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GILBERTO GIMÉNEZ MONTIEL

Paradigmas de identidad

L A IDENTIDAD: U N A NOCIÓN PROBLEMÁTICA


PERO N E C E S A R I A

L IGUAL que la noción de cultura, con la que mantiene estre-


cho parentesco, la noción de identidad se ha impuesto en
nuestros días con éxito creciente no sólo en el campo de las ciencias
sociales, sino también fuera del mismo, como, por ejemplo, en el
discurso político, en el discurso periodístico y hasta en el discurso
empresarial. Así como hoy queremos ver cultura en todas partes -y
hablamos de cultura política, de cultura d e m o c r á t i c a , de cultura
del no-pago y hasta de "cultura de la muerte"-, también queremos
atribuir una identidad a todo el mundo, y así hablamos de identi-
dades políticas, de identidades fronterizas, de identidad de género y
hasta de "identidad corporativa", en referencia a las grandes cor-
poraciones transnacionales.
Ya en los años ochenta René Gallissot (1987: 7-11) considera-
ba la inflación del t é r m i n o "identidad" como un efecto de moda,
denunciaba la fabricación descontrolada de "identidades abusivas",
y exhortaba a los científicos sociales a "trascender la moda de las
identidades"; es decir, a controlar críticamente el uso del concepto
en cuestión. Sin embargo, el hecho mismo de manifestarse bajo las
apariencias de un efecto de moda constituye un dato significativo
para el científico social. En efecto, el fenómeno puede interpretarse
como síntoma de la necesidad social del concepto y nos lleva a pre-
guntarnos cuáles son las condiciones que han favorecido o provo-
cado la d i s e m i n a c i ó n creciente del término "identidad".
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Algunos analistas consideran que la moda identitaria consti- identidad, según la cual ésta se define como un conjunto de propie-
tuye la prolongación del fenómeno de exaltación de la diferencia que dades y atributos específicos y estables, considerados como consti-
emerge en los años setenta y que ha sido orquestada por ideologías tutivos de entidades que se mantienen constantes y sin mayores
muy diversas e incluso contrapuestas como las que predican la variaciones a través del tiempo.
apología de la sociedad multicultural y las que, por el contrario, Nosotros añadiremos que la noción de identidad es también una
proclaman el "cada quien con su identidad, pero en su propia casa" noción p o l í t i c a m e n t e peligrosa, por su aptitud para integrar mitos
(Cuche, 1996: 83). Otros analistas amplían la perspectiva y conside- políticos con fuertes resonancias pasionales, como en el caso de
ran que la exaltación moderna de la diferencia -particularmente de los nacionalismos que proclaman el principio "un Estado, una na-
las diferencias subnacionales- debe interpretarse como efecto del ción, una cultura", de los etnonacionalismos que desembocan en
debilitamiento del modelo del Estado-nación, por una parte, y por la lógica de la "limpieza étnica", y del racismo disfrazado bajo la
otra como reacción a la creciente integración política supranacional reivindicación del "derecho a la diferencia, pero cada quien en su
y a la mundialización de la economía. Se trataría, entonces, de un propia casa" (Taguieff, 1986: 91 y ss.).
reflejo de autodefensa y de una especie de antídoto frente a los pro- Pero, pese a todo, sigue siendo un concepto imprescindible en
cesos de globalización. las ciencias sociales por su poder heurístico, analítico y desmistifica-
dor. Por ejemplo, no podríamos comprender ni mucho menos expli-
En diferentes puntos del planeta, los movimientos de minorías
car las acciones y las interacciones sociales -es decir, el conjunto
étnicas o lingüísticas han suscitado interrogaciones e investi-
de la d i n á m i c a s o c i a l - sin elaborar enunciados implícitos o explí-
gaciones sobre la persistencia y el desarrollo de las identidades
citos acerca de la identidad de los actores en ellas implicados
culturales. Algunos de estos movimientos son muy antiguos
(Pizzorno, 1989: 161-183).' Bajo este aspecto p o d r í a m o s afirmar
(piénsese, por ejemplo, en los kurdos). Pero sólo han llegado a
que la teoría de la identidad no es más que una extensión de la teo-
imponerse en el campo de la problemática de las ciencias socia-
ría del actor y de la acción social, y que, por lo mismo, es indisocia-
les en cierto momento de su dinamismo que coincide, por cier-
ble de lo que algunos autores han llamado "retorno del sujeto" en
to, con la crisis del E s t a d o - n a c i ó n y de su soberanía atacada
las ciencias sociales (Touraine, 1984). De a q u í la importancia y la
s i m u l t á n e a m e n t e desde arriba (el poder de las firmas multina-
urgencia de rescatar este concepto de los t e n t á c u l o s del sentido
cionales y la dominación hegemónica de las grandes potencias)
c o m ú n , para conservar todo su poder analítico y hacer un uso res-
y desde abajo (las reivindicaciones regionalistas y los particu-
ponsable de sus innegables connotaciones humanistas.
larismos culturales) (Lapierre, 1984: 197).

Concluyamos, entonces, que la noción de identidad es de em-


pleo delicado, debido a su difusión descontrolada, a su deslumbran-
te pero e n g a ñ o s a evidencia, y, sobre todo, debido a las trampas del
lenguaje natural y del sentido c o m ú n que tienden a presentarla
A s í , por e j e m p l o , no p o d r í a m o s entender un relato d i s l o c a d o c u y o s protagonistas no
invariablemente como una entidad homogénea, cristalizada y sus- tuvieran identidades estables. M á s a ú n , el vocabulario de la identidad y de la diferencia es una
tancial (Dressler-Holohan, 1986: 11 y ss.). En efecto, lo que vemos de las c o n d i c i o n e s de e m p l e o de toda lengua natural, c o m o nos lo e n s e ñ a n los f i l ó s o f o s del
lenguaje.
difundirse en todas partes es una c o n c e p c i ó n sustancialista de la
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L A IDENTIDAD: es el resultado de un proceso de identificación en el seno de una


UNA CONCEPCIÓN R E L A C I O N A L Y SITUACIONAL situación relacional.
Por último, la identidad es una contrucción social que se realiza
EN EL ámbito de las ciencias sociales, la idea de identidad cultural en el interior de marcos sociales que determinan la posición de los
ha sido conceptualizada inicialmente en los E E . U U . como herra- actores y, por lo mismo, orientan sus representaciones y acciones.
mienta para afrontar los problemas de integración de los inmigran- Por lo tanto, ni está totalmente determinada por supuestos factores
tes y los de las relaciones interraciales. En los países europeos, y objetivos, como pretenden las concepciones objetivistas de la iden-
particularmente en Francia, surge como dispositivo de análisis de tidad, ni depende de la pura subjetividad de los agentes sociales,
los nuevos movimientos sociales, de los particularismos regionales como sostienen las concepciones subjetivistas.
y de los etnonacionalismos. A lo dicho anteriormente debe añadirse una precisión capital:
Si quisiéramos compendiar en una definición escueta el núcleo la voluntad de distintividad, d e m a r c a c i ó n y a u t o n o m í a , inherente
teórico m í n i m o en torno al cual parece existir cierto consenso entre a la afirmación de identidad, requiere ser reconocida por los demás
los científicos sociales, diríamos que la identidad es el conjunto de actores para poder existir socialmente, ya que, como dice Bourdieu,
repertorios culturales interiorizados (representaciones, valores, "el mundo social es también representación y voluntad, y existir
símbolos), a través de los cuales los actores sociales (individuales o socialmente t a m b i é n quiere decir ser percibido, y por cierto ser
colectivos) demarcan sus fronteras y se distinguen de los d e m á s percibido como distinto" (1982: 142). De a q u í la importada de la
actores en una situación determinada, todo ello dentro de un espacio manifestación como estrategia por medio de la cual "el grupo prác-
históricamente específico y socialmente estructurado. tico, virtual, ignorado, negado o reprimido se torna visible y mani-
Este esbozo de definición ya permite identificar los principales fiesto para los demás grupos y para sí mismo, y revela su existencia
parámetros de la p r o b l e m á t i c a de las identidades. en tanto que grupo conocido y reconocido" (ídem).
En primer lugar, permite situar claramente la relación entre Se infiere de lo dicho que la identidad de los actores sociales
identidad y cultura. La identidad debe concebirse como una eflores- (individuales y colectivos) resulta siempre de una especie de com-
cencia de las formas interiorizadas de la cultura, ya que resulta de promiso o negociación entre autoafirmación y asignación identita-
la interiorización selectiva y distintiva de ciertos elementos y rasgos ria, entre "autoidentidad" y "exoidentidad". De aquí la posibilidad
culturales por parte de los actores sociales. Por lo tanto, la mera exis- de que existan discrepancias o desfases entre la representación de
tencia objetivamente observable de una determinada configuración la propia identidad y la de los d e m á s , lo que ha dado lugar a la dis-
cultural no genera a u t o m á t i c a m e n t e una identidad. Se requiere tinción entre identidades internamente definidas (llamadas también
todavía de parte de los actores sociales la voluntad de distinguirse identidades subjetivas, percibidas o "privadas"), e identidades exter-
socialmente a través de una reelaboración subjetiva y selectiva de namente imputadas (llamadas también identidades objetivas, actua-
algunos de sus elementos. les o "públicas") (Hecht et al, 1993: 42-43). 2

En segundo lugar, se echa de ver que, como dice Balibar, la A h o r a bien, la mayor o menor legitimidad de uno u otro polo,
identidad sólo existe en y para sujetos, en y para actores sociales; es decir, la prevalencia de la autoafirmación o de la asignación, de-
y que su lugar propio es la relación social, es decir, la relación entre pende de la correlación de fuerzas entre los grupos o actores so-
los grupos sociales. Por lo tanto, no existe identidad en sí ni para 2
Un caso particularmente c l a r o de este segundo tipo de identidades puede encontrar-
sí, sino sólo en relación con "alter". C o n otras palabras, la identidad se en F r i e d l a n d e r , 1977.
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ciales en contacto. En efecto, la identidad es un objeto de disputa una serie de reglamentos y controles. Incluso se puede decir que
en las luchas sociales por la " c l a s i f i c a c i ó n l e g í t i m a " , y no todos el Estado tiene una verdadera obsesión por el control de la identidad
los grupos tienen el mismo poder de identificación. Porque, como de sus ciudadanos, llegando en ocasiones a fabricar documentos de
explica Bourdieu en un artículo clásico (1980: 63-72), sólo los que identidad infalsificabies. Lo malo está en que el Estado tiende a la
disponen de autoridad legítima, es decir, de la autoridad que con- mono-identificación, sea porque reconoce una sola identidad cultu-
fiere el poder, pueden imponer la definición de sí mismos y la de ral legítima para sus ciudadanos de derecho pleno, sea porque tien-
los demás. Sólo ellos tienen el poder de hacer o deshacer grupos. Es de a aplicar etiquetas reductivas a las minorías y a los extranjeros
así como, en los E E . U U . , por ejemplo, el grupo dominante de los que habitan en su territorio.
White Anglo-Saxon Protestant (WASP), clasifica a los d e m á s esta- El ascenso de las reivindicaciones identitarias subnacionales
que se observa en muchos estados c o n t e m p o r á n e o s puede interpre-
dounidenses en la categoría de "grupos étnicos" o en la de "grupos
tarse como una consecuencia de la centralización y burocratización
raciales". A la primera pertenecen los descendientes de inmigran-
del poder. Todo el esfuerzo de los grupos minoritarios se orienta, no
tes europeos no WASP; a la segunda los estadounidenses llamados
tanto a reapropiarse una identidad que frecuentemente es la que
"de color" (negros, chinos, japoneses, puertorriqueños, mexicanos).
les ha sido otorgado por el grupo dominante, sino a reapropiarse los
medios para definir por sí mismos y según sus propios criterios su
Según esta definición las etnias son los otros, es decir, los que
identidad. Con otras palabras, se esfuerzan por transformar la hete-
se d e s v í a n de una manera u otra de la referencia identitaria
ro-identidad, que frecuentemente es una identidad negativa, en
americana. E n cuanto a los WASP, escapan, por una especie de
identidad positiva.
truco de la magia social, a esta identificación étnica y racial.
Hemos presentado aquí una c o n c e p c i ó n relacional y situacio-
E l l o s se colocan fuera de toda clasificación (fuera de cate-
nal de la identidad, que está muy lejos de la intuición sustancialista
goría), porque evidentemente se consideran muy por encima
del sentido c o m ú n . Se trata de una verdadera inversión de pers-
de los clasificados (Cuche, 1996: 88-89). 3

pectivas inicialmente introducida por Fredrik Barth y colaborado-


res en su célebre obra colectiva: Los grupos étnicos y sus fronteras
La intervención del poder en los procesos identitarios nos lle- (1976). Esta c o n c e p c i ó n puede ser resumida en las siguientes pro-
va de la mano a lo que p o d r í a m o s llamar "políticas de identifica- posiciones:
c i ó n " del Estado. En efecto, en las sociedades modernas el Estado
• Presenta la identidad como resultado de una c o n s t r u c c i ó n
se reserva la administración de la identidad, para lo cual establece
social que pertenece al orden de las representaciones sociales,
y no como un dato objetivo.
3
El m i s m o autor prosigue de este modo: " E l poder de clasificar desemboca, por lo tanto,
en la e t n i c i z a c i ó n de los grupos subalternos. É s t o s son identificados a partir de c a r a c t e r í s t i -
• Pero se trata de una construcción que se realiza no de mane-
cas culturales exteriores considerados c o m o consustanciales y, por lo tanto, cuasi-inmuta- ra arbitraria y subjetiva, sino dentro de marcos sociales constri-
bles. E s esto l o que s u m i n i s t r a e l a r g u m e n t o para s u m a r g i n a l i z a c i ó n y , a ú n m á s , para s u
ñentes que determinan las posiciones de los agentes y orientan
m i n o r i z a c i ó n : son demasiado diferentes c o m o para ser asociados plenamente a la c o n d u c c i ó n
de la sociedad. C o m o se echa de ver, la a s i g n a c i ó n de diferencias significa no tanto el reco- sus representaciones y opciones.
nocimiento de especificidades c o m o la a f i r m a c i ó n de una sola identidad legítima: la del grupo • En cuanto "constructo", la identidad se elabora dentro de un
dominante. T a l a s i g n a c i ó n puede prolongarse en una p o l í t i c a de s e g r e g a c i ó n de los grupos m i -
noritarios, a p e r c i b i d o s de a l g ú n m o d o para permanecer en el lugar que se les ha asignado
sistema de relaciones que oponen un grupo a otros grupos con
en f u n c i ó n de su c l a s i f i c a c i ó n " ( C u c h e . 1996: 89). los cuales está en contacto.
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• Por último, la identidad se construye y se reconstruye cons- la identidad se nos a p a r e c í a como distinguibilidad y diferencia
tantemente en el seno de los intercambios sociales; por eso el en contextos relaciónales, ahora se nos presenta (tautológicamente)
centro del análisis de los procesos identitarios es la relación como igualdad o coincidencia consigo mismo. De aquí derivan la
social. relativa estabilidad y consistencia que suelen asociarse a la identi-
dad, así como también la atribución de responsibilidad a los acto-
res sociales y la relativa previsibilidad de los comportamientos. 5

Esta manera de plantear las cosas no deja de tener consecuencias


También esta dimensión de la identidad remite a un contexto de
importantes para el correcto diseño de un análisis de las identida-
interacción. En efecto,
des. Por ejemplo, no se trata simplemente de inventariar el conjun-
to de rasgos culturales que definirían una identidad, sino de detectar también los otros esperan de nosotros que seamos estables y
cuáles de entre ellos han sido seleccionados y utilizados por los constantes en la identidad que manifestamos; que nos manten-
miembros del grupo para afirmar y mantener una distinción cultu- gamos conformes a la imagen que proyectamos habitualmente
ral. También se infiere de lo dicho que no es tarea de las ciencias
4

de nosotros mismos (de aquí el valor peyorativo asociado a cali-


sociales detectar cuál es la "verdadera identidad" de determinados ficativos tales como insconstante, voluble, cambiadizo, inconsis-
grupos o colectivos, sino explicar los procesos de identificación sin tente, "camaleón", etcétera); y los otros están siempre listos para
juzgarlos, es decir, dilucidar las lógicas sociales que impulsan a los "llamarnos al orden", para comprometernos a respetar nuestra
individuos y a los grupos a identificarse, a etiquetar, a categorizar y identidad (Lipiansky, 1992: 43).
a clasificar. En efecto, si se admite que la identidad es una construc-
ción social, la única pregunta pertinente es la siguiente: ¿ c ó m o , por-
Pero m á s que de permanencia, habría que hablar de continui-
qué y a través de quiénes se produce, se mantiene o se cuestiona
dad en el cambio, en el sentido de que la identidad a la que nos refe-
una identidad particular en un momento y en un contexto social
rimos es la que corresponde a un proceso evolutivo, y no a una 6

determinado?
constancia sustancial. Hemos de decir entonces que es m á s bien
la dialéctica entre permanencia y cambio, entre continuidad y dis-
LA IDENTIDAD COMO PERSISTENCIA continuidad, la que caracteriza por igual a las identidades personales
E N E L TIEMPO y a las colectivas. Estas se mantienen y duran adaptándose al entor-
no y recomponiéndose incesantemente, sin dejar de ser las mismas.
OTRA CARACTERÍSTICA fundamental de la identidad -sea ésta perso- Se trata de un proceso siempre abierto y, por ende, nunca definitivo
nal o colectiva- es su capacidad de perdurar -aunque sea imagina- ni acabado.
riamente- en el tiempo y en el espacio. Es decir que la identidad Debe situarse en esta perspectiva la tesis de Fredrik Barth (1976)
implica la percepción de ser idéntico a sí mismo a través del tiempo, según la cual la identidad se define primariamente por la conti-
del espacio y de la diversidad de las situaciones. Si anteriormente
5
Desde esta perspectiva constituye una contradictio in tenninis la idea de una iden-
4
D i c h o de otro m o d o : la diferencia identitaria no es consecuencia directa de la diferen- tidad c a l e i d o s c o p i c a , fragmentada y e f í m e r a que sería propia de la "sociedad posmoderna"
c i a cultural observable desde el exterior. " U n a cultura particular no produce por sí m i s m a una s e g ú n el discurso especulativo de ciertos f i l ó s o f o s y ensayistas.
identidad d i f e r e n c i a d a : é s t a s ó l o puede resultar de las interacciones entre grupos y de los
6
Incluso esta e x p r e s i ó n resulta t o d a v í a inexacta. H a b r í a que hablar m á s bien de proceso
p r o c e d i m i e n t o s de d i f e r e n c i a c i ó n que é s t o s ponen en j u e g o en sus r e l a c i o n e s " ( C u c h e , d i n á m i c o , ya que nuestra b i o g r a f í a , por ejemplo, es m á s bien un proceso c í c l i c o , no s e g ú n
1996: 87). un m o d e l o e v o l u t i v o y l i n e a l s i n o s e g ú n una d i a l é c t i c a de r e c o m p o s i c i o n e s y rupturas.
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re a los d e m á s sujetos que constituyen su contraparte en el proceso identidad genera frustración, desmoralización, complejo de inferio-
de interacción social. Y ello es así, en primer lugar, porque "aun ridad, insatisfacción y crisis.
inconscientemente, la identidad es el valor central en torno al cual
cada individuo organiza su relación con el mundo y con los d e m á s
E S T R A T E G I A S IDENTITARIAS
sujetos (en este sentido, el «sí m i s m o » es necesariamente egocén-
trico)". Y en segundo lugar, DEJAMOS dicho más arriba que una de las características de la iden-
tidad es su plasticidad, es decir, su capacidad de variación, de rea-
porque las mismas nociones de diferenciación, de comparación
comodamiento, de modulación e incluso de manipulación.
y de distinción, inherentes [...] al concepto de identidad, impli-
Precisamente para subrayar esta característica algunos analistas
can l ó g i c a m e n t e como corolario la b ú s q u e d a de una valori-
han introducido el concepto de estrategia identitaria. En esta pers-
zación de sí mismo con respecto a los d e m á s . La valorización
pectiva, la identidad aparece como medio para alcanzar un fin. El
puede aparecer incluso como uno de los resortes fundamentales
concepto de estrategia indica también que los actores sociales dis-
de la vida social (aspecto que E. Goffman ha puesto en claro
ponen de cierto margen de maniobra, y que en función de su apre-
a través de la noción de face) (Lipiansky, 1992: 41).
c i a c i ó n de la s i t u a c i ó n utilizan de una manera e s t r a t é g i c a sus
recursos identitarios. Sin embargo, el concepto de "estrategia identi-
Concluyamos, entonces, que los actores sociales -sean éstos taria" no significa que los actores sociales son completamente libres
individuales o colectivos- tienden, en primera instancia, a valorar para definir su identidad según sus intereses materiales y simbóli-
positivamente su identidad, lo que tiene por consecuencia estimu- cos del momento. Las estrategias deben tomar en cuenta necesa-
lar la autoestima, la creatividad, el orgullo de pertenencia, la solida- riamente el marco estructural, la situación social, la correlación de
ridad grupal, la voluntad de a u t o n o m í a y la capacidad de resisten- fuerzas entre los grupos, las maniobras de los d e m á s , etcétera. En
cia contra la penetración excesiva de elementos exteriores. Pero 9

consecuencia, si bien es cierto que, debido a su plasticidad, la iden-


en muchos otros casos se puede tener también una representación
tidad se presta a la instrumentalización -es una herramienta, más
negativa de la propia identidad, sea porque ésta ha dejado de pro-
aún, una "caja de herramientas, decía Devereux-, los individuos y
porcionar el mínimo de ventajas y gratificaciones requerido para que
los grupos no pueden hacer lo que quieran de su identidad, ya que,
pueda expresarse con éxito moderado en un determinado contexto
como dejamos dicho, ella es el resultado de la identificación que
social (Barth, 1976: 28), sea porque el actor social ha introyecta-
nos atribuimos nosotros mismos y de la que nos imponen los demás"
do los estereotipos y estigmas que le atribuyen - e n el curso de las
(Cuche, 1996: 94).
"luchas s i m b ó l i c a s " por las clasificaciones sociales- los actores
Una modalidad extrema de estrategia de identificación consis-
(individuos o grupos) que ocupan la posición dominante en la corre-
te en ocultar la propia identidad para escapar a la discriminación,
lación de fuerzas materiales y s i m b ó l i c a s , y que, por lo mismo, se
al exilio e incluso a la masacre. Un caso histórico ejemplar, citado
arrogan el derecho de imponer la definición "legítima" de la identi-
por Cuche (1996: 94), de este tipo de estrategia es la de los j u d í o s
dad y la "forma legítima" de las clasificaciones sociales (Bourdieu,
marranos de España, que se convirtieron exteriormente al catolicis-
1982: 136 y ss.). En estos casos, la percepción negativa de la propia
mo en el siglo xv para escapar a la persecución y a la expulsión, pero
" C o m o ya lo h a b í a s e ñ a l a d o M a x W e b e r , "toda diferencia de costumbres puede alimen-
secretamente seguían siendo fieles a su fe ancestral y a sus ritos
tar en sus portadores un sentimiento e s p e c í f i c o de h o n o r y d i g n i d a d " ( W e b e r . 1974: 317). tradicionales.
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El carácter estratégico de la identidad nos permite comprender e m p e ñ a d o s en redefinir ¡a "identidad de g é n e r o " y el papel de la
ciertos fenómenos, como los de las resurgencias y recomposicio- mujer en la sociedad mexicana.
nes identitarias. Por ejemplo, cuando hablamos de "despertar de los Pero sin duda alguna, el problema principal ya tiene que ver
grupos i n d í g e n a s " en M é x i c o , no debemos pensar en una especie con el resurgimiento del movimiento indio que, esgrimiendo estra-
de resurrección de identidades indias por largo tiempo soterradas tégicamente los recursos de su identidad étnica frente a un Estado
o en estado de hibernación, sino en la reinvención estratégica, por excluyente y centralizador, no sólo ha logrado proyectar la cuestión
parte de dichos grupos, de una identidad colectiva en un contexto de ¡a autonomía indígena al primer plano de la escena política, sino
totalmente nuevo, como es el de un Estado neoliberal que los exclu- que ya ha obligado al propio Estado a redefinir la identidad nacio-
ye y margina en nombre de la modernidad. nal en t é r m i n o s multiculturales. Lo que quiere decir que quizás
A s í también, las sucesivas recomposiciones de la identidad de por primera vez en su historia, M é x i c o ha dejado de definirse, por
los haitianos inmigrados en Nueva York, estudiadas por Francoise lo menos en el plano jurídico y formal, como una "nación mestiza". 10

M o r i n (1990), tienen un significado estratégico. La primera oleada Por eso, y para dar mayor concreción a las reflexiones preceden-
de migrantes, constituida por la élite mulata, tiende a asimilarse a tes, nos proponemos ahora incursionar brevemente en el terreno
la nación americana, pero diferenciándose cuidadosamente de los de las identidades étnicas y sus conflictos.
negros de origen africano. Los contingentes de la segunda oleada, Carece de sentido, por supuesto, hablar de las identidades étni-
constituida por elementos de la clase media, se identifican como hai- cas en general. Las identidades étnicas remiten siempre, como toda
tianos, y para distinguirse de los negros hablan francés. Los de la identidad, a contextos histórica y socialmente específicos, y se pue-
tercera generación, compuesta mayoritariamente por j ó v e n e s , se de esperar razonablemente que variarán en cuanto a su composición
identifican g e n é r i c a m e n t e como caribeños para escapar al estigma y significado según los diferentes procesos de etnicización que le
de boat peaple y de portadores de SIDA asociado con los nuevos dieron origen. En lo que sigue nos referiremos exclusivamente a
inmigrados de Haití. las identidades de ios grupos i n d í g e n a s que habitan el territorio
mexicano y que son herederos de las "naciones originarias" (First
Nations) que podemos llamar mesoamericanas. C o m o sabemos,
I D E N T I D A D E S ÉTNICAS
el colonialismo español primero, y luego el Estado mexicano some-
SON MUCHOS los problemas identitarios que tendrá que afrontar tió a estas "naciones" a un proceso de extrema marginación en sus
México en los umbrales del segundo milenio. Podríamos señalar de propios territorios ancestrales. 11

paso la recomposición del campo religioso como consecuencia de la Según Fredrik Barth (1976), la etnicidad, que es un producto del
proliferación de nuevos movimientos portadores de nuevas iden- proceso de identificación, puede definirse como la organización
tidades religiosas que exigen reconocimiento; las migraciones ma- social de la diferencia cultural. Por lo tanto, lo que realmente impor-
sivas a través de la frontera norte con todas su implicaciones de acul- 10
V é a s e , a este respecto. la reforma al a r t í c u l o 4o. constitucional realizada hacia finales
turación y adaptación identitaria; la aparición en la escena política de 1990.
11
Para apreciar todo el d a ñ o i n f l i g i d o por el c o l o n i a l i s m o y la conquista a las " n a c i o -
de nuevos actores que pugnan por dotarse de una fisonomía propia
nes o r i g i n a r i a s " , basta considerar que A u s t r a l i a , C a n a d á y los E E . U U . ocupan, en conjun-
y de una identidad, como la llamada "sociedad c i v i l " , y miles de to, el 18 por c i e n t o de la s u p e r f i c i e terrestre, pero s ó l o el 6 por c i e n t o de la p o b l a c i ó n
organizaciones no gubernamentales (ONG) preocupadas por los de- m u n d i a l . Pero dentro de la p o b l a c i ó n total de estos tres p a í s e s , s ó l o el I por ciento está cons-
tituido por los habitantes o r i g i n a r i o s de la r e g i ó n , mientras que el 90 por ciento e s t á consti-
rechos humanos; y, en fin, la multiplicación de grupos feministas tuido p o r pobladores de o r i g e n europeo ( D o m i n e n , 1997: 95).
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ta para explicar la etnicidad no es tanto el contenido cultural de la • la valorización del propio sistema de parentesco como funda-
identidad, sino los mecanismos de interacción que, utilizado cierto mento primordial de su pertenencia grupal;
repertorio cultural de manera estratégica y selectiva, mantienen o • un complejo religioso-ritual que actualiza, reafirma y renueva
cuestionan las fronteras colectivas. la identidad del grupo, mediante la dramatización de su
Ahora bien, ¿cuál es ese repertorio cultural utilizado por los gru- visión del mundo, de la vida y de la muerte.
pos indígenas nacionales para reivindicar su dignidad y su autono-
mía frente al Estado y a los segmentos regionales de los grupos Existe un relativo consenso entre los autores acerca de la impor-
cultural y políticamente dominantes? tancia decisiva de la referencia a un común origen o a ancestros co-
La respuesta tendrá que ser en gran parte hipotética y conjetu- munes para la identidad étnica. Según George de Vos, por ejem-
ral, y se limitará a enumerar, con base en una especie de inducción plo, la identidad étnica es "una forma de pertenencia orientada
incompleta apoyada en las pocas exploraciones empíricas realizadas prevalentemente hacia el pasado" (1972: 437) que comporta "un
en nuestro país, algunos de sus componentes básicos, con plena
12

sentido de continuidad histórica con ancestros y un lugar de origen


conciencia de que en los casos concretos variarán su peso especí- comunes" (1982: 9). Y entre nosotros, Miguel Alberto Bartolomé
fico y incluso su pertinencia en cada una de las configuraciones afirma que la memoria de una genealogía es tan fundamental que
identitarias. cuando ésta se pierde, una identidad étnica deja de ser tal para
Supuesto lo anterior, me atrevería a afirmar que los componen- adquirir otra identidad, por ejemplo, una "identidad residencial"
tes culturales básicos (que algunos estudiosos estadounidenses, como (1996: 121-122).
Michael L. Hecht, llamarían core symbols) de la representación Me parece preferible subsumir la referencia a antepasados co-
social que tienen de sí mismos los grupos étnicos, en contraposi- munes bajo el concepto más amplio de tradición. En efecto, los
ción con la cultura nacional mayoritaria de carácter occidental, son ancestros adquieren relevancia no por sí mismos, sino en cuanto
los siguientes: transmisores autorizados de una compleja herencia cultural. En
este sentido, las identidades étnicas se caracterizarían por ser profun-
• una tradición archivada en la memoria colectiva, que remite damente tradicionales, o lo que es lo mismo, por ser propias de
a una línea de ancestros y que registra el trauma de la colo- "sociedades de memoria". Pero hay que cuidarse de no reificar
nización; abusivamente la noción de tradición. Ésta no se reduce al conjunto
• la reivindicación permanente de sus territorios ancestrales de los tradita de una sociedad o de un grupo, como pretende Shils
como lugares de anclaje de su memoria colectiva, contenedo- (1981). Lo que la define esencialmente es el hecho de conferir al
res de su cultura y referente simbólico de su identidad social; pasado una autoridad trascendente para regular el presente (Hervieu-
• la valorización del propio lenguaje, dialecto o sociolecto no Léger, 1993: 126-127). Y las bases de esta autoridad no es la anti-
sólo como medio de comunicación intragrupal, sino también güedad, como pudiera parecer a primera vista, sino la convicción
como archivo vivo de su visión del mundo y símbolo distintivo de que la continuidad con el pasado es capaz de incorporar incluso
de su identidad cultural; las innovaciones y reinterpretaciones que exige el presente. Por lo
tanto, la tradición es una noción dinámica compatible, en principio,
Véase a este respecto, entre otros, los trabajos de Alejandro Figueroa (1994) y, sobre con el cambio, la modernización y el desarrollo (Enloe, 1973),
12

todo, los trabajos ya citados de Miguel Alberto Bartolomé y A l i c i a Mabel Barabas (1996),
y de Miguel Alberto Bartolomé (1997). porque nunca es mera repetición del pasado en el presente, sino
52 PARADIGMAS DE IDENTIDAD 53
GILBERTO GIMÉNEZ MONTÍEL

filtro, redefinición y reelaboración permanentes del pasado en fun- como pocos los lazos entre identidad étnica y territorio. "Resulta
ción de las necesidades y desafíos del presente. Incluso pueden indudable - d i c e - que para los pueblos nativos el territorio represen-
existir "tradiciones inventadas", como dijera Hobsbawm (1983). ta un referente fundamental dentro del cual inscribir la identidad
Digamos entonces, en conclusión, que la tradición "es el conjunto colectiva, en la medida en que la ideología social se construye tam-
de representaciones, imágenes, saberes teóricos y prácticos, compor- bién en relación con un medio ambiente determinado" (1997: 86).
tamientos, actitudes, etcétera, que un grupo o una sociedad acepta Hemos dicho al comienzo de este apartado que las identidades
en nombre de la continuidad necesaria entre el pasado y el presen- é t n i c a s comparten con las identidades nacionales la referencia
te" (Hervieu-Léger, 1993: 127). a un territorio pletórico de s í m b o l o s . Pero existe, como también
Así entendida, la tradición d e s e m p e ñ a un papel estratégico en dejamos dicho, una diferencia fundamental. En el caso de la iden-
la definición de la identidad étnica, debido a su carácter englobante tidad nacional, dicha referencia implica apropiación y posesión
y abarcador. En efecto, todos los d e m á s elementos que enumera- pacíficas. Pero en el caso de la identidad étnica la referencia al terri-
remos a continuación pueden interpretarse como elementos de los torio es frecuentemente una referencia reivindicativa y nostálgica,
tradita. porque es la referencia a un bien preciado del cual ha sido despo-
jado física o s i m b ó l i c a m e n t e .
Las identidades étnicas que estamos considerando comparten
con las identidades nacionales la referencia a un territorio conside- También la relación con la lengua nativa -que puede ser una
rado no tanto bajo el ángulo utilitario o instrumental, sino principal- variante dialectal o un sociolecto- parece ser un componente deci-
mente bajo el á n g u l o s i m b ó l i c o - c u l t u r a l . Se trata de territorios- sivo de las identidades étnicas. En efecto, sabemos desde Sapir-
signos que se consideran también como una herencia común, como Worf que la lengua no es sólo un medio de comunicación, sino tam-
la tierra de los padres y de los antepasados "con relación a los bién un "sistema modelante" que propone "modelos del mundo", y
cuales todos se sienten y se comportan como descendientes genui- una especie de c ó d i g o que compendia la visión del mundo de una
nos y como hermanos de sangre" (Tonnies, citado por P o l l i n i , colectividad.
1987: 201). Se trata, bajo otro aspecto, de un territorio modelado por A d e m á s , corno dice Anderson, el lenguaje exhibe por sí mismo
el trabajo de muchas generaciones y que, por lo mismo, funciona un aura de primordialidad o una connotación ancestral que lo enla-
como vínculo material entre las generaciones de pasado y las del zan con el mito de los orígenes, con la vida y con la muerte. Y en
presente. Por último, el territorio se considera como espacio de ins- algunas de sus concreciones - c o m o la poesía y el canto- llega a
cripción de la memoria colectiva, como soporte material de la vida actualizar en forma a la vez sensible y extremadamente emotiva
comunitaria y como referente s i m b ó l i c o de la identidad colectiva. la c o m u n i ó n entre los miembros del grupo. "A través del lenguaje
En el caso límite funciona como "territorio sagrado", es decir, como aprendido sobre las rodillas de nuestra madre, lenguaje del que nos
"un espacio de c o m u n i ó n con un conjunto de signos y valores" separamos sólo en el sepulcro, el pasado es reconstituido, una mem-
(Bonnemaison, 1981: 257). brecía es imaginada y un futuro es s o ñ a d o " (1983: 40).
También el lenguaje es considerado como herencia de los ante-
En conclusión, la "topofilia" bajo su modalidad de apego a un
pasados de la comunidad y, por lo tanto, está estrechamente ligado
territorio ancestral, parece ser un componente fundamental de la
con la tradición (Rocher, 1972: 103-104).
identidad étnica. A s í lo afirman un número creciente de sociólogos
y antropólogos, como Jean-Michel Hoerner (1996: 43 y ss.) y, nue- Por todo lo dicho, la pérdida de la lengua nativa -frecuentemen-
vamente entre nosotros, M i g u e l Alberto B a r t o l o m é quien percibió te fomentada por un sistema escolar que impone la castellaniza-
54 PARADIGMAS DE IDENTIDAD 55
G I L B E R T O GIMÉNEZ M O N T I E L

ción compulsiva y la inferiorización concomitante de las lenguas 221 y ss.), pero a q u í nos limitaremos a señalar su función identi-
i n d í g e n a s - suele ser uno de los primeros signos de erosión de la ficadora.
identidad étnica y de su cultura. "Se podría proponer que una ten- Dentro de las comunidades indígenas, el santo patrono consitu-
dencia generalizada es que el reemplazo lingüístico esté acom- ye siempre la base de la organización social y del consenso simbó-
pañado por el renunciamiento étnico", dice Miguel Ángel Bartolomé lico, en cuanto se lo considera no sólo como el protector y el abo-
(1997: 83). gado local, sino sobre todo como centro de convergencia de todas
las relaciones sociales, principio vital de la comunidad y elemento
La valorización del parentesco y, particularmente, de la fami-
clave de su identidad. C o m o los "dioses abogados" del pasado pre-
lia, parece ser otra de las marcas distintivas de la identidad étnica.
hispánico ( L ó p e z Austin, 1973: 69), el santo patrono es el "corazón
No hay que olvidar que la pertenencia étnica -que no es volun-
del pueblo" y resume en sí mismo - p o r s i n é c d o q u e o metonimia-
taria- se adquiere fundamentalmente por nacimiento, es decir, a
su identidad histórica, su realidad presente y su destino.
través de la inserción en una familia y, por lo tanto, en un sistema de
Por eso no hay peor ofensa para una comunidad que un atenta-
parentesco.
do -bajo cualquiera de sus formas posibles- contra la imagen del
Es sobre todo aquí donde son pertinentes, a mi modo de ver,
santo patrono. 14

las argumentaciones de los primordialistas que subrayan la impor-


En resumen, ahí donde todavía tiene vigencia, el sistema reli-
tancia de la cuna materna como instancia primordial donde el indi-
gioso tiene por función principalísima la construcción de la identi-
viduo adquiere cuerpo, nombre e identidad primaria. Para Isaacs, por
dad étnica. Las imágenes de los abogados y cíe los santos patronos se
ejemplo, la familia es un "grupo básico de identidad" en cuyo seno
hallan insertos en el corazón de los pueblos, presidiendo desde allí
el individuo interioriza una tradición cultural, un lenguaje, una su destino. Son, a d e m á s , inseparables de las peripecias de su histo-
religión y un sistema de valores y de estatus (1975: 38). Por eso ria, de la memoria de sus antepasados y de sus orígenes en el tiem-
la familia suele ser la estructura mental de aprehensión de todas las po. A consecuencia de ello, otorgan literalmente identidad a ¡os
formas de comunidad, incluidas las "imaginadas", que "desde tiem- pueblos, p e r m i t i é n d o l e s articular una conciencia de sí.
pos inmemoriales connotan pureza y extremo desinterés" (Gallissot,
A h o r a comprendemos por q u é las i m á g e n e s de los santos pa-
1987: 19). tronos funcionan como una especie de emblema por referencia al
La religión constituye todavía una dimensión fundamental de las cual se define la fidelidad del grupo, se reconocen entre sí los miem-
identidades étnicas, aunque puede preverse que irá perdiendo cada bros de la comunidad y se establecen las reglas de la hospitalidad
vez más relevancia a medida que se vaya generalizando el pluralis- o de la exclusión. Se trata de un modelo de autoidentifcación que
mo religioso en el seno de las comunidades é t n i c a s . 13
puede relacionarse con el proceso psicoanalítico de identificación
En la mayor parte de los casos se trata de una religión de ca- con un padre c o m ú n .
rácter predominantemente ritual, centrada en la figura de los santos
patrones y en las celebraciones festivas destinadas a honrarlos.
12
Un ejemplo e m b l e m á t i c o de esto es lo que le s u c e d i ó - s e g ú n cuentan en J u c h i t á n -
al gobernador de O a x a c a F é l i x D í a z ("el chato D í a z " ) , quien para r e p r i m i r una vez m á s la
Se puede decir mucho sobre las funciones de este tipo de reli- r e b e l i ó n de los juchitecos. no s ó l o i n c e n d i ó el pueblo sino que t a m b i é n se llevó consigo c o m o
gión en el seno de las comunidades tradicionales (Giménez, 1978: trofeo de guerra la imagen de San V i c e n t e Ferrer, a la que le c o r t ó los pies para poder meter-
la en una caja. D o s a ñ o s m á s tarde, un contingente de j u c h i t e c o s y de b l a s e ñ o s lo cazaron
en Pochutla y lo ajusticiaron. Pero antes le rebanaron la planta de los pies y le obligaron a
13
Algunas identidades é t n i c a s , c o m o las que se van gestando en las zonas dominadas por
c a m i n a r sobre la tierra ardiente del m e d i o d í a gritando ¡ V i v a San V i c e n t e Ferrer, p a t r ó n de
el m o v i m i e n t o zapatista. prescinden deliberadamente de toda d i m e n s i ó n r e l i g i o s a , por las
que p o d r í a n ser consideradas c o m o "identidades é t n i c a s secularizadas". Juchitán !
56 G I L B E R T O GIMÉNEZ M O N T I E L PARADIGMAS DE IDENTIDAD 57

El modo de exposición hasta aquí elegido pudiera provocar la de la interferencia de subidentidades internas como son la
impresión de que las identidas étnicas son hasta cierto punto inamo- identidad de genero y la de clases. Así, algunos estudios femi-
vibles, excluyentes y h o m o g é n e a s . Por lo que se impone concluir nistas sobre la identidad de las mujeres afroamericanas han
este apartado con algunas puntualizaciones adicionales. demostrado la m e m b r e c í a dual de estas últimas: por un lado se
sienten miembros de su in-group étnico, pero por otro también
• Como toda identidad, las identidades étnicas son el resultado del out-group de las mujeres oprimidas. Por eso, a veces se
de una construcción en el tiempo; su contenido puede variar sienten m á s solidarias con los hombres de su raza, pero otras
en cuanto a la jerarquización y la relevancia relativa de sus com- veces se sienten m á s solidarias con las mujeres euroamerica-
ponentes; sólo pueden perdurar adaptándose, r e c o m p o n i é n d o - nas organizadas en grupos feministas. Otros autores han puesto
se y redefiniéndose permanentemente a su entorno; y son sus- de manifiesto ciertos conflictos aparentemente é t n i c o s que
ceptibles no sólo de transformación adaptativa, sino también de en realidad encubren conflictos de clase (Thompson, 1989). En
alteración cualitativa. Así, por ejemplo, Miguel Alberto Bar- nuestro país, la compleja articulación entre identidad étnica,
tolomé y A l i c i a Mabel Barabas ilustran cómo las identidades de identidad política e identidad de género podría ilustrarse muy
los grupos minoritarios de Oaxaca (ixcatecos, chochos, chon- bien con el caso de Juchilán (Miano Borruso, 1992).
tales, zoques) se fueron modificando en el tiempo, sea por
" t r a n s f i g u r a c i ó n " , sea por e x t i n c i ó n (1996: 34-44 y 101-
15 16

C O N F L I C T O S ÉTNICOS
276).
• Vistas las cosas desde el punto de vista de los individuos, la TRATAREMOS de poner a prueba, a modo de conclusión, la capacidad
identidad é t n i c a no es la única identidad de pertenencia ni explicativa del concepto de identidad en relación con un campo em-
la más abarcativa. A d e m á s de su pertenencia étnica, un indi- pírico específico: los conflictos interétnicos. Para este propósito
viduo puede reconocerse miembro de conjuntos m á s vastos nos apoyaremos en un trabajo muy reciente de H . D . Forbes (1997).
como un grupo etnolingüístico (identidad etnolingüística), una Hemos sugerido que las identidades étnicas no cohabitan pacífi-
identidad regional (v.gr. una región interétnica, como la región camente en el espacio social, sino que frecuentemente se definen
istmeña) y, por supuesto, una comunidad nacional. Pero son y se recomponen en y por la confrontación, en y por el conflicto con
muchos los estudios que han demostrado que en la mayor parte los actores sociales de su entorno, incluido el Estado. Se trata, enton-
de las interacciones interétnicas, la dimensión étnica de la iden- ces, de lo que suelen llamarse conflictos interétnicos.
tidad es siempre la m á s visible y la más destacada (saliency) Por mucho tiempo se ha pretendido explicar estos conflictos por
(Emmison/Western, 1990; citado por Hecht, 1993: 58). 17

el llamado "paradigma del contacto", elaborado por el psicólogo


• La identidades étnicas no son h o m o g é n e a s ni pacíficas ad Gordon Allport (1954) y dominante en la antropología estadouni-
intra. Generalmente están atravesadas por conflictos derivados dense prácticamente hasta el presente. Según esta teoría, el conflic-
to i n t e r é t n i c o se explica por la m u l t i p l i c a c i ó n de los contactos
E I t é r m i n o e s d e f i n i d o c o m o l a " r e f o r m u l a c i ó n c o n t e m p o r á n e a d e una t r a d i c i ó n
1 5

cultural".
entre individuos pertenecientes a diferentes grupos étnicos coexis-
16
E n t e n d i d a c o m o " l a d e s a p a r i c i ó n de una t r a d i c i ó n c u l t u r a l y su r e e m p l a z o por una tentes en un mismo espacio social, pero en condiciones inadecuadas
nueva c o n f i g u r a c i ó n " .
que generan fatalmente hostilidad y prejuicio. Si estos contactos se
1 7
" L a identidad é t n i c a es m á s sobresaliente en el caso de los afroamericanos, de los his-
p a n o - a m e r i c a n o s y de los a s i á t i c o - a m e r i c a n o s , que en el c a s o de los e u r o a m e r i c a n o s " realizaran en las condiciones adecuadas, los conflictos y ios prejui-
L a r k c y / H c c h t (1991). cios que les a c o m p a ñ a n más bien disminuirían.
58 G I L B E R T O GIMÉNEZ M O N T I E L PARADIGMAS DE IDENTIDAD ¡9

Thomas Pettigrew, un discípulo de Allport, resume de este modo Pero lo malo de esta concepción un tanto simplista y materia-
las condiciones adecuadas para que la c o m u n i c a c i ó n y el contac- lista es que no puede explicar ciertas peculiaridades de los conflic-
to entre individuos de diferentes etnias puedan tener efectos posi- tos étnicos. Es verdad que los grupos étnicos se baten ciertamente
tivos: por la tierra, por recursos materiales o por más trabajo y empleo. Pero
los conflictos étnicos más típicos no se agotan en este tipo de re-
El prejuicio tiende a reducirse cuando los dos grupos 1. poseen
clamos y muchas veces tienen poco que ver con el choque de inte-
igual estatus social, 2. persiguen fines comunes, 3. depen-
reses materiales o e c o n ó m i c o s . En efecto, muy frecuentemente
den r e c í p r o c a m e n t e el uno del otro en t é r m i n o s cooperativos
tienen por foco principal demandas de bienes intangibles, como el
y 4. interactúan entre sí contando con el apoyo de las autori-
reconocimiento de la dignidad, el respeto, o la valorización del esta-
dades, de las leyes o de las costumbres (1971: 275).
tus social. Lo característico de los grupos étnicos, como nos han
e n s e ñ a d o los "inconformados" de Chiapas, es la disposición para
De alguna manera, la desegregación en las escuelas estadouni- luchar por aparentes abstracciones, como el reconocimiento de su
denses a partir de la famosa decisión de la Suprema Corte de Justi- dignidad, de sus derechos humanos o de su derecho a la autonomía.
cia de 1954, que se extendió a los autobuses escolares en 1970, Y es aquí donde interviene la "teoría de la identidad" -elaborada
respondía a estas ideas y se orientaba a fomentar la interacción entre por la escuela francesa de psicología social (Tajfel y Turner, 1979)
escolares blancos y negros en condiciones de igualdad y coopera- y subsumida por Forbes (1997) en su "modelo lingüístico" del con-
ción. De aquí la enorme acumulación de investigaciones empíricas flicto- como expediente explicativo-. En efecto, según esta teoría,
a raíz de este "experimento social" para medir los supuestos efec- lo que subyace a la disputa por "bienes intangibles" es en realidad la
tos positivos de esta medida en la d i s m i n u c i ó n de los prejuicios b ú s q u e d a del reconocimiento de la propia identidad minorizada,
raciales. descalificada y estigmatizada en el proceso permanente de etni-
La "teoría del contacto" fue acremente criticada por los so- cización perpetrado por los grupos dominantes y el Estado. El "bien
ciólogos y los antropólogos por su planteamiento individualista y intangible" por antonomasia que se halla en juego es la propia iden-
psicologizante. Según éstos, los conflictos interétnicos y los prejui- tidad, considerada como valor supremo, y todos los demás, como la
cios raciales no radican en los sentimientos y actitudes de los indi- dignidad, la a u t o n o m í a y los derechos, no son m á s que atributos y
viduos, sino en las relaciones entre sus respectivos grupos de perte- derivaciones de la misma.
nencia, juntamente con las caracterizaciones r e c í p r o c a s de los
mismos, a través de procesos colectivos tales como la intervención
En todo conflicto por recursos escasos -dice M e l u c c i - , siem-
de los mass-media.
pre está presente un conflicto de identidad: los polos de la iden-
Las teorías alternativas que se presentaron fueron dos: la "teoría
tidad (auto y heteroidentificación) se separan y la lucha es una
del conflicto realista" y la de la "identidad social".
manera de afirmar la unidad, de restablecer el equilibrio de su
La primera sostiene que los conflictos raciales o interétnicos
relación y la posibilidad del intercambio con el otro fundado
se explican fundamentalmente, como cualquier otro conflicto social,
en el reconocimiento (1982: 70).
por la oposición entre "intereses reales", que frecuentemente se
entienden como intereses materiales (Deutsch, 1949; Sherif, 1966).
Por lo tanto, dichos conflictos tienen siempre en última instancia Estas consideraciones son de gran utilidad para comprender
una motivación e c o n ó m i c a o política. el discurso de la dignidad que nos llega de la selva chiapaneca. En
60 GILBERTO GIMÉNEZ MONTIEL PARADIGMAS DE IDENTIDAD 61

suma, para comprender un discurso como éste, que nos hace es-
tremecer:

Hablamos con nosotros, miramos hacia dentro nuestro y mira-


mos nuestra historia: vimos que no todo nos había sido quitado,
que t e n í a m o s lo m á s valioso, lo que nos h a c í a vivir, lo que
hacía que nuestro paso se levantara sobre plantas y animales, lo
que hacía que la piedra estuviera bajo nuestros pies, y vimos,
hermanos, que era dignidad todo lo que teníamos, y vimos que
era grande la v e r g ü e n z a de haberla olvidado, y vimos que era
buena la dignidad para que los hombres fueran otra vez hom-
bres, y v o l v i ó la dignidad a habitar en nuestro c o r a z ó n . . .
(Carta dirigida en febrero de 1994 por la dirigencia del EZLN
al Consejo 500 A ñ o s de Resistencia Indígena).

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62 GILBERTO GIMÉNEZ MONTIEL

RICARDO PÉREZ MONTFORT

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