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Rocchi, Fernando

EL PÉNDULO DE LA RIQUEZA: LA ECONOMÍA


ARGENTINA EN EL PERÍODO 1880–1916
Crecimiento económico y exportaciones

DURANTE EL PERÍODO 1880–1916 LA ECONOMÍA ARGENTINA


CRECIÓ A UN NIVEL QUE LA CONVIRTIÓ EN LA PRINCIPAL
ECONOMÍA SUDAMERICANA

Ésta se multiplicó nueve veces en relación a 1880. Por otra parte, el


producto per cápita creció a un ritmo de un 3%. Estas cifras son
considerables teniendo en cuenta el lento crecimiento de la economía mundial
de entonces. A modo de ilustración, tengamos en cuenta que el crecimiento
del producto per cápita de nuestro país era levemente superior al
norteamericano y muy superior al de Gran Bretaña.

FUERON LAS EXPORTACIONES DE PRODUCTOS PRIMARIOS LA


FUENTE PRINCIPAL DE CRECIMIENTO. POR OTRA PARTE, LA
EXPORTACIÓN LANAR SUPERÓ TANTO A LOS DERIVADOS DEL
GANADO VACUNO COMO EL CUERO

La producción de cereales a fines del siglo XIX diversificó a las


exportaciones. A principios del siglo XX la carne refrigerada se convirtió en
una de las principales exportaciones.
El desarrollo de la economía exportadora argentina fue el
resultado del desarrollo del capitalismo a nivel mundial, que implicó un auge
de la industrialización.
Además del aumento del comercio mundial de bienes, se produjo
un desarrollo de la movilidad del trabajo (aumento de migraciones) y del
capital (aumento en las inversiones extranjeras).
El aumento de las inversiones extranjeras en la Argentina estuvo
impulsado por el aumento en la seguridad de su rentabilidad. Esto último se
veía favorecido por el fin de las guerras civiles, que habían caracterizado el
panorama político argentino desde la independencia. A modo de ejemplo del
panorama que se vivía durante las guerras civiles, vale la siguiente cita:
durante la fugaz paz que caracterizó a la presidencia de Rivadavia, el
gobierno nacional había accedido a préstamos aportados por capitales
ingleses.
Pero el desarrollo de las guerras entre los caudillos terminó
disolviendo al gobierno nacional, por lo que la deuda externa resultó
impagable, y los capitales extranjeros interrumpieron los préstamos. Recién a
partir de la integración del territorio argentino, y de su unidad política
materializada en la Constitución de 1853, los inversores extranjeros tuvieron
la confianza suficiente como para invertir en la Argentina.
La primera política del Estado para atraer inversiones fue la emisión
de bonos gubernamentales sobre los que se pagaba mayor interés que los que
se otorgaba en los bancos europeos. Dicha diferencia de rentabilidad
justificaba el interés por su compra. Los bonos estaban garantizados por los
ingresos del Estado.

EL MAYOR VOLUMEN DE INVERSIONES PROVENÍA DE GRAN


BRETAÑA. ESTAS INVERSIONES SE VOLCARON PRINCIPALMENTE
A LA CONSTRUCCIÓN DE FERROCARRILES. ESTAS TENÍAN UNA
RENTABILIDAD ASEGURADA POR UNA GARANTÍA APORTADA
POR EL ESTADO

Durante los años ´80 del siglo XIX, las líneas férreas se
multiplicaron: de 2000 kilómetros hacia principio de la década, se alcanzó
una longitud de 9000 kilómetros hacia fines de la misma. Esta red férrea
favoreció la explotación productiva de nuevas tierras.
Hacia 1916 las vías férreas alcanzaban una longitud de 34000
kilómetros. A partir de ese momento se produce un estancamiento en el
desarrollo ferroviario.
A pesar de que las inversiones británicas se canalizaron
principalmente hacia bonos del Estado y ferrocarriles, también se volcaron en
la compra de tierras, en el comercio, y en algunas industrias. Otros países que
desarrollaron inversiones en Argentina fueron Alemania, Bélgica e Italia. Los
capitales norteamericanos recién comenzaron a arribar a la Argentina hacia
principios del siglo XX. Sin embargo, hasta 1914 el grueso de las inversiones
eran británicas.

LAS PRINCIPALES INVERSIONES NORTEAMERICANAS SE


DEDICARON A LOS FRIGORÍFICOS. ESTA INDUSTRIA PERMITÍA EL
PROCESAMIENTO DE CARNE VACUNA CON DESTINO A LA
EXPORTACIÓN

El ganado en pie comenzó a exportarse a fines del siglo XIX. Pero


esta actividad languideció frente a la innovación que representaba el buque
frigorífico, que permitía exportar carne conservada. El principal destinatario
de esta producción era Gran Bretaña.
El nuevo perfil exportador de la ganadería argentina fue un impuso
para la mejora de razas. En efecto, el antiguo ganado criollo flaco fue
reemplazado por razas refinadas como la Shorton, que se importaba de Gran
Bretaña y se criaba en el país.
La transformación de la Argentina en una potencia exportadora de
cereales fue una consecuencia del ferrocarril. La misma extensión de las vías
férreas aumentó el área de cultivo, ya que las empresas ferroviarias vendían
las tierras que circundaban las vías a los colonos para que éstos la cultivasen.
La mayor parte de los colonos eran inmigrantes propietarios de las
tierras que cultivaban. Este proceso transformó a la Argentina de un país
importador a una potencia exportadora de granos. Por otra parte la
colonización de tierras también favoreció el desarrollo del mercado interno.

ESTE MODELO DE DESARROLLO ECONÓMICO CONVIRTIÓ A LA


ARGENTINA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX EN UN PAÍS
AGROEXPORTADOR CUYOS PRODUCTOS, POCO DIVERSIFICADOS
PERO DE ABUNDANTE VOLUMEN (CARNE, LANA, CEREALES), SE
DESTINABAN PRINCIPALMENTE A EUROPA

En 1910, Argentina se convierte en el tercer exportador mundial de


trigo, luego de EE.UU. y Rusia.
La economía pampeana
Los cambios producidos a nivel macroeconómico (como la
consolidación del modelo exportador) tuvieron un correlato en la esfera
microeconómica. En efecto, el desarrollo de las cosechas implicaba un
aumento en intensidad del trabajo agrícola, que condujo a que las familias de
colonos comiencen a emplear mano de obra de jornaleros.
Otro de los cambios fue el desarrollo de las estancias como unidad
económica para la producción de granos. La estancia desde el período
colonial fue una unidad dedicada a la producción ganadera. Con el desarrollo
de la producción cerealera, comienzan a surgir “estancias mixtas” dedicadas a
la producción cerealera y ganadera. Esta última también se ha transformado:
a partir de ahora la explotación tenía un carácter más empresarial, ya que se
trataba de producir primero ganado ovino y luego vacuno que, luego de
faenarse en frigoríficos locales, se lo exportaba.
La actividad de los estancieros en estas nuevas unidades era el
engorde de su ganado. Para hacer rentable esta actividad, contrataban
chacareros que explotaban una porción de la tierra para la producción de
cereales. Estos chacareros no eran propietarios de las tierras que cultivaban,
sino que las arrendaban. La ganancia la obtenían a partir de la venta de sus
cultivos. Si el contrato se hacía con un estanciero invernador, el chacarero se
comprometía a dejar la tierra cultivada con alfalfa. Esto hacía muy rentable la
explotación agropecuaria para el estanciero, ya que por un lado cobraba el
arriendo de la tierra, y por el otro obtenía la tierra alfalfada, lista para
engordar al ganado vacuno.
Los chacareros no tenían una ubicación fija: luego de cultivar la tierra
y dejarla preparada para el engorde, si el estanciero no deseaba renovarles el
contrato, debían desplazarse a otra parcela.
Si bien los chacareros no eran propietarios de las tierras que
trabajaban, sí eran pequeños capitalistas, ya que contrataban mano de obra de
peones (braceros).
La estructura social del campo era compleja, no existían
posiciones sociales muy fijas. A pesar de esto, podemos distinguir en el tope
de la jerarquía social a los invernadores. Sin embargo, éstos no eran lo únicos
propietarios de tierras: también estaban los criadores, que se encargaban de la
crianza de los terneros. Eran frecuentes los choques de intereses entre estos
dos sectores. Éstos se debían a los diferentes niveles que ocupaban en la
jerarquía de producción y comercialización en el campo pampeano.
Si por un lado los criadores estaban sometidos comercialmente a los
invernaderos, éstos últimos tenían relaciones directas con los frigoríficos, que
eran el principal lugar donde se concentraba la parte más rentable del negocio
de la carne, y con quienes podían negociar los precios al ser sus proveedores.
Durante buena parte del período de desarrollo exportador, no hubo
luchas sociales importantes en el campo. Esta relativa paz social se
interrumpe en 1912, cuando estalla el llamado Grito de Alcorta (llamado así
por la localidad santafecina donde se originó el conflicto).
El protagonista del desarrollo industrial fue la producción de
ciertos artículos de consumo. Esta industria creció debido a la protección
arancelaria y al aumento de la demanda agregada.

LA INDUSTRIA MANUFACTURERA COMIENZA A


DESARROLLARSE A PARTIR DE 1870 (CON LA APLICACIÓN DE
TARIFAS ADUANERAS). PERO RECIÉN EN 1890 SE OBSERVA EN
CIFRAS CIERTO CRECIMIENTO INDUSTRIAL. ESTE CRECIMIENTO
SE VIO MOTORIZADO POR UNA CRISIS FINANCIERA QUE
PRODUJO UNA DEVALUACIÓN DE LA MONEDA. ESTO PERMITIÓ
EL SURGIMIENTO DE GRANDES FÁBRICAS DEDICADAS A LA
PRODUCCIÓN DE BIENES DE CONSUMO: ALIMENTOS, BEBIDAS,
FERRETERÍA Y VESTIMENTA

El comienzo del siglo XX marca un despliegue mayor de crecimiento


industrial, debido a un nuevo aumento de la demanda, logrando en ciertos
casos una producción estandarizada gracias al empleo de maquinaria
moderna. Sin embargo, la industria manufacturera se encontró pronto con
límites a su crecimiento debido a las pequeñas dimensiones de su mercado.
El comercio y las finanzas
La actividad agropecuaria estaba inmersa en una compleja cadena de
intermediarios en la comercialización de sus productos. Todo el proceso de
comercialización de la producción agrícola implicaba un alto costo para el
productor. Realizada la cosecha, ésta debía rápidamente dirigirse al puerto
para ser exportada. Si no era vendida a tiempo, corría el riesgo de echarse a
perder, debido a la ausencia de elevadores de granos. La cosecha era cubierta
por bolsas que eran compradas a fábricas porteñas, que aprovechando su
situación oligopólica, establecían precios que complicaban la situación
financiera de los chacareros. El problema de los costos también la sufrían en
relación a los altos fletes que pagaban al transporte ferroviario y a las casas
exportadoras.
Otro problema era el financiamiento, ya que el otorgamiento de
créditos se basaba en la prenda hipotecaria, por lo que los productores que no
poseían tierra se veían en problemas. Durante los primeros años de la década
de los ´80, la principal actividad financiera corría por cuenta del Banco de la
Provincia de Buenos Aires, de propiedad estatal. Esta entidad se caracterizaba
por un criterio liberal a la hora de otorgar créditos. No exigía demasiadas
condiciones para acceder al crédito. Este criterio se veía apoyado por el
crecimiento económico del momento que favorecía la concesión de créditos.
En la actividad agropecuaria se destacaba el Banco Hipotecario que
brindaba un papel de intermediario en la cadena de crédito que tenía como
inversores finales a ahorristas ingleses. El banco utilizaba como instrumento
cédulas hipotecarias emitidas sobre la garantía ofrecida por la propiedad de la
tierra. Estas cédulas se negociaban en primer lugar en Buenos Ares, y luego
en Londres, donde gozaban de amplia aceptación por parte de los inversores,
debido al desarrollo de la economía argentina. Los problemas comenzaron a
partir de la devaluación de la moneda argentina. En efecto, la deuda estaba
contraída en moneda nacional, por lo que los inversores británicos terminaron
perdiendo dinero al producirse la devaluación de la moneda argentina. Pero,
al mismo tiempo, se derrumbó la oportunidad de emitir deuda en moneda
nacional para venderla al resto del mundo. A partir de entonces, esta emisión
se realizaría en pesos oro, que al ser equivalentes a la divisa extranjera, no
estaban sujetas a la oscilaciones en el valor de la moneda local.
Los inversores ingleses perdían dinero debido a que en la economía
argentina se empleaban dos monedas paralelamente. Los pesos papel
circulaban de acuerdo a la emisión local. Por otra parte, también se
empleaban pesos oro, cuyo valor variaba de acuerdo al panorama intencional
más estable.
Para establecer una relación estable entra las dos monedas, en
1881 se estableció un patrón bimetálico. Este patrón establecía que cada peso
emitido era respaldado en oro y plata. No obstante este sistema dependía del
nivel de reservas en metal que poseía el país. Esta delicada situación
sucumbió frente a una pequeña crisis en 1884, que obligó a volver a la
inconvertibilidad de la moneda nacional, impidiéndose su libre cambio en oro
debido a que el Estado carecía de reservas. Quienes se veían beneficiados de
esta relación inestable entre ambas monedas, eran los exportadores, quienes
obtenían sus ingresos en moneda extranjera, en tanto que sus costos eran en
pesos que se iban devaluando.
En 1887, el presidente Juárez Celman crea los bancos garantidos. De
acuerdo a esta iniciativa, cualquier banco podía emitir siempre que compre
bonos del Estado nacional, que funcionaban como respaldo a esa emisión.
A principios del siglo XX, debido al crecimiento económico,
volvió a aumentar la oferta de créditos. Es un período de crecimiento de los
bancos existentes y apertura de nuevos, gran parte de los cuales estaban
asociados a la corriente inmigratoria, como el Banco Español o el Banco de
Italia.
A pesar del crecimiento de la actividad bancaria que se observa en la
década de 1910, no existía aún en nuestro país un sistema bancario
interconectado: cada institución actuaba en forma independiente.
La principal demanda de créditos provenía del comercio. La
agricultura fue el sector menos beneficiado, ya que si bien el Banco de la
Provincia de Buenos Aires tenía como fin declarado el apoyo a la producción
agrícola, la ganadería fue la actividad que absorbió de hecho el mayor
volumen de créditos.
Durante la segunda presidencia de Roca, en 1899, se adopta una
nueva ley de convertibilidad, que fijaba la conversión entre pesos papel y
pesos oro. Esta ley se pone en práctica en 1901 cuando el país contaba con
las reservas suficientes.
La estabilidad monetaria favoreció el desarrollo del comercio.
Así, principios del siglo XX se consolidan las grandes tiendas. Éstas se
caracterizaban por un sistema de comercialización dividido por secciones:
calzado, juguetes, vestimenta femenina, vestimenta masculina, etc. Las
grandes tiendas no sólo se extendieron en Buenos Aires, fue una actividad
que se desarrolló también en varias ciudades provinciales.
Mercado interno y mercado nacional
La región pampeana fue la que mayor desarrollo económico
experimentó en el período que analizamos. La mayor parte de las economías
regionales dependían del crecimiento económico pampeano, en la medida en
que sus ingresos dependían del comercio con dicha región.

EL DESARROLLO DEL MERCADO EXTERNO (VÍA PRODUCCIÓN


AGROPECUARIA PAMPEANA) MOTORIZÓ EL CRECIMIENTO DEL
MERCADO INTERNO, YA QUE UNA PORCIÓN IMPORTANTE DE
DIVISAS QUE INGRESABA DE LAS EXPORTACIONES ERA
TRANSFERIDA A SECTORES NO RELACIONADOS CON LA
ACTIVIDAD AGROPECUARIA

A pesar de que la producción local abastecía una proporción


importante del mercado nacional, la mayor parte de éste se abastecía de
productos importados. Las zonas rurales, debido al crecimiento de la
agricultura, era el principal componente del mercado interno. Uno de sus
principales elementos eran los colonos santafecinos.
Este período se caracterizó también por un CRECIMIENTO EN LA
URBANIZACIÓN. Al mismo tiempo, este proceso fue un impulso al
desarrollo del mercado interno, ya que el aumento de la construcción
demandó productos a yeserías y herrerías. De este modo, la construcción se
convirtió en el eje de asentamiento de industrias en la ciudad.
En la constitución del mercado nacional, contribuyeron tanto el
Estado como la actividad privada: el Estado proveía el marco legal que
facilitaba la actividad de las empresas privadas.
Una de las principales decisiones del Estado que favorecieron el
establecimiento de un mercado nacional, fue la eliminación de las aduanas
internas que habían caracterizado a la era de los caudillos. Las aduanas
internas habían sido prohibidas con la Constitución de 1853. Pero aún
subsistían provincias que la implementaban. La Corte Suprema de Justicia
terminó resolviendo la cuestión al declarar anticonstitucional a la existencia
de esas aduanas. Sin embargo, aún en 1910 varias provincias continuaban
aplicando tarifas proteccionistas ilegalmente.
Las industrias del interior sufrieron un colapso a partir de la entrada
libre de importaciones y del desarrollo del ferrocarril, que permitía a las
mercancías porteñas acceder a los mercados regionales. Un caso típico de
este proceso fueron las curtimbres salteñas.
Las únicas barreras que encontraron las industrias porteñas a su
expansión comercial fueron la industria vitivinícola y la del azúcar, ambas
protegidas por el Estado.
A partir de la década de 1910 ya existe en Argentina un mercado
nacional, quedando fuera del mismo algunas regiones como ciertas zonas
patagónicas, que terminaron integrándose en las décadas siguientes.
La revolución del consumo
El desarrollo en el nivel de consumo que se produce en este
período, fue el resultado del aumento del número de habitantes y del ingreso
per cápita. La región pampeana fue el principal sostén de este proceso, debido
al nivel de demanda que significaba el crecimiento de sus ciudades.
La distinción de grupos sociales se torna complicada, debido a la
gran movilidad social de entonces. Fue un período de CRECIMIENTO DE
LA CLASE MEDIA. Este crecimiento fue el producto del desarrollo de
actividades secundarias y terciarias, y de un Estado capaz de hacer
inversiones públicas.
EL DESARROLLO DEL CONSUMO CONVIRTIÓ A LA
SOCIEDAD ARGENTINA EN UNA SOCIEDAD DE CONSUMO
MASIVO. Este proceso, que se acentúa en los primeros años del siglo XX, se
inicia en la década del ´80 con el aumento de la población.
Con el desarrollo de la sociedad de consumo, se produce una
mercantilización de la vida cultural. Así surgen empresas dedicadas a
organizar casamientos o velatorios. Surgen agencias de publicidad.
La masificación del consumo también produce una revolución en
la vestimenta. Así, aparece la moda que borra las diferencias sociales en las
costumbres de vestimenta.
Los vaivenes de la economía
Si bien la integración de la Argentina al mercado mundial fue el
principal impulso de su crecimiento a partir del auge exportador, también
implicó una mayor exposición a los vaivenes de la economía mundial.

LA PRIMER CRISIS MUNDIAL QUE TUVO IMPACTO EN LA


ECONOMÍA ARGENTINA SE PRODUJO EN 1866, AFECTANDO A LA
PRODUCCIÓN LANERA

En 1873 se produce una nueva crisis. Ésta se caracterizó como una


crisis en la balanza de pagos. Argentina había gozado en años anteriores de
créditos al gobierno, que impulsaron un crecimiento del mercado interno y de
la importaciones. Al producirse un aumento de importaciones superior al
nivel de exportaciones, se desencadena un déficit en la balanza de pagos. El
presidente Nicolás Avellaneda encara la salida de la crisis, manteniendo el
pago de la deuda externa. Esta decisión hizo célebre su frase: “sobre el
hambre y la sed de los argentinos”. Se trataba de lograr la confianza de los
inversores extranjeros con la esperanza de que con la superación de la crisis
vuelvan las inversiones extranjeras al país. Avellaneda decide una serie de
medidas para salir de la crisis, como un aumento de impuestos a las
importaciones y una reducción del gasto fiscal.

LA CRISIS ES SUPERADA A FINES DE LOS ´70, PERO UNA NUEVA


ASOMA EN 1884. ESTA CRISIS OBLIGÓ AL ESTADO, COMO VIMOS
ANTERIORMENTE, A ABANDONAR EL PATRÓN BIMETÁLICO
La salida de la crisis volvió aumentar el consumo y las
importaciones, produciéndose un nuevo déficit comercial. Este déficit se
compensó con nuevos créditos. Esta situación favoreció la llegada de
capitales británicos. La coyuntura de bonanza impulsó al gobierno de Juárez
Celman a desarrollar una política monetaria expansiva. De esta manera, hacia
fines de los ’80 surgen numerosos bancos sin respaldo gracia a la ya
mencionada ley de bancos garantidos. Este panorama de crecimiento ficticio
debido a la expansión de la moneda, favoreció el desarrollo de inversiones
especulativas, pero ésta no tardó en convertirse en un blanco de desconfianza
por parte del mercado de valores, y la economía terminó derrumbándose. Esta
crisis, la más profunda de la economía argentina hasta entonces, obligó al
público a refugiarse en el oro. El aumento de demanda en éste, dio como
resultado una devaluación gigantesca de la moneda nacional.
Este es el panorama económico de la famosa CRISIS DE 1890. Las
causas de ésta aún son discutidas. Algunos autores sostienen que la misma
fue el resultado de la crisis económica mundial. Estos autores subrayan la
importancia de la FRAGILIDAD DEL SECTOR EXTERNO: cuando los
inversores extranjeros tomaron conciencia de que las perspectivas de
crecimiento de la economía Argentina eran ficticias, comenzaron por retirar
sus inversiones, generando una crisis en la balanza de pagos. En cambio,
otros autores sostienen que la crisis tuvo causas más bien internas: su origen
radicaría en la política monetaria expansiva.
El presidente Pellegrini encara la crisis elevando las tarifas a la
importación, y renegociando el pago de la deuda externa. La caída en las
importaciones favoreció la recuperación de la balanza comercial.
UNA NUEVA CRISIS ESTALLA EN 1897. Uno de los factores que
la favorecieron fue el desarrollo de industrias impulsado por las altas tarifas
aduaneras. El aumento en el número de unidades fabriles en un mercado aún
insuficientemente desarrollado, produjo una superproducción de bienes que
no encontraban comprador, aumentando la competencia entre las empresas
por el mercado, y llevando a la quiebra a muchas de ellas. Sin embargo, el
sector exportador se mantuvo estable, lo que posibilitó que el pago de la
deuda externa renegociada.
A partir de 1902, el nivel de exportaciones previo permitió el
afianzamiento de la economía. Es cuando el país podía abastecerse de
industrias locales, permitiendo un ahorro de divisas.
Esta calma vuelve a interrumpirse en 1913, nuevamente debido a la
inestabilidad de la situación mundial. Sin embargo, a diferencia de las
situaciones anteriores, debido a que ahora el balance comercial previo a la
crisis era positivo, ya no fue necesario aplicar tarifas aduaneras para reducir
importaciones.
El Estado frente a la economía
Tradicionalmente se ha sostenido que en la economía que dominó
el auge exportador, el Estado estuvo ausente. Sin embargo, haciendo un
balance de lo expuesto hasta aquí, podemos afirmar que esto es falso. En
efecto, el Estado intervino para garantizar la rentabilidad de las inversiones
extranjeras.
También intervino en el sistema bancario. Ejemplos de esto son la
creación del Banco Provincia de Buenos Aires y del Banco Nación (por
medio de este último, el Estado intervenía en el mercado de bonos y en la
compra de divisas para superar desequilibrios coyunturales).
Otro frente de intervención estatal fue la POLÍTICA FISCAL. La
mayor parte de los ingresos del Fisco ingresaba a partir de los impuestos a las
importaciones. Esto protegió a la industria nacional. No obstante, muchos
empresarios locales también eran importadores de bienes finales. De modo
que los industriales desarrollaban en una misma empresa dos actividades: la
fabricación y la importación. Debido a esta situación, no existió en Argentina
un fuerte sector con intereses proteccionistas (ya que los mismos industriales
importaban artículos del exterior), como así tampoco existió un sector
claramente librecambista, debido a que una política claramente librecambista
hubiese perjudicado sus industrias, al aumentar la competencia de productos
extranjeros. De modo que los industriales argentinos prefirieron presionar
sobre determinadas tarifas dentro de los más de seis mil artículos clasificados
en el código de identificación de importaciones argentino.

EL NIVEL DE INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN LA ECONOMÍA


ARGENTINA TAMBIÉN SE VIO REFLEJADO EN EL HECHO DE QUE
SUS GASTOS SIEMPRE SUPERABAN SUS INGRESOS. EL DÉFICIT
FISCAL ERA CUBIERTO CON EMISIÓN DE DEUDA PÚBLICA
Todo esto muestra que el crecimiento basado en el auge de las
exportaciones fue sumamente heterogéneo. A pesar de que las exportaciones
hayan sido el motor principal de crecimiento, en este período se conforma un
mercado interno. Por otro lado, como acabamos de ver, la política económica
concilió cierta dosis de proteccionismo con librecambismo, aplicando tarifas
diferenciales a ciertos productos. Esta flexibilidad, que caracterizó sus logros
como así también sus limitaciones, fue un rasgo característico de la economía
argentina de entonces, que contrasta con las demás economías americanas del
período.

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