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3 de octubre de 2018

Intervención Ciudad y Segregación – Anderson Fernando Betancourt González.


Como en Europa, en Bogotá las badlands, o “malas tierras”, fueron el lugar destinado a los pobres,
donde se encontraban cementerios, basureros, zonas inundables y pantanosas, además, lo más “lejos
del centro de la ciudad y de los lugares donde viven los ricos” (Secchi, 2015:55). Esta política de
exclusión dividió la ciudad hasta hace muy poco en el Norte, la zona exclusiva de los más ricos, y el
Sur, la zona de los excluidos de una gran parte de las oportunidades de la vida urbana, de los pobres.
A pesar de los ingentes esfuerzos en la última década por intervenir esta situación y dotar de
equipamientos públicos al Sur de la capital, es evidente que la política de distinción y exclusión
clasista sigue su curso afinando sus mecanismos, como “aspectos inseparables en la construcción de
la ciudad moderna” (Secchi, 2015: 55). El confinamiento de las clases populares en los peores
terrenos de la ciudad es la dinámica que define su estructura socio-espacial, cada vez más en términos
de centro y periferia. Es en la periferia donde se entierra la basura, se practica minería a cielo abierto
y se establecen las viviendas de interés social y prioritario, las dirigidas a los pobres.
Este último problema, el de la vivienda, se ha enfocado en Colombia, sino es que en todo el mundo
occidentalizado, en la dimensión cuantitativa del mismo, importando lo que Secchi llama “la teoría
cuantitativa de la producción y el mercado de vivienda” (2015:64), que deja de lado las variables que
determinan la calidad, las dimensiones de lo colectivo y el espacio público. Yo creo que ese énfasis
tiene que ver con la visión patrimonialista y mercantil de la vivienda, en el fetiche de la propiedad
privada, donde importa es precisamente la titularidad del bien inmueble y no su valor de uso como
tal. Sería bueno profundizar en este debate en el siglo XXI y explorar alternativas, como lo hicieron
los soviéticos de los 30, agregando a las cuestiones que menciona Secchi, a saber, la emancipación
femenina, la educación infantil y los prejuicios pequeñoburgueses, la de la tenencia y la propiedad
privada de la vivienda, ¿es sostenible que siga siendo objeto de propiedad privada teniendo en cuenta
las características de este bien? ¿cuáles serían las consecuencias de una desprivatización de la
vivienda? ¿cómo se edifican propuestas de vivienda pública que garanticen acceso y calidad? Son
preguntas que una sociedad democrática debería hacerse.
Secchi afirma que la construcción del espacio, según él hasta la historia urbana europea, estaba
impulsada por las fuerzas políticas con proyectos culturales hegemónicos, que imprimían sus ideas,
estética y valores democráticos en el mismo, pero que hoy las promesas de la modernidad se hacen
agua frente a la construcción de una ciudad segregada. Yo creo que no hubo un cambio de rumbo,
sino que las contradicciones sociales del capitalismo sacrifican progresivamente la democracia
económica, política y espacial.
Referencias.
- Secchi, Bernardo. 2015. La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres. Los libros de la
Catarata. Madrid.

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