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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld- Prof.

José Luis Matamoros

CAPÍTULO 4

Pierdes, Lector, porque no puedes ver


la siguiente jugada

Es ésta una acusación desagradable. ¿Deberán enrocarse y luego llevar su


Probablemente el lector se siente agra- torre de dama a la columna del caballo de
viado. ¿Y quién no? Pues bien, hagamos una rey?
prueba sencilla. ¿Deberá buscar líneas abiertas para sus
alfiles?
DIAGRAMA Nº 57 ¿Deberá buscar posiciones agresivas
Juegan las negras para su dama?
MURRAY La respuesta a todas estas preguntas es
muy sencilla. Las negras no deberán hacer
ninguna de estas cosas. En lugar de ello, en
la posición del diagrama Nº 57, deberá jugar
sin vacilación 1...¤g3 mate.
Con mucha frecuencia he mostrado
esta posición de aspecto inocente a los es-
tudiantes de ajedrez, y repetidamente me he
sorprendido de ver cuán a menudo pasan
por alto este mate en una jugada. ¿Le pasó
lo mismo al lector?
¿Por qué se pasa por alto una jugada tan
evidente? Porque se concentra la atención en
un plan, en toda una serie de movimientos.
Es conveniente hacer planes. Lo consi-
GILBERT dero indispensable. Pero cada jugada es im-
Campeonato de Minnesota, 1946 portante en sí misma: puede ganar la parti-
da o echar a perder la posición.
Las negras tienen un peón de desventa- Los maestros del ajedrez lo compren-
ja. A pesar de ello, la posición está cerrada y den así. Imaginamos a un maestro como
no será fácil que las blancas aprovechen su una persona que puede ver muy, muy lejos.
peón adicional. Por mi parte, prefiero imaginar un maestro
Además, las negras tienen alfiles fuertes como el que, en una posición dada, encon-
y una columna abierta de caballo del rey. Pa- trará casi invariablemente la jugada más
recería, entonces, que tienen probabilidades fuerte.
de atacar. Lo que más nos impresiona es que en-
¿Qué deberán hacer las negras? cuentre la jugada más fuerte aun cuando se
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oculte en una posición que parezca inocen- DIAGRAMA Nº 59
te. Tomemos como ejemplo la siguiente po- (Juegan las blancas)
sición: LEONHARDT

DIAGRAMA Nº 58
(Juegan las blancas)
WOOD

SPIELMANN
San Sebastián, 1912

1.e7! ...
ROSSOLIMO Luego, mirando al registro, vi que ésta
Southsea, 1949 fue la jugada que hizo Spielmann.
¿Por qué hice esa jugada? Francamente,
Las blancas tienen un peón de desven- porque parecía fuerte. Pero mi instinto
taja, pero las piezas de las negras están mal había acertado, pues con ella se obtiene una
colocadas y su rey corre cierto peligro. victoria obligada.
Las blancas tienen el juego en sus ma- La razón de que adelanté el peón intuiti-
nos, y, sin embargo, no parece haber a mano vamente fue que ataca a la torre de dama de
nada decisivo. La partida ha durado ya las negras, que está inmovilizada en la co-
ochenta y seis jugadas; es una de esas par- lumna de d para defender al caballo negro
tidas en las que hay que retroceder, avanzar que se encuentra en d4. Así, si 1. ... ¦de8, las
y esperar. Esperar interminablemente. Pero blancas responden 2.¥xd4+, ganando una
Rossolimo ve una coyuntura: pieza (ver diagrama Nº 60).
1.£xe5+!! dxe5 Pero, dirá el lector, el peón en e7 puede
2.¦e6# ser capturado por el alfil o el caballo de las
Y ofrecemos otro ejemplo que me cau- negras. No hay que ir tan de prisa. Recuerde
só gran impresión. Reproducía yo una par- el lector que el alfil de las negras está inmo-
tida de Spielmann en que el gran maestro vilizado también para defender al caballo en
del ataque llegó a la siguiente posición (ver d4.
diagrama Nº 59). Esto significa que 1...¥xe7 será inútil,
¿Cuál es la siguiente jugada de las pues la respuesta 2.¥xd4+ o 2.¦xd4 gana al
blancas? caballo.
Sin mirar al registro de la partida y aun Pero 1...¤xe7 tampoco sirve, pues
sin pensarlo, hice la siguiente: entonces 2.¥xd4+ ¦xd4 3.¦xd4 ¥xd4
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4.¦xe7+, y mate en la siguiente jugada. Si el lector hace memoria, recordará muchas
partidas prometedoras que se perdieron por
DIAGRAMA Nº 60 una jugada descuidada o por seguir ciega-
LEONHARDT mente un plan de largo alcance.

La obsesión por la jugada “evidente”


No basta con estar en guardia contra los
errores. Es necesario desconfiar también de
las jugadas que parecen evidentes, así como
de las decisiones que lo son.
Esto es urgente sobre todo cuando ini-
cia uno una variación (secuencia de jugada).
Las jugadas pueden ser más que evidentes,
y, a pesar de ellos, tener una falla.
Es por eso que un jugador fuerte se inte-
resa menos en la extensión de una variación
que en la validez de cada una de sus juga-
SPIELMANN das. Sabe que una variación, al igual que una
(Después de 1.e7!) cadena, no es más fuerte que el más débil
de sus eslabones. Sabe que un jugador que
Así, vemos que la jugada 1.e7! es posi- elabora una combinación —una serie de ju-
ble debido a que el caballo adelantado de las gadas—, deberá proceder con precaución,
negras “está en el aire”. como un hombre que sube por una escalera
Las negras comprendieron todo esto y desvencijada, deteniéndose cuidadosamen-
jugaron: te a cada paso para asegurarse de que el si-
1... ¦d6 guiente peldaño soportará su peso.
Si 1...¦d5; 2.¥xg6 y ganan, pues si 2. ... Cuando no se observan estas precaucio-
£xg6 3.£xg6+ ¢xg6 4.e8+, coronando. nes, el jugador se descarría. Con la mirada
2.¥xg6 hxg6 fija en lejanos horizontes, pasa por alto lo
3.£xh8+! que literalmente está frente a sus narices.
Abandonan Por ello, no hay que esforzarse por hacer ju-
Pues las blancas coronarán y quedarán gadas de fantasía, especialmente cuando se
con una torre de ventaja. enfrenta uno a un táctico perspicaz. Hay que
La moraleja de todo ello es que cada ju- conservar la simplicidad. Aprovechemos la
gada es un dilema. experiencia del error de las blancas en la si-
Debemos buscar siempre la jugada más guiente posición (ver diagrama Nº 61):
fuerte, que gane material, que haga presión Las blancas tienen dos peones de des-
sobre el adversario. Por otra parte, la jugada ventaja y un peón débil, el del rey, que no
más fuerte puede ser la que contribuya a de- está protegido por ningún otro peón. Están
fender al propio rey. condenadas a la pasividad, cosa que no es
Es éste un arte que no puede aprenderse muy prometedora. Por ello, al atacar al peón
en un solo día. Es una cualidad que requiere negro que está en c5, quieren dárselas de lis-
paciencia y perseverancia. Pero vale la pena. tas. Como una finta, intentan:

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DIAGRAMA Nº 61 En este punto podemos imaginar a las
(Juegan las blancas) blancas mirando con complacencia a los es-
BERNSTEIN pectadores. Su variación de dos jugadas tie-
ne éxito —o así lo parece— porque la dama
de las negras está amenazada. (Si 2...£xc5
3.¤xc5, y las blancas han ganado un peón
sin riesgo).
2. ... ¦d6!!
Hermosa jugada que destruye comple-
tamente la variación evidente de las blancas.
Las blancas tendrán que perder ahora su
caballo, pues si 3.¤c3 (o 3.¤b2), ¦d1+, con
lo que ganan la dama de las blancas. He allí
la falla de la variación de las blancas, forma-
da por jugadas evidentes. En consecuencia,
las blancas abandonan la partida.
No debe maravillamos que Tarrasch
SALOMÓN acostumbrara gritar con estridente desespe-
Montevideo, 1954 ración: “¡Hay que ver la jugada! ¡Hay que ver
la jugada!”. A un estudiante que quería saber
1.¤a4? ... lo que debería hacer para evitar los errores,
Las negras pueden defenderse con sen- le dijo con tono adusto: “¡Tenga quietas las
cillez mediante 1...b6, pero tienen una juga- manos!”.
da mucho mejor: Así como es necesario cuidarse de las
1. ... b5!! jugadas evidentes, hay que cuidarse también
Esta jugada parece disparatada, pues las de las decisiones evidentes. Si somos capa-
blancas pueden (al parecer) salvarlo todo ces de ver la siguiente jugada, no seremos
con: tan crédulos como las negras en la siguiente
2.£xc5 ... posición (ver Diagrama Nº 63):
La posición de las negras parece deses-
DIAGRAMA Nº 62 perada.
Las blancas están a punto de jugar bxc6,
y si después las negras responden con ...
bxc6, quedarán con un peón retrasado en
una columna abierta. Las blancas ganarán
considerable espacio con ¦a7 y luego acaba-
rán con el peón débil mediante jugadas tales
como ¤b3, ¤a5, etc.
Así razonan las negras, que no ven la
oportunidad que se les presenta. De pron-
to, escuchan que Reshevsky ofrece declarar
tablas la partida. ¿Por qué no? Con gran
alivio, las negras se apresuran a aceptar, sin
tomarse la molestia de preguntarse por qué
Reshevsky se ha convertido súbitamente en
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un filántropo. DIAGRAMA Nº 64
Pero si las negras no hubieran estado (Juegan las blancas)
tan ensimismadas estudiando las sombrías THOMAS
y lejanas perspectivas de su peón de alfil de
dama, se habrían entusiasmado menos con
la sagaz oferta de Reshevsky.
Efectivamente, si las negras hubieran
buscado la jugada más fuerte, quizá habrían
visto:

DIAGRAMA Nº 63
(Juegan las negras)
MASTICHIADIS

CAPABLANCA
Torneo de la Victoria
de Hastings, 1919

Un rápido vistazo nos dice lo siguiente:


Las piezas de las blancas son agresivas.
Las de las negras, pasivas.
Y, lo que es peor aún para las negras, la
cuña de peones que deja un hueco en g6 de
las blancas, deja al rey negro en posición de
RESHEVSKY mate en la primera fila.
Torneo de Dubrounik, 1950 Esta posición debería ser un juego de
niños para Capablanca, “la máquina de ju-
1... ¤xf2! gar ajedrez”. Puede ganar fácilmente con:
Con ello, la posición de las blancas que- 1.¦xe8! ...
da hecha pedazos. Su alfil está atacado, y si Es una jugada que se ve fácilmente, pues
2.¢xf2 £xe3+, seguido por 3. ... £xd3, con la respuesta es obligada.
lo que ganan fácilmente. 1... £xe8
Así, las negras perdieron una gran 2.£a4!! ...
oportunidad, pero, cuando menos, tuvieron Esto es un poco más difícil de ver, pero
la fortuna (?) de escapar con una partida ta- no tan difícil. Y, ciertamente, no es demasia-
blas. do difícil para Capablanca, quizá el jugador
En el siguiente ejemplo, el juego es aún que en la historia del ajedrez se haya distin-
más curioso. Aquí, uno de los jugadores guido más por lo acertado de sus jugadas
pierde por su error; el otro gana por su pro- individuales. Representa un ataque doble,
pio error. pues amenaza a la dama y la torre de las ne-
gras, y aprovecha el peligro de mate del rey
negro.
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Lo importante es que si 2. ... £xa4 Pero, ¿cómo es posible encontrar la jugada
3.¦b8+; lleva al mate. En consecuencia, las correcta con esa clase de razonamientos?
negras deberán perder su torre; por ello, Aun en situaciones mucho más senci-
más valdría que se rindieran. llas, esos razonamientos pueden resultar fa-
Pero “la máquina de jugar ajedrez” no tales. Por ejemplo:
jugó así. En lugar de ello (diagrama Nº 64),
continuó: DIAGRAMA Nº 66
1.£a8?? ... (Juegan las negras)
Con esto se propone que si 1. ... ¦xb8
(¿qué otra cosa pueden hacer?); 2.¦xb8, y
las blancas dan mate a pesar de lo que hagan
las negras.
Convencido —en realidad, anonada-
do—, Thomas se rindió sin mirar más el ta-
blero.
¡Y, sin embargo, tenía ganada la partida!

DIAGRAMA Nº 65

VON POPIEL
Monte Cario, 1902

Las negras se encuentran en lo que pa-


rece ser una posición desdichada: su alfil de
rey, atacado tres veces y defendido sólo dos,
está inmovilizado en su sitio. Está clavado y,
por lo tanto, no puede moverse.
Obsérvese la engañosa expresión “por
lo tanto”. ¿Recuerda el lector que hemos di-
cho que una variación no es más fuerte que
¿Cómo? Sencillamente, jugando: su eslabón más débil? Las proposiciones ge-
1... ¦xa2!! nerales suelen tener sus excepciones. Y las
Si ahora 2.¦xe8 ¦xa8 3.¦xf8+ ¦xf8, y excepciones desechan invariablemente lo
las negras no corren ningún peligro, con un evidente.
peón ganado. He aquí una de las excepciones:
O 2.£xa2 ¦xb8, con el mismo resulta- 1... ¥g1!!
do. Ésta es la victoria, pues las negras
Pero, dirá el lector, esto es un poco com- amagan con ... £xh2# y también atacan a la
plicado; son varias las formas en que puede dama de las blancas. Para evitar el mate, las
ponerse uno en un aprieto. Además, como blancas deberán perder la dama o sufrir una
quizá explicó Thomas con pesar: “Nadie es- pérdida igualmente grave de material.
pera que Capablanca incurra en un error”. Pero, dirá el lector, seguramente Marco,
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el mejor de los anotadores de partidas de DIAGRAMA Nº 67
ajedrez, vio este recurso y salvó la partida. (Juegan las blancas)
Pues no, no fue así. ¡Abandonó la par- ALEKHINE
tida!
Como ve el lector, su mente estaba ob-
sesionada con prolongadas variaciones, exá-
menes profundos, planes de largo alcance.
La tarea inmediata, la necesidad más urgen-
te —en resumen, la siguiente jugada—, esta-
ba más allá de lo que podía ver.

Hay que cuidarse de la jugada obligada


Cuanto más ingeniosa es una combina-
ción, mayor es el placer que nos proporcio-
na. Quizá haya ciertos sentimientos de po-
derío en la construcción de toda una serie
de jugadas obligadas que el adversario no
puede alterar. ALAPIN
Pero —como hemos visto— estas varia- Carlsbad, 1911
ciones obligadas pueden ser peligrosas si no
se tiene presente en todo momento que pue- En consecuencia, las blancas prosiguen
den venirse abajo muy fácilmente. Se nece- con una combinación obligada, confiando
sita tener cierto sentido de la proporción y que con ella alcanzarán su objetivo:
estar constantemente sobre aviso, recordan- 1.g4?! ...
do que también el contrincante tiene algo Este movimiento del peón debilita se-
que decir sobre estas jugadas. riamente la posición enrocada de las blan-
El siguiente ejemplo, tomado del perío- cas. Por lo tanto, es una jugada que ningún
do juvenil de Alekhine, es fascinador des- jugador fuerte de ajedrez haría con ligereza.
de el punto de vista sicológico. Uno o dos A pesar de ello, Alapin la hace porque es-
años después Alekhine se convertiría en un pera obtener una ventaja que compense este
maestro de fama universal. Pero en la época inconveniente.
en que jugó la partida, no era más que un ¿Cuál es su razonamiento?
joven que prometía mucho. Ve que, si el alfil negro retrocede, puede
En esta partida, el contrincante de Ale- jugar ¤xe6, alcanzando así su objetivo (dos
khine tomó las cosas con cierta condescen- alfiles contra dos caballos).
dencia. Después de algún tiempo, se llegó a Por otra parte, si las negras intentan evi-
la posición del diagrama Nº 67. tar este curso jugando 1. ... ¥xd3, entonces
Las blancas tienen dos alfiles contra un las blancas responden 2.£xd3, ganando
alfil y un caballo, lo que suele ser considera- con ello una pieza.
do como ventaja de posición. No obstante, Imagine el lector el asombro de Alapin
se proponen obligar el cambio de su caballo cuando Alekhine juega:
restante por el alfil que le queda a las negras. 1. ... ¥xd3!!
Esto, según razonan un poco académica- 2.£xd3 ...
mente, les dará dos alfiles contra dos caba- ¿Cómo es posible que las negras eviten
llos, lo que es una ventaja abrumadora. la pérdida de una pieza?
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DIAGRAMA Nº 68 El ejemplo anterior se inició a partir de
una posición de juego medio. En la práctica,
la apertura es un recurso aún más rico de
jugadas evidentes y obligadas. He aquí un
buen ejemplo en que las blancas sufren una
aplastante sorpresa:

DIAGRAMA Nº 69
(Juegan las negras)
CAPABLANCA

Pero el asombro de Alapin se convierte


en desconcierto cuando su bisoño adversa-
rio continúa:
2. ... ¤e5!
Ésta es una verdadera combinación de
Alekhine, de ésas que el ajedrez mundial
podría esperar más tarde de él.
Después de un prolongado estudio de
la posición, Alapin inicia una triste retirada
con 3. £f1. TARTAKOWER
Veamos ahora qué habría sucedido si Nueva York, 1924
hubiera ganado la pieza, como se proponía.
3.£xd6? ¤xf3+ Las blancas amenazan con ganar una
Ésta es la consecuencia de la posición pieza mediante 1.¥xb8 ¦xb8 2.£a4+.
débil de las blancas. Las negras pueden defenderse fácil-
4.¢f2 £xd6 mente de esta amenaza enrocándose, pero
5.¦xd6 ¤xe1 prefieren lo que Capablanca gustaba de lla-
Ahora sería inútil 6.¢xe1, por lo que las mar “una combinacioncita”.
blancas intentan tenderle una trampa al ca- 1... dxc4!
ballo. Es una defensa sutil, aunque parezca
6.¦d2 g6 ser un mero descuido. Tartakower continúa
7.¦e2 ¦xe3! gozosamente su ganancia “obligada” de una
Si ahora 8.¦xe3 ¤xc2, y el caballo esca- pieza.
pa, dejando a las negras con dos peones de 2.¥xb8 ¤d5!
ventaja. ¡He aquí la sorpresa! Y todavía hay más
8.¢xe3 ¦e8+ sorpresas cuando Tartakower comienza a
9.¢d2 ¤f3+ comprender el verdadero significado de esta
10.¢c3 ¦xe2 jugada.
11.¤xe2 c5
Y las negras ganan el final.
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DIAGRAMA Nº 70 Pero hay que tomar en consideración
que la partida fue jugada en un torneo de ra-
pidez, donde puede suceder cualquier cosa.

DIAGRAMA Nº 71
(Juegan las blancas)
PETROSIAN

La inesperada jugada del caballo de las


negras protege al alfil amenazado y, además,
amaga con ... ¤e3+, con lo que gana la dama
de las blancas.
En consecuencia, las blancas aprenden
una vez más la antigua y amarga lección de
que no debe iniciarse un ataque cuando el SCHMID
rey propio es vulnerable. Estocolmo, 1952
Existe todavía otra sutileza. Tartakower
puede haber pensado que podía jugar 3.¥f4, Aunque con una pieza de desventaja, las
de manera que 3. ... ¤xf4?; 4.£a4+, deja a blancas tienen ciertas posibilidades vagas
las blancas con una pieza ganada. de atacar, pues el rey de las negras parece
Pero al jugar 3.¥f4, las negras tienen un tanto inseguro. Tienen una inspiración:
3...£f6!!, amenazando no sólo 4. ... £xf4+, dejando a su dama amenazada, desatan una
sino también 4...¤e3+, porque el alfil de las amenaza de mate con:
damas está clavado. 1.¦a3!? ...
Por ello, la variación obligada de las De modo que si 1...£xf4?? 2.¦a6#.
blancas no fue obligada en manera alguna, y ¡Acontecimiento terrible en un torneo de
no les queda más que mover el rey. rapidez!
3.¢f2 ¦xb8 Examinando la situación con calma, las
4.¥xc4 O-O negras debieron haber advertido que la po-
Las negras han terminado la apertura sición requería 1...¤d7! para obstruir la ac-
con una posición superior. ción combinada de las torres blancas.
Cualquier jugador de primera categoría En lugar de ello, las negras prefieren
habría previsto la debilidad de la anterior el camino evidente de protegerse contra
variación obligada, por hermosa que sea. En 2.¦a6+.
el siguiente ejemplo, la equivocación de las 1. ... ¢b6??
negras es casi disculpable, aun cuando pier- ¿Evidente? Pierden sin remedio.
da con una pieza de ventaja. El método de las blancas para obtener la
victoria es tan increíblemente sutil que has-
-57-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld- Prof. José Luis Matamoros
ta un jugador que dispusiera de tiempo a su omitir esas jugadas relativamente sencillas,
antojo podía sucumbir a esta brillante cela- el jugador se condena a sí mismo a sufrir
da. ¿Cuál es la advertencia que la posición le desengaño tras desengaño.
está gritando a las negras? Que las blancas Es ésta una falta difícil de eliminar. No
tienen el dominio exclusivo de la séptima sería honrado que yo dijera al lector lo con-
fila. trario.
(Por eso recomendamos 1...¤d7! a fin Por ello, cuando el lector esté a punto
de obstruir esa fila). de hacer una jugada “evidente” u “obligada”,
asegúrese de que es la mejor. Como solía de-
DIAGRAMA Nº 72 cir Tarrasch: “¡Hay que verla!”.
(Después de 1. ... ¢b6??) La extraña y consoladora paradoja es
que cuando uno se concentra para encon-
trar la jugada más fuerte en cualquier po-
sición dada, automáticamente se dedica a
elaborar un plan y a iniciar combinaciones
de largo alcance.
No está mal caminar con la cabeza en
las nubes. Además, es muy agradable. Pero
no lo resulta tanto si de pronto tropieza uno
con una piedra y se rompe la cabeza.
Nunca hay que olvidar esto: la jugada
más importante en cualquier partida de aje-
drez es siempre... la siguiente jugada.

2.£d6+!! ...
Increíble, pero cierto.
Si 2...£xd6 3.¦ga7, y las blancas no
pueden defenderse contra la inminente ju-
gada 4.¦3a6#.
2. ... ¦c6
Otra defensa evidente, que también re-
sulta inútil.
3.£c5+!! ¦xc5
4.bxc5+ ¢c6
5.¦a6+ £b6
6.¦xb6#
Tal vez al reproducir estos ejemplos re-
veladores, el lector recuerda algunas parti-
das en las que se dio a perseguir al mismo
fuego fatuo. Al elaborar planes de largo al-
cance, es frecuente pasar por alto las sen-
cillas posibilidades tácticas de una jugada,
que son el corazón mismo del ajedrez. Y al
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