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Las rocas endógenas que emergen son de edad paleozoica, aparecen con carácter
esporádico, fundamentalmente son gneises glandulares asociados al metamorfismo y que se
muestran de manera esporádica. Están asociadas a un zócalo varisco, concretamente a una
cordillera muy antigua que se extiende por miles de kilómetros a lo largo de toda Europa y que
aquí se conoce como Macizo Hespérico o Ibérico y más en concreto, se corresponden con la
Zona Galaico Castellana de Lotze (1945) o a la Zona Centro Ibérica de Julivert et alt. (1974).
En este conjunto afloran principalmente materiales del Cretácico Superior, estos materiales se
ordenan cronológicamente: en la base son gravas, arenas de cuarzo y arcilla en un depósito de
espesor variable y de colores claros, continúa con una transgresión marina que conforma unos
depósitos calcáreos con intercalaciones margosas en bancos de diferente tamaño. Son
depósitos de plataforma marina que terminan con una nueva regresión marina finicretácica al
techo.
Los materiales pre-neógenos están claramente influenciados por la orogenia Alpina, que
fractura el zócalo varisco, lo levanta por las antiguas fallas y pliega la cobertera cretácica y
paleógena, produciendo anticlinales asimétricos de dirección E-W. Los anticlinales
acostumbran a tener un flanco tendido por debajo del buzamiento, aproximadamente de 10 a
15º y el otro flanco fuertemente inclinado, como ocurre cerca de Sepúlveda que llega a estar
invertido.
Materiales paleógenos están cubriendo los niveles calcáreos: son conglomerados de cantos de
diversa procedencia, arenas y limos depositados en un ambiente continental arrastrados en
abanicos aluviales y canales fluviales asociados a los nuevos relieves recién formados de
carácter alpino. De esta manera podemos resumir afirmando que los materiales anteriores al
Mioceno están claramente influenciados por la Orogenia Alpina. Esta orogenia rompió el zócalo
Varisco, lo levantó por fallas inversas previas y plegó la cobertera mesozoica formando
pliegues de cofre y de rodilla, y en algunos casos, como ocurre en los Picozos, llegó a invertir
la serie.
Historia Geológica
En una breve reconstrucción de los acontecimientos sucedidos en el Macizo de Sepúlveda
tendríamos que remontarnos a 470-500 millones de años que es la edad de las rocas
metamórficas más antiguas del Cambrico Medio. Estas rocas tienen en el techo una
discordancia de edad Ordovícica Inferior, y por tanto, una importante ausencia de materiales
entre estos dos momentos. La Orogenia Varisca ha deformado todos los materiales que a
continuación aparecen en donde se observan cinco etapas de deformación con características
propias. Las dos primeras presentan pliegues dúctiles con migmatizaciones y presencia de
cuerpos graníticos. La tercera presenta metamorfismo de alto grado y pliegues retrovergentes.
La cuarta y quinta etapa generan fallas E-W que provocan desgarres y son periodos
distensivos.
A continuación hay un fuerte arrasamiento de todo el macizo Varisco, desde el Pérmico hasta
el Jurásico y una gran parte del Cretácico. En el Cretácico superior se encuentra un registro
sedimentario que comienza con unas arenas procedentes de depósitos de ríos entrelazados
con fuertes pendientes en un ambiente continental árido y seco. La transgresión marina avanza
con la formación de una plataforma carbonatada. El mar de Thetis avanza favorecido
posiblemente por un cambio climático y un aumento de las temperaturas que aumentó la altura
de los océanos y se registra la sedimentación de unas areniscas carbonatadas de carácter
marino restringido con periodos de clara influencia continental. El Cretácico, termina con una
regresión marina y la sedimentación de un conglomerado muy diverso procedente de abanicos
aluviales y canales aluviales.
La Orogenia Alpina se produce en varias etapas. La Etapa Ibérica genera fallas normales y
horizontales. La etapa Guadarrama es la precursora de los bloques tectónicos que se levantan
y la formación de pliegues en rodilla en la cobertera. Su edad es Mioceno Medio-Superior. La
última etapa es la Etapa Torrelaguna que termina sus últimos impulsos en el Cuaternario.
Cada una de estas etapas alpinas va a dar lugar a procesos de erosión muy intensos que
degradan los nuevos relieves y son la procedencia de los depósitos de arcosas que rellenan
una buena parte de la Cuenca del Duero.
Los últimos tiempos corresponden al Cuaternario en que se configura la actual red hidrográfica.
Los cambios climáticos han afectado especialmente a los caudales de los ríos que han
profundizado su cauce en los periodos post-glaciares dejando en la mayoría de los mismos
cuatro grandes depósitos de terraza y en los márgenes esparcidas, complejos dunares y
arenas cólicas removidas de los bordes de los cauces.
El Macizo de Sepúlveda a una altura media de 1.000 m es un relieve de techo plano que
desciende hacia el NO suavemente. Este relieve funciona como una divisoria de aguas, el
aspecto que presenta es a modo de paisaje escalonado que coincide con los bloques que se
levantan. En muchos casos la superficie del suelo coincide con el techo de las capas calizas
formando una superficie llamada “lastra“. La sequedad del suelo está asociada a la
permeabilidad de la roca que caracteriza este territorio accidentado.
Existen varios elementos morfológicos que caracterizan el relieve del Macizo de Sepúlveda
El Duratón cruza encajado el Macizo de Sepúlveda, como hacen los ríos en los macizos
calcáreos mediante un cañón de paredes verticales de hasta 100 metros en donde se ha ido
encajando durante todo el Cuaternario. El cauce actual presenta una elevada sinuosidad que
viene heredada con anterioridad. El río transcurre en dos tramos de diferente dirección: el
primero de dirección E-O con menor sinuosidad y mayor recorrido y un segundo tramo de
dirección SE-NO con mayor sinuosidad. Otros cauces afluentes del Duratón de menor actividad
se han visto alejados del cauce principal a medida que este se encajaba y daba lugar a un valle
colgado que cuando llueve desemboca en cascada.
El río Duratón recorre desde Peñuela hasta la Presa de Burgomillodo unos 32 kilómetros y
salva un desnivel de 74 metros. Se observan dos periodos de encajamiento separados por una
fase de estabilización. El establecimiento de este cauce principal condicionó la jerarquización
de la red.
El río Caslilla y el Arroyo San Juan son los principales afluentes del Duratón en la zona, ambos
tienen su origen en la Sierra y son por tantos ajenos al Macizo aunque lo cruzan. Se encajan
en cañones muy amplios. Por el lado derecho desembocan pequeños barrancos con poca
agua y escasa capacidad de erosión por lo que su cauce no desemboca directamente, al estar
colgados y situar su cauce entre 40 y 60 m por encima del Duratón. Es por tanto la diferente
capacidad de encajamiento de la red, la que provoca que los pequeños cauces se hayan
quedado colgados del colector principal.
Presenta una anchura aproximada de 150-180 m y se puede ver en varios sitios cerca del
cauce actual del Duratón. Este antiguo paleocauce por el que divagaba el río formaba
meandros amplios. El río se encajó en el Macizo y hoy ha quedado por encima, a una altura
media de 1.000 m con la forma del cauce antiguo y con hombreras erosivas amplias se ven con
facilidad en la misma villa de Sepúlveda
EL CLIMA
El ámbito geográfico en el que se ubican las hoces cuenta con un clima Mediterráneo
Continental que se caracteriza por veranos cálidos y secos e inviernos fríos. El mes más cálido
es el de julio y el más frío el de enero. Las estaciones intermedias
de primavera y otoño mantienen unas temperaturas suaves con un régimen de precipitaciones
más o menos lluvioso. La temperatura media anual se sitúa en 10 °C y la precipitación media
anual es de 568,2 mm. Obsérvese que hay casi tres meses en los que la temperatura media es
alta y las precipitaciones muy escasas.
Los factores topográficos existentes en las hoces y la diferencia entre la zona superior y el
fondo del valle, hace que se cree un microclima local mucho más suave y húmedo,
resguardado de los vientos y con menos horas de sol en el fondo de la hoz.
Fig. Climograma Sepúlveda Fuente AEMET
LA VEGETACIÓN
La Tierra de Sepúlveda, con una altura media de 1000 metros y unas precipitaciones medias
de alrededor de los 450 mm al año repartidas en dos estaciones: la primavera y el otoño,
condicionan la vegetación existente en el Macizo. Estamos en un piso de vegetación que se
denomina piso bioclimático supramedirerráneo. La capacidad regenerativa de los suelos se ven
limitada al ser suelos poco profundos y con reducida presencia de materia orgánica que se
encuentra limitada a los restos vegetales acumulados.
En esta área se dan diferentes hábitats debido a las diferencias climáticas y de suelo
existentes. Se distinguen tres zonas diferentes y determinadas, la paramera en la zona
superior, el bosque de ribera a la orilla del río y los cortados. Se han registrado 572 especies
de flora.
La paramera
La zona paramera, que ocupa la mayor parte de la superficie del parque, se ubica en la zona
superior, donde el suelo es seco y pobre. En él abundan formaciones de sabinas
albares, enebro común y enebro de la miera que se complementan
con tomillares, aulagas, salvias, espliegos y matorral que dominan las áreas despejadas.
Estos sabinares han sido muy afectados por la acción humana y se han visto sustituidos por los
tomillares y aulagares que han llegado a conformar una aparente estepa. En algunas áreas,
particularmente en el cuadrante suroccidental, hay plantaciones de pino resinero destinados al
aprovechamiento de la resina, aunque hoy prácticamente están abandonados. Estas
plantaciones están asentadas sobre acumulaciones de arenas de origen eólico y cumplen con
la función de fijarlas.
.
Los cortados o ecosistema rupícola
Las paredes verticales que conforman esta área de cortados y barrancos descienden desde la
altura de los páramos hasta el fondo del cañón. Son una unidad de roquedos con muy poca
tierra y con escasez de agua, lo que hace que unidos a la inaccesibilidad del mismo, este
hábitat sea muy diferente a los otros dos, debido a sus singularidades morfológicas.
En los cortados abundan las oquedades, grietas y resaltes en los que se han establecido
especies rupícolas que se crían en las rocas como los sedum (Sedum acre, S.
dasyphyllum y S. sediforme), los ombligos de
Venus, espuelilla, perejil, campanuela y milamores.
Cerca de los lugares de nidificación se dan especies nitrófilas en sustratos ricos en nitrógeno,
debido a los excrementos de las aves, como los zapatitos de la Virgen, el pumilo, la hiedra,
el culantrillo de pozo y el asplenio, éstos últimos buscando agua entre las grietas.
En las repisas donde se conforma algo más de suelo, la vegetación es de mayor porte,
proliferando arbustos y arbolillos como el guillomo, la cornicabra, el espino negro, la higuera y
el mostajo, y allí donde puede crecer, la hierba cubre la roca.
UNIDADES PAISAJÍSTICAS
2.-Los pinares
Ocupan las zonas llanas y recubiertas por depósitos de arenas de origen eólico. Son malas
tierras agrícolas que han sido ahora destinadas a la actividad forestal. El principal componente
es el pino que ocupa gran parte del espacio en donde se intercalan navas. La textura es gruesa
y los colores van del blanco hasta el verde. La altura donde se desarrollan, varía entre los 800
m hasta los 1.100 m. En la cantera de Burgomillodo aparece una enorme acumulación de
arena en sucesivos trenes de dunas que iban llegando a esta área al borde del cañón del río.
En el resto del territorio las arenas eólicas recubren las llanuras con escasa profundidad.
Alcanzan su mayor espesor en los sinclinales de la serie cretácica.