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La globalización y las identidades nacionales

La globalización económica se refiere al hecho de que cada día existe una mayor integración entre los países.
De esta manera, actualmente en diversas regiones del mundo el comercio de bienes y servicios se practica casi
sin ningún obstáculo. En México, por ejemplo, a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio con EUA y
Canadá en 1994, se eliminaron en buena medid los impuestos, llamados aranceles, al comercio entre los
países, con lo que el intercambio de productos y mercancías en la región se ha incrementado de manera
significativa. Así, nuestro país ha pasado, en ese lapso, de tener una balanza comercial deficitaria a una
supurativa con nuestro vecino del norte. Es decir, ahora le vendemos más de lo que le compramos, a
diferencia de lo que sucedía antes de 1994.

Estos acuerdos comerciales, que consisten básicamente en eliminar impuestos a los productos
extranjeros para ingresar libremente y competir en igualdad de circunstancias con los de origen nacional, han
proliferado en todo el mundo. Desde Asia hasta Europa, pasando por América del Norte y América del Sur, los
países han apostado a la liberación de su comercio como una forma de crear prosperidad para sus ciudadanos.
México es una de las naciones que más acuerdos de libre comercio ha firmado.

Sin embargo, el proceso de globalización no se restringe al comercio, también abarca los ámbitos de la
ciencia, las tecnologías de la información y la comunicación, las expresiones artísticas, la comida, las
costumbres, la moda, etcétera. Se suele decir que vivimos en una aldea global, pues es casi imposible que lo
que acontece en algún rincón del planeta pase inadvertido para el resto de la humanidad. Al instante nos
enteramos de lo que sucede en cualquier parte a través de Internet y los medios de comunicación
desarrollados a partir de la creación de esta red mundial de flujo de información. Si la radio y la televisión
fueron inventos que acercaron a las sociedades, hoy la televisión por Internet, las redes sociales, han
multiplicado los contactos e intensificado la influencia entre culturas. Otro efecto de esta globalización
informativa ha sido un nuevo impulso a los movimientos a favor de los derechos humanos.

Pero si la globalización económica, social, tecnológica y cultural es una realidad ineludible del mundo
actual; si en casi cada avenida importante de cualquier capital del mundo encontramos un MacDonald’s, un
Starbucks, un café Internet o una tienda donde venden tenis Nike o playeras Lacoste; si hast en los pueblos
más alejados de nuestro país encontramos una Coca Cola; si no está lejos el día en que en toda gran ciudad
existan sistemas inalámbricos de acceso a internet, si los flujos migratorias hacen a nuestras sociedades cada
vez más pluriculturales, ¿acaso no peligra nuestra identidad nacional? ¿Cómo conciliar las influencias que
recibimos de otras culturas con la preservación de aquello que nos define como mexicanos? No hay
respuestas fáciles a estas preguntas. Hay quienes, frente a la globalización, adoptan una posición de rechazo a
lo que viene de afuera por considerar que amenaza lo que somos. Para estos grupos, llamados
“globalifóbicos”, la forma de conservar lo mexicano es aislarnos de los procesos de integración mundial.

En el otro extremo del espectro ideológico se piensa que nuestro futuro está no sólo en la inmersión de
lleno en el proceso de globalización, sino en una integración cada vez mayor con el mercado de Norteamérica,
y que la adopción de otras formas culturales y estilos de vida, lejos de poner en peligro nuestra identidad, la
enriquecen. SI bien no hay soluciones mágicas para esta problemática, cada nación debe encontrar la maner
más adecuada de integrarse al mercado mundial para obtener los mayores beneficios económicos y culturales.
En este sentido, las características geográficas, culturales, productivas y sociales de cada país influyen en el
modo e intensidad con que participan las corrientes del comercio internacional, pues la realidad de los países
europeos o asiáticos no es la misma que la de los latinoamericanos.

SI la globalización es un fenómeno que llegó para quedarse, pareciera entonces que lo mejor es
insertarnos en ella de la manera más provechosa. Junto a este hecho, debemos reconocer que entre algunos
países aún se dan formas de relación violenta, condenables desde cualquier punto de vista.

Colonización y explotación

La colonización tuvo sus inicios en el siglo XV, pero floreció desde el siglo XIX hasta mediados del XX, y ha
constituido en el dominio militar, económico, político, social, cultural y religioso de territorios conquistados y
sometidos por la fuerza. En México, el dominio español duró 300 años y muchas de las características que nos
definen como nación y sociedad tienen la impronta de aquella colonización. Durante ese periodo, los pueblos
originarios que ya habitaban estas tierras fueron sometidos a jornadas extenuantes de trabajo con pagas muy
bajas que apenas cubrían sus necesidades de alimentación. En la actualidad aún existen formas de explotación
como el trabajo infantil, la trata de personas, el abuso laboral de mujeres y personas de la tercera edad y la
comercialización del cuerpo de una persona para beneficio personal, delito que en nuestro país se conoce
como lenocinio, entre otras.

Racismo y discriminación

El racismo, así como la discriminación por cualquier motivo, son dos formas de segregación que atentan
contra la dignidad de personas y pueblos. El Sudáfrica, por ejemplo, hasta el siglo pasado existió el régimen
político llamado “apartheid”, que negaba a la población negra, el sector mayoritario, los derechos de los que
gozaba la minoría blanca.

La Constitución mexicana en su artículo primero establece: “Queda prohibida toda discriminación


motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las
condiciones de salid, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.

Dominación hegemónica y cultural


Estos fenómenos tienen lugar cuando una cultura ejerce un fuerte dominio sobre otras y, por lo general, están
asociados a la dominación económica. En la actualidad suele afirmarse que la cultura estadounidense es
hegemónica, pues muchos de los valores que la caracterizan, como la ética del trabajo, la eficacia, la
aspiración al éxito económico, el individualismo y la libertad, entre otros, que pueden resumirse en la
expresión “estilo de vida estadounidense”, se esparcen por el mundo influyendo en los ideales de millones de
personas. Quizá sea inevitable que las naciones poderosas tengan un fuerte influjo en las demás, así ha
sucedido a lo largo de la historia, pero lo más relevante es que no implique la pérdida de tradiciones y formas
de vida que conforman cada identidad.

Derecho colectivo de los pueblos

La dominación cultural que ejercen las naciones con mayor poder económico ha traído a la discusión el tema
de los derechos de los pueblos originarios a preservar sus tradiciones y formas de vida, sin olvidar que son
parte de los derechos humanos de tercera generación que en la Constitución mexicana se expresan,
principalmente, en el artículo segundo, que dice: “la Nación tiene un compromiso pluricultural sustentada
originalmente en sus pueblos indígenas, que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el
territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales,
económicas, culturales y políticas, o parte de ellas”.

México y la paz internacional

El hecho de que las economías y las sociedades estén cada vez más interrelacionadas ha llevado a la
comunidad de naciones a replantear las relaciones internacionales. No sólo el comercio globalizado ha
requerido nuevas regulaciones jurídicas, también el surgimiento de nuevas potencias, la amenaza del
terrorismo, la lucha por los derechos humanos, problemas mundiales como el calentamiento global o el
narcotráfico, los brotes de epidemias o la recurrencia a la crisis financieras, muestran la necesidad de que la
globalización no sea un proceso azaroso, conducido meramente por las fuerzas del mercado, sino que esté
normado por instituciones internacionales que pongan en práctica políticas para disminuir sus posibles efectos
negativos. Un claro ejemplo de que lo que sucede en un país repercute en otros, es la crisis mundial,
provocada en los últimos años de la primera década del presente siglo por los altos niveles de endeudamiento
de los consumidores estadounidenses.

La política internacional de México se basa en la llamada Doctrina Estrada, que proclama la libre
dereminación de los pueblos y la no intervención en los asuntos internos de los Estados. Durante muchos años
nuestro país, con base en estos principios, se abstuvo de emitir opiniones sobre loq eu ocurría en otras partes
del mundo y de que participar en organismos internacionales cuyas funciones pudieran interpretarse como
actos de intervención. Sin embargo, hoy se debate el papel de México en el concierto de las naciones
¿debemos seguir apegados a esta Doctrina? ¿México debe adoptar un papel más activo en la definición de las
reglas que conforman las nuevas relaciones internacionales?
Tarea

Hacer un resumen en tu cuaderno de esta lectura que se titule: “Globalización y las identidades nacionales”.

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