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BREVE GENEALOGÍA DE LOS ORIGENES DEL “TALLER”

COMO DISPOSITIVO DE ENSEÑANZA DE LA ARQUITECTURA.


Gonzalo Bustillo León. Facultad de Arquitectura.

MONTEVIDEO, Uruguay

1. Presentación.

El presente trabajo traza una breve genealogía sobre los orígenes del Taller en
tanto dispositivo de enseñanza del proyecto utilizado por la Facultad de Arquitectura de
la Universidad de la Republica. Esta exploración aporta un marco general para el trabajo
final de Especialización en Enseñanza del mismo autor, dirigido a indagar en los efectos
de la variante “inscripción libre” sobre las prácticas de enseñanza de los docentes de
Taller.

2. Introducción.

Actualmente la enseñanza del Área Proyectual de la Facultad de Arquitectura se


desarrolla en Talleres de Proyecto, esto es “nueve cátedras verticales que dictan los siete
cursos de anteproyecto y proyecto de la carrera de manera simultánea y por los que el
estudiante debe optar.” (FARQ, 2015) Los objetivos del área según el Plan de Estudios
2002 son:
(…) formar al estudiante en todas las escalas: del edificio,
urbana y territorial. El estudiante adquirirá conocimientos,
capacidades y herramientas para las distintas actividades
involucradas, como ser: análisis, programación, diseño y
evaluación. El Área Proyectual deberá integrar y poner en valor
los conocimientos aportados a la actividad proyectual desde las
otras áreas, tanto en los cursos de Anteproyecto como en el de
Proyecto. (Plan 2002, Art. 5)

Según el Plan de Estudios 1952 el objetivo del Taller era:

a) Capacitar al alumno en materia de diseño y organización el


espacio arquitectónico a los distintos niveles que puede
plantearse el problema: Edilicio, urbano, territorial, teniendo en
cuento los diversos grados de participación de otras disciplinas.
b) Contribuir a que el futuro arquitecto tenga una formación
integral como hombre, como ciudadano y como técnico. (Plan
de Estudios 1952, Cap. 2.1)

Los Talleres de Proyecto resultan de un extenso y complejo proceso histórico-

1
institucional de más de un siglo, que ha sido objeto de estudio entre otros por Apolo et
alt. 2006. Si bien lógica de cátedra paralela con inscripción libre - que subyace a dicho
dispositivo -, encuentra un hito fundante a nivel latinoamericano en la Reforma de
Córdoba de 1918, los Talleres de arquitectura en tanto dispositivos de enseñanza, surgen
en Uruguay como una trasposición de los ateliers de la Escuela de Bellas Artes de Paris
del siglo XIX. Dicha Escuela enseñó arquitectura entre 1819 y 1968 y fue el producto
de “las transformaciones operadas entre 1793 y 1819 sobre la base de la Academia Real
de Pintura y Escultura y la Academia Real de Arquitectura, creadas en Francia en el
transcurso del siglo XVII. (Chafee R; 1977: 1)

3 Joseph Carré y la traspolación de los ateliers franceses a la curricula de la


enseñanza de la arquitectura en Uruguay.

La enseñanza de la arquitectura en Uruguay tiene su primer Plan de Estudios en


1
1887 pero recién en 1915 la Facultad comienza a funcionar de manera autónoma dentro
de la Facultad de Matemáticas. Como ha sido referido en diversos trabajos, desde sus
inicios la enseñanza de la arquitectura en Uruguay supuso una transposición de
dispositivos de la tradición académica francesa al ámbito local (Ver entre otros Apolo et
alt 2006). Ello no debe extrañarnos considerando el fuerte impacto que dicha tradición
tuvo a nivel internacional en el transcurso de los siglos XVIII y XIX. Según lo
planteado por el historiador turco Spiro Kostof, el “plan de estudios” de la Real
Academia de Arquitectura Francesa del siglo XVIII y posterior Escuela de Bellas Artes
de Paris durante el siglo XIX, “fue la base para el método de instrucción usado en las
escuelas arquitectónicas hasta la llegada de la Bauhaus en el siglo XX” (Kostof, 1977:
159). En esta línea, el mismo historiador señala que en el transcurso del siglo XVIII el

1 Materias del Plan de Estudios 1887. Arquitecto: Primer Año: Algebra superior y trigonometría
esférica, Geometría descriptiva Primer Curso, Física Superior, Dibujo lineal hasta copiar los órdenes de
arquitectura y Dibujo topográfico lavado. Segundo año: Cálculo diferencial e integral, geometría
descriptiva, 2º curso y trabajos gráficos, Geometría analítica. Materiales de Construcción. Dibujo de
ornato y arquitectura. Tercer año: Mecánica Racional, Cinemática y resistencia de materiales, Motores y
maquinas de construcción. Construcción, Topografía y trabajos gráficos, Cuarto año: Arquitectura,
Historia de la arquitectura, Decoración, Higiene aplicada a la construcción, Proyectos. (Colección
Legislativa Tomo XI parte 1 del año 1987. P.25 26)

2
“curriculum oficial” de la Academia de Arquitectura Francesa constituía “el único
programa de educación formal de arquitectura de occidente” (Kostof, S, 1988: 1006).

En ese contexto de altísima influencia internacional de la tradición francesa y


luego de que en 1887 se creara en Uruguay la Facultad de Matemáticas y Ramas
Anexas, - donde la Universidad de la Republica comenzó a enseñar Arquitectura,
Agrimensura e Ingeniería - en el año 1890, el arquitecto uruguayo Julián Masquelez,
egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Paris y con un pasaje como docente
por la Escuela Municipal de Bellas Artes de la misma ciudad, queda a cargo de los
cursos de “Proyecto de Edificios de Primer Orden” y “Elementos de Composición
Decorativa”. (Citado en Apolo et alt; 2006 :34)

Según Apolo et alt. el proceso de instalación del modelo Beaux Arts en


Arquitectura con sus míticos ateliers o talleres “donde los estudiantes en diferentes
niveles de formación conviven bajo la figura excluyente del maestro” encuentra en el
Taller Carré su primera formulación “en sentido estricto”. (Apolo et alt. 2006: 26) En
línea con esa idea se encuentran las declaraciones del Rector de la Universidad de la
República del periodo 1904-1906 Eduardo Acevedo, que señalan a Carré como la figura
que “dio principio a la organización de los talleres” en nuestro país. Según un escrito
dirigido por Eduardo Acevedo al Decano Arq. Leopoldo C.Agorio2, él mismo fue quien
promovió la llegada a Uruguay del profesor francés Joseph Paul Carré, luego de
sorprenderse desagradablemente por el estado de la cátedra de “Teoría de la
Arquitectura” y la carencia de “aptitudes artísticas” de su responsable Antonio Llambías
de Olivar, así como por la “embriaguez” del docente de “Proyecto de Edificios de
Primer Orden” y “Elementos de Composición Decorativa” Julián Masquelez. Mediante
una reunión con el presidente José Batlle y Ordoñez, Eduardo Acevedo inició gestiones
para contratar a un “gran arquitecto francés”. Para ello pidió a Martin Lasala que
escribiera a un amigo suyo y dirigente de una joyería francesa para recoger datos acerca
de un gran arquitecto, “entre los premios de Roma”3 dispuesto a venir a Montevideo con
el sueldo de $300 mensuales.” Américo Carasalle, - el mencionado joyero radicado en

2 Artículo citado integro en Apolo et atl. 2006 p.35. Carta del ex Rector de la Universidad Dr. Eduardo
Acevedo al Decano Arq. Leopoldo C. Agorio.
3 Referencia al “Grand Prix” de la tradición académica francesa.

3
Francia -, recibió de la Escuela de Bellas Artes de Paris tres nombres “de los mejores de
los últimos egresados” que trasladó a Acevedo y éste al presidente Batlle quien indicó
que el Rector realizara él mismo la elección. Según Acevedo, la contratación de Carré se
llevó adelante inmediatamente y este “dio principio a la organización de los talleres,
dentro de un horario de trabajo que se extendía a la totalidad del día.” (Citado en Apolo
et alt: 2006; 35)

Joseph Carré en su Taller junto a Alfredo Baldomir. Fuente Apolo et alt. 2006: 46.

Según la línea temporal presentada por Apolo et alt. en el trabajo “Talleres,


Trazos y Señas”, a partir de 1906 el arquitecto uruguayo Alfredo Jones Brown - autor
entre otras obras del Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA) inaugurado en 1911 -
toma el lugar de Masquelez, y por su parte Carré abre su taller en 1907, con lo que a
partir de ese momento la Facultad contaba ya con dos “talleres”. A partir de 1915 se
incorpora un tercer Taller a cargo de Acosta y Lara. (Apolo et alt. 2006 :194)

El Plan de estudios de 1916, organizó la carrera en cinco años con cinco cursos
llamados: “Proyectos de Arquitectura”. A partir de 1918, los estudios se dividieron en

4
diez semestres, definiendo los cursos de “Proyecto de Arquitectura” numerados de I a X
para cada uno de dichos semestres. (Libro del Centenario Tomo V. 1925 p541)

Siguiendo la línea histórica confeccionada por Apolo et alt, en 1935 la Facultad


contaba ya con ocho talleres, dos de los cuales resultarán de la mayor influencia los
talleres de Julio Vilamajó y Mauricio Cravotto respectivamente. (Apolo et alt. 2006
:194)

Taller Vilamajó. Circa 1935. Fuente Apolo et alt. 2006 por gentileza de Gustavo Scheps

A la fecha de inauguración del nuevo edificio en 1946 la Facultad contaba con doce
talleres. Es importante destacar que hasta ese momento los talleres estaban divididos en
dos ciclos, Proyectos de Arquitectura I a VI y Proyectos de Arquitectura VII a X a cargo
de diferentes profesores titulares. (Universidad de la República, Anales de Facultad de
Arquitectura, 1938: 154)

Posteriormente al cambio de Plan de Estudios del año 1952 la Facultad contó con
siete talleres que fueron reorganizados en una lógica “vertical” (Apolo et alt. 2006
:194). Dicho Plan generó una nueva organización de los contenidos del área: agrupó
bajo el término “Composición” la formación de Expresión Gráfica y los Talleres de
Anteproyecto y Proyecto. Creó cinco cursos de “Anteproyecto” para los cinco primeros
años de carrera y el curso de “Proyecto” o “Carpeta” como curso final del sexto año de
carrera. El Plan de 1952 indicaba que la cantidad de profesores de cada taller se
5
regularía en función de la cantidad de alumnos. (Plan de Estudios 1952, CVII P.3)

A partir de 1985 la Facultad contó con ocho Talleres (Apolo et alt. 2006 :194) y a la
fecha de realización del presente trabajo funcionan nueve Talleres de Proyecto en
Montevideo y uno en la sede “Regional Norte”.

Dentro de este proceso histórico de construcción de los talleres uruguayos como


dispositivos de enseñanza de la arquitectura, Diego Capandeguy ha distinguido tres
grandes situaciones historicas: el Taller diferencial por grados y prácticas integrado por
uno o dos docentes entre 1915 y 1952, el Taller Vertical integral, donde se reúnen todos
los cursos del área dentro de un Taller y el “Mega Taller Vertical” en el contexto de
masividad iniciado a partir de mediados de 1980. (Ver Capandeguy, D; 1994)

Taller Sommer. (1985). Apolo et alt. 2006

4 Cada profesor enseña (en parte) a partir de como el mismo ha sido


enseñado.

En 1907, Joseph Paul Carré comienza a desempeñarse como profesor de arquitectura en


Uruguay instalando lo que daría en llamarse el “Taller Carré”. Dicho profesor, había
sido formado en la Escuela de Bellas Artes de Paris en el atelier Pascal, tal como lo
recuerdan sus propias palabras en un acto celebrado en 1922 luego de quince años de
actividad docente:

6
Uno no puede recordar su taller sin la más profunda emoción e
inconscientemente mi pensamiento va hacia el mío, mi taller de
la escuela de Bellas Artes, el taller Pascal, hogar mil veces
sagrado en donde se escuchaba religiosamente las lecciones del
Profesor, lecciones bien especiales de nuestro arte, que no
pueden tener ninguna rigidez y son más bien conversaciones,
sugestiones, consejos dados por el maestro al alumno, porque
en el arte no hay, no puede haber leyes demasiado definidas, no
puede existir nada más que experiencia, sentimiento, gusto,
expresiones, razones lógicas, y para el profesor que debe guiar
al alumno, una gran parte de psicología y de tacto para hacer
comprender y aceptar sus ideas, sus correcciones. (Citado en
Apolo et alt, 2006 :45.)

Atelier Pascal. Escuela de Bellas Artes de Paris.

Así, Carré trasladaba a la enseñanza de la arquitectura en Uruguay su propio


aprendizaje en el atelier Pascal que había conocido en el L‘Ecole des Beaux-Arts. A su
vez Jean Louis Pascal (profesor de Carré) había estudiado en el atelier de Charles
Auguste Questel también dentro del Ecole, de quien heredó su atelier.
(http://en.wikipedia.org/wiki/Jean-Louis_Pascal) Por su parte Questel, profesor de
Pascal, había obtenido su propio atelier en el Ecole luego de haber estudiado con
Duban, gran premio en el año 1823 (http://en.wikipedia.org/wiki/Charles-
Auguste_Questel). Este último Felix Duban, formó a Questel dentro de lo que se
conocía como ateliers “libres”, esto es pequeñas escuelas privadas de arquitectura o
propiamente los estudios profesionales de arquitectos, por fuera del control oficial de la
Academia.

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Felix Duban, gran premio 1823.

En este punto resulta importante señalar que desde la Revolución Francesa hasta
el año 1863, el aprendizaje del proyecto y/o la composición se realizó por fuera de la
Escuela de Bellas Artes en los llamados “ateliers libres”. Respecto a este punto el
historiador Richard Chafee indica:

Cada estudiante de arquitectura en l’École des Beaux-Arts


aprendió a diseñar en un atelier arquitectónico. La enseñanza
del diseño en l’École estuvo limitada a dar conferencias,
publicar programas y juzgar concours.

En l’École, todos los estudiantes en la Section d'Architecture


fueron registrados y conocidos como los estudiantes de un
determinado arquitecto. Puede haber sido el único estudiante
del arquitecto, y cuando ése era el caso el atelier era
probablemente el lugar en el cual el arquitecto diseñaba sus
edificios y la realización de los dibujos requiridos para la
construcción. El estudiante allí era como un alumno de uno de
los arquitectos en el Académie Royale antes de la Revolución,
o como el aprendiz de un arquitecto inglés o americano de ese
tiempo, (…). El estudiante era a veces el empleado del
arquitecto. Podría ser que fuese el hijo del arquitecto; en el
siglo XIX la tradición medieval de un hijo que tomaba el
trabajo de su padre seguía siendo más fuerte que lo que es en la
actualidad.” (Chafee, R; 1977: 26)

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Así, la Escuela de Bellas Artes de Paris durante la primera mitad de siglo XIX -
a diferencia de su antecesora la Academia Real - deja la enseñanza de la composición
fuera de su curriculum y lo delega a los ateliers. El famoso arquitecto norteamericano
Henry Louis Sullivan en una nota enviada a su hogar en diciembre de 1874 recordaba su
pasaje por el atelier Emile Vaudremer:

Es la más condenada pocilga en que haya estado. Primero, es


frio y cuando enciendes el fuego, humea de tal modo que casi
te ciega, y tienes que abrir las ventanas, lo que hace demonios
en los dibujos, lo que no se recomienda a gente resfriada”
(Chafee, 1977, p.28)

A partir del año 1863, la reforma napoleónica de la Escuela de Bellas Artes, crea
la figura de los ateliers oficiales. Hasta ese año, el ingreso al Ecole requería una carta de
presentación del patrón del atelier a cargo del aspirante. La reforma napoleónica creó
tres ateliers oficiales y retiró la carta de presentación como requerimiento. Uno de los
primeros patrones de esos nuevos atelier oficiales Jules André, cerró para ello su atelier
libre. (Chafee R; 1977: 33)

Una tercera variante de atelier será el atelier preparatorio introducido en la


Escuela de Bellas Artes en torno a 1870:

(…) los ateliers préparatoires, que prepararon a principiantes


para la admisión a l’École enseñando las matemáticas, el
dibujo, y, especialmente, el diseño arquitectónico. (…) Desde
entonces los estudiantes eran transferidos usualmente desde un
atelier préparatoire a un atelier regular inmediatamente después
de ser admitido en l’École. (Chafee R; 1977: 43)

Según Chaffe “La razón de estos nuevos (…) ateliers préparatoires era el
ascendente crecimiento en el número de estudiantes. En la Section d'Architecture
durante el año escolar 1851-52, había 281 estudiantes listados. En 1890-91, había 606.
En 1906-07, había 950.” (Chafee R; 1977: 43)

En torno a 1920, el aislamiento que la Escuela tenía respecto a “las agitaciones


de la modernidad” hizo que diversos estudiantes intentaran el ingreso de Le Corbusier,
sin lograrlo:

9
En 1923, un grupo de los estudiantes que se sentían que l’École
y los ateliers estaban aislados de agitaciones de la modernidad
pidieron a Le Corbusier que les enseñara arquitectura. Este los
rechazó pero envió a Auguste Perret, que estaba dispuesto, y a
comienzos de 1924 se convirtió así en patroni

En la década de 1930 la Escuela comenzará a establecer vínculos con los ateliers


libres y asumir responsabilidades sobre ellos. Ya en la década de 1950 muchos de esos
atelieres se oficializarán, lo que según Chafee hizo desaparecer “la flexibilidad del
sistema de educación arquitectónica del siglo XIX”:

(…)En los años de la década de 1950 l’École (asumió) la


responsabilidad de algunos de los grandes y viejos atelier
extérieurs. Uno a uno, pusieron a sus patrons en la nómina de
pago de l’École, cada professeur chef d'atelier y casi todos sus
estudiantes se trasladaron a los edificios de l’École, donde
fueron instalados los nuevos ateliers officiels: Noel
Lemaresquier en 1953, Georges Dengler en 1955, Ottelo
Zavaroni en 1957. Más estudiantes estaban ahora en los ateliers
officiels que los que lo estaban en los ateliers libres. Ya no era
económicamente posible que un arquitecto abriese un atelier en
París para algunos estudiantes que estuviesen descontentos con
la instrucción que recibían en otros lados. La flexibilidad del
sistema de educación arquitectónica del siglo XIX desapareció;
la necesidad económica a mediados del siglo XX causó una
centralización más rígida.” (Chafee R; 1977: 44)

En diciembre de 1968 un decreto del gobierno francés firmado por Charles de


Gaulle y André Malraux quitó la responsabilidad de la enseñanza de la arquitectura a la
Escuela de Bellas Artes y creó las “Unidades Pedagógicas” (Chafee R; 1977: 46):

Los concours para el Grand Prix de Roma fueron suprimidos.


La centralizada Section d'Architecture de l’École des Beaux-
Arts fue substituida por un conjunto de unidades autónomas,
denominadas Unités Pédagogiques, ocho de las cuales están en
París. Cada Unité Pédagogique puede enseñar arquitectura de
la manera que desea; cada uno puede establecer su propio plan
de estudios. Sin embargo, la duración de los estudios es igual
en todos: seis años. No existe más un examen de admisión,
como había para la Section d' Architecture de l’École; la
admisión está abierta a cualquier estudiante con un diploma de
bachiller, el grado concedido por el gobierno a los que
aprueban los dificultosos exámenes finales. En las facultades
de las Unités Pédagogiques hay poco más de una docena de
arquitectos que eran patrons; pero también hay muchos nuevos
hombres jóvenes. (Chafee R; 1977: 46)

Así se cerraba un ciclo académico de casi cien años (1819 - 1968) de la institución
que dio lugar al nacimiento de los ateliers como dispositivos de enseñanza del proyecto
de arquitectura. Pero veamos ahora la antigua tradición de los “atelier” como espacios

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de enseñanza y aprendizaje de la arquitectura.

5 De la logia, al chambre aux traits, la bottega y el atelier, al taller.

Si bien la existencia de la profesión de arquitecto está documentada desde hace


cuarenta y cinco siglos, y las relaciones escritas de los saberes y habilidades que
precisan quienes poseen dicho título desde hace casi veinte, (ANECA, 2005: 11) según
el Libro Blanco de ANECA la Europa medieval tuvo un rol central en el desarrollo de
los sistemas de aprendizaje de la arquitectura. En línea con esta idea, la voz francesa
atelier de la cual deriva en castellano el término taller, etimológicamente refiere al
espacio de trabajo de un artesano o el lugar donde un operario manual desarrolla su
oficio y lo trasmite a un aprendiz.

1: Etimología de Taller: del francés medio atelier ("despacho


de un artesano u operario manual"), y este del antiguo astelier,
de astelle ("astilla"). Compárese el doblete astillero. La pérdida
de la vocal inicial del francés puede representar un proceso de
redistribución parentética análogo al de arandela”
(http://es.wiktionary.org/wiki/taller#Traducciones)

2: É o Francês ATELIER, “oficina de marceneiro”, de


ASTELE, “estilha, lasca”, do Latim HASTELLA, “vara fina,
vareta”, de HASTA, “lança”.
http://origemdapalavra.com.br/site/pergunta/atelier-ou-atelie/

Siguiendo lo referido por ANECA 2005, luego de la caída del Imperio Romano y
a partir de las Invasiones Bárbaras, la enseñanza de la arquitectura va quedando
relegada al ámbito de los monasterios, “lo cual explica el notable fenómeno de los
monjes constructores, que acabó fructificando mucho más tarde, hacia los siglos X y
XII, irradiándose principalmente por todo el ámbito cristiano a partir de las abadías de
Cluny y Citeaux” (ANECA, 2005: 39)

En torno a los siglos XII y XIII por ejemplo en el marco de la “masonería


operativa”, el aprendizaje de los oficios asociados a la construcción se realizaba en
espacios llamados “logias”: “cabañas” vinculadas a la obra, para el acopio de
herramientas, realización de trazados y seguimiento de los trabajos:

La masonería operativa fue la institución más característica de


la baja edad media (y en varios países europeos, de buena parte
de la edad moderna) en lo tocante a la organización profesional

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y a la enseñanza de la arquitectura. (…) Los masones
operativos constituían corporaciones que transmitían los
secretos del oficio en las logias, las cuales en un principio eran
simplemente cabañas que servían de almacén de utillaje,
oficina de trazado y centro de seguimiento emplazadas junto a
las grandes catedrales. Las logias eran accesibles solo a los
iniciados, que preservaban aquellos secretos hasta el punto de
usar un idioma propio indicativos del grado de nivel de avance
alcanzado en la formación, cuyo significado solo le era
accesible a quienes participaban en la propia logia.

(…) La logia era un lugar de reunión e instrucción. Una vez


que los aprendices, que no podían acceder a ella ni tenían voz
ni voto en el grupo, alcanzaban una cierta destreza en el
manejo de las herramientas, el conocimiento de los materiales
y las técnicas de corte y labra, un tribunal constituido por
maestros albañiles y presidido por el maestro mayor le
otorgaba un primer grado de compañero o colega. Los grados
sucesivos se iban alcanzando por igual procedimiento hasta
alcanzar la maestría.”
(ANECA; 2005:.40)

Según el mismo trabajo, “el progreso de los problemas arquitectónicos” a partir


del siglo XIII, derivó en la necesidad de “un local fijo” destinado al trabajo grafico de
los maestros y sus ayudantes y discípulos: el chambre aux traits. Dichos talleres fueron
estableciéndose y anunciando el fin de las comunidades itinerantes de canteros. Esos
espacios: “sirvieron de laboratorio de la arquitectura gótica y de pequeñas escuelas
privadas de proyectistas cuyos títulos seguían no obstante, otorgando los gremios.”
(ANECA; 2005: 40)

Así la figura de taller o logia, de carácter itinerante y asociada a la construcción


de catedrales, a partir del siglo XIII se va progresivamente sedentarizando, prefigurando
el espacio fijo de “trabajo grafico” del arquitecto y a la vez configurando un tipo de
escuela privada, aunque aún acreditada por los gremios medievales.

Ya en el siglo XV el “taller escuela” gótico derivó en Italia más propiamente en


Florencia en la bottega a cargo de un artista libre e independiente, marcando la
emancipación de la formación y práctica de los arquitectos respecto a los gremios:

Los humanistas del Quattroccento acabaron de soldar la


fractura entre los textos (litterae), que ya habían dejado de ser
cosa de monjes, y la construcción (ars mecánica), que había
visto como el proceso formativo para dominarla se
diversificaba desde tiempo atrás. El taller-escuela gótico
evolucionó de forma natural hasta convertirse, inicialmente en
Florencia, en la bottega, un taller de tipo nuevo que fue una

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institución esencial para la constitución y transmisión de la
mentalidad renacentista. En la bottega, los ayudantes y
alumnos, en estrecha conviviencia y bajo la autoridad de un
maestro que era ya un artista libre e independiente y también
un hombre de letras, cultivaban la pintura, la escultura y la
arquitectura, hermanadas entre sí en el empeño de hacer revivir
la cultura antigua. (ANECA, 2005: 41)

Véase el pliegue conceptual que supone entender el surgimiento de la bottega


renacentista en cuanto “taller de nuevo tipo”, que a la vez recrea dinámicas del taller
medieval o logia en tanto espacio de convivencia de ayudantes, aprendices y maestros,
pero que ahora comienza a funcionar bajo la autoridad de un artista libre e
independiente del sistema de gremios:

Filipo Brunellesschi, arquitecto florentino considerado el más


temprano restaurador de la arquitectura romana, que tenía
formación de escultor y que ha pasado también a la historia
como preclaro ingeniero y como inventor del moderno sistema
de la perspectiva lineal dio un buen indicio del cambio que
estaba experimentando el ambiente cultural cuando en 1434
esgrimió su derecho a desvincularse de la corporación de
maestros canteros y carpinteros de su ciudad, rehusó pagar la
contribución que esta le reclamaba y pleiteó contra ella en
defensa del autónomo carácter intelectual y artístico de su
oficio. Brunellesschi fue el primer arquitecto moderno,
emancipado de un sistema de gremios que estaba perdiendo su
influencia de antaño, pero que aún conservó su capacidad de
acreditación profesional durante muchos siglos, en lento
declive hasta casi nuestros días. (ANECA, 2005: 41)

Otros autores refieren a León Battista Alberti como la figura que acaba por
configurar la práctica del arquitecto en términos modernos como trabajador intelectual:

Es León Battista Alberti (…) quien más claramente interpreta


la separación del proyecto como acto intelectual atribuyendo al
dibujo, un sitio como medio facilitador del proceso de
desarrollo proyectual. (Rodriguez Pulido; 1999 :60)

(…) El templo de Segismundo Malatesta en Rimini pasará a la


historia académica como el primer edificio ejecutado, en su
totalidad, siguiendo un proyecto dibujado minuciosamente en
planos.” (Rodriguez Pulido; 1999 :59)

Paralelamente al surgimiento las bottegas en Itlalia, surgen allí también las


“Academias”, tales como la Accademia delle Arti del Disegno de Vassari donde “se
coloca al dibujo como centro de la enseñanza teórica y práctica distinguiéndola del
ejercicio cotidiano del oficio en los talleres de los maestros”. (Rodríguez Pulido, 1999:
53) Allí Miguel Ángel, es la figura del pintor, escultor y arquitecto, que produce la

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“imagen ideal que los estudiosos de la academia mantendrán hasta mediados del siglo
XVII cuando se funda la academia francesa” (Rodríguez Pulido, 1999: 59) También
surge allí, la academia vitruviana, fundada en Roma por Claudio Tolomei en 1542.

La Academia puso gran énfasis en la historia y la teoría,


separando así las artes de las tradiciones artesanales que habían
gobernado su existencia con anterioridad.

La separación de las Academias y los gremios, incluirá motivos


económicos en el control de quien debía ser autorizado para
ejercer el oficio, lo que servirá como sustento para
promoverlas. (…) La Academia renacentista, en principio con
preponderancia por la literatura, nace como reacción
contestataria a la enseñanza Escolástica. En éstas, se acumula y
discute la teología y la ciencia aristotélica; en las Academias,
se comenta la filosofía y el arte, acorde a las ideas
neoplatónicas. (Rodríguez Pulido; 1999: 54)

Un nuevo intento de separación de las Academias y los gremios representa según


diversos autores la creación de las Academias francesas de siglo XVII:

Si las academias italianas elevaron la bottega al rango de


institución social, las de tipo francés convirtieron esta
institución en oficial y racionalizaron sus funciones. La
primera fue la Academia Real de Pintura y escultura fundada
en Paris en 1648 por iniciativa del pinto de corte Charles Le
Brun en sustitución de una corporación de pintores y escultores
que existía desde mediados del siglo XIII. (ANECA; 2005: 3)

En el mismo sentido Rodríguez Pulido señala:

En Francia, Jean Baptiste Colbert (…) funda en Paris la


Academia de Arquitectura en 1671, que dará desde entonces
una definición social y jurídica a la profesión de arquitecto,
otorgándole solo a este, la facultad de construir y planear
edificaciones, colocándolo al servicio del monarca y orientando
su formación obligatoria dentro de las academias. (…) La
formación de los arquitectos franceses, que hasta entonces
había sido desarrollada ligada a los gremios, se cambia en
cuanto a los métodos de enseñanza. En la Academia se
aprendían primero, invirtiendo el orden tradicional, los
conceptos abstractos del diseño de la arquitectura desarrollando
discusiones temáticas. Con todo el acervo impreso de tratados
y manuales, los referentes de las obras construidas, la
permanencia del papel pedagógico del dibujo; se integran los
principios educativos que identificarán a la enseñanza
académica de la arquitectura hasta las vanguardias educativas
de principios de siglo XX. (Rodríguez Pulido, 1999, p.66)

Así, este breve viaje por quince siglos de historia de la enseñanza de la

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arquitectura, nos coloca en 1671, ante la creación de la Academia Real de Arquitectura
Francesa, como representante de la ambición ilustrada de crear una institución del
Estado que sustituya tanto a los gremios en tanto instancias acreditadoras de
conocimiento, como a las “logias”, “bottegas” y “ateliers” en tanto espacios de
enseñanza. Si bien el Renacimiento ya había iniciado el proceso de erosión del control
de los gremios, vía reclamo de autonomía del artista-autor, será casi doscientos años
después, durante la creación de las Academias Francesas cuando el Estado termine de
instituir una definición social y jurídica a la profesión de arquitecto. La experiencia de
la Escuela de Bellas Artes de Paris del siglo XIX osciló entre la delegación de la
enseñanza del proyecto a manos de los ateliers libres durante la primera mitad de siglo
XIX, la creación de los ateliers oficiales de mediados de siglo XIX y la oficialización de
los ateliers libres en torno a la década de 1950, ya próximo al cierre definitivo de la
Escuela.

6 El “taller de proyectos”: Un significante flotante.

El inicio de la implantación de los Talleres en la enseñanza de la arquitectura en


Uruguay a partir de las primeras décadas de siglo XX, significó el traslado a nuestra
curricula de un dispositivo con una genealogía compleja con pliegues conceptuales
fuertes: El “atelier” francés como dispositivo de enseñanza académica surgió en la
Escuela de Bellas Artes de Paris en 1863 y tomó su nombre de las “escuelas privadas” o
“estudios de arquitectos” que funcionaron como espacios de enseñanza del diseño desde
la Revolución Francesa hasta el año 1963. A su vez el atelier como “estudio profesional
del arquitecto” resignificó un espacio de trabajo y enseñanza pre-moderno de clave
gremial y religiosa, espacio de trabajo de los artesanos, a los que desde el Renacimiento,
el desarrollo de los artistas independientes (origen del arquitecto moderno) y las
Academias italianas intentaron sustituir. Por su parte la ilustrada Academia de
Arquitectura francesa de siglo XVIII, intentó reunificar la brecha abierta por el
Renacimiento entre teoría y práctica formando integralmente al arquitecto dentro de la
institución. Pero su sucesora, la Escuela de Bellas Artes, entre la revolución Francesa y
hasta la creación de los ateliers oficiales en el año 1863, volvió a colocar la enseñanza
del proyecto por fuera de dicha institución. Los Talleres que a inicios de siglo XX
nuestra Facultad comenzó a desarrollar, traían ese complejo entramado histórico-
conceptual. A cien años de su creación, en 2015, nuestra Facultad de Arquitectura

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uruguaya, sigue intentando desarrollar los “talleres de proyecto” con la convicción de
que es posible reunir teoría y práctica dentro de una institución pública. Eso la expuso y
la expone a un gran desafío, concebir a los Talleres de Proyecto como dispositivos de
enseñanza, que encuentren su sentido colocándose a distancia tanto de la lógica gremial
como de la pura práctica profesional.

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7 - Bibliografía.

ANECA (2005) Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, Libro


Blanco http://www.aneca.es/var/media/326200/libroblanco_arquitectura_def.pdf

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http://oa.upm.es/675/1/03199911.pdf

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