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¿Pueden los pensamientos negativos

cancelar las promesas de Dios?


¡No! Ningún pensamiento puede cancelar las promesas de Dios en lo absoluto –aún
aquellos que fueron puestos en tu corazón−. Las promesas de Dios se reciben por medio
de la fuerza de la fe que proviene del corazón, y no de la cabeza. Así que, es posible que
creamos en el corazón y tengamos dudas en la cabeza, y aun así obtener las bendiciones
de Dios.

Sin embargo, los pensamientos negativos pueden convertirse en un problema –en un


gran problema−. Si permites que los pensamientos negativos se queden de manera
continua en tu mente mientras usas tu fe para creerle a Dios, esos pensamientos llevarán
tu cabeza a tu corazón. Y eventualmente, te encontrarás declarando esos pensamientos
negativos de la abundancia de tu corazón; y es ahí, en donde éstos comienzan a
controlar tu vida.

De esa misma forma, la incredulidad de otra persona no estorbará tu fe. En Romanos


3:3-4 dice: «Es cierto, algunos de ellos fueron infieles; ¿pero acaso eso significa que,
porque ellos fueron infieles, Dios también será infiel? ¡Por supuesto que no! Aun
cuando todos los demás sean mentirosos, Dios es veraz. Como dicen las Escrituras
acerca de él: Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices, y ganarás tu caso en
los tribunales» (NTV). Cuando estás establecido en lo que te pertenece de la Palabra de
Dios, no importará lo que cualquier otra persona diga. Pues la bendición de Dios, la
puedes recibir en medio cualquier entorno.

Cuando las voces se levanten para juzgarte, les probarás que están equivocadas (Isaías
54:17) reconociendo lo que te pertenece por medio de Cristo Jesús, y permaneciendo
firme. Las palabras pueden ser utilizadas como armas en tu contra, sin embargo, si no
las aceptas, no prosperarán (2 Corintios 10:4-5).

«Pero si no te hace caso, haz que te acompañen uno o dos más, para que todo lo que se
diga conste en labios de dos o tres testigos»
(Mateo 18:16)

Seguro has estado muchas veces en el valle de la decisión, balanceándote precariamente


entre la victoria y la derrota. Por un lado, se encuentra la palabra del mundo escrita por
Satanás que te dice: “No serás sanado”; por otro, la Palabra de Dios diciendo: “mi
Palabra es un sí, y un amén” y «…Por sus heridas fueron ustedes sanados» (1 Pedro
2:24). ¿Quién será el que determine el resultado de todo? Tú lo serás. Tú serás el testigo
decisivo.

Recuerdo a un hombre que me pidió que orara por él, y le dije: “La Palabra dice que
eres sano”. El hombre me interrumpió y dijo: “Sí, yo sé que dice eso, pero tengo este
terrible dolor aquí…”.

Lo miré a los ojos y le dije otra vez: “La Palabra dice que por la llaga de Jesús fuimos
sanados”. “Lo sé” —respondió él—, “pero tengo este terrible…”.
Sacudí mi cabeza en forma negativa y le dije: “Escúchame, la Palabra dice que estás
sano”. Se sonrojó y dijo: “Sé lo que dice, pero tengo este…”.

Finalmente, se quedó callado y me miró. Él no se había dado cuenta de que estaba


dejando que los síntomas físicos fueran su evidencia. No le importaba lo que la Palabra
le decía; él sólo creía en lo que podía ver y sentir.

Cuando se tranquilizó, le dije: “Mira, tú quieres que esté de acuerdo contigo y estás
enojado porque no lo estoy; pero si lo hago, podrías morir. Ahora bien, si te pones de
acuerdo conmigo y con la Biblia, podremos lograr que recibas tu sanidad”.

De repente, lo entendió. Sus ojos se iluminaron: “¡Oh, alabado sea Dios! Comprendo lo
que quiere decir. Entonces, ¡estoy de acuerdo con la Palabra de Dios!”.

Le impuse mis manos, y Dios lo sanó en forma instantánea

¿Puedes verlo? Él recibió la sanidad cuando estuvo de acuerdo con Dios. Pudo haber
recibido la sanidad en su habitación, mientras manejaba o en cualquier otro lugar. Pudo
haberla recibido en el momento que decidiera ser el testigo decisivo.

Tu parte es orar y confirmar tu testimonio. Si lo haces, Dios te respaldará, y cuando Él


te respalda, todo lo demás debe alinearse o quitarse de en medio. Tú eres el testigo
decisivo. ¿Cuál será tu decisión?

Lectura bíblica: Mateo 18:15-20

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