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Dentro del marco de este certamen de oratoria denominado “Sentimiento Juarista”

viene a mi mente una frase pronunciada por el maestro José Muños Cota.
“Que nadie suba a la tribuna sin una causa justa que defender, y que nadie descienda
de ella sin el sentido de la dignidad cumplida”. Hablar de Juárez, es hablar de un sin
número de causas justas, entre ellas, la promulgación de las leyes de reforma, leyes
que cambiaron el rumbo de nuestro país y de nuestra historia.
Y hoy les digo que no se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad
caprichosa, sino con apego a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni
entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse puntualmente al estudio y al
trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución
que la ley les señala"

Pocas figuras de nuestro pasado son ahora tan vigentes como la de Juárez. Hombre de
elevada enseñanza, esperando despertar la conciencia colectiva de este pueblo, tan vi-
gente como lo es, su lección cotidiana de reciedumbre, de ética civil incorruptible, de
respeto irrenunciable a la Ley, de lealtad a la República, de preservación a la soberanía
nacional, de invariable compromiso con los principios de fe en México, por encima de
las coyunturas políticas y económicas, de resolución ante sus enemigos y de firmeza
ante la adversidad, en fin, de todas las virtudes que sabemos aquilatar en el Gran Mexi-
cano.

Las Leyes de Reforma y los decretos son una inspiración liberal adoptados en México
durante la presidencia de Benito Juárez cuyo fin es instaurar la separación de la Iglesia
y del Estado.

La Ley Juárez, La Ley Lerdo y La Ley Iglesias, suprimieron los privilegios del clero y del
ejército y declararon a todos los ciudadanos iguales ante la ley.
La Ley Juárez, trató de suprimir los fueros militares y eclesiásticos en los negocios
civiles.
La Ley Lerdo obligaba a las corporaciones civiles y eclesiásticas a vender las casas y
terrenos que no estuvieran ocupando a quienes los arrendaban.
La Ley Iglesias, prohibió el cobro de derechos y obvenciones parroquiales.
¡Surgió el estado laico! y a partir de entonces comenzó una lucha en pro de la defensa
de la legalidad, por el poder político y civil de los ciudadanos y la construcción de un
régimen positivo para la nación, se modernizo el pensamiento político pero también se
adquirió un enorme desafió: favorecer la convivencia armoniosa y respetar la
pluralidad.
Con Juárez culmina la larga batalla liberal contra el fanatismo religioso, porque su
política abrió el horizonte del laicismo, cerró las puertas a la religión de Estado y
sembró las bases para conjurar las luchas de religión y los fundamentalismos que hoy
resucitan en diversas regiones del mundo.
El México del siglo XXI tiene, sin duda, retos diferentes a los que enfrentó durante los
difíciles tiempos de la Reforma, sin embargo, orgullosos debemos de sentirnos todos
los

Público presente:

Como dijo Muñoz Cota no descenderé de esta tribuna sin antes recordar al héroe
liberador de mi patria, que con su legado, trazo un sendero de victoria y me enseño a
posar mis ojos, en un sueño para alcanzarlo. Decirles que no olvidemos destacar la
importancia de la historia, porque nos enseña la actualidad que estas patrióticas leyes
tienen y por qué vale la pena reflexionar en ellas para no perder las conquistas
populares ganadas con la muerte, sacrificio y sufrimiento de nuestros antecesores.

Juárez buscaba una paz para convivir, para vivir plenamente, una paz basada en
valores de la conducta social y el respeto hacia todos los individuos de México.

Juárez no se distinguió por hacer frases célebres, sino por llevar sus palabras a los he-
chos y mientras un solo mexicano recuerde esos hechos, Juárez no habrá muerto...
¡VIVA JUÁREZ!".

¡Viva Juárez, y Viva México!

HE DICHO.

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