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7 J. Lacan, Les fondements de la psychanalyse, sesión del 22 de abril de 1964, inédito
Ok, se trata de algo con el saber, ¿pero cómo se presenta esto, qué
estatuto le da este saber al otro?
Pero si aquel que se dirige supone al otro un saber, ¿no debe concluirse que la
figura ordenadora de la transferencia debe nombrarse precisamente(cf. las
descripciones definidas por Russell2) otro supuesto saber?
Pero Lacan descarta la figura del “otro supuesto saber”, y eso no sin
su revisión de la psicosis
Es justamente esto lo que Lacan va a excluir, a pesar del hecho de que muchos
cabos de su doctrina solicitarían que promoviera tal figura
(en primer lugar la definición del inconsciente como “discurso del Otro”3)
Ahora bien, en la operación de esta exclusión encontramos todavía la
incidencia de una consideración, no pregonada, es verdad, de la psicosis.
Sigámosla paso a paso.
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La teoría de las descripciones (definidas: “la niña es…” e indefinidas: “una niña es…”) de Russell
procede al análisis de toda la oración (por ej: “el actual rey de Francia es calvo”) que incluyese una
descripción definida, y no del término aislado. Luego sugería reescribir ""El actual rey de Francia es
calvo" como "Hay un X tal que X es un actual rey de Francia, ninguna otra cosa excepto X es un actual
rey de Francia, y X es calvo". Russell señalaba que cada descripción definida contiene de hecho una
afirmación de existencia y una afirmación de unicidad, pero que podrían ser tratadas en forma separada
del predicado que es el contenido obvio de la oración en la que aparecen.
La oración como un todo dice, entonces, tres cosas acerca de un objeto: la descripción definida contiene a
dos de ellas y el resto de la oración contiene la tercera. Si el objeto no existe, o si no es único, entonces la
oración entera no es ni carente de sentido ni verdadera, sino falsa.
En el caso de la frase “otro supuesto saber”, ¿el otro es la X de la que se afirma existencia y unicidad y
“supuesto saber” es el predicado?
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9 Cuando aparece por primera vez en el Informe de Roma, esta fórmula se escribe“discurso del otro”, con una o
minúscula(y es lógico porque “Función y campo…” es de 1953 y la noción de Otro Lacan la formaliza en 1955)
se lo ve, el saber se atribuye aquí a “uno”, no a “otro”. Pero continuemos
con la cita:
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Abre una relativa respecto de uno que es supuesto saber: se trata de avanzar
hacia la dimensión del engañarse
“y que, de ése(uno)que es supuesto saber, surge inmediatamente la dimensión
<de un pensamiento><que piensa>
que consiste en que no sólo no debe engañarse(en la sede del saber no debe
haber engaño, pero no se puede zafar del engaño…),
sino que también puede engañársele,
que también él se engañaalmismo tiempo (que)es rechazado sobre el sujeto,
que no es simplemente que [elsujeto es, si puede decirse] el sujeto sea, si
puede decirse de manera estáticaen la falta, en el error(en la discordancia)
<sino><es> que, de una manera movible, [en el] en eso hacia lo que avanza, en
lo que articula por su discurso,
puede, debe, está esencialmente situado<en>la dimensión de
engañarse, que incluso [...]4.”
¿O bien hay que evitar a toda costa que se engañe precisamente para
mantenerlo como el soporte posible del supuesto saber?
3- pero a su vez, por definición, esa discordancia nos lleva a un campo del
saber donde todo es pasible de engaño
4- ¿cómo podríamos sostener en este territorio de engaños la posibilidad de un
lugar Otro, garante del saber?
La escritura del matema de la transferencia excluye esta conclusión
silogísticamente imparable.
Que haya hablado del engaño, ¿no es síntoma de que en la transferencia no se
trata de la realidad del discurso del Otro sino de algo que esté ligado al engaño?
(en otros términos: si hay engaño no puede tratarse del discurso del lugar Otro)
No es por azar que la cuestión del engaño haya venido a interrumpir
la frase que introducía el saber supuesto.
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Esta fórmula tuvo un éxito indudable, al menos porque se la citaría mucho. Que en tal “éxito” se percibe el extravío,
se prueba por el hecho de que en la cita a menudo se olvida... ¡a la realidad! En oposición con este olvido, la
presentamos aquí íntegramente: la transferencia es la puesta en acto de la realidad sexualdel
inconsciente (cf. el inicio de la sesión siguiente de este seminario
Certeza del pienso (ahí no hay engaño),
¿pero cómo saber sobre la certeza? (allí si hay engaño)
La certeza en el piensovssaber algo sobre esa certeza (la garantía del lugar Otro)
Estalectura, que en nuestra opinión se confirma de manera sorprendente enlos
trabajos posteriores de J. L. Marion6, toma nota de la experiencia delcogito, de
la certeza adquirida en el “yo pienso”, gracias a la aniquilación de los
saberes, pero también del error cometido por Descartes y que situamos como
punto de origen del carácter “novelesco” de la física cartesiana7.
6
Jean-Luc Marion: Sur l’ontologiegrise de Descartes, 2a. ed., Vrin, París, 1981.
También: Sur la théologieblanche de Descartes, Paris, PUF, 1981.
7
Cf. Jean-ClandeMilner, Introduction à une science du langage, Seuil, París, 1989,
pp. 138-139, 158-160, 217 (nota 28).
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J. Lacan, Les fondements..., op. cit., sesión del 3 de junio de 1964.
14 Ibid.
Al querer considerar este error, Lacan introduce por primera vez el
sujeto supuesto saber excluyendo que pueda tratarse, en Descartes mismo,
de un Otro supuesto saber(es que se trata de un Dios con voluntad, por lo tanto
un sujeto y no un lugar garante).
La experiencia del cogito se sostiene, en efecto, con la afirmación de que Dios no
engaña(en tanto lugar garante del saber y las verdades eternas).
1) Dios como Lugar (ahí está con las verdades eternas) pero …
Pero lo decisivo para lo que nos interesa, es que no lo sea (un Dios engañador)
por la razón que tiene a cargo las llamadas verdades eternas (Descartes se las
deja: lo vuelve un Lugar garante). Las verdades eternas son el nombre del sesgo
por el que Descartes –en eso radicalmente diferente de un Kepler– se niega a
comprometer a Dios en nuestros cálculos humanos; deja la voluntad divina a su
entera libertad. Dios hubiera podido querer un mundo diferente de lo que
decimos que es en nuestros cálculos.Es, en su querer, absolutamente
trascendente(Descartes no sabe qué sabe el Otro, pero que sabe, sabe).
saber la certeza del cogito(que es el hecho del cogito como acto, ¿se puede
saber del acto?), porquesu experiencia le muestra que él es tomado como sujeto
supuesto sabersin que por ello el analizante le otorgue las cualidades
del ser perfecto,infinito, como el Dios de Descartes(es decir que hay dos
funciones diferentes que no están distinguidas en Descartes porque él no puede
asomarse a la diferencia entre certeza del acto y saber sobre la certeza. Y en la
transferencia no se trata del Otro sino del sujeto supuesto saber. Si
en la transferencia está en juego eltomar al otro por otrono es sin el lugar
del Otro, sólo que no se sostiene de ese lugar).
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J. Lacan, Les fondements..., op. cit., sesión del 3 de junio de 1964.
La alteridad divina es la de una voluntad insondable; es, pues,
necesariamentela de una subjetividad. El supuesto saber no es entonces
atribuiblea Otro, sino a un sujeto. Es interesante distinguir “atribuir” de
“suponer” aunque pudiera parecer que van de la mano (“por el hecho de
suponerle, se le atribuye”). Atribuir implica que el saber está articulado al
sujeto, que si se da con uno se da con el otro, que son “adyacentes”
(Ponte dixit). Eso, y no que haya un sujeto,ipso factoconvertido en un alguien,
que sepa. Evoco este pasaje de Rodríguez Ponte:
“En relación al saber textual: no se trata de alguien (quien supondría al saber). ¿Qué lo
supone entonces? No el sujeto, les dije, pues él también está supuesto, al igual que el
saber, en la fórmula sujeto supuesto saber. Subrayo: este sujeto no está supuesto al
saber(a lo sumo el sujeto está atribuido, y no supuesto, al saber, si se da con uno se da
con el otro), como traducen los libritos de Manantial y de la E.O.L., no sé por qué: en la
fórmula que Lacan escribe del sujeto supuesto saber, el sujeto es tan supuesto como el
saber que le es adyacente:
S >Sq
Pero como Descartes, en tanto que fundador deuna nueva episteme científica,
sería el que hubiera podido en cierta medidadesembarazarse y, al mismo
tiempo, descargar al científico de tal sujeto10,vemos que la denominación del
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INTERESANTE: LA DECISÓN DE DESCARTES DE PASAR DE MAYÚSCULAS A
MINÚSCULAS PROVOCA QUE SE IMPONGA LA COMBINATORIA ANTE UN DIOS
INSONDABLE:
Obsérvese el carácter eminentemente concreto de este desvío, cuya operación –una transliteración– precisa Lacan:
“Descartes sustituye las letras mayúsculas de su álgebra por las minúsculas. Las mayúsculas son, si se quiere, las
letras del alfabeto con las que Dios creó al mundo y de las que ustedes saben que tienen un reverso que consiste en
que a cada una corresponde un número. La diferencia de las minúsculas de Descartes con las mayúsculas, es que las
minúsculas de Descartes no tienennúmero, son intercambiables y sólo el orden de las permutaciones definirá
su proceso” (sesión del 3 de junio de 1964).
Después de Descartes, el sujeto de la ciencia ya puede encontrar un problema como con el que los judíos tropezaban
en la escritura del número 15 (su escritura numérica los llevaba a escribir 5-10, pero como ésta usa letras de su
sujeto supuesto saber ocurre en el lugarcartesiano del que se le expulsa(por
sostener allí la posición de un Lugar Otro adyacente al saber).Se encontrará
exactamente la misma “paradoja”en la problematización lacaniana del final del
análisis, en el textode 1967 en el que escribió el matema de la transferencia.
El saber es,en primer lugar, el saber del Otro. Excluir esta figura de Otro
supuestosaber equivale, pues, a liberar el saber que desvaría(“liberar”=>queda
sin la garantía del Lugar del Otro, precisamente porque no se puede inscribir un
Otro que incluya lo insondable para él mismo, que es lo que permite inscribir el
Nombre-del-Padre).
alfabeto, escribían así las dos primeras letras del nombre de Jehová; problema; ¡Jehová no podía valer 15!). Es decir
que “15” escribe involuntariamente el nombre de Dios… y eso para los judíos es una falacia
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Al modo que en la metáfora paterna el Nombre-del-Padre responde y ancla su respuesta respecto del
enigma de lo que desea mamá. Ese anclaje es el que permite que no pululen diferentes respuestas,
produciendo un molinete paranoico
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Ya he desarrollado antes este aspecto, sobre todo a partir de un caso de Sérieux y Capgras. Cf. “Vousetêsaucourant,
il y a un transfertpsychotique”, Littoral núm.21, Toulouse, octubre 1986, pp. 89-110. (Litoral nº 15, Edelp, Córdoba,
1993).
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Recordemos el ejemplo del Heptamerón de Margarita de Navarra: si quien es tomado
por marido no siéndolo tuviese una posición psicótica, su problema no habría de estar
en ese “error” como tal, sino en que la mujer no supiera que él no es su marido ¡y
justamente no lo supiera justo allí, en la cama!.Donde “la cama” sería un
entrecruzamiento simbólico en el que se sabe sobre el ser y la realidad
sexual.
Como toda denominación pertinente, la del SsS abre una pregunta.
Veamos cómo aparece ésta una semana después de la introducción del
SsS, acompañando la escritura del acrofónicoSsS, esta cuestión:
Esta definición del sujeto impide hacerlo agente de una suposición(no hay
un alguien suponiendo).
Así, el sujeto supuesto saber, si se trata realmente de un sujeto, sólo puede
ser supuesto, y, es más, ser supuesto sólo por un significante, ése
que,desde ese momento, deberá llamarse “el significante S de la transferencia”.
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17 J. Lacan, Proposition..., op.cit., p. 19
serállamado... cualquiera(quelconque), lo que transcribe que será particular en
cada caso.
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señalamos, dos sujetos(el sujeto que espera ser representado en tanto opera el
significante de la transferencia y el sujeto que estaría detrásde esa espera y al
que finalmente habría que llegar: el sujeto dividido en la representación) (en su
Proposición, Lacan no sólo rechaza laintersubjetividad sino, lo que es más,
considera que “la transferencia hacepor sí sola objeción” a la intersubjetividad.
Este planteo surgió en el marco del seminario “La transferencia…” de 1960/1,
cuando plantea la disparidad subjetiva,consecuencia de la dimensión de objeto
que interviene en la transferencia, ese resto que hace que el análisis de la
transferencia no se subsuma en la episteme;por ello es que no hay un
segundo sujeto que resuelva el análisis del primero, ningún puerto
subjetivo de arribo: ni el Otro sujeto del seminario 2 ni el sujeto barrado detrás
del s que podría pensarse que escribe el algoritmo de 1967).
Se trata de dos tiempos del sujeto diferenciados, de un modo de
subjetivación que reconoce la índole posiblemente transitoria del
acontecimiento llamado transferencia.