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Pareja baila danzón, durante una celebración para adultos mayores en el DFFoto Cristina
Rodríguez /archivo
Una pareja observa una obra en una exposición en el Palacio de Cultura Banamex, del
centro de la ciudad de MéxicoFoto Cristina Rodríguez /archivo
Ariane Díaz
Periódico La Jornada
Jueves 18 de agosto de 2011, p. 2
Mientras culturas como la china consideraban hace miles de años que la relación sexual era
obligatoria hasta los 70 años, tanto para mujeres como para hombres, porque pensaban que
el sexo era favorable para la salud, actualmente prevalecen mitos como que los ancianos no
tienen deseo sexual ni capacidad para hacer el amor, que son frágiles y propensos a
lastimarse si intentan el coito, que son poco atractivos e indeseables, o que si se involucran
en actividades sexuales son perversos, entre otros, explica Julieta Jiménez, educadora
sexual de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, AC (Amssac), en su ensayo a
propósito de la sexualidad en el adulto mayor.
Estudios recientes en la materia revelan que en México alrededor de 79 por ciento de las
personas de entre 40 y 80 años de edad considera que su vida sexual es importante y que 85
por ciento afirma que la calidad de vida en ese plano es motivo de conversación con su
pareja.
Otras causas que determinan el ejercicio de la vida sexual son la presencia de enfermedades
agresivas como diabetes o cáncer; o bien, el tratamiento para combatirlas.
Arturo Manzanilla, jefe del servicio de Urología del Hospital General de México, explica
que los efectos colaterales de tratamientos para padecimientos prostáticos (que afectan a 50
por ciento de los hombres mayores de 50 años y que aumenta en porcentaje conforme
avanza la edad), ya sean farmacológicos o quirúrgicos, van desde la disminución de la
libido hasta secuelas permanentes de disfunción eréctil.
Debido a estos cambios la sexualidad en el anciano debe considerarse en una forma amplia
e integral y eso incluye disminución en el número de coitos y aumento proporcional de
otras actividades sexuales, como aproximaciones físicas, caricias, ratos de intimidad
emocional o masturbaciones, indica Jiménez.
Lucía Vázquez Campero, sicóloga adscrita al área de Capacitación del Instituto Nacional de
las Personas Adultas Mayores (Inapam), explica que la información juega un papel
fundamental para el ejercicio pleno de la vida erótica: Hay un desconocimiento de los
cambios fisiológicos y mitos en torno a las enfermedades. Lo ideal es acudir a un médico.
Para el director de Amssac, la vida erótica en la tercera edad sigue siendo importante para
ellos y tiene íntimas conexiones con el estado de bienestar, además de un efecto protector
sobre la calidad de vida.
El derecho a la privacidad del anciano es algo que casi no se dice. Los hijos se hacen cargo
de sus padres a costa de su propia privacidad y capacidad de gozo. La misma sociedad les
cancela la oportunidad de tener una vida íntima, considera Rubio-Aurioles.
La instructora del Inapam considera fundamental reconocer que las personas mayores
tienen las mismas necesidades interpersonales que los jóvenes y adultos.
En el caso de las parejas que permanecen unidas, Falcón refiere que la buena o mala
sexualidad depende de la armonía en la relación. Cuando hay resentimientos acumulados
por uno o ambos miembros de la pareja, la sexualidad será mediocre o dejará de existir.