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Sigmund Freud

Sigmund Freud, nació en Freiberg,


en la actual República Checa, en
1856. Su padre fue un
comerciante en lanas que, en el
momento de nacer él, tenía ya
cuarenta y un años y dos hijos de
matrimonio anterior.

En su edad madura, influyó la


situación familiar un tanto
enredada tuvo como
consecuencia la de despertar su
curiosidad y aguzar su
inteligencia.

En 1859, debido a la crisis económica, la familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos
años. Aunque siempre detestó Viena, Sigmund Freud residiría en esta ciudad hasta un año
antes de su muerte: pese a la intervención de Roosevelt y Mussolini, en junio de 1938 se vería
obligado por ser judío (sus obras habían sido quemadas en Berlín en 1933) a emprender el
camino del exilio hacia Londres.

En 1873, Freud finalizó sus estudios secundario. Después de considerar la posibilidad de cursar
estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino
movido por una cierta intención de estudiar la condición humana desde la ciencia.

A mitad de la carrera empezó a dedicase a la investigación biológica, y trabajó en un


laboratorio interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía
del cerebro humano.

En 1882 conoció a Martha Bernays, su futura esposa. El deseo de contraer matrimonio hace
que dejara su carrera de investigador y se decidiera a ganarse la vida como médico.

Desde 1882 hasta agosto de 1885 trabajó como residente en diversos departamentos del
Hospital General de Viena, decidiendo especializarse en neuropatología. En 1884 se le encargó
un estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína y la experimentó en su persona. No se
convirtió en un toxicómano, pero causó algún que otro estropicio, como el de empujar a la
adicción a un amigo con morfinomanía, agravando su caso.

En 1885 se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo


largo de toda su carrera. La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó ese mismo
año a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la
Salpêtrière bajo la dirección de Jean-Martin Charcot, por entonces el más importante
neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos
de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma.
En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos la menor de las cuales, Anna
Freud, llegó a convertirse en psicoanalista infantil. Poco antes de casarse, Freud abrió una
consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y la hipnosis para el
tratamiento de las enfermedades nerviosas.

La teoría de Freud
Su punto de partida es el "inconsciente psicológico". Según Freud, lo fundamental en el orden
psicológico es la zona inconsciente. El inconsciente es dinámico y ejerce una presión constante
sobre el plano consciente y, por lo tanto, en la conducta de la persona. Este inconsciente está
constituido por instintos, pero bajo la acción del mundo exterior, lo inconsciente ha sufrido
una transformación, que es la conciencia, una fuerza también capaz de oponerse a los
impulsos del inconsciente. Entre la conciencia y el inconsciente existe el "pre-consciente", un
intermediario, formado por fenómenos inconscientes, y que son capaces de hacerse
conscientes. Pero para esto, deben sufrir una serie de operaciones deformadoras: la censura,
que también es adquirida por la acción del medio exterior, por medio de la educación.

El inconsciente, la conciencia y la censura (denominadas posteriormente por


Freud como "ello", "yo" y "súper-yo" respectivamente), constituyen las tres fuerzas
fundamentales del psiquismo. Entre ellas existen relaciones dinámicas y de su combinación
resulta la personalidad total o aparato anímico. Así pues, el Ello, el Yo y el Superyó son los
conceptos que Freud utilizó para referirse al conflicto y la lucha de fuerzas antagónicas que,
según él, rigen nuestra forma de pensar y de actuar. El objetivo del psicoanálisis era, por lo
tanto, encontrar la verdadera naturaleza de los conflictos y los bloqueos que según Freud
estaban en la base de la psicopatología.

1. El Ello

Freud proponía que el Ello o Id es la estructura de la psique humana que aparece en primer
lugar. A diferencia de lo que ocurre con el Yo y el Superyó, está presente desde que nacemos,
y por lo tanto durante los primeros dos años de nuestras vidas es la que manda a lo largo de
ese periodo de tiempo.

El Ello se mueve a partir del principio del placer inmediato, y por eso lucha por hacer que las
pulsiones( impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana que tiene su
fuente en una excitación interna (un estado de tensión percibida como corporal) y que se
dirige a un único fin preciso: suprimir o calmar ese estado de tensión.) primarias manejen la
conducta de la persona, independientemente de las consecuencias a medio o largo plazo que
eso pueda conllevar. Por ello se suele considerar que el Ello es "la parte animal" o "instintiva"
del ser humano.

2. El Yo

Esta instancia psíquica surgiría a partir de los dos años y, a diferencia del Ello, se regiría por el
principio de la realidad. Eso significa que el Yo está más enfocado hacia el exterior, y nos lleva
a pensar en las consecuencias prácticas y los problemas de lo que hacemos. Esto hace que se
enfrente al Ello para aplacar las pulsiones que emanan de él, para lo cual utiliza
los mecanismos de defensa.

En definitiva, el Yo es, según la teoría de Sigmund Freud, la instancia psíquica que se encarga
de hacer que la fuerza del Ello no tome el control del cuerpo llevándonos a situaciones
catastróficas a corto plazo, y que la del Superyo no llegue a asfixiarnos por su carácter
restrictivo. No es simplemente una entidad que limita la influencia de las otras dos, sino que se
rige por una lógica distinta: la de la supervivencia.

3. El Superyó

El Superyó aparecería según Freud a partir de los 3 años de vida, y es consecuencia de la


socialización (básicamente aprendida a través de los padres) y la interiorización de normas
sociales. Es la instancia psíquica que vela por el cumplimiento de las reglas morales. Es por eso
que el Superyó presiona para realizar grandes sacrificios y esfuerzos con tal de hacer que la
personalidad de uno mismo se acerque lo máximo posible a la idea de la perfección y del bien.

Como el Ello rechaza totalmente la idea del sometimiento a la moral y el Yo, a pesar de tratar
de frenar las pulsiones, también se mueve por objetivos egoístas centrados en la supervivencia
y lo pragmático de adaptarse al entorno, El Superyó se enfrenta a ambos. Para el padre del
psicoanálisis, es Superyó tiene sentido en un contexto en el que la influencia de la sociedad
nos obliga a adoptar conductas de vigilancia de uno mismo para evitar los problemas con los
demás.

El equilibrio entre las fuerzas


Freud creía que todas estas partes de la psique existen en todas las personas y, a su modo, son
parte indispensable de los procesos mentales. Sin embargo, también creía que la lucha entre el
Ello, el Yo y el Superyó en ocasiones puede generar descompensaciones que producen
sufrimiento y la aparición de psicopatologías, por lo que se debía tratar de re-equilibrar las
fuerzas a través del psicoanálisis. De hecho, una de las características de las teorías de Freud
es que crean un concepto de la salud mental en la que los trastornos son lo más común

Por ejemplo, si el Superyó llega a imponerse, la represión de pensamientos y emociones puede


llegar a ser tan excesiva que periódicamente se producen crisis nerviosas
Por otro lado, si el Ello predominaba, esto podía dar paso a la sociopatía, una impulsividad
que pone en peligro tanto a la persona que la experimenta como a los demás, ya que la
prioridad absoluta es satisfacer necesidades con urgencia.

Este concepto de equilibrio entre fuerzas impregnó totalmente la obra de Sigmund Freud, ya
que no creía que existiese una solución definitiva al enfrentamiento entre las tres instancias
psíquicas: las personas más sanas no son aquellas en las que el Ello, el Yo y el Superyó han
dejado de luchar (cosa imposible, según él), sino aquellas en la que esta lucha causa menos
problemas.

Los mecanismos de defensa


Freud nos habla los mecanismos de defensa, como las técnicas del inconsciente, encargadas de
minimizar las consecuencias de eventos demasiado intensos.

Algunos de los mecanismos de defensa son:

-Desplazamiento

Se refiere a la redirección de un impulso (habitualmente una agresión) hacia una persona o un


objeto. Por ejemplo, alguien que se sienta frustrado con su jefe y le suelte una patada a su
perro. Por ejemplo, un hombre frustrado por sus superiores puede llegar a casa y empezar a
pegar al perro o a sus hijos o establecer discusiones acaloradas.

-Sublimación

Es similar al desplazamiento, pero el impulso se canaliza hacia una forma más aceptable. Una
pulsión sexual se sublima hacia una finalidad no sexual, apuntando a objetos valorados
socialmente, como la actividad artística, la actividad física o la investigación intelectual. Por
esta razón, alguien con impulsos hostiles puede desarrollar actividades como cazar, ser
carnicero, jugador de rugby o fútbol o convertirse en mercenario. Una persona que sufre de
gran ansiedad en un mundo confuso puede volverse un organizado, o una persona de negocios
o un científico. Alguien con impulsos sexuales poderosos puede llegar a ser fotógrafo, artista,
un novelista y demás. Para Freud, de hecho, toda actividad creativa positiva era una
sublimación, sobre todo de la pulsión sexual.

-Represión

Es el mecanismo que Freud descubrió primero. Hace referencia a que el YO borra eventos y
pensamientos que serían dolorosos si se mantuvieran en el nivel consiente. Por ejemplo,
alguien que casi se ahoga de pequeño, pero es incapaz de recordar el evento aunque los
demás intenten recordárselo…pero presenta un miedo terrible a los lagos y mares.

-Proyección

Hace referencia a los individuos que atribuyen sus propios pensamientos, motivos o
sentimientos, hacia otra persona. Las proyecciones más comunes pueden ser
comportamientos agresivos que provocan un sentimiento de culpa, y fantasías o pensamientos
sexuales. Por ejemplo, un marido fiel y bueno empieza a sentir atracción por una vecina guapa
y atractiva. En vez de aceptar estos sentimientos, se vuelve cada vez más celoso con su mujer,
a la que cree infiel y así sucesivamente.

-Negación

Es el mecanismo por el cual el sujeto bloquea eventos externos para que no formen parte de la
conciencia y trata aspectos evidentes de la realidad como si no existieran. Por ejemplo, un
fumador que se niega a afrontar que fumar puede provocar serios problemas para su salud.

Ejemplo: un niño ve unos dibujos animados y como casi todos los niños, está muy cerca de la
pantalla. En un momento determinado aparece un anuncio de una película de terror a
estrenarse próximamente en el cine. Contenía muchas escenas violentas de sangre y masacre,
con un cuchillo ensangrentado, una máscara de hockey y gritos de terror. Y su madre a
continuación le dice: Ese anuncio…fue horroroso, ¿no?. Y el niño responde: ¿qué anuncio?.
Aparentemente, el niño había borrado todo el anuncio de su cabeza.

-Agresión contra sí mismo. Es una forma muy especial de desplazamiento y se establece


cuando la persona se vuelve su propio blanco sustitutivo. Usualmente se usa cuando nos
referimos a la rabia, irritabilidad y la agresión, más que a impulsos más positivos. Constituye la
explicación freudiana para muchos de nuestros sentimientos de inferioridad, culpa y
depresión. La idea de que la depresión es muchas veces el producto de la rabia contra un
objeto (persona) que no queremos reconocer, es ampliamente aceptada por freudianos y
otros de diversas corrientes.

Por ejemplo: un niño hace algo mal, su madre le regaña y este actúa golpeándose así mismo.
Pulsiones de la vida y pulsiones de la muerte
Freud consideró que todo el comportamiento humano estaba motivado por las pulsiones, las
cuales no son más que las representaciones neurológicas de las necesidades físicas. Al
principio se refirió a ellas como pulsiones de vida. Estas pulsiones perpetúan (a) la vida del
sujeto, motivándole a buscar comida y agua y (b) la vida de la especie, motivándole a buscar
sexo. La energía motivacional de estas pulsiones de vida, que impulsa nuestro psiquismo, les
llamó libido, a partir del latín significante de “yo deseo”.

Tratamientos
-Asociación libre:

La asociación libre es un método para hacer que algunos aspectos de las ideas y recuerdos que
resulten demasiado traumáticos para poder ser accesibles por la consciencia (entendida
dentro del marco teórico del psicoanálisis) puedan ser revelados indirectamente a través del
lenguaje.

De algún modo, Sigmund Freud planteaba que la asociación libre era una manera de sortear
los mecanismos de represión y bloqueo de los contenidos mentales traumáticos y generadores
de mucha ansiedad. De este modo, haciendo que un paciente jugase con el lenguaje de forma
improvisada, el psicoanalista sería capaz de alcanzar un nivel de comprensión más profunda
sobre los problemas inhibidos de esa persona.

-Catarsis:

Era parte de la terapia hipnótica, en la que se sometía al paciente al recuerdo de las vivencias
traumáticas de su pasado, con el fin de liberar esas emociones o pulsiones reprimidas. La
evolución del psicoanálisis desvinculó este método de la hipnosis para convertirlo en parte de
la terapia psicoanalítica.

-Hipnosis:

Freud, médico austríaco creador del psicoanálisis, abandonó el empleo de la hipnosis porque
observó que dicha técnica no garantizaba el resultado a largo plazo. Por ejemplo, escribió y
publicó el caso de curación de una madre que se sentía imposibilitada de amamantar a su
segundo hijo recién nacido, y que no tenía ningún antecedente psiquiátrico. Con el primer hijo,
esta madre tampoco había podido lograrlo, a pesar de sus deseos, pero para ese entonces
Freud no había tenido la oportunidad de intervenir.

Además de no tener éxito con la lactancia, esta paciente vomitaba todo alimento, no podía
dormir y, además, se sentía deprimida por su incapacidad para amamantar. Tanto su familia
como ella no confiaban demasiado en métodos no tradicionales, pero aceptaron la
intervención de Freud aconsejados por sus médicos. Freud concurrió a su domicilio y procedió
a hipnotizarla mirándola fijamente a los ojos e induciéndola al sueño.

Mediante la sugestión procedió a aliviar los temores de su paciente y las sensaciones que
sentía físicamente, pronunciando palabras estimulantes y positivas que trataban de
transmitirle la idea de estar ya curada y en perfectas condiciones para amamantar a su bebé.
Al día siguiente, la joven mujer experimentó una gran mejoría general que sólo duró hasta la
hora del almuerzo, en que se reanudaron sus trastornos gástricos. Por lo tanto, en la segunda
visita del médico mostró los mismos signos del día anterior, ante lo cual, Freud decidió recurrir
nuevamente a la hipnosis, pero esta vez en forma más enérgica.

En la tercera visita, esta paciente no necesitó más continuar con este tratamiento, porque
había recuperado la salud y pudo reanudar la crianza de su bebé, continuando normalmente
dándole de mamar durante ocho meses.

Para el tercer hijo volvió a presentar el mismo problema digestivo y las dificultades para
amamantarlo, por lo que solicitó a Freud el mismo tratamiento. La primera sesión de hipnosis,
como anteriormente había pasado con el segundo hijo, no dio ningún resultado; pero luego de
la segunda entrevista desaparecieron todos los síntomas. Freud calificó a esta paciente como
un caso de histeria de ocasión (trastorno psicológico), porque se manifestó debido a un motivo
ocasional, el nacimiento de un bebé, que fue el que le produjo todos los síntomas.

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