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Los síntomas suelen aparecer cerca de los dos años de edad del menor, no siendo visibles
generalmente en el momento del nacimiento.
Los síntomas más evidentes son la presencia de un abombamiento del cráneo con las
partes superiores y/o posteriores aplastadas, así como de exoftalmos o proyección del
globo ocular hacia el exterior debido a la presencia de órbitas oculares poco profundas,
una cavidad nasal comprimida que dificulta la respiración por esta vía, el paladar hendido
y otras malformaciones faciales y bucales como el prognatismo o proyección hacia
adelante de la mandíbula o alteraciones en la dentición.
Sin embargo, lo más relevante y peligroso son las dificultades respiratorias y alimenticias,
que pueden llegar a poner en peligro su vida. También es posible que se produzca
hidrocefalia y otros trastornos neurológicos. La presión intracraneal también es superior a
la habitual, y pueden llegar a presentarse convulsiones
Todas estas dificultades pueden provocar que el menor tenga a lo largo de su crecimiento
problemas severos tales como mareos, cefaleas frecuentes y problemas perceptivos tanto
en la visión como en la audición.
En lo que respecta a las alteraciones oculares, la prominencia de éstos provoca que sean
proclives a infecciones e incluso a la atrofia del sistema visual, pudiendo perder la visión.
Además, las malformaciones faciales dificultan el aprendizaje de la comunicación oral, lo
que tiende a generar un retraso en su aprendizaje. De todas formas, a pesar de que estas
malformaciones podrían afectar al desarrollo intelectual, en la mayor parte de los
casos los sujetos con síndrome de Crouzon suelen tener una inteligencia en la
mediacorrespondiente a su edad de desarrollo.
Tratamiento
El síndrome de Crouzon es una condición congénita sin cura, si bien pueden evitarse
algunas de sus complicaciones y/o reducir el impacto de sus consecuencias. El
tratamiento a aplicar debe ser interdisciplinar, contando con la ayuda de profesionales de
diferentes ramas como la medicina, la logopedia y la psicología.
Cirugía
En una gran cantidad de casos parte de los problemas pueden corregirse mediante el uso
de la cirugía. Concretamente puede utilizarse la craneoplastia para intentar dotar a la
cabeza del menor de una forma que permita el desarrollo normativo del encéfalo y alivie
a su vez la presión intracraneana (cosa que también permite evitar en gran medida las
habituales cefaleas que suelen sufrir, producto en muchos casos a dicha presión).
También puede usarse para tratar una posible hidrocefalia derivada del crecimiento
anómalo del cerebro.
SÍNDROME DE DANDY WALKER
El cerebelo se sitúa en la parte inferior del encéfalo. Está implicado en el control del
movimiento, la cognición, la atención y el aprendizaje. Los daños en el cerebelo suelen
dificultar el movimiento, el equilibrio y el aprendizaje motor.
Los ventrículos cerebrales son cavidades del cerebro por las que circula el líquido
cefalorraquídeo, que amortigua los golpes en la cabeza y transporta nutrientes al encéfalo,
entre otras funciones similares a las del plasma sanguíneo. El cuarto ventrículo conecta el
encéfalo con el conducto central de la médula espinal.
Síntomas y signos
Atrofia muscular
Alteración del tono muscular
Descoordinación y falta de equilibrio (ataxia)
Retraso en el desarrollo motor
Déficits cognitivos
Incremento de la presión intracraneal
Nistagmo (movimientos incontrolables de los ojos)
Crisis convulsivas
Dolor de cabeza
Vómitos
Fallo respiratorio
Estos factores genéticos son múltiples y pueden interactuar entre ellos, así como dar lugar
a distintas alteraciones de la fosa cerebral posterior.
Los factores ambientales también pueden ser relevantes en el desarrollo de este trastorno,
aunque parecen tener un peso menor que el de los factores biológicos.
Intervención y tratamiento
La hidrocefalia se trata drenando las áreas del cerebro afectadas de forma asistida: se
inserta quirúrgicamente un tubo para redirigir el líquido cefalorraquídeo a regiones
donde pueda ser reabsorbido.
La terapia motora y la rehabilitación lingüística son fundamentales para ayudar a los niños
con esta enfermedad. El apoyo de las familias también es clave para asegurar el bienestar
y el correcto desarrollo de los pequeños.