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Los situacionistas y el arte de Vanguardia

Identidades de lo Moderno II

Profesora: María Teresa Méndez Baiges

Alumna: Rocío Leal Gómez, con DNI 74869108Z

Máster Desarrollos Sociales de la Cultura Artística 2011/2012

9 de Abril de 2012
ÍNDICE

• Los situacionistas y el arte de vanguardia........................................................ 1-6

• Bibliografía................................................................................................................ 7 y 8
Identidades de lo Moderno II Rocío Leal Gómez
Los Situacionistas MDSCA 2011/2012

“En Arte ya no es necesario hacer una cuenta del pasado de sensaciones.


Puede convertirse en la organización directa de sensaciones más evolucionadas.
Se trata de una cuestión de producir nosotros mismos,
no las cosas que nos esclavizan."
Guy Debord en Internacional Situacionista (nº 1, París, junio de 1958)

Los Situacionistas se pronuncian en Francia en el contexto de los años 50. Son un grupo de
renovadores, analistas y críticos que proponen cambios: son movimiento vanguardista en el que lo político y
lo artístico se fusionan para superar la separación de la vida de la sociedad consumista capitalista
avanzada. Estas ideas tienen especial notoriedad en el desarrollo del Mayo del 63.

Para algunos, los situacionistas suponen la última vanguardia artística del siglo XX; para otros, en
cambio, estaba “más allá de cualquier noción de vanguardia, constituyendo, por ende, el fin de toda
vanguardia”.

El sujeto como elemento esencial del arte y de toda actividad social; el hombre como ejecutor de
libertades y de sus propias limitaciones, tiene como nueva finalidad el cambio de esta sociedad del
espectáculo (enunciada por Guy Debord). Existe un paradigma clásico en el que el hombre tiene un rol
pasivo dentro de un sistema que lo encarcela, reproduce la cultura, trabaja rutinariamente y pasean por
delante de un arte excluyente y burocrático. Proponen un cambio de ese hombre como mero espectador a
un ser social que interactúa mediante el diálogo y que da lugar a una renovación del comportamiento. El
concepto en torno al cual giran los situacionistas es el de Vida.

Proponen lo que llaman “creación de situaciones” que se convierte en el arte por excelencia. Aúnan
vida y arte. Supone una creación colectiva que requiere una revisión ética que permita la participación y la
recreación lúdica (Homo Ludens enunciada por Huizinga: el gran juego es un ejercicio social amplio y libre
de la capacidad de diseñar, ejecutar o compartir situaciones de interés), más que la equidad económica o el
consumo de bienes. En estas “situaciones”, la materia utilizada son los espacios urbanos y el conocimiento.

Las situaciones más valiosas son:

• Las que transforman a los participantes sin posible retorno.

• Las que niegan el valor de los bienes materiales y culturales.

• Las que general cadenas de eventos que se retroalimentan racíprocamente.

El contexto en las Vanguardias de las que bebe o se sienten influenciados los Situacionistas son,
principalmente, el Dadaísmo (y los Ready-made de Duchamp) y el Surrealismo. Los tres movimientos tienen
algo en común: por un lado, son anti-héroes, por otro, anti-artistas, rechazan el deseo de diferenciarse para
ser vulnerables a la presión social y a la seducción de la cultura(que ellos consideran parte de la sociedad
del espectáculo). Comparten, además la pasión por hacer de la vida una obra de arte.

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Los Situacionistas MDSCA 2011/2012

“El Dadaísmo ha querido suprimir el arte sin realizarlo;

el Surrealismo ha querido realizar el arte din suprimirlo.

La supresión y la realización del arte

son aspectos inseparables

de una misma superación del arte”

Guy Debord.

Sin embargo, los situacionistas ponen en duda que estos movimientos hayan llegado a alguna
parte, a pesar de que sus teorías o sus prácticas (por separado) prometiesen la superación del arte. La
realidad que domina esta evolución es que, al no haberse hecho la revolución, todo lo que constituyó para el
Surrealismo un margen de libertad, se ha visto recuperado y utilizado por el mundo represivo que los
surrealistas había combatido. Para los situacionistas, la idea de Vanguardia, por tanto, se había falseado.
Por un lardo, el arte moderno ya había revelado y, en el plano de las ideas, destruido, los mecanismos de la
sociedad del espectáculo. El fracaso del arte moderno en el plano de las acciones, por no realizar su
promesa de destrucción de la sociedad espectacular, es inseparable al fracaso del movimiento proletariado
de este siglo. Cuando se construyen situaciones en que la libertad del arte moderno es puesta en práctica,
el proletariado moderno llegaría a saber lo que realmente es y se daría cuenta de que prefieren vivir a la
libertad moderna en vez de ser su espectador. Se vuelve al inicio y a la cosificación del arte. Todo lo que se
rechazaba, vuelve, con nuestro permiso, a ser admitido y burocratizado.

Las Vanguardias suponen un intento de ruptura de toda la represión sistemática burguesa.


Greenberg diría al respecto que la función más importante de la vanguardia no era experimentar, sino
encontrar un camino a lo largo del cual fuese posible mantener en movimiento la cultura en medio de la
confusión ideológica y la violencia Dirían los Situacionistas que se hace necesaria la superación del arte
para lograr una plena realización libre de los condicionantes capitalistas. Buscan la revolución pero acaban
siendo neutralizadas (como haría Greenberg) para formar parte de esa nueva sociedad espectadora.

El espacio que utilizan para realizar su arte político es la ciudad. Critican el urbanismo actual, lo
llaman “acondicionamiento del territorio” y llaman lo que es la teoría de la deriva y la introducción a una
crítica de la geografía urbana. En la arquitectura se posicionan por el “urbanismo unitario” (contra un
espacio enajenado de la vida cotidiana). También proponen las experiencias “psicogeográficas” que son
trayectos y recorridos libres por la ciudad y que se encuentran en el límite de la performance y la
intervención urbana, y busca la ciudad social (enunciada ya por las terorías de Lefevbre sobre vida
cotidiana) y lúdica, que son la parte teórica de este accionismo político y que se materializan en la práctica
mediante esa ejecución de ejercicios psicogeográficos y la práctica de la deriva. Esta práctica se presenta
como una técnica de paso ininterrumpido a través de distintos ambientes. Está ligado al reconocimiento de
efectos de naturaleza psicogeográfica y a la afirmación de ese comportamiento lúdico. El carácter unitario
de las derivas, comprende el dejarse llevar y su contradicción necesaria: el dominio de las variables
psicogeográficas por el conocimiento y el cálculo de sus posibilidades.

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“En la búsqueda de la recuperación de la vida en un mundo que ha perdido el sentido”

Internacional Situacionista.

El arte es una parte más de la sociedad espectacular, al contrario de lo que pensaba Greenberg, y,
por tanto, había que superarlo para unirlo a la vida cotidiana. Se trataba de superar el arte como esfera
separada de la vida como especialización. Superar la cosificación a la que había estado sometido el arte,
que es lo que las Vanguardias del primer tercio del siglo XX intentarían o al menos enunciarían: contra los
marcos tradicionales de la actividad artística para integrar el arte en la práctica cotidiana.

Son varios los motivos por los que la Internacional Situacionista rompe con la vanguardia
modernista. La crítica constante de las manifestaciones literarias y el arte modernos aludiendo a su
desintegración o degradación, hace que se constituya esta ruptura. Ya con Dadá se refleja que la rebelión
artística ha dejado de ser recuperable más allá del plano meramente estético. Para los Situacionistas, las
fuerzas más auténticas y profundas de la creación artística van ahora dirigidas “hacia la organización teórica
de la contestación”.

Mario Perniola dice en su libro “Los Situacionistas” que tanto éstos como los surrealistas tienden al
sectarismo: lo sentencia diciendo que es por falta de una crítica radical y por su permanencia en el ámbito
de la autoconciencia artística. Entre los situacionistas y los surrealistas hay un mismo camino teórico en el
que rechazan las obras, la ruptura con los ambientes artísticos y la apertura de un horizonte en el que la
relación entre realidad e imaginación es totalmente transformada. Tras la superación del arte, los
situacionistas abogan por la crítica y la creación (o realización) y es un punto en el que, éstos, muestran
más interés: se critica la división del trabajo que compartimenta la vida en esferas y define a las personas en
relación a su función social empobreciendo nuestras vidas. Son las Vanguardias históricas del primer tercio
del siglo XX y las teorías del utópico del siglo XIX, William Morris, las que alimentan el cuerpo central de la
crítica situacionista.

El situacionismo no logra superar el arte, pero sí consigue bajarlo del pedestal y darle nuevas
perspectivas criticas, que venían a ser el gran papel de las Vanguardias de principios de siglo.

El Aspecto fundamental que vemos en este movimiento es la crítica de la vida según las condiciones
que impone la sociedad espectacular. El objetivo es buscar una realización plena de la vida en unas
condiciones alejadas del consumismo, la especialización y la separación (y llegar así, a la satisfacción plena
de nuestros deseos). Rechazan el tiempo de ocio como parte de la separación de la vida; rechazan al
sistema que reduce a los seres humanos a meros recursos humanos intercambiables y, por tanto, rechazan
la “catástrofe cotidiana” que es a lo que se reduce la vida en la sociedad capitalista. Los situacionistas van a
reivindicar una vida plena (empezando por una ardua crítica social).

Sin embargo, los situacionistas no tenían un pensamiento singular con respecto a las demás
vanguardias históricas, como hemos visto en el caso de Dadá y Surrealismo. Para Gombrich, las
vanguardias de principios del siglo XX suponen la mayor ruptura de la historia del arte por su rechazo de la
tradición occidental. Las ideas que tenía el pensador Ortega y Gasset empiezan a analizar estos fenómenos

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artísticos en su propia contemporaneidad. Antes de la publicación de la Deshumanización del arte, empieza


a verse en Ortega un salto cualitativo en la concepción artística que se gesta a principios del siglo XX. La
deshumanización es para Ortega la superación de lo humano, de la emoción o el patetismo, pues la
emoción debe apartarse para dar paso a la intelección: “el encuentro de la razón con la vida es método para
acceder a la realidad en el sentido de lo profundo”, diría Ortega. Llama arte nuevo a las vanguardias,
enunciando el raciovitalismo que da valor al intelecto como materia prima de la creación. Pero lo que más
afín se muestra a las ideas situacionistas, es el planteamiento de la sociedad de masas: habla de dos tipos
de receptores humanos, aquellos que poseen el órgano de comprensión para el arte nuevo y los que no lo
tienen. Los puntos claves de esa deshumanización, y donde podemos ver esas similitudes con lo que
plantean los situacionistas son el carácter lúdico del arte nuevo (que tiene su fundamento en la ironía); la
pretensión de ser sólo arte y nada más que arte, y, por último, el afán por rechazar cualquier
transcendencia. Estos principios casan con lo planteado por los situacionistas (como la idea de reemplazar
las artes tradicionales por una actividad más amplia y más libre, idea que ha marcado todos los movimientos
de este siglo).

Por otro lado, Geenberg, en su texto La pintura moderna, analiza por qué en una misma sociedad
conviven productos culturales distintos. Esto para el autor puede ser un nuevo fenómeno de su tiempo. El
desarrollo social ha perdido uniformidad y le han surgido particularidades, las formas anteriormente
aceptadas van perdiendo certezas. El creador del pasado no debate cuestiones importantes, sino que
aceptaba el academicismo de los maestros y repetía los temas típicos sin aportar nada nuevo. Sin embargo,
la sociedad burguesa posterior da lugar a la vanguardia artística, que se declara antiburguesa y abandona
los mercados capitalistas. Los creadores dejan de tener interés en lo político (aunque el carácter fuera
meramente político); se intentan aislar de lo público. Surge el arte por el arte y la poesía pura, llegando a la
abstracción. Greenberg asimila que el arte busca su propio territorio, lo que dista bastante de las teorías
situacionistas. Para Greenberg no existe una ruptura propiamente dicha entre lo moderno y lo antigua, pues
la pintura debe tener un carácter propio (autonomía del arte). Cada disciplina, desde esa
autorenferencialidad, ha de pensar en sus límites y así afianzarse cada una de ellas y por tanto no buscar
caracteres de otro medios (lo que se contrapone a la creación de situaciones, las derivas o la propia
creación artística de artistas como Asger Jorn). Dice Greenberg que a la hora de mirar un cuadro moderno,
el antiguo es capaz de llevarte al fondo del cuadro; sin embargo, el cuadro moderno hace que paseemos la
mirada sobre la superficie, lo recorre en un sentido plano, no hay una profundidad ilusoria, es la conciencia
del plano que crea un lenguaje (giro lingüístico “¿existe una correspondencia exacta entre lenguaje y el
mundo?”). Para Kant, el arte ha de estar separado de la moral y las normas, cada lenguaje tiene sus límites
establecidos y la pintura moderna debe seguir sus propios medios. Llegados a este punto, vemos la gran
diferencia con el arte situacionista: Greenberg dice que el arte debe concentrarse en su propia esencia y sus
medios y hacer lo que le es propio: no tener influencia de sus contextos, como el social o político.
Greenberg concreta que a mayor planitud del cuadro, mayor es la autonomía de éste; y cuanto más plano,
por tanto, más moderno (como enunciaría Kant en su Juicio estético sobre la autonomía del arte, que lo
libera y se desvincula de otros campos). Vemos cómo el movimiento Neodadá y el arte pop están en contra

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de las teorías de Greenberg, por su contraria concepción del arte de Vanguardia. Dirá Greenberg que la
pintura consiste en una serie de colores sobre una superficie plana, que es un punto de vista puramente
formalista.

A partir de los años 60-70, Foucault en “La pintura de Manet”, cuestiona las bases de lo que
asumimos supuestamente de un modo voluntario sobre el arte (o incluso el sistema y la sociedad). Habla de
cómo una sociedad maneja el poder (micro-poder) y estudia la diferencia entre representación y realidad.
Tiene un pensamiento postestructuralista donde concluye ese giro lingüístico en la semiología. Respecto a
Greenberg, el plano lo reconoce como puramente formal en lo moderno (en cuanto a la planitud). Foucault
añade a la forma un contenido revolucionario, que empieza a dar pinceladas al pensamiento situacionista. El
cuadro objeto (o cosificación del arte), es tanto la materialidad del lienzo como de lo representado para
reconocer la pintura como ficción. Reconoce la ficción por tanto: “a través de la mentira puedo conocer la
verdad”. En realidad, sus teorías no están muy alejadas de Greenberg. Su teoría es formalista pero va más
allá en lo que forma y contenido son una misma cosa: cuando se da una revolución de contenido, se da la
forma y viceversa.

Bürger le da la vuelta a todo lo planteado por Greenberg. No lo nombra directamente, pero sus
teorías van más en relación con las explicadas hasta ahora de los situacionistas. Su idea de vanguardia
tiene una concepción marxista. Dice que el arte de vanguardia se rebela contra la institución Arte y persigue
la conjunción arte-práxis-vital (arte-vida que enuncian los situacionistas). El arte de vanguardia no es el que
cultiva la autonomía, para Bürguer, pues este es propio del arte burgués decimonónico. Se recupera con
este autor la vinculación y función política social, pues el arte se opone de lleno al orden productivo del
capitalismo, no tiene necesidad de ser productivo o funcional como son los productos capitalistas. Es cierto
que la contestación que hace Bürger a Greenberg es más técnica que la que le hacen los situacionistas
aunque sus valores van en el mismo camino. Dice Bürger que la pintura es algo real que representa la
realidad no de forma simbólica, sino mediante convenciones. Pone de manifiesto el mundo y su
representación.

Steinberg critica el carácter dogmático de Greenberg que decía lo que tenía que hacer el autor y
cómo tenía que ver el espectador. Hay una necesidad de la pintura de dejar atrás la relación con la escultura
y la tridimensionalidad. El aplanamiento no supone menos significado. Analiza desde Manet a Dubuffet, y
contrapone los viejos maestros con la modernidad. La pintura deja de concebirse como un plano vertical al
horizontal para luego pasar nuevamente a un plano vertical, pues la realidad no es así. Lo que llamaría
Rossalin Krauss sobre el arte de Vanguardia: el arte de vanguardia es un collage (giro lingüístico, de lo que
el cubismo ya era consciente)

Por último, el feminismo juega otro papel importante en este intento de concepción de las
Vanguardias. Carol Ducan habla de una deshumanización de la mujer, pues hasta el momento, el hombre
equivalía a cultura y la mujer a naturaleza. La mujer tiene ese carácter natural, salvaje o animal, y sigue
estando al servicio del hombre. En este aspecto, Matisse da un paso frente a Picasso, pintando de un modo
ambivalente tanto a mujeres y hombres. Esta concepción de distinción entre la esencia femenina o

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masculina engloba con la sociedad situacionista. Esta revolución que plantean las feministas tiene especial
interés en esa unión arte-vida,

Lo fundamental es que a partir de los años 70, las ideas establecidas de Vanguardias van siendo
autocuestionadas desde el punto de vista social, político e ideológico. Las señoritas de Avignon son la clave
y el punto de partida para las Vanguardias, prolongan el discurso prominente.

La raza, el género, la economía o la sociedad son elementos o condicionantes necesarios a tener


en cuenta a la hora de analizar las Vanguardias. Esto es lo que dejan a la vista las teorías situacionistas y
es lo que buscan: la unión arte-vida, la inmersión de la vida en el arte y del arte en la vida, sin que éste sea
objeto de negocio, riqueza o distinción social, sino herramienta para conseguir un sistema que esté al
servicio de nuestros deseos de nuestro propio bienestar.

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Bibliografía

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sobre las condiciones de la organización y la acción de la tendencia situacionista
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• Internacional Situacionista, Amarga victoria del surrealismo. Número 1 de la revista: La
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• Internacional Situacionista, El sentido del deterioro del arte. Número 1 de la revista: La
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• Internacional Situacionista. Cuestionario. Número 2 de la revista: La supresión de la
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Conferencia en Public Secrets, Éditions Sulliver, 2007.
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