Sunteți pe pagina 1din 8

¿Es posible defender la moralidad al permitir el aborto sin decidir en el estatus moral del feto

humano?

Ana Jimena Casillas Castañeda


Diplomado Ley natural y Ley positiva
ULIA
Introducción
En este ensayo pretendo defender la moralidad al permitir el aborto por medio de la metafísica, por lo
que el lector podrá cambiar su punto de vista o confirmarlo en torno al aborto desde una exposición
racional. Para defender la idea central, el aborto es algo que no solo afecta al hombre, sino a todo ser
vivo. Este fundamento se encuentra en las leyes naturales, las cuales son el conjunto, orden y disposición
de todo lo que compone el universo: cosas, plantas, animales tienen “leyes” que gobiernan su devenir, de
manera fatal y necesaria, pues se han de cumplir siempre de forma forzosa, inexorable e inevitablemente,
se han de cumplir de ese modo, porque no se pueden cumplir de otro, no cabe en ellas hablar de libertad,
sino de necesidad. También se entiende por naturaleza como la norma y regla constante e invariable de
las cosas; la esencia, sustancia y propiedad característica de cada ser, o de las cosas; la fuerza o actividad
natural, contrapuesta a la sobrenatural y milagrosa; el principio universal de todas las operaciones
naturales e independientes del artificio; en teología, estado natural del hombre, por oposición al estado
de gracia; en sentido moral, luz que nace con el hombre y lo hace capaz de discernir el bien del mal.
(“Naturaleza como fundamento antropológico del derecho natural”)
Sin embargo, el hombre es capaz de hacer cosas contra su propia naturaleza o ley natural, como dejar de
comer para bajar de peso. Se entiende por Ley Natural como la ley nacida de la naturaleza humana, como
las leyes físicas que rigen el orden de las cosas materiales y de las plantas y los animales. Esta ley es
impuesta por la naturaleza humana, es decir, surgida de la propia esencia del hombre y de su dinamismo
moral. Esta Ley Natural, a diferencia de la leyes físicas, no es fatal o necesaria, sino que excusable y puede
ser incumplida, pues parte de la racionalidad y libertad del hombre. Es a lo que se conoce como Derecho
Natural, el conjunto de los primeros y más esenciales principios universales del Derecho; ellos establecen
los criterios de Justicia, de bondad y de rectitud, determinan las ideas básicas de lo justo y de lo injusto,
de lo lícito y lo ilícito, están inscritos y nacen de la propia naturaleza humana, por lo que son
comprensibles y perceptibles por la razón del hombre, la cual los impone y ante la que se presentan como
evidentes. De este modo, el Derecho Natural, de forma racional, orienta el comportamiento del hombre
a la consecución del bien, la rectitud y la Justicia. (“Concepto, naturaleza y caracteres del derecho natural.
Derecho natural y derecho divino”)

Se protege la dignidad del ser humano ante experimentaciones que atañen al genoma humano, por lo que
NO debe discriminar a una persona a causa de su patrimonio genético (art. 11). De realizarse pruebas
genéticas predictivas que tienen como finalidad detectar posibles enfermedades genéticas (art. 12). De
realizar de modificar el genoma de la descendencia (art. 13). De elegir el sexo de la persona que va a nacer,
salvo que sea preciso para evitar una enfermedad hereditaria grave vinculada al sexo (art. 14).

A pesar de todas estas posibles intervenciones médicas para salvaguardar la dignidad e integridad de las
personas es necesario proteger al ser humano del lucro tanto de sí mismo como de sus partes al ser
extraída en el curso de una intervención, no podrá conservarse ni utilizarse con una finalidad distinta de
aquélla para la que hubiera sido extraída, salvo de conformidad con los procedimientos de información y
de consentimiento adecuados (art.22).
El derecho, que regula las relaciones humanas y tutela los derechos del hombre, a la vida se puede
comprender desde un doble contenido: 1) la existencia biológica- “fuerza o actividad interna
(automovimiento) sustancial, mediante la cual obra todo ser: la nutrición, la relación y la reproducción, y
establece conexiones del ser humano con el ambiente en que esa vida se desarrolla” y, 2) las condiciones
económicas mínimas imprescindibles para poder mantener esa existencia- recibiendo los bienes
indispensables e imprescindibles para poder conservar la vida biológica, la cual es la condición interna
esencial que caracteriza a los seres vivos.

La declaración Universal de Derechos Humanos reconoció a toda persona el derecho a un nivel de vida
adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, la alimentación, el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; así como el derecho a los seguros en caso
de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia
por circunstancias independientes de su voluntad.

El Derecho garantiza el desarrollo pleno de toda vida humana, sin imponerse sobre sus propios intereses
ni los de la minoría, es por esto que la vida no depende del Estado, sino que éste solo lo vela.
Por tanto, siendo el hombre conformado por una parte física (cuerpo, el cual sigue las leyes físicas de la
naturaleza), una parte inmaterial (racionalidad, por lo que debe cumplir desde su libertad la ley natural la
cual busca su felicidad), y finalmente ambas leyes culminan en el cumplimiento de la ley creada por Dios.
El hombre es todo individuo de la especie humana, sujeto concreto de orden espiritual, con su propia e
incomunicable individualidad. Es un ser dotado de un alma racional y, por tanto, dotado de
entendimiento, razón y voluntad. El entendimiento es la facultad de pensar, o sea la facultad de percibir
de modo no sensible el ser, las relaciones, y tiene su causa en la naturaleza espiritual del alma, siendo su
objeto el ente en cuanto tal, objeto que al ser humano se le presenta a través de la esencia de las cosas
que se le muestran por medio de su manifestación corpórea o sensible. De ahí que el hombre sea un ser
racional, capaz de reflexionar y pensar acerca de las cosas, aplicando la inteligencia, compararlas, juzgarlas
e inducir y deducir de las cosas conocidas otras no conocidas. (“Naturaleza como fundamento
antropológico del derecho natural”) Un claro ejemplo de esto es la historia de Caín y Abel revela
nuevamente que la Ley Natural está inscrita en lo íntimo del hombre, desde el principio el hombre tiene
dentro de sí unos principios claros acerca del bien: sabe que no debe matar. Surge así la conciencia, como
facultad de conocimiento interior del bien y del mal, y el hombre se da cuenta que del incumplimiento
del precepto se derivan para él males físicos y el miedo a recibir el mismo mal que él ha causado: la
muerte. En pocas palabras, la Ley Natural está inscrita por Dios en el corazón del hombre desde el
principio de su existir. (“El derecho natural en las Sagradas Escrituras”)
La permisibilidad moral del aborto no depende del Estado. Depende de los valores que no pueden ser
regulados por él, sino por la naturaleza misma. Dado que las leyes impuestas por el Estado deben siempre
proteger la dignidad del ser humano, por lo que todo aquello que atente en contra de su propia persona
va en contra del mismo Derecho y contra la misma Naturaleza. La Naturaleza a su vez, tiene sus propias
leyes, las cuales no dependen ni considera las leyes del Derecho, ya que ésta se rige sola sin una razón
humana que la gobierne.
Nociones metafísicas
Lo único que distingue a un ser vivo de uno muerto es el movimiento. Dado que la Naturaleza es el
escenario en donde la vida (biología) se desarrolla y se distingue de otros seres (estudiados por la física)
que no tienen movimiento.
Primero, porque hablamos de un ser vivo regido por una Ley natural intrínseca. Dado que la propia
definición de ser vivo la encontramos en el libro de la Física de Aristóteles “es el principio de movimiento
y reposo del ser” (Física 2.1, 192b20–23). Lo que significa que todo ser que es capaz de moverse a sí
mismo (nace, crece, se reproduce y muere) debe ser considerado un ser viviente. Ya que está en potencia
interna de actualizarse por medio del movimiento (dunameis) sin necesidad de ser movido por otro factor
externo que no sea él mismo desde el reposo y el cambio (Metafísica 9.8, 1049b5–10). A esta potencia
interna es lo que llamamos naturaleza (phusei), la cual es la causa eficiente, aquello que hace que las cosas
se hagan, lo que anima las cosas para actuar (Física 2.7, 198a24–27, cf. Metafísica 8.4, 1044a32-b1).
Existen diferentes tipos de movimiento según Aristóteles: movimiento es la actualización de la potencia
del ente que realiza hacia una potencia pasiva ante el cambio. Dicha actualización de la potencia viene al
ser como natural o de acuerdo a su naturaleza (kata phusin) o forzado (biâi) o violentado en contra de su
naturaleza (para phusin). El movimiento es causado por contrarios, del reposo al movimiento y viceversa,
en donde la naturaleza tiene la capacidad de poseer ambos estados (Física 8.4, 255a5–18).
Una vez establecida la definición de movimiento, en el libro De Anima podemos encontrar una
explicación más clara de lo que es el movimiento aplicado a cada tipo de ser viviente: plantas, animales y
hombres, este tipo de movimiento tiene la característica de ser un tipo específico de alma (motor
intrínseco) o naturaleza de estos seres.
“Analicemos… la entidad del alma sea… aquello que tiene la capacidad de moverse a sí mismo…
todo lo que se mueve puede moverse de dos maneras —puede, en efecto, moverse ya por otro
ya por sí: decimos que es movido por otro todo aquello que se mueve por encontrarse dentro de
algo que está en movimiento, por ejemplo, los marineros que, desde luego, no se mueven de
igual manera que el navío ya que éste se mueve por sí y aquéllos por encontrarse dentro de algo
que está en movimiento. Esto resulta evidente si se atiende a las partes del cuerpo: el movimiento
propio de los pies (y, por tanto, también de los hombres) es la marcha; ahora bien, tal movimiento
no se da, en nuestro supuesto, en los marineros— en fin, puesto que moverse significa dos cosas
distintas… Puesto que cuatro son las clases de movimiento —traslación, alteración, corrupción,
crecimiento— el alma habrá de moverse o conforme a una de ellas o conforme a varias o
conforme a todas. Por otra parte, si no es por accidente como se halla en movimiento, el
movimiento habrá de corresponderle por naturaleza; y si esto es así, entonces le corresponderá
también por naturaleza el lugar, ya que todos los tipos de movimiento señalados se dan en un
lugar. Así pues, si la entidad del alma consiste en moverse a sí misma, el movimiento no le
corresponderá por accidente… si el alma está dotada de un movimiento natural podrá ser movida
también violentamente y si es movida violentamente, estará dotada también de un movimiento
natural” (DA 405b31–406a25)1.
Par Aristóteles, tener un alma es estar vivo, tener un movimiento sin necesidad de ser movido por otro.
Es por esto que hay diferentes tipos de seres que se mueven por sí solos, por ejemplo: plantas, animales
y hombres, y cada uno de ellos tienen diferentes funciones (DA 413a23).

 Crecimiento, nutrición (reproducción)


 Locomoción, percepción
 Intelecto (pensamiento)
A cada uno de estos movimientos corresponde un tipo de alma:

 Alma nutritiva (plantas)


 Alma sensitive (animals)
 Alma racional (hombres)

1
Bodnar, Istvan, "Aristotle's Natural Philosophy", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2012 Edition),
Edward N. Zalta (ed.), URL = <http://plato.stanford.edu/archives/spr2012/entries/aristotle-natphil/>.
Es así que cada ser vivo le corresponde un movimiento específico, además de tener una complejidad
jerárquica en su forma de vivir, ya que las plantas sólo alcanzan a tener la inmanencia (recibir de lo exterior
e interiorizarlo) en su firma más básica que los demás seres vivos poseen: nace, crece, se reproduce y
muere. Por ejemplo, las plantas crecen por medio de su alma nutritiva, los animales crecen pero además
se mueven de un lado a otro gracias a su alma sensitiva. Finalmente, los seres humanos no solo crecen y
tienen locomoción, sino que al tener inteligencia son capaces de moverse y mover a otros sin necesidad
de movimiento físico, sino mental dada su capacidad racional. Todo viviente tiene un movimiento en
común, y la única forma de saber cuándo algo ha muerto, es a causa de la falta de movimiento. La
naturaleza señala su poca utilidad ante las cosas que no se mueven, como una piedra.
Aristóteles analiza cada movimiento de los seres vivos como una distinción entre ellos mismos. “El vivir,
por tanto, pertenece a los vivientes en virtud de este principio, mientras que el animal lo es primariamente
en virtud de la sensación: de ahí que a aquellos seres que ni se mueven ni cambian de lugar, pero poseen
sensación, los llamemos animales y no simplemente vivientes. Por otra parte, la actividad sensorial más
primitiva que se da en todos los animales es el tacto. Y de la misma manera que la facultad nutritiva puede
darse sin que se dé el tacto ni la totalidad de la sensación, también el tacto puede darse sin que se den las
restantes sensaciones. Y llamamos facultad nutritiva a aquella parte del alma de que participan incluso las
plantas. Salta a la vista que los animales, a su vez, poseen todos la sensación del tacto… el alma es el
principio de todas estas facultades y que se define por ellas: facultad nutritiva, sensitiva, discursiva y
movimiento.” (DA 413b- 10)
Así como las plantas tienen el movimiento de crecimiento, y “así como ciertas plantas se observa que
continúan viviendo aunque se las parta en trozos y éstos se encuentren separados entre sí, como si el
alma presente en ellas fuera —en cada planta— una entelequia pero múltiple en potencia” (DA 413b 15).
El crecimiento es el movimiento primero que todos los seres vivos tienen ya que al nutrirse crecen o
decrecen en tamaño. Éste mismo análisis lo podemos aplicar en los animales, ya que su distinción básica
es la sensación. “La sensación y el movimiento local y, con la sensación, la imaginación y el deseo: pues
allí donde hay sensación hay también dolor y placer, y donde hay éstos, hay además y necesariamente
apetito.” (DA 413b 20-30)
Pero así como las plantas, no todos los animales tienen todo tipo de movimientos, sino que unos más
que otros, “las sensaciones: ciertos animales las poseen todas, otros algunas y otros, en fin, solamente
una, la más necesaria, el tacto.” (DA414a) Es así que la complejidad de cada especie de movimiento en
los animales, nos lleva a una especie de animal más perfecta. Esta es la forma jerárquica de vida, de los
menos perfectos a los más perfectos en las formas de vida.
Me es preciso aclarar que el alma no es por su propia entidad, sino porque está unida a un cuerpo, a una
materia específica que a su vez la determina (un alma no le pertenece a cualquier cuerpo, sino a éste
cuerpo en específico). Es así que los seres humanos son por la unión de cuerpo y alma, no de cualquier
cuerpo ni de cualquier alma, sino de éste cuerpo y ésta alma, contrario a lo que la reencarnación establece,
sino podríamos concebir otras especies como un perro o un elefante.
“El acto del agente tiene lugar en el paciente afectado por él; por el contrario, el alma es aquello
por lo que vivimos, sentimos y razonamos primaria y radicalmente. Luego habrá de ser definición
y forma específica, que no materia y sujeto. En efecto: dado que, como ya hemos dicho, la entidad
se entiende de tres maneras —bien como forma, bien como materia, bien como el compuesto
de ambas— y que, por lo demás, la materia es potencia mientras que la forma es entelequia y
puesto que, en fin, el compuesto de ambas es el ser animado, el cuerpo no constituye la entelequia
del alma, sino que, al contrario, ésta constituye la entelequia de un cuerpo… Cuerpo, desde luego,
no es, pero sí, algo del cuerpo, y de ahí que se dé un cuerpo y, más precisamente, en un
determinado tipo de cuerpo… en cada caso la entelequia se produce en el sujeto que está en
potencia y, por tanto, en la materia adecuada. Así pues, de todo esto se deduce con evidencia que
el alma es entelequia y forma de aquel sujeto que tiene la posibilidad de convertirse en un ser de
tal tipo.” (DA 414 a 25)
La permisibilidad moral del aborto no puede ocurrir, ya que el ser vivo se encuentra privado del
movimiento (crecimiento), porque todos los tipos de movimientos que tiene tanto en acto (lo que es)
como en potencia (lo que puede ser), en el caso de un bebé humano: nutrición, sensación, percepción y
pensamiento. Porque todo ser viviente no vive si no tiene alma (principio de movimiento) o cuerpo, ya
que ambos componentes se unen para formar al ser vivo de acuerdo a los movimientos que puede
desempeñar (en caso de una planta: el crecimiento, de una animal: la sensación y en el hombre: el
pensamiento) lo cual es la prueba de su ser. Así como Aristóteles dice:
“En cuanto a las antedichas potencias del alma, en ciertos vivientes se dan todas… mientras que
en otros se dan algunas y en algunos, en fin, una sola. Y llamábamos potencias a las facultades
nutritiva, sensitiva, desiderativa, motora y discursiva. En las plantas se da solamente la facultad
nutritiva, mientras que en el resto de los vivientes se da no sólo ésta, sino también la sensitiva.
Por otra parte, al darse la sensitiva se da también en ellos la desiderativa. En efecto: el apetito,
los impulsos y la voluntad son tres clases de deseo; ahora bien, todos los animales poseen una al
menos de las sensaciones, el tacto, y en el sujeto en que se da la sensación se dan también el
placer y el dolor —lo placentero y lo doloroso—, luego si se dan estos procesos, se da también
el apetito, ya que éste no es sino el deseo de lo placentero. De otro lado, los animales poseen la
sensación del alimento, ya que la sensación del alimento no es sino el tacto: todos los animales,
en efecto, se alimentan de lo seco y de lo húmedo, de lo caliente y de lo frío y el tacto es
precisamente el sentido que percibe todo esto… Baste por ahora con decir que aquellos vivientes
que poseen tacto poseen también deseo. Por lo que se refiere a si poseen además imaginación...
Por lo demás, hay animales a los que además de estas facultades les corresponde también la del
movimiento local; a otros, en fin, les corresponde además la facultad discursiva y el intelecto: tal
es el caso de los hombres y de cualquier otro ser semejante o más excelso, suponiendo que lo
haya.” (DA 414 a 20- 414b 30)
Podremos pensar que el feto o embrión no se mueve por sí mismo sino que por otro ser, pero en realidad
es que su movimiento es independiente al movimiento de la madre, porque éste crece sin que la madre
quiera. Ambos seres humanos crecen, pero el feto no depende del todo de la madre, sino de manera
simultánea e independiente de ella porque ambos seres tienen alma. “El ala es la causa y la Fuente del
viviente… a) es una fuente u origen del movimiento, b) es el fin, c) la esencia de todo ser vivo.” (Cfr. DA
415 a 10) No podremos distinguir un pensamiento en el embrión, pero lo otros tipos de movimientos
están ahí, incluso los podemos percibir en el vientre materno (pataditas, hipo, etc.) hay un alma y un
cuerpo ahí, no es un tumor, porque el tumor no se mueve por sí mismo, aunque se expanda, pero no
crece. Es así los sentidos son otra cualidad que tiene el bebé dentro del vientre.
“«Sentir» solemos utilizarla con dos acepciones — solemos, en efecto, decir que «ve» y que «oye»
todo aquél que puede ver y oír aunque acaso esté durmiendo, y también lo decimos del que está
actualmente viendo y oyendo— habrá que distinguir igualmente en la palabra «sensación» dos
acepciones, la una en potencia y la otra en acto. Y lo mismo «sentir», ya sea en potencia, ya en
acto. Comencemos, pues, hablando como si padecer, ser movido y estar en acto fueran lo mismo:
desde luego, el movimiento constituye también un cierto tipo de acto, si bien imperfecto, como
quedó dicho en otro lugar. Por otra parte, todos los seres padecen y son movidos por un agente
que está en acto… El primer cambio del ser dotado de sensibilidad se produce bajo la acción del
progenitor, de manera que, una vez engendrado, posee ya el sentir como el que posee una ciencia.
Consiguientemente, la sensación en acto ha de considerarse análoga al acto de ejercitar la ciencia,
si bien entre uno y otro existe una diferencia: en el caso de aquél los agentes del acto —lo visible,
lo audible y el resto de los objetos sensibles— son exteriores. La causa de ello estriba en que
mientras la sensación en acto es de objetos individuales, la ciencia es de universales y éstos se
encuentran en cierto modo en el alma misma. De ahí que sea posible inteligir en sí mismo a
voluntad, pero no sea posible percibir sensitivamente en sí mismo, ya que es necesaria la
presencia del objeto sensible.” (DA 417 a-b)
Otra prueba de que el feto tiene vida, es por su capacidad de inmanencia (lo que permanece) por medio
de la nutrición dado que el alimenta genera y crece al ser que se alimenta, ya que quien se alimenta es el
sujeto o viviente y lo que alimenta es el objeto o alimento.
“Pero puesto que la misma potencia del alma es a la vez nutritiva y generativa… ya que por esta
función se define frente a las demás potencias… el alimento cambia al ser digerido y el cambio
en todos los casos se produce hacia el término contrario o intermedio. Más aún, el alimento
padece una cierta afección por parte del que se alimenta mientras que éste no resulta afectado
por el alimento, del mismo modo que el artesano no es afectado por la materia, pero sí ésta por
él; el artesano solamente cambia en cuanto pasa de la inactividad a la actividad… Y puesto que
nada se alimenta a no ser que participe de la vida, lo alimentado será el cuerpo animado en tanto
que animado: el alimento, pues, guarda relación —y no accidental— con el ser animado. Por otra
parte, en el alimento hay que distinguir dos poderes, el de nutrir y el de hacer crecer: de una parte,
el alimento hace crecer, en la medida en que el ser animado posee cantidad, y de otra, alimenta
en la medida en que es individuo y entidad: el alimento, en efecto, conserva la entidad y ésta
pervive gracias a él en la medida en que se alimenta. El alimento es, en fin, principio de la
generación, no del viviente que se alimenta, sino de otro semejante a éste, puesto que la entidad
de éste existe ya y nada se engendra —sólo se conserva— a sí mismo. Luego el principio del
alma al que corresponden tales funciones será una potencia capaz de conservar el sujeto que la
posee en cuanto tal, mientras que el alimento es, por su parte, aquello que la dispone a actuar; de
ahí que un ser privado de alimento no pueda continuar existiendo. Y puesto que intervienen tres
factores —lo alimentado, aquello con que se alimenta y el principio alimentador— el principio
alimentador es el alma primera, lo alimentado es el cuerpo que la posee y, por último, aquello
con que se alimenta es el alimento. Y como lo correcto es, por lo demás, poner a cada cosa un
nombre derivado de su fin y el fin en este caso es engendrar otro ser semejante, el alma primera
será el principio generador de otro ser semejante… Ahora bien, todo alimento ha de encerrar
necesariamente la posibilidad de ser digerido, siendo lo caliente el factor que realiza la digestión.
De ahí que todo ser animado posea calor vital.” (DA 416 a 20- 416b 35)
Por lo que podemos concluir que es todo ser vivo aquel ser que se alimenta y es capaz de producir calor
para mantenerse en movimiento, desde las plantas hasta el ser humano. Siendo así el ser que se encuentra
dependiente de otro ser para alimentarse, es capaz de generar calor por sí mismo y crecer, por lo que el
feto o embrión es un ser humano desde su concepción (cuando la célula comienza a desarrollarse).
Finalmente “Pero si esto es así, antes aún que los actos habrán de quedar definidos sus objetos…
el alma nutritiva se da —además de en los animales— en el resto de los vivientes y constituye la
potencia primera y más común del alma; en virtud de ella en todos los vivientes se da el vivir y
obras suyas son el engendrar y el alimentarse. Y es que para todos los vivientes que son perfectos
—es decir, los que ni son incompletos ni tienen generación espontánea— la más natural de las
obras consiste en hacer otro viviente semejante a sí mismos —si se trata de un animal, otro
animal, y si se trata de una planta, otra planta— con el fin de participar de lo eterno y lo divino
en la medida en que les es posible: todos los seres, desde luego, aspiran a ello y con tal fin realizan
cuantas acciones realizan naturalmente —la palabra «fin», por lo demás, tiene dos sentidos:
objetivo y subjetivo—. Ahora bien, puesto que les resulta imposible participar de lo eterno y
divino a través de una existencia ininterrumpida, ya que ningún ser sometido a corrupción puede
permanecer siendo el mismo en su individualidad, cada uno participa en la medida en que le es
posible, unos más y otros menos; y lo que pervive no es él mismo, sino otro individuo semejante
a él, uno no en número, sino en especie.” (DA 415b 15-20)
Dado que cualquier ser humano es una entidad viviente, y por ende no puede ser aniquilada o terminar
con su proceso de vida, salvo que sea por causas naturales,
“el alma es causa y principio del cuerpo viviente. Y por más que las palabras «causa» y «principio»
tengan múltiples acepciones, el alma es causa por igual según las tres acepciones definidas: ella
es, en efecto, causa en cuanto principio del movimiento mismo, en cuanto fin y en cuanto entidad
de los cuerpos animados. Que lo es en cuanto entidad, es evidente: la entidad es la causa del ser
para todas las cosas; ahora bien, el ser es para los vivientes el vivir y el alma es su causa y
principio... Es evidente que el alma es también causa en cuanto fin. La Naturaleza —al igual que
el intelecto— obra siempre por un fin y este fin constituye su perfección.”
Es así que si le preguntamos a Aristóteles acerca del aborto, es claro que no lo acepta, ya que estamos
privando a un viviente de realizar su fin según su naturaleza. Por lo que es igual a matarlo. La diferencia
específica que hay entre los demás vivientes y el hombre, es que éste último tiene conciencia de quién es
al tener un alma racional. Lo cual puede ser demostrado:
Biológicamente: La situación del nasciturus ante la ley se considera como el embrión preimplantatorio
o también llamado preembrión, que es el nuevo ser humano resultante de la división progresiva del óvulo
desde que es fecundado hasta aproximadamente catorce días más tarde, cuando anida establemente en el
interior del útero. De modo que al no denominarlo embrión, distraía la gravedad ética y moral de la
manipulación y destrucción de embriones, de la creación de embriones “sobrantes” en la fecundación
asistida, y de la creación embriones mediante clonación, para su manipulación y destrucción.
Sabemos que el nasciturus es humano debido a:
1.- La posibilidad de gemelación en las dos primeras semanas de vida no significa que el embrión no sea
un individuo de la especie humana, por cuanto individuo no es igual a indivisible, sino que es lo indiviso
en sí y dividido de otras cosas.
2.- El hecho de que la totipotencialidad de las células del preembrión, causante de la posible gemelación,
no supone una negativa a la consideración del embrión preimplantatorio (del blastómero) como individuo
de la especie humana.
3.- La ausencia de la línea primitiva, no es el único centro organizador del organismo, sino que, por el
contrario, el verdadero centro organizador en las primeras semanas es el genoma, presente desde el primer
instante.
4.- Siendo la persona relacionalidad, por lo que, hasta que no se produce una relación físico-química en
la nidación, el embrión no es persona. Sin embargo, antes de la nidación, ya existe una relación del nuevo
ser con la madre a través de diversos factores y hormonas.
Antropológicamente: El embrión preimplantatorio se toma como auténtico y verdadero hombre ya que
existe y actúa como una unidad y es una célula destinada al genoma humano (confiere una identidad
específicamente humana; lo distingue de todos los demás cigotos humanos, constituye una identidad
individual y singular; se encuentra en crecimiento y progreso del nuevo sistema en desarrollo; es una
actual capacidad de realización gradual de un ser ya existente y debe autoconstruirse). Estima que la
nueva célula que surge de la unión del espermatozoide y del óvulo (el cigoto).
Cada fase constituye un crecimiento y un progreso del mismo y único ser humano, que permanece igual
a sí mismo desde el momento de la formación de cigoto hasta la madurez y la senectud. Por tanto, el
hecho de que en el desarrollo del hombre existan distintas fases no significa que se pueda negar en unas
u otras la existencia de un ser humano, con todas sus consecuencias ontológicas, antropológicas, jurídicas
y éticas; no se puede compartimentar la vida del ser humano, porque ello es una negación de su dignidad
intrínseca.
Ética: El nasciturus tiene derecho a la vida y debe ser tutelado desde el primer instante de su existencia,
pues de un ser humano se trata. El desarrollo del ser humano desde el zigoto es un continuo desarrollo
único y progresivo, y el parto no supone un cambio esencial ni sustancial en el nasciturus-neonato, no
hay justificación alguna para establecer diferencias en el estatuto jurídico del ser humano en ningún
momento de tal desarrollo ni establecer un antes y un después del nacimiento. Por lo que el nasciturus
ante la ley es un auténtico y verdadero derecho fundamental que le corresponde por el hecho de ser
hombre y gozar de la dignidad que todo ser humano tiene, sin que pueda haber discriminación por razón
alguna, tampoco por el momento en que se encuentre de su existencia, sea cual sea ese momento de todo
el proceso vital del ser humano.

S-ar putea să vă placă și