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DERECHO DE DAÑOS

1. Crisis de seguro y crisis de la idea de socialización

Han sido ya mencionados con anterioridad y en este lugar es suficiente volver a dejar
constancia de ellas. La idea de que el contrato de seguro y, a través de èl, las compañías
de seguros, constituyen un instrumento de pulverización de daños, entra en crisis a partir
del momento en que, como ocurrió en los años ochenta, la desaparición de la solvencia de
estas compañías las lleva a situaciones concursales o pre concursales, en las cuales tiene
que llevarse a cabo una liquidación administrativa, a través de las denominadas
comisiones liquidadoras de entidades aseguradoras. Mas incluso, en aquellos casos en
que las compañías aseguradoras pueden mantenerse incólumes, no puede ocultarse que
las elevadas cuantías de las indemnizaciones provocan una notoria elevación de las
primas, que, en algún tipo de actividades terminan haciendo prohibitivo el contrato de
seguro y en otros incluso imposible por no aceptarlo las compañías. (Diez & Picazo, 1999,
pág. 240)

Por otra parte, si la idea de socialización de los daños a través del juego de los seguros
termina entrando en crisis, en crisis hay que colocar también la idea misma de
socialización, pues como hemos indicado anteriormente no es posible adoptar este tipo de
solución sin conocer con exactitud el alcance redistributivo que a través de èl puede
realizarse, lo que no puede dejarse en manos de decisiones particularizadas de los
tribunales de justicia. (Diez & Picazo, 1999, págs. 240-241)

2. La tensión entre culpa y riesgo como factores de imputación de la


responsabilidad y la tendencia hacia la tipificación de la responsabilidad por
riesgo

La aparición de la doctrina del riesgo como en su momento pusimos de relieve,


constituyo un elemento importante en la evolución del sistema de la responsabilidad civil,
pero introdujo también en él notorias distorsiones, cuando fue acogida por la
jurisprudencia de los tribunales de justicia. La delimitación entre el campo de los daños
que continuaban rigiéndose por el principio de la culpa y el de los daños a que había que
aplicar la llamada “doctrina de riesgo” nunca se llevó a cabo de una manera rigurosa, lo
que obligó a moverse en una evidente incertidumbre. La evolución legislativa, no obstante,
ha ido conduciendo a una progresiva tipificación de los supuestos cubiertos de lo que
genéricamente puede considerarse como doctrina del riesgo, es decir, deber de
indemnizar impuesto normativamente con causas tasadas de exoneración, que, en
términos generales, son la fuerza mayor y la culpa del perjudicado. Esta tendencia
legislativa es muy clara en un camino que va desde las leyes sobre responsabilidad civil
derivada de la conducción de vehículos de motor a la responsabilidad del fabricante por
productos defectuosos, pasando por los daños derivados de la navegación aérea y de la
explotación de ingenios nucleares. (Diez & Picazo, 1999, pág. 241)

El problema en la actualidad, consiste en determinar si subsiste algún área que pueda


considerarse que continúan cubierta extralegalmente por el esquema de la doctrina del
riesgo o si está ha quedado acotada con la evolución legislativa. Dicho de otro modo, el
problema consiste en determinar si la aparición de nuevas áreas que deban considerarse
regidas por esos criterios han de dar lugar a decisiones legislativas y a nuevas leyes o si
puede producirse, también en ellas, una actuación jurisprudencial, aunque ésta se realice
praeter legem. Aunque este problema tendrá que ser examinado con mayor detalle, desde
ahora puede decirse que las evoluciones modernas del Derecho de daños han conducido
a una tipificación que sólo puede ampliarse por vía legislativa. En esta última se puede
observar además como los criterios de objetivación del riesgo con causas tasadas de
exoneración no se producen en forma pura y que en las leyes más recientes culpa y riesgo
aparecen entremezclados, como ocurre al resolver los problemas de los llamados “riesgos
de desarrollo” en la regulación de la responsabilidad del fabricante por productos
defectuosos, en que aparece la idea del nivel de conocimientos existentes en cada
momento, que significa un retorno a la idea del culpa. (Diez & Picazo, 1999, pág. 242)

Artículo 1988: determinación legal del daño sujeto a seguro/ Aníbal Torres
Vásquez

“Los contratos de seguros exigidos en la Ley el presente reglamento, debe tener como
condición que el asegurador de aviso oportuno e inmediato a la DGAC, de cualquier
modificación o de la suspensión o cancelación de las pólizas de seguros por
incumplimiento de pago en las primas o cualquier otra circunstancia. Son responsables
solidariamente el transportador y la empresa de seguros correspondiente, en caso de
ocurrir un accidente aéreo y no haber comunicado el asegurador la modificación o la
suspensión o cancelación de la cobertura” (Torres Vàsquez, 2015, pág. 355)

La Ley Nº 28404, publicada el 30.11.04, Ley de Seguridad de la Aviación Civil, dispone


que la autoridad aeronáutica civil es ejercida por la Dirección General de Aeronáutica Civil
(DGAC). El Ministerio de Transportes y Comunicaciones, a través de la Dirección General
de Aeronáutica Civil, es la autoridad de seguridad competente facultada para regular todo
lo relacionado a la seguridad de aviación (artículo 1). (Torres Vàsquez, 2015, pág. 355)

3. Seguro obligatorio de transporte ferroviario


El D.S.Nº 032-2005 MTC, publicado el 05.01.06, que aprueba el Reglamento Nacional de
Ferrocarriles, establece en su artículo 123 que los operadores ferroviarios están obligados a
contratar y mantener vigente, por su cuenta y costo, pólizas de seguros, cuyos montos de
cobertura serán determinados por la Autoridad Competente (a) contra daños y perjuicios a
pasajeros y mercancías; (b) por daños y perjuicios a terceros. (Torres Vàsquez, 2015, pág.
355)

4. Seguro obligatorio por accidentes de tránsito

El incremento del parque automotor, el aumento de la circulación viaria y la negligencia


de conductores y transeúntes, y paralelamente el aumento de los accidentes de tránsito,
constituyen un verdadero peligro social por los daños que ocasionan a cada instante. De ahí
la sentida necesidad del establecimiento del seguro obligatorio de los vehículos automotores,
abandonando el criterio de la responsabilidad subjetiva, a fin de que las víctimas sean
resarcidas sin dilaciones aun cuando los propietarios y conductores no sean solventes o no
sean hallados. Es un seguro cuyo beneficiario va a ser la víctima del accidente, antes que el
propio asegurado. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 355)

La Ley Nº 27181, Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre, publicada el 8.10.99,


establece que todo vehículo que circule en el país debe contar con una póliza de seguro
obligatorio de accidentes de tránsito (SOAT), disponiendo que su aplicación sea progresiva de
acuerdo con el reglamento respectivo. El reglamento Nacional de Administración de
Transporte se dio por D.S.Nº 009-2004-MTC. El reglamento Nacional de Responsabilidad
Civil y Seguros Obligatorios por Accidentes de Tránsito se aprobó por D.S.Nº 049-2000-MTC.
Por D.S.Nº 024- 2002-MTC, del 13.6.02, se aprueba el Texto Único Ordenado del Reglamento
Nacional de Responsabilidad Civil y Seguros Obligatorios por Accidentes de Tránsito. (Torres
Vàsquez, 2015, pág. 356)

La responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito causados por vehículos


automotores es objetiva, de conformidad con el Código Civil; el conductor el propietario del
vehículo, de ser el caso, el prestador del servicio de transporte terrestre (artículo 29 de la Ley
Nº 27181) y el asegurador son solidariamente responsables por los daños causados. (Torres
Vàsquez, 2015, pág. 356)

El seguro obligatorio de accidentes de tránsito es un seguro con indemnización


automática con el fin de que la víctima o sus familiares obtengan una reparación inmediata,
sin necesidad de determinar previamente la responsabilidad o que esta siquiera sea presunta,
lo que lo diferencia de la indemnización regulada por el Código Civil, la cual requiere la
determinación previa de la responsabilidad del autor del daño, que se dilucidará en el
respectivo proceso civil o penal. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 356)

El artículo 30 de la Ley Nº 27181 establece el principio mismo del seguro obligatorio de


accidentes de tránsito (SOAT). Toda persona natural o jurídica cuya responsabilidad civil
puede ser exigida por razón de los daños corporales o materiales causados por un vehículo
automotor está obligada a contratar el SOAT. El art.30.1 establece que vehículos deben ser
asegurados: “Todo vehículo automotor que circule en el territorio de la República debe contar
con una póliza vigente de Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito, según los términos y
montos establecidos en el reglamento correspondiente. Su aplicación es progresiva, de
acuerdo al reglamento respectivo”. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 357)

Con relación a las personas beneficiarias del seguro y a los daños que deben ser
cubiertos, el artículo 30.2 establece: “El seguro obligatorio de Accidentes de Tránsito cubre a
todas las personas, sean ocupantes o terceros no ocupantes, que sufran lesiones o muerte
como producto de un accidente de tránsito”. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 357)

Lo dispuesto en los puntos 30.1 y 30.2 no enerva la obligatoriedad de contar con los
seguros especiales que establezcan los reglamentos correspondientes para el transporte
público, según la naturaleza del servicio (artículo 30.3). (Torres Vàsquez, 2015, pág. 357)

Conforme al artículo 30, el SOAT tiene por finalidad proteger los derechos fundamentales
a la vida, la integridad personal y a la salud, reconocidos en el inc.1) del artículo 2 y artículo 7
de la Constitución, respectivamente. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 357)

El cumplimiento de contratar y mantener vigente el SOAT “inhabilita a la unidad vehicular


para transitar por cualquier vía del país, debiendo la autoridad competente retener el vehículo,
impedir su circulación e internarlo hasta que se acredite la contratación del seguro
correspondiente, sin perjuicio de las demás sanciones que para tal fin establece el reglamento
nacional que deberán ser asumidas por el propietario del vehículo o el prestador del servicio”
(artículo 31). (Torres Vàsquez, 2015, pág. 357)

Conforme al D.S.Nº 049-2000-MTC, del 10.10.00, que aprueba el Reglamento Nacional


de Responsabilidad Civil y Seguros Obligatorios por Accidentes de Tránsitos, el conductor, el
propietario del vehículo y, de ser el caso, el prestador del servicio de transporte terrestre son
solidariamente responsables por los daños y perjuicios causados (artículo 2). De este modo
se evita una multiplicación irrazonable del contrato de seguro. Permite, por ej., que cuando el
propietario arrienda el vehículo, el arrendatario puede hacer circular el vehículo sin haber
contratado èl mismo un seguro, sin infringir por ello la ley. (Torres Vàsquez, 2015, págs. 357-
358)

Dado que la finalidad del SOAT es que se pague rápidamente la indemnización en casos
de lesión o muerte producidos por accidentes de tránsito, el artículo 14 del D.S.Nº 049-2000-
MTC establece que el pago de los gastos e indemnización del seguro se hará sin
investigación ni pronunciamiento previo de autoridad alguna, bastando la sola demostración
del accidente y de las consecuencias de muerte o lesiones que este originó a la víctima,
independientemente de la responsabilidad del conductor, propietario del vehículo o prestador
del servicio, causa del accidente o de la forma de pago o cancelación de la prima, lo cual
deberá constar expresamente en la póliza de seguro. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 358)

El D.S.Nº 024-2002-MTC, del 13.6.02, que aprueba el TUO del Reglamento Nacional de
Responsabilidad Civil y Seguros Obligatorios por Accidentes de Tránsito, es concluyente al
prescribir que todo vehículo automotor que circule en el territorio de la República debe contar
con una póliza vigente de seguro obligatorio de accidentes de tránsito (artículo 3). El seguro
cubre a todas las personas, sean ocupantes o terceros no ocupantes que sufran lesiones o
muerte como consecuencia del accidente de tránsito (artículo 4). El pago de gastos e
indemnización se hará sin investigación ni pronunciamiento previo de autoridad alguna,
bastando la sola demostración del accidente y de las consecuencias de la muerte o lesiones
que este originó a la víctima (artículo 14). Las víctimas de un accidente de tránsito y sus
beneficiarios tienen acción contra la compañía de seguros, no siéndole oponibles las
excepciones que esta pueda alegar contra el tomador del seguro que se basen en hechos o
circunstancias imputables a este último (artículo 16). La transferencia de la propiedad del
vehículo implica el endose automático del seguro obligatorio de accidentes de tránsito. (Torres
Vàsquez, 2015, pág. 358)

El monto indemnizatorio fijado en la póliza de seguro obligatorio no siempre agota la


responsabilidad civil del asegurado, quien podrá contratar adicionalmente una póliza de
seguros por daños materiales y personales causados como resultado de un accidente de
tránsito por montos no cubiertos por la póliza de seguro obligatorio (artículo 9). (Torres
Vàsquez, 2015, pág. 358)
A diferencia del Código Civil, el pago de la indemnización como consecuencia del seguro
obligatorio de accidentes de tránsito no implica el reconocimiento ni la presunción de
culpabilidad que pueda tener el propietario o conductor del vehículo asegurado o prestador
del servicio de transporte, ni servirá como prueba en tal sentido, en caso de ejercitarse
acciones civiles o penales (artículo 19). (Torres Vàsquez, 2015, pág. 359)

En cuanto al importe de la cobertura, el seguro obligatorio de accidentes de tránsito


cubrirá, como mínimo, los siguientes riesgos por cada persona, ocupante o tercero no
ocupante de un vehículo automotor: Muerte c/u hasta cuatro (4) UIT; invalidez permanente c/u
hasta cuatro (4) UIT; incapacidad temporal c/u hasta una (1) UIT; gastos médicos c/u hasta
cinco (5) UIT; gastos de sepelio c/u hasta una (1) UIT (artículo 29). (Torres Vàsquez, 2015,
pág. 359)

Según los términos del artículo 33, las indemnizaciones previstas en el presente
reglamento se pagarán al beneficiario, dentro del plazo máximo de diez (10) días siguientes a
la presentación de los antecedentes (formato en el que conste la ocurrencia del accidente de
tránsito otorgado por la dependencia de la Policía Nacional; certificado de defunción, DNI del
familiar beneficiario, certificado de matrimonio, certificado de nacimiento o declaratoria de
herederos u otro documento que acredite la calidad de beneficiario del seguro; certificado
médico de invalidez; comprobante de pago con valor tributario que acredite el valor de los
gastos médicos). (Torres Vàsquez, 2015, pág. 359)

En la relación contractual interna entre asegurado y asegurador, la compañía


aseguradora que pagó la indemnización tiene derecho de repetir contra quienes resulten
responsables del accidente, incluyendo al tomador del seguro, cuando estos hayan actuado
con dolo o culpa inexcusable (artículo 20). (Torres Vàsquez, 2015, pág. 359)

Como todo seguro, los seguros obligatorios cubren los daños cubiertos por la póliza y
hasta el límite en ella fijada, en conformidad con la ley que regula el respectivo seguro,
concordante con el artículo 1361 que dispone que los contratos son obligatorios en cuanto se
haya expresado en ellos; el art.380 del Código de Comercio, según el cual el contrato de
seguro se regirá por los pactos lícitos consignados en cada póliza o documento, y, en su
defecto, por las reglas contenidas en esta sección; y con el artículo 325, inc.4 de la Ley Nº
26702, Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la
Superintendencia de Banca y Seguros, el cual prescribe que las empresas de seguros están
prohibidas de pagar indemnizaciones por siniestros en exceso de lo pactado. Sin duda, es de
aplicación a los seguros obligatorios el artículo 1987, en estricta concordancia con la
legislación especial que los regulan. Por consiguiente, la víctima puede reclamar el pago de la
indemnización al asegurador o al asegurado o a ambos conjuntamente. (Torres Vàsquez,
2015, pág. 360)

No hay obligación de indemnizar del asegurador si la póliza no está vigente al momento


en que se produce el evento dañoso; esta regla solo es aplicable cuando el contrato de
seguro ha perdido vigencia con anterioridad a la realización del evento dañoso. (Torres
Vàsquez, 2015, págs. 360-361)

La víctima no puede tener más derechos que los que están contenidos en la póliza. Por
tanto, el asegurador le puede oponer las excepciones derivadas del contrato de seguro que
estén basadas en hechos realizados con anterioridad al daño, pero por ser la víctima
acreedora directa del asegurador, quien le debe la indemnización desde el momento de la
realización del daño, no se le puede oponer excepciones fundadas en hechos posteriores. El
asegurador también puede probar que el evento dañoso se encuentra incurso en las causales
previstas en los artículos 1971 a 1973. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 361)

Conforme al artículo 18 del D.S.Nº 014-2002-MTC, el derecho de solicitar a la compañía


de seguros el pago de las indemnizaciones o beneficios que se derivan del seguro obligatorio
de accidentes de tránsito prescribe en el plazo de 2 años contado a partir de la fecha en que
ocurrió el accidente de tránsito. Esta disposición es concordante con el inc. 4 del artículo 2001
del Código Civil que establece que prescribe a los dos años la acción indemnizatoria por
responsabilidad extracontractual. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 361)

La cuarta disposición final del aludido decreto supremo crea el Fondo de Compensación
de Seguros, como un órgano dependiente del Ministerio de Transportes, Comunicaciones,
Vivienda y Construcción. El patrimonio del fondo estará conformado por los aportes del
Gobierno Central, de las aseguradoras, donaciones de procedencia nacional y extranjera, el
monto de las multas que se impongan por infracción al presente reglamento y por los
beneficios no cobrados del seguro obligatorio de accidentes de tránsito por falta de
beneficiarios y herederos. El Fondo de Compensación de Seguros tendrá por propósito crear
un fondo económico que permita cubrir los daños que se irroguen a las personas no
identificadas que sufran accidentes de tránsito o las identificadas que hayan resultado
dañadas por el vehículo que a su vez no hayan sido identificados y se den a la fuga,
únicamente con las coberturas que corresponden a gastos médicos y fallecimiento. (Torres
Vàsquez, 2015, pág. 361)
En conclusión, para hacer efectiva la reparación de las víctimas existe, de un lado, el
seguro obligatorio de responsabilidad y, del otro, el fondo de Garantía destinado a indemnizar
a las víctimas no identificadas que sufran accidentes de tránsito o que han sido dañadas por
vehículos no identificados que se den a la fuga. (Torres Vàsquez, 2015, pág. 362)

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