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CONSTITUYENTE
INTRODUCCIÓN
En el Chile de hoy no hoy no hay democracia. Más aún, nuestro país no alcanza a
ser una República. Vivimos de monarquía donde el Ejecutivo concentra todos los
poderes en un espacio de acción tan amplio, que incluso dio la posibilidad de
imaginar que el Gobierno actual había interferido en la elección de la directiva de
la ANFP Asociación Nacional de futbol profesional.
Pero los alcances de esta monarquía han producido el desencanto y creado una
crisis de representación que se está haciendo permanente, ya que es reiterativo que
los mandatarios no representen a sus mandantes.
En 1990, la Cámara de Diputados quiso analizar esta situación en profundidad
creando la Comisión Especial de Estudio del Régimen Político Chileno que fue
presidida por el diputado Eugenio Ortega. En dicha Comisión se desarrolló una
discusión rigurosa, se redactó un informe, aunque sin conclusiones, pero no se votó
en la sala de la Cámara de Diputados. Pese a esta situación insólita, allí se recogió
y procesó diferentes aportes de la comunidad nacional sobre puntos de vista
relacionados con el modelo presidencialista que nos rige.
Preocupada por esta situación, en abril del año 2008, la Cámara de Diputados
decidió conformar otra Comisión Especial de Estudio del Sistema Político Chileno
que funcionó por casi dos años. La Comisión elaboró un Informe que, esta vez, sí
fue aprobado por el Pleno de la Cámara.
Este artículo pretende destacar los elementos aún pendientes en nuestra democracia
y desarrollar propuestas para el cambio. Los esfuerzos realizados por la Cámara de
Diputados para llevar a cabo reformas al sistema político, no han cambiado en lo
esencial la monarquía presidencial.
Todas las Constituciones chilenas del siglo XX han sido presidencialistas. El único
factor de poder del Legislativo en las Constituciones de 1925 y 1980, con carácter
vinculante, fueron las acusaciones constitucionales que, en la práctica, más que
una institución judicial, constituyeron un instrumento político. Cuando el Poder
Ejecutivo perdía la mayoría en ambas Cámaras, la oposición podía utilizar la
acusación constitucional para bloquearlo, poniendo en peligro la sustentabilidad
del régimen. Hay innumerables constataciones históricas de este aserto en los
gobiernos de Carlos Ibáñez Del Campo, Jorge Alessandri Rodríguez y Salvador
Allende Gossen, quienes gobernaron con minorías parlamentarias. Algo similar
ocurrió en la gestión de Michelle Bachelet Jeria al perder la mayoría en el
Parlamento y hoy ocurre lo mismo con el gobierno de Sebastián Piñera – es
minoritario en el Senado y depende del voto de los diputados del PRI y de los
parlamentarios independientes para aprobar un proyecto en la Cámara baja - .
La Constitución de 1828 contenía un artículo que definía que las comicios del
Presidente y Vicepresidente se escrutaran en base a electores de las provincias, es
decir, a través de un sistema sufragio indirecto. Un colegio electoral escogía al
Presidente de la República y la segunda mayoría elegía al Vicepresidente. La
interpretación de este artículo ocasionó el inicio de la revolución de 1829.
El 25 de septiembre de 1873 se aprueba una ley que se refiere a los quórum que
necesitan las cámaras para sesionar. El Senado lo haría con la tercera parte y la
Cámara con la cuarta parte de sus miembros. En 1874, se modifican las
condiciones para la nacionalización por parte de los extranjeros: después de un año
de residencia en el país se obtiene la nacionalidad. Por otra parte, se agregan a las
garantías constitucionales el derecho a reunión sin permiso previo y sin armas, el
derecho de asociación y el derecho de petición y la libertad de enseñanza.
Las Reformas de los presidentes Juan Antonio Ríos, Gabriel González Videla,
Carlos Ibáñez Del Campo, Jorge Alessandri Rodríguez y Eduardo Frei Montalva
radicalizaron, en extremo, el régimen presidencialista de 1925. Así, poco a poco,
el presidencialismo se fue transformando en monarquía electiva.
Algunas de estas reformas fueron:
Podría decirse que más que colegislador, el Presidente de la República tenía las
llaves del funcionamiento del Congreso. Aunque esta aberración fue morigerada
por los tres tercios en que se dividía la política chilena y el carácter minoritario de
algunas de las combinaciones que eligieron Presidente. Los tres tercios exigían
pactos políticos y gracias a esta realidad, la derecha, que casi nunca ganó la
Presidencia de la República, pudo ser parte del gobierno de coalición, en una
especie de cohabitación.
LA CONSTITUCIÓN ACTUAL
Todo esto deja en evidencia que el eje central del sistema político, la conducción
interna y externa del Estado, la marcha de la administración pública, la función
legislativa y de los órganos constitucionales autónomos descansa en el Gobierno,
o más bien dicho, en el Presidente de la República.
Lamentablemente, Chile no está muy abierto a los cambios pues algunos sectores
políticos desprecian toda tentativa para terminar con una Constitución ilegítima en
su origen y que radicaliza un presidencialismo monárquico, autoritario y que
consagra el desequilibrio de poderes del Estado. Sostengo que esto daña
gravemente el prestigio de la política, alejándola de los ciudadanos y arrastrándola
hacia un pragmatismo sin sentido.
Se podrá decir que una de las ventajas del presidencialismo, sobre todo en
comparación con las experiencias latinoamericanas, es su fortaleza político-
institucional y la estabilidad en los procesos políticos. Esta característica lo hace
funcional en épocas de restablecimientos democráticos post dictaduras o de
quiebres político-sociales. Sin embargo, tiene como contraparte debilidades
evidentes y que, sin resguardos normativos e institucionales, pueden derivar en el
colapso del sistema en situaciones políticas críticas. A menudo los
presidencialismos generan personalización del poder, facilitando el populismo y el
abuso de autoridad.
La Comisión Especial de Estudio del Sistema Político Chileno creada en 2008 por
la Cámara de Diputados deliberó durante dos años y presentó a la Sala de la
institución legislativa un Informe el 3 de noviembre de 2009 en la Sesión 96° de la
Corporación. Este Informe fue aprobado por 46 votos, con 17 votos en contra y 11
abstenciones.
Hubo acuerdo respecto a que el debate sobre el sistema de Gobierno en Chile tiene
un retraso de más de veinte años y que existe un gran desconocimiento sobre el
tema. Para algunos miembros de la Comisión, la Constitución vigente tiene severos
problemas que no aseguran el establecimiento de un régimen estable y eficaz.
No hubo consenso acerca de las características de la Constitución de 1980.
Muy al final del trabajo de la Comisión se abordó el análisis del sistema de acceso
a información que rige en Chile. Así mismo, se advirtió sobre la necesidad de
evitar la concentración de la propiedad de los medios de comunicación y la
existencia de poderes fácticos que realizan lobbies en todo el espectro político.
José Antonio Viera-Gallo sostuvo que el sistema político ha mejorado puesto que
las reformas de 2005 han permitido mayor equilibrio entre ambos poderes al
introducir las interpelaciones. A mi juicio, al no ser vinculantes, son tan
intrascendentes, como las comisiones investigadoras. Tales reformas políticas
removieron algunos de los enclaves autoritarios del texto constitucional original y
corrigieron el estatuto del poder político, sin embargo, no modificaron el régimen
presidencialista chileno, en lo que hubo consenso en la Comisión y así se mantiene
inalterado el Capítulo IV referido al sistema de gobierno.
Es necesario avanzar hacia ciertos elementos de una democracia directa. Está claro
que en ningún país de América Latina existe, en estado puro, un régimen de
participación popular, sin embargo, muchas constituciones incorporan los
plebiscitos revocatorios, iniciativa popular en proyectos de ley y organizaciones
barriales y locales.
Personalmente, no veo contradicción entre un régimen representativo y estas
formas de ampliación de la democracia; creo perfectamente posible congeniar un
semipresidencialismo similar al francés o portugués, a estas formas de
participación ciudadana.
Por las razones anteriormente expuestas es que creo imprescindible elaborar una
nueva Constitución basada en las actas del comité llamado de “los 24”, citado más
arriba en el mismo texto, que representa fielmente el consenso de los sectores
democráticos.
La argumentación que dan los partidarios del voto obligatorio es muy discutible:
en una democracia perfecta, como la griega, podía plantearse el voto como una
obligación cívica; en el caso de la chilena, donde existe una monarquía
presidencial, con poderes abusivos y prácticamente sin contrapeso, no parece
lógico obligar a los ciudadanos a votar.
Por lo demás, con el sistema binominal el 92% de los distritos electorales están
decididos de antemano, sin ninguna posibilidad de que el elector pueda cambiar la
realidad - el caso de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y de Andrés Allamand es el más
claro: fueron designados antes de ser elegidos, en la X Región .
4. Federalismo atenuado
Como primer paso, para avanzar en un federalismo atenuado, propongo que todos
los Intendentes y Consejeros regionales sean elegidos por sufragio universal.
5. Régimen Semipresidencial
Es tarea urgente terminar con la monarquía presidencial y el desequilibrio de
poderes.
6. Parlamento Unicameral
8. Democracia directa
Está claro que en ningún país de América Latina existe, en estado puro, un régimen
de democracia directa, sin embargo muchas constituciones incorporan los
plebiscitos revocatorios, la iniciativa popular en los proyectos de ley y
organizaciones barriales y locales.
Soy partidario de que, como en Estados Unidos, el período de los diputados dure
sólo dos años; las elecciones durante la mitad de un período presidencial de cuatro
años, sirve para juzgar la gestión del Presidente de la República. Así ha ocurrido
con los últimos gobiernos norteamericanos.
En el caso del presidencialismo absolutista, como el chileno, soy contrario a la
reelección, así como alargar el período a un sexenio. Cuatro años son muchos para
el enorme poder que detenta el Presidente de la República.
10. Control popular a los partidos políticos, no sólo durante los períodos
preelectorales, sino también cotidianamente
26 10 2011