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Estudios Varios

Aranguren: Ética y Política


Aranguren: Ethics and Politics
Elías Díaz
Catedrático emérito de la Universidad
Autónoma de Madrid
elias.diaz@uam.es
Fecha de recepción: abril 2007
Fecha de aceptación: julio 2007

PALABRAS CLAVES: radical democracy; moral democracy; history of political thought


KEYWORDS: democracia radical; democracia moral; historia del pensamiento político

Abstract.: This essay analyses the ethical and political thought of the Spanish phi-
losopher José Luis L. Aranguren (1909-1996), by focusing specially on the writings he
produced in the 80ies. These, which had not been included in his complete works, have
been recently published thanks to Alfonso García Santesmases’ impulse. For the author
the sentence “democracy as moral” synthesises the core of Aranguren’s thought.
For Aranguren, the foundation of democracy lies in the notion of democracy as moral
understood as unlimited commitment and social responsibility.

Resumen.: El presente artículo aborda el pensamiento moral y político del


filósofo español José Luis L. Aranguren (1909-1996), centrándose especial-
mente en sus escritos de los años ochenta que no habían sido incluidos
en sus obras completas, y que han sido publicados recientemente gracias
a la iniciativa de Alfonso García Santesmases. Para el autor la sentencia
“la democracia como moral” resume el pensamiento aranguriano. Para
Aranguren el fundamento de la democracia es la democracia como moral,
entendida en el sentido de compromiso sin reserva, de responsabilidad
ante la sociedad.

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scribo estas páginas cuando han suyos de los años sesenta –especialmente
transcurrido ya diez años desde el Ética y Política, de 1963-, una vez más lo
fallecimiento del muy querido maes- resaltaba él mismo como paradigma en el
tro y amigo, el profesor y filósofo José Luis artículo de aquel título publicado en 1976:
L. Aranguren, aquel 17 de abril de 1996. Se
mantuvo activo vital e intelectualmente casi “Así, pues –dice- el fundamento de
hasta los que fueron sus últimos meses, la democracia es la democracia como
bien cumplidos en esa forma los ochenta moral. Moral, en tanto que compro-
miso sin reserva, responsabilización
y seis años de edad: había nacido (gémi-
plena. Y moral en tanto que instancia
nis) un 9 de junio de 1909. Siempre con un crítica permanente, actitud crítica
talante, vocablo este tan aranguniano, de siempre vigilante. Crítica de todo lo
carácter crítico, autocrítico, distante, infiel, establecido –añade- en tanto que
heterodoxo, libertario y democrático. En las establecido, lo mismo o casi lo mismo
nuevas (renovadas) reflexiones que van en si viene de la izquierda que si viene de
la derecha, porque lo establecido es lo
estas páginas sobre sus ideas éticas y po-
hecho ya y no lo moral, es decir, lo que
líticas, prolongando con esta ocasión otros está aún por hacer, lo que es, todavía,
anteriores escritos míos, incorporo asimis- una incumplida exigencia. Con lo cual
mo sin propósitos exhaustivos algunos va- ya vemos –concluye- que la moral que
liosos trabajos de buenos conocedores de ha de servir de base a la democracia,
aquél publicados en esta última década. en tanto que instancia crítica siempre
tras un régimen “ideal”, es asimismo
De manera muy especial he tenido también
utópica”3.
en cuenta para esta moderada revisión los
artículos de Aranguren, entre 1982 y 1991,
no incluidos en sus Obras Completas y que Concuerdo básicamente con tal propuesta
Antonio García Santesmases ha editado aranguriana, aún discrepando en esa ahí
muy recientemente1. excesiva casi indiferenciada equidistancia
suya entre “lo establecido” (en la historia o
La democracia como moral en el presente) ya lo sea tanto por la “de-
Al tratar, como me propongo hacer aquí, recha” como por la “izquierda”. Y, sobre
acerca de las ideas (y praxis) políticas de todo (de ahí deriva lo anterior), haciendo
José Luis L. Aranguren, recordaré que ya observar que “lo establecido”, “lo hecho
en otras de esas ocasiones anteriores las he ya” puede no perder su cualificación de
sintetizado –de acuerdo en efecto con sus “moral” por la mera razón de existir, de te-
mejores intérpretes- con esa expresión que ner presencia empírica y real. Hay y puede
fue tan propia y habitual suya: la “democra- haber una moral de lo (y en lo) establecido.
cia como moral”2. Con tal designación creo Me parece que hay o puede haber mayor
que se alude certeramente al fundamento conexión e interrelación de fondo, aunque
último, a la raíz misma de la democracia e, nunca absoluta reducción e identificación,
incluso, de la política sin más. Reenlazan- entre hechos y valores, entre lo positivo y lo
do de modo explícito con importantes libros moral, entre lo real y lo racional (si se me

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permiten aquí estas duales aproximaciones democracia política, con sus implicaciones
conceptuales). También entre las catego- sociales, económicas y culturales, entre
rías tan arangunianas de la moral como es- ellas consecuentemente la democracia ju-
tructura y la moral como contenido. rídica (Estado de Derecho) como garantía,
más o menos efectiva pero siempre nece-
En cualquier caso –volvamos a lo anterior- la saria, para tales objetivos.
democracia como moral: ésta, la coherente
moral, pero no cualquier contenido moral, Mi “tesis”, pues, es que en (el mejor) Aran-
es así fundamento y raíz de la democracia. guren la siempre reivindicada democracia
En consecuencia, esa concepción de la de- como moral se muestra en coherente co-
mocracia como moral proporcionaría pleno rrespondencia –es verdad que bastante
sentido –búsqueda de raíces- a una que más en unas etapas que en otras de su
bien podemos denominar asimismo como biografía –con la democracia política y la
democracia radical. También porque con- democracia jurídica, es decir con el Estado
sidero que es del todo necesario que en el social y democrático de Derecho. Sin des-
lenguaje político actual se supere de modo conocer ambigüedades, contradicciones e
definitivo la invadente reducción y distor- infidelidades en tal “programa”, aquello es
sión de esos términos –radical o radicales- lo que especialmente me interesa resaltar
como sinónimos sin más de extremismo o, en estas páginas. Con las condiciones de
peor aún, de violencia y terror. su propio talante personal (crítico, escép-
tico, cauteloso), su ética desde los años
Ninguna duda sobre las constantes preocu- sesenta en más auténtica aproximación a
paciones y aportaciones de Aranguren –lo Kant –como explica Pedro Cerezo-, va a
cual en modo alguno implica que no pue- configurarse también como una ética de la
dan y deban ser ellas debatidas- sobre esas autonomía de la conciencia personal y del
raíces y fundamentos de la democracia, so- ser humano como ser de fines. Desde ahí
bre la democracia como moral. Fundamen- enlazaba explícitamente con un concepto
to moral necesario para la democracia que de democracia participativa, como –suelo
para nada se convierte en dogmático “fun- decir yo- doble participación (en decisio-
damentalismo democrático”. Desde ahí lo nes y en resultados), no sólo formal sino
que yo ahora querría destacar con mayor real dirá también con frecuencia el propio
énfasis en estas páginas es que el filóso- Aranguren. Y también con las exigencias
fo de la ética (con ser ello decisivo) no se nucleares del Estado social y democrático
queda sólo en la afirmación de esas raíces de Derecho: imperio de la ley (y de la Cons-
(morales), no se conforma complaciente titución) como expresión de la voluntad po-
con la pureza de un abstracto “eticismo”, pular (autolegislación) y protección efectiva
sino que su democracia radical (e integral) de los derechos fundamentales exigibles y
también se configuraba y se contrastaba en exigidos por la conciencia moral personal
virtud de los desarrollos y de los productos y colectiva para la realización en cada si-
(frutos) derivados de tales raíces: es decir tuación social e histórica de esa dignidad

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humana, de esa consideración del ser hu- lo demás legítima de quien se autolimita
mano como ser de fines4. como tal al ocupar –de manera transitoria
o con alguna mayor permanencia- pues-
En esta indagación sobre las ideas políticas tos de cierta dirección en las instituciones
y sociales de José Luis L. Aranguren –quie- públicas, partidarias o estatales. Pero,
ro advertir enseguida- no se trata para nada como digo, eso no le conduciría jamás al
de “encasillar” su pensamiento o su acción “modelo” opuesto del intelectual apolítico,
dentro de una determinada etiqueta ideoló- convenientemente despreocupado de la
gica, menos aún de una singular adscrip- polis, de la ciudad, de su país y sus gen-
ción partidaria. Y ello tanto en términos ge- tes. Aranguren fue –en el viejo, nuestro,
nerales como en los relativos a la concreta lenguaje- un intelectual “comprometido”:
circunstancia española de esos años, en la ante todo, con su trabajo, su oficio, profe-
lucha contra el franquismo en sus últimas sor siempre bien atento al pensar ajeno,
fases y, después, en la construcción de la muy en contacto con la realidad suya y,
actual democracia. Es verdad que, como en especial, de los jóvenes; filósofo pre-
más le gusta verle a Javier Muguerza, Aran- ocupado por saber formular las preguntas
guren fue siempre un disidente. Era –así necesarias para mejor entender su tiem-
al menos lo recuerdo yo- evasivo, incluso po, pero también atreviéndose a sugerir y
escurridizo, inconformista. Pero su disiden- a debatir con moderadas esperanzas posi-
cia (utópica en el mejor sentido) no era en bles respuestas para aquellas, nunca fór-
modo alguno sinónimo de cualquier tipo de mulas mágicas o definitivas de solución,
cómoda indefinición, neutralismo o apoliti- sino propuestas morales para transformar
cismo en esa su filosofía (y su praxis) polí- –crítica y utopía- lo establecido5.
tica. Aranguren no fue nunca, por supues-
to, un intelectual “orgánico”, opción por Ello implica no desconocer las limitacio-
nes e imposiciones de la realidad. Así,
precisamente, en su muy significativo li-
bro de 1961 sobre la juventud europea de
Mi “tesis”, pues, es que en (el
entonces, Aranguren lleva a cabo un dete-
mejor) Aranguren la siempre nido análisis de los principales rasgos que,
reivindicada democracia como según indagaciones y encuestas sociológi-
moral se muestra en coherente cas de la época, realizadas en diferentes
correspondencia –es verdad que países, definen ya a aquélla –adelantando
rasgos que quizás también se reproduci-
bastante más en unas etapas que
rían hoy- como escéptica, apolítica, positi-
en otras de su biografía –con la va, conformista, instalada en el bienestar
democracia política y la democra- y en la contingencia. Pero ante esa fác-
cia jurídica, es decir con el Estado tica constatación, el contrapunto crítico
social y democrático de Derecho. marcado con cautela por él –pero que de
hecho ya estaba engendrándose en sus

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dimensiones de fondo en lo que luego, de sonal, en sus propias manos. Sí –advierte
manera dispar, sería como símbolo “mayo Aranguren-, pero la democracia tomada en
del 68” –se correspondía y se potenciaría ese sentido radical, requiere una gran fe
precisamente por una concepción de la que es, según hemos visto ya, lo que más
política y de “la democracia tomada –dice- le falta a la joven generación. Los jóvenes
en ese sentido radical”. En los artículos de están totalmente convencidos de su im-
los años ochenta Aranguren, hablando de potencia política”, apunta Aranguren con
esos dos modelos de juventud, lamentará implicaciones que –tanto en lo que tenía
que los jóvenes hippies de los sesenta, de descripción fáctica como en lo que aca-
más libertarios, progresistas y comunitarios baría emergiendo desde el fondo- tal vez
hayan venido a ser sustituidos por los yu- serían aún más actuales en estos últimos
ppies, ejecutivos agresivos, conservadores tiempos incluidos los comienzos del siglo
e individualistas, “intermediarios directos o XXI. Pero aquél concluía allí con su siem-
indirectos de las grandes multinacionales”. pre abierta propuesta utópica: “Por otra
parte, democracia es gobierno real por
Pero ya entonces, en aquellos años de su todo el pueblo. Una democracia meramen-
más explícita evolución hacia una ética te formal no es todavía una democracia,
pública (social e institucional), escribe así aún cuando lo parezca, si no ha estableci-
sobre tal propuesta utópica de democracia do, como punto de partida, una igualdad
radical y sobre el distanciamiento de ella de oportunidades para todos los que, de
supuestamente constatado también entre verdad, quieran aprovecharlas y, por ende,
aquella juventud: una democratización real de la enseñanza
y un sentimiento de la cosa pública como
“Todo lo cual significa que si bien los cosa de todos. Ahora bien –no dejaba de
jóvenes europeos no son partidarios recordarse allí-, ningún país occidental ha
de regímenes totalitarios, tampoco son alcanzado ese desideratum y algunos están
demócratas en el sentido pleno, en
todavía enormemente lejos de él”6.
el sentido fuerte de la palabra “de-
mocracia”. En efecto –sigue aquél-, la
democracia es gobierno por el pueblo: Este es el Aranguren que yo había conoci-
cada cual tiene que tomar sobre si, en do personalmente en el curso 1957-1958
la parte que le corresponda, la tarea como libre oyente de sus lecciones de Ética
del gobierno. Para la mayoría de los en la Facultad de Filosofía y Letras de la
ciudadanos esta parte consistirá en
Universidad de Madrid. Todavía conservo
votar nada más. Sí, pero también nada
menos. Es decir, sabiendo lo que se las notas y apuntes de sus clases de ese
vota, votar un programa concreto de año sobre “Ética anglosajona contemporá-
gobierno que el votante hace suyo, con nea” y, además, sobre “Problemas funda-
el que el votante se responsabiliza” (...) mentales de Ética” que enseguida serían
incorporadas a esa gran obra de 1958: la
“El hombre verdaderamente demócrata moral como estructura, la moral como con-
toma la suerte política, igual que la per- tenido, Aristóteles y Zubiri como esenciales

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inspiradores. Mi interés hacia él, antes con drileños”- dos de los grandes maestros
la lectura de todos sus otros libros, se reafir- de la Universidad española durante, bajo
mó allí –en sus clases y en su trato perso- y contra el régimen franquista; y también
nal- con carácter todavía más definitivo. Me después, en la construcción de la actual
lo había presentado Joaquín Ruiz-Giménez, democracia. Maestros en la dignificación
con quien algo antes había comenzado yo por ellos de la vida intelectual y académi-
a trabajar en su cátedra de Filosofía del ca, amigos que nos ayudaron a acercarnos
Derecho de la Universidad de Salamanca. a sus saberes e inteligencia, hombres que
En esta Universidad mi otro punto de refe- constituyeron ejemplo ético de ciudadanía
rencia o polo de atracción –permítanseme en su lucha contra la dictadura, contra to-
estas breves digresiones personales- era, dos los dogmatismos y las injustas discrimi-
y lo sería en los años siguientes cada vez naciones, por la libertad, la paz y la razón.
más, tanto en su faceta política como en Con no pocos rasgos comunes, personales
la intelectual, el profesor Enrique Tierno e intelectuales, otros disímiles –Aranguren
Galván. En aquellos cursos y seminarios cristiano, procedente del bando vencedor
de Aranguren fue, creo, donde conocí, en- en la guerra civil, más preocupado por la
tre otros, a los que desde entonces fueron ética, Tierno Galván agnóstico, compañero
también amigos como Javier Muguerza, de los vencidos, con mayor vocación políti-
Jesús Aguirre, Pedro Cerezo, Lucio García ca- pero siempre pendientes uno del otro,
Ortega, José Manteiga, Francisco Gracia.... mirándose de reojo, y con cierta compleja
Volviendo ahora a todo esto, cuando hace rivalidad (competitividad), alternando pro-
ya tiempo que no tenemos entre nosotros al tagonismo/antagonismo, convergentes sin
querido maestro, evoco de entonces y des- embargo en lo fundamental8.
pués tantos recuerdos, tantas conversacio-
nes y debates, tantas enseñanzas transmi- Pero no son, no pretenden ser, estas pági-
tidas por él sin engolamiento alguno, como nas mías de ahora una revisión o un resu-
sin querer, con aquel tono suave y amable men sistemático de la entera obra filosófica
escepticismo suyo. Para todo contábamos o de todos los aspectos o dimensiones de la
con Aranguren, incluso para disentir. Y así biografía intelectual de Aranguren. Dejo ya
hasta el final, hasta casi sus últimos mo- para otros esa necesaria tarea, tal vez para
mentos7. futuros y con mayor distanciamiento más
jóvenes estudiosos, siempre con apoyo
Su influencia, su huella, ha sido y es pro- desde luego en los trabajos ya publicados, y
funda y muy positiva en la España contem- aquí recordados, de otros valiosos filósofos
poránea. Puede decirse que para varias e interpretes. Estas reflexiones quieren ser
generaciones de estudiantes y de ciuda- únicamente una aproximación a todo ello,
danos, para muchos de nosotros y, desde a modo de notas de lectura, para la consi-
luego, para quien esto escribe, José Luis L. deración de algunos caracteres fundamen-
Aranguren y Enrique Tierno Galván fueron tales de su filosofía política (la democracia
-junto a otros y en otros ámbitos no “ma- como moral y la democracia radical) apro-

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vechando también la reciente disponibili- presente en él hasta el final. En esta visión
dad de nuevos estudios sobre él y de sus de conjunto me parece oportuno resaltar
Obras completas9. En esta perspectiva lo que, junto a textos más o menos intermi-
que más quiero aquí subrayar es que dicha tentes de los años setenta y ochenta -que
filosofía política adquiere su perfil más co- forman parte de libros como España: una
herente y definido a partir, con relevancia meditación política (1983), Ética de la fe-
muy básica, de su ya mencionado libro de licidad y otros lenguajes (1988) y, última-
1963, Ética y política. mente, La izquierda, el poder y otros ensa-
yos (2005)-, tal vez sea en su conferencia
Puede decirse, en efecto, que esa obra y de 1985 en el palacio del Congreso de los
esa fecha de 1963 expresan en su pensa- Diputados, a invitación de su entonces Pre-
miento, el paso desde una ética de carácter sidente el profesor Gregorio Peces Barba,
más individual y de raíz metafísica e, inclu- (La actitud ética y la actitud política),
so, religiosa a una ética con relevancia más donde de modo más coherente y ecuánime
social y política, sin dejar de ser nunca en se prolonga y sintetiza aquella filosofía que
él la ética una cuestión prioritaria e irrenun- se identifica en esta concepción, aquí des-
ciablemente personal. Ahí, en ese tiempo, tacada, de la democracia como moral base
incidiría asimismo la ya referida evolución y de la democracia política y de la democra-
más auténtica aproximación a Kant resal- cia jurídica (Estado de Derecho).
tada por Pedro Cerezo. En la biografía de
Aranguren se marcaría así la diferencia, sin Para avanzar y ahondar hoy debidamente
reduccionismos unilaterales, entre los años en el pensamiento de Aranguren, en su éti-
cincuenta (su Ética, de 1958) y los años ca, en su filosofía, en su êthos, en su talan-
sesenta en los que radicarían (de 1963 a te y, en definitiva, en su actitud teorética y
1973), muy significativamente, esta Ética y práctica en la España de todos estos difíci-
política, de 1963, pero también del mismo les y complicados tiempos, me parece ne-
año Implicaciones de la filosofía en la vida cesario completar estas notas mías con la
contemporánea y, después, Lo que sabe- lectura de –junto a los ya citados- algunos
mos de moral, de 1967, El marxismo como otros trabajos de esta última década sobre
moral, de 1968, y Moralidades de hoy y aquél, que me parecen de alto interés: así,
de mañana, de 1973. Sus posiciones, se el de Pedro Cerezo, Lecturas y contralec-
ha hecho notar, están realmente muy cer- turas del catolicismo (“Saber/leer”, núm.
canas por entonces a la socialdemocracia 83, Marzo 1995) y el de Javier Muguerza,
o, si se prefiere, al socialismo democrático. El viaje ético de Aranguren. El nacimiento
Después, en la experiencia americana ca- de la ética filosófica en España (“El País”,
liforniana, el perfil –me parece- es más li- 4 de Marzo de 1995); ambos son profun-
bertario, políticamente menos institucional, dos conocedores y autores de sugerentes
más atraído por la acción de los movimien- estudios sobre la obra y la personalidad del
tos sociales ante los nuevos problemas de común maestro. Y desde luego que, junto
la sociedad civil. Y ese dualismo estará ya a diferentes exposiciones y análisis de con-

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junto como, entre otros, los de José Luis en esa biografía personal e intelectual:
Abellán, Josep María Castellet, Alain Guy, dentro de ellas, hay –creo- base para diver-
José Carlos Mainer, Pedro Ribas, Thomas sificar en esta segunda parte de mi escrito
Mermall, Santos Juliá, Jordi Gracia o yo hasta mediados de los años sesenta y en la
mismo sobre el pensamiento contemporá- tercera ya desde entonces hasta el final.
neo en nuestro país, convendrá asimismo
tener en cuenta los más específicos libros José Luis L. Aranguren había nacido, ya se
de Enrique Bonete, Aranguren: la ética ha recordado aquí, en 1909 un nueve de
entre la religión y la política (1989) y de junio. Cumplía, pues, veintidós años cuan-
Feliciano Blázquez, José Luis L. Arangu- do llega la República en 1931 y termina
ren. Medio siglo de la Historia de España sus estudios de Licenciatura en Derecho
(1994). Todo este “material” servirá ahora, en la Universidad de Madrid; veintisiete
con mayores o menores discrepancias, años cuando se produce la sublevación mi-
para mejor comprender la actitud (crítica) litar en 1936 y concluye sus estudios de
del intelectual Aranguren sobre esa reali- Licenciatura en Filosofía y Letras en esa
dad (social) que es la política, así como so- misma Universidad; treinta años cuando en
bre las vías de su enjuiciamiento ético. Y en 1939 finaliza la guerra civil; treinta y seis ya
este análisis valdrían y serían, creo, de utili- cuando se da conocer con su primer libro
dad –evitando el aislamiento y la desconsi- publicado que lo será sobre Eugenio D’Ors
deración de nuestra filosofía- los oportunos en 1945, fecha cierre de la inicial etapa
parangones incluso con el último Rawls o el (1909-1945) de su biografía11.
último Habermas10.
La verdad es que sorprende –y no hay
La función moral del Estado. porqué ocultarlo- la escasa, prácticamen-
Ética de la aliedad y Estado de te nula participación ni presencia, casi ni
justicia siquiera inquietud, del Aranguren univer-
Con objeto de profundizar y especificar con sitario en los decisivos y graves aconteci-
alguna mayor precisión en esta caracteriza- mientos políticos, históricos, en la España
ción general de la filosofía política y ética de de todos esos años, tiempos además de
Aranguren, me parece necesario establecer muy alto protagonismo de la juventud de
aquí –en perspectiva diacrónica- una más uno u otro signo. En alguno de nuestros
concreta y detallada síntesis de la evolución encuentros y coloquios, recuerdo, me per-
que, dentro siempre de ese conjunto marco mití interrogarle públicamente sobre ello. Y
identificatorio, cabe diferenciar en aquella. también sorprende lo muy poco que, des-
Hubo cambios en él a lo largo del tiempo pués, el Aranguren maduro se cuestionó, o
pero con su propia coherencia interna: es simplemente, se explicó acerca de tan in-
decir, según sus palabras, ”no ser lo mismo hibitoria actitud. Se le ve siempre constru-
pero ser el mismo”. Señalo así, nunca con yéndose “refugios” (en los libros, en la vida
rígidos límites de fechas, ni acotamientos privada, en el fervor religioso sobre todo)
incomunicados, varias principales etapas como defensa frente a aquella realidad de

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con una fuerte intensidad de preocu-
la que se sentía ajeno, lejano. Evocando
paciones religiosas” (...) “Eso signifi-
aquellos tiempos juveniles, en la ya citada caron para mí los años de la guerra y
conversación de 1993 con Javier Muguerza los inmediatamente siguientes, años
a la demanda de éste “¿Carecía totalmente de recogimiento. Imagino que era
de inquietudes políticas?”, Aranguren con- mi manera de digerirla y de sobre-
testará: ponerme a ella”. Con todo no deja
de recordar Aranguren: “A pesar de
ello, siempre me he vanagloriado
“No me apasionaba la política, para de no haber contribuido a derramar
ser más exactos. Mi padre era un una sola gota de sangre de ningún
hombre de derechas, pero de tempe- compatriota”.
ramento liberal. No me escandalizó
excesivamente la Dictadura de Primo
de Rivera, pero tampoco a pesar de Como en tantos otros, el factor religioso
ser monárquico, la instauración de la fue determinante en el Aranguren de esos
República” (...) “Pero mis inquietudes años bélicos y posbélicos. Así lo manifes-
políticas no pasaban de ahí”. Cuando tará él insistentemente:
comienza la guerra civil “superado
–comenta- el estupor inicial” (Aran-
“Para mi también, aunque me duela,
guren, veintisiete años, se confiesa
fue la guerra civil un acontecimiento
mal informado o poco clarividente
decisivo: produjo en mí un fervor que
de lo que se venía encima), reaccio-
nunca más he vuelto a sentir con tal
na “con la convicción de que no me
intensidad. No precisamente fervor
podía identificar –dice- con ninguno
bélico, sino fervor religioso”12.
de los dos bandos. También en esto
mi actitud –añade- seguía siendo or-
Precisamente en esa estela espiritual inti-
teguiana. ¿Qué hizo Ortega, en efecto,
sino callar y marcharse del país?”. mista de Aranguren durante la guerra y la
postguerra, en esos años posteriores origen
Pero Aranguren de hecho estuvo en público de su itinerario intelectual (desde
(¿con?) el bando nacional: movilizado allí, 1945 a 1955, segunda etapa) fue así, en
vivió la guerra (conductor de ambulancia, efecto, el tema religioso no sólo “el más
pasivo soldado artillero, después enfermo abundante, reiterativo y característico” sino
en un hospital, finalmente en servicios también -apunta Pedro Cerezo- “la clave
auxiliares) como un lento tiempo de ais- inspiradora central de toda su obra. Para
lamiento, de lectura, de reflexión y “ensi- Aranguren -añade aquél-, la religión consti-
mismamiento” tuye, de forma positiva o defectiva, el suelo
más profundo y originario de la experiencia
(...) “La guerra, para mí, supuso una humana”. A lo largo de su vida volverán
especie de retiro espiritual, que se siempre las reflexiones constantes e inter-
prolongaría en la inmediata post- mitentes sobre religión, cristianismo y cato-
guerra” (...), largos tiempos en los
licismo. Pero, frente al dogmático y totalita-
cuales –señala- “se acentuaron mis
preocupaciones filosóficas, dobladas rio nacionalcatolicismo de la España de la
posguerra, se trataría en él siempre de una

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religiosidad vivida con una mayor profundi- profesores de la época. Tal vez habría que
dad y sensibilidad (ahí su lectura y escritos remarcar que en ese sentido la influencia
sobre San Juan de la Cruz), así como con fue también recíproca en relación con es-
un espíritu de apertura, de crítica y de con- tos y al propio tiempo, aunque sólo fuera
tenida heterodoxia. Eran actitudes que en como reactivo mutuo, entre ellos dos. Fue
su evolución posterior podrían adscribirse nombrado en 1955 y expulsado por el régi-
desde una perspectiva política (aunque no men franquista en 1965. A su vez son és-
fuese ese su directo interés) en el entorno tos los años, primera mitad de ese decisivo
del denominado catolicismo (cristianismo) biográfico decenio, que Javier Muguerza
progresista y liberal13. Junto a esas obras, registra con buenas razones como los del
un cierto despegue político se muestra ya “nacimiento de la ética filosófica en Espa-
asimismo en su artículo de 1953 sobre La ña”. Constata así éste:
evolución espiritual de los intelectuales
españoles en la emigración, reunido des- “Aunque en la obra de Unamuno,
pués con otros trabajos en su obra ex- Ortega o Zubiri no faltan, desde luego,
presiva de tal distanciamiento Crítica y preocupaciones de índole ética -a
estos nombres de Muguerza yo ahora
meditación (Madrid, Taurus, 1957).
añadiría, por lo menos, los de Julián
Besteiro o Fernando de los Ríos-, la
Con todo, ese paso más político sólo se ética no había sido expresamente
dará ya con total claridad (tercera y funda- tematizada en nuestra filosofía clásica
mental etapa) entre 1955 y 1965, fructífero reciente hasta que un seguidor de
tiempo como catedrático de Ética y Sociolo- todos ellos como José Luis Aranguren
comenzó a hacerlo a mediados de los
gía en la Universidad de Madrid. Junto con
cincuenta”14.
Tierno Galván, ya se ha señalado, fueron
dos de los (no únicos) intelectuales espa-
ñoles de mayor prestigio e influencia entre Sobre estas bases teóricas y en estas con-
los estudiantes universitarios y los jóvenes diciones inciden los escritos de ética social
y filosofía política que, potenciando esos
rasgos aperturistas e implicándose ya de
Ética y política, su libro inaugural y modo dispar en toda su obra posterior, sur-
más representativo de este tiempo gen con fuerza crítica en Aranguren al final
de mayor compromiso público de de los años cincuenta y, con mayor clari-
aquél, de más explícita preocu- dad y decisión, desde el comienzo mismo
de los sesenta. Es ésta, a mi juicio, la etapa
pación política y social, de más
fundamental en la que vendría a culminar
directo acercamiento a los sectores de modo coherente esa evolución anterior
y grupos de oposición democrá- de su pensamiento. Y creo que en esa evo-
tica a la dictadura, aparece en los lución de Aranguren influyó de manera de-
cisiva el contacto crítico diario con los poli-
primeros meses de 1963
tizados estudiantes de entonces. (Algo que

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–dejo anotado aquí- al quedar, fuera de la servar- más adelante habrá en algún modo
Universidad, le faltaría con resultados nega- de reaparecer en él, aunque con diferentes
tivos a, por ejemplo, Julián Marías). Como implicaciones y tal vez con más llamativa
ya señalé páginas atrás, Ética y política, su que prevalente o excluyente permanencia.
libro inaugural y más representativo de este Después, ya lo veremos, lo hará en forma,
tiempo de mayor compromiso público de no siempre muy equilibrada, de una mucho
aquél, de más explícita preocupación polí- mayor estima libertaria –“tentación ácrata”-
tica y social, de más directo acercamiento hacia los espacios pre, pos y parapolíticos
a los sectores y grupos de oposición demo- (y los movimientos sociales alternativos,
crática a la dictadura, aparece en los pri- pacifistas, feministas, ecologistas, etc.) que
meros meses de 1963. Sus precedentes, él hacia las con frecuencia denostadas insti-
mismo los recuerda en el Prólogo, estaban tuciones jurídicas y políticas de la demo-
ya en sus cursos y artículos desde 1960- cracia representativa. A ella aludiré poste-
1961; y también señala allí que “como re- riormente en una supuesta cuarta etapa
sumen del sentido final del presente libro –etapa californiana- de los años setenta.
puede ser considerado el librito Ética so- En relación con Ética y política, Feliciano
cial y función moral del Estado, número Blázquez subraya que “el libro enlaza di-
uno de la Colección de Conferencias del rectamente con el de Ética, pero cambia el
Ateneo de La Laguna”. En efecto, en esta acento, que se desplaza ahora, de la ética
ya antes recordada intervención y publica- individual a la reflexión política, no desde
ción -su titulo y su contenido no pueden la afiliación partidista -añade aquél-, sino
ser más expresivos- estaban ya adelanta- desde el distanciamiento del intelectual
das, incluso textualmente, las ideas bási- que no ha sentido jamás en su vida (son
cas de la que es, sin duda, su obra más palabras del propio Aranguren) la menor
“estatalista”, pero de un Estado que (frente apetencia política”. Reenvío aquí de nuevo
al de la dictadura imperante) habría de ser a lo antes bien señalado por Pedro Cerezo:
formal y realmente democrático. Son estas la mayor y más auténtica aproximación de
las posiciones que antes se han señalado Aranguren a Kant.
como, en efecto, muy próximas a la social-
democracia o, quizás mejor (en ese tiempo Como síntesis orientativa, no reduccionista,
se diferenciaba más), al socialismo demo- yo insistiría en que Ética y política, y los
crático. mejores trabajos concordantes con él, van
más en su pensamiento de esos años se-
Cercanía cronológica pero muy significati- senta en una dirección socialdemócrata o
vas diferencias, pues, con la fase y actitud socialista democrática: así, ética de la alie-
anterior de Aranguren (años cincuenta, se- dad, “intervencionismo ético del Estado”,
gunda etapa) que lo era todavía de menor democratización económico-social, Estado
aprecio hacia la reflexión propiamente polí- de Derecho como Estado de justicia, etc. A
tica. Había sido ésta una actitud de distan- diferencia de ello, en algunos de esos otros
ciamiento político que -puede hacerse ob- escritos suyos posteriores, años setenta,

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insuficiencia de esta ética y de este
parece condescenderse en mayor medi-
derecho para el buen ordenamiento
da, como digo, con la que es -escribe- “la social. La reacción natural contra su
tentación más propia del intelectual, y del constitutivo individualismo ha consis-
filósofo moderno”, la que él mismo califica tido en lo que suele llamarse –señala
como “la tentación ácrata”15. aquél- ética social. Pero por ética
social –añade- pueden y deben en-
tenderse dos cosas diferentes”: la ética
En efecto, en Ética y Política, obra cen-
de la alteridad y la ética de la aliedad.
tral suya, lo que de manera fundamental Aún diferenciándola de la moral
Aranguren se propone –en él era una nue- individualista, también “la moral de
va perspectiva- es resaltar el papel de la la alteridad pretende la moralización
política y, más aún, de su dimensión insti- de la sociedad desde lo ético-personal,
tucional, del Estado. Para ello, sus análisis fiándola puramente al sentido social
de los individuos”, aunque sean ya no
van a avanzar y profundizar en la correla-
aisladamente, individualmente, sino
ción entre los diversos “modos” de la ética organizados en grupos sociales.
moderna –por él caracterizados respectiva-
mente como ética individualista, ética de Por ello señala, de manera explícita el pro-
la alteridad, ética de la aliedad- y las posi- pio Aranguren:
bles/reales formas del Estado actual: éstas,
a veces no sin ciertas contradicciones (cfr. “Hasta aquí no se trata más que de
por ejemplo, p. 141 y 195), se vienen a di- una eticidad negativa o restrictiva
ferenciar según su menor o mayor grado de por parte del Estado”. Ante ello y
sus deficiencias, continúa aquél:
“intervencionismo” a la hora de configurar
“la justicia como virtud o actitud
(incluso moralmente) la sociedad. Estarían personal, el derecho como estable-
ahí, en esa graduación de menor a mayor cimiento de relaciones restrictivas
presencia y con terminología en ocasiones formales y, en una palabra, una
imprecisa, el Estado liberal abstencionista, ética de la pura alteridad, aunque
el Estado de Derecho, el Welfare State, el supongan un progreso frente a la
moral individualista tampoco bastan
Estado totalitario y lo que Aranguren pro-
(...) Desembocamos así –remarca-
pone finalmente como utopía, el Estado de rá con decisión- en el plano de la
justicia que básicamente se acercaría – aliedad, que es el plano de las estruc-
creo- al por mi denominado desde aquellos turas sociales objetivas y en el de la
mismos tiempos como Estado democrático exigencia de una eticidad positiva y
de Derecho. no meramente restrictiva o negativa
por parte del Estado”.
Señalaba así Aranguren hablando de la éti-
ca de la individualidad: Tras la ya mencionada aproximación a
Kant, algunos han podido ver aquí en
“La experiencia histórica del liberalis- Aranguren un eco, siempre democrático,
mo económico y de un capitalismo sin también de la hegeliana Sittlichkeit, más
trabas ha mostrado –dice- la radical allá de la insuficiente Moralität. Pero es

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y espíritu de solidaridad, con “amor al
verdad que aquél no simpatizaba mucho
lejano”, como diría Nietzsche, por un
con Hegel. futuro mejor, que él personalmente, tal
vez no llegue a alcanzar”.
Con todo, paso progresivo del alter (ética
de la alteridad) al alius (ética de la aliedad) Rechazados esos dos modelos fácticos en-
en cuanto asimismo proceso de mayor tonces realmente existentes, el comunismo
“cobertura” ética y política en intervención totalitario y el capitalista Estado del bien-
tanto cualitativa como cuantitativa. Pero estar (hoy ya sólo nos quedaría, incluso
esa mayor intervención estatal institucional sacralizado pero desigualmente degrada-
–advertía con plena razón nuestro maes- do, éste), lo que Aranguren va a proponer
tro- esa ética de la aliedad a lo que estaba como utopía es un denominado por él Es-
dando lugar, a lo que de hecho estaba con- tado de justicia que:
duciendo en ese tiempo, era a dos formas
“el viejo Estado de Derecho –leemos-
rechazables (por diferentes razones y, des- sin dejar de seguir siéndolo, tendrá
de luego, con muy diferente intensidad) de que constituirse en Estado de justicia,
lo que denomina “institucionalización téc- que justamente para hacer posible
nica de lo moral: el Estado totalitario comu- el acceso de todos los ciudadanos al
nista, que es –dice- la institucionalización bien común material, a la democracia
real y a la libertad, -subraya aquél-
total, sin residuo alguno, de lo ético; y el
tendrá que organizar la producción
Welfare State o Sociedad del bienestar, que y tendrá que organizar también la
es la institucionalización de lo ético-social”. democracia y la libertad. La tendencia
Sobre este, entre otras críticas, apuntaba actual –dice- al socialismo en el plano
Aranguren: económico, cualquiera que sean el
grado cuantitativo y el carácter estati-
“El Welfare State o Estado de bienestar ficado o no de este socialismo –señala
no es totalitario, puesto que no preten- Aranguren-, parece estar inscrita en
de absorber la vida entera, ni se impo- la realidad misma. En cualquier caso,
ne por la coacción y la violencia. Es en el motor no puede ser –no debe ser- el
cambio manipulador del ciudadano al interés capitalista determinado a dar
que, como contrapartida de su someti- la primacía a los bienes suntuarios de
miento a la manipulación, le garantiza consumo para conseguir así, como un
el bienestar, la abundancia y el bien- subproducto ético, el bienestar ma-
estar” (esa garantia –pág. 298- no con terial de todos, sino la organización,
carácter universal, habría siempre que inspirada en una auténtica voluntad
recordar). Añade así aquél desde su de justicia, de dar a cada uno lo suyo,
perspectiva: “El mayor inconveniente de la democratización económico-so-
del Welfare State es el aflojamiento de cial. Asimismo la atención preferente a
la tensión moral. El modelo del “con- los servicios públicos sobre el egoísmo
sumidor satisfecho” –aquí Aranguren del arbitrario consumo privado, y el
cita expresamente a Tierno Galván- es intervencionismo ético del Estado
más materialista que el modelo mar- son indispensables”. Conclusión, por
xista del “proletario revolucionario”, ya tanto, de Aranguren en esa utopía de
que este ha de luchar, con generosidad un Estado de Derecho como Estado de

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justicia y como nuevo humanismo: “La
implantación. Hablaré algo más sobre ello,
moralización social ha de efectuarse a
la vez, por modo personal y por modo como ya indiqué, en la tercera parte de
institucional. Renunciar a la función estas páginas.
ético-personal en la moralidad social
sería desconocer que la ética entera En aquellos viejos tiempos, años sesenta, me
es primariamente personal, que los ocupé yo por extenso y en detalle de esas y
actos y las virtudes, los deberes y los
otras obras políticas (de teoría y filosofía po-
sentimientos morales, la conciencia
y la responsabilidad conciernen a las lítica) de Aranguren, destacando algunas de
únicas personas realmente existentes estas ideas y propuestas que me parecían
que son las individuales. Pero –ad- fundamentales para un necesario desarrollo
vierte aquél- las personas individuales posterior: así –varios de estos trabajos míos ya
son impotentes frente al Leviatán del han sido mencionados aquí-, en mi artículo
Estado y frente a los poderosos grupos
de 1963 Ética social en el pensamiento de
de presión que están tras él; y por eso
la moralidad ha de inscribirse, institu- Aranguren y, sobre todo, en los libros Estado
cionalizándola hasta donde se pueda, de Derecho y sociedad democrática (Edito-
en la estructura misma del aparato rial Cuadernos para el Diálogo, 1966) y Notas
político-social”.16 para una historia del pensamiento español
actual (en la misma casa editora, en 1974).
Hay, como vemos, en Aranguren en esos A ellos reenvío para testificar y “textificar” con
primeros años sesenta, de manera expo- mayor amplitud sobre estas abreviadas ano-
nencial en esta su obra Ética y Política, taciones descriptivas y prescriptivas que hago
de 1963 (de ahí que me haya detenido ahora. Y también me permitiría recordar que
con mayor amplitud en algunos de sus en mi libro mucho más reciente -y muy rela-
textos), pero también en otros trabajos de cionado con estos temas- Ética contra polí-
esos momentos, un mayor reconocimien- tica. Los intelectuales y el poder (Centro de
to, pues, de la función de la política y, Estudios Constitucionales, 1990), el apartado
como digo, de la política institucional: es II, 3 sobre “El nuevo pacto social, instituciones
decir del Estado y de su función incluso políticas y movimientos sociales”, se dedicaba
moral, en aproximación a los mejores pos- precisamente a argumentar y a propugnar la
tulados del socialismo democrático. Esa no incompatibilidad, al contrario la necesaria
actitud ética y ese reconocimiento políti- y fructífera complementariedad, la homoge-
co, es verdad, van a estar ya siempre pre- neización crítica, de esas dos dimensiones de
sentes en él, a pesar de la prevalencia de la realidad política y, correlativamente, de esas
alguna posterior delectación suya en esa dos posiciones reconocidas allí como socialde-
que califica como “tentación ácrata” del mócratas y libertarias.
intelectual. De ahí sus, a veces extralimi-
tadas, críticas al modelo institucional de la La tentación ácrata. El intelectual
democracia política, incluso –como era el y el político
caso de España después de 1975– cuan- Resultará evidente para el lector que es por es-
do aquélla todavía estaba en vías de inicial tas vías de dinámica coordinación, y creo que

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no sin buenas razones, por las que en definiti- Madrid) y no sé si con mayor claridad has-
va yo preferiría llevar e interpretar -a pesar de ta 1982 con el triunfo electoral del partido
todo- al mejor Aranguren para esa tarea inaca- socialista. Antonio García Santesmases,
bable que exige la construcción y la, siempre en interpretación sugerente y a tomar en
abierta, reconstrucción de la democracia. Él, necesaria consideración, ve más bien al
hasta el final, también lo dirá expresamente Aranguren de esos años –entre América y
así -ya lo veremos- aunque reconozcamos España- como cercano a la “nueva izquier-
que congraciándose asimismo, en excesi- da” de tanto auge en aquellos tiempos –el
vas ocasiones, con esa reiterada proclividad 68 como símbolo- en Europa pero asimis-
ácrata, connatural a su talante inconformista, mo de manera muy especial precisamen-
crítico, de un trasfondo radical con frecuencia te en los “campus” de las Universidades
escéptico, suspicaz, receloso y desencantado: californianas: ahí estaría la influencia de
“amarguren”, le motejaba la derecha cínica Marcuse, a quien Aranguren trató allí per-
y/o hedomista en aquellos tiempos del fran- sonalmente y, al parecer, con buena quími-
quismo. ca entre ambos17.

Pero, como digo, habría también –me pare- Queda campo abierto para la relectura y re-
ce- un Aranguren más cercano a ese talan- interpretación contextual de los numerosos
te personal y político de carácter libertario artículos (algunos de ellos ya reunidos en li-
en el tiempo posterior a su expulsión de la bros) que Aranguren publicó por entonces.
Universidad Complutense, en 1965: años De manera muy principal el ya mencionado
como profesor en varias Universidades (en nota) al inicio de estas páginas. Allí, en
norteamericanas (especialmente en Santa su penetrante presentación, Antonio García
Bárbara, California, como profesor perma- Santesmases resalta esa constante tensión
nente de 1969 a 1977), aunque siguiera aranguniana entre la democracia estable-
pasando también largas temporadas en cida y la democracia moral, entre utopía
nuestro país. Estos años californianos nos y realidad, entre los nuevos movimientos
mostrarían –dentro siempre de aquel ge- sociales (pacifistas, ecologistas, feministas,
neral contexto democrático- un Aranguren etc) y las instituciones jurídico-políticas, en
más utópico, más libertario, permítaseme definitiva entre ética y política. Sin pres-
esta calificación, menos institucional, más cindir de ninguna de las dos dimensiones
volcado a algunos de los problemas de la “Aranguren oscilaba” –puntualiza aquél-
sociedad civil (juventud, erotismo, feminis- aunque siempre reivindicando la crítica
mo, comunicación, etc.) mucho más críti- ética y “una moderada pero firme desiden-
co con la sociedad política. Es una cuarta cia”. Bien desde perspectivas más flexible-
etapa que, creo, puede diferenciarse en su mente libertarias o bien más cercanas a
biografía desde esos años finales de los se- esa “nueva izquierda” –pero ésta era más
senta, después de 1965 en cualquier caso, marxista y él no lo era-, por lo demás tam-
hasta finales de los setenta (repuesto en bién con relaciones problemáticas entre
1976 en su cátedra de la Universidad de ambas, lo que en cualquier caso hay –creo-

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jamiento, o mejor dicho, la evolución
en aquél en ese tiempo californiano (que
de Aranguren, al no volver a plantear
se prolonga a los inicios consensuales de la el tema de la ética de la aliedad que
transición y la Constitución) es una actitud posibilita un Estado de Justicia”.
de amplio desapego hacia la política, y en
especial hacia la política institucional, par- El buen, recordado, maestro contesta allí
tidos políticos, Parlamento etc.18 mismo (en el Epílogo) de manera -creo- no
muy convincente, aduciendo que no hay
Me parece con todo ello que no anda “olvido” de la ética de la aliedad sino sólo
desacertado Enrique Bonete –aunque postergación en su tratamiento por consi-
haya en él algún desajuste de fechas y derarlo un tema “más jurídico y ético ad-
de implicaciones- cuando, a propósito ministrativo (en la más amplia acepción del
de estas mencionadas evoluciones de término <<administración>>) que estricta-
Aranguren, señala que en los escritos mente ético”19. Pero ello en cualquier caso
últimos de índole socio-política de aquél -haría observar yo- sería explícita muestra
de esa su mayor despreocupación libertaria
“queda -dice- olvidado el programa por la institucionalización de la democracia
de la ética de la aliedad defendido en (degradada por él esa ética a mera admi-
Ética y política (1963) y se vuelve de nistración) o de sus menores exigencias,
alguna manera a la consideración más
autoexigencias, de rigor en este campo de
personal de la ética” (...), o sea “el ale-
investigación.

Hay, como vemos, en Aranguren Consciente (¡como no!), de la situación, el


fiel, no acrítico, discípulo que es Javier Mu-
en esos primeros años sesenta, de
guerza invoca allí mismo pero elevándolo a
manera exponencial en esta su categoría un muy legítimo derecho a la infi-
obra Ética y Política, de 1963 (de delidad20: “Mas aún -escribe aquél-, el pro-
ahí que me haya detenido con pio Aranguren ha jugado a veces a minimi-
mayor amplitud en algunos de zar esa coherencia, mostrándose dispuesto
a asumir sus contradicciones y hasta de-
sus textos), pero también en otros
clarándose <<infiel>> a si mismo”21. No
trabajos de esos momentos, un obstante, enseguida destaca, y concuerdo
mayor reconocimiento, pues, de la plenamente con él, “la fidelidad básica de
función de la política y, como digo, Aranguren a una serie de posiciones e inclu-
de la política institucional: es decir so una perseverante tenacidad en la adhe-
sión que les prodiga”. Recordemos: no ser
del Estado y de su función inclu-
(siempre necesariamente) lo mismo, pero,
so moral, en aproximación a los a pesar de todo, seguir siendo el mismo.
mejores postulados del socialismo Fidelidad (o lealtad) básica -por resumirlo
democrático con las palabras que en momentos todavía
no muy lejanos y muy emotivos (polémica

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sobre el terrorismo de Estado) tuvo que vol- No voy a demorarme mucho aquí, en esta
ver a recordar nuestro común maestro- en “tan animosamente juvenil” etapa de Aran-
su “pasión por la libertad” y en su “afán de guren (a la búsqueda quizás de una ju-
luchar en defensa de los derechos huma- ventud no vivida en aquella negra España
nos”. Sólo en circunstancias de tan intere- guerracivilista), ni tampoco sobre sus hipo-
sada confusión y tan malévola perversión téticas caídas en esa mencionada “tenta-
como las que se estaban viviendo en esos ción ácrata”. Reconozco por lo demás que
tiempos (1995-1996) de acoso total desde posiblemente los auténticos anarquistas
la derecha al agotado gobierno socialista, nos corregirían con razón a los dos por el
pudo encontrar eco y acogida la absurda abuso de esta terminología. Quizás todo ha-
pero cruel idea de que el ácrata-libertario bría quedado para aquél en un cierto culto
Aranguren, el ácido crítico de las institucio- a la contracultura de la época o en una fácil
nes, fuera a venir a sus ochenta y seis años empatía con la entonces “gauche divine”.
a querer culminar su vida intelectual y su Pero, bajo uno u otro rótulo, podrían y de-
esforzada tarea ética de siempre nada me- berían -creo- suscitarse algunas reservas y
nos que con la defensa y justificación de la formularse algunas críticas (el problema es
trama terrorista de los GAL. Como mínimo, sobre todo de tan rotunda insistencia) en
algo grave tuvo que fallar en la comunica- cuanto a la desproporción en ese tiempo
ción -fácil de salvarse con adecuado cono- de sus, incluso justificados, reproches a las
cimiento y buena fe- en tiempos tan faná- instituciones jurídico-políticas de la demo-
tica y “científicamente” comunicadores22. cracia representativa -hasta la complacen-
Dije entonces y lo subrayo ahora que si cia y deleite en sus reprobaciones- compa-
Aranguren -que me perdone- no aprobaba rada con la mayor comprensión, lenidad o
al Estado ni cuando lo hacía bien, mucho mucho menor severidad mostrada -a veces
menos iba a hacerlo cuando se le acusa- muy poco mostrada- ante otras instancias y
ba (al Estado) de hacerlo mal. Y de que el otros muy fuertes poderes sociales, econó-
terror, la violencia, el terrorismo de unos u micos, mediáticos, etc.24.
otros es, para Aranguren, un mal, un gran
mal, de eso -que hay mil testimonios escri-
Estos años californianos nos mos-
tos suyos- no me queda la menor duda. Por
trarían –dentro siempre de aquel
cierto que (aún a riesgo, seguro, de autoci-
general contexto democrático- un
tarme en exceso) no renuncio a poner en
Aranguren más utópico, más li-
relación algunas de las reacciones frente
bertario, permítaseme esta califi-
a Aranguren que, a propósito de esa polé-
cación, menos institucional, más
mica, denunciaba Javier Muguerza en su
volcado a algunos de los problemas
artículo Un retrato moral de nuestra socie-
de la sociedad civil (juventud,
dad (“El País”, 20 de agosto de 1995), con
erotismo, feminismo, comunica-
las que no hace mucho se manifestaron en
ción, etc.) mucho más crítico con la
Italia en ocasión formalmente similar frente
sociedad política.
a Norberto Bobbio 23.

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pronto una pura actitud intelectual
Es verdad –como recalca siempre Aran-
meramente testimonial, en tanto que
guren- que el poder derechiza, que la iz- critica del poder establecido, como
quierda se desliza en mayor o menor me- quiera que se denomine; es decir, ética
dida hacia la derecha (o al centro derecha) versus realismo político. Y la dere-
cuando deja de ser oposición y llega al cha –concluye Aranguren desde esa
gobierno. Pero creo que, con demasiada casi indiferenciada óptica- quedará
reducida a puro vestigio verbal, eco
frecuencia, aquél exagera en ese proceso
nostálgico y, entre nosotros, eso sí,
y tiende a relativizar en exceso la distancia, estentóreamente vigilante”.
la diferencia, que aún con esas implicacio-
nes sigue existiendo en todos los órdenes Pero esa derecha “puro vestigio verbal” se
(cultural, civil, político, social, económico) hizo real y no mero “eco nostálgico” con la
entre aquellas dos genéricas alternativas. victoria electoral del partido popular el 3
Desde ahí, pienso que Aranguren en sus de marzo de 1996, pocas semanas antes
críticas a esa izquierda moderada propen- del fallecimiento de nuestro filósofo. Du-
de, a su vez, a minimizar u olvidarse de rante ocho años, hasta 2004, hemos po-
los riesgos y los efectos de esa derecha en dido volver a comprobar que, tampoco en
nuestro tiempo realmente existente, dere- política y en democracia, no todo es igual
cha no raramente fundamentalista, reac- ni la diferencia es sólo formal25.
cionaria y ultraconservadora: todo ello en él
a pesar paradójicamente de su constante Pero bien sé –volviendo al tema de fon-
negativa referencia global al poder imperial do- que resaltar, en sus juicios, la tan ta-
norteamericano. Escribía así aquél en 1990 jante contraposición que establece entre
precisamente en un extenso artículo sobre la democracia “realmente existente” y la
“Moral española de la democracia (1976- “democracia como utopía” implica y exige
1990)”: siempre en Aranguren el firme propósito
de avanzar en profundidad, removiendo
“La crisis ideológica del marxismo, tanto dimensiones personales como so-
primero, el aburguesamiento del ciales, hacia la efectiva realización de la
proletariado al que ya hemos hecho democracia como moral. Y esto es lo que,
referencia, a continuación, la pér-
de manera preferente, a su vez me intere-
dida de vigencia del socialismo en
Occidente, después, y finalmente el saba resaltar también a mí. En la ética y en
derrumbamiento del llamado socia- la democracia, cada una en sus interrela-
lismo real han determinado –señala cionados ámbitos, es donde se pone y se
Aranguren- una sola política posible, debe poner en juego, en participación, el
política que, dándose bonne conscien- mayor número y la mejor calidad (raciona-
ce, se llama a sí misma de izquierda,
lidad) de autonomía personal, la mayor y
que gobierna como si fuera de derecha
y que, con una u otra denominación, mejor libertad. Es decir, democracia par-
ocupa todo el espectro político. Y como ticipativa y deliberativa. Por eso también
consecuencia, la que, fiel a sí misma, la democracia es el sistema político más
sigue considerándose izquierda, será ético, más justo, más cercano a la ética

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(a las decisiones morales autónomas) y Es decir, no pasivo conformismo con una
a la justicia de la igual libertad real para democracia (participación) política que
todos. olvide o minimice la importancia de la de-
mocracia (participación) económica, social
Este es -creo- el trasfondo de lo que, junto y cultural. Interrelacionadas, pues, partici-
a reminiscencias de esa fase anterior y del pación en las decisiones y participación en
propio talante aranguniano, va a mostrarse los resultados. Doble participación en con-
con mayor coherencia en él en estos años sonancia, otra vez, con la que he denomi-
finales -concuerdo con Antonio García San- nado en estas páginas democracia radical
tesmases- tras la experiencia del frustrado (e integral).
golpe de Estado de 1981 y, como digo, la
llegada de los socialistas al gobierno de Es- Esa imprescindible concepción utópica de
paña en octubre de 1982. En esa diferente la democracia como moral (utopía siempre
situación escribía así Aranguren en 1980 como crítica de lo establecido), con fuertes
volviendo -es sintomático- a su obra de exigencias de “democratización a todos los
1963, resumiendo y reasumiendo el sen- niveles”, no le hace ahora olvidar –querría
tido de fondo de ésta que vengo aquí con- resaltarlo para estos sus últimos años- los
siderando como su potencialmente mejor condicionantes de la realidad, de la política
propuesta: real, de la tensión entre ética y política, así
como la importancia de las instituciones
“En el libro anteriormente citado ya, de la democracia fortalecidas por su efi-
Ética y política, establecí una tipolo- caz protección en el ordenamiento jurídico
gía de los modos de relación entre la (Estado de Derecho). Escribe así Arangu-
moral y la política, y distinguía allí las
ren en 1986:
concepciones cínico-realista, trágica
y dramática, a las cuales he agregado
posteriormente la concepción utópica, “Pero una política cabal tiene que ser,
referida directamente a la democracia a la vez, ideológica, es decir, ética, y
como moral. Entiendo así la democra- pragmática, o sea, operativa, agible,
cia -sigue aquél- antes que como una realizable” (las cursivas son del propio
forma política concreta, como la tarea, Aranguren). Concordaba allí, recuer-
infinita, de democratización de la do, con el fondo de dos postulados
sociedad, de compromiso con ella, de míos en relación con problemas polí-
engagement total, según la expresión ticos concretos del país en esos años:
de Sartre, de democratización a todos yo los enunciaba como “no hacer de la
los niveles, el estrictamente político, necesidad virtud” y “hacer posible lo
por supuesto, pero también el eco- necesario”.
nómico e industrial -que, advierte
Aranguren, se encuentra ahora en un
impasse-, el de la democracia cultu- Es decir, exigencia de no hacer pasar sin
ral y el de la democratización de la más como ético lo que, se decía, era im-
vida y los comportamientos sociales y posible no hacer en tal situación fáctica;
familiares etc.”. y de intentar hacer lo que se debía hacer,

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Sostiene y apoya la tensión, que puede
lo justo26. En consonancia con ello está su
ser fecunda, entre la una y la otra” (las
aproximación (siempre con tensión) entre cursivas son siempre del propio Aran-
ética y política: guren). Pero -añade- tampoco “creo en
la fusión de ética y política, el idealismo
“La verdad –señala Aranguren- es que, político” (...) “Personalmente –concluye
nada político de vocación yo mismo, me Aranguren- yo prefiero la fórmula de la
esfuerzo siempre, lejos de cualquier eti- tensión viva y operante entre la política
cismo, por tratar de comprender la reali- y la ética, el diálogo siempre difícil y con
dad desde el punto de vista del político y, frecuencia crispado, entre los intelec-
no sólo, conforme a mi dedicación, en su tuales y el poder”27.
perspectiva ética”.
Pero en esta final etapa de Aranguren que
Así, pues, ni unilateral eticismo aislado de la estoy aquí diferenciando (1982-1996) qui-
realidad, pero tampoco simple pragmatismo zás la muestra más explícita y simbólica, por
político fuera y exento de toda crítica moral. la circunstancia de tiempo y de lugar, sea
Precisaba así polémicamente aquél: la mencionada conferencia de 1985 en la
sede del Congreso de los Diputados sobre
“No, yo no creo, como ha afirmado Joa- precisamente La actitud ética y la actitud
quín Leguina, que el intelectual man- política, donde aquél clarificaba aún más,
tenga que hay necesariamente contra- con cuidada mesura y ponderación, acerca
dicción entre la política y la ética. No.
de tan compleja y polémica relación. Bueno
será, creo, ilustrar el final de estas notas mías
con las propias palabras de aquél. Decía allí,
Tensión, pues, constante entre entre otras cosas de alto interés, el profesor
ética y política pero, a su vez, no Aranguren tras referirse al “tipo ideal del
fusión (confusión) que llevaría a la hombre intelectual” y al “tipo ideal del homo
reducción (negación) de una por politicus”, así como a las weberianas ética de
otra: es decir al fundamentalismo la convicción y ética de la responsabilidad:
ético o al dogmatismo pragmático.
La utopía, la moral, no es algo in- “La tendencia ética y la tendencia
móvil y ahistórico: puede siempre política se nos manifiestan siempre en
tensión y, con frecuencia, en contra-
avanzar en términos de justicia, dicción. Y, sin embargo -puntualiza-,
libertad, igualdad, solidaridad, es un imperativo el de la conjunción de
humana dignidad. Y en lugar de la ética <<y>> la política”. Y añade: “De
forzosa, irremediable, contradic- cuanto llevamos dicho se desprende que
ción, sería pues más bien inestable, el difícil -y necesario- equilibrio entre la
bipolar, conjunción y complemen- actitud ética y la actitud política se pier-
de tan pronto como se absolutizan una u
tariedad en, a mi juicio, el mejor otra. La función del intelectual es crítica
pensamiento político y ético de y utópica. El político debe estar atento a
Aranguren. la primera y sensible a la segunda, que,

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si tiene noble madera de estadista, acep-
“El hombre intelectual es parcial; el po-
tará en tanto que orientación o <<idea lítico también. Una vía de corrección de
regulativa>>. Pero, evidentemente -ad- la tendencia a la sobreinstitucionaliza-
vierte también Aranguren-, gobernar ción es -dice, y concuerdo- la comple-
es cosa diferente de criticar o de soñar. mentariedad de los partidos políticos por
Mas el hombre político, al obstinarse los movimientos alternativos, los cuales,
en realizar el tipo puro del <<animal por su parte -advierte bien aquél-, de
político>>, rompería, por el otro lado, ninguna manera pueden desempeñar
por el lado reduccionista, el estado de por entero, y relevándoles, la función de
equilibrio, la inestable conjunción de la aquellos”.
ética <<y>> la política en el gobierno
de la sociedad humana”.
Y lo que yo dejaría aquí como resolución final
Tensión, pues, constante entre ética y po- de un Aranguren, digamos, a la vez utópico e
lítica pero, a su vez, no fusión (confusión) institucional:
que llevaría a la reducción (negación) de
una por otra: es decir al fundamentalismo “Este equilibrio –puntualiza aquél- pue-
ético o al dogmatismo pragmático. La uto- de, hasta cierto punto, institucionalizarse
pía, la moral, no es algo inmóvil y ahistó- o, cuando menos, ser protegido por la vía
de la institucionalización. La instancia
rico: puede siempre avanzar en términos
intermedia fundamental -dice- es, a este
de justicia, libertad, igualdad, solidaridad, respecto, el Derecho, y el respeto al Dere-
humana dignidad. Y en lugar de forzosa, cho, la juridicidad. En el plano estricta-
irremediable, contradicción, sería pues mente político -concluye-, el Estado de
más bien inestable, bipolar, conjunción y Derecho, el Estado democrático”28.
complementariedad en, a mi juicio, el me-
jor pensamiento político y ético de Aran- Queda –a mi juicio- muy en primer plano cual
guren. era, en el espacio público, ayer y hoy (pero
en España, con la gran fortuna (y virtud) para
Estas conclusiones siempre abiertas nuestros días, de muy diferentes regímenes
y flexibles conducen, por lo tanto, de políticos), la fidelidad básica a mantener y
modo directo y coherente, a potenciar la por la que luchar: la democracia, el Estado
rehabilitación, articulación y reinserción de Derecho, la ética, la utopía, la igualdad,
(no acríticas) de la política y de las ins- la libertad.... Así se expresa, no sin altibajos
tituciones (Parlamento, partidos, jueces, escépticos, tentaciones ácratas, viejos desen-
Estado) en esa concepción utópica de la cantos, críticas a los nuevos encantamientos
democracia como moral. La democracia (tecnocráticos y estéticos), el pensamiento éti-
no es sólo cuestión política pero sin de- co y político de José Luis L. Aranguren: desde
mocracia política, y sin instituciones que aquella su obra, de 1963 frente a la dictadura,
la sostengan y la hagan funcionar, no hay hasta sus últimas reflexiones de mayor com-
democracia de ningún tipo, ni utópica, plejidad, años ochenta y noventa, ese es su
ni moral, ni radical. Señala Aranguren legado, para una profundización presente y
en ese mismo contexto: futura, ética y utópica, de la democracia.

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N o t a s
1
José Luis L. Aranguren, La izquierda, el trabajo de Pedro Cerezo, El giro kantiano en
poder y otros ensayos, edición y presentación la Ética de J. L. Aranguren, en el número 15
de Antonio García Santesmases, Madrid, Trotta, de “Isegoria” (1997) citado antes en la nota
2005. Reyes Mate en su muy bien orientado 2. Señala allí aquél en esa perspectiva: “El
artículo comentario a este libro (Recordando a Kant de la segunda época de Aranguren nada
Aranguren, “El País”, 11 de febrero de 2006) tiene que ver, a mi juicio, con el que había sido
destaca, junto a otros rasgos fundamentales criticado desde los supuestos de la metafísica
de su filosofía ética, como la crítica de aquél de Zubiri”. A diferencia de la Ética, de 1958,
a la política derivaba siempre de una idea de se manifiesta una nueva actitud moral en ese
la democracia que no se reducía –dice- “a Aranguren de los años sesenta: “Para tan vasto
unas meras reglas del juego sino que era empeño –subraya Cerezo-, Kant podía brindar
una moral”. Me parece del todo oportuno y una guía de orientación. ¿Qué debe entenderse
necesario tener esto siempre –y especialmente en ese contexto por moralización? Ante todo,
hoy- muy presente: detrás de la democracia la autentificación de la conducta moral,
procedimental, para su fortalecimiento, está la asumiéndola por modo reflexivo y racional”.
democracia como moral, es decir los valores Y recogerá después entre otros textos de ese
éticos consecuentes con aquella. Aranguren el que mejor explicita el imperativo
kantiano: “el respeto al valor moral de la
2
Así se titulaba mi artículo, -inicial versión de persona, a la dignidad del otro” (pp. 141 y
éste de ahora- publicado tras su muerte en la 142). Para la relación de esa democracia como
revista “Sistema”, núm. 134, septiembre 1996; moral con la democracia política y jurídica
y también en el volumen Adiós a Aranguren, (Estado social y democrático de Derecho)
a él dedicado, en “Isegoria. Revista de filosofía puede verse el cap. III (“Razón de Estado y
moral y política”, núm. 15, marzo 1997: se razones del Estado”) de mi libro Un itinerario
reunían allí excelentes trabajos de numerosos intelectual. De filosofía jurídica y política,
discípulos y amigos sobre su persona y su Madrid, Biblioteca Nueva, 2003.
obra, muchos de los cuales aparecerán
asimismo aquí a lo largo de estas páginas.
5
Estas cuestiones, la tensión entre el
intelectual y la política, el sentido de la utopía
3
Democracia como moral, “El País”, 12 de como apertura crítica al futuro, por ello la
agosto 1976; reunido, junto a otros artículos de irrenunciable confianza –a pesar de todo- en
ese tiempo (entre 1976 y 1978) en su libro La los jóvenes, son constantes en toda su obra y
democracia establecida. Una crítica intelectual, están también presentes en sus últimos años:
Madrid, Taurus, 1979 (Obras completas, cfr., por ejemplo, pp. 88, 97, 106, 136, 138 de
preparadas por Feliciano Blázquez, Madrid, la recopilación de sus artículos citada aquí en
Ed. Trotta, 6 vols., 1994-1996; ese texto en la nota 1.
el vol. 5, p. 396): las cursivas son todas del
propio Aranguren. Cfr. en relación con ello, la
6
José Luis L. Aranguren, La juventud europea
Conversación con José Luis L. Aranguren: Del y otros ensayos, Barcelona, Editorial Seix-
aprendizaje al magisterio de la insumisión, Barral, 1961: aquí, en concreto, pp. 28-29
(las cursivas son del propio Aranguren);
por Javier Muguerza, en el mencionado
hubo de ella una traducción italiana (Brescia,
número de “Isegoria”, p. 88; esta extensa e
Morcelliana) muy a finales de 1962. Sobre
intensa conversación con el principal de sus
este grupo de trabajos y sobre su precursora
discípulos aporta muy valiosa documentación y
conferencia el 9 de enero de 1962 en el Ateneo
profunda reflexión sobre su biografía personal
de la Laguna (Tenerife), texto editado allí en
e intelectual.
ese mismo año (Ética social y función moral
4
Imprescindible para esa aproximación a del Estado), escribí yo e hice llegar enseguida
Kant, el muy bien construido y argumentado a su autor un extenso comentario descriptivo

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y crítico, Ética social en el pensamiento de negra época, me permitiría reenviar a mi
Aranguren, aparecido algo después en la libro Pensamiento español en la era de
“Revista de Estudios Políticos”, Madrid, núm. Franco (1939-1975), última edición, Ed.
127, enero-febrero de 1963, pp. 200-221. En Tecnos, Madrid, 1992 (la primera con título
el arranque mismo (p. 200) de este escrito mío, parcialmente diferente apareció en la Editorial
hacía ya observar respecto de esa evolución de Cuadernos para el Diálogo en 1974).
suya: “Los ensayos aquí considerados –diez También a buena parte de las obras de José
en total-, publicados separadamente por L. Abellán: entre ellas, por ejemplo, La cultura
vez primera entre 1957 y 1962, pueden en España. Ensayo para un diagnóstico
verse –al igual que otros escritos suyos de la (Madrid, Edicusa, 1971) y El pensamiento
misma época y de la misma línea- como una español: de Séneca a Zubiri, (Madrid, UNED,
especie de puente entre la Ética, de 1958, y 1977). Sobre Tierno Galván, puede verse
la Ética y Política, de próxima publicación: el número doble, monográfico, de la revista
la importancia del punto de vista social y “Sistema”, 71-72, junio de 1986, publicado
político –concluía- ha ido incrementándose inmediatamente después de su fallecimiento;
constantemente en la obra del profesor y también, el libro de Raúl Morodo, Tierno
Aranguren”. En la Prefazione a dicha Galván y otros precursores políticos, Madrid,
traducción italiana de aquella su obra, escribía Ediciones El País, 1987; mi contribución
en ese sentido Aranguren (p. 4): “Come ha en aquel número de “Sistema”, revisada y
sottolineato con sagacia un giovane critico ampliada, se publicó después en mi libro Ética
spagnolo, questa opera, come libro, é la prima contra política. Los intelectuales y el poder
espressione di alcuni miei determinati interessi (Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
intellettuali“ (...): en concreto ”Etica sociale” y 1990), donde asimismo hay frecuentes
“Etica e Politica”. En la afectuosa dedicatoria referencias a Aranguren. Una muestra de esos
manuscrita del ejemplar de ella que me envió recelos y rivalidades, personales y discipulares
muy pronto Aranguren me identificaba ya (y de “grupo” político-intelectual), entre
nominatim (¡gran satisfacción!) como aquél Aranguren y Tierno Galván puede localizarse,
(entonces) “giovane critico spagnolo”. En sus por ejemplo, en las págs. 43-45 (apenas
Memorias y esperanzas españolas (Madrid, crípticas) de la obra del primero, Memorias y
Taurus, 1969, p. 128) vuelve a recordar que esperanzas españolas; yo, estimando a ambos,
esa obra suya de 1961 “ha sido –dice- el procuraba liberarme de las no siempre buenas
primer libro de esta nueva etapa”. implicaciones de ello. Véanse, con todo, los dos
7
Además de los testimonios comprendidos interesantes artículos sobre Tierno Galván que
en ese citado número de “Isegoria”, reenvío van en el libro de Aranguren antes citado en la
ahora al muy emotivo e ilustrativo relato de nota primera.
aquellos sus últimos meses de vida en el 9
Por muy pocos meses no pudo ver el profesor
artículo de su hijo, el profesor Eduardo López- Aranguren (fallecido –ya he recordado- el 17
Aranguren, Acerca de José Luis L. Aranguren, de abril de 1996) los seis volúmenes de la
publicado en “El País”, 8 de junio de 1996, muy cuidada edición de sus Obras Completas,
justamente en la víspera del que habría sido
preparada –ya se indicó antes- por Feliciano
su ochenta y siete cumpleaños. Y también
Blázquez y publicada desde 1994 por Editorial
un buen “mosaico de prensa”, de los días
Trotta, de Madrid. Y tampoco pudimos ya
inmediatos a su fallecimiento, seguida de
tenerle físicamente entre nosotros en la lectura
otras intervenciones de gentes muy cercanas
y debate de una tesis doctoral, de la cual fui
al cristiano heterodoxo y en homenaje suyo,
director y a la que aquél tan generosamente
recogidas en la Memoria académica 1995-96
había ayudado en sus últimos tiempos: la
del “Instituto Fe y Secularidad” de Madrid, pp.
de Cristina Hermida del Llano, Filosofía
169-192.
moral y filosofía jurídico-política de J. L. L.
8
Para situar el pensamiento de ambos Aranguren, el 18 de junio de 1996, ante una
intelectuales en el contexto de aquella Comisión formada por los profesores Luis

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García San Miguel, José Luis Abellán, Javier ocultar: así se prueba en las cuatro páginas,
Muguerza, Liborio Hierro y Feliciano Blázquez. casi triviales, que –se supone-, revolviendo
todas las viejas historias y todos los viejos
10
Pensé en su momento en ello –y por eso lo
papeles, fue en definitiva lo que logró reunir
dejo apuntado aquí- tras leer el muy valioso
y achacarle el panfleto titulado Los nuevos
trabajo de Fernando Vallespín, Diálogo entre
liberales. Florilegio de un ideario político,
gigantes: Rawls y Habermas, “Claves de razón
anónimo, sin pie de imprenta, ni fecha (pero
práctica”, 55, septiembre 1995, pp. 48-55.
1966) que según todos los indicios publicó
11
Véanse para no pocos pasajes de estas el Ministerio de Información del Régimen de
páginas sus Memorias y esperanzas Franco, a la sazón dirigido por Manuel Fraga
españolas. A pesar del título, Aranguren Iribarne: en él se arremete asimismo, con
advierte de que este libro suyo no son sin más textos de la época, recordándoles su pasado
unas memorias (mira al futuro tanto o más franquista, contra Dionisio Ridruejo, Pedro
que al pasado), ni tampoco una autobiografía Laín Entralgo, Santiago Montero Díaz, José
personal: “lo que voy a hacer –señala- es Antonio Maravall Casesnoves y Antonio Tovar
tratar de descubrir el sentido que he querido Llorente. Tampoco va mucho más allá lo que,
dar a mi acción intelectual” (pp. 13 y 14); lo sin citarle nominalmente, le reprochaba mucho
que quiero –insiste- es “levantar acta de mi tiempo después Javier Marías en El artículo
modesta contribución a la auténtica acción más iluso (yo le pondría otro calificativo menos
intelectual española de la postguerra” (p. 16): ilusionante) en “El País”, 26 de junio de 1999,
y, yendo más allá de lo subjetivo, individual, artículo que dio lugar a réplicas, contestaciones
subraya que “no era mi propósito escribir una y precisiones de otros estudiosos de
autobiografía, sino presentar la perspectiva Aranguren, incluido (“El País”, 6 de octubre
autobiográfica de una realidad social, española de 1999) el autor de estas líneas. Lo mismo,
actual” (p. 79, y también 217 y ss). Aranguren creo, puede decirse de algunas muy críticas
precisa allí que “contra lo que resulta de (injustas) referencias que le hace Santos Juliá
las listas bibliográficas de publicaciones, en su obra Historias de las dos Españas,
presentadas cronológicamente, mi primer libro Madrid, Taurus, 2004.
en realidad fue dedicado a San Juan de la Cruz 13
Recuérdense aquí sus obras Catolicismo
y solamente el segundo a Eugenio D’Ors” (p.
y protestantismo como formas de existencia
60). Pero aquél (el primero escrito) sólo fue
(1952) que Aranguren consideró siempre
publicado mucho tiempo después, en los años
como uno de sus libros más importantes,
sesenta.
El protestantismo y la moral (1954), o
12
Palabras como estas aquí reproducidas Catolicismo, día tras día (1955). Sobre ellos y
sobre guerra y postguerra y sobre su distante sobre esa etapa reenviaría a la segunda parte
actitud son casi exactamente las mismas y de mi escrito Ética social en el pensamiento
las únicas que Aranguren habrá de repetir de Aranguren, citado antes en la nota 6; y
constantemente, sin ahondar ni interrogarse también a mi libro de 1974 citado antes en la
más obre ello, en los escasos momentos en nota 8. José Antonio Gimbernat ha hablado, a
que –por necesidades del guión- se vería partir de ahí, de una evolución de Aranguren
“forzado” en diferentes ocasiones a hablar desde el catolicismo al cristianismo. Sobre
del tema. Así, por ejemplo, en esas sus el “progresismo católico” escribe Aranguren
Memorias y esperanzas españolas, pp. 38- (Memorias y esperanzas españolas, p. 186)
42, pp. 73-80 y pp. 218-222; también en el que se trata de una “fórmula y actitud que,
número monográfico que le dedicó la revista como ya he declarado en muchas ocasiones,
“Anthropos”, 80 (1988), pp. 21-22; o en la no me gustan nada. Se puede ser -añade-, y es
ya citada conversación con Javier Muguerza bueno que se sea, católico y progresista, pero
(1993), ahora republicada en “Isegoria”, no se debe ser “católico progresista” que es
15 (1997). Tampoco es que Aranguren –dice- otra forma de vinculación de la Iglesia al
tuviera nada más (ni nada más nefando) que poder temporal, por lo menos en potencia”.

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14
El propio Aranguren, por lo general humilde y (ahora en ese mismo número de “Isegoria”,
recatado ante sus méritos, destaca esa su, por pp. 13-16), al igual que los otros estudiosos
lo demás verdadera, aportación como profesor, que allí le frecuentaron (p. 15), analizando
ayudando –dice- “a los más interesados en la sus repercusiones y significado en el conjunto
ética (lógica de la ética) que en la moral, para anterior y posterior de su obra y pensamiento.
que conozcan, conociesen esta orientación Un testimonio, entre otros, para el Aranguren
de la que, como ya he dicho, hasta mí nadie libertario puede encontrarse en el artículo de
se había ocupado en España” (p. 107 de Juan José Coy titulado José Luis Aranguren,
sus ya repetidamente citadas Memorias y agitador universitario, publicado en el ya
esperanzas españolas). Tras su muerte en citado número 80 de “Anthropos” (1988), p.
1996, Javier Muguerza vuelve sobre estas y 62 (II). También lo sería y muy significativo
otras dimensiones de la obra de su maestro en el testimonio de Agustín García Calvo como
su síntesis Tres lecciones de Aranguren, “El presentador de varios volúmenes de las Obras
País”, 18 de abril de 1996; léanse allí también Completas de Aranguren en el acto público del
los artículos de los también cercanos y siempre 6 de abril de 1994.
sugerentes filósofos Carlos Gurméndez y Reyes 18
También Antonio García Santesmases
Mate. constata, no obstante, un cierto cambio
15
Véanse como validas muestras de ello, (matizado y dentro de su línea entonces
por ejemplo, las págs. 162, 526, 550 ó 561 prevalente) cuando habla de la “extraordinaria
respectivamente del citado vol. III de sus Obras prudencia” del Aranguren posterior ya a 1982
Completas. tras el triunfo electoral del PSOE. Escribe
así aquél: “Se había producido el golpe del
16
Para estos textos de Ética y Política, 23 de febrero de 1981 y Aranguren, como
véanse entre otras, pp. 133, 141, 163, 196, muchos otros, quiso colaborar en todo lo que
267, 279, 293, 297, 298, 303 y 307. Cfr. de pudo para afianzar la situación. Había sido
todos modos, para las posteriores posiciones recriminado –recuerda García Santesmases-
y revisiones de Aranguren las muy sucintas por mostrar un excesivo desencanto ante
referencias a esa obra de 1963 que hace aquél el proceso constituyente y no quería seguir
varios años después en Memorias y esperanzas por ese camino, no quería aparecer ante
españolas (1969), pp. 145-149; y también la opinión pública como el responsable de
para su provocador desapego a la política, un “no” rotundo ante las insuficiencias del
pp. 113-114. Destaca de todos modos allí (p. gobierno socialista, pero tampoco quería dejar
145) que lo que pretendía era “evidenciar la de constatar esas insuficiencias y abandonar
estrecha relación de dependencia respecto de la perspectiva de la racionalidad utópica”
la moral, la economía y la estructura social, en (Reenvío también aquí a las pp. 224 y 225 de
que se encuentra lo político”. mi ya citado libro Ética contra política. Los
17
En el artículo Nuestro padre (en el ya intelectuales y el poder).
mencionado número de “Isegoría”, cfr. aquí 19
Enrique Bonete, Aranguren: la ética entre la
nota 2) sus hijos Felipe y Eduardo López- religión y la política, (1989) cit., cap. VI y págs.
Aranguren, entre otros recuerdos emotivos 315 y 344.
y de objetivo interés, dejan constancia de
J. Muguerza, Prólogo al libro de Enrique
20
ello (p. 49): “Allí conoció y trató a Marcuse,
Bonete cit. en la nota anterior, pág. 14.
de quien él, poco proclive a elogios, hablaba
con admiración, al tiempo que sugería que 21
El “infiel” Aranguren fue, asimismo, la
se trataba de una admiración correspondida acertada calificación -sugerida por Jesús
(“venía a mis cursos de doctorado siempre que Aguirre- con que la revista “Triunfo” (núm. 398,
podía, le hemos oído decir”)”. Pienso que sería 17 de enero de 1970) titulaba una conversación
muy interesante que José Enrique Rodríguez plural mantenida con aquél en ocasión de
Ibáñez ampliase sus recuerdos y reflexiones la publicación de su tan mencionado libro
sobre el Aranguren de Los años de California Memorias y esperanzas españolas.

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22
Véase, como no insólita muestra, el periódico de ética en insuperable contradicción con la
ABC, Madrid, 10 de agosto de 1995, pp. 15 política, de defensor a ultranza de purezas
y 21-23, con gran foto del anciano Aranguren éticas, significa en última instancia la
(fallecería poco después el 17 de abril de degradación –a mi juicio- de la “ética como
1996) en la portada que aquél le dedicaba en utopía” y su conversión/distorsión en (la peor)
tan delicada situación. “ética como ideología”
23
Reenvío para esa significativa y, en gran 28
Para esos textos de Aranguren, vol. III de
parte, perversa tipología de los críticos a sus Obras Completas, entre otras, las págs.
Bobbio a mi libro Los viejos maestros. La 549, 524, 428 y 561-563, respectivamente.
reconstrucción de la razón, Alianza Editorial, Esta importante conferencia de Aranguren
1994, pág. 159, nota 7. fue después incorporada a su libro de 1988
(el último de esos libros recopilatorios de
24
Véanse así, como expresiones de esa
él publicados) Ética de la felicidad y otros
genérica actitud, en el vol. III de sus O.C.,
lenguajes, preparado por Feliciano Blázquez.
las págs. 525, 527, 549, 550, etc. Hablando
Para ese Aranguren “final” también es
en 1968 a intelectuales católicos sobre
interesante releer su breve escrito sobre,
“ética de la revolución” (cfr. Memorias y
precisamente, Estado y sociedad civil, en el
esperanzas españolas, pp. 152-153) escribía
volumen colectivo publicado por la Fundación
Aranguren: “Ante todo el presupuesto de toda
Friedrich Ebert y el Instituto Fe y Secularidad,
revolución, la situación actual contra la cual los
Madrid, 1988, Sociedad civil y Estado ¿Retorno
revolucionarios se sublevan, es una situación
o reflujo de la sociedad civil?, Presentación de
de violencia establecida, puesto que todo
D. Koniecki y J. Colomer, con colaboraciones
Estado ha sido establecida por la violencia y
también de Francisco J. Laporta, Juan J. Linz,
se mantiene por una violencia que él mismo
Ignacio Sotelo, Elías Díaz, Antonio García
ha legalizado” (las cursivas son, claro está,
Santesmases, Adela Cortina, Antonio Duato y
del propio Aranguren). De significado muy
Luis de Sebastián Carazo. En la misma actitud
diferente son, en cambio, sus reflexiones sobre
crítica puede verse su artículo de 1987, Un
La comunicación humana, libro aparecido en
juego lingüístico con trampa: la sociedad
1967.
civil, incluido en la recopilación de A. García
25
Este artículo de Aranguren se publicó en Santesmases (2005, pp. 100-103), cit. aquí
“Claves de razón práctica”, núm. 3, Madrid, en la nota primera: allí la llamada sociedad
Junio de 1990; ahora en la obra citada aquí en civil se ve exclusivamente como sociedad
la nota primera, pp. 136-137. burguesa y mercantil. Para precisar más sobre
ello, reenviaría a mi ya citado libro Ética contra
26
Cfr. Para esos textos, la obra aquí citada en
política. Los intelectuales y el poder (1990,
la nota anterior (p. 89). Aranguren hacía allí
cap. II, 3).
expresa referencia a mi artículo Socialismo
hoy: lo posible y lo necesario, “El País”, 16
de octubre de 1986, en relación con el cual
muestran su sentido tales comentarios y
debates.
27
Ob. cit. en la nota anterior, pp. 97 y 138.
Reenvío de nuevo aquí al mencionado artículo
comentario sobre ella de Reyes Mate, donde
señala muy en su línea (de los dos) que “el
intelectual no es el defensor de purezas éticas
cuanto el portavoz de los sin voz, esos que el
poder no suele tener en cuenta porque no dan
votos”. Esa actitud de eticismo (esencialismo
o fundamentalismo) aislado de la realidad,

Revista Internacional de Pensamiento Político · II Época · Vol. 3 · 2007 · [165-192] · ISSN 1885-589X
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