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¿UNA ÉTICA DEL CIBERESPACIO O UNA

ÉTICA EN EL CIBERESPACIO?
Análisis de códigos de autorregulación
de la profesión periodística
CARLOS RUIZ CABALLERO, PERE MASIP MASIP,
JOSEP LLUÍS MICÓ SANZ
Universitat Ramón Llull

1. INTRODUCCIÓN
Una ética de la información debe ocuparse de la tecnología de la comu-
nicación. Porque existe una íntima relación entre lo que se dice y el medio
que lo dice. Toda cultura es una conversación, un conjunto de conversacio-
nes, y cada medio de comunicación recrea y renueva la cultura, posibilita
una forma única de discurso porque proporciona una «nueva orientación»
para el pensamiento, la expresión y la sensibilidad. Es la tesis central de
Neil Postman1. Los medios alteran el contenido y el significado del discur-
so, son nuestras metáforas, y ellas crean los materiales de nuestra cultura.
Cada medio genera su propia retórica, y la retórica es el vestido que debe
llevar la verdad para ser reconocida y no ser ignorada. Y las definiciones de
verdad que nuestras sociedades están dispuestas a aceptar, se derivan, al
menos parcialmente, de la retórica de los medios de comunicación. Inter-
net, el medio donde convergen todos los medios, ya enmarca el mundo.

1
N. POSTMAN, Divertirse hasta morir. El discurso en la era del “show business”, La Tempestad, Barce-
lona 2001, p. 75.

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La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

Llorenç Gomis define el periodismo como «un método de interpretación


de la realidad social»2. Una ética de la información considera exigible que los
encargados de ayudarnos a interpretar el mundo, los periodistas, reflexionen
también sobre la tecnología que utilizan para informarnos, y se pregunten si
las características de esta tecnología repercuten o no en la retórica multimedia
que posibilita hoy el combate periodístico por la verdad. Esa reflexión sobre
la tecnología, sus posibilidades y sus límites, debe constituir un ámbito inelu-
dible de la ética. Este es precisamente el objetivo esencial del presente traba-
jo: constatar si la profesión periodística ha reflexionado sobre esta cuestión.
Para muchos autores, internet añade una nueva dificultad a la informa-
ción, puesto que posibilita una «información sin filtro de calidad», transmi-
sora de mentiras, banalidades y perversión. Con la popularización de la red y
los medios digitales, se han disparado los interrogantes acerca de su uso en la
profesión periodística, sobre su componente ético y sobre su credibilidad. La
sociedad no es ajena a esa relación entre tecnología de la comunicación, retó-
rica y verdad. Esta preocupación se ha traducido en un descenso de la con-
fianza que los ciudadanos depositan en los medios, como se pone de mani-
fiesto en el Informe anual de la profesión periodística: 2005. También expli-
ca el interés por la ética del periodismo en cualquier soporte; un interés que,
aunque no es nuevo, sí que ha adquirido un papel relevante en el panorama
español de los últimos años. La controversia ha superado los ámbitos estric-
tamente académico y profesional, y ha llegado a ser motivo de discusión polí-
tica y a estar presente en diversas esferas de la sociedad.
Existe una profunda crisis de credibilidad periodística. Los casos que
ilustran y justifican esta crisis de los medios y los profesionales en España
son numerosos. Sirva como ejemplo el tratamiento dado por Televisión Espa-
ñola (TVE) y ciertos canales privados a algunos de los acontecimientos más
dramáticos acaecidos recientemente, como la catástrofe ecológica del “Pres-
tige” ante las costas gallegas o los atentados terroristas del 11-M en Madrid.
Y uno de los casos más paradigmáticos fue la cobertura por parte de TVE de
la jornada de huelga general en 2002. En un episodio sin precedentes, una
sentencia de la Audiencia Nacional condenó a la cadena por vulnerar los
derechos fundamentales de huelga y libertad sindical, como consecuencia de
la manipulación informativa llevada a cabo aquel día.

2
L. GOMIS, Teoria dels gèneres periodístics, Centre d’Investigació de la Comunicació. Generalitat de Ca-
talunya, Barcelona 1989.

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¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

Posteriormente, la política informativa de la Cadena de Ondas Populares


de España (COPE), propiedad de la Conferencia Episcopal, ha sido objeto de
movilizaciones sociales y comentarios de toda índole. En opinión del Consell
de l’Audiovisual de Catalunya (CAC), dicha emisora vulnera los límites
constitucionales del ejercicio legítimo de los derechos a la libertad de infor-
mación y expresión.
Sin embargo, las prácticas que minan la confianza en los medios de
comunicación no son exclusivas de los soportes tradicionales. Diversos ejem-
plos de un uso indebido o incorrecto de la tecnología en general, y de inter-
net en particular, han salpicado en los últimos meses a los medios españoles.
Sin ánimo de exhaustividad, enumeramos a continuación algunos de los que
han tenido mayor repercusión:
- Durante el verano de 2004, los principales medios del planeta informa-
ban del secuestro y posterior ejecución en Iraq de un ciudadano norteameri-
cano a manos de la insurgencia dirigida por Abu Musab Al Zarqawi. Poco
después se conocía que tal ejecución nunca había existido y que las imágenes
que habían dado la vuelta al mundo no eran más que un montaje de un joven
de 22 años llamado Benjamin Vanderdorf.
- La Vanguardia publicaba el 31 de diciembre de 2004 una fotografía,
inédita, de los efectos del tsunami que arrasó buena parte del sudeste asiáti-
co. Un ciudadano español residente en la región la había enviado por correo
electrónico. Pocos días después, el periódico se veía obligado a reconocer
que la instantánea no se correspondía con lo dicho, sino con unas inundacio-
nes que afectaron a China años atrás.
- En febrero de 2005 la agencia Associated Press, entre otras, difundía la
noticia del secuestro del marine John Adam en Iraq. Inmediatamente, diver-
sos medios se hacían eco de la noticia, que venía ilustrada con una fotografía
del soldado, sentado en el suelo, con las manos atadas a su espalda, mientras
le apuntaba una metralleta. La imagen había sida descargada de una página
web islamista, Baghdadalrashid3. Como en el caso anterior, horas más tarde
se supo que el marine secuestrado era un muñeco Cody, similar a los madel-
man de nuestra infancia.
- En abril de ese mismo año, el periódico El País difundía una carta al
director recibida por correo electrónico. El nombre del autor había sido usur-

3
«Baghdadalrashid» [Documento electrónico] <http://www.baghdadalrashid.com> [Consulta: 03-II-2005].

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La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

pado. Contrariamente a lo que establece el libro de estilo del rotativo, la car-


ta se había publicado sin la verificación previa de la autoría.
- Las imágenes obtenidas ilegalmente de la ejecución de Saddam Hussein
eran portada de informativos televisivos y diarios a partir del 30 de diciem-
bre de 2006. La supuesta carga informativa de las imágenes justificaba su
publicación, pasando por encima de principios como el de la privacidad o el
de la dignidad de la persona.
- Buena parte de los ciberdiarios españoles recogía el 13 de marzo de
2007 una información de la Agencia Efe según la cual una investigación
del Instituto Lovenstein de Scranton (Pensilvania, EUA) concluía que
George Bush era el presidente de los Estados Unidos con el menor coefi-
ciente intelectual en los últimos sesenta años. Pero la agencia tuvo que
mandar a continuación una nota de rectificación porque la noticia era fal-
sa. No todos los medios electrónicos que habían publicado la información
la desmintieron.
En resumen, los ciudadanos han visto en televisión vídeos descargados
de la red de algunas ejecuciones perpetradas a sangre fría por grupos insur-
gentes en Iraq, han sido testigos de la publicación de noticias falsas obte-
nidas en internet, han asistido a la usurpación de personalidad a través del
correo electrónico o a la difusión de imágenes manipuladas, etc.
Paralelamente han aparecido los primeros estudios serios sobre el fun-
cionamiento de los medios digitales, que han evidenciado graves deficien-
cias vinculadas a problemas de credibilidad y exactitud, arbitrariedad en la
selección de las noticias, etc.4 Unos inconvenientes derivados, principal-
mente, de la obsesión por la rapidez y la inmediatez, que no ha hecho más
que erosionar la delgada capa de confianza que envuelve los medios digi-
tales.
Los problemas de credibilidad asociados a internet se han agravado a
menudo por la intervención de confidenciales, weblogs seudoinformativos
u otras formas de periodismo comunitario mal entendido. Teóricos como

4
D. DOMINGO, «Professional routines and values in Catalan online newsrooms: online journalism in re-
al contexts» [Documento electrónico], en III Congreso Online Observatorio de la Cibersociedad
<http://www.cibersociedad.net/congres2004> [Consulta: 02-XI-2004]; R. SALAVERRÍA, «An Immature
Medium: Strenghtsand Weaknesses of Online Newspapers on Setember 11», en Gazette 67 (1), 2005,
p. 69-86.

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¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

Alonso y Martínez5 y Yuste y Barceló6 sostienen que los weblogs y las cabece-
ras electrónicas sin referente impreso (entre las que se incluyen los denomina-
dos “confidenciales”) deben figurar entre las distintas categorías de medios de
comunicación en la red. Sánchez González7 también reivindica esos nuevos
vehículos de expresión y afirma que urge «una distinción clara de los conteni-
dos», de modo que se separen informaciones y rumores dentro de unos medios
que posibilitan la participación y la generación de conocimiento. Para Orihue-
la8, los confidenciales son «un género periodístico próximo a la crónica y nor-
malmente de carácter político o económico» caracterizados «por el hecho de que
el propio periodista asume el carácter de fuente», puesto que quienes le propor-
cionan los datos que acabará publicando desean permanecer en el anonimato.
Pero no faltan las voces que exclaman que los confidenciales raramente
tienen cabida entre los medios tradicionales, puesto que basan su actividad en
el rumor y no en la información contrastada.9 El periódico El Mundo del Siglo
XXI, a través de un editorial publicado en 2004, los descalificaba subrayando
que su finalidad es difamar, ajustar cuentas o chantajear10. La opinión que le
merecen a Antonio Delgado tampoco es favorable, ya que los considera
«periodismo casposo en internet»11.

2. FUNDAMENTOS

Observamos, pues, como el entorno digital plantea nuevos dilemas, y uno


de ellos está en la base de la profesión: ¿Quién puede ser considerado perio-

5
J. ALONSO RUIZ-L. MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, «Enjuiciar Internet: oportunidades y perjuicios de las TIC en
el Periodismo» [Documento electrónico], en III Congreso Online Observatorio de la Cibersociedad
<http://www.cibersociedad.net/congres2004/grups/fitxacom_ publica2.php?grup=89&id=257&idio-
ma=es> [Consulta: 30-I-2006].
6
B. YUSTE-J. L. BARCELÓ, «Weblogs y diarios digitales: hacia una diferenciación de objetivos y contenidos»
[Documento electrónico], en V Congreso Nacional de Periodismo Digital. Comunicaciones
<http://www.quinto. congresoperiodismo.com/actualidad/noticia.asp?idNoticia=19> [Consulta: 30-I-2006].
7
M. SÁNCHEZ GONZÁLEZ, «“Confidenciales” y blogs en la red española. Una aproximación a las causas de
la confusión entre ambos fenómenos», en El ecosistema digital: modelos de comunicación, nuevos medios
y público en Internet, <http://www.uv.es/demopode/libro1/MariaSanchez.pdf> [Consulta: 30-I-2006].
8
J.L. ORIHUELA, «Confidenciales», en E-Cuaderno, octubre de 2003. <http://www.ecuaderno.com/archi-
ves/000039.php> [Consulta: 30 de enero de 2006].
9
G. LÓPEZ GARCÍA, «Los confidenciales en internet», en Medios de comunicación. Tendencias ‘06. El año
de la televisión, Fundación Telefónica, Madrid 2006, pp. 395-399.
10
«¿Quién financia la basura en Internet?», en El Mundo del Siglo XXI, 27-VIII-2004, p 3.
11
A. DELGADO, «De weblogs, modas y periodismo casposo digital» [Documento electrónico], en Caspa TV
<http://www.caspa.tv/archivo/2003_02.html> [Consulta: 30-I-2006].

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La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

dista? Los criterios tradicionales para responder a esa pregunta no son válidos
en el actual contexto. El periodista ya no dispone en exclusiva del acceso a las
fuentes, deja de ejercer de gatekeaper y pierde el monopolio de la difusión de
la información. En la actualidad, cualquier ciudadano puede contactar direc-
tamente a las fuentes sin necesidad de pasar por el filtro de los medios. Ade-
más, con un coste prácticamente nulo, puede convertirse en emisor.
Según Jane Singer, en el entorno multimedia actual, la independencia del
periodista es una condición necesaria, pero no suficiente. El profesional de la in-
formación debe diferenciarse de las otras fuentes por su equilibrio e imparciali-
dad y, sobre todo, por un sentido de la responsabilidad que le permita desarrollar
su rol social, que se fundamenta en la confianza12. Singer añade que los códigos
de conducta de las comunidades profesionales permiten explicitar las responsabi-
lidades de los que forman parte de la comunidad respecto de los que están fuera.
Los códigos recogen los principios que tradicionalmente han tenido que cumplir
los profesionales de la información; constituyen la función ética del periodista.
En esta categoría cabe la autorregulación que, para el profesor Hugo Aznar,
tendría que distinguirse de cualquier intento de injerencia externa en el queha-
cer de los medios y de sus profesionales13. De lo que se trataría, pues, sería de
una regulación voluntaria a partir de la libre iniciativa de los periodistas. Ese es
el espíritu que recogen, entre otros, el Col·legi de Periodistes de Catalunya
(CPC) («Codi Deontològic: Declaració de principis de la professió periodísti-
ca a Catalunya»), la Federación de Asociaciones de Prensa de España («FAPE.
Código Deontológico»), la Sociedad de Periodistas Profesionales de Estados
Unidos («SPJ Code of Ethics») y la Sociedad Americana de Editores de Perió-
dicos y el Instituto Poynter («Asne/Poynter Ethics Tool»).
La autorregulación se situaría entre el derecho y la práctica periodística,
guiada por criterios y principios éticos. Este concepto, de nuevo en palabras de
Hugo Aznar, intentaría «cubrir la distancia entre el mínimo regulador del dere-
cho y el ideal ético flexible en una esfera de la actividad social, propiciando que
cada uno asuma su parte correspondiente de corresponsabilidad»14. Sin embar-
go, otros autores, como Carlos Ruiz15, sostienen que la autorregulación no es

12
J. SINGER, «The socially responsible existentialism. A normative emphasis for journalistsin a new media
environment», en Journalism Studies, 7 (1), 2006, pp. 2-18.
13
H. AZNAR, Ética y periodismo. Códigos, estatutos y otros documentos de autorregulación, Paidós, Barce-
lona, 1999.
14
H. AZNAR, Comunicación responsable. La autorregulación de los medios, Ariel, Barcelona 2005, p. 21.
15
C. RUIZ, Ética de la audiencia. Reflexión ética sobre el principio jurídico de libertad de información,
Grafite, Bilbao 2003.

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¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

suficiente, que presenta limitaciones y que se hace preciso completarla. Guiller-


mo Escobar defiende el papel regulador del derecho, el único mecanismo que
realmente puede ofrecer resultados. «No estoy en contra de la autorregulación»,
comenta, «simplemente constato que hasta la fecha ha dado escasos frutos, y
que sólo el Estado está en condiciones de suplir su omisión»16.
La ausencia de resultados que atribuye Escobar a la autorregulación
cabría imputarla a que la responsabilidad recae mayoritariamente sobre las
espaldas del eslabón más débil de la cadena: los periodistas. Como sus con-
diciones laborables son cada vez más precarias, se ven obligados a trabajar
en un ambiente marcado por las exigencias del mercado y las cuentas de
resultados. Así pues, como también propone Aznar17, se haría necesaria una
autorregulación de las empresas, una responsabilidad compartida por todos,
incluidas las audiencias. Sólo de este modo la autorregulación y los códigos
deontológicos serían efectivos.
Núñez Encabo añade que nos encontramos «en unos momentos de gran
confusión en que la apelación a la ética y a la autorregulación es, en la
mayoría de las veces, un mero discurso retórico nominalista para causar
buena imagen, que reduce la ética a una cuestión de estética»18. Es decir, los
periodistas se encuentran atrapados entre condicionamientos políticos
(licencias administrativas, ayudas, subvenciones) y económicos (pujanza
de la publicidad debido a que el precio de venta al público es inferior al cos-
te de producción) que convierten en una quimera el cumplimiento de los
códigos de conducta. Por contra, la presión que soportan bloggers y res-
ponsables de confienciales es mucho menor, como su preocupación por la
deontología.

3. OBJETIVOS Y MÉTODOS

En ese contexto surge este trabajo, cuyo objetivo es analizar hasta qué
punto los códigos de conducta periodística han incorporado en España los

16
G. ESCOBAR ROCA, Estatuto de los periodistas. Régimen normativo y organización de las empresas de
comunicación, Tecnos, Madrid 2002, p. 18.
17
H. AZNAR, Ética de la comunicación y nuevos retos sociales. Códigos y recomendaciones para los me-
dios, Paidós, Barcelona, 2005.
18
Citado por M. FERNÁNDEZ AREAL «Documento de trabajo del Foro de Comunicación», en Comunica, 3,
2004, p. 13.

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La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

problemas derivados de la irrupción de internet, como sí lo han hecho


algunas recopilaciones deontológicas nacionales (Gran Bretaña, Irlanda) o
de medios de comunicación (The New York Times, BBC, CNN). En para-
lelo, la presencia de elementos explícitos referidos al uso de internet u
otras tecnologías en la práctica periodística (o su ausencia) aviva el deba-
te sobre la necesidad (o no) de una ética del ciberespacio.
Para desarrollar esta investigación se ha revisado documentación inter-
na de medios de comunicación, códigos profesionales, acuerdos empresa-
riales y manuales de estilo. Aunque la fase de análisis todavía no ha fina-
lizado, el estudio revela que la deontología y los mecanismos de autorre-
gulación soslayan la repercusión o los efectos de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, las vicisitudes del día a día en el periodismo electrónico
invitan a resolver lo antes posible las dudas y conflictos generados en el
medio. Lo mismo sucede con las dudas acerca de la concepción de la red
como fuente. Pero ni siquiera los medios de referencia han resuelto esta
cuestión.
Tras comparar esta situación con la que se vive en los países de nues-
tro entorno, concluimos que sólo ellos recogen esta inquietud en sus códi-
gos deontológicos y libros de estilo. En España, el vacío es prácticamente
absoluto. Así lo demuestran las ausencias detectadas en los códigos deon-
tológicos del CPC (1992), la FAPE (1993) o el Grupo Correo (1994); en
los libros y manuales de estilo de los diarios El Mundo del Siglo XXI
(1996), Avui (1997), ABC (2001), El País (2002), El Periódico de Cata-
lunya (2002) o La Vanguardia (2004); de las cadenas TVE (1993), Tele-
madrid (1993) o Canal Sur (1991); o de la Agencia EFE (1998); en los
estatutos de redacción de El País, El Mundo del Siglo XXI (1990), RTVV
(2000); en el Estatuto Marco de Redacción del CPC (1991) y en el Estatu-
to Profesional de los Medios de la Corporació Catalana de Ràdio i Televi-
sió (CCRTV) (2002). La situación todavía es más desoladora en los
medios digitales.
Seguidamente detallaremos los casos en los que, en efecto, sí que
hemos encontrado referencias al periodismo electrónico o en la red: los
manuales de estilo de El Correo Gallego (2001) y el Grupo Vocento
(2003), los «Principis per a l’actuació dels mitjans de comunicació» de la
CCRTV (2001) y el proyecto de Estatuto del Periodista Profesional
(2005).

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4. PLANTEAMIENTO

Los medios españoles prestan atención a la vertiente ética y deontológi-


ca del ciberperiodismo de un modo escaso. El Correo Gallego fue el primer
periódico de su comunidad con una página web. Quizá por ello haya des-
arrollado una sensibilidad especial con el medio, ya que dedica un capítulo
de su Manual de estilo a «Internet», con la misma consideración y relevancia
que se concede a las recomendaciones y reglas sobre «Textos y titulación»,
«Fotografía», «Infografía» u «Ortografía y estilo», aunque con menos espa-
cio. Además de advertir a sus periodistas de que la presencia de la red es
«cada vez mayor», les aconseja sobre cómo potenciar la interacción con el
público y cómo añadir información extra a través de enlaces. Sin embargo,
no habla explícitamente de ética ni deontología y se limita a recordar que las
informaciones para internet deben seguir «las mismas reglas» que las noticias
para la versión impresa. Igualmente apunta el potencial de la red como «fuen-
te», «base de datos» y «espacio de consulta»19.
El manual del grupo Vocento dedica un par de páginas al «Uso de medios
electrónicos». Empieza diciendo que los periodistas «tendrán especial cuida-
do al utilizar recursos de internet en las informaciones, ya que su fácil mani-
pulación puede afectar a la veracidad de la información». Para el autor del
libro de estilo, «los derechos de propiedad intelectual rigen asimismo en el
espacio virtual». Vocento advierte a sus empleados de que está «prohibido»
valerse de técnicas de intromisión electrónica «con objeto de conseguir infor-
mación». El uso del correo electrónico «debe hacerse con la comprobación
de la identidad del interlocutor, ya que es sencillo suplantar identidades».
Este mismo recurso se puede emplear «para realizar entrevistas siempre que
se advierta tanto al entrevistador como al lector»20.
En el anexo de sus «Principis per a l’actuació dels mitjans de comunica-
ció», la CCRTV vincula «la tecnología digital, la irrupción de internet como
nuevo medio de comunicación y la concentración de capitales mediáticos»
para destacar que estos fenómenos representan una «amenaza para el plura-

19
B. FERNÁNDEZ SALGADO, O Correo Galego. Manual de estilo. [Documento electrónico], <http://www.el-
correogallego.es/canales/manual_estilo /portada.html> [Consulta: 31-I-2006].
20
J. MARTÍNEZ DE SOUSA, Libro de estilo Vocento, Trea, Gijón 2003, pp. 24-25.

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La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

lismo, la diversidad de las culturas y el servicio público»21. El ente público


admite que una de las prioridades del sector audiovisual público europeo con-
siste en «definirse» frente a las Tecnologías de la Información y la Comuni-
cación (TIC).
Observamos que prácticamente no hay referencias a internet. Además,
cuando aparecen, tienen un carácter superficial, sin ninguna preocupación
por los retos deontológicos que acarrea su difusión en las redacciones. Este
olvido es un reflejo del poco interés que han demostrado por la red las empre-
sas periodísticas y las administraciones españolas. Por ejemplo, el departa-
mento de Comunicación de la Presidencia del Gobierno ha decidido no
incluir medios digitales en la última actualización de la Agenda de la Comu-
nicación.
Persiste en España una cierta indefinición del rol del periodista digital.
Ello es así incluso a pesar de que, según se desprende de un estudio realiza-
do per Bella Palomo, el 85 por ciento de los informadores encuestados con-
sidera que con internet se ha «perfeccionado» como profesional22. Ahora
bien, según la misma investigación, un 43 por ciento de los periodistas con
página web se queja porque ha recibido «amenazas por los comentarios» ver-
tidos en la red.
Entre las preocupaciones analizadas por la FAPE en su última encuesta
sobre autoestima e identidad profesionales, la «falta de códigos éticos» ocu-
pa el sexto lugar, dos puestos por encima de la limitación de la libertad de
expresión e inmediatamente después de las inquietudes vinculadas con las
condiciones de trabajo (precariedad, intrusismo, paro…)23.
Tradicionalmente, uno de los colectivos más críticos con el desbarajuste
actual, que podría resolverse con un Estatuto del Periodista Profesional, ha
sido el colegio de los periodistas catalanes. Esta entidad difundió en junio de
2005 un documento en el que especificaba cuál era su «posición» al respec-
to y, para empezar, repasaba quiénes son periodistas y quiénes no. Para el
colegio catalán, los profesionales deben tener como «ocupación principal y

21
CORPORACIÓ CATALANA DE RÀDIO I TELEVISIÓ (CCRTV), «Principis per a l’actuació dels mijtans de co-
municació de la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió» [Documento electrónico]
<http://www.ccrtv.com/pdf/PrincipisActuacio CCRTV.pdf> [Consulta: 31-I-2006].
22
B. PALOMO, «Periodistas en la red», en Informe anual de la profesión periodística: 2005, Asociación de
la Prensa de Madrid, Madrid 2005, p. 309-319.
23
P. FARIAS (dir.), Informe anual de la profesion periodística: 2005. Asociación de la Prensa de Madrid,
Madrid 2005.

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¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

remunerada la obtención, elaboración, tratamiento y difusión de noticias,


bien sea en soporte literario, radiofónico, audiovisual o multimedia, usando
cualquier sistema de comunicación»24. Sin explicitarlo, los periodistas de
Cataluña excluían de la profesión a los aficionados al periodismo que man-
tienen blogs y confidenciales en la red, aunque muchos de ellos son perio-
distas que compaginan su militancia cibernética con su labor en un medio
convencional25.
La Proposición de Ley sobre el Estatuto del Periodista Profesional pre-
sentada por el Grupo Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Ini-
ciativa per Catalunya Verds26 incorporaba una definición del periodismo elec-
trónico, incluso antes de desarrollar el artículo primero del Capítulo I, en su
«Exposición de motivos». Los impulsores del texto partían de la idea de que
la mejor garantía para el derecho del público a ser informado siempre es la
independencia de los periodistas. Por ello, se ocupaban de la libertad de
expresión y opinión, de la cláusula de conciencia, del secreto profesional y
del acceso a las fuentes de interés general. En este punto se detenían para
aclarar que ese extremo debería ser compatible con los derechos de propie-
dad intelectual y que, además, tendría que estar acorde con «los nuevos
mecanismos de acceso a través de redes de telecomunicaciones y sistemas
informáticos»27. He aquí la primera referencia a internet, por muchos circun-
loquios que se emplease.
Los titulares de los derechos y deberes definidos serían los periodistas
profesionales. No importa que trabajen «en formato literario, gráfico, audio-
visual o multimedia»: todos reciben idéntica consideración. Así sería incluso
en el caso de «periodistas a la pieza» y «periodistas por libre» (o freelance)28.
Cuando se analizaban las peculiaridades de los directores y comités de redac-
ción, en los capítulos IV y V respectivamente, se detallaba que se incluyen
publicaciones, programas audiovisuales y «páginas o sitios en la red de carác-
ter informativo»29. Como sólo son periodistas profesionales aquéllos que tie-

24
COL·LEGI DE PERIODISTES DE CATALUNYA, «Codi Deontològic: Declaració de principis de la professió pe-
riodística a Catalunya» [Documento electrónico] <http://www.periodistes.org/cat/CpcDocuments/Codi-
Deontologic.htm?elmenu=1> [Consulta: 31-I-2006].
25
Op. cit.
26
«Proposición de ley 122/000032 Estatuto del periodista profesional», en Boletín Oficial de las Cortes
Generales. Congreso de los Diputados, 44-1, 23-IV-2004.
27
Op. cit., p. 3.
28
Op. cit., p. 3.
29
Op. cit., p. 6.

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La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

nen «por ocupación principal y remunerada la obtención y elaboración, tra-


tamiento y difusión por cualquier medio de información de actualidad» (otra
coincidencia con el colegio de Cataluña), quedarían excluidos los bloggers y
los autores de confidenciales30.
En el artículo sobre el acceso a las fuentes (número 16) encontramos otra
referencia a la digitalización de las rutinas y los procesos relacionados con el
periodismo actual. Pese a que en algunos pasajes la propuesta de Estatuto no
destaca por su claridad y concreción, el siguiente párrafo resulta inequívoco:
«Con carácter general, los organismos y autoridades públicas pondrán a dis-
posición del público las informaciones de relevancia general mediante bases
de datos accesibles a través de las redes electrónicas»31. Sin embargo, llama
la atención que en el «Código Deontológico» que se añadía como anexo no
se mencione ni internet ni el nuevo entorno digital32.
La situación en España es contradictoria. Los periodistas disponen de códi-
gos deontológicos, han proliferado los códigos de conducta internos y los pro-
fesionales han manifestado que es urgente aplicarlos. No obstante, cuando se
ha planteado la aprobación de un estatuto del periodista o la constitución de un
consejo de la información o del audiovisual, similar al catalán, que tendría entre
sus cometidos velar por el adecuado ejercicio de la profesión de acuerdo con el
respeto de los derechos y libertades constitucionales y legales, un gran número
de voces se han levantado en su contra. Alegan que ello erosionaría el derecho
a la información y la libertad de expresión, y sostienen que habría una forma
encubierta de censura y control político sobre los medios. Sin embargo, no hay
ninguna queja ante las constantes limitaciones a la libertad de expresión ejerci-
das por las empresas, por razones ideológicas o económicas.

5. DESARROLLO

Las referencias a internet en los códigos y manuales de estilo analizados


son mínimas. A nuestro entender, el modo en que se extendió la red por las
redacciones ayuda a entender la situación actual. A diferencia de lo ocurrido

30
Op. cit., p. 3.
31
Op. cit., p. 5.
32
Op. cit., pp. 9-10.

520
¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

en Estados Unidos, los responsables de los medios españoles no apostaron


por la red desde el principio. Durante los primeros años, la introducción de
internet fue fruto de decisiones personales de periodistas aislados, que casi
nunca contaron con el apoyo de las empresas33.
En cierto modo, la ausencia de referencias en los códigos y manuales
revisados podría derivarse igualmente de la antigüedad de algunos de ellos.
La mayoría son anteriores a 2000, año en que la red llegó masivamente a las
redacciones españolas. Sin embargo, este no parece un argumento sólido, ya
que, con la excepción del Libro de estilo Vocento, ninguna de las aportacio-
nes publicadas en el nuevo milenio ha tomado en consideración estas indica-
ciones. Por el contrario, los periódicos argentinos Clarín y La Nación edita-
ron sus primeros libros de estilo en el lejano 1997 y ya entonces previeron
algunas de las posibilidades (y peligros) que presentaba la red.
Cuando en la primera de estas dos obras se estableció una tipología de las
fuentes, se subrayó la obligación de verificar «la autenticidad del material y
que no haya sido objeto de manipulación» en el caso de las «emisiones radia-
les (radiofónicas) o televisivas; fotografías, videotapes y grabaciones; mate-
rial proveniente de Internet»34. Los responsables del manual de La Nación
aventuraban: «Es posible que internet produzca fenómenos sociales de alcan-
ce internacional, debido a su capacidad de superar fronteras naturales y polí-
ticas»35. Más recientemente, también desde Argentina, en la segunda edición
del Libro de estilo de La Voz del Interior, ya se incluyen normas específicas
para la redacción digital. Además de indicaciones de redacción periodística
para la web, sobre la relación con los lectores, el uso de blogs o de enlaces
externos, en el manual se recuerda que «Los medios en Internet tienen las
mismas obligaciones que sus antecesores: informar con calidad, rigurosidad
y velocidad»36. El manual también incluye un apartado con los principios éti-
cos del Foro de Periodismo Argentino.
La actitud acomodaticia de los periodistas lleva a la mayoría de los ciu-
dadanos, en concreto a un 76 por ciento, a determinar que los medios de

33
P. MASIP, Presència i ús d’internet a les redaccions. Periodistes, rutines professionals i tecnologia. El
cas de La Vanguardia, Catalunya Ràdio i Televisió de Catalunya, Universitat Ramon Llull, Barcelona, te-
sis doctoral, 2005.
34
CLARÍN, Manual de estilo, Buenos Aires, Clarín-Aguilar, 1997, pp. 24-25.
35
O. HORNOS PAZ-N. NACINOVICH, La Nación. Manual de estilo y ética periodística, Espasa, Buenos Ai-
res, 1997, p. 21.
36
LA VOZ DEL INTERIOR. «Manual de estilo», [Documento electrónico] <http://www.lavoz.com.ar/institu-
cional /pdf/manual.pdfsp> [Consulta: 20-VI-2007].

521
La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

comunicación informan sin tener en cuenta las consecuencias de la difusión


de su material, y a prácticamente un 47 por ciento a afirmar que los medios
deberían estar más controlados. Esa supervisión tendría que ser más intensa
en la televisión, debido a que su incidencia sobre la opinión pública es mucho
mayor que en el caso de la prensa37.
A pesar de los interrogantes que suscita el autocontrol articulado a través
de los códigos deontológicos y los estatutos de redacción, un amplio sector
de la profesión y de la academia lo reclama, porque opina que es de una gran
utilidad38. Tal como desvelaba una reciente encuesta del CPC, un 92,4 por
ciento de los periodistas entrevistados juzgaba necesaria la existencia de un
organismo de seguimiento del código deontológico. Este porcentaje era del
81,5 por ciento en 199639. La opinión de los periodistas se comprende fácil-
mente si se tiene en cuenta que, de acuerdo con la misma encuesta, hasta un
39,8 por ciento de los periodistas entrevistados reconocía no aplicar nunca o
casi nunca las normas éticas.
Reiteradamente se nos han presentado los weblogs como espacios de
libertad, y se nos ha dicho que internet, por extensión, sería el medio más
democrático de la historia. Sin embargo, la mayoría de los blogs no contri-
buye al pluralismo en el debate político. Al contrario, suelen estar marcados
por el sectarismo. Grupos de acólitos acuden a ellos para reafirmar sus pro-
pias opiniones40. Echeverría41 y Sunstein42 incluso afirman que internet está
provocando una regresión. Para el primero, en el ciberespacio, o «tercer
entorno» en su terminología, impera una forma de poder neofeudal, donde las
grandes compañías transnacionales de tecnología, actuando como los nuevos
señores, controlan las infraestructuras y su funcionamiento, y luchan por la
posesión de los contenidos. «Como en la Edad Media», comenta, «hay tele-

37
E. LÓPEZ-ESCOBAR, «La imagen pública del comunicador en España», Conferencia pronunciada en Pal-
ma de Mallorca el 29 de mayo de 2004, citado por M. MARTÍN ALGARRA, «Medios de comunicación
de calidad son medios de comunicación con responsabilidad», en Comunica, 3, 2005, pp. 23-30.
38
A. HEINONEN, «Journalistic ethics in the age of the Net. Outlining an approach for studying journalists’
changing professional identity», en Towards New Media Paradigms. Content, Producers, Organisations
and Audiences. Eunate, Pamplona, 2004, pp. 213-224.
39
Llibre blanc de la professió periodística a Catalunya. Informe de la recerca quantitativa, Universitat
Autònoma de Barcelona-Col.legi de Periodistes de Catalunya, Barcelona, 2004.
40
G. LÓPEZ GARCÍA, «De què serveix un weblog a un periodista?», en III Seminari Internacional de Pe-
riodisme Digital, < http://periodistesdigitals.org/seminariweblog> [Consulta 10-XII-2005].
41
J. ECHEVARRÍA, «La sociedad informacional. El impacto de las tecnologías de la información y las co-
municaciones sobre la sociedad», en Trípodos, Número extra, 2000, pp. 13-24.
42
C. SUNSTEIN, Republic.com, Princeton, Princeton University, 2002.

522
¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

ventas y posadas virtuales en las que los cibernautas se juntan y se sienten


libres. Mientras se sigan pagando los diezmos a los señores de la redes, éstos
dejarán hacer»43. Núria Almirón destaca que el aumento de medios no com-
porta un incremento de pluralismo44.
Cada vez más teóricos, académicos y periodistas piensan que el marco
deontológico es único y que cada soporte tendría que ajustarlo a su naturale-
za, misión y funcionamiento. Entonces no habría que sistematizar ninguna
ética del ciberperiodismo, bastaría con aplicar las reglas del juego a un terre-
no nuevo... aunque cada vez resulta más difícil referirse a internet con este
adjetivo, “nuevo”.
Elías Machado, sin embargo, discrepa sensiblemente de este punto de
vista. Según su criterio, la consolidación del periodismo en las redes digita-
les «supone el reconocimiento de una ruptura con las teorías éticas conven-
cionales»45. Basándose en gran medida en las ideas de autores como Georges
Legault, critica el supuesto desfase entre la manera clásica de abordar la
deontología profesional y la realidad de la práctica de la nueva modalidad de
periodismo. En el mismo sentido se manifiestan Mark Deuze y Daphna Yes-
hua, que preconizan una ética propia del periodismo electrónico en la medi-
da en que internet «shapes and redefines a number of moral and ethical issues
confronting journalists when operating online or making use of online resour-
ces»46.
En efecto, autores como Machado, Deuze o Yeshua apuntan al núcleo del
problema del debate ético. Pero, ¿debemos elaborar una ética del ciberespa-
cio o debemos situar la ética en el ciberespacio? Antes de responder a esta
cuestión, es necesario definir qué entendemos por periodismo y cuál es su
función en una sociedad democrática. Para lo primero debemos recordar las
palabras de Gomis: es un método de interpretación de la realidad social. La
definición conserva intacta la función clásica que el liberalismo político asig-
nó al periodismo: debe orientar al ciudadano, en un mundo cada vez más
complejo, para que pueda formar su opinión y traducirla en voluntad políti-

43
Op. cit., p. 21.
44
N. ALMIRÓN, «Pluralismo en internet. El caso de los diarios digitales españoles de información general
sin referente impreso», en Ámbitos, 15, 2007, pp. 9-31.
45
E. MACHADO, «Las particularidades de la deontología en el periodismo digital», en Grupo JOL. Faculda-
de de Comunicaçao. UFBA, <http://www.facom.ufba.br/jol/producao2002.htm> [Consulta: 30-I-2006].
46
M. DEUZE, D. YESHUA, «Online Journalists Face new Ethical Dilemas. Lessons from the Netherlands»,
en Journal of Mass Media Ethics, 16(4), 2001, pp. 273-292.

523
La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

ca. Las TIC han elevado exponencialmente la posibilidad de emitir, de decir,


y, sobre todo, están haciendo posible aquel viejo sueño esbozado en las aulas
universitarias de romper con el paradigma de la comunicación unidireccio-
nal. No obstante, la irrupción masiva y el impacto innegable de estas tecno-
logías nos obliga a plantear cuestiones que ensombrecen la euforia de ciertos
teóricos que afirman que nos acercamos a una sociedad más democrática.
Porque se diluye la jerarquía de la información y porque todos, desde casa,
podemos convertirnos, de hecho, en periodistas… ¿Podemos realmente?
«El argumento debe ir precedido por la afirmación de que la infor-
mación no puede consistir en un vacío de información. […]
»Para esos personajes del grupo de internet (lo digo a veces con cier-
ta ironía) la información es cualquier cosa que esté viajando en la red
cibernética. El simple ruido, por tanto, deviene información si se está via-
jando por la red. […]
»[…] La información debe informar de algo; debe tener un conteni-
do, y éste debe estar sujeto a un monitoreo o a un tamiz que se pueda cali-
ficar en términos de su veracidad, falsedad, credibilidad, precisión, etcé-
tera, y a la vez evaluar lo que se dijo. El ruido es irrelevante para la demo-
cracia»47.
Que un gran número de ciudadanos pueda informar u opinar no significa
necesariamente que la información o la opinión sean mejores. Este colectivo
puede sentirse más libre, pero no mejor48. No olvidemos que Sócrates fue
condenado a muerte en una democracia directa por defender la discrepancia.
Es fundamental que haya libertad, pero no lo es menos su uso. Debe haber
libertad de decir y responsabilidad al decirlo. Y desde el punto de vista de la
información, la responsabilidad de quien dice es que lo que diga se aproxime
diligentemente a la verdad, que quien habla disponga de información de cali-
dad para formar su opinión y expresarla. De momento, internet sólo garanti-
za la capacidad de expresar sin obstáculos lo que se dice a una dimensión glo-

47
G. SARTORI, ¿Qué es la democracia?, Taurus, Madrid 2003, p. 25.
48
En septiembre de 2004, los medios se hacían eco de una noticia que afectaba al motor de búsqueda en
internet Google. Una compañía informática, Dynamic Internet, le acusaba de colaborar con el Gobierno
chino en la censura de contenidos de la red. Según esta empresa, el servicio no ofrecía informaciones de
sitios bloqueados por Pequín, tal como informaba South China Morning Post. Un representante de la
compañía consideraba que había “sospechas” de cooperación entre Google y Pequín dos años después
de que el gobierno bloquease durante varios días el buscador tras acusarlo de “subversivo”. Un año más
tarde, las autoridades chinas cerraban tres webs. Una de ellas, el Foro de Yannan, era muy frecuentada
por intelectuales y militantes de asociaciones de derechos humanos.

524
¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

bal con un lenguaje que ahora es hipermedia. Pero la esencia de la informa-


ción sigue siendo la verdad.
El principio moral como fin no se altera con la tecnología, que es el
medio, pero el cambio tecnológico puede incorporar nuevos riesgos que
aumentan las dificultades para la consecución del principio moral. Recupere-
mos el caso del madelman, citado anteriormente. La deontología profesional
considera que una de las normas importantes para esa búsqueda diligente de
la verdad es que el periodista siempre ha de contrastar la información. La
irrupción de internet no altera la norma; lo que hace es seducir con su con-
tundencia hipermedia y relajar el filtro de seguridad.
Si el periodista y el medio se dejan cautivar es porque no han reflexionado
éticamente sobre la tecnología que emplean, lo cual explica la ausencia de refe-
rencias a internet. Sin embargo, la deontología sí que se ha detenido en otras
tecnologías, como la fotografía, y ha redoblado las precauciones con el uso de
la imagen en general49. La reflexión ética sobre la tecnología no es relevante
porque introduzca nuevos principios éticos, sino porque indica cuáles son los
nuevos riesgos que deben tenerse en cuenta en la defensa de esos principios.
Reivindicar una ética de internet equivale a aceptar que cada soporte
requiere unos principios morales específicos y unas normas deontológicas
propias50. Todas las normas deontológicas que existen en innumerables códi-
gos deontológicos podrían resumirse en tres principios morales esenciales. El
primero es la búsqueda de la verdad, y su requisito ineludible es el pluralis-
mo, porque es una búsqueda cooperativa que necesita todos los puntos de vis-
ta. El segundo principio es la dignidad de la persona, un concepto amplio que
opera como el resultado de respetar la Declaración Universal de Derechos
Humanos. La autenticidad es el tercero, la exigencia de que la información
no se disfrace de publicidad o de entretenimiento. Los tres presuponen la
libertad de decir, pero también la responsabilidad en el decir.

49
Así, por ejemplo, el Consell de l’Audiovisual de Catalunya elaboró en 2001 el documento “Tratamien-
to informativo de las tragedias personales”, en el que figura un apartado especial para los medios au-
diovisuales. Recomienda no realizar cierto tipo de planos, cómo usar el zoom, etcétera. Interesa sobre
todo las recomendaciones que hace sobre las imágenes captadas por videoaficionados. Así, se afirma que
se debe “extremar la cautela” con ese tipo de imágenes y se recomienda que deben pasar por un proce-
so de edición.
50
PLATÓN, República. Libro IV, 425d-427a. : «[…] Se ponen a legislar sobre cuantos particulares antes enu-
merábamos, rectifican después y piensan siempre que van a encontrar algo nuevo en relación con los ma-
leficios de los contratos y las cosas de que yo hace poco hablaba sin darse cuenta de que, en realidad, es-
tán cortando las cabezas de la hidra». En la mitología griega, la Hidra era un monstruo de nueve cabezas
que vivía en un pantano cerca de Lerna. Cuando le cortaban una de sus cabezas, crecían dos en su lugar.

525
La ética y el derecho de la información en los tiempos del postperiodismo

La denominada era de la opinión o, en palabras de Sartori, «el ruido»,


afecta a los medios convencionales, pero se amplifica exponencialmente en
internet. Se abusa de la opinión para llevar la palabra al límite, para decir
aquello que no se puede demostrar con datos porque quizá sea indemostra-
ble. Se está creando una amplia zona de impunidad a la sombra del derecho,
puesto que la libertad de opinión tiene menos constricciones legales que la de
información. Hay que exigir una cierta fundamentación de la opinión si no
queremos naufragar en un océano de bloggers. Internet, así, refuerza la nece-
sidad de la figura del periodista: un emisor informado que interpreta la reali-
dad social para que la entendamos. Pero debe hacerlo con honestidad, debe
tener libertad para decir y responsabilidad al decirlo. Y esto no es nuevo.

6. CONCLUSIÓN

La red ha planteado nuevos retos al periodismo y a sus profesionales.


Pese a las opiniones más pesimistas, la nueva plataforma brinda múltiples
posibilidades para incrementar la calidad del periodismo. Sin embargo, tam-
bién entraña riesgos. La historia reciente ofrece numerosos ejemplos de usos
indebidos de internet relacionados con la información de actualidad. Lo son
por la precipitación a la hora de informar, por intromisiones inaceptables en
otras plataformas, por desidia o pereza en la confirmación de datos, etc. En
ellos influyen la mala praxis y la dinámica empresarial.
Las voces más críticas lamentan estas desviaciones. Mayoritariamente lo
hacen desde el ámbito académico, pero también han surgido quejas en el
mundo profesional. Con pocas excepciones, estas reclamaciones todavía no
se reflejan en los documentos que regulan la función y el trabajo de los pro-
fesionales. De todos modos, no se trataría de edificar una nueva ética para el
ciberperiodismo, sino de situar la ética en el periodismo del ciberespacio.
Con frecuencia se han aislado los conflictos éticos del entorno digital,
para separarlos de los problemas surgidos de las tareas tradicionales. Sin
embargo, nada parece indicar que esos inconvenientes no puedan ser tratados
como se han gestionado los dilemas originados por la introducción de las
sucesivas tecnologías en la labor periodística en los dos últimos siglos. Esta
función debería estar regida siempre por idénticos estándares éticos. Las
reglas y pautas que rigen esta tarea son las mismas con independencia del
medio en el que se desempeñe la profesión. No obstante, habría que sistema-

526
¿Una ética del ciberespacio o una ética en el ciberespacio? Análisis de códigos de autorregulación...

tizar una serie de normas y recomendaciones centradas en la red: como


medio, soporte y fuente.
La teoría clásica del periodismo determina que la honradez y el respeto
por los principios fundamentales de la profesión distinguen a las empresas
serias del resto. Tradicionalmente así ha sucedido en la prensa, la radio y la
televisión. Nosotros sostenemos que la situación en internet tendría que ser
idéntica. El problema aflora cuando esas exigencias no se aplican a los ciber-
medios, y especialmente a los weblogs y confidenciales, que parecen gozar
de cierta bula para difundir rumores y falsedades amparados por la aureola de
supuestos espacios de independencia, pluralismo y libertad. Dado el carácter
abierto de internet, sus dimensiones y su capacidad de expansión, los efectos
negativos de la mala praxis o de los errores se agudizan en la red. Una noti-
cia falsa, difundida de forma intencionada o por equivocación, puede adqui-
rir unas dimensiones y consecuencias que difícilmente se podrían conseguir
a través de cualquier otra plataforma.
Por todas estas razones, creemos que convendría que los códigos de con-
ducta o deontológicos, los libros y manuales de estilo, los estatutos de redac-
ción, etc. tuviesen en cuenta las peculiaridades de la expresión digital. Repe-
timos que no deberían hacerlo porque exista una ética del periodismo elec-
trónico que sea diferente de la ética del periodismo tradicional, sino porque
la red nos ha trasladado a un nuevo escenario. Los profesionales de la infor-
mación tendrían que disponer de recomendaciones y pautas de comporta-
miento para adecuar su deber social a un entorno que hasta hace poco per-
manecía inédito.

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