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CÓMO HACER FRENTE A LOS ERRORES, LOS FALLOS Y LAS CRITICAS

Hace unos años, un colega me contó cómo el hecho de ser asertivo sacó de una situación
apurada a uno de sus alumnos adultos. El estudiante era un nuevo vicepresidente de un banco de
San Diego, y acababa de hacer un curso sistemático de asertividad. Una mañana, al entrar en su
oficina, su secretaria le dijo a Jaime -el vicepresidente - que Guillermo, el presidente del banco,
quería verlo inmediatamente en su despacho. Jaime decía que una buena definición de la eternidad
era «los treinta segundos que tardas en ir de tu despacho al de tu jefe», especialmente cuando el
tono de voz de tu secretaria te ha hecho sentirte como un chiquillo que ha hecho algo de lo cual
avergonzarse. Al entrar en el despacho del presidente, Jaime advirtió inmediatamente dos cosas. Los
otros cuatro vicepresidentes del banco estaban amontonados en un sofá para sólo tres personas,
donde Guillermo, sin decir palabra, les había ido indicando que se sentaran a medida que entraban.
Guillermo, con un rollo de papeles en la mano, se paseaba de punta a punta del despacho, delante de
ellos, con las venas de la frente a punto de estallarle y la cara literalmente de color púrpura por la
furia. Jaime no necesitó que le dijeran dónde sentarse: en el brazo del sofá, completando la hilera de
los objetos de la cólera de Guillermo. Tan pronto como él se hubo sentado, Guillermo se volvió
hacia los cinco vicepresidentes y les dijo:
-¿Quién de vosotros es el jefe del idiota que dio a conocer prematuramente la planificación
de las tasas de interés de nuestros certificados de ahorro a largo plazo? Ahora las demás entidades
de ahorro conocerán nuestros planes y jugarán con ventaja. ¡Y eso nos va a costar por lo menos diez
mil dólares!
La reacción inmediata de los otros cuatro vicepresidentes fue mirarse entre sí, como si
dijeran: «¡Yo no! Debes de ser tú». La reacción inmediata de Jaime fue levantar la mano, diciendo:
- No sigas buscando, Guillermo. Publicidad corresponde a mi departamento, así que tiene
que haber sido uno de mis empleados. No sé cómo sucedió ni quién lo hizo, pero lo averiguaré. Es
algo que realmente me hace sentir mal. Debería haber previsto esa eventualidad, y así hubiera
podido evitarlo.
Mientras Jaime hablaba, el jefe empezó a relajarse visiblemente. Tal como Jaime lo contó:
-Guillermo cambió inmediatamente. El semblante recobró su aspecto normal y el cuerpo
empezó a aflojársele como si hubiera perdido presión. Cuando Jaime hubo reconocido su
responsabilidad, Guillermo le respondió diciendo: -Bueno, cálmate. No te preocupes. No son más
que diez mil dólares. Claro que perder diez mil dólares sería un problema grave para mí o para
cualquiera de mis lectores, pero para un banquero como Guillermo, por cuyas manos pasan
semanalmente millones de dólares, esa cifra no es, sin duda, razón para ponerse al borde de la
apoplejía. Pero, si lo que había alterado a Guillermo no eran esos diez mil dólares perdidos, ¿qué
era? Guillermo estaba alterado por la misma razón que todos los alteramos cuando alguien con
quien colaboramos o convivimos comete un error que nos afecta. Su experiencia pasada le había
llevado a suponer que conseguir que alguien asumiera la responsabilidad del error sería como tener
que arrancar una muela. Estaba enfadado porque creía que le esperaba una ardua y encarnizada
pelea con sus vicepresidentes hasta convencer al responsable del error de que tomara medidas para
que no volviera a suceder.
Por lo tanto, se quedó visiblemente sorprendido, y se sintió complacido y comprensivo
cuando Jaime asumió inmediatamente la responsabilidad de investigar el costoso error, evitándole
así el enfrentamiento que anticipaba. ¿Y cuál fue la reacción de los demás vicepresidentes? Cuando
Jaime admitió asertivamente su responsabilidad, cada uno reaccionó de la misma manera que
Guillermo. Como nuevo vicepresidente, ¿Cuánto tiempo hubiera necesitado, si no, Jaime para
ganarse la confianza de sus colegas tal como se la ganó en el minuto escaso que le llevó reconocer
el error cometido en su sección? ¿Seis meses? ¿Un año?
Para Jaime, haber aprendido a asumir sus puntos negativos, sus fallos y sus errores no sólo
le dio excelentes dividendos en el trabajo, sino que le supuso también un gran alivio personal. Es
maravilloso no tener que fingir que uno es perfecto. Ser capaz de manejar verbalmente a una
persona que está furiosa contigo por haber cometido un error es una de las ventajas que se obtienen

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al entender y practicar la asertividad. Pero el resultado más importante de esta cualidad es interno:
el sentimiento de competencia personal que Jaime experimentó al ser capaz de reconocer
públicamente que no era perfecto, que tenía fallos (sea cual fuere el estándar mediante el cual se los
defina) y que podía cometer errores. Es decir, aprendió a aceptarse asertivamente como un ser
humano.

Sé tú mismo el juez de tus errores y fallos

Si ser asertivo implica tener fe en tu propio juicio sobre ti mismo y tus cualidades positivas,
una fe que te confiere la capacidad de funcionar bien, entonces la asertividad debe poner en juego
también tu propio juicio sobre tus cualidades negativas, que pueden o no echarte a perder las cosas.
Jaime aprendió a aceptarse y a sentirse cómodo consigo mismo a pesar de sus fallos, defectos y
errores, usando la habilidad verbal de la Aserción Negativa. Esta habilidad verbal, en particular, es
importante porque enseña que una persona buena no tiene por qué ser perfecta. La Aserción Nega-
tiva te enseña, mediante la práctica y la experiencia, que está perfectamente bien y es totalmente
humano equivocarse, que uno no debe dejarse intimidar por sus errores, sino seguir probando, y que
en todo lo que uno haga en la vida, con toda seguridad habrá errores. El uso de la Aserción Negativa
permite que seas tú y nadie más el juez de tus errores y de tus cualidades negativas. Tú decides si
has de sentirte culpable, tonto o ignorante por el error cometido.
Puedes ver el efecto, sencillo pero poderoso, de esta técnica que te permite asumir tus
propias emociones y tu comportamiento si lees la nueva versión del diálogo manipulador del tema
de los derechos asertivos, en el que tú te olvidabas de pasar a buscarme a mediodía para llevarme al
dentista.

DIALOGO 22
Cómo aprender a afrontar asertivamente a un amigo manipulador cuando has cometido un error.
Escena: Es la una y finalmente apareces en tu coche a la entrada del edificio en que yo tengo mi
despacho y donde todavía estoy esperándote.
Yo: ¿Dónde demonios estabas?
Tú: ¿Cómo que dónde estaba?
Yo: ¡Esperaba que pasaras a buscarme a mediodía, y ya es la una!
Tú: ¿Pasar a buscarte? ¿Para qué?
Yo: Esta muela me está matando, y yo podría haber pedido una hora para hacérmela arreglar, pero
tú me dijiste que me la pedirías urgentemente con tu hermano, el dentista, que además necesita
clientes.
Tú: ¡Oh... ! ¡Qué tontería de mi parte! Me olvidé por completo. (ASERCIÓN NEGATIVA)
Yo: ¡Te olvidaste! ¡Y lo dices tan tranquilo!
Tú: Qué voy a decirte, salvo que fue una tontería de mi parte olvidarme de algo tan importante para
ti. (ASERCIÓN NEGATIVA)
Yo: Por lo menos, podrías ofrecerte para ayudarme.
Tú: Claro. ¿Qué puedo hacer? (Le preguntas lo que quiere en vez de ofrecer tú una solución.)
Yo: ¿Puedes pedirme hora de nuevo para las cinco y media?
Tú: Claro. Estoy seguro de que mi hermano me hará ese favor. ¿Eso es todo?
Yo, ¿Y llevarme allí en tu coche, y luego a casa?
Tu: Seguro. Es lo menos que puedo hacer.
Yo: Bueno, así me compensas el problema que me causaste al olvidarte.
Tú: Lo único que puedo decir es que metí la pata. (ASERCIÓN NEGATIVA)
Yo: Podrías disculparte.
Tú: Seguro. Me siento muy mal por haberte causado tantos inconvenientes.
(AUTORREVELACIÓN y ASERCIÓN NEGATIVA)
Yo: De acuerdo. ¿No tienes una aspirina?
Tú: En el cajón de arriba de mi escritorio.

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También aquí la mayor parte de la irritación y el enfado del error se debe a que la otra
persona prevé que tendrá que empezar a discutir 1) si el error es realmente un error; 2) de quien es
la culpa, o 3) qué importancia tiene el error. El error mismo no es el factor principal. El uso de la
Aserción Negativa evita al otro tener que pasar por ese incómodo proceso, de modo que la persona
se siente mucho mejor cuando usas la Aserción Negativa que cuando no lo haces.

La Aserción Negativa: cómo afrontar sus errores y fallos, y las críticas éstos generan

Al valerse de la Aserción Negativa para salvar los fallos humanos, abandonamos el hábito de
decir «disculpa» o «lo siento». Ya hemos visto que estas expresiones han perdido sentido a fuerza
de repetirlas, y no tranquilizan a nadie. En cambio, practique el uso de enunciados asertivos
negativos como «Fue una desconsideración de mi parte» «No me explico cómo hago esas
tonterías», «Fue una estupidez mía decir eso», «Vaya, qué torpe estoy hoy», «y me siento mal por
haberlo hecho». Es importante observar la diferencia entre una persona y el comportamiento de esa
persona. Por ejemplo, decir «A veces soy desconsiderado, hago tonterías, digo algo realmente
estúpido, estoy muy torpe» no quiere decir que sea una persona desconsiderada, tonta, estúpida o
torpe; significa únicamente que es como todo el mundo, que su comportamiento no es perfecto.

Los dos diálogos siguientes señalan la diferencia de comportamiento entre un niño a quien
se le ha enseñado a conducirse asertivamente con sus errores y fallos personales y otro que no ha
tenido esa formación. El primer diálogo muestra la reacción típica de un niño no asertivo a quien el
padre o la madre, enfadado, atrapa en un error.

DIÁLOGO 23
Cómo un niño no entrenado para manejar asertivamente sus errores es incapaz de negociar con el
padre o la madre y empeora las cosas.
Escena: El viernes por la noche vas a inspeccionar el garaje y te encuentras con que tu hijo no te lo
ha limpiado, como te prometió, para la subasta de ropa usada que querías hacer allí el sábado por la
mañana.
Tú: ¿Cómo es que hoy no has limpiado el garaje para la subasta de mañana como me prometiste?
Hijo: Creí que me habías dicho que la subasta era el domingo.
Tú: ¡No me vengas con eso! Recuerdo perfectamente que te dije que era el sábado. ¿Qué hiciste
después de la escuela, en vez de limpiarlo como me prometiste?
Hijo: Hice los deberes.
Tú: Eso fue después de comer. Y esta tarde, ¿qué has hecho?
Hijo: Limpié un rato...
Tú: ¿Cuánto?
Hijo: Una media hora.
Tú: Y después, ¿qué?
Hijo: Oscureció.
Tú: ¿Y al regresar de la escuela?
Hijo: ¡No fue culpa mía! Me olvidé.
Tú: ¿Adónde fuiste?
Hijo: A ninguna parte.
Tú: ¡Estoy harta de que me digas que vas a hacer algo y después no lo hagas! ¡No irás a ninguna
parte mientras no me hayas limpiado el garaje! ¿Me oyes?
Hijo: Sí.
Tú: Vas a limpiar ese garaje mañana al amanecer. ¡Esta vez no te salvarás de hacer lo que se espera
de ti!
Hijo: Bueno...

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En el diálogo siguiente puedes ver cómo un niño a quien se le enseña a hacerse valer,
incluso en puntos negativos, afrontará mejor tus sentimientos de enojo y mejorará la situación en
lugar de empeorarla. Aunque pueda parecer raro enseñar a tu propio hijo o hija cómo hacer frente a
tu enfado y tu desilusión por sus errores, si tú no te ocupas de eso, es probable que jamás aprenda a
hacerlo.

DIÁLOGO 24
Cómo un niño asertivo asume la responsabilidad de sus errores y saca partido de una mala
situación. Nivel de edad - De los siete a los diecisiete años.
Escena: La misma que en el diálogo anterior.

Tú: ¿Qué has estado haciendo hoy? ¡Me prometiste que me limpiarías el garaje para la subasta de
mañana!
Hijo: ¡Oh, me olvidé completamente! ¡Qué tonto soy! (ASERCIÓN NEGATIVA)
Tú: ¡Te olvidaste! Siempre te estás olvidando de todo ¡Te olvidarías de la cabeza si no la llevaras
pegada!
Hijo: Sí que me olvido de muchas cosas. (ASERCIÓN NEGATIVA)
Tú: Recuerdo perfectamente haberte dicho que era el sábado. ¿Cómo pudiste olvidarte de algo tan
importante?
Hijo: Realmente, fue una estupidez de mi parte. (ASERCIÓN NEGATIVA)
Tú: Vaya si lo fue. ¿Qué hiciste después de la escuela, en vez de limpiar como me prometiste?
Hijo: Fue una tontería, pero me olvidé. Me sabe realmente mal haberte arruinado la subasta.
(ASERCIÓN NEGATIVA Y AUTORREVELACIÓN)
Tú: Estaría bien que nos levantáramos mañana al alba para limpiarlo. Tú puedes ayudarme en la
limpieza, y después también durante la subasta.
Hijo: Claro que sí, así no me sentiré tan mal. Cuando me pasan cosas así, me parece que soy un
tonto. (AUTORREVELACIÓN y ASERCIÓN NEGATIVA)

Practique la Aserción Negativa, actuando tú como crítico, hasta que sienta como muy natural
la disposición a admitir un error o un fallo, después pase a la segunda habilidad verbal ideada para
hacer frente a las críticas: el Banco de Niebla.

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El Banco de Niebla: cómo hacer frente a las críticas manipuladoras

El Banco de Niebla es parecido a la Aserción Negativa en que tú siempre estás de acuerdo


con tu crítico, pero es una técnica que se usa en situaciones muy diferentes de aquellas en que
obviamente has cometido un error. Cuando alguien te critica por un error que cometiste, tu crítico y
tú estáis de acuerdo en que el error existió; un acuerdo basado en algún código o creencia que
asigna valores positivos y negativos a las cosas, ¡aunque a ti te ponga enfermo admitirlo! La
Aserción Negativa se usa sólo cuando tú y tu crítico estáis completamente de acuerdo en que
cometiste una falta. El Banco de Niebla, por otra parte, se usa cuando las cosas no están tan bien
definidas y no hay un acuerdo absoluto entre tu crítico y tú en lo referente a lo que piensas o sientes,
o a cómo te conduces. El Banco de Niebla funciona mejor cuando se puede elegir entre dos
creencias (o dos interpretaciones diferentes de una creencia): la tuya y la de tu crítico. En esa
situación, ¿quién sabe realmente cuál de los dos puntos de vista es el mejor? En realidad, tú no
tienes una manera objetiva de demostrar que tu creencia es superior a la de tu crítico, ni él tampoco.
Por consiguiente, esta situación te obliga siempre a formular tu propio juicio de la corrección de
aquello por lo cual te critican. En situaciones así, el crítico suele ser manipulador, y ahí es donde tú
puedes refugiarte con ventaja en el Banco de Niebla.
Banco de Niebla es una expresión del argot clínico, actuamos como se comporta un banco
de niebla: Un banco de niebla no te responde. Si lo atacas, no se defiende. Si le das un puñetazo, se
deja penetrar por él sin resistencia, y vuelve a cerrarse. Si le tiras un ladrillo, no se pone rígido para
hacerlo rebotar de modo que tú puedas recogerlo y volver a tirárselo. Cuando ya has visto que no
vas a ninguna parte intentando obligar a un banco de niebla a que haga algo, abandonas el intento y
lo dejas en paz. El nombre «Banco de Niebla» se ha mantenido, aunque es más exacto describir esta
habilidad como Convenir en la Verdad, Convenir en Principio o Convenir en la Probabilidad (o
Posibilidad).
El Banco de Niebla funciona bien porque hace tres cosas importantes. Primero, con la práctica esta
técnica llegará a reducir el sentimiento de culpa automático (e irracional) o la angustia que se
apoderan de ti cuando te critican. Todos sentimos momentáneamente que se nos hace un nudo en el
estomago cuando alguien nos critica. Por desgracia, para algunos esa sensación es más que
momentánea, y nos ponemos muy a la defensiva cuando nos critican, como si tuviéramos que pro-
tegernos. Al usar el Banco de Niebla, esta reacción emocional pierde fuerza, y eso permite que
funcione mejor el cerebro pensante. Entonces somos capaces de evaluar la crítica que nos hacen y
de decidir si nos importa o no. En segundo lugar, el Banco de Niebla reduce la cantidad de críticas
que recibirás. Un manipulador (como todos nosotros) opera regido por la ley principal del
conductismo psicológico, es decir: lo que da ganancias se mantiene, lo que da pérdidas se cambia.
Un manipulador usa la manipulación solamente porque le funciona y le da beneficios, es decir, le
permite conseguir lo que quiere. Si la crítica manipuladora no le sirve para controlar tu
comportamiento o tus emociones, tu crítico empezará a usarla cada vez menos, hasta que -es-
peremos - cambie a una forma de comunicación más productiva. En tercer lugar, el Banco de
Niebla reduce el conflicto entre tu crítico y tú porque no se ajusta al «modelo adversario» para
determinar quién tiene razón y quien no la tiene, es decir, tú no has de demostrar que tu crítico se
equivoca para coger lo que quieres o para no sentirte culpable. El Banco de niebla no merma la
dignidad ni el respeto por sí mismo de tu crítico, o sea que no empeora la discusión, como sucede a
veces con el otro modelo.

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De qué forma la gente os criticará: con la verdad, con los principios generales o la lógica, y con
la probabilidad.

Para ver en qué consiste la habilidad verbal asertiva del Banco de Niebla y aprender a usarla,
veamos la forma en que suele criticarte la gente, y de qué manera puedes usar el Banco de Niebla
para hacer frente a esas críticas.
La gente te criticará de cualquiera de las tres maneras siguientes, o de todas ellas a la vez. Te
criticará con la verdad, te criticará usando los principios generales, y te criticará esgrimiendo la
probabilidad. Por ejemplo, digamos que estás leyendo un libro y yo decido criticarte
manipuladoramente usando la verdad. Pues me acerco y te digo:
-Conque de nuevo estás leyendo, ¿eh?
Si te hiciera algo así en la vida real, con un tono de voz negativo, es muy probable que
tuvieras inmediatamente una sensación visceral de pánico. Si eres como casi todos nosotros,
tendrías también una reacción involuntaria que te mueve a defenderte, sin haber pensado primero
por qué tienes que defenderte. Automáticamente, responderías a mi crítica de una de estas dos
maneras: con la negación o con una contracrítica. Lo más probable es que, sin pensarlo, dejaras de
leer e incluso que dejaras el libro, diciendo:
-Oh, no, no estaba leyendo nada, sólo miraba las figuras.
E incluso aunque no me dijeras nada semejante, mi crítica, basada en la verdad, haría que te
sintieras a punto de hacerlo.

De manera involuntaria, todos nos sentimos como niños culpables porque no estamos
habituados a ser nuestro propio juez, y aceptamos automáticamente lo que los demás dicen, sin
hacer ninguna evaluación. Con la práctica del Banco de Niebla, aprende que todas las críticas
manipuladoras que recibimos constan de dos partes: 1) por lo menos, algo que realmente el otro ha
observado en nosotros o en nuestro comportamiento (en este caso, un ciento por ciento de verdad);
y 2) el juicio subjetivo del manipulador sobre este comportamiento correctamente observado (y en
este caso, transmitido por mi tono de desaprobación).
El Banco de Niebla está pensado para enseñarte a convertir tu aceptación o rechazo de las
críticas en una respuesta voluntaria y reflexiva, en vez de automática. Te permite distinguir entre las
observaciones del crítico y la forma en que el crítico juzga estas observaciones. En el Banco de
Niebla respondes siempre a lo que el crítico ha observado de tu comportamiento, y no a cómo lo
juzga. El Banco de Niebla te enseña a escuchar atentamente las críticas, no a ignorarlas. Por consi-
guiente, la respuesta asertiva que yo quisiera oír de ti a la crítica que te hago valiéndome de la
verdad es que me digas: “Tienes razón, Juan, estoy leyendo” (convenir con la verdad), y que
después sigas leyendo.
Si tu crítico es una persona próxima a ti, y tú no estás entrenado para ser más asertivo,
probablemente empezarás a tu vez a criticarlo automáticamente, para así reducir la ansiedad que te
ha creado. A una de mis colegas le encanta contar cómo el Banco de Niebla le ayudó a mejorar la
relación entre ella y su marido. Según ella, una tarde estaba descansando después de un día de
muchísimo trabajo en la clínica, antes de ponerse a limpiar la casa y preparar la cena. Su marido
regresó a las cinco y media de la tarde y se quejó de que la casa era un follón. La respuesta
automática de ella fue:
-¿Y quién eres tú para decir nada? Me he estado matando el día entero, y perdí dos horas más en ir a
buscar a los niños y pasar por el supermercado. ¡Qué coraje! Como si yo no supiera lo que haces tú
en tu trabajo. Te pasas la mitad del tiempo con los pies sobre el escritorio, leyendo el periódico, o
charlando con las monísimas secretarias en la cafetería, y todavía te quejas. La pelea duró toda la
noche.
Después de haber aprendido esta técnica, mi colega refirió una ocasión en que estaba
sentada en el suelo de la cocina, leyendo una revista feminista, cuando llegó el marido y le espetó:
-¡Aún no has preparado la cena!

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A diferencia de la vez anterior, su respuesta a la crítica manipuladora no fue ponerse a la defensiva,
sino mirarlo con una sonrisa y decirle:
-Tienes razón.
Esa respuesta, contrariamente a la anterior, provocó en el marido un acceso de risa, al que ella se
unió.
La gente te criticará además valiéndose de principios generales, o de la lógica, para inducirte
sentimientos de culpa, estupidez o ignorancia que te lleven a hacer lo que ellos quieran. Por
ejemplo, en un seminario de entrenamiento en asertividad, puedes elegir a alguien y decirle:
-¡Otra vez estás tomando notas!
Y cuando la persona lo niega dejando el bolígrafo, puedes continuar con las críticas usando
algún principio general o la lógica. La crítica es disparatada y no viene al caso, pero para la reacción
visceral de la persona criticada eso no tiene importancia. Puedo decirle, por ejemplo:
-Susana, si sigues tomando notas en detalle en vez de atender al conjunto de lo que yo
intento explicar, te perderás gran parte de la riqueza de mi exposición, de modo que cuando vuelvas
a la empresa y el jefe te diga que les expliques a todos lo que aprendiste en el seminario, no podrás
darle más que un informe detallado, sin la menor visión de conjunto.
La respuesta asertiva que quiero obtener es que me diga: «Puede ser que tengas razón, Juan»
(convenir en principio), y que siga tomando notas. Esta respuesta Banco de Niebla dice
esencialmente que por más que mi crítica pueda ser válida en principio o acorde con la lógica,
también es probable que no se aplique en esta situación concreta, y que el criticado (o criticada) siga
pensando que tomar notas es una buena idea. Al usar el Banco de Niebla como respuesta a mi
crítica, Susana no se deja llevar a un conflicto que la convierte en una adversaria que siente que ha
de demostrarme que le conviene tomar notas.
La gente te criticará también usando la probabilidad, señalándote que es probable que el
comportamiento con el cual ellos no están de acuerdo te conduzca al desastre. En el caso, hago que
a las críticas que se sirven de principios generales les sigan críticas que se sirven de la probabilidad.
Para eso, le digo a Susana:
-Ya veo lo que te pasará de aquí a cinco años si sigues tomando notas y cuando vuelvas a la
compañía haces una presentación desastrosa de nuestro seminario. Tu jefe se dará cuenta por fin de
que eres una incapaz que no sabe seguir un buen consejo, cambiará de secretaria y a ti te pondrá a
atender el teléfono. Y ahí empezarás a ir cuesta abajo. Cada vez te darán trabajos menos
importantes, y cuando vean que no sirves ni para pegar sellos en la correspondencia te pondrán de
patitas en la calle. Y ya sabes lo único que una chica puede hacer allí... pero como tú no sabes seguir
los buenos consejos, también en eso serás un fracaso y terminarás de la peor manera... ¡todo por
haber insistido en tomar notas en este seminario!
La respuesta asertiva que quiero obtener de la alumna para mi crítica sirviéndome de las
probabilidades es que me diga: «Quizá tengas razón, Juan. Puede que sea así», y que siga tomando
notas. Esta vez, el Banco de Niebla como respuesta a mi crítica reconoce que yo le he presentado un
guión que es al menos posible, pero que no justifica que ella se ponga ansiosamente a la defensiva.
La probabilidad puede ser apenas de una en cien millones, pero no se la puede negar
completamente. Es decir, que el Banco de Niebla permite encarar la verdad en términos de
probabilidad. Tú sientes que las posibilidades de que tu comportamiento tenga un resultado
negativo son muy bajas, mientras que el manipulador las considera elevadas. Ninguno de los dos
puede demostrar que su previsión es correcta ni incorrecta, de modo que la respuesta «Banco de
Niebla», que admite la probabilidad de que el otro tenga razón, te permite evitar el conflicto, no
resta dignidad al que te critica ni empeora las cosas, y a ti te permite seguir con lo que quieres hacer.

La forma más rápida de aprender el Banco de Niebla es practicando la técnica como


respuesta a las críticas, aunque en la vida real es raro que uno tenga que usarla aisladamente, sin el

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apoyo de las otras habilidades verbales asertivas. Podemos utilizar el siguiente diálogo para
demostrar el uso del Banco de Niebla.

DIÁLOGO 25
Cómo hacer frente a las críticas personales mediante el Banco de Niebla.
Escena: Estoy enseñando asertividad y pido a la clase que me critique.

Yo: Ahora quiero que me critiquéis. Por la forma en que enseño, por mi organización, mi manera de
hablar, mis modales, mi aspecto, la forma en que me visto... todo lo que se os ocurra. (Con una
sonrisa presuntuosa.) Si podéis encontrar algo que criticarme, adelante.
ESTUDIANTE 1: (Después de una demora lo bastante larga como para que la clase se dé cuenta de
que he estado procurando hacerles morder el anzuelo con mi declaración llena de soberbia para así
generar algunas críticas.) ¡Eres un fanfarrón repugnante!
Yo: Tienes razón, soy demasiado fanfarrón. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 2: ¡Y tremendamente soberbio!
Yo: Es verdad. Sin duda, soy demasiado soberbio. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 3: Podrías mejorar bastante este seminario.
Yo: Quizá tengas razón. Seguramente podría mejorarlo. (BANCO DE NIEBLA) ESTUDIANTE 4:
Estás demasiado gordo.
Yo: Sin duda, podría estar más delgado. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 5: Y decididamente, no eres nada atractivo.
Yo: Podría tener mejor apostura. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 5: No, yo me refería a que tienes un estilo personal y una personalidad
desagradables. Debes de tener bien pocos amigos.
Yo: Podría ser más agradable, y no cabe duda de que podría tener más amigos de los que tengo.
(BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 6: Dudo de que le gustes realmente a nadie.
Yo: Es una observación interesante. A veces yo tengo esa misma sensación. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 7: No tienes el menor respeto por ninguno de los estudiantes que estamos aquí.
Yo: Sin duda, por ti podría tener más respeto del que tengo. (BANCO DE NIEBLA) ESTUDIANTE
8: Eres muy desaliñado en el vestir.
Yo: Indudablemente, podría vestirme mejor. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 9: ¡Qué corbata más ridícula!
Yo: Podría ser más elegante. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 10: Eres un estúpido.
Yo: Podría ser más despierto también. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 11: Aquí a todos les causa rechazo tu actitud, y eso hará que aprendamos menos.
Yo: Quizá tengas razón, y estoy seguro de que todos podríais aprender más de lo que habéis
aprendido hasta ahora. (BANCO DE NIEBLA)
ESTUDIANTE 12: ¡Eres imposible!
Yo: Tienes razón. Podría ser mucho menos exigente de lo que soy con vosotros. (BANCO DE NIE-
BLA)

DIALOGO 26
Enseña a tu hijo a hacer frente a las críticas de manera no defensiva y meditada, usando el Banco de
Niebla.
Nivel de edad: De los siete a los diecisiete años.
Escena: Tú criticas la ropa, los hábitos y actitudes de tu hijo, su trabajo escolar, etc., y el niño no
hace más que recibir tus críticas a la manera de un banco de niebla. Si se olvida y se pone a la
defensiva, tu critica siguiente ha de ser: - ¡Eh! Te pusiste a la defensiva y te olvidaste del Banco de
Niebla.
Tú: ¡Con esa ropa estás horrible!

8
Niño: Quizá tengas razón. Podría tener mejor aspecto. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN
LA POSIBILIDAD)
Tú: Y parece como si esa camisa la hubieras usado para dormir.
Niño: Le vendría bien un planchado, ¿verdad? (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN
PRINCIPIO)
Tú: ¡Y esos pantalones! ¿Es que en tu casa no te lavan la ropa?
Niño: Eso se diría, ¿no? (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN PRINCIPIO)
Tú: No tienes ni el menor gusto. Los colores de esa camisa son horribles.
Niño: Podría haber elegido una menos estridente. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN
PRINCIPIO)
Tú: Alguien que se viste de esa manera no tiene respeto por sí mismo.
Niño: Quizá tengas razón y yo debería cuidarme más. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN
LA POSIBILIDAD)
Tú: Si ni siquiera te ocupas de ti mismo, no has de esforzarte mucho en la escuela.
Niño: Es verdad. Podría esforzarme más. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN PRINCIPIO)
Tú: Y apuesto a que tus notas no son como deberían ser.
Niño: Es cierto que podrían ser mejores. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN PRINCIPIO)
Tú: Eso es porque no estudias bastante.
Niño: Quizá tengas razón y podría estudiar más. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA
POSIBILIDAD)
Tú: Y esta noche, en realidad, no estudiaste, ¿verdad?
Niño: (Poniéndose a la defensiva, se olvida del Banco de Niebla.) ¡Claro que estudié! Tú me viste.
Tú: Pero en realidad, no estudiabas.
Niño: ¡Claro que sí!
Tú: Ahora estás discutiendo conmigo.
Niño: No estoy discutiendo. ¡Estudié!
Tú: ¡Estás discutiendo!
Niño: (Guarda silencio, comprendiendo que se ha dejado engañar y no ha usado la técnica.)
Tú: ¡Qué tonto! ¡Dejarte llevar a una discusión cuando lo que tienes que hacer es oponerme el
Banco de Niebla!
Niño: (Sigue en silencio.)
Tú: Y ahora te quedas ahí sentado en vez de seguir usando el Banco de Niebla.
Niño: (Si no se da cuenta solo, azuzado por un “¿Qué se espera que hagas tú cuando yo te crítico?”)
Tienes razón, me dejé llevar. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA VERDAD)
Tú: Y te pusiste a la defensiva.
Niño: Es verdad, me puse a la defensiva. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA VERDAD)
Tú: Te confundiste, y te pusiste tan nervioso que no sabías qué decir.
Niño: Sí, es cierto, no supe qué decir. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA VERDAD)
Tú: Y todavía estás nervioso.
Niño: (Olvidándose.) No, qué va.
Tú: Si no estás nervioso, ¿cómo es que te olvidaste otra vez del Banco de Niebla?
Niño: (Dándose cuenta.) Tienes razón, me olvidé otra vez. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR
EN LA VERDAD)
Tú: Y todavía estás un poco nervioso.
Niño: Sí, puede ser. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA VERDAD)
Tú: ¡Te estás frotando los pulgares!
Niño: (Inmediatamente deja de hacerlo.)
Tú: ¡ Y ahora dejaste de hacerlo!
Niño: (Mira hacia abajo, separa las manos y se las lleva a la espalda.)
Tú: Y ahora escondes las manos a la espalda para que yo no te las vea. ¡Y con todo lo que te dije, te
volviste a olvidar del Banco de Niebla! Te volví a engañar.

9
Niño: (Se da cuenta) Tienes razón, estaba frotándome los pulgares y me olvidé del Banco de Niebla.
(BANCO DE NIEBLA y CONVENIR CON LA VERDAD)
Tú: ¡Nunca aprenderás lo que te enseño!
Niño: Probablemente no. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA POSIBILIDAD)
Tú: ¡Mira que eres tonto! Tu hermana lo hace mucho mejor, y es dos años menor que tú.
Niño: Quizá tengas razón. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA POSIBILIDAD)
Tú: Te cuesta mucho aprender esta técnica.
Niño: Sí, tal vez podría haberla aprendido más rápidamente. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR
EN LA POSIBILIDAD)
Tú: Y además eres un tonto. Lo puedes hacer cuando es fácil, pero si te pongo nervioso, te asustas y
te olvidas de todo.
Niño: Tienes razón, cuando me pongo nervioso me olvido. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR
EN LA VERDAD)
Tú: ¡Eres un tonto, pero no quieres admitirlo!
Niño: Tal vez tengas razón, y no quiera admitirlo. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA
POSIBILIDAD)
Tú: ¡Renuncio a enseñarte!
Niño: Tal vez sea lo mejor. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN PRINCIPIO)
Tú: Y ahora te estás haciendo el listo con tu padre (o tu madre).
Niño: Probablemente sí. (BANCO DE NIEBLA y CONVENIR EN LA POSIBILIDAD)

Este diálogo destaca dos fases por las cuales pasan todos los que aprenden a afrontar críticas
con la técnica del Banco de Niebla. La primera es aprender simplemente las respuestas típicas:
Quizá tengas razón; Es posible; Estoy seguro de que eso es lo que sientes, etc. La segunda fase es
aprender a usar la técnica cuando alguien hace que te sientas automáticamente culpable, ignorante o
estúpido. Ambas son importantes, pero la segunda fase es la que permite que obtenga los verdaderos
beneficios de aprender a refugiarse en el Banco de Niebla. Cuando los principiantes se dan cuenta
finalmente de que se están poniendo nerviosos y reconocen que no tienen ninguna razón para
ocultarlo o negarlo, han llegado a una medida de conocimiento de sí mismos tan notable como la
que se puede obtener en diez costosísimos años pasados en el diván de un psicoanalista.

Al usar cualquiera de las habilidades verbales asertivas, especialmente el Banco de Niebla o


la Aserción Negativa, recuerda que estas habilidades hay que usarlas en situaciones de conflicto
social, no legal ni físico. Si cuando sacas el coche de1 garaje alguien se te acerca cojeando a decirte
que acabas de pisarle el pie, la respuesta adecuada no es «Quizá tenga usted razón» ni «Fue
realmente una tontería de mi parte», sino «Aquí tiene usted el nombre de mi abogado (o de mi
agente de seguros)». Si un agresor te reclama la bolsa o la vida, no le pides tiempo para pensártelo
ni le dices que si las cosas le van mal a él no es asunto tuyo. Y si un policía te dice que te alejes de
la escena de un accidente o un alboroto, no le contestas: «Quizá tenga usted razón, agente, y éste
sea un lugar peligroso, pero yo tengo mis derechos civiles». Lo único que conseguirás así será un
porrazo en la cabeza y un paseo en el furgón policial. ¡Aprender a hacerte valer no quiere decir que
te olvides de usar el sentido común!

La Interrogación Negativa: cómo manejarse con los cumplidos y las críticas de las
personas que son importantes para usted. La Interrogación Positiva (para cuando le hacen un
cumplido) y la Interrogación Negativa (para cuando le hacen una crítica)

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Como el Banco de Niebla, la habilidad verbal de Interrogación Asertiva (positiva o negativa)
está pensada para a hacer frente a los juicios, sean positivos (cumplidos) o negativos (críticas), que
otras personas hagan de vosotros. Aunque tal vez los cumplidos sean difíciles de manejar, e incluso
pueden tener intención manipuladora -«¡Qué elegante estás, tienes muy buen aspecto con ese
conjunto! ¿Puedes prestarme dinero para almorzar?»-, mucho más comunes son las críticas que los
cumplidos. Por consiguiente, necesita concentrarse en la práctica de la variante negativa de la
Interrogación Asertiva (Interrogación Negativa) para hacer frente a las críticas de las personas con
las que tiene que pasar buena parte de su tiempo: compañeros de clase, amigos, maestros, familia.
Es importante señalar, que las críticas provenientes de otras personas no son más que opiniones,
juicios personales de ellas sobre el comportamiento, y no normas dictadas en el cielo ni en el
Congreso ni en el Tribunal Supremo, que uno deba aceptar de forma automática.
La Interrogación Negativa enseña a tu hijo a explorar la opinión de la otra persona en vez de
limitarse a aceptarla o a defenderse de ella. Como la Interrogación Negativa no es un recurso que
genere adversarios, porque no desafía ni amenaza al crítico, con ella se le insta a que abandone la
manipulación y examine la necesidad o programa oculto subyacente en la crítica, y que es la
verdadera causa del conflicto.
Por ejemplo, es probable que tu reciba muchísimas críticas de su mejor amigo. Será una
actitud crítica de índole manipuladora, centrada en su comportamiento o en su poca habilidad para
el fútbol o en las dificultades de relación con sus compañeros. A lo que no se dirigirá nunca es a la
verdadera razón de las críticas: que el amigo está enfadado porque no quiere prestarle, ni a él ni a
nadie, su coche. Al utilizar la Interrogación Negativa para responder a esas críticas, en vez de
enfadarse, usted terminará por acorralar a su amigo hasta conseguir que finalmente reconozca que
lo que de verdad le molesta es el asunto del coche. Cuando se revela esa motivación oculta, tu usted
puede tomar una decisión voluntaria y meditada respecto de si ha de aceptar o no los juicios de su
amigo.

La Interrogación Negativa es, de hecho, la habilidad verbal asertiva que Luis, le enseñó a la
pequeña María (véase el principio), capacitándola así para defenderse de las críticas y burlas de sus
compañeros. Generalmente, no es necesario usar la Interrogación Negativa en situaciones
conflictivas en las que intervienen personas que probablemente no volverás a ver, como pueden ser
dependientes, camareras, azafatas de vuelo o mozos del aeropuerto. Si la relación no va a continuar,
las motivaciones o programas ocultos de la otra persona no te interesan en absoluto; lo único que
quieres es impedir que siga manipulándote. El Banco de Niebla y el Disco Rayado son las maneras
más sencillas de resolver esa manipulación.
Para enseñar el sencillo mecanismo verbal de la Interrogación Negativa, haz lo que hago yo
con los adultos en mis seminarios de asertividad. Me pongo frente a la clase y les pregunto:
-Cuando estabais en tercer curso de básica y la maestra entraba y os decía: «Buenos días, niños»,
¿qué le respondíais?
-¡Buenos días, señorita! -me contestan al unísono todos los alumnos del seminario, y entonces yo
continúo:
-¡Pues ya lo habéis entendido! Esa es la manera en que vais todos a aprender la Interrogación
Negativa. Yo me pasearé por el aula formulando juicios sobre las cosas y las personas. Y todos
responderéis a cada uno de mis juicios con una Interrogación Negativa, preguntándome qué tiene de
malo, de raro, de burdo o lo que sea, la persona o el objeto sobre el cual yo he emitido mi juicio. Por
ejemplo, si yo digo que esta taza de café tiene un diseño lamentable, ¿qué me diríais?
Y la clase me responde al unísono:
-¿Qué le pasa a la taza de café para que tenga [o que indique que tiene] un diseño lamentable?
A renglón seguido, la clase y yo mantenemos el diálogo siguiente.

DIÁLOGO 27

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Una demostración hecha en el aula de cómo hacer frente a las críticas personales valiéndose de la
Interrogación Negativa.
Escena: Yo estoy de pie ante una clase de treinta estudiantes que están aprendiendo a responder
asertivamente a las críticas basadas en alguna creencia personal del crítico.
Yo: Este encerado da pena.
CLASE: ¿Qué tiene el encerado para que dé pena? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: Estos asientos son muy incómodos.
CLASE: ¿Qué tienen los asientos para ser tan incómodos? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: El almuerzo que nos sirvieron era horrible.
CLASE: ¿Qué tenía el almuerzo que lo hiciera horrible? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: (Paseándome entre los estudiantes.) El bigote de Juan es ridículo.
CLASE: ¿Qué le pasa al bigote de Juan para que sea ridículo? (INTERROGACIÓN NEGATIVA
Yo: El pelo de Patricia es demasiado llamativo.
CLASE: ¿Qué tiene el pelo de Patricia para ser demasiado llamativo? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Yo: El pelo de Patricia es demasiado castaño.
CLASE: ¿Qué tiene el pelo de Patricia para ser demasiado castaño? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Yo: (Señalando que e1juicio de otra persona es arbitrario.) El pelo de Patricia tiene exactamente el
color adecuado.
CLASE: ¿Qué tiene el pelo de Patricia para que sea exactamente del color adecuado?
(INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: Los ojos de José son demasiado verdes.
CLASE: ¿Qué es lo que hace que los ojos de José sean demasiado verdes? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Yo: Los ojos de José están demasiado juntos.
CLASE: ¿Qué les pasa a los ojos de José para que estén demasiado juntos? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Yo: Los ojos de José están demasiado separados.
CLASE: ¿Qué tienen los ojos de José para que estén demasiado separados? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Yo: El vestido de Flora no es elegante.
CLASE: ¿Qué pasa con el vestido de Flora para que no sea elegante? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Yo: (Mientras levanto un ejemplar de Cuando digo no, me siento culpable para señalar que la
interrogación asertiva referida a un juicio (la opinión puede ser tanto positiva como negativa.) ¡Este
libro es fantástico!
CLASE: ¿Qué tiene ese libro para que sea fantástico? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: Esta muchacha es sumamente atractiva.
CLASE: ¿Qué tiene esa muchacha que la haga tan atractiva? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: Esta clase es realmente poco refinada.
CLASE: ¿Qué pasa con nosotros para que seamos tan poco refinados. (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Yo: Esta rutina de la Interrogación Negativa que estáis usando es realmente una pesadez.
CLASE: ¿Qué tiene la rutina de Interrogación Negativa que estamos usando para que sea una
pesadez? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: Vosotros no aceptáis nada de lo que yo digo sin cuestionarlo.
CLASE: ¿Qué tiene el hecho de que no aceptemos sin cuestionarlo nada de lo que tú dices que lo
convierta en una pesadez? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Yo: Tengo que pensar en lo que estoy diciendo.
CLASE: ¿Qué hay en el hecho de tener que pensar en lo que estas diciendo que lo convierta en una
pesadez. (INTERROGACIÓN NEGATIVA)

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Yo: Perfecto, clase. ¡Habéis hecho un trabajo estupendo!
CLASE: ¿Qué tiene el trabajo que hemos hecho para que sea estupendo? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)

Cuando responde a las críticas basadas en el juicio u opinión de alguien con una pregunta
del estilo de «¿Qué tiene de malo mi forma de sacar la pelota de tenis?», Lo que está preguntando
realmente, de manera no defensiva y sin crear antagonismo, es ¿Cuál es la idea que tienes tú del
tenis que hace que mi saque sea malo?
Cuando preguntéis negativa o positivamente sobre la opinión de alguien, no aceptéis
automáticamente la respuesta de la otra persona ni suspendáis la indagación porque lo que os dice
parece sensato. Cuando indaguéis sobre una opinión, reservad vuestro propio juicio hasta que
vuestro crítico no os dé más información o, finalmente, abandone la actitud manipuladora y os dé
una respuesta asertiva como: «Pues, cuernos, ¡así es como yo lo veo!». Tampoco respondáis con un
«¿Qué te hace pensar que... es malo?», porque eso será considerado una discrepancia sarcástica.
Actuad simplemente como si fuerais visitantes neutrales recién llegados de Marte, que no han
vuelto por aquí desde que la gente andaba envuelta en algo que parecían colchas de colores, y
anduvierais haciendo una encuesta para actualizar vuestros archivos. Lo que queréis es descubrir
qué es lo que cree la gente, y en qué basan sus opiniones.
La Interrogación Asertiva, ya sea negativa o positiva, referida al juicio de otra persona, hace
tres cosas por tu hijo. En primer lugar, le proporciona algo significativo y productivo para responder
a la crítica, con lo que consiguientemente disminuye la ansiedad que ésta pueda haberle causado. En
segundo lugar, insta a la persona que formula el juicio crítico a examinar la base que tiene para
hacerlo. Y en tercer lugar, la Interrogación Asertiva permite que piense en la crítica, y sobre la base
de la indagación, se forme su propio juicio informado sobre ella, es decir, que la rechace si es
manipuladora o la acepte si es útil y constructiva.

DIALOGO 28
Cómo enseñar a tu hijo a hacer frente productivamente a las críticas usando la Interrogación
Negativa.
Nivel de edad: De los siete a los diecisiete años.
Escena: Tú criticas a tu hijo por su vestimenta para que el niño -o la niña - practique la
Interrogación Negativa.

Tú: No irás a ponerte eso para ir a la escuela, ¿verdad? ¡Es espantoso!


Niño: ¿Qué tiene mi ropa que sea espantoso? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Es realmente poco elegante.
Niño: ¿Qué le pasa a mi ropa para que sea poco elegante? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Una camiseta que en letra pequeña dice: “Si puedes leer esto, es que estás demasiado cerca” me
parece ridícula.
Niño: ¿Qué tiene de ridículo que mi camiseta diga eso? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Lo que la hace ridícula, además, son los colores.
Niño: ¿Qué tienen estos colores para hacerla ridícula? (INTERROGACIÓN NEGATIVA) Tú: ¿A
quién se le ocurre ponerse una camiseta de color verde oliva con unas rosas de color naranja y
púrpura?
Niño: ¿Qué tiene de ridículo una camiseta de color verde oliva con unas rosas de color naranja y
púrpura? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Te da el aspecto de un infante de marina sin sentido del color.
Niño: ¿Y qué tiene de ridículo tener aspecto de infante de marina? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Tú: No es que parezcas cualquier infante de marina, sino uno que no tiene nada de gusto ni de
sentido del color. A ver si entendemos lo que es importante aquí.

13
Niño: ¿Qué tiene de malo que mi camiseta dé la impresión de que no tengo gusto ni sentido del
color? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Bueno, no es tanto la camiseta como esos pantalones [o esa falda] a cuadros.
Niño: ¿Qué tienen mis pantalones que me den tan mal aspecto? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Son esos cuadros rojos y blancos que parece que los hubieran hecho con un mantel de una
cafetería barata.
Niño: ¿Qué tiene de malo que mis pantalones parezcan hechos con un mantel?
(INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Eso demuestra que no tienes gusto.
Niño: ¿Qué tiene de malo que parezca que no tengo gusto? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: La gente pensará que estás mal de la «azotea».
Niño: ¿Qué tiene de malo que la gente piense que estoy mal de la azotea? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Tú: Bueno, si a ti no te importa el aspecto que tienes, a mí tampoco.
Niño: ¿Qué tiene de malo que no me importe el aspecto que tengo? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Tú: Ya no se me ocurre qué más decirte.
Niño: ¿Hay algo más que esté mal con mi ropa? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Tú: Lo hay, pero yo renuncio.
Niño: Bueno. Si se te ocurre algo más, cuento con que me lo digas.

Después de que haya aprendido a manejar el mecanismo de formular una respuesta


interrogativa sencilla y no defensiva cuando recibe criticas, pasad a situaciones como la del
siguiente diálogo.

DIÁLOGO 29
Cómo enseñar a un niño más pequeño a usar la Interrogación Negativa para afrontar cómodamente
las críticas manipuladoras de un niño mayor.
Nivel de edad: De los siete a los diecisiete años.
Escena: Tú desempeñas el rol de un hermano mayor que critica con intención manipuladora a su
hermano menor por la forma en que éste juega al baloncesto. El objetivo de la crítica es conseguir
que el pequeño deje de jugar para que el mayor pueda practicar mano a mano con un amigo.
Hijo 1: Eres realmente malo jugando al baloncesto.
Hijo 2: ¿Qué hay de malo en mi manera de jugar al baloncesto? (INTERROGACIÓN NEGATIVA).
Hijo 1: No driblas bien.
Hija 2. ¿Qué tiene de malo la forma en que driblo? (INTERROGACIÓN NEGATIVA) Hijo 1:
Golpeas la pelota demasiado fuerte.
Hijo 2: ¿Qué tiene de malo golpearla demasiado fuerte? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Hijo 1: Que rebota demasiado.
Hijo 2: ¿Qué tiene de malo que rebote demasiado? (INTERROGACIÓN NEGATIVA) Hijo 1: El
tipo que te marque te la quitará. Sólo un bobo deja que le hagan eso.
Hijo 2: ¿Qué tiene de malo jugar como un bobo? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Hijo 1: Nadie quiere jugar con un bobo como tú.
Hijo 2: ¿Qué tiene de malo que nadie quiera jugar conmigo? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Hijo 1: Eres un chiquillo punk incapaz de jugar al baloncesto.
Hijo 2: ¿Qué tiene de malo ser un punk incapaz de jugar al baloncesto? (INTERROGACIÓN
NEGATIVA)
Hijo 1: ¿Te vas a quedar para siempre aquí encestando?
Hijo 2: ¿Qué tiene de malo que me quede aquí encestando? (INTERROGACIÓN NEGATIVA)
Hijo 1: Pronto llegará Carlos y queremos jugar los dos.
Hijo 2: Podemos jugar los tres.
Hijo1: Tú nos estropearías el juego.

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Hijo 2: ¿Qué tiene de malo que yo os estropee el juego?
Hijo 1: Carlos se aburrirá y se irá.
Hijo 2: Si él se va puedes jugar conmigo.
Hijo 1: No me divierte jugar contigo.
Hijo 2: Tú mismo. (Se da cuenta claramente de que las críticas son manipuladoras y no
constructivas, y vuelve a seguir encestando)

Como los diálogos que doy a modo de ejemplo son diálogos de entrenamiento para dar
mucha práctica, resultan mucho más largos de lo que sería necesario en cualquier situación de la
vida real. En la práctica, una interacción típica de la Interrogación Asertiva no suele durar más de
uno o dos minutos, porque el crítico se da cuenta que con sus críticas manipuladoras pierde el
tiempo.
En resumen, hay tres habilidades muy importantes para hacer frente a toda la manipulación
verbal tendente a confundiros con que os abrumarán cada vez que cometas un error, quieras hacer
algo que la otra persona no quiere o digas a alguien que no. La primera es la Aserción Negativa, una
habilidad que usaras cuando sepas que has cometido un error y la persona afectada te pone frente a
este hecho. La Aserción Negativa se afronta eficazmente con la reacción colérica o manipuladora
que obtendrás de esa persona, a quien sin duda le preocupa más conseguir que te responsabilices del
error que lo que pueden preocuparle los efectos del error como tal. La Aserción Negativa se usa
también cuando el problema son los fallos y defectos personales -o cualquier atributo mental o
físico que puedas tener y que, comúnmente se considera negativo, y te permite juzgarlos con
criterio realista y en proporción con la importancia que tienen en tu vida.
Le sigue el Banco de Niebla, una habilidad que te permite distinguir las observaciones
válidas, que un crítico pueda formular sobre ti o sobre tu comportamiento de los juicios
inadmisibles que haya podido emitir. El Banco de Niebla os permite hacer vuestra propia
evaluación de la importancia y pertinencia de las críticas, sin tener que discutir ni demostrar que
vuestro crítico se equivoca para poder justificar vuestro juicio.
Finalmente, está la Interrogación Asertiva (positiva o negativa), que os permite manejaros
con los posibles programas ocultos de un crítico con el que habéis de mantener una relación
prolongada. La Interrogación Negativa no permite obtener ningún beneficio de las críticas
manipuladoras; en cambio, mueve al crítico a examinar su propio programa oculto y a hacer valer
sus necesidades reales para tratar de llegar a un compromiso viable.
Hasta ahora hemos considerado cada una de las habilidades verbales asertivas por separado,
y hemos ido señalando cómo usarlas de manera muy esquemática. Practicar estas habilidades
usando respuestas sencillas es la mejor manera de aprenderlas inicialmente, aunque puedan sonar
elementales y repetitivas. Si yo insisto tanto en la práctica de una respuesta estilizada es porque el
exceso de aprendizaje la vuelve automática. Este automatismo es valioso cuando se usan por
primera vez las habilidades asertivas en situaciones reales, porque es probable que estés nervioso y
no puedas pensar con claridad. En cambio, es mucho más probable que en situaciones de estrés
recuerdes una respuesta aprendida hasta el punto de haberla automatizado.

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