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Perdón y Cambio

Rage, Ernesto (1996). La Pareja: Elección Problemática y Desarrollo. México: Plaza y


Valdés. p.p.349-365

Perdón

Es muy importante reconocer que en la vida de pareja y familia se van a dar


momentos difíciles, agresivos y que nos pueden hacer o de hecho nos hacen
daño. Por tanto, un elemento que nunca debe faltar en las relaciones humanas y
en especial en las de pareja y familia es el saber perdonar.

En otras palabras, aprender a vivir sin rencores y resentimientos, sino con amor.

Es necesario caer en la cuenta de que no somos perfectos y que con facilidad


lastimamos a las personas que más amamos. Es natural que si fuimos heridos,
nos sintamos víctimas. Con frecuencia vamos acumulando reproches que se
vuelven como un lastre que no nos permiten vivir como personas con una alta
autoestima.

El sentimiento de víctima es peligroso porque en alguna manera nos impide


reconocer nuestra parte de culpa en esos sucesos. Tendemos a pensar que el
malo fue el otro y la víctima nosotros.

A veces las personas que nos lastimaron ya no están cerca de nosotros, han
desaparecido porque murieron, se alejaron de nuestra vida... pero podemos seguir
guardando sentimientos negativos de ira, coraje, amargura... que nos acompañan
toda la vida.

Esto es darle una enorme importancia a quien posiblemente no la tiene, ya que


sigue lastimándonos cada día y nos impide crecer. Los seres humanos siempre
han buscado la manera de entender el sufrimiento y, en la medida de sus
posibilidades, superarlo. Sin embargo, es algo que se presenta continuamente
ante nuestros ojos:

• Enfermedades
• Muerte
• Pobreza

Todo esto es parte de la naturaleza humana. Al compartir el sufrimiento de otra


persona, participamos en un misterio en el que el sufrimiento se transforma en
amor.

Cuando hablamos de "compasión" hablamos de un estado de "simpatía con" el


otro o de empatía y no como un sentimiento de lástima.

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El perdón es el ejercicio de la compasión. Es un proceso y una actitud.

a) Como proceso: convertimos el sufrimiento causado por nuestros propios


errores o el resultado de, ser herido por otros, en crecimiento psicológico y
espiritual.
b) Como actitud: alcanzamos la felicidad y serenidad, al abandonar la incesante
necesidad de juzgarnos a nosotros mismos y a los otros.

Saber perdonar implica curar viejas heridas. En otras palabras, significa que nos
cansamos de vivir con el dolor de lo pasado y que nos sentimos dispuestos a
intentar algo nuevo. Obviamente esto es un proceso que tiene varios pasos Cfr.
Simon y Simon, (1992):

1º Perdonar es un subproducto del proceso de cicatrización: por tradición


hemos recibido el mensaje de que perdonar es un acto que debe realizarse o una
actitud que debe adoptarse. Si no estamos en condiciones de hacerlo se deberá a
que no lo intentamos con la fuerza necesaria.

Lo que en realidad nos impide perdonar a los que nos han lastimado es que no
hemos cicatrizado las heridas que nos hicieron. Perdonar es un don que se
encuentra al final del proceso de curación. Esto se da cuando dejamos de
esperar que los "otros" paguen por lo que nos hicieron alguna vez.

2º Perdonar es un proceso interior: ocurre dentro de nosotros y se convierte en


un sentimiento de bienestar, de liberación y de aceptación. Todos esos
sentimientos pueden estar a nuestra disposición en cualquier momento, siempre
que queramos curarnos y estemos dispuestos a hacer el intento.

3º Perdonar es un signo de autoestima positiva: ya no se trata de elaborar


nuestra identidad por algo que sucedió en el pasado en perjuicio nuestro. Más
bien se trata de comprender que existe algo más para nosotros y que estamos en
condiciones de hacer más. Se debe situar al pasado dentro de su perspectiva y
caer en la cuenta que las heridas e injusticias son sólo una parte de nuestra vida y
no la totalidad de nuestro ser.

El perdón no es sólo una "obligación moral", sino también un "derecho moral" a


que dejen de herirnos los sucesos que no se justificaban, a no sufrir más heridas
cuando aprendemos a decir: "basta de dolor, ahora quiero curarme". Es
entonces cuando el perdón se convierte en una posibilidad.

4º Perdonar es relegar emociones intensas que se vinculan con incidentes


registrados en nuestro pasado: seguimos recordando lo que pasó, pero ya no nos
sentimos airados con la misma intensidad. Ni nos aterramos, amargamos o
experimentamos resentimiento o sensación de daño por esa causa.

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El hecho de perdonar se convierte en una opción desde que el dolor por lo pasado
deja de dictar cómo habremos de vivir nuestra vida hoy y que no tendrá que seguir
sucediéndonos en el futuro.

5º Perdonar es reconocer que ya no necesitamos de nuestros rencores y


resentimientos, nuestras iras y autocompasión. No necesitamos de ellos para
excusar nuestra actitud derrotista ante la vida, ni como arma para castigar a
quienes nos dañan o para impedir que se nos aproximen demasiado los que
podrían volver a hacernos mal. Somos más que una mera víctima del ataque,
herida o injusticia.

6º Perdonar es no seguir deseando el castigo de quienes nos hirieron: no se


trata de quedar a mano o que el otro padezca tanto como nosotros. Nunca
podremos de verdad "igualar el marcador". Esta sería la paz interior que sentimos
cuando dejamos de buscar el empate.

7º Perdonar es aceptar que nada que podamos hacer para castigar a los otros
servirá para curarnos: es decidir que sencillamente hemos ocultado, dañado y
odiado demasiado, y que ya no queremos seguir haciéndolo.

8º Perdonar es liberar y destinar a mejores usos la energía que alguna vez


consumimos para mantener rencores, albergar resentimientos y alimentar
heridas que nunca cicatrizan: es descubrir las fuerzas con que siempre
contamos y redistribuir nuestra ilimitada capacidad de comprender y aceptar a los
demás y a nosotros mismos. Es romper el ciclo del dolor y el maltrato, para dejar
de crear nuevas víctimas lastimando a terceros por lo que otros hicieron con
nosotros.

9º Perdonar es avanzar: es reconocer que tenemos mejores cosas que hacer con
nuestra vida... y después tomar la decisión de hacerlas. Podemos crecer porque
hemos perdonado.

Pasos para perdonarnos a nosotros mismos Los pasos para perdonar a los
otros pueden ser los siguientes:
Borysenko (1994, p. 247)
habla de seis pasos para el autoperdón:

1. Asuma la responsabilidad por lo que usted 1º Reconocer que somos


hizo. En ocasiones sabemos lo que hemos responsables de aquello a lo que
hecho, pero no lo reconocemos. Con frecuencia nos estamos aferrando: Si pensamos
tratamos de justificarnos para no tomar nuestra que todo es culpa de la otra persona,
responsabilidad. entonces permaneceremos
empantanados en nuestro orgullo de
corrección y no podemos adelantar
hacia el perdón. Sólo es posible

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perdonarse como iguales no se trata de
que uno esté arriba y el otro abajo.
Podemos estar en desacuerdo con una
conducta y rechazarla, pero condenar a
alguien como persona es aferrarnos a
la culpa y bloquear el camino hacia el
perdón.
2. Confiese la naturaleza de sus errores a 2º Confesar nuestra historia a
Dios, a usted mismo y a otro ser humano. La nosotros mismos, a otra persona y a
confesión y el perdón son un terreno común en Dios: Parte de cualquier curación
donde se encuentran la mente, el espíritu y el psicológica es ser escuchado por una
cuerpo. Aferrarse a secretos oscuros y culpables, parte neutral que no enjuicie. Cuando
es semejante a reprimir el trauma, provoca estrés hay furia, indignación, dolor... no
y enfermedad. estaríamos buscando la neutralidad.
Posiblemente buscamos apoyo para
seguir enojados, necesitamos a alguien
que nos escuche sin estar de acuerdo
o en desacuerdo para que nos ayude a
ver las cosas como son.
3. Busque sus puntos buenos. Un paso muy 3º Buscar los puntos buenos en
importante para el perdón es hacer una confesión nosotros mismos y en la otra
a Dios (en plegaria sentida con el corazón), a persona: Al vivir lo expuesto en el
nosotros mismos y a otra persona. Es importante número anterior, podemos ver en
no sumirnos en la depresión, sino buscar nosotros cosas que estaban ocultas.
persistentemente los puntos buenos. En vez de culpar a la otra persona,
podemos ver en nosotros fallas
propias, v.gr. rigidez, autocorrección.
Entonces ambas partes podrán ver las
partes buenas de los dos y captar lo
importante que puede ser para la
persona el otro.
4. Tenga el deseo de hacer reparaciones, 4º Considerar si se deben tomar
mientras pueda hacerlo sin daño para usted o acciones específicas: En ocasiones el
para otras personas. Cuando una persona ha perdón se da en un plano psicológico y
sido herida por nuestras acciones, necesitamos espiritual. Sin embargo hay momentos
comunicarnos con ella, para hacer nuestras en que se tienen que realizar ciertas
enmiendas. En otras palabras, para presentarle acciones, como comunicar nuestros
nuestras disculpas: entiendo lo que hice y lo sentimientos que incluyen
siento; espero que me puedas perdonar. habitualmente ira y dolor. Sin embargo,
comunicarlos así, puede ser algunas
veces contraproducente, porque las
cosas dichas con ira no pueden ser
borradas más tarde y con frecuencia
son muy dolorosas. La ira destruye la
autoestima y la paz psicológica de la
otra persona. Es necesario tener

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cuidado en "cómo" se dicen las cosas.
5. Pida ayuda a Dios. El dolor anhela un 5º Dirigirse a Dios en busca de
consuelo cuando reconocemos que estamos ayuda: El perdón es un don de la
lejos de Dios, como el hijo prodigo, anhelamos gracia. No podemos sólo por nuestra
volver a casa. Sabemos que nuestro Padre Dios voluntad perdonar a otras personas y a
nos espera cada día y a cada momento para nosotros mismos. Necesitamos pedir
recibirnos con un abrazo paternal. ayuda a Dios para perdonar a través de
la plegaria. Debemos pedirle ser
liberados de nuestra ira y dolor.
6. Pregúntese acerca de lo que ha aprendido. 6º Reflexionar sobre lo que hemos
Cada vez que hemos fallado y hemos pedido aprendido: El perdón tiene lugar
perdón, se ha dado en nosotros un cuando podemos abandonar nuestros
autoaprendizaje. Este es un camino hacia una resentimientos, aprendiendo algo y
mayor libertad y responsabilidad, en nuestro practicando la compasión.
compromiso como personas. Cuando vemos que
de nuestras propias acciones hirientes surgen del
miedo, podemos entender mejor que los actos de
la gente que nos hiere, surgen también del
miedo. Esto nos puede ayudar a libramos de las
cadenas de la ira y del resentimiento, que nos
puede pesar tanto cuando somos incapaces de
perdonar a otros.

Los pasos para perdonar a otros


El proceso de perdonar a otros comienza con el reconocimiento
de que nos estamos aferrando a algo y de que, a pesar del
papel desempeñado por cualquier otra persona en crear la
situación, somos los responsables de lo que hacemos con
nuestro dolor. Si nuestra paz psicológica y espiritual depende de
lo que los otros hacen o dejan de hacer, nunca la tendremos.
Asumir responsabilidad, oír el perdón, es muy saludable, porque
nos saca del papel de víctima indefensa que alimenta nuestra
ira continua.

Etapa de curación
Cada persona tendrá que desplazarse a través del proceso de curación a su
manera peculiar y de acuerdo al andamiaje personal de cada uno. Sin
embargo, se platean seis etapas de curación:

1ª. Negación: en esta etapa intentamos reducir el impacto e importancia de las


experiencias dolorosas pasadas y enterrar los propios sentimientos y recuerdos
referidos a dichas experiencias.

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2ª. Autoculpa: aquí tratamos de explicar qué nos pasó, suponiendo que en parte
fuimos responsables de las injusticias y las heridas que padecimos, con lo que
estaremos diezmando nuestra autoestima al trabajar todo el tiempo para
convencernos de que no nos hubiesen hecho mal si sólo hubiéramos sido
diferentes o hecho las cosas de otro modo.

3ª. Víctima: aquí reconocemos que no merecimos el daño que nos hicieron y que
tampoco lo pedimos. Adquirimos conciencia de cuán damnificados resultamos a
raíz de las experiencias dolorosas de otro tiempo, mientras seguimos
revolcándonos en la autocompasión, esperando muy poco de nosotros mismos,
disculpándonos a expensas de quienes nos rodean o castigando a quien quiera
que se cruce en nuestro camino.

4ª. Indignación: en esta etapa nos indignamos contra todos los que nos hicieron
algún mal y con el mundo entero. Anhelamos que todos los que nos hirieron
paguen sus culpas y pedimos que ellos sufran lo mismo que nosotros sufrimos. Se
puede decir que carecemos por completo de tolerancia y nuestra inflexibilidad es
siempre muy alta.

5ª.Sobreviviente: reconocemos que aunque fuimos lastimados, pudimos


sobrevivir. Nuestras experiencias dolorosas apartan ciertas cosas de nosotros,
pero nos dejan algunas otras. Tomamos conciencia de nuestra fuerza y damos la
bienvenida al sentimiento de compasión, al sentido del humor y al interés por
cosas que no están relacionadas con el dolor. Caemos en la cuenta de que, dadas
las circunstancias, hicimos lo mejor que pudimos.

6ª. Integración: se puede reconocer que quienes nos lastimaron podrían haber
actuado lo mejor que podían, y que si nosotros somos más que nuestras heridas,
ellos podrían ser algo más que los causantes de dichos males. Así podremos
liberarlos de la prisión en que los encerramos y recuperar nosotros toda la energía
que utilizamos para mantenerlos dentro. Así podremos dejar atrás la pena y seguir
adelante con nuestras vidas, liberados del exceso de peso emocional.

NOTA: La curación se registra con accesos y recomienzos, tanto cuando uno se


mantiene en pie como cuando intenta saltos gigantes hacia el frente. Incluso, una
que otra vez implica retroceder por un breve tiempo a un paso anterior. En
realidad, el proceso de curación se inicia en el instante en que se recibe el daño.

Cambio

Uno de los problemas que se van a presentar continuamente en la relación de


pareja y más adelante en la familia, es el problema del cambio. A pesar de la
frecuencia con que se da, su manejo es muy difícil.

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Dostoyevski decía que tomar una decisión nueva y descubrir un mundo
desconocido son las cosas que más teme el hombre. Aún de las cosas más fútiles,
rara vez se presenta la experiencia de lo nuevo, sin conmovernos con algún
presentimiento.

En el caso del cambio drástico, la intranquilidad es naturalmente más honda y más


duradera. Difícilmente podemos estar realmente preparados para lo que es
totalmente nuevo. Ante una experiencia nueva y desconocida, podemos
reaccionar con ansiedad y temor.

Tenemos que adaptarnos y toda adaptación radical es una crisis en el amor


propio. Esto significa que un grupo (pareja o familia) que está sometido a un
cambio drástico, puede convertirse en un grupo de inadaptados.

Casi siempre cuando se habla de cambio, al menos de una manera implícita, se le


dice a la otra persona que haga lo que nosotros consideramos como "correcto".
Parecería que tenemos el monopolio de la verdad.
• Si el otro lo hace, entonces nos sentimos muy contentos y lo
apreciamos.
• Si no lo hace, entonces empezamos a etiquetarlo porque no hace
lo que deseamos.

Nosotros, al parecer, no queremos cambiar. Deseamos que los demás lo hagan,


para que nuestras vidas sigan como hasta entonces, o bien, sean diferentes de
acuerdo a nuestras expectativas.

Quizá hemos pasado por alto que cualquier cambio que deseemos tiene que
venir de nuestro interior. Cuando realizamos algún cambio sin una verdadera
motivación interna, éste no es duradero.

Así, por ejemplo:


Un miembro de una pareja le ofrece al otro efectuar un determinado cambio, pero
en el fondo no está muy convencido, pero desea darle gusto a su pareja. La
"fuerza de la voluntad" no es muy efectiva porque está faltando la verdadera
motivación: la que proviene de su propia determinación interna de cambiar.

Ahora bien, ¿qué significa cambio?

Cambio significa que nos liberemos nosotros mismos de todo sentimiento de:
• aislamiento
• separación
• soledad
• ira
• miedo
• dolor

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El cambio no es algo que se obtiene de un momento a otro. Hay que trabajarlo
poco a poco. La vida de pareja y familia tiene varios ciclos o etapas. Cada uno de
ellos nos pide un grado de madurez apropiado a la situación. Asimismo, exige una
gran flexibilidad y cambio, dado que es una experiencia eminentemente dinámica
y supone un proceso constante de adaptación. La inmensa mayoría de los
problemas de la pareja y la familia son porque faltan los elementos anteriores.
Nos invitaría, como un ideal, a crear una vida llena de paz y amor, en donde
podamos relajarnos, sepamos disfrutar de la vida y captemos que estamos en un
proceso de búsqueda acerca del camino adecuado hacia el logro de un bien más
grande.
En ocasiones, si podemos alterar nuestra forma de pensar un poco, podemos
cambiar por completo una situación.

Sabemos que en nuestra vida tenemos que pasar por diversas experiencias, y el
dolor es una de ellas. No se trata de buscar el sufrimiento por sí mismo (esto sería
masoquismo), sino que cuando se presente debemos saber manejarlo. Frankl
decía que "Vivir es sufrir, pero sobrevivir es encontrarle un sentido al sufrimiento".

Existen vivencias dolorosas que no las podemos cambiar, porque no está en


nuestras manos hacerlo. Sin embargo, dice Frankl, que lo importante es la forma
cómo las manejamos.

Habrá momentos de crisis en la vida, pero no hay que temerlas, porque éstas nos
sirven para crecer, para vivir un cambio adecuado a una situación. No hay que
centrarse en el dolor, porque se nos vuelve obsesivo, sino más bien en el fruto
positivo que nos dejará esa experiencia.

Cuando la pareja se casa, lleva al matrimonio una serie de valores recibidos de su


propio núcleo familiar. Quizá los primeros problemas se presentan porque
convierten en "monólogos" lo que debería ser un "constante diálogo". En los
monólogos cada uno quiere convencer al otro de que tiene la razón. Se presentan
una serie de argumentos para sostener su punto de vista. Ya no se escuchan. Se
trata de vencer y convencer a su "rival".

El diálogo supone escuchar y comprender lo que dice su pareja desde su propio


punto de vista. La "empatía" nos lleva a ponernos en los zapatos del otro, a ver las
cosas con sus ojos. No quiere decir que todo lo que diga la otra persona está bien,
pero es importante sentirse escuchado. Si en ambos se da este proceso, se
pueden aceptar mejor los puntos de vista del otro, sin tener que "defenderse".

A veces puede darse la sensación de que no avanzamos. Más aún, habrá


momentos en que parece que en lugar de avanzar vamos hacia atrás. Sin
embargo, esto es parte del proceso de crecimiento.

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Es algo parecido a lo que le sucede al alpinista. Sube y sube, pero parece que no
avanza o da la impresión de retroceder. Sin embargo, cuando vuelve su mirada
hacia abajo y se da cuenta de todo lo que ha avanzado en su camino hacia la
cumbre, se siente alentado.

También es importante para nosotros saber darnos aliento para poder vivir más
plenamente nuestra motivación rumbo a la cumbre. Es necesario no olvidarnos de
que los buenos propósitos y cambios saludables se dan en el interior de nosotros
mismos, ya que de otra manera se nos pueden olvidar.

La mejor motivación para el cambio es el "amor" a los demás y a uno mismo. En


todas religiones existe el mandamiento del amor al prójimo como a uno mismo. Sin
embargo, si no nos amamos sanamente y nosotros somos la medida del amor al
prójimo, ¿cómo podremos amarlo sinceramente?

Es importante aprender a amarnos sanamente para que podamos amar realmente


a los otros (a la pareja, a los hijos, a la familia…).

Por otro lado, el amor de los demás, nos sirve de retroalimentación para
conocernos y lograr una alta autoestima. Por tanto, lo que realmente nos puede
llevar a un verdadero cambio es el amor sentido y vivido.

En el Nuevo Testamento (Mt 3,2) se usa la palabra "metánoia" para indicarnos el


cambio de mente. Esta "conversión" nos habla del pesar que mira al pasado e
invita al hombre a que se vuelva a Dios e inicie una nueva vida.

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Inventario inicial sobre el cambio

1) ¿He respetado la personalidad de los que me rodean para decidir por sí


mismos, o los he empujado a un cambio de acuerdo a mis expectativas?
2) ¿Los cambios que he planteado en mi vida, han sido porque yo los quiero, esto
es, desde mi interioridad, o los he hecho por formulismo, por agradar a los demás,
o porque debo hacerlos?
3) ¿Con frecuencia he evitado enfrentarme con las crisis existenciales de mi vida,
o he buscado encontrarle el sentido al sufrimiento que está atrás de mi vivencia?
4) ¿He sabido ceder un poco mi forma de pensar, cuando las circunstancias así lo
ameritan, para buscar una respuesta positiva a una situación conflictiva?
5) ¿Creo y siento que en esta etapa de mi vida realmente me amo y respeto como
una persona valiosa?
6) ¿Me he preguntado en este momento de mi vida qué puedo hacer para mí y
que no he hecho antes?
7) ¿Qué puedo dejar ir en este momento y qué me he rehusado fuertemente a
hacerlo en tiempos pasados?
8) ¿Qué me gustaría modificar en mi vida, qué me impide seguir en mi camino de
crecimiento? ¿Realmente estoy dispuesto a hacerlo?
9) ¿Con frecuencia he sentido el desaliento ante el cambio y he caído en la cuenta
de la baja en mi autoestima, por creer que no puedo realizar el cambio deseado?
10) ¿He aprendido a manejar mi propio narcisismo y aceptar que no sólo los
demás tienen que cambiar, sino que yo mismo debo hacerlo también?

Cómo progresar en el cambio

Entre saber qué hacer y hacerlo, se da un período de transición. Muchas veces


sabemos "intelectualmente" lo que queremos cambiar. Pero al llevarlo a la práctica
nos encontramos con un abismo que tenemos que cruzar, para llegar al otro lado.
Nos atrae, a veces, lo viejo. Es el camino fácil y conocido. Las neurosis que
tenemos, las poseemos porque nos son cómodas, ya que de otro modo no las
tendríamos. Nos cuesta trabajo desprendernos del modo de vida anterior.

Del otro lado, está el camino nuevo. El que deseamos adquirir, por el que
queremos transitar. Cambiar requiere acción y motivación. Para entender esta
acción, es importante captar la diferencia entre "metas" y "objetivos". Las
primeras son a corto plazo. Tienen que ser alcanzables.

Conductualmente tenemos que reforzar los aspectos positivos alcanzados. Si nos


castigamos por el posible paso hacia atrás, entonces el cambio se volverá
opresivo. Es necesario usar todo lo que poseemos para ir logrando las metas
propuestas o los objetivos son a mediano o largo plazo. Son como el faro que
ilumina nuestra motivación, nuestro ideal y el camino a alcanzar.

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Obstáculos

En este camino hacia el cambio, nos vamos a encontrar con varios obstáculos. El
amor es el camino al cambio. Algunos autores hablan que el principal obstáculo es
el temor y éste es camino a la actitud estática, al NO cambio. Los sentimientos
que lo fomentan, como parte del síndrome del temor, son:
• el aislamiento
• la separación
• la soledad
• la ira
• la culpa, entre otros.

Preguntas que pueden fomentar la reflexión

1) ¿Realmente quieres cambiar o deseas continuar quejándote respecto a lo que


no tienes en tu vida?
2) ¿Deseas una vida mejor? ¿Qué estarías dispuesto a hacer para lograrlo?
3) ¿Piensas que el cambio y la mejor vida te viene de los demás?
4) ¿Crees que el poder de cambio está principalmente en ti?
5) ¿Qué papel crees que juega Dios, los demás y la religión en este proceso?
6) Es un hecho que vivimos en comunidad, pero ¿con qué tipo de personas me
estoy relacionando? ¿Realmente me están ayudando a lograr lo que deseo
obtener?
7) ¿Estos cambios que quiero proponer a mi vida me llevan a la tensión neurótica,
o me conducen hacia la armonía?

La vida es una serie de puertas que se cierran y se abren. Vamos pasando por
ellas viviendo muy diferentes experiencias. Quisiéramos con frecuencia cerrar
algunas puertas a patrones negativos, bloqueos, situaciones que ya no nos nutren
o que ya no son útiles.

El proceso de irnos haciendo personas nos invita a abrir nuevas puertas y a


encontrarnos con nuevas y magníficas experiencias. Escogemos las
circunstancias y situaciones que nos permitan madurar. Podríamos abrir las
puertas al:

• gozo
• paz
• salud
• prosperidad
• amor
• entendimiento
• compasión
• perdón
• libertad

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• a la propia valía
• a la autoestima
• al sano amor hacia uno mismo.

Para el creyente está, además, la fe, la esperanza y el amor en un Ser Superior


que nos guía y lleva por los mejores caminos para nuestro crecimiento espiritual.

En ocasiones, es como caminar en el desierto: con calor o frío, con sed o con
hambre, con soledad, y dolor, con temor a lo desconocido... pero seguros de que
llegaremos al oasis en donde nos espera el Señor que nos da la paz, la felicidad,
pero sobre todo su Amor que ha estado presente y nos ha guiado en nuestra vida.

En síntesis

1) No se puede cambiar a nadie. Se les puede ofrecer una atmósfera positiva


para que tengan la posibilidad de cambiar, si así lo desean. Sin embargo, el
cambio es problema y decisión de la persona que lo busca.

2) Cada uno de nosotros está aquí para trabajar en sus propias decisiones y en
su propio proyecto de maduración. El proceso es de cada quien. Si queremos
arreglar las cosas por los demás, a la larga las harán de nuevo, porque no han
aprendido por sí mismos y no han trabajado en lo que necesitan hacer. El cambio
tiene que venir del interior de la persona.

3) Si de veras amamos a nuestros prójimos, tenemos que respetarlos y


permitirles ser lo que son, porque la verdad está principalmente dentro de ellos y
pueden cambiar en el momento que lo deseen.

En el caso del cambiarse en un grupo de inadaptados, que puede proporcionar a


cada miembro o individuo reflejos alarmantes de sí mismos en relación con sus
semejantes, es preciso tener una extraordinaria confianza en sí mismo para
arrostrar un cambio drástico sin un estremecimiento interior.

Existe una íntima relación entre:

La falta de confianza El estado mental


apasionado

La intensidad pasional puede servir como sustituto de la confianza en la pareja.

Esto es especialmente importante para la relación de pareja. Una persona segura


de sí misma se relacionará con comodidad y soltura. En cambio, una persona con
poca confianza en sí misma, en sus valores, en lo que desea de la vida, buscará
relacionarse como si quisiera salvar a su matrimonio con cada una de sus
actitudes y así debe hacerlo siempre.

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No obstante lo anterior, se puede decir que los cambios drásticos son uno de los
medios para poner en libertad las energías del hombre. Para convertir a las
personas en individuos de acción se deben dar dos cosas:

• Debe de haber una serie de oportunidades y


• Una tradición de confianza en sí mismos.

Ejercicios sobre el perdón (autorreflexión)

Conteste las preguntas a manera de reflexión no es necesario enviarlos al asesor.

1) Recuerda a alguien que te lastimó alguna vez.


Nombre:
¿Cuál fue el daño?

2) Del punto uno, identifica si el daño lo describes con declaraciones que NO


niegan. Si no es así, escríbelas enseguida.

3) Haz una lista de explicaciones que solías utilizar o que sigues utilizando para
culparte por lo que pasó:
-Si sólo hubiera...
-Si sólo no hubiera...
-Tendría que haber...

4) Revisa objetivamente lo escrito en el punto 3. Tacha aquellas explicaciones que


respondan a las siguientes preguntas:
¿Qué frases revelan que has asumido la responsabilidad de otros (escapaban a tu
control)?
¿Qué frases reflejan aspectos de tu persona que no pudo ser modificado en el
momento en que fuiste lastimado? (sexo, edad…).
¿Cuáles son las cosas que no pudiste haber cambiando?

5) Analiza los puntos que quedaron sin tachar en el punto cuatro. Haz una lista de
las faltas atribuibles a ti.
A la derecha de cada una, escribe esta frase y continúala, según sea tu
experiencia: pero me he castigado...

6) Elabora una lista con cinco columnas:


En la primera escribe una lista de necesidades a satisfacer cuando te lastimaron.
En la segunda, escribe el nombre de quien no las cubrió en su momento.
En la tercera, escribe las cosas que hiciste para satisfacer tus necesidades.
En la cuarta, las que puedes hacer hoy para satisfacer las necesidades no
cubiertas.
En la quinta, las personas que pueden satisfacerlas.

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