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Colección Equidad de género y democracia

México. Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federa-
ción, Instituto Electoral del Distrito Federal.
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género / Alicia E. C. Ruiz / Colección Equidad de géne-
ro y democracia, vol. 6; – México: Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, Instituto Electoral del Distrito Federal, 2013.
40 p.
isbn de colección: 978-607-7989-15-8
isbn: XXXXXXXXXX
1. Derecho. 2. Discurso. 3. Mujer. 4. Sujeto.

D.R. © 2013
Suprema Corte de Justicia de la Nación
Pino Suárez 2, colonia Centro,
delegación Cuauhtémoc, 06065, México, D. F.
www.equidad.scjn.gob.mx
D.R. © 2013
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
Carlota Armero 5000, colonia CTM Culhuacán,
delegación Coyoacán, 04480, México, D. F.
www.genero.te.gob.mx
D.R. © 2013
Instituto Electoral del Distrito Federal
Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica
Huizaches 25, colonia Rancho Los Colorines,
delegación Tlalpan, 14386, México, D. F.
www.iedf.org.mx

Diseño: Ricardo Vázquez Ortega, analista diseñador


Formación: José Luis Guerrero, analista diseñador
Corrección de estilo: María Teresa Sánchez Hermosillo, analista correctora de estilo

Autora: Alicia E. C. Ruiz

Primera edición, diciembre de 2013


ISBN: 978-607-7989-15-8 (Colección)
ISBN: 978-607-7989-85-1
Impreso y hecho en México

Lo expresado en esta obra es responsabilidad exclusiva de la autora.


Ejemplar de distribución gratuita, prohibida su venta.

ISBN para versión electrónica: 978-607-8396-07-8


Teoría crítica del Derecho
y cuestiones de género

Alicia E. C. Ruiz

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Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

El Derecho como discurso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

La construcción del sentido: discurso jurídico y relato . . . . . . 16

El papel de quien juzga en un Estado de Derecho . . . . . . . . . 20

El sujeto: categoría histórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

La autora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Introducción

El propósito de este trabajo es presentar una síntesis de la pers-


pectiva epistemológica y de las categorías y conceptos funda-
mentales de una teoría crítica del Derecho. Ello basado en enfo-
ques producto de diversas publicaciones y de mi actividad
académica en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires.
Asimismo, aparecen reflexiones vinculadas con la definición
del Derecho como discurso social que crea sentido y cuyo efecto
performativo y vinculación con el poder resultan insoslayables.
Luego, se introduce un análisis más detallado del papel que cum-
plen quienes imparten justicia en un Estado de Derecho. Para,
finalmente, abordar una serie de consideraciones en torno a la
categoría del sujeto de Derecho y al modo en que el discurso
jurídico selectivamente construye identidades y formas de sub-
jetividad. Como se verá en el desarrollo del texto, una mirada
crítica se opone a toda forma de esencialismo y ubica al Dere-
cho como una producción social, histórica y culturalmente
determinada.

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El Derecho como discurso

Las teorías críticas giran en torno a los viene en la producción de su objeto y lo


temas omitidos por el pensamiento jurí- construye, en tanto lo explica mediante
dico que va de Ihering a Kelsen, pasando categorías y conceptos. Así, participa en la
por Weber. Al hacerlo, producen una realización de las funciones sociales que
ruptura de carácter epistemológico por- le atribuye y fundamenta las ficciones que lo
que abandonan un modelo explicativo y estructuran. Para dar cuenta del Derecho,
lo sustituyen por un modelo dialéctico- dicen, no basta con ceñirse a sus aspectos
comprensivo. normativos. Hay una serie de discursos
Ese modelo explicativo subyace tanto al jurídicos típicos, “como la ley”, que prece-
naturalismo como al positivismo en cual- den a otro conjunto de discursos que ver-
quiera de sus variantes. san sobre los primeros, como la ciencia o
la doctrina, y que sólo en apariencia se li-
Los grandes paradigmas jurídicos de la mo-
mitan a la descripción de los primeros. Los
dernidad no sólo tienen una visión mate-
críticos oponen a un concepto reduccio-
matizante como común fundamento (del
nista del Derecho, que lo presenta como
modelo hobbesiano de la demostratio al de
pura norma, la concepción que lo caracte-
la axiomática kelseniana), también coinci-
riza como una práctica discursiva que es
den en la absolutización de lo jurídico, cuya
social (como todo discurso); específica
naturaleza histórica escamotean, con fun-
damento en Dios, en la naturaleza, en la
(porque produce sentidos propios y dife-
Razón en el primer caso, o con fundamento
rentes a los de otros discursos), y expresa
en una hipótesis gnoseológico-trascenden- los niveles de acuerdo y de conflicto pro-
tal, una norma de reconocimiento o una pios de una formación histórico social de-
ficción, en el otro (Cárcova: 1998). terminada.
El Derecho es un discurso social, y
Los críticos, en cambio, comparten la como tal, dota de sentido a las conductas
idea de que la ciencia del Derecho inter- de las personas y las convierte en sujetos.
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Alicia E. C. Ruiz

Al mismo tiempo, opera como el gran los actos reales de las personas. De un
legitimador del poder, que habla, con- discurso que remite para su comprensión
vence, seduce y se impone a través de las al poder y en última instancia, a la vio-
palabras de la ley. Ese discurso jurídico lencia. De un discurso que incluye a la
instituye, dota de autoridad, faculta a ciencia que pretende explicarlo. De un
decir o a hacer. Su sentido remite al juego discurso que es en sí mismo dispositivo
de las relaciones de dominación y a la si- de poder. Que reserva su saber a unos
tuación de las fuerzas en pugna, en un pocos y hace del secreto y la censura sus
cierto momento y lugar. El Derecho legiti- mecanismos privilegiados. La estructura
ma al poder en el Estado, en todos los in- del discurso jurídico, que articula diver-
tersticios de la vida social, a través de la sos niveles, encubre, desplaza y distorsio-
consagración explícita de quienes son sus na el lugar del conflicto social y permite
detentadores reconocidos. También lo ha- al Derecho instalarse como legitimador
ce de manera más sutil, cada vez que dice del poder, al que disfraza y torna neutral.
con qué mecanismos es posible producir Como advierte Foucault, “el poder es
efectos jurídicos. Sólo algunos y bajo cier- tolerable sólo con la condición de en-
tas condiciones podrán contratar, recono- mascarar una parte importante de sí mis-
cer hijos, contraer matrimonio, acceder al mo. Su éxito está en proporción directa
desempeño de ciertos cargos y aún matar y con lo que logra esconder de sus mecanis-
morir legalmente. Cada vez que el Dere- mos... Para el poder el secreto no pertene-
cho consagra alguna acción u omisión co- ce al orden del abuso, es indispensable
mo permitida o como prohibida, está reve- para su funcionamiento” (Foucault: 1977).
lando dónde reside el poder y cómo está Los críticos cuestionan a la tradición teó-
distribuido en la sociedad. rico-jurídica que enfatizó los aspectos for-
Se trata de un discurso que, paradóji- males del Derecho, olvidando sus aspectos
camente, al tiempo que legitima las rela- finalistas; que desconoció el fenómeno
ciones de poder existentes, sirve para su de su historicidad, de su articulación con
transformación; de un discurso cargado los niveles de la ideología y del poder, y
de historicidad y de ideología, pero que que negó toda cientificidad a un análisis
no reproduce en forma mecánica la es- de la relación entre Derecho y política.
tructura de la sociedad; de un discurso Sin embargo, no dejan de advertir que
que deposita en el imaginario colectivo es la propia estructura del discurso jurídico
las ficciones y los mitos que dan sentido a la que enmascara y disimula al poder, y
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Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

habilita las interpretaciones que garanti- miento del modo de operar del Derecho
zan ese ocultamiento y que contribuye a se ejerce, parcialmente, a través del des-
la preservación de la relación entre De- conocimiento generalizado de esos modos
recho y poder. de operar y la preservación de ese poder
El Derecho significa más que las pala- está emparentada con la reproducción del
bras de ley. Organiza un conjunto comple- efecto de desconocimiento... la opacidad
jo de mitos, ficciones, rituales y ceremo- del Derecho es, pues, una demanda obje-
nias, que tienden a fortalecer las creencias tiva de la estructura del sistema y tiende
que él mismo inculca y a escamotear el sentido de
fundamenta racionalmen- las relaciones estructurales
te, y que se vuelven condi- establecidas entre los suje-
El Derecho legitima al
ción necesaria de su efecti- tos, con la finalidad de re-
vidad. También la teoría poder en el Estado, en producir los mecanismos de
deberá hacerse cargo de todos los intersticios la dominación social (Cár-
explicar esta curiosa com- cova: 1998).
de la vida social, a
binación de la razón y del
No hay pureza posible
mito que es propia del De- través de la consagración
en la teoría acerca de es-
recho moderno. explícita de quienes
te discurso, que oculta el
El Derecho es un saber son sus detentadores sentido de las relaciones
social diferenciado que atri-
buye a los juristas, los abo- reconocidos. establecidas entre los hom-
bres, y reproduce los me-
gados, los jueces, los legis-
canismos de la hegemonía
ladores
social. En el mismo senti-
...la tarea de pensar y actuar las formas do, la pregonada neutralidad del jurista
de administración institucionalizadas, los es sólo una fantasía. Desde esta visión del
procedimientos de control y regulación Derecho, los juristas críticos restauran
de las conductas. Ellos son los deposita- el vínculo entre el Derecho y la política,
rios de un conocimiento técnico que es sin renunciar a producir teóricamente en
correlativo al desconocimiento de los el campo del conocimiento.
legos sobre quienes recaen las conse- Las circunstancias socio-políticas, las
cuencias jurídicas del uso de tales instru- ideologías predominantes y el desarrollo
mentos. El poder asentado en el conoci- que la ciencia del Derecho había alcanzado

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Alicia E. C. Ruiz

a principios del siglo xx, permiten com- Este discurso peculiar se organiza de
prender por qué Kelsen defendió tan ar- modo tal que aparece como “autosuficien-
dientemente la preservación de esa pure- te” y “autorregulado” en su producción.
za que ha devenido insostenible. Pero los Un sistema cuya estructura proviene de, y
tiempos ahora son otros y los sistemas de puede ser entendida desde la razón; cuyos
pensamiento con que se contaba ya no modos de creación, aplicación y funcio-
sirven para explicarlos. La complejidad namiento dependen exclusivamente de su
creciente, la inestabilidad y la turbulen- propia forma. Un discurso que pretende
cia de los procesos históricos introducen exhibirse íntegramente mediante uno so-
en el campo de la ciencia las cuestiones lo de sus aspectos: como una formidable
del caos, la catástrofe y la imprevisibili- construcción metonímica.
dad. Entonces, toda forma de reduccio- Ocurre que no todas las regiones del
nismo teórico pierde fuerza explicativa. discurso son igualmente abiertas y penetra-
En el discurso jurídico, el desplazamien- bles: algunas están casi prohibidas (dife-
to, el silencio, la censura, la exclusión, son renciadas y diferenciantes), mientras que
figuras que construyen una red “racional” otras parecen casi accesibles a todos y
de ficciones, mitos y creencias, a partir de puestas, sin restricción previa, a la dispo-
las cuales el “orden” oculta al poder. sición de cualquier sujeto (Foucault: 1977).
En efecto, “existe una opacidad de lo jurí-
Muy regularmente hay en las sociedades dico. El Derecho, que actúa como (...) un
una suerte de desnivelación entre los dis- libreto, como una partitura, paradójica-
cursos: los discursos que se dicen en el hilo mente no es conocido o no es comprendi-
de los días y de los cambios y que se pasan do por los actores en escena” (Cárcova:
con el acto mismo que los ha pronuncia- 1985).
do, y los discursos que están en el origen de La regla básica de formación del discur-
cierto número de actos nuevos de palabras so del Derecho es aquella que determina
que los retoman, los transforman o hablan quiénes “están autorizados” para imprimir
de ellos, en una palabra, los discursos que sentido jurídico a sus actos o palabras. Esa
indefinidamente, más allá de su formula- “autorización” se plantea en términos de
ción son dichos, quedan dichos, y están por doble ficción: como si la autorización
decirse. Nosotros los conocemos en nuestro siempre fuera explícita y proviniera del
sistema de cultura: son los textos religiosos propio discurso, y como si su efecto signi-
o jurídicos (Foucault: 1977). ficante fuera únicamente producir normas
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Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

(Vahinger: 1920). Doble ficción que ocupa Habrá que incluir, además, a la doctri-
el lugar de la verdad y genera su despla- na: práctica teórica de los juristas, que no
zamiento. Desaparece, entonces, la rela- precisa de que la “ley” la tenga por fuente
ción poder-derecho que explica, a partir del Derecho para integrar su discurso. Esa
del modo en que el primero se encuentra práctica teórica de los juristas y la práctica
distribuido, las inclusiones y exclusiones profesional de los abogados (también la de
en el segundo. Únicamente se recono- todos aquellos que “usan” las normas).
cen como “Derecho” las prácticas nor- Aquí también hay “inversión” de senti-
mativas de creación y/o do, para utilizar la termi-
de aplicación de nor- nología de Verón (Verón:
mas. Se borran las mar- 1980). Aquí también hay
cas de la ideología en la En el discurso jurídico, determinadas autoriza-
producción del discur- ciones –casi siempre im-
el desplazamiento, el
so jurídico y con ello plícitas, a diferencia de
termina por desapare- silencio, la censura, la las operaciones discursi-
cer toda posibilidad de exclusión, son figuras vas de efecto normati-
vínculo con la social. vo– de no poca impor-
que construyen una red
Por fin, el jurista puede tancia. Sólo algunos
vérselas tranquilo con “racional” de ficciones, pueden decir lo que “es”
su objeto –las normas– mitos y creencias, a partir el Derecho y “ser creí-
y manipular con éste, dos”: son los juristas,
de las cuales el “orden”
sin sentirse a su vez, par- cuya práctica produce
tícipe y determinado por oculta al poder. “efecto de cientificidad”,
el poder. “efecto de conocimien-
Para dar cuenta del to”, son los que dicen
discurso jurídico, no bas- “la verdad”. Es el discur-
ta, como queda claro, ceñirse a sus aspec- so típicamente social, en el cual aparecen
tos normativos, ya que éste comprende las marcas de la ideología y el cual se en-
más que las leyes, los contratos, las senten- cuentra cruzado por el poder. La relación
cias, las constituciones, los testamentos, poder/saber está paradigmáticamente pre-
ejemplos de autorizaciones explícitas a los sente en la ciencia del Derecho, en tanto
productores reconocidos y reconocibles de es ese saber el que proporciona una expli-
sentido jurídico. cación racional. Racional porque tiene
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Alicia E. C. Ruiz

una función de conocimiento, porque per- desembozada, “a cara descubierta”. En tanto


tenece al discurso del orden y porque gene- orden impuesto, habilita en cierta medida,
ra las condiciones de su propia existencia formas de resistencia. Paralelamente, juega
ocultando permanentemente su carácter sin que se le advierta, cuasi naturalizando
legitimador del poder y su historicidad relaciones y vínculos. Así quedan “marca-
(Mari: 1986). dos” los modos en que calificamos nuestras
Hasta aquí un “dibujo” de la matriz conductas y las conductas de los que nos
teórica del discurso jurídico permitiría rodean sin que nos hayamos planteado
distinguir entre un nivel en el cual se opciones ni elegido unas “razones” mejores
agruparían todas las operaciones discursi- que otras para adoptarlos. Esta es su “cara
vas y/o prácticas que producen normas y, más temible”, su costado oscuro, porque re-
otro nivel de prácticas teóricas y profesio- sulta muy difícil oponerse a una presencia
nales. Los riesgos de proyectar topologías que casi no se percibe. El Derecho instituye
han mostrado su importancia, así que tra- sujetos y define identidades. Interviene en
taremos de evitarlos, destacando que los nuestras vidas cuando nos promete, cuando
niveles son niveles de análisis, no son lu- nos otorga, cuando nos reconoce, cuan-
gares. Un tercer nivel, es el que aloja do nos niega, cuando nos crea expectativas,
aquella porción del discurso jurídico más cuando nos provoca frustraciones. Y, en
negada, más oculta y cuya significación se todo momento, contribuye a dibujar el ho-
revela en los intercambios, articulaciones rizonte del mundo que habitamos a través
e intervenciones de unas operaciones dis- de ese relato que “crea” hechos jurídica-
cursivas respecto de otras. Allí descubri- mente relevantes en la relación con normas
mos las creencias, los mitos, las ficciones ordenadas sistémicamente.
en acción, allí está el imaginario social, El Derecho es un discurso social com-
sin el cual el discurso del orden se torna plejo, opaco, paradojal, enunciado por di-
inoperante y las prácticas ritualizadas po- versos actores sociales, cada uno de los
lisignificantes. La ciencia jurídica ha elu- cuales agrega, modifica, elimina sentidos,
dido, con admirable firmeza, el reconoci- construye y deconstruye subjetividades.
miento de este tercer nivel. Reflexionar desde la teoría del Derecho
El Derecho “narra” (dice) lo que se de- implica comprometerse –se quiera o no se
be y no se debe hacer, decir y pensar. Pres- quiera– con el diseño de la sociedad en la
cribe y ordena en una secuencia, en un que vivimos y en la que vivirán las genera-
relato. He aquí su intervención visible, ciones que nos sucedan.
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Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

El mundo que nos circunda no es nos pero, cada vez, menos palabras en
homogéneo ni admite una única lectura. común. ¿Qué hechos y qué normas com-
Surcado por el conflicto, la inestabilidad, pondrán la “intriga jurídica” que hable
las grandes crisis, las innumerables gue- acerca del choque de culturas? Es prudente
rras, los desastres ecológicos, nada de lo recordar que, por ejemplo, tanto una ley
que en él sucede “nos es ajeno”. Es un como un caso judicial son todo menos
mundo multicultural, de migrantes, ex- una descripción neutral de problemas
tranjeros, excluidos, desempleados, refu- acaecidos en la realidad. Es siempre una
giados, pobres, abandonados. El desarrollo “reconstrucción” de informes, testimonios,
tecnológico y la circulación de la infor- confesiones, dictámenes aportados a un
mación, nos asoman sin sosiego, a cuanto proceso, en la que intervienen otros dis-
ocurre en esta “realidad social multifacéti- cursos sociales bajo la forma específica
ca”, tan colorida como injusta. Somos a que viene dada por “el colador conceptual
un tiempo, “unos” y “otros”, buscándonos de la dogmática jurídica” y, sin duda, por la
o esquivándonos en algún sitio real o vir- teoría del Derecho desde la que también se
tual. Tenemos más formas de comunicar- piensan y se imaginan soluciones.

Reflexionar desde la teoría del Derecho implica


comprometerse –se quiera o no se quiera– con el diseño de la
sociedad en la que vivimos y en la que vivirán las generaciones
que nos sucedan.

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La construcción del sentido:
discurso jurídico y relato

Se suele pensar que la reflexión en torno que se consideran sagradas. La realidad


a qué es la realidad y cómo se la conoce es para cada una de ellas no es la misma, ni
propia de filósofos o científicos. Sin em- lo son las verdades que se reconocen.
bargo, todos y todas contribuimos a “su Desde esta perspectiva, ni la realidad
conocimiento”. está dada, ni la verdad se descubre. Tanto
La vida cotidiana –que se presenta co- una como la otra son el resultado de com-
mo la realidad por excelencia, la que se da plejas operaciones que se materializan en
por establecida– ya es una realidad inter- diferentes prácticas de las que el Derecho
pretada, con significados asignados que la forma parte, interviniendo junto a otros
vuelven un mundo coherente, que com- discursos sociales, en un proceso perma-
partimos con otros y en el cual sabemos nente de asignación de sentido en un
cómo pensar y actuar. A partir de esta mundo que no es homogéneo ni admite
advertencia respecto de la realidad más una única lectura. El lugar paradigmático
próxima, podemos avanzar en el camino donde la verdad jurídica se construye es el
hacia un concepto distinto de verdad ju- expediente judicial. Los hechos que se
rídica. Una verdad que es construida, que vuelven significativos y relevantes, esos
no está ahí para ser descubierta, sino que es hechos que los jueces mencionamos en
el producto de un complejo proceso de una sentencia, son únicamente los que
conocimiento y de decisión. “existen” en el proceso, son los hechos
Es cierto que no hay un único modo de que han sido probados. Por lo tanto, no es
mirar el mundo. Así es que culturas dife- un tema menor el de los procedimientos
rentes significan, de modo bien distinto, que definen cómo se estructura el conoci-
las relaciones entre los hombres y mujeres miento de situaciones fácticas concretas
o algunos fenómenos de la naturaleza o los que posibiliten la confrontación de fuen-
acontecimientos que se conmemoran, tes distintas, que autoricen recurrir a unas
los ritos que se practican y las ceremonias o a otras, bajo ciertas condiciones. Las ga-
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Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

rantías procesales son parte sustancial de


los derechos fundamentales porque habili-
tan la más exhaustiva investigación de los
hechos, bajo determinadas condiciones, La construcción
plazos y modalidades. Los hechos aducidos
de la verdad
y probados en los expedientes judiciales no
se presentan aislados ni separados unos de y la construcción social
otros. Se organizan finalmente en la sen- de la realidad desde
tencia, como en un relato. Un relato que
discursos como
es resultado de una interpretación. Y una
interpretación acerca de la realidad es el político o el jurídico
siempre un proceso que implica aspectos en una democracia
cognoscitivos pero que está cargado, ade-
nunca es totalmente
más, de valoraciones y de ideología. Como
se mencionó antes, siempre es posible neutral ni se alcanza
comparar y distinguir unas concepciones a partir de una
del mundo de otras y siempre se puede
mera deducción.
optar por alguna. Pero lo determinante es
que el juez, como cualquier otro mortal,
está siempre –sea consciente de esta cir-
cunstancia o no– incluido en un cierto
modo de mirar el mundo y desde allí cono- ni infalibles, como no las hay en un sistema
ce hechos y normas, asigna sentidos, com- democrático en el cual lo más interesante y
prende y juzga: construye una realidad y al mismo tiempo lo que es más atemoriza-
una verdad. Así, para la construcción de la dor, es su fragilidad: lo que caracteriza a la
verdad y para la construcción de un pasa- democracia es que carece de fundamentos
do que al menos nos prometa un futuro últimos. La peculiaridad de la democracia
mejor que lo que hemos vivido, es funda- consiste en que siempre está abierta a la
mental definir cuáles serán las reglas me- revisión y al cuestionamiento.
diante las cuales se indague la verdad jurí- La construcción de la verdad y la cons-
dica, y quiénes tendrán encomendada la trucción social de la realidad desde discur-
tarea de hacer esta indagación. Sabemos sos como el político o el jurídico en una
que no hay garantías jurídicas definitivas democracia nunca es totalmente neutral
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Alicia E. C. Ruiz

ni se alcanza a partir de una mera deduc- que puede darse de muy diversas maneras,
ción. De ahí la importancia del modo en en ese cruce, está la verdad que el Derecho
que organicemos esos relatos, esto es, de produce. Una verdad con efectos simbóli-
los criterios de interpretación que elijamos cos y dramáticamente reales. Cuando se
para conocer la realidad, los hechos acon- afirma en una decisión judicial que al-
tecidos. Porque lo que sucede en un expe- guien ha cometido un acto ilícito, que
diente judicial se asemeja a la labor de un alguien ha matado a otro esto implica una
historiador. Se trata de indagar acerca de condena y, por ejemplo, la privación de
lo que ya ocurrió, de lo la libertad para la perso-
que ya pasó y hay que na acusada, esto siempre
hacerlo mediante el des- y cuando se mire el caso
cubrimiento de ciertas hue- judicial como un hecho
llas. Y claro que uno elige El poder simbólico del individual y aislado. Sin
las huellas que le parecen embargo, hay más: sucede
discurso jurídico va
relevantes, y claro que, que el poder simbólico
según la perspectiva en más allá de las personas del discurso jurídico va
la que se ubique, encon- que son afectadas más allá de las personas
trará algunas huellas y de que son afectadas o be-
o beneficiadas
ninguna manera, adver- neficiadas directamente
tirá otras. directamente por la por la decisión de un
El Derecho presenta los decisión de un juez. juez. Los derechos hu-
acontecimientos como re- manos son, paradigmáti-
latos, pero el Derecho no camente, un campo en
es solo ese relato. El otro el que es visible este po-
elemento complicante que der del discurso jurídico
aparece es que junto a los hechos están las (Von Roermud: 1997).
normas y a ellas también es posible asig- He centrado mi análisis en el nivel del
narles sentidos diversos. Además, las nor- juez y no en el del legislador, para enfatizar
mas se presentan estructuradas como un la vinculación entre la construcción de la
sistema y, así como los hechos no están verdad y la construcción de la realidad.
aislados, tampoco las normas se encuen- Pero también podría extender algunas
tran desperdigadas. En esta articulación de estas consideraciones a la aprobación de
entre hechos y normas, que no es única, unas normas generales en lugar de otras.
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Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

Sin embargo, quiero subrayar que las de- der este camino hay que renunciar a la
cisiones judiciales que involucran dere- convicción de que existen verdades abso-
chos fundamentales tienen implicaciones lutas y desde luego, renunciar a toda forma
que trascienden a los directamente invo- de dogmatismo y tener siempre presente el
lucrados, porque a través de esa decisión carácter performativo del discurso jurídi-
judicial se está construyendo una cierta co. Por nosotros y por los que nos sucedan,
visión del pasado y con ella se abren algu- me parece que la apuesta debería ser esa:
nas posibilidades para el futuro y se exclu- ser capaces de renunciar a toda forma de
yen otras. dogmatismo. Esa renuncia nos es exigible
Como el futuro es contingente y azaro- muy especialmente a los operadores jurídi-
so y no tenemos ninguna certeza de lo que cos que tenemos una fuertísima tendencia
nos esperará, estoy convencida de que al a dogmatizar los conocimientos que po-
menos, lo que podemos plantearnos como seemos (sin duda por esto de manejarnos
un problema del presente, que nos com- siempre con normas) lo que nos lleva a
promete a todos, es cuál es la manera en la pensar que hay criterios precisos, induda-
que elegimos participar en esta forma de bles, para definir lo que debe ser y lo que
construir la verdad. Insisto, para empren- no debe ser, lo permitido y lo prohibido.

19
El papel de quien juzga
en un Estado de Derecho

Construir una justicia diferente implica Siempre todos estamos implicados en lo


poner en marcha un largo y difícil proceso, que hacen los buenos y los malos jueces
en el cual habrá que comprometer a mu-
… no tan sólo por lo que pudiera percibirse a
chas personas haciéndolas partícipes en la
primera vista, sino mucho más porque todos
transformación que se intenta, que es tanto
ellos, día a día y hora tras hora, hacen algo por
como decir, “hacerlos otros” y develar, al
las derechas o las izquierdas, y también por la
mismo tiempo, esa historia atravesada de
democracia o el totalitarismo, al gravitar so-
complicidades, de sombras y de miserias.
bre la vida social en forma específica, como
Hay que poner en crisis, pacientemen-
agentes del Derecho (Cossio: 1963). Ese
te, la imagen idealizada del juez que deci-
aporte lo realizan también con una eficacia
de “por encima de”, “más allá de” intereses
no menor, los jueces… que ignoran el al-
en pugna, contradicciones o valores opues-
cance de sus tareas, porque el referido aporte
tos. Deconstruir el estereotipo del “juez
siendo una cosa más vivida que pensada, está
neutro”. Y dotar de nuevos significados a
en función de la situación que defienden
expresiones como la “independencia judi-
esos agentes del Derecho, situación forzo-
cial”, la “supremacía de la ley” y el “Estado
samente referida a las principales estructu-
de Derecho”. Se trata, en fin, de remover
ras sociales… Todo el mundo comprende,
los obstáculos epistemológicos e ideológi-
claro está, que los jueces de nuestro mundo
cos que desdibujan la politicidad del Dere-
nos conciernen directamente, al menos por
cho y de la justicia. En el prólogo a Ideolo-
la posibilidad de que cualquiera de nosotros
gía y Derecho, Carlos Cossio señaló con
necesite recurrir a su amparo alguna vez y es
agudeza, cómo lo que hacen los jueces
obvio que para esta reflexión, aún siendo mí-
afecta a todos y cuánto de lo que hacen
nima, no es indiferente que los jueces sean
permanece oculto, tanto para ellos como
buenos jueces o malos jueces, cabales o tor-
para los demás mortales “sujetados” por
pes (Cossio: ob. cit.).
sus decisiones.
20
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

Pero para el hombre de la calle, ya no de organización social y política. Y como


es tan obvio que sus jueces les “concier- es el producto de muchas décadas de
nen”, aunque jamás sean actores, deman- prácticas autoritarias al interior del poder
dados, acusados o acusadores. Tampoco judicial, reemplazarlas exige no pocos es-
los jueces –insisto– son conscientes de fuerzos.
cuán significativa es su intervención en la En las democracias modernas la activi-
vida social. Ni por formación, ni por el dad creadora de los jueces, que se desarro-
modo en que cumplen su tarea, les es fácil lla a partir de la interpretación, es una
advertir que la justicia no es un valor in- actividad controlada por los principios
mutable, que la elección de una solución positivos de naturaleza garantista que se
para una situación concreta es la manifes- encuentran consagrados constitucional-
tación, más o menos clara, de una cierta mente. Hay un tránsito del Estado de De-
concepción y valoración de las relaciones recho al Estado constitucional, en el que
sociales existentes y de la vocación por las leyes se subordinan a los principios
mantenerlas o transformarlas. Cada vez constitucionales y los jueces también.
que un juez dice "fallo", su discurso "cons-
La sujeción del juez a la ley ya no es, como
tituye" cierta conducta en un acto santifi-
en el viejo paradigma positivista, sujeción a
cado por la ley o maldecido por ella. En
la letra de la ley cualquiera sea su significa-
definitiva, cada sentencia judicial no es
do, sino sujeción a la ley en cuanto válida,
un acto aislado, sino parte de esa práctica
es decir, coherente con la constitución. Y
social específica que llamamos Derecho,
en el modelo constitucional garantista la
que conlleva la carga legitimante del po-
validez ya no es un dogma ligado a la mera
der que le es propia.
existencia formal de la ley, sino a una cua-
La institución judicial, de modo alta-
lidad contingente de la misma ligada a la
mente eficaz, elude en el discurso sobre sí
coherencia de su significado con la consti-
misma que transmite y enseña a sus inte- tución, coherencia más o menos opinable
grantes, el carácter social y político de la (Ferrajoli: 1995)
magistratura. De ahí que muchos jueces
sirvan a fines e intereses que desconocen. El juez está obligado a aplicar la ley,
Esta distancia entre lo que "creen que pero –está claro ahora– que esta obliga-
hacen" y lo que "hacen en realidad" tiene ción sólo se satisface cuando para decidir
efectos terriblemente perversos en el la aplicación de cualquier norma del orde-
afianzamiento de modelos democráticos namiento, ese juez ha meditado previa-

21
Alicia E. C. Ruiz

que se asienta la democracia sustancial.


Precisamente –afirma Ferrajoli– por estar
El juez no podría garantizados a todos y cada uno de manera
(mejor sería decir no debería) incondicionada, incluso contra la mayo-
ría, a partir de la función atribuida a los
considerar la ley en forma jueces, es que éstos ostentan su propia
acrítica e incondicionada participación democrática.
sino someterla a la Los principios constitucionales, tal como
jerarquía constitucional, se los entiende en este contexto, son cons-
trucciones históricas incorporadas al Esta-
garantizando así
do de Derecho y al funcionamiento de una
los derechos sociedad democrática. Ninguna decisión,
en ella consagrados. por mayoritaria que fuere, podría abro-
garlos, salvo a través de los generalmente
complejos procedimientos de reforma cons-
titucional, que suponen amplia discusión
mente acerca de la adecuación de esa y participación calificada de la ciudadanía
norma a la constitución. No se trata en- (Cárcova: 1996).
tonces de una "aplicación mecánica", sino
del resultado de una lectura marcada por De aquí que el poder judicial sea un fac-
el conjunto de los principios constitucio- tor esencial de la viabilidad y supervivencia
nales. El juez no podría (mejor sería decir del pacto de sociabilidad que la constitu-
no debería) considerar la ley en forma ción expresa.
acrítica e incondicionada sino someterla a Los jueces tenemos, pues, sobre nues-
la jerarquía constitucional, garantizando tras espaldas la carga de sostener la vi-
así los derechos en ella consagrados. Allí gencia irrestricta de los derechos funda-
radica, sustancialmente, el fundamento de mentales, pues no son otra cosa que los
legitimidad de la jurisdicción. Una legiti- principios constitucionales a los que es-
mación no equiparable a la que proviene tamos aludiendo. Y debemos cumplir con
de la representación política, derivada de este deber, cada día, en cada acto concre-
la voluntad mayoritaria, sino que concier- to que realizamos, porque tales derechos
ne a la tutela de la intangibilidad de dere- no son valores inmutables ni transhistó-
chos fundamentales consagrados sobre los ricos. Son el resultado de largas luchas
22
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

sociales, concreción del sueño de miles constitución una parte sustancial de nues-
de hombres y mujeres de carne y hueso, tra "cultura", cuando asumamos por fin,
que no merecen ser traicionados y, es- que "decir el Derecho" y "resolver las cau-
peranza –aunque incompleta– para las sas" es tanto como aplicar, día tras día, las
generaciones por venir. Productos hu- cláusulas constitucionales. Cuando apren-
manos como la democracia y la constitu- damos que el orden jurídico se lee desde la
ción necesitan del esfuerzo, el compro- "constitución", que cada ley, cada decreto,
miso y la atención constantes. No pueden cada resolución sólo podrán utilizarse co-
ser descuidados ni postergados. Sabemos mo marco para la decisión concreta, luego
que no basta declararlos y que tornarlos de haberlas sometido al test de constitu-
efectivos no es tarea sencilla. Pero si la cionalidad.
magistratura asume la parte que le corres- La supremacía de la constitución no es
ponde en esta empresa, estaremos más el resultado de ninguna operación lógica al
cerca de lograrlo. Los jueces deberemos interior de un sistema de normas, sino de
comprender que seremos más indepen- su afirmación incansable como criterio úl-
dientes cuanto más directa y manifiesta- timo de interpretación y como principio
mente nos involucremos en hacer de la legitimador de prácticas sociales.

Productos humanos como la democracia y la constitución


necesitan del esfuerzo, el compromiso y la atención constantes.
No pueden ser descuidados ni postergados.

23
El sujeto:
categoría histórica

Para comprender la complejidad de las internalizado, como universal y ahistóri-


operaciones discursivas es necesario vol- co, que es el que justamente estamos cues-
ver al sujeto de Derecho. Ese sujeto libre y tionando. Ese modelo se le aparece como
autónomo que el Derecho afirma es, en sí su propia imagen frente al espejo: cada
mismo, una categoría histórica y también uno es el “hombre”, la persona que el De-
lo son las cualidades que se le atribuyen. recho dice que es. Sin identificación no
Corresponde a una determinada organi- hay identidad.
zación social y política donde símbolos e Por otra parte, lo ilícito, la libertad, la
imaginario social se corresponden con responsabilidad, la imputabilidad, la cul-
ese sujeto para actuar y decidir con volun- pabilidad, el papel reconocido a la violen-
tad. Se trata de desmontar la ficción de la cia en el marco de lo jurídico, los meca-
libertad y la autonomía, como cualidades nismos para obtener el consenso, la
que hacen a la esencia de lo humano, para direccionalidad de la represión no son só-
proponer, en cambio, que no hay sujeto lo expresiones normativas. Son instru-
libre y autónomo, que no hay sujeto como mentos del poder para consagrar a quienes
unidad indivisible, completa y subsistente existen como sujetos de Derecho. Podría
fuera de las formas sociales que lo consti- pensarse a las categorías jurídicas como
tuyen y de las ilusiones que lo sostienen. “estrategias del discurso” que permiten
“La humanidad”, la “vida humana”, lo articular pasajes abruptos entre lo real, lo
“humano”, el “hombre” no son realidades imaginario y lo simbólico tal como Kriste-
dadas de una vez para siempre que se tra- va propone considerar las categorías lin-
ducen en conceptos generales y abstrac- güísticas (Kristeva: 1976).
tos. Tampoco lo es “la criminalidad”, el Es desde la institución jurídica que las
“delincuente”, el “marginado”. Sin embar- personas toman conciencia de sí, se ven
go, los individuos concretos se miran y se siendo como dicen que son las palabras
reconocen entre sí a partir de un modelo que las aluden. Uno aprende que la ley
24
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

existe al mismo tiempo que queda defini- cazmente el carácter constituyente que
tivamente marcado por su ingreso al cada una conlleva. No hay momento de
mundo de lo jurídico y, a su vez, las per- la constitución del sujeto, y después,
sonas no inventan el Derecho después una serie de incontables apelaciones a
de estar constituidos como sujetos, como ese sujeto.
no hacen historia sin ser parte de esa La serie de interpelaciones constitu-
historia. Los individuos no son “sujetos yentes no ocurre sólo desde el nivel nor-
de Derecho” sino que son “sujetos barra- mativo del discurso. En el campo del
dos” en el sentido lacaniano. El Derecho imaginario social su importancia es aún
los interpela y los constituye. Interpela- mayor. En todo ese espacio en el que el
ción y constitución remiten a la dimensión discurso jurídico produce significaciones
ideológica del discurso jurídico. La inter- es donde la ficción del sujeto de Derecho
pelación no es única, el Derecho interpela cumple más adecuadamente su papel.
de modos diversos y múltiples, no hay Las personas que viven y sufren día a día,
todo; el juego interpelatorio es hetero- muchas veces sin conciencia, las marcas
géneo. que el Derecho les imprime se miran,
Lo propio de las interpelaciones de los se reconocen, se atribuyen conductas, se
discursos sociales concretos es que ellas sienten ubicadas o creen que otras perso-
son también concretas. Cada interpelación nas están puestas en los espacios que “la
está dirigida a ciertos individuos que su- ley” determina. Es la ilusión de autono-
puestamente ya están constituidos como mía, la ilusión de una subjetividad no
sujetos de Derecho. Aquí aparece la es- condicionada por las relaciones sociales
tructura ficcional que mantiene la inte- y de poder, que ocultan el orden de lo
gridad del discurso. Es como si hubiese simbólico que preexiste al sujeto. Es ese
en el origen algún sujeto de Derecho al orden de lo simbólico el que le fija posi-
cual dirigirse, al cual calificar, permitir o ciones, deseos, proyectos que él cree obra
prohibir y porque él está primero es que, y producto de sí mismo, o que lo hace
en un segundo momento, “la ley” lo alu- sentirse privado de todo, silenciado, obli-
de, le habla, lo autoriza, lo interdicta, le gado a callar o simplemente no escucha-
establece algún lugar en el campo de la do. Así, el discurso jurídico elabora for-
legitimidad o lo excluye de él, le otorga mas de marginalidad, las dota de sentido,
la palabra o lo priva de ella. Esta sucesión racionaliza los criterios mediante los
de interpelaciones particulares oculta efi- cuales se marcan sus límites, así legítima
25
Alicia E. C. Ruiz

psicoanalistas. La “identidad” preocupa a


los cientistas sociales todos. Y también a los
El discurso jurídico, filósofos del Derecho.
La interculturalidad, la segregación,
con otros discursos la asimilación son respuestas normati-
sociales, construye vas situadas en un plano normativo. Ese
una red de plano no es el de los hechos, sino el de
los ideales, valores, principios (De Lu-
significaciones
cas: 1996). El discurso del Derecho in-
en la que todos terviene en el conflicto tanto como el
quedan atrapados. de la política, y más que cualquier otro
discurso social. Quiero decir con esto
que no hay forma, desde el campo iusfi-
losófico, de escapar al fenómeno de la
los tipos de exclusiones y de censura, así multiculturalidad, en las formas alta-
condena a la pérdida de la identidad o a mente conflictivas que lo caracterizan y
la aceptación irremediable de una iden- a cuya configuración, el Derecho con-
tidad condenada, reprobada. De este tribuye de manera notoria.
modo, el discurso jurídico, con otros dis- Las políticas sociales, las de inmigra-
cursos sociales, construye una red de ción, de ciudadanía, el aumento o la
significaciones en la que todos quedan disminución de los niveles de protección
atrapados. en el trabajo, en la salud, en la educa-
La “identidad” es la gran cuestión en ción, en las prácticas religiosas o en las
un mundo multicultural y fragmentado, políticas de género que afectan el grado
donde abundan las diferencias y las des- de integración o de discriminación entre
igualdades, y donde, cada día, emergen grupos o individuos, se concretan y se
nuevas reivindicaciones de minorías étni- aplican mediante instrumentos jurídicos
cas, nacionales, sociales, de género, indi- e implican la primacía de unos valores
viduales y colectivas, cargadas de conflic- sobre otros, de algunos modelos de orga-
tividad. Y son muchas las veces en que el nización y de relaciones sociales, pero
reclamo, la propuesta, la exigencia se no de cualquiera.
expresan jurídicamente. La “identidad” Hablar de ciudadanía, de conflicto cul-
no es un coto privado de antropólogos o tural, de crisis de las identidades son ma-
26
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

neras de entrar al debate acerca de la ticulares, sino como parte de una lucha
igualdad y la diferencia, o tal vez es mejor omniabarcante y epocal entre universali-
decir, de las igualdades y las diferencias. dad y particularismos, la noción de pue-
Abandonar la “singularidad” no es un blos sin historia expresa precisamente la
simple juego de palabras. Es hacerse car- incapacidad de estos para representar lo
go de que la emancipación significaba en universal” (Laclau: ob. cit.). Puede pare-
el proyecto de la modernidad la elimina- cer que no hay forma de salvar el abismo
ción de las diferencias, la concreción de entre lo universal y lo particular, “lo que
una sociedad reconciliada a través de la equivale a decir que lo universal no es más
realización de una pura esencia humana, que un particular que en algún momento
mientras que hoy “...consiste, por el con- ha pasado a ser dominante, y que no hay
trario, en la afirmación del carácter manera de alcanzar una sociedad reconci-
constitutivo e inerradicable de la dife- liada” (Laclau: ob. cit.). La apelación al
rencia” (Laclau:1995). puro particularismo, especialmente en
La lucha por la extensión de las garan- sociedades complejas, no es una solución,
tías y por los “derechos humanos” como porque ningún particularismo “puede afir-
derechos de todos y todas coincide con marse independientemente de cualquier
este reconocimiento del “carácter consti- contenido y de la apelación a una univer-
tutivo e inerradicable de la diferencia”. En salidad que lo trascienda” (Laclau: ob.
tanto que garantías y derechos humanos cit.). Si lo único válido es la afirmación de
se asocian a una concepción universalista, un particularismo determinado (las muje-
la postulación de las diferencias remite, al res, los negros, los homosexuales) y no
menos en un principio, a formas propias pretendo sostener simultáneamente la
del particularismo. ¿Es posible abordar idea de una armonía preestablecida, debo
ambas cuestiones en un mismo discurso asumir que existirán choques con otros
jurídico? grupos también particulares (los racistas,
En la modernidad, Europa universalizó los sexistas, los homofóbicos). Y el proble-
su propio particularismo y “la expansión ma es complejo. Primero, porque no hay
europea tuvo que ser presentada en térmi- modo de enfrentar tales conflictos sin la
nos de una función universal civilizato- suposición previa de que ellos se desen-
ria... en consecuencia las resistencias de vuelven en un espacio más grande que el
otras culturas fueron presentadas, no co- del grupo, sector o comunidad que lucha
mo lucha de identidades y culturas par- por su reconocimiento. Segundo, porque
27
Alicia E. C. Ruiz

ni la manera en que la situación puede se construye y/o se preserva el “orden de-


desarrollarse, ni la posibilidad de su supe- mocrático” en el marco de tales situacio-
ración están garantizadas, y menos aún lo nes? En primer lugar, se trata de asumir el
está la definición final. Es decir que así conflicto y no negarlo o apostar a que es
como no hay armonía preestablecida, factible su superación definitiva. En tanto
tampoco hay premisas políticamente neu- la novedad de la democracia reside en su
tras que permitan el consenso, el estable- falta de fundamento último, en su cons-
cimiento de reglas y la primacía de los tante posibilidad de volver incansable-
principios que compartimos. Hay que es- mente sobre sí misma para cuestionarse, la
tar dispuestos a aceptar que muchas veces pluralidad de concepciones del bien no es
los mecanismos a través de los cuales se algo negativo, por el contrario es necesaria
regulará el conflicto están muy lejos de para que el sistema se preserve como de-
corresponderse con modelos progresistas mocrático. En segundo lugar, hay que
o “políticamente correctos”. aceptar que en la democracia el disenso es
Los valores democráticos y liberales tanto o más importante que el consenso.
definen un juego, sólo uno posible entre Claro que un cierto consenso es impres-
muchos otros, y no el único. Las democra- cindible, porque sin él las instituciones
cias liberales occidentales no son la solu- propias de la democracia no serían conce-
ción universal a la coexistencia humana bibles, pero es en la afirmación de la figura
ni la forma de convivencia racional entre del disidente (el extranjero, el migrante,
los hombres. No se trata de buscar los argu- el “otro”) como referente necesario donde
mentos necesarios desde una teoría moral comienza el difícil proceso de construc-
universalista y racional para legitimar las ción de prácticas democráticas.
instituciones democráticas, sino más bien En realidad, no se puede tomar seriamente
de advertir que la construcción de prácti- la existencia de una pluralidad de valores
cas democráticas supone creencias y dis- legítimos sin reconocer que van a entrar
cursos compartidos. Si hablamos de prác- en conflicto. Y este conflicto no puede
ticas, nos acercamos a los aspectos más visualizarse simplemente en términos de
problemáticos del funcionamiento de un intereses en competencia que pueden ser
orden democrático. resueltos y acomodados sin ninguna vio-
El pluralismo supone conflictos de valo- lencia. Muchos conflictos son antagónicos,
res que pueden ser irresolubles cuando porque tienen lugar entre interpretaciones
se trata de valores fundamentales ¿Cómo enfrentadas de los valores ético-políticos

28
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

comprendidos en las instituciones demo-


crático-liberales... la política, en especial
la política democrática, no puede nunca El Derecho forma parte de
superar el conflicto y la división. Su obje-
la búsqueda inacabable
tivo es establecer la unidad en un contexto
de conflicto y diversidad; está ocupada en de una manera de superar
la formación de un nosotros en oposición el conflicto, búsqueda
a un ello. Lo específico de la democracia
sin fin mientras
política no es la superación de la oposición
ellos/nosotros sino la manera diferente en estemos en democracia.
que es manejada (Mouffe: 1998).

El Derecho forma parte de la búsqueda


inacabable de una manera de superar el en cuyo devenir unos y otros mutan y se
conflicto, búsqueda sin fin mientras este- transforman.
mos en democracia, búsqueda imposible El discurso del Derecho nos sitúa, nos
de satisfacer que, sin embargo, no puede hace ser “personas” ante “otras personas”,
abandonarse sin riesgo. Se trata de una fija la oposición nosotros/ellos de la que
situación paradójica: el Derecho entra en habla Chantal Mouffe. En una democra-
la escena como un discurso destinado a cia, tal vez el intento pase por dar vuelta a
resolver lo que no tiene solución si al la noción de igualdad para caracterizar un
mismo tiempo queremos preservar la de- tipo peculiar de oposición. No queremos
mocracia. Siempre estaremos “unos” y que se nos interpele y se nos constituya
“otros”, y siempre existirá antagonismo como iguales a costa de nuestra desgracia,
en las relaciones sociales, porque no hay de nuestro sometimiento, de nuestro silen-
manera de ser “uno” sin reconocer a un cio y de nuestra resignación a ser como y a
“otro”. No habrá diferencia si la negamos, estar donde otros ordenen, sino de asegu-
la eliminamos o la borramos. Si acaba- rar la igualdad de los diferentes y siempre
mos con el extranjero, el migrante, el que tengamos la oportunidad de participar
excluido, ya no seremos lo que somos. No en las decisión de “cuáles diferencias” son
aseguramos nuestra propia identidad sino las relevantes.
a través de la convivencia con otras iden- ¿Cómo explicar la configuración de la
tidades. Convivencia traumática, difícil, mujer como “sujeto de Derecho”? Cómo

29
Alicia E. C. Ruiz

hablar acerca del impacto del discurso jurí- análisis de la identidad. Laclau se pregunta
dico en la definición de la identidad feme- por el lugar del sujeto, del lenguaje y de la
nina, evitando una recaída esencialista, y ideología en la producción del orden so-
sin perder la mirada crítica, esto es, procu- cial. Experimenta con los conceptos, inda-
rando ir más allá de las normas (lo que no ga acerca de cómo se constituye un orden
significa desconocer su importancia) para social, siempre contingente e incompleto,
revelar cuánto de lo que el Derecho impo- y presenta una teoría de la subjetividad en
ne (y cuanto de lo que es posible transfor- relación con una teoría del orden político
mar) está ligado a la producción, circula- (Schuster, F.L.: 1997).
ción y consumo de sentidos establecidos Un primer dato es el carácter histórico
por las tradiciones judiciales, las postula- y social de las identidades. Al construir
ciones de la dogmática y el imaginario una identidad, se actualizan algunas de las
social. Y hay más, se trata de sostener que posibilidades estructurales de la sociedad y
la negación de cualquier forma esencial de lo se dejan de lado las restantes, a través de
femenino no conlleva la imposibilidad de estrategias de afirmación y de reconoci-
actuar para cambiar lo dado. miento. Laclau subraya que “... no hay
La observación de Chantal Mouffe se ningún cambio histórico importante, en
orienta en la misma dirección, cuando di- el que la identidad de todas las fuerzas in-
ce que tervinientes no sea transformada...” (La-
clau, E.:1996).
… la ausencia de una identidad esencial
La constitución de una identidad supo-
femenina y de una unidad previa… no
ne un juego con otras identidades. En ese
impide la construcción de múltiples for-
juego todas ellas se resignifican. Ninguna
mas de unidad y de acción común. Como
está garantizada en lo que “es”, no es per-
resultado de la creación de puntos noda-
manente ni invariable. Si aparecen nuevas
les, pueden tener lugar fijaciones parciales
identidades, las que ya están dadas se
y pueden establecerse formas precarias de
transforman, aún cuando resistan para
identificación alrededor de la categoría
preservarse “sin mácula”. Si algunas des-
‘mujeres’, que provean la base para una
aparecen o son destruidas, la superviven-
identidad feminista y una lucha feminista
cia de las demás se ve, cuanto menos,
(Mouffe.: 1998).
amenazada.
Ernesto Laclau (1987, 1990, 1996, 1997) Ahora bien, en ese proceso, algo se deja
y Chantal Mouffe proponen un sugerente fuera, algo no se incorpora, algo se excluye,
30
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

de donde la afirmación de una diferencia por ejemplo entre forma y materia, entre
es condición de existencia de toda identi- esencia y accidente, entre negro y blanco,
dad. Lo excluido, el “exterior constituti- entre hombre y mujer. La idea de “exte-
vo” de cualquier identidad individual o rior constitutivo” ocupa un lugar decisivo
colectiva, son los otros, ya se trate de en mi argumento, pues, al indicar que la
grupos, comunidades, actores sociales, condición de existencia de toda identidad
clases. Es fundamental, en este análisis, es la afirmación de una diferencia, la de-
advertir que no hay identidades auto- terminación de un “otro” que le servirá de
poiéticas; que el otro, algún otro u otros “exterior”, permite comprender la perma-
(reales o imaginarios) están siempre pre- nencia del antagonismo y sus condiciones
sentes, como antagonistas, y que lo están de emergencia. En efecto, en el dominio de
en su exclusión. En el mismo sentido, las identificaciones colectivas –en que se
Derrida apunta que, construir una identi- trata de la constitución de un “nosotros”
dad implica la exclusión de algo y el esta- por la delimitación de un “ellos”– siempre
blecimiento de una cierta jerarquía entre existe la posibilidad de que esta relación
los polos resultantes. nosotros/ellos se transforme en una rela-
En otros términos, en el proceso de ción amigo/enemigo, es decir que se con-
construcción de una identidad, siempre al- vierta en sede de un antagonismo. Esto se
go se deja fuera, algo no se incorpora, con produce cuando se comienza a percibir al
lo que lo excluido pasa a ser el exterior de otro, al que aquí se consideraba según el
aquella. La presencia de este exterior hace simple modo de la diferencia, como nega-
que Laclau sostenga que la identidad está ción de nuestra identidad. A partir de ese
siempre dislocada. A partir de esta concep- momento, sean cuales fueren las relacio-
tualización resulta más clara la primacía de nes nosotros/ellos, ya se trate del orden
lo político en la forma según la cual las religioso, étnico, económico o de cual-
identidades se organizan. quier otro (esas relaciones), se convierten
en políticas, en el sentido schimittiano
Esta noción –que alimenta una plura-
del término (Mouffe: 1998).
lidad de movimientos estratégicos que,
como la concibe Derrida, son posibles También el poder, entonces, está presen-
gracias a indecidibles tales como “suple- te en la constitución de toda identidad, la
mento”, “trazo”, “diferencia”, etc.– indica cual es, en sí misma, un acto de poder, de
que toda identidad se construye a través modo que sin poder no habría identidad
de parejas de diferencias jerarquizadas: (ni identidades). La afirmación parcial de
31
Alicia E. C. Ruiz

cada identidad depende de su capacidad considerarlos conjuntamente, abre un in-


de reprimir aquello que la amenaza (poder teresante campo de reflexión para los ju-
contra poder). El poder no es, entonces, ristas dispuestos a mirar "más allá" de la
externo a dos identidades constituidas, si- pura normatividad.
no que las integra y las define. Por tanto, la Debemos volver una y otra vez a desta-
desaparición radical del poder equivaldría car que el Derecho no es, únicamente, un
a la disolución del tejido social, ya que en conjunto de normas, ya que no estamos
toda sociedad, aún en las dispuestos a abandonar
que se proclaman más li- una postura antiesencia-
bres, el poder es condi- lista y crítica. En la cons-
ción de identidad. La desaparición titución del sujeto de De-
No hay identidad social radical del poder recho, así como en el
o individual, pues, que se reconocimiento de iden-
sitúe más allá del cruce de equivaldría a la tidades individuales o co-
la política con el poder. O, disolución del tejido lectivas, están presentes
dicho de otro modo, no social, ya que en todos los niveles del dis-
hay identidad social o in- curso jurídico. Un discurso
dividual que no esté apre- toda sociedad, aún social que interactúa, ade-
sada por la contingencia. en las que se más, con otros discursos
¿Y el Derecho? La teo- proclaman más libres, sociales, como el de la
ría crítica (o algunas de política o el de la moral.
las múltiples versiones que el poder es condición
Así, sucede que las cua-
se autodenominan críti- de identidad. lidades que definen a la
cas) insiste en que el dis- “mujer honesta” no están,
curso jurídico se sitúa en realidad, escritas en la
como legitimador del po- ley, pero es la “honestidad
der, como instituyente de unas relaciones jurídicamente valorada” la que determinará
sociales en desmedro de otras, como orden que una mujer de carne y hueso sea o no
constitutivo de la subjetividad, a través de alcanzada por la condena o la protección
múltiples interpelaciones que se articulan del Código Civil o del Código Penal. El
con relativa –sólo relativa– estabilidad. concepto de honestidad que el Derecho
Estas tesis se acercan al enfoque que sos- hace suyo se integra con prescripciones
tienen Ernesto Laclau y Chantal Mouffe y, normativas, creencias depositadas en el

32
Teoría crítica del Derecho y cuestiones de género

imaginario social, teorías sustentadas por discursos que tratan de proveer una articu-
los juristas, interpretaciones enunciadas lación entre ellas desde diferentes puntos
por los jueces, concepciones ideológi- de partida. Por eso, cada posición de suje-
cas, conocimientos científicos propios to se constituye dentro de una estructura
de una época y de una sociedad. La ins- discursiva esencialmente inestable, puesto
talación de la mujer como sujeto de que se somete a una variedad de prácti-
Derecho supone este proceso complejo cas articulatorias que constantemente la
de asignación de sentidos a la “ley”. Las subvierten y transforman. Por eso, no hay
mujeres son interpeladas por el discurso ninguna posición de sujeto cuyos vínculos
jurídico, adquieren (una) identidad y con otras estén asegurados de manera defi-
son sujetos según cómo y con los alcan- nitiva y, por tanto, no hay identidad social
ces que resulten de las múltiples formas que pueda ser completa y permanentemen-
en que el Derecho se dirige a ellas. Se te adquirida. Esto no significa, sin embargo,
trata de una cuestión decisiva, porque que no podamos retener nociones como
del orden en que se articulen las diver- ‘clase trabajadora’, ‘varones’, ‘mujeres’, ‘ne-
sas interpelaciones dependerá, en buena gros’ u otros significantes que se refieren
medida, lo que “la mujer sea” para sí a sujetos colectivos. No obstante, una vez
misma y para los demás. La importancia que se ha descartado la existencia de una
del concepto de “articulación” en el dis- esencia común, su estatus debe ser conce-
curso del Derecho es similar a la que le bido en términos de lo que Wittgenstein
otorga Chantal Mouffe al reflexionar en designa como ‘semejanza de familia’, y su
torno al discurso político. unidad debe considerarse el resultado de
una fijación parcial de identidades median-
Negar la existencia de un vínculo a priori,
te la creación de puntos nodales (Mouffe,
necesario, entre las posiciones de sujeto,
Ch.: 1998).
no quiere decir que no haya constantes es-
fuerzos para establecer entre ellas vínculos De ahí que valga la pena enfatizar que
históricos, contingentes y variables. Este la cuestión del sujeto, de la ciudadanía y
tipo de vínculo que establece una relación de la identidad son claves para apuntar a
contingente, no predeterminada, entre va- una sociedad radicalmente democrática y
rias posiciones es lo que designamos como plural.
‘articulación’. Aunque no existe un vínculo En la línea de Butler, los sujetos son
necesario entre diferentes posiciones de su- producidos mediante prácticas excluyentes
jeto, en el campo de la política, siempre hay y legitimadoras que se invisibilizan como
33
Alicia E. C. Ruiz

tales, entre las cuales las jurídicas son alta- del sujeto, un exterior abyecto que después
mente eficaces en el proceso de naturaliza- de todo es interior al sujeto como su propio
ción de algunos individuos, de algunos repudio fundamental (Butler: 1993).
cuerpos, de algunas identidades.
Ninguna vida, ningún cuerpo, nada de
“Asumir” un sexo en el marco de los
lo que selectivamente es denominado hu-
medios discursivos que corresponden al
mano recibe esa calificación porque perte-
imperativo heterosexual permite ciertas
nezca a un orden natural o universal, or-
identificaciones sexuales e impide otras.
den que está discursivamente construido y
Esta matriz excluyente mediante la cual se atravesado por el poder.
forman sujetos requiere pues la producción La “condición humana” de la que solo
simultánea de una esfera de seres abyectos, algunos disfrutan está sostenida en las múl-
de aquellos que no son ‘sujetos’ pero que tiples exclusiones que constituyen el lado
forman el exterior constitutivo del campo oscuro de la categoría de “humanidad”.
de los sujetos. Lo abyecto designa aquí pre- Comparto la tesis de Ernesto Laclau de que
cisamente aquellas zonas ‘invisibles’ o ‘in- nuestra humanidad es, como el sujeto, una
habitables’ de la vida social, que sin embar- entidad a construir desde una perspectiva
go, está densamente poblada por quienes que renuncie a fundamentos ontológicos
no gozan de la categoría de sujetos, pero (Laclau: 1993). Es pues un desafío al que los
cuya condición de vivir bajo el signo de lo operadores jurídicos, y en particular los jue-
invisible es necesaria para circunscribir la ces, no podemos dejar de lado. Y para satis-
esfera de los sujetos. Esta zona de inhabi- facerlo no basta la buena voluntad. Estamos
tabilidad constituirá el límite que defina exigidos a apropiarnos de nuevas miradas
el terreno del sujeto; constituirá ese sitio teóricas y a transformar la forma en que
de las identificaciones temidas contra las ejercemos el poder del que disponemos. Só-
cuales –y en virtud de las cuales– el terre- lo así tiene sentido hablar de la vulnerabili-
no del sujeto circunscribirá su propia pre- dad de tantos y tantos habitantes de este
tensión a la autonomía y a la vida. En este planeta y de pregonar el valor de hacer de la
sentido, el sujeto se constituye a través de justicia un lugar al que todos puedan llegar.
la fuerza de la exclusión y la abyección, una Nadie debería morir “ante las puertas de la
fuerza que produce un exterior constitutivo ley”… ni de los tribunales.

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36
La autora

Alicia Enriqueta Carmen Ruiz

Jueza del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de


Buenos Aires desde 1998.
Coordinadora de la oficina de género del Tribunal Superior
de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Profesora titular de Teoría General y Filosofía del Derecho de
la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Directora de la carrera de especialización en Magistratura de la
Escuela de Servicio de Justicia de la Universidad Nacional de
La Matanza, creada por resolución conjunta del Ministerio Públi-
co Fiscal de la Nación y el Ministerio Público de la Defensa de la
Nación en julio de 2013.
Realiza en forma permanente actividad docente y de investiga-
ción en distintas universidades e instituciones del país y del ex-
tranjero.
Ha publicado libros y numerosos artículos y ensayos en revistas
en Argentina y en el exterior.

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Teoría crítica del Derecho y cuestiones
de género se terminó de imprimir en Talleres
Gráficos de México, Av. Canal del Norte 80,
colonia Felipe Pescador, 06280, México, D. F., en
el mes de diciembre de 2013. El cuidado de la
edición estuvo a cargo de María Teresa Sánchez
Hermosillo, analista correctora de estilo. El
tiraje fue de 10 000 ejemplares impresos en
papel bond de 75 gramos y forros en
cartulina cuché mate de 210
gramos. Se utilizaron las
fuentes tipográficas
Goudy y Candara.

Esta obra se difunde en formato pdf en la Biblioteca Electrónica


del Instituto Electoral del Distrito Federal desde el 23 de junio de 2014.

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