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marras.
Entre otras consideraciones sobre las que se
extendió, apuntaló el criterio del recurrente
sobre la cuestión debatida y sostuvo que éste
había entendido que, pese a los dos pedidos
fiscales para sobreseer al imputado, se
encontraba en la obligación de oír al querellante
particular que había propiciado la elevación de
la causa a juicio.
Arguyó que en el ordenamiento ritual
chubutense el querellante tiene facultades
recursivas autónomas e impulsivas y –agregó– si
el ejercicio de la acción en una causa iniciada,
no es cumplido por el Ministerio Público Fiscal,
nada obsta a que lo asuma el querellante
particular a quien la ley le ha concedido la
facultad de adherirse a una investigación
abierta, con las limitaciones prescriptas en el
ordenamiento ritual. De esta manera -mantuvo-
el Juez no estaba obligado o vinculado a dictar
el sobreseimiento.
Agregó que el pronunciamiento atacado es
contrario a derecho al señalar que le estaba
vedado ordenar la restitución del inmueble al
actor civil luego de los pedidos fiscales
aludidos, pues los derechos consagrados en las
normas rituales, el derecho a ser oído en
especial, no pueden cercenarse por conclusiones
arbitrarias.
En el último argumento del casacionista,
7
06/03/2007).
En ese sentido consideró, en otro supuesto,
que “… corresponde extender a las decisiones de
los jurados de enjuiciamiento de magistrados
provinciales la doctrina según la cual el
superior tribunal de provincia del que ha de
provenir la sentencia definitiva susceptible de
recurso extraordinario es, en principio, el
órgano jurisdiccional erigido como supremo por la
Constitución local, pues sin soslayar el
principio en virtud del cual las provincias son
libres para crear las instancias judiciales que
estimen apropiadas, no pueden vedar a ninguna de
ellas, y menos a las más altas, la aplicación
preferente de la Constitución Nacional
(“Freytes”, Daniel Enrique s/ acusación del
procurador general -causa N° 53.906/03-.
12/08/2008 T. 331, P. 1784).
En ese litigio se entendió que “… Quien
pretenda la intervención judicial en las
decisiones en materia de los llamados juicios
políticos o enjuiciamiento de magistrados en la
esfera provincial deberá demostrar en forma
nítida, inequívoca y concluyente, con flagrancia,
un grave menoscabo a las reglas del debido
proceso y a la garantía de defensa en juicio que,
asimismo, exhiba relevancia bastante para variar
la suerte de la causa (art. 18 de la Constitución
Nacional, arts. 8 y 25 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos)…” (ver sumario en el
15
voto.
Así lo voto.
El Juez Carlos Dante Ferrari dijo:
La reseña que brindó el señor Ministro de
primer voto torna innecesario abundar en detalles
acerca de los antecedentes y pormenores del caso,
por lo que abordaré directamente las cuestiones
traídas a decisión del Cuerpo.
II. En este cometido, sumaré desde ya mi
opinión coincidente con la de mis predecesores en
cuanto a la interpretación que merece la
limitación recursiva contenida en el art. 45 de
al ley de enjuiciamiento V N° 80 –antes
denominada ley 4461– en cuanto determina que
“Todas las Resoluciones del Tribunal de
Enjuiciamiento serán irrecurribles, salvo el
recurso de aclaratoria, que deberá interponerse
dentro de las veinticuatro (24) horas de la
notificación.”
La jurisprudencia más calificada coincide en
señalar que si bien los tribunales de
enjuiciamiento de magistrados ejercen
atribuciones de carácter político, por lo que en
principio sus decisiones exorbitan control
judicial, debe admitirse la revisión de los
pronunciamientos dictados en el marco de un
proceso en el que se encuentre comprometida la
vigencia de garantías constitucionales. Esta
línea interpretativa ha sido sostenida asimismo
por la Suprema Corte de la Justicia de la Nación
a partir del precedente "Graffigna Latino"
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