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Ávila Johnson, Ana Perla

Reporte 8, Teoría Literaria III


Lingüística y Poética, Roman Jakobson.
El autor empieza con una pregunta “¿Qué hace que un mensaje verbal sea una obra de arte?”
y la responde a lo largo del libro dando conceptos básicos de poética y de lingüística, para después
enfrentándolos con sus similitudes y diferencias.
La poética trata de problemas de estructura verbal y debido a que la lingüística se encarga
de estudiar las estructuras verbales y explora los posibles problemas que se producen en el discurso
y en su universo; por consecuencia ambas no se pueden separar, la poética es parte de los estudios
lingüísticos. Pero la poética no sólo forma parte de la Lingüística sino en general en toda teoría de
signos, o sea a la semiótica general.
En la poética recae una valoración, su carácter es no causal y tensional, el lenguaje desde
la lingüística es causal y fortuita. Esta es la mayor diferencia que se piensa que ambas disciplinas
tienen, pero en realidad las conductas verbales siempre tienen un propósito, aunque con objetivos
diferentes.
El autor después nos habla de la confusión de los conceptos de “crítica literaria” y “estudios
literarios”, ya que si se cofunden se llega a considerar los valores intrínsecos de una obra literaria
como un juicio subjetivo. Estos estudios literarios, con la poética incluida, se dividen en dos grupos:
sincrónicos y diacrónicos (al igual que la lingüística). La parte sincrónica estudia la producción
literaria en cualquiera de sus niveles y considera a la tradición y su vigencia en diversas épocas. La
parte diacrónica reconoce los cambios y factores continuos, permanentes y estáticos.
Sólo se puede aceptar que la poética y la lingüística estén separadas cuando “el campo de
esta última aparece restringido de una forma abusiva”1, cuando los lingüistas encuentran una frase
idónea para su análisis o cuando su alcance está limitado a la gramática.
Jakobson nos presenta el modelo del lenguaje2 y afirma que cada uno de estos seis
elementos determina una función del lenguaje:

1
Roman Jakobson, Lingüística y poética. Madrid, Cátedra, 1981, p. 31.
2
Ibidem, p. 32.
Pero, aunque sólo existan estos seis aspectos básicos, los mensajes verbales no realizan un
cometido único, el monopolio se basa en el orden jerárquico, la estructura del mensaje depende de
la función predominante:
Inclinación por el contexto

 Función referencial: presenta valores denotativos y cognoscitivos

Hacia el hablante

 Función emotiva o expresiva: se enfoca en el hablante y en la actitud en la que lo


esté diciendo ya sea verdadera o fingida.

Orientada al oyente

 Función conativa: sus referenciales más fuertes son el vocativo y el imperativo ya


que tiene una expresión más gramatical, donde no existe la duda.

Estas tres funciones la reúnen Bühler en su modelo tradicional y les dio un ángulo: emotiva:
primera persona; conativa: segunda persona; y referencial: tercera persona.
Relacionada con el contacto

 Función fática: sucede cuando el mensaje tiene el objetivo de interrumpir, prolongar


o establecer una conversación. También para atraer o confirmar la atención del
oyente; cómo decirle a alguien: “¿me escuchas?”

Atención al código

 Función metalingüística: surge directamente de la lógica moderna, la cual distingue


dos niveles del lenguaje: el lenguaje de objetos y el metalenguaje. Cuando el
hablante y/o el oyente necesitan verificar si ambos utilizan el mismo código.

Tendencia al mensaje:

 Función poética: “no es la única que posee el arte verbal, pero sí es la más
sobresaliente y determinante, mientras que el resto de las actividades verbales actúa
como constitutivo subsidiario y accesorio.”3 Al igual se centra en la dicotomía de

3
Ibidem, p. 38.
signos y objetos, es por eso por lo que la lingüística no puede autolimitarse al campo
de la poesía. Si se realizan estudios lingüísticos de esta función lo que se debe de
hacer es sobrepasar los límites de la poesía, Los diversos géneros implican la
implicación de diversas funciones del lenguaje, pero siempre junto a la función
poética.

Así el autor logra hacer un diagrama como el de los elementos del lenguaje, pero con su
equivalente en función4:

Para entender bien la función poética Jakobson nos presenta dos conceptos nuevos, los dos
modelos básicos que se utilizan en una conducta verbal: la selección y la combinación. El hablante
puede seleccionar cualquiera de los sustantivos que quiera para elaborar un enunciado y a partir de
ello, cuando ya se planteó el tema se puede elegir un verbo que concuerde con el sustantivo. Así se
puede afirmar que “la función poética proyecta el principio de la equivalencia del eje sobre el eje
de combinación: La equivalencia se convierte en recurso constitutivo de la secuencia”5.
La poesía y el metalenguaje son conceptos y funciones opuestas, el ultimo es una
herramienta para plantear una ecuación de lenguaje a partir de una secuencia, la poesía la ecuación
forma una secuencia; medirlas es un recurso exclusivo de la función poética con su reiteración de
unidades equivalentes, donde es importante el tiempo de la fluidez del habla, debido a que fuera de
esta no tiene aplicación el lenguaje. Gracias a estos perceptos, Gerald Mandely definió a el verso
como “un discurso que repite —total o parcialmente— el mismo número de sonidos”6, así el verso
rebasa los límites de la poesía, pero este implica la función poética.
Al final, reuniendo los conceptos, tenemos la definición de poética como “parte de la
lingüística que trata de funciones poéticas y la relación que tiene con las demás funciones del
lenguaje”7 así que el estudio de esta junto a la función poética va más allá de la poesía, también se
estudia fuera de ella, donde se dan otras funciones.

4
Ibidem, p. 39.
5
Ibidem, p. 40.
6
Ibidem, p. 41.
7
Ibidem, p. 42.
Bibliografía:
Roman Jakobson, Lingüística y poética. Madrid, Cátedra, 1981.

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