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Lenguaje, crítica y escepticismo en la narrativa de Fernando Vallejo.

Quien se ha acercado a la narrativa de Vallejo con el prejuicio sembrado por las altas cortes

morales de la sociedad colombiana, no podrá menos que cerrar las páginas del libro cuando se

encuentre con frases como: “Vejez hijueputa que pasas más que teta caída de vieja…” (Vallejo

Fernando, 1993, p. 7), o, “[…] ¡Cuál Dios, cuál patria! ¡Pendejos! Dios no existe y si existe es un

cerdo y Colombia un matadero!” (Vallejo Fernando, 2001, p.8), también en la que dice: “Dios es

un cerdo y hoy me quiso atropellar” (Vallejo Fernando, 1985, p. 137). Pues, acostumbrados al

eufemismo, al sonido vacuo de la gramática, no asumen el reto de indagar qué significación tiene

en una obra literaria el uso del lenguaje. Muy posiblemente no apagarán la radio cuando

escuchan un tango en lunfardo, porque lo que importa es el sonido y no la representación. Ya

Borges lo había advertido en un ensayo titulado El idioma de los argentinos: “ La gramática se

alaba… de este surtido de desaires tan cómodo, sin reparar que las palabras son muchas, pero la

representación es una y variable” (Borges, Jorge Luis, p. 89)

Ahora, si bien es cierto que la obra de Vallejo tropieza con los usos coloquiales del lenguaje, no

es menos cierto que ellos son el resultado de una costumbre social reflejada en la imagen de la

literatura. Pero, si hay que plantear un problema no será necesariamente el problema de la

literatura, o de los autores que son afinidades electivas en la narrativa de Vallejo; el problema

parte del lenguaje, y a través del él la representación crítica y escéptica del autor. Antes de

plantearlo, recordemos que en un ensayo titulado Uno y el universo, Sabato, a propósito de


Borges, dice: “¿le falta una fe a Borges? ¿No estarán condenados a un infierno los que descreen?

¿No será Borges ese infierno?” (Sabato Ernesto, 1952, p. 27)

Precisamente el escepticismo esencial, entendido así por Borges, sólo tiene significación y

representación por medio del lenguaje, más aún, es la caricatura formada por el lenguaje.

También lo había manifestado Gottfried Benn: “Dios es un mal principio estilístico” Pero en

Vallejo la imagen de Dios no solo es un mal principio estilístico, sino uno de los males de la

sociedad colombiana, que se manifiestan en la manera en que satiriza y caricaturiza. Y si Dios es

uno de los males, Vallejo representa, siguiendo a Sabato, el infierno.

De acuerdo a lo anterior, el problema a plantear sería: ¿Es el lenguaje una posibilidad de

representación crítica y escéptica en la narrativa de Fernando Vallejo? A simple vista, podríamos

decir que el lenguaje en todas sus connotaciones representa un posibilidad crítica, así como

escéptica; sin embargo, se trata aquí de ver los alcances de éste en función de la representación

de momentos precisos de la conciencia, en los que se vuelve conciencia crítica. Es decir, el

lenguaje llega, en Vallejo, a tal alcance, que logra traspasar la barrera de lo puramente literario,

para ubicarse como objeto crítico y descriptivo de la sociedad.

Dichos momentos son analizados a través de sus textos narrativos, pues, fuera de ellos no hay

más que ideas sueltas para despistar al lector. Por supuesto, para ello será esencial ahondar en

nociones lingüísticas, socio-lingüísticas y semióticas.


Metodología tentativa

La metodología de investigación estará cimentada por el análisis crítico, lingüístico, semítico y

socio-lingüístico de algunas obras que conforman la novelística de Fernando Vallejo.

Bibliografía

Borges, Jorge Luis. (1928). El idioma de los argentinos. Buenos Aires. M. Gleizer.

Sabato, Ernesto. (1952). Uno y el universo. Buenos Aires. Sudamericana.

Vallejo, Fernando. (1993). Los dias azules. Bogotá. Alfaguara.

_____________________ Los caminos a roma. Bogotá.Alfaguara.

_____________________ El desbarrancadero. Bogotá. Alfaguara.

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