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Sandra Sánchez
Desde el ama de casa que compra un producto hasta el científico que informa
sobre un reciente experimento todos debemos comprender y producir mensajes, pero
esta actividad comunicativa no se agota en los saberes lingüísticos. El usuario de una
lengua debe saber quién emite el mensaje, a quién va dirigido, cuál es su
intencionalidad, para qué se emite y finalmente comprender qué dice. Esta comprensión
depende de todo lo anterior y esencialmente del conocimiento del tema tratado, así como
del contexto de emisión del mensaje. Dicha comprensión exige una serie de
competencias que trascienden lo lingüístico a la vez que lo abarcan.
La reformulación del clásico esquema de la comunicación de Roman Jakobson,
que completa y explica Catherine Kerbrat-Orecchioni, plantea una nueva propuesta que
posibilita la comprensión del recorrido del circuito de comunicación.
Basándose en diversos autores, Kerbrat-Orecchioni fundamenta la necesidad de
reformular el esquema con el que la lingüística estructural trata el “problema del habla”,
es decir, del código único y monolítico y afirma: “la lengua es un mosaico de dialectos
(sociolectos e idiolectos)”.1
Este punto de vista permite a Kerbrat-Orecchioni no permanecer indiferente ante
la “disimetría entre producción y reconocimiento. (En efecto,) la falta de coincidencia
entre los sistemas de los enunciadores obliga a colocar en el centro de la teoría
lingüística fenómenos hasta ahora rechazados como `fallas´ (ruidos) de la
comunicación” (Fuch, LeGoffic, 1979, 133, citado por Kerbrat-Orecchioni, 1986: 23).
Propone entonces tener en cuenta, incluso para el caso más simple de comunicación, que
1
Sociolecto (dialecto): competencia de un subconjunto definido por criterios sociológicos
(geográficos) de la comunicación lingüística considerada y más específicamente: conjunto de rasgos que
lo caracterizan. Idiolecto: competencia lingüística de un sujeto individual, y más específicamente,
conjunto de rasgos idiosincráticos que lo caracterizan (Kerbrat-Orecchioni, 1986:11).
interactúan no un códico sino dos idiolectos. Y agrega: “el mensaje mismo se desdobla,
al menos en lo que concierne a su significado” (Kerbrat-Orecchioni, 1986: 23).
En esta reformulación se hace referencia tanto a las competencias del emisor como
a las del receptor, se trabaja con la comunicación como objeto de estudio y se atiende a
la producción y a la recepción de los discursos. Es decir, se trabaja con la comunicación
en acto, en proceso, teniendo en cuenta, como ya dijimos, al emisor y al receptor, a
saber:
Bibliografía
Bühler, K. (1950). Teoría del lenguaje. Madrid: Alianza.
Jakobson, R. (1984 [1960]). “Lingüística y poética”. En: Ensayos de lingüística
general. Barcelona: Ariel.
Halliday, M. (1982 [1978]). El lenguaje como semiótica social. México: FCE.
Kerbrat-Orecchioni, C. (1986). La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje.
Buenos Aires: Hachette.
Shannon, E. y W. Weaver (1949) The mathematical theory of communication.
Urbana: University of Illinois Press.