El espíritu del pueblo había sido recto con Jehová, lo que es comprobado por su disposición
en traer dones para la reconstrucción de su culto en el templo. En cambio, la nobleza del país,
en contraste con el pueblo, manifestaba una hostilidad hacia la antigua religión primitiva del
pueblo y buscaba algo que estuviera más de moda, como muchas veces sucede. Esta
tendencia se exhibía en la petición de los príncipes, hecha al rey, para que se restaurase el
culto de Astarte. Aunque el autor no aclara cuál fue su petición, la acción de los príncipes
después en entregarse de lleno al culto de los bosques (v. 18) muestra de harto que esta era
la concesión que habían suplicado de Joás que les concediera. El rey, frente a esta acción
concertada de parte de los enemigos de Jehová, no pudo resistirlos, y cedió a su deseo. Así
desampararon el culto de Jehová y se entregaron a la idolatría, con el resultado de que cayó
sobre ellos la ira de Jehová (explicado en 24:23), mandándoles profetas para que los
reprendiesen y los exhortasen al arrepentimiento.
iii. Reprensión del pueblo por el profeta Zacarías
2 Cr. 24:20–22.
El Zacarías a quien se refiere en el presente capítulo no es el mismo que escribió la profecía
de este nombre, que vivió después del destierro.
Siendo inspirado por Jehová a reprender al pueblo por haber desamparado las leyes de Dios,
el profeta Zacarías cumplió con su comisión, por lo cual fue tomado por el pueblo y
apedreado, ocurriendo su muerte en el mismo patio del templo. Así se olvidó el rey del bien
que le había hecho Joiada, porque permitió que el pueblo diese muerte a Zacarías, hijo de
Joiada.
iv. Invasión de Judá por los sirios bajo Hazael
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2 R. 12:17, 18. 2 Cr. 24:23, 24.


A raíz de los pecados del pueblo, incluso el asesinato del profeta Zacarías, vinieron los
ejércitos de Hazael, rey de Siria. Aunque el sirio vino con poca gente para hacer frente a un
ejército numeroso de Judá, pudo vencer al pueblo de Joás, porque Jehová les entregó en sus
manos. Con el fin de impedir que Jerusalén fuese saqueada y hacer que Hazael se retirase del
país, Joás juntó todos los tesoros del templo y se los mandó en concepto de tributo; y el rey
siríaco se volvió a su propio país. Esto sucedió entre 814 y 800 a. de J.C.
4. Reinado de Joás, rey de Israel
2 R. 13:8–11, 22, 23.
i. Correinado de Joás con el padre, Joacaz
2 R. 13:10.
En el año 800 a. de J.C., empezó Joás a correinar en Israel con el padre, Joacaz. Esto
correspondía con el año treinta y siete de Joás, rey de Judá. Duró el correinado dos años.
ii. Resumen de las relaciones entre Siria e Israel
2 R. 13:22, 23.
Durante todo el tiempo de Joacaz, el pueblo israelita fue hostigado por Hazael, rey de Siria,
siendo guardado de la destrucción sólo porque Jehová permaneció fiel al pacto que había
hecho con Abraham, Isaac, y Jacob. A pesar de los ataques continuos de los enemigos
tradicionales del país, no sucumbió.
iii. Muerte de Joacaz, rey de Israel
2 R. 13:8, 9, 11.
Muriendo Joacaz (799 a. de J. C.), fue sepultado en la capital de sus antepasados, Samaria, y
el correinado con su hijo terminó. Siguió Joás como rey único en Samaria. Aunque la presión
de los enemigos sirios seguía sintiéndose sobre Israel, el rey Joás no tomó advertencia de
ello: su vida fue mala y anduvo en los pecados de Jeroboam I.
5. Reinado de Amasías, rey de Judá
2 R. 14:1–7. 2 Cr. 25:1–4.
12:19–21. 24:25–27.
i. Correinado de Amasías con Joás su padre
2 R. 14:1, 2. 2 Cr. 25:1.
Joás, rey de Judá, reinó cuarenta años. En el año treinta y siete de su reinado, empezó a reinar
Joás, rey de Israel (2 R. 13:10). En el año segundo de Joás, rey de Israel, inició su reinado
Amasías, hijo de Joás, rey de Judá. Por esto, los primeros tres años de Amasías, rey de Judá,
coincidían con los últimos tres años de Joás, su padre. Aunque en la Biblia no se dice que
correinaba Amasías con el padre, debemos concluir que así fue. En 2 Crón. 24:25 se nos
informa que Joás estaba enfermo, lo que nos da el motivo para el correinado.
Amasías empezó a reinar en Jerusalén en el año 799 a. de J.C., cuando tenía veinticinco años,
continuando su reinado durante veintinueve años.
ii. Conjuración en contra de Joás, rey de Judá
2 R. 12:19–21a. 2 Cr. 24:25–27a.
Siendo alcanzado al fin por su carga de pecados y crímenes, Joás fue asesinado por algunos
de sus propios adherentes, en 797 a. de J.C. El asesinato se llevó a cabo en Bet-millo (VM),
casa de Millo, lugar que se desconoce. La discrepancia entre Reyes y Crónicas en cuanto a
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los nombres de los asesinos, se resuelve con una comparación de las palabras en el original:
Ciertas letras hebreas eran muy parecidas y fácilmente erraban los copistas al transcribirlas,
especialmente en los nombres propios (comp. Keil).
iii. Amasías reina solo en Jerusalem
2 R. 12:21b; 14:3–7. 2 Cr. 24:27; 25:2–4.
Después de la muerte de su padre, Amasías reinó solo en Jerusalén. Habiéndose confirmado
en su reino, dio muerte a los que habían asesinado a Joás, aunque no a los hijos de ellos
(como habría hecho un rey oriental ordinario), sino que los dejó en vida, señalando así su
conformidad con la ley mosaica. Aunque la vida de Amasías era recta delante de Jehová, no
guardó en perfección su voluntad, según el testimonio del autor sagrado, cosa que se destaca
en la narración después.
6. Profecías de Eliseo a Joás, rey de Israel
2 R. 13:14–21, 24, 25.
Aun cuando el ministerio activo de Eliseo había terminado hacía tiempo, salió de su retiro el
gran profeta para dar algunos consejos a su rey.
i. Profecías de Eliseo tocante a las victorias de Joás
2 R. 13:14–19.
Estando enfermo Eliseo, y casi moribundo, fue a visitarlo Joás, rey de Israel, para consultarle.
No obstante de la infidelidad acostumbrada de este rey, cuando las circunstancias lo
oprimían, se acordaba de la religión de sus antepasados y del profeta de esta religión. Con
palabras halagüeñas reconoció el valor del profeta, aun en asuntos militares: ¡Padre mío,
padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Mediante una acción simbólica, gesto
característico de los profetas hebreos, Eliseo le comunicó el anunciamiento de lo que había
de verificarse. Mandó al rey a que tirara una saeta y después que el rey la disparó, el profeta
la llamó Saeta de salud (VM: “victoria”) de Jehová, diciéndole que así había de herir a los
sirios hasta consumirlos. Luego el profeta le mandó que hiriese la tierra con las saetas, lo cual
hizo el rey tres veces. Explicando el profeta que, de haber herido la tierra cinco o seis veces,
hubiera golpeado a los sirios hasta destruirlos, así reprende al rey por su falta de fe y de
energía. Es probable que Joás conocía la significación del símbolo, o de otra forma no hubiera
entendido y merecido la reprensión.
ii. Muerte de Eliseo y milagro hecho en su tumba
2 R. 13:20, 21.
Habiendo muerto Eliseo, fue sepultado. En el lugar de su sepultura fue hecho un gran milagro
cuyo carácter notable le valió un lugar en la narración sagrada: Habiendo invadido el país
una partida moabita, como las que con frecuencia solían venir, un grupo de israelitas que
sepultaban a un muerto fueron sorprendidos por los moabitas. Temiendo lo que les sucedería
a manos de estos enemigos tradicionales del país, no perdieron tiempo en hacer un nuevo
sepulcro, sino que arrojaron el cadáver en el de Eliseo. El cuerpo del difunto, al tocar los
huesos del profeta, resucitó y se puso en pie. Así después de su muerte persistía la influencia
de aquél que fue uno de los más grandes profetas de Israel.
iii. Cumplimiento de la profecía de Eliseo sobre las victorias de Joás
2 R. 13:24, 25.
Después de la muerte de Hazael, rey de Siria (el que había hecho ungir Eliseo), su hijo Ben-
hadad ocupó el trono. Parece que Joás, rey de Israel, se aventajó de la situación incierta que
siempre rodea el cambio de autoridad, para atacar a Siria. Tres veces pudo aplastar a los
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ejércitos siríacos, restaurando a su país las ciudades israelitas que habían sido tomadas por
Hazael, cumpliéndose así las profecías de Eliseo.
7. Campaña de Amasías contra Edom
2 Cr. 25:5–16.
i. Preparaciones para la campaña
2 Cr. 25:5–10.
Cerca de 797 a. de J.C., Amasías, rey de Judá, hizo preparaciones para una guerra contra
Edom, enemigo tradicional al sur de Judá. Con la finalidad de asegurar su victoria, empleó a
cien mil mercenarios de Israel, a los cuales juntó con su propio ejército de trescientos mil,
por lo cual fue reprendido por un profeta de Jehová. Respondiendo a la amonestación del
profeta, el rey dimitió a las tropas israelitas, confiando en la promesa de que Jehová pelearía
por él.
ii. Victoria de Amasías
2 Cr. 25:11–16.
En el valle de Sal (probablemente un llano al sur del mar Muerto, según Barnes, nota sobre
2 R. 14:7, y K y D, nota sobre 2 S. 8:13, 14), Amasías hirió a diez mil idumeos, tomando
presos a diez mil más, a los cuales hizo despeñar de una cumbre cercana. Mientras tanto, los
israelitas, enojados por su dimisión se desparramaron sobre ciudades de Judá tomando gran
despojo. Amasías, a pesar de que con la ayuda de Jehová había derrotado a Edom, trajo sus
ídolos a Jerusalén y se inclinó delante de ellos, por lo cual nuevamente fue reprendido por el
profeta. En vez de arrepentirse, el rey amenazó al profeta, quien profetizó su destrucción.
8. Ultimos días de Joás, rey de Israel

2 R. 14:8–14. 2 Cr. 25:17–24.

13:12, 13. 2 R. 14:15, 16.


i. Correinado de Jeroboam con su padre Joás
Alrededor del año 790, aunque no se menciona en la Biblia, Jeroboam llegó a correinar con
su padre Joás, cosa que sabemos por una comparación de los datos bíblicos. Jeroboam II
reinó cuarenta y un años, muriendo en el año treinta y ocho de Uzías (2 R. 15:8), o sea, en el
año 749 a. de J.C., pues había subido al trono en el año 790, cuarenta y un años antes. Ahora
bien, el año 790 corresponde con el año once del reinado de Joás, que murió en 785 a. de
J.C., por lo cual los primeros cinco o seis años de Jeroboam coincidían con los últimos años
de su padre.
ii. Amasías es vencido por Joás, rey de Israel
2 R. 14:8–14. 2 Cr. 25:17–24.
En el último año de Joás, o sea, en 785 a. de J.C., este fue desafiado a la guerra por Amasías,
rey de Judá, siendo desconocido su motivo, a no ser que fuera el despojamiento de la tierra
de Judá practicado por los soldados mercenarios de Israel (2 C. 25:13) (comp. Terry, Baehr,
y otros). Aunque habían transcurrido unos doce años, (por la referencia a la victoria de
Amasías en Edom: 2 R. 14:10), es probable que ésta es la explicación. Josefo alega que deseó
restaurar el dominio de David y Salomón, motivo que expresó a Joás en una carta (Ant.
IX.ix.2). La respuesta de Joás interesa por la significante fábula que contó: Habiendo

K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.


Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.
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propuesto el cardillo al cedro que la hija de éste fuese dada en matrimonio a su hijo, la
humilde planta del Líbano fue hollada por las bestias que pasaban, con lo cual Joás quería
enseñar a Amasías, envanecido por su triunfo en Edom, que sus tropas serían derrotadas por
el ejército de Israel.
Persistiendo Amasías en su proyecto de vengarse de Israel, hizo frente a Joás en Bet-semes,
ciudad de Judá, donde fue vencido por el superior poderío del rey israelita, quien llegó hasta
las puertas de Jerusalén, rompiendo el muro hasta dejarla sin defensa, y saqueando el templo
y el palacio, llevando también a los príncipes en carácter de rehenes.
iii. Muerte de Joás, rey de Israel
2 R. 13:12, 13. 2 R. 14:15, 16.
Habiendo cumplido sus días, murió Joás en el año 785 a. de J.C., sentándose sobre su trono
como único rey su hijo Jeroboam II.
V. EPOCA DE JEROBOAM, REY DE ISRAEL
(Desde el ascenso al trono de Jeroboam II hasta la muerte de su hijo) 785–748 a. de J.C.
2 R. 14:17–15:5.2 Cr. 25:25–26:21.
15:8–12, 32, 33. 27:1, 8.
Jon. 1:1–4:11.
Am. 1:1–9:15.
Os. 1:1–14:9.
En el norte, el reino de Israel gozaba de un período de gloria y riqueza material, mientras sus
límites se extendían hasta recuperar sus antiguas dimensiones. Su nivel espiritual y moral
bajó a medida que su prosperidad crecía, lo que excitó la indignación de tres grandes profetas,
Jonás, Amós, y Oseas, que levantaron sus voces en protesta por la iniquidad que impregnaba
el reino.
En el sur, agonizaba el reinado vacilante de Amasías, quien, después de su asesinato, fue
sucedido por su hijo Uzías, un rey bueno. A la bondad de este rey se debe, con toda
probabilidad, el que ningún profeta de importancia se levantase en Judá, no existiendo la
situación desfavorable para la religión que requería una reprensión divina.
Se divide la exposición de la época de Jeroboam II en los siguientes capítulos:
A. REINADO DE JEROBOAM II.
B. PROFECIA DE JONAS.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JONAS.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JONAS.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JONAS.
C. REINADO DE UZIAS (AZARIAS), REY DE JUDA.
D. PROFECIA DE AMOS.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE AMOS.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE AMOS.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE AMOS.
E. PROFECIA DE OSEAS.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE OSEAS.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE OSEAS.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE OSEAS.
F. FIN DE LA EPOCA DE JEROBOAM II.
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A. REINADO DE JEROBOAM II
2 R. 14:23–27.
El reinado de Jeroboam sobre el trono de Israel comenzó en 785 a. de J.C., habiendo este rey
ya correinado cinco años con su padre Joás, y siguiendo su reinado durante treinta y seis años
después. En Judá, cuando subió al trono, gobernaba Amasías, y cuando murió Jeroboam,
ocupó la autoridad en el reino meridional, Uzías.
Aunque la vida de Jeroboam II fue mala, siguiendo él en los pasos de Jeroboam I, fue un rey
enérgico, con capacidad política y militar, y pudo restaurar los antiguos términos de Israel,
desde Hamat, ciudad sobre el Orontes a ciento sesenta kilómetros al norte de Damasco que
había formado parte del territorio de Salomón (1 R. 8:65), hasta la mar de la llanura, el mar
Muerto. Esto fue de acuerdo al anuncio de Jonás (profeta cuyo escrito tenemos en la Biblia),
a quien Jehová inspiró a hablar favorablemente al rey, puesto que según sus propósitos, aún
había de permanecer en pie el reino de Israel.
B. PROFECIA DE JONAS
Jon. 1:1–4:11.
La Profecía de Jonás es con toda seguridad la más conocida por el pueblo cristiano entre
todas las profecías de la Biblia: por la sencillez de su relato, y por el carácter extraordinario
de lo que en ella se narra, ha sido estudiada y comentada. Este interés no se limita a nuestra
generación, sino que en el primer siglo era conocida y usada, y de ella sacó Jesús una de sus
más hermosas figuras de la resurrección. También tomó nuestro Señor al rebelde profeta,
predicando a la impía ciudad de Nínive, como tipo de su propio ministerio en las ciudades de
Galilea.
Lástima es que el sencillo relato de Jonás tragado por el pez, haya sido seleccionado por los
escépticos como blanco especial en sus ataques contra la Biblia, siendo olvidada en esto la
hermosa lección de la misericordia de Dios, el que trató no solamente con su pueblo escogido,
sino con toda nación, sin parcialidad.
El libro de Jonás tiene más afinidad con los libros históricos como Reyes y Crónicas que con
los escritos proféticos, y es parecido en estilo a los relatos de Elías y Eliseo. Sin embargo, no
hay evidencia de que haya sido relacionado jamás con estos libros, y desde tiempos antiguos
ha tenido su lugar entre los Doce.
Jonás evidentemente gozaba de mucha influencia con el rey poderoso Jeroboam II, que creyó
su predicción en cuanto al triunfo que había de realizar sobre sus enemigos y, siguiendo sus
consejos, logró extender los límites de su país (2 Reyes 14:25) (comp. Aglen). Los judíos
testificaban a su alto concepto del profeta, haciendo leer su libro en la liturgia del Día de la
Expiación.
Con respecto a la controversia que se ha levantado tocante a este libro, dice Pidge: “Aunque
contiene concepciones altas de la naturaleza divina y se acerca más al espíritu del Nuevo
Testamento que cualquier otro libro del Antiguo Testamento, los hombres, dentro y fuera de
la Iglesia, han disputado amarga e incesantemente sobre lo milagroso del libro, haciendo caso
omiso de sus enseñanzas hermosas e inspiradoras” (Jonah, pág. v).
La Profecía de Jonás se trata en tres capítulos, según el siguiente bosquejo:
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JONAS.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JONAS.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JONAS.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JONAS
Jon. 1:1–4:11.
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1. Nombre y parentela del profeta


El nombre de Jonás, que significa paloma (heb. yonah), se encuentra solamente una vez en
el Antiguo Testamento (2 Reyes 14:25), fuera de la profecía que lleva su nombre, siendo
aceptada generalmente (por Keil, Driver, Raven, Pfeiffer, etc.) la opinión de que el profeta
que figura en el libro de Jonás es el mismo que se refiere en el pasaje citado de Reyes. En
ambos libros se dice que era hijo de Amitai (VM), o de acuerdo con el uso hebreo sería Ben-
amitai (ben significando hijo), nombre que es raro, no ocurriendo en otra parte del AT. Fuera
de los datos que sacamos de su profecía, no sabemos nada de Jonás sino el lugar de su
habitación, Gat-hefer (VM), que significa lagar de Hefer, probablemente el Gat-hefer de Jos.
19:13, en Zabulón, y la pequeña predicción que hizo en tiempo de Jeroboam (comentada
antes), referida en 2 Reyes 14:25.
2. Vida y ministerio de Jonás
Sabemos que el ministerio de Jonás se desarrolló en Israel y en Asiria, pero de los detalles
de él no conocemos más de lo dicho en las referencias bíblicas citadas antes. En el tiempo de
Jeroboam II, rey de Israel, Jonás profetizó la reconquista de los límites orientales de Israel (2
Reyes 14:25, cuya nota véase), y por el libro de Jonás nos enteramos de los siguientes hechos
de su personalidad y ministerio.
Jonás, comisionado por Dios para ir a Nínive a fin de llevar a sus ciudadanos un mensaje de
juicio, no obedeció, sino que partió en sentido contrario, embarcando en Joppe en una nave
rumbo a Tarsis (probablemente una colonia fenicia, Tartéside, en España). En el viaje,
durmiendo él, se suscitó una terrible tempestad. Mientras los marineros descargaban la nave,
el capitán bajó a levantar al profeta de su sueño, aconsejándole que clamara a su Dios.
Después, pensando los supersticiosos marineros que por culpa de alguno en el barco venía el
peligro, echaron suertes, con lo cual cayó sobre Jonás la responsabilidad, quien confesó su
pecado y recomendó que lo echasen al mar. Después de hacer otro esfuerzo para salvar al
barco, accedieron al pedido del profeta y lo tiraron al mar, que en seguida se calmó.
Jonás, siendo tragado por un gran pez que “Jehová había prevenido”, permaneció en su
vientre por tres días y tres noches, después de lo cual oró a Jehová en palabras que recuerdan
algunos de los salmos (comp. Sal. 42:7; 31:22; 16:10; 18:6; 50:14). Arrepentido, prometió
cumplir con lo que Jehová había encargado sobre él y fue vomitado sobre la orilla del mar.
Caminando a Nínive, pregonó su mensaje de juicio: “De aquí a cuarenta días Nínive será
destruída.” Todos, desde el rey hasta el menor de los habitantes, se cubrieron de saco y se
sentaron sobre ceniza; viendo Dios esta prueba de arrepentimiento cambió la sentencia de
muerte y dejó en pie a la ciudad.
Jonás, enojándose mucho porque la ciudad se había arrepentido, se sentó cerca para ver qué
pasaría, temiendo ya, en vista de la humillación del pueblo ninivita, que no se cumpliría su
predicción. Para enseñar al profeta una lección, Dios hizo crecer una calabaza que protegiera
al profeta del calor del sol, por lo cual el varón de Dios se alegró. Siendo herida al día
siguiente la calabacera por un gusano, el sol y el viento solano daban directamente sobre la
cabeza del infeliz profeta, que casi se desmayó, diciendo su espíritu contrariado y
encaprichado que deseaba la muerte. Habiéndose alegrado primeramente por la calabacera
porque ésta contribuía a su comodidad, ahora se entristeció porque se había secado; así Dios
le mostró cuan equivocado estaba: el profeta se preocupaba más de la planta y de su propio
bienestar físico, que de la gran ciudad con sus miles de personas.
3. Motivo de la huída del profeta
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Varios motivos han sido sugeridos por los intérpretes para explicar la huída de Jonás al recibir
el llamamiento de Jehová: i. Jonás no quería predicar y salvar a una nación que ya aparecía
como un enemigo fuerte de Israel, y así explican Robinson, Fausset, y Aglen. ii. Temía que
Jehová no ejecutaría el juicio prometido si él iba a predicar a los ninivitas, explicación que
acepta Bewer. iii. Jonás no quería ser considerado después como profeta de mentiras o de
equivocaciones, según Henderson, razón que dan Fausset, y Aglen, además de la referida
antes. De estas razones la más probable parece ser una combinación de la segunda y la
primera: Según el 4:2, el profeta tenía miedo de que el prometido juicio no sería aplicado, si
él predicaba y la gente se arrepentía; además, Asiria, una nación fuerte y agresiva, a la cual
ya había pagado tributo Israel en tiempos de Jehú, aparecía a los profetas como un enemigo
más fuerte que Siria u otra de las pequeñas naciones vecinas.
4. Carácter de Jonás como profeta
El carácter de Jonás no se compara favorablemente con el de otros profetas: Desobediente al
primer llamamiento de Dios, enojadizo, perverso, caprichoso, estrecho en sus sentimientos y
sumamente nacionalista, no se destaca como modelo entre los profetas, hecho que se alega
en contra de la historicidad de la profecía. Sin embargo, por más que este hombre tuviera
fallas, Dios lo utilizó, y él hizo (por fin) la voluntad de Jehová, comunicando el mensaje
divino a los oyentes indicados. En otros casos también, los profetas, al ser llamados por Dios,
habían resistido al principio, antes de ceder a la voluntad de Dios, como, por ejemplo, Moisés
y Jeremías, siendo Jonás el ejemplo clásico del profeta que más se negó. Antes de criticarlo
con severidad, recordemos nuestros propios defectos, y nuestra falta de idoneidad para el
ministerio.
5. Historicidad de la Profecía de Jonás
Aunque muchos argumentos se han presentado para disputar la autenticidad histórica de la
Profecía de Jonás, el libro ha ocupado desde tiempos antiguos su lugar en el canon, y ha sido
citado por Jesús como si la considerase una historia verídica. Desde el principio su relato de
acontecimientos poco corrientes ha llamado la atención de escépticos y ateos, los cuales se
han basado en gran parte sobre este relato, y sobre otros parecidos, para combatir la Biblia.
Véase un caso paralelo de un hombre tragado por un tiburón, citado por Robinson (Los Doce
Profetas Menores, pág. 84 y sig.); como dice este autor, la conversión de Nínive “es la más
grande maravilla de las dos.” Rechazan la historicidad del libro Pidge, Bewer, Graham,
Driver, Horton, Smith, Dummelow, Pfeiffer, y otros, mientras que la aceptan Clarke,
Robinson, Perowne, Henderson, Angus y Green, Sampey, Keil, Raven, y otros autores
conservadores.
6. Autor y fecha de la Profecía de Jonás
No se sabe quién fue el autor de esta profecía. Perowne, Wolfendale, Sampey, Keil, Raven,
y otros creen que el profeta mismo escribió su libro. Probablemente no fue escrito por Jonás
(con lo que concuerdan Orelli, Pidge, Aglen, Bewer, Horton, Smith, Driver, Dummelow,
Pfeiffer, y otros), por las siguientes razones: La narración es en tercera persona, un indicio
probable, aunque no concluyente, de que Jonás no es el autor, (puesto que en la antigüedad
muchos autores empleaban este método: Jenofonte, Tucídides, César, y en la Biblia, Juan,
Lucas, y otros). De mayor importancia en relación con esto es la ausencia de datos históricos
concretos (como los que aparecen en Reyes, Crónicas, Esdras, Nehemías, y otros), lo que
indica una fecha más posterior que la época del profeta. A esto agregamos el hecho de que
del versículo 3:3 de la Profecía se desprende que la ciudad de Nínive ya no existía: “Y era
Nínive ciudad sobremanera grande.” Habiendo sido destruída Nínive en el año 612, lo
probable es que el libro fue escrito después de esta fecha. La tendencia moderna parece ser
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la de extender la fecha hasta después del destierro (y así creen Orelli, Aglen, Bewer, Driver,
Smith, Horton, Dummelow, Pfeiffer, y otros): la presencia de muchas palabras caldeas, y
otras afinidades con el idioma caldeo, indica, según creen muchos, una fecha más avanzada.
La fecha de actuación del profeta Jonás, dentro de los límites del reinado de Jeroboam II
(790–749 a. de J.C), es también difícil de fijar. Puesto que el relato bíblico lo pone antes del
asesinato de Amasías, rey de Judá, que se verificó en 771 a. de J.C, lo podemos fechar en
785–771.
7. Lecciones de la Profecía de Jonás
La universalidad de la Profecía de Jonás es su característica más notable, siendo su lección
principal que Dios deseaba la conversión de los paganos, con la obligación de los hebreos a
predicarles. Otras lecciones son: La tolerancia de Dios con los errores humanos; la
posibilidad de que un hombre débil puede ser utilizado por Dios; la recompensa que el
arrepentimiento trae.
8. Propósito de la Profecía de Jonás
Con su idea principal, la universalidad, se relaciona íntimamente con el propósito de la
Profecía de Jonás: El autor se propone mostrar que los hebreos tienen una misión a las
naciones paganas, y que Dios desea la conversión de éstas.
9. Análisis de la Profecía de Jonás
Hallamos cuatro divisiones principales en la Profecía de Jonás, que siguen:
LLAMAMIENTO DE JONAS Y SU HUIDA. 1:1–16.
PERMANENCIA DE JONAS EN EL VIENTRE DEL PEZ. 2:1–11.
PREDICACION DE JONAS EN NINIVE. 3:1–10.
ENOJO DEL PROFETA. 4:1–11.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JONAS
Jon. 1:1–4:11.
1. Llamamiento de jonás y su huida.
1:1–16.
i. Comisión del profeta.
1:1, 2.
ii. Huída del profeta de la presencia de Dios.
1:3.
iii. La tempestad.
1:4.
iv. Temor de los marineros.
1:5a.
v. Despertamiento de Jonás.
1:5b, 6.
vi. Caída de la suerte sobre Jonás.
1:7.
vii. Pregunta de los marineros a Jonás.
1:8–10.
viii. Jonás es arrojado en el mar.
1:11–16.
2. Permanencia de Jonás en el vientre del pez.
2:1–11.
i. Jonás tragado por el pez.
2:1.
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ii. Oración de Jonás.


2:2–10.
iii. Jonás es vomitado a la orilla del mar.
2:11.
3. Predicación de Jonás en Nínive.
3:1–10.
i. La segunda comisión.
3:1, 2.
ii. Llegada de Jonás a Nínive, y predicación.
3:3, 4.
iii. Arrepentimiento de Nínive.
3:5–9.
iv. Perdón de la ciudad.
3:10.
4. Enojo del profeta.
4:1–11.
i. Oración del profeta pidiendo la muerte.
4:1–3.
ii. Reprensión al profeta.
4:4.
iii. Jonás y la calabacera.
4:5–11.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JONAS
Jon. 1:1–4:11.
La Profecía de Jonás es un libro sencillo, siendo su sentido fácilmente comprendido; además
una gran parte de los problemas que el profeta y su libro presentan han sido tratados en la
Introducción; por esto sólo se da aquí una exposición breve.
1:1. Amittai: Padre de Jonás, su nombre significa veraz o verdadero.
1:2. Nínive: Capital de Asiria, probablemente fue fundada por los babilonios (Gén. 10:10–
12); y estaba situada sobre la orilla oriental del Tigris, frente a la ciudad moderna Mosul.
Algunos críticos dudaban de que hubiese existido hasta que su antiguo sitio fue hallado y
comprobado por Botta, en 1842 (Price, Monuments and the Old Testament, pág. 31 y sig.).
1:3. Tarsis: Tartéside, en España. El motivo de Jonás, al huir de la presencia de Jehová, ha
sido comentado en la Introducción.
1:5. Cada uno llamaba a su dios: Los marineros eran, con toda probabilidad, fenicios, y
politeístas.
1:6. El maestre de la nave: Heb., rav hajovel: amo del que maneja la soga, y de ahí, capitán
del barco.
1:10. ¿Por qué has hecho esto?: El motivo de la huída de Jonás había sido ya comunicado a
los marineros, como el narrador ahora nos informa: Porque se lo había declarado.
1:12. Tomadme, y echadme a la mar: Creo que Jonás pidió que se le echara en el mar por
cuanto el espíritu de contrariedad que le impulsaba a huír de Jehová, ahora lo animaba a
buscar la muerte antes que ir a predicar a los ninivitas.

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


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1:14. Entonces clamaron a Jehová: El arrepentimiento de paganos, que Jonás no quería ver
yendo a Nínive, lo vio aquí en el mar (comp. Smith).
2:1. Mas Jehová había prevenido un gran pez: Aunque generalmente ha sido entendido que
era una ballena, por la traducción de las palabras de Jesús, en Mt. 12:40, tanto la palabra
griega empleada allí (ketos) como las palabras hebreas aquí (dag gadol) denotan un pez
grande, sin señalar la clase (Henderson, Thayer, en su Lexicon, Bewer, etc.), que podía o no
ser una ballena. La palabra prevenido no denota una acción especial de creación, sino que se
refiere al hecho de que Jehová envió al pez al lugar (comp. Perowne, Bewer, Henderson,
Pidge, y otros).
2:3–10. El salmo de Jonás.
En palabras que recuerdan los salmos, Jonás declaró su arrepentimiento y su disposición a
seguir la voluntad de Jehová.
3:3. Y era Nínive ciudad sobremanera grande, de tres días de camino: Esto se refiere a la
circunferencia de la ciudad (y así lo entienden Perowne, Henderson, y otros); contando el
viaje de un día como treinta kilómetros, la circunferencia de la ciudad era de unos noventa
kilómetros.
3:4. De aquí a cuarenta días Nínive será destruida: Anduvo Jonás por toda la ciudad
anunciando a voz en cuello su mensaje breve pero inminente.
3:5. Y los hombres de Nínive creyeron: Se arrepintió el pueblo el primer día que Jonás
predicó.
3:6. El rey de Nínive … cubrióse de saco: Se colmó el arrepentimeinto de la ciudad con la
humillación del rey. La falta del nombre del soberano es uno de los datos que indican una
fecha posterior.
3:10. Dios … arrepintióse del mal que … les había de hacer: Los propósitos de Dios se
acondicionan a menudo sobre la actitud de los hombres: Se proponía destruir si seguían en
su camino impío, salvar si se arrepentían; al convertirse los ninivitas, eligió Dios la segunda
alternativa.
4:1, 2. Jonás … enojó … y dijo: … Por eso me precaví huyendo a Tarsis: porque sabía yo
que tú eres Dios clemente: El motivo de la huída de Jonás ha sido comentado en la
Introducción a la Profecía de Jonás, 3.
4:3. Ruégote que me mates: Jonás, desesperado porque la ciudad se arrepentía, pidió la
muerte.
4:4. Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?: La reprensión de Jehová era suave
y bondadosa; El comprendía mejor que nosotros el espíritu que impulsaba al profeta.
4:5. Hízose allí una choza: Una vivienda provisional de ramas, como aquélla que hacían los
hebreos en la fiesta de los tabernáculos (Lev. 23:42; Neh. 8:14–16). Y se sentó … hasta ver
qué sería de la ciudad: Jonás, aunque tenía ya confianza de que la ciudad no sería destruída
(por su conocimiento de la misericordia de Dios), espera en la vecindad, con una esperanza
débil de que aún vería el juicio de Dios sobre ella.
4:6. Y preparó Jehová Dios una calabacera: Aquí preparó en el sentido de 2:1, cuya nota
véase. Probablemente no era la calabacera, una planta cucurbitácea, sino el ricino (ricinus
communis) (y así la explican Perowne, Bewer, Henderson, etc.), que es abundante en esta
región, que tiene hojas grandes que hacen sombra, y que rápidamente crece a una altura de
tres metros o más.

comp. compárese; compárense.


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4:8, 9. Preparó Dios un recio viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza: El viento
solano (el siroco) de que se habla aquí es un viento caliente y seco que sopla a través del
desierto árabe durante los meses del verano, produciendo un letargo general en la región
(comp. Bewer, Henderson, etc.). Habiéndose secado el ricino, por el gusano entrado en él,
fue dejado Jonás sin abrigo. Nuevamente pidió la muerte, afirmándose más en su terquedad.
4:10, 11. Tuviste tú lástima de la calabacera … ¿Y no tendré yo piedad de Nínive …?: Jonás,
pensando en su propia comodidad, se entristecía por la destrucción de la planta. ¡Cuánto más
piensa Dios en la ciudad con sus multitudes!
Grande ciudad donde hay más de ciento y veinte mil personas que no conocen su mano
derecho ni su mano izquierda: Esta expresión se emplea, no con referencia a la torpeza moral
y espiritual de la población de Nínive, sino con referencia a los niños (y así lo entiendien
Fausset, Aglen. Horton, Bewer, Orelli, Perowne, FTA, etc.). Calculando que los niños
formaban la quinta parte de la población, vemos que la ciudad tenía como seiscientas mil
personas.
C. REINADO DE UZIAS (AZARIAS), REY DE JUDA
2 R. 14:17–22.2 Cr. 25:25–26:15.

15:1–4.
1. Ultimos días de Amasías, rey de Judá
2 R. 14:17–20. 2 Cr. 25:25–28.
Vivió Amasías quince años después de la muerte de Joás, rey de Israel; fue asesinado el año
771 a. de J.C. en una conspiración tramada en Jerusalén, habiendo él huído a Laquís, ciudad
que estaba a unos sesenta kilómetros al sudoeste de Jerusalén. De allí fue traído y sepultado
en la ciudad de David.
2. Reinado de Uzías solo en Jerusalén
2 R. 14:21; 15:1, 2. 2 Cr. 26:1, 3.
Después del asesinato de Amasías, Uzías llegó a reinar solo en Jerusalén. Siendo de dieciséis
años, reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. El principio de su reinado lo debemos contar
desde el año 785 cuando llegó a ser regente con su padre, Amasías, al tener dieciséis años,
finalizando su reinado en 735 a. de J.C. El año veinte y siete de Jeroboam que se menciona
aquí, coincidente con el principio de su reinado, debe ser el año quince de Jeroboam, número
con que fácilmente se confunde en el hebreo (y así lo entienden Keil en su nota de 2 R. 15:1–
7; Skinner, etc.).
3. Carácter y obra de Uzías
2 R. 14:22; 15:3, 4. 2 Cr. 26:2, 4–15.
Uzías era un rey recto, siguiendo la ley de Jehová, aunque permitió que el pueblo sacrificase
a Jehová en diversos lugares res de Palestina, donde desde épocas antiguas había santuarios
sagrados a Dios. Hizo fortificaciones por todo Judá, y con su reinado se inició una era de
prosperidad y adelanto nacional. Pudo vencer en batalla a los filisteos, a los árabes, y a los
ammonitas. Desarrolló también la agricultura del país, y la industria ganadera. Reorganizó

FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.


a. antes (en fechas).
J.C. Jesucristo (en fechas).
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también el ejército, agrandándolo, y puso en Jerusalén máquinas de defensa, especialmente


catapultas para arrojar saetas y piedras.
D. PROFECIA DE AMOS
Am. 1:1–9:15.
La Profecía de Amós es llamativa por su claridad de estilo, su felicidad en la selección de sus
figuras, la hermosura de sus visiones, y su capacidad al presentar su mensaje al pueblo, tanto
en su estilo y vocabulario, como en el coraje y la firmeza con que lo presentó. Como dice
Horton, “Tras el mensaje fue el hombre.” Amós entendía la psicología del auditorio con gran
sabiduría, después de condenar los pecados de las naciones alrededor de Israel, hasta ganar
la confianza y la aprobación de sus oyentes, les anunció el juicio de Dios sobre ellos.
En contraste con Oseas, profeta de amor, Amós era austero, predicando la ira de Dios sobre
la maldad de los hombres. Harper, al describir su personalidad, dice, “No era hombre devoto,
como Isaías, ni emotivo, como Oseas.”
Aunque era natural de Judá, Amós realizó su ministerio profético en Israel, no habiendo
ninguna referencia a una obra desarrollada en su país natal. En esto se distingue de otros
profetas hebreos que predicaban a su propio pueblo, menos Jonás, que fue a reprender a los
ninivitas. Probablemente salió Amós de su obscuridad para llevar su mensaje en una sola
ocasión, comisionado por Jehová para hacer esto y nada más. Su esfuerzo para divorciarse
del orden profético (Am. 7:14) en general, hace razonable la conclusión de que hizo una obra
única y breve.
Aunque Amós era hombre campesino, no por esto hemos de pensar que le faltase cultura; al
contrario, era uno de los más grandes de los profetas hebreos. Como dice G. A. Smith,
“Hemos hallado en este libro, no sólo una aventura heroica, sino una serie progresiva de
visiones, con alguna evidencia de desarrollo de hechos y de ideas. En breve, tras el libro late
un corazón.”
Tres capítulos se dedican a la exposición de la Profecía de Amós, como sigue:
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE AMOS.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE AMOS.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE AMOS.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE AMOS
Am. 1:1–9:15.
Algunas palabras descriptivas hemos dicho ya con respecto al profeta hebreo Amós. En este
capítulo introductorio se tratará su vida y ministerio, los tiempos en que vivió, la fecha de su
actuación, y el estilo y carácter de su libro.
1. Vida y ministerio del profeta Amós
i. Nombre y parentesco
El nombre de Amós viene de una palabra hebrea amós, que significa carga, nombre que no
ha de confundirse con Amoz, padre de Isaías (voz que tiene otra ortografía), error que
cometían algunos de los Padres de la Iglesia que no conocían el hebreo. En contraste con
algunos de los otros profetas, nada se dice con respecto al padre de Amós, por lo cual nada
sabemos de él ni de otros de sus parientes. Lo probable es que éstos eran gente humilde, sin
ninguna de las ventajas que provienen de la riqueza o de una alta posición social.
ii. Pueblo natal
Amós vivía en un pueblo llamado Tecoa, a unos veinte kilómetros al sur de Jerusalén. Era
una región montañosa y completamente desolada, sólo apropiada para criar ganado, cabras y
ovejas, no siendo de ninguna utilidad para la agricultura.
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iii. Oficio
Amós era pastor de ovejas, como él mismo dice. Su oficio, a pesar de ser humilde, era digno
en Israel, ya que aun reyes habían sido pastores, y lo habían desempeñado con honor y para
la gloria de Dios. Muchas de las canciones más hermosas del himnario de Israel venían de la
experiencia de sus autores como pastores de ovejas (Sal. 19, 23, etc.), y muchos de los
profetas obtenían sus figuras más llamativas de esto. Amós también se valió de sus
experiencias en la vida solitaria de pastor para enseñar lecciones espirituales a los corazones
de su auditorio.
También dice Amós en su conversación con Amasías, sacerdote de Betel (7:10–17) que era
cogedor de cabrahigos. El cabrahigo de que habla Amós era una variedad del sicómoro, muy
común en el sur de Palestina, que daba un fruto que comían los pobres. Alrededor de los
pozos y oasis, en el desierto de Judá, se puede ver aún hoy día pequeños grupos de árboles
frutales, cabrahigos y otros, que cultivan los pastores para variar su régimen de leche y carne.
El fruto del sicómoro crece en racimos como la uva. La mejor definición de un cogedor de
cabrahigos parece ser pellizcador de cabrahigos. Para apurar el procedimiento de
maduración, era preciso pellizcar el fruto (comp. Gesenius, Harper, etc.).
La palabra que se traduce pastores en Am. 1:1 (noqued) denota los pastores de una clase de
oveja pequeña de forma fea, con piernas cortas, pero con una lana selecta de gran valor.
iv. Preparación de Amós para su ministerio
Se creería que un hombre que toda la vida había actuado de simple pastor de ovejas, lejos de
las ciudades, difícilmente podría servir como anunciador de un mensaje que tuviera mucha
influencia sobre la gente culta de las ciudades. Quizás nos sorprenda el conocimiento que
muestra el profeta de la geografía de los países alrededor de Palestina, de la bajeza moral de
éstos, y de sus problemas sociales. Pero hemos de recordar que el profeta, a pesar de vivir en
una región desolada, tenía que ir a los grandes mercados en ciertas épocas del año para vender
el producto de sus rebaños, y en estas oportunida des hablaba con hombres de muchas
naciones. Además, a una hora de distancia de Tecoa estaba la carretera principal que unía a
Hebrón con el norte de Palestina, camino en que pasaban los peregrinos en viaje a los centros
de culto como Beerseba y Jerusalén. En muchas ocasiones tenía oportunidad para hablar con
éstos y con otros viajeros. Estando solamente a veinte kilómetros de Jerusalén, no se puede
pensar en él como completamente aislado de los asuntos de interés de su día. De ahí viene su
conocimiento íntimo de los problemas y pecados que caracterizaban la vida nacional e
internacional de su día.
v. Llamamiento y carácter del profeta Amós
El profeta Amós no nos informa tocante a su llamamiento al ministerio de profeta. No registra
en su profecía ninguna visión, ni crisis, en que escuchara la voz de Jehová a estilo de Isaías
(cap. 6), o de Jeremías (cap. 1), o de Ezequiel (cap. 1). En Betel, sosteniendo el profeta una
entrevista con Amasías, sacerdote de esa ciudad, le dijo éste, “Vidente, vete, y huye a tierra
de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allí” (7:12). La contestación de Amós arroja luz sobre
su concepto de sí mismo, así como sobre su relación con el grupo llamado “hijos de los
profetas.” Dijo Amós, “No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y cogedor
de cabrahigos: Y Jehová me tomó de tras el ganado, y díjome Jehová: Ve, y profetiza a mi
pueblo Israel” (7:14, 15). Amós no profetizaba por el dinero, sino que sintió en su ser un
fuego que le quemaba y que le hacía ir a anunciar el mensaje de Jehová en Israel. Parece que
en esta época existía un grupo de profetas que recibían dinero por sus profecías, ajustándose
a las necesidades y condiciones del momento al entregar sus mensajes, como los profetas que
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anunciaron a Acab la victoria cuando él y Josafat iban a la guerra con Siria (1 Reyes 22:6).
Para tales profetas Amós no tenía sino desdén y escarnio.
El llamamiento de Dios fue lo que hizo de Amós un recipiente adecuado para llevar el
mensaje divino a una generación corrompida, llena de inmoralidad, en que la injusticia social
era un hecho aceptado, aprovechándose los ricos de los pobres y oprimiéndolos para sacar de
ellos algún beneficio material en que el concepto del profeta había rebajado al de un hombre
que se entregaba a su tarea para ganarse la vida, profetizando la cosa que deseaba el que le
pagaba. Para no ceder a las tentaciones que habían corrompido ya a los demás profetas de
Jehová, Amós necesitaba de un carácter cristalino, formado más bien en un ambiente aparte
de la influencia corruptiva de las ciudades, criado en una atmósfera que favorecía la
meditación, y más que todo, una vocación de Dios mismo para la tarea a la cual él destinaba
a su siervo.
Amós era hombre del campo, pero amplia oportunidad había tenido para observar la vida
fácil, lujosa, e irreligiosa de las clases altas de las ciudades, a quienes él denunció con
palabras de fuego, que ardían al salir de sus labios, y que quemaban al penetrar en los
corazones de su auditorio.
vi. Lugar de actuación del profeta Amós
Amós era natural de Judá, pero el lugar de su actuación como profeta fue Israel, en la ciudad
de Betel, uno de los centros del culto de Jehová en el reino del norte. Amasías, el sacerdote,
llamó a este lugar “santuario del rey, y cabecera del reino” (7:13). Fue uno de los dos lugares
donde Jeroboam I estableció el culto del becerro de oro (siendo el otro Dan) haciendo así una
combinación de la religión de Jehová con el culto popular. Amós no tuvo nada que decir
tocante al culto de los becerros (así como tampoco dijeron Elias o Eliseo nada al respecto,
aunque aquél fue enviado al lugar en una ocasión: 2 Reyes 2:2), de modo que es posible que
este aspecto del culto había desaparecido antes de su tiempo; contra esto sería la tradición
judía, de dudoso valor, de que Sargón llevó el becerro de oro de Betel cuando conquistó el
país en 722 a. de J.C.
De cualquier forma, Betel tenía en la época de Amós una importancia muy grande, y tanto él
como Oseas clamaron vigorosamente en contra del culto medio pagano que tan lujosamente
se desarrollaba allí, que bien reflejaba las vidas livianas y corrompidas de quienes
participaban en él.
Al anunciar su mensaje sobre el juicio de Dios, y al denunciar las vidas malas de los israelitas,
no es de sorprender que Amós tropezara con una oposición fuerte de parte de los dirigentes
religiosos de Betel, porque criticaba hasta las prácticas religiosas en este lugar que fue santo
para todo Israel.
Aunque nada sabemos del fin de la vida de Amós, hemos de suponer que, al terminar su
ministerio en Betel, volvió a Tecoa para escribir sus profecías, cumpliendo sus días en
tranquilidad y en paz (comp. Driver). Según una tradición posterior de poca confianza (citada
por Orelli), Amós murió martirizado, a manos de Amasías y su hijo.
2. Los tiempos de Amós
i. Reyes contemporáneos
Amós desempeñó su ministerio en los tiempos de Uzías (Azarías), rey de Judá, y Jeroboam
II, rey de Israel, según lo que él mismo dice en su profecía (1:1).
ii. Prosperidad de Israel bajo Jeroboam II
Durante el reinado de Jeroboam II, el reino de Israel alcanzó la mayor prosperidad de su
historia: su reinado marcaba el nivel más alto de la influencia política del reino septentrional,
así como la extensión más grande de sus términos. En las épocas inmediatamente antes del
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reinado de Jeroboam II, los israelitas perdían terreno frente a las conquistas de los sirios.
Bajo Jehú se había perdido todo el territorio al este del Jordán (2 Reyes 10:32, 33). Bajo
Joacaz, hijo de Jehú, la situación de Israel tampoco fue envidiable: Según 2 Reyes 13:7, “no
le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, y diez carros, y diez
mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los había destruído, y los había puesto como polvo
para hollar.” Durante el reinado de Joás, hijo de Joacaz, los israelitas ganaron tres victorias
sobre los sirios; habiendo seguido Joás las instrucciones de Elíseo cuando moría, pudo
restituir las ciudades de Israel que habían sido quitadas por Siria en los tiempos de su padre
y abuelo (2 Reyes 13:14–25). En el reinado de Jeroboam II se recuperó el territorio que
antiguamente pertenecía a Israel: “El restituyó los términos de Israel desde la entrada de
Amath hasta la mar de la llanura” (2 Reyes 14:25), o sea, desde Hamat, ciudad sobre el
Orontes, a unos ciento sesenta kilómetros al norte de Damasco, que había pertenecido a
Salomón (1 R. 8:65), hasta el mar de la llanura, o sea, el mar Muerto.
iii. Corrupción moral de Israel
Con el éxito en la guerra vino la prosperidad material y el corazón del pueblo se jactó en sus
hazañas. Así, en Am. 6:13, el profeta los representa como diciendo, “¿No nos hemos
adquirido potencia con nuestra fortaleza,?” pasaje que tipifica bien el orgullo del pueblo, que
atribuía a sus propias fuerzas las victorias realizadas.
Con la prosperidad temporal, vino también la corrupción moral: una vida fácil y de lujo no
produce fuerza espiritual. Creían que Jehová estaba con ellos, lo que daban por sentado sin
tener en cuenta de que sus vidas mundanas anulaban la presencia de Dios con ellos, y que su
prosperidad, para ellos un inicio del favor de Jehová, era ilusoria y provisional.
iv. Condenación de las injusticias en Israel por Amós
La riqueza de que disfrutaba una porción pequeña de la población no había sido conseguida
por medios honrados, sino que era más bien un resultado de la falta de honradez y la opresión.
En 8:4–6 dice el profeta, “Oid esto, los que tragáis a los menesterosos, y arruináis los pobres
de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos
los alfolíes del pan, y achicaremos la medida, y engrandeceremos el precio, y falsearemos el
peso engañoso; para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos,
y venderemos las aechaduras del trigo?”
En 6:1–6 el profeta hace referencia a la vida de lujo y de ociosidad que pasaban los nobles,
que nada simpatizaban con la suerte y miseria de los pobres: “Duermen en camas de marfil,
y se extienden sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los becerros de en medio
del engordadero; Gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos músicos, como David;
Beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se afligen por el
quebrantamiento de José.”
Por todos estos pecados, el profeta denunció a los adalides del pueblo, quienes no usaban su
influencia para aliviar la suerte del pueblo común, dejándose engañar con una falsa
presperidad y una expresión religiosa externa y formal, creyendo que estaban bien. Y con las
denuncias del pecado, el profeta también advirtió al pueblo sobre los males que habían de
venir, el castigo de su pecado. Casi todas las secciones de la Profecía terminan con una
advertencia en cuanto al fin que les esperaba: la invasión, la destrucción, y el destierro.
v. La sombra de Asiria
Ya cuando escribía Amós, el poderío de Asiria hacía sombia a la vida nacional de Israel.
Jehú, en tiempos anteriores, había pagado tributo al rey de Asiria. Aun antes Acab había
mandado tropas para cooperar con otros países vecinos de Israel para poner fui al avance del
terror asirio hacia el oeste.
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Más de una expedición asiria había sido llevada a cabo en el siglo anterior a Amós, y fue
siempre un peligro inminente. En el 5:27 dice el profeta, “Hareos pues transportar más allá
de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos.” Sin duda pensaba Amós
en los asidos cuando dijo estas palabras. Cumpliéndose al pie de la letra la profecía de Amós,
apenas treinta años después, vino Salmanasar a las puertas de Samaria para sitiarla. Después
de tres años, su sucesor Sargón levantó sus banderas dentro de las murallas de la ciudad.
Destruída la capital de Israel, fue transportado el pueblo “más allá de Damasco,” para no
volver jamás a su tierra, identificándose con la gente a donde fue desterrado.
3. Fecha de la Profecía de Amós
Como nos dice el mismo profeta, su ministerio se desarrolló en el reinado de Jeroboam II,
rey de Israel desde 790 a 749 a. de J.C., y el de Uzías, rey de Judá entre 785 y 735. Los
primeros quince años del reinado de Uzías corresponden a los últimos quince de su padre
Amasías, puesto que él correinaba con el padre, o sea, hasta el año 771. Es probable, pues,
que Amós empezó su ministerio después del año 771, por cuanto no hace referencia a
Amasías. Jeroboam I, murió en el año 749, por lo cual el fin del ministerio de Amós lo
tenemos que poner antes de 749. Las fechas terminantes del ministerio de Amós son 771 a
749.
En el sobrescrito de su Profecía, Amós menciona un terremoto que se verificó dos años
después que él empezó su ministerio. Pero, aunque este temblor es mencionado en otro pasaje
bíblico (Zac. 14:5), no hay dato que nos indique cuándo se verificó.
Puesto que la época de Amós parece ser una de tranquilidad y de paz, una fecha hacia
mediados del siglo octavo a. de J.C. parece acertada. En cambio, los primeros años de
Jeroboam fueron años de lucha cuando se establecía la posición económica y política de
Israel. Driver lo pone entre 760 y 750; G. A. Smith, “a mediados del siglo octavo a. de J.C.;”
Pfeiffer, 750; Harper, y Hatch, 765–750; Horton, 753–43. Algunos siguen la antigua y
anticuada cronología, como Pusey, 809–784; Reynolds y White-house, 780; Keil, 810–783;
Wolfendale, 808–782. Pongo la fecha del libro en 760 a. de J.C., y así la aceptan Sampey,
Cartledge, Hester, Watts, Herring, J. Robinson, Angus y Green.
Algunos (Driver, Horton, y otros) creen que la profecía de Amós es la más antigua que
poseemos. Pusey cree que empezó su ministerio después que Oseas, y terminó antes. Yo he
puesto Joel antes de Amós; aun cuando el profeta Jonás actuó antes que Amós, su libro fue
escrito mucho después, según me parece, como tengo dicho ya.
4. Estilo de la Profecía de Amós
El estilo de la Profecía de Amós es puro y de un carácter muy elevado (comp. Harper y otros).
Henderson describe su estilo así: “Aunque faltando sublimidad, está distinguido por su
perspicacidad y regularidad, belleza y elegancia, energía y plenitud.”
Representa el idioma hebreo en su mejor estado. A pesar de ser hombre del campo, un pastor
de ovejas y cultivador de sicómoros, sin pretensiones a la cultura, Amós escribió en un
lenguaje excelente. Podemos explicar este fenómeno sobre la base de la universalidad del
don de la oratoria entre los pueblos semíticos, así como entre muchos pueblos primitivos,
como los indios de América: el don de la palabra era natural, y con él venía la elocuencia; el
orador empleaba un lenguaje artístico con figuras vívidas, siendo este talento difundido entre
el pueblo común. No es de sorprender, pues, que un pastor de Tecoa hablase con poder y
fuerza, sin una instrucción básica para ser profeta, ni una experiencia previa que le calificara
para tal.
5. Análisis de la Profecía de Amós
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Apareciendo en el capítulo siguiente un análisis detallado de la Profecía de Amós, incluyo


aquí un bosquejo de los puntos salientes.
PROFECIAS CONTRA LAS NACIONES DE PALESTINA. 1:2–2:16.
PROFECIAS DE JUICIOS SOBRE ISRAEL. 3:1–6:14.
VISIONES DE JUICIO SOBRE ISRAEL. 7:1–9:10.
CONCLUSION: PROMESA DE LA RESTAURACION DE ISRAEL. 9:11–15.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE AMOS
Am. 1:1–9:15.
Sobrescrito. 1:1.
1. Profecías contra las naciones de Palestina.
1:2–2:16.
i. Anuncio del juicio de Jehová sobre las naciones.
1:2.
ii. Juicio contra Damasco (Siria): por haber trillado a los habitantes de Galaad.
1:3–5.
iii. Juicio contra Gaza (Filistea): por haber vendido a prisioneros de guerra como esclavos.
1:6–8.
iv. Juicio contra Tiro (Fenicia): por haber vendido a prisioneros de guerra como esclavos.
1:9, 10.
v. Juicio contra Edom: por haber luchado continuamente contra los hebreos.
1:11, 12.
vi. Juicio contra Ammón: por haber tratado con crueldad a las mujeres de Galaad.
1:13–15.
vii. Juicio contra Moab: por haber descargado su odio en el enemigo de una forma inhumana.
2:1–3.
viii. Juicio contra Judá: por haber menospreciado la ley de Jehová.
2:4, 5.
ix. Juicio contra Israel: por haber pecado frente a la bondad de Dios.
2:6–16.
a. La injusticia a los pobres.
2:6, 7a.
b. La idolatría.
2:7b, 8.
c. La ingratitud a pesar de las bendiciones de Dios.
2:9–12.
d. La imposibilidad de escapar al juicio de Dios.
2:13–16.
2. Profecías de juicios sobre Israel.
3:1–6:14.
i. Primer discurso: Certidumbre del juicio de Israel.
3:1–15.
a. Referencia a la bondad de Jehová para con su pueblo.
3:1, 2.
b. Serie de interrogaciones parabólicas: la certidumbre del castigo.
3:3–6.
c. Imperiosa necesidad que sentía el profeta para anunciar el castigo.
3:7, 8.
d. Convocación a las naciones extranjeras para ver el juicio sobre Israel.
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3:9–15.
ii. Segundo discurso: Llamamiento a Israel al arrepentimiento.
4:1–13.
a. Afirmación de la destrucción de Israel.
4:1–3.
b. Pedido irónico para que el pueblo continúe su culto hipócrita.
4:4, 5.
c. Enumeración de los castigos pasados.
4:6–11.
d. Llamamiento a la preparación final para encontrarse con Dios.
4:12, 13.
iii. Tercer discurso: Nueva exhortación a volver a Dios.
5:1–6:14.
a. Caída final de Israel.
5:1–3.
b. Exhortación para que busquen a Jehová.
5:4–9.
c. Afirmación de que no gozarán de los frutos de su opresión.
5:10–13.
d. Repetición de la apelación de Jehová para que se vuelvan a El.
5:14, 15.
e. Carácter terrible de la destrucción venidera.
5:16–20.
f. Odio de Dios al culto hipócrita, y su placer en la justicia.
5:21–24.
g. Hipocresía de Israel desde el principio.
5:25, 26.
h. Amenaza del cautiverio en el Oriente.
5:27.
j. Advertencia por el ejemplo de la destrucción de otras naciones.
6:1, 2.
k. Condenación de los adalides del pueblo.
6:3–7.
m. La grandeza de Israel a tornarse en la miseria.
6:8–11.
n. Necedad de la conducta de Israel.
6:12–14.
3. Visiones de juicio sobre Israel.
7:1–9:10.
i. Visión de las langostas: desolación de la tierra.
7:1–3.
ii. Visión del fuego: juicio sobre Israel.
7:4–6.
iii. Visión del plomo: destrucción del pueblo.
7:7–9.
iv. Paréntesis: Entrevista de Amós con Amasías, sacerdote.
7:10–17.
v. Visión del canastillo de frutos maduros: madurez de Israel para la destrucción.
8:1–3.
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vi. Ironía del profeta por la maldad de los adalides.


8:4–6.
vii. Predicción de la destrucción de la nación.
8:7–10.
viii. Predicción del hambre espiritual.
8:11–14.
ix. Visión de Jehová: ruina completa de la nación.
9:1–4.
x. Seguridad del cumplimiento de las profecías, basada sobre el carácter de Jehová.
9:5, 6.
xi. Destrucción de Israel como una nación pagana, con un remanente justo.
9:7–10.
4. Conclusión: Promesa de la restauración de Israel.
9:11–15.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE AMOS
Am. 1:1–9:15.
Muchas cosas en relación con la Profecía de Amós han sido tratadas en la Introducción, que
véase. Aquí se agregan algunas notas adicionales.
1:1. Las palabras de Amós, etc.: Con respecto al nombre de Amós, su parentesco, y sus
tiempos, véase la Introducción.
1:2. Sión: Véase la nota sobre Joel 2:1. Jehová bramará desde Sión: La figura es la del león
que está por arrojarse sobre su presa (hebreo, schaag, rugir, propiamente usado del león:
Gesenius). Secaráse la cumbre del Carmelo; Literalmente Carmelo es parque fructífero
(Gesenius), símbolo de la fertilidad. Así, mediante el lenguaje figurado, el profeta representa
el efecto del juicio de Dios.
1:3–5. Juicio de Siria.
La desolación de Israel se representa bien con la figura de trillar, porque los ejércitos de Siria
habían devastado el país, por lo cual ellos también tienen que ser castigados: transportados a
Kir (VM), lugar desconocido. La barra de Damasco sería una alusión a las barras de bronce
o de hierro con las cuales el portón de la ciudad era asegurado. Según 2 Reyes 16:9, esta
profecía fue cumplida.
1:6–8. Juicio de Filistea.
De las cinco ciudades reales de Filistea, sólo una no se menciona aquí (Gat). Por cuanto
habían vendido prisioneros judíos como esclavos, serían castigados por Jehová. El nombre
Palestinos era usado antiguamente con respecto a los filisteos, y de ahí tocante a todos los
habitantes de la región.
1:9, 10. Juicio de Fenicia.
Los fenicios se ocupaban en el tráfico de esclavos, habiendo establecido en todo el mundo
mediterráneo sus relaciones comerciales mercantiles mediante una flota de naves. Tiro y
Sidón eran las ciudades principales. Eran más bien un pueblo pacífico y no guerrero, y los
esclavos que vendían, los habrían comprado a otros países. El concierto de hermanos podría
ser la alianza hecha entre Hiram y Salomón (1 Reyes 5:12).
1:11, 12. Juicio de Edom.
La enemistad perpetua entre hebreos e idumeos se prefiguraba en el nacimiento de sus
antepasados. Esaú y Jacob. David los subyugó, pero en tiempos de Joram se libraron (2 Reyes

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


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8:20–22); luego Amasías infligió una derrota sobre ellos (2 Reyes 14:7), no siendo
dominados entonces hasta la época de Juan Hircano (135–105 a. de J.C.) (Josefo, Ant.,
XIII.ix.1). Temán y Bosra eran ciudades principales de Edom.
1:13–15. Juicio de Ammón.
Los ammonitas, antiguos enemigos de los judíos, ocupaban la región al este del territorio de
Rubén, entre el Arnón y el Jaboc. Su crueldad con las mujeres preñadas de Galaad fue una
característica de sus invasiones. Rabbá era su capital.
2:1–3. Juicio de Moab.
El territorio de Moab, otro antiguo enemigo de Israel, se hallaba al sur del de Ammón, y del
de Rubén, al este y al sudeste del mar Muerto. Se asociaban juntos estos dos pueblos en el
pensamiento de los hebreos, por su origen común, siendo descendientes de Lot por sus hijas
(Gén. 19:30–38). Kiryot (VM) era una ciudad principal. Quemar los huesos del rey edomita
era sacrilegio, y chocó los sentimientos del profeta, aun cuando se trataba del cuerpo de un
enemigo. La destrucción de la nación se representa simbólicamente por su muerte: en
alboroto, en estrépito y sonido de trompeta, es decir, en guerra.
2:4, 5. Juicio de Judá.
Hiciéronlos errar sus mentiras: La palabra hebrea cazav, traducida aquí mentiras, denota
esto, y de ahí algo engañoso, o sea, un ídolo. La VM traduce “dioses mentirosos.”
2:6–16. Juicio de Israel.
El profeta muestra su conocimiento de la psicología humana condenando a todos los pueblos
alrededor de Israel y, después de haber ganado la confianza de su auditorio, se entregó de
lleno al objeto principal de su mensaje: los pecados de Israel.
2:6. Vendieron por dinero al justo: La ley permitía una servidumbre provisional, y los
poderosos se aventajaban de la desgracia de los pobres, vendiéndolos por una suma pequeña:
un par de zapatos, o sea, sandalias, calzado barato.
2:7. Que anhelan porque haya polvo de tierra sobre la cabeza de los pobres: La VM traduce
mejor, “Codician hasta el polvo de la tierra que está sobre la cabeza de los desvalidos,” es
decir, su codicia por la tierra es tan grande que hasta se apoderarían del polvo que los pobres
en su dolor arrojaban sobre sus cabezas, figura de hipérbole (y así interpretan Pusey,
Henderson, Horton, y otros), aunque Harper per lo entiende, “ahollar en la tierra a los
pobres,” y Orelli, “no tienen descanso hasta que han traído a los pobres a aflicción y tristeza,”
y así Keil.
Y el hombre y su padre entraron a la misma moza: La idolatría en Israel, relacionándose
muchas veces con el culto de Astarte, era grosera por su inmoralidad. A una de estas “mujeres
santas,” para colmo, iban un hombre y su padre. (Comp. Henderson.) Así profanaban el
nombre santo de Jehová.
2:8. Y sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar: Según la ley la ropa
empeñada tenía que ser devuelta a su dueño a la noche (Ex. 22:26; Deut. 24:13); los que
oprimían al pueblo trataban esta ropa como suya, y más, mostraban su descuido del culto de
Dios, tomando parte, vestidos con ella, en cualquier templo idólatra (comp. Pusey, Keil),
echándose con sus compañeras en inmoralidad (comp. Driver).
Y el vino de los penados beben en la casa de sus dioses: En los banquetes que celebraban en
los templos de sus dioses, tomaban vino, y el profeta sugiere que el precio de éste provenía
de las ganancias hechas con la opresión de los pobres (comp. Horton).

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.


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2:9–12. Y yo destruí delante de ellos al Amorrheo, etc.: Con esto el profeta quiere mostrar la
ingratitud de Israel frente a la bondad de Dios: Había echado a sus enemigos, los amorreos,
cuyo poder lo compara un símil con el cedro y el alcornoque; los había hecho subir de la
tierra de Egipto; les había dado poder espiritual en persona de profetas y nazareos. A los
profetas habían dicho, No profeticéis, y a los nazareos habían dado de beber vino, lo que fue
contra su voto.
2:13. Os apretaré en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de haces: Los manojos de
grano, a pesar de ser livianos, amontonándose, aprietan pesadamente a los de abajo hasta
aplastarlos; así había de apretarse Israel en su tierra cuando venían los enemigos.
2:14–16. Y la huída perecerá del ligero, etc.: Frente al ataque de los enemigos, ninguno
podría escapar, por más ligero, o fuerte, o hábil con el arco, o diestro en el manejo del caballo,
que fuera.
3:1–6:14. Profecías de juicio sobre Israel.
En esta parte hay tres discursos, cada uno introducido con las palabras, “Oíd esta palabra”
(3:1; 4:1; 5:1).
3:3. ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de concierto?: Sin una unidad de propósito entre
Israel y su Dios, era preciso que separasen sus caminos.
3:4. ¿Bramará el león en el monte sin hacer presa?: Este símil corresponde con el del
leoncillo en este versículo: La nación está madura para el juicio, y Dios la tiene en su poder
(comp. Keil).
3:5. ¿Caerá el ave en el lazo en la tierra, sin haber armador?: La palabra hebrea paj,
traducida aquí lazo denota red, cepo, o lazo (Gesenius), y la palabra moquesch, traducida
armador significa trampa, cepo, lazo con resorte para cazar (Gesenius). Muchas veces se
emplean las palabras como sinónimos; aquí paj denota la red, y moquesch el lazo que afirma
la presa (comp. Keil, y Orelli), aunque Driver, y Nácar-Colunga la traducen “cebo.” Reynolds
y Whitehouse interpretan: “Israel ‘como una paloma necia’ cae en las trampas, que aun ahora
la enlaza: los ejércitos y la política de la nación que han de encerrar a Israel están en
movimiento,” y así Henderson, y Clarke. La idea parece ser que, así como la caza del pájaro
no es por accidente, sino por designio del cazador, así la caída de Israel ha de ser por la
Providencia de Dios, de modo que no hay escape (y así entienden Orelli, Horton, Harper, y
otros).
3:6, 7. ¿Tocaráse la trompeta …, y no se alborotará el pueblo?: La trompeta que anuncia
desde las murallas de la ciudad, el acercamiento del enemigo, es oída, y el pueblo es
advertido; así debe ser oída la voz del profeta. ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová
no haya hecho?: Se refiere a la calamidad; puesto que esto viene por su Providencia y
conocimiento, sus profetas pueden predecirla (comp. Orelli), así como Amós ahora la
predice. Más, No hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto a sus siervos los
profetas: La forma establecida en que Jehová comunica a su pueblo la nueva de alguna
calamidad de importancia es por medio del profeta. Aquí tenemos hipérbole.
3:8. Bramando el león, ¿quién no temerá? hablando el Señor Jehová, ¿quién no profetizará?:
Así como el que oye el bramido del león, forzosamente tiene que temer, lo mismo debe
profetizar quien oye el mensaje de la ira de Dios.
3:9. Azoto: Asdod (VM), en Filistea; la LXX dice Asiria, pero Amós no menciona Asiria por
nombre. Pregona en Filistea y en Egipto el profeta la convocación a las naciones a ver el
pecado en Israel.

LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.


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3:12. De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una
oreja, así escaparán los hijos de Israel: Lo absoluto de la destrucción del pueblo se ilustra
en esta figura bucólica: Así como el pastor salva de la fiera porciones de ningún valor, y
pequeñas, asimismo pocos se salvarían del enemigo, y su dignidad como nación
desaparecería.
3:14. Serón cortados los cuernos del altar: Orelli relaciona éstos con “el poder de la
expiación y la divina consagración,” pero es mejor considerarlas como símbolos de la
protección (y así Driver; comp. 1 Reyes 2:28), que ya no se ofrecería a la nación.
3:15. Y heriré la casa del invierno con la casa del verano, y las casas de marfil: Los términos
denotan lo absoluto de la destrucción de las residencias de los ricos.
4:1–3. Condenación de las mujeres de Samaria.
Basán, la región fértil al este del Jordán y del mar de Galilea, producía buen ganado. Las
mujeres se llaman vacas de Basán, porque “vivían una vida de existencia puramente animal”
(Driver). Sacando su figura del pescar, dice el profeta, os llevará en anzuelos.
4:4. Id a Beth-el, y prevaricad: Ironía; venían al santuario para adorar, pero su culto en este
centro falso de la religión era prevaricación. Traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros
diezmos cada tres años: Debe, ser como dice la VM: “y cada tres días vuestros diezmos,” y
así lo traducen Driver, Schmoller, Bover-Cantera, Harper, etc. Es ironía e hipérbole: en vez
de sacrificar de tiempo en tiempo, que sacrifiquen todos los días; en vez de traer los diezmos
cada tres años (Deut. 14:28; 26:12), que los traigan cada tres días; aun así magnificarán su
culpabilidad (Schmoller).
4:6–11. Enumeración de los castigos pasados.
A pesar de la sequía y del hambre, de la peste, de la guerra, y del terremoto, no volvieron a
Dios.
4:6. Limpieza de dientes: Figura del hambre.
4:9. Solano y oruga: el grano marchitado por el efecto del viento del este, y añublo, también
por la sequía (comp. Gesenius, Hatch, Driver, etc.).
4:10. Mortandad: Peste. Maté a cuchillo vuestros mancebos: La guerra. Hice subir el hedor
de vuestros reales: Referente a los cuerpos no enterrados de soldados israelitas muertos en
batalla.
4:11. Trastornéos: Terremoto (Hatch, Driver, Pusey, y otros), aunque Keil cree que se trata
de la desolación de la tierra en guerra, y Henderson, la quema de ciudades israelitas por el
relámpago o la guerra. Fuisteis como tizón escapado del fuego: Como un tizón es sacado, no
quemado, de la ceniza después del fuego, así Israel apenas ha escapado ya a la destrucción.
4:12. Aparéjate para venir al encuentro a tu Dios: Así Amós da resumen a este discurso: por
los muchos castigos visitados ya sobre ellos, deben tomar advertencia, arrepentirse, y volver
a Dios.
4:13. Jehová, Dios de los ejércitos, es su nombre: El que ha formado el mundo, que lo hace
funcionar, que discierne hasta los pensamientos del hombre, que trae el nuevo día, es Dios
del universo, y puede traer los juicios prometidos.
5:2. Cayó la virgen de Israel: Se emplea la palabra virgen porque no había sido conquistada
la nación (y así entienden Keil, Henderson, Schmoller). Cayó es el perfecto profético, en que
la caída de la ciudad, todavía futura, se mira como pasada por cuanto Dios la ha de ocasionar.
5:3. La ciudad que sacaba mil, quedará con ciento: Referente al hecho de que las fuerzas
militares serían decimalizadas.
5:5. Y no busquéis a Beth-el … Gilgal … Beer-seba: Estas ciudades serían centros de culto
falso: Betel era el centro del culto del becerro, Gilgal desde tiempos antiguos había sido
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conocido como lugar sagrado (Jos. 4:3–20), Beer-seba era el lugar de peregrinación de los
patriarcas (Gén. 21:32, 33; etc.), y probablemente era centro de culto ilícito en tiempos de
Amós. Gilgal será llevada en cautiverio: Juego de palabras en el original entre Gilgal y
galah, ir en exilio: Gilgal galoh yigleh. Beth-el será deshecha: Otro juego de palabras
implicado hay aquí: Cerca de Betel, que significa casa de Dios, había otra ciudad llamada
Bet-aven (cuyo sitio exacto se desconoce), que significa casa de nada; los oyentes habrían
pensado en esta otra ciudad al decir el profeta, Betel será nada. (Comp. Henderson, Harper,
Driver, etc.).
5:6. Casa de José: Término raramente aplicado al reino septentrional de Israel; se origina en
la prominencia de Efraim hijo de José, en la política del norte.
5:7. Ajenjo: Planta medicinal amarga y aromática, figura de lo amargo.
5:8. Miren al que hace el Arcturo y el Orión: Las Pléyades y el Orión. Las Pléyades eran,
según la mitología griega, las siete hijas de Atlas que se transformaron en las estrellas de este
nombre, seis de las cuales son visibles, y la séptima invisible (Meropea, que se oculta por
vergüenza de haber amado a un mortal). En la astronomía se refiere a un grupo de estrellas
en la constelación de Tauro. Orión: En la astronomía, se refiere a una constelación sobre el
ecuador, que se halla al este del Tauro, y que es representada por un cazador con cinturón y
espada. El que llama a las aguas de la mar, y las derrama sobre la haz de la tierra: Harper
relaciona esto con el diluvio de Noé, (y así Pusey); Horton, con grandes inundaciones (y así
Henderson); Keil, con inundaciones, pero con una alusión al diluvio. Pero es mejor
interpretarlo con respecto a la lluvia (y así lo entienden Clarke, Reynolds y Whitehouse, y
Orelli).
5:9. Que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, etc.: Mejor es la VM: “al que trae
repentina destrucción sobre los fuertes, etc.” Esta advertencia era apta en vista de la necia
confianza que Israel ponía en su falsa seguridad, porque su destrucción venía.
5:11. Vejáis al pobre: Mejor la VM: “Holláis al débil.” Recibís de él carga de trigo: No con
referencia al impuesto o rédito, sino a regalos (VM: “donativos;” comp. Driver, Keil, etc.)
hechos a los jueces para que el pobre recibiese la justicia.
5:12. Cohecho: Heb., kófer, el precio de rescate (Ex. 21:30; Núm. 35:31); pagaban los ricos
dinero a los jueces para que éstos diesen un fallo de inocencia, mientras que el pobre que no
podía pagar, recibía la sentencia de sus crímenes (comp. Driver, Keil, etc.).
5:15. Dios … tendrá piedad del remanente de José: Puesto que Israel era próspero y
numeroso, el profeta evidentemente se refiere al remanente a que ha de ser reducido el pueblo
(y así entienden Driver, Horton, Keil; aunque Orelli, y Henderson creen que se refiere al
pueblo después de la devastación hecha por los sirios).
5:16, 17. Al labrador llamarán a lloro: No sólo en las plazas públicas y las calles llorarían
los de la ciudad, sino que del campo se llamaría al trabajador para el llanto. A endecha a los
que endechar supieren: Las endechadoras profesionales, a quienes llamaban cuando había
muerto. En todas las viñas habrá llanto: Las viñas eran en tiempo de cosecha lugares de
regocijo, pero ahora se convertirían en sitios de lloro.
5:18–20. El día de Jehová.
Véase la nota de Joel 1:15. ¡Ay de los que desean el día de Jehová: Aunque muchos deseaban
el día cuando Jehová descendería para juzgar a los enemigos de su pueblo, y para reinar sobre
toda la tierra, el profeta advierte a su pueblo que este día sería para Israel día de tinieblas, y
no luz … como el que huye de delante del león, y se topa con el oso (comp. Keil).
5:21–24. Odio de Dios hacia el culto hipócrita.
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Harper cree que se condena el culto litúrgico como tal: “Las fiestas eran odiadas por Yahweh
(comp. Is. 1:10–15), no porque no cumplieran con el reglamento en cuanto a lugar, ni por el
culto del becerro, ni porque eran externas no incluyendo el culto desde el corazón (porque,
hasta entonces, el énfasis no había sido puesto sobre la adoración espiritual), sino por cuanto
constituían un culto que no representara de verdad a Yahweh, y debían ser abandonadas, si
habían de prevalecer ideas correctas en cuanto a Yahweh.” En cambio, creo que no es el culto
del templo como tal que el profeta rechazó (puesto que ellos participaban en él: Is., cap. 6;
aun Jesús y los apóstoles cooperando: Mt. 17:27; Lc. 17:14; Hch. 21:26), sino que el profeta
aquí condena el carácter externo e hipócrita de su observación (y así entiende Horton).
5:21. Abominé vuestras solemnidades: Quizás las tres grandes fiestas anuales: Azimos,
Pentecostés y Tabernáculos (comp. Clarke, Horton, Driver): Ex. 23:14–17; 34:23; Deut.
16:16.
5:23. Quita de mí la multitud de tus cantares … las salmodias de tus instrumentos: El cántico
y la música que acompañaban el culto (comp. Driver).
5:25, 26. ¿Habéisme ofrecido sacrificios y presentes en el desierto?: El argumento de Amós,
es tomado por algunos como parecido al de Esteban en Hch. 7:44–47, que alega que Dios
prescindió del templo antes de Salomón, lo que implica que puede ser adorado sin casa; así
entienden Horton, Driver, etc., que creen que el pasaje enseña que la liturgia era dispensable.
Es mejor comprender que el énfasis del pasaje es sobre la idolatría en el desierto: no hemos
de creer que el sacrificio diario fue suspendido durante los cuarenta años en el desierto. A
pesar de este sacrificio, el pueblo fue condenado a la muerte por su incredulidad y,
descuidando ellos mayormente del culto de Dios, y llevado el tabernáculo de vuestro Moloch
y Chiún, ídolos vuestros, es decir, participando en la idolatría, ellos, así como ahora, no
agradaban a Dios (comp. Keil). Véase la VM para otra traducción de esta última frase. Sicuth,
traducida tabernáculo, debe leerse Sacut, nombre propio del dios asirio Adar, y Moloch sería
rey; Chiún, asirio Caiwán, es otro nombre del mismo dios. Se trata del culto de las estrellas.
Comp. Driver, Orelli, y otros.
5:27. Hareos pues trasportar más allá de Damasco: Por su pecado, el profeta amenaza con
el cautiverio asirio.
6:2. Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamath: Lugares del norte de Siria. A
pesar de ser ricos y prósperos, estos lugares habían caído, de modo que Israel no debía esperar
escapar.
6:5. Gorjean al son de la flauta: Como los pájaros, expresión usada irónicamente de la
música en las fiestas (comp. Harper).
6:6. No se afligen por el quebrantamiento de José: Véase nota de 5:6. En sus banquetes los
ricos no se fijaban en la miseria del pueblo, ni en su destrucción inminente.
6:7. Los extendidos: Los que reclinan a la mesa (Henderson, Hatch).
6:9. Si diez hombres quedaren en una casa, morirán: Se trata de una casa grande, como de
los ricos; si éstos escapan a la matanza de la caída de la ciudad, morirán por la peste (Driver,
Hatch, Orelli, etc.).
6:10. Y su tío tomará a cada uno, y quemarále: En la figura que sigue el profeta, se suponen
muertos los parientes cercanos: padre, hermano, etc., de modo que el tío entra en la casa para
cumplir con la obligación para con el difunto. En vez de enterrarlo con dignidad, lo quema
como un cadáver. Y dirá al que estará en los rincones: De la gran casa, queda sólo uno vivo,
y éste oculto. Calla, que no podemos hacer mención del nombre de Jehová: En superstición
temen hacer mención del nombre de Jehová, por no traer nuevas catástrofes de juicio.
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6:12. ¿Correrán los caballos por las peñas? ¿ararán en ellas con vacas?: Dos preguntas
retóricas que ilustran lo absurdo de la conducta de los israelitas; los hombres no hacen lo que
es contrario a la naturaleza, pero los israelitas sí, con su perversión de juicio y de justicia.
6:13. ¿No nos hemos adquirido potencia con nuestra fortaleza?: Los israelitas
equivocadamente suponían que su poderío venía por su propia fuerza.
7:1–3. Primera visión: la langosta.
En su visión el profeta ve la langosta que se multiplica, en la época del heno tardío después
de las siegas del rey, es decir, lo que crecía después de haber cortado lo que se entregaba al
rey por impuesto (comp. Harper); la parte que quedaba para el pueblo era pues expuesta a la
devastación de la langosta. Intercediendo el profeta con Dios, alegando que el golpe sería
demasiado pesado, Jehová no manda la plaga: así se refiere a las muchas veces en que Jehová
había pasado por alto sobre el pecado de la nación, perdonándolos y no trayendo el castigo
merecido.
7:4–6. Segunda visión: el fuego.
Por el contexto, Harper, Hatch, y Orelli creen que se trata de la sequía; Driver lo relaciona
con las conflagraciones que irrumpen después de la sequía; Horton combina las dos ideas;
Clarke, Pusey, y Henderson lo relacionan con la guerra, y creo que esto es lo correcto. De
todos modos este segundo juicio es peor que el primero. En respuesta a la intercesión del
profeta, Dios nuevamente suspende el juicio, y la misma lección espiritual se saca como antes
(véase nota de 7:1–3).
7:7–9. Tercera visión: la plomada.
Se empleaba la plomada para construir un muro perpendicular, o para ver si el muro ya hecho,
lo era. En este caso se trata del muro ya hecho, que el edificador inspecciona para ver si está
vertical; así Jehová examina a su pueblo para ver si se ajustan a sus requisitos. Puesto que el
pueblo sale mal de la prueba, anuncia Jehová que será visitado con la destrucción.
7:10–17. Entrevista de Amós con Amazías, sacerdote.
Este pasaje ha sido ampliamente comentado en la Introducción a la Profecía de Amós, véase.
7:17. Tu mujer fornicará en la ciudad, etc.: Cuando vengan los conquistadores, la esposa del
sacerdote será tratada como ramera por los soldados, sus hijos serán muertos, y él también.
Tu tierra será partida por suertes: Mejor la VM, “tus terrenos serán repartidos con cordel.”
La tierra sería dividida entre los migrantes que la nación conquistadora transportaría a
Palestina. Tú morirás en tierra inmunda: Cualquier país extranjero se consideraba como
inmundo.
8:1–3. Cuarta visión: el canastillo de frutas de verano.
Harper: “Las frutas de verano son tardías y pobres …” muestran lo último de la cosecha, el
fin del año, y por analogía, el fin del reino de Israel que se acerca.” Pusey: “En la cosecha,
no puede hacerse más. Buena o mala, ha llegado a su fin, y debe ser cortada; así ha llegado
la cosecha de Israel.” Es mejor entender que el énfasis está sobre la madurez de la fruta, que
representa la madurez de Israel para la destrucción (y así interpretan Clarke, Hatch,
Henderson). Hay un juego de palabras entre cáyits, verano, o fruta de verano, y quets, fin.
8:5. ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo: Mejor la VM: “¿Cuándo pasará la nueva
luna …?” El primer día del mes parece haber sido de fiesta, cuando no se negociaba; la
avaricia de los comerciantes los hacía impacientes para que pasara el día sagrado a fin de
poder comerciar. Achicaremos la medida, y engrandeceremos el precio, y falsearemos el
peso engañoso: Para comprar a los agricultores, empleaban una medida (heb., efah,
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antiguamente 36.92 litros, posteriormente 40.5 litros: Kennedy, HDB, art. Weights and
Measures) que era más pequeña que la establecida, subían los precios de venta más de lo
justo, y al vender usaban pesas más pesadas de lo lícito (heb. schéquel; véase nota de Gén.
23:15, 16, en el Tomo I, pág. 203).
8:6. Para comprar los pobres por dinero: La condición de los pobres, por las injusticias
practicadas, llegó a ser tal que al fin se tenían que vender en servidumbre. Y los necesitados
por un par de zapatos: Lo que ilustra lo bajo del precio en que se vendían. Y venderemos las
aechaduras del trigo: Los desperdicios después de cribar el trigo eran vendidos, quizás
mezclándolos con la harina (comp. Pusey).
8:8. Hundiráse como el río de Egipto: El estremecimiento de la tierra, el terremoto,
instrumento del juicio de Dios, se compara con la inundación, otra figura de juicio, como la
del Nilo de Egipto que se verifica una vez por año.
8:9. Haré se ponga el sol al mediodía, etc.: Figura apocalíptica; véase la nota de Joel 2:28–
32.
8:10. Haré poner saco sobre todos lomos: El saco, un género rudo de pelo que se ceñía
alrededor de los lomos en tiempo de duelo. Y peladura sobre toda cabeza: En signo de duelo,
se raía la cabeza.
Por la destrucción que había de venir, el pueblo estaría de luto.
8:11, 12. Enviaré hambre … de oir palabra de Jehová: Aun cuando no se quita la
probabilidad de hambre de pan en el sitio de las ciudades que había de venir, esto no sería lo
importante; con la calamidad, vendría un crecimiento de interés en consultas de Jehová, pero,
no habiendo el pueblo hecho caso a los mensajes proféticos antes, ya no les contestaría Dios.
E irán errantes de mar a mar: desde el norte hasta el oriente: Una expresión que designa
toda la tierra: desde el mar Muerto hasta el Mediterráneo, y desde el norte hasta donde nace
el sol (comp. Harper); véase la descripción de Moisés en Núm. 34:3–12: “el término
occidental (v. 6) … el término del norte (v. 7) … término al oriente (v. 10) … de la mar de
Cinnereth al oriente (v. 11).” Pusey llama atención a que “Amós no menciona el sur, porque
allí solamente, donde hubieran hallado el verdadero culto de Dios, no lo buscaban.”
8:13. Las doncellas hermosas y los mancebos desmayarán: Tan grande sería el juicio, que
los jóvenes y fuertes desmayarían.
8:14. Los que juran por el pecado de Samaria. Así, por metonimia (del efecto por la causa),
Amós denomina el santuario de Samaria. Vive tu Dios de Dan: Sitio del culto del segundo
becerro de oro de Jeroboam I. Vive el camino de Beer-seba: Probablemente otro santuario:
véase la nota de 5:5. Los que apoyaban estos cultos falsos e ilícitos habían de caer.
9:1–6. Quinta visión: destrucción del santuario.
El profeta ve a Jehová sobre el altar, que manda la destrucción del santuario, en el cual está
en asamblea el pueblo, que ha de ser destruído. La imposibilidad de escapar se presenta en
los vs. 3, 4: Aunque fueran a la cumbre del Carmelo, sobre el mar Mediterráneo, aunque se
escondieran en el mar (figura de hipérbole), y aun en el cautiverio, Jehová los haría destruir.
El carácter de Jehová (vs. 5, 6) como omnipotente es la garantía de que su palabra sería
cumplida.
9:6. Edificó en el cielo sus gradas: Mejor es cámaras: VM, Driver, Orelli, etc.

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.


art. artículo.
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9:7. ¿No me sois … como hijos de Etíopes?: Los etíopes, de los cuales eran sacados esclavos
(Harper), cuyo color era negro, símbolo de negrura espiritual (Keil, que cita Jer. 13:23), eran
una raza menospreciada, y así el símil para describir a Israel es apropiado. Esto se dirige a
los que confiaban en su relación filial con Jehová, creyendo que no serían destruídos. En
efecto, por cuanto el pueblo había roto su pacto con Jehová, su éxodo de Egipto no tenía más
significado que la venida de los filisteos de Caftor, o sea Creta (Driver), o la de los arameos
(sirios) de Kir, lugar desconocido.
9:8–10. Salvación de un remanente.
Aunque la nación sería destruída, un remanente sería conservado para preservar las
instituciones de la nación. La destrucción, pues, se mira como una disciplina, para purificar
a la nación de los pecadores.
9:11, 12. Levantaré el tabernáculo de David, caído: La autoridad de la casa de David, ya
disminuída con la separación de Israel en la ruptura del reino, amengua más y más en
comparación con la grandeza de Jeroboam II; en una época futura el profeta ve su
restablecimiento. Después de la restauración de Judá de la cautividad, vemos su posición
nacional mejorar hasta la época de los macabeos y asmoneos (165–63 a. de J.C.) cuando
recuperaron la independencia nacional, con el dominio sobre Idumea, pero el cumplimiento
mayor de esta profecía lo vemos sólo en el Reino de Dios, en Jesús, descendiente de David
que propuso establecer en todo el mundo la autoridad espiritual del Rey. Comp. Keil.
9:13–15. Prosperidad y felicidad de Israel en su tierra.
De acuerdo a la profecía, Israel fue restaurado a su tierra, que nuevamente producía sus frutos
para el sostén de los millares del pueblo. Puesto que Israel fue arrancado nuevamente de su
tierra, cuando los romanos destruyeron la nación (guerra de 70, y de 135 de la era cristiana),
vemos que la predicción del v. 15. (Nunca más serán arrancados de su tierra), se refiere a la
eternidad de la posesión de parte de Israel espiritual, el cristianismo, en su herencia espiritual.
E. PROFECIA DE OSEAS
Os. 1:1–14:9.
El libro de Oseas está primero entre los profetas menores. Esto lo explica Cheyne en que era
el más largo. Los profetas Joel, Jonás, y Amós lo anteceden en tiempo. Oseas vivió poco
después del ministerio de Eliseo en Israel, y con Jonás, puede considerarse como el sucesor
de éste. El breve ministerio de Amós en Israel fue sólo un breve lapso; puesto que Amós
nació en el sur, y solamente en una ocasión fue al norte, no puede ser considerado como
profeta de Israel en el mismo sentido en que se considera a Jonás y Oseas.
La Profecía de Oseas es muy obscura, por su estilo, y porque le faltan las ilustraciones de
Amós y de otros. Era el profeta de la declinación en Israel, como Jeremías lo fue en Judá un
siglo después.
Fue una época de anarquía y de corrupción moral. Dice Cheyne: “Que uno de carácter tan
israelita y tan amante de su patria, tomase un punto de vista desesperado respecto al porvenir
de la nación, comprueba la corrupción fatal que prevalecía.” El retrato que dibuja Oseas de
las condiciones morales de Israel es horrible: matanza, adulterio, conspiración, mentira,
hurto, todo llenaba la tierra.
Siguen los tres temas en el desarrollo de la Profecía de Oseas:
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE OSEAS.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE OSEAS.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE OSEAS.
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE OSEAS
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Os. 1:1–14:9.
1. Nombre del profeta
El nombre de Oseas es en el idioma hebreo Hoschea, voz que significa salvación. Tiene el
mismo significado que Josué (Núm. 13:9, 17), y es el mismo como el nombre del último rey
de Israel, Oseas (2 R. 15:30). Viene de la misma raíz que Josué y Jesús. El lector recordará
que el ángel, al comunicar a José la noticia del nacimiento de un hijo a María su prometida,
le dijo, “Llamarás su nombre JESUS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt.
1:21). Jesús significa Jehová es salvación.
2. Tiempos de Oseas y fecha de su profecía
i. Tiempos de Oseas
En Os. 1:1 se menciona el nombre de Jeroboam II, rey de Israel durante 41 años (790–749).
De los reyes de Judá se mencionan Uzías (785–735), Joatam (750–734), Acaz (742–727), y
Ezequías (727–699).
Por la referencia a estos reyes de Judá, sabemos que el ministerio de Oseas debía de incluir
en Israel, además del reinado de Jeroboam II, también el de Zacarías (749–48: seis meses),
Sallum (748), Manaham (Menahén: VM) (748–738), Pecaya (738–737), Peca (737–730), y
Oseas (730–722). ¿Por qué no menciona el profeta los nombres de estos reyes israelitas? Dos
explicaciones han sido presentadas: (1) Que algún editor agregó el título mucho después,
cuando el reino de Israel no existía, y los cambios rápidos y violentos de rey y de dinastía en
Israel no interesaban (la época desde 749 hasta 722 era muy inestable). (2) Que Oseas, autor
de la Profecía así como del sobrescrito de ésta, no puso los nombres de estos reyes por cuanto
no los consideraba importantes, siendo ellos usurpadores.
Trazamos a continuación un bosquejo de la historia de este período en Israel: El reinado
próspero de Jeroboam II llegó a su fin en 749 a. de J.C. Fue sucedido este rey por su hijo
Zacarías, que reinó seis meses (2 R. 15:8) hasta que fue asesinado por Sallum (749–748) (2
R. 15:10). Este, después de ocupar el trono un mes, fue asesinado por Menahén (748) (2 R.
15:13, 14). Menahén reinó diez años en Samaria (2 R. 15:17) (748–737, contando desde el
primer año entero en 747). Siendo invadido Israel por Asiría, Menahén dio tributo a Pul
(Teglatfalasar), rey de Asiria, y aceptó alianza en carácter de vasallo de éste (2 R. 15:19, 20;
Os. 8:9; 12:1), mientras que otros en Samaria apelaban a Egipto (Os. 12:1).
Menahén fue seguido en el trono por su hijo Pecaya (2 R. 15:22), que reinó dos años (737–
735) (2 R. 15:23), cuando fue muerto en conspiración por Peca (735) (2 R. 15:25), que reinó
veinte años (2 R. 15:27), de los que unos quince años fueron en Galaad, siendo su reinado en
Samaria desde 735 hasta 730. Hizo alianza con Rezín, rey de Siria, contra Judá (Is. 7:1),
poniendo sitio a Jerusalén. Durante su reinado los distritos septentrionales de Israel fueron
llevados al cautiverio por Teglatfalasar (2 R. 15:29).
Apoyado por Teglatfalasar, Oseas hizo asesinar a Menahén, en 730 a. de J.C., ocupando el
trono y reinando nueve años (730–722). A pesar de su carácter de vasallo de Asiria, Oseas
hizo alianza con So, faraón de Egipto (727) (2 R. 17:4), por lo cual subió Salmanasar V, rey
de Asiria, en 724 a. de J.C., y puso sitio a Samaria. Muriendo Salmanasar en 722, el sitio de
tres años fue concluído por Sargón II en 722, que hizo deportar a Israel a Asiria.
Fue un período de decadencia moral y espiritual. Israel estaba por ser del todo rechazado de
Dios (Os. 1:6). La religión de Baal, sostenida por Jezabel y combatida con éxito por Elias,
aún ejercía su fascinación para el pueblo. En cambio, aunque el culto de Jehová existía en
una forma ilícita en Dan y en Betel, éste estaba corrompido y era rechazado por los profetas.
La prosperidad que había caracterizado el reinado de Jeroboam II ya se veía como efímera y
pasajera, porque los rápidos cambios de dinastía, con sus condiciones domésticas violentas,
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eran poco favorables para una economía constante y buena. El poderío de Asiria hacía sombra
en el horizonte, y hacía ver a todo hombre discerniente el fin de la nación.
ii. Fecha del profeta Oseas y de su obra
Por los datos que han sido dados en los párrafos anteriores, se ve que el tiempo mayor del
ministerio de Oseas sería de noventa y un años (790–699 a. de J.C), y el tiempo mínimo sería
de veintidós años (749–727). Pusey calcula en setenta años la duración de su ministerio, Keil
en sesenta y cinco años, Henderson en cincuenta y seis. Francisco fecha la actuación del
profeta en 750–735, Raven en 755–725 (con el cual concuerda Watts), Horton en 750–720.
Creo que podemos fechar el ministerio de Oseas entre 749, el último año de Jeroboam II, y
727, el primer año de Ezequías, un período de unos veintidós o veintitrés años.
Creo que el libro fue arreglado por el profeta mismo, y con esto concuerdan Keil, Young,
Pusey, y otros. Es evidente que los capítulos 1–3 son de la última parte del reinado de
Jeroboam II, mientras que los capítulos 4–14 representan un tiempo más tarde, durante la
época de confusión después de la muerte de Jeroboam (y así lo creen Cheyne, Horton,
Pfeiffer, etc.).
3. Historia de la vida de Oseas
El nombre del padre de Oseas era Beri (VM) (que significa fuente), de quien no sabemos
nada; el nombre es idéntico con el del suegro de Esaú (Gen. 26:34; comp. 1 Crón. 5:6). Los
judíos creían, sin base, que Beri era también profeta.
Es evidente que Oseas era natural del norte y que se dirigió al norte en su profecía: las
alusiones a ciudades israelitas: Samaria, Tabor, Betel, Jezreel, Ramá; también su frecuente
mención de Efraim (37 veces), mientras que no se refiere a Judá más que 15 veces. Aunque
no sabemos nada de su vida fuera de la Biblia, es probable que era campesino: consúltense:
4:16; 7:4–8; 8:7; 9:6, 10; 10:11–13; 11:4, 11; 13:3, 8; 14:5–7; etc. Ciertas tradiciones nos han
sido heredadas de la literatura antigua, que realmente carecen de base: Así nos informa
Jerónimo que Oseas nació y murió en Bet-semes, en Israel; otras tradiciones asocian su
muerte con Babilonia, o Africa; (cit. en Harper).
Según el relato bíblico, Jehová le dijo al profeta que se casara con cierta mujer, de quien éste
se había enamorado, que era, según una opinión, (véase la exposición después), una mujer
de mala vida. Esta mujer dio a luz a tres hijos, fruto de su adulterio, los que Oseas reconoció
como suyos, a los cuales dio nombres simbólicos (véase Notas sobre la Profecía de Oseas).
Luego se enamoró de otro la mujer, con el cual huyó. Al ser abandonada de su amante, ella
cayó en la esclavitud, o quizá fue esclavizada por su amante. De todos modos fue rescatada
por Oseas por el precio de una esclava. Durante un tiempo, el profeta no vivió con ella, para
que se purificase de las manchas de su pecado.
Todo el relato es típico de las relaciones entre Dios y su esposa infiel: Israel. Ella también
era infiel, yendo tras sus amantes idólatras. Ella también ha de caer en la esclavitud, cuando
será separada por un tiempo de Dios su esposo, después de lo cual él la redimirá, y la
restaurará otra vez a su posición de esposa. Véase después una exposición más amplia de las
diversas interpretaciones de la Profecía.
4. Interpretación de la Profecía de Oseas
Dos interpretaciones, en general, se han sugerido:
i. Interpretación alegórica
Según una opinión, los primeros tres capítulos de la Profecía no son historia literal, sino que
han de ser considerados como una alegoría (y así lo entienden Calvino, Young, Fausset, y

cit. citado.
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otros). Estos alegan que es contrario al concepto de un Dios moral que la mujer de un profeta
siguiera una vida mala, y más, que Dios exigiera que éste siga viviendo con ella bajo estas
circunstancias. Esta objeción es de carácter a priori, que se basa sobre la teoría y no la
experiencia.
ii. Interpretación literal
Según este concepto, los capítulos 1–3 representan historia literal. Se ha reconocido que el
nombre Gomer, voz de análisis obscuro, no ofrece interpretación simbólica, lo que indica
que se trata de una persona verídica y no imaginaria (comp. Cheyne, Horton, Robinson, y
otros). Como dice Robinson “Sólo como una verdadera historia tendrían efecto las palabras
del profeta.”
Aquí hallamos tres ideas entre los eruditos:
a. Que la mujer del cap. 3 no es la misma que Gomer
Para salvar el problema moral que se suscita en que la esposa de un profeta fuese mala, se ha
sugerido que la mujer que se menciona en el cap. 3 no es la misma que Gomer, que aparece
en el primer capítulo. (Sostienen esta opinión Pfeiffer, Keil, y otros.)
b. Que la mujer era pura cuando Oseas la tomó
Los que sostienen esta teoría alegan que es imposible concebir que al profeta le haya sido
mandado casarse con una mujer de mala vida, o siendo mandado a hacerlo, que cumpliese
con tal orden, y así interpretan Cheyne, Horton, Francisco, Henderson, Watts, Smith, y otros.
Ha de notarse que la expresión mujer fornicaria (Os. 1:2) puede interpretarse mujer de una
disposición no casta.
c. Que la mujer ya había caído cuando Oseas la tomó
Según esta opinión Gomer ya era una mujer de mala vida, o a lo menos, que tomaba parte en
el culto inmoral de Astarte, cuando Oseas se enamoró de ella y se casó con ella. Con esta
opinión concuerdan Pusey, Schmoller, y otros.
Me parece que el pasaje bíblico Os. 1:1–3:5 no tendría significado si no se reconociera su
carácter literal.
Además, no hay nada malo, en el fondo, en que una mujer se arrepienta de su vida mala, y
llegue a ser esposa de pastor, así como un hombre puede arrepentirse de una vida mala y
llegar a servir a Dios; y esto es evidentemente lo que esperaba Oseas de ella. El ejemplo de
Rahab que, siendo ramera, llegó a ser esposa de un príncipe en Israel, y antepasada del Mesías
(Mt. 1:5), nos hace saber que esto es posible. La idea de que una mujer no podría hacer lo
que hacen muchos hombres, se basa sobre un falso concepto de que la mujer debe ser mejor
que el hombre (concepto muy arraigado en nuestra sociedad), lo que, delante de Dios, no es
necesariamente justo. No debemos juzgar por nuestros conceptos las acciones de las personas
de la época del Antiguo Testamento, y tampoco debemos torcer la enseñanza de la Biblia
para hacerla corresponder a lo que hoy día se cree que debía ser. La opinión teórica y a priori
de un intérprete de cómo debía verificarse un acontecimiento pierde su valor frente a la
experiencia misma y los extraños eventos de la historia.
Los profetas nunca se apegaban a las costumbres reinantes, sino que más bien no se sujetaban
a ellas. Así tenemos el ejemplo de Ezequiel, que no endechó a su esposa cuando murió,
aunque ésta era la costumbre, con el propósito de enseñar una lección al pueblo: así pensaba
darles a entender que en la caída de Jerusalén, tan grande sería la matanza, que no habría
tiempo para el duelo. Así también, Jeremías no se casó, como la costumbre exigía que lo
hiciera, para enseñar al pueblo que los tiempos eran demasiado difíciles para llevar una vida
normal.
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Además, si esta mujer era “mujer santa,” es decir, una mujer prostituta dedicada al culto
religioso inmoral corriente, (lo que parece probable), no había nada que repugnara al pueblo
al casarse el profeta con ella, puesto que, según el concepto popular, era mujer religiosa.
Robinson presenta otra razón para el carácter literal de estos capítulos: “Es inútil objetar la
interpretación literal de estos capítulos; porque, si han de tomarse solamente como figurativos
o alegóricos, semejante interpretación sería un reproche a la verdadera esposa del profeta, si
era casado; o al profeta mismo, si no era casado.”
Si se dice que no es posible que Oseas se hubiese casado con una mujer de mala vida, todavía
se ha de explicar por qué Dios le dijo al profeta que volviera a su esposa y que la buscara
después de haberle sido infiel cuando aún era su esposa. Esto también nos causa aversión, y
si hay problema moral en que el profeta verdadero se casara con una mujer mala, también lo
hay en si sigue viviendo con una mujer de tan notorio adulterio como el de Gomer. El hombre
por lo general no perdona fácilmente a la mujer, si ha sido mala antes o después del
casamiento; solamente un hombre de sentimientos muy altos podría perdonar, y siempre uno
que ama mucho, como amaba Oseas a Gomer.
Debemos tener en cuenta que Oseas estaba muy enamorado de Gomer y, en las dos ocasiones
cuando la tomó, la recibió porque la amaba mucho. La acción del profeta, tan contraria a lo
natural, hace resaltar la bondad y la misericordia de Dios en tomar a su pueblo Israel, y luego
en perdonarlo vez tras vez, a pesar de su idolatría.
5. Carácter y estilo de la Profecía de Oseas
La Profecía de Oseas contiene escritos fragmentarios, compuestos a intervalos durante un
tiempo largo. Su estilo es muy conciso, abrupto, lacónico, interrumpido más que otra profecía
del Antiguo Testamento. De un tema a otro el autor hace transisiones rápidas; sus oraciones
son breves. Por estas razones, la Profecía es muy obscura, siendo el hilo de pensamiento
difícil de seguir y analizar. Probablemente la extrema emoción de su experiencia fue lo que
hizo desconectado el estilo de su profecía.
Todo esto no quita a la Profecía una abundancia de trozos hermosos y valiosos, con figuras
que, aunque se entremezclan entre sí, son llamativas: véanse 4:16; 7:4–8, 11; 8:7; 11:4, 11;
y muchos otros pasajes.
Con todo, el profeta escribía en tonada animada y enérgica, siempre apasionada.
6. Tema de la Profecía de Oseas
El tema de la Profecía de Oseas es el amor de Dios para con su pueblo. El es el profeta que
más desenvuelve esta idea, presentándola con términos comprensibles para todos: el amor
del esposo para la esposa. Tan grande era este amor, que Dios casi no pudo desechar a la que
era su esposa: al pueblo de Israel.
7. Análisis de la Profecía de Oseas
La Profecía de Oseas puede dividirse en dos partes:
HISTORIA DE LA FAMILIA DE OSEAS, CON SU APLICACION ALEGORICA A LA
NACION DE ISRAEL. 1:1–3:5.
APOSTASIA DE ISRAEL. 4:1–14:9.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE OSEAS
Os. 1:1–14:9.
Sobrescrito. 1:1.
[A] HISTORIA DE LA FAMILIA DE OSEAS, CON SU APLICACION ALEGORICA A LA NACION DE
ISRAEL.
1:2–3:5.
1. Casamiento de Oseas y nacimiento de los hijos, y simbolismo.
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1:2–11.
i. Mandamiento a Oseas para que tome una mujer de mala vida.
1:2, 3.
ii. Nacimiento de un hijo.
1:4, 5.
iii. Nacimiento de una hija.
1:6, 7.
iv. Nacimiento del tercer hijo.
1:8–11.
2. Regreso de la esposa de Oseas a su vida de adulterio: aplicación alegórica a la nación.
2:1–23.
i. Exhortación a los hijos para que contiendan con la madre con el fin de que se reforme.
2:1, 2.
ii. Castigos que descenderán sobre la mujer (y sobre la nación) por su infidelidad.
2:3–13.
a. Juntamente será despojada con sus hijos.
2:3–5.
b. Espinas cercarán su camino.
2:6, 7a.
c. Decisión de la mujer a volver al lado de su esposo.
2:7b.
d. Por su falta de gratitud será despojada de sus bienes materiales.
2:8–13.
iii. Propósito del esposo a restaurar a su mujer.
2:14–23.
3. Búsqueda de la mujer infiel por el esposo: Cuadro alegórico de las relaciones entre Dios e
Israel.
3:1–5.
i. Mandamiento al profeta para que busque a la esposa infiel.
3:1, 2.
ii. Retiro de los privilegios conyugales por un tiempo: cuadro de la desolación de Israel.
3:3, 4.
iii. Promesa de la restauración del pueblo al final.
3:5.
[B] APOSTASIA DE ISRAEL.
4:1–14:8.
1. Descripción de la corrupción moral de Israel con la correspondiente destrucción venidera.
4:1–5:14.
i. Pleito de Jehová con Israel.
4:1, 2.
ii. Profecía del juicio.
4:3.
iii. Incapacidad del pueblo indigno para reprender a los sacerdotes malos.
4:4, 5.
iv. Destrucción del pueblo y rechazamiento de los sacerdotes.
4:6–10.
v. Separación entre Dios y el pueblo por el pecado de éste.
4:11–14.
vi. Exhortación a Judá a no seguir la idolatría de Israel.
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4:15, 16.
vii. Obstinación de Israel en seguir su carrera de idolatría.
4:17–19.
viii. Condenación de la casa real y la clase sacerdotal.
5:1, 2.
ix. Conocimiento de Dios del pecado de Israel.
5:3, 4.
x. Aunque Israel busque a Jehová no lo hallará.
5:5–7.
xi. Proclamación pública en Judá del peligro del invasor.
5:8–10.
xii. La corrupción de Judá e Israel, y su enfermedad nacional.
5:11–14.
2. El efecto corrector de la disciplina de Jehová.
5:15–6:11.
i. Propósito de Jehová de apartarse de su pueblo hasta que éste lo busque.
5:15.
ii. Bajo la aflicción, el pueblo quiere conocer a Jehová.
6:1–3.
iii. La paciencia de Dios.
6:4, 5.
iv. Deseo de Jehová: Misericordia y el conocimiento de él, en vez de una religión formalista, e
idólatra.
6:6–10.
v. Castigo de Judá.
6:11.
3. Nueva descripción de la corrupción de Israel.
7:1–8:14.
i. Desilusión después de un cambio momentáneo de corazón, que prometía cosas mejores.
7:1, 2.
ii. Lisonjean al rey para conseguir indulgencia.
7:3–7.
iii. Condenación de las alianzas con las naciones extranjeras.
7:8–10.
iv. Las alianzas se transforman en redes de destrucción.
7:11–16.
v. Anunciamiento de la llegada del enemigo.
8:1–4.
vi. Condenación del culto idolátrico.
8:5, 6.
vii. Predicción del cautiverio en Asiria.
8:7–10.
viii. El pecado de Israel: idolatría, rechazamiento de la ley, glotonería en los cultos, olvido de
Dios.
8:11–14.
4. Castigo de Israel.
9:1–17.
i. Advertencia en contra de la alegría, en vista de su pecado.
9:1.
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ii. Referencia al destierro.


9:2–6.
iii. Retribución por causa de su maldad.
9:7.
iv. Una falsa esperanza de socorro concluída en castigo.
9:8, 9.
v. La inocencia primitiva de Israel cambiada en corrupción.
9:10–13.
vi. Rechazamiento de Efraim por su pecado.
9:14–17.
5. La idolatría del pueblo y su destierro.
10:1–15.
i. Crecimiento de la idolatría por causa de la prosperidad.
10:1–3.
ii. Llevados cautivos a Asiria por su infidelidad e idolatría.
10:4–6.
iii. Cuadro de la anarquía y de la desolación que reinarán en el país.
10:7, 8.
iv. Castigo de la rebelión de Israel.
10:9–11.
v. Exhortación al arrepentimiento.
10:12.
vi. Conquista de la tierra por su impiedad.
10:13–15.
6. El gran amor de jehová que no puede desechar eternamente a su pueblo.
11:1–11.
i. Amor de Jehová para con Israel, y rebelión de éste.
11:1–4.
ii. Dominación asiria y destrucción de Israel.
11:5–7.
iii. Misericordia de Jehová y promesa de la restauración.
11:8–11.
7. Jacob como ejemplo de inspiración a Israel.
12:1–14.
i. La infidelidad e inconstancia de Israel y Judá.
12:1–3.
ii. El ejemplo de Jacob como medio para inspirarlos a volver a Dios.
12:4–7.
iii. La prosperidad como un resultado de la iniquidad.
12:8, 9.
iv. Desaparición de su prosperidad por la iniquidad.
12:10–12.
v. Cese de la preservación de la descendencia de Jacob.
12:13, 14.
8. Destrucción a causa de la idolatría, seguida por la salvación.
13:1–14:8.
i. Por su pecado, se rebaja la anterior exaltación de Israel.
13:1–3.
ii. Transformación del amor que los protegía en ira.
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13:4–8.
iii. La confianza en las agencias humanas es la causa de la destrucción de Israel.
13:9–11.
iv. El castigo y la restauración de Israel son seguros.
13:12–16.
v. Exhortación a Israel para que se vuelva a Dios.
14:1–3.
vi. Promesa de Dios de sanar y restaurar a Israel a su anterior prosperidad.
14:4–7.
vii. Futuro arrepentimiento absoluto de Israel.
14:8.
Conclusión de la Profecía de Oseas: Rectitud de los caminos de Jehová.
14:9.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE OSEAS
Os. 1:1–14:9.
Muchos pasajes de la Profecía de Oseas han sido comentados ampliamente en la Introducción
a la Profecía de Oseas, como 1:1, capítulos 1–3, etc. A continuación se agregan algunas notas
sobre pasajes particulares.
1:1. Oseas hijo de Beeri, en días de Ozías, etc.: Véase la Introducción.
1:2. Una mujer fornicaria: Véase la Introducción. Porque la tierra se dará a fornicar
apartándose de Jehová: Aquí introduce el profeta el simbolismo de su mensaje: así como su
esposa le era infiel a él, también Israel lo era a Dios.
1:3. Gomer: Voz de derivación indeterminada.
1:4. Jezreel: Al primer hijo que nació el profeta le puso el nombre de Jezreel, juego de
palabras con Israel. Jezreel significa Dios esparcirá, dicho profético con respecto al porvenir
de Israel (comp. Pusey), con referencia también a la llanura de Jezreel (Esdraelón). En este
lugar Acab había edificado su palacio, allí había cometido el crimen contra Nabot, y allí sobre
él y su casa cayó terrible juicio. Yo visitaré las sangres de Jezreel sobre la casa de Jehú: No
es una referencia a algún castigo a Jehú por su matanza de Acab y su casa (como cree
Cheyne), sino que Jezreel, símbolo de crimen, de sangre, y de violencia, significa el juicio,
juicio que ha de ser ejecutado sobre la casa de Jehú porque no ha sido fiel a Jehová (comp.
Keil).
1:6. Lo-ruhama: Nombre dado a la hija: significa no favorecida, o no compadecida: se refiere
al hecho de que Jehová ya no mostraría favor hacia su nación rebelde, como antes había
hecho.
1:7. Mas de la casa de Judá tendré misericordia: En contraste con el destino de Israel, que
había de ser destruído por fuerza de armas, Judá sería salvado, no con arco, ni con espada,
etc., sino por el socorro de Jehová, lo que vemos cumplido en la liberación milagrosa de la
amenaza asiria en tiempo de Ezequías (2 Reyes 18:13–19:37).
1:9. Lo-ammi: Al tercer hijo le puso por nombre Lo-ammi, que significa no pueblo mío, lo
que se refiere al rechazamiento del reino septentrional de Israel.
1:10. Donde se les ha dicho: Vosotros no sois mi pueblo, les será dicho: Sois hijos del Dios
viviente: Con la amenaza de la destrucción, viene juntamente la promesa de la restauración
de un remanente arrepentido: Cuando el pueblo volvió del cautiverio, muchos israelitas
regresaron con los de Judá (véanse 1 Crón. 9:3 y nota, en Tomo II; Es. 4:1; Lc. 2:36).

comp. compárese; compárense.


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1:11. Y los hijos de Judá y de Israel serán congregados en uno: Profecía de la unidad después
del cautiverio. Porque el día de Jezreel será grande: Así como Jezreel fue símbolo del juicio
de Dios sobre la casa de Acab, así llega a ser símbolo de la destrucción de la nación.
2:1–23. Vida conyugal de Oseas como alegoría de la historia de Israel.
En este capítulo tenemos la aplicación alegórica de la historia personal del profeta, a la
nación.
2:1–3. Decid a vuestros hermanos: El profeta se dirige a miembros individuales de la nación,
instándoles a que contiendan con su madre, es decir con Israel, para que reforme su vida
(comp. Henderson; Cheyne supone que se dirigió a sus discípulos). Omitiendo el prefijo lo
de los nombres de los hijos (que en hebreo significa no), éstos se convierten en Ammí, mi
pueblo, y Ruhama, compadecida, incluyendo así a todo el pueblo (hombres y mujeres). Así
como los nombres de mal agüero habían enseñado su rechazamiento, del mismo modo los
nombres buenos denotan su futura salvación (comp. Keil).
2:3. No sea que yo la despoje desnuda: El castigo de la adúltera era el de ser desnudada
(comp. Horton). Y la ponga como un desierto: Con la mezcla de metáfora típica de Oseas, el
profeta presenta el cuadro de la tierra desolada después de la destrucción de la nación.
2:4. Ni tendré misericordia de sus hijos: porque son hijos de fornicaciones: Siendo
incorregibles, como la madre, los hijos tampoco han de escapar al juicio de ella, es decir, los
individuos de la nación (comp. Pusey).
2:5. Iré tras mis amantes: El adulterio de la mujer era un cuadro de la idolatría de la nación.
2:6. Yo cerco tu camino con espinas: Al sufrir la mujer pensará en volver a su marido, y la
nación a su Dios.
2:7. Y seguirá sus amantes, y no los alcanzará: Así como ya no encontraba amantes, la mujer
piensa en volver a su esposo, también la nación, al no hallar satisfacción en su idolatría,
quiere volver a Dios (comp. Cheyne).
2:8–13. Despojamiento de sus bienes por su falta de gratitud.
Las figuras de la mujer y de la nación se mezclan íntimamente. Así como el esposo era el que
había dado a su esposa la prosperidad material, y no los amantes falsos, del mismo modo
Dios la ha dado a la nación, y no los ídolos. Ahora se la quitará, y la tierra será reducida a
desolación.
2:13. Y visitaré sobre ella los tiempos de los Baales: Dios ha de visitar sobre la tierra el juicio
por el culto de los baales.
2:14–23. Promesa de la restauración.
El esposo ha de restaurar a la esposa a su antigua posición, y Dios volverá a la nación a su
lugar favorecido.
2:14. La llevaré al desierto, y hablaré a su corazón: Cuadro del cautiverio, con su posibilidad
de arrepentimiento.
2:15. Y el valle de Achor por puerta de esperanza: Mencionado en Jos. 7:26, sitio del
incidente de Acán, significa valle de turbación, o de aflicción; era simbólico de la aflicción
por la cual había de pasar la nación antes de llegar a ser nuevamente favorecida por Jehová.
2:16. Me llamarás Marido mío, y nunca más me llamarás Baali: Esta última voz significa mi
Baal; así sería completa su conversión de la idolatría.
2:18. Y haré por ellos concierto en aquel tiempo con las bestias, etc.: Con un dicho poético
el profeta representa el hecho de que el pueblo moraría en paz (comp. Pidge).
2:20. Y te desposaré conmigo en fe: Es decir, en fidelidad, siendo la de Dios la que se acentúa
aquí, y no la de la esposa (y así entienden Pidge, y Keil).
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2:21, 22. Responderé, etc.: Hermosa figura de concatenación, que representa la absoluta
armonía que existirá entre Dios, la naturaleza, y el pueblo.
2:22, 23. Y ellos responderán a Jezreel. Y sembraréla para mí en la tierra: Nuevamente una
referencia a Jezreel, símbolo de juicio, pero aquí de buen agüero, por cuanto el juicio por fin
ha traído la felicidad (comp. Orelli). Otra vez tenemos los nombres de los hijos, con juegos
de palabras: Tendré misericordia de Lo-ruhama (la que no recibía misericordia): y diré a Lo-
ammi (no pueblo mío): Pueblo mío tú.
3:1–5. Búsqueda de la mujer infiel.
Se ha discutido ya este pasaje en la introducción. Sólo cabe resumir aquí que se trata
nuevamente de Gomer, que había dejado a su esposo, a la cual él ahora busca nuevamente:
todo presenta un cuadro alegórico de las relaciones entre Dios e Israel. El capítulo 3 continúa
la historia del capítulo 1, mientras que el capítulo 2 da la lección espiritual.
3:2. Compréla entonces para mí por quince dineros de plata: Gomer había abandonado a su
esposo y caído en la esclavitud, pero el profeta va a comprarla otra vez, probablemente a su
amante que la tenía esclavizada, o a algún otro que la había retenido para venderla como
esclava. El precio en que fue vendida muestra el menosprecio en que era tenida: quince siclos,
o sea aproximadamente 200 gramos de plata, además un homer y medio de cebada, (cuarenta
y cinco seahs), es decir, aproximadamente 330 litros del grano (comp. nota sobre 2 Reyes
7:1, 2). Véase también el Tomo I, pág. 203.
3:3, 4. Tú estarás por mía muchos días, etc.: Por un tiempo la mujer había de vivir aislada:
No había de tomar otro hombre, ni podía tener relaciones conyugales con el esposo; esto fue
para que se arrepintiese de su vida mala. Esto representaba alegóricamente el hecho de que
Jehová privaría a Israel, su esposa de sus libertades civiles y religiosas (comp. la VM,
Cheyne, Pidge, etc.). Sin estatua, y sin ephod, y sin teraphim: Sin idolatría. El culto del efod,
vestido del sumo sacerdote, era una forma de idolatría, como se practicaba después de la
muerte de Gedeón (véase nota de Juec. 8:27 en el Tomo II).
3:5. Después volverán los hijos de Israel, etc.: Así como la esposa de Oseas, después de
arrepentida, había de ser restaurada a su posición anterior, asimismo había de volver Israel a
estar ante el favor de Dios.
4:1–14:8. Apostasía de Israel.
Como se ha dicho en la Introducción, estas profecías fueron pronunciadas más tarde, pero se
relacionan íntimamente con los primeros tres capítulos, y con el tema general de la Profecía:
Amor de Dios para con su pueblo. El tiempo de estas profecías es después de la época de
Jeroboam II (véase la discusión en la Introducción).
4:1. Jehová pleitea con los moradores de la tierra: Jehová tiene una controversia con la tierra
por su pecado, o pleito, en que él es juez y demandador (comp. Cheyne, Keil, etc.). Comp.
Miq. 6:2; Jer. 2:9.
4:2. Sangres se tocaron con sangres: El plural denota el asesinato: Una cadena continua de
matanza se sucedería en la tierra.
4:3. Se enlutará la tierra: Prosopopeya: tan grande será el luto que se representa a la tierra
como compartiéndolo.
4:4. Hombre no contienda ni reprenda a hombre: Irónico: aunque el pueblo necesitaba de la
reprensión, el profeta irónicamente la prohibe, por la dureza de ellos, que hasta resisten a los
sacerdotes (comp. Pidge).

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


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4:5. Caerás por tanto en el día, y caerá también contigo el profeta de noche: Tanto el pueblo
como sus profetas falsos (del culto del becerro) caerían en la misma condenación. La frase
de noche no tiene significado especial, sino que completa el paralelismo: en el día … de
noche, y denota la continuidad de la caída: todos caerán de día y de noche (y así lo entiende
Keil). Y a tu madre talaré: Siguiendo el simbolismo de los primeros tres capítulos, se refiere
a la nación.
4:7. Trocaré su honra en afrenta: La honra que naturalmente distinguía al sacerdocio sería
cambiada en vergüenza, con la privación de su autoridad, su riqueza, y su lugar en el culto
de la nación que ocurriría con la caída del país.
4:8. Comen del pecado de mi pueblo: Una referencia al hecho de que los sacerdotes vivían
de los sacrificios por pecado del pueblo (y así lo entienden Keil, Henderson, etc.), los que
venían a ser “pecado” porque se relacionaban con el culto falso de Jehová en Betel (y así
interpreta Pusey); resalta también lo mercenario de sus motivos (comp. Pusey, y Horton), en
que animaban al pueblo a continuar en un culto falso para acrecentar sus ganancias (comp.
Harper, y Pusey).
4:9. Tal será el pueblo como el sacerdote: El pueblo en su vida moral no podía subir a un
nivel más alto que el sacerdote, sino que debía ser semejante a sus maestros.
4:10. Comerán, mas no se hartarán: Referente a la comida de los sacerdotes de los sacrificios
que, por más abundantes que fueran, no saciarían la codicia de los ministros (comp. Pusey).
Fornicarán, mas no se aumentarán: Se refiere al culto inmoral cananeo (Harper, Horton). La
fornicación que caracterizaba los cultos inmorales no tenía el propósito, ni el resultado, de
aumentar la población, que florecía sólo en su ambiente natural: el casamiento.
4:12. Mi pueblo a su madero pregunta: Referente al carácter sin vida de la idolatría; muchos
de los ídolos eran de madera.
4:13. Sobre las cabezas de los montes sacrificaron, etc.: Sobre los montes, que les parecían
más cerca del cielo, el pueblo celebra su culto idólatra; esto tenía como resultado la
inmoralidad entre la juventud.
4:14. No visitaré sobre vuestras hijas cuando fornicaren: Puesto que los padres tenían la
culpa, no se castigaría a las hijas sino a ellos (comp. Fausset). Con las malas mujeres
sacrifican: Es decir, con las mujeres del templo, aparecían al mismo altar para sacrificar, el
altar del culto idólatra (comp. Schmoller).
4:15. Si fornicares tú, Israel, a lo menos no peque Judá: Aunque Israel estaba entregado a la
idolatría, Judá no, y el profeta le exhorta a conservar su integridad. No entréis en Gilgal, ni
subáis a Beth-aven: Comp. Am. 4:4 y nota, 5:5 y nota. Ni juréis, Vive Jehová: Este juramento
era permitido bajo el antiguo sistema (Deut. 6:13; 10:20), y la prohibición aquí se asocia con
el culto del becerro y la idolatría (comp. Fausset).
4:16. Porque como becerra cerrera se apartó Israel: ¿apacentarálos ahora Jehová como a
carneros en anchura?: No es una alusión al culto de los becerros, como lo entiende Pusey,
sino una ilustración de la naturaleza: el animal estúpido y recalcitrante no merecía el
continuado cuidado del pastor en la pradera, sino la matanza; así merecía Israel la destrucción
(y así entienden Orelli, Horton, y otros).
4:17. Ephraim es dado a ídolos; déjalo: Ironía, porque el profeta sigue exhortándolo; ilustra
lo incorregible de la idolatría del pueblo, con su seguro destino de destrucción.
4:19. Atóla el viento en sus alas, y de sus sacrificios serán avergonzados: La figura del viento
representa la impetuosidad con que serán llevados a la cautividad (Horton, Cheyne). Sus
sacrificios, que se ofrecían ilícitamente, serían, en vez de una fuente de bien, una causa de
vergüenza.
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5:1. Habéis sido lazo de Mizpa, y red extendida sobre Tabor: Dos lugares, que posiblemente
servían para los cazadores de aves (según Horton, y Fausset), eran probablemente centros de
idolatría (según Pidge, Cheyne, etc.), aunque no hay alusión histórica a esto.
5:3. Yo conozco a Ephraim, etc.: Dios, que ha de castigar a Israel, bien conoce sus pecados.
5:5. Y la soberbia de Israel: Cheyne toma esta expresión como un título de Jehová (y así
interpreta Keil), pero es mejor entenderla en su sentido literal (y así la comprenden Pusey,
Pidge, Horton, y otros), referente al orgullo que había caracterizado a Israel durante su
historia, y muchas veces había traído su caída, porque representaba confianza en sí mismo y
no en Dios. Le desmentirá en su cara: Mejor la VM, “testifica contra él en su misma cara.”
El orgullo de Israel, que le ha llevado a cometer actos de desenfreno, de rebelión y de
participar en el culto popular de la idolatría, es lo que comprueba su culpabilidad.
5:7. Ahora los devorará un mes con sus heredades: Mejor la VM: “Ahora pues el novilunio
los consumirá juntamente con sus campos.” El nuevo mes, que se aguardaba con
anticipación, con sus fiestas y alegría, podía ocasionarles (y algún día les traería) la invasión
del enemigo, con el cese de sus posesiones y sus herencias (comp. Horton, Cheyne, Orelli,
Fausset, etc.)
5:8. Tocad bocina en Gabaa, etc.: Este sonido de instrumentos marciales fue con el propósito
de advertir a Judá (v. 10).
5:10. Los que traspasan mojones: El mover la señal que dividía dos heredades era uno de los
crímenes más despreciables; el profeta compara a los adalides de Judá con los que hacen esto.
5:11. Quiso andar en pos de mandamientos: Se refiere, no a los mandamientos divinos, sino
a los de hombre, especialmente a los de Jeroboam tocante a los becerros de oro (comp.
Henderson).
5:12. Yo pues seré como polilla a Ephraim: Como la polilla y la podredumbre consuman algo
de adentro, mientras que el exterior parece bueno, así Dios destruía a estas dos naciones
(Israel y Judá), es decir, las destruía por medio de las leyes naturales que, cuando no son
obedecidas, traen su efecto degenerador como consecuencia en el sistema social.
5:13. Enviará al rey Jareb: Jareb significa el que contiende, o lucha, (Horton, Keil), y aquí
se aplica al rey de Asiria como sobrenombre, a quien Menahén buscó ayuda, pagándole
tributo (2 Reyes 15:17–22). Las alianzas con Asiria les serían inútiles.
5:15. En su angustia madrugarán a mí: Es decir, cuando la aflicción les viniera, entonces se
apresurarían a buscar a Jehová (comp. Horton).
6:2. Darános vida después de dos días: al tercer día nos resucitará: Se refiere a la
restauración del pueblo a su tierra después del exilio (comp. Keil, Schmoller, etc.).
6:4. La piedad vuestra es como la nube de la mañana, y como el rocío: Como la neblina y el
rocío de la mañana rápidamente desaparecen, así se desvanece la piedad del pueblo.
6:5. Corté con los profetas: Figura basada sobre el hecho de que las palabras críticas cortan
al alma.
6:6. Porque misericordia quise, y no sacrificio: Tales pasajes como éste han sido
interpretados en el sentido de que los profetas estaban en contra de los sacrificios (véase
Harper, citado en mi nota sobre Am. 5:21–24), pero es el culto sin misericordia lo que se
condena.
6:7. Mas ellos, cual Adam, traspasaron el pacto: Adán es el prototipo de todos los pecadores:
así como él traspasó el acuerdo relativamente sencillo que Dios había establecido con él,
asimismo el pueblo había traspasado el pacto instituído por Moisés.
6:8. Galaad, ciudad de obradores de iniquidad: Mencionada sólo en Juec. 10:17, se refiere
probablemente a Ramot-galaad (y así cree Cheyne), aunque algunos la toman aquí como la
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región (Horton, Schmoller, etc.). Los habitantes de la región de Galaad se distinguían por su
ferocidad (comp. 2 Reyes 15:25).
6:9. Junta de sacerdotes mancomunadamente mata en el camino: Nos sorprende que los
sacerdotes se hubiesen rebajado tanto como para ser ladrones, pero así parece que sucedió
(comp. Keil, Harper); esto ilustra la malísima moral del pueblo.
6:10. Fornicó Ephraim: La idolatría espiritual, pero tambien fornicación en los cultos
idólatras de Astarte.
6:11. También Judá puso en ti una planta, habiendo yo vuelto la cautividad de mi pueblo:
Es correcta la traducción de la VM: “Para ti también, oh Judá, está preparada una siega,
cuando yo hiciere tornar el cautiverio de mi pueblo.” La siega de que se habla aquí es
entendida como una de juicio por Harper, Henderson, Keil, y otros. Así Keil parafrasea:
“Cuando Dios viniere a castigar, a fin de que desarraigue la impiedad, y devuelva a su pueblo
a su verdadero destino, Judá también será visitado con juicio.” Pero es mejor entender que el
pasaje se refiere a una siega de bendición después del cautiverio (y así lo entienden Pusey,
Horton, Fausset, y otros).
7:1. Estando yo curando a Israel, descubrióse la iniquidad de Ephraim: Así como los
primeros esfuerzos para curar una llaga pueden hacerla peor, asimismo lo que hacía Dios
para mejorar a Israel tenía como resultado el hacerlo empeorar (comp. Keil, y Horton).
7:2. Y no dicen en su corazón que tengo en la memoria toda su maldad: Israel no se daba
cuenta de que Dios conocía toda su impiedad.
7:4. Son como horno encendido por el hornero, el cual cesará de avivar después que esté
hecha la masa, hasta que esté leuda: El panadero enciende el fuego para calentar el horno,
luego deja que arda en rescoldo mientras la masa se leuda; esto ilustra las pasiones de los
adúlteros que, después de satisfacer sus deseos, dejan que éstos queden latentes, hasta que se
encienden de nuevo (comp. Horton, Cheyne, etc.).
7:5. El día de nuestro rey: El cumpleaños, o el día de su coronación (comp. Orelli, Pidge,
Cheyne, etc.).
7:6. Toda la noche duerme su hornero: Con referencia al tema de 7:4, véase.
7:7. Cayeron todos sus reyes: En 2 Reyes, cap. 15, se registra el relato de cuatro regicidios
en menos de cuarenta años.
7:8. Ephraim fue torta no vuelta: Cheyne: “Un emblema de un país medio arruinado por
calamidades, y no rescatado.” Pero es mejor entender la figura, una torta quemada por debajo
y aún masa arriba, referente a una personalidad de elementos no armonizados (y así lo
entiende Pidge).
7:10. Y la soberbia de Israel testificará contra él: Véase nota de 5:5.
7:11. Ephraim como paloma incauta: Israel, como la paloma que cae en la red, acude a Asiria
y a Egipto en busca de socorro, sirviendo éstos para nada más que una red para tomarlo.
7:12. Castigarélos conforme a lo que se ha oído en sus congregaciones: El castigo sería de
acuerdo a las predicciones hechas públicamente a la congregación, como la que extendió
Moisés (Deut. 28), y las de los profetas (comp. Horton).
7:13. Yo los redimí: Mejor con la VM: “Yo los iba a redimir,” (y así entienden Cheyne, Pidge,
etc.).
7:14. Para el trigo y el mosto se congregaron, rebeláronse contra mí: No es necesario
suponer que el pueblo se reunía delante de ídolos (como cree Pidge), sino que pueden ser el
culto de Dios, pero con un motivo materialista: el solo propósito del pueblo en reunirse en
culto fue para conseguir bendiciones materiales, y no con un deseo verdadero de conocer a
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Dios (comp. Horton, y Harper). Traduce más claramente la VM: “Para el trigo y el vino es
para lo que se reúnen.”
7:16. Fueron como arco engañoso: Como cuando se tira del arco y, no teniendo fuerza, deja
caer la flecha a la tierra (comp. Horton). Este será su escarnio en la tierra de Egipto: Este,
referente a su caída por la espada (Keil), será un motivo de escarnio en el país que habían
buscado como aliado, Egipto.
8:1. Vendrá como águila contra la casa de Jehová: El águila aquí es Salmanasar, que
encabezaba las fuerzas asirias que invadieron a Israel en 724 a. de J.C. (comp. Horton), y que
venía en contra de la casa de Jehová, es decir, la tierra y su pueblo (Pidge).
8:2. A mí clamará Israel: Dios mío, te hemos conocido: En la época de peligro, el pueblo se
apoyaría sobre su alianza con Dios, pero sin efecto (comp. Cheyne).
8:4. Hicieron reyes, mas no por mí: Pidge cree que se refiere a la rápida sucesión de reyes en
los últimos años del reino de Israel, pero es mejor creer que se refiere a toda su historia desde
la época de Jeroboam I, que hizo ídolos de su plata y de su oro; aunque Jeroboam recibió la
aprobación de Ahías el profeta (1 Reyes 11:29–39), esto no quitó el hecho de que la acción
posterior del pueblo del norte en ungirle vino por su propia voluntad, y constituyó un
rechazamiento del linaje ungido de David; con esta opinión concuerdan Clarke, Fausset,
Pusey, Henderson, Schmoller, Harper, Keil, y Cheyne.
8:5. Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejar: La VM traduce: “Tu becerro, oh Samaria, me es
una abominación,” y con esta interpretación concuerdan Harper, Henderson, y Keil. Bover y
Cantera traducen, “Yo rechazo tu becerro, ¡oh Samaria!” y con ésta están de acuerdo Nácar
y Colunga, Pidge, y Schmoller. FTA: “Derribado por el suelo ha sido tu becerro, oh Samaria.”
Yo interpreto, “Tu becerro, oh Samaria, te ha desechado;” ellos habían rechazado a Dios para
adorar al becerro de oro en Betel, pero éste no les puede ayudar (y así lo entienden Fausset,
y Pusey).
Hasta que no pudieron alcanzar inocencia: La VM traduce: “¿Hasta cuándo no podrán
alcanzar a la inocencia?” con lo cual concuerdan Bover y Cantera, Henderson, Fausset, etc.
Pero es mejor la idea de C. de V. (y así Nácar y Colunga), de que ya han alcanzado este
estado desesperado en que la posibilidad de ser inocente ya no existe: Horton dice, “Hay una
ironía terrible en que el pensamiento de la inocencia se ha alejado más allá de su alcance.”
8:7. Porque sembraron viento, y torbellino segarán: Sembraron iniquidad, y segarán la ira,
según Keil, Cheyne, Pidge, etc. Es mejor entender que sembraron lo que no tiene cuerpo,
como el viento, es decir, la necedad y la vanidad, y así entiende Pusey, Schmoller, etc., que
como resultado trae una cosecha de ira, como la destrucción que viene con el torbellino.
8:8. Presto será entre las gentes como vaso en que no hay contentamiento: Referente al
cautiverio, en que Israel, como un vaso puesto a algún uso vil, del cual la gente se retira con
repugnancia (comp. Pusey).
8:9. Porque ellos subieron a Assur, asno montes para sí solo: Figura oriental de terquedad y
obstinación. A pesar de las advertencias proféticas, Israel buscó alianzas con Asiria, lo que
refuerza lo siguiente: Ephraim con salario alquiló amantes: Una parte de la fornicación
espiritual de Israel fue en no confiar en Dios, sino en buscar apoyo en el extranjero.

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.
V. véase; véanse.
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8:10. Aunque alquilen a las gentes, ahora las juntaré: A las mismas naciones cuyo favor
buscaba Israel, pagando tributo, Dios juntaría para su destrucción (comp. Pidge). Serán un
poco afligidos por la carga del rey y de los príncipes: Traduce la VM: “Dentro de poco ellos
estarán en angustia,” y así entiende Henderson, referente al cautiverio en Asiria. Es mejor
entender el pasaje como referente al hecho de que el tributo impuesto ahora sobre el pueblo,
para pagar a Asiria (2 Reyes 15:19–22), es poco en comparación con la angustia del
cautiverio (y así entienden Fausset, y otros).
8:13. En los sacrificios de mis dones sacrificaron carne, y comieron: El pueblo cumplía con
la liturgia, pero su corazón no estaba en la cosa (comp. Cheyne, y Pidge, y mi nota sobre 6:6,
y Am. 5:21–24). Ellos se tornarán a Egipto: Cheyne cree que se refiere a una invasión
egipcia; Clarke: “En efecto, habían vuelto a Egipto instituyendo el culto de los becerros de
oro;” Pusey cree que se refiere a una ida verdadera de algunos israelitas a Egipto, como los
de Judá más tarde; pero es mejor entender que se habla de un cautiverio como el de Egipto,
de Egipto como tipo, y así interpretan Fausset, Keil, Schmoller, Horton, y Pidge. Véase Os.
11:5.
9:1. Amaste salario por todas las eras de trigo: Es decir, el salario de la ramera; así como la
ramera iba hasta los lugares donde se trillaba el trigo para hacer su negocio, asimismo Israel
frecuentaba los santuarios idólatras en esperanza de recibir de los ídolos cosechas buenas
(comp. Clarke, Keil, Schmoller, etc.).
9:3. Volverá Ephraim a Egipto, y a Asiria: Véase la nota de 8:13. Donde comerán vianda
inmunda: No como Cheyne interpreta, “ya que todas las tierras paganas eran inmundas (Am.
7:17), asimismo lo serían los productos del suelo,” ni con Pidge: “toda cosa tocada por manos
paganas era contaminada,” ni como lo entiende Fausset: “reducido el pueblo por necesidad a
comer cosas llamadas inmundas por la ley mosaica,” ni con Horton: “no podían si querían,
mantener su religión en Asiria,” sino que más bien se refiere al hecho de que los sacrificios
consistentes en presente no eran ofrecidos a Jehová, y lo demás quedaba inmundo, y así lo
entienden Keil, Schmoller.
9:4. No derramarán vino a Jehová, ni él tomará contento en sus sacrificios: Los sacrificios,
y las libaciones de vino que los acompañaban, ya no se podrían observar en el cautiverio.
Como pan de enlutados les serán: La comida que se comía en casa de duelo se consideraba
inmunda, haciendo inmundos a los que de ella participaban. Será pues el pan de ellos para
sí mismos; no entrará en la casa de Jehová: Así como en el pasado habían comido su pan,
no ofreciendo en el santuario de Jehová su porción, en el cautiverio no podrían ofrecerlo ya
(comp. Horton).
9:6. Egipto los recogerá: Aquí en el mismo sentido que en 8:13, cuya nota véase, y 9:3.
9:7. Necio el profeta, insensato el varón de espíritu: Ambas expresiones referentes a los
falsos profetas que habían engañado al pueblo (comp. Keil, y Pigde).
9:8. Atalaya es Ephraim para con mi Dios: Una frase muy disputada: Pidge, “Efraim busca
profecías por su cuenta, solicitando cu sí mismo luz y dirección, en vez de confiar en Dios;”
G. A. Smith: “Efraim se comporta como espía con mi Dios,” es decir, buscando causa en
contra de él; la traducción de la VM es mejor, “El atalaya, oh Efraim, está con mi Dios,” y
se refiere al hecho de que el verdadero profeta está al lado de Dios (comp. Pusey), en
contraste con los falsos (8b).
9:9. Llegaron al profundo, corrompiéndose, como en los días de Gabaa: El pueblo se había
degenerado, como en días de la atrocidad en Gabaa, citada en Juec. 19:1–30.
9:10. Como uvas en el desierto hallé a Israel: como la fruta temprana de la higuera: Como
las uvas que el viajero hambriento por acaso halla en el desierto, y como la fruta temprana
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de la higuera, proverbial por su dulzura (Is. 28:4; Jer. 24:2; Miq. 7:1), así miraba Jehová a
Israel en el principio de su existencia nacional.
Ellos entraron a Baal-peor: En Sitim, aun durante el período de migraciones, temprano en
su historia, Israel había adorado con los moabitas al Baal de Peor, dios moabita, (Núm. 23:28;
25:3).
9:11. Ephraim, cual ave volará su gloria desde el nacimiento: Más clara es la VM: “En
cuanto a Efraim, la gloria de ellos se volará cual ave, de modo que no habrá nacimientos,
etc.” (comp. Cheyne, Keil, etc.). Como resultado de la degeneración moral, la nación decaería
(comp. Horton).
9:13. Ephraim, según veo, es semejante a Tiro: Mejor la VM, “Efraim, cual yo le ví, se
parecía a Tiro,” y así Pidge. Tiro, ciudad principal, con Sidón, de Fenicia, era próspera y casi
inexpugnable, y el profeta compara a Israel con ella. Mas Ephraim sacará sus hijos al
matador: A pesar de su lugar favorable, el destino de Israel era la destrucción.
9:14. Dales matriz expeliente, y enjutos pechos: En vez de pedir para Israel la fructuosidad,
el profeta pide que se les de “matriz abortadora” (VM) con pechos secos, es decir, la
esterilidad. Pidge: “Mejor ser estéril que privada del hijo nacido,” como había de suceder en
la caída de la nación.
9:15. Toda la maldad de ellos fue en Gilgal; En Gilgal hubo en la antigüedad el santuario del
pueblo (Jos. 4:19–24), pero ahora en el santuario ilícito se colmaba la maldad de la nación
(véanse Amós 5:5 y nota).
9:16. Ephraim fue herido, secóse su cepa: De la cepa de un árbol, a veces florece éste después
de ser cortado el tronco; hasta la cepa de Ephraim había sido herida y secada.
10:1. Conforme a la multiplicación de su fruto multiplicó altares: A medida que la
prosperidad y bendición de Israel crecía, asimismo aumentaba su atención a la idolatría.
10:2. El quebrantará sus altares: Es decir, Dios los quebraría (VM, Pidge, etc.). Literalmente
dice, El quebrará los cuellos de sus altares, referente posiblemente a los cuernos en las
esquinas (como en Am. 3:14), (comp. Cheyne, Horton, etc.).
10:3. Porque dirán ahora: No tenemos rey: Referente al período después de Jeroboam II,
cuando los reyes y dinastías cambiaban tan rápidamente que bien podía preguntar el hombre
vulgar, “¿Quién es rey ahora?,” siendo éstos tan inferiores, y los tiempos tan desalentadores,
que naturalmente sigue la otra pregunta. ¿Y qué haría el rey por nosotros?
10:4. Han hablado palabras jurando en vano al hacer alianza: Se refiere a las alianzas con
Asiria y Egipto (comp. Cheyne, Pigde, etc.). El juicio florecerá como ajenjo en los surcos
del campo: Es decir, el juicio de Dios sobre la nación había de florecer como una planta
venenosa, quizás la cicuta (VM), o la amapola (comp. Cheyne).
10:5. Por las becerras de Beth-aven serán atemorizados: Nuevamente se emplea el término
Beth-aven, casa de vanidad, irónicamente de Betel, sitio del culto del becerro de oro en el
sur de Israel. Véase la nota de Am. 5:5.
10:6. En presente al rey Jareb: Véase la nota de 5:13.
10:7. De Samaria fue cortado su rey: No solamente el rey, sino también el reino (comp. Keil).
10:8. Y los altares de Avén serán destruídos: Véanse notas sobre 10:5, y Am. 5:5.
10:9. Desde los días de Gabaa has pecado, oh Israel: Véase nota de 9:9.
10:11. Ephraim es becerra domada, amadora del trillar; más yo pasaré sobre su lozana
cerviz: Israel en su prosperidad había acostumbrado a trillar a otras naciones; ahora ella sería
trillada por Asiria (comp. Henderson). Arará Judá, quebrará sus terrones Jacob: Judá
también sería envuelto en el juicio de Israel, lo que se cumplió en el cautiverio (comp.
Henderson).
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10:12. Arad para vosotros barbecho: porque es el tiempo de buscar a Jehová: La tierra que
había yacido en barbecho, había de ser arada nuevamente por el agricultor, en preparación
para la sementera; era tiempo ya que Israel preparase su corazón para recibir la lluvia
espiritual de Jehová, a fin de producir una cosecha de justicia delante de él.
10:13. Comeréis fruto de mentira: Habiendo sembrado iniquidad, el fruto que cosecharía
sería falso.
10:14. Como destruyó Salmán a Beth-arbel el día de la batalla: Este incidente no ha sido
conservado en la historia. Salmán podría ser una forma apocopada de Salmanasar, y Beth-
arbel podría ser Arbela, mencionado en 1 Mac. 9:2, y en Josefo, y la devastación de esta
ciudad sería en conexión con la campaña del rey asirio referida en 2 Reyes 17:3 (comp. Keil,
Pidge).
10:15. En la mañana será del todo cortado el rey de Israel: La destrucción del reino será
pronta y repentina.
11:1. Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo: Muy temprano
en la historia de la nación, el amor de Jehová para con él fue manifiesto. En prueba de este
amor Jehová lo llamó de su morada en Egipto y lo estableció en Canaán. El sentido doble de
la profecía se ilustra en este pasaje: un sentido contemporáneo con referencia a la época del
profeta, un sentido profético referente al porvenir (véase el capítulo sobre La Profecía y su
Interpretación, 3. iv). El evangelista Mateo relaciona el pasaje también con Jesús, y el hecho
de que Dios lo llamó de su morada en Egipto para habitar en Nazaret (Mt. 2:15). Así, en Ex.
4:22, se dice: ‘Israel es mi hijo, mi primogénito.” En cierto sentido Jesús fue el cumplimiento
de todo ideal no realizado en la nación, y de esta forma muchos pasajes en el Antiguo
Testamento referentes a la nación son típicos de Jesús, y tienen su cumplimiento más alto en
él (comp. Is. 52:13–53:12 y nota). (Comp. Cheyne, Pidge, Keil, Pusey, Fausset, Wolfen-dale,
Schmoller, etc.).
11:2. Como los llamaban, así ellos se iban de su presencia: Cuánto más los llamaban los
profetas (VM, Henderson, Cheyne, etc.), más se alejaban de Dios.
11:5. No tornará a tierra de Egipto, antes el mismo Assur será su rey: La amenaza de la
destrucción no tendrá su cumplimiento en una vuelta a Egipto, sino que el pueblo caerá bajo
el dominio de Asiria.
11:7. Aunque lo llaman al Altísimo, ninguno absolutamente quiere ensalzarle: Aunque los
profetas llaman al pueblo a Dios, ningún israelita trata de elevarse de su degradación (comp.
la VM, Cheyne, Pidge, etc.).
11:8. ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, ni ponerte como a Zeboim?: Adma y Zeboim
eran dos ciudades de la Pentápolis, destruídas con Sodoma y Gomorra en tiempo de Lot (Gén.
14:8; Jer. 49:18). El corazón divino reacciona en contra de la destrucción de su pueblo
contemplada; no piensa destruirlos hasta no levantarse más, sino que ofrece, como los
siguientes versículos muestran, una posibilidad de restaurarse. (Comp. Pidge.)
11:9. No entraré en la ciudad: Es decir, no vendría en el calor de su ira (Keil).
11:10a. En pos de Jehová caminarán: Esto es, en la época de la restauración. El bramará
como león: Para juntar a su pueblo, y para advertir a sus enemigos.
11:10b, 11a: Los hijos se moverán azorados del occidente. Como ave se moverán velozmente
de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma: Esta expresión equivale a “las cuatro partes
del mundo” (comp. Keil), y se refiere a la restauración de la cautividad.
12:1. Aceite se lleva a Egipto: Un producto valioso de Canaán, que se menciona aquí como
típico del presente que se enviaba a Egipto con los embajadores que buscaban alianza, con el
fin de conseguir una recepción favorable.
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12:3. En el vientre tomó por el calcañar a su hermano: Referente al nacimiento de Jacob


(Gén. 25:26), lo que muestra su deseo temprano para conseguir la primogenitura con las
bendiciones espirituales que ésta implicaba (Keil), así como la gracia de Dios que, aun como
niño inconsciente, le destinaba ésta (comp. Pidge). Con su fortaleza venció al ángel:
Referente al conflicto de Jacob con el ángel (Gén. 32:28), en la época de su madurez, en
contraste con la ternura de su nacimiento, pudo ejercer fuerza con Dios (comp. Pidge).
Estas dos frases ilustran que, tanto en su niñez como en su madurez, este hombre era objeto
especial de la gracia de Dios.
12:4. Y allí habló con nosotros: Lo que se habló a Jacob en la ocasión de la lucha se considera
como aplicable a su posteridad (comp. Pusey, Fausset, etc.).
12:5. Jehová es su memorial: Una referencia a lo dicho por Dios a Moisés, en la zarza: “Este
es mi nombre para siempre, este es mi memorial por todos los siglos” (Ex. 3:15); aquí la
palabra memorial se usa en el sentido de nombre (comp. Cheyne).
12:7. Es mercader que tiene en su mano peso falso, amador de opresión: Es mejor traducir:
¡Canaán! en su mano son balanzas falsas, es amador de opresión (comp. Cheyne, Horton,
Pidge, etc.). Así llama el profeta a Israel Canaán, palabra que significa mercader.
12:8. Hallado he riquezas para mí: El pueblo atribuía su prosperidad a sus propios esfuerzos.
12:9. Aun te haré morar en tiendas, como en los días de la fiesta: La prosperidad del pueblo
no era debida a su propia fuerza, sino que venía de Jehová: Yo soy Jehová tu Dios; puesto
que no reconocían esto, viene la amenaza de la cautividad: así como antes habían morado en
tiendas durante las migraciones en el desierto, hecho recordado en la fiesta de las cabañas (a
la que se alude aquí), los echaría de su buena tierra y sus ciudades y sus casas. También hay
una nota de esperanza: así como los había conducido desde Egipto, asimismo los guiaría
desde el cautiverio en Asiria y en Babilonia, cuando nuevamente morarían en tiendas, (comp.
Horton).
12:10. Por mano de los profetas puse semejanzas: Dios había hablado al pueblo por medios
que fácilmente entendían, usando de dichos metafóricos, semejanza, símiles, como en 9:10,
y otras figuras (comp. 7:4–7).
12:11. ¿Es Galaad iniquidad?… en Gilgal sacrificaron bueyes: Galaad y Gilgal representan
aquí la mitad oriental y la mitad occidental del reino; así como Galaad, por su iniquidad,
había sido hecho vanidad (véase la nota de 6:8), asimismo Gilgal, mencionada en Am. 5:5
(cuya nota véase) como centro de culto idólatra, había de tener sus altares derrotados y hechos
montones.
12:12, 13. Mas Jacob huyó a tierra de Aram, y sirvió Israel por mujer, y por mujer fue pastor:
La ocupación de ganadero era muy ardua; el pasaje resalta el origen bajo de la raza, en
contraste con el punto elevado a que llegaron: Por profeta hizo subir Jehová a Israel de
Egipto, siendo el profeta a quien se refiere, Moisés.
13:1. Cuando Ephraim hablaba, hubo temor: Esto ilustra la gran influencia de la tribu de
Efraim, en cuyo seno estaba la ciudad capital y el sitio real. Pecó en Baal, y murió: Por su
idolatría, la tribu de Efraim murió, es decir, espiritualmente (Horton), y perdió su posición
de autoridad (Pidge).
13:2. Acerca de los cuales dicen a los hombres que sacrifican, que besen los becerros: Es
decir, a los sacerdotes, (comp. Henderson), que rindan culto a los becerros de oro, en Dan y
en Betel, besándolos, según la costumbre de la época.
13:3. Serán como la niebla de la mañana: Así como la neblina de la mañana temprana
desaparece pronto, así ha de suceder a los idólatras.
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13:5. Yo te conocí en el desierto: Conocer en el sentido de cuidar y proteger, en el período


de migración en el desierto (comp. Pidge).
13:6. En sus pastos se hartaron: Referente a la fertilidad de la tierra de Canaán, donde
ensoberbecióse su corazón por su prosperidad.
13:8. Como oso que ha perdido los hijos los encontraré: Con el símil basado sobre la angustia
y la ira del animal privado de sus cachorros, el profeta hace una comparación con la ira de
Dios contra el pueblo rebelde.
13:11. Díte rey en mi furor, y quitélo en mi ira: Es probable que aquí el profeta se refiere, no
a la época de Samuel y de Saúl, sino a la de las diez tribus y su rebelión contra la casa de
David, y a Jeroboam, y otros reyes, que habían sido puestos y depuestos en la providencia de
Dios (comp. Henderson, Keil, etc.). Estos reyes no les daban verdadera ayuda.
13:13. Dolores de mujer de parto le vendrán: es un hijo ignorante, que de otra manera no
estuviera tanto tiempo en el rompimiento de los hijos: Primero el profeta compara a Israel
con la mujer, que sufre en parto, y luego con el hijo que, en vez de nacer, se queda en la
matriz, poniendo en peligro así a la madre y a él mismo (comp. Pusey, Keil, etc.): Efraim
tarda en convertirse a Dios, y así corre el peligro de perderse.
13:14. De la mano del sepulcro los redimiré: En el versículo anterior, se contempla la
destrucción de la raza; aquí se mira la calamidad como ya sucedida, pero con una esperanza
de salvación (comp. Henderson, y Keil), como la que vino después de la cautividad. Oh
muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh sepulcro: Correctamente traduce la VM:
“¿Dónde están tus plagas, oh muerte? ¿dónde está tu destrucción, oh sepulcro?” (y con esto
concuerdan Cheyne, Nácar-Colunga, Bover-Cantera, Keil, etc.), con la idea de que éstos han
perdido su poder, concepto que se halla en 1 Cor. 15:55, donde Pablo cita este pasaje.
Arrepentimiento será escondido de mis ojos: No se refiere al arrepentimiento del hombre,
sino al de Dios, en el sentido de un cambio de propósito, es decir, el de Dios para traer la
destrucción, con la restauración después (comp. Keil); así traduce correctamente la VM:
“Cambio de propósito será escondido de mi vista.”
14:2. Daremos becerros de nuestros labios: Quiere decir, en vez de hacer sacrificios
animales, ofreceremos nuestros labios, es decir, nosotros mismos (comp. Henderson, Pidge,
etc.).
14:4. Yo medicinaré su rebelión: VM, “Yo sanaré sus apostasías.” Amarélos de voluntad:
porque mi furor se apartó de ellos: Dios los amaría espontáneamente, libremente, de gracia
(comp. Henderson), referente a la restauración del cautiverio, cuando, después de su castigo
y arrepentimiento, ya no los miraría con ira.
14:6. Y olerá como el Líbano: Su condición después del cautiverio sería nuevamente una de
prosperidad en su tierra, y su perfume como el de los cedros y plantas aromáticas del Líbano,
región al norte de Canaán (comp. Cant. 4:11).
14:8. Ephraim dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos?: Después del cautiverio, la tendencia
hacia la idolatría desaparecería, dice el profeta, predicción que se cumplió literalmente, ya
que en la restauración no hubo idolatría entre los judíos, como la que los había caracterizado
antes. Yo seré a él como la haya: Dios aquí se compara con un árbol verde (Keil, Horton,
etc.), símil poco común en las Escrituras; la clase de árbol es desconocida, pero podría ser el
ciprés, el cedro, u otro árbol de esta especie: la verdadera fuente de frutos para Israel es Dios.
14:9. Los caminos de Jehová son derechos, y los justos andarán por ellos: mas los rebeldes
en ellos caerán: Esta conclusión bien corresponde al carácter moral y exhortatoria de este
profeta, cuyo corazón anhelaba el arrepentimiento y la conversión de su pueblo.
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F. FIN DE LA EPOCA DE JEROBOAM II


2 R. 14:28, 29. 2 Cr. 26:16–21.
15:5, 8–12, 32, 33. 27:1, 8.
La época gloriosa pero idólatra de Jeroboam se acerca a su fin y el rey, que tanto había hecho
para Israel, a lo menos, materialmente, se viene a la muerte. Durante esta época, tres grandes
profetas habían cumplido su ministerio en el norte: Jonás, Amós, y Oseas. Pero todos sus
esfuerzos fueron inútiles para conseguir un arrepentimiento y una conversión del pueblo de
su idolatría. Su desesperación se resume en las palabras de Oseas: “Ephraim es dado a ídolos;
déjalo” (4:17).
1. Muerte de Jeroboam II
2 R. 14:28, 29a.
Murió Jeroboam II en el año 749 a. de J.C., después de un reinado largo y próspero, aunque,
desde el punto de vista espiritual, ignominioso. Es probable que coincidió con su muerte el
ascenso al poder en el este del Jordán del que después llegó a ser rey en todo Israel: Peca
(comentado ya en la Introducción a la Profecía de Oseas, 2.i).
2. Ascensión de Zacarías al trono de Israel
2 R. 14:29b; 15:8–12.
Muerto Jeroboam II, subió al trono de Israel su hijo, Zacarías, en el año 749. Reinó sólo seis
meses, cuando fue asesinado por Sallum, en 749–748, pero durante tan poco tiempo exhibió
un carácter malo que se comparó con el del primer rey de Israel, Jeroboam I, gran tipo de
maldad en Israel. Con la muerte de Zacarías se cumplió la profecía de que la descendencia
de Jehú ocuparía el trono hasta la cuarta generación.
3. Lepra de Uzías (Azarías), y regencia de Joatam
2 R. 15:5, 32, 33. 2 Cr. 26:16–21.

27:1, 8.
En el año treinta y ocho de Uzías, que correspondía con el año 748 a. de J., este rey fue herido
con la lepra. Parece que el éxito que había logrado en la fortificación de Jerusalén, y el gran
ejército que había armado, hicieron que su corazón se enalteciera, y con presunción entró en
el templo para quemar incienso sobre el altar de incienso, lo que era lícito sólo para los
sacerdotes. En el acto fue reprendido por el sumo sacerdote Azarías, que le había seguido en
el recinto acompañado por ochenta sacerdotes. Al contrariarse el rey por la amonestación,
fue herido instantáneamente por la lepra. Y así continuó sin curarse hasta su muerte,
gobernando como virrey su hijo Joatam, puesto que el rey tenía que vivir aislado de la gente.
Joatam reinó en Jerusalén por dieciséis años, de los cuales quince correspondían con la última
parte del reinado de Uzías su padre, coincidiendo los últimos nueve con la corregencia de su
hijo Acaz.
Al este del Jordán, en Galaad, había empezado a reinar el año anterior Peca. La lepra de Uzías
y la corregencia de Joatam coincidieron con el año segundo de Peca en Galaad.
VI. EPOCA DE LA DECLINACION DE ISRAEL
(Desde el fin de la dinastía de Jehú hasta la destrucción de Samaria) 748–722 a. de J.C.

2 R. 15:6, 7, 13–31, 34–38.


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16:1–20. (1 Cr. 5:25, 26).


17:1–41. 2 Cr. 26:22, 23.
18:1–7a, 9:12. 27:2–7, 9.

28:1–31:21.

Is. 1:1–66:24.
Miq. 1:1–7:20.
El reino septentrional de Israel se acerca a su fin. Varios reyes se sientan sobre el trono,
siguiendo una tras otra las dinastías, por la violencia de los tiempos: Sallum, Menahén,
Pecaya, Peca, y Oseas, todos en un período de veintiséis años. Ningún profeta de Jehová
levantó su voz en el reino del norte para denunciar los pecados del pueblo o para advertirle
acerca de la destrucción que se aproximaba: la voz profética había cesado. Solamente en el
sur, en el reino de Judá, se había dejado sentir la voz de Dios, empezando su ministerio allí
Isaías, y cumpliendo el suyo Miqueas. Sobre el trono de David en Judá se sentaba Uzías, que
como leproso finalizaba su reinado, correinando con él su hijo Joatam, luego Acaz, siendo el
siguiente rey Ezequías, que principió su reinado antes de la caída de Samaria.
Sigue un bosquejo de los temas tratados en esta parte:
(I) ANARQUIA EN ISRAEL.
(II) PROFECIA DE ISAIAS.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE ISAIAS.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE ISAIAS.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE ISAIAS.
(III) EPOCA DE ACAZ, REY DE JUDA.
(IV) PROFECIA DE MIQUEAS.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE MIQUEAS.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE MIQUEAS.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE MIQUEAS.
(V) EZEQUIAS Y LA CAIDA DE LA NACION.
NOTA.—La Introducción a la Profecía de Isaías, el bosquejo y las notas, se dan en un lugar, para
conveniencia del estudiante en estudiarlas juntas, mientras que en otros capítulos, y en el siguiente
tomo, en orden cronológico, se da un resumen del ministerio del profeta Isaías
(I) ANARQUIA EN ISRAEL
748–735 a. de J.C.
2 R. 15:13–28. (1 Cr. 5:26a.)
16:2a. 2 Cr. 28:1a.
(Os. 4:1–14:9).
Este período empieza con el reinado de un mes de Sallum, en 748 a. de J.C., que correspondía
con el año cuarenta del reinado de Uzías en Judá, siguiendo hasta la ascensión de Peca sobre
el trono de Israel (735 a. de J.C.).
1. Reinado de un mes de Sallum en Samaria
2 R. 15:13–16.
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Sallum, después de asesinar a Zacarías, hijo de Jeroboam II, sólo pudo gobernar en Samaria
por un mes, al final del cual fue asesinado (748 a. de J.C.), por Menahén que, según Josefo,
era el general del ejército (Ant. IX.xi.1). Habiéndose establecido Menahén sobre el trono en
Samaria, hizo una expedición contra Tipsa, porque esta ciudad resistía su autoridad, y,
pudiendo dominarla, la desoló. El primer año entero de su reinado se cuenta desde 747,
durante diez años, hasta 737.
2. Ascensión de Menahén al trono de Israel (748 a. de J.C.)
2 R. 15:17, 18.
El reinado de Menahén en Samaria duró unos diez años. El testimonio que la Biblia da de su
vida y reinado es malo. Josefo dice al respecto, “Menahén continuó reinando con crueldad y
barbarie durante diez años” (id.).
3. Correinado de Acaz con Joatam su padre
2 R 16:2a. 2 Cr. 28:1a.
En el año 742 a. de J.C. empezó a correinar Acaz con Joatam su padre, año que correspondió
con el año octavo de éste, y el año cuarenta y cinco de Uzías, que aún vivía. El reinado de
Acaz se representa en 2 R. 16:2b–4 en resumen como malo. Otras observaciones en cuanto
a este rey se harán en relación con la Introducción a la Profecía de Isaías, y en las notas
sobre Isaías, especialmente el capítulo 7.
4. Actuación posterior del profeta Oseas
(Os. 4:1–14:9)
Esta parte de la Profecía de Oseas ha sido comentada en detalle en las notas sobre esta
Profecía. Cabe señalar, sin embargo, que en el bosquejo cronológico pertenecen a la época
de Anarquía en Israel, como el profeta mismo indica en el sobrescrito de su obra donde
menciona a Uzías, Joatam, Acaz, y Ezequías como reyes de Judá contemporáneos con su
ministerio. Véase la discusión de este punto en la Introducción a la Profecía de Oseas.
5. Pago de tributo a Teglatfalasar III por Menahén
(c. de 738)
2 R. 15:19, 20. (1 C. 5:26a.)
Sintiéndose inseguro sobre su trono, Menahén pagó a Pul (Teglatfalasar III), gran rey de
Asiria, mil talentos de plata, que serían 3,000,000 siclos, o sea, aproximadamente, 33,000
kilogramos, una suma enorme para sacar de su pueblo.
6. Muerte de Menahén
2 R. 15:21, 22a.
El año 737 a. de J.C., que correspondía con el año 50 de Uzías, en Judá, murió Menahén,
después de un reinado cruel y malo.
7. Reinado de Pecaya, hijo de Menahén
2 R. 15:22b–26.
En lugar de Menahén, subió al trono de Israel su hijo Pecaya que durante un período de dos
años persiguió en Samaria su reinado ineficiente y malo. Terminado este tiempo, fue
asesinado por Peca, que ocupó el trono en su lugar.
8. Ascensión de Peca como rey de Israel
2 R. 15:27, 28.

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.


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En el año 735 a. de J.C., que correspondía con el año 52 del reinado de Uzías en Judá, Peca,
que ya había reinado unos quince años al este del Jordán, subió al poder sobre toda la tierra
de Israel. Como afirma la Biblia, su ascenso al poder no mejoró la moral en Israel, sino que
este hombre también siguió en los pasos de otros reyes malos anteriores de Israel. El total de
su reinado fue de veinte años, lo que incluyó (como ya se ha señalado en la Introducción a
la Profecía de Oseas) su reinado en Galaad, al este del Jordán.
(II) PROFECIA DE ISAIAS
Is. 1:1–66:24.
Con respecto a la Profecía de Isaías, G. A. Smith dice lo siguiente: “Isaías fue el más grande
de los profetas hebreos: por la fuerza de su personalidad, por la sabiduría de su actuación
como estadista, por la larga confianza de su ministerio, por la ayuda que rindió a Judá en la
crisis mayor de su historia, por la pureza y la grandeza de su estilo, y por la influencia que
ejerció sobre la profecía posterior” (HDB, artículo Isaiah). Con estas palabras, Smith ha
caracterizado muy bien la obra y el ministerio de este gran profeta.
Aunque los mensajes de Isaías caben en distintos lugares en el bosquejo cronológico que sigo
al escribir este libro, he creído conveniente ponerlos juntamente con la Introducción a la
Profecía, el bosquejo y las notas de todo el libro. Luego, en los lugares correspondientes en
el bosquejo cronológico, hago referencia en resumen a la actuación de Isaías en la política de
Judá, en armonía con los informes históricos de Reyes y Crónicas.
Sigue el bosquejo de los capítulos de esta parte:
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE ISAIAS.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE ISAIAS.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE ISAIAS.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE ISAIAS
Is. 1:1–66:24.
En este capítulo trataremos los siguientes temas relacionados con la Profecía de Isaías: El
nombre de Isaías, su parentesco, su familia, su ministerio, su relación con los reyes
contemporáneos, su muerte, arreglo de su profecía, unidad de su profecía, estilo de su
profecía, análisis de su profecía.
1. Nombre de Isaías
El nombre del profeta Isaías en el hebreo es Yeschayáhu, y significa Jehová salva, Jehová es
salvación, o salvación de Jehová. La forma española viene del latín; Isaías, que se basa sobre
la forma griega en la Septuaginta, Esaias. El nombre hebreo Yeschayáhu, Isaías, viene de la
misma raíz que Josué (Yehoschúa), Jesús (Yeschua), y Oseas (Hoschea).
2. Parentesco de Isaías
En Is. 1:1 se nos dice que el profeta fue hijo de Amoz (heb., Amots), que no ha de confundirse
con el profeta Amós (heb., Amós). Según una tradición judía, Amoz fue también profeta,
pero sin fundamento. Otra tradición judía nos informa que Amoz fue hermano del rey
Amasías, pues Isaías y Uzías eran primos, y así el profeta sería del linaje real, pero no hay
verdadera evidencia que lo compruebe. La semejanza de los nombres del padre de Isaías
(Amots) con el de Amasías (heb., Amatsyáhu) es la base para la aseveración judía de que
eran hermanos, pero es una razón muy débil.
3. Familia de Isaías

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.


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Isaías estaba casado y la Biblia llama a su esposa “profetisa” (8:3). Tuvieron dos hijos, Sear-
jasub (7:3), que signinifica volverá un resto, y Maher-shalal-hash-baz (VM) (8:3), cuya
traducción es, los despojos se apuran, el botín se apresura. Los dos nombres eran proféticos,
refiriéndose el segundo a la destrucción de la tierra, mientras que el primero se relacionaba
con la restauración. Así predicaba el profeta simbólicamente el mensaje de Jehová al pueblo
cuando la desfavorable situación política a menudo le cerraba la boca. Algunos creen que el
versículo 7:14 se refiere a un segundo casamiento del profeta, con el nacimiento de un tercer
hijo, Emmanuel (Dios con nosotros), y así la tradición judía, interpretación que está
equivocada (véase la nota sobre este pasaje después).
4. Ministerio en general de Isaías
Isaías empezó a profetizar, según su propio testimonio, en el año que murió el rey Uzías
(6:1), en el año 735 a. de J.C. Siguió profetizando durante los reinados de Joatam, Acaz,
Ezequías, y posiblemente Manasés. Su ministerio fue un éxito absoluto, porque veía
cumplidas una tras otra las profecías que decía, y cuánto más se cumplían, más aumentaba
su fama y su reputación, mientras que Dios atestiguaba a su obra mediante señales y
maravillas (7:11; 37:7; etc.).
Isaías vivía en Jerusalén (2 Reyes 20:4), y quizás era nativo de esta ciudad. Seguro es que
toda su profecía presenta un punto de vista completamente cosmopolita y metropolitano; en
cambio, el punto de vista de su contemporáneo, Miqueas, era la de un campesino. Para Isaías,
Jerusalén fue el centro de todo: Se sentaba en la santa ciudad como sobre una torre de atalaya
contemplando la ciudad y la patria, viendo los ejércitos de los asirios, en sus frecuentes
expediciones en contra de Egipto, pasar por la tierra. De vez en cuando pronunciaba juicios
en contra de los países alrededor, guiaba los asuntos de su propia nación como gran estadista,
siendo él la mano derecha del rey Ezequías, y su consolador y consejero principal. Aunque
tuvo mucha oposición de parte de los cortesanos que rodeaban al rey, se ve que tenía el oído
del rey cuando otros se oponían a sus profecías.
5. Relación de Isaías con los reyes contemporáneos
Durante la vida de Isaías, cuatro, y posiblemente cinco reyes, ocuparon el trono de David en
Jerusalén, de los cuales tres son importantes para la interpretación de la Profecía: Joatam,
Acaz, y Ezequías. De éstos, el último mencionado es el que más tuvo que ver con el profeta:
Joatam y Acaz le fueron hostiles, Uzías dejó de existir en el año que Isaías principió su
ministerio, y no es seguro que el profeta haya muerto antes de la época de Manasés.
i. Uzías (Azarías)
Con este rey Isaías debe haber tenido una relación muy pequeña, ya que recibió su
llamamiento el año que murió el rey. G. A. Smith (HDB) estima que el profeta tenía unos
veinte a veinticinco años en este tiempo Uzías reinó 52 años (2 R. 15:2; 2 C. 26:3). Era un
rey bueno, y Jehová permitió que llevase a cabo con éxito guerras contra los filisteos, árabes
y otros. Desde los días de Salomón, no había florecido tanto el país, porque este rey también
llevó a su ejecución grandes proyectos de fortificaciones y de agricultura. Durante sus
últimos años la lepra (contraída cuando con osadía quiso quemar incienso en el altar de oro
en el santuario) puso fin a sus actividades, y pasó los últimos quince años de su vida en retiro.
ii. Joatam
Joatam heredó el talento de su padre para la edificación y construyó ciudades, torres, palacios,
y casas en ciertas secciones de Jerusalén que no estaban pobladas. No tenía las convicciones
religiosas bastante fuertes como para ser un gran reformador, y las referencias del profeta
Isaías a la condición del pueblo en este período testifican a la debilidad del rey, y a la
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correspondiente indiferencia del pueblo. Los primeros quince años de su reinado


corresponden con los últimos quince de su padre.
iii. Acaz
Acaz, hijo de Joatam, reinó dieciséis años, de los que siete años coincidieron con la última
parte del reinado de su abuelo Uzías, y ocho años con el de su padre Joatam. Llegó al trono
muy joven y era débil y obstinado, sin la disposición para recibir consejos de otros. Cuando
fue amenazado por los dos reyes aliados, Rezín de Damasco, y Peca de Israel, buscó ayuda
en los temibles asirios, pidiendo socorro al terrible Teglatfalasar III (2 R. 16:7–10; 2 C. 28:20,
21). Isaías en vano le advirtió que los enemigos que él temía (Siria e Israel) ya no le harían
daño, y que el poderío creciente de Asiria había de caer sobre el país con devastación, a
medida que destruiría a Siria e Israel (Is. 7:1 y sig.). A pesar de la advertencia del profeta,
Acaz acudió a Damasco donde rindió homenaje al gran rey asirio cuando éste invadió con
éxito a Siria y a Israel.
iv. Ezequías
Ezequías era hijo de Acaz y reinó veintinueve años (2 Crón. capítulos 29–32). Un hombre
piadoso, que temía a Jehová, el gran propósito de Ezequías fue el de llevar a cabo una reforma
que estableciera en toda pureza el culto de Dios. En su reinado ocurrieron algunas grandes
crisis, siendo invadido el país varias veces por los asirios. La invasión que tuvo mayor alcance
fue la del rey asirio Senaquerib con su general Rabsaces que se verificó en el año 701 a. de
J.C. Bajo la influencia del profeta Isaías, Ezequías fue impulsado a resistir a Senaquerib, y
se terminó el sitio de Jerusalén con la completa destrucción y humillación del ejército asirio
mediante un milagro grandioso de Dios (Isaías, capítulos 36, 37; 2 Crón. 32:1–22; 2 R.
18:17–19:37).
v. Manasés
Algunos creen que el período del ministerio de Isaías se extendió al reinado de Manasés, el
hijo impío de Ezequías; sin embargo, no existe verdadera evidencia a ese respecto. La
duración del ministerio del profeta es incierta, pero sería, como mínimo, desde 735 hasta 701
a. de J.C., es decir, hasta la invasión de Senaquerib, cuando se menciona por última vez el
nombre de Isaías en el relato histórico.
6. Muerte de Isaías
Según la tradición judía, Isaías murió como mártir, durante el reinado de Manasés (Talmud).
En el libro apócrifo Ascensión de Isaías, el rev Manasés persiguió al profeta Isaías, que se
retiró a un lugar montañoso donde fue encontrado por Balkira, un samaritano, y siervo de
Manasés. Balkira ofreció perdonar a Isaías si se retractaba de todo lo que había dicho.
Negándose el profeta a retractarse, fue aserrado con un serrucho. La Ascensión de Isaías es
un libro apócrifo judío, con ciertas adiciones cristianas, que existe en manuscritos en etíope,
latín, griego, y eslavónico. Es posible que Heb. 11:37 tenga un reflejo de este libro.
7. Arreglo Cronológico de la Profecía de Isaías
El libro de Isaías parece no estar en el orden cronológico: así, por ejemplo, el capítulo seis es
el que narra el llamamiento del profeta, y normalmente aparecería al principio. Se ha
deducido de esto que a la Profecía de Isaías le falta la mano del profeta cuyo nombre lleva,
para arreglarla en orden cronológico. En cambio, la Profecía de Ezequiel tiene la apariencia
de haber sido arreglada por el profeta que la escribió (comp. Sampey).
8. Unidad de la Profecía de Isaías

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


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La opinión casi unánime de los críticos modernos, en cuanto a la Profecía de Isaías, es que
la segunda parte (capítulo 40–66) es de la mano de otro autor, (o autores), que a veces se
llama Deutero-Isaías (Segundo-Isaías), suponiendo algunos también un Tercer-Isaías
(Tritero-Isaías), por falta de un dato exacto tocante a su identidad (comp. G.A. Smith, en
HDB, Skinner, Driver, Whitehouse, Pfeiffer, y otros). El argumento principal para el
Segundo-Isaías es que los profetas generalmente se dirigen al pueblo de su propia época, de
modo que se puede determinar la fecha de una profecía por el grupo al cual se destina, siendo,
en efecto, casi toda la evidencia que se aduce para un SegundoIsaías de carácter interno, no
habiendo evidencia definitiva externa al respecto, puesto que entre todos los escritores
antiguos se acepta unánimemente como procedente de la mano del profeta Isaías. En todos
los manuscritos antiguos la profecía de Isaías se encuentra en su forma actual. Los estudiantes
conservadores han sostenido la opinión de que toda la obra es una unidad, y es producción
del profeta Isaías, entre los cuales se hallan Bannister, Plumptre, Keil, Miles, Angus y Green,
Raven, Young, y otros.
Francisco presenta un buen resumen del estado del problema en su obra, Introducing the Old
Testament, pág. 118: “La mayor parte de los eruditos que sostienen la opinión tradicional
afirman que los capítulos 40–66 fueron escritos desde el punto de vista del destierro, pero
por Isaías hacía ciento cincuenta años, pudiendo él por un milagro de inspiración hablar como
contemporáneo con los cautivos en Babilonia. Así el problema se resuelve en quisquillas
teológicas, puesto que por ambas partes se concuerda en que la voz profética de los capítulos
40–66 habla desde el punto de vista del cautiverio. ¿Procede esta voz de un profeta que él
mismo vivía en el destierro y experimentaba su desdicha, o viene como obra de imaginación
del profeta Isaías del siglo ocho a. de J.C.? La analogía de otros profetas indicaría que es un
profeta que habla a un auditorio contemporáneo. Sin embargo, nadie podría negar la
posibilidad de que Dios haya inspirado un ministerio especial para Isaías. Cualquiera opinión
que uno adopte, debe reconocer el hecho de que el autor humano de un libro no es tan
importante como el hecho de que Dios lo inspiró.”
9. Estilo y carácter de la Profecía de Isaías
La Profecía de Isaías es la obra hebrea más grande (comp. Watts), y es rica en vocabulario y
en figuras literarias. Hay prosa y poesía, ambas mezcladas entre sí de acuerdo con el
propósito de quien arregló la profecía. Tiene hermosas descripciones, sus figuras son bien
elegidas y empleadas. Entre éstas hay ironía, sarcasmo, y sátira (comp. 44:14–17), alegoría
(cap. 5), hipérbole y parábola (2:7; 28:23–29), interrogación y diálogo (6:8; 10:8, 9), juegos
de palabras (5:7; 7:9), antítesis y aliteración (1:18; 3:24; 17:10, 12). Su riqueza de
vocabulario se ilustra en que emplea un número mayor de palabras que otro autor del Antiguo
Testamento: Así, en los Salmos hay 2,170 palabras; en Ezequiel, 1,535; en Jeremías, 1,653;
mientras que el profeta Isaías emplea 2,186 palabras (Robinson, art. Isaiah, ISBE).
La Profecía de Isaías es una obra majestuosa, que merece la estimación en que ha sido
conceptuada durante todo el curso de la historia, tanto por la comunidad cristiana, como por
los judíos.
10. Análisis general de la Profecía de Isaías
Aquí doy solamente los puntos generales del análisis de la Profecía de Isaías; en el capítulo
siguiente se hallarán los detalles del bosquejo, con un análisis minucioso del pensamiento del
gran profeta.

art. artículo.
ISBE International Standard Bible Encyclopedia.
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PROFECIA INTRODUCTORIA DIRIGIDA AL PUEBLO DE DIOS. 1:1–31.


PROFECIA EN CONTRA DE JUDA Y JERUSALEN. 2:1–4:6.
PROFECIA CON RESPECTO AL PECADO DEL PUEBLO Y SU CASTIGO. 5:1–30.
LLAMAMIENTO DEL PROFETA. 6:1–13.
PROFECIAS RELACIONADAS CON LA GUERRA CON SIRIA E ISRAEL. 7:1–12:6.
PROFECIAS EN CONTRA DE LAS NACIONES EXTRANJERAS. 13:1–23:18.
JUICIOS GENERALES SOBRE TODOS LOS PUEBLOS. 24:1–27:13.
PROFECIAS EN CUANTO A SION Y EN CONTRA DE SUS ENEMIGOS. 28:1–35:10.
RELATOS HISTORICOS DEL REINADO DE EZEQUIAS. 36:1–39:8.
PROFECIAS EN CUANTO AL SIERVO DE JEHOVA Y LA RESTAURACION DE
ISRAEL. 40:1–66:24.
Restauración de Israel a su tierra. 40:1–48:22.
Salvación por medio del Siervo de Jehová. 49:1–55:13.
Profecías sobre la restauración de Israel y la destrucción de sus enemigos. 56:1–66:24.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE ISAIAS
Is. 1:1–66:24
(A) PROFECIA INTRODUCTORIA DIRIGIDA AL PUEBLO DE DIOS.
1:1–31.
Sobrescrito. 1:1.
1. Exhortación al pueblo.
1:2–9.
i. Exhortación al sentimiento filial natural que debía tener el pueblo.
1:2, 3.
ii. Exhortación basada en el castigo que había experimentado el pueblo.
1:4–9.
2. Invalidez de los ritos y ceremonias sin una correcta actitud espiritual.
1:10–15.
3. Mandamiento para que se conviertan, con una promesa y una amenaza.
1:16–20.
4. Condición pecaminosa del pueblo.
1:21–23.
5. Consecuencia inevitable del rechazamiento de la oferta de perdón.
1:24–31.
(B) PROFECIA EN CONTRA DE JUDA Y JERUSALEN.
2:1–4:6.
Sobrescrito. 2:1.
1. Profecía referente a las glorias del reino.
2:2–4.
2. Condición actual del reino.
2:5–9.
3. El gran día de jehová.
2:10–4:1.
i. Juicio sobre el orgullo del hombre.
2:10–22.
ii. Juicio sobre los grandes hombres del pueblo.
3:1–15.
iii. Juicios sobre las mujeres.
3:16–4:1.
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4. Segunda profecía de la gloria futura del reino de Dios.


4:2–6.
(C) PROFECIA CON RESPECTO AL PECADO DEL PUEBLO Y SU CASTIGO.
5:1–30.
1. Parábola de la viña infructuosa y su destrucción.
5:1–7.
2. Siete ayes en contra de los pecadores.
5:8–23.
i. Ay en contra de los acopiadores de tierras.
5:8–10.
ii. Ay en contra de los glotones ebrios.
5:11–17.
iii. Ay en contra de los inicuos unidos a su pecado.
5:18, 19.
iv. Ay en contra de los hipócritas.
5:20.
v. Ay en contra de los que se creen sabios.
5:21.
vi. Ay en contra de los ebrios.
5:22.
vii. Ay en contra de los que oprimen.
5:23.
3. Descripción del castigo que ha de venir.
5:24–30.
(D) LLAMAMIENTO DEL PROFETA.
6:1–13.
1. Visión del profeta.
6:1–4.
2. Confesión del pecado.
6:5.
3. Limpiamiento espiritual.
6:6, 7.
4. Comisión y consagración del profeta.
6:8–13.
(E) PROFECIAS RELACIONADAS CON LA GUERRA CON SIRIA E ISRAEL (734 a. de J.C.).
7:1–12:6.
1. Invasión de Judá por Siria e Israel.
7:1–25.
i. Primer mensaje de Isaías a Acaz: Promesa de seguridad.
7:1–9.
ii. Segundo mensaje de Isaías a Acaz: Mandamiento para que pidan a Dios una señal.
7:10–25.
a. Negación de Acaz a pedir una señal.
7:10–12.
b. Señal del niño que nació.
7:13–16.

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
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c. Profecía de la venida de los asirios.


7:17–25.
2. Promesa de la destrucción y de la salvación.
8:1–9:7.
i. Señal del hijo de Isaías: Destrucción de Israel y Siria.
8:1–4.
ii. Destrucción de Judá.
8:5–22.
a. Invasión de los asirios.
8:5–8.
b. Inutilidad del apoyo y de los consejos humanos.
8:9, 10.
c. Verdadera fuente de confianza: Jehová, y la obediencia de su ley.
8:11–20.
d. Desesperación de aquéllos que no obedecen a Dios.
8:21, 22.
iii Salvación por medio de un hijo.
9:1–7.
3. Destrucción de Samaria.
9:8–10:4.
4. Destrucción de Asiria y salvación del pueblo de Dios.
10:5–12:6.
i. Destrucción de Asiria.
10:5–34.
ii. Salvación del pueblo.
11:1–12:6.
(F) PROFECIAS EN CONTRA DE LAS NACIONES EXTRANJERAS.
13:1–23:18.
1. Primera profecía contra Babilonia (después de 701 a. de J.C.).
13:1–14:23.
Sobrescrito. 13:1.
i. Llamamiento a los ejércitos vengadores.
13:2–5.
ii. Acercamiento del día de Jehová, con calamidades naturales (típicas de los juicios en el
pueblo).
13:6–16.
iii. Ataque de los medos a Babilonia.
13:17, 18.
iv. Destrucción y desolación de la ciudad.
13:19–22.
v. Retorno del pueblo escogido a su tierra y reposo en ella.
14:1, 2.
vi. Parábola sobre el rey de Babilonia.
14:3–23.
2. Profecía contra Asiria (727–22 a. de J.C.).
14:24–27.
3. Profecía contra los filisteos (727–22 a. de J.C.).
14:28–32.
4. Profecía contra Moab (727–22 a. de J.C.).
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15:1–16:14.
i. Ciudades de Moab destruídas.
15:1–4.
ii. Simpatía del profeta con los fugitivos: cuadro de los sufrimientos de éstos.
15:5–9.
iii. Triunfo de Israel mesiánico sobre sus vecinos.
16:1–5.
iv. La soberbia de Moab cambiada en aullo.
16:6–8.
v. Simpatía del profeta por el desastre de Moab.
16:9–11.
vi. Impotencia del dios de Moab.
16:12.
vii. Epílogo: Referencia al tiempo anterior en que recibió Isaías su profecía (v. 13), y la fecha
exacta de su cumplimiento (v. 14).
16:13, 14.
5. Profecía contra Damasco e Israel (734 a. de J.C.).
17:1–14.
i. Destrucción de las ciudades de Siria e Israel.
17:1–3.
ii. Cuadro de la desolación del país después de la invasión.
17:4–6.
iii. El resultado del castigo: la conversión a Dios.
17:7, 8.
iv. Nuevo cuadro de desolación.
17:9.
v. Razón para la destrucción: Olvido de Dios y esmero en el cultivo de las viñas de idolatría.
17:10, 11.
vi. Cuadro del ejército invasor de los asirios.
17:12–14.
6. Profecía contra Etiopía (711 a. J.C.)
18:1–7.
i. Cuadro de las actividades mundiales de los poderosos asirios.
18:1, 2.
ii. Preparación para el sonido de la trompeta de juicio.
18:3.
iii. Paciencia de Dios en demorar el juicio, para desatarlo después sobre sus enemigos.
18:4–6.
iv. Gloria atribuída a Jehová por un pueblo extranjero (probablemente Etiopía).
18:7.
7. Profecía contra Egipto (711 a. de J.C.).
19:1–25.
i. Viaje de Jehová a Egipto para demostrar su poder
19:1.
ii. Guerra civil y desintegración política.
19:2.
iii. Desánimo del pueblo expuesto al pedir auxilio a fuerzas sobrenaturales.
19:3.
iv. Establecimiento de una dictadura tiránica.
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19:4.
v. Calamidades sobre el Nilo, fuente de toda provisión en Egipto.
19:5–10.
vi. Confusión entre los dirigentes egipcios en cuanto a la política que debe seguirse.
19:11–15.
vii. Triunfo de Jehová en Egipto y conversión de éste a él.
19:16–25.
8. Profecía contra Egipto y Etiopía (711 a. de J.C.).
20:1–6.
9. Profecía contra Babilonia (711 a. de J.C.).
21:1–10.
10. Profecía contra Edom (711 a. de J.C.).
21:11, 12.
11. Profecía contra Arabia (711 a. de J.C.).
21:13–17.
12. Profecía contra Jerusalén (701 a. de J.C.).
22:1–14.
i. La ciudad alegre, inconsciente de su peligro, destruída sin oponer seria resistencia.
22:1–3.
ii. Amargura del profeta por la destrucción de Jerusalén.
22:4.
iii. El día de la venganza de Jehová en el valle de la visión (Jerusalén).
22:5.
iv. Invasión por los asirios.
22:6–8.
v. Medidas tomadas por los hebreos para defender su ciudad.
22:9–11.
vi. Gozo y diversión del pueblo después de ser llamado por Jehová al arrepentimiento.
22:12, 13.
vii. La muerte, el precio del pecado.
22:14.
13. Paréntesis: Profecía contra Sebna, primer ministro. (701 a. de J.C.).
22:15–25.
i. Deposición y cautiverio.
22:15–19.
ii. Nombramiento de Eliaquim.
22:20–25.
14. Profecía contra Fenicia (711 a. de J.C.).
23:1–18.
i. Destrucción de Tiro.
23:1–14.
ii. Arrepentimiento y restablecimiento de Fenicia.
23:15–18.
(G) JUICIOS GENERALES SOBRE TODOS LOS PUEBLOS. (Después de 701 a. de J.C.).
24:1–27:13.
1. Juicios sobre Israel.
24:1–23.
i. Esparcimiento y desaparición de los habitantes de la tierra.
24:1–3.
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ii. Corrupción moral de los pueblos vista como la razón para su destrucción
24:4–6.
iii. Cese de la cosecha de la vid con su correspondiente cese de gozo y de felicidad.
24:7–13.
iv. Cántico de alabanza de los redimidos: nota animadora en medio de la destrucción.
24:14–16a.
v. Desconsuelo del profeta por la infidelidad que hay a su alrededor.
24:16b-18.
vi. Completa y final destrucción de la tierra.
24:19, 20.
vii. Juicio sobre las autoridades espirituales malignas.
24:21, 22.
viii. Cuadro de la incomparable gloria de Jehová.
24:23.
2. Plegaria de alabanza a Jehová.
25:1–12.
i. Ensalzamiento de Jehová por sus maravillas.
25:1–5.
ii. Invitación de los pueblos al banquete de Jehová: revelación de Dios a ellos y consolación en
su tristeza.
25:6–8.
iii. Paréntesis: Juicio sobre Moab; contraste con la felicidad del pueblo de Dios.
25:9–12.
3. Salmo del pueblo de Dios manifestando su confianza en su país.
26:1–21.
i. Jehová la fortaleza y confianza del pueblo de Dios.
26:1–4.
ii. Destrucción de la ciudad altiva (Babilonia).
26:5, 6.
iii. Marcha del pueblo de Dios en el camino recto.
26:7–9a.
iv. Destrucción de los malhechores de la tierra.
26:9b-14.
v. Gloria de Jehová en su pueblo.
26:15.
vi. El pueblo busca a su Dios.
26:16–18.
vii. Resurrección de los muertos.
26:19–21.
4. Libertad del pueblo de Dios de sus opresores.
27:1–13.
i. Destrucción de los tres grandes pueblos enemigos (Asiria, Babilonia, y Egipto).
27:1.
ii. Parábola de la viña desolada, restaurada, y cuidada (cuadro de la restauración de Israel).
27:2–9.
iii. Desolación de la gran ciudad.
27:10, 11.
iv. Reunión del pueblo de Dios esparcido.
27:12, 13.
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(H) PROFECIAS EN CUANTO A SION Y EN CONTRA DE SUS ENEMIGOS.


28:1–35:10.
1. Caída de Efraim y de Judá. (727–22 a. de J.C.).
28:1–29.
i. Caída de Efraim.
28:1–4.
ii. Remanente de Efraim.
28:5, 6.
iii. Ebriedad de los adalides del pueblo.
28:7, 8.
iv. Referencia irónica a la obstinación de los adalides.
28:9–13.
v. Confianza errónea en la alianza con Egipto.
28:14, 15.
vi. La piedra fundada en Sión: verdadera base de confianza.
28:16, 17.
vii. Error de la confianza en la alianza con Egipto.
28:18–22.
viii. Parábola del cultivador.
28:23–29.
2. Dios y Jerusalén. (703–01 a. de J.C.)
29:1–24.
i. Sitio y salvación de Sión.
29:1–8.
ii. Confusión espiritual del pueblo.
29:9–16.
iii. Confusión del pueblo transformada en percepción, en gozo, en paz, y en certidumbre.
29:17–24.
3. Profecia contra la alianza con Egipto (703–01 a. de J.C.).
30:1–31:9.
i. Maldición de los que confían en Egipto.
30:1, 2.
ii. Imposibilidad de ayuda efectiva de Egipto.
30:3–7.
iii. Destrucción de los hijos rebeldes que rechazan a los profetas.
30:8–14.
iv. Rechazamiento del pueblo para ser salvo por Jehová.
30:15–17.
v. Enumeración detallada de las múltiples bendiciones de los que esperan en Jehová.
30:18–29.
vi. Destrucción de Asiria.
30:30–33.
vii. Nueva condenación de los que buscan ayuda en Egipto.
31:1–3.
viii. Promesa de protección a Sión.
31:4, 5.
ix. Exhortación al pueblo para que se convierta nuevamente a Dios.
31:6.
x. Cese de la idolatría entre el pueblo de Dios.
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31:7.
xi. Nueva profecía de la caída de Asiria.
31:8, 9.
4. Cuadro de la tranquilidad después del juicio (703–01 a. de J.C.).
32:1–20.
i. Cuadro del reinado mesiánico.
32:1–8.
ii. Juicios sobre las mujeres y los campos.
32:9–14.
iii. Futuro reposo del pueblo de Dios en su tierra.
32:15–20.
5. Profecía contra los asirios (701 a. de J.C.).
33:1–24.
i. Condenación de la infidelidad del rey de los asirios, Senaquerib.
33:1.
ii. Oración a Jehová y confianza en su poder y voluntad para salvar.
33:2–6.
iii. Cuadro de la amargura de los embajadores por el fracaso de su entrevista con el rey asirio.
33:7, 8.
iv. Simpatía de la naturaleza con el pueblo de Dios.
33:9.
v. Ejecución de juicio sobre los pecadores, y recompensa de los justos.
33:10–16.
vi. Salvación de Sión del ejército asirio.
33:17–24.
6. Profecía del juicio final (después de 701 a. de J.C.).
34:1–17.
i. Juicio sobre todos los pueblos.
34:1–4.
ii. Juicio sobre Edom.
34:5–17.
7. Redención del pueblo de Dios y regreso del cautiverio.
35:1–10.
(J) RELATOS HISTORICOS DEL REINADO DE EZEQUIAS.
36:1–39:8.
1. Invasión de Senaquerib y salvación del pueblo. (701 a. de J.C.).
36:1–37:38.
i. Invasión de Senaquerib.
36:1, 2.
ii. Mensaje de desafío de Rabsaces, alegando falsamente que Jehová está con él.
36:3–10.
iii. Petición de los embajadores de Ezequías de que no se hable en idioma hebreo.
36:11, 12.
iv. Mensaje de Rabsaces al pueblo.
36:13–21.
v. Informe de los embajadores a Ezequías.
36:22.
vi. Humillación de Ezequías y petición a Isaías.
37:1–5.
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vii. Mensaje de confianza de Isaías.


37:6, 7.
viii. Temible carta del rey de Asiria a Ezequías.
37:8–13.
ix. Oración de Ezequias a Jehová.
37:14–20.
x. Mensaje de Isaías a Ezequías: profecía de la salvación de Jerusalén.
37:21–35.
xi. Destrucción del ejército de Senaquerib y su retirada y muerte.
37:36–38.
2. Enfermedad y curación de Ezequías (714 a. de J.C.).
38:1–22.
i. Enfermedad de Ezequías y el mensaje de Isaías anunciándole que ha de morir.
38:1.
ii. Oración de Ezequías por salud.
38:2, 3.
iii. Mensaje de Isaías al rey: su vida será extendida quince años.
38:4–8.
iv. Salmo de Ezequías.
38:9–20.
v. La curación de Ezequías por la masa de higos.
38:21, 22.
3. Embajada de Babilonia (713 a. de J.C.).
39:1–8.
i. Llegada de los embajadores de Merodac-baladán, rey de Babilonia.
39:1.
ii. Exhibición de los tesoros de Ezequías.
39:2.
iii. Predicción de la ruina de la casa de Ezequías.
39:3–8.
(K) PROFECIAS EN CUANTO AL SIERVO DE JEHOVA Y LA RESTAURACION DE ISRAEL.
40:1–66:24.
[A] RESTAURACION DE ISRAEL A SU TIERRA.
40:1–48:22.
1. Consolación de Israel.
40:1–31.
i. Anuncio de consolación.
40:1, 2.
ii. Preparación para la manifestación de la gloria de Jehová.
40:3–5.
iii. Seguridad de la promesa de Jehová.
40:6–8.
iv. Jehová el pastor de las ovejas.
40:9–11.
v. Gloria del poder de Dios.
40:12–17.
vi. Lo incomparable de Dios.
40:18–26.
vii. Esperanza de Israel.
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40:27–31.
2. Obra de Dios en la historia.
41:1–29.
i. Levantamiento de Ciro por Jehová.
41:1–7.
ii. Protección de Israel, el siervo de Jehová, y destrucción de sus enemigos.
41:8–20.
iii. Invitación a los dioses a probar su existencia.
41:21–24.
iv. Levantamiento de Ciro.
41:25–29.
3. El Mesías, el Siervo de Jehová.
42:1–25.
i. Descripción del carácter manso del Siervo.
42:1–4.
ii. Vocación del Siervo.
42:5, 6.
iii. Obra del Siervo.
42:7–9.
iv. Cántico de la marcha de Jehová.
42:10–13.
v. Levantamiento de Jehová después de un largo período de inactividad.
42:14–17.
vi. Castigo de la nación por su ceguera espiritual.
42:18–25.
4. Jehová: Formador y Redentor de Israel.
43:1–44:5.
i. Formador de Israel.
43:1–13.
a. Redención pasada de Israel una base para la restauración del cautiverio.
43:1–7.
b. La eternidad y unicidad de Dios una base para la redención del pueblo.
43:8–13.
ii. El Redentor de Israel.
43:14–44:5.
a. Preparación para la marcha segura de Israel por el desierto.
43:14–21.
b. Recuerdo de los pecados de Israel, y su perdón después del castigo.
43:22–28.
c. Cuadro de la bendición de Israel en la restauración.
44:1–5.
5. Burla a los ídolos falsos.
44:6–23.
i. Unicidad de Dios.
44:6–8.
ii. Vanidad e impotencia de los ídolos.
44:9–11.
iii. Descripción irónica de la formación de los ídolos.
44:12–17.
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iv. Engaño e ignorancia de los idólatras.


44:18–20.
v. Jehová borra los pecados de Israel.
44:21–23.
6. Ciro, el ungido de Jehová.
44:24–45:25.
i. Nombramiento de Ciro como pastor de ovejas en la restauración de Israel.
44:24–28.
ii. Marcha de Jehová delante de Ciro a fin de salvar a Israel.
45:1–7.
iii. Invocación a la tierra a dar salud y justicia.
45:8.
iv. Reprensión de los cautivos que se rebelaban a la idea de un salvador pagano.
45:9–13.
v. Fin de las religiones paganas.
45:14–17.
vi. Eternidad y universalidad de la salvación de Jehová.
45:18–25.
7. Destrucción de los ídolos de Babilonia.
46:1–13.
i. Contraste entre la impotencia de los dioses de Babilonia para socorrer, y el poder de Jehová.
46:1–7.
ii. Anuncio de la salvación a los que antes eran rebeldes.
46:8–13.
8. Caída de Babilonia.
47:1–15.
i. Cuadro de la degradación de Babilonia.
47:1–4.
ii. Despojamiento del señorío de Babilonia por causa de su crueldad con Israel.
47:5–7.
iii. Repentina destrucción de Babilonia.
47:8–11.
iv. Inutilidad de la confianza de Babilonia en sus magos y agüeros.
47:12–15.
9. Liberación de Israel del cautiverio babilónico.
48:1–22.
i. Vindicación del poder de Dios por las predicciones cumplidas.
48:1–11.
ii. Jehová anuncia la ejecución de su ira sobre Babilonia.
48:12–16.
iii. Descuido anterior de los mandamientos de Dios en Israel.
48:17–19.
iv. Llamamiento a Israel para que salga de Babilonia.
48:20–22.
[B] SALVACION POR MEDIO DEL SIERVO DE JEHOVA.
49:1–55:13.
1. Presentación del Siervo de Jehová para quitar la desesperación de Sión.
49:1–50:3.
i. Elección del Siervo y su confianza en Dios.
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49:1–6.
ii. Promesa de la pronta consolación de Israel.
49:7–12.
iii. Cántico de alabanza a Jehová por su misericordia sobre su pueblo.
49:13.
iv. La consolación de Israel basada sobre el eterno pacto de Dios.
49:14–21.
v. Cooperación de reyes y reinas en la restauración de Israel.
49:22, 23.
vi. Poderío irresistible de Jehová en hacer volver a su pueblo y destrucción de su opresor.
49:24–26.
vii. Falta de una carta de divorcio que separase a Israel de su esposo.
50:1–3.
2. Sufrimientos del Siervo de Jehová.
50:4–11.
i. Descripción de su obra y sufrimientos del Siervo.
50:4–9.
ii. Llamamiento a la confianza en Dios.
50:10, 11.
3. Consolación a Israel.
51:1–16.
i. Consolación basada sobre el pacto con Abraham.
51:1–3.
ii. Universalidad y eternidad de la salud.
51:4–6.
iii. Exhortación a no temer los reproches de los hombres, en vista de su carácter pasajero.
51:7, 8.
iv. Invocación a Jehová para que se despierte y salve a su pueblo.
51:9, 10.
v. Afirmación de la restauración y consolación del pueblo.
51:11–16.
4. Regreso del cautiverio.
51:17–52:12.
i. Llamamiento a Jerusalén a despertarse en vista de que su castigo se ha cumplido.
51:17–20.
ii. Afirmación de que no volverá ya el castigo.
51:21–23.
iii. Mandamiento a Jerusalén a vestirse con ropa hermosa.
52:1. 2.
iv. La vergüenza de Jehová por el cautiverio de su pueblo, vuelta en honra por su salvación.
52:3–6.
v. Anuncio del reinado de Jehová otra vez en Sión.
52:7–10.
vi. Consagración de Israel en vista de la presencia de Jehová con su pueblo.
52:11, 12.
5. Nuevo cuadro de los sufrimientos del Siervo de Jehová.
52:13–53:12.
i. Alzamiento del Siervo de Jehová.
52:13–15.
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ii. Incredulidad de los contemporáneos del Siervo.


53:1.
iii. Descripción del menosprecio de la generación del Siervo, por la cual él sufre.
53:2–6.
iv. Ignominia del fin del Siervo.
53:7–9.
v. Voluntad de Jehová en el sufrimiento del Siervo.
53:10–12.
6. Bendición de Sión por la obra del Siervo.
54:1–17.
i. Consuelo de Sión por la multitud de sus hijos.
54:1–3.
ii. Reconciliación de Sión con su esposo.
54:4–6.
iii. Eternidad de la reconciliación de Sión con el esposo.
54:7–10.
iv. Restablecimiento de Jerusalén.
54:11, 12.
v. Paz de los ciudadanos de Jerusalén.
54:13, 14.
vi. Confusión de los enemigos de Sión.
54:15–17.
7. Invitación universal a la participación en la salvación.
55:1–13.
i. Invitación para que vengan los sedientos.
55:1, 2.
ii. El pacto eterno.
55:3–5.
iii. Advertencia al impío para que busque a Jehová en el día de la gracia.
55:6, 7.
iv. Superioridad de Jehová sobre el hombre.
55:8, 9.
v. Efecto seguro de la palabra de Jehová.
55:10, 11.
vi. Predicción de la liberación.
55:12, 13.
[C] PROFECIAS SOBRE LA RESTAURACION DE ISRAEL Y LA DESTRUCCION DE SUS ENEMIGOS.
56:1–66:24.
1. Bendiciones del pacto sobre la congregación y sobre los parias.
56:1–8.
i. Bendiciones cercanas.
56:1.
ii. Bendiciones sobre el hombre recto.
56:2.
iii. Bendiciones sobre el extranjero y el eunuco.
56:3–8.
2. Condenación de los falsos pastores.
56:9–57:21.
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i. Invitación irónica a las bestias para que vengan a devorar el rebaño, en vista del descuido de
los pastores.
56:9–12.
ii. Destrucción del rebaño por la indiferencia de los pastores.
57:1, 2.
iii. Convocación de los pastores para ser juzgados por su pecado.
57:3–9.
iv. Hipócrita arrepentimiento de los pastores.
57:10, 11.
v. Juicio sobre los pastores.
57:12, 13.
vi. Allanamiento de los obstáculos en el camino del pueblo a su tierra.
57:14.
vii. Sanamiento y paz del pueblo después de su castigo.
57:15–19.
viii. Estorbo eterno de los impíos.
57:20, 21.
3. El culto falso condenado y el verdadero encomiado.
58:1–14.
i. La ceremonia externa y vacía de la religión del pueblo.
58:1–7.
ii. La religión del corazón encomendada.
58:8–14.
4. Obstáculos allanados para la restauración de Israel.
59:1–21.
i. El obstáculo principal: la iniquidad del pueblo.
59:1–8.
ii. Búsqueda infructuosa del pueblo por la salvación.
59:9–11.
iii. Confesión de su pecado.
59:12–15a.
iv. Salvación del pueblo por el brazo de Jehová.
59:15b–17.
v. Destrucción de los enemigos de Jehová, y el renombre de éste por todo el mundo.
59:18, 19.
vi. Firmeza del pacto de Jehová con su pueblo.
59:20, 21.
5. Gloria de Jerusalén en la restauración.
60:1–22.
i. Luz en Jerusalén en contraste con la obscuridad del mundo.
60:1–3.
ii. Regreso de Israel a su tierra con el apoyo de las naciones.
60:4–9.
iii. Tesoros y recursos y homenaje del mundo a disposición de Sión y para su reedificación.
60:10–14.
iv. Contraste entre la humillación pasada y la futura gloria.
60:15, 16.
v. Paz y tranquilidad de Jerusalén en la restauración.
60:17, 18.
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vi. Jehová, la luz de su ciudad.


60:19, 20.
vii. Eternidad de la permanencia del pueblo en su tierra.
60:21, 22.
6. Comisión del Siervo de Jehová y gloria de su obra.
61:1–11.
i. Misión del Siervo en Sión.
61:1–3.
ii. Restauración de la gloria de Israel por la misión del Siervo.
61:4–9.
iii. Gozo del pueblo en Jehová.
61:10, 11.
7. Segura gloria futura de Sión.
62:1–12.
i. Reunión de la mujer abandonada con su marido.
62:1–5.
ii. Afirmación de la bendición continuada de Jehová.
62:6–9.
a. Por la perseverancia de los intercesores.
62:6–7.
b. Por el juramento de Jehová.
62:8, 9.
iii. Proclamación de la vuelta del pueblo a su tierra.
62:10–12.
8. Destrucción de Edom, tipo de las naciones paganas.
63:1–6.
9. Oración del pueblo pidiendo perdón.
63:7–64:12.
i. Gracias por la bondad de Jehová en la antigüedad.
63:7–9.
ii. El pueblo recuerda las anteriores relaciones íntimas con Jehová, ahora rotas por su rebelión.
63:10–14.
iii. Jehová el verdadero padre de la raza, no Abraham.
63:15, 16.
iv. Reproche delicado a Jehová por haber dejado al pueblo.
63:17–19.
v. Petición apasionada por una revelación extraordinaria de Jehová.
64:1–3.
vi. Explicación del rechazamiento del pueblo.
64:4–7.
vii. Petición por misericordia basada sobre la paternidad de Dios.
64:8–12.
10. Tratamiento que Jehová dará a los justos y a los impíos.
65:1–25.
i. La oferta divina es rechazada por la obstinación del pueblo.
65:1–7.
ii. Figura del racimo: un remanente de Israel dejado a causa de la posteridad bendita.
65:8–10.
iii. Destrucción de los impíos y rebeldes.
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65:11, 12.
iv. Contraste entre el destino de los buenos y los malos.
65:13–16.
v. Cuadro de la época mesiánica.
65:17–25.
11. Bendición de Israel y destrucción de los escépticos.
66:1–24.
i. Carácter provisional del culto ceremonial.
66:1–4.
ii. Crecimiento rápido de Israel en su tierra.
66:5–9.
iii. Invitación a todos para que gocen de la paz y la consolación de Israel.
66:10–14.
iv. Cuadro del juicio sobre los impenitentes.
66:15–18a.
v. Gloria de Jehová en Sión.
66:18b–24.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE ISAIAS
Is. 1:1–66:24.
1:1–31. Profecía introductoria dirigida al pueblo de Dios.
El primer capítulo parece ser como una introducción al resto del libro (comp. Skinner). Es
difícil fijar la fecha de esta profecía, y diversas opiniones han sido sugeridas: El ataque por
Rezín y Peca (734 a. de J.C.) ha sido tomado como el fruto delcapítulo, mencionado en Is.
7:1 y sig., opinión apoyada por Skinner, Sampey, Whitehouse. Cheyne sugiere que sería la
invasión de las fuerzas de Sargón (711 a. de J.C.), mencionada en Is. 20:1, rey asirio que
reinó 722–705 a. de J.C. Otros fechan esta profecía en 701 a. de J.C., en conexión con la
invasión de Senaquerib (Is. 36:1 y sig)., y así cree G.A. Smith. Por mi parte prefiero la
primera fecha mencionada, aunque, en realidad, la interpretación del capítulo no depende de
su fecha.
1:1. Visión de Isaías hijo de Amoz, etc.: Este versículo también podría tomarse como el
sobrescrito de toda la profecía, ya que en ninguna otra parte de la Profecía se nos dan en
términos generales los límites de la duración del ministerio de Isaías, en los reinados de
Uzías, Joatam, Acaz, y Ezequías.
1:2. Crié hijos, y engrandecílos: Referente a Israel.
1:3. El buey conoce a su dueño … mi pueblo no tiene entendimiento: Aunque los animales
conocen a sus amos, el pueblo no se da cuenta de que Dios es su Señor.
1:7. Vuestra tierra está destruída, etc.: Cuadro de invasión por algún poderío extranjero
(véase nota anterior sobre su identidad).
1:9. Jehová de los ejércitos: En el original es Yehowah Tsevaoth, que podemos escribir
Jehová Sabaot (o Sebaot, según Bover-Cantera, y Nácar-Colunga), que ha sido entendido
como referente a los ángeles (Ewald, cit, en Cheyne), o con más probabilidad tuvo su origen
con referencia a los ejércitos de Israel (comp. Skinner, que lo hace equivalente a la frase Dios
de las batallas). Con menos probabilidad lo relaciona Whitehouse con las estrellas, “que eran

comp. compárese; compárense.


a. antes (en fechas).
J.C. Jesucristo (en fechas).
sig. siguiente versículo, o siguiente página.
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consideradas como espíritus celestiales que luchaban bajo la dirección de Yaweh,” según
dice este autor. Sin duda la frase da énfasis a la idea del poder sobrenatural de la dirección
divina. Es muy común la frase en los libros proféticos.
1:10. Príncipes de Sodoma: Mejor, jueces de Sodoma (comp. Plumptre, etc.): se denominan
así para describir su carácter malo.
1:11. ¿Para qué a mi, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios?: No una condenación
de los sacrificios en sí, sino del espíritu en que se ofrecían (comp. Am. 5:21–24 y nota; Os.
6:6 y nota).
1:18. Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta: La idea es que ambos, el pueblo y Dios,
se presentan delante de un tribunal imparcial para discutir su causa (comp. Skinner).
Son sinónimas en el original las dos palabras grana y carmesí.
1:22. Tu plata se ha tornado escorias: Cuando se funden metales, sube una substancia vítrea
que antiguamente se desechaba pero que la industria moderna la recoge y aprovecha.
1:25. Y limpiaré hasta lo más puro tus escorias: La palabra bor significa lejía. Bover y
Cantera conservan esta idea del original: “Purgaré como la lejía tus escorias,” aunque es
mejor traducir, purgaré como con lejía tus escorias: Antiguamente en la fundición y
purificación de los metales se agregaba lejía para ayudar el procedimiento de la refinación.
Comp. Whitehouse para esta interpretación.
1:27. Sión con juicio será rescatada: El juicio era necesario como medio disciplinario para
salvar al pueblo.
2:1–4:6. Profecía en contra de Judá y Jerusalén.
Es correcto relacionar esta profecía con el reinado de Acaz (y así cree Cheyne, aunque
Skinner la fecha en tiempo de Joatam).
2:2–4. Profecía referente a las glorias del reino.
Tiene un cumplimiento parcial en el regreso del cautiverio, y en el avivamiento de Esdras,
pero su mayor cumplimiento está en la gloria futura del reino de Dios y en la era cristiana
(véanse también las notas de Is. 11:6–9 y Miq. 4:1–5).
2:6. En hijos ajenos descansan: Se refiere al apoyo en alianzas militares con los extranjeros,
siempre una ofensa a los profetas. Si se trata de una invasión por Peca y Rezín, mencionada
antes, la alianza sería con Asiria; si es la invasión de Senaquerib, la alianza sería con Egipto.
2:10–4:1. El gran día de Jehová.
Este pasaje presenta un cuadro del día de Jehová, idea característica de Joel y otros profetas,
y que ha sido expuesta ampliamente ya (véase la nota de Joel 1:15). La expresión lleva la
idea de un gran día de juicio, que ha tenido muchos cumplimientos para los judíos, por
ejemplo, la destrucción de Jerusalén en 586 a. de J.C., y su destrucción en el año 70 de la era
cristiana. Nosotros todavía esperamos un gran día de Jehová, o sea, el fin del mundo y el
juicio final.
2:13. Y sobre todos los cedros del Líbano: Fuertes y altos, los cedros son simbólicos del
orgullo de la nación, que ha de ser humillada (comp. v. 17).
2:16. Y sobre todas las naves de Tarsis: Naves fenicias, las más grandes del día, que
participaban en el comercio a Tartéside, España; el comercio también ha de sufrir por el juicio
de Dios.
2:19. Y meteránse en las cavernas de las peñas: V. Apoc. 6:15–17.
3:4. Y pondréles mozos por príncipes, etc.: La autoridad pasará a manos de los débiles.

V. véase; véanse.
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3:6, 7. Que vestir tienes, tú serás nuestro príncipe, y sea en tu mano esta ruina: En medio
del desorden reinante, y la búsqueda de una mano firme, la posesión de un vestido sería
suficiente requisito para que uno fuese pedido a asumir la responsabilidad de restaurar el
orden (comp. Skinner). No tomaré ese cuidado, etc.: La contestación sería negativa, por falta
de recursos.
3:13–15. Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar los pueblos: Jehová se presenta
aquí como sosteniendo un pleito con su pueblo, mayormente los adalides, para traerlos a
juicio: ¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo? etc.: ¿Qué derecho tenéis vosotros para
aplastar mi pueblo?
3:16–4:1. Juicios sobre las mujeres.
La influencia extranjera se nota en las palabras, que denominan las prendas femeninas de
vestir, e Isaías, como buen patriota hebreo, se oponía a esta influencia, por ser muy
nacionalista en sentimiento, y por ver el resultado debilitante de las alianzas políticas, con la
consecuente degeneración en el culto de Israel.
4:2–6. Segunda profecía de la gloria futura del reino.
Véase nota de 2:2–4.
4:5, 6. Nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego: Referencia a Ex. 13:21, 22;
40:34–38; etc.
5:1–30. Profecía con respecto al pecado del pueblo y su castigo.
Esta profecía la fechamos en tiempo de Acaz (comp. Cheyne, que la adjunta a la profecía
anterior).
5:1–7. Parábola de la viña infructuosa.
Dios buscaba fruto de la viña (que representa su pueblo), que aun después de todo el trabajo
hecho, no produjo: la viña producía frutos silvestres, no comestibles. Por esto la destruiría,
cuadro del juicio sobre el pueblo por medio del cautiverio. Jesús cita una parábola de la viña
que, aunque diferente en los detalles, enseña la misma lección: la infidelidad de la nación con
su consecuente rechazamiento (Mt. 21:33–41; Mc. 12:1–9; Lc. 20:9–16).
5:8. Ay de los que juntan casa con casa, etc.: Maldición sobre los que acopian las tierras.
5:13. Por tanto mi pueblo fue llevado cautivo: Referente al cautiverio en Babilonia (comp.
Plumptre, Skinner, etc.).
5:18. ¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con
coyundas de carreta!: Cheyne dice: “En la ausencia de la verdadera religión, estos hombres
permiten ser uncidos al pecado como los animales de carga.”
5:20. ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!: Referente a los que invierten
los conceptos del bien y del mal.
6:1–13. Llamamiento del profeta Isaías.
Isaías fue llamado el año que murió Uzías (735 a. de J.C.), teniendo de unos veinte a
veinticinco años. La visión que tuvo de Jehová debe haber tenido una influencia profunda en
su vida posterior, siendo como fue una experiencia verdadera de conversión a Dios, la base
de la grande obra realizada por este hombre, quizás el profeta más grande antes de Jesús, y
ciertamente el más evangélico. Vio a Jehová: su gloria, su santidad, su ira (figura del humo
en el templo), a los grandes serafines, gloriosos, que se manifestaban indignos ante Dios
(cubriendo los pies con dos alas); se creían incapaces para mirar al rostro majestuoso de Dios
(cubriéndose las caras con otras dos alas); se presentaban prontos para hacer la voluntad de
Dios (volando con otras dos alas); mientras que siempre decían: “Santo, santo, santo.”
Como resultado de esta visión tan notable, Isaías se convenció de su pecado, lo confesó, se
convirtió de él, se consagró, y recibió una comisión de Jehová.
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6:11. ¿Hasta cuándo, Señor?: Frente al cuadro de desolación que preveía Isaías, pregunta si
no habrá fin del juicio prometido.
6:13. Así será el tronco de ella la simiente santa: De la cepa del árbol, habiendo sido cortado
el tronco con las ramas, todo lo cual representa a Israel en el cautiverio, crecería de nuevo el
árbol, como con algunas especies ocurre en la naturaleza, y así del cautiverio volvería un
remanente.
7:1–12:6. Profecías relacionadas con la guerra con Siria e Israel.
Esta serie de profecías se pronunciaron durante el reinado de Acaz (734–727 a. de J.C.),
según se ve de 7:1 y sig. A pesar de las advertencias de Isaías, Acaz buscó ayuda en el rey
de Asiria contra los ejércitos combinados de Peca y Rezín. Isaías vio que el verdadero
enemigo era la gran Asiria, y no las dos naciones débiles de Siria e Israel, que pronto habían
de caer bajo las garras de la cruel Asiria, y que entonces, en vez de ser aliado, Asiria sería
conquistador y opresor.
7:2. Y vino la nueva a la casa de David: Sobre el trono se sentaba el débil Acaz.
7:3. Sear-jasub: El nombre de este hijo de Isaías significa remanente volverá y era profético
de la restauración del cautiverio. Al cabo del conducto de la Pesquera de arriba: Mejor la
VM, “del estanque superior,” donde se conservaba el agua para la ciudad, con un acueducto
que llevaba el agua que sobraba hasta el camino de la heredad del Lavador, es decir, el
batanero (VM), fuera de la ciudad, donde los bataneros se iban para emblanquecer sus
géneros. Probablemente Acaz se encontró aquí para tapar el acueducto, como Ezequías más
tarde (2 Crón. 32:3, 4), a fin de que el enemigo no aprovechase el agua (comp. Bannister,
Plumptre, Skinner, etc).
7:4. Estos dos cabos de tizón que humean: Habiendo venido Isaías para dar un mensaje de
ánimo al débil rey, emplea esta figura para enseñar el carácter provisional de la amenaza.
7:6. Pondremos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel: Los enemigos pensaban, después
de dominar a Jerusalén, poner como rey a algún sirio, mencionado aquí, desconocido de
nosotros.
7:8. Dentro de sesenta y cinco años Ephraim será quebrantado: Este período se cuenta desde
734, fecha de esta profecía, hasta 668, fecha que marca el fin del reinado de Esarhadón, rey
de Asiría, quien era responsable para el transporte de extranjeros a tierra de Israel, última
prueba de la caída de la nación (comp. Cheyne, Whitehouse, Skinner, etc).
7:11, 12. Pide para ti señal de Jehová tu Dios … Y respondió Achaz: No pediré, y no tentaré
a Jehová: El profeta exhorta al rey a buscar una prueba de la presencia de Jehová con él, pero
el rey, fingiendo piedad, dice que no tentaría a Dios, como si dijera que tiene fe para creerle
sin una señal, lo que era una excusa para seguir con su propósito de buscar apoyo a Asiria.
7:14. Por tanto el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo,
y llamará su nombre Emmanuel: Aunque el rey rechaza la señal, el profeta le declara que
igualmente una le será concedida, (traduciendo literalmente): He aquí, la moza preñada y
dando un hijo, y llama su nombre Emmanuel.
Existen muchas interpretaciones de este pasaje, de las cuales se dan algunas: (1) que se refiere
a un niño nacido (o que se supone nacido) en el curso ordinario de la naturaleza, que podría
ser, (a) Ezequías, u otro hijo de Acaz; (b) el hijo de alguna mujer presente a la cual señalaba
Isaías cuando pronunciaba estas palabras; (c) el hijo de alguna mujer imaginaria, que llamara
a su hijo Emanuel; (d) que se refiere al hijo de la esposa de Isaías; (2) que se refiere sólo al

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


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Mesías, y que no tiene ninguna relación con alguna persona histórica que viviera en tiempo
de Isaías.
En cuanto a estas dos interpretaciones, lo más probable es que una combinación de las dos
sería la más acertada, puesto que es evidente que se refiere al Mesías (Mt. 1:23), y, de acuerdo
al estilo profético, el mensaje primordial de sus anuncios fue para sus contemporáneos.
Mirando al contexto histórico del pasaje, vemos que Isaías ha instado a Acaz a que él pida a
Jehová una señal, para darle prueba de que Jehová lo va a salvar sin la intervención del rey
de Asiria (7:11). Aunque Acaz no quiso pedir señal (7:12), Isaías le contestó que igualmente
le daría Jehová una, que antes que un niño (cuya identidad sin duda era clara a Acaz) pudiera
distiniruir entre el bien y el mal, las tierras de Siria e Israel serían desoladas por Asiria (7:16),
y el rey de Asiria invadiría la tierra de Judá (7:17–25). Para que esta señal tuviera significado
para Acaz, debía tener su primer cumplimiento en su tiempo. Quién fuera la mujer no lo
podemos saber, pero no era necesariamente virgen, como traduce nuestra versión, puesto que
la palabra almah, denota, según Gesenius, “moza, doncella, virgen, es decir, de edad de
casar”, (y así entienden Cheyne, Fausset, Whitehouse, Dummelow, Skinner, Plumptre,
Smith, Rogers, etc.). No es necesario que fuese virgen esta mujer para ser un tipo de la virgen
María en el Nuevo Testamento (Mt. 1:23), puesto que no se espera que el tipo fuese igual al
antitipo en todos los detalles; podría ser cualquier mujer de las mencionadas en las
interpretaciones ya dadas.
Habiendo expuesto el significado histórico del pasaje, nos queda indicar su significado típico.
La mujer referida por Isaías y su hijo por nacer son un tipo de María y su hijo Jesús. Así
como este niño fue una señal para una generación perversa y adúltera, próxima a la
destrucción de su vida nacional, así también el niño Jesús fue una señal para otra generación
aun más perversa y corrompida, cuya destrucción había de ser completa y duradera.
Para la interpretación de este pasaje que doy aquí, comp. Fausset, Plumptre, G. A. Smith,
Dummelow, etc. Comp. también 8:1–4, y nota.
7:15. Comerá manteca y miel, para que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno: Esta
profecía se refiere a un tiempo cuando la tierra sería desolada y, con el cese de la agricultura,
el pueblo volvería a la comida primitiva del desierto (comp. Cheyne, Plumptre, Skinner, etc.).
Manteca sería leche cuajada, La facultad del niño para escoger entre la comida mala y la
buena es simbólico de su crecimiento (comp. Skinner).
7:17–25. Profecía de la venida de los asirios.
En distintos tiempos Judá había tenido alianzas con la mosca (v. 18), o sea Egipto, y la abeja,
Asiria, dependiendo de ellos en vez de Dios para su protección. Ahora Dios les silbará para
traerlos, a fin de hacer de Judá un campo de batallas que ha de resultar en la desolación de
todo el país.
8:1–4. Señal del hijo de Isaías.
Este pasaje es similar a 7:14–16, y confirma la interpretación que hemos dado de ese pasaje.
Así como allí se decía de ese hijo, “Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger
lo bueno, la tierra que tú aborreces será dejada de sus dos reyes”, asimismo ahora dice el
profeta en cuanto a su propio hijo, Porque antes que el niño sepa decir, Padre mío y Madre
mía, será quitada la fuerza de Damasco y los despojos de Samaria, en la presencia del rey
de Asiria (v. 4): Ambos pasajes son, pues, un reflejo de un acontecimiento histórico que había
de cumplirse en tiempo de Acaz. Maher-salal-hash-baz significa, los despojos se apuran, el
botín se apresura, referente a la desolación de la tierra.
8:6. Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé: El estanque de Siloé (Jn. 9:7) estaba
al sudoeste del monte sobre el cual se ubicaba el templo. El pasaje representa el
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rechazamiento por Israel septentrional de sus antiguos vínculos con la religión y la política
del sur para formar alianza con Siria.
8:8. Llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel: Puede ser traducida la frase, Llenará la
anchura de la tierra, porque Dios es con nosotros, sin cambiar las consonantes (las vocales
fueron agregadas entre 400 y 1000 después de Cristo), pero es mejor la traducción del texto,
y es natural si uno toma el punto de vista de que Emmanuel es un niño ordinario, o si es el
Cristo (comp. Skinner).
8:10. No será firme: porque Dios con nosotros: Los planes de los enemigos en contra del
pueblo de Dios no pueden prosperar, por la presencia de Dios con Israel.
8:14. Las dos casas de Israel: Israel septentrional y Judá.
8:18. He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová, por señales y prodigios: Referente a Isaías
y sus dos hijos, cuyos nombres proféticos eran una señal a Israel, como he señalado antes.
8:19. Preguntad a los pythones: Véase la nota de 1 Sam. 28:7, en Tomo II.
9:1, 2. Aunque no será esta oscuridad tal como la aflicción … que livianamente tocaron la
primera vez a la tierra de Zabulón, y a la tierra de Nephtalí: Referente a la invasión de
fuerzas asirias bajo Teglatfalasar, descrita en 2 Reyes 15:29 (comp. Bannister), una cosa
pequeña en comparación con la que había de venir. Comp. Lc. 1:79; Mt. 4:15, 16. Siendo
estas tribus las que durante más largo tiempo experimentaron el juicio, sobre ellos
resplandecería primero la luz en la restauración del cautiverio, y en la era mesiánica en tiempo
de Jesús (comp. Skinner).
9:6, 7. Porque un niño nos es nacido: La descripción de un reino de paz exige un rey de paz,
profecía que se refiere, no a algún niño de ese tiempo, sino sólo al Mesías (comp. Bannister,
Plumptre, Skinner, etc.), un hijo que había de ser del linaje de David, como aquí resalta.
9:10. Cortaron los cabrahigos, mas cedros pondremos en su lugar: Pasaje que resalta la
superioridad del período de la restauración, como frecuente en Isaías.
9:12. De oriente los Siros, y los Filisteos de poniente: Desde 1 Reyes 15:27, no hay referencia
a hostilidad de parte de los filisteos contra Israel septentrional, pero, puesto que eran siempre
enemigos de Israel, es probable que redoblaban sus esfuerzos en tiempo de peligro.
9:15. El profeta que enseña mentira, este es cola: Aunque los falsos profetas se fingían
adalides, a veces seguían a otros (comp. Skinner).
9:20, 21. Cada cual comerá la carne de su brazo, etc.: Se refiere a los celos entre las tribus
que por fin les destruyeron (comp. Cheyne, Plumptre, etc.).
10:5–34. Destrucción de Asiria.
El pueblo que ha sido usado como instrumento de juicio sobre Israel, también ha de
experimentar lo mismo, por su jactancia, y por su confianza en los ídolos.
10:8, 9. Mis príncipes ¿no son todos reyes?, etc.: El rey asirio muestra su jactancia en que se
gloría del carácter elevado de sus oficiales, y que ya ha conquistado ciudades de mayor
importancia que Jerusalén, todo lo cual es la base para su confianza ahora (comp. Cheyne).
10:26. La matanza de Madián en la peña de Oreb: Referente a Juec. 7:25, donde se cuenta
la matanza de Oreb, príncipe de Madián, por los efraimitas.
10:28–32. Cuadro de la marcha asiria hacia Judá.
Cuadro, en visión, de la marcha forzada del ejército asirio para invadir a Judá, con el terror
de los nativos ante su presencia (comp. Bannister).
11:1. Y saldrá una vara del trono de Isaí: El Mesías había de venir del linaje de David, cuyo
padre era Isaí.
11:6–9. Morará el lobo con el cordero, etc.: Este pasaje no tiene cumplimiento literal en la
naturaleza (si fuera así los animales carnívoros perecerían de hambre), sino que es figurado
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(hipérbole), y representa el carácter del Reino de Dios como uno de paz y de fraternidad
(comp. Bannister, Cheyne, etc.).
11:9. Porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como cubren la mar las aguas:
Profecía de la universal extensión del Reino de Dios, después de la venida del Mesías. Comp.
Hab. 2:14.
11:11. Jehová tornará a … poseer las reliquias de su pueblo: Profecía de la restauración del
cautiverio.
11:13. Ephraim no tendrá envidia contra Judá, ni Judá afligirá a Ephraim: Con referencia a
la unidad del pueblo después de la restauración del cautiverio.
11:14. Edom y Moab les servirán, etc.: Los pueblos enumerados en este versículo llegaron a
ser sujetos a Israel en el período asmoneo, aproximadamente un siglo antes de Cristo.
11:15, 16. Y secará Jehová la lengua de la mar de Egipto, etc.: Así como Jehová había
facilitado la llegada de Israel la primera vez a su tierra, asimismo ayudaría su vuelta del
cautiverio.
12:2. JAH: Forma apocopada y poética de Jehová.
13:1–14:23. Primera profecía en contra de Babilonia.
Babilonia fue conquistada por Ciro en 539 a. de J.C., por la traición de sus sacerdotes, lo que
significaba la destrucción del dominio de Babilonia, pues nunca más fue nación
independiente. Su historia después fue vinculada con la de los medos y los persas, luego con
Alejandro Magno y sus sucesores. Bajo el dominio de los partos, y el correspondiente
empobrecimiento de la tierra, vino también la desesperación de la cultura y tradición
babilónica que habían sido conservadas por los sacerdotes.
13:3. Yo mandé a mis santificados … para mi ira: Como Ciro es descrito en 45:1 como
“ungido,” éstos también se califican como santificados, no con respecto a su pureza moral,
sino a su dedicación para la tarea de juicio sobre Babilonia (comp. Bannister).
13:10. El sol se oscurecerá en naciendo, etc.: Comp. las notas sobre Joel 2:28–32, y 3:15.
13:12. Ophir: Véase nota de 1 Reyes 9:26–28, en el Tomo II.
13:17. Yo despierto contra ellos a los Medos: La captura de la ciudad fue llevada a cabo por
ejércitos combinados de los medos y los persas.
14:1. Les hará reposar en su tierra: Profecía de la vuelta del cautiverio.
14:3–23. Parábola sobre el rey de Babilonia.
Este pasaje ha sido tradicionalmente interpretado como un relato de la caída de Satanás,
especialmente por 14:12: ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Sin embargo,
como el contexto indica, trata del rey de Babilonia, y no del diablo, siendo pura casualidad
que haya una semejanza verbal entre las expresiones en que se presenta la caída del rey y
aquéllas con que describe la teología la caída de Satanás. Con esto concuerdan Skinner,
Cheyne, Bannister, Plumptre, Whitehouse, A. Clarke, FTA (nota), Peake, Dummelow, y
otros. Dice Clarke: “Aunque el contexto habla explícitamente tocante a Nabucodonosor, no
obstante, éste ha sido aplicado, no sé por qué, al príncipe de los ángeles caídos, que ha sido
denominado de modo incongruente Lucifer (¡el que trae luz!), epíteto que le es tan común
como Satanás y diablo. Que el Espíritu Santo por sus profetas llamaran a este enemigo
principal de Dios y del hombre el que trae luz, sería extraño sobremanera.” Dice Plumptre:
“El uso de la palabra [Lucifer], sin embarco, en el latín de la Edad Media como nombre de
Satanás, cuva caída se suponía fuese indicada en éste y el siguiente versículo, hace su
selección poco afortunada.” Se llama la atención del lector al hecho de que en nuestra versión

FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.


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se traduce correctamente, no Lucifer, sino Lucero, referente a la estrella Venus, típica de la


brillantez del ascenso de este hombre, y así la VM, FTA, y Nácar-Colunga.
14:9. El infierno abajo se espantó de ti: Aquí es scheol, el lugar de los muertos, sin distinción
exacta como la que se halla en el NT entre el infierno y el cielo (comp. Plumptre, Gesenius,
etc.).
15:1–16:14. Profecía en contra de Moab.
Podemos fechar esta profecía en 727–22 a. de J.C. Tuvo cumplimiento literal cuando los
ejércitos de Asiria y Caldea invadieron y desolaron la tierra de Moab. Las causas del fin de
este país no se conocen, aunque Bennett conjetura que Moab con su altivez probablemente
ofendió a Nabucodonosor, rey de Babilonia, de modo que éste los destruyó, desterrando la
mayor parte de su población, y siendo ocupada la tierra después por los árabes, quienes se
mezclaron con los habitantes del país (HDB, artículo Moab). Después del cautiverio de Judá,
raramente se menciona a Moab. Nehemías se refiere a los árabes como aliados de Ammón
(Neh. 4:7), mientras que en la época anterior al cautiverio, siempre se presenta a Moab como
aliado de Ammón.
15:1. Ar-moab … Kir-moab: Mejor la VM, “Ar de Moab,” capital de Moab, sobre el Arnón.
Kir de Moab estaba a unos veinticinco kilómetros al sur del Arnón, ciudad casi inexpugnable.
16:1–5. Triunfo del Israel mesiánico.
Este pasaje tiene un cumplimiento literal y espiritual: Moab se toma como ejemplo de todos
los países vecinos de Israel (así como Edom en 63:1 se toma como ejemplo de los países que
Jehová ha de destruir). Los vecinos verían después la gloria de Jehová en el regreso del
cautiverio, verdadera hazaña de Jehová y revelación de su poder en que, entre todos los
pueblos desterrados por los asirios y babilónicos, sólo el Dios de Israel es lo suficiente
poderoso para hacer volver a su pueblo a su tierra. Para el cumplimiento espiritual del pasaje,
miramos a la época del evangelio, cuando estos países se convirtieron al evangelio, y reinó
el conocimiento de Jehová.
16:11. Por tanto mis entrañas sonarán como arpa acerca de Moab: Tan horrible había de
ser la destrucción de Moab, que Isaías lamenta su destino, a pesar de ser país enemigo.
16:13. Esta es la palabra, etc.: Se refiere a la profecía que había anunciado Isaías sobre
Moab.
16:14. Dentro de tres años, como años de mozo de soldada: Ahora Jehová habla nuevamente,
diciendo que dentro de tres años sucedería lo que Jehová le había dicho antes, lo que se
compara con 7:16 y 8:4. La figura años de mozo de soldada quiere decir un período justo:
dentro de tres años exactamente sucedería lo profetizado; son años calculados precisamente,
de acuerdo al contrato de un labrador, ni más ni menos tiempo de lo convenido en el acuerdo.
17:3. Cesará el socorro de Ephraim: Mejor es traducir socorro por fortaleza, referente a
Damasco, capital de Siria, que en este período era el baluarte de Israel; con la destrucción de
este reino terminaría el apoyo que Siria daba a Israel. Comp. Bannister.
17:6. Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el aceituno: Golpeaban el tronco del
árbol con un palo para que cayera el fruto, dejando algunos rebuscos, o sea, algunos frutos,
de acuerdo a la ley, para los pobres. El cuadro de los pocos frutos que quedaban después de
la cosecha representaba los pocos habitantes que quedarían en la tierra después del destierro.
17:9. Serán como los frutos que quedan en los pimpollos y en las ramas: Mejor traduce la
VM: “serán como ruinas abandonadas, en el bosque, y sobre las cumbres de las montañas”

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.


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(comp. la variante de la LXX, que lee, “serán tus ciudades como lugares abandonados por
los heveos y los amorreos ante los israelitas,” variante aceptada por Skinner, Whitehouse, y
otros).
17:10, 11. Porque te olvidaste del Dios de tu salud … plantarás hermosas, y sembrarás
sarmiento extraño, etc.: Sería correcto traducir todos los verbos de estos versículos en tiempo
pasado (comp. Plumptre). Los israelitas habían plantado sus bosques, es decir, habían
establecido sus santuarios de culto idólatra; bajo la figura de la cosecha, Isaías muestra que
los frutos de su cultivo les serían arrebatados.
17:12–14. ¡Ay! multitud de muchos pueblos que harán ruido como estruendo de la mar:
Estos versículos presentan el cuadro de las fuerzas invasoras de los asirios, probablemente
cumplidos en la invasión de Senaquerib, en 701 a. de J.C. (Is. 36:1–37:38) (y así creen
Plumptre, Fausset, etc.). La repentina destrucción de este enemigo señalada en el v. 14
corresponde con el destino de este ejército presentado en Is. 37:36, cuando en una noche fue
aniquilado.
18:7. En aquel tiempo será traído presente a Jehová, etc.: Quizás una referencia a la gloria
de Jehová que él consiguió cuando hizo volver a su pueblo a su tierra, igual a la que recibió
cuando en la antigüedad hizo salir de Egipto a su pueblo para introducirlos por primera vez
en la Tierra de Promisión. Puesto que se relaciona con la Profecía contra Etiopía, podemos
ver también su alcance espiritual en la época del evangelio, especialmente Hch. 8:26–39;
durante los siglos después de Cristo, el país de Abisinia (Etiopía) se convirtió al evangelio, y
el cristianismo llegó a ser la religión oficial del estado.
19:1–25. Profecía en contra de Egipto.
Una parte del juicio sobre Egipto sería guerra civil y anarquía política (vs. 2, 3), seguido por
un fuerte gobierno pero tiránico (v. 4), probablemente nacional, no extranjero: Y entregaré a
Egipto en manos de señor duro.
19:5–10. Juicio sobre el Nilo.
El Nilo se elige como objeto de juicio por ser la fuente de la vida económica del pueblo
egipcio, y por ser el centro de su culto religioso. Herir al río era tocar la vida cultural, religiosa
y comercial del país. En todo el capítulo se recuerdan las señales y maravillas que había
hecho Dios en Egipto en épocas pasadas, las que habían de ser duplicadas en el porvenir.
19:13. Hanse desvanecido los príncipes de Zoán, se han engañado los príncipes de Noph:
Zoán se identifica con Tanis, ciudad antigua de Egipto, y Noph es Menfis, capital del Bajo
Egipto desde tiempos antiguos. El consejo de los sacerdotes de Egipto lo ha hecho errar.
(Comp. Whitehouse.)
19:16. En aquel día serán los Egipcios como mujeres: Esto acentúa la debilidad del pueblo
ante el juicio de Dios.
19:18–25. Triunfo de Jehová en Egipto.
Este pasaje presenta el triunfo y el reino espiritual de Dios en Egipto. Podemos ver su primer
cumplimiento en la enorme colonia judía en Egipto, importante e influyente, que desde
tiempos de la caída de la nación se estableció allí (Jer. 43:1–44:30), y que tuvo mucha
importancia en la vida comercial y cultural del país. Fue entre este grupo que se originó la
versión griega, la Septuaginta, cuya traducción fue hecha (según la tradición judía) a petición
de Ptolomeo Filadelfo, Faraón de Egipto. En segundo lugar, podemos ver un cumplimiento
del pasaje en el triunfo del evangelio en Egipto en los siglos después de Cristo, hasta la época
mahometana.

LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.


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20:1–6. Profecía contra Egipto y Etiopía.


En este capítulo tenemos la figura de la acción-simbólica, es decir, una parábola en acción.
Isaías anduvo en vestido de cautivo, indicando así que habían de ser llevados al cautiverio
los habitantes de Egipto y Etiopía. Comp. Miq. 1:8, 11, donde este profeta emplea la misma
acción simbólica para enseñar el cautiverio de Judá.
21:1. Carga del desierto de la mar: Con esta figura el profeta se refiere a Babilonia, cuyas
grandes llanuras y abundantes aguas, el Eufrates, con sus numerosos tributarios y canales,
daban la impresión indicada, especialmente antes de la construcción de los diques que
guardaban a los ríos en su curso (comp. Fausset).
21:7. Carro … caballeros … asno … camello: El atalaya vio el acercamiento de las fuerzas
enemigas, primero los carros y los jinetes, luego los animales que llevaban el equipaje de
guerra (comp. Bannister).
21:10. Trilla mía y paja de mi era: Apóstrofe al pueblo, que había ya experimentado el efecto
destrozador de los ejércitos enemigos: ¡oh mis oprimidos! En simpatía el profeta los salvaría
ahora, pero tiene que pronunciar su mensaje: Os he dicho lo que oí de jehová.
21:11, 12. Carga de Duma: Esta voz (Duma) significa tranquilidad, silencio, el nombre de
varios lugares, pero probablemente aquí usado en sentido místico, por su similaridad con el
nombre Edom, referente a la destrucción de este país, es decir, el silencio que reinaría después
de su desaparición. (Comp. Bannister, Plumptre, etc.) Seir: una cordillera de montañas en
Edom, aquí empleado el término con respecto a todo el país.
El pasaje significa que no hay esperanza de alivio ni de salvación para Edom. El atalaya,
siendo preguntado, ¿que de la noche?, responde, La mañana viene, y después la noche: Viene
la mañana, pero no trae socorro (comp. Plumptre). Si preguntareis preguntad: Si quieren
seguir inquiriendo tocante a la voluntad de Jehová, que inquieran: todavía hay oportunidad
para salvarse. Volved, venid: La invitación al arrepentimiento está en pie. Para esta
interpretación, compárese Bannister, aunque otros intérpretes, como Plumptre, no ven una
invitación al arrepentimiento. Este versículo se emplea a menudo como texto de un mensaje
evangélico, uso correcto si se tiene en cuenta también el fondo histórico en su aplicación a
Edom.
21:13. Dedanim: Dedanitas, tribu comercial de Arabia.
21:16. Cedar será deshecha: Tribu del desierto siríaco, aquí mencionada como típica de las
tribus de Arabia septentrional (comp. Skinner).
22:1. Valle de la visión: Lugar desde el cual Isaías vio sus visiones de todas las naciones
extranjeras, es decir, Jerusalén. Generalmente pensamos en Jerusalén como edificada sobre
un monte, y así fue, pero también puede llamarse valle por encontrarse el lugar
completamente rodeada por altas sierras (comp. Fausset).
También nos puede extrañar de que este pasaje respecto a la destrucción de Jerusalén se
encontrase en medio de una serie de profecías sobre las naciones extranjeras. Sin embargo,
el pasaje tiene muchos puntos de semejanza con los que le anteceden y le siguen en cuanto a
forma, etc. Además, siendo el lugar donde estaba Isaías cuando pronunció sus profecías en
contra de otras naciones, es natural que se incluyera con ellas. Jerusalén también había de
compartir la destrucción que venía sobre otras naciones, y por las mismas razones, o sea, sus
pecados y sus rebeliones.
Parece natural creer que el pasaje es profético y que se refiere a una invasión futura del país
(comp. Fausset, Skinner, etc.).
Tú te has subido sobre los terrados: Es decir, para ver al ejército que rodeaba a la ciudad.
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22:2. Tú, llena de alborotos, etc.: Se ve que la moral de la ciudad había decaído. Tus muertos
no son muertos a cuchillo, etc.: A pesar de que no había habido lucha, muchos morían de
hambre dentro de la ciudad (comp. Cheyne).
22:6. Elam tomó aljaba en carro: Una provincia que daba al ejército asirio sus arqueros. Chir
descubrió escudo: Otra provincia que se representa como dando escudos al ejército. Los
escudos, cuando no estaban en uso, eran guardados cubiertos.
22:13. Comamos y bebamos, que mañana moriremos: Este pasaje también revela el bajo
concepto moral del pueblo que, en vez de arrepentirse, sigue su curso de banquetes, con
desesperación en su corazón.
22:14. Este pecado no os será perdonado hasta que muráis: Este pasaje indica que la
condición del pueblo era irremediable.
22:15–25. Profecía contra Sebna.
Este pasaje constituye un paréntesis insertado aquí en medio de las profecías en contra de las
naciones extranjeras, quizás porque Sebna parece ser extranjero (posiblemente sirio) que
había logrado una posición de importancia en el gobierno comparable a la de primer ministro
en tiempos modernos. En tiempo de Ezequías lo encontramos entre los embajadores a quienes
el rey mandó para arreglar términos de paz con Senaquerib (ls. 36:3–22). Quizás por su
actuación en ese proyecto (trato con el rey pagano que Isaías desaprobó), o quizás por el
simple hecho de que un extranjero ocupara un puesto tan íntimamente relacionado con la
teocracia de Jehová, el profeta se disgustó con él, y aquí profetizó su deposición y cautiverio.
23:1. Carga de Tiro: Tiro era una de las ciudades principales de Fenicia, y aquí se usa en
representación de todo el país. Salmanasar, rey de Asiria en 727–722, puso sitio a Tiro sin
tomarlo, aunque subyugó al resto de Fenicia. Se cumplió la profecía, en parte, en 701 a. de
J.C., cuando Senaquerib, aunque no conquistó a Tiro, subyugó a Fenicia.
Nabucodonosor, el conquistador caldeo de Jerusalén en 586, puso sitio a Tiro por 13 años sin
tomarla, estando la ciudad edificada sobre una isla rocosa cerca de la orilla, tuvo, por sus
extensas relaciones comerciales, recursos para abastecerse en un sitio. En 332, la ciudad fue
conquistada por Alejandro Magno después de siete meses de sitio, cuyos ingenieros
construyeron un muelle desde la tierra hasta la isla.
23:13. Tierra de los Caldeos: Los caldeos habitaban en el sur de Mesopotamia, y se
distinguen de los babilonios; este pasaje se refiere a Babilonia, y refleja el punto de vista de
la época de Nabucodonosor, cuando los caldeos dominaban en Babilonia. Assur la fundó: Se
refiere a la población de Babilonia por colonos asirios (comp. Bannister). El la convirtió en
ruinas: Bannister lo entiende como referente al general caldeo (Nabucodonosor), pero es
mejor interpretar como referente al poderío asirio (por el contexto), y así cree Cheyne
(Sargón), y Skinner (Senaquerib).
23:15. Tiro será puesta en olvido por setenta años: Un número simbólico, referente a un
período indefinido: son siete (número sagrado y perfecto) décadas (comp. Bannister).
24:1–27:13. Juicios generales sobre todos los pueblos.
Esta profecía puede caracterizarse de varias maneras: Peake: “El mundo es juzgado, Israel
librado;” Sampey: “El primer libro de juicios generales.” Véase el título que he puesto al
principio del párrafo.
24:2. Como el pueblo, tal el sacerdote, etc.: El juicio viene sobre todos, sin distinción de
clase.
24:13. Como aceituno sacudido: Véase nota de 17:6.
24:14–16. Estos … cantarán gozosos en la grandeza de Jehová: El remanente después del
juicio, mencionado en el versículo anterior, ha de alabar a Jehová. Desde la mar darán voces:
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El Mediterráneo, es decir, el oeste. Esto, con las expresiones siguientes, acentúa el hecho de
que en todas partes se alabaría el nombre de Jehová.
24:19, 20. Quebrantaráse del todo la tierra,: Este pasaje es apocalíptico en carácter (véase
la nota de Joel 2:28–32); presenta bajo figuras de cataclismos naturales el día de Jehová, en
las verificaciones sucesivas de éste (véase la nota de Joel 1:15), culminando en la destrucción
de la tierra en el gran y final día de Jehová, al fin del mundo.
24:23. La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reinare
en el monte de Sión, y en Jerusalem: Nuevamente un pasaje apocalíptico (véase la nota de
Joel 2:28–32); representa la gloria majestuosa de Dios, especialmente en la restauración del
cautiverio, con la cual la gloria del sol y de la luna no se pueden comparar. Se relaciona este
pasaje con el Apoc. 21:23: “Y la ciudad no tenía necesidad de sol, ni de luna, para que
resplandezcan en ella: porque la claridad de Dios la iluminó, y el Cordero era su lumbrera,”
pasaje que se refiere al cielo.
25:2. Tornaste la cuidad en montón, la ciudad fuerte en ruina: ¿Qué ciudad? Babilonia, dicen
algunos (Plumptre, Bannister). Bien dice Plumptre: “La Babilonia de Isaías llega a ser un
tipo de la Babilonia mística del Apocalipsis” (Apoc. 18:2). Puesto que la ciudad aquí no se
nombra, es probable que se refiere a la ciudad opresora del pueblo en este tiempo (comp.
Cheyne), como tipo de todos los enemigos de Israel en el porvenir, puesto que el alcance de
este pasaje abraza el futuro hasta el fin del mundo.
25:6. Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos convite de engordados:
Se presenta aquí la idea de la cena mesiánica, figura común en la literatura judía no bíblica
que tuvo su origen en los siglos antes de Cristo, sobre la cual Jesús basó una hermosa parábola
(Mt. 22:2–14; comp. el Apoc. 19:9). Naturalmente no tiene cumplimiento literal sino
espiritual, en representación de los gozos espirituales de los electos de Dios y su participación
en las bendiciones del reino eterno de Dios.
25:8. Enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros: La visión del profeta se extiende
hasta el místico porvenir, el fin de todo, con la desaparición de la muerte, el dolor y el
sufrimiento, visión que tiene su eco en la del gran vidente del Apocalipsis que, en el cuadro
que pinta de la nueva Jerusalén, cita este pasaje y lo aplica a la existencia celestial (Apoc.
21:4).
25:10. Moab será trillado debajo de él: Es decir, debajo de Jehová; figura común de juicio
en que Moab, tipo de todas las naciones que se oponen a Dios, ha de ser juzgado.
26:1. En aquel día cantarán este cantar en tierra de Judá: El pensamiento del profeta vuelve
a la época de la restauración, y ve al pueblo fuertemente establecido otra vez en su tierra.
Notemos que los profetas no distinguían con exactitud entre una nueva dispensación, después
de Cristo, y una antigua dispensación, antes de Cristo; estos términos son relativos, y los
empleo aquí en sentido histórico y no teológico, siendo la línea de demarcación entre ellas la
crisis histórica del nacimiento de Jesús. Nosotros, con una revelación más plena, podemos
relacionar ciertas profecías con la restauración del cautiverio de la nación judía, y otras
contiguas con el fin del mundo, mientras que ellos veían a todo el porvenir como un gran
panorama unido que se extendía desde el punto de su actuación hacia el fin de todo, viendo
los acontecimientos cercanos con claridad, y los lejanos místicamente, mezclando a veces
unos con otros. Véase el capítulo sobre La Profecía y su Interpretación, 1.ii.
27:1. Leviathán, serpiente rolliza: Se refiere a Asiria, pero la similitud es incierta. Leviathán
serpiente retuerta: Se refiere a Babilonia, y la comparación se estriba en lo torcido de sus
ríos. Matará al dragón que está en la mar: La destrucción de Egipto, una referencia al valle
del Nilo.
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27:2–9. Segunda parábola de la viña.


La viña de Dios se halla completamente desolada, representando ésta, como en la primera
figura, al pueblo de Dios, quien la restaurará y la cuidará. Por las figuras de los animales en
el primer versículo, algunos ven una desolación efectuada por ellos, lo que precisamente se
verificó posteriormente.
27:12. Herirá Jehová desde el álveo del río hasta el torrente de Egipto: Desde la madre del
río, es decir, el Eufrates, en Mesopotamia, hasta el torrente de Egipto, el Nilo.
28:1–35:10. Profecías en cuanto a Sión y en contra de sus enemigos.
Estos capítulos forman una serie de profecías estrechamente relacionadas entre sí, siendo del
reinado de Ezequías, pero de diferentes años de su reinado. Tienen diferentes fechas, después
de 727 a. de J.C. Los capítulos 28–33 son denominados por Sampey El Libro de Sión, que lo
intitula también Libro de Ayes, haciendo este autor una nueva división con el capítulo 34.
Una idea prominente de toda esta parte es la repugnancia que siente el profeta Isaías en cuanto
a las alianzas con Egipto.
28:1. Ay de la corona de soberbia, de los ebrios de Ephraim: Descripción de la ciudad capital,
Samaría, considerada como personificación de todos sus ciudadanos borrachos y
banqueteros.
28:5. Las reliquias de su pueblo: El remanente, después del cautiverio.
28:9–12. ¿A quién se enseñará ciencia …? ¿A los quitados de leche?, etc.: Sarcasmo: los
grandes cortesanos que aconsejaban al rey Ezequías llamaban las profecías de Isaías oráculos
de niños; ¿qué podría saber un simple profeta de religión, tocante a los asuntos
internacionales, en comparación con ellos, hombres sabios y experimentados en la política?
Les responde Isaías que, si ellos no querían aceptar los sabios pero sencillos consejos de
Jehová, él les tendría que hablar mediante el idioma extranjero de los conquistadores, que en
sus oídos sería como el tartamudeo de los niños (v. 11). Dios les había hablado de reposo y
descanso, lo que vendría confiando en él, pero no quisieron oír (v. 12).
28:15. Concierto tenemos hecho con la muerte: Mejor, Concierto tenemos hecho con Scheol,
con el lugar de los muertos, o con el sepulcro. Fausset cree que se refiere al pacto con Asiria,
que los salvaba del mal; Cheyne lo entiende como un proverbio que denota la seguridad. En
las palabras de este versículo tenemos las razones de los consejeros con la interpretación de
Isaías en la última parte: Hemos puesto nuestra acogida en la mentira …:
28:16. He aquí que yo fundo en Sión una piedra … de esquina: La verdadera base de la
confianza había de ser, no la alianza con la nación extranjera, sino la fe en los propósitos de
Dios, representados en la piedra de esquina que pone Dios en Sión (comp. Skinner). La base
es las grandes piedras empleadas en el templo de Salomón mucho antes, teniendo un interés
contemporáneo por el peligro de que fuese hecho ruinas, por lo cual Isaías asegura a sus
oyentes que, sucediendo esto, Dios reedificaría a Sión. Este pasaje es citado por Pedro (1
Ped. 2:6).
28:20. Porque la cama es tan angosta que no basta, y la cubierta estrecha para recoger:
Este proverbio ilustra la insuficiencia de la cama, y la imposibilidad de que se descanse allí,
lo que tiene relación con el hecho de que Judá no podía reposar en sus alianzas (comp.
Bannister).
28:23–29. Parábola del Cultivador.
La sabiduría del que cultiva, la ha aprendido éste de Dios, quien también cultiva su campo
(Israel) para sacar el mayor fruto, no tratando todos los campos de igual forma, ni arando ni
trillando en juicio siempre, sino con misericordia y sabiduría, sabiendo que esto hace falta
para sacar el fruto después. La parábola trae un mensaje de consolación. Dios no siempre
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castigará en juicio (representado por la figura de arar, y trillar) sino que después los tratará
con misericordia.
29:1. Ariel: De significado dudoso, pero probablemente quiere decir el hogar de Dios, su
casa, o habitación, o sea, Jerusalén (comp. Bannister), aunque algunos comentaristas, como
Fausset, lo explican, león de Dios.
29:4. Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, etc.: El pasaje ilustra el completo
abatimiento de la ciudad; la figura es la del nigromante que practica su vocación hablando
desde una cueva o un foso u otro lugar escondido, las comunicaciones que quiere hacer.
29:9–16. Cuadro de la confusión espiritual del pueblo.
Este pasaje trata de la confusión espiritual del pueblo, provocada por su hipocresía: honraban
a Dios con sus labios, pero su corazón estaba lejos de él. Esta confusión había de ser
transformada en percepción, gozo, paz, y certidumbre después, es decir, después de la vuelta
del cautiverio (29:17–24). El v. 13 es citado por Jesús en Mt. 15:8.
29:17. ¿No será tornado de aquí a muy poco tiempo el Líbano en Carmelo, y el Carmelo
será estimado por bosque?: El Líbano, que estaba cubierto de bosque, pero no fructífero,
llegaría a ser como el Carmelo, monte sumamente fructífero, cuya actual condición podría
considerarse como infructuosa en comparación con su futura fertilidad. Este pasaje es
profecía hiperbólica de las bendiciones del período después del cautiverio, representadas en
la gran fertilidad de la tierra. En el 32:15 tenemos la misma idea y una figura paralela.
30:1–31:9. Profecía en contra de la alianza con Egipto.
Para Isaías la alianza con Egipto fue un error, diplomático, político, y espiritual, puesto que
debían confiar en el Dios de los ejércitos, y no en el apoyo dudoso de los países paganos.
30:2. Pártense para descender a Egipto, y no han preguntado mi boca: Los embajadores
judíos, en vez de consultar a Jehová, y confiar en él, se han ido a Egipto para buscar alianza.
30:4. Zoán: Ciudad del bajo Egipto. Hanes: Capital de Egipto central. Embajadores: Los
judíos que bajaban a Egipto en busca de alianza.
30:10. Que dicen a los videntes: No veáis; y a los profefetas: No nos profeticéis lo recto: La
rebeldía del pueblo se ilustra en que no quisieron oír los mensajes de los verdaderos profetas
de Jehová.
30:13. Por tanto os será este pecado como pared abierta que se va a caer: Figura basada
sobre la rotura en la pared que se hincha antes de caer.
30:15–17. Rechazamiento del pueblo para ser salvo y su desolación.
Confiando en Jehová, ellos podrían reposar y tener tranquilidad tocante a su futura
protección. Pero quisieron confiar en la caballería de Egipto, que no les ayudaría a la victoria
por cuanto los asirios también tenían caballería; y los caballos egipcios, en vez de darles la
victoria, les servirían de medio para fugarse, inútil por cuanto los perseguidores tenían
también caballos.
El v. 17 presenta la desolación que reinaría en el país después de la invasión asiria: aun
cuando los asirios bajo Senaquerib no pudieron vencer a Jerusalén, sí que desolaron el resto
del país.
30:19. El pueblo morará en Sión, en Jerusalem: nunca más llorarás: Nuevamente un cuadro
de la restauración del cautiverio, con una descripción hiperbólica del gozo de esa era.
30:26. Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor: Con el
acercamiento de la redención de su pueblo del cautiverio, los días serían más brillantes
(comp. Cheyne).
30:33. Porque Topheth ya de tiempo está disputada y aparejada para el rey, profunda y
ancha; cuyo foco es de fuego: Este es el nombre de un lugar en el valle de Hinom (2 Reyes
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23:10), donde se hacían sacrificios humanos a Moloc; las víctimas eran quemadas en un foso
cavado en la tierra. Comp. Jer. 7:31. El rey aquí es el rey de Asiria.
31:1. Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, etc.: Condenación nuevamente de los
que buscan socorro a Egipto, dependiendo de su fuerza militar, en lugar de confiar en Dios.
31:3. Y los Egipcios hombres son, y no Dios: El socorro que podían brindar los egipcios era
humano en origen, por lo cual no digno de confianza.
32:1–8. Cuadro del reino mesiánico.
En este pasaje tenemos un cuadro del reino mesiánico, que empieza a prepararse en la era de
la restauración, y de ahí sigue hasta su cumplimiento pleno (véase la nota de 26:1).
32:1. Rey: El rey mesiánico, el Cristo.
32:15. Y el desierto se torne en campo labrado, y el campo labrado sea estimado por bosque:
Comp. 29:17 y su nota, un pasaje que tiene la misma idea.
32:20. Dichosos vosotros los que sembráis sobre todas aguas: Después del cautiverio,
sembrarían en campos abundantemente regados.
33:1–24. Profecía en contra de los asirios.
Después de la vuelta de los embajadores de Ezequías, a quienes el rey judío había enviado a
Senaquerib, en Laquís, el rey asirio aceptó los tesoros que Ezequías le mandó, pero rechazó
la oferta de paz (2 R. 18:13–19:37; 2 Crón. 32:1–22; Is. 36:1–37:38). Así quebrantó el
armisticio que él mismo había propuesto, por lo cual se le llama desleal en 33:1. La fecha de
esto puede ponerse en 701 a. de J.C.
33:7. He aquí que sus embajadores darán voces afuera: Cuadro de la amargura de los
embajadores de Ezequías por el fracaso de su entrevista con el rey Senaquerib, porque éste
había rehusado hacer paz con las ciudades (v. 8).
33:9. Enlutóse, enfermó la tierra, etc.: Por prosopopeya se presenta a la naturaleza como
participando en simpatía con el sufrimiento y la vergüenza del pueblo de Dios. Los lugares
mencionados son algunos que ya había desolado Senaquerib.
33:10. Ahora me levantaré, dice Jehová: Jehová se levanta para engrandecerse ejecutando
juicio sobre los pecadores, especialmente los asirios, lo que se cumplió en la destrucción del
ejército asirio (Is. 37:36).
34:1–17. Profecía del juicio final.
El juicio final tiene su primera etapa en la destrucción de las naciones existentes en aquel
tiempo, y su segunda en el juicio final sobre todas las naciones al fin del mundo; es, pues,
culminante en carácter.
34:4. Y todo el ejército de los cielos se corromperá: Las estrellas (comp. Whitehouse).
34:5–17. Juicio sobre Edom.
Se elige este antiguo enemigo de Israel como ejemplo de otras naciones sobre las cuales
Jehová ha de traer la destrucción, igual como en el capítulo 63.
34:6. Jehová tiene sacrificios en Bosra: Ciudad capital de Edom; los sacrificios serían la
matanza de personas por medio del ejército enemigo.
34:7. Unicornios: Buey silvestre (comp. Skinner).
34:11. Extenderáse sobre ella cordel de destrucción, y niveles de asolamiento: La última
parte es mejor traducida en la VM, “plomada de vacuidad.” Son figuras sacadas del arte del
constructor, en que edificios eran demolidos para dar lugar a otros. Comp. 2 Reyes 21:13.
Véase la nota de 2 Sam. 8:2, en Tomo II.
35:1–10. Redención y vuelta del cautiverio.
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La vista del profeta sobre este grande acontecimiento, al mirarlo a través de la historia, se
pierde en la contemplación de la salvación mesiánica y el reino de Dios, la salvación eterna
del pueblo de Dios, de la cual la vuelta del cautiverio era un tipo.
35:4. Confortaos, no temáis: Este dicho anticipa el pensamiento de los mensajes de
consolación del capítulo 40 y sig. (véase especialmente 40:1).
35:5. Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos: Con referencia a las bendiciones de la
era mesiánica, cumplido especialmente en el ministerio de Cristo, y en la era moderna de los
milagros de la medicina.
36:1–39:8. Relatos históricos del reinado de Ezequías.
Puesto que este pasaje en Isaías es paralelo con 2 Reyes 18:13–20:19, y 2 Crón. 32:1–31,
véanse las notas en relación con aquellos pasajes, en el tomo siguiente.
En la cronología, la enfermedad de Ezequías (714 a. de J.C.) (Is. 38:1–22) y la embajada de
Merodac-baladán (713) (Is. 39:1–8) vinieron antes de la invasión de Senaquerib (701) (Is.
36:1–37:38), y así se tratan en el bosquejo cronológico.
36:1–37:38. Invasión de Senaquerib (701 a. de J.C.)
Durante la mayor parte de su reinado, Ezequías, rey de Judá, fue vasallo de Asiria. Aunque
otros países vecinos de Judá se rebelaban en contra de Asiria, Ezequías no lo hizo por muchos
años, y así fue dejado en paz en las varias expediciones que hizo Sargón (rey de Asiria en
722–705). Es probable que los emisarios que envió Merodac-baladán, rey de Babilonia, en
713 (Is. 39:1–8), tenían el propósito de instigar a Ezequías a que arrojara de sí el yugo asirio.
Pero Ezequías rehusó a caer en este error, y no fue sino hasta después del asesinato de Sargón
en 705 que se rebeló. Su negación a enviar tributo a Asiria fue el motivo de la invasión de
Senaquerib en 701, que culminó con la intervención milagrosa de Dios en la destrucción de
las fuerzas asirias (Is. 37:36).
36:1. Aconteció en el año catorce del rey Ezechías, que Sennacherib rey de Asiria subió
contra … Judá: Puesto que el reinado de Ezequías comenzó en 727 a. de J.C., y la invasión
de Senaquerib en 701, es evidente que la expresión año catorce se calcula desde la
enfermedad de Ezequías (Is. 38:1–22), que precede este pasaje en la cronología, y que se
verificó en 714. Comp. Adams, Ancient Records and the Bible, pág. 180.
36:2. Asentó el campo a los caños de la pesquera de arriba, en el camino de la heredad del
Lavador: Aunque Ezequías había mandado a Senaquerib, que sitiaba a Laquís, el tributo
impuesto por el rey asirio como condición de que se retirara del país, éste, al ver la facilidad
con que el rey de Judá levantó el dinero, envió a su ejército a Jerusalén para sitiarla. Véase
la nota de Is. 7:3. Rabsaces parece significar jefe de los oficiales, y no es un nombre propio.
Según el relato de 2 Crón. 32:2–8, Ezequías, habiendo tomado consejos a sus cortesanos, se
decidió a defender a la ciudad.
36:3. Y salió a él Eliacim … Sebna … etc.: Estos fueron los ministros que habían ido a Laquís
para pedir los términos de armisticio (2 Reyes 18:14–16).
36:6. He aquí que confías en este bordón de caña frágil, en Egipto: Ezequías, al rebelarse en
contra de Asiria, había hecho alianza con Egipto, por lo cual Isaías lo condenó. Rabsaces les
dice a los hombres principales de Ezequías, que su alianza con Egipto no le ha de aprovechar.
Rabsaces compara a Egipto con un bordón … sobre el cual si alguien se apoyare, entrarásele
por la mano y se la atravesará.
36:7. Y si me dijeres, En Jehová nuestro Dios confiamos; ¿no es éste aquel cuyos altos …
hizo quitar Ezechías …?: Pa ra Rabsaces, que miraba a la política religiosa de Ezequías desde
un punto de vista pagano, los métodos del rey de Judá para limpiar la religión del país eran
sacrílegos (comp. Skinner).
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36:8. Yo te daré dos mil caballos, si pudieres tú dar caballeros que cabalguen sobre ellos:
Así el oficial asirio desprecia el poder militar de Ezequías.
36:10. Jehová me dijo: Sube a esta tierra para destruirla: Rabsaces alega que él ha venido a
Palestina con una comisión de Jehová para destruirla.
36:11. Rogámoste que hables a tus siervos en lengua siriaca: Los príncipes de Judá no
quisieron que el pueblo oyese las palabras desafiadoras y despectivas de Rabsaces, con la
consecuente desmoralización del pueblo.
36:12. ¿Envióme mi Señor a ti y a tu señor, a que dijese estas palabras, y no a los hombres
que están sobre el muro, para comer su estiércol y beber su orina con vosotros?: Rabsaces
insiste que él ha venido con el propósito de comunicar al pueblo que, si no ceden, ellos han
de experimentar los horrores del hambre resultante de un sitio, en el cual el pueblo común
tendría que comer hasta los deshechos de sus propios cuerpos.
36:13. En lengua judáica: Rabsaces grita al pueblo en el idioma hebreo.
36:16, 17. Haced conmigo paz … y coma cada uno de su viña … hasta que yo venga y os
lleve a una tierra como la vuestra: El emisario asirio invita al pueblo a rendirse, y a que
gocen de paz en su tierra: después él volverá de su campaña triunfal en Egipto y los llevaría
a Asiria o a algunas de sus provincias, un cautiverio que piensa hacer más atractivo con su
descripción de su tierra: una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino. Comp.
Bannister, y Fausset.
36:18–20. Mirad no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará. ¿Libraron los dioses
de las gentes cada uno a su tierra de la mano del rey de Asiria?, etc.: Rabsaces piensa rebajar
el ánimo del pueblo recordándoles que otras naciones no habían sido salvadas por sus dioses
del poderío militar de Asiria.
37:1. Ezechías … vino a la casa de Jehová: Ezequías, sabiendo que el poder humano no le
podía socorrer en su momento de aflicción, vino a pedir auxilio a Jehová.
37:6. Y díjoles Isaías: … No temas por las palabras que has oído: El mensaje de Isaías,
profeta de Jehová, fue uno de consolación y de ánimo.
37:7. He aquí que yo doy en él un espíritu: El espíritu de temor (Skinner). Y oirá un rumor:
El rumor que había de oír es parecido al que se menciona en 2 Reyes 7:6, es decir, el rumor
del acercamiento de fuerzas enemigas, en el caso de Senaquerib las de Tirhaca, rey de Etiopía
(Is. 37:9). Y yo haré que en su tierra caiga a cuchillo: Esto se cumple en Is. 37:38.
37:9. Mas oyendo decir de Tirhakah rey de Etiopía: He aquí que ha salido para hacerte
guerra, etc.: Al saber Rabsaces que existía la posibilidad de que pronto sus fuerzas serían
atacadas por Tirhaca, él se apresuró a conseguir la rendición de Jerusalén lo más pronto
posible (comp. Bannister).
37:14–20. Oración de Ezequías delante de Jehová.
Habiendo tomado las cartas amenazadores de Rabsaces, Ezequías las llevó delante de Jehová,
y oró por la liberación del peligro presentado por las fuerzas asirias.
37:21–35. Contestación de Dios por medio de Isaías.
La contestación a la oración de Ezequías vino por medio del profeta Isaías. El profeta
representa que las blasfemias del asirio han sido contra Dios mismo (vs. 22, 23). Por esto
Dios libraría a la ciudad de manos de los paganos invasores.
37:30. Y esto te será por señal: Comerás este año lo que nace de suyo, y el año segundo lo
que nace de suyo: y el año tercero sembraréis y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis su
fruto: Skinner entiende que el pasaje se refiere al hecho de que los asirios habían devastado
la tierra, y sería tiempo antes que las operaciones normales agrarias fuesen resumidas. Fausset
da una opinión parecida: “Los invasores habían destruído la cosecha aquel año, y, o era
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demasiado tarde sembrar para el segundo año, o no tenían semilla (más que para la comida)
a fin de sembrar, de modo que aquel año debían depender del crecimiento espontáneo del
grano, y el año siguiente también de lo que brotara del mismo, pu-diendo sembrar y segar
sólo en el tercer año.”
37:32. Porque de Jerusalén saldrán reliquias: Sin duda multitudes de la población habían
sido muertos por los efectos de la guerra. Jerusalén había sido guardada y lo sería, pues en la
ciudad sería preservado un remanente del pueblo que contribuiría a la reconstrucción del país.
Comp. Bannister.
37:33. No entrará en esta ciudad: La predicción del fracaso del asirio es terminante.
37:36. Y salió el ángel de Jehová, e hirió ciento ochenta y cinco mil: En una noche
desapareció la amenaza a la ciudad con la muerte de la mayor parte de las fuerzas asirias.
Después de este desastre, Senaquerib volvió a su país, para no volver jamás a hacer otra
campaña en las tierras del oeste.
Aunque la invasión de Senaquerib se comenta ampliamente en las inscripciones asirias, no
se dice nada del desastre asirio frente a las murallas de Jerusalén. El rey asirio menciona a
las ciudades de Judá que asoló; no dice que conquistó a Jerusalén. El historiador griego
Heródoto (Historia, 11. 141) hace referencia a una plaga de ratones “que se comieron todas
las aljabas y las cuerdas de arco del enemigo, y las correas con que manejaba sus escudos,”
lo que trajo su derrota frente al ejército egipcio. Esto sugiere la idea de que la plaga que
empleó Dios para herir a los ciento ochenta y cinco mil soldados fue la bubónica, enfermedad
que se contagia de la rata, una idea que es interesante, pero no pasa de ser más que una
conjetura.
37:38. Orando en el templo de Nisroch su dios …, le hirieron a cuchillo …; y reinó en su
lugar Esar-hadón su hijo: En 681, unos veinte años después de su derrota en Palestina,
Senaquerib fue asesinado, y en su lugar reinó sobre Nínive su hijo Esar-hadón.
38:1–22. Enfermedad de Ezequías.
Unos catorce años antes de la invasión de Senaquerib, le sobrevino la enfermedad a Ezequías
(714 a. de J.C.).
38:1. Ordena tu casa, porque tú morirás, y no vivirás: Las noticias sobre la muerte de
Ezequías fueron llevadas al rey por medio del profeta de Jehová, Isaías.
38:2, 3. Ezechías … hizo oración a Jehová, etc.: Aunque no se menciona específicamente
una petición para que su vida fuera preservada, la contestación que trajo Isaías, de parte de
Dios, indica que esto era el deseo de su corazón.
38:6. Y te libraré, y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria: Esta promesa fue hecha antes
de la derrota de Senaquerib en 701, cuando el conquistador Sargón (destructor de Samaria)
estaba en el apogeo de su gloria, y fue cumplida después de la muerte de Sargón (705);
cuando Ezequías se rebeló, y fue atacado por Senaquerib (701), y luego salvado, como se ha
comentado en las páginas anteriores.
38:7, 8. Esto te será señal …: He aquí que yo vuelvo atrás la sombra de los grados … Y el
sol fue tornado diez grados atrás: Si se trataba de un reloj de sol, o de una escalera sobre la
cual caía la sombra cuando había sol, que constituía una forma rudimentaria de medir el
tiempo, no se sabe. Comp. Skinner. Para un fenómeno parecido, véase en el Tomo II el
detenimiento del sol en Jos. 10:13 y mi comentario sobre el milagro allí efectuado.
Posiblemente el medio que empleó Dios aquí fue también la refracción de la luz, como
sugiere Fausset: “El retroceso de la sombra puede haber sido causado por la refracción: una
nube más densa que el aire que se interponía entre el gnomon (el estilo del reloj de sol) y la
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esfera graduada, causaría el fenómeno; esto no hace menor el milagro, puesto que Dios fue
el que decidió si la sombra iría adelante o atrás, y reguló el tiempo y el lugar.”
38:9–20. Salmo de Ezequías.
Habiendo sanado de su enfermedad, con una prolongación de quince años más de vida, el rey
expresa su agradecimiento a Jehová por su bondad. Sus sentimientos se conservan
poéticamente en forma de un salmo que recuerda las circunstancias.
38:21. Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará: Aunque
no sabemos la naturaleza de la enfermedad, aparentemente fue una de la piel, porque se curó
con un medicamento aplicado por orden del profeta, cooperando la virtud de la medicina con
el poder de las leyes de Dios para sanarlo. Fausset: “Dios obra por medios, de los cuales el
más humilde, lo puede hacer eficaz.”
39:1–8. Embajada de Babilonia.
Los emisarios de Merodac-baladán, rey de Babilonia, vinieron a la corte de Ezequías
alrededor de 713 a. de J. C. El motivo de su venida (es decir, el motivo aparente) parece haber
sido para felicitar a Ezequías por su curación; el motivo verdadero sería espiar la tierra, para
conocer su riqueza y sus defensas, como Isaías discernió (vs. 5–7). Se ha sugerido también
que Merodac-baladán quiso instigar a Ezequías a rebelarse contra el rey de Asiria. Ezequías,
sin embargo, fue demasiado sabio para hacer esto, y cuando Merodac-baladán fue derrotado
por Sargón en 710, Ezequías no compartió su destino.
Ezequías trató bien a los emisarios del rey de Babilonia, mostrándoles sus riquezas. Isaías
tomó una actitud muy pesimista por la franqueza del rey de Judá, informándole que los días
vendrían en que sería llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, predicción que sería
cumplida, no en su vida, sino después. (Se cumplió en 586.) Ezequías aceptó, alegrándose de
que el mal no iba a suceder en su propia vida: A lo menos, haya paz … en mis días.
40:1–66:24. Profecías en cuanto al Siervo de Jehová y la restauración de Israel.
Esta parte contiene un grupo unido de profecías que se relacionan con la vuelta de Israel del
cautiverio, y el Siervo de Jehová y la era mesiánica. Repásese nuevamente la nota sobre 26:1.
El Siervo de Jehová.
A veces el término Siervo de Jehová se aplica al pueblo de Israel, a veces a Ciro, el rey persa,
a veces al Mesías. ¿Cómo se explica la relación que existe entre el Mesías y el pueblo Israel,
y entre Ciro el conquistador?
En cuanto a Ciro, este rey es tipo del Mesías, y cumplió la salvación del pueblo facilitando
su retorno a su tierra, así como más tarde el Cristo salvó al pueblo de la esclavitud del pecado,
idea que se expondrá más detalladamente en las notas que siguen.
Tocante a la relación entre el pueblo de Israel y el Mesías, para que ambos fuesen llamados
“Siervo,” la conexión es más difícil, pero no menos evidente, cuando se expone
correctamente. Israel fue elegido por Jehová para ser su siervo, para obedecerlo, para ser su
testigo en toda la tierra. Sin embargo, Israel, como pueblo, fracasó en la tarea de desempeñar
la gran obra de atestiguar la gloria de Jehová entre las naciones. Entre el pueblo había un
elemento más puro, mejor, más sincero, más espiritual, pero éste tampoco cumplió
perfectamente la ley de Dios. En lugar de este siervo deficiente, Dios buscó a otro que hiciera
exactamente su voluntad; el que cumplió con todas las condiciones fue Jesús. Este es un
aspecto de la aplicación del término “Siervo;” se da otro a continuación.
El segundo factor es el siguiente: En todas las épocas, Dios se ha servido de hombres para
hacer su obra: Moisés, Josué, Samuel, David, y otros. Estos hombres han impresionado a su
generación con su personalidad, ideales, y espíritu. Se puede decir que el pueblo que ellos
han forjado es la expresión de su personalidad, o que ellos son la personificación o
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encarnación del ideal más alto del pueblo (de igual modo como en épocas modernas ciertos
hombres como San Martín, Washington, Sarmiento, y Lincoln, son la personificación de los
ideales de la patria, contribuyendo ellos también a su formación). Del mismo modo, el Mesías
fue la personificación de los ideales más altos de Israel, así como puso el fundamento y creó
el ideal para el nuevo Israel espiritual. El fue la ejemplificación de todas las aspiraciones más
sublimes del pueblo, cumplió perfectamente la ética de la ley de Moisés: ceremonial, civil, y
moral. El Mesías fue, pues, la personificación del pueblo, se identificó con él, ocupó el lugar
de Siervo de Jehová que aquel pueblo no pudo alcanzar. Por esto es que Isaías a veces se
refiere al pueblo como el Siervo de Jehová, y otras veces al Mesías.
Muchos pasajes mesiánicos del Antiguo Testamento que se refieren históricamente al pueblo
de Israel, se relacionan con el Mesías, como Os. 11:1 (véase la nota), Sal. 118:22, etc. La
explicación filosófica de esta relación entre estos pasajes y el Mesías, está en la relación entre
éste y el pueblo de Israel, como acabo de exponer.
40:1, 2. Anuncio de consolación.
El profeta trae un mensaje de consolación a su pueblo. Después de haber sufrido bajo la mano
de Dios que los castigó por su pecado, ahora los consuela con la seguridad de su vuelta a su
tierra.
40:3–5. Voz que clama en el desierto: Barred camino a Jehová: enderezad calzada en la
soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se
enderece, y lo áspero se allane: Estos versículos nos recuerdan la vuelta triunfal de un rey o
conquistador en el oriente. Antes de que pasara se arreglaba el camino para que los carros lo
recorrieran sin dificultad, llenando los pozos, allanando los collados, enderezando los
caminos torcidos. Así, metafóricamente, se habla de allanar el camino que Dios recorrerá
delante de su pueblo para conducirlos nuevamente a su tierra, quitando todos los obstáculos
que obstruyan el camino.
Proféticamente se refiere a Juan el Bautista quien fue la voz que clamaba en el desierto para
anunciar la venida del Mesías. De una manera típica, la salvación del pueblo de Israel desde
el cautiverio representa la salvación mesiánica en Cristo; así como Jehová condujo su pueblo
nuevamente a la Tierra de Promisión, asimismo Cristo los salva del cautiverio del pecado, y
de ahí su aplicación a Juan, el que anunció la llegada de este salvador.
40:10, 11. He aquí que el Señor Jehová vendrá con fortaleza … Como pastor apacentará su
rebaño: En el oriente los pastores van al frente de su rebaño, conduciéndolos.
40:22. El está asentado sobre el globo de la tierra: Este pasaje no se refiere a la forma
esférica, o redonda, de la tieira misma, sino a la forma arqueada, bóveda, o cúpula, del cielo,
sobre la cual se concibe figuradamente que Dios está asentado. Con esta interpretación
concuerdan Cheyne, Plumptre, Bannister, etc. La idea de que la palabra globo se refiere a la
tierra como un disco, con la bóveda del cielo arriba, está apoyada por Skinner, y Whitehouse,
idea que parece ser sugerida en la VM: “Dios es aquel que se está sentado sobre el círculo de
la tierra.” Comp. Bover y Cantera, que traducen así.
41:1–7. Levantamiento de Ciro.
Aunque el nombre del conquistador persa no aparece aquí, es evidente que tenemos una
descripción de él. ¿Quién despertó del oriente al justo? La dificultad en llamar a Ciro “justo”
se ve; Skinner traduce: “¿Quién ha levantado a uno del oriente, a quien llama en justicia a su
pie?” En los versículos 5–7 tenemos el temor de las naciones, que se hacen nuevos ídolos
con el fin de protegerse en contra de la amenaza persa (comp. Skinner).
41:8. Mas tú, Israel, siervo mío eres: Véase la nota sobre el Siervo de Jehová, bajo 40:1–
66:24.
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41:14. No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel: Esto no presenta un
contraste entre el carácter del pueblo como humano, y Dios, sino que señala la debilidad del
pueblo en el cautiverio como pocos, sin recursos, en comparación con sus opresores.
41:15. He aquí que yo te he puesto por trillo: El trillo es el símbolo de juicio; Israel, a pesar
de ser pocos, ha de ser el instrumento de juicio sobre el mundo. Este pasaje tiene su
cumplimiento más alto en la persona de Jesús, quien es, no sólo el Redentor, sino el Juez del
mundo.
41:17–20. Descripción del viaje de vuelta del cautiverio.
En medio del desierto por el cual habían de volver los israelitas del cautiverio, donde no
había medio de sustento, Dios lo haría brotar con fructuosidad; esto sin duda se refiere al
hecho de que Dios proveería al pueblo la comida y el agua necesaria para que vivieran durante
el viaje, aunque también hay un elemento espiritual (como enseña Skinner), que podría ser
la fortaleza y persistencia necesaria para hacer el trayecto por el desierto.
41:25. Del norte desperté uno, y vendrá; del nacimiento del sol llamará en mi nombre: Los
dos países de Media y de Persia estaban al norte y al este de Babilonia.
42:1–9. Descripción, vocación y obra del Siervo.
En este pasaje, como se ha expuesto en la nota sobre el Siervo de Jehová (40:1–66:24, que
véase), tenemos primero a Israel, cuyo carácter y obra en su misión al mundo tiene su mayor
cumplimiento y éxito en la obra del Mesías, que llenó los grandes ideales y aspiraciones de
la raza.
42:13. Jehová saldrá como gigante, etc.: Jehová sale para combatir en contra de sus
enemigos, y los de su pueblo. El cuadro que se presenta en este versículo es de un gran
campeón de guerra.
42:19, 20. ¿Quién ciego, sino mi siervo?: Israel, como la nación que, más que otra, ha tenido
oportunidad para ver las maravillas de Jehová, sin aprovecharlas (comp. Skinner). ¿Quién
ciego como el perfecto, y ciego como el siervo de Jehová?: Israel, llamado perfecto, en
sentido relativo, en comparación con otras naciones. En esto podemos ver un eco del ideal
de la nación cumplido en Jesús, el que fue, de veras, el perfecto en su realización del ideal de
Jehová. ¿Que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?: Aunque Israel
miraba y escuchaba, no discernía la verdad en cuanto a sus relaciones con Dios; aquí se ve
claramente que la aplicación primaria de la palabra siervo en este contexto es al pueblo.
43:1. Yo te redimí: Mejor, yo te redimo; Skinner lo llama el “perfecto de certidumbre;”
aunque tiempo pasado en forma, presenta lo que Jehová va a hacer.
43:3. A Egipto he dado por tu rescate, etc.: También con referencia a acción futura (véase el
último párrafo); ningún precio es demasiado grande para que Jehová bendiga a Israel;
sacrificará a otras naciones para hacerle bien. El rescate que se contempla es el de Israel del
cautiverio. Es interesante que, mientras los conquistadores persas permitían a Israel reedificar
su nación, realizaban la desolación de otras naciones, como Cambises (rey persa en 529–522)
que, un poco después de la restauración de Israel en 536, conquistó a Egipto.
43:10. Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí: Este pasaje
claramente relaciona al pueblo con el siervo, porque era el pueblo el que había de ser testigo
de Jehová, y el medio de su revelación.
43:14. Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender fugitivos todos ellos, y clamor de
Caldeos en las naves: Jehová hizo ir a los medos y persas a Babilonia para hacerla destruir,
y llevar al cautiverio a sus ciudadanos. La referencia a los caldeos refleja el hecho de que
Nabucodonosor era de Caldea, en el sur de Mesopotamia, el cual inició un período de
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dominación caldea en Babilonia. Todo esto (la caída de Babilonia ante los persas) lo hizo
Jehová a favor de su pueblo y su restauración.
43:19. Otra vez pondré camino en el desierto: Camino para que los desterrados vuelvan a su
país.
43:22–24. Y no me invocaste a mí, etc.: Israel no había observado los principios de su
religión, ni había buscado socorro a Jehová.
43:25. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones: Así como Jehová había traído el juicio, ahora
ofrece perdón.
43:27. Tu primer padre pecó: No se refiere a Adán (como lo cree posible Fausset), ni a
Abraham (idea de Bannister y otros), sino a Jacob (opinión apoyada por Whitehouse,
Skinner, Plumptre, Cheyne, etc.).
44:1. Ahora pues oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí: Jacob se usa con
referencia al pueblo, como el paralelismo en la construcción demuestra.
44:2. Jeshurun: Véase nota de Deut. 32:15, en el Tomo I, pág. 411.
44:12. Tiene luego hambre, y le faltan las fuerzas, etc.: El que hizo el ídolo no por esto recibe
inmediato alivio de sus apetitos; al contrario, se desmaya; esto está en contraste con 40:31:
“Mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas, etc.”
44:15. De él se servirá luego el hombre para quemar, y tomará de ellos para calentarse;
encenderá también el horno, y cocerá panes: hará además un dios, y lo adorará: El profeta,
con excelente ironía, señala la inconsecuencia de los idólatras: con la misma madera, hacen
un fuego con el cual se calientan, encienden el horno para cocer su comida, y luego con el
resto hacen un ídolo que adoran.
44:20. ¿No hay una mentira a mi mano derecha?: Esta obra de mis manos, ¿no es un medio
por el cual me engaño?
44:26. Que despierta la palabra de su siervo: Aquí se refiere al profeta.
44:28. Que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero: La primera
referencia a Ciro por nombre, aunque su actuación se refleja en 41:1–7, cuya nota véase. Sólo
aquí y en 45:1 se menciona por nombre en la Profecía. La figura de pastor sigue la analogía
de 40:11, en que Jehová es el pastor que trae de vuelta a su pueblo a su tierra; el conquistador
persa, siendo el instrumento en realizar esta liberación, se llama también pastor. Aunque Ciro
llevaba a cabo sus propios planes, también, en la providencia de Dios, cumplía los propósitos
divinos.
45:1. Así dice Jehová a su ungido, a Ciro: la palabra ungido traduce la voz hebrea maschíaj,
cuyo equivalente en nuestro idioma es Mesías. Ciro fue mesías en el sentido de ser ungido,
o comisionado, por Jehová para librar a su pueblo de su exilio, y en esta capacidad fue tipo
del Mesías, del Cristo.
45:2. Yo iré delante de ti, y enderezaré las tortuosidades, etc.: Un reflejo de 40:3, 4, 11.
45:9–13. ¡Ay del que pleitea con su Hacedor!, etc.: En este pasaje se reprende a algunos de
los cautivos que se rebelan en contra de la idea de un libertador pagano, y no por uno de la
casa de David (cop. Skinner, Bannister, etc.). Yo lo desperté en justicia … y soltará mis
cautivos (v. 13): Con referencia a Ciro.
45:17. Israel es salvo en Jehová con salud eterna; no os avergonzaréis, ni os afrentaréis, por
todos los siglos: Profecía que tiene el principio de su cumplimiento en la restauración del
cautiverio, y su final realización en el Israel espiritual, el cristianismo. Comp. notas de 2:1–
4; 2:10–4:1; 16:1–5; 18:7; 19:18–25; 25:8; 26:1; 32:1–8; 34:1–17; 35:1–10; 35:5.
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46:1. Postróse Bel, abatióse Nebo: Estos dioses se comparan con Júpiter y Mercurio en el
sistema grecorromano, y eran los dioses supremos del panteón babilonio; frente a la autoridad
de Jehová, éstos caen abajo.
46:2. Tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio: Aunque el profeta no reconoce la realidad
de los dioses, el hecho de que el pueblo que ellos amparan va al cautiverio, simboliza el
cautiverio de ellos.
46:7. No se mueve de su sitio: Una nueva descripción irónica de la importancia del ídolo que,
aunque se fabrica de metal precioso, no por eso tiene más valor. Comp. 44:15 y nota.
47:1, 2. Desciende, y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia, etc.: La gran dama,
miembro del harén de un rey, debe ser humillada y hacer las tareas de una criada.
47:5. Hija de los Caldeos: Nuevamente la ciudad de Babilonia.
47:7. Para siempre seré señora: Se muestra aquí la confianza de Babilonia, que no pensaba
en la posibilidad de su destrucción.
47:9. Estas dos cosas te vendrán …, orfandad y viudez: Las dos figuras enseñan la extrema
desolación de la ciudad, ni se debe extender la analogía buscando a quién fue el padre o quién
el esposo (comp. Skinner).
47:13. Parezcan ahora y defiéndante los contempladores de los cielos, etc.: Los astrólogos,
con sus adivinaciones basadas sobre el estudio de los movimientos de las estrellas, eran un
factor íntimo de la cultura babilonia.
48:14. Jehová … ejecutará su voluntad en Babilonia, y su brazo en los Caldeos: Babilonia
era la ciudad, capital del país de este nombre, y los caldeos, nativos de la región del sur de
Mesopotamia que habían dominado a Babilonia.
49:1. Jehová me llamó desde el vientre, etc.: Este pasaje se refiere al pueblo Israel, y también
al Cristo, como siervo de Jehová. Véanse 49:3 y nota.
49:3. Mi siervo eres, oh Israel: El lector debe repasar la nota sobre el Siervo de Jehová bajo
40:1–66:24. La identificación entre el pueblo Israel y el Cristo se hace posible por cuanto
éste realizó el ideal y llevó a cabo la misión a la cual la nación había sido llamada, pero que
no pudo hacer con éxito. El Cristo fue la personificación del Israel genuino, una figura ideal
que trascendió a todo otro ser que existió, pero una figura destinada para una existencia muy
real, ya que Dios le asignó en el porvenir un lugar de importancia extraordinaria.
49:9. Para que digas a los presos: Salid: Estas palabras son dirigidas al Siervo, que había de
promulgar a los presos en pecado, que salieran de él. No se quita tampoco el elemento de la
restauración del cautiverio, tipo de la salvación mesiánica.
49:14. Mas Sión dijo: Dejóme Jehová, y el Señor se olvidó de mí: Por un tiempo le parecía
al pueblo avasallado en el cautiverio que Jehová los había abandonado para siempre, a pesar
de los anuncios de restauración contenidos en la predicación de Isaías, de Jeremías, de
Ezequiel, y de otros.
49:16. Delante de mí están siempre tus muros: Figurado, referente a los muros de la ciudad
de Jerusalén que, a pesar de estar derribados, Jehová los veía siempre como erectos, por
cuanto él pensó hacerlos restaurar.
50:1. ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre?, etc.: La idea de esta pregunta retórica
es que en realidad no existe tal carta: aunque Jehová tuvo buena razón para divorciarse de su
pueblo para siempre, no lo hizo, por lo cual se deja libre el camino para una completa
reconciliación.
50:4–9. Sufrimientos del Siervo.
En este pasaje vemos nuevamente a aquella minoría en Israel, el elemento mejor del pueblo,
sufriendo por las rebeliones de la mayoría, las que trajeron su desolación y destierro; esta
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buena minoría se personifica en el Mesías, el que de una manera perfecta sufrió, no sólo para
expiar los pecados del pueblo de Israel, sino por todo el mundo. Véase nota de 40:1–66:24.
50:5. No fuí rebelde, ni me torné atrás: Hubo entre el pueblo de Israel un grupo que vivió
bien y que, si no hubiese sido por los malos, habría salvado a la nación, y no habría tenido
que ir ésta al cautiverio; la relativa obediencia de este grupo bueno, satisfactoria en su tiempo,
es típica de la perfecta obediencia del Siervo, el Mesías, con cuya conducta estas palabras
concuerdan de una forma exacta.
50:6. Di mi cuerpo a los heridores: Así como en los párrafos anteriores estas palabras reflejan
la situación histórica de Israel (que véanse), de una forma ideal, y con una fuerza eterna,
íntimamente relacionada con la redención de la raza, asimismo se aplican a la persona de
Jesús que en su redención realizada en la cruz las cumplió.
50:11. He aquí que todos vosotros encendéis fuego … En dolor seréis sepultados: Este pasaje
se dirige a los que se oponen al pueblo de Jehová (comp. Skinner).
51:9. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón?: Rahab, emblema de Egipto,
y el dragón, mejor, el cocodrilo, símbolo de Faraón (comp. Fausset).
51:10. ¿No eres tú el que secó la mar.…?: Con referencia al cruce del mar Bermejo por
Moisés y los israelitas.
51:17. Las heces del cáliz de aturdimiento bebiste: Es mejor como traduce la VM: “Has
bebido la honda y anchurosa copa de vértigo, y has apurado las heces.”
51:20. Tus hijos desmayaron, etc.: Palabras dirigidas a Jerusalén; los hijos han tomado de la
copa de la madre, la copa de juicio.
51:23. Y ponerlo he en mano de tus angustiadores, etc.: De la copa de la cual bebieron los
israelitas, la copa de juicio, han de tomar ahora sus opresores.
52:3. De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados: Los caldeos no
pagaron precio por Israel; también serán redimidos los israelitas sin pagar nada, lo que
efectivamente sucedió.
52:4. Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado, para peregrinar allá; y el Assur lo
cautivó sin razón: Referente a la peregrinación en Egipto de Jacob y sus descendientes, y la
conquista de Israel septentrional por Asiria; en ambos casos la opresión del pueblo era sin
razón, no provocada.
52:7. ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, etc.: Se
refiere al mensaje de las noticias de la restauración de los desterrados, traído por heraldos
cuya venida es observada por un atalaya que figuradamente se representa en Jerusalén. Pablo
cita este pasaje (Rom. 10:15) como referente a las buenas noticias del evangelio y, como
muchas veces en la Profecía de Isaías, se aplica típicamente a aquéllos. Hay mucho que es
paralelo entre la liberación de los cautivos en Babilonia y la de los esclavizados por el pecado
anunciada en el evangelio. Comp. Néh. 1:15.
52:11. Limpiaos los que lleváis los vasos de Jehová: Sin duda esto se refiere a los vasos y
recipientes del templo que Nabucodonosor se llevó y que Ciro hizo devolver (comp.
Whitehouse), los que, de acuerdo con la costumbre levítica, habían de ser tocados y llevados
sólo por personas especificadas después del limpiamiento ceremonial.
52:13–53:12. Sufrimientos del Siervo de Jehová.
En este pasaje tenemos el más importante de los trozos en Isaías sobre el Siervo, por su
relación con el evangelio y la obra redentora del Cristo. Relacionar el pasaje sólo con el
pueblo de Israel, como parece hacer Moffatt en su versión de la Biblia, no es profundizar en
el pensamiento del profeta, y no tiene en cuenta la aplicación al Cristo que se hace en el
Nuevo Testamento. Tratar el pasaje sólo con referencia al Mesías, sin considerar que hay una
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aplicación a Israel, como comúnmente se hace, tampoco agota el pensamiento del profeta, no
teniendo en su correcta relación el fondo histórico. Es correcto considerar, como he señalado
en las notas sobre 50:4–9, 50:5, y 50:6, que hubo un elemento menor entre el pueblo que no
mereció el tremendo castigo que cayó sobre la nación pero que participó en los sufrimientos
de ella y que, por su bondad y fidelidad y arrepentimiento trajo el perdón y la restauración
de la nación; este elemento bueno es típico del Mesías que de una manera absoluta y perfecta
realizó la redención de la nación y de la raza. Para esta doble interpretación del pasaje
(referente a la nación y al Mesías), compárense las opiniones de los antiguos rabinos judíos
(que por supuesto no reconocían a Jesús como el Mesías), y muchos estudiosos modernos:
Whitehouse, Plumptre, etc. Véanse las notas de 2:1–4; 2:10–4:1; 16:1–5; 18:7; 19:18–25;
25:8; 26:1; 32:1–8; 34:1–17; 35:1–10; 35:5; 40:1–66:24; 45:17; 49:1; 49:3; 49:9; 50:4–9;
50:5; 50:6; el tema se desenvuelve en detalle en estos pasajes. Comp. mi nota sobre Os. 11:1.
En una nota sobre Os. 11:1, Cheyne tiene el siguiente comentario: “Como el cuadro del
Siervo de Jehová en la segunda parte de Isaías, la descripción de Israel como el Hijo de
Jehová era tenida como aplicable, a lo menos en parte, al único perfecto israelita: el ideal
nacional que nunca se realizó en la nación era cumplido en el Cristo: el propósito divino que
a menudo fue frustrado en el uno se completó en el otro.”
52:15. Empero él rociará muchas gentes: Este pasaje no se refiere a la aspersión como
bautismo, como a veces se ha dicho, sino que se entiende como una referencia al acto de
rociar en el sistema levítico, o con agua (Núm. 8:7; 19:18, 19, 21), en que la idea es
purificación, o con sangre (Lev. 4:6; 5:9; 16:14), en que la idea es expiación. Comp.
Plumptre, Whitehouse, etc.
53:1. ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?: Mejor se traduce, ¿Quién creyó lo que nos fue
revelado? (Comp. Skinner, etc.) Esta pregunta exige una contestación negativa: Nadie lo
creyó. ¿Y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?: El brazo de Jehová es
simbólico de su poder; es al mundo que este poder que obraba la redención se manifestaba,
no apreciado o entendido por sus contemporáneos.
53:2. Y subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: Este versículo parece
hacer notar los orígenes obscuros del Siervo, como un arbusto plantado en lugar desfavorable
que lucha por su existencia en lugar árido (comp. Skinner). Verlo hemos, mas sin atractivo
para que le deseemos: Palabras aplicables igualmente al elemento espiritual en Israel, así
como a Jesús; como hemos señalado ya, la segunda aplicación es la que tiene interés mayor
para el creyente en el evangelio.
53:3. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores: Por la referencia al
Siervo como varón, es evidente que en este pasaje es el aspecto individual, o mesiánico, que
es de mayor importancia en el pensamiento del profeta, que aquí más que en otro lugar en su
Profecía, cristaliza su esperanza tocante al porvenir de Israel y su redención, en un hombre,
en el Mesías.
53:4. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores: Con este dicho
el profeta introduce el pensamiento de expiación realizada por el Siervo, el que ha de
desarrollar con más detalle en los versículos siguientes.
53:5. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: La obra de
redención del Siervo se recalca aquí.
53:6. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas …: mas Jehová cargó en él el pecado
de todos nosotros: El carácter del hombre como extraviado se señala aquí, con el agregado
pensamiento del Siervo que lleva sus pecados.
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53:7. Como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció: El pasaje hermosamente señala
la paciencia y la mansedumbre de Jesús ante sus perseguidores.
53:8. De la cárcel y del juicio fue quitado: Un pasaje que ha sido interpretado de muchas
maneras, de las que la mejor parece ser que fue llevado el Siervo a su destino sin el
procedimiento de un arresto y juicio lícito (comp. Cheyne, y Bannister). Y su generación
¿quién la contará?: Nuevamente una construcción difícil, pero parece referirse a los de su
generación, sus contemporáneos, quienes (menos unos pocos) no tuvieron en cuenta lo que
pasaba (comp. Skinner), que cortado fue de la tierra de los vivientes: Aunque la muerte del
Mesías fue notada por sus contemporáneos, las lecciones espirituales de esto no las
comprendieron (comp. Cheyne). Por la rebelión de mi pueblo fue herido: La muerte como
substitución del Siervo resalta aquí.
53:9. Y dispúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte: Por el
aparente paralelismo algunos han creído que impíos y ricos son sinónimos, por cuanto los
ricos son a menudo malos, pero es evidente que una antítesis se presenta aquí, y la idea común
ha sido que se refiere a la crucifixión del Cristo entre malhechores, y su sepultura en la tumba
de José de Arimatea. Aunque es probable que una aplicación tan específica no estuvo en la
mente del profeta, que generalmente hablaba en términos generales, sin embargo la cercana
relación entre lo dicho y lo cumplido ha llamado siempre la atención de la comunidad
cristiana. El pasaje enseña en general que la deshonra persiguió al Siervo a su tumba (comp.
Whitehouse).
53:10. Cuando hubiere puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje: El linaje que
había de ver el Siervo, en consideración de su obra de expiación, es el Israel espiritual, y los
que se convertirán al conocimiento de Dios (comp. Skinner).
53:11. Del trabajo de su alma verá y será saciado: Como resultado de la agonía de su alma
verá fruto (comp. la VM), y con esto se refrescará. Con su conocimiento justificará mi siervo
justo a muchos: Bannister lo entiende del conocimiento del Siervo del plan de la salvación.
Mejor es entender que se refiere al conocimiento por los hombres, por experiencia, del
Siervo, del cual se serviría el Siervo para traer la justificación a muchos (comp. Fausset).
53:12. Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos: Con
eco de este pasaje tenemos el dicho de Pablo en Filip. 2:9: “Por lo cual Dios también le
ensalzó a la sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre.”
54:1. Alégrate, oh estéril, la que no paría … porque más son los hijos de la dejada que los
de la casada: Este pasaje se refiere al contraste entre la ciudad de Jerusalén durante la
cautividad, desolada, arruinada, con pocos habitantes o ninguno, y su condición después,
gloriosa y habitada (comp. Fausset, etc.). Pablo la aplica referente al contraste entre el sistema
legal del judaísmo, moribundo y estéril, y el sistema de gracia del evangelio, la Jerusalén
eterna y espiritual cuyos hijos serán en número mucho mayor que los del judaísmo.
54:3. Y tu simiente heredará gentes, y habitarán las ciudades: Parcialmente cumplido en la
restauración, en el dominio de las naciones pequeñas alrededor de Palestina conseguido en
el período asmoneo (inmediatamente antes de la conquista romana en 63 a. de J.C.), y en el
reino del evangelio.
54:6. Como a mujer moza que es repudiada: Sión, desechada de su esposo, aún guarda la
antigua relación, y puede ser restaurada a todos sus derechos como esposa.
54:7. Por un pequeño momento te dejé: Se refiere al cautiverio.
54:9. Porque esto me será como las aguas de Noé; que juré que nunca más las aguas de Noé
pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré: Así como
Dios prometió a Noé que no habría ya más diluvio, asimismo promete ahora que semejante
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catástrofe como el cautiverio jamás sucederá otra vez a Sión. Hemos de entender que esta
promesa se cumple, no en la nación teocrática, que rechazó el pacto cuando no aceptó al
Mesías, siendo destruída por su infidelidad (en 70 después de J.C.), sino que se cumple en el
Israel espiritual, el cristianismo, el verdadero guardador de los pactos de Jehová.
54:11. He aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré:
Compárese la descripción de la nueva Jerusalén en el Apoc. 21:19–21, que se basa sobre
Isaías, y en un sentido real cumple el pensamiento del profeta.
55:1. A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y
comed: Una invitación a participar gratuitamente en la gracia de Dios, que en el pasado no
había sido obedecida por el pueblo.
55:4. He aquí, que yo lo dí por testigo a los pueblos: Por la conexión con el versículo anterior,
se refiere evidentemente a David (comp. Skinner).
55:11. Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía: Aquí la palabra de
Dios se compara con la lluvia y la nieve (v. 10), que caen sobre la tierra para fructificarla.
56:3. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco: El eunuco no era admitido en la
congregación de Jehová; tenía un reproche, el que no podía procrear. En la nueva
dispensación que prevé el profeta, todos, sin acepción de persona, serían admitidos.
56:7. Yo los llevaré al monte de mi santidad: A los que no eran admitidos al santuario,
extranjeros, eunucos, etc., la promesa viene que tal privilegio será suyo. Comp. Wardle,
Plumptre, etc. Porque mi casa, casa de oración será llamada de todos los pueblos: En épocas
anteriores el aspecto ceremonial de la religión era importante, y los profetas habían
condenado el énfasis sobre esto, cuando no era acompañado por el arrepentimiento y la fe,
con una conducta moral de acuerdo a la ley. En el cautiverio, después de la destrucción del
templo, el énfasis se hacía sobre el culto espiritual; ni se ofrecían sacrificios. Luego en el
período de la restauración seguía esta tendencia, manifestada notablemente en el culto de la
sinagoga, aunque también los servicios del templo eran prominentes en la religión judía. Con
la inauguración del cristianismo, el elemento de sacrificio terminó para siempre como
expresión práctica de la religión, habiendo sido cumplido en la obra de Cristo en la cruz como
sacrificio todo suficiente, conmemorada en la Santa Cena.
56:9. Todas las bestias del campo, todas las bestias del monte, venid a devorar: Aquí
tenemos una invitación a las naciones a destruir al rebaño de Israel, que no es protegido por
sus pastores.
56:10. Sus atalayas ciegos son: Los adalides espirituales del pueblo eran ciegos, no viendo
el pecado del pueblo. Son también perros mudos, que no pueden ladrar: no quieren condenar
la maldad de Israel. (Comp. Skinner.) Además, aman el dormir: Los caracteriza una pereza
espiritual que los descalifica para su tarea.
56:11. Todos ellos miran a sus caminos, cada uno a su provecho: Los adalides espirituales
no vigilan el bien del pueblo sino el suyo propio.
57:6. En las pulimentadas piedras del valle está tu parte: La adoración de los ídolos de piedra
era una característica de la religión nativa de Palestina, en la cual participaban los israelitas
(comp. Plumptre, y Fausset).
57:7. Sobre el monte alto y empinado pusiste tu cama: Esto se refiere a los lugares donde se
celebraba culto idólatra y adúltero.
57:8. Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo: Plumptre cree que posiblemente se
refiere a los símbolos del culto idólatra, pero es posible que tengamos una alusión a las
inscripciones prescritas en Deut. 6:4–9. Creo que la primera explicación es la mejor. Amaste
su cama donde quiera que la veías: La cama del adulterio (comp. Bannister).
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57:9. Y fuiste al rey con ungüento: Al rey de Asiria, buscando alianza, según Cheyne; pero
es más probable que se refiere a la visitación de santuarios idólatras en el extranjero (y así lo
entiende Skinner).
57:13. Mas el que en mí espera … poseerá el monte de mi santidad: El santuario de Jehová
en Jerusalén.
57:14. Quitad los tropiezos del camino de mi pueblo: Los obstáculos en el camino que ha de
seguir el pueblo al ser restaurado a su tierra, han de ser quitados.
58:3. He aquí que en el día de vuestro ayuno halláis lo que queréis, y todos demandáis
vuestras haciendas: Mejor, perseguís negocio y oprimís vuestros labradores (comp. Cheyne,
y Skinner). Mientras hacían los actos externos de la religión, practicaban la injusticia, por lo
cual no agradaban a Jehová.
58:8. Entonces … tu salud se dejará ver presto: Habiendo hecho las obras de piedad, el
perdón y la restauración han de venir.
59:1, 2. No se ha acortado la mano de Jehová para salvar … mas vuestras iniquidades han
hecho división entre vosotros y vuestro Dios: La cautividad del pueblo no ha venido por
cuanto Jehová sea débil para impedirla, sino porque sus rebeliones la han hecho necesaria
como medio disciplinario.
59:16. Y vio que no había hombre, y maravillóse que no hubiera quien se interpusiese; y
salvólo su brazo: Ningún hombre con su justicia podía salvar al pueblo, así que Jehová lo
hizo.
59:20. y vendrá el Redentor a Sión, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob: Esto
se refiere a la vuelta del cautiverio, cuando se concibe que Jehová guiará a su pueblo desde
Babilonia a Jerusalén (comp. 40:10, 11).
59:21. Y este será mi pacto …: El espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en
tu boca: El nuevo pacto, cuya administración se confiaba al Mesías, cumplido especialmente
en Pentecostés y el don del Espíritu, y la predicación del evangelio a los gentiles (comp.
Bannister, y Cheyne).
60:2. Tinieblas cubrirán la tierra …: mas sobre ti nacerá Jehová, y … su gloria: La gloria
de la restauración, culminante en el período mesiánico.
60:5. Que se haya vuelto a ti la multitud de la mar: La riqueza del mar, la que suplían las
naciones marítimas, de la cual había de llenarse la Jerusalén de la restauración (comp.
Plumptre, y Skinner), lo que se cumple mayormente en la riqueza espiritual del Reino de
Dios.
60:8. ¿Quiénes son estos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas?: No una
profecía del avión, como comúnmente se cree, sino que describe los barcos del mar que traen
riquezas a Jerusalén (comp. Skinner, Cheyne, etc.). Véase la nota de 60:5.
60:10. Y los hijos de los extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán: Una
promesa espiritual referente a la conversión de los extranjeros, primero al judaísmo y luego
al cristianismo.
60:11. Tus puertas estarán de continuo abiertas, no se cerrarán de día ni de noche: De este
versículo hay un reflejo en el Apoc. 21:25, donde se aplica a la nueva Jerusalén, el cielo.
Aquí denota la Jerusalén de la restauración, típica del Reino de Dios. En ambos casos se
refiere a dos cosas: La seguridad de los habitantes de la ciudad, y la llegada constante de
adoradores de Dios.
60:17. En vez de cobre traeré oro, y por hierro plata, etc.: Así se acentúa la mayor riqueza
de la Jerusalén de la restauración.
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60:18. Nunca más se oirá en tu tierra violencia, etc.: El carácter pacífico del Reino de Dios,
terminando en la gloriosa época del más allá.
60:19. El sol nunca más te servirá de luz para el día, etc.: Otro versículo citado por Juan en
el Apocalipsis, referente a la Jerusalén celestial del más allá; la gloria del Reino de Dios es
la luz espiritual de Jehová.
61:1–3. Misión del Siervo en Sión.
Aquí nuevamente habla el Siervo de Jehová. Sobre la obra doble de éste véanse las notas
sobre los pasajes citadas en 52:13–53:12. Se refiere este trozo a la misión del Siervo en la
restauración del pueblo Israel a su tierra y, en relación con la obra más extensa del Mesías en
realizar la redención del hombre, se refieren a Jesús, siendo aplicadas por él a su misión (Lc.
4:8–21).
61:4. Y edificarán los desiertos antiguos, etc.: Cuadro de la reedificación de la nación en la
restauración.
61:6. Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová: Dice Plumptre, “El pensamiento
implica, se nota, que, así como Israel ha tomado el lugar de los hijos de Aarón, asimismo la
humanidad ha de ocupar la posición de Israel, como escogida y redimida; aun los paganos
gentiles hablarán del nuevo Israel como ministros de Dios.” A esto se refiere Pedro cuando
llama a los creyentes “real sacerdocio” (1 Ped. 2:9). Comp. el Apoc. 1:6.
61:7. En sus tierras poseerán doblado: Una doble posesión de tierra en la restauración,
simbólica de la bendición material del pueblo.
61:10. Me vistió de vestidos de salud: La salvación (comp. Mt. 22:1–14).
62:4. Serás llamada Hephzibah, y tu tierra, Beulah: Hephzibah significa mi deleite en ella,
y Beulah, casada.
62:10. Barred el camino al pueblo: Nuevamente una referencia al allanamiento del camino
para que el pueblo vuelva a su tierra.
63:1. ¿Quién es éste que viene de Edom, etc.?: Tenemos aquí un cuadro del juicio general,
del que el de Edom es típico.
63:3. Pisado he yo solo el lagar, y de los pueblos nadie fue conmigo … y su sangre salpicó
mis vestidos: Es como si Dios tomara a sus enemigos y los pusiera en el lagar, y los pisara
hasta aplastarlos allí, hasta que saliera toda la sangre, como el zumo de la uva. Comp. el
pasaje paralelo en el Apoc. 19:15.
63:16. Tú empero eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce:
Plumptre ve en esto un énfasis sobre la idea del Nuevo Testamento, de que la relación con
Abraham, padre de la nación, y Jacob, no les valía nada (comp. Mt. 3:9). Es mejor creer que
se refiere al hecho de que Abraham y Jacob estaban muertos, siendo Dios el que eternamente
guardaba la relación de padre (comp. Weir, citado en Cheyne).
64:4. Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto Dios fuera de ti, que hiciese por
el que en él espera: En Israel habían sido derramadas bendiciones tales como ninguna nación
había recibido, versículo que es citado libremente por Pablo en 1 Cor. 2:9 referente a las
bendiciones espirituales de la salvación.
64:7. Por lo cual escondiste de nosotros tu rostro: A pesar de las bendiciones recibidas, Israel
pecó, por lo cual Dios los dejó para que fueran castigados.
64:11. La casa de nuestro santuario … fue consumida al fuego: Con referencia a la
destrucción del templo por Nabucodonosor.
65:1. Fuí buscado de los que no preguntaban por mí; fuí hallado de los que no me buscaban:
Este versículo se refiere en primer lugar a los israelitas que, aun cuando antes no buscaban a
Jehová, ahora, después del cautiverio, lo quieren conocer (comp. Cheyne, Plumptre, etc.). El
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principio que se encierra en este pasaje, el de ser buscado por los que antes no lo querían, lo
aplica el apóstol Pablo a los gentiles (Rom. 10:20).
65:2. Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde: También una referencia a Israel que,
rebelde en contra de su Dios, no recibió su invitación para conocerle; es aplicado por Pablo
a Israel (Rom. 10:21).
65:5. Que dicen: Estáte en tu lugar … que soy más santo que tú: El pasaje se refiere a los
que, por su iniciación en los cultos paganos, se creían mejores que los israelitas comunes
(comp. Skinner, Plumptre, etc.).
65:9. Mas sacaré simiente de Jacob, y de Judá heredero de mis montes: El remanente,
descendiente de Jacob, pero principalmente de la descendencia de Judá, para volver del
cautiverio a fin de poseer la tierra.
65:11. Vosotros los que dejáis a Jehová …, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis
libaciones para el Destino: La ceremonia a la cual se refiere aquí (lectisternium) consistía en
poner mesa para el dios, y comer en comunión con él. Fortuna es Gad, nombre del dios de
suerte, y Destino, es Meni, otro dios, quizás el del destino malo, eran los que se adoraban en
este rito. Comp. Skinner.
65:13. He aquí que mis siervos comerán, y vosotros tendréis hambre: Los dos grupos que se
tratan en este versículo y los siguientes son los verdaderos adoradores de Jehová, y los
idólatras.
65:17. Yo crío nuevos cielos y nueva tierra: La transformación de la naturaleza para estar en
armonía con la nación redimida aparece en el Antiguo Testamento (Is. 11:6–9; 29:17; etc.),
y con la humanidad redimida en el Nuevo Testamento (Rom. 8:19–22). En su último
cumplimiento se señala la renovación del universo encuadrado en 2 Ped. 3:13, y el Apoc.
21:1. Comp. Skinner, Plumptre, etc.
65:19. Y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor: Otro elemento del reino
mesiánico que tiene su último cumplimiento en el reino celestial, el nuevo Jerusalén, como
Juan señala en el Apocalipsis 21:4: “No habrá más llanto, ni clamor, ni dolor.”
65:20. No habrá más allí niño de días, ni viejo que sus días no cumpla: porque el niño morirá
de cien años, y el pecador de cien años, será maldito: Aunque este pasaje es obscuro, es
evidente, por su relación contextual citada por Juan tocante a la Jerusalén celestial, que éste
también se refiere al más allá. El niño de días sería uno que no vive más que pocos días (y
así lo entienden Skinner, Bannister, etc.); de éstos que mueren prematuramente no habrá en
el más allá, ni tampoco viejos que no lleguen a cumplir sus días. Todos vivirían hasta cumplir
cien años, término máximo para la vida humana, lo que figuradamente representa el término
máximo en el más allá, que es, efectivamente, eternamente.
65:21, 22. Y edificarán casas, y morarán en ellas, etc.: En el más allá (véase el último párrafo)
se gozará de los frutos de las labores. No edificarán, y otro morará, etc.: No sucederá como
ahora sucede, que uno edifique casa sin poder ocuparla, o que plante viña para que otro goce
de sus frutos.
65:25. El lobo y el cordero serán apacentados juntos: Véase la nota de 11:6–9. Aquí, por el
contexto, de acuerdo a las citas que hace Juan en el Apocalipsis, la vista del profeta se fija
mayormente sobre el más allá aunque, como se ha advertido antes, el ojo profético mira al
reino mesiánico como empezando en la restauración y siguiendo hasta la eternidad, sin hacer
las divisiones en dispensaciones que acostumbramos hacer nosotros.
66:1. El cielo es mi solio …: ¿dónde está la casa que me habréis de edificar?, etc.: Aunque
se disputa la referencia de este dicho, creyendo algunos que se pronunció para contrarrestar
el peligro de que el pueblo subyugado construyera un templo en el cautiverio (como Hitzig,
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citado en Cheyne), es mejor entender que presenta en términos inequívocos la naturaleza


espiritual de Dios que no se limita en templos hechos por las manos de los hombres. Esta
enseñanza viene bien aquí, en vista de la destrucción del templo que había ocurrido (pensando
desde el punto de vista de los exilados). Semejante enseñanza tocante a la espiritualidad de
Dios, la dan Jesús (Jn. 4:21–24) y Esteban (Hch. 7:48–50).
66:3. El que sacrifica buey, como si matase un hombre: El sacrificar a un buey, cuando esta
ceremonia no es acompañada por un espíritu recto respecto a Dios, es lo mismo como el
pecado del homicidio (comp. Cheyne).
66:5. Vuestros hermanos los que os aborrecen … dijeron: Glorifíquese Jehová. Mas él se
mostrará con alegría vuestra, etc.: Se refiere a los judíos que aborrecían a los israelitas que
confiaban en Jehová, que irónicamente dicen, Que Jehová se muestre glorioso para que
veamos vuestro gozo (comp. Skinner).
66:7. Antes que estuviese de parto, parió: Se refiere a la rápida restauración del pueblo a su
tierra, para formar el Israel del porvenir (comp. Cheyne, Skinner, etc.).
66:8. Pues en cuanto Sión estuvo de parto, parió sus hijos: El mismo pensamiento del
versículo anterior, que véase.
66:9. ¿Yo que hago parir, no pariré? dijo Jehová: Habiendo arreglado las circunstancias para
que el pueblo vuelva a su tierra, ¿abandonará allí sus esfuerzos sin terminar la obra? (comp.
Cheyne, Skinner, etc.).
66:15. Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino: El pasaje recuerda la
visitación de Jehová sobre Sinaí cuando dio la ley; aquí es una teofanía, aparición de Jehová
para tomar venganza de sus enemigos.
66:17. Los que comen carne de puerco, y abominación, y ratón; juntamente serán talados:
El comer cosas inmundas se toma aquí como símbolo de la hostilidad de los enemigos de
Dios hacia él y a sus preceptos.
66:20. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones … a mi santo monte
de Jerusalem: La restauración del pueblo de Dios del cautiverio a su tierra es típica de la
reunión final de todos los santos al fin del mundo.
66:21. Y tomaré también de ellos para sacerdotes y Levitas: Los comentaristas disputan si
son los gentiles o los israelitas restaurados los que ha de emplear Dios como sus ministros.
Por lo dicho en el versículo anterior (que véase, con su nota), creo que se refiere
específicamente a los israelitas; sin embargo, por los dos hechos combinados de que (1) el
profeta mira adelante y toma a todo el porvenir como una época, sin distinguir entre
dispensaciones, y (2) en la época del evangelio los gentiles también llegan a ser ministros de
Dios, ambos grupos pueden ser incluídos.
66:22. Así permanecerá vuestra simiente y vuestro nombre: Esta promesa se cumple, no en
la nación de Israel, sino en el Israel espiritual cuya expresión externa es el cristianismo.
66:24. Verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí: porque su gusano
nunca morirá, ni su fuego se apagará: Este cuadro de la venganza de Jehová sobre sus
enemigos, expresado bajo la figura de los cadáveres dejados para que se pudran en el campo
de batalla después de la destrucción del ejército, forma la base para ideas posteriores del
castigo de los malos, el infierno (especialmente la idea judía de Gehena, Valle de Hinom,
donde sacrificios humanos eran ofrecidos a Moloc: comp. Skinner). Compárese la referencia
de Jesús a este pasaje en Mc. 9:44–48.
(III) EPOCA DE ACAZ, REY DE JUDA
2 R. 15:6, 7, 29–31, 34–38.2 Cr. 26:22, 23.
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16:1, 2b–18. 27:2–7, 9.


17:1, 2 28:1b–25.

(1 Cr. 5:25, 26).

(Is. 1:1–12:6).
(17:1–14).
(Miq. 1:1).
La época de Acaz no es la más gloriosa de la historia de Judá, porque el carácter del rey causó
que se rebajara el concepto que el pueblo tenía de Dios, con la consecuente degeneración
moral, y la pérdida de la reputación internacional. Aunque Isaías ya actuaba en este período,
era todavía muy joven, y su influencia no había alcanzado el poder y la brillantez que más
tarde logró.
1. Principio del ministerio de Isaías (735 a. de J.C.)
(Is. 1:1–6:13).
Ya se han tratado en detalle estos capítulos en relación con la exposición de la Profecía de
Isaías. El principio del ministerio del profeta corresponde a los reinados de Uzías, Joatam, y
Acaz, y cabe aproximadamente aquí en la cronología.
2. Muerte de Uzías, rey de Judá, y reinado de Joatam y Acaz
2 R. 15:6, 7. 2 Cr. 26:22, 23.
Habiendo reinado Uzías 52 años en Jerusalén (de los cuales los últimos quince fueron, por
causa de su lepra, gobernados con la ayuda de su hijo Joatam), este buen rey murió (735 a.
de J.C), y en su lugar ocupó el trono su hijo Joatam, actuando Acaz en carácter de regente.
3. Resumen del reinado de Joatam
2 R. 15:34, 35. 2 Cr. 27:2–6.
Reinó Joatam quince años durante la vida de su padre (750–35) y un año después de la muerte
de aquél. También correinó con Joatam durante los últimos ocho años de su vida, su hijo
Acaz.
Aunque ninguna acusación se levanta en contra de la vida personal del rey Joatam, es
evidente que su carácter no era lo suficientemente firme como para encabezar una reforma
definitiva que levantase la moral del pueblo: Los altos no fueron quitados … el pueblo
sacrificaba aún, etc. (v. 35). Los altos eran los lugares elevados donde se celebraba culto, a
veces idólatra, otras veces de Jehová, pero ilícito.
Joatam, como su padre, fue edificador, y construyó fortificaciones y edificios. Sostuvo una
guerra ventajosa con los ammonitas, cobrando una suma elevada de tributo. Su fortaleza la
atribuye el cronista a que anduvo con rectitud delante de Dios (27:6).
4. Principio del ministerio de Miqueas (734 a. de J.C.)
(Miq. 1:1).
Señalamos aquí el principio del ministerio de Miqueas, aunque dejamos para más adelante el
comentario de la Profecía. Contemporáneo de Isaías, los detalles de su vida son menos

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
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conocidos, por cuanto no desempeñó un papel en el escenario internacional tan destacado


como aquél.
5. Muerte de Joatam
2 R. 15:36, 38a. 2 Cr. 27:7, 9a.
Con un breve resumen y referencia a las fuentes escritas de los datos de la vida de Joatam, el
escritor sagrado termina el relato de su reinado. Murió en 734 a. de J.C.
6. Principio del reinado de Acaz como rey único en Jerusalén
2 R. 15:38b. 2 Cr. 27:9b.
16:1, 2b-4. 28:1b–4.
i. Ascensión de Acaz como único rey en Jerusalén
2 R. 15:38b. 2 Cr. 27:9b.

16:1.
Al morir Joatam, su hijo Acaz tomó su lugar sobre el trono de Judá como rey único. El
principio de su reinado individual (porque había correinado con su padre Joatam y con su
abuelo Uzías) se verificó en 734 a. de J.C., correspondiendo esta fecha con el año diecisiete
de Peka, rey de Israel, expresión que incluye los años en que Peca fue rey al este del Jordán.
ii. Carácter de Acaz, rey de Judá
2 R. 16:2b-4. 2 Cr. 28:1b-4.
El carácter de Acaz, como se ilustrará en las siguientes notas, fue débil e indeciso. Tuvo los
consejos de un buen hombre que estaba en estrecha comunión con Dios, Isaías el profeta; a
pesar de esto no pudo responder debidamente, y el testimonio que de él dan los escritores
sagrados es que fue malo.
7. Invasiones de los sirios
2 R. 15:37.
A fines del reinado de Joatam, y a principios del de Acaz, en 734 a. de J.C., empezaron a
invadir a Judá, Resín, rey de Siria, y Peca, rey de Israel. En las notas siguientes se comentarán
estas invasiones.
8. Invasión de Judá por Siria e Israel (734 a. de J.C.)
2 R. 16:5, 6. (Is. 7:1, 2). 2 Cr. 28:5–8.
Los dos ejércitos combinados de Siria e Israel invadieron a Judá y pusieron sitio a Jerusalén,
sin poder conquistarla. Es posible que, esperando que por traición la ciudad les fuese
entregada, no ejercieron toda su fuerza en contra de ella (comp. Barnes). Aunque la ciudad
no fue tomada, la tierra fue desolada por Resín y Peca, y un crecido número de cautivos, con
una gran cantidad de botín, fueron llevados a Damasco y a Samaria.
9. Profecías de Isaías relacionadas con la guerra con Siria e Israel (734 a. de J.C.)
(Is. 7:1–12:6).
(17:1–14).
Aunque Acaz fue atemorizado por la amenaza de los ejércitos enemigos, no quiso aceptar las
palabras del profeta Isaías, de que el brazo de Jehová obraría la salvación, rehusando la señal
que el profeta, en nombre de Dios, le ofreció. Contra el consejo de Isaías, Acaz pidió socorro

comp. compárese; compárense.


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al rey de Asiria en contra de Siria e Israel, con lo cual se convirtió en cierta manera en vasallo
del rey asirio. Véanse las notas sobre la Profecía de Isaías, según la referencia bíblica que
encabeza este párrafo, donde se expone en detalle este tema.
10. Liberación de los judíos cautivos en Samaria
2 Cr. 28:9–15.
Del profeta Obed no se sabe nada más de lo que se desprende de este acontecimiento.
Llegando a Samaria, después de la humillación de Judá, Obed predicó que, por la prohibición
mosaica en contra de la esclavitud de los israelitas por sus compatriotas (Ex. 21:2 y sig.; Lev.
25:39–43; Deut. 15:12–18), debían poner en libertad a los cautivos de Judá, en vista también
de que la victoria se debía a la acción disciplinaria de Jehová en contra de Judá, y no por
poderío israelita.
Respondiendo bien al mensaje profético, los israelitas pusieron en libertad a los cautivos, les
devolvieron el botín, y los condujeron con seguridad hasta Jericó. Puesto que Obed era
profeta de Jehová, el incidente muestra que aun en el reino corrompido del norte, había
respeto para la palabra de Dios.
11. Acaz solicita ayuda en Teglatfalasar
2 R. 16:7, 8. 2 Cr. 28:16.
Rehusando tomar el consejo de Isaías, Acaz envió embajadores a Teglatfalasar IV (Pul), rey
de Asiria, lo cual se verificó en el año 734 a. de J.C. Para conseguir el apoyo del conquistador
asirio, Acaz sacó los tesoros del templo y del palacio a fin de entregarlos al rey asirio.
12. Invasiones idumeas y filisteas
2 Cr. 28:17–19.
Para colmo, después de la devastación hecha por Israel y por Siria, vinieron al país los
enemigos tradicionales de Edom y de Filistea, esto por cuanto Acaz había avasallado a su
país bajo Asiria, despojándolo con el fin de pagar el tributo exigido.
13. Expedición militar de Teglatfalasar
2 R. 16:9; 15:29; 16:10a. 1 Cr. 5:25, 26.

2 Cr. 28:20, 21.


De acuerdo a la predicción de Isaías, Teglatfalasar capturó a Damasco, dio muerte a Resín,
invadió a Israel, y llevó a muchos cautivos de los distritos septentrionales y orientales del
reino de Israel, lo cual ocurrió en 732 a. de J.C. La expresión en 2 Crón. 28:20 (Y vino contra
él Tilgath-pilneser) no necesariamente quiere decir (en el hebreo) que vino con intención
hostil (comp. Curtis). De todos modos, el rey de Judá fue forzado a someterse a Teglatfalasar
como precio por la promesa de ayuda de éste, y fue a encontrarse con el rey asirio para
rendirle homenaje, llevando los tesoros del templo. Aunque Acaz recibió apoyo contra la
amenaza de Siria (2 R. 16:9) y de Israel (2 R. 15:29), de parte de Asiria, éste no le socorrió
de la amenaza de los idumeos y los filisteos (2 C. 28:16–18), lo que probablemente explica
lo dicho en 2 Crón. 28:21: con todo eso él no le ayudó.
14. Introducción en Judá de la idolatría siríaca
2 R. 16:10b-18. 2 Cr. 28:22–25.
Habiendo visto Acaz que los ídolos sirios no pudieron salvar a su país, es extraño que enviara
en 732 a. de J.C. a Jerusalén un plano del altar de Damasco, introduciendo así en el culto del

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


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templo un elemento pagano. La tienda del sábado que se menciona aquí (v. 18) es difícil
entender qué fue, pero parece probable que era un aula hecha después del edificio principal
del templo, para el uso personal del rey y de su familia cuando asistía a los cultos (comp.
Ball, Keil etc.).
15. Asesinato de Peca por Oseas
2 R. 15:30, 31.
Oseas conspiró contra el rev Peca, y lo asesinó, ocupando él el trono de Israel en Samaria.
Esto ocurrió a los veinte años de Jotham, fecha que se cuenta desde el principio de su reinado,
puesto que no reinó más que dieciséis años, habiendo ya muerto en 734. El asesinato de Peca
lo fechamos en 730 a. de J.C.
16. Ascensión de Oseas al trono de Israel
2 R. 17:1, 2.
En el año 730 a. de J.C. comenzó el reinado del último soberano del reino septentrional de
Israel, Oseas, que ocupó el trono durante unos nueve años. Su vida, como la de todos los
reyes israelitas que le antecedieron, fue mala, y sin duda contribuyó a colmar el pecado de
Israel para que durante su reinado fuese raído de la tierra.
(IV) PROFECIA DE MIQUEAS
Miq. 1:1–7:20.
Miqueas, profeta de los pobres y profeta de la justicia social, aparece como sexto en el canon
de los Doce. Hombre del campo, tenía un corazón que ardía contra los opresores de sus
compatriotas. Vivía en una época de juicio, y tuvo la triste obligación de anunciar este juicio
al pueblo, y verlo cumplido en la nación hermana en el norte. Aunque el profeta no dio nuevas
doctrinas, lo que enseñó pasó por su propia alma, y salió con energía y con individualidad.
La Profecía de Miqueas la tratamos bajo tres temas:
(A) INTRODUCCION A LA PROFECIA DE MIQUEAS.
(B) BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE MIQUEAS.
(C) NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE MIQUEAS.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE MIQUEAS
Miq. 1:1–7:20.
En esta breve introducción trataremos el nombre, familia e identidad del profeta Miqueas, la
época en que vivió, y el contenido de su Profecía.
1. Nombre, familia, e identificación del profeta
Miqueas se llama en su profecía “morastita” (VM), ya que era nativo de un pequeño pueblo
en los límites de Judá, Moreset-gat (1:14), es decir, Moreset, en el distrito de Gat. Fue Gat
una de las cinco ciudades reales de los filisteos, que daba su nombre a la región alrededor, de
la cual, según parece, Moreset dependía, habiendo perdido su relación con Judá.
Nada se sabe de la familia del profeta Miqueas, y en este respecto, él es como otros profetas,
que por modestia non dieron a entender nada respecto a sus antecedentes; de las tradiciones
heredadas de la antigüedad, tampoco tenemos nada.
Debemos distinguir entre Miqueas, el autor de esta profecía, y Micaya (VM), hijo de Imla,
mencionado en 1 R. 22:7–28, que anunció la muerte de Acab, rey de Israel, en la ocasión de
su entrevista con Josafat, rey de Judá. Los nombres de estos dos hombres se pronuncian igual
en la Biblia de Cipriano de Valera (Micheas y Miqueas), pero en el original su escritura es
diferente: El profeta que se afrontaba a Acab era (en hebreo) Mikáyehu, mientras que el

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escritor de la Profecía era Mikah. En el hebreo provienen de la misma raíz y tienen el mismo
significado, ¿Quién es como Jah (Jehová)?, siendo parecidos a la voz Miguel, que significa,
¿Quién es como Dios?
Fuera de la Profecía que lleva su nombre, no tenemos más que una referencia a Miqueas en
la Biblia: “Miqueas de Morasti profetizó en tiempo de Ezechías rey de Judá, diciendo: Así
ha dicho Jehová de los ejércitos: Sión será arada como campo, y Jerusalem vendrá a ser
montones, y el monte del templo en cumbres de bosque” (Jer. 26:18, que cita Miq. 3:12).
2. Epoca de Miqueas
Miqueas profetizó durante los reinados de Joatam, Acaz, y Ezequías, reyes de Judá (1:1).
Para una descripción de Ios reinados de éstos, véase la Introducción a la Profecía de Isaías.
El período del ministerio de Miqueas lo podemos definir entre los años 740–700 a. de J.C.
Aunque límites más exactos dentro de este período no se pueden fijar, es probable que
empezó su ministerio en 734, antes de la ascensión de Oseas al trono de Israel (en 730),
siendo publicadas sus profecías después de 730, y que seguramente entregó sus profecías
antes de la invasión asiria bajo Senaquerib (en 701).
Los tiempos de Miqueas fueron difíciles: En el norte, el reino septentrional de Israel
agonizaba en su última lucha por la vida, ocupando el trono su último rey, Oseas. La caída
de Samaría, capital de Israel, en 722 a. de J.C., tuvo una fuerte repercución en todo Judá, y
la presencia de los conquistadores asirios en distintas ocasiones en su territorio sobresaltaba
la tranquilidad de los patriotas judíos. Salmanasar, el conquistador asirio, había invadido ya
territorio judío; por él pasó Sargón en su camino para atacar a Egipto, siendo reflejado esto
quizás en las primeras palabras de la Profecía.
Miqueas era contemporáneo de los profetas Oseas e Isaías. Mientras que Oseas se dedicó
exclusivamente al reino del norte, con referencias incidentales al reino de Judá, Miqueas se
dedicó a profetizar en contra de Judá, con referencias también a Israel, prediciendo su
destrucción, así como la de Judá, con su traslado al cautiverio.
Miqueas, como Amós, fue hombre del campo, siendo las dos regiones donde vivían muy
distintas en carácter. Tecoa, pueblo de Amós, era desierto y árido, mientras que Gat era fértil
y verde, encontrándose en la llanura marítima de Filistea. En el carácter de los dos profetas
se puede ver la influencia de la región en que cada uno vivía.
Entre Isaías y Miqueas, se ve mucha mayor diferencia que entre Amós y Miqueas, siendo
cada uno influído por el ambiente en que pasó su juventud. Isaías, criado en la ciudad, de
sangre noble, de cultura elevada, conocedor de la política de su época, fue un gran estadista
lo mismo que profeta. Con su conocimiento de los problemas de los países con los cuales se
relacionaba Judá, y de las condiciones internacionales, tomó un punto de vista muy
cosmopolita y profetizó la destrucción de Egipto, Asiria, Babilonia, Edom, Siria, etc.
Miqueas, hombre del campo, con un punto de vista rural, vio la pobreza alrededor, sintió la
opresión hecha por los ricos sobre los pobres, y miró a los ejércitos asirios como el
instrumento del castigo provisto por Dios para juzgar a los que explotaban al débil, quitándole
su tierra, su dinero, y su pan. Miqueas, vivía en una época cuando el dinero abundaba,
negociando los hombres de la ciudad en las tierras del campo, monopolizándolas para
beneficio propio y perjudicando a los que las habían poseído por herencia, y que las
necesitaban para sostenerse, pero que las vendían para pagar sus deudas e impuestos
excesivos.
En todas partes presenciaba Miqueas los males sociales sufridos por los labradores de la
tierra, y con energía e indignación su alma se sublevó en contra de estos agravios.
3. Contenido de la Profecía de Miqueas
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La Profecía de Miqueas ha sido dividida en dos divisiones por algunos autores, y por otros
en tres. Una división en tres partes me parece más de acuerdo con el plan del profeta y con
el pensamiento del libro. La primera división (1:1–3:12) contiene un discurso amenazante al
pueblo de Samaria y de Jerusalén. La segunda división (4:1–5:15) contiene una Promesa de
Restauración del cautiverio. La tercera división (6:1–7:20) describe el Pleito de Jehová con
Israel.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE MIQUEAS
Miq. 1:1–7:20.
Sobrescrito. 1:1.
1. Un discurso amenazante a Samaria y a Jerusalén.
1:2–3:12.
i. Anuncio de la venida de Jehová en juicio.
1:2–4.
ii. Destrucción de Samaria y su causa: el pecado.
1:5–7.
iii. Endecha del profeta por el destino trágico del pueblo.
1:8–16.
iv. Opresión de los pobres por los ricos, y castigo de éstos.
2:1–11.
a. Codicia de los ricos.
2:1, 2.
b. Castigo de Jehová sobre Judá.
2:3–5.
c. Actitud del pueblo hacia los profetas de Jehová.
2:6–11.
v. Promesa de la restauración del cautiverio.
2:12, 13.
vi. Condenación y juicio de los adalides civiles y espirituales del pueblo.
3:1–12.
a. Condenación de los príncipes.
3:1–4.
b. Condenación de los profetas.
3:5–8.
c. Anuncio de juicio sobre los adalides por su pecado.
3:9–12.
2. Promesa de la restauración.
4:1–5:15.
i. Paz y fraternidad en el reino de Dios.
4:1–5.
ii. Restauración de Israel a Sión bajo el dominio de su rey.
4:6–8.
iii. La hora de dolor en Sión.
4:9, 10.
iv. Triunfo de Sión sobre sus enemigos.
4:11–5:1.
v. Profecía del Mesías.
5:2–5a.
vi. Destrucción de los asirios.
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5:5b, 6.
vii. Triunfo del remanente de Israel.
5:7–9.
viii. Destrucción de la infidelidad de Israel.
5:10–15.
3. Pleito de Jehová con Israel.
6:1–7:20.
i. Iniciación del pleito con Israel.
6:1–5.
ii. Carácter de la verdadera religión.
6:6–8.
iii. Pecado de Israel.
6:9–12.
iv. Castigo de Israel por su pecado.
6:13–16.
v. Corrupción absoluta del pueblo.
7:1–6.
vi. Esperanza de Israel.
7:7–10.
vii. Restauración de Israel.
7:11–13.
viii. Oración de Israel por su restauración.
7:14–20.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE MIQUEAS
Miq. 1:1–7:20.
1:1. Miqueas de Morasti en días de Jotham, Achaz, y Ezechías: Véase la Introducción. Lo
que vio sobre Samaria y Jerusalem: La Profecía se dirige tanto a Israel como a Judá.
1:2. Oid, pueblos todos: Estas palabras son las mismas que empleó Mikáyehu, el “Miqueas”
de 1 Reyes 22:28 y, por ser repetidas aquí, parece que Mikah, el “Miqueas” del tiempo de
Ezequías, quiere vincularse con aquel hombre que no temió profetizar la verdad ante Acab y
Jezabel. El Señor desde su santo templo sea testigo contra vosotros: Habiendo el pueblo
recibido suficiente evidencia del poder de Jehová, no le creyeron, pues él mismo había de ser
testigo contra ellos, desde su santo templo, símbolo de su presencia entre su pueblo.
1:3. Jehová … hollará sobre las alturas de la tierra: Se presenta a Jehová como gigante, lo
que resalta su poder.
1:4. Se derretirán los montes, y los valles se hendirán: Con los fenómenos naturales más
terribles, los del volcán, del terremoto y del torrente, el profeta destaca la ira y el juicio de
Dios.
1:5. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿no es Samaria?, etc.: Jacob aquí se usa por Israel, el
reino septentrional. Por figura de sinécdoque (la parte por el todo) se toman las ciudades
capitales por todo el pueblo, Samaria por Israel, y Jerusalén por Judá. La maldad del pueblo
hallaba su mayor expresión en la capital. Excelsos de Judá: Lugares altos de culto idólatra,
o culto ilícito de Jehová.
1:7. Porque de dones de rameras los juntó, y a dones de rameras volverán: El precio que
recibían las llamadas “mujeres santas,” que se dedicaban al culto inmoral de Astarte, y que
se empleaban para el sostén del culto idólatra (comp. Cheyne). Estas ofrendas, habiendo
tenido un origen indigno, tendrán un destino igualmente malo: A dones de rameras volverán.
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1:8. Andaré despojado y desnudo: Descalzo y con sólo la ropa interior puesta, es decir, sin
la tuñeca, en imitación del vestido de los que iban al cautiverio, con el propósito de señalar
la destrucción de la nación (comp. Is. 20:2, y Ezeq. 12:3, 4).
1:9. Porque su llaga es dolorosa, que llegó hasta Judá: Referente a la invasión de Israel
septentrional por los asirios, cuyo efecto se sintió hasta Judá, que también experimentó el
asolamiento del ejército asirio, aunque no sufrió la destrucción completa, como ocurrió en el
norte.
1:10. No lo digáis en Gath: El profeta exhorta que las nuevas del desastre en Judá, no se
cuenten entre los filisteos, que de ello se gozarían grandemente. Revuélcate en el polvo: En
señal de extremo dolor, como muestra del arrepentimiento.
1:11. Pásate desnuda con vergüenza, oh moradora de Saphir: Vete al cautiverio, una nueva
referencia a la situación de los cautivos que desnudos iban con sus conquistadores. Saphir es
hermoso, no siendo conocido este lugar, suponiéndose que es irónico lo dicho.
1:12. La moradora de Maroth tuvo dolor por el bien: Maroth significa amarguras; no siendo
mencionado en otro lugar, es probable que nuevamente tenemos un dicho figurado; la figura
es la de la mujer que está de parto, y que busca el momento en que ha de cesar su dolor. Así
esperaba el pueblo la salvación de parte de Jehová, la que no había de venir, por cuanto el
mal descendió de Jehová hasta la puerta de Jerusalén.
1:13. Unce al carro dromedarios, etc.: Mejor, corceles: el objeto del uncimiento fue en
preparación para la huída de los ejércitos de Asiria.
1:14. Darás donas a Moreseth-gath: Es decir, dones de despedida, porque la ciudad les había
de ser quitada. Las casas de Achzib serán en mentira a los reyes de Israel: Ciudad en la
Sefela, cuyo nombre sugiere el engaño, y de ahí el dicho que acabo de registrar (comp.
Cheyne): Los reyes de Judá ponían confianza en esta ciudad, pero habían de ser engañados,
porque no justificaría su esperanza. Israel aquí significa Judá.
1:15. Aun te traeré heredero, oh moradora de Maresah: La identificación de ase lugar es
incierta. Hay un juego de palabras entre Maresah, posesión, y heredero, poseedor: La
posesión de los habitantes había de ser heredada por el conquistador.
1:16. Mésate y trasquílate: En señal de dolor, real o fingido, por la muerte de los hijos, los
hijos de … delicias, es decir, en los cuales tomaban deleite, porque habían de ser trasladados
al cautiverio: fueron trasportados de ti. Ensancha tu calva como águila: Siendo el águila un
ave calva, el profeta extiende más la figura de trasquilarse para denotar extremo dolor.
2:2. Codiciaron las heredades, etc.: La forma en que los poderosos quitaban a los pobres sus
posesiones, oprimiéndolos, fue una fuente de indignación para el profeta.
2:3. Pienso sobre esta familia un mal: Jehová tiene proyectado para Judá una calamidad, en
juicio por su maldad.
2:4. ¡Cómo nos quitó nuestros campos! dio, repartiólos a otros: Los asirios habían de quitar
al pueblo sus tierras y repartirlas entre otros (comp. J. M. P. Smith).
2:5. Por tanto, no tendrás quien eche cordel para suerte: Después de echar lotes en la
congregación para cada tribu, se dividían las tierras entre las familias, midiendo con cordel
(comp. Keil).
2:6. No profeticéis, dicen a los que profetizan; no les profeticen que los ha de comprender
vergüenza: El pueblo no había querido escuchar las advertencias de los verdaderos profetas
de Jehová; les dice ahora Jehová a los profetas que no anuncien la calamidad que ha de venir;
el pasaje es irónico, porque por supuesto los hombres de Dios seguían anunciando su
mensaje.
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2:7. La que te dices casa de Jacob: Jacob, equivalente a Israel, aquí referente a todo el pueblo;
por su rebelión a Jehová, era su pueblo de nombre nada más.
2:8. El que ayer era mi pueblo: Véase el párrafo anterior; las palabras implican su
rechazamiento por su pecado.
2:9. A las mujeres de mi pueblo echasteis fuera de las casas de sus delicias: Echar a las
mujeres indefensas, quizás las que eran viudas por la guerra, de sus casas, que eran su única
fuente de contentamiento y deleite, era la política de los ricos (comp. Henderson). A sus niños
quitasteis mi perpetua alabanza: Quitando los niños de su hogar, los privaban de una de las
manifestaciones de la gloria (VM) de Dios (comp. Pusey, McGlothlin, etc.).
2:10. Levantaos, y andad, que no es ésta la holganza: Estos que habían echado de su lugar a
otros, también tienen que salir del suyo, a saber, al cautiverio; creían que iban a gozar de
descanso (holganza) pero, siendo éste contaminado, por su pecado, lo perderían.
2:11. Si hubiere alguno que ande con el viento … diciendo: Yo te profetizaré …, este tal seré
profeta: Al que profetizaba con falsedad, como quería el pueblo, le escuchaban de buena
gana.
2:12. Pondrélo junto como ovejas de Bosra: Una ciudad nombrada Bosra estaba en Moab,
otra en Edom; significando la palabra redil, es posible que aquí se usa en este sentido (comp.
J. M. P. Smith), así como puede ser Bosra en Moab, región famosa por su ganado lanar
(comp. Henderson, y Fausset), o en Edom (McGlothlin); cualquiera que sea la referencia, es
igual el cuadro que se presenta del rebaño de Dios que vuelve del cautiverio.
2:13. Subirá rompedor delante de ellos: Aquí puede ser la figura del carnero que abre paso
para el rebaño (y así lo entiende J. M. P. Smith). Y su rey pasará delante de ellos, etc.: Como
el pastor oriental conduce a su rebaño, Jehová guiará a su pueblo nuevamente a su tierra
(comp. Is. 40:11). Este pasaje puede ser aplicado al Mesías del mismo modo que pasajes
similares en Isaías (40:3–5; 40:10, 11; etc.; véanse con sus notas), o sea, reconociendo su
primera aplicación a Jehová que da libertad a su pueblo cautivado, siendo típico de la acción
del Mesías en liberar de la esclavitud del pecado.
3:1. Oid ahora, príncipes …: ¿No pertenecía a vosotros saber el derecho?: Los adalides de
Israel tenían que saber qué era la justicia y cómo administrarla.
3:5. Los profetas que hacen errar a mi pueblo: Con su mensaje de prosperidad, los profetas
engañaban al pueblo, llevándolos a la destrucción. Que muerden con sus dientes, y claman,
Paz: Pronunciaban un mensaje de paz a aquel que les daba de comer (comp. Kleinert).
3:6. Sobre los profetas se pondrá el sol: Por la infidelidad de los profetas, la luz de la profecía
se pondría en Israel.
3:7. Todos cubrirán su labio, porque no hay respuesta de Dios: Con esta señal de duelo
(comp. Ezeq. 24:17), los profetas indicarían su confusión porque sus dichos no se cumplían.
3:8. Yo empero estoy lleno de fuerza del espíritu de Jehová: Miqueas hace hincapié sobre el
contraste que hay entre él y los falsos profetas.
3:10. Que edificáis a Sión con sangre: Aquí Sión se refiere a la ciudad de Jerusalén (por el
paralelismo con el resto del versículo), que los príncipes edificaban con sangre, por
metonimia referente al dinero que sacaban de los pobres.
3:11. Sus cabezas juzgan por cohecho: Los príncipes, jueces o magistrados, sacaban cohecho
para dar un fallo favorable.
3:12. A causa de vosotros será Sión arada como campo: A causa de la opresión y la
iniquidad, Jerusalén había de ser destruída.
4:1–5:15. Promesa de la restauración.
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En ésta, la segunda división principal de la Profecía, el profeta anuncia la restauración del


pueblo del cautiverio. Ya se ha comentado con amplitud el hecho de que los profetas miraban
hacia la liberación del pueblo del cautiverio de Babilonia, siendo ésta típica de la era
mesiánica; ellos no dividían distintamente en dispensaciones la historia futura, sino que
miraban a todo como un panorama unido que se desenvolvía.
4:1–5. Paz y fraternidad en el reino de Dios.
Este pasaje es parecido a Is. 2:2–4, cuya nota véase; representa el carácter pacífico del reino
de Dios.
4:1. En los postreros tiempos: La época de la restauración, culminando en el reino mesiánico
(véase nota de 4:1–5:15). El monte de la casa de Jehová será constituido por cabecera de
montes: Por sinécdoque, con referencia a Jerusalén, cuya posición entre las naciones será
suprema, en la esfera de la religión.
4:2. Y vendrán muchas gentes, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová: Esto con
referencia a la conversión de las gentes a la religión de Jehová, lo que se cumple mayormente
en la predicación del evangelio. De Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová:
En vez de ley es mejor traducir enseñanza (comp. J. M. P. Smith). Sión se refería primero al
monte sobre el que estaba el templo, segundo al templo, tercero a la ciudad de Jerusalén, y
cuarto a aquel elemento espiritual entre el pueblo Israel; por cuanto las promesas al Israel
espiritual se aplican, en su mayor extensión, a los ciudadanos del reino de Dios, Sión también
puede aplicarse a éste, y así, en muchos himnos nuestros y en el lenguaje figurado de la
predicación, comúnmente se emplea.
4:3. Y juzgará entre muchos pueblos: Mediante la predicación del evangelio, se establecen
entre las naciones, principios rectos de ley y juicios, cuyo administrador y juez es Dios. Y
martillarán sus espadas para azadones, etc.: Señala el carácter del reino de Dios como uno
de paz y de fraternidad; si tal paz ha de realizarse en el mundo es problemática; la existencia
de esta paz en los corazones de los ciudadanos del reino, con luchas, es una realidad, con su
promesa de paz absoluta en el más allá.
4:4. Y cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera: Simbólico de la paz y la
seguridad, y de la protección de que goza el ciudadano del reino de Dios. Véase Rom. 8:28.
4:6. Juntaré la coja, etc.: Este versículo se refiere a los hebreos en el cautiverio, y la figura
de cojear representa su miseria (comp. Keil).
4:7. Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sión desde ahora para siempre: El reinado de
Jehová en Sión sobre su pueblo restaurado comenzó con su vuelta, continuándose en el reino
futuro, que ha cambiado desde el reino teocrático de Israel hasta el reino de los cielos, cuyo
carácter se expone en los Evangelios.
4:8. Y tú, oh torre del rebaño: Se refiere a la torre donde el pastor vigilaba su rebaño (J. M.
P. Smith, comp. Mt. 21:33), aquí simbólica de la ciudad de Jerusalén. La fortaleza de la hija
de Sión vendrá hasta ti: Quizás referente a Ofel, colina de Jerusalén fortificada por Joatam
(2 Crón. 27:3, comp. McGlothlin), aquí simbólica del poderío de Jerusalén.
4:9. ¿Por qué gritas tanto? ¿no hay rey en ti?: El profeta mira el dolor del pueblo en el
momento de su destrucción, cuando se perdería su rey y su soberanía nacional. El, con una
visión más amplia que la del pueblo, ve también un momento del porvenir lleno de esperanza,
cuando su restauración ha de ser realizada (véase el versículo siguiente). Comp. Cheyne.
4:10. Llegarás hasta Babilonia: allí serás librada. El cautiverio es seguro; también lo es la
restauración.
4:11. Se han juntado muchas gentes contra ti, y dicen: Sea profanada: El profeta prevé la
reunión de los enemigos del pueblo en contra de él, cuyo deseo es su profanación, aquí
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llamada tal, no desde el punto de vista del enemigo, que no pensaría que su presencia
contaminaría la ciudad, sino del israelita, que consideraría la entrada de fuerzas hostiles
dentro de los límites sagrados de la ciudad como una profanación.
4:12, 13. Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehová: Los enemigos de Jehová se
reunieron, no para conocerle, sino para destruir a su pueblo. Por lo cual los juntó como
gavillas en la era. Levántate y trilla, hija de Sión: Habiéndose servido Jehová de los
enemigos de su pueblo, para realizar la disciplina y la purificación de él, los destina a la
destrucción; son como gavillas en la era, reunidas para ser trilladas, y Jerusalén ha de ser la
que lo cumple. Desmenuzarás muchos pueblos: La acción juzgadora del pueblo restaurado
de Dios, comentada en anotaciones anteriores, se realizó en una forma menor en la
subyugación de las pequeñas naciones circunvecinas a Palestina, y de manera mayor en el
evangelio, instrumento supremo de Dios para juzgar a los pueblos, y dividir entre ellos. El
cuerno, miembro de ataque en el reino animal, herido y roto en la nación israelita, había de
ser tornado en hierro, garantizando así el futuro poderío del pueblo de Dios.
5:1. Reúnete ahora en bandas, oh hija de bandas: J. M. P. Smith traduce, Ahora estás
cortándote severamente, en el sentido de una señal de endecha, pero prefiero la traducción
que figura en nuestra versión (y así lo entiende Cheyne): Se exhorta al pueblo a reunirse para
la defensa.
5:2. Mas tú, Beth-lehem Ephrata, etc.: Ephrata es quizás un nombre de Belén mismo, o el
del distrito en que se hallaba. En Rut 1:2 hay una referencia a Elimelec y su familia como
“efrates de Bet-lehem de Judá” (VM), y el padre de David se llama “efrateos de Bet-lehem
de Judá” (V M 1 Sam. 17:12), de modo que parece que Efrata sería el nombre del distrito. El
hecho de que David nació en Belén, y el Mesías había de ser de su linaje, hacía que el profeta
relacionase el pueblo de Belén con el Mesías, y su anuncio se cumplió exactamente en el
nacimiento de Jesús en Belén, siendo citado este pasaje por los dirigentes del pueblo (Mt.
2:6). De ti me saldrá el que será Señor en Israel: A pesar de la humildad del lugar, de él
vendría el Mesías, Señor de Israel.
Sus salidas son desde el principio: La palabra salidas es mejor entenderla orígenes, o
descendencias; pertenecerá a una de las familias más antiguas, es decir, a la de David (comp.
J. M. P. Smith), desde los días del siglo: Esta expresión puede referirse a una remota
antigüedad, su uso más común, o tocante a la fundación del mundo. Aunque la doctrina de la
preexistencia del Mesías se enseña en el Nuevo Testamento, es probable que aquí el profeta
no llegó hasta tal discernimiento de la verdad, siendo la primera definición de la última
oración la que cabe aquí (y así entienden Keil, Kleinert, etc., aunque lo relacionan con la
preexistencia del Hijo, Henderson, McGlothlin, y otros).
5:3. Empero los dejará hasta el tiempo que para la que ha de parir; El Mesías (J. M. P.
Smith, McGlothlin, etc.) dejaría a los israelitas en poder de sus enemigos, una referencia a la
cautividad. La VM agrega aquí la expresión “al Prometido.” como una referencia directa al
Mesías, y a su madre, la virgen María; sin embargo, esta traducción confunde, puesto que el
profeta sigue la figura de 4:10: “Duélete y gime, hija de Sión, como mujer de parto,” que
véase, con su nota. El pasaje quiere decir que Sión en el cautiverio, afligida, daría a luz a un
hijo, a Israel purificado; esto, como muchos pasajes de aplicación doble en los profetas, puede
tener una relación típica con el Mesías. Véanse las notas sobre Is. 40:1–66:24, y 52:13–53:12.
El resto de sus hermanos se tornará con los hijos de Israel: El remanente de Israel en la
dispersión, que ha de volver a Jerusalén en la restauración (comp. Cheyne).
5:4. Y estará, y apacentará con fortaleza de Jehová, etc.: Nuevamente referente al Mesías
(Horton, etc.), que, como pastor de ovejas, estará alerta para ver los peligros y defenderlos
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con potencia. Porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra: En el porvenir el
poder universal del Mesías había de ser reconocido en toda la tierra, (comp. J. M. P. Smith).
5:5. Y este será nuestra paz. Cuando Assur viniere a nuestra tierra: El Mesías sería el que
protegería al pueblo del poderío de Asiria (comp. J. M. P. Smith). Aunque la amenaza de
Caldea y el cautiverio babilónico forma la base de mucho de lo que dice el profeta, que mira
muy adelante, la de Asiria es más cercana en la época de Miqueas, y ahora el autor vuelve a
esto. Levantaremos contra él siete pastores, Y ocho hombres principales: El número siete
representa perfección, y ocho sería uno más, más que una suficiencia para defender al país
(comp. Orelli).
5:6. Y nos librará del Asirio: Efectivamente Judá fue librada de la desolación efectuada por
los asirios en Israel septentrional.
5:7. Y será el residuo de Jacob en medio de muchos pueblos: La dispersión de Jacob,
referente aquí a todo el pueblo de Dios, como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la
hierba: Figura que representa la bendición que acompañaría al pueblo disperso en el mundo,
lo que tiene su mayor cumplimiento en la dispersión de los israelitas espirituales, los
cristianos, en todo el mundo, predicando el evangelio.
5:8. Será el resto de Jacob entre las gentes, … como el león …, y hollare, … no hay quien
escape: A medida que el pueblo de Dios ha de bendecir al mundo (versículo anterior), su
presencia ha de significar la destrucción también, la del vicio y del mal, la de las naciones
que se oponen al cristianismo, y la de todos los que rechazan el mensaje revelado de Dios.
Véanse 4:12, 13 y nota.
5:10. Haré matar tus caballos de en medio de ti, y haré destruir tus carros: Siendo prohibidos
los caballos entre Israel (Deut. 17:16), la posesión de ellos no sólo era contra la ley sino que
también representaba la confianza en la mano de la carne, y no en Dios; con la destrucción
de éstos profetizada, el profeta aquí señala el raimiento del elemento incrédulo entre el pueblo
(comp. Warren).
5:12. Destruiré de tu mano las hechicerías, etc.: Así como Jehová destruía las defensas
militares, también desarraigaría una fuente ilícita de consejo espiritual, la hechicería, cuando
terminara con el grupo incrédulo del pueblo.
5:13. Haré destruir tus esculturas, etc.: Con la destrucción de la idolatría, con sus adoradores
en Israel, se eliminaría de entre el pueblo toda actitud que no fuera el culto monoteísta al
verdadero Dios.
6:1–7:20. Pleito de Jehová con Israel.
Aquí se empieza la tercera división de la Profecía, redactada en forma de una contienda que
Dios tiene con su pueblo.
6:1. Levántate, pleitea con los montes, etc.: Bajo la figura de la prosopopeya, el profeta es
mandado por Jehová a presentar a los montes, jueces silenciosos de las acciones del pueblo,
la causa que tiene él en contra de ellos.
6:2. Porque tiene Jehová pleito con su pueblo, y altercará con Israel: La forma del verbo
altercará (hitpahel) implica que Israel tendría oportunidad para defenderse, y aun de acusar,
si es que tiene algo en contra de Jehová. La forma de la construcción de los vs. 3–5, en forma
de preguntas, también da a Israel oportunidad para responder.
6:3–5. Pueblo mío, ¿qué te he hecho?, etc.: La enumeración de las bendiciones que había
derramado Jehová sobre su pueblo era la prueba de que ellos, al rebelarse contra él, no tenían
base para defenderse. Al entablar su pleito, Jehová no apela a su derecho como Dios,
soberano y omnipotente, sino al testimonio de sus hechos de misericordia, prueba de su
justicia.
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6:6–8. ¿Con qué prevendré a Jehová, y adoraré al alto Dios? ¿vendré ante él con
holocaustos, …?… El te ha declarado … qué pida de ti Jehová: solamente hacer juicio, y
amar misericordia, etc.: ¡He aquí el antiguo problema de los profetas! ¿Habíase de servir a
Dios con sacrificios vanos o con un corazón justo y obediente? Cabe advertir que lo que
rechazó el profeta no fue el sacrificio, sino la vacuidad de éste, pues faltaba la actitud
espiritual correcta. Ya hemos visto en Oseas, Amós, e Isaías, la misma enseñanza (véanse
Os. 6:6 y nota; Am. 5:21–24 y nota; e Is. 1:11 y nota).
6:9. La voz de Jehová clama a la ciudad, y el sabio mirará a tu nombre: Dios, por medio de
su profeta, anuncia a la ciudad, Jerusalén, el pecado del pueblo (vs. 10–12) y su castigo (vs.
13–16). Existe fusión en la interpretación de la segunda frase: Sabio es el que teme tu nombre
(citado en McGlothlin); y es éxito temer tu nombre (por J. M. P. Smith). Mejor es, la
sabiduría mirará tu nombre, en el sentido de respetar el nombre de Dios, y escuchar su
palabra (comp. Warren).
6:10–12. ¿Hay aún en casa del impío tesoros de impiedad, etc.?: Así el profeta empieza su
enumeración de las injusticias del pueblo, que era causa que tenía Jehová contra ellos.
Tesoros de impiedad serían los que habían sido juntados con medios injustos (comp.
McGlothlin).
6:13. Por eso yo tarnbién te enflaqueceré hiriéndote, asolándote por tus pecados, etc.: Por
cuanto ellos han ofendido a Jehová, él es quien trae los medios de castigo y disciplina.
6:14. Tú comerás, y no te hartarás: Hipérbole, para enseñar que sin la bendición de Dios, la
comida no les aprovecharía.
6:15. Tú sembrarás, mas no segarás: Por la invasión de los enemigos que asolarían la tierra,
la semilla sembrada no sería cosechada.
6:16. Los mandamientos de Omri se han guardado, y toda obra de la casa de Achab:
Probablemente no se hace referencia aquí a leyes específicas, ni a ningún código, sino a la
clase de mandamientos que Omri observaba, contrarios a la voluntad de Dios, en lo que era
secundado por su hijo Acab, tipo de maldad. Llevaréis por tanto el oprobio de mi pueblo:
Por el contexto se ve que se refiere a los ricos que oprimían al pueblo, sobre quienes pesaría
su oprobio, como los que habían sido responsables para su caída.
7:1. He venido a ser como cuando han cogido los frutos del verano.… no queda racimo para
comer: El cuadro es del fin del verano, después de la cosecha, cuando no queda en las plantas
cosa que comer (comp. J. M. P. Smith, etc.). Desde el punto de vista de Jehová, Israel no vale
nada (comp. Cheyne).
7:4. El mejor de ellos es como el cambrón; el más recto, como zarzal: Así enseña el profeta
lo malo del pueblo; un argumento a fortiori: Si así son los buenos, ¿qué malos no serán los
peores?
7:5. De la que duerme a tu lado, guarda, no abras tu boca: Tan malo era el nivel moral del
pueblo, que el profeta irónicamente advierte al hombre que no confíe ni en su esposa.
7:7. Yo empero a Jehová esperaré: El profeta encierra en sí el elemento mejor de entre el
pueblo, y así confiesa su fe y su espereranza en Jehová.
7:8. Aunque caí, he de levantarme: La caída a que se refiere Sión (que se personifica en el
profeta) es el cautiverio, y su levantamiento es la restauración, en la cual presenta su
confianza.
7:11. El día en que se edificarán tus muros, aquel día será alejado el mandamiento: El pasaje
presupone la destrucción de la ciudad, Jerusalén, y mira hacia adelante al día fijado por
Jehová para su reedificación. Mandamiento se entiende como límite, con referencia a los
términos de la ciudad, o de la tierra, que se consideran como extendidos, en vista de la gloria
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de ella, por J. M. P. Smith, Cheyne, y otros. Es mejor entender la palabra en su sentido natural,
referente a la ley de Dios, de la cual el castigo (por metonimia) que había sufrido el pueblo
como resultado de su pecado, es alejado.
7:12. En ese día vendrán hasta ti desde Asiria, etc.: La vuelta de los cautivos. Desde las
ciudades fuertes hasta el Río: Desde Egipto hasta el río Eufrates (comp. Cheyne, etc.).
7:13. Y la tierra con sus moradores será asolada por el fruto de sus obras: Mc Glothlin lo
interpreta con referencia inmediata a la desolación de la tierra con la cual se iniciaría el
cautiverio. J. M. Smith entiende que el pasaje se refiere a la desolación de toda la tierra en el
juicio final. Creo que el pasaje trata de la destrucción de los habitantes paganos de la tierra
durante la restauración, trasportados allí por Asiria y Babilonia, que no serán partícipes en la
salvación de Israel, es decir, en su restablecimiento glorioso en su propia tierra.
7:14. Apacienta tu pueblo con tu cayado: Llamamiento a Jehová para que nuevamente
apaciente a su pueblo, en vista de su restauración a su tierra y a su posición de escogido. El
Carmelo no era lugar bueno para los rebaños, lo que simboliza la condición en el cautiverio,
no adecuada para el rebaño de Dios, en cambio, Basán y Galaad eran apropiados para los
rebaños, y figuradamente pide el profeta a Dios para que nuevamente conduzca sus rebaños
aquí, lo que representa la restauración a Canaán.
7:17. Lamerán el polvo como la culebra: Esto representa la humillación de las naciones frente
a la restaurada Israel, especialmente en vista de las maravillas que hará Dios.
7:18. No retuvo para siempre su enojo, etc.: Por cuanto Dios era misericordioso, castigó a su
pueblo con el cautiverio, pero no para siempre; pues lo perdonaría y restauraría.
7:19. Echará en los profundos de la mar todos nuestros pecados: Hipérbole; ninguna otra
figura tan amplia para comparar la grandeza del perdón de Dios, hubiera podido elegir el
profeta.
7:20. Otorgarás a Jacob la verdad, y a Abraham la misericordia, que tú juraste a nuestros
padres desde tiempos antiguos: Jacob y Abraham, por sinécdoque, se refieren a todo el
pueblo, con el cual Jehová tratará con sinceridad y con misericordia, de acuerdo a sus pactos
hechos antiguamente.
(V) EZEQUIAS Y LA CAIDA DE ISRAEL
2 R. 16:19, 20.2 Cr. 28:26–31:21.

17:3–41.

18:1–7a, 9–12.

(Is. 14:24–16:14).
(28:1–29).
Tocamos ahora el reinado de uno de los reyes más piadosos y fuertes de Judá que, sin duda,
salvó a su reino del trágico destino que sobrevino a la nación hermana en el norte, Israel,
cuya caída corresponde con su reinado.
1. Principio del reinado de Ezequías
2 R. 16:19, 20. 2 Cr. 28:26–31:21.

18:1–7a.
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Es el cronista, con su gran interés en la religión y sus reformas, el que nos da el resumen más
completo del reinado de este hombre, que tomó como su tarea especial la renovación de los
ritos religiosos y la conversión del pueblo a Dios.
i. Ascensión de Ezequías como regente con Acaz su padre
2 R. 18:1, 2. 2 Cr. 29:1.
En el año 727 a. de J. C., que correspondía con el año tres del reinado de Oseas en el norte,
Ezequías empezó a compartir el trono con su padre Acaz. Teniendo veinticinco años de edad,
siguió en la autoridad durante veintinueve años.
ii. Muerte de Acaz, rey de Judá
2 R. 16:19, 20. 2 Cr. 28:26, 27.
Es probable que fue la vejez de su padre lo que trajo a Ezequias al trono; a lo menos en el
mismo año (727) Acaz murió, dejando solo sobre el trono a Ezequias su hijo.
iii. Buen carácter de Ezequias
2 R. 18:3–7a. 2 Cr. 29:2.
En este trozo se da la prueba de la rectitud de Ezequias, el que trajo sobre el país una reforma
más amplia que otro de sus antepasados. Además de quitar los altos, lugares de culto idólatra
e ilícito, sacó los bosques, santuarios de Astarte, y destrozó la serpiente de bronce hecha por
Moisés Núm. 21:5–9, cuya nota véase en el Tomo I, pág. 359), que, aunque había servido un
fin espiritual al principio, había degenerado en objeto de adoración, que había llegado a ser
llamada Nehustán, cosa de bronce, que era su nombre, sin significación especial (comp.
Keil). El testimonio que el escritor sagrado da tocante a Ezequías no es único, porque lo
mismo se dice respecto a Josías más tarde (23–25). Aquí destaca su gran fe en Dios (comp.
Keil).
iv. Otras reformas de Exequías
2 Cr. 29:3–31:21.
a. Limpiamiento y consagración del templo
2 Cr. 29:3–36.
Con su gran interés en las ceremonias del templo, el cronista da en mucho detalle la narración
de las reformas que puso en efecto Ezequias. Primero abrió las puertas del templo, las que
habían sido cerradas por Acaz (2 Cr. 28:24), y las reparó, iniciando de nuevo los servicios
del templo, instando al pueblo a la observación de la ley de Dios. Dirigió una arenga a los
sacerdotes y levitas, recordándoles la rebelión del pueblo en el pasado, con el castigo que por
ello había venido, señalándoles su decisión para servir a Dios, y haciéndoles recordar que
ellos habían sido escogidos por Dios para la sagrada obra del santuario (vs. 4–11). Los levitas
y sacerdotes, respondiendo a la petición del rey, se purificaron, y limpiaron la casa de Jehová
y la santificaron (sin duda de acuerdo al procedimiento establecido en la ley de Moisés), con
sus altares, sus muebles, sus instrumentos y utensilios, dando informe al rey luego de su
trabajo (vs. 12–19). El rey entonces procedió a los sacrificios de inauguración, reuniendo a
los adalides, sacrificando los animales, al son de instrumentos de música en manos de los
levitas, cánticos, y el holocausto principal, la multitud adorando afuera con el rey, todos
ofrendando al grado que los sacerdotes no podían dar abasto (vs. 20–36).
b. Celebración de una gran pascua
2 Cr. 30:1–27.
Después de inaugurar de nuevo los cultos del templo, Ezequías se propuso celebrar una gran
pascua, y con este fin mandó a invitar a la gente de Judá y de Israel, burlándose de sus
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heraldos los israelitas del norte (vs. 1–10), aunque algunos, menos nacionalistas, vinieron a
participar (v. 11), y muchos de Judá (v. 12). Habiéndose reunido el pueblo, fueron por la
ciudad quitando los altares ilícitos que quedaron, echándolos en el Cedrón, arroyo que fluía
cerca de Jerusalén (vs. 13, 14). Luego procedieron a celebrar la pascua, de acuerdo a la ley
de Moisés, santificando al pueblo, comiendo el cordero pascual, observando primero la fiesta
de los ázimos (vs. 15–22). Tan grande era el entusiasmo, que se propuso observar otros siete
días de fiesta (v. 23), a estilo de la inauguración del templo de Salomón (2 C. 7:8), aunque
en aquella ocasión la fiesta extraordinaria antecedió a la regular. Por los donativos hechos
por los príncipes al pueblo, pudieron extender los días de fiesta (vs. 24–27), de modo que no
hubo tal desde los días de Salomón.
c. Otras reformas
2 Cr. 31:1–21.
Saliendo el pueblo por todo Judá, con celo inconoclasta, rompieron ídolos y altares,
destruyendo los santuarios de Astarte, antes de volver a sus casas (v. 1). Ezequías también
organizó las órdenes de los sacerdotes y levitas, para que hicieran los servicios del templo,
incluyendo sacrificios y solemnidades (vs. 2, 3). Reformó la recolección de los diezmos y las
ofrendas (vs. 4, 5), con un aumento notable en la entrada financiera del templo (vs. 6, 7), de
modo que el rey, al inspeccionar los dones, dispuso la preparación de cámaras especiales en
el templo para guardarlos (vs. 8–11), nombrando ministros especiales para su cuidado (vs.
12–15a) que habían de ver por su repartición justa entre las familias sacerdotales y levíticas
(vs. 15b–19). Así, concluye el cronista, Ezequias se mostró recto y bueno, haciendo
justamente, iniciando de nuevo los cultos del templo de acuerdo a la ley, buscando a su Dios
de todo corazón (vs. 20, 21).
2. Profecías de Isaías en contra de las naciones extranjeras (727–22 a. de J.C.)
(Is. 14:24–16:14)
(28:1–29)
Estas profecías de Isaías en contra de las naciones, pronunciadas aproximadamente en esta
época, han sido tratadas ya ampliamente en los capítulos sobre la Profecía de Isaías.
3. Caída de Israel
2 R. 17:3–41
18:9–12.
El reino septentrional de Israel, sumido en pecado y en anarquía, se acerca a su fin. Habiendo
rechazado la voz de los profetas de Jehová, les espera sólo la destrucción.
i. Invasión de Salmanasar
2 R. 17:3.
El fin de Israel llegó cuando fue invadido por Salmanasar V, rey de Asiria en 727–722.
ii. Rebelión de Oseas y su caída
2 R. 17:4, 5. 2 R. 18:9, 10.
Oseas, sufriendo bajo el yugo asirio y el tributo que tenía que pagar, buscó alianza con el
faraón egipcio So (según Barnes, Sabaca [Xabak], rey de Egipto en 715–705, y regente
antes), suspendiendo el pago del dinero del tributo. Viendo esto Salmanasar, vino a Israel y
puso sitio a Samaría durante tres años (724–722), siendo la obra de subyugación terminada
por Sargón.
iii. Transportación del pueblo a Asiria
2 R. 17:6. 2 R. 18:11.
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Habiendo caído la ciudad, Sargón hizo transportar a los israelitas a Asiria, distribuyéndolos
en sus posesiones, de modo que el pueblo no se rebelase de nuevo contra él.
iv. Los pecados de Israel, motivo de su destrucción
2 R. 17:7–23. 2 R. 18:12.
Por haberse olvidado de la liberación de Egipto (v. 7), por haberse descarriado de los
mandamientos de Jehová (v. 8), tornándose a la idolatría (vs. 9–12), por no haber escuchado
la voz de los profetas (v. 13), endureciendo la cerviz, desechando el pacto, participando en
el culto falso (vs. 14–17), Jehová airóse con su pueblo y los desechó (v. 18). En esto, tampoco
estaba libre de culpa Judá (v. 19), por lo cual perdió a las provincias norteñas (v. 21), que
aun más pecaron hasta ser rechazados y transportados (vs. 22, 23).
v. Los nuevos habitantes de Israel
2 R. 17:24.
Para que la tierra no quedara desolada, el rey asirio trajo gente de las provincias que estaban
bajo su dominio, poniéndola en las ciudades de Israel.
vi. Inauguración de la religión samaritana
2 R. 17:25–41.
Tenemos en este pasaje la historia de la religión samaritana en sus orígenes, la que dio a los
judíos más tarde mucha molestia, y aún en la época de Jesús persistió como un elemento no
absorbido de la población de Palestina.
a. Plaga de los leones
2 R. 17:25, 26.
Habiendo quedado en parte la tierra sin pobladores, se multiplicaron los enemigos naturales
del hombre, plaga que el autor sagrado ve como efecto de su impiedad, en no dar gloria a
Jehová. Oportunamente se dio al rey asirio un informe sobre la calamidad que caía sobre el
pueblo a causa de su irreligiosidad, quien inmediatamente tomó medidas, que para su mente
pagana serían adecuadas, como se describe en el siguiente párrafo.
b. Envío de un sacerdote israelita a la tierra
2 R. 17:27–41.
Para responder a la emergencia religiosa que había venido en Palestina, el rey asirio mandó
un sacerdote israelita para que fuera a vivir allí, a fin de enseñar a los paganos que habitaban
la tierra las costumbres de la religión de Jehová. A pesar de los esfuerzos de éste, la gente
seguía adorando a los ídolos de su provincia, además de la religión del país, de modo que se
produjo el conflicto de que Temían a jehová, y honraban a sus dioses, actitud que ni agradaba
a Dios ni a los habitantes piadosos del reino de Ezequías en el sur.
Esta mezcla del paganismo con la religión de Jehová fue la base para la controversia que
persistió durante siglos entre los judíos en el sur y los que después llegaron a llamarse
“samaritanos,” empezando con el tiempo de Ezequias.
La gran crítica del autor sagrado fue que no temían a Jehová, ni hacían sus ordenanzas (v.
34), ni estaban incluídos en el pacto original que Jehová hizo con Moisés (vs. 35–40), sino
que siguieron con su religión bastarda (v. 41).
TABLA DE LA CRONOLOGIA DE LA HISTORIA HEBREA
(Desde la división del reino hasta la caída de Samaria) 931–722 a. de J.C.
931. Muerte de Salomón, y ascenso de Roboam al trono.
931. División del Reino.
931. Ascenso de Jeroboam I al trono de Israel Septentrional.
926. Invasión de Sisac a Judá, faraón de Egipto.
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914. Muerte de Roboam, y ascensión de Abías (Judá).


911. Muerte de Abías, y ascensión de Asa (Judá).
910. Muerte de Jeroboam, y ascensión de Nadab (Israel).
909. Muerte de Nadab, y ascensión de Baasa (Israel).
900. Invasión de Judá por Zera cusita.
886. Muerte de Baasa, y ascensión de Ela (Israel).
885. Muerte de Ela, y ascensión de Zimri (Israel).
885. Muerte de Zimri, y ascensión de Omri (Israel).
881. Fin de la guerra civil in Israel, y reinado solo de Omri.
874. Muerte de Omri, y ascensión de Acab (Israel).
871. Muerte de Asa, y ascensión de Josafat (Judá).
869. Principio del ministerio del profeta Elías (Israel).
860–25. Reinado de Salmanasar III en Asiria.
856–55. Guerra de Acab con Siria.
855. Batalla en Afec.
855–53. Paz entre Siria e Israel.
854–3. Batalla de Karkar (Asiria contra Israel y aliados).
853. Acab y la viña de Nabot.
852. Alianza de Josafat con Acab, y la guerra con Siria.
852. Muerte de Acab, y ascensión de Ocozías (Israel).
852. Rebelión de Moab contra Israel.
851. Invasión de Judá por los moabitas, los ammonitas, y los idumeos.
851. Muerte de Ocozías, y ascensión de Joram (Israel).
851. Fin del ministerio de Elías, y ungimiento de Eliseo.
851. Tentativa de Joram, rey de Israel, y Josafat para recobrar a Moab para Israel.
849. Correinado de Joram (en Judá) con Josafat su padre.
846. Muerte de Josafat y reinado solo de Joram (Judá).
846–5. Invasión de Judá por los filisteos y los árabes.
846–43. Guerra entre Israel y Siria y sitio de Samaria.
842. Muerte de Joram, y ascensión de Ocozías (Judá).
842. Muerte de Joram, y ascensión de Jehú (Israel).
842. Muerte de Ocozías, rey de Judá, y usurpación de Atalia.
842. Tributo por Jehú, rey de Israel, a Salmanasar, rey de Asiria.
836. Invasión de Israel por Hazael, y conquista del este.
836. Muerte de Atalia, y ascensión de Joás (Judá).
836–14. Profecía de Joel, profeta de Judá.
814. Muerte de Jehú, y ascensión de Joacaz (Israel).
814. Reparación del templo por Joás (Judá).
814–800. Invasión de Judá por los sirios.
800. Correinado de Joás con Joacaz (Israel).
799. Muerte de Joacaz, rey de Israel, y reinado solo de Joás.
799. Correinado de Amasías en Judá con su padre Joás.
797. Asesinato de Joás, rey de Judá, y ascensión de Amasías.
797. Campaña de Amasías contra Edom.
790. Correinado de Jeroboam con su padre Joás (Israel).
785. Vencimiento de Amasías (Judá) por Joás, rey de Israel.
785. Muerte de Joás, rey de Israel, y reinado solo de Jeroboam II.
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785. Correinado de Uzías con su padre Amasías (Judá).


785–71. Profecía de Jonás, profeta de Israel.
771. Asesinato de Amasías, y reinado solo de Uzías (Judá).
760. Profecía de Amós, profeta de Israel.
750. Lepra de Uzías, rey de Judá, y regencia de Joatam.
749–27. Profecía de Oseas, profeta de Israel.
749. Muerte de Jeroboam II, y ascensión de Zacarías (Israel).
748. Asesinato de Zacarías (Israel) por Sallum, y reinado de un mes.
748. Asesinato de Sallum, y ascensión de Menahén (Israel).
747. Primer año entero de Menahén (Israel).
742. Correinado de Acaz con Joatam su padre (Judá).
742–27. Actuación posterior de Oseas, profeta de Israel.
738. Pago de tributo a Teglatfalasar III por Menahén (Israel).
737. Muerte de Menahén, y ascensión de Pecaya (Israel).
735. Asesinato de Pecaya, y ascensión de Peca (Israel).
735. Principio del ministerio de Isaías.
735. Muerte de Uzías, rey de Judá.
734. Principio del ministerio de Miqueas, profeta de Judá.
734. Muerte de Joatam, y ascensión de Acaz como rey único (Judá).
734. Invasión de Judá por Siria e Israel.
734. Profecías de Isaías relacionadas con la guerra con Siria e Israel.
734. Acaz busca ayuda en Teglatfalasar.
734. Invasiones idumeas y filisteas.
732. Conquista de Damasco por Teglatfalasar.
732. Traslado al cautiverio de israelitas de los distritos septentrionales y orientales.
732. Introducción de la idolatría siríaca en Judá por Acaz.
730. Asesinato de Peca por Oseas (Israel), y ascensión de éste al trono.
730–701. La Profecía de Miqueas, profeta de Judá.
727. Correinado de Ezequías con Acaz su padre (Judá).
727. Muerte de Acaz.
727–22. Profecías de Isaías en contra de las naciones extranjeras.
727. Alianza de Oseas, rey de Israel, con So, faraón de Egipto.
724. Invasión de Israel por Salmanasar, y sitio de Samaria.
722. Caída de Samaria y de la nación de Israel septentrional.

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