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EL APASIONANTE MUNDO DE LA

"HISTORIA DE LOS DIAMANTES".


Primeros yacimientos en Sudáfrica
En el año 1859 se empezaron a descubrir los primeros diamantes en África del Sur en la confluencia de los ríos
Vaal y Orange, en la Colonia de El Cabo. Antes sólo se tenía constancia de diamantes en la India o Brasil. La
Colonia del Cabo estaba formada alrededor del Cabo de Buena Esperanza por varios asentamientos
holandeses, de los “Boers” (granjero, en holandés) que habían arrebatado la zona en 1652 a los portugueses,
primeros europeos en llegar a África del Sur. A mediados del siglo XVIII, los ingleses desembarcan y se
apoderan de la zona, pasando a convertirse en una colonia británica. Hasta esa fecha, la Colonia del Cabo era
más una zona de paso para la emigración europea que se dirigía a buscar fortuna a Australia o Nueva Zelanda.

Diamantes en bruto
El hallazgo fortuito por parte del hijo de un granjero en 1865 de un diamante de 21,25 quilates marcó el inicio
de la búsqueda masiva de yacimientos diamantíferos en África. Dicho ejemplar, en un principio confundido con
un topacio incoloro, fue enviado por barco a Inglaterra. Tras 32 días de viaje, llega a las manos de los joyeros
reales “Garrard & Co”, quienes lo examinan y certifican sin lugar a dudas de que se trata de un diamante. Es
entonces bautizado con el nombre de “Eureka” y exhibido en la Exposición de París de 1867, causando una
enorme repercusión y actuando como llamada a buscadores de diamantes. Cien años después y tras pasar por
varios propietarios, el “ Eureka” regresaría a África , donado por la compañía De Beers, al pueblo de África del
Sur, donde se exhibe en la actualidad en el Museo de la Mina de Kimberley. Al “Eureka” se le conoce como el
primer diamante africano, y no sólo marca el inicio de una nueva era para África del Sur, sino también el primer
paso para la transformación del continente africano y una nueva dimensión para el comercio mundial.

Al igual que en 1849 se había producido la “fiebre del Oro” en California, empieza la “fiebre del Diamante”. En
un primer momento, los buscadores de diamantes venidos principalmente de Europa se concentraban en las
excavaciones hechas en la cuenca de los ríos de la zona pero los diamantes encontrados eran siempre de
escaso tamaño. En marzo de 1869 otro pastor llamado Booi encuentra un enorme diamante de 83,5 quilates,
conocido después como “Estrella de Sud-África”. El descubrimiento de dicho diamante se produjo en una zona
alejada de los ríos, en tierra seca, por lo que esto motivó que los buscadores se desplazaran a zonas secas
abandonando las excavaciones a pie de río. Poco a poco se fueron encontrando más diamantes, y el número
de buscadores creció de forma espectacular. Desde 1865 a 1900 la población residente en la Colonia del Cabo
se duplicó hasta alcanzar casi los 400.000 europeos que habían emigrado en busca de la preciada gema.

FUNDADORES DE “THE BEERS MINING COMPANY”

En 1870 fue descubierta la primera pipe (chimenea) de kimberlita en la granja Koffiefontein . En un principio su
explotación fue rudimentaria. A medida que la profundidad de la pipe aumentaba, la explotación se encarecía
por lo que los mineros optaban por vender sus derechos a una compañía de explotación. Es también en ese
mismo año, que desembarca en suelo africano un joven inglés de 17 años, llamado Cecil John Rhodes siguiendo
los pasos de su hermano mayor Herbert, quien trabajaba en una plantación de algodón. Viendo el filón de
negocio suministrando hielo a los obreros que trabajaban en las minas, adquiere un carro de bueyes con el
dinero obtenido de su segunda cosecha y empieza su andadura empresarial. Su ambición no conocería límites.
En 1873 frente al rumor de que la mayor mina de Kimberley ya estaba agotada, adquiere todas las licencias de
explotación a precio de saldo, haciéndose rico al encontrar diamantes en capas inferiores. En 1880 funda “The
Beers Mining Company” junto a su socio Charles Rudd.

Otro hallazgo digno de mencionar fue el de un diamante de 995,20 quilates, el diamante “Excelsior”, que estuvo
en posesión de De Beers durante 33 años a la espera de un comprador.

En la década de 1870 la fiebre del diamante invade toda Africa del Sur con los conflictos que ello conllevaría
con el paso de los años. En un principio un promedio de 50.000 hombres africanos emigraban cada año para
trabajar en las minas durante un par de meses, regresando a sus tierras con el dinero para comprar ganado o
invertir en sus propias cosechas. Otros veían más oportunidades de vida en la mina y terminaban quedándose
en la ciudad de Kimberley.
LA MINA DE DIAMANTES KIMBERLEY

En junio de 1871, en la granja De Beers se descubre la mayor pipe de kimberlita : la mina Kimberley, que pasaría
a ser rebautizada como el Big Hole de Kimberley, el mayor pozo del mundo excavado por el hombre. Se llegaron
a extraer más de 25 millones de toneladas de material, recuperándose 3 toneladas de diamantes. Las cuatro
pipes más importantes : Kimberley, De Beers, Du Toit´s Pan y Bultfontein se encontraban alrededor de la ciudad
de Kimberley, y pertenecían a tres importantes grupos financieros: De Beers Mine, Kimberley Mine y Compagnie
Française des Mines de Diamants du Cap de Bon Espérance. Esas grandes compañías se terminan fusionando
en 1888 convirtiéndose en “ De Cecil Rhodes Beers Consolidated Mines “, el monopolio de las minas de
diamante.

Posteriormente fueron descubiertas otras minas más alejadas como la mina Wesselton y la mina Premier,
famosa esta última por que en su interior hallaron el mayor diamante hasta ahora conocido: el “Cullinan”,
bautizado así en honor del propietario de dicha mina; pesó 3.106 quilates. En un panorama cada vez más
complejo, se empezaron a extremar las precauciones para evitar el robo y ocultación de los diamantes por parte
de los peones africanos que trabajaban en ellas. Los propietarios de las minas en su afán por mantener el precio
de la mano de obra lo más barata posible, convencieron a la administración colonial británica a introducir una
serie de leyes discriminatorias como la “ley de Paso”, aplicable sólo a los negros, cuyo objetivo era el de limitar
la movilidad de los trabajadores migrantes y evitar que cambiasen de lugar de trabajo. De esa manera, impedían
que los trabajadores se desplazaran de una mina a otra para negociar el salario. Los “siervos” estaban obligados
a poseer un pase donde se especificaba su lugar de trabajo, si habían o no concluido con el contrato y si podían
abandonar la ciudad. Esta ley de pase fue cumplimentada con la creación de tribunales especiales en los que
poder juzgar con rapidez a aquellos infractores de la “Ley de Paso”. Dichos juzgados fueron la base de los
tribunales segregacionistas del siglo XX. También se obligó a los trabajadores africanos a residir en “lugares
especiales” o guetos en la ciudad de Kimberley, finalmente en 1886 se les confinó en recintos cerrados y
vigilados de los que no podían salir hasta que no hubiesen finalizado su contrato en la mina. Todas estas
prácticas discriminatorias constituyeron la base de la segregación racial que imperó en África del Sur en el siglo
XX. Las condiciones de vida de la población africana en la Colonia del Cabo eran cada vez más precarias, y
aunque sobre el papel la política oficial británica decía que todas las personas independientemente de su raza
eran iguales, la práctica judicial era discriminatoria y opresiva para la población de color.

LA MINA DE DIAMANTES KIMBERLEY

Por otra parte, surgen tensiones entre los colonos británicos y los Boers, propietarios de granjas, y el gobierno
británico. La mano de obra en el campo escaseaba ya que los granjeros no podían competir con los sueldos
ofrecidos en las minas. Sin peones que cultivaran la tierra, los agricultores no podían producir los alimentos que
la ciudad de Kimberley y sus alrededores requerían por lo que presionan al gobierno británico para que
expropiase por la fuerza las tierras en propiedad de los africanos . Entre los años 1870 y 1880, el gobierno
británico se lanzó a una serie de guerras contra las diversas poblaciones autóctonas ( zulú , tswana, xhosa, etc)
con el fin de someterlas por la fuerza y confiscar sus tierras, dándoselas posteriormente a los colonos. De esa
manera, sin tierras propias con las que poder subsistir, las poblaciones africanas tuvieron que emigrar para
buscar trabajo en las granjas de los colonos o en las minas, y someterse a las duras condiciones de vida,
hacinamiento y bajos sueldos. La Colonia del Cabo experimentó en tan sólo dos décadas un enorme crecimiento
económico y demográfico gracias a la industria del diamante. Este motor de desarrollo se ve potenciado por el
descubrimiento en 1886 de depósitos de oro en el Witwatersrand, popularmente llamado “Rand”, cerca de lo
que hoy conocemos como Johannesburgo.

Los empresarios ingleses vieron aquí otro filón de negocio, adquiriendo rápidamente los depósitos auríferos con
la fortuna que habían hecho con los diamantes y creando una serie de empresas de extracción de oro. Siguiendo
el mismo patrón de inversión extranjera que se hizo en las minas de diamante, la industria del oro terminaría
empleando a más de 100.000 trabajadores africanos. A finales de la década de 1890, la producción de oro de
África del Sur constituía una quinta parte de la producción mundial de oro. Fue tal el auge experimentado, que
Johannesburgo pasa a convertirse en la ciudad más grande en el sur de África. Este es el comienzo, como ya
dijimos día atrás, de una historia llena de aristas. La historia de los diamantes, junto con la del oro, es realmente
apasionante y no deja indiferente a nadie, en unos casos por su gran interés y misterio, y en otros porque la
codicia de algunos ha llevado a ensombrecer lo que tiene de bello. El próximo capítulo estará dedicado a temas
que no dejarán indiferente a nadie.

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