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https://youtu.

be/8LHdYTngNxk

Este video es una interesante descripción del debate, pero podría haberse mojado.
Lo que sí me propone este video es una reflexión acerca de la filosofía del lenguaje y en
particular, Ferdinand de Saussure, sobre cuyas ideas muchos se apoyan para defender
que los cambios en el lenguaje pueden cambiar los significados.
Según Ferdinand de Saussure "Pensamos con palabras" es decir, que pensamos en
lenguaje, por lo que el lenguaje condiciona nuestra forma de pensar. Esta idea apoyaría
que hayamos empezado a decir "Jueza", "Personas con Discapacidad" o que se acabe
admitiendo "albañila" pues solo al pensar estos conceptos en femenino o eufemismo
podemos "normalizar" la idea, o evitar ofender a quienes se ven representados con un
término que les supone una serie de estereotipos..
Sin embargo esto olvida una idea importante de la filosofía del lenguaje, y es que el
significante es arbitrario, y que en ningún caso son los fonemas, o símbolos que componen
una palabra los que definen su significado. Es decir, que pensamos en lenguaje, y
estamos limitados por los significados de las palabras que usamos, pero las propias
palabras no están limitadas por los sonidos o símbolos que las componen. O sea, que al
estar el significante vinculado a su significado de forma arbitraria, éste no requiere de
cambios en sus símbolos para alterar su significado. A saber, el significado: "Persona que
se dedica profesionalmente a la albañilería" podría estar contenido en el significante
SMAUG. Si quedan dudas acerca de qué significa "albañíl" o "SMAUG", un rápido vistazo
al diccionario nos dirá que la profesión se le atribuye a una "persona que [...]" no requiere
de cambios para género.
Podría argumentarse hay una serie de expectativas cuando se habla de albañíl que dejan
a la figura de la mujer un poco lejos de esta profesión. Sin embargo, y según el propio
Saussure, el estudio del eje sincrónico del habla (lo que la gente pretende comunicar en un
momento dado) debe distinguirse de la comprensión diacrónica de la lengua (a través de
su historia).
Es decir que lo que la gente/cierta gente/esa gente suele querer decir cuando habla de
algo, no necesariamente influye en los significados de la lengua. Por este mismo motivo
también se puede suponer que la gente a veces habla o se escucha usando significantes
alejados de su significado e.g. "albañil" como una profesión de "hombres que [...]".
Este alejamiento del significado puede ser una intención en el habla (e.g. "me refiero a los
del tópico"), un error de referencia al significado ("no sabía que había mujeres albañíl") o
un prejuicio sobre el significado ("sé que es una profesión, pero no creo que puedan
realizarla las mujeres, o creo que lo harán peor."). Admitiendo que alguien escuche, tendrá
que tratar de descifrar por otros significantes, el contexto de la comunicación o sus propios
prejuicios sobre su interlocutor lo que éste realmente ha querido decir. Si se ofende, cabe
suponer que sea por la opción del prejuicio. Asumiendo esto, ¿en qué ayudaría "albañila"?
si el significado de "albañila" fuera "mujer que ejerce la albañilería", y alguien tiene
prejuicios sobre las capacidades de las mujeres para ejercer esta profesión, ¿cómo frena
el nuevo término la discriminación? y ¿Por qué hacer uso correcto del significante con
referencia al significado correcto puede ser ofensivo?
Aquí solo puedo razonar, pero creo que la clave está en el contexto del habla: La elección
de un término inusual [en permanente proceso de creciente eufemismo y muchas veces
incorrecto por diccionario] puede señalar a los que habitualmente son discriminados
nuestra intención: no deseamos ofenderles y llegaremos a extremos semánticamente
incorrectos para demostrarlo. ¿Significa esto que no usar el término temporalmente
aceptable demuestra intenciones maliciosas?
No, creo que es imposible descubrirlo dado todo lo discurrido anteriormente: sea por
distancia entre habla y lengua (no utilizo el código establecido en un momento particular),
o por cercanía entre habla y lengua (lo utilizo con exactitud y admito la arbitrariedad del
término, carezco de intención).
Los que escuchan, también pueden cometer errores y tener prejuicios, una persona que
usara "discapacitado" y no "persona con discapacidad" atribuiría probablemente el mismo
significado a ambas, y si ese significado no contiene componentes insultantes,
probablemente el que habla no tiene intenciones maliciosas es quien escucha el que se las
atribuye.
En el video, de hecho, todas las citas donde el lenguaje se utiliza para dañar tienen una
clara intención vejatoria, estereotipadora, u ofensiva. Y aunque el lenguaje en cada uno de
los ejemplos cambia, la intención es una constante. ¿No es un poco absurdo cambiar
palabras por eufemismos si esto se pueden utilizar con la misma intención?
De esto ya he hablado más arriba, no tengo nada más que un poquito de manía por
incorrección semántica a utilizar algunos de estos términos o eufemismos para intentar
aclarar una intención no discriminatoria, pero parecen una herramienta algo pobre, es
básicamente igual que ser correcto en el mejor de los casos, y solo empeora la sonoridad
del insulto en el peor.
Bueno, ¿y aún así podría resultar ofensivo usar el término correcto y no el inusual o
eufemismo, sin intenciones maliciosas? Sí, claro que puede resultar ofensivo, todo puede
ser ofensivo, pero debería ser más fácil para quienes se ven ofendidos por un término
correcto dicho sin malas intenciones comprender el significado del término que cambiar
constantemente el lenguaje para demostrar mediante nuestra sumisión al constante
proceso de eufemización que no queremos ofender a nadie.
Como decía, en gran medida si usamos un lenguaje tan enrevesado debe ser porque queremos
evitar ofender, manifestando claramente que nuestras intenciones son las mejores. ¿Pero por
qué hacerlo mediante eufemismos si como hemos visto son una herramienta pobre?

Creo que en el gesto de someterse a una palabra atípica hay, sin más, sumisión. Sumisión en el
lenguaje para dirigirse a quienes están discriminados por miedo a ofender. El miedo actúa
como palo, y los discriminados sujetan el mango. Esta especie de justicia poética, que ocurre
de forma bastante visible con los negros en EEUU, se empieza a ir de las manos cuando crece
hasta que ellos puedan decir palabras que un blanco no podría decir.

Esto es poder, un poder censor que empieza a valer para descalificar discursos y argumentos,
pero también a tu jefe, o a un candidato a presidente. Por supuesto, el poder es algo deseable,
y casi todas las causas son más que legítimas (no ofender a la "gente de color" o a las
"personas con discapacidad"). Así que... esto va creciendo, y se hace una estructura de
contrapoder en respuesta a la discriminación: "Si no te sometes a mi lenguaje, me ofendes y
demuestras que eres agresivo, insultante, ofensivo, independientemente de tu ideología".

El triunfo de este poder es que su legitimidad se basa en la relevancia del grupo de interés
ofendido, y no requiere de una argumentación compleja porque es visceral. Ha sido muy
instrumentalizado por la izquierda porque puentea el debate ideológico con la derecha, pero
una herramienta así de efectiva no podía quedar mucho tiempo en manos de pocos...

Ahora los negros, las mujeres, los discapacitados, el movimiento LGTB, pero también los
religiosos los de etnia judía, o los conservadores tienen motivos para sujetar el palo de la
ofensa en nombre del respeto. Lo que genera un cruce inmenso de impulsos para el lenguaje
(casi) todos ellos con una agenda política.

¿Y dónde deja esto a los millenials del primer mundo con educación y sin trabajo? Bueno,
siempre pueden ser defensores de causas ajenas para poder sujetar ese poderoso poderoso
palo, ¿No?

Así que la respuesta que me atrevo a dar a tu pregunta, es que el motivo de utilizar este
lenguaje es por obligación, por miedo a la ofensa, y que este miedo ya es poder censor en
manos de cualquiera (aunque muchos no sean conscientes de que son parte de una estructura
de poder asentada ahora).

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